Se encuentra, la mayor parte de su tiempo, sentado en su oficina. No sale, solo permanece
sentado. Tiene tres secretarias que lo resguardan. Parece un comandante atrincherado en su búnquer. Waldo Albarracín es el Rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Tiene una vos grave, como si comandara un regimiento. Es atento, cortés y mantiene la mirada fija. Es como una fiera, pero amable. Albarracín recuerda que, mientras era presidente de La Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH), el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada había cometido la masacre conocida como “la masacre de Navidad”. Mientras avanzan las investigaciones, él había pedido el esclarecimiento de los hechos cometidos, pero no dio con nada, sino solo con un secuestro. Me dice que al salir de su casa, tomó un trufi para llegar a la universidad. Lo que él no sabía era que dentro del vehículo lo estaban esperando policías vestidos de civiles. Una vez dentro de la movilidad y estando a la altura de la calle 30 de Cota Cota, relata Albarracín, que una vagoneta de color blanco interceptó al carro en el que iba. Luego de eso, dos personas bajaron del automóvil y, con ayuda de los integrantes del trufi, subieron por la fuerza al coche que los había interceptado. Albarracín recuerda que una vez subido a la movilidad blanca, los hombres empezaron a golpearlo, que le taparon el rostro con su propia chamarra. Le pregunto qué hacia dónde lo llevaron y responde que solo oía que las ruedas de la vagoneta estaban en un camino pedregoso. Después de la golpiza recibida, Albarracín señala que apareció en celdas de la Policía Técnica Judicial (PTJ). Ante tal situación, Albarracín me dice que La Asamblea Permanente de Derechos Humanos, de la cual era presidente Albarracín, condenó el secuestro y responsabilizó directamente al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Por su parte, este se lavó las manos y solamente destituyó al General Willy Arriaza que, en ese entonces, era el Comandante General de la Policía Nacional. El periódico El Diario decía lo siguiente: “la decisión de destitución surgió como en un intento de lavar la imagen del gobierno, a las pocas horas de haberse conocido la detención irregular y un golpiza perpetrada por policías de alta graduación del servicio de inteligencia del Estado…” El rector de la UMSA recuerda que los informes médicos señalaban que él había sufrido golpes en su nuca y parte de la oreja, que los golpes que le habían dado fueron hechos con algún objeto contundente. Su carrera está marcada, su vida política fue fructífera: fue presidente de La APDH desde 1992 hasta 2003. Luego, y quizá con ese antecedente, ocupó el puesto de Defensor del Pueblo de Bolivia en 2003 hasta 2008. Nació en 1957, tiene 62 años y me habla con una voz que le hace parecer un hombre rudo. Aún permanece sentado en la oficina de rectorado, detrás de un escritorio lleno de papeles, resguardado por tres secretarias en una sala anterior. Ahora permanece recordando.