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Ramos de la Cruz, Omar.

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Pulsa tu cuerpo el ritmo de lo oculto


Braulio Tadeo

Arte poética

(2) (1)

Palabras Trazo

pesadas palabras

caen en

de la noche… blanco.

se oscurece Por todos

la existencia lados

de un comienzo

hombre; la muerte

muerto lenta

en cada de escribir,

boca, ser.

vivo La pureza
en cada azota

voz. la vida

Defino con el

la forma silencio;

más ángel

humana… caído,

yo: soy derrama

palabra tu verbo

que se ausenta en

por su propio la carne

peso. que habito.


Arte inpoético

No lo hagas , sí

hazlo poema

rincón.

No lo hagas, sé

poema:

camino

inefable.

Un no,

hazlo

poema,

sí, solo sí

crees.
Figurante

l.

Dimensional estrago: A

Í, un instante es posado.

Sigilosamente,

sobre esta superficie

una lluvia

en tránsito

A.

En el lado

de la sombra,

Figurante de azul descansa.

Altisonante la quietud se escucha.


A distancia

despierta,

Respira

y crece

una gusta

menguante,

que curvoza

desliza

una breve eternidad.

Levante-se Figurante,

penumbroso

el halo de tu frente

volará

por el aire

I
S

O.
ll.

Socava

un pozo

Figurante

O,

recóndito,

ausente…

hambriento.

Circular redentor,

des

cen

so

eternaciente;

efimoroso

declive

del vacío,

que

res

ba

la

os
ci

lan

te

sin

confín.

Abismoso

R.

Figurante…

Imposible

resuena

una cantata

azulante

tras tuyo.

-Des

prendiente

gravitas la mirada

y el pozo

se realiza

de lluvia.
Ill.

Un zuloso

dulzor

sucede

en el viento.

Figurante

de su rostro

recoge

una palabra

Real

Luminosa

A.

- crisálida la oscuridad

asoma-se

como un rumor

T
E.

El estrago

concluye

O.

La lluvia

in

se

sante

mente

nos golpea…

la frente

se enternece

y llora

R
A

detrás del pozo

nos devuelve

sobre el agua.
El río

¡Siéntete!

Delicia mía, sobre el río

que incesante galopa las palabras.

Tómese en gracias

el etéreo fluir del aire

por las espiraladas ramas

por las iluminadas noche

por el placer eterno que causa tu presencia;

tómese en gloria, y…

¡Siéntate!

fruto-nos, sobre el pedrado

donde es parlado el divino verbo


Inbrevedad

Demostrar que se puede

tener lami

tad,

de todo. Lento… ha pasado

lo que escondido

es-nos.

Negro.

Purilante dislocar,

¿somos una dublosa

deformada

estela

condenada?
El exilio

Aparece ensombrecida una figura

que huye,

temerosa de la voz.

Sobre el palpitante borde de tu ser

se curva una palabra,

transparente.

Dibujante.

Silenciosa.

cadenciosa,

que incendia

el exilio

de la luz.
¿No hay más sílabas en el reloj de arena?

Cargando un corazón he visto una luciérnaga.

Expandiendo el tacto del desierto en un cuerpo acristalado:

mi reloj

palpita por todo su espacio

un mundo finito interminable.

He visto una luciérnaga cargar un corazón.

Perfumando el aire extinguido sangra.

¡Oh! Viento majestuoso

que diriges el porvenir.

¡Oh! Luciérnaga atrapada

por el batir de sus alas.

¡Oh! Corazón sangrante,

te pregunto:

¿No hay más sílabas en el reloj de arena?


El Tiempo

Dos almas que intercambiaron sus cuerpos

desnudas aparecen. Muy a lo lejos,

el sacrificio del tiempo comienza.

Persiste. La lluvia

preludia a los dos

cuerpos calamitosos.

Par de almas en sollozos,

ustedes perdidas

reunidas en aguas…

Escuchen.

Los pasos sinfónicos del jinete

resuenan… resuenan. Entre las puertas

del Principio, han colgado un individuo.

Vestimenta de azul

lució felizmente

en el último suspiro.
En la frente llevaba

un círculo roto

que muestran los astros.

Los cuerpos almados contemplan crecer

infinitamente el agua, rodea.

El Tiempo es un muy despacio amanecer.


Deshora

Alba espera.

Deshora…

en sus perlados dedos

brillantes aros se abrazan.

Mañana espera.

Deshora,

sobre el cielo

parte-se, incediosa una estela sorprendida.

Tarde espera.

Deshora

los ojos esquivos posee,

pupila niebla, lapislázuli mirar.

Noche espera.

Deshora:

primoroso existir eterno

¿aún tiene en tu boca mi silencio?


Johanna

Te has extraviado.

Tus ojos te delatan.

Palabra en blanco tu mirada,

ausencia escrita:

tu recuerdo.

Te has extraviado,

mis ojos no olvidan.

Palabra hablada tu silencio,

ausencia escrita

en tu recuerdo.
La palabra donde habitas

Despojo el infinito velo;

con la palidez de una caricia

una mujer ha sido dibujada:

Eva,

angustiosamente palpita

el centro de la oscuridad

en tus ojos.

Deslizo airada mi mano,

por la fragilidad del viento

movimientos tuyos ensombrecieron el olvido.

Eva,

¡Poetiza tu nombre!

…poetisa: tu nombre.
Desnudo la sublime tez;

trotada de caminos y plegarias

nace tu mirada riendo el resplandor.

Eva,

un caer de los labios te sucede,

y emerge majestuosa

la palabra donde habitas.


Adán.

Decántame, otra vez

danza

devorándome

la voz,

que conoces y reoye tuya,

-encerrado eco escuchándose nacer-

aquí, allá,

en frente de todos lados,

(secreto de tu ser)

estoy yo

sintiéndote sobre mí. Cuerpo:

eterno destello luminoso,

acariciado por ausente manos

con mi nombre, te colmo hasta el final:

Adán.
Poesía circuespiral

Tu cuerpo está acá. Encerrado

en la infinitud de mi silencio

palpita el borde de la forma que dibujo.

Trazo curvas: círculos y espirales

simetrías y asimetrías, por un segundo

dos, tres, cuatro. Apareces

con la incertidumbre que define al amor

al orden

y las cosas.

Cierta quietud te hizo desplazar.

Interminablemente

te proclamas

como pulsos

misteriosos.
Septiembre pasó

Lloro.

Mientras tú,

rasgas una eternidad.

Con tu tacto

puedo sonreír. Y lloro

esta incomprensión diferente.

¿Dónde están

los preciosos

funerales?

¿Como un sueño

rutilante

septiembre pasó?

Lloro,

por necesidad de ser libre.

Ardiente fuga

aprisionada

que se escapa. Vida:

devuelve-me.
Versos para ti

Te aguardo aquí

en una esquina donde encontrarte pueda.

Cruzo.

Me topo con un puente (amarillo)

Salto.

(Tu lugar nos es más que mi impronta caída inevocable)

La berma me golpea. Y

casi no bosquejo la esquina aquella

donde estás a tú.

Hay un circo.

Duele,

el lejano cuerpo tuyo colisionando sobre mí

De pie

mueren los árboles.

De pie

recuerdo unicornios.

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Camino.

Una aproximación remota existe entre tú y el mar.

El oleaje sobreviene y yo transito,

(como Heraud)

(Camino,

andar concreto: tenue sombra heterogénea)

Nado.
Y se asemejan tus ojos a los míos

en la tranquilidad del viento con la suave espuma

que

deslizo

sobre

ti.

(Nada

nos mantiene,

solo el peso de tu esquina sobre el mar.)

Esta esquina.

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De pie

se recitan los poemas.

De pie,

nado y camino en la pendiente de tu espalda

donde el mar, los árboles, los unicornios y el circo bailan.

(Es el reflejo inútil del oasis quien devuelve-me)

Cruzo.

Volvióse verdante el puente y suelto

el salto pernoctado

de la sal.

De pie,

en espumas arenantes nado.

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Seda, sí. Tu piel.

La multitud del mundo me envuelve


y recorro centenares,

millares

de recuerdos,

mientras la arena abunda mi barba.

(Alguien toca a la puerta)

Cruzo.

La puerta en versos los árboles devuelve:

“Tan pronto llegas y te fuiste

Y quieres poner a flote mi vida

Y solo preparas mi muerte

Y la muerte de esperar

Y el morir de verte lejos

Y los silencios y el esperar el tiempo

Para vivir cuando llegues

Y me rodeas de sombra

Y me haces luminoso…”

Miro mis manos.

Sigo de pie, no camino ni nado

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He llegado. Estoy aquí, en una esquina.

Contemplo tus pies tapados con arena.

Observo la sombra que oculta la mitad de tu espalda,

tu espalda; aquel lugar donde está mi mano. Y te acaricio

el rostro

el cuello las costillas las piernas.

De pie, el oasis muestra mis manos


las miro toco mi cuello

(realizo

lo que el mar

y la arena

no pudieron)

es largo,

como el horizonte apagándose en la última palabra.

De pie, mirándote el mar de los ojos

Te digo: “en nuestra esquina

estos versos tuyos

guárdalos.”

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