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 El festival wayúu: un gigantesco ritual

La gran fiesta guajira del próximo fin de semana convoca a un pueblo situado a
ambos lados de una frontera artificial para que pueda reconocerse y reflejarse en sus
distintas manifestaciones culturales, en su capacidad de creación colectiva.

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El Festival de la cultura wayúu es la principal celebración cultural de La Guajira y de los


municipios guajiros de Venezuela. Desde su primera versión en 1986, el municipio de
Uribia y las organizaciones comunitarias indígenas a través de la junta organizadora del
festival han querido resaltar las expresiones culturales más autenticas de la etnia Wayuu,
ese pueblo histórico que constituye el fundamento mismo de La Guajiridad.

El festival es una muestra espontánea de lo que debería ser la integración binacional por
excelencia. Artistas, comerciantes, investigadores sociales, escritores, periodistas, editores,
estudiantes, viajeros y, en general, habitantes de La Guajira y del resto de la Costa Caribe
como de Colombia y Venezuela convergen alrededor de este populoso encuentro
intercultural. Ha venido consolidándose año tras año como un acontecimiento festivo único
gracias a su originalidad y creciente capacidad de convocatoria. No hay otra festividad con
que se le pueda comparar en Colombia.

En realidad si no fuese por la estridente música de las enramadas, uno podría sentirse mil
años atrás en el tiempo y aun podría ensanchar el espacio y creer que se encuentra en las
milenarias llanuras de los pueblos pastores de Asia central. Ello se evoca en las coloridas y
vibrantes carreras de caballo en la que los jinetes son diestros niños indígenas con sus
cabezas adornadas que se asoman destellantes a través de remolinos de arena. Usted podrá
ver las competencias tradicionales con flechas en las que participan los más diestros
arqueros venidos de la Coquibacoa extensa. También le será posible apreciar la lucha
indígena cuerpo a cuerpo: práctica prehispánica en la que se entrenaban los otrora gloriosos
jóvenes guerreros de la Nación Guajira. Escuchará los cantos liricos y épicos de los
especialistas indígenas llamados jayeechimajachi y todos los ejecutores de los diversos
instrumentos musicales indígenas: tambores de dos capas, arcos bucales y flautas
globulares.

Este es un festival de los sentidos. Usted será abrazado por esa hermana mayor nuestra: la
inseparable canícula guajira, sus ojos verán el cielo más luminoso del Caribe y pasará
debajo de cuerdas en donde se asolea hasta secarse la carne cecina de chivo con sus tonos y
olores primigenios. Las talentosas cocineras nativas complementaran su enriquecedor
periplo por nuestro terrígeno universo sensorial. En esta tierra de Uribia, más extensa que
los departamentos del Atlántico, Risaralda o Quindío, hay centenares de miles de cabezas
de caprinos y ovinos. Las recetas para la conservación y preparación de su carne no se
limitan al modesto sancocho y se cuentan por decenas pues en la milenaria guajira no hay
un plato típico sino toda una vajilla típica. Sacrificar uno o dos animales es parte de la
cotidianidad de cualquier hogar indígena y no una ocasión extraordinaria.

Este es un festival del saber. Las majayut o jóvenes mujeres indígenas compiten menos por
su belleza que por el conocimiento de su cultura. Las artesanas nos sorprenden con el
talento milenario de sus habilidades sobre el tejido y la cerámica. Usted podrá conocer y
conversar con auténticos palabreros wayuu como Chay Gómez Iipùana, José María Suarez,
Ismael Pana y Saraakana Pushaina. Uno de los más ancianos y prestigiosos de estos
mediadores indígenas: Ángel Amaya será condecorado por el gobierno colombiano con la
orden al merito del Ministerio de Cultura que se entrega a las personas que han trabajado
durante más de cincuenta años en favor de una institución o manifestación cultural.

La gran fiesta de la capital indígena ha permitido la concreción de un caro objetivo de la


autonomía cultural: posibilitar a una agrupación humana situada a ambos lados de una
frontera artificial que pueda reconocerse y reflejarse en sus distintas manifestaciones
culturales, en su capacidad de creación colectiva. El Festival, que se celebrará los días 27,
28 y 29 de junio en Uribia, es como un ritual familiar gigantesco que, a semejanza de un
extenso velorio sin difunto, gira alrededor de la alegría y la valoración de las expresiones
sociales y culturales de la Guajira profunda: nuestra patria.

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