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El vicepresidente concretó su invitación a razonar en la carta que con fecha

6 de noviembre de 1823 envió a Merchancano y Agualongo, por intermedio


de la Comandancia del Cauca, y que cabe muy bien en cuanto trabajo
evoque las vicisitudes y los personajes de ese tiempo. Viene transcrita en
toda su extensión:

"Señores Jefes de Pasto, don F. Merchancano y don F. Agualongo". (No


queda más remedio que notar la información inexacta del general don F.
de Paula Santander). "Muy señores míos: He llegado a entender que ustedes
esta-ban dispuestos a renunciar a la locura desesperada en que se han
metido sin esperanza de suceso, y que no pudieron avenirse con el general
Salom por la falta de ciertas garantías que ustedes solicitaban. En este
supuesto no he querido omitir un medio de reconciliación como el presente,
antes de llevar nuevamente la guerra a ese desgraciado territorio.

"Si ustedes reflexionan un poco lo que han hecho, deben convencerse de


que su empresa es desesperada, y que es imposible que ustedes resistan a
las fuerzas que el Gobierno puede hacer marchar por el Sur y por Patía. Son
ustedes los únicos enemigos que le quedan a Colombia y por mucha
confianza que les inspiren sus rocas y desrriscaderos, al fin debemos triunfar
porque somos más y tenemos infinitos recursos. ¿Y qué ganarían ustedes de
morir peleando o de andar huyendo por las montañas? ¿Mejorarán por eso
su causa y harán feliz a su país? ¿Les dará recompensa el rey de España?
¿Sus familias vendrán a ser felices? Piensen ustedes bien estas
consideraciones. Por el contrario, reunidos a Colombia tendrán quietud,
podrán buscar el alivio de sus familias, el pueblo de Pasto no padecerá
tantos males y ustedes tendrán menos reatos y cargos de conciencia. La paz
es un bien muy apreciable, y a ella debemos sacrificarle resentimientos y
odios personales. ¿Por qué fatalidad no disfruta Pasto de la tranquilidad y
contento de que gozan los pueblos de la República? ¿Por qué desgracia no
disfrutan ustedes como hijos de Colombia, de los placeres de que están en
posesión todos los demás colombianos? Que ustedes estuviesen antes
equivocados respecto al poder de España, hasta el punto de creer que nos
pudiera conquistar, es disculpable; pero que ahora estén pensando que
podemos volver a sucumbir a los españoles, y que piensen ustedes solos,
metidos en un punto insignificante, hacernos perder nuestra libertad, es el
colmo del delirio y la locura.

"Como magistrado de Colombia tengo la obligación de emplear la


suavidad y la dulzura para atraer a los ciudadanos descarriados y disipar sus
errores. La muerte de cualquier colombiano es para mí un suceso de dolor y
amargura, y mi corazón me dicta evitarla. Así, pues, yo dirijo a ustedes con
mucho gusto una comisión autorizada ampliamente, para que convenga
con ustedes en el modo decoroso de restablecer la paz en su territorio y
ahorrarle los desastres que pudieran sobrevenirle. Hablen ustedes con
confianza y libertad, explíquense claramente y de una vez establezcamos
la paz y tranquilidad o declárense los enemigos irreconociliables de
Colombia.

"Espero que ustedes, instruyéndose del poder que hoy tiene Colombia,
después de haber destruido el ejército del general Morales, y de que Lima
ha quedado libre, no atribuyan este paso a debilidad o temores. El pueblo
que en otro tiempo no ha temido a Morillo, a Murgeon ni a Morales, menos
puede temer ahora a cuatro hombres arrinconados en Pasto, sin elementos
de guerra y sin protección. Envíen ustedes una persona de su confianza que
venga a Popayán y Neiva a ver con sus propios ojos las tropas que están
marchando hacia Pasto y ella les podrá decir si el Gobierno de Colombia al
proponer a ustedes una reconciliación, solo consulta el bien de esos pueblos
y de la humanidad.

"Quiera el cielo romper la venda que cubre los ojos de ustedes y darnos
quietud para recoger los frutos de la paz a la sombra de la libertad. Quiera
ahorrarme el dolor de renovar en Pasto escenas trágicas que solo pueden
atribuirse a la obstinación y ceguedad de ustedes —Es de ustedes atento
servidor, q.b.s.m., F. de P. Santander".

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