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La intolerancia a la lactosa (LI) se conoce como un síndrome clínico irritante con

una alta prevalencia en adolescentes mayores. En este síndrome, la expresión


reducida de la enzima lactasa, una condición llamada hipolactasia, produce
malabsorción de lactosa. Bajo la condición de hipolactasia, la lactosa no absorbida
se introduce rápidamente en el colon y se fermenta en ácidos grasos de cadena
corta, hidrógeno y metano por microbiota intestinal (Casellas, 2016: 1).

La deficiencia de lactasa se puede observar como primaria o secundaria. La


deficiencia primaria de lactasa es un tipo de hipolactasia causada por la pérdida de
75 a 90 por ciento de la actividad de la lactasa intestinal luego del proceso de destete
en edades de 3-5 años. Se estima que la hipolactasia primaria afecta al 65% de la
población mundial. La hipolactasia secundaria está relacionada con una
enfermedad externa del intestino delgado con evidencia histológica de enteropatía
como la enfermedad celíaca, la enfermedad de Crohn, infecciones graves y
desnutrición (Elham, 2019: 2).

Los síntomas de la intolerancia a la lactosa ocurren cuando las personas que tienen
lactosa en mal estado consumen grandes cantidades de lactosa y estos incluyen
calambres, distensión abdominal, dolor abdominal, diarrea, entre otros (Barr, 2013:
1-2). La apariencia y la gravedad de estos síntomas varían dependiendo de varios
factores, como el grado de actividad de la lactasa, la cantidad de lactosa ingerida,
el tiempo de tránsito intestinal y la composición y sensibilidad de la microbiota
intestinal. Por lo tanto, no todos los adolescentes con deficiencia de lactasa
experimentarán los síntomas de Intolerancia a la lactosa (Elham, 2019: 2).

Sin embargo, es frecuente que los proveedores de salud consideren que es una
condición menor, probablemente debido a su alta prevalencia, baja gravedad de los
síntomas y falta de relación con las medidas objetivas de la actividad de la lactasa
o la absorción de la lactosa. De hecho, los síntomas de la mala absorción de la
lactosa no se correlacionan directamente con la capacidad de absorción intestinal
de la lactosa (Casellas, 2016: 1).

La percepción de la intolerancia es más importante desde el punto de vista del


paciente. Las personas comúnmente asocian la ingestión de productos que
contienen lactosa con síntomas pero sin evidencia objetiva de actividad insuficiente
de lactasa. De hecho, los síntomas de la vida diaria que los pacientes asocian con
la intolerancia a la lactosa a menudo no están relacionados con la malabsorción de
la lactosa. Incluso en los verdaderos problemas de malabsorción de lactosa, el
recuerdo de los síntomas tiende a ser amplificado por el paciente (Casellas, 2016:
1).

Esto es muy relevante, ya que incluso en ausencia de un diagnóstico confirmado,


las personas que atribuyen sus síntomas abdominales a la ingesta de lactosa, a
menudo deciden o se les aconseja evitar los productos lácteos, a pesar de una
evidencia considerable que demuestra cantidades razonables (hasta 12 g de
lactosa, o el equivalente de 250 ml de la leche) puede tolerarse sin síntomas
perceptibles cuando se consume como parte de una comida (Barr, 2013: 1-2).
La evitación de los productos lácteos se ha asociado con una serie de resultados
adversos para la salud, entre ellos, mala salud ósea, presión arterial alta y
posiblemente un mayor riesgo de padecer enfermedades como el cáncer de colon
y la diabetes tipo 2. Recientemente, informaron que la intolerancia a la lactosa
autonotificada se asoció con una mayor prevalencia de hipertensión y diabetes
diagnosticada por el médico (Barr, 2013: 1-2). Esto también conlleva a una menor
ingesta de calcio, una actitud que puede tener resultados negativos para la salud,
por ejemplo, al facilitar el desarrollo de la osteoporosis en mujeres
posmenopáusicas (Casellas, 2016: 1)

La prevalencia de intolerancia a la lactosa (LI) varía según la etnia y se correlaciona


con la cantidad de productos lácteos en la dieta. Aunque la LI no es un factor que
ponga en peligro la vida, el hecho de evitar la leche y los productos lácteos podría
tener efectos perjudiciales sobre la calidad de vida y la salud pública, especialmente
en los adolescentes (Elham, 2019: 2).

Para explicar, al menos en parte, la discrepancia entre la autopercepción de la


intolerancia a la lactosa y la malabsorción objetiva de la lactosa, también podría
haber otros mecanismos fisiopatológicos como la reacción alérgica inmunitaria a las
proteínas de la leche de vaca o el papel potencial de la fermentación de la lactosa
(dieta FODMAP) (Casellas, 2016: 1).

Por lo tanto,el propósito de este estudio fue evaluar la prevalencia y la correlación


de la intolerancia a la lactosa autoinformada en la población joven de estudiantes
universitarios mexicanos, y examinar las asociaciones con las creencias de salud
sobre los productos lácteos; ingesta de productos lácteos y la ingesta estimada de
calcio a partir de productos lácteos, alternativas y suplementos. Así como también,
determinar el impacto de la producción de síntomas de intolerancia a la lactosa y la
malabsorción objetiva de la lactosa en la autopercepción de la salud mediante el
uso de un resultado informado por el paciente. Con este fin, diseñamos un estudio
observacional y transversal de una cohorte de pacientes remitidos para pruebas de
absorción de lactosa.

Dado que los datos sobre la intolerancia a la lactosa autodetectada en universitarios


mexicanos son limitados, este estudio se realizó para evaluar y aportar nuevo
conocimiento sobre el tema.

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