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1. Costa Rica
El desarrollo evolutivo del principio de prohibición de regresividad en Costa Rica, a nivel de
jurisprudencia constitucional, inicia en el año 2001 con el reconocimiento del carácter progresivo
de los derechos económicos, sociales y culturales; siguiendo con su reconocimiento de manera
tácita de la mano de otros principios constitucionales, tales como: precautorio (1), objetivación de
la tutela ambiental (2) e irreductibilidad de espacios sometidos a regímenes especiales de
protección (3); y culminando con su plasmación expresa como principio autónomo y parámetro
de constitucionalidad a partir del año 2010.
Ciertamente, cada concesión requerirá de previo un estudio de impacto ambiental evaluado por
parte de SETENA, no obstante lo anterior, algunos de estos ecosistemas, por ejemplo las
reservas marinas, son áreas que fueron protegidas precisamente con la intención de que en esta
zona no se realice ninguna actividad extractiva y no se vea afectada tampoco, por ningún tipo de
contaminación (escapes de motores, contaminaciones acústicas, contaminaciones luminosas,
etc.), para que la flora y la fauna se vayan regenerando a lo largo del tiempo, hasta que sus
poblaciones alcancen el mayor número de ejemplares que pueda haber en ese sitio; lo cual es
totalmente excluyente con la concesión de una marina turística por los efectos que
evidentemente lo alterarán. Otros ecosistemas de los citados puede ser que no requieran
necesariamente una veda absoluta de toda actividad, pero cualquier autorización en ese sentido
debe ser valorada y anticipada. Como ya se indicó, resulta irrazonable proteger unas zonas y
otras no sin un criterio técnico que así lo sustente, pues ello resulta lesivo del principio
precautorio y del principio de progresividad del ámbito de tutela de los derechos fundamentales.
Tratándose de la misma resolución arriba citada, pero esta vez su voto de minoría, los
magistrados constitucionales disidentes reconocieron el vínculo entre la obligación de no
regresión y los principios de gradualidad y progresividad:
«Sobre el particular, estima este Tribunal que la norma, en sí misma, no resulta inconstitucional,
pues, en primer término, se observa, claramente, que el precepto en consulta se refiere a la
posesión de terrenos dentro de asentamientos o fincas inscritas a nombre del Instituto de
Desarrollo Agrario y, de otra parte, el operador jurídico al momento de realizar las conductas
establecidas en la norma -“medir, catastrar, segregar, otorgar título”- debe excluir, por imposición
del artículo 50 constitucional, todos aquellos terrenos que tengan una vocación ambiental que
integran el patrimonio natural del Estado. Este corolario tiene pleno sustento en el principio de no
regresividad o, en sentido contrario, de progresividad en materia de protección del medio
ambiente y de garantía del derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, como
derecho social o prestacional que es. En ese sentido, es preciso recalcar que las presuntas
preocupaciones de los consultantes no derivan de la norma, en sí misma considerada, de ahí
que, en la práctica, se debe exigir al operador que realice un análisis integral y sistemático del
ordenamiento jurídico vigente, especialmente a la luz de los artículos 50, 69 y 89
constitucionales, a fin de excluir todos aquellos terrenos que carezcan de vocación agrícola y,
más bien, deban destinarse a la tutela del medio ambiente.Lo anterior, en aras de proteger y
resguardar los bienes pertenecientes al patrimonio natural del Estado».
En relación con el derecho al ambiente dijo:”Lo anterior constituye una interpretación evolutiva en
la tutela del ambiente conforme al Derecho de la Constitución, que no admite una regresión en su
perjuicio”. (Sentencia de la Sala Constitucional N.º 18702-10). En consecuencia, en aplicación de
estos dos principios, la Sala Constitucional ha establecido que es constitucionalmente válido
ampliar por decreto ejecutivo la extensión física de las áreas de protección (principio de
progresividad); sin embargo, la reducción solo se puede dar por ley y previa realización de un
estudio técnico ajustado a los principios razonabilidad y proporcionalidad, a las exigencias de
equilibrio ecológico y de un ambiente sano, y al bienestar general de la población, que sirva para
justificar la medida. El derecho vale lo que valen sus garantías, por ello se produce una violación
de estos principios cuando el estudio técnico incumple las exigencias constitucionales y técnicas
requeridas. Si tal garantía resulta transgredida, también lo será el derecho fundamental que la
garantía protege y es en esa medida, que la reducción de las áreas protegidas sería
inconstitucional».
Esta misma resolución desarrolla las causas que justificarían la implementación de medidas
regresivas de carácter ambiental, así como su vinculación con el principio de inderogabilidad
singular de la normativa:
«La regresividad en los niveles de protección debe estar plenamente justificada. El estudio tiene
que justificar con criterio científico sustentado que la desafectación es una medida viable desde
la perspectiva ambiental en el marco de una política de desarrollo sostenible, de lo contrario
deviene en una transgresión del principio de no regresividad o irreversibilidad de la protección en
los términos explicados supra y una violación material del principio de inderogabilidad singular de
las normas».
Más reciente, por medio del voto 2014-881, se recalca el carácter constitucional de la obligación
de no retroceso fundamentada en el numeral 50 constitucional, que reza así:
«Pero es relevante establecer aquí que ningún otro Plan Regulador existe para frenar el
desarrollo turístico y urbano en el lugar, como sí lo pueden establecer estas disposiciones de
zonificación, de modo que la declaratoria de inconstitucionalidad de la norma implica en sí mismo
un retroceso significativo, contrario a lo dispuesto por el mismo artículo 50 constitucional».
De las sentencias constitucionales antes expuestas es posible deducir la existencia de una línea
jurisprudencial que reconoce abiertamente el proceso constante e inacabado de conformación y
consolidación de los derechos humanos ambientales que impone al Estado el deber de
brindarles respeto y garantía, obligación que es creciente, gradual y progresiva en procura
siempre de mejores y más adecuadas instancias de protección y exigible en todas los estadios
de su desarrollo y crecimiento.
Ante esta realidad, el principio constitucional de no regresión se posiciona actualmente como una
garantía sustantiva de los derechos ambientales que prohíbe al Estado costarricense adoptar
políticas y aprobar normas que empeoren, sin justificación razonable ni proporcionada, el nivel
actual de protección ambiental y toda mejora que haya experimentado desde entonces, en
beneficio de las presentes y futuras generaciones.
2. España
El «leading case» español respecto del principio de no regresión es la sentencia 538/2012, del
10 de julio del 2012, de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo Español,
Sección Quinta, la cual resuelve el recurso de casación contra la aprobación definitiva del Plan
Parcial del Sector N.º 3, El Castillo, en Villanueva de la Cañada.
El conflicto principal gira en torno a la aprobación definitiva del Plan Parcial mencionado y la
revisión del Plan General de Ordenamiento Urbano de Villanueva de la Cañada. En lo que
respecta al principio de no regresión, dispuso lo siguiente:
«El principio de no regresión ha sido considerado como una “Cláusula de statu quo” o “de no
regresión”, con la finalidad, siempre, de proteger los avances alcanzados en el contenido de las
normas medioambientales, con base en razones vinculadas al carácter finalista del citado
derecho medioambiental, como es el caso del Dictamen del Consejo 3297/2002, que si bien
referido a modificación de zonas verdes, salvo existencia acreditada de un interés público
prevalente. En otros términos, la superficie de zona verde en un municipio se configura como un
mínimo sin retorno, a modo de cláusula “stand still” propia del derecho comunitario, que debe
respetar la Administración.Solo es dable minorar dicha superficie cuando existe un interés
público especialmente prevalente, acreditado y general; no cabe cuando dicho interés es
particular o privado, por gran relevancia social que tenga».
»Pues bien la viabilidad de este principio puede contar con apoyo en nuestro derecho positivo,
tanto interno estatal como propio de la Unión Europea. Ya nos hemos referido, en concreto, al
denominado “Principio de desarrollo territorial y urbano sostenible; del que se ocupa el citado
artículo 2 del vigente TRLS08, que impone a las diversas políticas públicas “relativas a la
regulación, ordenación, ocupación, transformación o uso del suelo” la obligación de proceder a la
utilización del mismo “conforme al interés general y según el principio de desarrollo sostenible”;
por tanto, este principio, ha de estar presente en supuestos como el de autos, en el que si bien
no se procede a la supresión de suelos especialmente protegidos, resulta incuestionable la
afectación negativa que sobre los mismos se puede producir por su inclusión en una actuación
urbanizadora y, en consecuencia, este principio ha de actuar como límite y como contrapeso de
dicha actuación, dadas las consecuencias irreversibles de la misma».
»En consecuencia, y sin perjuicio de su particular influencia en el marco de los principios, obvio
es que, con apoyo en los citados preceptos constitucional (artículo 45 Constitución Española) y
legales (artículo 2 y concordantes del TRLS08), el citado principio de no regresión calificadora de
los suelos especialmente protegidos implica, exige e impone un plus de motivación razonada,
pormenorizada y particularizada de aquellas actuaciones administrativas que impliquen la
desprotección de todo o parte de esos suelos».
De acuerdo con la sentencia, el principio de no regresión tendría como finalidad proteger los
avances alcanzados en el contenido de las normas ambientales, con base en razones vinculadas
al carácter finalista del derecho ambiental, exigiendo un plus de motivación razonada,
pormenorizada y particularizada respecto de aquellas actuaciones administrativas que impliquen
la alteración, desafectación o disminución de espacios protegidos, lo cual únicamente sería
posible en aquellos supuestos de existencia comprobada de interés público especialmente
prevalente, siempre que se acredite y justifique fehacientemente que el medio ambiente no
resultará afectado.
3.Panamá
La Sala Tercera de lo Contencioso Administrativo, a través de la sentencia del 23 de diciembre
de 2013 sustanciada por el magistrado Víctor Benavides Pinilla, introduce por primera vez el
principio de no regresión ambiental en la doctrina de la Corte Suprema de Justicia, bajo la
consideración de que la exclusión del humedal Bahía de Panamá del régimen jurídico de
protección y conservación de los ecosistemas allí existentes, califica como una actuación ilegal
que desconoce el carácter especial de área protegida. Al efecto la sentencia dispuso lo siguiente:
«Debe tenerse en cuenta que la estimación de la no regresión en materia ambiental proviene de
un principio del derecho reconocido por la doctrina como “principio de no regresión”, principio
bajo el cual se enuncia que la normativa y la jurisprudencia no deberían ser revisadas si esto
implicare retroceder respecto a los niveles de protección alcanzados con anterioridad» (véase el
siguiente texto: PEÑA CHACÓN, Mario (dir.): El Principio de No Regresión Ambiental en el
Derecho Comparado Latinoamericano. PNUD, San José, 2013, p. 16).
«Este principio se desprende del principio de progresividad, el cual “ya no solamente surge como
una obligación en la esfera de los derechos humanos, sino que aparece según la doctrina, como
un principio en materia ambiental, [pues] es una derivación del principio de desarrollo sostenible,
que impone un progreso solidario con las generaciones futuras, y cuya solidaridad implica no
retroceder nunca en las medidas de protección del medio ambiente». (MITRE, Eduardo: El
Derecho al Agua. Naturaleza Jurídica y Protección Legal. Madrid, Iustel, 2012, pp. 212-113).
«Pues bien la viabilidad de este principio puede contar con apoyo en nuestro derecho positivo,
tanto interno estatal como propio de la Unión Europea.Ya nos hemos referido, en concreto, al
denominado “Principio de desarrollo territorial y urbano sostenible; del que se ocupa el citado
artículo 2 del vigente TRLS08, que impone a las diversas políticas públicas “relativas a la
regulación, ordenación, ocupación, transformación o uso del suelo” la obligación de proceder a la
utilización del mismo “conforme al interés general y según el principio de desarrollo sostenible”;
por tanto, este principio, ha de estar presente en supuestos como el de autos, en el que si bien
no se procede a la supresión de suelos especialmente protegidos, resulta incuestionable la
afectación negativa que sobre los mismos se puede producir por su inclusión en una actuación
urbanizadora y, en consecuencia, este principio ha de actuar como límite y como contrapeso de
dicha actuación, dadas las consecuencias irreversibles de la misma».
»En consecuencia, y sin perjuicio de su particular influencia en el marco de los principios, obvio
es que, con apoyo en los citados preceptos constitucional (artículo 45 Constitución Española) y
legales (artículo 2 y concordantes del TRLS08), el citado principio de no regresión calificadora de
los suelos especialmente protegidos implica, exige e impone un plus de motivación razonada,
pormenorizada y particularizada de aquellas actuaciones administrativas que impliquen la
desprotección de todo o parte de esos suelos».
»En nuestro medio jurídico, este principio se debe deducir de lo establecido en el artículo 2 de la
Ley 13 de 27 de octubre de 1976 (que aprueba el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales), con relación al artículo 1.(La administración del Estado es una obligación
del Estado) y 2 (principio de desarrollo sostenible) de la Ley 41 de 1998; en particular a partir de
la norma convencional que establece el principio de progresividad, el Estado se obliga a cumplir
con ciertas prestaciones sociales, entre las cuales se encuentran las de carácter ambiental,
desarrolladas en la Ley General del Ambiente, y demás regulación sectorial».
»En el contexto del señalado artículo 2 lex cit., como explica el profesor de Derecho Ambiental
de la Universidad de Costa Rica, Mario Peña Chacón, se entiende que el principio de no
regresión tiene por “finalidad evitar [la] supresión normativa o la reducción de sus exigencias por
intereses contrarios que no logren demostrar ser jurídicamente superiores al interés público
ambiental, ya que en muchas ocasiones, dichas regresiones pueden llegar a tener como
consecuencias daños ambientales irreversibles o de difícil reparación».
»Teniendo en cuenta lo anterior, es claro que si se deslegitiman los mínimos de protección
alcanzados a través de la Resolución AG-0072-2009, se dejaría sin resguardo jurídico-ambiental
el denominado Humedal Bahía de Panamá, poniéndose en estado de vulnerabilidad el ya frágil
ecosistema, y los procesos ecológicos de dicha área».
Para la Sala de lo Contencioso, «el establecimiento de un área protegida trae de suyo un interés
general y público, dado que su importancia va ligada a la protección de todo un ecosistema; en
este caso, especialmente integrado como hábitat de aves acuáticas que comprenden
extensiones de marismas, pantanos y turberas o superficies cubiertas de agua, sean estos de
régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o aguas marinas, cuya
profundidad de mareas bajas no exceda de 6 metros».
De ahí, pues, que el fallo sostenga que la declaración de área protegida del Humedal Bahía de
Panamá y su inclusión como sitio Ramsar (5), «no hace más que reconocer la importancia
socioambiental de tal superficie, así como la necesidad de salvaguardar los procesos biológicos
que allí se desarrollan». Por consiguiente, la Corte señaló «que si se contempla (…) la anulación
del acto administrativo en cuestión, se estaría en clara contradicción con los fines, principios y
lineamientos que protege la legislación ambiental panameña». Es decir, dice la Sala lo siguiente:
«. se daría paso a una regresión en materia ambiental.Regresión que resultaría de excluirse el
Humedal Bahía de Panamá, del régimen jurídico de protección y conservación de los
ecosistemas existentes en la referida área protegida».
»Tal consideración, como señala la precitada Sentencia 5538/2012 del Tribunal Supremo
Español, que traemos a colación a modo de referencia: “Solo es dable (.) cuando existe un
interés público especialmente prevalente, acreditado y general; no cabe (por tanto) cuando dicho
interés es particular o privado, por gran relevancia social que tenga”; lo que “exige e impone un
plus de motivación razonada, pormenorizada y particularizada de aquellas actuaciones
administrativas que impliquen la desprotección de todo o en parte (del medioambiente)”. Aspecto
que en este asunto no se configura».
Para los destacados juristas panameños Mitre y Benavides, la introducción del principio de no
regresión ambiental en la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, debe
considerarse un significativo freno al relajamiento expresado por las instituciones públicas de
protección ambiental, así como un mecanismo eficaz de argumentación a la hora de acceder a la
tutela ambiental (6).
4.Colombia
A través de la sentencia constitucional número a C-443/09, del 8 de julio de 2009, la Sala Plena
Corte Constitucional reconoce de manera expresa la obligación estatal de no regresividad
ambiental, derivándola del principio de progresividad contenido en el art. 2, inc. 1 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el numeral 1.1. Protocolo
Adicional de la Convención Americana de Derechos Humanos (Protocolo de San Salvador) y del
art. 26 de la propia Convención Americana. En esa ocasión, la Corte Constitucional de Colombia
expresó lo siguiente:
«El principio de progresividad y la protección del derecho al medio ambiente sano. Para resolver
la acusación relacionada con la supuesta trasgresión del principio de progresividad por los
enunciados normativos acusados, inicialmente se hará una breve exposición del alcance de este
principio a la luz de los tratados internacionales de derechos humanos y de la jurisprudencia
constitucional y luego se hará referencia al caso concreto».
»El principio de progresividad tiene numerosas fuentes en el derecho internacional de los
derechos humanos; en efecto, este principio es contemplado por los artículos 2.1 del PIDESC,
1.1 del Protocolo de San Salvador y 26 de la Convención Americana de Derechos Humanos, los
cuales establecen respectivamente la obligación de los Estados Partes de lograr el desarrollo
progresivo de los derechos económicos, sociales y culturales».
»El mandato de progresividad, que se desprende del artículo 2.1 del PIDESC, tiene dos
contenidos complementarios; por un lado el reconocimiento de que la satisfacción plena de los
derechos establecidos en el pacto supone una cierta gradualidad. Por otra parte, también implica
un segundo sentido, el de progreso, consistente en la obligación estatal de mejorar las
condiciones de goce y ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales.Así el Comité
de Derechos Económicos Sociales y Culturales ha expresado que “el concepto de realización
progresiva constituye un reconocimiento del hecho de que la plena realización de los derechos
económicos, sociales y culturales, generalmente no podrá lograrse en un corto período de
tiempo”. Esta última comprensión implica como contrapartida la obligación estatal de no
regresividad, la cual ha sido interpretada doctrinal y jurisprudencialmente en el sentido [de] que
una vez alcanzado un determinado nivel de protección “la amplia libertad de configuración del
legislador en materia de derechos sociales se ve restringida, al menos en un aspecto: todo
retroceso frente al nivel de protección alcanzado es constitucionalmente problemático, puesto
que precisamente contradice el mandato de progresividad”, lo cual no solo es aplicable respecto
a la actividad del legislador sino también respecto a la actuación de la Administración en el
diseño y ejecución de políticas públicas en materia de derechos económicos sociales y culturales
al igual que cualquier rama de los poderes públicos con competencias en la materia».
»Se trata, sin embargo, de una prohibición prima facie, porque “los Estados pueden enfrentar
dificultades, que pueden hacer imposible el mantenimiento de un grado de protección que había
sido alcanzado (…). Esto significa que, como esta Corte ya lo había señalado, un retroceso debe
presumirse en principio inconstitucional, pero puede ser justificable, y por ello está sometido a un
control judicial más severo. Para que pueda ser constitucional, las autoridades tienen que
demostrar que existen imperiosas razones que hacen necesario ese paso regresivo en el
desarrollo de un derecho social».
»En fecha más reciente, esta Corporación sintetizó, en los siguientes términos, el alcance de la
prohibición de regresión: «la constatación de la regresividad de la medida no conduce
automáticamente a su inconstitucionalidad. Si bien este tipo de medidas pueden ser
constitucionalmente problemáticas por desconocer el principio de progresividad, esto solo opera
como una presunción, prima facie, de su inconstitucionalidad.En consecuencia, para desvirtuar
esta presunción es necesario que la medida sea justificada y además adecuada y proporcionada
para alcanzar un propósito constitucional de particular importancia».
»El derecho al medio ambiente sano aparece reconocido en el artículo 11 del Protocolo Adicional
a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, “Protocolo de San Salvador” con el siguiente tenor»:
»Artículo 11. Derecho a un Medio Ambiente Sano»
»1. Toda persona tiene derecho a vivir en un medio ambiente sano y a contar con servicios
públicos básicos».
»2. Los Estados partes promoverán la protección, preservación y mejoramiento del medio
ambiente».
»Ahora bien, a pesar de que en nuestro ordenamiento constitucional este derecho tiene el
carácter de un derecho colectivo, esta naturaleza no excluye la aplicación del principio de
progresividad, debido a que precisamente el Protocolo de San Salvador, en su artículo 1.1,
señala la obligación de los Estados partes de adoptar las medidas necesarias “hasta el máximo
de los recursos disponibles y tomando en cuenta su grado de desarrollo, a fin de lograr
progresivamente, y de conformidad con la legislación interna, la plena efectividad de los
derechos que se reconocen en el presente Protocolo”».
Del texto de la sentencia es posible destacar las restricciones y limitaciones a las que se ven
sometidos tanto el legislador como la Administración Pública cuando pretenden adoptar medidas
regresivas que limiten, restrinjan o disminuyan los niveles de protección ambiental alcanzados,
existiendo una presunción «prima facie» y «iuris tantum» de inconstitucionalidad sobre ellas,
presunción que para poder desvirtuarse, debe comprobarse fehacientemente que se trata de una
medida necesaria, justificada, adecuada y proporcionada para alcanzar un propósito
constitucional de particular e imperiosa relevancia.
5. La Argentina
En la Argentina, a nivel jurisprudencial ha sido el principio de progresividad ambiental el
elemento rector y faro de luz que ha impulsado la evolución de su principio hermano siamés, la
prohibición de retroceso.Esto quedó plasmado en la sentencia del 24 de mayo de 2011, respecto
del expediente de «Fundación Biosfera contra Municipalidad de la Plata» por la
inconstitucionalidad de la ordenanza 10703, donde la Suprema Corte de Buenos Aires externó
diciendo lo siguiente:
«En cuanto atañe al derecho constitucional que fundamentalmente se denuncia como vulnerado
por la Ordenanza impugnada, esto es, el derecho a vivir en un ambiente sano y equilibrado y a
gozar del patrimonio natural y cultural, la demanda exhibe argumentos y se apoya en prueba
documental que, prima facie analizadas, dan sustento a la pretensión que contiene, teniendo en
consideración que la derogación de las normas y medidas operativas que establecían
protecciones urbanísticas efectivas en relación a ciertos inmuebles considerados anteriormente
valiosos desde el punto de vista arquitectónico y cultural han sido derogadas sin que se
establezca en su reemplazo ningún otro régimen tuitivo y que los indicadores urbanísticos de
este nuevo ordenamiento autorizan, en última instancia, un uso más intensivo del suelo en el
área del casco fundacional de la ciudad».
»La circunstancia de que, por regla, no sea pertinente alegar una infracción constitucional frente
a la reforma de preceptos generales, ni la existencia de un derecho adquirido al mantenimiento
de ese tipo de normas (legales o reglamentarias) o a su simple inalterabilidad (CSJN, Fallos 326:
1442; 327: 2293; 5002; 329: 976; 1586; 333: 108; 2222; entre muchos otros), en modo alguno
implica convalidar, en asuntos como el aquí examinado, la juridicidad de toda modificación
regulatoria, cualquiera fuere su contenido, pues por esa vía podría comprometerse
negativamente el uso racional del suelo o la sostenibilidad del crecimiento urbanístico y edilicio o
lesionarse el patrimonio histórico, arquitectónico o cultural de la ciudad, todo lo cual afectaría el
interés público implicado en la tutela constitucional del ambiente (arts. 41 , CN; 28 Const.Pcial.).
Desentenderse de los efectos que sobre el ambiente urbano y el patrimonio cultural pueda
provocar la iniciativa de reformas normativas estaría reñido con el principio de progresividad
vigente en esta materia (art. 4 , Ley 25.675; CSJN, Fallos 329:2316) que, al tiempo que procura
la mejora gradual de los bienes ambientales, supone que los estándares de protección vigentes o
actualmente logrados, no sean sustituidos por otros, inferiores u ostensiblemente ineficaces».
Siguiendo una línea similar, el Tribunal Superior de Justicia de Buenos Aires en la causa
«Picorelli Jorge Omar y otros contra la Municipalidad de General Pueyrredón sobre
inconstitucionalidad de la ordenanza 21.296», ordenó, en carácter de medida cautelar, la
suspensión de los arts. 19, 23, 27, 28 y 35 de la Ord. 21.296/13 del municipio de General
Pueyrredón, provincia de Buenos Aires, por los cuales se eliminaba la zona de seguridad
prevista en el art. 1 de la Ordenanza derogada 18.740 que establecía un radio de mil metros a
partir del límite de las plantas urbanas o núcleos poblacionales, en la que se prohibía la
utilización de cualquier producto químico y / o biológico de uso agropecuario y / o forestal, en
particular plaguicidas y / o fertilizantes. Al efecto, la resolución del 25 de setiembre de 2014
desarrolló lo siguiente:
«V. Corresponde, entonces, pronunciarse sobre la solicitud de tutela precautoria articulada por
los demandantes».
»1.Este Tribunal ha resuelto reiteradamente que el examen de los requisitos a los que se halla
sujeta la procedencia de las medidas cautelares es particularmente estricto en el ámbito de la
acción originaria de inconstitucionalidad, atento la presunción de constitucionalidad de que gozan
las leyes (cfr. causas B. 31.703 “Piérola” y sus citas en “Acuerdos y Sentencias”, serie 20, t. VI,
p. 390; I. 1520, “Peltzer”, res. del 28/5/1991; I. 3024, “Lavaderos de Lanas El Triunfo S. A.”, res.
del 8-VII-03; B. 67.594, “Gobernador de la Provincia de Buenos Aires”, res. del 3/2/2004; I.
68.944 “UPCN”, res. del 5/3/2008 y sus citas, entre otras; en el mismo sentido CSJN. Fallos:
195:383 y 210:48)».
»a.En cuanto atañe al derecho constitucional que se denuncia como vulnerado por la Ordenanza
impugnada, esto es, el derecho a la salud y a vivir en un ambiente sano y equilibrado, la
demanda exhibe argumentos y se apoya en prueba documental que, prima facie analizadas, dan
sustento a la pretensión que contiene, teniendo en consideración que las normas y medidas que
establecían un determinado marco de protección para los habitantes del Partido de General
Pueyrredón frente al uso de productos agroquímicos han sido reemplazadas por un régimen que
brinda un marco de protección inferior o más estrecho, circunstancia que puede constatarse
mediante la simple comparación entre el texto de una y otra ordenanza (ver fs. 3 y 4 y fs. 15-
18)».
»La circunstancia de que, por regla, no sea pertinente alegar una infracción constitucional frente
a la reforma de preceptos generales, ni la existencia de un derecho adquirido al mantenimiento
de ese tipo de normas (legales o reglamentarias) o a su simple inalterabilidad (CSJN: Fallos 326:
1442; 327: 2293; 5002; 329: 976; 1586; 333: 108; 2222, entre muchos otros), en modo alguno
implica convalidar, en asuntos como el aquí examinado, la juridicidad de toda modificación
regulatoria, cualquiera fuere su contenido, pues por esa vía podría comprometerse el medio
ambiente y la salud de la comunidad, afectando el interés público implicado en su tutela
constitucional (arts. 41, CN; 28 Const. Pcial.). Desentenderse de los efectos que sobre la
población pueda provocar la iniciativa de reformas normativas como la aquí analizada, se exhibe,
al menos en esta instancia inicial, reñido con el principio de progresividad vigente en la materia
(conf. art. 4, ley 25.675; CSJN, Fallos 329:2316; esta Corte causa I. 71.446, “Fundación
Biosfera”, res.cit.) que, al tiempo que procura la mejora gradual de los bienes ambientales
supone que los estándares de protección vigentes o actualmente logrados, no sean sustituidos
por otros, inferiores u ostensiblemente ineficaces».
»En adición, el despacho cautelar favorable luce conteste con la interpretación del principio de
prevención, precautorio y de progresividad de aplicación al ámbito normativo urbano ambiental
que esta Suprema Corte efectuara en los autos C. 111.706, sent. del 8/8/2012 (art. 4 de la Ley
25.675; cfr. asimismo causas B. 64.464, “Dougherty”, cit.; I. 68.174, “Filón” e I. 71.446,
“Fundación Biosfera”, cit.)».
«b. De otra parte, la procedencia de este tipo de tutela provisoria exige la concurrencia de una
situación de peligro en la demora (arts. 195 , 230, 232 y concs.CPCC). Es preciso por tanto
indagar tanto el gravamen que produciría la ejecución del acto cuestionado si al cabo del proceso
fuera declarado ilegítimo -para el caso inconstitucional- como -y en relación con- aquel que
resultaría de la paralización temporal de los efectos de dicho acto, en el supuesto de arribarse a
una sentencia adversa a la pretensión (doctr. causas B. 65.158, “Burgués”, res. del 30/4/2003; I.
71.446; I. 70.771 e I. 72.267, ya mencionadas) ».
»En efecto, en cuanto atañe a la solicitud de tutela precautoria sobre el art. 35 de la normativa
bajo análisis destinada a regular las tareas de fiscalización, control, toma de muestras y
sanciones que se asignan al Departamento Ejecutivo y profesionales que han de intervenir en
aquellas, los reclamantes no han invocado y evidenciado agravio alguno a su respecto, por lo
que cabe desestimar tal pedimento».
V.Por todo ello, corresponde, en los términos de los artículos 230, 232 y concordantes del
CPCyC, decretar la suspensión, hasta tanto se dicte sentencia definitiva en autos, de los arts. 19,
23, 27 y 28 de la Ordenanza 21.296/2013 de la Municipalidad de General Pueyrredón».
Del análisis de los dos precedentes antes citados, es posible deducir que el principio de no
regresión ambiental integra el orden público ambiental argentino, encontrando sustento jurídico
en los arts. 41 y 28 de la Constitución Política y en el numeral 4 de la Ley General del Ambiente
número 25675.
Este principio, obliga a los Estados a no adoptar medidas políticas, ni a aprobar, modificar o
derogar normas jurídicas que empeoren, sin justificación razonable no proporcionada, la
situación de los derechos ambientales alcanzados con anterioridad. De esta forma, la potestad
normativa del legislador y de la Administración Pública, así como las de diseño y ejecución de
políticas públicas en materia ambiental de esta última, se ven restringidas en aras de, al menos,
mantener los actuales niveles de protección ambiental.
Por lo general, en aquellos casos en los que la obligación de no regresión ha sido elevada a
rango de principio y parámetro de constitucionalidad, todas aquellas medidas regresivas de
carácter ambiental poseen una presunción «prima facie» y «iuris tantum» de inconstitucionalidad,
presunción que para ser desvirtuada, debe comprobarse fehacientemente que se trata de una
medida necesaria, justificada, adecuada y proporcionada para alcanzar un propósito
constitucional de particular e imperiosa relevancia.
III. BIBLIOGRAFÍA
LÓPEZ RAMÓN, Fernando: «Introducción general: regresiones del derecho ambiental», en
Actualidad jurídica ambiental, disponible en http://www.actualidadjuridicaambiental.com/wp-
content/uploads/2010/03/valoracion_general_2011.pdf.
– «Introducción general: regresiones del derecho ambiental», en Revista Aranzadi de Derecho
Ambiental, Nº. 20, España, 2011.
MITRE GUERRA, Eduardo, y BENAVIDES PINILLA, Víctor: La protección jurídica de los
humedales en Panamá y el principio de no regresión ambiental, inédito.
PEÑA CHACÓN, Mario: «Desarrollo jurisprudencial del principio de no regresión del derecho
ambiental en Costa Rica», en Saúde ambiental: Políticas Nacionais de Saneamento básico e de
Re síduos Sólidos.San Pablo, Instituto O Direito por um Planeta Verde, 2014.
– El Principio de no regresión ambiental en el derecho comparado latinoamericano, PNUD, 2013.
– «Justo Equilibrio entre el derecho a un ambiente sano y el resto de los Derechos Humanos»,
en Lex, Difusión y Análisis, año 19, N.° 230, México, agosto 2014.
– «Límites, restricciones y excepciones del principio de prohibición de regresividad ambiental»,
en Revista de Derecho Ambiental, RDA, N.° 35, Argentina, octubre de 2014.
– «Los principios de objetivación de la tutela ambiental, irreductibilidad de espacios sometidos a
régimen especial de protección y su relación con la prohibición de retroceso», en Revista de
Direito Ambiental, RDA, año 18, número 71, Brasil, julio-setiembre de 2013.
– «Test de Regresividad Ambiental», en Revista Internacional Direito Ambiental (RIDA), N.° 6,
Brasil, diciembre de 2013.
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(1) «En caso de que exista un riesgo de daño grave o irreversible -o una duda al respecto-, se
debe adoptar una medida de precaución e inclusive posponer la actividad de que se trate». Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, votos N.° 2219-1999 y 3923-2007.
(2) «También conocido como “principio de razonabilidad” en relación al derecho ambiental, por
medio del cual existe la obligación estatal de acreditar, mediante estudios técnicos y científicos,
la toma de decisiones en materia ambiental, ya sea en relación con actos administrativos
individuales o bien, disposiciones de carácter general de cualquier rango o jerarquía, reforzando
con ello el deber de contar siempre y en toda situación con posibilidad de impacto negativo sobre
el ambiente, con estudios que garanticen la no afectación o, al menos, el menor impacto
ambiental posible sobre el bien jurídico tutelado». PEÑA CHACÓN, Mario:«Los principios de
objetivación de la tutela ambiental e irreductibilidad de espacios sometidos a regímenes
especiales de protección y su relación con la prohibición de retroceso», en Medio Ambiente &
Derecho, Revista Electrónica Derecho Ambiental de la Universidad de Sevilla, N.° 25, España,
octubre de 2013, disponible en http://huespedes.cica.es/aliens/gimadus/. [Fecha de consulta:
15/10/2014.
(3) «El principio de irreductibilidad, que tiene como finalidad impedir o restringir la reducción,
disminución, desafectación, exclusión, segregación y limitación de los espacios naturales
sometidos a régimen especial de protección, debido a que albergan ecosistemas considerados
jurídicamente relevantes, entre ellos es posible reconocer: bosques ubicados en terrenos
privados, humedales (manglares), áreas silvestres protegidas (ASP), territorios indígenas, anillo
de contención del Gran Área Metropolitana (GAM), así como todos aquellos terrenos que forman
parte del Patrimonio Natural del Estado (PNE)». PEÑA CHACÓN, Mario: «Los principios de
objetivación de la tutela ambiental e irreductibilidad de espacios sometidos a regímenes
especiales de protección y su relación con la prohibición de retroceso», en Medio Ambiente &
Derecho, Revista Electrónica Derecho Ambiental de la Universidad de Sevilla, N.° 25, España,
octubre de 2013, disponible en http://huespedes.cica.es/aliens/gimadus/.
(4) LÓPEZ RAMÓN, Fernando: «Introducción general: regresiones del derecho ambiental», en
Actualidad jurídica ambiental, disponible en http://www.actualidadjuridicaambiental.com/wp-
content/uploads/2010/03/valoracion_general_2011.pdf.
(5) El Convenio Ramsar fue firmado en Irán el día 2 de febrero de 1971, y entró en vigor el 21 de
diciembre de 1975.
(6) MITRE GUERRA, Eduardo, y BENAVIDES PINILLA, Víctor: La protección jurídica de los
humedales en Panamá y el principio de no regresión ambiental, inédito.
(*)Abogado graduado de la Universidad Autónoma de Centro América y Máster en Legislación
Ambiental de la Universidad para la Cooperación Internacional.Coordinador y profesor de la
Maestría en Derecho Ambiental de la Universidad de Costa Rica y de la Facultad de Derecho de
la misma universidad. Miembro de la Comisión de Derecho Ambiental de la Unión Internacional
para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Profesor de Derecho Ambiental de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Costa Rica y de las Maestrías de Derecho Ambiental y Derecho
Público Comparado Francolatinoamericano del Sistema de Estudios de Posgrados de la
Universidad de Costa Rica. Miembro de la Comisión de Derecho Ambiental de la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
N. del A.: Este artículo es producto del Proyecto de Investigación denominado «Las clínicas del
Derecho Ambiental y Gestión de Riesgos Climáticos a través de una cultura jurídica de la
sostenibilidad y no regresión», inscripto ante la Vicerrectoría de Investigación y el Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Costa Rica bajo el código 722-B3-193.