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Capítulo I: “La soledad”

Me encontraba sentado afuera de mi nueva casa cuando vi una carta de


mi hermana Alma, así que le pedí a Lisbeth que me contara la historia
que nunca quise escuchar la del abuso que sufrió ya que había
comenzado a tener pesadillas de nuevo acerca de mi hermana así que
accedió y empezó a contar: “ una noche mi madre me levantó de mi
cama diciendo que era urgente y me tenía que vestir rápido yo tome la
ropa que pude y salí corriendo, al llegar a la puerta mi padre me
esperaba en la camioneta; subí y no me dirigió La mirada y preguntó
como se llamaba el muchacho con el que había estado saliendo le
respondí: Martín, temblorosamente, llegamos a un callejón en el que
había un grupo de muchachos drogándose.

Capítulo II: “Ley de advertencia”


Fue entonces cuando decidí tomar la carta de mi hermana y abrirla,
empecé a leer, en la carta mi hermana me decía estaba muy triste y
deprimida que ya no sentía ganas de vivir que se sentí triste y sola, pero
lo peor es que decía que era demasiado tarde fue entonces cuando
concluí que debía ir donde mi hermana para ayudarla, el problema fue
que la carta no tenía remitente solo decía Hospital San Juan, le pedí a
Lisbeth que llamara para pedir información, después de preparar unas
improvisadas maletas salimos al aeropuerto.

Capítulo III: “Corrupción gradual”


Cuando subimos a la avioneta Lisbeth me pidió que le contara mi
verdadera historia y a cambio ella me contaría acerca del abuso que
sufrió, yo accedí y comencé a relatar: “a los dieciocho años formaba
parte del equipo de fútbol de la escuela, al igual que mi amigo Joel
tenía muchos sueños y anhelos, cuando llegó el nuevo entrenador la
mayoría de los integrantes del equipo renunciaron incluida la banda
que más nos odiaba, cada vez que entrenaba me sentía lleno de vida y
muy motivado, pero al llegar a casa todo se iba abajo con una madre
neurótica, un padre alcohólico y una hermana que cuidar y proteger no
tenía tiempo de pensar en mi; conforme fue pasando el tiempo
abandone todas mis esperanzas renuncié al equipo y me uní a esa
banda que tanto detestaba, desde que me juntaba con ellos empecé a
fumar marihuana robar y asaltar, pero solo así me sentía querido y
aceptado por alguien; al poco tiempo Joel pidió unirse a nuestra banda
para lo cual le pusimos una “prueba” y él aceptó

Capítulo IV: “Asociados”


“Al salir de la delegación nos subimos al auto del padre de Joel, el cual
nos dio un fuerte regaño, pero poco a poco fue bajando al volumen
hasta llegar al tono de tratar de darnos consejos, nos dijo que no
abandonáramos nuestros sueños que lucháramos hasta alcanzarlos sin
importar contra quien o que, nos contó que el era alcohólico
rehabilitado lo que me hizo pensar que me podía ayudar a superar el
estado de mi padre; al bajar del auto tenía tantas ganas de vengarme de
la pandilla que fui al escondite donde guardábamos todas las cosas
robadas tomé el dinero en efectivo, rompí todas las cosa y después les
prendí fuego, tomé una pala y rompí el candado de la puerta para que
no sospecharan de mí y salí huyendo, al llegar a mi casa escuché un
silenció brutal que me llenó de preocupación, cual fue mi sorpresa que
al llegar adentro encontré a mi padre embriagándose que dos de sus
amigos.”

Capítulo V: “Zonas de atención”


Hice una larga pausa en mi relato Lisbeth me preguntó lo que pensaba
y yo le respondí que las personas tenemos ocho ZONAS DE
ATENCIÓN las cuales son: CORPORAL, EMOCIONAL,
APROBATORIA, PREVENTIVA, DE APRENDIZAJE, DE CREACIÓN,
DE SERVICIO y DE MISIÓN. Luego continué con mi relato: “Al llegar
a casa mi padre empezó a presumir de mi habilidad al fútbol y me
sirvió un trago, después obligó a mi madre a que le consiguiera más
licor, vi a mi hermana atrás de la pared escondida, de pronto mi padre
me preguntó de donde había sacado tantos billetes y tuve que contarle
la verdad de la pandilla (claro que no le conté acerca de la cárcel) mi
padre me reclamo diciéndome que él nunca había sido ratero que por
que yo me atrevía a robar, los padres creen que sus hijos deben imitar
sus actitudes, pero no es así, todas las personas imitan las conductas
del grupo donde se sienten aceptados y queridos en este caso la
pandilla.”
Capítulo VI: “Alcoholismo y
cerrazón”
En ese momento recordé una frase que el día anterior me había dicho
Don Joel el padre de Joel, “Eres lo que guardas en la cabeza. Tus
pensamientos te pueden hacer libre o esclavo.” Al día siguiente fui a su
casa y trate de hablar con él, parecía que llevaba mucha prisa así que
subió al auto y me dijo que hablaríamos cuando regresara, desesperado
al ver partir le grité que mi padre era un alcohólico, se echó en reversa
y me subió a su coche me pidió que lo acompañara al trabajo y en el
camino podíamos platicar; una vez en el auto me explicó que es el
alcoholismo, una enfermedad en la cual el enfermo pretende ser
aceptado, empieza por ser un alcohólico sociable bebiendo en fiestas,
poco a poco se convierte en alcohólico por alivio ya que necesita
olvidarse un rato de sus problemas y termina en un gran bebedor el
cual ya no se mide. También conversamos acerca de otra enfermedad
llamada cerrazón la cual consiste en cerrarse a todo y no entender y/o
aceptar algo, en este caso un alcohólico no entiende ni acepta que lo es
lo cual es un gran problema para la familia

Capítulo VII: “Liberarse


interiormente”
Salí huyendo y al brincar una barda me doble un tobillo así que decidí
subir a un autobús y visitar el grupo de ayuda que me había dicho Don
Joel, llegué a la 1 de la tarde y había una reunión de mujeres a las seis
así que me senté y me quedé ahí sentado tan concentrado que no me
fije que llegaban las mujeres de pronto vi una, que era muy hermosa, se
acercó y le pregunté su nombre y el por que estaba ahí, me contestó
que se llamaba Lisbeth y que era un grupo de ayuda para mujeres
violadas.

Capítulo VIII: “Violación”


De pronto mire a Lisbeth y le pedí que ella cumpliera con su parte del
trato y me contara lo que le sucedió después de un poco de insistencia
ella accedió y empezó a relatar: “Esa misma noche que se enteraron de
mi embarazo recibí una llamada telefónica del padre de Martín desde el
hospital así que salí corriendo sin explicar nada de pronto al doblar una
esquina rompí en llanto no aguante más y me senté en el piso a llorar
de pronto escuché pasos levanté la cara y era mi padre el cual me pidió
disculpas nos reconciliamos y salimos a toda prisa hacia el hospital,
una vez ahí nos enteramos de que Martín ya había estado casado una
vez, que no era ingeniero, no tenía auto y no trabajaba, cuando salí de
ahí papá me prohibió volver a verlo y yo lo obedecí, un día me citó en
un lugar por que quería discutir conmigo acerca del bebe

Capítulo IX: “Diferencias sexuales”


La avioneta hizo una pequeña escala, fue entonces cuando Lisbeth hizo
una pausa en su relato y yo le pregunté si el desgraciado que le había
echo eso estaba muerto, ella me dijo que me lo había advertido y que
hubiera sido mejor no contarme nada, me sentí el peor hombre del
mundo ya que no pude impedir que le sucediera eso a mi mujer, pero
tampoco había echo nada cuando el jefe de la pandilla le hizo lo mismo
a una jovencita. Al día siguiente decidí ir con mi antigua maestra de
sicología me bañe con un estropajo de metal y me lastime horrible me
hice rasguños de pies a cabeza sin importarme el dolor; llegué al salón
de mi maestra y solamente le dije que me iba a matar ella corrió hacia
mí y me auxilio diciéndome que me llevaría a levantar un acta y
después a un grupo de ayuda, yo accedí. Al llegar al salón vi a todas
esas mujeres muy bien arregladas y sonrientes por lo que pensé que
todo era una farsa, pero poco a

Capítulo X: “Venganza”
Al verla recordé lo que sucedió ese día que la conocí, cuando llegué a
mi casa mis terribles miedos se hicieron realidad había tres hombres en
mi casa, solo uno era de la pandilla el líder me dieron un cachazo en la
cara y después me obligaron a ir al cuarto de mi tío Ro, vi a mi abuela
minusválida en el piso sin su silla de rudas a l tío desmayado con la
frente abierta y a mi madre atada, al golpearme el malhechor pensó
que estaba desmayado, así que aproveche para desatar a mi madre que
me dijo que mi padre estaba tirado en la sala borracha y que Alma se
había escondido, de pronto escuché sus gritos así que corrí a la
ventana, quite uno de los barrotes y salí, después camine por la orilla
hasta llegar a la siguiente ventana que estaba cerrada, fue entonces
cuando se me ocurrió algo, me sostuve solo de las manos en la orilla de
la ventana y comencé a balancear mis pies hasta que sentí que mis
manos se resbalaban y brinque a la ventana del piso de abajo donde se
encontraban los tres hombres molestando a mi hermana y tome un
tuvo galvanizado,
Capítulo XI: “Causa y Efecto”
Al día siguiente me di cuenta de que necesitaría dinero para pagar a los
matones así que acudí con el padre de Joel, él se negó a prestarme el
dinero para mi venganza ya que me explico que el día que yo robe el
dinero sembré algo y ahora lo estaba cosechando, además de que me
dio algo más valiosa, me explicó como hacerle para que mi padre ya no
fuera alcohólico: lo primero era dejar de consentirlo, no
desentendernos de él, pero hacerle saber que tenía que aceptar las
consecuencias de sus actos, después me dijo que uno debe liberarse
internamente y no depender del alcohólico y la ultima era tener un
careo amoroso, el cual consiste en que cada uno de los afectados le diga
al alcohólico en que lo ha afectado de una manera tranquila

Capítulo XII: “Careo amoroso”


Cuando llegó papá yo tuve que empezarlo todo, al principio Don Joel
me miró con coraje, pero poco a poco me fueron apoyando él, mamá y
Alma, mi padre seguía un tanto necio a pesar de todo lo que le
decíamos, pero lo que lo derrumbo fue que Alma se acercó a él y le dijo
que lo necesitaba, lo abrazo y comenzó a llorar amargamente por lo que
papá accedió a ir a la clínica, Don Joel arregló todo y al día siguiente
todo estaría listo y pasarían por él a la casa. Esa noche no pude dormir
así que fui a platicar con Alma; ella me preguntó si alguna vez me había
sentido inútil por que ella sí fue entonces cuando decidí contarle que
conocía de un grupo donde iban mujeres que habías sido violadas y
acerca del sermón de Lisbeth y eso pareció interesarle, entonces le
conté los planes que tenía de terminar la universidad y la hice que me
prometiera que se cuidaría y saldría adelante.

Capítulo XIII: “Adopción”


Cuando llegamos al aeropuerto tomamos enseguida un taxi y le dijimos
al lugar nos dirigía cuando subimos al auto le pedí a Lisbeth que
continuara con su relato, ella continuó: “Mi maestra fue a buscarme y
me dijo que tenía un amigo que trabajaba en una casa cuna, me llevó y
me pidió que tomara en cuenta esa opción de darlo en adopción, su
amigo me llevó por todo el lugar y me explicó que los bebes tienen más
posibilidad de ser adoptados después de varias horas de meditarlo
acepté aunque me partiera el corazón, el amigo de la maestra me dio
una carpeta y me dijo que ahí estaba toda la información de los padres
que querían adoptar un bebe que yo eligiera a la pareja que lo
adoptaría, mis padres me ayudaron a escoger y me apoyaron no me
dieron teléfonos ni direcciones para que jamás encontrara a mi hijo

Capítulo XIV: “El rascacielos”


Recordé que Lisbeth y yo habíamos aprendido a superar el rascacielos
y que lo que me motivo a subir y subir fue ella, de pronto se abrió la
puerta de la pequeña oficina del hospital y la psicóloga social nos hizo
pasar yo estaba tan enfurecido que las horas me parecieron una
eternidad, la doctora nos explico que mi hermana era heroinómana,
nos apuntó su dirección en un papel, yo tenía tanta ira que salí
corriendo y jale a Lisbeth del brazo; la doctora nos dijo que no la
fuéramos a buscar en ese momento ya que eran las tres de la mañana,
todo enfurecido le pregunté por que y ella me dijo que había
abandonado el tratamiento a la mitad y ahora era una prostituta.

Capítulo XV: “¿Por qué me


excluyeron?”
Al día siguiente llegaron mis padres ya que Lisbeth los había llamado
así que tuve que contarles todo, nunca había visto a mamá tan
quebrantada y desconsolada, de pronto entre la conversación salió a
relucir algo que no me agrado mucho conocer me contaron que el tío
Ro había obligado a Alma a que lo besara y le acariciara sus partes cada
vez que el quería, que cuando mamá obligaba a mi hermana a ayudar al
tío a guardar las cajas del video él a aprovechaba para abusar de ella y
que auque una vez trato de penetrarla no lo logró yo enfurecí más y les
reclame el hecho de haberme excluido ellos se justificaron diciendo que
yo estaba terminando la carrera y no podían molestarme,

Capítulo XVI: “Abuso a menores”


Al llegar a casa de Alma no encontramos a nadie así que mis padres
decidieron ir a la antigua casa para ver si les podían dar alguna
información acerca de ella, en ese momento solo pensé en el
desgraciado del tío Ro, le pedí a Lisbeth que se quedara a hacer
guardia, que regresaría en media hora, fui hacia la casa de Ro, cuando
llegué esa casa me trajo tantos recuerdos, los olores, las texturas todo;
toqué la puerta de la casa y me entere de que la abuela había muerto 5
años antes y que el tío se había vuelto a casar; su esposa me abrió la
puerta entré de golpe y saqué arrastrando y le reclamé todo y estuve
apunto de golpearlo, él le pidió la pistola y ella corrió por ella, lo llevé al
balcón y lo amenacé con aventarlo; de pronto recapacité y me arrepentí
de todo y salí corriendo de ahí.

Capítulo XVII: “Volar sobre el


pantano”
Cuando regresé al departamento no había señales de Alma, de pronto
salió la vecina y nos dijo que tenía una amiga en el departamento 18,
Lisbeth y yo decidimos ir, al llegar nos abrió una muchacha que
después de un rato de dudar nos permitió pasar; después de un rato de
espera salió mi hermana, al principio ella solo se dedico a culpar a todo
el mundo y a tratar de hacerse la victima del destina; hasta que por
fortuna logré hacerla entrar en razón y Lisbeth le hizo razonar que si
ella quería podía ser libre y salir a delante a pesar de todo lo que había
sufrido, al final me confesó algo que me dejo helado ya que me lo dijo
de golpe: Zahid tengo sida… y yo lo único que pude decirle fue: siempre
estamos a tiempo para decir basta, para oír el llamado que tenemos
hacía la felicidad, para sacudirnos el cieno y volar muy alto y muy lejos
del pantano…

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