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RESUMEN TEMA 3. PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS.

El término "desamortización" durante el siglo XVIII y XIX se refirió principalmente a la


expropiación de bienes amortizados y a su paso a bienes nacionales, ya que la propiedad de éstos
revertía a! Estado. Éste los vendía a particulares y al ser adquiridos por compradores, los bienes se
convierten en bienes libres. De esta forma, la desamortización es una operación compleja cuyo
beneficiario principal es el Estado, ya que es quien expropia los bienes para después venderlos a
terceros. Estas medidas desamortizadoras guardan una estrecha relación con el Liberalismo, ya que
se convirtieron en la principal arma política con la que los liberales modificaron el régimen de la
propiedad del Antiguo Régimen, para implantar el nuevo Estado burgués, en el cual imperaba la
propiedad privada.
A pesar de producirse durante el siglo XIX en España los comienzos de la Revolución Industrial, la
agricultura fue la actividad económica más importante .Más de la mitad de la renta nacional
procedía del sector agrícola, caracterizado por su ancestral tecnología, su escaso espíritu
innovador y la tradicional estructura de la propiedad. Por otra parte, España venía sufriendo una
desigual distribución de la tierra: un pequeño número de familias aristocráticas y entidades
eclesiásticas poseían grandes latifundios que permanecían intactos por falta de capital o iniciativa
empresarial, mientras que un número muy elevado de jornaleros aspiraban a un trozo de tierra
propia.
Durante el reinado de Carlos III en el siglo XVIII, la fisiocracia fue la doctrina económica
imperante en España. Esto hizo que a partir de la crisis agraria y los motines de subsistencia de
1766 se produjera la Real Provisión, que estipulaba que las tierras baldías de Extremadura se
repartiesen en arrendamiento a los campesinos más necesitados. Esta medida cuyo fin era el
beneficio común y la facilitación a los braceros de terreno propio se extendió a todo el reino en
1767. Sin embargo, la vigencia de las Reales Provisiones duró poco, en 1780 fueron derogadas y las
tierras que quedaron por repartir se entregaron a los campesinos más acomodados.
Durante el reinado de Carlos IV, la crisis fiscal progresiva obligó al valido Godoy a arbitrar
medidas buscando nuevas soluciones. Una de las principales consistió en la enajenación de bienes
de entidades de beneficencia, bajo el interés anual del 3% a los desposeídos y su posterior venta en
subastas. Se iniciaba asÍ la desamortización tal y como se seguirá realizando a lo largo del siglo
XIX, es decir desamortizar para sanear y beneficiar la Haciendo Pública en lugar de mejorar la
condición de las clases rurales.
Las Cortes de Cádiz, a su vez plantearon de otra forma las medidas desamortizadoras. En 1811 las
Cortes discutieron el problema de la deuda pública, que se acordó solucionar reconociéndola en
vez de declarar la bancarrota. La deuda contraída se pagaría a través de la venta en subasta de
tierras pertenecientes a entidades religiosas (Inquisición, conventos y Jesuitas). Este decreto
constituye la primera norma legal general desamortizadora del siglo XIX, pero apenas tuvo vigencia
debido al inminente retorno de Fernando VII. Durante el Trienio Liberal (1820-1823), se
restablecieron las medidas desamortizadoras de las Cortes de Cádiz, además de la supresión de
todos los monasterios de órdenes monacales.
Las medidas desamortizadores más importantes, la de Mendizábal y Madoz, se producen durante
el reinado de Isabel II. Siendo la de Mendizábal en el año 1835-36 y la de Madoz en 1854-56.
Juan Álvarez Mendizábal, cuyo verdadero nombre era Juan Álvarez Méndez, nació en Cádiz en
1790. Desde muy joven se identificó con las ideas liberales: participó en la Guerra de la
Independencia y durante el reinado de Fernando Vil apoyó financieramente el levantamiento de
Rafael de Riego, lo que le valió el exilio.
A su regreso a España, se integró en el Partido Progresista, y fue nombrado ministro de Hacienda
en el Gobierno del Conde de Toreno. Más tarde, se hizo cargo de forma interina de la presidencia
del gobierno.
La primera preocupación de Mendizábal era el problema financiero. Las arcas del Estado estaban
vacías, la deuda pública había alcanzado proporciones gigantescas y el gobierno tenia que hacer
frente a una costosa guerra civil, por lo que procedió a una liquidación de la deuda mediante la
venta a gran escala de bienes nacionales.
En 1836 se aprobó la venta de bienes raíces que hubieran pertenecido a entidades religiosas, a
excepción de los bienes destinados a servicios públicos o monumentos nacionales. Ello unido a la
supresión de los institutos monásticos regulares supuso la ruptura de las relaciones diplomáticas
con el Vaticano.
La venta debería hacerse de forma pública, partiendo de una tasación oficial, a partir de la cual se
pujaría mediante subasta, adjudicando las propiedades a aquellos que ofreciesen más por ellas.
También se regulaba la forma de pago, estableciendo dos formas diferentes: una para aquellos que
lo hiciesen en títulos de deuda y otro para quienes lo hiciesen en metálico. Los primeros deberían
abonar una quinta parte del precio en metálico, y el resto en cada uno de los ocho años siguientes en
títulos de deuda pública, lo que significaba una gran oportunidad, ya que se les reconocía su valor
nominal a pesar de que estos títulos se hubiesen depreciado. En cuanto a los que pagasen en
metálico se les ofrecían más posibilidades debido a que el Gobierno tenía necesidades más
urgentes que debían ser satisfechas en dinero constante y sonante. La quinta parte deberían abonarla
igualmente en metálico y para el resto se les concedía dieciséis años de plazo.
Los objetivos de la desamortización a corto plazo consistían en el saneamiento de la Hacienda,
penosamente afectada por el problema de la deuda pública, en la financiación de un ejército
isabelino que consiguiera el fin de la guerra y en la mayor rentabilidad de las tierras. A largo
plazo las medidas desamortizadoras facilitarían una mayor estabilidad social, e incluso crearían un
"clientelismo político" que asentaría el Gobierno.
Entre los sectores que se opusieron a Mendizábal destacó Flórez Estrada, quien se declaraba
partidario de la desamortización pero contrario al sistema propuesto por el Ministro de Hacienda.
Su preocupación reformista era fundamentalmente social, admitía la desamortización para mejorar
la condición de las clases rurales. Su propuesta era arrendar en "enfiteusis" por cincuenta años a
los colonos que trabajan para la Iglesia, con la posibilidad de renovación del contrato al expirar el
plazo. La propuesta era ventajosa ya que no perdía la propiedad de los bienes nacionales y podía
invertir el importe de las ventas en el pago de la deuda pública. Según Estrada, con el método del
Ministro de Hacienda todas las clases salían perjudicadas y sólo ganarían los especuladores.
La segunda legislación desamortizadora más importante fue la llevada a cabo por Madoz durante el
Bienio-Progresista.
Pascual Madoz se vinculó desde muy joven a las ideas liberales, y como tantos otros tuvo que
exiliarse durante el reinado de Fernando Vil. Cuando regresó a España gracias a la amnistía
política, se dedicó al mundo del derecho.
Más tarde, ocupó el puesto de la Cartera de Hacienda en el Gobierno Moderado, lo cual lo
posicionó inicialmente contra la regencia de Espartero. La revolución de 1854 que propició el
Bienio Progresista hizo que Pascual Madoz ocuparse el Ministerio de Hacienda en el Gobierno de
Espartero, y se encargó de la ley de desamortización.
La ley de Madoz no sólo afectaba a bienes pertenecientes al clero, sino también se declaraban en
venta los bienes pertenecientes al Estado (órdenes militares) y de los municipios (bienes
comunales y de propios).
De todos ellos, los que destacaban por su importancia eran los bienes que pertenecían a los
municipios ya que producían mejoras que revertían a la totalidad de la comunidad (bienes
comunales) y en algunos casos se trataba de fincas urbanas que el Ayuntamiento arrendaba a
particulares.
Para todos ellos, se utilizó el procedimiento de subasta pública para su venta. No obstante, se
introdujeron algunas mejoras técnicas en cuanto a la forma de pago, pues ésta sólo podía hacerse
en metálico y en un plazo de quince años. Estas condiciones se modificaron en 1856
permitiéndose pagar en algunos casos en títulos de deuda.
El importe de las ventas se destinaría a nivelar el presupuesto del Estado, a amortizar la deuda
interior y a subvencionar a las compañías ferroviarias.
Podría decirse que la ley Madoz dio lugar a una serie de consecuencias sociales negativas, al
arrebatarles a los pueblos los únicos medios de financiación que tenían para mejorar la calidad de
vida de los vecinos y atender a los gastos de los servicios comunes, lo cual los hace dependientes
del Estado. El único ingreso de los ayuntamientos consistió en el impuesto de consumo, que
aumentó durante este período.
Las medidas desamortizadoras dieron lugar a una serie de consecuencias hacendísticas,
económicas, políticas, culturales y sociales.
Hacendísticas: la legislación desamortizadora tenía como principal objetivo remediar el estado de
la hacienda española. A pesar de ello, no se consiguió la función perseguida a corto plazo. De todas
formas, presenta aspectos positivos; el dinero fue lentamente fluyendo a las arcas del Estado lo
que facilitó la labor a otros ministros. El estado de Isabel II manejó fondos muy amplios, aunque
siempre debiendo dinero, que le sirvieron para pagar el alto número de funcionarios con el que
contaba.
Económicas: las medidas desamortizadoras tienen, hoy en día, una importancia relativa ya que se
sabe que se invirtió más dinero en los ferrocarriles que en la venta de tierras. A nivel agrario, las
desamortizaciones no supusieron un mejor reparto de la propiedad en España, se continuó la
explotación del latifundio. Una ventaja fue el aumento de superficie cultivada, aunque no fue
parejo con la producción, dado que las tierras que se pusieron en cultivo no fueron las de mejor
calidad. Muy negativo es el hecho de que esas inversiones en la tierra supusieron una retracción de
capitales en la industria y el comercio, es por ello que el Estado no fomentó la iniciativa de los
españoles.
Políticas: uno de los fines declarado por Mendizábal era crear una clase de cómodos influyentes
propietarios que se sintieran deudores del Estado Liberal, lo que no podía imaginarse es que iban a
hacerse todo lo contrario: conservadores y militantes del partido moderado.
Culturales: A destacar la pérdida de obras de incalculable valor artístico como consecuencia de la
desamortización, los nuevos dueños no supieron valorarlas. Otro aspecto importante fue la
desaparición de la función educativa de la Iglesia, el resultado fue una tasa de analfabetismo
creciente durante el reinado de Isabel II. La iglesia se dedicó a la burguesía tanto de su educación
como su "cristianización"
Sociales: la finalidad de la desamortización no fue realizar una revolución agraria o una
redistribución de la propiedad. Las medidas desamortizadoras pretendían fines sociales en cuanto al
dominio burgués de la tierra, aunque no se consiguió en la medida en que fue la nobleza
latifundista. En general se propició unos resultados negativos: el sistema de subastas favorecía a
los postores más adinerados. Se rompió con las relaciones colono- propietario del Antiguo
Régimen, los nuevos propietarios no estaban interesados en ella, expulsaron a muchos colonos, les
subieron las rentas o impusieron arrendamientos a corto plazo..
En conclusión, a la pregunta ¿para qué sirvió la desamortización? la respuesta es en la etapa de
Mendizábal. las desamortizaciones sirvieron para salvar al Estado de la bancarrota y ayudarle a
ganar la Guerra Civil. En la de Madoz sirvió para financiar la construcción de la red ferroviaria.
Porque con respecto al crecimiento económico, no se consiguieron los objetivos esperados. La crisis
de fines de siglo XIX acentuó la debilidad estructural de la agricultura en España y el retraso de la
modernización económica del país.

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