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Oración Final
Cuando tomamos conciencia de nuestra fragilidad muchas veces
experimentamos la tentación de ceder a la desesperanza. ¡Cuántas
veces somos negligentes en nuestro combate espiritual! Sin embargo,
Tú Padre Bueno siempre estás esperándome con los brazos abiertos
para perdonarme y devolverme a la vida. Sé que eres todo amor y
misericordia y eso me llena de confianza y de esperanza.