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El ángel que baila con el diablo

Capitulo 1:

Había una vez una hermosa y curiosa ángel que bajaba a la tierra de su familia, los
humanos para espiarlos, su nombre era Anaciel. Ella amaba su música, bailes y fiestas,
ya que en el paraíso aquellas actividades mundanas estaban prohibidas.

Moría de ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no poder ocultar sus alas
observaba a aquel pueblo desde la oscuridad del bosque que estaba junto a él.
Así, esperaba a que la música comenzara y bailaba en soledad entre medio de aquellos
árboles.

Un día fue descubierta por un demonio que también visitaba la tierra en busca de
diversión, pero no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo llamado Noré. A
él le entretenía verla bailar, le parecía graciosa y muy bella. Como todo Diablo era un
maestro del engaño y por ende podía tomar la forma que él quisiese, así que se
transformaba en diferentes animales para estar cerca sin que Anaciel lo notase, hasta el
momento en que decidió hacerse presente ante ella. Le confesó que hacía un tiempo la
observaba en secreto y le preguntó que buscaba en la tierra, ya que sabía que las leyes
de los angeles eran más rigurosas y tenían prohibido el contacto con los humanos, no así
los demonios que podian hacer y deshacer a su gusto.

Ella tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder participar
en ninguna permanecía oculta allí para admirarlos de lejos. Fue entonces cuando una
idea cruzó la mente de Noré - Yo puedo ir y venir entre los humanos, con mi magia logro
cambiar mi apariencia. Si lo deseas puedo hacer lo mismo contigo - le propuso
- ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió ella
- Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió él
Anaciel no podía evitar dudar, desde pequeña le habían enseñado que no debía confiar
en los demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder participar en una de
esas fiestas era tan grande que decidió aceptar su propuesta.

Así el diablo uso su magia, ocultó las alas de ella y cambió su color de cabello, luego hizo
lo mismo sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar sus rasgos. Anaciel estaba
sorprendida, nunca había visto una habilidad así, definitivamente él era un ser poderoso.
Noré la tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba haciendo cada vez
más fuerte en el pecho de ella.

Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna cuyos
clientes siempre estaban dispuestos a celebrar.
Ella no podía ocultar el brillo en sus ojos y él, galante, la invitó a bailar
- Pero... ¿ y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Anaciel
- Sólo déjate llevar...- le susurró Noré mientras con el brazo derecho tomaba su cintura, y
con la izquierda su delicada mano.
Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que la miraba a los
ojos de forma seductora. Ella no ocultaba su alegría, sus movimientos fluían perfectos con
los de él. No tardaron en llamar la atención, a la vista de todos era una joven pareja,
ninguno de los presentes podía jamás imaginar que un ángel y un diablo bailaban en el
medio del salón.
Luego de ello, Noré la invitó a probar la comida y bebida hecha por los humanos, él se
desenvolvía con total naturalidad entre ellos, dejando en claro que no era la primera vez
que lo hacía.
Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Anaciel había pasado
una velada inolvidable en compañía del ser menos pensado.
Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron nuevamente al
bosque, recuperando así sus verdaderas apariencias
- Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mi... confieso que
al principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses a cambio fuese bailar -
dijo ella
- ¿Y quien dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él
- ¿Qué quieres decir? -
Noré se acercó rápidamente a ella, le tomó el rostro y de sus labios robo un tierno beso.
Anaciel quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue totalmente inesperado,
provocando que se sonrrojara por completo
- ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tu y simplemente me
conformaría con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba su rostro
- Yo... no...- continuaba ella sin poder ordenar sus pensamientos
- Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido de mi mente
-
- Pero... no puede ser...-
- ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos en ti?, soy
un Diablo, las normas no van conmigo - continuó seduciéndola.
Ella, avergonzada, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente por que era
consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenua y que aquel atrevido
Diablo sólo estuviese jugando con ella, después de todo era la primera vez que tenía
contacto con uno de ellos.
- Por favor mírame y dime que sientes - insistió Noré mientras volvía a acercarse
- Lo siento, será mejor que me vaya... - respondió ella, se dio media vuelta y lentamente
comenzó a caminar hasta invocar una puerta al paraíso.

Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al verla irse le dijo
en voz alta - ¡Sí deseas volver a vivir lo de esta noche sólo ven aquí!, Siempre estaré
esperándote... -

Anaciel volteó por última vez sólo para ver que la observaba con un gesto de satisfacción
en su rostro, todo había sido tan repentino, no sabía que pensar, si creer o no en sus
palabras. Pero que el Diablo tuviese la habilidad de engañar no quería decir que todo en
él fuese falsedad pues, como todo ser, también poseía un corazón.

Al día siguiente la mente del ángel estaba llena de sentimientos encontrados, trató de
reflexionar sobre lo ocurrido la noche anterior, y si debía ser completamente honesta
consigo misma tenía que aceptar que había disfrutado mucho de la compañía de Noré,
incluso de aquel beso robado. Así que, llenándose de valor, decidió ir al mundo humano
esa noche, sin si quiera tener certeza de que él estaría allí.

Ya en el bosque sus latidos no dejaban de acelerarse, ¿Cómo debía actuar?, ¿Qué


respuesta le daría?, ¿De verdad él asistiría?, las preguntas no paraban de acumularse en
su cabeza y con ellas los nervios sólo iban en aumento. Pero todas sus dudas
desaparecieron cuando él nuevamente se hizo presente ante ella. Sorprendida, sin querer
exclamó - Viniste! -
Noré no pudo evitar reír - Claro que vendría, ¿Creíste que mentía? - le dijo mientras se
acercaba más a ella.
- Bueno... yo...-
- Es verdad que tenemos la habilidad de engañar con facilidad pero por esa misma razón
cuando decimos la verdad tiene más peso que cualquiera. Y cuando queremos algo lo
hacemos con más fuerza que ningún otro...- terminó mirándola directo a los ojos.
Anaciel se sentía muy tímida a su lado, aquel Diablo la hacía estremecer con sus palabras
tan directas, tenía una personalidad avasallante. Él era consciente de ello y parecía
divertirse avergonzándola.
- ¿Y bien? ¿Que buscas de mí? - preguntó mientras la arrinconaba contra un gran árbol
- Eh? ...-
- Yo ya te dije el por qué estaría aquí, porque me gustas. ¿Y tú por qué?, ¿Acaso esperas
otro favor de mi? - continuó
- Yo...- comenzó a sentirse nerviosa y evitaba mirarlo
- Dime -
Anaciel apoyó su mano derecha en el pecho de él, lentamente levantó la vista y le
respondió - Porque me gusta estar contigo... -
Noré se sorprendió con aquella respuesta, no esperaba que le dijese algo así y más aún
viéndolo con esos enormes y hermosos ojos verdes. Con su pureza había logrado hacer
sonrojar a aquel Diablo impetuoso.
Él sonrió amablemente y le dijo - Sí me miras así haré lo que sea por ti...- tomó su mano y
la besó con ternura.
Para ella era un misterio, quería saber más de él, era atrevido pero a la vez tan dulce -
¿Deseas que vayamos nuevamente al pueblo? - le preguntó
- Me gustaría mucho...- respondió Anaciel
- Entonces no perdamos tiempo, quiero aprovechar cada segundo contigo - terminó él.
Nuevamente pasaron una noche increíble entre la gente de pueblo, ocultos bajo aquel
hechizo.
Cuando llegó el momento de partir, una vez más se encontraban solos en la oscuridad del
bosque - Ya es hora de que regrese...- dijo el ángel.
Noré le tomó la mano - Espera, ¿Acaso no me darás nada a cambio por lo de hoy? - dijo
con una sonrisa seductora.
Anaciel lo miró en silencio por un momento y se acercó tímidamente hacia él, Noré no
entendía que pretendía hacer hasta que vio que ella lentamente cerró sus ojos y quedó de
pie frente a él, como esperando a que la besara igual que la noche anterior. Ese gesto
inocente terminó de robar por completo el corazón del Diablo, quien no desaprovechó la
oportunidad para besarla dulcemente mientras la rodeaba con sus brazos.

Así fue como inicio aquella historia de amor prohibido, que echaba raíces en la tierra de
los humanos. Con el paso del tiempo aquellos sentimientos se fortalecieron más, a su
lado aquel Diablo aprendió lo que era amar, y ella comprendió que nunca debía dejarse
guiar por los que otros pudiesen asegurar, ya que sólo con sus propios ojos debía ver
para poder juzgar.

Era su mayor secreto, nadie podía saber de su amor, sus encuentros en el mundo
humano eran puro romance y pasión. Ella amaba su rebeldía y desparpajo, y él su dulzura
y alegría. Podían entregar el corazón en las manos del otro sin dudar. Pero por más
cuidadosos que fuesen sabían que en algún momento alguien de sus mundos podría
descubrirlos, así que vivían su relación como si no hubiese un mañana, llegando incluso a
hacer el amor una noche que se hospedaron en el pueblo.
No sabían que sería de ellos en un futuro, pero decidieron dejarse llevar por sus
sentimientos.
Hasta que aquello tan temido por Noré ocurrió, esa noche, simplemente, Anaciel no llegó.
Él la esperó nervioso en aquel bosque, pero nunca apareció, y así varios días más. El
Diablo se sentía morir por dentro, necesitaba saber que había ocurrido con su amada
pero no quería iniciar un conflicto con los ángeles, necesitaba pensar claramente las
cosas. Hasta que finalmente ella un día regresó a él.

Allí le contó que sus superiores la habían descubierto, pero que creían que mantenía una
relación con un humano, como castigo por ello la encerraron por unos días para que
reflexionase. Pero en cuanto pudo nuevamente escapó. Noré sabía que los ángeles eran
muy rigurosos con quienes rompían las normas y que los próximos castigos sólo serían
peores. A él nada le ocurriría, pues en su mundo era un príncipe y se hacía su voluntad.
Pero la peor parte la llevaría ella y no podría hacer nada para salvarla pues su límite era
entrar en guerra con ellos.

Aquella situación despertaba toda la furia del Diablo pero Anaciel con su dulzura lograba
aplacarlo diciendo que podía soportarlo. Esa noche ella le pidió que no pensase en nada
más que amarla y Noré respeto cada uno de sus deseos.
Cuando llegó el momento de despedirse - No te vayas, quédate aquí conmigo. Si
regresas ahora a tu mundo temo no volver a verte...- le pidió él

- Te prometo que pase lo que pase regresaré... por favor espérame aquí mañana... -
respondió ella mientras acariciaba su mejilla y se marchó.
El día siguiente fue eterno para el Diablo, la incertidumbre oprimía su pecho evitando que
pudiese pensar en otra cosa, hasta que la oscuridad nuevamente cayó en la tierra de los
humanos. El tiempo pasaba y ella no llegaba, Noré comenzaba a ponerse nervioso, no
podía imaginar que le había ocurrido. Hasta que en un momento, de la nada, Anaciel
apareció. Angustiada, se abrazó con fuerza a él, esto llamó su atención - ¿Anaciel, que
ocurre?, ¿Sucedió algo? - preguntó
- Noré...-
De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguíendola - Anaciel si no
regresas ahora mismo perderás tus alas y quedarás condenada al destierro! - exclamó -
No puede ser, es un Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus escapes?!, Haz perdido la cabeza?!
-
Noré estaba dispuesto a enfrentarse con él pero ella lo detuvo - No lo hagas Noré... no te
involucres, podrías ocasionar una guerra...-
- ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel
- Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se defendió
- Una cosa es que espies a los humanos para observar sus costumbres y otra es que
vengas a estas tierras para reunirte con un demonio, es una deshonra! -
- Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a encerrarme
jamás - dijo ella con determinación.
- Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se marchó .
- Anaciel... - susurró Noré
- ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó ella
- Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él.
Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus falsas
identidades. Ya en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer Anaciel?... No
puedes perder tus alas por esto... - dijo él
- No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tu y yo Noré...- respondió
ella mientras se abrazaba a él.
Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor tiempo posible
con Noré.
Aquel Diablo la amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de ella era
suficiente para desatar toda la pasión que había en su corazón.
Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos que llegaron
a imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener.
Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Anaciel que no dudaría en
entregar sus alas con tal de estar al lado de Noré. Pero pronto descubriría que los
sacrificios por amor tenían un límite.
Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel que en esa
ocasión persiguió a Anaciel. ¿Será que habían desistido de la idea del castigo?, no, todo
estaba a punto de volverse más difícil.
Un día llegó a manos de ella una nota en una paloma blanca, provenía del paraíso. Al
leerla quedó impactada, no podía disimular su conmoción - ¿Qué ocurre Anaciel?, ¿Qué
dice? - preguntó Noré que estaba junto a ella.
- Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de no hacerlo
mi familia será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio es un pecado de
deshonor familiar...- respondió afectada
- No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no símplemente te dejan ir? -
- Es por que soy candidata a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine nuestra
sangre si no el azar. Hace un tiempo fui llevada a un palacio en mi mundo donde se me
prepararía para mi futuro. Algunos estaban al tanto de que venía aquí por que me gustaba
ver las cosas humanas y me lo permitían. Pero seguramente jamás creyeron que podría
encontrar el amor en esta tierra y mucho menos que sería un Diablo - explicó ella
- Anaciel...-
- Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe no concibo
otra forma de felicidad que no sea estar a tu lado Noré...- confesó mientras acariciaba el
rostro de él
- Yo me siento igual...-
- No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las plumas de mi alas
hasta quitármelas... Pero no puedo permitir que un inocente sufra por mi culpa, y mucho
menos si son mis padres. Estoy segura de que no saben nada de todo esto...-
- ¿Como lo sabes? -
- Porque si están tratando de convencerme de regresar es porque quieren solucionarlo
entre nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo -
- Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...-
Anaciel entristeció su mirada - Perdóname Noré... Pero ese es mi límite...-
El Diablo la rodeo con sus brazos, presionándola contra su pecho - No tienes que pedirme
perdón, lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo quiero que sepas que lo
que siento por ti es para siempre -
- Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan difíciles...-
suspiró ella
- Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos porque somos
diferentes, porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en nuestros
mundos...- terminó él.
Anaciel decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma noche.
Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto, amándose en esa
pequeña libertad. Antes de irse Noré le pidió bailar una última vez, pero siendo ellos
mismo, sin disfraces, mirándose tal cuáles eran, solos entre esas cuatro paredes.
Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron hasta el
bosque en el medio de la noche como ella prometió, se entregaría por propia voluntad.
Allí la estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarla de regreso. Iban
tomados de la mano, aquella imagen impactó al guardián, comprobó que lo que le habían
dicho era verdad, un ángel y un diablo juntos entre los humanos.
Una inmensa tristeza invadió el pecho de Anaciel, no quería soltar la mano de su amado,
él también se resistía a la idea de que se fuese. Resignada, se colocó frente a él, aunque
casi no podía ni mirarlo, y con un tímido beso le dijo adiós.
Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se detuvo,
volvió corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a Noré.
- No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía ella entre sollozos
- Por favor no llores Anaciel... sabes que es lo único que puede herirme...-
- Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...-
Ella lloraba sin consuelo, Noré se sentía culpable por aquella situación, pensaba que si no
la hubiese buscado, si no la hubiese ilusionado desde un primer momento, Anaciel no
tendría que pasar por todo eso. Fue entonces cuando decidió tomar una drástica decisión,
había una sola cosa que podía hacer para ayudarla - Mírame Anaciel...- le dijo con una
voz serena y la besó apasionadamente - Si algún día mi recuerdo regresa a tu corazón
estaré aquí... esperándote - sonrió él
- A que te refiere- - intentó preguntar ella y de repente Noré besó su frente, haciendo que
cayera inconsciente en sus brazos.
El guardián quedó atónito ante esa acción - Pero que les has hecho?! - preguntó
indignado a aquel guardián que lentamente se acercaba a él cargando a Anaciel para
luego entregársela - Ella está bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que tenía
conmigo...- explicó
- Quieres decir que ella no recordará ni siquiera haberte conocido...? -
- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.
- Te conozco, tu eres Noré, tercer príncipe del infierno -
- Así es -
- ¿Cómo pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el corazón de
un ser tan puro?...-
- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se lleva en sus
manos para siempre mi corazón - dijo señalándola.
El ángel quedó en silencio por un momento - Me resulta difícil de creer tu benevolencia -
dijo
- Estás en lo cierto, si por mi fuese hubiese arrasado con la mitad de ustedes sólo para
que nos dejasen en paz. Pero sé que ella no quería que nadie saliese herido por nuestra
causa -
- Eres muy arrogante al afirmar algo así -
- Claro que lo soy, soy un Diablo -
- ¿Por qué haces esto? -
- ... Porque la amo. Algún día cambiaré las reglas del juego y será mía para siempre, pero
hasta ese entonces esto es lo mejor para ella. Todo es por su bien - dijo por último Noré y
desapareció en la oscuridad.
El ángel miró a Anaciel que aún permanecía inconsciente y murmuró para sí - Quien diría
que un ángel tan joven sería capaz de domar a una de las peores bestias del infierno...- y
regresó al paraíso.
Tal como aquel Diablo prometió, Anaciel no recordaba nada de lo sucedido prácticamente
hasta su llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo humano. Sus superiores
decidieron que lo mejor era no mencionar el tema y todo quedó como si nada de eso
hubiese existido.
El tiempo pasó y la curiosidad de ella por la música humana despertó, haciéndola
regresar a esa tierra, esta vez seguida a escondidas por un guardián. Pero al constatar
que no había rastros del Diablo la dejaba ir en soledad por el bosque.
Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Anaciel, como si hubiese olvidado algo que
era muy importante, pero por más que lo intentaba no podía recordarlo.
Al igual que antes de que todo comenzara, cuando la música del pueblo llegaba hasta
donde ella estaba bailaba sola entre medio de los árboles, o quizás no tan sola, si no en
compañía de un pequeño y hermoso pájaro de color violeta que siempre estaba
rondándola en el lugar, llegando incluso a posarse en sus manos. Anaciel, ni siquiera
aquel guardián, podían imaginar que esa ave era Noré que, cumpliendo su promesa, cada
noche esperó su regreso. Pero esta vez para amarla desde la distancia, en silencio.
Verla sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque la amaba tal cual era, con sus
hermosas alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no necesitaba que ella
hiciese un sacrificio por amor, pensaba que no era justo que sufriese de esa forma.
El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo. Aquel ángel
se había llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su bien, y en
ese momento sintió que aquello era lo mejor, hasta que llegase el día en pudiesen estar
juntos.
A veces amar de verdad significa dejar en libertad, y la libertad en algunas ocasiones
implica tener que olvidar.

Capitulo 2:

- ¿Quién... es ella?... ¿Quién es Anna?...¡¿Qué está pasando?! - preguntó asustada


Anaciel.
Hazar la tomó de los hombros por detrás y le dijo -Tranquila, entiendo que puede ser
confuso, pero ella eres tú en tu vida anterior - sonrió
- ¿Señor que hará ahora?, ¿Desea seguir con el plan? - preguntó el Espectro.
- Claro Arza, ve y has los preparativos. Quiero que se haga lo más pronto posible -
respondió satisfecho.
- Entendido señor - dijo por último y se retiró.
Anaciel había quedado helada, sentada dentro de la jaula, no podía terminar de
comprender la situación. El Diablo tomó asiento a su lado y acariciando su rostro suspiró -
Veo que sigues asustada, puedo explicártelo si lo deseas preciosa -
Ella sólo lo observó en silencio sin poder decir una palabra.
- Me miras igual que Anna la primera vez que nos encontramos... esos hermosos ojos
verdes, brillantes, llenos de incertidumbre y temor...-
- ¿Quién es Anna?...-
- Esto fue hace mucho tiempo... cuando solía ir al mundo humano para divertirme. Las
mujeres humanas son hermosas, atrevidas y algunas lujuriosas, pero no hay nada más
atractivo para un Diablo que un ser inocente y puro... Anna era una humilde muchacha de
un pueblo que visitaba, era joven, de cuerpo pequeño pero esbelto y de una inocencia
que me volvía loco... era perfecta.
Habíamos cruzado palabra sólo un par de veces, era tan pura que no me atrevía ni a
tocarla, hasta que un día lo hice. La cortejé, insistí una y otra vez hasta que finalmente la
hice mía. Creí que tenía la situación bajo control, pero luego me di cuenta que quien me
había hecho suyo era ella...
Esa dependencia hacia Anna me asustó, no quería aceptar que yo, un poderoso príncipe
del infierno, hubiese caído prisionero del amor de una niña... quería dejar de verla, pero
de sólo saber que me esperaba cada noche era suficiente para correr hacia ella. Así que
intenté que se alejara de mi asustándola, una noche le revelé que era un Diablo, pero al
verme lo único que dijo es que mis verdaderos ojos eran mucho más hermosos... ¿Cómo
podría no quererla?, decía amarme tal cual era, no tenía escapatoria.
Entonces tomé el único camino que me quedaba, simplemente desaparecí, la abandoné
sin decirle nada.
Traté de olvidarla con otras mujeres, en otros lugares, pero fue imposible, seguía tan viva
en mí como el primer día. Cuando decidí volver por ella descubrí la fragilidad de los
humanos... pues había fallecido producto de una enfermedad.
Si nunca la hubiese dejado tal vez podría haberla salvado. Sentí que el corazón se me
partió, pero decidí esperarla en su siguiente vida.
La busque entre los humanos, incluso en el mismo infierno, y ahora que te veo todo tiene
sentido, un ser tan inocente sólo podía reencarnar en un ángel - sonrió Hazar
- Pero... yo no soy ella...-
- Claro que lo eres, es increíble como un alma, aunque pase de cuerpo en cuerpo,
conserva la misma esencia...
En cuanto te vi supe quien eras, los mismos gestos, personalidad, todo -
- Yo... no sé quién eres... -
- Eso no es importante para mí, yo a ti sí te conozco y es suficiente. Supongo que debo
agradecerle a cierta persona, de no ser por él nunca te hubiese encontrado je je - rio con
ironía
- ¿Y qué harás conmigo ahora?, ¿Acaso me tendrás aquí encerrada por siempre? -
- No, tengo mejores planes para ti... te convertiré en un demonio -
- ¿Qué...?
- Lo que oíste preciosa, con mi sangre Arza hará una poción y te volverás un demonio, así
ya no tendré que preocuparme de que los ángeles vengan por ti. Serás mía para siempre
-
- Estás loco...-
- Ja ja ja!, Claro que estoy loco!, hace años que estoy loco por ti... ¿imaginas lo que sentí
cuando volví a buscarte y sólo encontré una lápida?..- le dijo mientras se acercaba más a
ella mirándola con sus ojos brillantes.
Anaciel intentó evadirlo pero él con un sólo movimiento de su mano la obligó a recostarse
en aquella jaula.
Hazar se abalanzó a medias sobre ella y le susurró - ¿Sabes cuál fue tú único pecado?,
robar el corazón de un Diablo... cuando amamos somos esclavos de nuestros
sentimientos, al punto tal que haremos cualquier cosa por tener lo que queremos, incluso
perseguirlas en cien vidas -
Sin poder moverse, estaba limitada solo a escucharlo en silencio. En un momento Hazar
tomó su rostro con ambas manos y la besó intensamente, ella quedó impactada por tal
acción.
- No sabes cómo extrañaba la sensación de tus labios dulces...- le dijo apenas separados
por unos centímetros, luego bajó lentamente por su cuello - y tu piel tan suave, es como la
recordaba... despierta viejos y salvajes deseos en mi... pero aún no, ya tendremos tiempo
para eso preciosa - sonrió.
Anaciel respiró aliviada - Déjame ir, estás en un error... no soy ella -
El Diablo se puso de pie - Ja ja no estoy equivocado, soy consciente de lo que digo y
hago... No quisiera tener que dejarte encerrada, pero como aún te resistes, no quiero que
cometas una locura en mi ausencia - le dijo y cerró la jaula - Ya te perdí una vez, no
dejaré que pase de nuevo...- terminó y se retiró de la habitación cerrando una enorme
puerta atrás de él.
La joven ángel seguía asustada, pero se decía a si misma que no tenía tiempo para llorar,
necesitaba encontrar la manera de salir de allí.
Al los minutos que Hazar se fue, ella recuperó nuevamente el control sobre su cuerpo.
Intentó todo lo que estaba a su alcance, pero aquella jaula era un cubo perfecto de cristal
que no podía romper.
El tiempo siguió corriendo y Anaciel pasó de la determinación por escapar a la aceptación
con tristeza de su destino, ya que no veía forma de salir, poco a poco iba perdiendo la fe.
Hasta que en un momento comenzó a oir fuertes ruidos que venían de afuera, no podía
distinguir que era, pero parecían ser gruñidos y pisadas que cada vez se sentían más y
más cerca. En un momento la puerta se abrió con violencia y entraron dos enormes
perros del infierno que asustaron terriblemente a Anaciel, nunca antes había visto
criaturas así de feroces. Lentamente se fueron acercando a la jaula, ella no podía dejar de
mirarlos con lágrimas en sus ojos por el miedo, hasta que en un momento distinguió la
figura de un hombre que se acercaba deprisa. Parecía gritar su nombre, pero no podía
escucharlo bien, y al verlo en detenimiento pudo notar que, al igual que Hazar, tenía
cuernos en su cabeza, se trataba de Noré.
Para ella era un completo desconocido, su única certeza es que era un Diablo y por
alguna razón se lo veía desesperado. Con la empuñadura de su espada, Noré golpeó
repetidas veces el cristal hasta que logró romperlo - Anaciel, vamos! - exclamó él.
- ¿Quién eres...? - preguntó ella desconfiada.
- Eso no importa ahora, he venido a sacarte de aquí. Ven conmigo por favor - insistió.
El ángel, sin más opción, decidió tomar su mano y juntos salieron corriendo por los
pasillos del lugar escoltados por aquellos feroces perros.
En su camino se interponían los demonios sirvientes de Hazar - ¡Belzet al frente!, ¡Zero
detrás de nosotros! - ordenó el Diablo. Noré controlaba a los perros como si fuesen
soldados de ataque y así abrirse paso hacia la salida.
En un momento fueron rodeados por un grupo de temibles demonios que buscaban
hacerse nuevamente con Anaciel - Señor Noré devuelva el ángel, le pertenece al Señor
Hazar - dijo un sirviente principal.
- Nunca, ella vendrá conmigo - respondió lleno de determinación.
- Lo siento, pero no podemos dejar que se la lleve -
- Entonces enfréntenme, si se atreven -
Las criaturas avanzaban hacia él - Belzet, Zero, protejan a Anaciel! - terminó por decir el
Diablo y se enfrentó a los demonios con su espada en la mano derecha y la otra
totalmente desarmada.
La fuerza y destreza que desplegaba eran impactantes, Noré era un guerrero formidable,
al igual que sus hermanos, un soldado del infierno.
En medio de la adrenalina un pensamiento atravesó su cabeza, Anaciel no conocía ese
lado salvaje y violento de él, temió que al presenciar eso ella le tuviese miedo. Pero
rápidamente se dijo a si mismo que ya no era importante si le temía, mientras pudiese
sacarla sana y salva de allí.
El enfrentamiento duró apenas unos minutos, Noré había resultado victorioso y
rápidamente escapó del palacio de Hazar. Al salir del mismo se dirigió a las enormes
puertas que estaban por fuera del lugar, una llevaba al primer reino, el del orgullo,
mientras que la otra al suyo, el infierno de la ira.
Su intención era ir hacia el reino del orgullo, pero aquella puerta estaba sellada con una
poderosa magia. Así que sin más opción, y viendo que otros demonios venían por ellos,
decidió volver a su reino ya en la compañía de Anaciel.
Atravesaron la puerta y él velozmente la cerró con su magia para que más nadie pudiese
cruzar.
Podía escucharse como las criaturas intentaban atravesar sin éxito, agitado, Noré
resoplaba de alivio ante la mirada de una Anaciel aún confundida por la situación.
Con todo lo sucedido él ni siquiera había tenido la oportunidad de hablarle de manera
apropiada, se acercó a ella con esa intención, pero al verla se dejó llevar por la emoción y
la abrazó con todas sus fuerzas - No sabes cuánto deseaba volver a abrazarte... moría
por tocarte una vez más... mi ángel...- dijo con ternura.
Anaciel se sonrojó, y en un susurro preguntó - Quién...eres?...-.
Mientras tanto en algún lugar del quinto infierno, Hazar se encontraba en el templo del
Espectro, entregando su sangre para conjurar la poción - ¿Con esto será suficiente? -
preguntó el Diablo, dejando caer la sangre que brotaba de la palma de su mano.
- Sí señor, se lo aseguro - respondió Arza.
En ese momento se hizo presente el quinto príncipe y guardián de la Codicia, Salomón -
Así que aquí estabas - dijo mientras veía a Hazar cerrar su herida.
- Que sorpresa Salomón, ¿qué te trae por estos rincones? -
- Este es mi territorio, es normal que me interese si veo movimientos extraños, y más si se
trata de ti Hazar...-
- Sí!, ¿y ahora que tramas Hazar? Je je - Rio una voz desde la oscuridad, era Kalir, sexto
príncipe y portador de la Gula.
- ¿Tú también Kalir? - se sorprendió Hazar.
- ¿Y qué esperabas?, todos hablan de que regresaste de afuera con un ángel en tus
brazos, quiero saber más al respecto. Tú y Noré nunca dejan de entretenernos, ¿verdad?
Ja ja - rio con sarcasmo.
- ¿Un ángel?, así que finalmente lo hiciste... la trajiste hasta aquí - continuó Salomón.
- Así es, ¿Lo dudabas? - sonrió Hazar.
- De ti ya nada me sorprende, pero si estás en este lugar es por que tramas algo más.
¿Comprobaste que se trata de ella? -
- Sí, es ella, es Anna -
- ¿Y qué piensas hacer ahora? -
- La convertiré en un demonio, es la única forma en que los ángeles no podrán quitármela
- ¿Convertirla en un demonio?... ¿sabes que ella puede morir verdad?... si fuese humana
sería posible, sus cuerpos son más maleables, pero en un ángel su naturaleza divina
buscará rechazar la maldición y moriría en el proceso... -
- Sí, sé que es una posibilidad -
- ¿Y qué harás si eso sucede?, eres consciente de que Noré te matará si algo le ocurre a
ese ángel, ¿Es lo que estás buscando? -
- Ja ja, no me interesa pelear con mi hermanito, si logró convertirla en un demonio será
mía y si muere de todos modos su alma ya me pertenece, haga lo que haga Noré está
batalla ya la he ganado -
- Bueno, de todos modos es como si estuviese haciéndole un favor al tratar de convertirla,
de quedarse como un ángel no sobrevivirá en este lugar por la atmósfera del infierno, a
menos que la tengas encerrada en una de tus jaulas - dijo Kalir.
- Así es -
- Sí llegase a morir, ¿me dejarías comer su corazón?. Los corazones de las mujeres
hermosas son deliciosos, pero nunca he probado el de un ángel ja ja - preguntó con
cinismo Kalir.
- Ja ja, te aprecio Kalir pero estas demente, jamás te dejaría ponerle un sólo dedo encima,
viva o muerta ella es mía - respondió intimidante Hazar.
- ¿Por qué haces esto Hazar?, ¿Por qué vas tan lejos? - interrogó Salomón.
Hazar hizo un breve silencio y reflexionó - Por qué estoy desesperado Salomón... ahora
que la he vuelto a encontrar siento que si no la tengo me muero... ustedes no lo entienden
por que no saben lo que se siente, ni siquiera yo termino de entenderlo... Sólo sé que el
cuerpo me lo pide, los recuerdos me abruman... con sólo verla se despierta toda clase de
emociones en mi... y si Noré quiere quitármela tendrá que matarme, si es que puede... -
declaró Hazar con una mirada llena de fuego...
Continuará...

Capitulo 3:

- ¿Quién eres?...- preguntó nuevamente Anaciel.


- Yo... soy Noré - respondió él.
- Noré?... ¿Eres un Diablo también?...-
- Sí...-
Ella lo miró en silencio por un segundo - ¿Por qué tú- - intentó preguntar pero
repentinamente se sintió mal.
- Anaciel!, ¿Qué ocurre?, ¿Te sientes mal? - se preocupó Noré.
- Estoy... mareada.... y muy cansada...- terminó de decir ella y se desvaneció.
Él la tomó en sus brazos - Está respirando...- dijo aliviado, subió a Belzet cargando con
ella y se marcharon a su palacio.
A llegar al mismo fueron recibidos por un sirviente principal - Señor Noré - dijo el demonio.
- Garono ven conmigo - ordenó el joven Diablo mientras cargaba a Anaciel.
La llevó hasta su cuarto y la recostó en su enorme cama mientras ella aún seguía sin
reaccionar - ¿Qué le ocurre Garono?, ¿Por qué se siente mal? - preguntó Noré.
- A simple vista señor puedo decir que es por la atmósfera del infierno, puede resultar
tóxica y consumir su energía por ser un ángel, lo mismo pasaría con usted en el paraíso -
respondió él sirviente.
- Entiendo... ¿No hay nada que pueda evitarlo? -
- Veré que puedo hacer, tenerla en un lugar cerrado sin respirar directamente el aire de
fuera la hará sentirse mejor, pero aún así... -
- Lo sé, ahora entiendo por qué Hazar la tenía en esa jaula. Sabía sobre esto... - comentó
Noré mientras acariciaba el rostro de ella - Garono, manda a llamar a Vittorio, necesito
hablar con él -
- Entendido señor, enviaré por él - dijo el sirviente y se marchó de la habitación cerrando
la puerta.
- Te prometo que te sacaré de aquí... sea como sea... no te dejaré morir en este lugar...-
susurró el joven Diablo mientras se acercaba más a Anaciel, que aún permanecía
dormida, y con ternura robó un suave beso de sus labios, para luego quedarse a su lado
esperando a que despierte mientras tomaba su delicada mano.
Al tiempo Anaciel despertó sobresaltada, y lo primero que vio fue a aquel Diablo que le
sonreía amablemente - ¿Cómo te sientes? - preguntó él.
- Bi... bien - respondió confundía aún - ¿Qué me ocurrió? -
- Te desmayaste por respirar el aire del infierno, pero aquí dentro estarás bien -
- ¿Dónde estamos? -
- Este es mi palacio -
La joven ángel miró a su alrededor y notó que, aunque estaba en una cómoda cama, toda
las aberturas de la habitación estaban cerradas - ¿Soy... tu prisionera también?...-
preguntó mientras intentaba cubrirse con la sábana.
- No, no, tranquila... yo sólo quiero ayudarte -
-¿Ayudarme?... nosotros nos conocemos?...-
- Si, somos... amigos - respondió dudoso Noré, no quería asustarla con sentimientos de
amor, ya que sabía que Hazar seguramente le había hecho pasar un mal momento por lo
mismo, y continuó - Le di mi palabra a Zarasel de que te sacaría de aquí, después de todo
soy un príncipe del infierno y todo lo que afecte a mantener cierto equilibrio entre nuestros
mundos también me incumbe -
- ¿Conoces a Zarasel? - se sorprendió ella, si conocía a semejante guardián Anaciel
comenzó a pensar que él le estaba diciendo la verdad.
- Así es, primero debo romper el pacto de sangre que mi hermano te obligó a hacer, de
esa forma lograré que tu alma pase por las puertas principales del infierno -
- ¿Eres el hermano de Hazar?... ahora entiendo... por eso es que él dijo que sentía el olor
de su hermano en mi... ¿Eras tú no es así?, así que en verdad somos amigos... pero...
¿Por qué no puedo recordarte?...- preguntó mientras se acercaba más a él para tratar de
reconocer su rostro.
- Te lo explicaré luego... ahora necesito que me digas que te hizo él, ¿Te dijo que planea?
-
- Todo fue muy confuso... dice que soy Anna... y que me convertirá en un demonio, así los
ángeles no podrán venir por mi...-
- ¡¿CONVERTIRTE EN UN DEMONIO?!, ¡ese infeliz a perdido la cabeza! - dijo molesto
Noré.
- Todo esto me da miedo... sólo quiero salir de aquí... me siento muy indefensa a su
lado...- comentó con lágrimas en sus ojos Anaciel.
- No llores por favor... no tolero verte triste...- la consoló él mientras secaba delicadamente
sus lágrimas con su mano, ella se sorprendió con ese gesto - Te sacaré de aquí y podrás
volver a bailar en el bosque... como a ti te gusta...-
- Eh?... como lo sabes?...-
Noré sólo sonrió y continuó - Debes sentirte incómoda con esa ropa, te traje este vestido,
es de los que te gustan usar -
Anaciel miró a su lado y sobre la cama había tendido un hermoso vestido, efectivamente
era de los que ella amaba llevar puesto. Volvió su mirada a él y preguntó - ¿Cómo es que
sabes tanto de mi... y yo apenas conozco tu nombre?...-
- Ya te lo dije, somos amigos...- sonrió nuevamente él y se puso de pie - Bueno, te dejaré
descansar, todo esto debe ser demasiado para ti. Iré a resolver unos asuntos pero volveré
por ti... No es mi intención que te quedes encerrada en esta habitación. Puedes recorrer
todo el lugar si quieres - dijo mientras se acercaba a la puerta.
- Noré...? -
- ¿Si? -
- Gracias...-
- No me agradezcas... es lo mínimo que puedo hacer, todo esto es mi culpa... No he
hecho más que meterte en problemas desde que te conocí...- terminó de decir con
misterio y se marchó cerrando la puerta.
Anaciel quedó pensando sobre sus últimas palabras sin entender a que se refería. Todo
era muy confuso, ¿Cómo podía ser que el mismo día se topase con dos Diablos tan
distintos entre sí?, uno posesivo y lujurioso, el otro amable y encantador.
No sabía qué hacer, Noré era un misterio para ella, aunque no podía recordar nada de él,
quería confiar en sus palabras. El hecho de que supiese sobre ella en el bosque y los
vestidos que usaba le daban el indicio de que al menos no mentía cuando decía
conocerla.
Se quedó recostada en aquella cómoda cama un tiempo más, luego se colocó el vestido
que le dio y se propuso salir a explorar aquel lugar, pero al abrir la puerta se topó con que
fuera de esta estaban apostados los perros de Noré.
Eran enormes, Anaciel no pudo evitar impresionarse, ni siquiera se atrevía a cruzar entre
medio de ellos. En ese momento apareció el joven Diablo - Ah!, disculpa, olvide decirte
que dejaría a Belzet y Zero cuidándote, ¿quieres salir?. Ven, no tengas miedo - .
Ella pasó temerosa al lado de ambos hasta llegar a él - ¿Te asustan? - le preguntó.
- Sí... se ven feroces -
- Dame tu mano, déjame mostrarte algo -
Noré tomó su mano y la colocó lentamente sobre la cabeza de Belzet, para sorpresa de
Anaciel el perro se mostró completamente dócil - Belzet y Zero son mis sirvientes, ellos te
cuidarán siempre que yo no esté cerca -
- Increíble, son muy suaves... se ven tan agresivos -
- ¿Lo ves?, no siempre lo que parece malo en verdad lo es - le dijo mientras la miraba a
los ojos sonriendo.
Anaciel sólo pudo observarlo en silencio.
- Ven conmigo, te mostraré el resto del lugar - continuó él, y la guió tomando su mano.
Era un palacio en verdad enorme, rodeado de lujo en un estilo gótico y servido por
pequeñas y extrañas criaturas, demonios que seguían fielmente las órdenes del Diablo.
Mientras caminaban por uno de los pasillos ella preguntó - Dices que eres un príncipe del
infierno, ¿Entonces eres un guardián? -
- Así es, soy el guardián del infierno de la Ira -
- ¿Y qué significa ser un guardián? -
- Yo me encargo de custodiar las almas que han muerto bajo el pecado de la ira, una vez
que han cumplido sus sentencias se ve la posibilidad de liberarlas para así reencarnar -
- Es increíble, no lo sabía en detalle -
- Sí, se podría decir que somos los que hacemos el trabajo sucio después de la muerte...
en realidad nunca fue de mi interés ser un guardián, pero mi padre nos obligó a competir
entre nosotros para así asignarnos un infierno a cada uno de la hermanos -
- ¿Tienes más hermanos? -
- Sí, somos siete en total -
- ¡¿Siete?! - se sorprendió ella.
- No te preocupes, trataré de que no te causen problemas - sonrió él - Llegamos, quería
mostrarte este lugar...- dijo él y abrió una enorme puerta que daba paso a un bello salón.
- Que hermoso es... nunca imaginé que pudiese existir un lugar así en el Infierno...-
exclamó asombrada Anaciel.
- Cualquier lugar es hermoso si tu estás...- dijo en voz baja Noré, pero ella pudo oírlo y
quedó mirándolo.
El joven Diablo chasqueó los dedos y una hermosa melodía comenzó a sonar -
¿Música?...- preguntó ella.
Él extendió su mano y dijo - Bailamos...? -.
Anaciel estaba impactada, no podía evitar preguntarse ¿Quién era este Diablo tan
galante?, ¿Qué había detrás de tanta amabilidad?... Sin saber por qué, tomó su mano y él
la acercó más hasta rodear su cintura - Pero... yo no sé bailar...- se excusó ella.
- Sólo déjate llevar...- la convenció él.
Apenas dieron el primer paso juntos fue como si se conocieran de toda una vida, bailaban
con tal fluidez que parecía que nunca se hubieran separado.
Anaciel se sentía feliz, no pudo evitar esbozar una sonrisa, y él simplemente no podía
dejar de mirarla con ternura.
Cuando la música acabó, ambos quedaron en el medio del salón, mirándose fijamente, se
podía sentir cierta tensión entre ellos.
Hasta que ella rompió el silencio con una pregunta - ¿Quién eres en verdad?...-.
Noré sonrió - Alguien que haría lo que sea por ti... mientras me mires así...- y besó su
mano.
La joven ángel se ruborizó por completo, sintió que su corazón se aceleró terriblemente, y
en eso alguien tocó la puerta, era Garono - Señor Noré, ¿podría venir un momento?, lo
necesitamos - dijo el sirviente.
- Discúlpame Anaciel, regreso en un momento. Siéntete libre de estar donde quieras,
Belzet y Zero estarán cerca -
- Gracias...- dijo ella aún apenada y Noré se retiró.
Estaba aturdida por sus emociones, ¿Qué es lo que le sucedía?, ¿Era posible que se
sintiera atraída por ese Diablo?.
Decidió quedarse en ese salón tratando de tranquilizar su corazón.
Pasó un tiempo allí sentada y en un momento notó que el techo era bastante alto así que,
para matar el tiempo, decidió intentar volar, ya que si pasaba mucho tiempo sin hacerlo
sus alas se volvían perezosas y olvidaba como hacerlo correctamente.
Lo intentó varias veces, pero sumado a la debilidad de su cuerpo por el ambiente ni
siquiera podía elevarse unos centímetros del suelo.
En ese instante llegó Vittorio, luego de recibir el llamado de Noré.
Iba por el pasillo cuando, por entre medio de una puerta apenas abierta, vio a Anaciel.
Estaba de espaldas a él, decidió intentarlo una vez más y desplegó sus hermosas alas.
Vittorio quedó impactado, nunca antes había visto a un ángel de cerca. Logró volar hasta
el techo pero inesperadamente una de sus alas falló comenzando así a caer, rápidamente
Vittorio entró al salón y la atrapó entre sus brazos evitando que se lastimase.
Cruzaron miradas por un momento, definitivamente ella no se parecía a nada que hubiese
visto antes ya que Vittorio, por propia voluntad, núnca había salido del infierno. Le parecía
extraña pero hermosa - Gracias... - dijo ella aún asustada por la caída.
- Estas... bien?...- preguntó él que no podía dejar de mirarla y la bajó delicadamente.
- Sí, debo haber fallado por el cansancio -
- No deberías intentar volar si no tienes fuerzas, te harás daño...-
- Tienes razón, lo siento...-
- No es para que te disculpes...-
- Es que siento que hace mucho no muevo mis alas, y si no lo hago pierdo la costumbre -
- Entiendo... - dijo Vittorio manteniendo cierta distancia, pero por dentro pensaba en lo
hermosa que era.
En ese momento apareció Noré - Vittorio?, ya estás aquí - se sorprendió.
- Acabo de llegar...-
- Ya veo, Anaciel él es uno de mis hermanos, Vittorio, el cuarto príncipe - lo presentó.
- Así que es tu hermano... gracias por lo de antes Vittorio - agradeció nuevamente ella.
- No fue nada...-
- ¿De qué hablan?, ¿Qué ocurrió? - preguntó Noré.
- Estaba intentando volar pero mi ala falló y caí, Vittorio evitó que me lastimara
atrapándome -
- ¿Tú Vittorio?, eso es raro en ti - agregó Noré.
- No es para tanto...No podía dejar que se lastimara, sé lo que es ella para ti...-
- ¿Qué quieres decir? - preguntó ella.
- No es nada Anaciel, no le hagas caso - irrumpió Noré - Discúlpanos, pero debo hablar a
solas con mi hermano -
- Esta bien - dijo ella, y ellos se retiraron a hablar al balcón.
- ¿Qué fue eso de recién?... No me digas que no le has dicho quien eres - interrogó
Vittorio.
- No. Ella no me recuerda... y para no asustarla como Hazar le dije que éramos amigos -
- Ya veo... -
- Me siento miserable, porque una parte de mi está feliz de tenerla aquí pese a las
circunstancias -
- Sí, todo es una locura... entonces?, ¿de qué querías hablar?...-
- Seré directo, necesito pedirte dos favores -
- ¿Dos favores?... interesante...-
- Para sacarla de aquí primero debo deshacer el pacto de sangre con Hazar, el único que
podría hacerlo es Loxur, pero cuando intenté pasar al primer infierno la puerta estaba
sellada, seguramente el maldito de Hazar lo hizo. Así que necesito que le pidas a Rustem
que nos traiga la joya de transporte, esa que está en la entrada principal y transporta las
almas a los infiernos. Con ella podremos ir directamente al reino del orgullo sin la
necesidad de pasar por la puerta. "
Como Rustem es el único capaz de volar, puede alcanzarla a la altura que está -
- ¿Y por qué no se lo pides tú?...-
- Ya sabes que Rustem es bastante volátil y si yo se lo pido sólo jugará conmigo, en
cambio contigo es más serio, te escuchará -
- Comprendo... ¿y el segundo favor?...-
- Ese sería en caso de que no hallemos a Loxur a tiempo, tendré que recurrir a la segunda
opción...-
- ¿Te refieres a...-
- Sí, mataré a Hazar. Sé que por propia voluntad no la liberará así que no me dejará más
opción que matarlo para romper el pacto...-
- ¿Estás seguro de hacer eso?... sabes las consecuencias...-
- Sí, por eso el segundo favor sería que si algo me pasa tú seas quien la saque de aquí
luego de liberarla -
- Entiendo...-
- Lamentablemente todo está en contra de ella, Zarazel me dio un plazo de tres días para
sacarla de aquí, pero de la forma que este lugar le afecta, no resistirá... y para peor Hazar
quiere convertirla en un demonio a riesgo de que pueda morir -
- ¿Convertirla en un demonio?... definitivamente esta loco -
- Al paso que va ni siquiera podré sacar su alma de aquí, ese desgraciado la tendrá para
siempre... ¿Qué dices?, ¿Me ayudarás? -
Vittorio hizo un breve silencio, miró hacia dentro del palacio y vio a Anaciel acariciando a
los perros de Noré - Dime... ¿De verdad vale la pena ir tan lejos por ella?...- preguntó.
Noré volteó a verla y respondió - No tienes idea... haría cualquier cosa por ella. Tal vez si
algún día te decides a salir al mundo exterior te enamores de alguien así como lo hice yo -
- No gracias... Prefiero seguir así y no exponerme a hacer tantas estupideces como
ustedes - dijo con sarcasmo Vittorio.
- Ja ja, tienes razón... pero es algo que no se puede controlar. ¿Me ayudarás? -
- Esta bien... Iré a hablar con Rustem...-
- Sabía que podía contar contigo, te estaré siempre en deuda -
- Dejémoslo ahí... volveré apenas tenga novedades -
- Entiendo, gracias -
Vittorio hizo un gesto de saludo en silencio y se marchó.
Mientras tanto, en el segundo infierno, Hazar acababa de regresar a su palacio,
topándose con el rastro de sangre y destrucción que había dejado Noré a su paso.
Cuando fue a la habitación donde tenía a Anaciel, se encontró con la jaula destruida y
unas pocas plumas que habían quedado en ella.
- Así que se la llevó el infeliz... -
- Disculpe señor Hazar, no pudimos detenerlo...- dijo el sirviente.
- No te preocupes, conozco a Noré, sé de lo que es capaz - respondió mientras tomaba
una de las plumas y la admiraba - Actuó más rápido de lo que esperaba... pero sólo
necesito pensar como el salvaje de mi hermano para adivinar que hará... y creo que ya sé
que es lo que planea... pronto la recuperaré...-.
Luego de todo lo sucedido Noré fue hasta su habitación, allí estaba Anaciel, se había
quedado dormida nuevamente debido a la falta de energía.
Se sentó a su lado en la cama y notó que ella lloraba entre sueños, era la primera vez que
la veía así.
Delicadamente con su mano secó sus lágrimas y ante ello Anaciel despertó - Disculpa no
quería despertarte - se disculpó él.
- No te preocupes... estoy bien - respondió ella mientras se sentaba a su lado en la cama.
- Es que te vi llorando y pensé que tenías un mal sueño -
- No era eso... de verdad estoy bien... pero tú sí te ves preocupado, ¿Qué ocurre? -
- Debo sacarte de aquí lo antes posible... Vittorio me ayudará, pero igual siento que el
tiempo se agota...-.
Anaciel sólo lo miraba en silencio - Pero no temas, encontraré la manera, te lo prometo -
continuó él.
Ella tocó su mano y dijo - No tengo miedo, yo confío en ti... Noré -
- Eh?...- se sorprendió el joven Diablo e inesperadamente Anaciel le dio un tierno besó en
la mejilla.
Noré quedó impactado por aquella acción, pero no sólo por eso, también por la forma en
que dijo su nombre con tanta confianza - No puede ser... Anaciel... tú... - trató de
preguntar él.
Ella sólo lo miró con una dulce sonrisa - Siempre fuiste tú verdad?... eso tan importante
que no podía recordar... eras tú...- dijo y una lágrima rodó por su mejilla.
Aquellos gestos de amor y frases sueltas al azar habían hecho un sendero de migajas en
la mente de Anaciel, logrando armar parcialmente un rompecabezas en su cabeza
mientras dormía, y llegando a recuperar parte de sus recuerdos tan preciados...

Capitulo 4:

- ¿Qué es lo que recuerdas?...- preguntó nervioso Noré.


- Sólo algunas cosas... por ejemplo, cuando nos enamoramos y el momento de nuestra
despedida... todo lo que vivimos aún está borroso para mí - respondió mientras acariciaba
el rostro de él.
- Entiendo...-
- Pero puedo recordar este pequeño detalle... - dijo y tomó de los hombros a Noré,
obligándolo a recostar su cabeza en el pecho de ella - sé que te gustaba estar así...-
continuó, mientras deslizaba su mano en el cabello de él.
El joven Diablo se sorprendió, estaba conmovido, oír el latir sereno del corazón de Anaciel
era un remedio que calmaba su ansiedad.
- Dime... ¿Por qué te olvidé Noré? - preguntó ella.
- Perdóname... yo fui quien lo hizo. El día de nuestra despedida estabas sufriendo tanto
que sólo quise liberarte de esa carga...-
- Ya veo... no te preocupes, no debes disculparte. Sé que lo hiciste porque me amas...
pero por favor prométeme una cosa -
-¿Qué?...-
- Que pase lo que pase no me harás olvidarte de nuevo, porque yo no me arrepiento de
haberte conocido... y nunca lo haré - afirmó con dulzura.
- Anaciel...-
- Prométemelo Noré...-
- Lo prometo - dijo y, aun recostado sobre su pecho, se abrazó con fuerza a ella.
- ¿Tú siempre estuviste allí verdad?... junto a mí en el bosque -
- Sí...-
- Lo sabía... yo no iba a ese lugar sólo por la música, lo hacía porque algo en mi corazón
me decía "alguien te espera allí "... todo este tiempo te estuve buscando sin saberlo... la
incertidumbre me mataba -
Noré la miró a los ojos y preguntó -¿De verdad?... pero yo borré todos nuestros recuerdos
de tu mente... cómo es posible? -
Anaciel tomó su rostro con ambas manos y le dio un suave beso en los labios - Puedes
borrar un nombre, pero no desaparecer un sentimiento...- respondió con una sonrisa.
Él la abrazó nuevamente - Anaciel... tengo miedo de lo que sea capaz de hacer... porque
ya no deseo dejarte ir nunca más... pero no quiero ser como Hazar... anhelo ser alguien
que pueda amarte como lo mereces...-
- No te preocupes por sentir que no quieres dejarme ir... porque soy yo quien no quiere
soltar tu mano...- respondió mientras correspondía aquel abrazo.
- No sé como lo logras, pero siempre dices cosas que logran aliviar mi tormentoso
corazón...- dijo él y terminó por desarmarse en los brazos de Anaciel.
En sólo un instante había logrado hacer desaparecer la angustia y desesperación de todo
un año sin poder si quiera hablarle.
Definitivamente era la única capaz de serenar las emociones de aquel príncipe del
infierno.
Así pasaron el tiempo disfrutando de su mutua compañía, como lo hacían apenas llevado
tiempo de conocerse, hasta que Anaciel nuevamente comenzó a sentir sueño y Noré la
dejó descansar en su cama, retirándose a ocuparse de otros asuntos.
Al rato, regresó a la habitación, pero jamás esperó ver lo que encontraría allí dentro. Al
abrir la puerta vio a un niño arrodillado al lado de la cama y observando muy de cerca a la
joven ángel que aún dormía, se trataba de Rustem, el séptimo príncipe y guardián del
infierno de la Envidia.
- Pero qué?! - dijo entre dientes Noré, rápidamente lo tomó de sus ropas y lo arrastró
fuera de la habitación hasta el salón principal.
- Rustem! Qué demonios crees que haces?!, por empezar, ¡¿Qué rayos haces aquí?! -
preguntó indignado el joven Diablo.
- Suéltame Noré! Como te atreves a arrastrarme así idiota! - exclamó Rustem.
- Ya empezaron a pelear...- dijo Vittorio mientras entraba al salón.
- Vittorio, ¿tú lo trajiste aquí? -
- ¿Y qué esperabas que hiciese?... necesitabas su ayuda y dijo que lo pensaría después
de conocerla...-
- Noré, ¿Qué ocurre? - preguntó Anaciel quien se había despertado por los gritos de
ambos -¿Quién es él? -.
A regañadientes Noré los presentó - Anaciel, él es Rustem, otro de mis hermanos y
séptimo príncipe -
- Qué lindo!, tienes un hermano pequeño - dijo emocionada.
- Hola Anaciel, es un gusto conocerte - saludo sonriente.
- Igualmente Rustem -
- ¡Que hermosa eres!. Yo también quisiera un ángel así para mi -
- No es un juguete Rustem, no puedes tenerla por capricho...- murmuró Vittorio.
- Pero es tan bonita y sus alas se ven tan suaves! - exclamó mientras se abrazaba a su
cintura.
- No la toques con tanta confianza enano atrevido! - dijo celoso Noré
- Noré déjalo es sólo un niño...- lo apañó Anaciel y Rustem volteó a verlo con un gesto
burlón en su rostro.
- Voy a matarte enano....- afirmó ofuscado el joven Diablo.
- Calmate Noré, pareces otro niño...- dijo Vittorio poniendo su mano en el hombro de este.
En ese momento Noré recordó que una de las cosas que más le gustaba a Anaciel en el
mundo humano era estar con los niños, así que contra Rustem llevaba las de perder.
El pequeño príncipe tenía una actitud irritante y traviesa, logrando sacar de quisio a su
hermano mayor. Le divertía molestarlo, ya que Noré siempre reaccionaba pero, además
de eso, a Rustem le encantaban las mujeres hermosas y las cosas bonitas.
- Mejor vayamos al grano de una vez antes de que los convierta en piedra a ambos...
Rustem, ya la conociste, ¿ahora qué harás?...- preguntó Vittorio.
El niño lo pensó por un momento - Esta bien, traeré la joya... pero sólo si ella me da un
beso - respondió descaradamente.
- Qué dices?! - exclamó Noré.
- ¿Cuál es el problema?, es sólo un beso en la mejilla -
- Eres un enano descarado -
- Y tú un Diablo estúpido y egoísta, tienes algo tan bonito y la quieres toda para ti so- - en
medio de la discusión Anaciel sorprendió a Rustem dándole un tierno besó en la mejilla,
Noré y Vittorio también se sorprendieron.
El pequeño Diablo se ruborizó - De verdad... lo hiciste...- dijo mientras se tocaba la mejilla.
- Sí, dijiste que si lo hacía nos ayudarías - sonrió ella.
- Pero...¿ y si estaba mintiendo?-
- ¿Por qué mentirías? -
- ¿De verdad... eres así de inocente? - dijo confundido.
- Bueno ya obtuviste lo que querías, ¿Vas a traernos la joya si o no? - preguntó ya
fastidiado Noré.
- Ella me tomó por sorpresa, exijo que me dé otro así puedo disfrutarlo - dijo Rustem con
desparpajo.
- No lo hará!, ya agotaste mi paciencia enano -
- No me digas que estas celoso de un niño, Diablo estúpido, me das pena -
Y así Noré y Rustem continuaron peleando mientras Anaciel se colocó al lado de Vittorio
para verlos de lejos, aquella situación la hacía reír.
- En verdad son divertidos - comentó ella
- Tal vez, pero Rustem tiene razón...-
-¿En qué? -
- En que eres demasiado inocente, esa inocencia es peligrosa, te hace vulnerable...-
- Tal vez... pero me gusta pensar que si le brindas tu confianza a los demás, ellos se
vuelven incapaces de traicionarte - sonrió ella.
Vittorio la miró algo indiferente y dijo - Tienes una forma curiosa de pensar...-
- ¿Tú crees?, es gracias Noré que cambie mi manera de ver las cosas. Antes vivía
temerosa de ustedes, del mundo que era ajeno al mío, por las enseñanzas que había
recibido... pero cuando me permití conocerlo me di cuenta que sólo debo juzgar luego de
ver con mis propios ojos. Sé que no todos los Diablos son como él, también los hay como
Hazar, pero ¿Por qué no darme la oportunidad de confiar un poco más?.. es una forma de
aprender y conocer -
- ¿Así?... y según tú qué tipo de Diablo soy?...- preguntó Vittorio.
- Mmm... eres reservado y tranquilo, alguien que no expone sus emociones, pero por la
forma en que me ayudaste en aquella ocasión diría que eres amable -
- Dices que soy amable porque te ayudé?... ¿Cómo sabes que fue amabilidad y no por
interés?...- intentó ponerla a prueba, pero Anaciel lo anuló completamente con su
respuesta
- No lo sé, de eso se trata confiar... - sonrió.
Vittorio se sorprendió por la sencillez y honestidad de su respuesta, esbozó una casi
imperceptible sonrisa y dijo - Tienes una filosofía de vida interesante... -
- Gracias -
Por otro lado, la discusión entre Noré y Rustem parecía no tener fin, el pequeño reveló
sus particulares alas negras y voló hasta donde estaba Anaciel para ir a su encuentro -
Rustem!, ¡Tienes alas!, no lo sabía - dijo sorprendida ella.
- Sí, soy el único de los siete que puede volar, como ves tenemos algo en común hermosa
Anaciel - dijo galante.
En eso se acercó Noré ya agotado por la situación - Definitivamente no puedo con este
mocoso -
- Cálmate Noré... con esa actitud sólo empeoras las cosas...- lo aconsejó Vittorio.
- Así es Diablo idiota!, tienes una forma muy egocéntrica de pedir un favor - continuó
provocándolo.
- Escucha Rustem - intervino Anaciel - aún no término de entender cómo funcionan las
cosas aquí pero, por lo que me dijo Noré, el único que puede traer la joya eres tú. La
necesitamos para ir con tu hermano Loxur y que me libere del pacto con Hazar... me
agrada estar con ustedes, pero me temo que no podré resistir mucho tiempo más... si nos
ayudas te estaría inmensamente agradecida, por favor...- le pidió mirándolo a los ojos.
Rustem lo pensó un segundo - Esta bien, no puedo negarme al pedido de una dama tan
hermosa como tú - dijo y besó delicadamente su mano.
Aunque era mucho más joven, Rustem se esforzaba por actuar como un caballero frente
a una mujer, ya que según sus propias palabras le atraían las cosas bonitas y le gustaba
que ellas le prestasen atención.
- Te lo agradezco -
- Sí algún día te cansas del bruto de mi hermano espérame Anaciel, cuando crezca seré
el príncipe que necesitas. La diferencia de edad no será un problema para mi - dijo con
total desparpajo.
La joven ángel sólo rio divertida por su loca propuesta - Qué ocurrente eres Rustem je je -
- Maldito enano precoz, ya me hartaste. Belzet comételo! - ordenó Noré y el perro
comenzó a perseguir al pequeño Diablo por todo el salón.
La discusión duró un poco más pero parecía que Anaciel había logrado convencer a
Rustem de cooperar con ellos.
Para que los ánimos se calmasen, Vittorio se retiró al balcón a hablar con el pequeño,
mientras que Anaciel quedó en el salón con Noré - Perdóname Anaciel, no quería que
vieses ese lado tan vergonzoso mío... por eso no deseaba hablar con Rustem en persona,
siempre termina irritándome con su actitud - dijo tocándose la cabeza mientras
permanecía sentado en un sillón.
Ella estaba de pie frente a él - No te preocupes por eso, yo me divertí, me gusta conocer
aspectos que no sabía de ti - sonrió - me interesa saberlo todo -
- Créeme, no querrás conocer todo de mi...- dijo algo misterioso.
- Eh?, ¿Por qué no?. Yo no soy alguien interesante, supongo que ya lo sabés todo de
mi... era una simple ángel a la que un día le dijeron que había sido seleccionada por el
oráculo para suceder a un arcángel. Nunca había cuestionado nada que se hubiese
preestablecido para mi hasta que te conocí... sabés que hubiese entregado mis alas sin
dudar pero...-
- Lo sé, tu familia...-
- Así es, nunca tuve interés en ocupar un lugar de autoridad, si hubiese tenido una mínima
señal de que ellos estarían bien no me habría marchado de tu lado...-
- Sí... lo comprendo...-
- Estoy preocupada por ellos ahora, mis superiores deben estar muy molestos con todo
esto...-
- No te preocupes, te sacaré de aquí y verás que ellos estarán bien - le dijo mientras
tomaba sus manos y la miraba a los ojos.
Una pregunta sobrevolaba implícitamente en el aire, aunque ninguno de los dos se atrevía
a hacerla, ¿Qué pasaría con ellos cuando todo acabase?, ¿Podrían estar juntos o
volverían a separarse?. Era un interrogante que no podían responder pero que al estar
presente en sus corazones los impulsaba a disfrutar de cada momento juntos.
- Hay algo que quiero preguntarte... tú y yo hemos...-
- ¿Si hemos hecho el amor? - se adelantó Noré - Sí, muchas veces... pero si quieres
podemos recordarlo ahora mismo...- sugirió mientras la tomaba de la cintura.
- Noré...- susurró apenada Anaciel.
- Ja ja, estoy jugando, adoro ver cuando te avergüenzas...- bromeó con su atrevido
sentido del humor.
Mientras en el balcón Vittorio y Rustem mantenían otra conversación
- Así que en verdad es posible -
- ¿ A qué te refieres? -
- A que una criatura como ella pueda amar a un Diablo como nosotros - dijo Vittorio
mientras veía de lejos como Anaciel se abrazaba a Noré.
- Claro que es posible, lo estás viendo con tus propios ojos... ¿Qué es lo que te
incomoda? - preguntó Rustem.
Vittorio permaneció en silencio y él continuó - Noré quizás no lo haya notado pero yo sí,
¿Te gustó no es así? -
- No digas tonterías...-
- No tienes por qué ocultármelo, sabes que no le diré nada a él -
- ¿Cómo podría gustarme?, apenas y la conozco...-
- Eso no tiene nada que ver, los Diablos somos débiles a las criaturas como ella. A mi me
gusta porque es bonita, en este lugar no se encuentran cosas así -
- Tal vez es cierto, me gusta... pero nunca podría igualar los sentimientos de Noré. Ser
capaz de ir tan lejos por un mujer, no soy esa clase de ser, pero entiendo que necesita
desesperadamente sacarla de aquí si no morirá... Prefiero no tenerla cerca para no
generar sentimientos en mi... no quiero sentir nada al verla -
- ¿Por qué le temes a tener emociones? -
- Porque somos tan salvajes que ni siquiera podemos dominarlas... -
- Bueno, mejor así, no necesitamos otro Diablo estúpido enamorado del mismo ángel -
dijo con total liviandad - pero cuando tenga la edad suficiente para salir de aquí iré a la
tierra de los humanos y conseguiré una para mí ja ja - terminó por decir lleno de
confianza.
- Eres un desastre Rustem...- dijo ya agotado Vittorio - Aunque me parece extraña, es
agradable... debo admitir que ha despertado mi curiosidad por el mundo exterior...-
- Eso sí que es llamativo en ti. Bueno, iré a buscar esa maldita joya así terminamos con
esto de una vez -
- Me sorprende que accedieras tan fácil...-
- Oye! No soy un desalmado, tampoco es que quiera verla morir aquí. Ella me dio un beso
así que cumpliré mi parte del trato. Además si no la sacamos de aquí tendremos una
guerra ¿no es así?, y eso sí sería un fastidio -
- Tienes razón...-
- Volveré en cuanto tenga la joya - dijo por último el pequeño Diablo y se marchó.
Vittorio quedó sólo en aquel balcón reflexionando sobre lo que sentía y pensaba.
Si debía ser honesto consigo mismo tenía que admitir que Anaciel había despertado algo
más que curiosidad en él, ¿Cómo un ser que venía de un mundo completamente opuesto
podía resultarle agradable?, era una pregunta que no salía de su cabeza.
Pero al verla junto a Noré la única palabra que podía pensar para definirlos era
"Equilibrio", dos seres nacidos en contextos completamente diferentes que no se oponían
entre si, si no que se complementaban. Definitivamente era un vínculo muy fuerte en el
cual no se atrevía a intevernir y prefería no seguir indagando sobre sus emociones para
no cruzar ese límite que le permitía estar cerca y distante a la vez.
Y al mismo tiempo, en el paraíso, se tomaba una decisión que cambiaría drásticamente el
futuro de la joven ángel
- Guardián Zarasel - dijo un arcángel de aspecto misterioso.
- Sí señor, a sus órdenes - respondió el guardián.
- Luego de escuchar tu informe sobre el paradero de Anaciel, y el acuerdo al que llegaste
con ese Diablo, el Consejo a llegado a una decisión final, no llamaremos a la guerra por
ella -
- ¿Cómo dice?...- se sorprendió él.
- Lo que oyes, una criatura que resulta tal tentación para seres despreciables como los
diablos no hace más que causarnos problemas y alterar el balance entre nuestros
mundos, no sacrificaré soldados por su bienestar -
- Pero señor, ella es una víctima en todo esto! -
- Silencio Zarasel, que seas su hermano no te da derecho a opinar sobre este asunto,
estas aquí para acatar órdenes -
El guardián quedó en silencio y el arcángel continuó - Tú y yo sabemos que lo más
probable es que muera ahí abajo, pero llegado el caso en que ese Diablo logre sacarla,
tienes la orden directa de matarla. Una vez que su existencia como ángel desaparezca,
automáticamente el oráculo designará a un nuevo sucesor y ese si nos encargaremos de
que no se escape de nuestra manos, no cometeremos el error de darle tanta libertad
como a esa jovencita -
- Matarla?... -
- Ya escuchaste, si te preocupa tu bienestar y el del resto de tu familia harás lo que se te
ordena como el guardián que eres. Sino serán acusados de traición -
- Entiendo...-
- Sí crees que no puedes hacerlo dímelo y se lo pediré a alguien más -
- No... yo lo haré, es mi hermana... me aseguraré de que no sufra...-
- Perfecto, entonces así será. Te lo advierto Zarasel, no intentes engañarnos, recuerda
que puedo sentir su presencia divina donde sea que esté. En estos momentos sigue con
vida en el Infierno, pero sabré inmediatamente cuando muera -
- He comprendido cuáles son mis órdenes señor -
- Ya puedes retirarte - dijo por último el arcángel y el guardián se marchó.
Zarasel se encontraba en una terrible contradicción, aquella espada con la cual había
jurado proteger a su hermana Anaciel, ahora se convertiría en la guillotina que
dictaminaría su sentencia de muerte...
Continuará...
Capitulo 5:

- ¡¿Zarasel es tu hermano?! - dijo sorprendido Noré.


- Sí, así es. Disculpa, pensé que te lo había dicho antes...- respondió Anaciel.
- No, no lo sabía. Tampoco lo hubiese imaginado. Son muy diferentes...-
- Sí... sé que Zarasel puede ser rudo, pero es un buen hermano. Tener que ser un
guardián no ha sido fácil para él...-
- ¿A qué te refieres? -
- Él es mi hermano mayor, el único que tengo, siempre fuimos muy unidos, lo
compartíamos todo. De muy joven demostró ser un habilidoso guerrero y cuando los
arcángeles lo descubrieron lo llevaron a un palacio para prepararlo y que sea un guardián
divino, así que repentinamente nos separaron... Cada tanto el venía a visitarnos, yo lo
extrañaba mucho, pero decía que no podía oponerse a las decisiones de los arcángeles,
su voluntad es absoluta.
Cuando nos encontrábamos en público ni siquiera podía tratarlo como a un igual, debía
dirigirme a él como mi superior, eso me llevó tiempo entenderlo, ya no podía ser
afectuosa con él.
Cuando el oráculo me designó como sucesora yo era muy pequeña y mi hermano abogó
para que creciese con mis padres el mayor tiempo posible y no tuviese que ser separada
de ellos como le ocurrió a él, diciendo que se haría cargo de mi seguridad. Ahí fue cuando
entendí que su amor por mi seguía intacto, hasta que llegó el momento en que no pudo
aplazarlo más y fui llevada al palacio.
Me sentía muy sola ahí dentro, que tuviésemos que tratarnos con tanta distancia pese a
que nuestras miradas decían otra cosa era muy triste. De seguro está muy preocupado
por mi en estos momentos...- dijo ella y entristeció su mirada.
- No te preocupes, aunque creo que él me detesta, le prometí que te sacaría de aquí... no
estoy seguro de que confíe en mi palabra, pero así será -
- Entiendo...-
- No estés triste... te mostraré algo que quizás te guste - dijo Noré mientras se ponía de
pie y caminaba en dirección a un hermoso piano blanco que estaba en la esquina del
salón.
Tomó asiento y con sus propias manos interpretó una simple pero hermosa melodía,
Anaciel sonrió impresionada - ¿Te gustó? - preguntó él.
- Sí, fue muy hermosa -
- La hice para ti -
- ¿Para mi? , ¿Sabes hacer música? - preguntó ella mientas se acercaba más.
- Aún no del todo, es algo complejo, pero aprenderé a hacer cualquier cosa que te haga
felíz - dijo con una sonrisa.
- Noré... siempre eres tan gentil...- agradeció ella mientras lo abrazaba por detrás y le
daba un tierno beso en la mejilla.
En medio de esa atmósfera romántica, ninguno de los dos podía imaginar que estaban
siendo espiados desde afuera por un diminuto sirviente de Hazar.
Aquel Diablo, desde la intimidad de su habitación en el segundo reino, podía ver a través
de una bola de cristal todo lo que los ojos de ese demonio alcanzaban.
Y allí estaba ella, verla amar a Noré de esa forma lo hería profundamente, podía sentir
como el fuego de los celos ardía en su pecho.
Mientras bebía una copa de sangre, Hazar comenzaba a perderse en sus recuerdos.
Profundas memorias que había intentado con desesperación olvidar, de aquellos días en
que conoció a Anna...
Muchos años atrás, Hazar recorría las calles de diferentes pueblos en busca de compañía
femenina y del placer que esta traía. Bajo una cabellera rubia e imnóticos ojos color miel
seducía a cuanta dama cruzara en su camino, haciéndose llamar Alan.
Sus favoritas eran las mujeres casadas o comprometidas, ya que eran atrevidas y
desenvueltas en la intimidad.
Así, pasaba los días de su juventud divirtiéndose en el mundo humano, sin aferrarse a
nada, sólo siguiendo sus más básicos instintos lujuriosos.
Otra de las cosas que disfrutaba era del café preparado por los humanos, su aroma
agradable y sabor eran una tentación para él, así que le gustaba recorrer los bares y
cafés de los diferentes pueblos que visitaba, y en uno de ellos la conoció...
Una joven dulce y muy hermosa, de sonrisa contagiosa y brillantes ojos verdes, llamada
Anna.
La muchacha trabajaba como mesera de un pequeño café durante la tarde hasta la
noche.
Desde que la vio por primera vez Hazar no pudo quitarle los ojos de encima, apenas
estaba entrando en la madurez, era de baja estatura pero de cuerpo esbelto, cabello corto
castaño y de apariencia humilde. No era para nada llamativa, pero su belleza natural
resultaba innegable.
Aunque la joven lo atendía de manera amable, Hazar apenas podía responderle, se
sentía intimidado por su presencia inocente.
Hasta el día en que ella accidentalmente tocó su mano mientras retiraba la taza de su
mesa - Disculpe joven -
- No, se preocupe señorita no es nada -
- Viene muy seguido aquí, veo que disfruta de la lectura - comentó ella al ver un libro
sobre la mesa.
- Sí, este tipo de literatura es agradable en compañía de un buen café -
- Es verdad, mi nombre es Anna, ¿Cuál es el suyo? -
- Soy Hazar - respondió él y se sorprendió a si mismo. No sabía el por qué, pero acababa
de decirle su nombre real, ya no podía retractarse.
- ¿Hazar?, es un nombre hermoso. ¿Es extranjero? -
- Mis padres lo son -
- Oh, ya entiendo. Bueno, debo seguir trabajando pero seguro nos seguiremos viendo
¿verdad?. Fue un gusto joven Hazar - sonrió ella y estiró su mano en señal de querer
estrechar la de él.
Hazar sonrió, tomó delicadamente su mano y la besó, no pudo evitar seguir su impulso -
Es un placer señorita Anna - terminó por decir mientras la miraba con ojos seductores.
Ella se sonrojó por aquel gesto y lentamente se fue a continuar con su labor.
Aquel Diablo estaba encantado, su mano le pareció tan pequeña y delicada, su reacción
tímida lo cautivó, quería saberlo todo sobre ella.
Así que, además de asistir al café, comenzó a espiarla para saber sobre su vida.
Durante el día asistía a un modesto hospital vestida como enfermera, en algunas
ocasiones a la biblioteca del pueblo y por la tarde hasta la noche trabajaba en el café para
luego regresar a su casa, pero siempre sola.
Parecía la situación ideal, una hermosa joven solitaria era una víctima perfecta para
seducir.
Al principio, Hazar pensó que sería algo sencillo, pero luego se dio cuenta de que no
sabía ni como iniciar. Anna no era como las otras mujeres que el conocía, damas
aburridas de la rutina de sus parejas y deseosas de tener un amante, no, ella era
autosuficiente, muy activa y no parecía demostrar interés en tener pareja.
Así que comenzó a planear sus encuentros para que pareciesen casuales, y una tarde en
la biblioteca local ...
Anna estaba tratando de alcanzar un libro de un estante superior, pero al ser de baja
estatura le resultaba imposible, fue entonces cuando de sorpresa Hazar apareció detrás
de ella y se lo entregó - ¿Esté es el que deseabas? - preguntó él.
- Sí, muchas gra... , joven Hazar! - se sorprendió ella - Es la primera vez que lo veo aquí -.
- Yo también a ti, tal vez simplemente no nos habíamos cruzado - sonrió
- Sí, debe ser -
-¿Qué lees? -
- Medicina, pronto tendré un examen, estoy estudiando para ser enfermera -
- Enfermera, que interesante... yo ya me iba al café, solo vine a cambiar los libros, ¿te
diriges hacia allá?-
- Oh sí, ya casi es la hora, debo ir a trabajar -
- ¿Te importa si te acompaño? -
Ella se sorprendió - No, no me molesta...-
- Bien, ¿Vamos? - sonrió seductor y se marcharon juntos.
El plan del Diablo era involucrarse lentamente en la vida diaria de la joven, Hazar no era
de tomarse tanto trabajo para conseguir lo que quería, pero mientras más la conocía, más
se sentía incapaz de obligarla a nada.
Aunque habían empezado a tratarse diariamente, aún no se atrevía a cortejarla
abiertamente pues ella no demostraba ningún tipo de interés en él. La situación lo
presionaba, ya que no era el único detrás de ella, al ser tan hermosa muchos hombres
que concurrían al café se mostraban interesados en la joven.
Algunos eran más insistentes que otros, pero todos terminaban siendo rechazados.
Aquella situación comenzó a despertar lentamente un sentimiento desconocido para
Hazar, los celos. Aunque confiaba en que ninguno estaba a su altura y que terminarían
fracasando a la hora de conquistarla, el sólo hecho de que se atraviesen a mirarla lo
molestaba.
Pero todo cambió una noche de invierno, el frío recorría las calles del pueblo cuya
oscuridad se hacía más profunda conforme avanzaba la estación, Anna se retiró un poco
más tarde de lo habitual del local para regresar a su hogar.
Siempre se había sentido muy segura pese a volver sola de noche, pero a esa hora ya
nadie transitaba por el lugar, así que apresuró su paso y al pasar por un callejón fue
sorprendida por uno de los hombres que la pretendía - Anna!, te estaba esperando -
exclamó el joven.
- Que hace aquí?! - se asustó ella y lentamente retrocedía.
- He venido por ti hermosa -
- Ya le dije que no estoy interesada en usted, déjeme en paz - intentó correr pero aquel
hombre la atrapó del brazo con fuerza.
- Vamos hermosa, ya no te hagas la difícil - dijo mientras intentaba arrastrarla.
Ella por el miedo sólo cerró sus ojos un instante y sintió como el muchacho abruptamente
la soltó, cayendo así al suelo. Y al mirar nuevamente descubrió que otro hombre tomaba
por el cuello al joven, se trataba de Hazar, quien había sido testigo de todo, pues la
seguía cada noche a escondidas de camino a su casa.
- Joven... Hazar...- murmuró ella.
Mientras lo aprisionaba contra la pared, aquel hombre, rápidamente, sacó una navaja de
su bolsillo y le hizo un pequeño corte en rostro.
Con su otra mano, el Diablo tomó su muñeca y la quebró usando apenas un mínimo de su
fuerza. Se moría de ganas de aplastar su garganta pero se contuvo
- Escuchame bien basura, si te acercas de nuevo a ella te juro que te arrancaré los
brazos...- lo amenazó en un susurro, mirándolo con sus impactantes ojos demoníacos que
brillaban en la oscuridad - Ahora vete, no se te ocurra volver por aquí - terminó por decir y
lo arrojó al suelo con violencia, obligándolo a huir despavorido.
Mientras lo veía irse, Hazar sintió como la sangre bajaba por su rostro, podía haber
cerrado inmediatamente la herida pero si ella lo veía llamaría su atención, así que lo dejó
como estaba.
Lentamente se acercó y la ayudó a ponerse de pie - ¿Estás bien Anna? - preguntó gentil.
Asustada y con lágrimas en sus ojos se abrazó timidamente a él - Joven Hazar... muchas
gracias...-
Estaba sorprendido, era la primera vez que veía su fragilidad, siempre tan alegre y llena
de energía, aquella faceta le era totalmente desconocida.
Al tenerla tan cerca pudo notar lo pequeña que era a su lado, deseaba abrazarla con
todas sus fuerzas pero se limitó a acariciar su cabeza.
Ella levantó la vista y notó su herida - ¿Está bien?... lo lastimó -
- No te preocupes por esto, no es nada... déjame acompañarte a tu casa, por si ese loco
regresa -
- Sí por favor...- respondió la joven y se fueron juntos en el medio de la noche.
Al llegar a su casa, Anna lo invitó a pasar - Por favor déjeme curarle esa herida, es lo
menos que puedo hacer...- le pidió ella y este aceptó.
Tal como sospechaba, la muchacha vivía sola en aquella pequeña pero acogedora casa.
Hizo que Hazar tomará asiento en la sala de estar y se dispuso a curarlo.
Era tan delicada y gentil, el Diablo no podia dejar de mirarla, estaba rendido ante sus
manos - ¿Por qué estaba ahí joven Hazar? - preguntó ella mientras terminaba de ponerle
una venda.
- Por favor, sólo dime Hazar, me gusta salir a caminar por las noches. Me sorprendió verte
tan tarde, iba a preguntarte si querías que te acompañase para estar más segura y vi todo
lo que sucedió -
- Ya veo... muchas gracias de nuevo -
- ¿Ya te había sucedido algo así antes? -
- Algunos hombres suelen ser muy insistentes... pero nunca de esa forma, en verdad me
asustó mucho -
- Entiendo -
- Sé que ya es muy tarde, pero puedo ofrecerte algo de beber -
- Me caería bien un café -
- Es buena idea, hace frío. Enseguida te traigo uno - sonrió.
Café de por medio, Hazar quería saber aún más sobre ella, así que amablemente
preguntó - ¿Vives sola aquí? -
- ¿Lo notaste?... Sí, ya hace unos años vivo sola. Mis padres murieron de una
enfermedad en la sangre. Fue muy triste, en apenas unos meses se fueron...a pesar de
ser muy joven el dueño del café aceptó dejarme trabajar para él, así logro mantenerme a
mi misma, pero decidí que quiero ser enfermera para ayudar a los enfermos cuando lo
necesiten, es mi vocación...- dijo con orgullo.
- Ya veo... -
- Por eso déjame agradecerte nuevamente lo de hoy... si ese hombre me hubiese llevado
no sé que sería de mi... nadie me buscaría, ya que no tengo familia...-
- Yo lo haría -
- Eh? -
- Yo te buscaría, después de todo te has vuelto parte de mi vida - sonrió él.
Compartieron una larga y agradable charla, el Diablo disfrutaba mucho de su compañia,
pero habia llegado el momento de retirarse.
Ya en la puerta, amablemente se despidieron, repentinamente Hazar decidió que ya no
quería darle más vueltas al asunto y, a riesgo de que lo rechazara, declaró sus
intenciones con ella.
- Anna...- dijo misterioso mientras tomaba la mano de la joven - me gustas... estoy
interesado en ti desde hace tiempo. Si me lo permites, quisiera cortejarte -
- Hazar...- se sorprendió ella - pero... yo no estoy interesada en tener una pareja...-
- Por favor Anna... dame la oportunidad de enamorarte - le pidió mirándola con sus ojos
seductores.
Ella no pudo evitar sonrojarse - Esta bien...- respondió tímida.
Él besó su mano y le susurró - Te prometo que no te arrepentirás...- y se marchó con una
sonrisa en su rostro.
La joven en cierta medida también se sentía atraída por Hazar, pero hasta ese ese
momento realmente no buscaba tener una pareja, había una poderosa razón que aún no
se atrevía a decirle a nadie.
La noche siguiente Hazar la espero a la salida de su trabajo - Anna -
- Hazar!, ¿Qué haces aquí? - se sorprendió ella.
- Te dije que te cortejaría, ¿recuerdas?, ¿Tienes un momento para mi? -
- Sí...-
- Hay un lugar al que me gustaría llevarte - sonrió y en pleno anochecer la llevó hasta una
antigua taberna, muy alegre y llena de música.
- Se ve divertido! - dijo emocionada.
- Sí, aunque eres joven, estás tan ocupada que nunca te diviertes, ¿Me equivoco? -
- Tienes razón...-
- Vamos a bailar -
- ¡¿Qué?!, pero yo no sé hacerlo... -
- Eso no importa, sólo debes divertirte - terminó por decir y le tendió la mano en señal de
invitación.
Ella tímidamente la tomó y Hazar la guió bailando. Anna sólo podía sonreír, era la primera
vez que se divertía en compañía de alguien más.
Pasaron una velada increíble juntos, y de regreso a la casa de la joven se detuvieron en
un rosedal. Tomaron asiento en un banca entre medio de las flores rojas y ella suspiró -
Me encanta este lugar, amo las rosas pero las blancas son mis favoritas - dijo mientras
acariciaba los pétalos de una rosa roja a su lado.
- Blancas?... mira esto...- dijo y simulando hacer un truco de magia sacó de la manga de
su sacó una rosa blanca que había hecho el mismo.
- No puede ser... ¿cómo hiciste eso? - preguntó asombrada.
- Es un pequeño truco que aprendí de un viejo mago en otro pueblo - sonrió.
- Es preciosa...-
- No tanto como tú, nada se compara con tu belleza...-
- Eres misterioso... - dijo avergonzada.
- Y tu diferente... No voy a mentirte, he conocido muchas mujeres, pero ninguna como tú...
tan especial...-
- ¿Especial?...-
- Sí, tan dulce y hermosa... me traés loco... - continuó sin dejar de mirar esos enormes
ojos verdes que lo imnotizaban.
- Puedo preguntar... desde cuando me ves así?...-
- Desde la primera vez que te vi... supe enseguida que quería que fueses mía...-
respondió él sin reservas. Hazar era un experto en el engaño pero en aquella ocasión, sin
saber por qué, le estaba abriendo su corazón a una simple niña.
Anna estaba conmovida, era la primera vez que un hombre se le confesaba con tanto
sentimiento, la hacía estremecer.
Ya de regreso en su casa, se disponían a despedirse desde la entrada.
Hazar no pretendía conseguir nada de ella esa noche, sólo disfrutar estar a su lado.
- Muchas gracias por lo de esta noche, en verdad me divertí - sonrió la joven.
- De nada, es sólo una noche de las muchas que vendrán si me aceptas...- sonrió
seductor él.
- Lo pensaré...- susurró ella tímida.
- Nos vemos preciosa - dijo por último Hazar y cuando estaba dando media vuelta para
irse ella lo llamó - Espera! -
- Que ocurr- iba a preguntar pero Anna lo sorprendió abalanzándose sobre él y haciendo
puntas de pie le dio un tierno beso en la mejilla. Sorprendido por aquella acción, no pudo
evitar conmoverse. Ella sólo sonrió y entró a su casa.
Hazar se sentía estúpido, ¿Cómo podía ser que un Diablo como él, que venía de disfrutar
noches enteras de lujuria, se estremeciera por un simple beso en la mejilla?. La respuesta
era simple, era por ella, todo lo que viniese de Anna lo enloquecía.
Ella también sentía que se estaba enamorando.
Así, tuvieron varias salidas más hasta que un día, sin explicación, la joven empezó a
evitarlo.
Hazar no podía entender el por qué, se preguntaba una y otra vez que había hecho mal,
¿Será que lo había descubierto?, ¿Había descuidado su disfraz?. No, estaba muy atento
a no bajar la guardia respecto a ello.
Se sentía morir cada vez que intentaba acercarse y ella salía corriendo sin decirle nada.
No quería obligarla a nada, hasta que un día no pudo evitarlo, necesitaba una respuesta.
Una noche de intensa lluvia la espero en la entrada de su casa - Anna...- la nombró.
Ella se sorprendió pero intentó pasar a su lado y entrar sin responder, Hazar la tomó del
brazo y la obligó a mirarlo - Dime que sucede Anna -
- Déjame Hazar... -
- No puedo... mírame por favor, dame una respuesta...-
- Tengo miedo... me da miedo estar enamorada de ti... de ser ingenua y dejarme engañar
por alguien con tanta experiencia como tú ...- dijo entre sollozos - todo el tiempo pienso en
ti... no me siento yo misma, me da miedo... sólo déjame Hazar...-
El Diablo quedó impactado por aquellas palabras que guardaban algo de lógica, una niña
inocente que apenas cumpliría dieciocho años contra un joven adulto que había vivido
tanto como él.
Hazar la rodeó con sus fuertes brazos y la besó apasionadamente, Anna simplemente no
pudo resistirse, y así bajo aquella intensa lluvia tuvieron su primer beso - No puedo
dejarte... aún no te has dado cuenta que ya eres mía Anna?...- le dijo con una sonrisa
seductora.
A partir de ahí su relación sólo fue un espiral de intensa pasión que tuvo su punto más
importante cuando, finalmente, la convenció de hacer el amor...
Una de las últimas noches de invierno se encontraban sólos en la habitación Anna.
Él estaba sentado sobre la cama y ella de pie frente a él - Hazar... yo no sé... como
hacerlo... es la primera vez que...- dijo nerviosa y apenada.
El Diablo tomó sus manos y las besó con ternura - Déjamelo todo a mi... te prometo que lo
disfrutarás... - respondió mirándola fijamente a los ojos.
Para Hazar tambien era una ocasión diferente, nunca antes lo había hecho con una mujer
así de inocente, ni siquiera él entendía el por qué, pero quería que fuese especial para
ella.
Con sólo un beso dieron rienda suelta a su pasión mientras un sentimiento gentil, sin
saberlo, abrazaba el corazón del Diablo. Sin duda alguna esa velada había sido diferente.
Se amaron toda la noche, Hazar no era de quedarse a dormir, pero hasta él mismo se
sorprendió cuando descubrió que ya estaba amaneciendo. Extrañamente se había
quedado dormido junto a esa hermosa joven que aún soñaba recostada sobre su pecho.
Era un misterio, se sentía hechizado por ella, la miraba dormir y simplemente no deseaba
despertarla, quería seguir disfrutando del calor de su suave piel.
Finalmente había conseguido lo que tanto deseaba desde un principio, poseerla, pero ya
no le era suficiente, lo quería todo de ella. Sus besos, sus abrazos, las largas y profundas
conversaciones y su cuerpo...
Ya no podía detenerse.
Una de esas tantas noches, compartieron una taza de café sobre la alfombra frente a la
chimenea, cada uno estaba concentrado en su propia lectura hasta que en un momento
Hazar la abrazó por detrás buscando besar su cuello - ¿Me dejas ser tu distracción?... - le
susurró
- ¿Siempre eres tan impetuoso? - preguntó ella sonriendo.
- Puedo ser un caballero o un animal salvaje, lo que tu quieras preciosa -
Ella lo miró en silencio por un segundo - Quiero que seas quien tú desees ser de verdad
....-
- ¿Que quieres decir? -
- No puedo explicarlo, pero cuando te miro a los ojos siento que escondes algo...-
El Diablo sintió que un frío recorría su espalda, ¿Lo había descubierto?, se preguntó, pero
ella continuó - Eres misterioso, y eso me atrae mucho, pero ansío el día en que puedas
mostrarme todo de ti - terminó, dándole un suave beso.
Hazar quedó pensando en aquella sensación fría, ¿Acaso sentía miedo de que ella lo
descubriera?, ¿Por qué?, la respuesta era obvia : miedo a perderla.
De regreso en el infierno se topó con Kalir y Salomón que ya venían observando su
particular comportamiento - Vaya! Hasta que por fin te vemos Hazar - dijo con burla Kalir.
- ¿Desean algo? - preguntó Hazar.
- Sólo saber un poco de ti, has estado bastante ocupado últimamente ¿No es así? -
- No es asunto suyo - respondió y les dio la espalda.
- Quien lo diría, el poderoso príncipe de la lujuria ahora esclavo de una mujer humana ja
ja ja -
Hazar se sorprendió y rápidamente respondió - ¿Qué es lo que saben?-
- ¿De verdad creíste que no nos enteraríamos?, ya vimos que estás enamorado de una
joven humana- agregó Salomón.
- No digan estupideces, no estoy enamorado, sólo me la paso bien con ella -
- No te avergüences Hazar, no es tan malo tener una debilidad - comentó con burla Kalir.
- Cállate, no sabes nada, sólo le saco provecho como al resto de las mujeres - dijo
visiblemente molesto.
- Lo que tu digas ja ja ja - terminó de decir Kalir y se retiró.
Salomón permanecía impasible, como siempre, frente a él - ¿Tienes algo más que decir?
- preguntó Hazar con ironía.
Seriamente Salomón respondió - Puedes decir lo que quieras, pero tu comportamiento te
delata -
- Ya te dije que no es amor -
- ¿Ah no?, entonces sólo te diré esto... el día que encuentres una criatura a la cual no
quieras mentirle preocúpate, por que significa que te importa de verdad...-
Terminó Salomón, quien era un experto en decir verdades incómodas, y se marchó,
dejando pensando a Hazar.
Ahora el Diablo se encontraba en una contradicción, con aquellas palabras sus hermanos
habían herido profundamente su orgullo de demonio. No quería aceptar que realmente
había caido preso del amor de una mera humana.
Empezó a cuestionarse si seguirla viendo o no, pero de sólo saber que ella lo esperaba
cada noche salía corriendo a su encuentro, no lo podía dominar, el cuerpo se lo pedía.
Al sentirse incapaz de decirle que ya no la quería, pensó en asustarla mostrándole su
verdadera forma.
Una noche estaban a punto de hacer el amor nuevamente, pero él gentilmente la detuvo -
Espera Anna... -
- ¿Qué ocurre Hazar? - preguntó ella de pie frente a él.
- Hay algo que ya no quiero ocultarte más...- dijo sentado en la cama y lentamente
desvaneció su apariencia humana. La joven vio con asombró como su cabello se volvía
blanco, su ojos de un color anaranjado brillante y unos cuernos aparecieron en su cabeza.
- Soy... un Diablo...- confesó.
Ella estaba impactada pero, para sorpresa de Hazar, seguidamente esbozó un sonrisa.
Se acercó a él y acarició su rostro - Sabía que ocultabas algo... aunque debo admitir que
no imaginé algo así - sonrió.
- Anna yo...-
- Déjame verte... tus ojos reales son mucho más hermosos, ahora siento que me miras de
verdad...-
- ¿No te doy miedo? -
- ¿Me harás daño? -
- Soy incapaz...-
- Entonces por mi esta bien -
Frustrado Hazar comentó - Maldición Anna... por que tienes que ser así?... no quiero
esto... ¿Por qué me haces amarte de esta forma?...-
- ¿Acaso te hago tanto daño?....-
- No... todo lo contrario... me haces tanto bien que tengo miedo de no poder vivir sin ti...-
respondió mientras la tomaba de la cintura y recostaba su cabeza en el pecho de ella.
Anna correspondió acariciando su cabello - Yo ya soy tuya... ¿Tú serás mío Hazar?...-
- Tengo miedo de responder...-
- Entonces no digas nada... pero no dejes de mirarme con esos ojos que tienes ahora...
me encantan... no ocultes nada de ti cuando estés conmigo...- terminó por decir y lo besó
intensamente.
Aquella joven dulce escondía una fiera apasionada en la intimidad, era su mujer ideal.
Cada vez estaba más perdido por ella.
A la mañana siguiente Anna lo despertó con un tierno beso y una taza de café en la mano
- Buenos días Hazar...-
- Anna...¿ya amaneció? - preguntó él.
- Así es, desconozco la naturaleza de un Diablo mitad vampiro, pero si no puedes estar
expuesto al sol puedes quedarte aquí todo lo que quieras - sonrió mientras le entregaba la
taza.
- No te preocupes por eso, no soy un ser tan débil - respondió.
- Debo irme, tengo clases de enfermería... Hazar...-
- Dime -
- Respecto a lo que dijiste ayer... si por que yo sea humana nuestra relación esta
prohibida...-
- Anna...-
- Quiero que sepas que el día que sientas que ya no quieres verme por favor dímelo de
frente... de lo contrario siempre te esperaré...- dijo mientras acariciaba su rostro.
- Anna yo...-
- No tienes que responderme... sólo quería que lo supieras - sonrió y se despidió con un
beso.
Hazar quedó sólo en aquella habitación, reflexionando sobre que hacer, había fallado en
su intento de asustarla, cayendo nuevamente ante sus encantos.
No tenía escapatoria, al final fue ella quien terminó seduciéndolo.
Continuó visitándola pero su corazón se había dividido en dos, por una lado su amor por
aquella joven y por el otro su orgullo herido.
Era consciente de que lo había domado por completo y no quería aceptar tal situación así
que, una noche, luego de nuevamente estar juntos, Anna despertó y notó que él ya no
estaba.
Una extraña sensación invadió el pecho de la joven, la sensación de que nunca más lo
volvería a ver...
Así es, finalmente el orgullo le había ganado a su amor, tomando la única salida que
encontró a aquella situación, simplemente desapareció.
No quería enfrentarla pues sabía que cedería una vez más ante ella, los días pasaron
pero él no regresó.
Tal como prometió, Anna lo esperó, y mientras su corazón se rompía Hazar buscaba
anestesiar el suyo en otros lugares con otras mujeres, tratando de ser quien era antes de
conocerla.
Y para peor, en medio de esa soledad, la joven recibió la noticia que tanto temía, la
confirmación de su enfermedad.
Siempre supo que había una gran posibilidad de que padeciera el mal que mató a sus
padres, esa era la razón principal por la cuál no quería tener pareja en un principio, para
que nadie sufriese por ella, pero aquella efímera felicidad junto a Hazar la hizo olvidar por
un tiempo que podía tenerla.
Los meses pasaron y una terrible ansiedad nació en Hazar, finalmente entendió que nada
podía suplir a Anna. Todo se lo recordaba, pero no encontraba el mismo placer de estar
con ella en ningún otro cuerpo. Era inútil luchar contra sus sentimientos.
Indeciso por volver a su lado, se detenía en regresar ante la duda de si ella lo odiaba por
lo que hizo, hasta que decidió que no importaba si Anna estaba enojada o no, se dijo a si
mismo que pondría todos sus esfuerzos en reconquistarla para volver a disfrutar de su
compañía.
El primer lugar que visitó fue su casa, pero al mirar de cerca notó que la misma estaba
vacía y abandonada, la desesperación se apoderó de él, ¿Se había mudado?, ¿Había
abandonado el pueblo? . Necesitaba más información y se dirigió al único lugar donde
podría obtenerla, el café.
Al llegar no la vio por ningún lado, y en su lugar había otra joven. Fue directo a hablar con
el dueño, quien siempre estaba sentado en la barra sirviendo bebidas - Disculpe señor,
¿Sabe en donde puedo encontrar a Anna?- preguntó Hazar.
El hombre levantó la vista y dijo - Te conozco... eres el muchacho rubio que solía venir
aquí... ¿Eres Hazar? -
- Sí, soy yo. ¿Anna le habló de mi? -
- Sí, me contó sobre ti y su relación... -
- ¿Dónde está ella?, ¿Se mudó? -
El hombre quedó en silencio por un momento - Ven conmigo, te llevaré hasta donde está -
respondió y dejó a cargo a otro empleado.
Comenzaron a caminar bajo la puesta del sol hasta una pequeña colina un poco alejada
del pueblo.
Hazar comenzó a notar que no había nada alrededor hasta que apreció con horror tres
lápidas, y aquel hombre señalando la del centro dijo - Allí está Anna...-
El Diablo sintió como nuevamente un frío corría su espalda - Tiene que ser una maldita
broma... Ella no puede estar mu- -
- Muerta - terminó la frase el hombre - Sí, Anna murió hace más de un mes... -
- No puede ser... ¿Qué le ocurrió? -
- Le diagnosticaron la misma enfermedad a la sangre que a sus padres...-
- Pero... si apenas hace unos meses han pasado desde la última vez que la vi -
- Es una enfermedad muy cruel, aún no tiene cura, es una sentencia de muerte...-
- Anna...- murmuró desconcertado.
- Ella me habló sobre ti, no dijo mucho, sólo que estaba muy enamorada. Era evidente su
felicidad, pero entristeció mucho cuando te fuiste.... Y casi supo de su enfermedad al
mismo tiempo...-
Lentamente se acercó a la lápida que llevaba su nombre - Mi preciosa...- susurró Hazar.
- ¿Puedo preguntar por qué desapareciste? - indagó el hombre.
- No quería aceptar que la amaba tanto...-
- Dime... valió la pena alejarse?...-
- No...-
Seriamente el señor se acercó y tocó su hombro - El orgullo es un sentimiento ambiguo,
que puede hacernos perder algo que no sabíamos que amabamos...- dijo por último y se
marchó en silencio dejando sólo a Hazar.
El Diablo sintió que su corazón se deshacía, una sola lágrima rodó por su mejilla y con
ella escapó su orgullo para siempre.
Con un sólo movimiento de su mano hizo aparecer muchas rosas blancas alrededor de la
tumba de su amada - Perdóname Anna... estoy seguro de que me esperaste tal como lo
prometiste... pero como un idiota me alejé. No puedo volver el tiempo atrás, pero te
aseguro que buscaré tu alma en cada rincón que exista... hasta asegurarme que seas mía
en tu siguiente vida... - juró Hazar y así lo hizo.
Recorrió cada parte del infierno para encontrarla pero sin éxito, hasta que decidió buscar
consejo en el ser más antiguo del Inframundo, un Espectro llamado Arza, que vivía en el
reino de la Codicia - Arza, ¿hay alguna forma de resucitarla? - preguntó Hazar.
- Eso es imposible señor, si hace mucho tiempo que murió su alma ya debe estar en
camino hacia la reencarnación. Si tratamos de revivirla lo más probable es que un alma
errante ocupe su cuerpo y ya no sería ella - respondió el espectro.
- ¿Entonces estás diciendo que ya no la busque? -
- Exacto señor, independientemente de dónde esté su alma ya debe estar por comenzar
otra vida -
- ¿Y cómo rayos haré para saber en donde está? -
- No sé preocupe, si usted en verdad fue importante en la vida de esa joven, ella directa o
indirectamente regresará a usted -
- ¿ A que te refieres con indirectamente? -
- No importan las vidas, el alma es la misma, inexplicablemente para ellas siempre buscan
volver a aquello que las hizo felices, en este caso usted. Pero su encuentro puede estar
sujeto a los más mínimos acontecimientos cotidianos... Deberá estar atento a todas las
señales que el destino le dé, si ignora alguna de ellas puede que ya no la encuentre
jamás...- terminó por afirmar el Espectro.
Así, pasaron más de veinte años sin tener ni una mínima señal de que Anna regresase,
Hazar terminó por desilucionarse, buscando rellenar ese vacío en su corazón nuevamente
jugando con otras mujeres. Pero lo que jamás imaginó es que Arza estaba en lo cierto, su
encuentro con Anaciel estaba destinado a ser, sólo que él lo ignoró, siendo así Noré quien
la encontró en su lugar.
Aquella noche Loxur le encomendó a Hazar que fuese a buscar un alma errante que se
encontraba aferrada a una vieja casa en el bosque, casualmente estaba cercano al
pueblo donde conoció a Anna y para no revivir dolorosos recuerdos decidió ignorar su
deber e irse sin decir nada a otro lugar en busca de entretenimiento y distracción.
Al enterarse, Loxur envió a Noré a hacer dicho trabajo y este fue sin excusas. Luego de
terminar el encargo eligió quedarse un tiempo más en el lugar para despejarse y ese fue
el momento en que , a escondidas, vio a Anaciel por primera vez. Dejando en él tal
impresión que ya no querría dejar de verla jamás.
Cuando ya había sucedido todo entre Anaciel y Noré, recién en ese entonces Hazar notó
el particular comportamiento de su hermano, sus salidas diarias al mundo humano,
llamándo su curiosidad - Rustem, ¿Tú sabes a donde se dirige Noré? - preguntó.
- ¿No te has enterado?, el idiota se enamoró de un ángel en el mundo humano -
respondió el pequeño Diablo.
- ¡¿Un ángel dices?! - se sorprendió.
- Sí, la visita cada noche tomando la forma de un ave para estar cerca de ella si llamar su
atención -
- Ja ja, eso tengo que verlo - dijo con burla y salió tras de él.
Hazar ocultó su presencia para que Noré no lo notase y poder seguirlo a la distancia. Al
llegar al bosque tomó la forma de un zorro blanco para mezclarse con el entorno. El lugar
le resultaba conocido, era el bosque cercano al antiguo pueblo de Anna.
Se escondió entre los árboles esperando la llegada de aquella ángel que enamoró a su
hermano, pero en cuanto vio a Anaciel, Hazar sintió que su corazón se detenía - No...
puede ser... - se dijo a si mismo impactado. Aquella hermosa ángel era la viva imagen de
su amada Anna.
La observó durante varias noches a la distancia y le resultaba innegable, sus gestos, su
comportamiento, su personalidad gentil, tenía que ser ella.
- Al fin... te encontré mi amor...- murmuró para si mientras en su cabeza comenzaba a
gestar el plan que terminaría llevando a cabo.
Verla nuevamente había despertado con más fuerza que nunca los sentimientos de su
atormentado y culposo corazón.
La desesperación por tenerla otra vez sólo iba en aumento y ya no se detendría por nada
del mundo, ni siquiera por pasar encima de su propio hermano.
Y ahora ahí estaba, sumergido en recuerdos que lo alentaban a actuar sin medir
consecuencias, a dar el siguiente pasó que terminaría con todo...
- Espérame Anna... pronto volverás a mi...-

Capitulo 6:

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