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Vida económica

La vida de un activo es uno de sus atributos más importantes. Aunque se trate de elementos
inanimados, se asume que los activos gozan de un tiempo de vida, a través del cual son capaces de
generar beneficios económicos.

La propia definición de activo involucra la generación de beneficios económicos, a tal punto que una
célebre frase dice: “si un recurso no genera beneficios económicos, no es activo”. Dado que este
genera beneficios económicos a lo largo de su vida, entonces la vida total del activo suele llamarse
vida económica (ver párrafo 20.5.C del Estándar Internacional para Pymes).

Se considera entonces que la vida económica de un activo es el tiempo que transcurre desde que
inicia su período productivo, hasta que deja de generar beneficios, punto en el cual se espera que
su valor residual sea cero.

Es muy común que los activos sean más productivos en sus primeras etapas de vida, y menos
productivos al final. Por esta razón, un activo que haya estado en servicio durante mucho tiempo
posiblemente no tenga ningún valor en los libros de contabilidad, aunque todavía funcione.

Por ejemplo, una entidad dedicada a actividades de impresión puede tener máquinas que han
estado en uso por más de 50 años. Aunque estas máquinas aún funcionan, no se considera que su
valor económico sea alto, por lo tanto, se suelen mantener como activos totalmente depreciados.

Vida útil

La vida útil, por su parte, es el tiempo a lo largo del cual una entidad espera obtener beneficios
económicos provenientes de sus activos. La vida útil depende de las expectativas de la
administración sobre el uso y la productividad del activo, de las características mismas de este, entre
otros aspectos.

La vida útil, en casi todos los casos, es menor que la vida económica. Incluso se suele definir la vida
económica como la suma de las diferentes vidas útiles que tiene un activo, en tanto que puede ser
usado por varias entidades.

Vida útil remanente

En algunos casos se habla de vida útil remanente, lo cual no es algo diferente a la vida útil que tiene
un activo a partir del momento en que se está llevando a cabo la evaluación.

Por ejemplo, si una entidad decide revaluar sus activos en el estado de situación financiera de
apertura, ese valor revaluado se convierte en el nuevo costo del activo. En ese mismo momento la
entidad debe estimar la vida útil remanente, es decir, el tiempo durante el cual espera seguir
utilizando el activo desde el momento del balance de apertura, hasta el final de su vida útil.

En la evaluación de la vida útil remanente no interesa lo que haya pasado con el activo en períodos
anteriores, sino lo que va a pasar con este en los períodos siguientes.

Cabe anotar que algunos activos tienen una vida útil indefinida, tales como los terrenos. Por esta
razón los terrenos no se deprecian, pues se considera que no tienen un tiempo establecido en el
cual dejen de generar beneficios económicos.

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