Está en la página 1de 5

Lo Circunstancial y lo Evidente.

Texto incluído en el libro de fotografía, «Evidence» de Larry Sultan & Mike Mandel.
Traducción Inglés/Español sin revisión, por Micaela Ritacco. Enero 2020.

Al semántico general, Alfred Korzybski, le gustaba señalar que lo que nos


diferencia de los primates es algo así como “un cuarto de pulgada de corteza”.
Si bien tenemos algunas otras características distintivas, solemos olvidar o
ignorar las circunstancias extrañas o irreconocibles que subyacen y rodean
todo lo que nos resulta familiar y evidente. Tomemos al caso planteado en el
siguiente dicho popular: “Lo familiar produce contexto”, y es que está debajo
de nuestras circunstancias también puede resultar una subversión de nuestro
sentido común. “Tal y como un mago hace milagros con objetos cotidianos,
como cartas, monedas, pañuelos y conejos.” (1) Lo sorpresivo, como
denominador común del comportamiento creativo y nuestra respuesta, lo que
comúnmente llamamos comedia, suele ser una resurrección de lo familiar
-aquello que damos por sentado- puesto en ridículo; en un contexto no-
familiar. Me refiero a lo circunstancial, lo que generalmente nos impide - a
nosotros, a excepción de “ese niño que todos llevamos dentro” — a ver lo
evidente. A veces se trata de un único impulso que nos habilita a reconocer:
“El emperador está desnudo!” (2)

Consideremos, éstas relaciones: Vos y yo, aún con una visión 20/20,
compartimos con una persona ciega determinado grado ceguera. -el autor
señala, además tres clasificaciones diferentes para ceguera: sociológica,
psicológica y legal - Deberíamos poder mensurar esa fracción de
aproximadamente 5 mm de la fóvea de cualquiera de nuestros dos ojos hacia
nuestra nariz. Encontraríamos ahí un punto ciego de aproximadamente 1 mm
de diámetro donde las redes de la retina se encuentran para formar el nervio
óptico. (3) Seríamos tan ciegos como el murciélago del proverbio en el rincón.
Un considerable número de accidentes suceden porque sujetos de visión
evidentemente normal de hecho también experimenta ese vacío. — Itálicas
mías, tomándome la libertad de usar los términos de Martel.— Existe un
factor compensador, igualmente. Nuestros ojos están separados algunos
centímetros por el puente que conforma nuestra nariz; éste paralaje y la
manera en la que nuestros dos ojos están conectados por nervios y músculos,
habilita a uno de nuestros ojos a cubrir el punto ciego, aquello que el otro de
nuestros ojos no pude ver, en la mayoría de las circunstancias cotidianas.

Podemos tener una visión 20/20, y siendo hombre tenés 1 entre 12


chances de no ser sensible a determinados colores. 1 en 200 siendo mujer.
Pero hasta en éste caso existe un balance compensatorio entre los sexos, como
ilustra el ejemplo del gran muralista Mexicano que no era sensible a los
colores. Era su mujer quién mezclaba sus paletas.

Mi punto es es presentar una especie de ying/yang entre lo circunstancial


y lo evidente. Las bases físicas y sociológicas de la condición humana de
supervivencia, siempre ha sido posible gracias a balances compensatorios
relativos a la edad, sexos, condiciones físicas secundarias, orígenes étnicos,
etc. (“La Guerra y la Paz siempre fueron más que opuestos. Tienen tanto en
común que no podemos entender completamente uno sin el otro.) (4)

Consideremos ahora las instancias donde o bien lo circunstancial o bien


lo evidente, están deliberadamente comprometidos o camuflados entre sí.
-Vamos a permitirnos considerar casos no tan contundentes como Vietnam o
el Watergate. Alguna vez jugaste a algo parecido al “skip read”? En ese juego,
una persona lee una oración, párrafo, o la página de algún libro y se lo pasa a
otra, que elige un pasaje preferido o aleatorio a cierta distancia del texto del
primer lector y lo lee, le pasa el libro a otra persona y así. A veces estas elipsis
lógicas son más elegantemente económicas y precisas que una lectura fiel de
todas las circunstancias narradas entre esos párrafos, puestas en evidencia por
las lecturas. Muchas veces, sin embargo, los saltos dentro de la presunta lógica
crea nuevos significados, que comienzan como piezas de un rompecabezas.
Para resolverlo tenemos que profundizar y rodear lo evidente (aquellas
palabras presentes ante nosotros) con circunstancias materiales. Si el libro es
más bien convencional en sus formas no será un gran problema: podemos
adivinar el argumento así como con cualquier clásico o novela basada en ellos.
Completar los vacíos — leer entre líneas— es simple por que la forma es
conocida y es como el árbol, vacío de hojas en invierno, cuya estructura estará
ahí también en verano, cuando se cubre de hojas pimpollos y frutas, lo cual no
nos impide adivinar la estructura. A pesar de los detalles de las raíces y
florecitas que pueden distraer nuestra atención con el mero espectáculo de
colores brillantes la estructura permanece. (Algunos años atrás, en una
excavación arqueológica, descubrimos una tumba: alrededor del esqueleto de
lo que parecía ser una mujer mayor, había esqueletos de hombres jóvenes cuyo
cráneo estaba machucado rodeados por una serie de huesos decorativos
tallados. La instancia ceremonial, el drama ya no estaba allí, como las ramas y
las hojas no están en el árbol durante el invierno. Tuve una vez un profesor
que solía recordarnos que la Arqueología no era más que la Sociología sin la
gente alrededor para explicar las relaciones entre los restos— the gaps
between the remains.) —Ver acá las relaciones arbitrarias entre idea y
concepto, lo arbitrario de la flecha del tiempo en Martel.

Otro ejemplo: Alguna vez fuiste a una muestra de fotografía, por ejemplo,
o revisaste un libro de fotografías para luego ver una película o algo en
televisión? Como los puntos ciegos de nuestros ojos, en el juego del skip-read,
o el árbol en invierno vs. el árbol en verano, o el lapsus temporal arqueológico,
siempre existe un gap de espacio y/o temporal (vamos a usar aquí el viejo
concepto de la relatividad: “tiempo-espacio” entre lo evidente y las
circunstancias — y en éste caso, entre los marcos de las fotografías que cuelgan
de la pared de una exhibición, entre las páginas de un libro de fotografías.
También existen, aunque de manera menos evidente, elipsis entre los
fotogramas de una película, donde además suelen existir cortes deliberados —
llamados “edición”, que llevan nuestra atención de una circunstancia evidente
hacia otra, acompañados por el arrullo de una música y de la palabra, que nos
permiten pensar que estamos ante un contínuoum. Existen dispositivos
compensatorios para establecer las relaciones entre los gaps. Nuestros
sentidos también cuentan con una condición psicológica, que nos permite
percibir las cosas como continuas, o al menos, articuladas: en el caso de la
visión, una especie de delay, llamado “persistencia retiniana”, lo que le da a
nuestros ojos, a nuestro cerebro, la ilusión de lo cursivo, mientras vemos
televisión o una película (o cuando al hojear rápidamente uno de esos libritos
de imágenes fijas parecen animarse). No percibimos siempre la distancia entre
dos notas, y cuando esa pausa es parte de la composición el silencio resulta tan
importante como el sonido mismo. Si la pausa es muy larga, la persistencia de
la audición puede interpretar la ultima nota en continuidad con la siguiente; y
si es muy corta, puede dar lugar a otra interpretación diferente. Si bien ciertas
condiciones heredadas pueden limitar el sentido de algunas personas, o
determinados daños en el sistema nervioso central pueden limitar la
capacidad asociativa que nos permite percibir una continuidad, hay además
condiciones socioculturales que también nos limitan, una de las cuales es la
literatura.— tanto la persistencia retiniana como la auditiva, creo que tienen
más que ver con el hecho de que neurológicamente construimos sentido. Uno,
otro, y así en cadena.

La UNESCO, hace bastante tiempo ya, un grupo médico estaba tratando a


comunidades del Congo, África. Habían sido antecedidos por un grupo de
información: se proyectaba una película en cada pueblo, explicando como se
contagiaban algunas enfermedades y lo procedimientos de inoculación, para
luego responder algunas preguntas. Rápidamente descubrieron que los
pueblos literatos captaban muy rápidamente el mensaje de la película, y las
preguntas que hacían eran respecto de detalles por alguna razón se habían
perdido pero que estaban en la película. Por el contrario, los pueblos con
menor cultura literaria en general no captaban el argumento de la película, es
decir estrictamente qué causas y cómo se relacionaban con determinados
efectos, pero sorprendían al grupo de información al recordar una cantidad de
detalles con una precisión que los hacía volver más de una vez sobre el
material para confirmar las observaciones.

(Estuve una vez en un panel con un sociólogo y un abogado criminal,


luego trabajamos con un fiscal público. El tema del panel era la censura; las
distinciones entre lo obsceno, lo pornográfico, lo de mérito artístico lo social
compensatorio. Rápidamente la atención de mis compañeros se desvió y nos
encontrábamos discutiendo sobre las circunstancias que habrían provocado
un crimen, evidencia y veredictos. Realmente enojado, el abogado le había
gritado al sociólogo: vos no serías capaz de reconocer una pieza de evidencia
por más que la tuvieras pegada en la nariz. A lo que el sociólogo le contestó: “y
evidentemente vos no podrías reconocer las circunstancias que lo provocaron
porque sos parte constitutiva de ellas”. Nada se resolvió ese día.)

Un ejemplo más: alguna vez entraste a una película luego de comenzada y


tuviste que salir antes de que termine? No te te resultó inquietante pensar en
lo poquito que habías podido ver? Podríamos hacer una analogía obvia pero
aún así perturbadora: todos llegamos a éste mundo y éste ya se encuentra en
funcionamiento, hay vacíos entre lo que sabemos sobre él y nos vamos antes
de que todo termine — la vida es eso. Podemos hacernos algunas preguntas
dolorosas con ésta pequeña rima:

“And how am I to face the odds


Of man’s bedevilment and God’s?
I, a stranger and afraid
In a a world I never made”

Con eso, Ashley Montagu termina su libro The humanization of man. (5)
La respuesta de Montagu ante la simple pregunta sobre cómo podemos
enfrentar —simplemente— la adversidad es la siguiente: reune a toda la raza
humana —toda, en lo posible. Reconquistá tu propio corazón al renovar la
curiosidad y la tolerancia de la naturaleza de las cosas en general, aquello que
es circunstancial, que subyace y rodea el evidente Estado de las Cosas.

Rober F Forth
Dean, California College of Arts and Crafts
Oakland, California, January 1977

1. La cita completa es: “Únicamente un mago puede hacer milagros con objetos
absolutamente familiares como cartas, pañuelos, monedas, conejos. Paul Klee establece
relaciones no familiares entre ellos para materializar lo desconocido.” De la introducción de
la traducción de Syibyl Moholy-Nagy of Paul Klee: pedagogycal Sketchbooks, Frederick A.
Praeger, Inc. N.Y., 1953.
2. Child es usado aquí como Thomas A. Harris lo usa en su I’m O.K.; You’re O.K., Harper and
& Row, N.Y. 1969, como parte de la tríada: niño / padre / adulto, que él y otros utilizaban
para reemplazar la vieja y freudiana id / ego / superego y quizás algunas más: padre / hijo /
Espíritu Santo
3. Ese milímetro de diámetro del punto ciego donde el nervio óptico pasa por la retina, cubre
algo así como 6.5 grados de tu campo de visión total, asumiendo una visión panorámica
estadística promedio. Si no, el porcentaje de tu visión total tomado por el cono proyectado a
partir del punto ciego es aún mayor. Si, por alguna razón, alguna exposición dañina al reflejo
de algunas superficies de alta intensidad, algunos de los conos o bastones de tu ojo están
lastimados, no te darías cuenta, no lo sabrías, no podrían funcionar para precisamente “ver”.
4. De Geoffrey Blainey’s The causes of War, the Free Press / Macmillan, N.Y., 1973.
5. Ashely Montagu. The Humanization of Man, Evergreen / Groove Press, N.Y., 1964.

También podría gustarte