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TEORIA DEL SENTIDO

Sentido de vida

El sentido de la vida suele estar inversamente relacionado con el afecto negativo, el


estrés, la depresión, la desesperanza, la susceptibilidad, el aburrimiento, la ansiedad y la
adicción.

Hoy se sabe que las personas con baja percepción de sentido tienen más depresión,
ansiedad, problemas clínicos, son menos felices y menos satisfechos con sus vidas,
presentan mas distrés psicológico, más psicopatología y tienen más problemas; de igual
forma, quienes tienen mayor percepción de sentido vital presentan una mayor correlación
con el bienestar, el afecto positivo, el adecuado afrontamiento y la felicidad así como un
fuerte impacto en las emociones, pensamientos y comportamientos de la gente
relacionados con resultados positivos.

En la actualidad el sentido de vida es un macro factor de promoción del bienestar y la


satisfacción con la vida, el trabajo y las relaciones en general.

Aclaración de la percepción de sentido

Normalmente escuchamos frases como “mi vida no tiene sentido”, “es que no me hallo,
no me encuentro”, “me desconozco”, “me siento vacío”, “para qué tanto esfuerzo”;
reflexiones momentáneas que en algunos casos se transforman en preguntas
permanentes que atormentan la vida y llevan al malogro personal y empresarial; así como
a la búsqueda desesperada de algún sentido aparente y pasajero como las drogas, las
compras, la necesidad enfermiza de compañía u otros distractores de las preguntas
fundamentales de la vida.

1- Sentido no es sólo dirección o meta, en muchas oportunidades le podemos


preguntar a alguien ¿En dónde queda la Universidad Nacional? Y nos puede
responder: “en ese sentido”, siendo una respuesta que nos ubica, que nos da un
camino, una dirección, y el sentido en parte nos da eso, nos ilumina un camino,
nos da un norte, una dirección; pero el sentido no es sólo eso, el sentido es mucho
más que un objetivo en la vida, mucho más que una dirección hacia una meta.

2- Sentido no es sólo sentimiento o emoción, pero si no emociona, no es sentido. En


ocasiones, alguien nos trata de una mala manera y podemos decirle “estoy muy
sentido contigo”, pero el sentido no es sólo algo que sentimos en relación con
algo, el sentido es mucho más que eso, sin embargo, el sentido no es sólo
percepción de algo, también es vivencia o sensación de algo; por ello, para que sea
sentido, debe sentirse y no sólo pensarse.

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3- Sentido no es sólo lógica, pues puedo estar en una exposición o en una clase
académica y decirle al expositor “a eso que Ud. dice no le hallo sentido”. Sin
embargo, puede que en mi lógica personal eso que se está exponiendo se vea
disperso y desintegrado, y por ello no le encuentro sentido, pues el sentido brinda
coherencia, unidad, ubicación, pero no todo lo que parece lógico necesariamente
llena la vida de sentido; por esto, el sentido no es sólo lógica, es mucho más que
eso. Yo puedo creer que es lógico proteger a mis hijos de las dificultades que
puedan tener, sin embargo, los hijos crecen y necesitan desarrollar su propia vida
con independencia y madurez, así es que, aunque suena lógico, no necesariamente
tiene más sentido.

4- Sentido no es sólo significado, ya que yo puedo preguntarle a alguien ¿Qué


significa modorra? Y él me puede responder: “significa pereza” y eso no
necesariamente le da sentido a mi vida, es decir, no todo lo que interpretamos nos
llena de sentido; el sentido no es una simple interpretación: dos más dos son
cuatro, y aunque yo interprete que son cinco, no necesariamente es así. Sin
embargo, el sentido es un significado personal, pero es mucho más que una
interpretación; por decirlo de alguna manera, es una interpretación correcta en la
perspectiva correcta, entendiendo lo correcto como lo que más vida construye y
no necesariamente como lo más placentero o lo que a mí se me ocurre.

5- Sentido no es sólo placer. Hay muchas cosas que dan placer y no dan sentido; las
adicciones son un buen ejemplo de ello: aunque las mismas brindan placer no dan
sentido. De igual forma, hay muchas cosas en la vida que no dan placer e incluso
generan algo de inconformidad, de sufrimiento, y a pesar de ello brindan sentido.
Un buen ejemplo de ello es el proceso de gestación humana y el parto que nos trae
a la vida: no da placer, genera incomodidad y dolor, pero llena la vida de sentido;
la vida está llena de estos ejemplos, sacrificios en búsqueda de metas,
tratamientos médicos, superación de problemas, son experiencias que dan sentido
a pesar de la falta de placer que producen y del sufrimiento que las acompaña. El
verdadero sentido da un tipo de placer especial, un placer de gozo que se produce
como efecto de alcanzar un sentido.

¿Qué es eso que llamamos sentido?

El sentido no es algo tan sencillo de explicar ni algo tan complejo de comprender, sin
embargo, algunas exposiciones pueden ser muy difusas, otras muy densas y algunas muy
simplistas; así es que daremos una definición que vamos a empezar a explicar frase por
frase. El sentido es la percepción afectiva y cognitiva de valores que invitan a la persona a
actuar de un modo u otro, ante una situación particular o la vida en general, dándole a la
persona coherencia e identidad personal

Percepción afectiva. El sentido es una vivencia emocional, es decir, no es una simple


experiencia de algo que pensamos o sucede, es una experiencia con un significado

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personal; sin embargo, ya vimos que sentido no es solamente significado pues yo puedo
interpretar cualquier cosa de cualquier situación, por ello para que sea percepción
afectiva tiene que generar resonancia interna (hacer eco en mi interior), esa experiencia
de algo que se piensa, que pasa, que sucede o podría suceder, me toca, me llama, entra
en mí y genera vibración, resonancia afectiva, resuena emocionalmente conmigo,
brindándome gozo y plenitud vital como forma especial de placer. Ahora bien, hay que
recordar que sentido no es solamente sentimiento o emoción, pues el sentido es
percepción afectiva y cognitiva, es decir, también es un significado que me brinda
dirección, que me orienta en un hacia dónde, en una meta por cumplir, en un sueño por
lograr. La percepción cognitiva es una lógica especial que me da unidad, me da
coherencia, me encuentra y me integra con un camino iluminado por valores; percepción
afectiva y cognitiva son una misma función de mi espiritualidad, de mi conciencia que para
captar el sentido necesita de la integración afectiva y cognitiva de esta función, pues
cuando funcionan por separado, el sentido no es completo. La “percepción afectiva y
cognitiva” se refiere a que siento la plenitud que me da eso que estoy captando, y al
mismo tiempo, eso que estoy percibiendo se define como algo que me da una meta, un
horizonte, un hacia dónde que significa “algo” para mi.

El sentido es la percepción afectiva y cognitiva de valores. Es la percepción de bienes en


donde están depositados valores, es decir, para que yo vea un valor, este tiene que estar
depositado en algo y esos “algos” en donde se depositan, los llamamos bienes, pues los
valores son buenos; si fueran antivalores serían malos y se depositarían en algo que
llamaríamos males. Un ejemplo que nos ayuda a entender esto es el de los colores: para
que yo vea el rojo, este tiene que estar en una tela roja o en un auto rojo, no está solo e
independiente aunque exista el concepto; para que yo vea el azul este debe estar en una
camisa azul o en un libro azul. De igual forma sucede con los valores, no vemos la justicia,
pero sí vemos personas justas; no vemos la fe, pero vemos actos de la misma. Esta
percepción resuena afectivamente en mí y sé que es buena para mi vida porque construye
vida. Es por ello que el sentido no es algo que daña o hace mal, pues el sentido tiene que
ver con la percepción de bienes donde hay valores y no de males donde hay antivalores. El
sentido de la vida de alguien –a pesar de su lógica particular o de la individualidad del
sentido de cada quien- no puede ser drogarse o asesinar, pues como su nombre lo dice, el
sentido de la vida tiene que ver con la vida y no con su pérdida o lo que la dañe. Es posible
que algunas personas interpreten su vida de esta forma, pero ya vimos que el sentido no
es tan solo una significación, no es simplemente una interpretación. La “percepción
afectiva y cognitiva de valores” se refiere a que siento la plenitud que se produce cuando
capto algo que es valioso y que se define como la opción más valiosa en ese contexto.

El sentido es la percepción afectiva-cognitiva de valores que invitan a la persona. El


sentido y los valores atraen a la persona, no la empujan; el sentido es algo que se percibe
en todo el ser, resonando en mí afectivamente, dándome coherencia, unidad, integración,
dirección hacia una meta que me hala, me llama con nombre propio y me invita, me toca y
me convoca a ella. Muchas veces experimentamos resonancias afectivas, sentimos que
algo nos mueve por dentro, sin embargo, hay que recordar que el sentido no es solo

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emoción, pues muchas veces circunstancias psicológicas internas nos ayudan a
emocionarnos con algo que no necesariamente es el sentido, pues no es algo que me
llama y me invita sino más bien algo que me empuja; un buen ejemplo de ello es la
reflexión acerca de lo que siento y pienso de una persona, pues cuando capto sentido a
través del amor que tengo por alguien, es porque los valores y el sentido de lo que hay en
ella me llaman y no porque mi miedo a la soledad me empujan hacia ella. El sentido atrae
y no empuja, la adicción no es sentido porque me empuja el síndrome de abstinencia, la
dependencia afectiva no es sentido porque me empujan mis dificultades psicológicas, el
orden extremo no necesariamente es sentido porque en ocasiones son las obsesiones las
que me empujan. La “percepción afectiva-cognitiva de valores que invitan a la persona”
se refiere a que siento la completud que se produce cuando capto algo que vale, que lo
reconozco como la opción más valiosa para elegir.

El sentido es la percepción afectiva-cognitiva de valores que invitan a la persona a actuar


de un modo u otro. Para que el sentido sea sentido, debe conducir a la acción, pues de no
ser así quedarán opciones de sentido no realizadas que en ocasiones se convierten en
culpas existenciales o en asignaturas pendientes. Elegimos según el sentido que hallamos
en las diferentes situaciones, sin embargo, la conciencia a veces nos guía a error si no
tenemos claro qué es eso del sentido, eligiendo en ocasiones en su contra y desarrollando
sensaciones y pensamientos de extravío, de autodesconocimiento y extrañeza,
diciéndonos cosas como “no me hallo”, “me desconozco”, “no sé porque actúo así”, “me
siento incoherente”, “no sé para dónde voy”. El sentido se da en libertad; para acceder al
sentido hay que asumir la libertad y la responsabilidad que esto implica. La “percepción
afectiva-cognitiva de valores que invitan a la persona a actuar de un modo u otro” se
refiere a que experimento el sentimiento de completud que se produce cuando capto algo
que vale, algo que reconozco como la opción más valiosa para elegir, algo que me atrae e
invita a realizar dicho sentido.

El sentido es la percepción afectiva-cognitiva de valores que invitan a la persona a actuar


de un modo u otro ante una situación particular o la vida en general. Existe el sentido en
la vida o del momento y existe el sentido de la vida; el sentido en la vida es el sentido
situacional, el sentido oculto en cada momento que vivimos, el sentido del momento es la
percepción afectiva-cognitiva que capto en un momento específico y que muchas veces
marca vivencialmente un hacia dónde del camino que voy recorriendo o brinda una luz
para iniciar un nuevo camino que conduzca al sentido de la vida o más bien de mi vida; es
decir, en los diferentes momentos de la vida descubro sentido, encuentro sentido en el
hijo que tendré, en la persona que conocí y me entusiasma, en aquello que aprendo, en
un paisaje que observo; en fin, encuentro sentido en lo cotidiano; dichas vivencias de
sentido van configurando el sentido de la vida como un continuum de sentidos en la vida,
es decir, el sentido de la vida es un gran faro que se actualiza y se renueva
constantemente y que mantiene la esperanza en su existencia a través de sus huellas
(sentidos en la vida) y añorando que al final de la vida se haya logrado. El sentido de la
vida, es en cierta forma, la sumatoria de los múltiples sentidos en la vida que han sido
descubiertos. Algunas personas no encuentran sentido en sus vidas, sin embargo, eso

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jamás querrá decir que la vida no tiene sentido, tan solo dice que en ese momento esta
persona no encuentra sentido y debe trabajar por hallarlo. La “percepción afectiva-
cognitiva de valores que invitan a la persona a actuar de un modo u otro ante una
situación particular o la vida en general” se refiere a que experimento el sentimiento de
completud que se produce cuando capto algo que reconozco como la opción más valiosa
para elegir, una opción que me atrae e invita a realizar dicho sentido en un momento
histórico; marcando en mi cada vez que realizo tal función, una tendencia, un camino, un
sendero de sentido.

El sentido es la percepción afectiva-cognitiva de valores que invitan a la persona a actuar


de un modo u otro ante una situación particular o la vida en general dándole a la
persona coherencia e identidad personal. Como algunos filósofos lo afirman, somos la
causa que abrazamos; el sentido brinda unidad e integración, nos ubica y nos encuentra
con nosotros mismos, nos hallamos cuando sentimos compaginación con esa percepción
afectiva-cognitiva de valores en medio de las situaciones de la vida, nuestra identidad
alcanza su mejor expresión, su mejor versión de sí mismo; Ana camina hacia la Anitud,
Juan hacia la Juanitud, Pablo hacia la Pablitud, viviendo la resonancia afectiva que genera
la invitación que el sentido hace, eligiendo el camino que traza al seguir las huellas del
sentido y afirmando Yo soy yo y esta es mi causa. La “percepción afectiva-cognitiva de
valores que invitan a la persona a actuar de un modo u otro ante una situación
particular o la vida en general dándole a la persona coherencia e identidad personal” se
refiere a que siento la completud que se produce cuando capto algo que reconozco como
la opción más valiosa para elegir, vivenciando la atracción que esa opción ejerce sobre mí
al invitarme a realizar dicho sentido en un momento histórico determinado. Momento
que me va marcando y me va dando un camino, un sendero de sentido que habla de mí,
diciendo quién soy yo y hacia dónde voy.

Ahora bien, el sentido a veces se oscurece u otras veces no se ha captado plenamente, en


ocasiones lo siento, pero no lo sé, y en otras quiero que ese sea, pero no lo siento. A veces
nos desorientamos, nos extraviamos por el camino, no vemos señales que nos indiquen la
dirección, otras veces las vemos pero queremos que el sentido sea lo mismo que el placer
y no estamos dispuestos a pagar ningún precio por alcanzarlo; algunas veces nuestro
sentido fue muy sólido pero las incertidumbres de la vida nos golpearon y nos facilitaron
el oscurecimiento del mismo. De suerte, el sentido deja huella en donde ha estado y al
mismo tiempo envía señales en donde ha de aparecer.

El sentido es un texto que se puede actualizar

Las huellas de sentido son marcas particulares que deja la vivencia de sentido y que al ser
marcas que quedan en la persona, son susceptibles de actualización, pues no son una
simple experiencia; es decir, de las experiencias se tienen reminiscencias o recuerdos,
mientras que de las vivencias se tienen reviviscencias o vueltas a vivir. Las vivencias son
marcas que nos deja el sentido y que al volverse a ver se viven nuevamente, se vuelven a

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sentir, a actualizar; es por ello que las huellas de sentido son percepción afectiva, son un
emocionar particular que se trae del pasado y que podrían llegar a ser nuevamente en el
futuro, sin embargo, ya vimos que el sentido no es sólo resonancia afectiva o un simple
emocionar, también es conocimiento o percepción cognitiva de algo que nos conviene,
que nos hace bien, que construye vida.

El sentido es un texto que hemos puesto en diferentes con-textos, motivo por el cual,
descubrir el texto que le da sentido a nuestra vida, es una buena forma de empezar a
ponerlo en nuevos con-textos, cuando los actuales han perdido sentido. Algunas personas
han descubierto sentido en medio de su participación filantrópica o de grupos de ayuda
social; sin embargo, un buen análisis nos permite descubrir que estas acciones son tan
solo los Con-textos, pues el texto es el sentido que se encuentra en la ayuda al prójimo,
motivo por el cual, si el sentido que encontraba en mi acción social se ha oscurecido, no
quiere decir que el sentido ya no exista, solo que se ha descontextualizado y necesita un
nuevo con-texto en donde depositarse. Los textos son valores que han sido nuestros o
que descubrimos en el proceso de Coaching, los contextos son personas, objetos,
situaciones o acciones en donde se encarnan dichos valores, en donde los volvemos
acción. Las huellas de sentido son el sentido en la vida que se ha vivenciado a lo largo de la
biografía de cada quien y que han venido configurando un sentido de la vida hasta el
presente, son pequeños o grandes valores que se han captado con la razón y el corazón
facilitando las decisiones que hemos tomado, configurando de esta manera lo que somos
actualmente. El sentido en la vida se siente y se sabe como un “algo” que nos llama, que
nos atrae y nos convoca, un “algo” que puede ser contemplar un paisaje, el nacimiento de
un ser vivo, un atardecer, un párrafo de un libro, una persona que conocemos, una
dificultad que superamos u otra experiencia cargada de significado personal que al
resonar con otras a lo largo del tiempo, van dando dirección, metas, objetivos y proyectos
a desarrollar. Algunas personas creen que el sentido de la vida es un hecho asombroso y
de gran impacto emocional, algo así como un rayo dorado que cae del cielo o la aparición
de un santo con un mensaje directo de Dios, y aunque sería atrevido negar que algunas de
estas cosas pasan, sí podemos afirmar que a la mayoría de las personas les es más fácil
captar el sentido en lo cotidiano, en la vida misma, en el trinar de los pájaros, en el niño
desamparado que lucha por salir adelante, en una frase que alguien nos dijo, en un sueño
que queremos alcanzar, es decir, en lo cotidiano de la vida.

Muchas de las huellas de sentido que se han tenido hasta el momento tienen que ver con
diferentes espacios que se han vivido, algunos con la familia, otros con lo aprendido o
estudiado, otros en algún tipo de hobbie o de trabajo, en fin, cada quien tiene sus propias
huellas. Probablemente a los 65 años no sea tan fácil volver al football americano, pero sí
hay muchos niños que quisieran aprender a jugar y no saben, o no pueden, y allí habría un
espacio para él; probablemente existan otras huellas que sí pueda actualizar
directamente, tal vez volver a estudiar, a leer o a ir al campo. La actualización de las
huellas de sentido no tiene que ser textual, y de la misma forma que en el pasado, puede
ser contextual descubriendo lo que daba sentido de eso, en ese espacio particular y
ejecutándolo en las nuevas condiciones en las que se encuentra el cliente, puede ser

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importante mostrarle cómo en diferentes épocas de la vida se dieron huellas de sentido
que aparentemente eran diferentes, pero que finalmente tenían que ver con lo mismo,
motivándolo para que lleve a la acción algunas de estas propuestas, pues sentido sin
acción no es verdadero sentido.

Algunas otras huellas se están experimentando en la actualidad, muchas personas se


encuentran superando dificultades y encuentran sentido en esta lucha que desarrollan por
ellos o por sus familias, otras personas viven el amor en sus vidas o encuentran sentido en
el aporte que le están haciendo al mundo a través de su trabajo. Algunos buscadores
piensan que a veces no hay sentido, pero el sentido siempre existe como posibilidad, sólo
que no siempre lo vemos.

Valores y sentido de vida

En la actualidad, pareciera que hablar de valores resulta ampliamente aburridor; los


jóvenes y los adultos experimentan el tema como algo ajeno, lejano y hasta inalcanzable,
les parece abrumador e incluso les despierta pereza; lamentablemente las personas no
piensan que cuando juegan football están desarrollando valores vitales, estéticos y
sensibles en una misma acción; las personas no se dan cuenta que cuando cocinan
desarrollan valores sensibles, vitales, estéticos e intelectuales. Es decir, los valores son de
lo más cotidiano, el problema está en que normalmente se entienden los valores como
éticos o morales; sin embargo, el mundo de los valores es mucho más amplio, y tal vez, el
error fundamental está en que nos centramos en los valores universales de la ética y no
en la jerarquía de valores que debe predominar en un grupo social, de tal manera que si
bien se enseñan valores como la honestidad, el respeto, la solidaridad y muchos otros,
poco énfasis se hace en si estos valores predominan por encima de los valores
económicos, de los valores estéticos u otras categorías, motivo por el cual aunque muchas
personas pueden recitar de memoria los valores aprendidos, muy pocos toman decisiones
a partir de dichos valores, ya que el acto de elegir depende de una jerarquía personal en la
que no siempre se encuentran en primer lugar los valores elevados como los éticos. Los
valores son cualidades independientes de los objetos, las situaciones, las personas y las
acciones en donde habitan para poder ser captados por la persona que valora,
confiriéndoles así la característica de “bien” a aquello en donde se han encarnado dichas
cualidades. Los bienes pueden ser ideales (ej. Buenas ideas) o reales (ej. Un martillo) en
donde se deposita un valor que convierte el bien en un objeto valioso, es decir, para que
yo vea un valor, este tiene que estar depositado en “algo” y esos “algos” en donde se
depositan los valores, los llamamos bienes, pues los valores son “buenos”, si fueran
antivalores serian “malos” y se depositarían en algo que llamaríamos males, los bienes son
con-textos y los valores son textos. Un ejemplo que nos ayuda a entender esto es el de los
sabores, para que yo sepa cómo algo es dulce, este tiene que estar en una fruta dulce o en
un pastel dulce, no está solo e independiente aunque exista el concepto; para que yo vea

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el azul este debe estar en un auto azul o en un lápiz azul, de igual forma sucede con los
valores, no vemos la honestidad, pero sí vemos personas honestas.

Los valores son cualidades que ayudan a acondicionar el mundo, el trabajo, la familia o los
diferentes escenarios como mejores lugares, más dignos para vivir plenamente, son
cualidades que cualifican a determinadas personas, situaciones, cosas o sociedades en
general y que garantizan un mínimo para vivir; cuando no es así, hablamos de antivalores.

Los valores resuenan afectivamente en mí, me mueven, me llaman, los sentimos


y sabemos que son buenos para mi vida porque construyen vida, es por ello que los
valores no son algo que daña o hace mal, pues de ser así serian antivalores. Golpear a la
madre –a pesar de la opinión particular o de la individualidad de cada quien- no puede ser
un valor, pues los valores tienen que ver con la vida y no con su pérdida o con lo que la
dañe, y aunque algunas personas interpreten golpear a la madre como un valor, no
debemos olvidar que una cosa es un valor y otra cosa es una forma de valorar. Los valores
no se fabrican sino que se descubren en el mundo, lo que se fabrican son los contextos;
captamos bienes en donde se encuentran depositados los valores y sentimos atracción
por ellos, y además de sentir, sabemos que son buenos para la vida; es decir, alguien no se
puede levantar una mañana y decir: “A partir de este momento violar a los niños es un
valor”, no lo puede inventar, debe descubrirlo en el mundo. Ahora bien, entre más
elevado sea un valor, mayor será su valiosidad y universalidad, es decir, entre más alto
esté ubicado el valor en la jerarquía de valores, mayor valor posee y más bien para la
mayoría de la gente contiene. Por ello, no basta sentir que algo es valioso, pues se debe
“saber” valioso para que sea un valor; una cosa es el valor en sí y otra cosa es la
valoración, yo puedo valorar el robo como algo importante en la vida, sin embargo, robar
nunca será un valor aunque yo lo diga y lo valore mucho. El valor existe antes de cualquier
valoración, lo que es posterior es la captación del valor que depende de una persona que
valore. Aquí está el problema del asunto, muchas personas aprenden que las valoraciones
que se hacen son iguales a los valores, incluso muchas veces aprenden que algo es un
valor cuando en realidad fue una valoración que vivió en su familia o en su lugar de
crianza. No todo lo que brilla es oro.

Los valores no pueden definirse solamente porque sean agradables, deseables o


interesantes, pues hay muchos valores que son más elevados que otros y que llevarlos a
cabo no es muy agradable o deseable, puede que para mí sea agradable embriagarme y
que desee hacerlo, pero no necesariamente embriagarse es un valor, pues para que sea
valor, este debe construir vida; sin embargo, hay que considerar que dentro de todo lo
que construye vida, hay cosas que no son agradables y que construyen más vida que otras
cosas, por ejemplo, el acto de parir, de traer un hijo a la vida, no es un acto agradable,
pero construye más vida y es más valioso que un buen plato de comida. Por todo esto, es
que hablamos de valores superiores o elevados y valores inferiores o bajos, haciendo
referencia a que hay cosas que valen más que otras, no queriendo decir con ello que los
valores inferiores no valgan, pues estamos hablando de valores y no de disvalores o
antivalores, por ello, los valores sean superiores o inferiores valen y construyen vida, la

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diferencia está en cuales valen más y cuáles son los criterios para determinarlo. Estos
criterios de valiosidad son los que constituyen la jerarquía de valores.

La jerarquía de valores es una clasificación de los mismos a partir de la altura de los


elementos que la componen, y aunque no hay una jerarquía única –pues hay muchas
teorías-, sí se dan ciertas similitudes y acuerdos entre diferentes autores, resaltando
generalmente la jerarquía propuesta por el filosofo Max Scheler (2001) quien influyó a
Viktor Frankl en toda su teoría del sentido de la vida.

Podemos hablar de valores e incluso escribir sobre los mismos, pero vivir de acuerdo a
ellos es la meta principal, motivo por el cual conocer los valores y su jerarquía nos da
cierta ventaja. Ya sabemos qué son los valores y que tienen una clasificación que hace que
unos valgan más que otros; veamos ahora unos criterios adaptados de Max Scheler que se
utilizan para saber qué es más valioso.

1- Universalidad: Un valor vale más que otro si este valor le hace más bien a la
mayoría de personas en esa misma situación que a una persona o a un pequeño
grupo. Es decir, la dignidad humana (Valores sagrados) es más valiosa que un
partido de baloncesto (Valores vitales), aunque yo sea basquetbolista.

2- Profundidad de la satisfacción: Un valor vale más que otro en la medida que dicho
valor genera mayor vivencia de cumplimiento, mayor sensación del deber
cumplido con independencia de lo placentero o displacentero que sea. Es decir,
tomar una decisión justa (Valores éticos) entre dos personas que estimo, puede no
ser placentero, pero genera mayor vivencia de cumplimiento que obsequiarle a
dos personas que estimo una linda camisa (valores estéticos). La profundidad de la
satisfacción va de la mano del impacto emocional que genera la presencia o
ausencia de un valor, elemento que se profundiza en la Teoria de las emociones
que se expone mas adelante.

3- Durabilidad y estabilidad: Un valor vale más que otro, si dicho valor dura más en el
tiempo y es mas estable que otro. Es decir, lo que aprendo en una academia o en
la escuela (Valores intelectuales), dura más y es mas estable que un helado de
dulce de leche (Valores sensibles).

4- Proximidad al absoluto: Un valor vale más que otro si está más cerca del sumo
bien, del valor absoluto (o para los creyentes, de Dios) en una cultura determinada.
Es decir, cumplir con los mandamientos (Valores sagrados) es más valioso que
cumplir con el instructivo de preparación de un platillo especial (Valores sensibles).

5- Constructivo: Un valor vale más que otro en la medida que dicho valor ayude a
preservar más la vida y la dignidad humana. Es decir, defender la declaración de los
derechos humanos (Valores sagrados) es más valioso que ir un día al gimnasio
(Valores vitales y estéticos).

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Ahora bien, hay que tener claro que todos los valores “valen”, pues si no valieran no
serían valores; sin embargo, ya sabemos qué es un valor y qué no lo es, y ya sabemos qué
hace a un valor superior a otro; veamos entonces cuál es el orden de los valores a partir
de la jerarquía que propone Max Scheler:

1- Valores Sagrados: Valores que se dan en la búsqueda del ser “absoluto”,


fundamentado en la persona como sumo bien o en Dios para quienes son
creyentes; son valores que brindan la vivencia de proximidad o alejamiento de lo
santo. En ellos se cuenta a Dios, la fe, los valores religiosos, la trascendencia, la
dignidad humana, el máximo bien posible.

2- Valores Espirituales: Valor que enmarca los valores estéticos, éticos y del
conocimiento.

o Valores Éticos: Valor del bien del obrar humano libre que perfecciona a la
persona, como la justicia, la honestidad, la sinceridad y la solidaridad.

o Valores Intelectuales: Valor propio de la búsqueda de la sabiduría y el


conocimiento.

o Valores Estéticos: Valor referido a las reacciones peculiares de agrado,


aprobación y aprecio que generan la armonía, el orden y la belleza.

3- Valores Vitales: Valor fundamentado en el bienestar. Se encuentra subordinado a


sentimientos como la salud, vigorosidad, productividad y la fuerza vital, así como
los bienes económicos o de otra índole que lo facilitan.

4- Valores Sensibles: Valor de mayor subjetividad que hace referencia a la


preferencia de bienes que generan goce y placer, basado en el agrado o
desagrado que producen.

En síntesis, la jerarquía de valores es el orden establecido entre el grado de superioridad u


objetividad Vs el grado de inferioridad o subjetividad de los valores, que depende de la
Universalidad, la profundidad de la satisfacción, la durabilidad, su proximidad al absoluto y
lo constructivo del mismo.

GRAFICA

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Para captar los valores y el sentido, se necesitan bienes en donde se depositen y
contengan (Con-textos), se necesitan incluso símbolos que permitan darles forma, como
es el caso de la justicia que necesita de la estatua de la balanza para poder identificarla
con independencia de acciones justas o personas justas. Los valores necesitan de bienes
en dónde depositarse, los bienes pueden ser acciones, personas, objetos, pensamientos,
imágenes o ideas en donde pueden estar depositados varios valores. Entre mas valores
tenga un contexto (persona, objeto, acción o situación ideal o real) se habla de un
contexto mas valioso.

Sentido en la vida y sentido de la vida

El sentido de la vida -como lo vimos anteriormente- se puede comprender de dos


maneras: como sentido en la vida y como sentido de la vida. El sentido en la vida es el
sentido situacional, el sentido del momento, es decir, el sentido que encuentro en una
situación concreta, en un momento histórico particular, es el sentido que se halla oculto
en cada experiencia que tiene el ser humano en el presente, son huellas de sentido que se
descubren en el aquí y en el ahora o huellas que se actualizan del pasado o se traen del
futuro a la realidad actual. El sentido en la vida es una percepción que se da en el
panorama existencial, es una figura que se capta sobre el fondo de eso que se llama vida,
es una vivencia que brinda plenitud y motivos para vivir, son los “para qué” cotidianos que
le dan valor a lo que vivo y que si bien se reconocen en las emociones profundas de
sentirse completo, no necesariamente tienen que ver con el placer que produce hacer
algo, pues el sentido se descubre también en situaciones que no son placenteras pero que
brindan la sensación del “deber cumplido”; dichas experiencias de sentido van
configurando un hacia dónde, una dirección hacia la cual tiende la vida y específicamente
mi vida; brindan coherencia e identidad personal encaminando las metas y consolidando
mi proyecto de vida, esta sumatoria –por llamarlo de alguna manera-, este camino de
huellas de sentido, va constituyendo el sentido de la vida, sentido que se consuma al
finalizar la existencia.

El sentido es personal e intransferible, es único e irrepetible para cada ser humano, no se


crea sino que se descubre, no se puede imponer aunque sí se pueden mostrar opciones de
sentido que pueden ser adoptadas por las personas. El sentido de la vida es la motivación
básica de la existencia humana, pues si bien el placer o el poder también mueven al
hombre a actuar, cuando dicha búsqueda carece de sentido, la sensación de vacío
existencial embriaga al ser humano de aburrimiento, apatía, desolación, dejándolo en
posibles buenos cargos laborales, con familia e incluso juventud pero con el deseo de
morir, renunciar o abandonar su proyecto de vida.

Los valores son universales de sentido; sin embargo, debemos recordar que no estamos
aquí hablando de todos los valores, más bien hablamos aquí de los valores elevados o
superiores, por ello, es importante aclarar que hay muchos otros valores que también le
dan sentido a la vida, lo que sucede es que hay valores que dan más y valores que dan
menos sentido; todos los valores tienen potencial de sentido, pero como ya vimos con

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anterioridad, hay valores superiores e inferiores o valores que valen más y otros que valen
menos. Es en si la jerarquía de valores la que hace que el sentido de mi vida sea más
sólido o menos sólido, es decir, si mi vida está gobernada por los valores sensibles que se
definen por el agrado o desagrado que producen, mi vida también tiene sentido, solo que
es un sentido no tan fuerte, pues dichos valores duran menos en el tiempo, son menos
constructivos y están más lejos del sumo bien, y aunque den sentido es mucho más fácil
que se oscurezcan.

Los valores encarnados en contextos especificos son sentidos situacionales, es decir,


hacen referencia al sentido en la vida; el camino o proyecto que configuro a través de los
mismos, lo denominamos sentido de la vida. Los valores encarnados o llevados a la acción
(sentido en la vida) son faros que iluminan el camino o proyecto que llamamos sentido de
la vida.

El Coaching Existencial le ayuda a las personas a preguntarse acerca de ¿Qué valores


necesitas desarrollar o trabajar más? ¿Qué tipo de valores hay que potencializar?, ¿Qué
tanta diversión, productividad, estética, intelectualidad, espiritualidad o desarrollo
personal se requiere?, ¿Qué es lo que necesitas desarrollar?, ¿Cómo piensas desarrollar
dichos valores?, ¿necesitas más acciones recreativas para los sensibles? ¿necesitas hacer
deporte o trabajar un tiempo extra para los vitales?, ¿tal vez un curso de escultura o
escuchar más música para los estéticos?, ¿quizás leer un poco más o matricularte en la
universidad nuevamente para los intelectuales?, ¿puede ser que necesites decir o hacer
algunas cosas éticas? o ¿tal vez volver a la iglesia para los sagrados?, ¿a que te puedes
comprometer?.

Valores piramidales u horizontales

Algunos logoterapeutas han propuesto que existe una jerarquía piramidal y una jerarquía
horizontal de valores y sentido; la jerarquía piramidal hace referencia a un único bien en el
que se depositan todos los valores o a un único tipo de valores que dirigen mi vida; es
decir, la existencia de un único contexto en el que el sentido se hace presente. Hay
quienes viven exclusivamente por su pareja, trabajan por ella, se visten para ella, todo es
por ella y si algo pasa, su mundo se derrumba; hay quienes viven por su trabajo, siempre
tienen su uniforme puesto, sólo piensan en esto, no tienen nada más y cuando se jubilan o
pierden su empleo, su mundo se derrumba. Es una jerarquía peligrosa, pero más peligrosa
es si está dominada por valores inferiores y no por valores superiores. La jerarquía
paralela u horizontal hace referencia a múltiples bienes depositarios de múltiples valores,
tenemos familia, tenemos trabajo, tenemos un hobbie y si perdemos algún valor o algún
bien lleno de valores podemos aferrarnos de otros y no caer en el sin sentido.

Sentido como identidad y coherencia personal

El sentido en la vida construye mi identidad, el sentido de la vida es la mejor versión de mí


mismo. La persona que yo soy, llega a ser una personalidad a través de lo que ha

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heredado, de lo que ha aprendido y especialmente de lo que ha decidido, es decir, de lo
que ha hecho de sí mismo a partir de las condiciones que le correspondieron. La
personalidad puede ser auténtica o inauténtica, es auténtica cuando refleja con fidelidad
el sentido de la vida de la persona, su espiritualidad y unicidad, y es inauténtica cuando no
refleja el sentido ni su espiritualidad.

La identidad la comprendemos como ese núcleo o eje central alrededor del cual giran
nuestros pensamientos, sentimientos y acciones; una identidad sana y bien definida
produce la sensación de unidad, de coherencia, de ser “uno mismo” y no “uno más”; la
identidad es más un proceso que se empieza a construir desde los genes que nos
trasmiten nuestros padres hasta el momento de la muerte, a través de un proceso de
aprendizaje y de decisión que se va asentando con el paso de los años, haciéndose más
riguroso y tomando más forma aquello que somos. Una sana identidad significa alcanzar la
mejor versión posible de uno mismo, como se mencionó anteriormente, para Pablo será
desarrollar al máximo la Pablitud, para Ana será la Anitud, es decir la esencia personal,
aquello que hace que se sea Pablo o que se sea Ana, en sí, la unicidad.

Tener sentido de vida implica sentirse y saberse enrutado en ese camino de


automejoramiento, de desarrollo de la mejor versión de uno mismo. Somos la causa que
abrazamos. Lo que elegimos ser.

Las áreas de sentido

Fabry propone las áreas del autodescubrimiento, la elección, la unicidad, la


responsabilidad y la autotrascendencia como rutas especiales de sentido.

La elección o el área del mundo de lo posible, el proceso de adoptar una opción ubicada
en el mundo de lo “aun-no-sido” es otra área de sentido importante, pues en donde no
hay posibilidad de elección el sentido se dificulta, a pesar de que siempre y en última
instancia, los valores de actitud abren el camino hacia el sentido en medio de
circunstancias en donde parece que no existen más opciones. Cuando la persona deja de
sentirse víctima de las circunstancias y abandona su indefensión para elegir una actitud
distinta, está en capacidad de hallar sentido.

En cuanto a la tercera área de sentido: “La búsqueda del sentido a través de la unicidad, es
diferente de aquella que conduce a las experiencias "Ajá", del autodescubrimiento. La
unicidad propia se hace evidente no tanto por lo que es uno, sino por lo importante que
es en nuestras relaciones con otras personas o circunstancias”, es decir, en la medida que
lo “uno propio” deja huella, en la medida que la persona se hace irremplazable e
insustituible, no en la función, sino como persona, ingresa al área de la unicidad, al área
de la ubicación activa de su papel en el mundo, abriendo espacio a la cuarta área de
sentido: La Responsabilidad, capacidad entendida como la habilidad de dar respuesta a las
preguntas que la vida plantea, es decir a las múltiples oportunidades de hallar sentido en
medio de la respuesta acertada que se le da a los cuestionamientos que la vida ofrece. La

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vida brinda infinitas posibilidades que llaman a la persona a salir de sí misma y entregarse
al sentido, invitan a la persona a autotrascender y entrar en la quinta área de sentido,
área en la que me dejo afectar por el sentido captado por la conciencia intencional, me
dejo tocar por el, me encamino hacia su realización, lo encarno y lo ejecuto.

El sentido en lo cotidiano

La investigación del sentido también puede hacerse a través de fuentes de inspiración en


personas conocidas que han vivido con sentido, preguntándose y observando cómo
actúan, ¿cómo hablan?, ¿qué hacen?, ¿qué no hacen?, así como identificando personas
que hayan marcado la historia, personalidades que dejaron huella a lo largo de su vida,
viendo películas sobre ellas o leyendo sus biografías. Esta estrategia se llama “Modelos de
rol con sentido”, siendo mucho mejor cuando los modelos encontrados son cercanos a la
persona en proceso o por lo menos comparten su misma cultura.

La biblioterapia podría ser otra de las estrategias recomendadas como apoyo en la


la búsqueda de sentido, tanto en la literatura como en el mundo de la autoayuda se
encuentran buenos textos de trabajo, recomendándose la abundante literatura
logoterapéutica.

Leer siempre ha sido un recurso terapéutico; sin embargo, tal vez sea la escritura un
recurso más potente cuando se trata de un cambio personal. Otra de las estrategias para
el acompañamiento en la búsqueda de sentido, se centra en la escritura de cuentos que
inspiran el sentido, entregándole a la persona solo los títulos que disparen la historia para
que la persona los desarrolle, por ejemplo: “La mujer que encontró lo que realmente
importa” o “El pez que finalmente se dio cuenta que nadaba en medio del sentido”. Por
esta misma línea se encuentra el desarrollo de cartas temporales, en donde se le pide a la
persona que se escriba cartas a sí misma en el futuro, teniendo en cuenta la misma
intención que con los cuentos anteriores, pidiéndole a la persona, por ejemplo, que se
escriba una carta a sí misma desde el futuro, es decir, que se imagine en 5 años
escribiéndose una carta a sí misma en el momento actual, contándose todas las cosas
plenas que está haciendo y todo lo que ha encontrado; las cartas también pueden estar
dirigidas a personas que han marcado positivamente al buscador, personas vivas o
muertas que lo hayan inspirado en algún momento de la vida y que puedan servirnos para
la tarea que estamos desarrollando.

La lectura, la escritura y el cine son recursos que pueden acompañarse (dependiendo de


los intereses personales del buscador) de otras estrategias del mundo del arte.
Actividades como la música, la pintura, la escultura u otras artes complementan el trabajo
y ayudan a despertar la conciencia estética como camino de sentido. Podemos
recomendarle a las personas ciertas canciones que deben ser escuchadas un número de
veces al día, teniendo en cuenta que sean canciones que pertenezcan a la cultura de la
persona y preferiblemente a su idioma materno; algunas personas que pueden tener
aptitudes musicales pueden no solo escuchar las canciones sino también hacerlas en un

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ejercicio similar al de los cuentos escritos; ejercicios a través de la pintura, desarrollo de
símbolos o esculturas pueden cumplir el mismo objetivo en la búsqueda de sentido, sin
embargo, es importante recordar la premisa básica de toda estrategia: “Cuándo, cómo y
con quién”, pero como probablemente coincidiríamos en el mundo de la logoterapia, por
encima de la estrategia esta la persona, motivo por el cual la creatividad del Coach, la
relación de ayuda y el amor con que se trabaja son los insumos principales del proceso.

Caminos hacia el sentido

Viktor Frankl planteaba que existían tres caminos privilegiados para encontrar o dotar la
vida de sentido. El primero de ellos es el camino de la creación centrado en el aporte que
le hacemos al mundo o a los otros, es el camino que se desarrolla de forma privilegiada a
través del trabajo en donde encontramos un contexto que puede llenar la vida de sentido:
El sentido del trabajo. El segundo camino es el de las vivencias o experiencias que ya no se
centran lo que le damos al mundo sino en lo que recibimos del mismo, la experiencia
contemplativa, el disfrute de lo que hay en el mundo en donde de manera especial se
encuentra la vivencia del amor como espacio privilegiado para llenar la vida de sentido: El
sentido del amor. Por último encontramos el camino de la actitud que es aquel que
asumimos en medio de un destino inalterable y dramático, es decir, es el camino de
sentido que encontramos cuando enfrentamos un sufrimiento inevitable en donde se
pueden hacer evidentes posibilidades que sin la presencia de dicho sufrimiento jamás se
hubiesen evidenciado: El sentido del sufrimiento.

Sentido del trabajo

Tal vez es en el trabajo en donde más tiempo pasa el ser humano, pues crece y se prepara
para su vida laboral, y obtiene gran parte de su realización personal dentro de ella; por lo
general, de esta área dependen desarrollos importantes de otras áreas de la vida, la
educación de los hijos, la manutención de la familia, la mejora de la calidad de vida, en fin,
es un camino pleno de sentido para el ser humano. A este tipo de valores se les llama
valores de creación, es decir, son aquellos valores que se descubren en el hacer algo por el
mundo, en la huella que se deja en las personas y en el mundo, en la trascendencia del
trabajo que se realiza, en aquello en lo que se enfoca gran parte del proyecto de vida y a
lo que se le dedican los mejores años o por lo menos los más productivos.

Es allí en donde lo específico del hombre, su personalidad y singularidad se estrechan con


la comunidad, con el mundo que lo circunda, es decir, el trabajo humano es
autotrascendente, sale del propio sujeto y se dirige a otros o a bienes mayores, tiene
objetivos que lo trascienden a sí mismo, y que de no ser así, lo dejan frente a la frustración
existencial, la pérdida del sentido del trabajo que oscurece el futuro generando apatía y
aburrimiento e invitando al ser humano a huir de su proyecto o a claudicar en su intento.
Lo invitan a abandonar la lucha que significa vivir. Ya Viktor Frankl lo decía: “Lo
importante no es la profesión que se ejerce sino el modo como se ejerce. Es de nosotros

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mismos y no de la profesión concreta que depende en qué se haga valer en nuestro
trabajo ese algo personal y específico que da un carácter único e insustituible a nuestra
existencia y con ello un sentido de vida”.

El sentido del trabajo está acompañado, en su justa medida, en otras áreas de sentido,
pues quien solo encuentra sentido en su quehacer profesional termina ahogándose
dentro del mismo, anulando su creatividad y productividad y llenándose de un estrés que
finaliza en la pérdida de aquello que constituía su único motor para vivir: su trabajo. Es por
ello, que el sentido del trabajo no puede definirse a partir del llamado “éxito laboral”, es
decir, cada ser humano cumple funciones que hacen parte de un objetivo mayor al
interior de una organización, tanto el portero como el de aseo general, tanto el piloto
como el personal de tierra, tanto el administrativo interno como el que enfrenta la
realidad externa, de tal manera que el trabajo que está guiado por un interés exclusivo
personal no autotrascendente, el trabajo que no es guiado por un sentido mayor dirigido
hacia el mundo y no sólo hacia el bien personal, termina frustrando laboralmente al ser
humano, pues como bien dice Frankl: “La próxima ola de personas que ingrese a la
industria se interesa por una actividad que tenga sentido y no tanto por el dinero”, pues
si bien al principio el “éxito” es atractivo, pronto refleja su verdadero precio. Cuando el
trabajo depende exclusivamente del ascenso, o del dinero, cuando depende del poder y
no tiene un fin mayor la frustración aparece.

El sentido del trabajo está guiado por el sentido de la vida y no al revés, no es la vida la
que depende del sentido del trabajo, desde allí, la búsqueda de poder, prestigio, dinero y
reconocimiento tienen que ser claramente medios para un fin y no fines en sí mismos, es
decir, los ascensos, las mejoras salariales, los aprendizajes que se obtienen no pueden ser
el fin de la existencia laboral, son más bien un medio para alcanzar un fin. Una vida laboral
gobernada por una voluntad de poder y no por una voluntad de sentido, deja al ser
humano, a las organizaciones, al país, y al mundo, frente a una crisis de sentido que
frustra la misión organizacional y evita alcanzar la visión por la que la empresa lucha.

GRAFICA

Como se muestra en la gráfica, una cosa es tener “Éxito Laboral”, comprendido como una
gran cantidad de dinero y reconocimiento profesional, y otra cosa es tener un trabajo
lleno de sentido; muchas personas “exitosas” se suicidan, se enceguecen y pierden a su
familia, se descuidan y quiebran a sus empresas, gastan su vida produciendo un dinero y
un prestigio que poco les sirve para recuperar la salud o el amor en sus vidas; sin
embargo, en el mundo actual no basta con ocuparse en un trabajo que le da sentido a las
personas, las necesidades básicas y otras superiores deben ser satisfechas, motivo por el
cual, el cuadrante configurando por la intersección “éxito laboral” y “Work Meaning”,
constituyen en primer lugar, la apuesta del Coaching Existencial: ¿Cómo le ayudamos a las

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personas a estar en este cuadrante? y ¿Cómo le ayudamos a las organizaciones a
fomentar la permanencia en este lugar?.

En segundo lugar, el Coaching Existencial se centra en trabajar con aquellas personas que
experimentan un “fracaso laboral” entendido como el fin de su carrera en una empresa, la
jubilación, la pérdida de la capacidad productiva por un embate de la vida o la dificultad
para hacerse productivo y no vivir solo de sueños; este cuadrante configurado por la
intersección “Fracaso laboral” y “Work Meaning” es otra de las áreas de trabajo del
Coaching: ¿Cómo desarrollamos en la organización planes de retiro que den sentido?,
¿Cómo acompañamos en la transición a la jubilación?, ¿Cómo despertar la chispa de la
innovación y el emprendimiento en aquellos que lo necesitan?

La tercera área de trabajo del Coaching Existencial Organizacional se centra en el


acompañamiento de aquellas personas que experimentan la desesperación de no hallar
ningún sentido en sus vidas y encontrarse desempleadas y desocupadas, en esta área no
solo se encuentra aquel que ha perdido su empleo sino aquellos que han frustrado su
carrera profesional o laboral dejandose de lado y no encontrando sentidos a sus vidas
como en el caso de muchas esposas de altos ejecutivos o expatriados.

La última área del modelo se ubica en el trabajo con aquellos directivos que dominados
por la voluntad de poder y dinero son altamente exitosos pero se sienten desesperados
existencialmente, fuera del contexto laboral, alineados y escondidos en sus empresas
pues son los únicos lugares en donde experimentan la tensión de estar vivos. Esta área de
trabajo se centra en la adecuada construcción de balance entre trabajo y vida, trabajo y
familia, trabajo y diversión. Bajo este cuadrante “Éxito laboral” y “frustración
eexistencial”, se busca retomar el foco de sentido de trabajo que se ha perdido por el
sentido de las cifras, se trabaja el famosos estrés laboral y en ocasiones el existencial life
coaching para vivir humildemente sin que la la prepotencia ni la distancia interpersonal
sequen el corazón del exitoso empresario.

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