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Daniel Carpinteyro
https://www.youtube.com/watch?v=G1vxJb6MQ34
La gracia de flotar en una gota que todo lo provee. La paulatina insinuación del estímulo sensible.
Las modulación de los lúmenes que permean la cúpula. Las intermitencias de la sombra. La
gravitación de partículas contra la luz de ámbar. Los episodios anamórficos en que los ángulos del
saco parecen comprimirse ante los florecientes alcances del ojo. El primer sonido; el primer
regusto. Sentir el cuerpo irradiado cada vez por mayores energías. Especialización celular;
espacialización orgánica. Consolidación. La conquista de discretas potestades sobre el propio
movimiento. Alardes cinéticos; intuiciones volumétricas. La complicidad entre los dedos y la boca.
Permanecer.
https://soundcloud.com/planetas-muertos/planetas-muertos-demo-tres
https://www.youtube.com/watch?v=zUPFfmgOskI&list=PL2013BD87AD49AFDD&index=1
Entre el torbellino de sonidos, hay uno que se impone por su volumen, y te suena conocido; se
parece a uno que escuchabas, pero amortiguado, en el edén amniótico. Sólo que ahora su tesitura
surge destemplada. Cada vez que se forma una contracción, el sonido se eleva a una agudeza
inquietante. Tus pulmones se vacían de líquido; se llenan de aire. Frío, luz ,ruido: angustia,
dislocación. ¿A qué vacío has venido a dar? Los dedos enormes no sueltan tu cabeza y la jalan con
insistencia hasta extraerte por completo de tu tibio hogar acuático. Algo corta algo a la altura de tu
vientre. El escozor de la privación te anula. Un sonido emana por primera vez de tu garganta,
expresando tu sentir desesperado. Una textura rugosa se pasea por tu cuerpo, secándote. Se te
envuelve en otra textura más suave, que te guarece del frío. Gotas son administradas sobre tus
ojos. Unas de esas manos gigantes que proliferan en este helado nuevo mundo te depositan en
otras manos igual de grandes, pero que de un modo inexplicable, se sienten diferentes,
tranquilizadoras. Algo familiar anida en ellas. El sonido primigenio, acaso el sonido del hogar
amniótico, se manifiesta, parece dirigirse a ti. Los labios de ese ser se posan sobre tu frente,
asegurándola con una huella protectora. En ese momento entiendes que no estás solx en ese
mundo gélido. Un vínculo te une a un ser en cuya cercanía hasta la temperatura se vuelve más
amable. Esa presencia te ha otorgado todo lo que eres. A su lado, una vida cuya extensión e
intensidad no puedes apenas presentir, te será posible.