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Eduardo Aliverti:

Y mientras se produce todo esto, el triunfo de la hegemonía porteña, que viene, a su vez, de
una generación del 37 que no logra imponer sus proyectos. Y hacia adentro de la hegemonía
porteña, las luchas de visiones entre las distintas facciones o componentes de la oligarquía,
¿qué pasa con la educación? ¿Quiénes se educan, quiénes son los maestros? ¿Hay una línea
educativa o es una anarquía?

Rubén Cucuzza:
Es posible pensar que la educación no responde de una manera mecánica o directa a las
transformaciones que se dan en lo político. Las revoluciones, los grandes movimientos
políticos, tienen un efecto dramático. Pero los cambios en educación son más pesados, más
lentos. No responden de una manera directa a las modificaciones que aparecen desde las elites
dirigentes. Entonces hay que pensar los procesos que se dieron en la transformación de la
educación en la segunda mitad del siglo XIX como procesos complejos, contradictorios, lentos,
sinuosos, de marchas y de contramarchas. Si uno quiere simplificar, yo podría decir que así
como algunos están mirando al proceso socioeconómico alemán basado en el desarrollo
prusiano y en el latifundio, los que están mirando a Alemania también piensan en ese modelo
diferenciado de tipos de escuelas –alemán–, donde cada clase social tiene un tipo de escuela
diferente. En cambio, aquellos que estaban mirando a este modelo de pequeños y medianos
productores, medianos colonos, están pensando más o menos en el proyecto estadounidense
de colonización y están pensando en la escuela gratuita y común. Es decir, por lo menos, en el
nivel primario.

Eduardo Aliverti:
Bien.

Rubén Cucuzza:
Ahí es cuando Sarmiento dice aquella frase célebre: “Haré cien Chivilcoy”, en el sentido de
distribuir la propiedad de la tierra, cosa que no logró. Es decir, lo que se impuso a partir del
80 es el proyecto prusiano y, paradójicamente, un proyecto de escuela común que respondía a
esa otra orientación…

Eduardo Aliverti:
Muy paradójico.

Rubén Cucuzza:
…muy, muy, muy paradójico…

Eduardo Aliverti:
Muy paradójico.

Rubén Cucuzza:
Sí, porque si uno piensa en concepciones, digamos, por elegir una, el marxismo más ortodoxo,
tendría que pensar que en nuestro país la superestructura goza de una independencia y una
autonomía total respecto de… se impone otro proyecto. Un proyecto educativo que está
pensando en el desarrollo estadounidense, es decir. Y los mismos modelos educativos que se
adoptan no son de Alemania. Es decir, la idea de escuela común es de Estados Unidos. Quizás
eso sea la explicación de que a muy poco andar, comiencen las tentativas de reforma.

Eduardo Aliverti:
Porque se dan cuenta.
(Risas)
En alguna medida…

Rubén Cucuzza:
Yo no sé si puedo decir lo que se dan cuenta, pero si fuera así, la propuesta de generar una
escuela obligatoria de ocho grados no correspondía con una estructura agraria donde se
expulsa al propietario. No hay un desarrollo de colonos así como las colonias extranjeras que
se dieron en la época de Urquiza en Entre Ríos, las colonias judías, etcétera.

Eduardo Aliverti:
¿Ajá?

Rubén Cucuzza:
Y, entonces, las primeras reformas vendrían casi a corregir el error si se pudiera decir esto
desde el punto de vista histórico y hasta casi literario. A corregir el error en ese sentido, esas
reformas que te mencioné recién –la Reforma de Saavedra Lamas– lo que hacen es bajar la
obligatoriedad. A los límites que eran los límites de cumplimiento real, tercer y cuarto grado.
Es decir, la expansión del sistema, la obligatoriedad del sistema –por lo menos hasta la
primera mitad del siglo XX– nunca logró superar el tercer grado. Es decir, ahí comienza este
fenómeno tan particular, tan característico. La Argentina tiene situaciones y fenómenos muy
propios, muy distintos respecto de otros países de Latinoamérica. Y entonces acá se matricula,
es decir, el padre lleva al chico a la escuela y lo inscribe porque es obligatorio y es casi del
sentido común. Pero el chico después no queda. Es decir, el problema fundamental en la
Argentina no era salir (por ejemplo, en Brasil), salir a buscar al alumno para que… o a obligar
al padre para que envíe al chico. Y el padre lleva al chico a la escuela, pero no lo puede
mantener. Y entonces el problema principal en todo este largo siglo XX ha sido el de la
deserción escolar.

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