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Capítulo 3, London, capital de Gran Bretaña

MUSICA: Angie
Rolling Stones

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Perfectamente descansados, despertaron con


el ronco bocinazo de la sirena del barco que
anunciaba su entrada a un puerto, Portsmouth,
invadido por gaviotas y buques de guerra.
Atracaron y salieron rápida y discretamente.
En el mismo muelle tomaron un autobús rojo de dos pisos que, rasgando la
pálida niebla, les condujo a Londres, London le dicen los ingleses.
Antes de llegar se cruzaron con un convoy de la policía en sentido
contrario. Ricamente sentados, imaginaron cómo entre brumas y a golpe de
sirena acordonarían el ferrys en el que descubrirían la furgoneta que ellos
ya no necesitaban, pues contaban con el metro, cuyo funcionamiento
Nabintou y Denis controlaban perfectame
Se encaminaron al Museo de Historia Natural para asegurarse del
lugar de origen del árbol que aparecía en el plano del tesoro. Casi no lo
consiguen, pues no había forma de apartar a Carlos del formidable esqueleto
de dinosaurio que ocupaba la sala de entrada y del que se había enamorado.
Finalmente acabaron asegurándose de que su destino era el lejano Oriente.
Sólo quedaba tomar un avión y... ¡A volar!

Pero salió la vena intelectual de Leire afirmando que no podían irse sin
visitar la ciudad. Así, pusieron en hora sus relojes con el Big Ben, subieron a

la Torre de Londres y atravesaron


el Tower Bridge sobre el río Támesis. En el Soho probaron comida y fruta
exótica y las coquetas de Ainhoa y Leydy se hicieron con braguitas
fosforescentes en un bazar chino. A Eneko lo sacaron arrastras del Spicker
Corner, no paraba de discursear a los sosos paseantes de Hyde Park.
Finalmente, a propuesta de Nabintou, que no aguantaba las mordidas de su
estómago, en Picadilly engulleron canapés de patata con mantequilla,
hamburguesas y unos pluncakes.
—¡Vaya comida basura! —afirmó seria Leire— Si me ve mi aita…
Todos estuvieron de acuerdo en que eran una porquería en
comparación con las delicias que elaboraban con Manolo en cocina. Luego se
inflaron de caramelos, todos salvo Denis que no soporta las chucherías.
Acallados los estómagos, pensaron en los pasajes de avión. Se dieron
cuenta de que era necesario conseguir libras. Éstas no tienen nada que ver
con su masculino, libros, aunque en Londres eran tan necesarias como los
libros, puesto que es la moneda de los ingleses que, un poco raritos, utilizan
libras en vez de euros como el resto de los europeos.
En un bar —pub les llaman ellos—, solicitaban actores en vivo. Cuatro
actuaciones fueron suficientes. Leire entró dura y enloqueció a los jóvenes
on su rap escolar, Aibnhoa les relajó con sus malabares una canción de
Leydy emocionó y arrancó los aplausos del público y, como colofón, el baile
del vientre que se marcó Carlos mareó a quienes aún no había mareado la
cerveza. A las once sonó una campana y todos a la calle. Los siete salieron
con un considerable fajo de libras y rechazando mil ofertas de trabajo.

Descansaron en una pensión sencilla para no levantar sospechas y al


siguiente día fueron a una compañía aérea a comprar los pasajes para volar
al sur de Asia, el Lejano Oriente. Con gestos y un poco de inglés que se le
había pegado a Ainhoa de un novio neocelandés con quien había ligado en San
Fermín, solicitaron los billetes de avión a la escuálida dependienta.
Nabintou se dio cuenta de cómo la flaca de la agencia de viajes
telefoneaba a la policía. Lo hizo saber a sus colegas y salieron de estampida
para dirigirse a la estación del tren. Allí, en una máquina automática
consiguieron billetes para París y permanecieron en la penumbra de una sala
de espera para no ser reconocidos.
Leydy, simulando bailar distraídamente al ritmo marcado por sus
auriculares, fue a ojear los periódicos. En la edición de “El País” para
ingleses, que se vendía en aquella estación, aparecían los titulares: “Cuadrilla
de amigos fugados desde el Vasque Country, localizados en London. La
furgoneta robada ha aparecido en un ferrys. Últimas informaciones apuntan
su supuesta intención de salir del país en avión”
—¡En avión! ¡Je, je! —río Leydy.
Entraron sin problemas al tren. Una vez en el vagón, surgió la
discusión acerca de cómo un tren podía atravesar el mar.
—Se montará en un barco —supuso Leire.
—Si se monta en un barco, me cago —aseguró Carlos.
—Igual es el puente más largo del mundo, cruza el Canal de la Mancha
y el tren va por arriba —aventuró Eneko.
—¿Un puente de mogollón de kilómetros? ¡Qué guay! —exclamó
Ainhoa.
—¡Guau! ¡Qué emoción! —añadió Denis simulando escalofríos.

Mapa
Retratos

Formas de vida
Comidas típicas

Receta
RECETA DE FISH AND CHIPS

Ingredientes para 2 personas

• 2 filetes de bacalao fresco sin espinas


• 1 huevo
• 100cl. cerveza
• 100 gr. de harina
• 750 gr patatas grandes
• 100 cl. aceite de girasol
• salsas al gusto

Elaboración

Batir el huevo con medio vaso de cerveza y uno de harina. Rebozar


el bacalao en esa pasta y ponerlo a freir a ser posible en freidora ala
vez que unas patatas cortadas gruesas. Si no es posible en freidora
cada vez una cosa. Servir como los ingleses sobre papel de periodico
para que absorva el

Precios

Nº PERSONAS 2

Precio Precio
Ingredientes Cantidad Unidad Cantidad
6.65 2.42
Bacalao 2 filetes
100 gr.
1.04 0.8
Huevo 1 u.
0.69 0.34
Cerveza 100 cl.
0.39 0.09
Harina 100 gr.
2.25 0.56
Patatas 750 gr.
0.95 0.95
Aceite de girasol 100 cl.
320gr 0.66 0.33
Salsa (mahonesa, kechup ..)
TOTAL RECETA

TOTAL PERSONA 1.95

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