Se pudo identificar que el cuidado efectuado de parte del equipo de
enfermería fue de alta calidad, donde no hubo espacio para ejercer el cuidado por medio de métodos empíricos, que solían ser usados en años pasados por personal que no cumplía con el perfil de cuidador que actualmente exige una unidad de cuidados intensivos neonatales. El rol del cuidador se cumplió a cabalidad dándole garantías en su cuidado realizado, el enfermero sufrió también varias etapas de cambio para satisfacer las necesidades del neonato antes expuesto, se determinó que fue la figura principal, gestora de cuidados; proyectando su atención en todas sus etapas desde una madre sustituta: la función de ella fue compensatoria, proporcionando todo de lo que carecía el neonato; enfermera ayudante, elaboro las intervenciones clínicas; enfermera compañera, construyo un nexo terapéutico con el paciente y su entorno familiar, pues actúo como miembro del equipo de salud durante la iniciación de apego instaurado en el área, a los neonatos que presentan signos de mejoría. También ante el estudio realizado se expresa que el neonato ahí ingresado, tiene un alto grado de dependencia que lo convierte en un individuo con diversos patrones afectados, lábil ante cualquier eventualidad que se presente en el ambiente intrínseco o extrínseco del entorno. Al evolucionar, el recién nacido se volvió más independiente, el enfermero limitaba más su vínculo para establecer la relación madre e hijo que se vio alterada por la condición inicial del neonato.