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donde se busca una identidad y una forma de expresar cada tipo de pensamiento
en el proceso de formación. Muchos jóvenes no encuentran una fácil
adaptabilidad a los modelos previamente establecidos a las normas, derechos o
deberes que rigen los modelos de ciudadanía tradicionales.
Las barras son un claro reflejo de que la identidad es construida, no asignada por
parte del estado, por ejemplo, un integrante puede vivir en una ciudad
determinada y la sede de su equipo se encuentra a miles de kilómetros de
distancia.
El barrismo como colectivo ha permitido que sus miembros desarrollen y se
identifiquen con un lenguaje propio, que si bien no se rige bajo parámetros o
escuelas literarias altamente definidas, si hay una comunicación, un léxico que se
construye día a día a nivel interno de la barra. Un claro ejemplo son los llamados
“trapos” conocidos por el resto de la sociedad como pendones, como también lo
son sus apodos como forma de reconocimiento personal; todo un simbolismo que
refleja la identidad y pasión de sus integrantes. Los jóvenes en la mayoría
provenientes de los barrios más populares o comunes han adoptado sus jergas
incluso más allá del ambiente deportivo, un contexto sin restricciones, un
intercambio cultural a nivel nacional.
Sin ser ajeno a esta situación, los integrantes de una barra expresan amor, odio,
tristeza, alegría, dentro de una manifestación más simbólica. La pintura en la cara
demuestra pasión por el equipo, lucir una camiseta implica sentirse parte de un
grupo que le brinda identidad, sus cantos pueden inferir desde amor y alegría
hasta odio y rivalidad, una forma de comunicación explicita para un integrante de
una barra seguidora de un equipo.
Las barras bravas han sido estigmatizadas como problemáticas sociales por
muchos, ya que en varias oportunidades se generan conflictos y rivalidades entre
ellos mismos o dentro del colectivo. Estas agresiones son reconocidas por líderes
y dirigentes de las barras en donde se adoptan medidas drásticas como
sanciones o expulsiones de las mismas. Los conflictos se presentan muchas
veces dentro del estadio por robos y agresiones dentro de las tribunas entre los
mismos hinchas. También se puede ver que en sus desplazamientos entre
ciudades unos pocos jóvenes pertenecientes a estas barras forman caos y
asonadas en la vía pública como robos, saqueos y disturbios, en donde tiene
que intervenir la fuerza pública para controlar y proteger bienes y personas . Es
allí donde la sociedad los tilda de vándalos o delincuentes. Además, aparecen
políticas gubernamentales promoviendo leyes para proteger a los más
vulnerables y castigar a aquellos que participan de estas manifestaciones.
Pero todo esta problemática se puede relacionar con aquella afirmación dispuesta
a llenar los vacios de la misma sociedad. Donde sus miembros han identificado el
futbol, específicamente como estilo de vida y se convierte en un espacio donde se
manifiestan todos los pensamientos y prácticas que tienen los jóvenes en común,
y se perciben situaciones de vida bajo algunas circunstancias. Es de destacar el
sentido de pertenencia por el grupo, la colaboración y el apoyo entre la mayoría de
sus miembros para superar las dificultades que deben afrontar, como económicas
en algunos casos.
Las barras bravas como grupo toman fuerza y es toda una masa de posiciones y
sentimientos, donde cobra importancia como modelo ciudadano la forma de
pensar y de vivir de cada persona.
Cada individuo como integrante de la sociedad cumple con unos deberes, pero es
importante resaltar los aportes que hace el colectivo a la misma. El barrismo no es
la excepción y pese a la noción negativa con que muchos la describen, genera
amplios aportes incluso más allá del factor económico donde se adquieren
grandes cantidades de dinero por venta de boleterías anualmente, cuyos recursos
son manejados por las administraciones locales; además de esto, se fomenta el
turismo y el deporte, aporta espacios de espectáculo y entretenimiento. Así que
más que una simple expresión el barrismo se convierte en una forma de
participación en la sociedad, donde se alojan personas que encuentran allí el
espacio propicio para sentirse miembros activos de la sociedad y donde los
jóvenes identifican diferentes formas de expresión, bien sea estética, artística y
corporal; de esta manera no se toma la sociedad como un individuo, una sola
forma de pensar, siguiendo un sólo prototipo; más bien se encuentra la necesidad
de replantear el concepto y la descripción misma, se puede pensar que es un
epicentro multicultural y como tal existen espacios diversos en los cuales la
diferencia hace plasmar múltiples modelos a seguir.
En conclusión el barrismo, es un modelo ciudadanía cultural enriquecida
precisamente por la diferentes formas de pensar y estilos de vida que tienen cada
uno de sus integrantes.