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El Caminante
El Caminante
Siguió caminando, camino tanto q sus zapatos se agrietaron. Enflaqueció mucho. A veces pensaba si
seguir al sol o seguir a la luna o alternadamente uno u otro. A veces no pensaba en nada, y a veces solo
pensaba en lo único q le había sido ordenado: Caminar.
Otro día se encontró con una muchacha q se enamoro de él. Nunca había conocido el amor y lo disfruto
intensamente. Pero debía partir al segundo día, eso le aterro por primera vez y su mente se agito mucho en
pensar como evitar tal cosa. Había pensado en mover el cielo, detener al sol, parar el tiempo… tan puro
era su amor q por primera vez al partir dejó tras de si lagrimas y pesares. Fue una puñalada a su corazón,
tan directo fue q se sentía desdichado, cruel y tantas cosas. Al caminar no miró hacia atrás pues eso le
partiría el alma, aun así su mente miraba hacia atrás y le debilitaban sus pasos. Se alejo lo bastante pero
sus recuerdos ahí estaban. Así q siguió el precepto. Caminar.
La fortuna es extraña a veces y viene de las maneras mas impropias. Un asalto.
Los ladrones eran unos profesionales y no actuaban con violencia, sino con la astucia natural de aquel q
conoce su oficio:
- Viajero tu no eres de acá, el tiempo apremia. No deseamos detener tu viaje ni deseas accidentes.
Así q seremos breve y te pediremos q nos des todo lo de valor q poseas.
- No poseo nada caballeros salvo este libro para distraerme. No tiene valor alguno, pues no esta
escrito por nadie conocido ni famoso. Aun así pueden tomarlo si lo desean
Lo registraron y se desalentaron al no encontrar nada.
- Bien muchacho, no entendemos porq pero no tienes nada a no ser q lo hayas ocultado en algún
sitio.
- Soy un monje el tiempo apremia y tengo prisa, el tiempo vuela sin misericordia alguna
- ¿Lo golpeamos jefe?
- No Tur, déjalo ir. Se ve honesto. Debes aprender a ver los corazones Tur. Así evitarás caer en
desgracia; la primera ley del ladron es no hacerse mas enemigos innecesarios de los q ya posee.
Pasaran los años Tur y aprenderás a saber de antemano quien dice la verdad y quien no. Puedes irte
viajero, te deseo buen viaje y suerte en encontrar lo q buscas. He asaltado a muchos como tu y van
cargados de sueños tan materiales como sus posesiones q se niegan a entregar. Tur los muele a
patadas, pero se q tu no te molestarías en darnos hasta tu vida, cosa q no nos interesa.
Hizo la reverencia habitual acostumbrada por los lugareños ante personalidades religiosas y el muchacho
sonrió porq alguien allí aprendió algo mas valioso q cualquier robo: a Ver lo escencial.
Y siguió caminando.
Siguió caminando y notó q todos estaban afligidos buscando lo q no tenían y ansiaban poseer. En eso no
era diferente al resto. Así q un día probó más suerte
Se encontró con un gitano q le leyó la suerte para estafarlo:
- Amigo viajero, usted corre peligro y debo prevenirlo
- ¿Cuál peligro?
- Si me da una monedita yo podría salvarlo del peligro
- Bien, pero no poseo nada salvo este libro
- Hmmm se ve valioso y antiguo todo vale, la situación hoy es precaria, pero acepto. Usted ha tenido
suerte de toparse conmigo. ¿Dígame q busca? Y le aseguro todo lo q ocurrirá en su camino y le
prevendré de cómo salvarle.
- Cuando alguien busca, sus ojos están fijos, su mente se absorbe en ello y se ve poseído por él.
Cuando encuentra, una nueva búsqueda se origina sin fin. No busco nada ni objetivos sino
encontrar; y verdaderamente encontrar significa hallarse libre de otra búsqueda.
El gitano jamás vendió el libro y lo atesoró con su alma para poder pasárselo a sus hijos.
Las mañanas eran su desayuno, el mediodía mendigaba y comía solo cuando tenia hambre. En un
principio le costó mucho conseguir agua, pero supo como evitar tal cosa. Es extraño pero para aquel q
vive en la más absoluta pobreza, es mas costoso conseguir el agua q la comida. Las puestas eran esperadas
con alegría pues era como el saludo de un mártir q ha tenido una muerte gloriosa. Conocía perfectamente
la astrología y los secretos más recónditos del universo. Pero aun así la perfecta sabiduría estaba lejos,
muy lejos tan lejos q ni siquiera el conocimiento recibido podrían abrirle las puertas de la Verdad. Así q
debía seguir caminando.
Estuvo en ciudades, aldeas, valles pero jamás se aventuró mas a subir a las montañas. Sabia perfectamente
q el mundo le necesitaba, pero más lo necesitaba él. Llegar a la cima de una montaña detendrían su
caminar y corría el riesgo de enamorarse de su hogar natural.
Le siguieron muchos perros porq les repartía comida y éstos mismos le abandonaban cuando no tenía.
Sentía el calor de dormir a su lado y disfrutaba su compañía, pero le dolía mucho el tener q abandonarlos.
Cuando alguien no posee nada no hay razón para enemistarse con el mundo.
Dejo atrás amigos fugaces, gente amable y despreciable, caminos cortos y anchos, lugares bellos y
horrendos, limpios algunos e infestados otros; pero todos compartían algo en común. Ninguno duraba mas
de dos días.
Y camino y camino hasta q comprendió q los ciclos de día y noche o las estaciones y años eran todos
iguales. Camino tanto q no se había dado cuenta q había viajado mas q cualquier vehiculo de la época.
Intentó safarse de un perro q le siguió adonde fuere, pero el perro era testarudo pues en el no habitaba la
gratitud sino el amor
Un día se sentó en una estación de trenes a descansar y reflexionar todo lo q había ocurrido
- Disculpa, ¿va con retraso el tren con dirección a Okland?
- La verdad no lo se, señor
El caballero se alejo extrañado de q alguien mas viejo q él le dijera señor. El tiempo había transcurrido
rápidamente pero el muchacho q aun seguía siéndolo tardaría en enterarse, pues a esa altura su mente
apenas podía divisarse.
Pasaron varios trenes y ninguno tomó.
El momento largamente esperado llegó. Como las hojas q esperan la estación para caer había llegado, fue
natural, todo muy natural tan natural q solo debía esperar como el viajero q pacientemente espera su tren.
- ¿Disculpa tiene hora señor?
- ehh, este si- miro su reloj- las cinco con tres minutos
- Gracias
- ¿Discúlpeme ahora usted, me puede decir q año es?
- Ehh año ……..- a pesar de lo dicho no escucho nada porq su mente no se disponía a resolverlo
- Hmmm debo partir cuanto antes amigo
- ¿Adonde?
- Ha llegado el fin de mi viaje, debo darme prisa.
Y volvió cada vez a la estación por los siglos de los siglos, solo q ya no hablaba con nadie ni nadie podía
verle.
Solo alguien lo reconoció al llegar en uno de sus milenios. Meneaba la cola pero el mundo, el mundo es
sordo para la verdadera amistad.