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VIA CRUCIS

OFRECIMIENTO Y SUPLICA
Dios mío, me habéis escogido y llamado al retiro con Vos, para vivir toda ofrecida a vuestro amor en compañía de
Jesús como verdadera Esposa suya. La vida de Jesús es mi modelo. Quiero ofrecerme con Él y como El para gloria
vuestra, exposición de los pecados, santificación y salvación de las almas todas.
Virgen Santísima, Madre mía, alcánzame que sea digna Esposa de Jesús e hija tuya.
PRIMERA ESTACION - Jesús condenado a muerte.-
La atención de Jesús y su corazón están en Dios y para Dios. En Dios vive. Por Dios abraza los desprecios y tormentos
de su pasión y muerte para redimir el mundo y salvar a los hombres.
Como Jesús debo yo vivir para Dios y en Dios, y abrazar el dolor en amor a Dios para salvar a los hombres todos.
Señor ten piedad de mí y de todos.
SEGUNDA ESTACION - Jesús cargado con la cruz.-
Jesús puesta la atención en Dios, se ofrece con todo su amor a la voluntad divina hasta ser un solo amor con ella y así
unido a Dios, toma su cruz y en ella los pecados de todos los hombres para expiarlos y alcanzar el perdón y el cielo
para ellos. Así amó Jesús a los hombres.
Como Jesús y con Jesús quiero vivir abrazado a la cruz para cooperar con El a la redención de los hombres. Escojo
vivir el amor inmolado para la gloria de Dios y para la salvación de los hombres.
Señor ten piedad de mí y de todos.
TERCERA ESTACION - Jesús cae con la cruz.-
Debilitado su cuerpo por haber pasado la noche sin descansar y sufriendo los tormentos de los azotes, corona de
espinas y desprecios, le han cargado ahora la cruz pesada y a los pocos pasos, Jesús vacilante cae en tierra. Su cuerpo
no puede más, pero su amor a Dios y a los hombres no se debilita, sino crece.
Yo que me he consagrado en retiro a Dios, quiero como Jesús y con Él, no desalentarme por ningún trabajo o contra
tiempo ni persecución, ni por las incomprensiones humanas, sino con perseverancia mirar a Jesús, a Dios y vivir para
Dios pidiéndole por los hombres. Dios mío, que yo viva tu amor.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
CUARTA ESTACION -Jesús encuentra a su Madre.-
La Virgen tenía su corazón y recuerdo en Jesús, su Hijo y su Dios. Sabe que su Jesús ha sido condenado a muerte de
Cruz, y sale desolada a su encuentro. Madre e Hijo se ven sin poderse ni hablar. ¡Qué sin igual dolor el de la Virgen y
el de Jesús, al ver a Jesús como le veía, despreciado y para ser crucificado! Sus corazones se unieron más que nunca
en el dolor. Unidos aceptaron el sacrificio y renovaron su ofrecimiento a Dios por los hombres.
Señor, ten piedad de mí y de todos
QUINTA ESTACION -Jesús ayudado por el Cirineo.-
Los sayones ven que Jesús está tan debilitado en su cuerpo que no tiene fuerza para llevar la cruz y cogen a un
hombre que pasa por allí obligándole a que ayude a Jesús. El Cirineo al principio sintió verse obligado a ayudar a
Jesús. Le obligaron los sayones, pero fue Jesús quien le escogió para difundir la luz interior, la fe y la gracia, con las
cuales creyó y voluntariamente ayudó a Jesús.
También Jesús me ha escogido mí y ha dado luz y amor para entregarme en recogimiento a su amor y cooperar a la
salvación de las almas con mi oración y mi sacrificio. Te amo, Jesús.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
SEXTA ESTACION -La Verónica enjuga el rostro a Jesús.-
La Verónica amaba a Jesús con toda la vehemencia de su alma, como le amaba la Magdalena. Al saber lo que
estaban haciendo con Jesús, en quien pensaba, va desolada en su busca, pasando por todos, mirando sólo a Jesús; le
da el consuelo y el amor que puede limpiándole el rostro. Jesús la miró con amor agradecido y grabó su rostro en el
lienzo con que le limpió y más vivamente en su alma.
Jesús paga el amor del alma agradecida que vive solo para Él, con un amor más alto y toma por morada el alma
ofrecida. El alma es para Jesús y Jesús es para el alma.
Señor, ten piedad de mí y de todos
SÉPTIMA ESTACION -Jesús cae la segunda vez.-
El amor da fuerzas y perseverancia. Pero al cuerpo de Jesús le faltó la fuerza necesaria para llevar la cruz y cayó de
nuevo con ella. Con la misma paz y serenidad se levantó para llevarla hasta el fin.
Mi alma te ama, ¡oh Jesús! con todo el amor. Si caigo por mi fragilidad, te amo con amor suplicante para perseverar
en mi entrega de amor hasta llegar a la unión de amor perfecto contigo. Confío en que la ayuda de tu amor no me
faltará y me unirás a Ti con tus mismos sentimientos. Quiero dar gloria a Dios y salvar las almas.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
OCTAVA ESTACION -Jesús consuela a las mujeres.-
Porque te habían ido acompañando, te amaba aquel grupo de mujeres, joh Jesús!, y salieron a verte, a
compadecerte, y a consolarte uniéndose a tu dolor que lo hacían suyo y las hablaste Tú y las consolaste.
Yo, que me he recogido para vivir contigo, consagrada a Tí para gloria de Dios, salvación de las almas y santificación
de tus sacerdotes y consagrados, quiero estar siempre atento a Tí, unido a tu voluntad y hecho un amor con tu
divino amor.
¡Oh Jesús! vive en mi alma y que yo viva en Ti.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
NOVENA ESTACION -Jesús cae la tercera vez.
Próximo ya al lugar de la crucifixión, Jesús cae la tercera vez. En su caída e insultos recibidos, Jesús conserva la
misma serenidad, la misma paciencia y el mismo amor. Porque continúa con la misma atención a Dios, su padre, y le
ofrece el sacrificio total para su gloria y santificación de las almas.
¡Oh Jesús! Infúndeme esa atención a Ti, con quien quiero convivir para que nunca me desconcierten ni impaciente
los acontecimientos y desprecios, sino que cada día te los ofrezca con mayor amor para tu gloria y por la salvación de
las almas y santificación de los sacerdotes.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
DECIMA ESTACION -Jesús despojado de sus vestidos.-
Jesús, el poder infinito, se deja despojar por los hombres de sus propios vestidos. Se los quitan violentamente y con
harto dolor por estar pegados con la sangre a las heridas. Y Jesús permanece callado, ofrecido y puesto a la
vergüenza ante todos. Se ofrece y lo sufre por mí.
Yo, Dios mío, en deseo de amarte con todo mi corazón, me he ofrecido a Ti, y me determino a estar contigo
despojado de todo lo exterior e interior, en desolación de espíritu y desprecio de los hombres. Pobre de cuerpo y de
espíritu. Que permanezca sereno en Ti y contigo amándote y amando a todos.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
UNDECIMA ESTACION -Clavan a Jesús en la Cruz.-
El Verbo eterno, que creó los mundos y los gobierna, se deja despreciar y crucificar. Con una palabra o un solo
movimiento, podía hacer desaparecer a sus verdugos y a todo el mundo, pero se deja atravesar las manos y los pies
sin una queja, sin un movimiento de repulsa. Se ha ofrecido a Dios por la salvación del mundo, a Dios mira en amor y
a Dios renueva su ofrecimiento.
Que yo aprenda, joh Jesús! y me determine a perseverar ofrecido en amor paciente, con la mirada y el afecto puesto
en Tí, aun cuando todo y todos se revuelvan contra mí. Viva yo en tu amor.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
DUODECIMA ESTACION -Jesús muere en la Cruz.-
Jesús dotado de una sensibilidad perfectísima sufre en silencio todo el horror de estar colgado de los clavos que le
atraviesan pies y manos, coronado de espinas, escarnecido de los hombres, y en la tremenda desolación de espíritu
como si estuviera abandonado de Dios. ¡Oh Jesús! todo eres amor en silencio y en mansedumbre. Estás ofreciéndote
hasta consumar la redención y realizando la obra más grande de la creación. De tus labios solo sale el amor a Dios y
la confianza: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el ejemplo y la enseñanza que me das para que
yo me santifique y me ofrezca por las almas. Que te ame en silencio perseverando en el amor.
Señor ten piedad de mí y de todos
DECIMA TERCERA ESTACION -La Virgen y el cadáver de Jesús,-
Jesús ha muerto y ha muerto por amor. La Virgen le ha visto morir y ha vivido sus sufrimientos. Ahora unos hombres
buenos bajan el cadáver de la cruz y se lo entregan a su Madre. Abraza la Virgen el cadáver de su hijo. Las lágrimas
que había contenido el exceso de dolor, arrasan sus ojos y caen lavando la sangre y heridas de Jesús. Es el corazón de
la Madre, que se derrite en dolor por el mejor de los hijos muerto inicuamente. Es la Virgen llorando el mayor de los
pecados cometidos en la muerte de Jesús. Es la Madre y la Virgen que mira al cielo y pide perdón y amor para los
que han matado a su Hijo y para todos los hombres. Es la Madre y la Virgen que ora y que ama y que se ofrece por
todos los hombres.
¡Madre bendita! enséñame a amar y a ofrecerme a Dios como Tú. Enciende mi corazón en vivas llamas de amor a
Dios, para que contigo y con tu Hijo Jesús, ame y expíe. Que yo consuele con mi amor el dolor de tu corazón.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
DECIMA CUARTA ESTACION -Jesús encerrado en el sepulcro.-
Se creería que todo había terminado. Así pensaron las autoridades de Jerusalén que lo habían condenado a muerte.
Pero Dios tenía designado que ahora empezara la gloria y el triunfo de Jesús. Jesús resucitará como lo había dicho.
Jesús será el amor de las almas y dará gloria a Dios.
¡Dios mío! que yo sepa morir a mí mismo ofrecido todo a Tí. La muerte del justo es la puerta para entrar a la felicidad
eterna.
Señor, ten piedad de mí y de todos.
A LAS LLAGAS DE JESUS

¡Oh LLagas benditas de Jesús! Dadme cabida dentro de vosotras, para que viviendo dentro de Jesús en su amor, solo
en Él piense, sólo en Él ame, sólo a Él recuerde para tu gloria y santidad de las almas

¡Madre bendita! alcánzame vivir en el amor a Dios que tu viviste y que el fuego de amor me haga llama de amor que
siempre arda.

A JESUS CRUCIFICADO

Alma de Cristo, santifícame.


Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del Costado de Cristo, lávame
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh Buen Jesús! óyeme.
Dentro de tus Llagas, escóndeme.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Tí, para que con tus Ángeles y tus Santos, te alabe, por los siglos de los siglos.
Amén

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