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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA Y DEL CARIBE


DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

LA EDUCACIÓN PARA CONSTRUIR CIUDADANÍA


La ciudadanía es un tema de alto interés para las reflexiones
contemporáneas de las ciencias sociales y humanas. Su renovada
importancia se debe, entre otras cosas, a una pluralidad de hechos
políticos y cambios sociales: la crisis de los Estados modernos, la violencia
social, la emergencia de la migración indiscriminada, el multiculturalismo,
la incidencia de la economía de mercado, el neoliberalismo, y muchas
más. A pesar de que es un concepto que se ha construido por medio de
un proceso histórico-social, y que se configura y construye en función de
intereses políticos, económicos, sociales y culturales determinados, su
actualidad y vigencia han sido y son fuente de enormes controversias.
Hoy nos preguntamos, desde diversas disciplinas, si el concepto actual de
ciudadanía responde a las exigencias políticas de un mundo fragmentado
y globalizado y, mucho más importante que eso, si su desarrollo y
promoción pueden ser el camino para el fortalecimiento de nuestra propia
democracia.

CIUDADANÍA

.- Thomas H. Marshall “condición adquirida por los individuos por el hecho


de pertenecer a determinado grupo, lo cual producía el reconocimiento de
determinados derechos”.

.- Vicent Martínez (2003) expone que la ciudadanía es una condición que


“supone que todos los hombres son considerados iguales respecto a los
derechos y deberes civiles, políticos y sociales establecidos”.

Aristóteles fue quien primero formuló una tesis completa sobre la idea de
ciudadanía. En la Política, una de sus obras primordiales, señaló que
ciudadano es aquel que gobierna y a la vez es gobernado (Aristóteles,
2000). Para llegar a esta definición, este pensador se refiere al ser
humano como un zoon politikon, es decir, un animal “cívico o político”;
eso quiere decir, para nuestros tiempos, que tiene la capacidad de
socializar y relacionarse en sociedad (Guevara, 1998).

A mediados del siglo XX, se produce una conceptualización diferente de


la noción de ciudadanía, y se empieza a estudiar y a definir la llamada
“ciudadanía social”. El responsable, hacia el año 1950, fue el sociólogo
británico T. H. Marshall, quien realizó una crítica sistemática a la teoría y
a la práctica liberal individualista de la ciudadanía tradicional. Para
MARSHALL (1998), la ciudadanía de mediados del siglo XX era una
institución de dos caras en la que convivían dos situaciones diversas: por
un lado, la igualdad legal y política, y, por el otro, una desigualdad
material injustificada. Marshall sugirió, entonces, la ampliación del
concepto de ciudadanía, planteando que esta no debía quedar limitada a
la titularidad de los derechos políticos, sino que debía comprender una
dimensión social que permitiera el disfrute efectivo de los derechos y las
garantías sociales, económicas y culturales (Pérez Luño, 1989). Marshall
(1998) fue precisamente quien definió la ciudadanía como un estatus
(estado, posición, condición) que se concede a los miembros de pleno
derecho de una comunidad. Pero para que fuera real, plena, debía integrar
tres tipos de ciudadanía: una ciudadanía civil (que comprende los
derechos y las libertades individuales), una ciudadanía política (que
contiene los derechos políticos) y una ciudadanía social (que abarca todos
los derechos económicos, sociales y culturales) (OEA-PNUD, 2009). A
partir de esta definición, y de sus consecuentes reflexiones, se abrió
camino la noción de que para poder ejercer plenamente los derechos
sociales y políticos era y es necesario poseer unas condiciones materiales
que los hagan posibles.

La ciudadanía es una construcción histórica

La ciudadanía es histórica, dado que obedece a las condiciones y


circunstancias (ubicadas en el tiempo y en el espacio) de las sociedades
en donde se ejerce. En general, los conceptos y las prácticas de la
ciudadanía, han dependido de los contextos culturales, económicos,
políticos y sociales. Sin duda, las sociedades modernas presentan nuevos
retos frente a la construcción de la ciudadanía, puesto que fenómenos
como la mundialización de la economía, la globalización de la cultura y la
denominada sociedad del conocimiento, generan diversidad de relaciones
y de intercambios entre las personas y las sociedades.

Derechos de la ciudadanía

Se puede afirmar que, entre los distintos criterios sobre cuáles son los
elementos que integran el concepto de ciudadanía, se distingue un
componente jurídico-político, un componente socio-cultural y un
componente institucional. El componente jurídico-político se refiere al
reconocimiento, por parte del Estado, de derechos y responsabilidades
hacia el individuo como miembro de una comunidad política. O sea, deriva
de la condición legal o jurídica de la persona dentro de la comunidad.

El aspecto socio-cultural se refiere a la identidad, conciencia y sentido de


pertenencia a una comunidad política y a las prácticas individuales y
colectivas para ejercer derechos y cumplir las responsabilidades
ciudadanas.
Educación ciudadana

la educación y la sociedad civil son un ideal en el Estado constitucional unidos por


valores, tales como la libertad y la dignidad humana, la democracia y la responsabilidad,
la tolerancia y la solidaridad, la disposición al esfuerzo, el profundo respeto a la vida, el
amor por la paz, la capacidad de crítica, el sentido de justicia, así como la conciencia
ecológica. “Lo que para el joven ciudadano son objetivos educativos, para el adulto son
valores orientadores”.

Son realmente orientadores sus principios que, aunque expresados una década atrás,
cobran total actualidad como punto de partida al hablar de educación y formación de
una ciudadanía responsable en el presente trabajo. En este sentido, es necesario tener
en cuenta que, si la familia, la escuela y el lugar de trabajo reflejan comportamientos
honrados y justos y actúan de modo imparcial y equitativo, se va creando una atmósfera
que refleja ese mismo comportamiento en sus miembros.

Pero cuando en esas mismas organizaciones (familia-escuela-trabajo) las relaciones de


poder son asimétricas, en perjuicio de uno o alguno de sus miembros, se da la situación
contraria. Estas formas de relacionamiento se reflejan en que tanto los ciudadanos como
el gobierno deben velar por que las relaciones interpersonales dentro de la organización
social a que pertenecen sean libres y respetuosas, participativas y justas. Sólo así se
puede construir una democracia viva y vigorosa.

Políticas educativas en el ámbito internacional

Los conocimientos sobre la organización funcional del Estado se enmarcan en la


educación cívica. Pero debe distinguirse que ésta es el conocimiento de las normas
básicas de la política y el gobierno que se encuentran en la Constitución y en las leyes.
La educación ciudadana, por su parte, refiere a la educación en actitudes y valores que
disponen a las personas a participar en problemas públicos e involucrarse en una acción
colectiva para encontrar soluciones. Con ella se busca el bien común y practicar, a través
de relaciones interpersonales, diversas formas de entendimiento social.

Por medio de la educación cívica, las personas reciben los conocimientos necesarios para
el ejercicio pleno de la ciudadanía, para participar en asuntos públicos e involucrarse en
una acción colectiva y encontrar la solución a los problemas. Mediante la educación
ciudadana, comprenden que vivir en sociedad es un problema que involucra a todos; se
desarrolla un sentido de justicia y de cuidado hacia el otro, y un pensamiento crítico e
independiente para trazar su futuro; se aprende a deliberar, a discutir para conseguir
que sus proyectos accedan al poder formal y al gobierno legítimo.

La educación para construir ciudadanía

 Debe proveer una escuela democrática, abierta al entorno, con espacios de


encuentro entre todos los actores educativos, ampliar el repertorio de
oportunidades para el ejercicio de la ciudadanía.
 Tiene que concebirse como un elemento de carácter liberador, genuinamente
dialéctico, lo que permite al sujeto que aprende desarrollar su conciencia
crítica.
 Debe abordar fenómenos que lleven al redescubrimiento de lo político, a fomentar
el asociacionismo civil, el incremento de la conciencia ciudadana, la construcción
de valores colectivos.
 Debe abordar fenómenos que lleven al redescubrimiento de lo político, a fomentar
el asociacionismo civil, el incremento de la conciencia ciudadana, la construcción
de valores colectivos.
 Ha de establecer sinergias y coordinaciones con otros referentes socioeducativos,
como ayuntamientos o servicios públicos, otros centros educativos, las
asociaciones del barrio, ONG y cualquier otra entidad o colectivo que tengan algo
que aportar en la consolidación de la comunidad/ciudad como espacio educativo.

En conclusión, una efectiva construcción de ciudadanía debe comenzar por mejorar la


educación proporcionada al sector infantil, para que sean ciudadanos completos; que no
sólo sepan sus derechos, sino también las obligaciones y toda la cultura política y de
legalidad que implica ejercer activamente la ciudadanía. Es decir, ciudadanos que
entiendan su rol más allá de la participación en los procesos electorales.

Asimismo, se evidencia la necesidad de que se enriquezca dentro de la educación


ciudadana el rubro correspondiente a la inclusión social. Así, todos los menores de edad
podrán acceder a una educación que les permitirá transformarse en ciudadanos
completos cuando lleguen a la mayoría de edad. No obstante, es también evidente la
dificultad que esto implica. El continente americano no es pobre, sino injusto. La
desigualdad no está necesariamente vinculada con el subdesarrollo; puesto que hay
países desarrollados en donde unos pocos concentran la riqueza. Pero es importante
reflexionar sobre el hecho de que la desigualdad no se vincula únicamente con el ingreso
y la situación económica.

Se propone, por tanto, que antes de iniciar la educación en las primeras etapas de
formación y educación, se deben afrontar primero la inclusión social (para mejorarla) y
revertir la desafección ciudadana. Asimismo, se repite que, mientras exista desigualdad
económica, existirá desigualdad política que incidirá en la formación de una ciudadanía
que responda más a factores económicos (los cuales reducen la participación ciudadana
a ejercer el voto a cambio de algún insumo económico o material). Superando esto, se
podrá, consecuentemente, avanzar en la educación de infantes para que posteriormente
ejerzan una ciudadanía completa y esto lleve a mejorar la calidad de la democracia.

Finalmente, es importante que cada ciudadano emplee los elementos con los cuales se
limiten los factores que impiden o retrasan la construcción de ciudadanía. Se reitera: es
posible lograr la consolidación de una ciudadanía responsable a través de la educación,
la formación de formadores, el apoyo del Estado, la academia y las organizaciones
sociales.
BIBLIOGRAFÍA

Martínez Guzmán, Vicent (2004)"Ciudadanos del mundo", en Mario López Martínez


(dir.), Enciclopedia de paz y conflictos, Universidad de Granada / Junta de Andalucía,
Granada, pp. 124-127.

Ramírez Sáiz, Juan Manuel, “Democracia universal y ciudadanía mundial”, en José Luque
Brazán y José Jesús Naranjo Giraldo, Democracia y Ciudadanía en América Latina.
Realidades diversas y retos teóricos, México, UNAM, 2009.

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