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Son ventanas con cristales de distinta tonalidad: claros, oscuros, transparentes y aún
distorsionantes. Son catalejos al pasado que resaltan unos hechos y discriminan ciertos
otros; son incursiones a los más adentro y a lo más atrás de la vida de los individuos. Son
procesos de reencuentro y de extrañamiento con el pasado.
Jorge Aceves Lozano, las ventanas de la memoria.
La consolidación de la historia oral en los años sesenta y setenta del siglo XX, significó
importantes cambios en el desarrollo de las investigaciones de la realidad social en el mundo
académico. Lejos de pretender ser una disciplina autónoma, la historia oral se ha
caracterizado por ser una herramienta metodológica, que ha brindado grandes aportes a las
diferentes disciplinas de las Ciencias Sociales; Historia, Antropología, Sociología, Pedagogía
y Psicología. Estos aportes, han posibilitado conocer y analizar las distintas perspectivas de
los sujetos sobre sus realidades sociales en lugares específicos de su historia.
Por esta razón, el papel de la historia oral ha estado encaminada a intervenir y rescatar las
voces de los sujetos y sus vivencias. Siendo los investigadores quienes se empeñaron en
mostrar que la historia oral trabaja con representaciones del mundo, apreciables por sus
significados cualitativos más que cuantitativos, interesantes todos estos como percepciones
que rescatan la subjetividad.1
De esta manera, la historia Oral es uno de los recursos con los que cuentan los historiadores
para preservar la experiencia de vida de ciertos individuos. A través de relatos de
circunstancias personales podemos reconstruir la forma en que los procesos históricos van
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modificando ambientes, hábitos, tradiciones, modos de hacer y de pensar de un universo
específico, sea una comunidad, pueblo, una época, etc. La historia oral construye este tipo de
testimonios a través de entrevistas. 2
La entrevista como técnica, es trabajada de distintas maneras por las disciplinas. Para la
historia oral, ha sido importante entender a los hombres y mujeres quienes hacen parte de un
grupo social, de un tiempo y un espacio determinado. Mario Camarena3 nos señala; que la
entrevista nos habla de la experiencia de la gente, y por tanto cada testimonio tiene una
manera de concebir el tiempo; nuestro trabajo es recuperarlo, hacerlo explícito. Así, en la
sociedad no hay una sola concepción de tiempo, sino que cada grupo social tiene la suya
propia.
Por otro lado, es fundamental la relación entrevistador/entrevistado. Esta relación sugiere la
interacción de las dos partes; para el entrevistador es necesario crear un ambiente de
comodidad que genere en el entrevistado la confianza de relatar su testimonio. Para Ricardo
Castaño y Gina Velasco4 la entrevista se trata de un dialogo en el que, como en otras técnicas
de indagación, se procura lograr, a partir de una actitud de retroalimentación, un producto
intelectual mediante el cual se produce conocimiento a través de los testimonios de las
personas, pues si bien, se trata de rescatar el recuerdo del entrevistado, el investigador es
quien conduce y da la orden al discurso en función de los objetivos propuestos.
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Pág. 95. El sujeto en el análisis de la entrevista de Historia Oral.
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Pág.52. Ricardo Castaño y Gina Velasco
simplemente fluyendo.
Finalizada la entrevista, ahora me enfrento a una gran cantidad de grabaciones que si bien
tomaron más de dos horas. En ese sentido, la entrevista va a necesitar de un tratamiento
específico en que requerirá de varios procedimientos de edición y de análisis. Ana María de la
O Castellanos5, nos sugiere, en primer lugar, que la transcripción de la entrevista es importante
porque facilita el trabajo del investigador y, en segundo lugar, motiva la consulta del
documento original que es la grabación sonora. De esta manera, la transcripción potencializa
la riqueza de la fuente oral.
Por otro lado, es importante señalar que el proceso de transcripción va acompañado de una
investigación, que si bien, es el propósito con el cual se realiza la entrevista. Por ello, es
importante una cuidadosa traducción del lenguaje oral al lenguaje escrito. De esta manera, el
investigador va recordando contextos y circunstancias, así como las otras partes del lenguaje
oral (gestos, tonos y velocidad de la voz, risas, silencios, llantos, entre otros, que se
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manifestaron a lo largo de la entrevista. Es necesario desde la propia experiencia, saber
escuchar la entrevista. “Escuchar” como lo plantea Mario Camarena Ocampo7 significa volver
a oír la entrevista que realizamos, notando y anotando la manera como el entrevistado se
desempeña como narrador; es decir, el modo en que concibe el tiempo (como proceso), el
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Pág. 80. Ana María de la O Castellanos.
7
Pág. 97. Mario Camarena
espacio, los escenarios en los que transcurre su vida, las personas y personajes con quienes se
relaciona.
Asimismo, rescatar el tiempo, el espacio y las personas del testimonio, es importante puesto
que se puede captar las formas de memoria individual y colectiva. Es indispensable la
formulación que nos plantea Gerardo Necoechea sobre el Antes/Después/ Siempre; Para
Necoechea, es importante aclarar que el tiempo presente tiene que ver con la situación misma
de la entrevista. La entrevista implica una relación constante entre el pasado (sobre el que se
habla) y presente (desde el que se habla), sin olvidar que desde el tiempo presente se selecciona
qué recordar, los cambios hacen referencia a las modificaciones que sufrieron sus relaciones
sociales y el uso de los espacios. La deconstrucción del pasado es un proceso que explica que
el pasado es parte del presente y que influye en la construcción del futuro. 8
Lo anterior me recuerda a una de las clases del curso, en la que se planteó las ventanas de la
memoria de Jorge Aceves Lozano9, quien propone que; cuando se recoge los testimonios orales
anclados en la memoria, sean éstos experiencias de tipo personal o colectivas, o bien de la
tradición oral, nos enfrentamos a diversos factores que afectan el proceso de evocación,
organización y relato de los contenidos de la memoria. Sólo a manera de ilustración, Jorge
Aceves Lozano, menciona algunos de los factores o puntos de enfoque que nos permiten
reconocer y comprender algo más sobre la memoria, que se mueve en distintos niveles y se
maneja en varias líneas de expresión que la condicionan;
En primer lugar, Los espacios, o sea los lugares a que se refiere la experiencia; es el sustento
espacial, físico, material, el ámbito geográfico concreto. En segundo lugar, La intensidad,
referida igualmente a la experiencia que se trata de evocar, que se percibe en grados,
injerencia o efectos. Son situaciones de marca individual, parteaguas existenciales, puntos
de transición o ruptura. En tercer lugar, La duración, que tiene que ver más con los ciclos
individuales que con el tiempo efectivo transcurrido. Son ciclos y etapas vitales involucradas.
En cuarto lugar, La proximidad, la distancia que media entre el presente y el momento de la
situación recordada, la profundidad histórica. En sexto lugar, El sentido, el aspecto simbólico
o cultural del acontecimiento o vivencia, así como las modificaciones experimentadas a
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través del paso del tiempo, tanto respecto al informante como al grupo social de referencia.
Las versiones de la experiencia y los acontecimientos, así como su dinámica. En séptimo
lugar, La trascendencia, el impacto en los universos sociales específicos y en los niveles
sociales involucrados. Los efectos y las consecuencias.