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NUEVO CETRO DE JUNTA DIRECTIVA PARA LA SANTA

CENA DE CUENCA

El pasado Miércoles Santo, en el transcurso de su procesión por las calles de la ciudad


del Júcar, la hermandad conquense de la Santa Cena estrenó un nuevo cetro para la Junta
Directiva, una preciosa pieza de plata que ha sido realizada por la empresa Pedro Joyeros,
también de Cuenca, que es más de joyería que de orfebrería propiamente dicha, tal y como la
ha definido el autor material de la obra, Pedro Ruiz García. Una pieza que se enmarca en el
conjunto de la obra que el joyero conquense ha realizado para nuestra Semana Santa, y también
para otras procesiones y celebraciones religiosas tanto en la provincia como fuera de ella.
Piezas entre las que destacan, junto a ésta que analizamos, y sólo por citar a algunas de ellas,
las siguientes: una corona para la imagen de la Virgen de las Angustias, la que se venera en la
ermita extramuros, y que ciñe la cabeza de la talla la noche del Viernes Santo, durante el
tradicional pésame a la Madre; la de la coronación canónica de la talla homónima que sí desfila
en procesión, el mismo Viernes Santo, y que se venera en la iglesia de la Virgen de la Luz; el
resplandor con el que procesiona, también el Viernes Santo, pero por la noche, la imagen de la
Virgen de la Soledad de los Caballeros; y el cetro, realizado también este año para el Grupo
Turbas, la misma mañana del Viernes Santo.

Todas estas piezas tienen una cosa en común: son piezas únicas, plenas de simbología,
que por ello son completamente diferentes a otras piezas similares, pues todas ellas expresan,
en cada uno de sus detalles, referencias relacionadas con la hermandad o a la institución que
las ha encargado. Así sucedió, hace pocos años, con la ya citada corona de la Virgen de las
Angustias, la utilizada en la ceremonia de coronación, plena de esa simbología que caracteriza
a toda la obra de Pedro, desde los escudos utilizados en su diseño hasta las puertas de los
templos y lugares que están relacionados, de alguna manera, con la hermandad, la talla titular
de la misma, o la propia ciudad de Cuenca. Así ha sucedido también con los clarines y los
tambores de las turbas, que coronan el cetro que también se ha estrenado este año. Y así ha
sucedido también, como no podía ser de otra forma, con este cetro de la Santa Cena.

Y es que también el cetro de la Santa Cena participa de esa simbología exaltada que es
propia de todas las obras de Pedro Ruiz. En primer lugar, debemos decir que se trata de una
primera pieza de lo que pretende ser una trilogía de cetros desmontables, que pueden ser
utilizadas durante la liturgia propia de la hermandad, durante sus celebraciones oficiales, como
cáliz, patena y copón. Contiene, además, un gran número de piezas, y cada una de ellas
expresan en sí mismas, diferentes aspectos relativos a la historia de la hermandad, o al lugar en
el que se venera el paso durante todo el año: la nave central de la catedral, debajo del triforio
gótico. Sobre esta simbología, recogemos las palabras del joyero que la ha realizado: “Un cáliz
en representación de la Cena… Un cáliz en dorado, porque los cálices normalmente la parte
de dentro es en dorado siempre, con una cenefa de unas hojas de parra y unas uvas
representando el cáliz. Justo debajo representa unos doseletes góticos que tiene la catedral,
para decir dónde se ubica el paso éste del que estamos hablando, de referencia… y al lado un
triforio de la catedral… porque el paso está debajo del triforio. A partir de ahí, quisimos poner
los personajes que participan en ese paso representativo dentro del cáliz. Representamos en
la parte de arriba seis apóstoles, los apóstoles que van a la izquierda de Jesús, y los seis abajo,
que son los otros seis. Con lo cual tenemos ya los doce personajes del cáliz, y nos faltaba Jesús.
Y Jesús, como es un cetro de Semana Santa realmente, es desmontable. Se desmonta justo entre
los apóstoles, y en la parte de abajo está Jesús, entre los apóstoles. Luego hicimos también un
enrejado con la cruz de la hermandad, y también hay un enrejado de separación entre ellos,
con hojas de parra, y con unos rubíes naturales. Lleva también seis patas en rubí natural,
engastadas en forma de joyería. Más es una pieza de joyería que de platería. De orfebrería
sólo tiene la forma de hacerse el cáliz.”

Para la elaboración de algunas de estas piezas, el autor ha utilizado, junto a la forma de


trabajo tradicional, también las últimas tecnologías de joyería: el prototipado en tres
dimensiones, y el láser. En este sentido, las piezas más pequeñas, los doseletes góticos y los
triforios, se han dibujado primero en el ordenador, pasándose después a elaborar los moldes
prototipados que, una vez fundidos a la cera perdida, son pasados finalmente al metal noble.
Se trata, como decimos, de pequeñas piezas, que después deben ser unidas al conjunto de la
pieza, en un proceso largo y delicado. Por su parte, los rostros de los apóstoles y del propio
Jesús han sido dibujados y grabados mediante láser sobre pequeñas placas de plata de 0,70
milímetros, y soldadas finalmente a la base de la empuñadura del cetro, el cáliz propiamente
dicho. Y son, tal y como se ha dicho, no unos apóstoles más, que pudieran haber sido sacados
de cualquier apostolado ajeno a la hermandad, sino los propios apóstoles que figuran sobre las
andas, los mismos rostros que, a pesar de sus escasas dimensiones, mantienen la misma
expresividad, los mismos detalles que, allá por el año 1985, consiguió extraer de la madera de
pino el escultor Octavio Vicent.
Cuenta el cetro, además, con dos escudos en su parte inferior. Por un lado, el de la
ciudad de Cuenca, en cuya Semana Santa participa la hermandad, y cuyo ayuntamiento tanto
tuvo que ver en la elaboración del propio conjunto procesional, pues fue la institución que
sufragó la obra, y por el otro, el de la Diputación provincial, con la que la cofradía se encuentra
hermanada desde hace pocos años, en reconocimiento a su colaboración, también inestimable,
para poder dignificar un final de procesión que, durante demasiado tiempo, había sido caótico.
Hay que tener en cuenta que esta procesión del Miércoles Santo termina, para algunas de las
hermandades, al llegar a la iglesia de San Esteban, frente al propio edificio de la Diputación, y
que en algunas otras, como en ésta de la Santa Cena, las excesivas dimensiones no permiten
continuarlo de la manera que es tradicional en Cuenca, es decir, a hombros hasta la iglesia de
procedencia. Así, y desde hace algunos años, la procesión para la Santa Cena termina en el
interior de los propios jardines de la Diputación, dejando la calle libre para que el resto de los
pasos que intervienen en el desfile procesional puedan continuarlo, para proceder después, una
vez que todos hayan pasado, a trasladar de nuevo las tallas, ya fuera de procesión, hasta el
propio templo catedralicio.

Una pieza de arte, en suma, para una hermandad ya no tan joven, que poco a poco ha
ido asentándose en la Semana Santa de Cuenca como una de las más queridas, y que, poco a
poco también, va ampliando su patrimonio con obras únicas, como ésta. Una pieza que ha
contado con la intermediación entre comitente y artista, del propio responsable artístico de la
catedral, Miguel Ángel Albares, verdadero artífice del resurgir del templo catedralicio para el
turismo y para la Historia del Arte, a partir de su limpieza y la restauración de sus importantes
retablos. Porque la catedral de Cuenca, siempre hay que recordarlo porque a menudo se nos
olvida también a los conquenses, es el primer templo gótico levantado en España, y uno de los
más destacados ejemplares de ese gótico normando o angevino (así, sin más encasillamientos)
realizados en Europa.

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