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Zaffaroni

Manual de Derecho penal.


El indulto, la conmutación y el perdón del ofendido.
El indulto o la conmutación: la facultad otorgada a otros poderes no judiciales para
extinguir la pena o disminuirla por razones de oportunidad política a modo de medio
extraordinario para supuestos en que la pena resulte drástica o anacrónica, aunque son
razones clientelares o electoralistas las que con mayor frecuencia han determinado la
aplicación ele estas medidas.
Obstáculos a la perseguibilidad
Otra de las consecuencias de una interpretación constitucional 11 en orden a la
consecuente prohibición de las penas perpetuas, como también en cuanto a la mínima
irracionalidad y. en especial. A la dignidad de la persona -que impide acordarle un valor
instrumental o de medio-. Al nullum crimen sine conducta. Al nullum crimen sine culpa.
Al principio de igualdad y a la genealogia incompatible con la Constitución. Es la
inconstitucionalidad de las penas de reclusión que bajo la denominación de medidas de
seguridad establecen los párrafos segundos y tercero del inc. 1 º del arL 34 para
incapaces psíquicos de delito. Se trata de la única pena realmente perpetua que existe
en el código. Pues su término no depende de nada que pueda hacer la persona para
ponerle fin.
La idea rectora es que el enfermo mental requiere internación manicomio mientras sea
peligroso y. siendo peligroso porque es enfem10. Deberá pem1anecer en reclusión
mientras continúe la enfermedad.
. La incorporación de estas previsiones reconoce su origen en la idea de peligrosidad
positivista. La cual no hacía otra cosa que otorgar rango científico al prejuicio que
identifica al loco -y a todo diferente- como peligroso. Esta idea completamente superada
en la psiquiatría actual se conserva en disposiciones originadas en tiempos de la
psiquiatría ordenadora o policial. Porque el prejuicio no ha desaparecido en la opinión
pública y. por tanto. El poder punitivo -permanentemente comprometido con la
generación de ilusiones de seguridad- es puesto en crisis por la absolución de un
incapaz psíquico. Desde un rigido planteo sistémico deberia concluirse que la imposición
de penas a incapaces psíquicos bajo el nombre de medidas es un recurso para reforzar
la confianza del público en el sistema, por lo que no llama la atención que dentro de este
marco se les asigne funciones de prevención general (Jakobs).
Por fin, si se trata de penas, cabe observar que no sólo son penas sin culpabilidad (para
inimputables), sino que pueden ser también para quienes han actuado atípicamente (por
falta de dolo) e incluso para quienes no han realizado ninguna conducta (por
incapacidad psíquica de acción). En resumen, cabria concluir que el segundo párrafo
del inc. 1 º del art. 34 prevé una pena de reclusión, incluso para quien no ha hecho más
que causar -en el !llás puro sentido físico- un resultado típico, es decir, llega a prever un
castigo para un mero hecho humano, que ni siquiera reviste el carácter de acto.
Establecer una pena para quien no ha realizado conducta, o para quien ha realizado
una conducta atípica o un injusto inculpable. sólo por el azar. es desde todo punto de
vista inconstitucional. Por consiguiente, es correcto en el marco constitucional que el
juez penal renuncie a toda pena para incapaces psíquicos y. en los casos de absolución
por enajenación mental. cuando observe la necesidad de internación u otra medida de
tratamiento. deba dar intervención al juez ci\·il competente para que se pongan en
funcionamiento las normas del derecho psiquiátrico (arts. 482 y ccds. CC). El mismo
criterio es válido para Ja hipótesis del tercer párrafo del inc. 1 º del art. 34, que está
también suficientemente cubierta por la disposición del art. 144 del código civil.
ce hasta .. setenta y dos horas (art. 16. L a, b y c) y con el objeto de afianzar y mejorar
los lazos familiares y sociales, realizar cursos y estudios, y participar en programas
específicos de prelibertad ante la inminencia del egreso por libertad condicional, asistida
o por agotamiento de la condena. Cabe aclarar que la libertad asistida (art. 54). que
opera respecto de quienes no procede la libertad condicional. permite al condenado su
egreso anticipado y su reintegro al medio libre seis meses antes del agotamiento de la
pena temporal. Las salidas transitorias. según el nivel de confianza, pueden disponerse
con acompañamiento por un empleado -en ningún caso uniformado- o bajo palabra de
honor. La semilibertad (arL 23) pennite al condenado trabajar fuera del establecimiento
sin supenisión continua. en iguales condiciones a las de la vida libre. incluso salario y
seguridad social, regresando luego de cada jornada laboral a una institución regida por
el principio de la autodisciplina (art. 24). La incorporación a la semilibertad incluirá una
salida transitoria semanal (art. 26).
Para el otorgamiento de las salidas transitorias o la incorpo- 6 ración al régimen de
semilibertad, el art. 17 exige que en los casos de pena privativa de libertad temporal. se
haya cumplido la mitad de la condena, y quince años en las perpetuas. Además.
constituyen exigencias no tener causa abierta donde interese su detención u otra
condena pendiente, poseer conducta ejemplar o el grado máximo susceptible de ser
alcanzado según el tiempo de internación y merecer del organismo técnico-
criminológico y del consejo correccional del establecimiento, concepto favorable
respecto de su evolución y sobre el efecto beneficioso que las salidas o el régimen de
semilibertad puedan tener para el futuro personal, familiar y social del condenado. Cabe
señalar que los informes que no concuerden con estos requisitos no cancelan
automáticamente los beneficios, pues la concesión del mismo es facultad de la agencia
judicial y no de la administrativa.

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