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ANALISIS SENTENCIAS

PRESENTADO POR:
SEBASTIÁN JIMENEZ RODRÍGUEZ

PROFESOR:
MARIA LUCILA ESPITIA

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA AGRARIA DE COLOMBIA

BOGOTÁ
2018
NUEMERO: C-985/2010.
MAGISTRADO PONENTE: Dr. JORGE IGNACIO PRETELT CHALJUB.
SALA DE DECISION: La Sala Plena de la Corte Constitucional, conformada por los
magistrados Mauricio González Cuervo, -quien la preside-, María Victoria Calle Correa,
Juan Carlos Henao Pérez, Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, Jorge Iván Palacio Palacio,
Nilson Pinilla Pinilla, Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, Humberto Antonio Sierra Porto y Luis
Ernesto Vargas Silva, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y en cumplimiento
de los requisitos y trámites establecidos en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la
presente sentencia con fundamento en los siguientes,
HECHOS.
Los ciudadanos Juliana Victoria Ríos Quintero y Diego Alejandro Arias Sierra demandaron
la constitucionalidad del artículo 10 parcialmente de la Ley 25 de 1992, modificatoria del
artículo 156 del Código Civil, por considerar que vulnera el contenido de los artículos 1, 2,
5, 15, 16, 18 y 42 de la Constitución Política.
Dicen que causal primera de divorcio, podría suceder que el cónyuge ofendido solo se
enterara de las relaciones sexuales extramatrimoniales de su consorte pasados dos (2) años
desde su ocurrencia”, lo cual sobrepasaría el término establecido por el legislador para
iniciar la acción de divorcio. Con lo cual, el cónyuge inocente tiene que, permanecer ligado
al cónyuge culpable aún en contra de su querer, situación que sería contraría a los
principios constitucionales de la dignidad humana, de la inalienabilidad de los derechos de
las personas, y los derechos constitucionales a la libertad de conciencia, el libre desarrollo
de la personalidad, la armonía familiar y la honra del cónyuge inocente, ya que esto le
impide a este intentar restablecer su vida ante el deterioro de su vínculo matrimonial.
Afirman que en las causales 1°, 2°, 3°, 4°, 5° y 7° de divorcio, es común que en el entorno
Colombiano, que el cónyuge ofendido perdone o acepte cualquiera de estas conductas del
otro, a veces por razones emocionales que tienden a generar temor en la soledad o porque
simplemente sus sentimientos hacia su consorte son tan fuertes, que sus agravios les
resultan tolerables; también por la existencia de hijos menores de por medio en el
matrimonio, ante lo cual, los cónyuges en su condición de padres de familia prefieren
continuar con el vínculo jurídico que los une; o porque depende económicamente del
cónyuge inocente hacia el cónyuge culpable no le permite dejarlo a pesar de sus conductas
inapropiadas”. Pero por esto al pasar 2 años se puede convertir intolerable por parte del
cónyuge afectado por lo cual en su sentir, el instituir un término perentorio dentro del cual
se deben denunciar estas causales, impide al afectado valerse de una causal legítima para
obtener la disolución del vínculo, lo cual lo limita para restablecer su vida sentimental.

PROBLEMA JURUDICO.
Para la Sala el término de caducidad para el ejercicio de la acción de divorcio previsto en la
disposición acusada es desproporcionado y, por tanto, contrario a la Constitución. Aunque
persigue finalidades legítimas de la constitución promover la estabilidad del matrimonio y
garantizar que las sanciones ligadas al divorcio basado en causales subjetivas se impongan
en un término razonable, no es necesaria, pues tales finalidades se pueden alcanzar a través
de otros medios menos lesivos en términos de los derechos fundamentales del cónyuge que
desea divorciarse. Además, es desproporcional la medida en estricto sentido, pues si no
cabe la posibilidad de divorcio unilateral, se impone un sacrificio irrazonable al cónyuge
inocente en términos de sus derechos al libre desarrollo de la personalidad, a la intimidad, a
la dignidad en su faceta de autonomía, a elegir el estado civil y a conformar una familia.

RESUELVE.
PRIMERO: Declarar INEXEQUIBLE la frase “en todo caso las causales 1ª y 7ª sólo
podrán alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia” contenida en el artículo
10 de la Ley 25 de 1992.
SEGUNDO: Declarar EXEQUIBLE la frase “y dentro del término de un año, contado
desde cuando tuvo conocimiento de ellos respecto de las causales 1ª y 7ª o desde cuando se
sucedieron, respecto a las causales 2ª, 3ª, 4ª y 5ª” contenida en el artículo 10 de la Ley 25
de 1992, bajo el entendido que los términos de caducidad que la disposición prevé
solamente restringen en el tiempo la posibilidad de solicitar las sanciones ligadas a la figura
del divorcio basado en causales subjetivas.

RATIO DECIDENDI.
Se tiene que tener en cuenta que para garantizar que las sanciones relacionadas al divorcio
basados en causales subjetivas no se tornen imprescriptibles, se tiene que adoptar una
decisión de exequibilidad condicionada de la frase “y dentro del término de un año, contado
desde cuando tuvo conocimiento de ellos respecto de las causales 1ª y 7ª o desde cuando se
sucedieron, respecto a las causales 2ª, 3ª, 4ª y 5ª”, en el sentido de que el términos previsto
en la disposición solamente operan para reclamar la aplicación de las sanciones, no para
solicitar el divorcio. La decisión de dejar exequible como tal es la de preservar la norma
demandada en la medida de lo posible, lo que es acorde con el principio democrático y por
siguiente que excluye del ordenamiento una consecuencia inconstitucional, la cual es la
limitación en el tiempo del derecho a ejercer la acción de divorcio con fundamento en
causales subjetivas garantiza que las sanciones ligadas al divorcio basado en causales
subjetivas se impongan en un término razonable y predecible.
Por otro lado, se tuvo en cuenta que la frase “en todo caso las causales 1ª y 7ª sólo podrán
alegarse dentro de los dos años siguiente a su ocurrencia” debería salir del ordenamiento,
puesto que limita aún más los derechos de los cónyuges inocentes, porque no tiene en
cuenta cuándo éstos tuvieron conocimiento de las causales, con desconocimiento de las
complejidades de la vida matrimonial. El legislador al establecer términos de caducidad y
fijar el momento a partir de cual deben contabilizarse, debe tener en cuenta que la
consecuencia que genera la caducidad solamente puede ser endilgable a aquellas personas
que de manera deliberada o negligente dejan de hacer uso de su derecho de acción. En este
caso, la disposición acusada atribuye una consecuencia perjudicial a una situación que
escapa de las manos de quien la sufre.

NUEMERO: C-821/2005.
MAGISTRADO PONENTE: Dr. RODRIGO ESCOBAR GIL
SALA DE DECISION: La Sala Plena de la Corte Constitucional, en cumplimiento de sus
atribuciones constitucionales y de los requisitos y trámites establecidos en el Decreto 2067
de 1991, ha proferido la siguiente
HECHOS.
El señor Gustavo Adolfo Uñate Fuentes solicito a la Corte que declare inexequible el
numeral 1º del artículo 6º de la Ley 25 de 1992, modificatorio del artículo 154 del Código
Civil, el cual consagra como una de las causales de divorcio “las relaciones sexuales
extramatrimoniales de uno de los cónyuges”. A juicio del acusador, dicha causal de
divorcio resulta violatoria de los artículos 1º, 4, 13, 16, 18, 21, 42 y 94 de la Constitución
Política, por primero porque afecta el principio de dignidad humana consagrado en el
artículo 1º de la Constitución, puesto que restringe la auto disposición de la sexualidad de la
persona, luego de citar la definición del matrimonio contenida en el artículo 113 del Código
Civil, el actor resalta que a través de dicho contrato solemne, se adquieren deberes civiles,
pero no por esa razón se debe entender enajenada la persona en sus derechos.
También cita que viola el artículo 5 de la Constitución, en concreto, el reconocimiento de la
primacía de los derechos inalienables de la persona, puesto que el derecho a la sexualidad
es libre de ataduras puesto que no puede restringirse con ocasión de una vinculación
contractual de matrimonio.
Dice que la norma es discriminatoria y contraria al principio de igualdad (C.P. art. 13), ya
que no contempla la existencia de dicha restricción en la institución de la unión marital de
hecho está desincentivando la formación de las familias bajo el vínculo matrimonial.
Mientras los cónyuges ven restringida su libertad sexual a raíz del compromiso contractual,
los compañeros permanentes no se ven sujetos a la misma limitación, además resalta que,
como consecuencia de lo anterior, los otros compromisos sustancialmente importantes en la
pareja y la familia como el socorro, la ayuda mutua y el respeto están también
desapareciendo.
También da desconocimiento del derecho al libre desarrollo de la personalidad consagrado
en el artículo 16 de la Constitución, pues la libertad sexual está incluida dentro de este
derecho, y el ordenamiento jurídico no puede favorecer la pérdida de tal garantía, según el
demandante esta percepción de los deberes derivados del vínculo matrimonial proviene de
la moral cristiana, la cual el ordenamiento jurídico debería quitarse, para garantizar que se
pueda escoger un proyecto de buen vivir.
También que afecta el derecho a la libertad de conciencia establecido en el artículo 18 de la
Carta Política, a través del cual se respeta la referencia que cada individuo tiene de lo
bueno y lo malo en las elecciones morales, al igual que a la satisfacción que sigue a la
acción considerada como buena y a la insatisfacción y remordimiento que resulta de una
conducta que se considera mala.
Dice que vulnera el derecho a la honra consagrado en el artículo 21 de la Constitución. El
accionante resalta los calificativos peyorativos con los que se suelen agredir a los cónyuges
que son infieles, los cuales se generan “por una causal de divorcio pretérita y llena de
prejuicios sociales”.
Artículo 42 de la Constitución es violentado, puesto que la disposición no ampara a la
familia como núcleo fundamental de la sociedad, según el accionante, la norma acusada da
lugar a la toma de decisiones apresuradas por parte de los cónyuges e infringe daños en la
institución familiar.
El señor Gustavo Adolfo Uñate Fuentes en la demanda se solicitó la inexequibilidad de la
primera causal de divorcio señalada en el artículo 6º de la Ley 25 de 1992 por que, a juicio
del actor, niega de plano los derechos inherentes del padre o la madre que tienen relaciones
sexuales extramatrimoniales, así como los del hijo fruto de esas relaciones. El hecho de que
la existencia de una relación extramatrimonial se pueda invocar como legítima causal de
divorcio, sume al hijo extramatrimonial en una imposibilidad de disfrutar del cariño y la
protección de sus padres y en una situación de desprecio y subvaloración. Por ello reitera
que mientras la disposición acusada siga vigente en nuestro ordenamiento jurídico, todos
esos calificativos seguirán rampantes.
PROBLEMA JURUDICO.
Hay que señalar que establecer como causal de divorcio “las relaciones sexuales
extramatrimoniales”, basadas en nada desconoce los mandatos constitucionales citados
por el demandante, ya que se trata de una medida razonable y proporcional, a través de la
cual se busca proteger el bien jurídico de la familia y las obligaciones sociales derivadas del
matrimonio, sin que la opción de vida de uno de los cónyuges, el infiel, pueda anteponerse
sobre la del otro, toda vez que ello conllevaría un abuso en el ejercicio de los derechos
propios. De acuerdo con lo anterior la Corte debe determinar si es inconstitucional la
medida legislativa que establece como causal de divorcio el que uno de los cónyuges haya
mantenido “relaciones sexuales extramatrimoniales”. En particular, debe definir la Corte
si, por su intermedio, se afecta a la familia como institución básica de la sociedad y se
violan los derechos inalienables del cónyuge infiel a la dignidad humana, a la igualdad, al
libre desarrollo de la personalidad, a la libertad de conciencia y a la honra. Para efectos de
resolver el problema jurídico planteado, la Corte considera necesario hacer referencia a los
siguientes temas: 1- la familia y sus distintas formas de constitución, 2- la diferencia
existente entre el matrimonio y la unión marital de hecho,3- el matrimonio en la legislación
colombiana y 4- la competencia legislativa para regular el tema de la disolución del
matrimonio y para fijar las causales de divorcio, (v) finalmente, a la luz de las
consideraciones expuestas, se hará el análisis de constitucionalidad de la norma acusada.
RESUELVE.
Declarar EXEQUIBLE el numeral 1° del artículo 6° de la Ley 25 de 1992, modificatorio
del numeral 1° del artículo 154 del Código Civil, el cual consagra como una de las causales
de divorcio “[l]as relaciones sexuales extramatrimoniales de uno de los cónyuges”.
RATIO DECIDENDI.
Como tal la fidelidad ataca directamente los lazos afectivos, puede llegar a ser la causa
principal de disolución de las familias de hecho, pero, se insiste, si la misma no se forma
por vínculo jurídico donde medie el consentimiento, su disolución por esa causa no requiere
declaración judicial. Puesto que la ley 54 de 1990, tal como fue modificada por la Ley 979
de 2005, define en su artículo 1° la unión marital de hecho, como “la formada entre un
hombre y una mujer, que, sin ser casados, hacen una comunidad de vida permanente y
singular”. Esto quiere decir que sin perjuicio de que la citada ley, en el cometido de
establecer los derechos y deberes de orden patrimonial de los compañeros permanentes, se
haya ocupado de presumir la existencia de sociedad patrimonial entre ellos y establecer los
casos en que hay lugar a declararla judicialmente.
Ante esto la corte se pronunció y dice que, ni la causal de divorcio referente a las relaciones
sexuales extramatrimoniales de uno de los cónyuges, ni ninguna otra de las causales de
divorcio prevista en la ley tendría porqué extenderse a la unión marital de hecho, por la
simple razón que para dar por terminada dicha unión no se requiere invocar ni probar nada.
No se requiere declaración de autoridad competente porque entre la pareja no existe vínculo
jurídico que disolver. Basta con que uno de los miembros, o ambos, decidan darla por
concluida, incluso mediando un comportamiento intachable del otro, para que opere su
disolución. En el matrimonio, en cambio -lo ha sostenido esta Corporación y ahora se
reitera-“las obligaciones que surgen del pacto conyugal, a pesar de que pueden llegar a
extinguirse por divorcio y éste a su vez puede darse por voluntad de los cónyuges, es
menester lograr la declaración judicial del divorcio para que se produzca la disolución del
vínculo jurídico”

NUEMERO: C-246/2002.
MAGISTRADO PONENTE: Dr. MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA

SALA DE DECISION: La Sala Plena de la Corte Constitucional, en cumplimiento de sus


atribuciones constitucionales y de los requisitos de trámite establecidos en el Decreto 2067
de 1991, ha proferido la siguiente.
HECHOS.
En ejercicio de la acción pública de inconstitucionalidad, los ciudadanos Rocío del Rosario
Menco Escorcia y Luis Hernando Ortíz presentaron demanda de inconstitucionalidad contra
el artículo 6, numeral 6, de la Ley 25 de 1992 “por la cual se desarrollan los incisos 9, 10,
11, 12 y 13 del artículo 42 de la Constitución Política.
La Asamblea Nacional Constituyente decretó y consagró valores de contenido sustantivo
que guardan relación con las cualidades del orden social que deben prevalecer en nuestro
Estado. Se determina como fundamentos del orden político a la dignidad humana y a la
solidaridad, entre otros. El mismo artículo 1 de la Constitución, en concordancia con el
artículo 95, consagra la solidaridad como uno de los deberes básicos del Estado y establece
que es deber de todas las personas, obrar conforme al principio de solidaridad social,
respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la
salud de las personas.
Dicen que como tal el Articulo demandado vulnera el principio de solidaridas ya que le
brinda la oportunidad al cónyuge sano de incumplir las obligaciones respecto del otro
cónyuge contraídas al momento de la celebración del matrimonio, contribuyendo a la
desestabilización social y consecuentemente a la desintegración del núcleo familiar, como
quiera que se le abren las puertas a la legitimación de la conducta deshumana del cónyuge
que fría, indiferente e insolidariamente resuelve divorciarse del cónyuge enfermo sometido
a circunstancias difíciles y quizás angustiosas, condenándolo en ese momento a padecer en
soledad la enfermedad que le agobia. Por otra parte, se debe considerar que en la actualidad
existen medios idóneos de protección indicados en normas de higiene y de salud tendientes
a evitar el contagio y proliferación de enfermedades en las personas, a las cuales puede
recurrir el cónyuge sano para evitar la contaminación a la cual hace referencia el artículo
demandado

PROBLEMA JURUDICO.
Como tal la Corte Constitucional entra analizar si, el contenido normativo que señala como
causal de divorcio toda enfermedad o anormalidad grave e incurable, física o psíquica, de
uno de los cónyuges que ponga en peligro la salud mental o física del otro e imposibilite la
comunidad matrimonial, configura una violación del deber de solidaridad al que alude el
artículo 95 en concordancia con el artículo 1 de la Constitución Política. También se
identificarán los derechos que resultan comprometidos por la decisión del legislador
consagrada en la referida causal de divorcio; y, finalmente se tendrá que analizar la
armonización entre los deberes y derechos enfrentados en el evento descrito por la
disposición acusada.
RESUELVE.
Declarar EXEQUIBLE, por el cargo analizado, el numeral 6 del artículo 6 de la Ley 25 de
1992 en el entendido que el cónyuge divorciado que tenga enfermedad o anormalidad grave
e incurable, física o psíquica, que carezca de medios para subsistir autónoma y dignamente,
tiene derecho a que el otro cónyuge le suministre los alimentos respectivos, de conformidad
con los criterios expuestos en el apartado 7 de esta sentencia.
RATIO DECIDENDI.
Como tal se concluye que las condiciones para que se configure la causal 6ª de divorcio son
concurrentes, puesto que no basta que sea concurrente la enfermedad o discapacidad grave
e incurable de uno de los cónyuges afecte la salud física o mental del otro cónyuge y mucho
menos basta que dicha enfermedad o discapacidad haga imposible la comunidad
matrimonial. La ocurrencia de una sola de estas condiciones es insuficiente para invocar el
divorcio. Ambas condiciones deben concurrir para que el juez pueda declarar la disolución
del vínculo matrimonial, con lo que el legislador ha hecho bastante exigente el divorcio por
razones de enfermedad o discapacidad. Como tal la Corte se pronunció y dijo que no le
correspondía, sin embargo, entrar a pronunciarse sobre la constitucionalidad de las
mencionadas condiciones, por gravosas que sean, puesto que no existe un cargo específico
sobre este otro asunto. De este modo, la Corte declarará la exequibilidad del numeral 6 del
artículo 6 de la Ley 25 de 1992, tan sólo respecto del cargo presentado por los actores en la
demanda, con el condicionamiento anteriormente formulado. Tal decisión no supone una
evaluación sobre el grado de afectación que la aplicación de los requisitos concurrentes
exigidos por el numeral 6 del artículo 6 de la Ley 25 de 1992 tiene en la persona del
cónyuge que la invoca.

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