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Caléndula
Caléndula
Junto al famoso aloe vera y la robusta bardana, no hay otra planta mejor dotada
para asegurar el cuidado de nuestra piel que la caléndula.
La caléndula –Calendula officinalis– es una conocida planta de jardinería de origen
incierto. Podría derivar de la especie silvestre Calendula arvensis, planta anual muy
abundante en yermos, descampados y márgenes de caminos. Nuestra caléndula es
una planta de mayor tamaño, de hasta 50 cm de alto, con grandes capítulos de color
anaranjado, de unos 5 cm de diámetro y hojas lanceoladas, de color verde
alimonado, que abrazan el tallo.
Debe su nombre al término latino calendas, que designa al primer día de cada mes
del calendario, en referencia a su capacidad para florecer casi durante todo el año,
pero también se conoce en castellano como ‘maravilla’, por la suma de sus atributos
estéticos y medicinales.
A esta planta se le atribuye una notable actividad antiinflamatoria, y se muestra
asimismo como antiséptica, antiviral, antibacteriana, antiespasmódica, emenagoga,
colerética, antihemorrágica y cicatrizante.
Principios activos de la caléndula
Aceite esencial, entre 0,1 y 0,4%, que incluye diferentes moléculas, mentona,
carvona, cariofileno, etcétera. Es responsable principalmente de su acción
antiséptica y parasiticida.
Principios amargos, como la calendina, que le confieren virtudes digestivas y
estomacales.
Flavonoides, del 0,3 al 0,8%.
Saponósidos, entre 2 y 5%.
Ésteres colesterínicos derivados de los ácidos palmítico, esteárico, láurico, mirístico.
Carotenoides, calendulina y otros pigmentos xantofílicos, que confieren el color
anaranjado a las flores.
Triterpenos alcohólicos.
Polisacáridos hidrosolubles, galactanas.