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U M aku i P m .a c io s - T r .

-w k S m t o r d

d e 13 grados centígrados, m ientras que Cali, a un poco m ás de 1.000 m etros,


1 d isfru ta de un verano perm anente. La población que habita en el nivel del m ar,
PAÍS FRAGMENTADO: CO NTINUIDAD Y CAMBIO com o en la costa atlántica o en altitudes m uy bajas, en los valles del río M ag d a­
EN LA GEOGRAFÍA ECONÓMICA DE COLOMBIA lena o en los Llanos O rientales, debe soportar tem p eratu ras aú n m ayores, d e 27
a 30 g rad os centígrados en prom edio.
El clim a colom biano es tropical no solo por la constancia de las te m p e ra ­
tu ras locales sino por la abundancia de lluvias en casi todo el territorio. T em pe­
ra tu ra constante y lluvia ab u n d a n te producen una vigorosa vegetación. Esto es
cierto en las tierras bajas y en las m ontañas que, por lo general, ofrecen u n tono
v erd e esm eralda que contrasta con la desolada aridez de la vertiente occidental
d e los A ndes peruanos.
H istóricam ente las cordilleras de los A ndes han do m in ad o la topografía
colom biana y, en m uchos aspectos fundam entales, han establecido las co n d i­
ciones de vida. Al m enos desde la época de la conquista española y, por lo que
se sabe, tam bién en la era precolom bina, las m ayores den sid ad es h u m an as se
encon traban en las altiplanicies que perm itían escapar del calor y de las enfer­
m ed ad e s tropicales y ofrecían condiciones favorables a la agricultura. Un nueve
por ciento del territorio colom biano se localiza entre los 1.000 y 2.000 m etros,
en vertientes o valles interandinos de clim a tem p lado y confortable, y un seis
por ciento por encim a de los 2.000 m etros, d o n d e las tem p eratu ras son frías,
E n s u RETRATO DEL A I S L A M I E N T O del pueblo de M acondo en Cien años de so­ sim ilares a la prim avera o al otoño de la zona tem plada del planeta. En este 15
ledad, G abriel G arcía M árquez señala un aspecto fund am ental de la geografía por ciento del territorio vive la m ayoría de la población; casi dos tercios en el
histórica de Colom bia. D urante la m ayor p arte de su historia d espu és de la C on­ siglo XIX, y en 1964 un poco m ás del 60 por ciento. En contraste, la población es
quista, la población ha sido escasa y ha vivido esparcida en com un idades p e­ escasa en las tierras cálidas, por debajo de los 1.000 m etros. En el últim o siglo
q u eñ as y desligadas. Los pocos relatos de viajeros del siglo xviii y los m uchos y m edio han albergado un poco m enos de un tercio de la población totaE. Los
del siglo XIX describen gran d es extensiones del territorio casi sin habitantes. Esta Llanos O rientales y la región am azónica, en el sur, que conform an m ás de la
escasez y dispersión de la población han dificultado el desarrollo de las vías de m itad del territorio (56 por ciento), albergan un poco m ás del uno por ciento de
com unicación y la integración económ ica de Colom bia. la población nacional. Las selvas tropicales del Chocó, en el noroccidente, y la
O tras dos características de la geografía son fundam entales: sus regiones sem idesèrtica península de La Guajira, en el nororiente, tam bién están m uy poco
m ás p obladas son a la vez tropicales y m ontañosas. La línea ecuatorial atraviesa pobladas. Sin em bargo, con el tiem po fueron sucediéndose m igraciones im por­
el país, de cuyo territorio dos terceras partes q u ed an en el hem isferio norte y el tantes hacia las tierras bajas, proceso que se aceleró en el siglo xx.
tercio restante en el sur. A un que algunos territorios llegan hasta los cuatro gra­ A lo largo de la historia colom biana, la zona baja de m ayor poblam iento
dos d e latitud sur, la m ayoría de la población vive entre los tres y once grados ha sido la costa atlántica. A ntes de la conquista española, la costa caribe pare­
d e latitu d norte. D ebido a la ubicación tropical, las tem p eratu ras de cualquier lo­ ce h aber albergado im portantes concentraciones de población. D espués de la
calidad perm anecen m ás o m enos constantes a lo largo del año. Las variaciones conquista, estas poblaciones indígenas fueron diezm adas. N o obstante, bajo la
d e p e n d en principalm ente de la altitud. Bogotáb situ ada a 2.600 m etros sobre el dom inación española la región C aribe adquirió una nueva función com o inter­
nivel del m ar, goza de una prim avera fría con u n a tem peratura p rom edio anual m ediaria entre las zonas m ás pobladas del interior y el m u n d o exterior. Las ciu­
d ad e s costeras —C artagena, Santa M arta y Riohacha en el periodo colonial, y
B arranquilla a partir de la segunda m itad del siglo xix— fueron lugares de trán­
' D esd e la co n q u ista esp a ñ o la la capital d e C olom bia, al igu al q u e el país, ha recib id o d istin tos sito d e los bienes que se im portaban y exportaban. Sobre todo para C artagena,
n om b res. En la C olon ia se la co n o ció co m o Santa Fe o Santafé, se g u id a d e B ogotá. En el p eriod o
rep u b lica n o se la llam ó sim p lem en te Bogotá. Sin con su ltar a n ad ie, lo s c o n stitu y e n tes d e 1991 resol­
Santa M arta y B arranquilla, su conexión con el río M agdalena, que vinculaba
v iero n v o lv er al n om b re colon ial. En este texto la llam arem os Santa Fe d u ran te la C olon ia y B ogotá
d e s p u é s d e c. 1819. ^ Pardo Pardo, A lberto, Geografía económica y humana de Colombia, Bogotá, 1972, p p .79-80.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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> M ARCO f^\l AC IO S - f-RA\k SAFI-ORO

la costa con el interior del país, fue de sum a im portancia. O tra zona destacada hum edad del ambiente forman charcos profundos en los que las bestias se h unden
sobre el Caribe, el istm o d e P anam á, tam bién fue u n im portante centro de trá n ­ a cada paso hasta la cincha^.
sito, en este caso entre los océanos A tlántico y Pacífico y sus costas en Am érica.
En gran p arte p or su estrecho vínculo con el com ercio exterior, y con el m u n d o Según la opinión establecida, esta parte alta de la ru ta no era la peor. Los
en general, la zona caribe se desarrolló con características m uy propias, qu e la tram os bajos eran pavorosos. Así lo hizo constar u n viajero norteam ericano por
diferencian de las a p a rtad as regiones del interior del país. Su población se id e n ­ los m ism os años:
tifica con la vida y la cu ltu ra del Caribe, en contraste con la m ayor parte d e la
población de las zonas m ás aisladas de los Andes. En Villeta llegamos a la conclusión de que nada podía ser peor al camino que has­
ta allí descendía. El tram o a G uaduas demostró nuestro error. Era horrible: ¡bajar,
Si los altiplanos brin d aro n a la población un am biente propicio, tam bién
bajar, bajar! rocas, barrancos, precipicios, acantilados, pantanos, así una y otra vez.
dividieron el país económ ica, cultural y políticam ente. Los A ndes colom bianos
Los desfiladeros ascendían pareciendo absorber la hum edad de una atmósfera
no form an una sola cadena m ontañosa sino tres im ponentes cordilleras que n a ­ calurosa y desm oronarse al contacto; colinas que habían cedido en la base, incli­
cen justo al norte de la frontera con el Ecuador y corren m ás o m enos paralelas nando los barrancos y hondonadas em pinandas, lavadas por la inundación de la
en dirección norte-noreste. N o alcanzan estas las im presionantes alturas de los m ontaña que dejaba sueltas y desnudas las grandes rocas sobre las cuales, y solo
A ndes peruan os y bolivianos. A lgunos picos de las cordilleras C entral y O riental sobre las cuales, yacía el camino para el hombre y la bestia...^.
están por encim a de los 5.500 m etros, pero la altitud p rom edio en las dos es de
unos 3.000 m etros. La cordillera Occidental, que establece el lím ite con la región Los peligros de este cam ino eran tales que los propietarios de recuas no
de la costa del Pacífico, tiene u n a altitud prom edio de 2.000 m etros. A un así, las aceptaban carga en las épocas de crudo invierno debido al gran riesgo para los
tres cadenas han sido form idables barreras para la com unicación de las regiones anim ales. A un d u ran te el verano, los fletes de m uía fueron relativam ente altos:
colom bianas y del interior del país con el m un d o exterior. de 22 a 34 centavos por tonelada-kilóm etro a m ediados del siglo xix. En estaciones
Estas dificultades p u ed e n ilustrarse con el caso de la ap e rtu ra del llam ado de lluvia o cuando la guerra civil hacía escasear las m uías, los fletes se duplicaban
paso del Q uindío que, siendo una de las principales rutas de la cordillera C entral (40 a 60 centavos por tonelada-kilóm etro). Por la m ism a época, la construcción de
a fines del periodo colonial, difícilm ente podía atravesarse en m uía. H asta bien canales y ferrocarriles en los Estados U nidos había logrado abatir los costos de
en trad o el siglo xix, m uchos viajeros debían ser cargados en sillas, atadas a las transporte terrestre a cerca de 1,25 centavos por tonelada-kilóm etro.
espaldas de otros hom bres considerados m ás seguros que las bestias. M uchas Puesto que el cam ino de H onda a Bogotá fue m uy utilizado por la clase
rutas de las tres cordilleras p resentaban dificultades sim ilares y hasta term inar el alta y los viajeros extranjeros, fue objeto de m uchas m aldiciones y lam entos.
siglo se cruzaban a lom o de m uía o a caballo, si las condiciones eran favorables. Pero no fue excepcional. Casi todos los pasos m ontañosos, com o los que co m u n i­
Los viajeros de la C olonia y del siglo xix dejaron vividos relatos de los caban las poblaciones de Boyacá y S antander en el oriente y A ntioquia y el valle
horrores de ascender o descend er el cam ino de h errad u ra que unía a la sabana geográfico del C auca en el occidente con el río M agdalena, ofrecían condiciones
de Bogotá con H onda, el principal p u erto del río M agdalena en el interior. Este sem ejantes au n q u e fueron descritos con m enor frecuencia.
cam ino fue la ruta obligada de los viajeros y del com ercio con la costa atlántica y La dificultad del tran sp o rte m antuvo separados a los habitantes d e las
de gran parte del tráfico en tre el oriente y el occidente del país; au n así, d u ra n te altiplanicies en dos zonas claram ente dem arcadas. La de la cordillera O riental,
m ás de trescientos años fue u n a av entura recorrerlo. D esde el río hasta la sabana el oriente, form ada por sus num erosos flancos, repliegues y valles interiores,
de Bogotá el cam ino ascendía y descendía por repliegues sucesivos, antes de re­ incluido el piedem onte que da a los Llanos, y la región occidental, form ada por
m ontar el tronco principal de la cordillera. En el corto trayecto de 77 kilóm etros las cordilleras C entral y Occidental, con el valle del río C auca flanqueado por
ganaba los 2.600 m etros. A los inconvenientes del relieve se añadía el clim a de am bas. Si las com unicaciones entre las grandes zonas fueron difíciles hasta bien
la región que atravesaba. Furiosas y frecuentes torm entas tropicales arrasaban av anzad o el siglo xx, el transporte dentro de cada una de ellas lo fue ligeram ente
tram os de la vía y dejaban im pasables otros. Un viajero británico recordó así su menos.
descenso por el cam ino de H on da a principios de la década d e los años 1820: En las estribaciones altas de la cordillera O riental aparece un conjunto de
m esetas com unicadas entre sí que perm ite viajar con facilidad d esde Bogotá, en
... espantoso, subiendo y bajando siempre por un em pedrado áspero, roto por los el sur, hasta Sogam oso o M oniquirá en el norte. Esta región, conform ada p o r los
torrentes violentos de la m ontaña... Las muías se m antienen de pie con la m ayor
dificultad saltando de un prom ontorio a otro y poniendo al jinete en peligro inm i­ 3. Letters ivritten from C olom bia...1823, p.78.
nente de desnucarse. Donde el camino no está em pedrado, el tráfico constante y la 4. D u an e, p. 577.

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f lisro K iA DI' C o i o v ih ia . P a is i k a g .m i .n i a i x ), s c x -h d a d d iv id id a 17 M a r c o P a i .a c io s - ì ' r a x k S a i t o r i i

actuales d ep artam en to s de C undinam arca y Boyacá, ha estado integrada, c u ltu ­ H asta la m itad del siglo xix, viajar rio arriba fue un p u rg ato rio para q u ie­
ral y politicam ente, desd e los tiem pos precolom binos hasta el presente. Al norte nes tuvieron que vivir la experiencia. D esde la costa atlántica hasta H onda, las
de los altiplanos cundiboyacenses aparece la región de G uane, el actual d e p a r­ em barcaciones recorrían 950 kilóm etros, m ovidas por la fuerza m uscular de bo­
tam ento de S antander, m ontañosa y cortada p or cañones profundos; topografía gas, diestros en el m anejo de largas varas de m adera con las cuales presionaban
accidentada qu e le a y u d a a conservar un a id en tid ad propia. contra el lecho del río. La duración del viaje dep en d ía en p arte de las condicio­
Si las altiplanicies de la cordillera O riental p erm itieron u n a integración nes del río. Un oficial español del siglo xviii inform ó que en las m ejores condicio­
parcial, el valle del río C auca desem p eñó un papel sim ilar en el occidente del nes la travesía dem oraba unos 25 días; cuando el río estaba m uy crecido por las
país al facilitar la com unicación y p o r lo tanto cierta unificación política y cu ltu ­ lluvias, el viaje podía d u ra r entre 45 días y dos m eses. El tiem po gastado en el
ral. Perm itió el tran sp o rte d esd e Popayán, en el sur, hasta C artago en el norte. viaje variaba tam bién según la clase de em barcación. En las p rim eras décadas de
Al su r de P opayán, hacia la frontera con Ecuador, qu eda la región de Pasto, la República, la canoa del correo subía el río en 15 días. Pero botes m ás grandes,
de intrincados y m asivos n u d o s m ontañosos que hacen el acceso difícil; quedó, com o los cham panes con carga, por lo general requerían m ás de dos m eses. D u­
sin em bargo, ligada a P opayán, com ercial, adm inistrativa y políticam ente. De rante la travesía en cham pán, los viajeros sudorosos se ap iñ ab an bajo u n techo
m odo sim ilar, al norte del Valle aparece otro com plejo m ontañoso que el río de bam bú, a m erced de los zancudos, m ientras que el m onótono recorrido del
Cauca, en su cam ino hacia el M agdalena y el Caribe, corta profundam ente: la boga trabajando sobre el techo los llenaba de polvo. Tal fue el principal m étodo
región antioqueña, que hoy ocupan los d ep artam en to s de A ntioquia, C aldas, de transporte fluvial disponible hasta que se estableció la navegación d e vapor
R isaralda y Q uindío. Sus habitantes h an vivido una relación am bigua con el res­ por el M agdalena, esporádicam ente en las décadas de los años 1820 y 1830, y ya
to del occidente. En los tiem pos precolom binos estuvieron ligados a los dem ás con servicio continuo a p artir de 1847.
pueblos occidentales, au n q u e tuv ieron rasgos distintivos y fueron políticam ente Desde antes de la llegada de los españoles, la topografía dividió a la po­
independientes. D urante gran p arte de la Colonia m antu vieron su idiosincrasia blación en tres regiones principales; el oriente, el occidente y la costa del Ca­
cultural, pero q u ed aro n som etidos al dom inio político de P opayán. Ya en la era ribe. Esta división distingue a C olom bia de otros países latinoam ericanos. Por
republicana las dos regiones han sido culturalm en te diferentes au n q u e aliadas ejemplo, desde tiem pos precolom binos México ha estado do m in ad o p o r el valle
políticas en ocasiones. Central. En épocas m ás recientes, Santiago, en el valle C entral de Chile, y las
Entre los dos ejes hu m ano s de las altiplanicies orientales y centrales flu­ ciudades costeras de Caracas en Venezuela, Buenos Aires en A rgentina y M on­
yen las turbias aguas del río M agdalena. H asta el p rim er tercio del siglo xx, el tevideo en U ruguay, consolidaron un poder decisivo en cada una de esas nacio­
M agdalena fue para la m ayoría de la población an din a el principal m edio de nes. En contraste, C olom bia no ha tenido ninguna característica topográfica de
com unicación con el m u n d o exterior. N avegándolo los con quistadores hallaron tipo centralizador. H istóricam ente Bogotá ha do m in ad o en el terreno político,
el cam ino hacia los altiplanos del oriente. Por el M agdalena viajaban los ad m i­ enfrentando desafíos y teniendo que com partir el po d er económ ico con rivales
n istradores españoles y se tran sp o rtab an los bienes im portados para el co nsu­ im portantes de otras regiones.
m o de la clase do m in an te colonial en el interior. Y por el M agdalena surcaron Las realidades geográficas im pidieron la em ergencia de una ciud ad y una
igualm ente las prim eras exportaciones de p rod uctos tropicales, en pequeñas región dom inantes. Las divisiones regionales influyeron en la diferenciación de
cantidades a fines del perio do colonial, que ya fueron volúm enes m ayores en la las culturas indígenas de la era precolom bina. La división física entre oriente y
seg unda m itad del siglo xix. occidente, decretada por la im ponente m asividad de la cordillera C entral, quedó
Río abajo, la corriente del M agdalena proporcionó tran sp o rte relativa­ reforzada por el accidente histórico que vio al país avasallado y poblado efecti­
m ente rápido y fácil. Sin em bargo, com o ruta hacia el interior, la navegación vam ente por españoles que llegaron de varias direcciones. Los conquistadores
enfrentaba todo tipo de obstáculos. E ntrar en las bocas del río, en su desem bo­ procedentes del C aribe se establecieron en la cordillera O riental y los valles del
cad u ra sobre el Caribe, era una em presa difícil y peligrosa, y hasta las últim as M agdalena. Pero gran parte del occidente, p articularm ente la región de Pasto,
décadas del siglo xix los viajeros y las m ercancías por lo general accedían al M ag­ el valle del río C auca y la costa pacífica, fue descubierto y luego controlado por
dalena por vías indirectas com o C artagena o Santa M arta. M uchos pasos estaban huestes que partieron del Perú. Este patrón de poblam iento, añ ad id o a la dificul­
obstruid os po r bancos de arena, en tanto que en el curso m edio del río, sobre tad de cruzar la cordillera C entral, prom ovió el establecim iento de autoridades
todo en las cercanías de N are, las em barcaciones afrontaban peligrosos ráp id o s y políticas sep aradas en el oriente y el occidente. En parte por esta razón, el oriente
corrientes. O tros rápido s ubicados m ás adelante hacían que H onda fuera el final y el occidente de Colom bia tuvieron en los siglos xvi y xvii distintas jurisdiccio­
de la navegación río arriba desde la costa. nes adm inistrativas.

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I lisroRiA or CoiOMHiA. P aís i kac m i .n i a ix ), s( x iid a d di\ idida 19 21^ M arco I ’ a i .a c i o s - í'r a n k S a ffo rd

En el periodo colonial las tres regiones principales desarrollaron, adem ás, de exportación d u ra n te la Colonia y la prim era m itad del siglo xix. Sobre el oro
características económ icas diferentes. La m inería del oro fue el m otor de la eco­ se erigieron la riqueza e influencia de P opayán en el valle del río C auca y d e Me-
nom ía del occidente, y la agricultura, adem ás de aten d er los m ercados locales, dellín y otras ciudades en A ntioquia. Por su parte, en la era colonial, C artag en a
tam bién abasteció a los m ineros en varias regiones. La m inería fue m enos im ­ controló el com ercio exterior legal y gran parte del contrabando.
p o rtan te en el oriente, d o n d e el fuerte eran la agricultura y la producción m a­ A dem ás de las divisiones económ icas, culturales y políticas en tre las tres
n ufactu rera artesanal, p arte de la cual se destinaba al occidente, p or lo m enos regiones principales, la historia colom biana aparece m arcada por otra frag m en ­
basta m ed iados del siglo xix. En la costa atlántica, C artagena se concentró en tación: la originada d entro de cada una de aquellas por la d ispersión de los h a ­
la im portación de esclavos y el com ercio de bienes de consum o, la exportación bitantes. D urante el siglo xvi y principios del siguiente, la m ayor p arte d e los
de oro y el abastecim iento de alim entos y otros p rodu ctos tanto a las naves que colonizadores españoles estaba concentrada en unas cuantas ciudades estables:
atracaban en su puerto, com o a otras regiones del Caribe. Santa Fe de Bogotá, Tunja y P am plona en la cordillera O riental; P opayán y P asto
Las tres regiones tam bién llegaron a tener características étnicas y cu ltu ra­ en la Occidental, y C artagena en la costa atlántica. T am bién p u lu lab an las c o m u ­
les diversas. El rá p id o descenso de las poblaciones indígenas en la costa atlántica n id ad es pequeñas e inestables, fu n d ad as por españoles av en tu rero s q u e b u sca­
y en las regiones m ineras del occidente condujo a su reem plazo por fuerza de ban fo rtu n a en áreas rem otas. M uchas com unidades españolas desaparecieron,
trabajo africana. C om o resultado, las regiones caribeñas y del occidente q u e­ particu larm en te en el occidente y en el valle del Alto M agdalena, bien fuera p o r
daro n culturalm ente m arcadas por el ancestro africano de los esclavos negros la resistencia o la m o rtan d ad de la población indígena, o por el agotam iento de
y sus descendientes. En las regiones m ontañosas del oriente, por el contrario, los depósitos auríferos.
los aborígenes sobreviveron en m ayor núm ero y se in trodu jeron pocos esclavos D esde el siglo xvii hasta el xix las com unidades asentadas sobre to d o en
africanos. Por consiguiente, en el oriente se conservó una población cam pesina las regiones santandereana y antioqueña dieron origen a m ovim ientos coloniza­
m estiza con rasgos fisionóm icos y culturales de los m uiscas precolom binos. dores que establecieron u n a cadena de poblados en los nichos cultivables d e las
Las diferencias en las bases poblacionales de las regiones encontraron su vertientes. En las laderas san tandereanas se fun d aro n m ás de 70 poblaciones. De
expresión en sus id en tid ad es culturales regionales. El predo m inio de la pobla­ la zona de Santa Fe de A ntioquia salieron colonos hacia todas las direcciones,
ción d e clase alta de origen criollo, descendiente de los españoles, ha sido ev iden­ a u n q u e el em puje m ás vigoroso se dio hacia el sur, siguiendo la cordillera C en­
te en las tres regiones; sin em bargo, el talante de las relaciones entre dom inantes tral. Estas dos regiones llegarían a contarse entre las de m ayor den sid ad h u m an a
y dom inados ha diferido entre ellas. En las regiones m ontañosas del oriente, del país, pero su topografía contribuyó a una m ayor atom ización aldeana. Sin
las relaciones entre la clase alta y los sirvientes y peones de algun a ascendencia em bargo, la artesanía san tandereana de textiles dio pie al desarrollo de centros
indígena se caracterizaron siem pre por una rígida arrogancia por p arte de los urb an o s m ás sustanciales.
prim eros y por un a actitud de subordinación y hu m ild ad por parte de los últi­ Por su parte, en las tierras bajas del valle del M agdalena, la costa atlántica
mos. En C artagena y el Cauca, el dom inio aristocrático fue tan evidente com o y los Llanos O rientales la población tendió a dispersarse en com u n id ad es aún
en Bogotá o Tunja. N o obstante, en la región C aribe y en algunas localidades del m ás pequeñas, pero por razones distintas. G ran p arte de la tierra en estas regio­
occidente, las relaciones en tre la clase dom in an te y la fogosa fuerza de trabajo nes se utilizaba para el levante de ganado, que requería poca fuerza de trabajo.
afrocolom biana se han caracterizado p or una m ayor n atu ralid ad e inform alidad. D urante la Colonia, las llanuras del valle del Bajo M agdalena abastecieron de
D urante el siglo xix, las tres regiones principales fueron antagonistas en g an ad o vacuno, porcino y de cereales a las ciudades de la costa, a la flota es­
lo político y las zonas occidental y caribeña com partieron la antipatía que les pañola y en cierta m edida a las islas del Caribe. Sin em bargo, las inundaciones
despertab a la ciud ad capital en el oriente. En estas riv alid ades regionalistas sub- invernales d u ran te gran parte del año obligaban el traslado del g anado a tierras
yace la tradición de varios siglos de autonom ía de ciu dades com o P opayán y m ás altas y m uchas veces dificultaban el abastecim iento de carne y alim entos a
C artagena. Tal sentido de im portancia regional tuvo un cim iento en el pod er los consum idores de la costa. Las inundaciones tam bién afectaban a gran parte
económ ico y otro en la tradición política. C ada un a de las tres regiones controló d e los Llanos O rientales.
m edios únicos. Bogotá contó principalm ente con el p o d er político, resentido en C om u nid ades pequeñas y dispersas tam bién caracterizaron zonas de
las d em ás regiones. C om o respaldo de este poder, la cordillera O riental poseía ecología m uy diferente, com o las selvas chocoanas y am azónicas. Estas últim as
ricos recursos agropecuarios, una fuerza laboral indígena sobreviviente y una perm anecieron prácticam ente ignoradas por los colom bianos hispanohablantes
población m ucho m ayor que la de cualquiera de las otras dos regiones. En el hasta el siglo xx e incluso hoy día tales regiones están apenas parcialm ente inte­
occidente estaba el grueso de los depósitos de oro, el único p rod ucto im portante g ra d as a la política y econom ía nacionales.

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l lisroKiA or C olombia . P aís fk.acailntado , scxiildad divipida 21 M a r c o 1’ a i .a c io s - F r a n k S a f f o h i )

A largo plazo, la colonización centrífuga reforzó la dispersión de la p o ­ los flancos de m ás abajo el clima era ideal para producir m aíz y arracacha; to d av ía
blación. A m ed iad os del siglo xix, C olom bia era un país sin ciu dades grand es m ás abajo germ inaban plantas tropicales com o la yuca, el aguacate o la gu ay ab a,
pero con un gran n ù m ero de pueblos m edianos y pequeños. En 1851 una sola antes de la C onquista, y la caña de azúcar y los bananos después.
ciudad, Bogotá, tenía m ás de 30.000 habitantes. H abía 30 m unicipios que tenían La integración vertical perm itió diversificar la dieta sin recurrir al co m er­
en tre 8.000 y 15.000 habitantes, casi 150 que tenían entre 4.000 y 8.000, otros 230 cio de larga distancia. Por tanto, si el clima y la topografía o bstaculizaban el
q u e estaban entre los 2.000 a 4.000 y m ás de 300 con m enos de 2.000 habitantes. com ercio interregional, tam bién lo hacían superfluo. Este factor p u d o re ta rd a r
La rivalidad en tre estas poblaciones ha sido u n a característica con tinu a la m ejoría del transporte. Pocos bienes tenían que m overse entre las g ra n d es
d e la política colom biana d esd e la C olonia hasta hoy. C artagena y P op ayán regiones. En consecuencia, m ientras que a lo largo del siglo xix las elites escribie­
rivalizaban con Santa Fe d e Bogotá en la era colonial. M edellín, com o centro ron sobre la necesidad de m ejorar los transportes, las realidades de una có m oda
financiero en el siglo xix e in d u strial en el siglo xx com pitió con la capital n a ­ com plem entariedad local debilitaron quizás este sentido de urgencia.
cional, Bogotá. El cam bio económ ico hacía que ciu d ad es y pueblos que alg u n a H asta el com ercio local fue bastante restringido, un hecho reflejado en las
vez fueron do m in an tes tu v ieran que ceder el paso a sus rivales. En el norocci- condiciones prim itivas de las vías de com unicación. En la provincia del Soco­
den te, Santa Fe de A ntioquia p erd ió su ascendencia sobre M edellín a fines del rro, d o n d e los ríos pasaban por h o ndas barrancas, los viajeros tenían q u e c ru z a r
siglo xviii y por esa m ism a época M edellín consiguió afirm arse sobre Rionegro. jalados por sogas de cuero, de las cuales p en d ían plataform as precarias en las
M ientras tanto, R ionegro encontró un rival en la em ergente M arinilla y así su ­ que iban los pasajeros y sus cargas, m ientras sus bestias pasab an a nad o. Este
cesivam ente. Popayán, la ciu d ad dom in an te de la región caucana en la Colonia, sistem a se llam aba "cabuya" en el Socorro y "tarab ita" en el su r d e la co rd illera
tuvo en Cali u n adversario perm anente, pero Cali debía cu idarse de Buga. En C entral.
el siglo xix, P opayán y Buga se rezagaron y Cali surgió com o el centro regional La dispersión de la población ofrecía pocos m ercados suficientem ente
m ás im portante. En el siglo xviii, C artagena, que controlaba la m ayor p arte del am plios com o para estim ular la inversión en cam inos, p u en tes y ferrocarriles, o
com ercio exterior legal, encontró un rival en M om pox, un em porio para bienes para convencer a los políticos de definir un interés nacional. D adas la topografía
d e co ntrab ando traídos desd e Santa M arta, R iohacha y otros lugares costeros. En y la distribución de los habitantes, solo un proyecto, la m ejoría de la navegación
la era republicana, cu an d o se in stauró un sistem a com ercial m ás abierto, C arta­ en el río M agdalena, fue considerado en el interés inm ediato de la m ayoría de las
gena perdió el liderazgo com o puerto caribeño prim ero frente a Santa M arta y regiones. La construcción de cam inos, y m ás tard e de ferrocarriles, desd e los al­
m ás tard e frente a B arranquilla. tiplanos hasta el M agdalena, dio pie, sin em bargo, a un sinnúm ero de conflictos
El com ercio entre las tres regiones ha sido relativam ente escaso. Esto p u e ­ entre regiones y localidades porque cualquiera que estableciera com unicaciones
d e atribuirse en p arte a los altos fletes del tran sporte terrestre, debidos en g ran m ás eficientes podría dom inar com ercialm ente a las dem ás. Estas rivalidades se
m ed id a al clim a y a la topografía. La construcción y el m antenim iento de cam i­ replicaban hasta el m ás ínfim o nivel local.
nos o vías férreas eran m uy costosos, especialm ente en los terrenos de pendiente Entre 1833 y 1844, la irrisoria sum a de dinero disponible para realizar
barridos por las torm entas. En la década de los años 1870 se calculó que el costo obras públicas se distribuía entre las provincias sobre una estricta base p er cápi-
de construcción de ferrocarriles en los A ndes m ás o m enos duplicaba el de los ta, con el resultado obvio de que ninguna ruta progresó dem asiado. En la déca­
Estados U nidos y C anadá. da de los años 1840 hubo intentos de concentrar los fondos del p resu p u esto en
La dispersión dem ográfica tam bién entorpecía el com ercio de larga dis­ algunos proyectos nacionales, abortados por la reacción federalista de la década
tancia. En casi todos los núcleos habitados, la m ayor parte de la alim entación y siguiente. D urante los siguientes 30 años, no hubo dem asiado em peño en trazar
del vestuario se producían localm ente y había solo un comercio lim itado fuera un cuadro de prioridades nacionales y el desarrollo de los transportes q u edó
d e la com arca inm ediata. Seguram ente bastante tuvieron que ver los costos de en gran parte a cargo de las regiones. En la década de los años 1870, un inten­
transporte en esta tendencia a la autarquía local. Pero tam bién es cierto que las to de utilizar fondos nacionales para construir un ferrocarril que beneficiaría el
condiciones de la ecología andina perm iten producir una variedad considerable oriente desató un intenso antagonism o en el occidente y la costa y term inó des­
de alim entos dentro de un área geográfica m uy lim itada. Com o la tem peratura d e­ em p eñ an do un im portante papel en la reorientación de la política colom biana.
pende de la altitud, las vertientes andinas son propicias para cultivar una am plia D urante casi todo el siglo xix, los políticos colom bianos enfrentaron el problem a
gam a de productos en áreas contiguas. En las altiplanicies de la cordillera O rien­ de las prio rid ades haciendo caso om iso de él. Com o resultado, proliferaron los
tal, los cultivadores sem braban distintas variedades de papa y de cereales (quinua proyectos pequeños mal financiados y m uchas veces fallidos y solo hubo m ayor
antes de la Conquista, trigo y cebada después de la llegada de los europeos). En avance en el tran sporte terrestre en el siglo xx.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
i llS T D R I A 1)1 C O l . O M R l A . P a ÍS r R A C M F .N T A I X Ì , SCX ll D A D D I V ID ID A 23 2"^ M arco [ ’ a i a c ic x ; - F r a n k S a i t o r f )

Pese a estas lim itaciones, hubo algún com ercio entre las regiones, tanto en técnicas antiquísim as y los bienes se tran sp o rtab an a lom o de m ula. M ientras
la era precolom bina com o en tiem pos m ás recientes. El intercam bio se lim itó a tanto, en Europa occidental y los Estados U nidos la ag ricu ltu ra y la in d u stria
unos pocos bienes que eran escasos en ciertas regiones y con un valor suficien­ se transform aban velozm ente. Los canales y luego los ferrocarriles redujeron
tem ente alto para justificar los costos del transporte. Los m uiscas, por ejem plo, los costos de transporte terrestre a m enos de u n décim o de su nivel anterior; el
intercam biaban textiles de algodón y sal (escasa en casi todas las dem ás regio­ vap or increm entaba la velocidad y seguridad del com ercio fluvial y m arítim o.
nes) por oro y conchas de m ar, con las com unidades de la hoya del M agdalena. No solo las harinas sino u n a gran cantidad de bienes m an u factu rad o s en Europa
Del m ism o m odo, los indígenas q ue poblaban los actuales territorios de A ntio­ y los Estados U nidos se p o d ían ad q u irir en las plazas interiores de C olom bia a
quia intercam biaban con los pueblos de la costa su oro p o r esclavos, textiles y m enor precio que los p roductos locales. A m ediados del siglo xix, el flete m arí­
pecaríes. tim o y fluvial desde Liverpool hasta H onda no fue m ayor que el tran sp o rte de
En el p eriodo colonial y hasta un as décadas después, la cordillera O riental Bogotá a H onda. Así, u n a econom ía fragm entada por la topografía se desintegró
abasteció a A ntioquia con tejidos de lana y algodón. Entre los bienes del com er­ aú n m ás p o r el atraso tecnológico relativo. Esta situación contribuyó a acentu ar
cio de larga distancia, dos fueron altam en te valorados y su venta fue m onopolio la desintegración política que, desde 1840 hasta fines de la década de los años
estatal: el tabaco y la sal, extraída de las m inas de Z ip aq uirá y de otras m ás p e­ 1870, encontró su expresión form al en el federalism o.
qu eñ as en la cordillera O riental. Pocos alim entos ingresaban al com ercio inter­ H asta bien en trad o el siglo xix, el crecim iento del com ercio exterior m a­
regional de larga distancia. El m ás im p ortante fue quizás el ganado, que tenía logró los intentos de Colom bia por integrar u n m ercado interno, po rq u e su
la gran ventaja de tran sp o rtarse p or sí m ism o. En la C olonia, el ganado que se volum en era d em asiado escaso para justificar el m ejoram iento del transpo rte
criaba en los valles del Alto M agdalena abastecía m ercados tanto de la cordillera terrestre. D u rante la prim era m itad del siglo xix, C olom bia se rezagó bastante
O riental com o de la región caucana. A dem ás del ganado, el cacao, cultivado con com o ex p ortad o r si se com para con otros países latinoam ericanos, en especial
éxito en un as pocas regiones, tenía un precio suficientem ente alto com o para con la eficiente producción agraria de U ruguay y A rgentina y con la producción
pag ar los fletes de m ula. azucarera de Cuba. Incluso com o país exportador, C olom bia se rezagó frente
Com o resu ltad o de la fragm entación histórica de C olom bia, la escala del a naciones com o Ecuador y Venezuela. En efecto, en el siglo xviii V enezuela y
com ercio interno era dem asiad o pequeña de m odo que no estim uló un creci­ Ecuador se convirtieron en im portantes exportadores de p ro d u cto s agrícolas,
m iento dinám ico. Por esto, se necesitaba el im pulso del com ercio externo para m ientras que la N ueva G ran ad a (como se denom inó C olom bia hasta 1863) ex­
propiciar un crecim iento económ ico vigoroso. Sin em bargo, d u ra n te m ucho portó casi exclusivam ente oro. D esde 1820 hasta fines de la década de los años
tiem po, casi dos siglos, el crecim iento del com ercio exterior ay u d ó a ag ud izar 1860, el p eriodo de m ayor desintegración económ ica y política, el país buscó sin
la fragm entación del m ercado interno y no a fom entar su integración. El efecto m ayor éxito productos de exportación adecuados a sus necesidades de divisas.
d e fragm entación que ejerció el com ercio exterior em pezó a hacerse evidente a Solo el tabaco, a p artir de 1845, registró una cierta m ed ida de éxito, au n q u e rela­
com ienzos del siglo xviii. D urante el siglo xvii, la h arina de trigo se despachaba tivam ente m odesto; otros p roductos tropicales tuvieron periodos de com erciali­
d esd e los altiplanos orientales hasta el río M agdalena y de allí a los m ercados de zación externa de m uy corta duración y en m uy baja cuantía. H asta el despegue
la costa, de A ntioquia y de otras regiones del occidente. Pero desde com ienzos del tabaco, el oro continuó siendo el producto p re d o m in an te de exportación.
del siglo XVIII fue m ás viable y m ás barato para la costa abastecerse de harina de Prim ero el com ercio del tabaco (1845-1865) y luego, en una escala m ucho más
trigo proveniente d e N orteam érica. im portante, el del café, increm entaron el valor de las exportaciones colom bianas
La p érd id a d e los m ercados de harina de trigo p or la com petencia de p ro ­ per cápita. Sin em bargo, la situación relativa del país com o ex p o rtad o r en el con­
ducto res externos fue p arte del proceso general de fragm entación regional que junto latinoam ericano no varió m ayor cosa {véase el cu adro 1.1).
se dio en el siglo xviii, pero aún m ás m arcadam en te en el siguiente. D urante El atraso relativo de Colom bia com o exp o rtad o r de pro d u cto s tropicales,
la era precolom bina y la m ayor parte del periodo colonial, el com ercio interre­ sobre todo en com paración con V enezuela o G uayaquil, es un dilem a que exige
gional se vio lim itado p o r los altos costos del transporte. Sin em bargo, en los por lo m enos un intento de explicación. Es posible que las condiciones para el
últim os años del siglo xviii y d u ra n te el siglo xix, el debilitam iento de los pocos cultivo y el transporte de algunos productos exitosos de exportación durante
lazos com erciales entre las regiones se acentuó con la eficiencia creciente de las la Colonia, com o el cacao, fueran m enos favorables en algunas regiones de la
econom ías del A tlántico N orte. A m ediados del siglo xix, los cam pesinos del in­ N ueva G ranad a que en las zonas costeras de V enezuela o Ecuador. A unque el
terior todavía usaban arado s de m adera y trillaban el trigo haciendo correr caba­ valle del Bajo M agdalena tenía una ubicación privilegiada para la exportación
llos sobre m ontones de espigas recién segadas; los artesanos hilaban y tejían con de p roductos tropicales, estaba sujeto a inundaciones periódicas. Sin em bargo.

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I ( is t o r ia d i C o i o m b i a . P a is i -r a c m k n t a t o , ^k x ' i i d a d d iv id id a 25 2h M a r c o P a i .a c io s - I ' r a x k S a f r o r d

C uadro 1.1. Exportaciones per cápita de algunos países latinoam ericanos hacia a V enezuela. Así pues, adem ás de la costum bre de la N ueva G ran ad a d e utilizar
1850,1870,1890,1912 (en dólares norteam ericanos). el oro com o m edio de intercam bio, tam bién parece haber existido en E spaña
u n hábito, si es que no una política consciente, de percibir a la N ueva G ran ad a
País 1850 1870 1890 1912 prim o rdialm en te com o proveedor del m etal precioso, y no com o u na fuente de
U ru gu ay 54,9 46,6 44,6 50,3 p ro d u cto s tropicales. O tra posible consecuencia de este p atró n colonial de d e ­
Cuba 22,2 44,3 55,7 64,7 pendencia de las exportaciones auríferas, reforzado p or las políticas españolas,
11,4 21,2 37,9 27,1 fue q u e la N ueva G ranada dio inicio a la era republicana sin haber d esarrollado
C osta Rica
m odelos para el cultivo y la exportación de productos tropicales. Pero es preciso
A rgentina 10,3 16,5 32,4 62,0
señ alar que esta explicación que hace énfasis en la d ependencia del oro com o
C hile 7,8 14,2 20,3 44,3
p ro d u cto de exportación se ofrece aquí apenas com o u n a hipótesis para despejar
B olivia 5,5 8,6 12,4 18,6 la incógnita del rezago en com paración con los d em ás países de la región.
Latinoam érica en con jun to 5,2 8,9 11,7 20,4 D espués de los afortunados em peños por exportar tabaco (1845-1865), se­
Brasil 5,0 8,6 9,6 14,2 g u id o s de los m enos fructíferos y m ás efím eros experim entos con la corteza de
Perú 3,7 1 0 ,1 3,3 9,4 q u in a y los fru strados conatos con el añil y el algodón, a p artir de la década de
los años 1860 los colom bianos em pezaron a confiar en el café com o un potencial
V en ezu ela 3,3 6,8 8,3 10,5
p ro d u cto exportable. El cultivo del café para exportación em pezó en el norte de
M éxico 3,2 2,3 4,4 10,7
S antander, se extendió a C undinam arca, luego a A ntioquia, y posteriorm ente se
Ecuador 2,0 5,0 8,1 15,5
p ro p ag ó hacia el sur hasta C aldas, el Q uindío y el Valle del Cauca. En la década
C olom bia 1,9 6,6 5,7 6,4 d e los años 1880 el café llegó a convertirse en el principal p ro d u cto de exporta­
G u atem ala 1,7 2,5 7,5 7,2 ción colom biano. Su expansión continua aseguró una carga m ayor e increm entó
Paraguay 1,3 5,8 8,5 8,6 el com ercio de im portación, lo cual perm itió al país ingresar tard íam en te a la era
del ferrocarril. La expansión cafetera tam bién increm entó indirectam ente los in­
Fuente: co n base en V ictor B ulm er-T hom as, The Economic H istory o f Latin America since Independence, gresos fiscales, fortaleció el G obierno nacional y lo obligó a p restar m ás atención
C am b rid g e U n iv ersity Press, 1994, Tabla 3.5.
a los problem as del transporte.
Con todo, la construcción de ferrocarriles procedió con lentitud. Hacia
algun as zonas de la costa tenían un gran potencial agrícola, pero no se explota­ 1904, d esp ués de un cuarto de siglo de expansión cafetera, el país tenía poco más
ban con fines de exportación. Así pues, es preciso recurrir a otras explicaciones d e 565 kilóm etros de vías férreas. El progreso se d etu v o debido a la inestabilidad
para en ten d e r el atraso de Colom bia com o ex p o rtad o r de bienes agrícolas. política. Las guerras civiles m ayores, de 1876,1885 y en especial 1899-1903, suc­
La existencia de oro en lingotes p ara la exportación parece haber afectado cionaron fondos hacia el gasto m ilitar. A dem ás, seguían con tan d o los m ism os
de diferentes m aneras la exportación agrícola. Las bonanzas m ineras del oro factores de fragm entación tantas veces m encionados, que im pidiero n establecer
entre los siglos xvi y xviii parecen haber desestim u lado el cultivo de otros p ro ­ p rio rid ad es claras en la construcción de ferrocarriles.
ducto s para el intercam bio con el extranjero. A dem ás, d ad o el alto valor del oro A partir de 1905 fue palpable el m ejoram iento de los transportes. El resta­
en relación con su peso y volum en, se podía exportar sin necesidad de m ejorar blecim iento del orden político fue quizás la causa m ás im portante de la expansión
significativam ente las condiciones de transporte. Por consiguiente, las ex porta­ ferroviaria. El ritm o constructor se duplicó y en 1909 la capital quedó conectada
ciones auríferas no allanaron el cam ino para la exportación de otros productos. p or vía férrea con el río M agdalena. Poco después Cali q uedó vinculada efectiva­
En los últim os decenios de la Colonia, tanto m iem bros la elite criolla com o alg u ­ m ente al com ercio internacional con la term inación del canal de P anam á (1914)
nos ad m in istrad o res españoles sí favorecieron la exportación de bienes distintos y del ferrocarril que la com unicaba con el puerto de B uenaventura en el Pacífico
del oro. Pero se encontraron con que ni a los com erciantes ni a los funcionarios (1915). Sin em bargo M edellín, la segunda ciudad del país, apenas com pletaría
del gobierno español les interesaban los produ ctos tropicales provenientes de la su conexión al M agdalena en 1929, después de construir un túnel de m ás de tres
N ueva G ranada. A fines del siglo xviii, los com erciantes españoles solían negarse kilóm etros. Hacia 1930, Colom bia todavía estaba lejos de tener una red integra­
a aceptar cualquier otro pro d u cto distinto del oro com o m edio de pago; por otra da de transportes. Incluso las dos ciudades principales, Bogotá y M edellín, no
parte, quienes form ulaban las políticas en España no se m o straro n dispuestos a estab an com unicadas directam ente por tren.
conceder a la N u ev a G ran ad a las ventajas com erciales que sí otorgaron a C uba y

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Al fin y al cabo, la integración económ ica se verificó principalm ente por Barranquilla, sobre todo cu an d o esta logró explotar con m ayor eficiencia su u b i­
m edio de carreteras. El ferrocarril, con su exigencia de pend ientes suaves, no cación en la desem bocadura del M agdalena. M ientras la población de C artagena
era, ciertam ente, la tecnología de tran sp orte ideal para las condiciones colom ­ bajó entre 1850 y 1870, la de B arranquilla creció el 90 por ciento. A p artir de 1870,
bianas. El au to m o to r con su versatilidad, y las carreteras con su flexibilidad de el crecim iento de B arranquilla se m antuvo gracias a la conexión por ferrocarril
rutas, se a d a p ta b an m ejor a la geografía colom biana. A p artir de 1910 se em ­ de su pu erto m arítim o con el M agdalena.
p ren d ió un p ro g ram a serio de construcción de carreteras, au n q u e tam bién este Por otro lado, en la segunda m itad del siglo xviii, el Socorro y otras ciu ­
se vio obstaculizado p o r la incapacidad de establecer prioridades. A unque hacia d ad es de lo que hoy es el d ep artam en to de S an tan d er tuvieron un crecim iento
1950 el sistem a vial de C olom bia seguía siendo bastante deficiente, por lo m enos im p ortante en parte por la producción artesanal de textiles, u n a p arte d e la cual
había perm itido una cierta integración económ ica nacional. se com ercializaba en A ntioquia y otras regiones. Pero hacia m ed iad o s del siglo
La intensificación del com ercio exterior en la seg un da m itad del siglo xix y XIX, los tejidos de S antander fueron p erdiendo terreno en A ntioquia y otros lu g a­
el subsecuente m ovim iento hacia una econom ía nacional integrad a tran sform a­ res en favor de los textiles im portados. Los intentos de su stitu ir la producción de
ron los patrones d e desarrollo urbano. M uchas de las ciud ades que florecieron som breros de fibra de palm a, tanto para exportación com o para consum o inter­
en tre los siglos xvi y xviii, deb ido a sus roles económ icos y políticos bajo el sis­ no, sostuvieron tem poralm ente a los artesanos san tan d erean o s y a los de otras
tem a colonial, se estancaron en los siglos xix y xx. Su im portancia com o centros regiones. N o obstante, la segunda m itad del siglo xix fue testigo del estancam ien­
urb an o s dom inantes cedió paso a ciu dades cuya m ejor ubicación les perm itía to de m uchas de estas ciudades artesanas. A p artir de 1870, B ucaram anga surgió
aprovechar un sistem a de com ercio liberalizado que se concentraba cada vez com o ciudad dom inante de la región, com o centro im p o rtad o r y d istrib u id o r de
m ás en el com ercio internacional. bienes y com o exportador de café.
En la región del Cauca, po r ejem plo, P opayán fue, d u ra n te la Colonia, Así, m ientras num erosas ciudades que gozaron de im portancia d u ra n te
sede d e las au to rid a d es políticas y eclesiásticas y hogar de acaud alado s e m p re ­ la Colonia decayeron o se estancaron en la segunda m itad del siglo xix, otras,
sarios en la extracción aurífera. Pero, con el crecim iento de las exportaciones m ás conectadas con el desarrollo del com ercio de exportación e im portación,
tabacaleras en Palm ira en la seg u n d a m itad del siglo xix, esa ciu dad y Cali co­ crecieron notablem ente. En algunas de estas, com o M edellín o B arranquilla, este
m enzaron a su p erar a Popayán. A p artir de 1915, cuando las conexiones férreas crecim iento ya era evidente entre 1850 y 1870; en otras, com o Cali o B ucaram an­
con la costa pacífica conectaron efectivam ente a Cali con el m u n d o exterior, esta ga, la dinám ica del crecim iento vino después.
se convirtió en la ciu d ad principal de la región del Cauca. En el curso de los Pese al crecim iento relativam ente ráp id o de los centros de im portación-
siguientes cincuenta años. Cali fue la ciud ad g rande de m ayor crecim iento de exportación a partir de 1850 hasta bien en trad o el siglo xx, Colom bia continuó
C olom bia, y su población se m ultiplicó 14 veces entre 1918 y 1964. siendo un país de num erosas ciudades pequeñas. Esta dispersión urbana, reflejo
A sem ejanza de P opayán en el Cauca, C artagena dom inó la región atlá n ­ de la fragm entación económ ica del país, siguió caracterizando al país hasta que
tica d u ra n te la Colonia. G racias a su pu erto fortificado y a su proxim idad al las redes vial y ferroviaria construidas d u ra n te la prim era m itad del siglo xx
istm o de Panam á, d o n d e ag u ard ab a la plata peru ana, C artagena llegó a ser paso em pezaron a crear por prim era vez algo parecido a un m ercado nacional. Con
obligado para las flotas españolas que transportaban los tesoros am ericanos. La la integración económ ica del país em pezó un notorio crecim iento urbano en las
ciu d ad abastecía de alim entos y vituallas a las naves p eninsulares y les brin dab a cuatro principales ciudades: Bogotá, M edellín, Cali y B arranquilla.
protección m ilitar. Al m ism o tiem po era el centro de la exportación legal de oro
y de la im portación de esclavos para la N ueva G ranada. En efecto, C artagena
llegó a ser un im portante centro de actividad com ercial, d o n d e el pod er m ilitar
era g aran te de la m ism a; con el establecim iento del T ribunal de la Inquisición,
tam bién fue asiento de la au to rid ad eclesiástica. Pero con el colapso del sistem a
colonial la im portancia de C artagena m enguó. El fin del sistem a de com ercio
contro lad o redujo el m ovim iento com ercial de la ciudad y, p or las m ism as ra z o ­
nes, su dom inio m ilitar. En la era republicana, C artagena, p or no conservar su
conexión al río M agdalena por m edio del canal del Dique, se rezagó frente Santa
M arta en la década de los años 1830. M ás tarde, en la segu nda m itad del siglo
xix, tan to C artagena com o Santa M arta perdieron su dom inio com ercial frente a

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