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Alvaro Villegas
Guanadito 2019
Desarrollo
HERMENEUTICA JURIDICA:
El contexto normativo en
LOGICA DE LA RAZONABLE:
Por tal motivo podemos decir, que mientras la lógica formal nos enseña las
reglas del razonamiento para alcanzar la corrección. Descubrimos que esta misma
corrección se nos presenta como fin inmediato del razonamiento, por tanto a todo
razonamiento, le atribuimos un carácter instrumental porque nos permite
conquistar distintos grados de certeza, que podemos clasificar como autoevidente
(demostrable, plausible y aparente). En este sentido, la lógica formal como la
lógica dialéctica, deben integrarse y complementarse frente a las necesidades del
discurso jurídico, para que sea aceptado como razonable, siempre que se
encuentre sujeto a determinado criterios de corrección ya que debe establecer
consideraciones sobre lo justo.
Con lo que se pretende indagar en los aspectos más importantes de la lógica de lo
razonable, en el cual la argumentación juega un papel fundamental y mientras que
la interpretación jurídica como proceso hermenéutico, no se encuentra ajena, sino
son un complemento importante al momento de tomar decisiones en un proceso
para tomar de forma correcta y precisa la decisión, que sea favorable tanto de un
lado como del otro, sin que haya menoscabo de sus derechos y pretensiones al
momento de dilucidar las premisas y justificaciones presentadas en el desarrollo
del juicio así como en su ejecución, para llegar a una decisión, la cual solo es
posible alcanzar por medio del discurso racional que utiliza un procedimiento de
justificación, fundado en argumentos jurídicos, empíricos y morales, según el
sistema de valores aceptados mayoritariamente por la sociedad. No podemos
dejar de coincidir con las ideas de Smith (1990) cuando afirma, que la
interpretación jurídica se revela como un movimiento de síntesis, que comienza
con una tarea de clarificación del lenguaje normativo y finaliza con la búsqueda de
la corrección del sentido jurídico de la decisión judicial que adquiere al valorarse el
comportamiento humano en virtud de la aplicación potencial o actual de la norma
que es objeto de interpretación. Pensar en un movimiento de síntesis, implica una
postura de integración que no es arbitrario u ocasional, sino lógicamente necesario
en función de realizar una dilucidación semántica de la norma, con motivo de
conocer y juzgar sobre un hecho concreto que es nada más, ni nada menos, para
las partes que lo sufren un dramático conflicto de intereses.
Por esto resulta tan atractivo el modelo alexiano (López.2003), que entiende
al derecho como el conjunto de reglas, principios y procedimientos, buscando
asegurar la racionalidad, al proponer cuatro postulados procedimentales prácticos:
1) claridad lingüística conceptual; 2) información empírica; 3) universalidad de la
decisión; 4) desperjuiciamiento.
TOPICA JURIDICA:
Viehweg redescubre la tópica, enlazada con la retórica, como el arte de
descubrir argumentos y debatir cuestiones que son básicamente problemáticas se
centra en reivindicar el interés que para la teoría y la práctica jurídica tiene la
resurrección del modo de pensar tópico. En cuanto que parte de la retórica, la
tópica tuvo una considerable importancia en la formación antigua y medieval,
pues, en efecto, constituía una de las siete artes liberales, integrando el trivium
junto con la gramática y la dialéctica. En la cultura occidental, la descalificación de
la tópica vino motivada por la pérdida de influencia de la formación tradicional, a
partir de la consolidación del pensamiento moderno de base racionalista y
positivista, bajo la pretendida justificación de que no se adaptaba a los criterios de
cientificidad.
La tópica era conocida en la Antigüedad por Aristóteles y Cicerón, y fue la
base alrededor de la cual se edificó la técnica jurídica de los romanos. Según se
refiere Viehweg, que toma el término de Vico, este pensamiento problemático
(problemdenken) fue desenvuelto por la retórica y en la actualidad se distingue de
manera inequívoca del pensamiento sistemático (systemdenken) de base
axiomático-deductiva. Esta importante distinción a su vez se encuadra en el
concepto general de ciencia como conjunto de preguntas y respuestas en base a
las cuales se articula el conocimiento. Tal articulación dual permite desarrollar dos
enfoques según el interés sea situado en la pregunta o en la respuesta, lo que le
lleva a postular la existencia de dos ámbitos diferenciados de investigación: el
dogmático y el cetético. La diferenciación entre ellos estriba en el tratamiento que
dan a los tópicos (topoi). Mientras que las disciplinas cetéticas son
necesariamente cuestionables por su carácter hipotético, problemático y tentativo,
en cambio, bajo un sistema dogmático se preserva un espacio libre de crítica, con
lo cual sus premisas y conceptos básicos conformarán un núcleo inatacable e
incontestable15. Así, Viehweg, sin negar la función de la dogmática jurídica,
retoma la noción de cetética, de raigambre aristotélica, con el objeto de poner el
interés en las preguntas, predicándose una técnica de pensamiento que se orienta
al problema como premisa o punto de partida, y en consecuencia, analizando las
distintas alternativas mediante tópicos o lugares comunes con el fin de dar una
solución a un problema en lo concreto. Sin embargo, como pondrá de relieve
Viehweg en toda su obra, en el derecho existe un problema central que siempre
queda intacto, una "aporía fundamental” que se resume en conocer “qué es lo
justo cada vez aquí y ahora.
Viehweg separa este asunto del siguiente modo: si toda la estructura
jurídica se explica en razón de la necesidad de resolver problemas, es decir, casos
concretos, entonces, la estructura total de la jurisprudencia sólo puede estar
determinada desde el problema. En atención a lo cual, sus elementos constitutivos
conceptos y proposiciones permanecerán ligados a aquél de un modo específico y
sólo a partir de dicho problema podrán ser comprendidos y resueltos. Estos
conceptos y proposiciones deben ser articulados lógicamente en vinculaciones
que permanezcan muy próximas al problema y en el cual se diferencian la
existencia de una tópica de primer grado y una tópica de segundo grado. Mientras
que la primera consiste en la búsqueda y elección del tópico más adecuado al
problema, la segunda opera cuando ya existe un catálogo de tópicos, elaborado
por el grupo social de forma consensuada. Así, de una primera tópica de carácter
asistemático que selecciona puntos de vista más o menos ocasionales se pasa a
una segunda tópica que adopta un procedimiento sistemático a través del cual la
conclusión podrá girar alrededor del problema, evitando la predeterminación
formal de unos axiomas predispuestos. En cuyo sistema de axiomas se ha de
encontrar necesariamente la solución formal del problema. La cuestión que se
observa, es que en relación con la ciencia del derecho dicho método no puede ser
completamente admitido porque desatiende la relevancia que para el derecho
adquiere la lógica material. En este punto precisamente se encuentra una de las
diferencias básicas de la tópica frente a la sistematización que opera con la lógica
formal, conforme a la cual no importa si la premisa es verdadera o falsa, sino que
esté válidamente estructurada y que permita proceder formalmente de una a otra.
Y se hace notar que el primer método de pensamiento da más importancia al
problema y el segundo, al sistema, haciendo prescindir al operador jurídico de la
búsqueda de un punto de vista dentro del problema en su conjunto. Esto se debe
a que desde el principio de la formulación del problema ya está adoptado por el
propio sistema y es en razón del cual se seleccionan los axiomas que posibilitan
su resolución. La tópica, al centrarse en el problema como tal y no en el sistema ni
en su formalidad interna, puede operar válidamente para el razonamiento jurídico
puesto que ofrece una fase prelógica o de búsqueda inventiva de premisas, y
luego en otra, propiamente lógica, ya orientada a la conclusión. La tópica, es una
técnica instrumental de la ciencia jurídica, obtiene su consistencia práctica a partir
de la formulación de proposiciones opinables para poder formar silogismos sobre
todos los problemas que se puedan plantear evitando eventuales contradicciones.
Sosteniendo un discurso, y surgiendo controversias derivadas del mismo, el
método tópico se ocupa de extraer conclusiones correctas, en virtud de opiniones
adecuadas para atacar o para defender argumentativamente una posición.
La aceptación del tópico en el marco social, dado que los tópicos necesitan
parecer verdaderos y aceptables a todos o a una mayoría. En orden a ser
empleados a favor y en contra de asuntos controvertidos, polémicos y opinables.
Es por ello que en los procesos judiciales se trata de hallar el status de la
afirmación y la impugnación, y entonces, el status de la discusión, y por fin, el
status del problema jurídico. A partir de aquí se haría necesario seleccionar, de
entre todos los argumentos posibles, aquellos más apropiados al caso concreto.
Sin embargo, en el momento de la elección de los más indicados sería necesario
poseer un criterio de selección, de sentido común el cual sería el más idóneo al
momento de tomar alguna decisión, porque no se tomaría a priori sino que sería
estudiada concienzudamente en todos los aspectos y sentidos, utilizando métodos
y herramientas acordes, que puedan dar una respuesta exacta y que puedan ser
debatidas por diferentes opiniones y así resolver el problema jurídico en el cual se
está debatiendo para conseguir una decisión idónea. La tópica es compatible e,
incluso, necesita ser complementada con una teorización más precisa de la forma
de articulación argumentativa de esos datos previos o puntos de apoyo del
discurso. Existiría una tensión entre lo considerado evidente y la necesidad de
decidir allí donde lo correcto no se impone en la dinámica social por sí mismo, sino
que se enfrentan posiciones contrapuestas con base común en argumentos
aceptables. En ese caso, no bastará una doctrina que constate la existencia de
evidencias, opiniones generalmente admitidas o tópicos, ni que describa la
mecánica de su interrelación en el discurso. Si se quiere responder a la demanda
de racionalidad que preside el tratamiento del método jurídico, se ha de
correlacionar todo esto con el trasfondo de una fundamentación argumentativa de
las opciones decisorias. En este contexto, lo tenido por evidente o generalmente
aceptado no se verá con caracteres absolutos, sino como cambiante y
dependiente de la dinámica social. Será la índole de su utilización en una
argumentación fundamentada lo que puede servir como un cierto patrón para
restar la impresión de anquilosamiento de esos elementos y de arbitrariedad en la
elección de entre ellos, mostrando que lo evidente no proporciona una utilidad
para un método decisorio racional si no es en el seno de su comprensión
argumentativa. Es esta una línea que con frecuencia se insinúa en los escritos de
la tópica jurídica, pero que casi nunca se desarrolla sistemáticamente y en
profundidad.
TEORIA DE LA ARGUMENTACION
Cuando una solución se presenta como la única admisible por razones de
buen sentido, de equidad o de interés general, por su peso argumental tiende a
imponerse en el campo jurídico, aunque se necesite recurrir a una argumentación
especial, para mostrar su conformidad con las normas legales. La solución se
vuelve aceptable solo, cuando ella va acompañada de cierto consenso social y de
una argumentación jurídica suficientemente sólida.
La preocupación de Perelman (1974), al enfocar sus estudios hacia la
lógica jurídica, se refieren a la búsqueda de la solución justa; tarea que de por si
distingue la magistratura, como actividad, y que solo es posible lograr, cuando la
decisión es razonable se encuentra basada en criterios de aceptación social. En
principio no puede existir contradicción entre lo justo y lo razonable.
El derecho es visto como un instrumento flexible y capaz de adaptarse a
valores que el juez considera como prioritarios, para la sociedad, ya que su papel
es conciliar estos valores con las leyes y las instituciones establecidas, de manera
tal que con ello se ponga de manifiesto no sólo la legalidad, sino también el
carácter razonable de sus decisiones.
Cuando se subraya la primacía de la ley, no solo se entiende que el juez
solo está sometido a ella, sino que también se reconoce al poder legislativo la
facultad única como creador de toda norma jurídica. Si mantenemos esta posición
y no distinguimos, entre normas generales y particulares, como diferenciara
Kelsen, podremos observar que desde esta postura, el poder de interpretación del
juez depende de la invocación a la voluntad del legislador, de la que nos hablara la
escuela de la exégesis, como si esa voluntad continuara siendo la misma a pesar
de la evolución técnica, moral o política que se hubiera producido en el transcurso
del tiempo. El juez según, Perelman, no debe buscar la voluntad histórica del
legislador que votó la ley, recurriendo a trabajos parlamentarios o los debatas que
precedieron su votación; tiene que ir en búsqueda del legislador actual, para
entender la norma según las circunstancias actuales que motivan su aplicación.
Esto nos lleva a considerar que la acción de juzgar puede estar motivada en la
idea de equidad; con la condición de que se pueda encontrar un fundamento en la
idea de equidad; con la condición de que se pueda encontrar un fundamento
jurídico satisfactorio. Pero para que lleguemos a una decisión que merece ser
llamada equitativa ella debe responder a ambas circunstancias: ser oportuna y
socialmente útil.
En una controversia judicial cada una de las partes expone sus motivos,
fundados en la jurisprudencia más benigna o en planteos doctrinarios, con la
intención de argumentar favoreciendo su particular posición, con la intención de
motivar en tal sentido la decisión del juez, logrando su convencimiento9. La
solución jurisdiccional es producto de un proceso de análisis, en el que cada paso
debe asumir el anterior y mejorarlo. Y en los cuales se identifican cuatro regiones
senténciales, las que presentan una totalidad discursiva de entidad ontológica.
Tales regiones a considerar son: 1) hechos / derechos; 2) inserción sentencial; 3)
argumentación y 4) justificación / motivación.
Respecto de los hechos podemos decir, que en todo expediente judicial,
encontramos una referencia a situación fácticas constituidas por la situación
litigiosa y por la producción de aquella prueba que han realizado las partes en el
proceso, que permiten demostrar los hechos y sirven para dar un fundamente al
derecho del que se pretende ser objeto. Los hechos que van a tener entidad o
valor para la sentencia serán sólo, aquellos que recibirán una inserción
sentencial, al ser estimados como altamente importantes para fundamentar una
resolución. La justificación externa está compuesta por la tercera región que
denominamos argumentación que se estructura como una razonamiento
silogístico de carácter práctico prudencial, que toma para su construcción modelos
o paradigmas de conductas, socialmente valiosas. Claro que esta región puede
ser pasible de vicios como la equivocación, la mala disposición argumental o la
incoherencia, que provocan la incomunicación, por imposibilidad de decodificar el
discurso, suscitando el rechazo por parte del auditorio. La cuarta región la
denominamos: motivación, que resulta ónticamente incognoscible porque tiene
que ver con lo subjetivo; sin embargo, el discurso nos permite descubrir sus
contornos. Los motivos se basan en tres elementos diferentes: ideológico (política
o religiosa), axiológico (criterios valorativos, valores-antivalores), ambas
pertenecientes en los objetos culturales; mientras que el tercer elemento es
llamado idiosincrático y se refiere a concepciones, pasiones, sensaciones, deseos,
ansiedades, temores y triunfos; que son parte de la opción que una persona toma
y son característicos del ser humano. Cada una de estas regiones fundamentan el
acto voluntario de toma de decisiones en los que se puede privilegiar distintos
aspectos como: 1. Adhesión voluntaria a principios generales de conducta. 2.
Obediencia a determinadas prescripciones. 3. Reclamos exteriores o necesidades
sociales. En definitiva, si alguien desconociera el motivo que guía su discurso o
siquiera le importara, nos encontraríamos ante una situación de ignorancia
operacional, eminentemente peligrosa y totalmente injustificable si la
consideramos, en relación al discurso jurídico.
En necesidad de la argumentación es la labor de los abogados es
ciertamente técnica, pues consiste en usar ciertos medios para alcanzar un
resultado a partir de una situación inicial dada. Mientras que la de los jueces
consiste en utilizar normas generales para justificar decisiones particulares y
concretas.
Para mayor abordamiento podríamos decir que tanto los jueces como los
abogados utilizan reglas técnicas explicitadas por el Derecho Procesal. Así los
distintos operadores jurídicos recurren al derecho de fondo con la intención de
argumentar jurídicamente, para instar la acción o en función de un requerimiento
de la parte, como es propio en la actividad de los abogados, y que los jueces
también deben realizar al momento de fundamentar sus decisiones.
Podemos reconocer que todo acto humano, sin excepción alguna, es susceptible
de ser percibido desde la perspectiva del juez, del abogado o del jurista y valorado
y juzgado como acto jurídicamente significativo. De todo acto humano exterior,
perceptible por los sentidos, se puede predicar que este constituye: a)- el ejercicio
de una potestad. b)- el padecimiento de un deber jurídico. c)- la violación de un
deber jurídico. d)- el padecimiento de una sanción aplicada por un órgano
jurisdiccional competente.
Lo propio de la tarea del juez y del abogado en el fondo es la misma desde
distintos prismas de la realidad, la que se encuentra caracterizada, por predicar la
significación jurídica como potestad o prestación, o como entuerto o sanción. Para
lo cual necesitan valorar desde aquellos valores vigentes en la comunidad, como
así también, desde los valores vigentes en las normas jurídicas.
La experiencia jurídica comienza, para los jueces y abogados desde el contacto
con las partes; no así para estas últimas, que se inicia en una etapa previa
(ejemplo: desde la firma del contrato). Desde el conocimiento fáctico de la
realidad, los jueces y abogados otorgan al hecho o acción significación jurídica, al
valorar la conducta.
Sin embargo, esto no es todo; falta que el juez y el abogado le otorguen una
significación normativa, a la situación descripta por las partes; lo que implica
ahora, una selección normativa susceptible de ser aplicada al caso, para el que se
deberá tener en cuenta los aspectos relevantes del hecho jurídico .
BIBLIOGRAFIA
(Ricoeur, 1985, p. 64)
(Putnam, p. 28)
(Pettoruti-Scatolini. 2005).