Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Concepto de Inteligencia Emocional
El Concepto de Inteligencia Emocional
reconocer sus propias emociones y la capacidad mental para comprender las relaciones
humanas como elemento clave en el proceso educativo (Campo et al., 2015). Las
investigaciones relacionadas con este campo muestran que la IE en las fluencias de
comportamiento y la autopercepción de bienestar. Tiene un papel fundamental en las
interacciones sociales, en los contenidos del pensamiento y en los procesos que intervienen
en su formación (Brackett et al., 2011; Zurita-Ortega et al., 2018). Por lo tanto, el concepto
de EI tiene implicaciones en indicadores de ajuste y bienestar relacionados con la salud y
la capacidad de hacer frente a los desafíos vitales de la vida (Vergara et al., 2015). La
comunidad científica reconoce las contribuciones de renombrados re-investigadores como
Salovey y Mayer, 1990.
Hay dos modelos teóricos de EI que pueden distinguirse sobre la base de la literatura
científica actual y de su naturaleza ética de la que parte.
. El primero, modelos basados en el procesamiento de la información emocional, facilitando
el uso de nuestras propias emociones para el manejo de un pensamiento más inteligente y
su aplicación más efectiva; desde el cual el EI se concibe como la capacidad de percibir,
comprender, manejar y regular las emociones, tanto las propias como las ajenas, como con
Mayer (1997) (Fig. 1), y el segundo, el llamado mixto basado en rasgos de personalidad
como los modelos Bar-On (2000) que describen una sección transversal de competencias
socio-emocionales interrelacionadas, así como las habilidades y facilitadores que afectarían
el comportamiento inteligente (Fernández-Berrocal y Pacheco, 2005; Goleman, 1996; Peña
Garrido y Repetto Talavera, 2017).
Estos autores afirman que la IE fue concebida como un conjunto de habilidades que se
hipotetizan para contribuir a la valoración y expresión precisa de la emoción en uno mismo
y en los demás, la regulación efectiva de la emoción en uno mismo y en los demás y el uso
de los sentimientos para motivar, planificar y lograr en la vida de uno (Salovey y Mayer,
1990). Este modelo de Mayer y Salovey contempla cuatro capacidades: una, la percepción
y expresión de las emociones; dos, la facilitación emocional del pensamiento; tres, la
comprensión y el análisis de la información emocional; y cuatro, la regulación de las
emociones.
A partir de esta teoría, se han propuesto numerosas definiciones para el término EI; sin
embargo, el punto de encuentro entre las diferentes teorías y la aceptación de la serie de
competencias emocionales debe estar bien asentada y eso constituyó un factor crucial para
favorecer la adaptación y el desarrollo de la persona en todas las áreas y ciclos vitales, que
se pueden desarrollar (Durlak et al., 2011).
La implicación de la IE en la educación
El papel otorgado al área de la inteligencia emocional (IE) en las ciencias sociales como
aspecto clave y garantía de bienestar, contemplando una serie de capacidades que están
relacionadas con el rendimiento académico o la mejora de la convivencia en el aula y que,
sin duda, son un juez del éxito tanto en el ámbito académico como en el profesional (Bar-
On & Parker, 2000; Dolev & Leshem, 2017; Gilar-Corbi y otros, 2018; Gutiérrez-Moret y
otros, 2016). Los estudios científicos han establecido el hecho de que los altos niveles en
estas capacidades tienen una relación causal - barco a una mejor salud física y mental,
mayor bien de la vida, así como un mejor funcionamiento social y rendimiento escolar
(Fernández-Berrocal y Ruiz Aranda, 2017). Los centros educativos, y más concretamente
las escuelas, se han centrado en el desarrollo de los aspectos aca-démicos de la educación,
mientras que a menudo descuidan los aspectos sociales y emocionales que influyen en el
buen funcionamiento del aula, sin mencionar el bienestar personal y social de los alumnos
(Ghanizadeh y Royaei, 2015; Madalinska-Michalak, 2015).
Métodos
Participantes
El total de la muestra del estudio se estableció a partir de la totalidad de los estudiantes de
la escuela secundaria de la red (SESI-SP), sobre la base de las asignaturas disponibles
inscritas en los cursos de 7º y 9º año de educación fundamental y 3º año de educación
secundaria; el criterio para incluir estos cursos se debe a que son grupos evaluados a través
del Sistema de Evaluación del Desempeño Escolar del Estado de São Paulo (SARESP),
con el an- tic ticipación de la realización de posibles investigaciones en el futuro y porque
los cursos educativos corresponden a las 3 etapas de la adolescencia consideradas por
autores como Aberastury (2002) y Blos (1986). De un total de 14.000 estudiantes a los que
se envió el cuestionario, la respuesta fue del 81%, de los cuales 5.584 eran estudiantes
varones (49,1%) y 5.699 eran mujeres (50,1%), presentando una proporción muy
equilibrada por género. Hubo un total de 11370 respuestas, de las cuales los datos
completos representan n = 11283. Este estudio cumple con las consideraciones éticas de
la Declaración de Helsinki y los criterios de
Variables
Las variables que constituyen este estudio recogidas a través del cuestionario en línea son
los 24 ítems correspondientes de TMMS-24, variable por sexo, niveles de curso y situación
laboral de los padres.
Según la edad, el 20,6% de los estudiantes de séptimo grado participaron en la educación
básica (edad media 11,96 años), el 38,0% de los estudiantes de noveno grado (edad media
13,60 años) y el 41% de los estudiantes de tercer año de la educación secundaria (edad
media 16,45 años).
Las características sociodemográficas de la muestra, como se evidencia en el cuadro 1,
muestran porcentajes similares en términos de género y ocupación, informando que el 72%
de las madres trabajan en comparación con el 88% de los padres. Sin embargo, hay
porcentajes ligeramente más altos de madres que se encuentran en una situación de
inactividad profesional (cuadro 2), es decir, principalmente en las tareas domésticas.