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CARTAS

DE UNA
ZONA DE GUERRA
Escritos 1976-1989
por Andrea Dworkin
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Para John

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

—No tarda mucho un terremoto en tragarse una ciudad


—dijo la señora. — ¿Sabes, por ventura, cuánto tiempo
es necesario para que se prepare un terremoto?
—Bastante tiempo, me parece.
—Pero cuando está preparado y se produce, reduce a
polvo todo lo que encuentra. Y en la actualidad se está
preparando, aunque nadie lo vea o lo oiga. Este es tu
consuelo. Recuérdalo.

Charles Dickens, Historia de dos Ciudades.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Índice

Introducción 6
I REAPROPIARSE DE LA NOCHE 9
La Mentira 10
La Noche y el Peligro 13
Pornografía y duelo 17
II PALABRAS 22
El Poder de las Palabras 23
Una escritora y la pornografía 26
Susannah Cibber 30
¿La prensa de quién? ¿La libertad de quién? 33
Prefacio a la edición de bolsillo de Nuestra Sangre 38
Entrevista Nerviosa 44
Amar los Libros: Hombre/Mujer/Feminista 48
De luto por Tennessee Williams (1911-1983) 50
Cumbres Borrascosas 52
Viaje a la oscuridad: el de ella y el nuestro 65
III REAPROPIARSE DEL DÍA 71
Una Feminista Mira a Arabia Saudí 72
Una esposa golpeada sobrevive 74
Una Historia Verdadera y Común 79
Superioridad Biológica: la idea más peligrosa y mortal del mundo 81
Economía sexual: La terrible verdad 86
Mira, Dick, mira. Mira como Jane la chupa. 92
Feminismo: la agenda 97
Margaret Papandreou: Una Feminista Estadounidense en Grecia 110
Quiero una tregua de veinticuatro horas durante la cual no hayan violaciones 116
Violencia contra las mujeres: rompe el corazón y también los huesos 123
Prefacio de la edición británica de Mujeres de Derecha 133
IV EL NUEVO TERRORISMO 140
Pornografía: El Nuevo Terrorismo 141
Por qué la pornografía es importante para las feministas 146
El rol de la pornografía en la violencia sexual 148
La ACLU: La Carnada y el Engaño 151

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Por qué los supuestos hombres radicales aman y necesitan la pornografía 153
Para los Hombres, Libertad de Expresión; Para las Mujeres, Silencio Por Favor 158
Pornografía y supremacía masculina 161
Las abogadas y la pornografía 168
El silencio significa disentimiento 176
Contra el diluvio masculino: censura, pornografía e igualdad 180
La pornografía es una cuestión de derechos civiles 196
Carta de una Zona de Guerra 217
EPÍLOGO 228
El Feminismo Ahora 229
SEGUNDO EPÍLOGO 231
Lo que son realmente las agresiones 232

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Introducción
HACE UN tiempo solía trabajar como asistente de la difunta poeta Muriel
Rukeyser. Tipeaba bien, pero no era de respetar los márgenes y no me gustaba usar
mayúsculas, por lo que no era muy útil para redactar cartas formales. No podía archivar
porque nunca pude entender por qué algo debía ir bajo un encabezado y no otro,
igualmente apto a mí entender. Cuando me dedicaba a entregar o recoger paquetes,
usualmente manuscritos para Muriel, generalmente entablaba discusiones políticas o
debates apasionados con quienquiera que abriera la puerta. Cuando iba a la biblioteca a
hacer investigaciones para ella, recogía todo el material sobre el tema seleccionado, lo
examinaba por completo y finalmente decidía que era demasiado aburrido y que ella no
podría haber tenido eso en cuenta en lo absoluto y volvería con las manos vacías. Era la
peor asistente de la historia mundial. Pero Muriel seguía manteniéndome cerca porque
creía en mí como escritora. No importaba cuánto la cagara, tenía un trabajo, unas
monedas en mis bolsillos, un lugar cálido al cual ir, almuerzo y cena, mientras que
pudiera tolerarlo. Ella ya había decidido tolerarlo: creía en hacer lo que fuera necesario
para lograr que una escritora talentosa (según ella) siguiera escribiendo. Creo que nunca
me habría despedido. Hizo grandes sacrificios en su vida tanto por la política como por
la escritura pero ninguna, sospecho, estaba ni cerca de tener la cualidad cómica de su
insistente apoyo hacia mí. Por piedad (y culpa), finalmente renuncié.
Muriel facilitó la primera fiesta de lanzamiento de mi libro, para celebrar la
publicación de Woman Hating; y pensé que eso era todo —yo era una escritora (algo así
como ser un arcángel) para siempre. Todo lo que intentó enseñarme no surtió efecto.
Trató de hacerme entender que, para un escritor, la constancia importaba más que nada
—ni el talento, ni la suerte; la constancia. Tenía que seguir escribiendo, no para hacer
un primer intento brillante o distinguido o maravilloso sino para seguir adelante, para
sobrepasar las dificultades. La constancia, diría ella, era la diferencia entre los escritores
que importaban y los que no. Tuvo sus años difíciles. Espero que su historia algún día
sea contada. Es una historia heroica. Ella sabía el costo de continuar escribiendo
haciéndole frente a la pobreza, al ostracismo y especialmente, la trivialización. Sabía
cuánto más complicado es ser una mujer. Sabía cuántas heridas y desolaciones una
mujer tiene que sobrevivir —una podría estar ensangrentada y sumisa; pero sin embargo
había que seguir escribiendo— a través de eso, a pesar de eso, por eso, alrededor de eso,
en eso y debajo, maldición. Yo tenía veintiséis, veintisiete años. Me habían pasado
muchas cosas en la vida pero escribiendo era inocente, como una idiota eufórica. Para
mí, escribir era puro, mágico, la esencia de la integridad y el poder, incorruptible a las
cosas malvadas o mundanas. Los libros eran luminosos, sagrados. Los escritores eran
héroes de consciencia, intensidad y sinceridad. No tenía idea lo que significaba ser
constante a lo largo del tiempo. No tenía idea lo difícil que era hacerlo.
Ahora, a los cuarenta y uno, la verdad es que sigo siendo una tonta para escribir.
Lo amo. Ahora sí sé lo difícil que es seguir adelante. Tal vez decir que nunca fui una
escritora prudente sea subestimarlo. En algún sentido, soy incluso más imprudente
ahora que cuando comencé porque ahora sé que cuesta y no me importa. He pagado
mucho por escribir en lo que creo. En cierto nivel, sufro terriblemente por el desdén que
muchos de mis trabajos han recibido. En otro, uno más profundo, me importa un carajo.
Es esta indiferencia al dolor —que es real— que le permite a una seguir adelante. Una
desarrolla una disciplina de guerrera o se detiene por completo. El dolor se vuelve
irrelevante. Ser una escritora no es fácil ni incluso muy civilizado. No es una

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

indulgencia burguesa. No es el resultado natural de las buenas costumbres mezclado con


inteligencia y filtrado a través del lenguaje. Es primitivo y apasionado. Los escritores se
cuelan bajo las comodidades socialmente aceptadas, bajo las mentiras de las que la
sociedad depende para mantener el status quo, los escritores se vuelven inflexibles, en
busca de la verdad frente a la intimidación, sin ser obedientes ni diligentes. A ninguna
sociedad le gusta y ninguna sociedad nos agradece. Pensamos que las democracias
occidentales actuales son distintas pero estamos equivocados. La sociedad se moviliza
para destruir al escritor que se amenaza o se opone a sus crueldades preferidas: en este
caso, la dominación de los hombres sobre las mujeres. Me preguntaron mucho, tanto
entrevistadores como mujeres que conocí en mis viajes para dar conferencias, qué es la
valentía o cómo ser valiente. Usualmente, creo que la valentía es un tipo de estupidez,
una incapacidad, una aterradora insensibilidad al dolor y el miedo. Los escritores
necesitan este tipo de valentía. Los hombres machistas la romantizan. Yo creo que es
una muerte parcial del alma.
Estos son los ensayos y discursos, una entrevista ocasional o una reseña de un
libro, que he escrito desde 1976 a 1987. Los escribí para comunicar y sobrevivir: como
escritora y como mujer; para mí, las dos son una. Los escribí porque me importan la
ecuanimidad y la justicia para las mujeres. Los escribí porque creo en dar testimonio, y
he visto mucho. Los escribí porque hay gente herida y el daño tiene que cesar. Los
escribí porque creo en la escritura, en su poder para corregir los errores, para cambiar
cómo la gente ve y piensa las cosas, para cambiar lo que la gente sabe y cómo lo sabe,
para cambiar cómo la gente actúa y el por qué. Los escribí con la convicción, pacífica
en sus orígenes, de que una debe enfrentarse al poder con la verdad. Esta es la premisa
básica de todo mi trabajo como feminista: activismo o escritura. Escribí estos artículos
porque creo que las mujeres deben llevar a cabo una guerra contra el silencio: contra el
silencio forzado socialmente; contra el silencio políticamente predestinado; contra el
silencio económicamente coreografiado; contra el silencio creado por el dolor y la
desesperanza del abuso sexual y el estatus de clase de segunda. Y escribí estos ensayos,
dí estas charlas porque creo en la gente: que podemos rechazar la crueldad y abrazar la
simple compasión de la igualdad social. No sé por qué creo en estas cosas; solo sé que
creo en ellas y actúo en base a ellas.
Cada pedazo de este libro es parte de mi propia guerra contra el silencio de las
mujeres. Sólo cuatro piezas fueron publicadas en revistas populares con circulaciones
decentes, no maravillosas: tres fueron publicadas en Ms., la última en 1983, y fue
publicada en Mother Jones una década atrás. La mayoría de los ensayos y discursos
fueron publicados en pequeños, efímeros periódicos, la mayoría de los cuales no ya no
están en actividad. Tres de estos escritos fueron eventualmente publicados en la
antología ampliamente distribuida Take Back the Night (Reapropiarse de la Noche).
Siete de estas piezas nunca fueron publicadas; cuatro fueron publicadas en inglés pero
nunca en los Estados Unidos; una "Letter from a War Zone" (Carta de una zona de
guerra) fue publicada en alemán y noruego pero nunca en inglés; y dos (una en
"Wuthering Heights" (Cumbres Borrascosas) y una en "Voyage in the Dark" (Viaje a la
Oscuridad)) fueron escritas para esta colección. Ninguno de estos artículos, a pesar de
los repetidos esfuerzos durante muchos años, fueron publicados en The Nation, The
New Republic, The Progressive, The Village Voice, Inquiry, periódicos de la izquierda
liberal que fingen ser foros independientes de debate radical y que han publicado
despiadados artículos con despreciables e intencionadas tergiversaciones de lo que
realmente creo o defiendo. Algunos de mis artículos fueron escritos como consecuencia
de esos ataques —la mayoría fueron escritos en ambientes sociales creados por ellos—
pero nunca me dieron el derecho a réplica. Ninguno de estos ensayos, a pesar de los

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

esfuerzos repetidos a lo largo de los años, fueron publicados en revistas que presumen
independencia intelectual: por ejemplo, The Atlantic o Harper's. Y nunca tuve la
posibilidad de publicar nada en la sección de opinión editorial de The New York Times,
a pesar de que mi nombre fue atacado y mis políticas y mi trabajo fueron denunciados
editorialmente tantas veces durante la última década que ya me desconcierta. Y nunca
pude publicar en, por decir algo, Esquire o Vogue, dos revistas que publican ensayos
sobre asuntos políticos, incluyendo la pornografía y que además pagan dinero de
verdad. Tuve la posibilidad de viajar a través de Estados Unidos y Canadá para dar
charlas. Si el trabajo realizado en este libro ha tenido alguna influencia, esa es la
verdadera razón.
Estos escritos y discursos presentan un punto de vista político, un análisis,
información, argumentos, que son censurados en la prensa americana por la prensa
americana para proteger pornógrafos y castigarme por pasarme de la raya. Soy, por
supuesto, una escritora políticamente disidente pero debido a mi género, soy una
escritora políticamente disidente de segunda clase. Eso significa que puedo ser borrada,
difamada, ridiculizada de maneras violentas y con expresiones insultantes y que pueden
impedirme hablar con mi propia voz fingiendo estar a favor de la libertad de expresión.
También significa que cada estereotipo misógino puede ser invocado para justificar la
exclusión, el castigo financiero, el menosprecio y el exilio forzoso del debate público.
El hecho es que estos ensayos y charlas hablan por y para vastos números de mujeres
condenadas al silencio por esa misma misoginia, esa misma santurronería sádica, esa
misma cruel indiferencia a la dignidad humana y a los derechos humanos. Sé, por
supuesto, que no se supone que deba seguir escribiendo. Se supone que debería
desaparecer como escritora. Espero no hacerlo. Sé que otras personas comparten la
misma esperanza; y aprovecho esta oportunidad para agradecerles por la ayuda que me
brindaron durante la última década de tratar —como dije antes— de comunicar y
sobrevivir, como escritora y como mujer; las dos son una para mí.

Andrea Dworkin
Ciudad de Nueva York
Noviembre de 1987

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I
REAPROPIARSE DE LA
NOCHE

En la leyenda está el alivio del enemigo,


La pena es transformada en alegría, el duelo en vacación.
En la vida, solo algo de esto es posible.
—E.M. Broner, Un Tejido de Mujeres.

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La Mentira
1979
La Mentira fue escrita como un discurso y se impartió en un mitin el 20 de octubre de
1979 en Bryant Park, detrás de la formal y hermosa biblioteca pública principal de la
ciudad de Nueva York. Este parque suele estar dominado por los traficantes de drogas.
Junto con la biblioteca que se encuentra detrás, marcan el límite inferior de Times
Square, la capital de abuso sexual de la América industrializada. 5000 personas, con
una abrumadora mayoría de mujeres, habían marchado en Times Square en una
manifestación organizada por Mujeres Contra la Pornografía y dirigida por Susan
Brownmiller, Gloria Steinem y Bella Abzug, entre otras. La marcha había comenzado
en Columbus Circle en West 59 Street, el límite más alto del área de Times Square, y el
mitin en Bryant Park marcó su conclusión. Por primera vez, Times Square no
pertenecía a los proxenetas; pertenecía a las mujeres, no a las mujeres lastimadas y
explotadas con fines de lucro sino a las mujeres orgullosas y triunfantes. La marcha
notificó a los pornógrafos que las masas de mujeres podían levantarse y detener el
tráfico organizado de mujeres y niñas, que era la actividad habitual en esas calles tan
mezquinas. Las feministas dominaron el terreno pero no lo retuvieron.

EXISTE UN mismo mensaje básico en todos los tipos pornografía provenientes


del fango que vemos a nuestro alrededor, desde la pseudoartística y pretenciosa
pornografía que los intelectuales llaman erótica, al clandestino porno infantil, hasta el
pulido y satinado porno de las revistas de entretenimiento para hombres. El único
mensaje que se transmite en toda la pornografía todo el tiempo es este: ella lo quiere;
ella quiere ser golpeada; ella quiere ser forzada; ella quiere ser violada; ella quiere ser
brutalizada; ella quiere ser lastimada. Esta es la premisa, el principio principal, de toda
pornografía. Ella quiere que se le hagan estas cosas despreciables. A ella le gusta esto.
A ella le gusta que la golpeen, a ella le gusta que la lastimen y a ella le gusta ser
forzada.
Mientras tanto, en todo el país, las mujeres y las niñas son violadas, golpeadas,
forzadas, brutalizadas y heridas.
La policía cree que lo querían. La mayoría de las personas a su alrededor creen
que lo querían. "¿Y tú qué hiciste para provocarlo?", se le pregunta una y otra vez a la
esposa golpeada cuando finalmente se atreve a pedir ayuda o protección. "¿Te gustó?",
pregunta la policía a la víctima de violación. "Admite que algo en tí lo deseaba", insiste
el psiquiatra. "Fue la energía que irradiabas", dice el gurú. Los hombres adultos afirman
que sus propias hijas de ocho o diez o trece años los llevaron a eso.
La creencia es que la mujer quiere ser lastimada. La creencia es que a la mujer le
gusta ser forzada. La prueba de que lo quiere está en todas partes: en la forma en que se
viste; en la forma en que camina; en la forma en la que habla; en la forma en que se
sienta; en la forma en que se para; en que ella estaba fuera de casa después del
anochecer; en que ella invitó a un amigo varón a su casa; en que ella saludó a un vecino
varón; en que ella abrió la puerta; en que ella miró a un hombre; en que un hombre le
preguntó qué hora era y ella le respondió; en que ella se sentó en el regazo de su padre;
en que ella le hizo una pregunta a su padre sobre sexo; en que ella se subió a un
automóvil con un hombre; en que ella se subió a un automóvil con el padre de su mejor

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

amiga, su tío o su maestro; en que ella flirteaba; en que ella se casó; en que ella tuvo
sexo una vez con un hombre y dijo que no la siguiente vez; en que ella no es virgen; en
que ella habla con los hombres; en que ella habla con su padre; en que ella fue al cine
sola; en que ella caminaba sola; en que ella fue de compras sola; en que ella sonrió; en
que ella está sola en casa, dormida, el hombre irrumpe, y aun así, se pregunta: "¿Te
gustó? ¿Dejaste la ventana abierta esperando que alguien apareciera? ¿Siempre duermes
sin ropa? ¿Tuviste un orgasmo?”
Su cuerpo está magullado, está desgarrado y herido, y aún persiste la pregunta:
¿Lo provocaste? ¿Te gustó? ¿Es esto lo que realmente querías todo el tiempo? ¿Es esto
lo que estabas esperando, deseando y soñando? Sigues diciendo que no. Intenta probar
que no. ¿Esos moretones? A las mujeres les gusta un poco ser maltratadas. ¿Qué hiciste
tú para llevarlo a eso? ¿Cómo lo provocaste? ¿Te gustó? Un novio o un esposo o los
padres, o incluso a veces una novia creerán que ella podría haber luchado contra él —si
realmente hubiera querido. Ella debió haberlo deseado realmente —si sucedió. ¿Qué era
lo que ella quería? Quería la fuerza, el daño, el dolor, la humillación. ¿Por qué lo
quería? Porque es mujer y las mujeres siempre lo provocan, siempre lo quieren, siempre
les gusta.
¿Y cómo saben todas las personas cuya opinión importa que las mujeres quieren
ser forzadas, heridas y maltratadas? La pornografía lo dice. Durante siglos, los hombres
han consumido pornografía en secreto —sí, los abogados y los legisladores y los
médicos y los artistas y los escritores y los científicos y los teólogos y filósofos. Y
durante estos mismos siglos, las mujeres no han consumido pornografía y las mujeres
no han sido abogadas y legisladoras y doctoras y artistas y escritoras y científicas y
teólogas y filósofas.
Los hombres creen en la pornografía, en la que las mujeres siempre lo quieren.
Los hombres creen en la pornografía, en la que las mujeres se resisten y dicen no solo
para que los hombres las obliguen y usen más y más fuerza y más y más brutalidad. Al
día de hoy, los hombres creen en la pornografía y los hombres no creen en las mujeres
que dicen que no.
Algunas personas dicen que la pornografía es sólo fantasía. ¿Qué parte de ella es
fantasía? Las mujeres son golpeadas y violadas y forzadas y azotadas y mantenidas
cautivas. La violencia representada es verdadera. Los actos de violencia representados
en la pornografía son actos reales cometidos contra mujeres reales y niñas reales. La
fantasía es que las mujeres quieren ser abusadas.
Y así es que hoy estamos aquí para explicarles con calma —para gritar, clamar,
vociferar, rugir— que las mujeres no lo queremos, ni hoy, ni mañana, ni ayer. Nunca lo
querremos y nunca lo hemos deseado. La prostituta no quiere ser forzada y lastimada.
La ama de casa no quiere ser forzada y lastimada. La lesbiana no quiere ser forzada y
lastimada. La joven no quiere ser forzada y lastimada.
Y porque en todo el país, a diario, miles de mujeres y niñas están siendo
brutalizadas —y esto no es una fantasía— todos los días las mujeres y las niñas son
violadas, golpeadas y forzadas —nunca volveremos a aceptar ninguna representación de
nosotras que tenga como su principio principal, su primera premisa, que queremos ser
maltratadas, que disfrutamos ser lastimadas, que nos gusta ser forzadas.
Por esto es que lucharemos contra la pornografía donde la encontremos; y
lucharemos contra quienes la justifiquen y contra quienes la hacen y contra quienes la
compran y la utilizan.
Y no se equivoquen: este movimiento contra la pornografía es un movimiento
contra el silencio —el silencio de las verdaderas víctimas. Y este movimiento contra la
pornografía es un movimiento para la palabra —la palabra de quienes han sido

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silenciadas por la fuerza sexual, la palabra de las mujeres y las niñas. Y nunca, nunca
volveremos a ser silenciadas.

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La Noche y el Peligro
1979
La noche y el peligro fue escrito como un discurso de Reapropiarse de la Noche. En
New Haven, Connecticut, 2000 mujeres marcharon. Las prostitutas callejeras se
unieron a la marcha y las ancianas de las residencias de ancianos salieron a los
balcones con velas encendidas. En Old Dominion, Virginia, negros y blancos, mujeres y
hombres, gays y heterosexuales, cientos, se unieron en la primera marcha política que
se realizó en Old Dominion, un bastión oligarca y conservador, como su nombre lo
indica. La gente marchó catorce millas, como si no quisieran perder un camino, bajo la
amenaza de perder sus empleos y de la represión policial. En Calgary, Canadá, las
mujeres fueron arrestadas por manifestarse sin permiso, la ironía de que una marcha
es la forma más segura (a pesar de las detenciones) para que las mujeres salgan por la
noche pasó inadvertida para la policía, pero no para las mujeres. En Los Ángeles,
California, el extremo final de una cola de 2000 mujeres que caminaban en doble fila
por las aceras fue atacado por hombres en autos. No sé cuántas veces di este discurso,
pero al hacerlo he visto América del Norte y he conocido a algunas de las personas
más valientes. La noche y el peligro nunca se ha publicado antes.

UNA MARCHA PARA REAPROPIARSE DE LA NOCHE va directamente a


nuestro núcleo emocional. Se supone que las mujeres tememos especialmente la noche.
La noche promete daño a las mujeres. El hecho de que una mujer camine por la calle de
noche no es solo arriesgarse al abuso, sino también —según los valores de la
dominación masculina — pedirlo. La mujer que transgrede los límites de la noche es
una proscrita que rompe una regla elemental de comportamiento civilizado: una mujer
decente no sale —ciertamente no sola, ciertamente no sólo con otras mujeres— por la
noche. Se piensa que una mujer en la noche, sin correa, es una zorra o una perra
engreída que no conoce su lugar. Los policías de la noche —violadores y otros hombres
merodeadores— tienen el derecho de hacer cumplir las leyes de la noche: acechar a la
mujer y castigarla. Todas hemos sido perseguidas, y muchas de nosotras hemos sido
atrapadas. Una mujer que conoce las reglas de la sociedad civilizada sabe que debe
esconderse de la noche. Pero incluso cuando la mujer, como una buena chica, se
encierra, la noche amenaza con entrometerse. Afuera están los depredadores que se
treparán por las ventanas, bajarán por las tuberías de desagüe, abrirán las cerraduras,
descenderán por los tragaluces y traerán la noche con ellos. Estos depredadores son
romantizados, por ejemplo, en películas de vampiros. Los depredadores se convierten en
niebla y se curvan a través de grietas apenas visibles. Traen consigo el sexo y la muerte.
Sus víctimas retroceden, resisten el sexo, resisten la muerte, hasta que, superadas por la
emoción de todo, abren sus piernas, descubren sus cuellos y se enamoran. Una vez que
la víctima se haya sometido por completo, la noche ya no tendrá más terror, porque la
víctima estará muerta. Es muy encantadora, muy femenina y muy muerta. Esta es la
esencia del llamado romance, que es una violación adornada con una apariencia
significativa.
La noche es el momento del romance. Los hombres, como sus vampiros
adorados, van a cortejar. Los hombres, como los vampiros, cazan. La licencia que les
permite noche, mal llamada romance, y el romance se reduce a la violación: entrada

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

forzada al domicilio, que a veces es el hogar, pero que siempre es el cuerpo y lo que
algunos llaman el alma. La hembra está sola y/o dormida. El macho bebe de ella hasta
que está saciado o hasta que ella muere. Las flores tradicionales del cortejo son las
flores tradicionales de la tumba, que se entregan a la víctima antes del asesinato. El
cadáver se viste, se arregla y se acuesta, se viola ritualmente y se consagra a una
eternidad de uso. Todas las distinciones de voluntad y personalidad se eliminan y se
supone que debemos creer que la noche, no el violador, hace la supresión.
Los hombres usan la noche para borrarnos. Fue Casanova, a quien los hombres
consideran una autoridad, quien escribió que "con la luz apagada, todas las mujeres son
iguales".1 La aniquilación de la personalidad de una mujer, individualidad, voluntad,
carácter, es un requisito previo para la sexualidad masculina, por lo que la noche es el
momento sagrado de la celebración sexual masculina porque es oscura y en la oscuridad
es más fácil no verla: no ver quién es ella. La sexualidad masculina, ebria por su
intrínseco desprecio por toda vida, pero especialmente por las vidas femeninas, puede
correr de forma salvaje, cazar a las víctimas al azar, usar la oscuridad para cubrirse,
encontrar en el consuelo oscuro, la sanción y el santuario.
La noche es mágica para los hombres. Buscan prostitutas y ligues por la noche.
Hacen su mal llamado “hacer el amor” en la noche. Se emborrachan y recorren las
calles en manadas por la noche. Se follan a sus esposas por la noche. Tienen sus fiestas
de fraternidad por la noche. Ellos cometen sus mal llamadas seducciones por la noche.
Se visten de sábanas blancas y queman cruces por la noche. La infame Noche de Cristal,
cuando los nazis alemanes incendiaron y destrozaron las ventanas de las tiendas y casas
judías de toda Alemania —la Noche de Cristal, que lleva el nombre de los vidrios rotos
que cubrían Alemania cuando la noche había terminado— la Noche de Cristal, cuando
los nazis golpearon o mataron a todos los judíos que pudieron encontrar, a todos los
judíos que no se habían encerrado de forma lo suficientemente segura — la Noche de
Cristal que anunciaba la matanza por venir— es la noche emblemática. Los valores del
día se convierten en las obsesiones de la noche. Cualquier grupo odiado teme la noche,
porque en la noche todos los despreciados son tratados como las mujeres son tratadas:
como presas, para ser golpeadas o asesinadas o violadas sexualmente. Tememos a la
noche porque los hombres se vuelven más peligrosos en la noche.
En los Estados Unidos, con su carácter claramente racista, el miedo a la
oscuridad se manipula, a menudo de manera subliminal, en el miedo a los negros, en
particular a los hombres negros, de modo que la asociación tradicional entre la violación
y los hombres negros que es nuestra herencia nacional esté reforzada. En este contexto,
las imágenes de la noche negra sugieren que lo negro es inherentemente peligroso. En
este contexto, la asociación de la noche, los hombres negros y la violación se convierte
en un artículo de fe. La noche, el momento del sexo, se convierte también en el
momento de la raza —el miedo racial y el odio racial. El hombre negro en el Sur,
cazado por la noche para ser castrado y/o linchado, se convierte en el Estados Unidos
racista, en el portador del peligro, el portador de la violación. El uso de los tipos raciales
despreciados, como chivo expiatorio, como una figura simbólica que encarna la
sexualidad de todos los hombres, es una estrategia común entre hombres y
supremacistas. Hitler hizo lo mismo con el varón judío. En la zona urbana de los
Estados Unidos, la población de prostitutas está desproporcionadamente formada por
mujeres negras, caminantes callejeras que habitan la noche, figuras femeninas
prototípicas, de nuevo chivos expiatorios, símbolos que llevan la carga de la sexualidad

1
Giacomo Casanova, Historia de mi Vida, transcripción. Willard R. Trask (New York: Harcourt Brace
Jovanovich, 1971), Vol. 11, p. 15.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

femenina definida por el hombre, de la mujer como mercancía. Y así, entre las mujeres,
la noche es la época del sexo y también de la raza: la explotación racial y la explotación
sexual están fusionadas, son indivisibles. Noche y negro: sexo y raza: se culpa a los
hombres negros por lo que hacen todos los hombres; las mujeres negras se usan como
todas las mujeres, pero son castigadas singular e intensamente por la ley y las
costumbres sociales; y para desenredar este nudo cruel, una parte de todas y cada una de
las noches, tendremos que reapropiarnos de la noche para que no pueda ser usada para
destruirnos por raza o por sexo.
La noche significa, para todas las mujeres, una elección: peligro o
confinamiento. El confinamiento también suele ser peligroso: las mujeres golpeadas
están confinadas, una mujer violada en el matrimonio es probable que sea violada en su
propia casa. Pero en el confinamiento, se nos promete una disminución del peligro, y en
el confinamiento tratamos de evitar el peligro. La historia de las mujeres ha sido la del
confinamiento: limitación física, atadura, movimiento prohibido, acción castigada.
Ahora, de nuevo, dondequiera que giremos, los pies de las mujeres están atados. Una
mujer atada es el emblema literal de nuestra condición, y hacia cualquier lugar que
miremos, vemos celebrada nuestra condición: mujeres en bondage, atadas y amarradas.
El actor George Hamilton, uno de los nuevos Conde Drácula, afirma que "[la] mujer
fantasea con un extraño oscuro que la atormenta. Las mujeres no tienen fantasías sobre
marchar con Vanessa Redgrave".2 No parece darse cuenta de eso. Tenemos fantasías
sobre Vanessa Redgrave marchando con nosotras. La celebración erótica de las mujeres
en bondage es la religión de nuestro tiempo; y la literatura sagrada y las películas de
culto, como los pies atados, están en todas partes. El significado del bondage es que
prohíbe la libertad de movimiento. Hannah Arendt escribió que "de todas las libertades
específicas que pueden venir a nuestra mente cuando escuchamos la palabra 'libertad',
'libertad de movimiento' es históricamente la más antigua y también la más elemental.
Poder partir hacia donde queramos es el gesto prototípico de ser libre, ya que la
limitación de la libertad de movimiento ha sido desde tiempos inmemoriales la
condición previa para la esclavitud. La libertad de movimiento es también una
condición indispensable para la acción, y es en la acción que los hombres experimentan
principalmente la libertad en el mundo".3 La verdad es que los hombres sí experimentan
la libertad de movimiento y la libertad en acción y que las mujeres no. Debemos
reconocer que la libertad de movimiento es una condición previa para la libertad de
cualquier otra cosa. Viene en importancia antes de la libertad de expresión porque, sin
ella, la libertad de expresión no puede existir. Entonces, cuando las mujeres luchamos
por la libertad, debemos comenzar por el principio y luchar por la libertad de
movimiento, que no hemos tenido y ahora no tenemos. En la realidad, no se nos permite
salir después del anochecer. En algunas partes del mundo, a las mujeres no se les
permite salir, pero a nosotras, en esta democracia ejemplar, se nos permite deambular,
medio lisiadas, durante el día, y por esto, por supuesto, debemos estar agradecidas.
Especialmente debemos estar agradecidas porque los trabajos y la seguridad dependen
de la expresión de gratitud a través de la alegre conformidad, la dulce pasividad y la
sumisión artísticamente diseñada para satisfacer los gustos particulares de los hombres
que debemos complacer. Debemos estar agradecidas —a menos que estemos preparadas
para resistir el confinamiento— para resistirnos a ser encerradas y amarradas —a
resistirnos a ser atadas y amordazadas y usadas y secuestradas y atrapadas y
2
Jean Cox Penn and Jill Barber, "Los Nuevos Dráculas se convierten en los Símbolos Sexuales más
Pervertidos de la Historia", Us, Vol. Ill, No. 7, p. 27.
3
Hannah Arendt, Los Hombres en Épocas Oscuras, (New York: Harcourt, Brace & World, Inc., 1968), p.
9.

16
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

conquistadas y poseídas y engalanadas como muñecas que tienen que ser liquidadas en
un mostrador para poder movernos en absoluto. Debemos estar agradecidas —a menos
que estemos preparadas para resistir las imágenes de mujeres atadas, humilladas y
usadas. Debemos estar agradecidas a menos que estemos preparadas para exigir —no,
tomar— la libertad de movimiento para nosotras mismas porque sabemos que es una
condición previa para cualquier otra libertad que debemos desear si queremos la libertad
en absoluto. Debemos estar agradecidas —a menos que estemos dispuestas a decir con
las Tres Marías de Portugal: "Basta. Es hora de llorar: Basta. Y de formar una barricada
con nuestros cuerpos".4
Creo que hemos estado agradecidas por los pequeños favores de los hombres por
el tiempo suficiente. Creo que estamos hartas de estar agradecidas. Es como si nos
viéramos obligadas a jugar a la ruleta rusa; cada noche, una pistola se coloca contra
nuestras sienes. Cada día, estamos extrañamente agradecidos de estar vivas. Cada día
olvidamos que una noche será nuestro turno, el azar ya no será aleatorio sino específico
y personal, seré yo o serán ustedes o será alguien a quien amamos quizás más de lo que
nos amamos a nosotras mismas. Cada día olvidamos que intercambiamos todo lo que
tenemos y no obtenemos casi nada a cambio. Todos los días nos esforzamos, y cada
noche nos volvemos cautivas o proscritas —y es probable que nos lastimen de cualquier
manera. Es hora de gritar "Basta", pero no es suficiente gritar "Basta". Debemos usar
nuestros cuerpos para decir "Basta" —debemos formar una barricada con nuestros
cuerpos, pero la barricada debe moverse a medida que el océano se mueve y ser
formidable como el océano es formidable. Debemos utilizar nuestra fuerza colectiva,
pasión y resistencia para recuperar esta noche y todas las noches para que la vida valga
la pena y la dignidad humana sea una realidad. Lo que hacemos aquí esta noche es tan
simple, tan difícil y tan importante.

4
María Isabel Barreno, María Teresa Horta, and María Velhoda Costa, Las Tres Marías: Nuevas Cartas
Portuguesas, transcripción, Helen R. Lane (New York: Bantam Books, 1976), p. 275.

17
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Pornografía y duelo
1977
Pornografía y Duelo fue escrito como discurso para una marcha para Reapropiarse de
la Noche que fue parte de la primera conferencia feminista sobre pornografía en San
Francisco, Estados Unidos, en Noviembre de 1978. Fue organizada por la ahora
difunta Mujeres en Contra de la Violencia en la Pornografía y en los Medios (WAVPM
por sus siglas en inglés), más de 5000 mujeres de 30 estados participamos y cerramos
el distrito pornográfico de San Francisco por una noche. Dominamos el terreno pero
no lo retuvimos.

BUSQUÉ qué decir aquí hoy que fuese diferente a lo que voy a decir. Quería
venir aquí, militante y orgullosa y loca de furia. Pero encuentro más y más que la furia
es una sombra pálida al lado del duelo que siento. Si una mujer tiene alguna sensación
de su propio valor, mirar pornografía en pequeños segmentos y pedazos puede llevarla a
una rabia útil. Estudiar la pornografía en cantidad y profundidad, como vengo haciendo
por más meses de los que puedo recordar, convertirá a esa misma mujer en una doliente.
La pornografía en sí misma es vil. Caracterizarla de cualquier otra forma sería
mentir. Ninguna parva de intelectualismo y sofisticaciones masculinas puede cambiar o
esconder ese simple hecho. Georges Bataille, un filósofo de la pornografía (a la cual
llama “erotismo”), lo pone de manera clara: “En esencia, el dominio del erotismo es el
dominio de la violencia, de la violación”5. El señor Bataille, a diferencia de muchos de
sus pares, es lo suficientemente bueno como para hacer explícito que la idea es violar a
la mujer. Usar el lenguaje de los grandes eufemismos es tan popular entre los
intelectuales varones que escriben sobre el tema de la pornografía, Bataille nos informa
que “El lado pasivo femenino es esencialmente el que es disuelto como entidad
separada”6. Ser “disueltas” —por cualquier medio que sea necesario— es el rol de las
mujeres en la pornografía. Los grandes científicos y filósofos de la sexualidad, incluidos
Kinsey, Havelock Ellis, Wilhelm Reich, y Freud, sostuvieron esta visión de nuestro
propósito y destino. Los grandes escritores usan el lenguaje en formas más o menos
hermosas para crearnos en fragmentos de su interés, semi “disueltas” por así decirlo, y
luego proceden a “disolvernos” del todo, por los medios que fuesen necesarios. Los
biografistas de los grandes artistas celebran las atrocidades de la vida real que esos
hombres han cometido en contra de nosotras, como si esas atrocidades fuesen centrales
en la creación del arte. Y en la historia, como los hombres la han vivido, nos han
“disuelto” por cualquier medio que sea necesario. El rebanado de nuestras pieles y el
traqueteo de nuestros huesos son las fuentes energizantes del arte y la ciencia definidos
por los hombres, como son el contenido esencial de la pornografía. La experiencia
visceral del odio a las mujeres que literalmente no conoce límites me ha dejado más allá
de la furia y más allá de las lágrimas; solo puedo hablarles desde el duelo.
Todas esperamos que el mundo sea diferente de lo que es, ¿no es así? No
importa qué carencia material o emocional hayamos experimentado como niñas o como

5
Bataille, Muerte y Sensualidad (New York: BallantineBooks, Inc., 1969), p. 10.
6
Bataille, Muerte y Sensualidad, p. 11

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

adultas, no importa qué entendimos de la historia o de los testimonios de personas


vivientes sobre cómo sufre la gente y por qué, todas creímos, en privado, en la
posibilidad humana. Algunas de nosotras creímos en el arte, o la literatura, o la música,
o la religión, o la revolución, o en los niños, o en el potencial reivindicante del erotismo
o el afecto. No importa lo que sabíamos de la crueldad, todas creímos en la amabilidad;
y no importa lo que sabíamos del odio, todas creímos en la amistad o el amor. Ni una de
nosotras podría haber imaginado o habría creído los hechos simples de la vida tal y
como han llegado a nuestro conocimiento: la rapacidad de la codicia de los hombres por
la dominación; la malignidad de la supremacía masculina; el desprecio virulento por las
mujeres que es la base de la cultura en la cual vivimos. El Movimiento de Mujeres nos
ha forzado a todas a enfrentar los hechos, pero no importa cuán valientes y lúcidas
seamos, no importa cuán dispuestas u obligadas estemos a ver la realidad sin romance o
ilusión, estamos simplemente abrumadas por el odio del hombre a nuestra clase, por su
morbilidad, su compulsión, su obsesión, su celebración de sí mismo en cada detalle de
la vida y la cultura. Pensamos que hemos descifrado este odio de una vez y por todas,
hemos visto su espectacular crueldad, hemos aprendido cada secreto, nos hemos
acostumbrado a él y lo hemos superado, u organizado en su contra para estar protegidas
de sus peores excesos. Pensamos que sabemos todo lo que hay por saber sobre lo que
los varones le hacen a las mujeres, incluso si no podemos imaginar por qué ellos hacen
lo que hacen, y entonces algo sucede que simplemente nos vuelve locas, nos saca de
quicio, y volvemos a estar encarceladas como animales enjaulados en la realidad
anestesiante del control masculino, la venganza de los hombres contra quién sabe qué,
el odio de los hombres hacia nuestro propio ser.
Una puede saber todo y aún así no imaginar los videos snuff7. Una puede saber
todo y aún así estar conmocionada y aterrorizada cuando un hombre que intentó hacer
videos snuff es liberado, a pesar del testimonio de las agentes encubiertas a quienes
quiso torturar, asesinar y por supuesto, filmar. Una puede saber todo y aun así estar
aturdida y paralizada cuando una conoce a una niña que está siendo continuamente
violada por su padre o algún pariente cercano masculino. Una puede saber todo y aún
así reducirse a balbucear como una idiota cuando una mujer es procesada por intentar
abortar por sí sola con agujas de tejer, o cuando una mujer es encarcelada por matar a un
hombre que la ha violado o torturado, o la está violando y torturando. Una puede saber
todo y aún así querer matar y querer morir simultáneamente cuando ve una foto
celebratoria de una mujer siendo picada en una picadora de carne en la tapa de una
revista nacional, sin importar lo pútrida que sea esta revista. Una puede saber todo y aún
así internamente negarse a creer que la violencia personal, social, culturalmente
aprobada contra las mujeres es ilimitada, impredecible, generalizada, constante,
implacable, y feliz e inconscientemente sádica. Una puede saber todo y aún así ser
incapaz de aceptar el hecho de que el sexo y el asesinato están fusionados en la
conciencia de los hombres, de manera tal que uno sin la inminente posibilidad del otro
es impensable e imposible. Una puede saber todo y aún así, en el fondo, rehusarse a
aceptar que la aniquilación de las mujeres es la fuente de significado e identidad para
los varones. Una puede saber todo y aún así querer desesperadamente no saber nada
porque enfrentar lo que sabemos es cuestionarse si la vida tiene algún valor en lo
absoluto.

7
NdT.: Las películas snuff o vídeos snuff (del inglés snuffout, que significa «morir» o «apagar» en
sentido figurado) son videos, cortos de asesinatos, torturas, suicidios, necrofilia, infanticidio, entre
otros crímenes reales (sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco) con la finalidad de
distribuirlas comercialmente para entretenimiento.

19
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Los pornógrafos, modernos y antiguos, visuales y literarios, vulgares y


aristocráticos, ponen de manifiesto una proposición consistente: el placer erótico para
los hombres está derivado y afirmado en la destrucción salvaje de las mujeres. Como
escribió el Marqués de Sade, el pornógrafo más reverenciado, en uno de sus momentos
más recatados y civilizados: “No existe una mujer en la Tierra que alguna vez haya
tenido causa para quejarse de mis servicios, si me he asegurado de matarla luego de los
mismos”8. La erotización del asesinato es la esencia de la pornografía, así como es la
esencia de la vida. El torturador puede ser un policía arrancando las uñas de los dedos
de una víctima en una celda de prisión, o un supuesto hombre normal comprometido en
el proyecto de follar a una mujer hasta la muerte. El hecho es que el proceso de matar
—y ambos, la violación y el maltrato son pasos en ese proceso— es para los hombres el
acto sexual primario, en la realidad y/o en la imaginación. Las mujeres como clase
deben permanecer en cautiverio, sujetas a la voluntad sexual de los hombres, porque el
conocimiento de un derecho a matar imperial, ya sea ejercido en su totalidad o sólo en
parte, es necesario para alimentar el apetito sexual y el comportamiento. Sin las mujeres
como potenciales o reales víctimas, los hombres son, en la jerga sanitizada actual,
“sexualmente disfuncionales”. Esta misma idea central también opera entre los
homosexuales, donde por fuerza y/o convención se designa a algunos varones como
femeninos o feminizados. La plétora de cueros y cadenas entre los varones
homosexuales y las nuevas defensas de moda de círculos de prostitución de varones
jóvenes organizados por gays supuestamente radicales, son testimonio de la fijación de
la compulsión masculina por dominar y destruir que es la fuente del placer sexual para
los hombres.
Lo más terrible de la pornografía es que cuenta la verdad masculina. Lo más
insidioso de la pornografía es que cuenta la verdad masculina como si fuese la verdad
universal. Esas representaciones de las mujeres encadenadas y torturadas se supone que
representan nuestras más profundas aspiraciones eróticas. Y algunas de nosotras lo
creemos, ¿no es verdad? Lo más importante sobre la pornografía es que los valores que
están en ella son los valores comunes de los hombres. Este es el hecho crucial que tanto
los varones de la Derecha y los varones de la Izquierda, en sus formas diferentes pero
mutuamente complementadas, quieren mantener oculto de las mujeres. Los varones de
la Derecha quieren ocultar la pornografía y los varones de la Izquierda quieren ocultar
su significado. Ambos lados quieren acceso a la pornografía de modo tal que los
hombres sean alentados y energizados por ella. La Derecha quiere acceso secreto; la
Izquierda quiere acceso público. Pero veamos o no pornografía, los valores expresados
en ella son valores expresados en los actos de violaciones y de golpizas a las esposas, en
el sistema legal, en la religión, en el arte y en la literatura, en la discriminación
económica sistemática contra las mujeres, en las academias moribundas, y por los
buenos y sabios y amables e iluminados en todas esas áreas. La pornografía no es un
género de expresión separado y diferente del resto de la vida; es un género de expresión
en completa armonía con cualquier cultura en la cual florece. Esto es independiente de
que sea legal o ilegal. Y, en cualquier caso, la pornografía funciona para perpetuar la
supremacía masculina y los crímenes de violencia contra las mujeres porque condiciona,
entrena, educa, e inspira a los hombres a despreciar a las mujeres, a lastimar a las

8
Donatien-Alphonse-Francois de Sade, Juliette, trad.. AustrynWainhouse (New York: Grove Press, Inc.,
1976), p. 404.

20
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

mujeres. La pornografía existe porque los hombres desprecian a las mujeres, y los
hombres desprecian a las mujeres porque existe la pornografía.
En mi caso, la pornografía me ha derrotado en formas en las que, al menos por
ahora, la vida no lo ha hecho. Cualquiera sea la lucha o dificultad que he tenido en mi
vida, siempre he encontrado una forma de seguir adelante incluso aunque no supiera
cómo, de vivir otro día más, de leer un libro más, de escribir un párrafo más, de ver a
una amiga más, de amar una vez más. Cuando leo o veo pornografía, quiero que todo se
detenga. ¿Por qué?, me pregunto ¿por qué son tan condenadamente crueles y están tan
condenadamente orgullosos de ello? A veces, es un detalle lo que me enloquece. Hay
una serie de fotografías: una mujer está rebanando sus senos con un cuchillo, untando su
sangre sobre su propio cuerpo, clavando una espada en su vagina. Y está sonriendo. Y
es la sonrisa lo que me vuelve loca. Hay un disco exhibido en todos los rincones de una
vidriera. La foto en la tapa del disco es la vista de perfil de las piernas de una mujer, su
entrepierna está insinuada porque sabemos que está ahí; pero no se muestra. El título del
álbum es “Enchúfame hasta la muerte”. Y es el uso de la primera persona que me
vuelve loca. “Enchúfame hasta la muerte”. La arrogancia. La arrogancia a sangre fría. Y
cómo puede seguir así, sin sentido, enteramente brutal, fútil, día tras día y año tras año,
estas imágenes e ideas y valores vertiéndose, empaquetados, comprados y vendidos,
promovidos, resistiendo, y nadie lo detiene, y nuestros queridos varones intelectuales lo
defienden, y los elegantes abogados radicales lo defienden, y los hombres de todo tipo
no pueden y no vivirán sin ello. Y la vida, lo que significa todo para mí, deja de tener
sentido, porque las celebraciones de crueldad destruyen mi capacidad de sentir y de
preocuparme y de tener esperanzas. Odio a los pornógrafos más que nada por quitarme
la esperanza.
La violencia psíquica de los pornógrafos es insoportable en sí misma. Actúa en
una como una maza hasta que la sensibilidad propia es aplastada a golpes y el corazón
se muere. Una se vuelve insensible. Todo se detiene, y una mira a las páginas con fotos
y piensa: esto es lo que los hombres quieren, esto es lo que los hombres han tenido, y
esto es lo que los hombres no abandonarán.
Como la lesbofeminista Karla Jay señaló en un artículo llamado “Hierba, Porno,
y las Políticas del Placer”, los hombres dejarán las uvas y la lechuga y el jugo de naranja
y el vino portugués y el atún, pero los hombres no dejarán la pornografía. Y sí, una
quiere quitársela, quemarla, rasgarla, bombardearla, demoler sus cines y editoriales
hasta que no quede nada. Una puede ser parte de un movimiento revolucionario o una
puede hacer un duelo. Quizás haya encontrado la verdadera fuente de mi dolor: no nos
hemos vuelto todavía un movimiento revolucionario.
Esta noche vamos a caminar juntas, todas nosotras, para reapropiarnos de la
noche, como otras mujeres lo han hecho en ciudades de todo el mundo, porque en todo
sentido ninguna de nosotras puede caminar sola. Cada mujer caminando sola es un
blanco. Cada mujer caminando sola es cazada, acosada, una y otra vez dañada por
violencia psíquica o física. Solo caminando juntas podemos caminar con algún sentido
de seguridad, de dignidad, de libertad. Esta noche, caminando juntas, proclamaremos a
los violadores y a los pornógrafos y a los golpeadores de mujeres que sus días están
contados y que nuestro momento ha llegado. Y mañana ¿qué haremos mañana? Porque,
hermanas, la verdad es que tenemos que reapropiarnos de la noche todas las noches, o la
noche nunca será nuestra. Y una vez que hayamos conquistado la oscuridad, tenemos
que alcanzar la luz, tomar el día y hacerlo nuestro. Esta es nuestra elección, y es nuestra
necesidad. Es una elección revolucionaria, y es una necesidad revolucionaria. Para
nosotras, las dos son indivisibles, y deben ser indivisibles en nuestra pelea por la
libertad. Muchas de nosotras hemos caminado muchas millas ya —millas valientes y

21
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

duras— pero no hemos llegado lo suficientemente lejos. Esta noche, con cada aliento y
con cada paso, debemos comprometernos a ir más lejos: transformar esta Tierra en la
que caminamos de prisión y tumba en nuestro hogar jubiloso por derecho. Esto
debemos hacer y esto haremos, por nuestro propio bien y por el bien de todas las
mujeres que hayan vivido.

22
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

II
PALABRAS

Vive una vida lo más doméstica posible. Ten a tu


hijo contigo todo el tiempo… Recuéstate por una
hora luego de cada comida. Sólo dispón de dos horas
de vida intelectual al día. Y nunca toques un
bolígrafo, un pincel o un lápiz mientras vivas.
Prescripción del Dr. S. Weir
Mitchell para Charlotte Perkins
Gilman

23
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

El Poder de las Palabras


1978
En la primavera de 1978, el Massachusetts Daily Collegian, el periódico universitario
de la Universidad de Massachusetts en Amherst, se volvió un campo de batalla por los
derechos de las mujeres. Periodistas mujeres que reportaban sobre los llamados
“problemas de mujeres”, incluyendo, según recuerdo, la emergencia de salud del DES,
fueron censuradas: sus historias suprimidas o cortadas en pedazos. Fueron
sermoneadas de forma santurrona sobre la libertad de expresión y el alto llamamiento
al periodismo objetivo, por editores varones incluso cuando les estaba siendo negado el
derecho a imprimir. Las mujeres se defendieron. Julie Melrose, editora de las mujeres,
fue amenazada y era palpable una atmósfera de violencia. Los editores varones,
provocaron el enojo de las mujeres especialmente llamándolas “lesbianas”. El Poder
de las Palabras se trata sobre la campaña de odio que libraron estos editores varones.
En vez de verse intimidadas, las mujeres ocuparon las oficinas del periódico y se
apropiaron de su equipamiento para sacar un periódico insurgente (en el cual se
publicó El Poder de las Palabras). Pusieron una barricada, resistiéndose físicamente a
los esfuerzos por desalojarlas. Tomaron las oficinas por doce días. El Rector de la
Universidad creó una comisión para investigar sus demandas. Su comisión recomendó
páginas para mujeres con autonomía propia. El Rector se negó a implementar las
recomendaciones. Hace un par de años, un hombre fue nombrado editor de las mujeres.
La afirmación era que no existía ninguna mujer calificada. El Poder de las Palabras fue
impartido como discurso en una reunión para apoyar a las ocupantes cuando aún
estaban adentro. Robin Morgan y Janice Raymond también hablaron; y Simone de
Beauvoir mandó un mensaje de solidaridad. Las feministas sí pelean por la libertad
cuando es una pelea real por libertad real de expresión real.

EN BERLÍN, en la segunda mitad de los años 1920, Joseph Goebbels, quien


pronto sería el Ministro de Propaganda Nazi bajo el mandato de Hitler, organizó una
campaña propagandística antisemita en forma de caricaturas. Todas estas caricaturas
ridiculizaban a un individuo, un oficial de policía judío. Es una de las caricaturas, este
hombre, ampliamente caricaturizado con una gran y torcida nariz, y burlonamente
apodado Isidor, está sentado en el pavimento. Está apoyado en un poste de luz. Una
cuerda alrededor de su cuello. Banderas adornadas con esvásticas ondean en los techos.
El pie de foto dice: “Para él también, llegará el Miércoles de Ceniza”. “Isidor” se volvió
un sinónimo burlón del judío; las caricaturas se volvieron un vehículo para atribuirles
características repulsivas a los judíos como grupo. El oficial de policía demandó a
Goebbels con el fin de que cese la publicación del difamatorio y malicioso material.
Goebbels, haciendo completo uso de protecciones que aseguraban la libertad de
expresión, fue absuelto. En la apelación, su absolución se mantuvo porque para la corte
la palabra “judío” era equivalente a “católico” o “protestante”. Si no hay insulto en
llamar “protestante” a un protestante, ¿cómo puede haber daño en llamar “judío” a un
judío?
En un mundo sin historia de persecución a judíos sólo por ser judíos, la decisión
hubiese tenido sentido. Pero en este mundo, en el que aún vivimos, no todas las palabras
tienen igual peso. Algunas palabras se pueden usar para provocar el más profundo odio,

24
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

el más resiliente impulso a la matanza. Judío es una de esas palabras. Goebbels la usó
de forma cínica, con astucia, para provocar un genocidio de monstruosidad casi sin
paralelo.
Otra palabra que puede ser manipulada para inducir tanto miedo como violencia
es la palabra “lesbiana”. En una era en la que el feminismo está en auge, es esta palabra
la que los propagadores del odio escupen, susurran, y gritan con variados grados de
desprecio, escarnio y amenaza.
No podemos permitirnos cometer el mismo error que la corte alemana prenazi:
no podemos permitirnos pasar por alto el poder real y el significado real de las palabras
o los usos reales que se le dan a esas palabras.
No es ningún secreto que el miedo y el odio a los homosexuales impregna
nuestra sociedad. Pero el desprecio hacia las lesbianas es distintivo. Está enraizado
directamente en el aborrecimiento a la mujer autodefinida, a la mujer autodeterminada,
a la mujer que no es controlada por la necesidad, el imperativo o la manipulación
masculinos. El desprecio por las lesbianas es en su mayoría un repudio político a las
mujeres que se organizan por cuenta propia para alcanzar presencia pública, poder
significativo, integridad visible.
Los enemigos de las mujeres, aquellos que están determinados a negarnos la
libertad y dignidad, usan la palabra “lesbiana” para provocar el odio a las mujeres que
no se ajustan a la norma. Este odio resuena en todos lados. Este odio es sostenido y
expresado virtualmente por todas las instituciones. Cuando el poder masculino es
desafiado, este odio puede intensificarse e inflamarse al punto de ser volátil, palpable.
La amenaza que constituye este odio explotará en violencia. La amenaza es
omnipresente porque la violencia contra las mujeres es culturalmente aplaudida. Y así la
palabra “lesbiana”, lanzada o susurrada como acusación, es utilizada para enfocar la
hostilidad masculina en mujeres que osan rebelarse, y es también usada para asustar y
acosar a mujeres que aún no se han rebelado.
Cuando una palabra se usa para provocar odio, no importa lo que la palabra
significa en realidad. Lo que importa es sólo lo que insisten que significa los
aborrecedores —el significado que le dan, el prejuicio común que explotan. En el caso
de la palabra “lesbiana”, los aborrecedores la usan para imputarle una masculinidad
asquerosa y desviada a la mujer con ínfulas que insiste en tomar su lugar en el mundo.
Para las mujeres criadas para ser hermosas, obedientes y deseables (todo en términos
masculinos), la palabra “lesbiana” connota una anormalidad nauseabunda y repelente.
Pone sobre el tapete el profundo temor de las mujeres al exilio, el aislamiento, y el
castigo. Para las mujeres controladas por los hombres, significa una condena.
Es espantoso, aunque no sorprendente, que los varones del Collegian —estos
muchachos que ante vuestros propios ojos se están convirtiendo en hombres —hayan
usado la palabra “lesbiana” de la forma maliciosa que acabo de describir. Con desprecio
y escarnio, han estado librando una campaña propagandística furtiva e implacable
contra las ocupantes feministas. Están usando la palabra “lesbiana” para despertar la
misoginia más virulenta hacia las mujeres en este campus. Están usando la palabra
“lesbiana” para dirigir la hostilidad y agresión masculinas hacia las ocupantes
feministas. Están usando la palabra “lesbiana” para desestimar cada acusación justa que
las ocupantes feministas hicieron contra ellos. Están usando la palabra “lesbiana” para
justificar su propia oposición rígida a las demandas simples y eminentemente
razonables que estas mujeres han hecho. Están usando la palabra “lesbiana” para
esconder la verdadera historia de la propia malicia misógina con la que manejan ese
periódico corrupto, pretencioso, y absolutamente hipócrita. Están usando la palabra
“lesbiana” para encubrir las otras amenazas de violencia hechas contra la jefa del

25
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Departamento de Mujeres antes de la ocupación —amenazas de violencia hechas por


sus propios colegas varones. Están usando la palabra “lesbiana” para encubrir su
rechazo, consistente y beligerante a publicar noticias cruciales sobre mujeres. Y,
dolorosa pero inevitablemente, están usando la palabra lesbiana para dividir a las
mujeres de otras mujeres, para mantener a las empleadas mujeres en línea, para
desalentar su asociación con feministas o desalentar que piensen por su cuenta.
Intimidadas por el uso malicioso de la palabra “lesbiana”, las mujeres tienen miedo de
ser culpables por asociación. Habiendo escuchado la sorna y las amenazas, las chicas
buenas, las chicas inteligentes, hacen lo que se espera de ellas.
Las feministas están ocupando las oficinas del Collegian porque las palabras
importan. Las palabras pueden ser usadas para educar, para clarificar, para informar,
para iluminar. Las palabras también pueden ser usadas para intimidar, para amenazar,
para insultar, para coaccionar, para incitar al odio, para incitar la ignorancia. Las
palabras pueden hacernos mejores o peores personas, más compasivas o más
prejuiciosas, más generosas o más crueles. Las palabras importan porque las palabras
determinan significativamente lo que sabemos y lo que hacemos. Las palabras nos
cambian o nos mantienen iguales. Las mujeres, privadas de palabras, son privadas de
vida. Las mujeres, privadas de un foro para las palabras, son privadas del poder
necesario para asegurar tanto la supervivencia como el bienestar.
Cuando todas las noticias concernientes a mujeres son omitidas en un periódico,
o distorsionadas hasta un punto irreconocible, se está cometiendo un crimen contra las
mujeres. Es una ironía amarga que este crimen sea llamado eufemísticamente
“periodismo objetivo”. Es otra ironía amarga que cuando las mujeres intentan detener
este crimen, son acusadas de impedir algo llamado “libre expresión”. Es interesante que
la frase “periodismo objetivo” siempre signifique la exclusión de incisivas noticias
sobre mujeres y es curioso cómo los valerosos defensores de la llamada “libertad de
expresión” amenazan con violencia para callar a las mujeres. Los marxistas llaman a
estos fenómenos desconcertantes “contradicciones”. Las feministas los llamamos
“hechos”.
Les digo a ustedes que los hombres que controlan el Collegian han usado
palabras para cultivar la ignorancia y alentar la intolerancia; para mantener a las mujeres
invisibilizadas, desinformadas, y silenciadas; para amenazar y acosar; para ridiculizar y
degradar. Es vergonzoso que continuemos tolerando su flagrante desprecio por las
mujeres, por las lesbianas; por las palabras, por las noticias, por la simple justicia y
equidad. Es honorable y correcto retirarles el poder del que han abusado. Y espero que
se lo quiten por completo. En las palabras de la gran Emmeline Pankhurst, “Yo incito a
esta reunión a la rebelión”.

26
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Una escritora y la pornografía


1980
Una parte de este ensayo fue publicado como epílogo de las ediciones británica y
alemana de Pornografía: Hombres poseyendo mujeres. En los Estados Unidos, el
ensayo completo fue publicado en una pequeña reseña literaria. Me pregunto si al
menos mil personas habrán tenido la oportunidad de leerlo. Me llevó un año encontrar
ese pequeño medio. Al volver al ensayo ahora, sólo puedo decir que subestimé
considerablemente los efectos que la pornografía tuvo en mí; sin duda, por el miedo a
ser ridiculizada. Conozco algunas de las más brillantes, y ciertamente más fuertes,
mujeres de mis tiempos y no hay nada de particular en el efecto de la pornografía en
mí.

ESCRIBIR NO ES una profesión alegre. La escritora vive y trabaja en soledad,


sin importar de cuánta gente esté rodeada. Sus horas más intensamente vividas las pasa
consigo misma. Los placeres y dolores de escribir los habla con o sin vueltas pero no los
comparte. Sus amigos no saben qué hace ni cómo lo hace. Como todos los demás, solo
ven los resultados. Los problemas de su trabajo son únicos. La solución a una oración
no es la solución a ninguna otra. Nadie sabe a dónde es que va hasta que ella misma
llegó allí. Cuando otros contemplan los resultados, ella ya está trabajando en el proyecto
siguiente, nuevamente sola. Sus colegas y competidores, en su mayor parte, están
muertos. El trabajo en sí mismo supone usar la mente en una forma intensa y estricta.
La soledad que demanda el trabajo es extrema en sí misma. Otras personas raramente
viven tan solas, tan a su propio ritmo. No es un escritor hombre, lo que significa que se
tiene que poner a limpiar su propio retrete y lavar su propia ropa. Si es inflexible y
decidida, hace solo su parte de las tareas del hogar, no la de él o la de ellos. Las
recompensas de su trabajo están en su trabajo. No hay salarios semanales, no hay seguro
social, no hay ascensos, no hay aumentos en el costo de vida, no hay descripciones
laborales. Cuando realmente gana dinero, gana una suma fija que debería durar para
siempre. Si se vuelve una "celebridad" o siquiera "famosa", puede ser que tenga un
acceso más fácil al dinero o a la impresión de un libro pero pierde también ese auténtico
sentido de la privacidad sin el cual incluso la soledad se vuelve un despropósito. Cuanta
más y más gente conoce su escritura, más creen que la conocen. Su escritura sale al
mundo descarada e inextricable y mientras ella se está enfrentando a una página en
blanco sentada en la que, con suerte, es una de sus habitaciones. Su mente y su
imaginación la machacan, enfrentándose a la vida, enfrentándose al conocimiento,
enfrentándose a la creación, mientras que el mundo a su alrededor continúa escupiendo
o conversando sobre lo que ella ya escribió y casi ha olvidado. Escribir es algo
absolutamente extremo, algo al mismo tiempo irremediablemente individual e
irremediablemente social. Ninguna escritora puede explicar cómo hace lo que hace para
que otra persona pueda replicar el proceso y llegar a los mismos resultados; al mismo
tiempo, es a través de la lectura de valientes y originales escritores que una puede
aprender a escribir.
Cuando voy a una librería, especialmente a una librería de mujeres, intento
alinear las vidas detrás de los libros: sumo todos los años que llevó escribir todos esos
libros, los días y horas invertidos, las mentes usadas y cansadas, los recursos materiales
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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

revisados, los problemas mentales, la dificultad de las vidas, la melancolía, las grandes
batallas detrás de esos libros incluso antes de que la batalla por su publicación
comenzara. Y también el placer. El placer de escribir, de moverse de un lado a otro, de
llegar más profundamente, de ver y de saber, de mostrar. A pesar de la histeria sexual de
nuestros tiempos, el placer de una escritora no se mide en orgasmos sino en escritos. Es
un placer que no puede ser compartido. El placer del lector es diferente y ordinario.
Cada libro de la vida de una escritora es otro círculo más del infierno: y la gente
elige el infierno porque ama el placer. El infierno de una escritora es su propio placer no
porque las escritoras sean masoquistas e ingenuas sino porque las escritoras, cualquiera
sea su ideología o protesta, son cosmopolitas: enredadas en el tiempo y el significado;
no están simplemente fascinadas por la exhibición del mundo material o, en la jerga
contemporánea, "los juegos de la gente" sino locamente enamoradas y obsesionadas con
el fango del mundo real. Las escritoras son arrogantes, codiciosas y ambiciosas, la
experiencia no alcanza, las sensaciones no alcanzan, el conocimiento no alcanza: una
debe rehacerlo todo, tenerlo todo una vez más pero en una forma distinta, una forma que
no puede ser traducida o descripta, sólo hecha y experimentada. Escribir no está a un
paso de distancia de la vida; es tan intenso y absorbente como cualquier otra cosa que la
vida tenga para ofrecer. Pero el amor llega, los terremotos ocurren: una debe decidir
escribir. No es un accidente. Es voluntario y nos diferencia. Especialmente si una es
mujer, nos diferencia. Es en la privacidad y la codicia y el castigo de escribir en sí
mismos que nos diferencia.
Al escribir mi nuevo libro, experimenté el más intenso aislamiento que conocí
como escritora. Vivía en un mundo de imágenes —cuerpos de mujeres en exhibición,
mujeres encorvadas, extendidas, colgadas, desgarradas, atadas y cortadas —y en un
mundo de libros— violaciones en grupo, violaciones de a dos, violaciones de hombres a
mujeres, violaciones lésbicas, violaciones de animales a mujeres, destripamiento,
tortura, penetración, excremento, orina y mala prosa. Trabajé en el libro durante tres
años. Después del primer año, un amigo entró a mi habitación y comentó que se sentía
más a gusto en las tiendas de porno locales. Medio año después, mi amigo y compañero
de casa, me pidió discreta y sinceramente que me abstuviera de mostrarle el material en
el que estaba trabajando y que, por favor, lo mantuviera únicamente en mi propio
cuarto. Mis amigos son buenos y amables. Sus nervios no pudieron soportar ni siquiera
una ojeada. Yo estaba inmersa.
Aún bajo las mejores circunstancias, no suelo tener sueños agradables. Trabajo
mientras duermo. La vida sigue, despierta o dormida. Pasé ocho meses estudiando al
Marqués de Sade. Pasé ocho meses teniendo sueños sadeanos. Dejemos que los
hombres hagan bromas: estos no eran sueños "eróticos"; los sueños de torturas son
sueños de odio, en este caso de odio contra los cuerpos femeninos y los instrumentos de
ese odio (de metal o carne) eran usados para mutilar. Sólo una mujer me entendió.
Había trabajado como editora de los volúmenes de colección de los trabajos de Sade en
Grove Press. Luego de finalizar la edición del primer volumen, asistió a una junta
editorial donde se estaba planificando realizar un segundo volumen. Ella explicó que no
podía tolerar las pesadillas."Deberíamos comenzar a hacer películas con tus pesadillas",
le dijo el editor en jefe. Y así lo hicieron.
Pero las pesadillas fueron lo de menos. La lectura llegó enfermarme físicamente.
Sufría náuseas —si fuera varón, me atrevería a decir llena de miedo, temblorosa y
asqueada hasta la muerte. El presidente de la Comisión de Pornografía y Obscenidades
(1970) reportó que este es un efecto frecuente de la pornografía en mujeres y luego
concluyó que la pornografía no tenía efectos nocivos. Personalmente, considero a las
náuseas un efecto nocivo, que no es trivial cuando la vida involucrada es la propia. Me

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

volví asustadiza, ansiosa y fácilmente irritable. Pero lo peor fue que me refugié en el
silencio. Sentía que no podía lograr que me entendieran, que nadie sabría o le importaría
y que no podía arriesgarme a ser considerada una ridícula. La eterna lucha de la mujer
escritora es lograr ser tomada en serio, ser respetada y comienza mucho antes de que
cualquier trabajo sea impreso. Comienza en el silencio y la soledad de su propia mente
cuando esa mente debe diagramar y analizar minuciosamente el horror sexual.
Mi trabajo con Sade terminó pero no sin antes casi colapsar de cansancio:
cansancio físico porque odiaba dormir; cansancio físico porque solía estar físicamente
enferma del material; cansancio mental porque interpreté toda la tradición masculina
intelectual que idolatró a Sade; pero también cansancio moral, el cansancio que
proviene de la confrontación con las peores aspiraciones sexuales del hombre
articuladas por Sade en detalle gráfico, el cansancio engendrado por la crueldad sexual.
Las fotografías que tenía que estudiar cambiaron por completo mi relación con
el mundo físico en el que vivía. Para mí, un teléfono se convirtió en un consolador, el
cable del teléfono en un instrumento de bondage; un secador de pelo se convirtió en un
dildo —esos secadores de pelo eufemísticamente llamados "pistolas"— a las tijeras ya
no las asociaba con cortar papel sino que ahora estaban hechas para la entrada vaginal.
Vi tantas fotografías de objetos comunes de la casa usados como armas sexuales contra
las mujeres que perdí las esperanzas de alguna vez volver a asociarlos a mis alguna vez
simples ideas de su función. Desarrollé un vocabulario visual nuevo, uno que pocas
mujeres tienen, uno que muchos consumidores masculinos de pornografía llevan
constantemente con ellos: cualquier objeto mundano puede ser convertido en un objeto
erotizado —un objeto que puede ser usado para lastimar mujeres en un contexto sexual
con un propósito sexual y un significado sexual. Este aislamiento se acrecentó
significativamente, ya que mis amigos pensaron que estaba haciendo chistes de mal
gusto cuando retrocedía al ver ciertas manipulaciones naturales del secador de pelo, por
ejemplo. Un amigo me dio un teléfono de manera abrupta. "Nunca más me endilgues
esa cosa", le dije realmente alarmada, sabiendo de lo que hablaba. El, odiando la
pornografía, no lo sabía.
Tuve que estudiar las fotografías para escribir sobre ellas. Las miré fijamente
para analizarlas. Me llevó mucho tiempo ver lo que había en ellas porque nunca esperé
realmente ver qué había allí, y las expectativas son esenciales para tener una percepción
acertada. Tuve que aprender. Un marco de una puerta es un marco de una puerta. Una
camina a través de él. Un marco de una puerta adquiere un significado diferente cuando
una ve una mujer tras otra colgando de ese marco. Un accesorio de iluminación es para
la luz hasta que ves a una mujer tras otra colgando de ese accesorio. El mundo común y
corriente no sólo se vuelve siniestro; se vuelve repugnante, repulsivo. Las pinzas son
para aflojar pernos hasta que una los ve cortando los pechos de las mujeres. El papel
film es para preservar comida hasta que ves a una persona momificada con él.
Nuevamente, las náuseas, el aislamiento, la desesperación. Pero también, cada
vez más, una ira que no tenía cómo canalizar y una sensación de aburrimiento a través
de toda la mecánica e interminable repetición en las fotografías. No importaba cuántas
veces hubiera mujeres colgando de los accesorios de luz o de marcos de puertas,
siempre iba a haber más revistas con más de lo mismo. Un amigo una vez me dijo sobre
la heroína: "La peor cosa que tiene es la repetición eterna." Una puede decir lo mismo
sobre la pornografía, excepto que va incluso más allá que cualquier cosa que una se
pueda hacer repetidamente a una misma: la pornografía es lo que los hombres le hacen a
las mujeres. Y en el mundo mundano en el que los hombres viven está lleno de marcos
de puertas y accesorios de luz y teléfonos, por eso debe ser que el más generalizado
abuso hacia las mujeres tiene lugar en la casa.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Pero el peor efecto que sentí fue el de una misantropía generalizada: ya no podía
confiar en los entusiasmos de nadie, ni intelectuales, sexuales, estéticos o políticos. En
el fondo, ¿quiénes eran ellos y cuánto les importaría realmente la mujer colgada del
marco de la puerta? Sentía como si hubiera salido a caminar por un banco de arena sin
saber que era un banco de arena y pensando que era simplemente la costa. El tiempo
pasaba y el mar comenzaba a crecer a mi alrededor y no lo veía porque había aprendido
a odiar la orilla. Si nado, nado y nado y nado para salvarme, ¿qué encontraría si
alcanzara la orilla? ¿Habría alguien allí? ¿O sería la desolación? Un comentario
sabelotodo sobre la pornografía era la desolación. La trivialización de la pornografía era
la desolación. El entusiasmo por la pornografía era la desolación. La indiferencia hacia
la pornografía era la desolación. Los hombres tenían inteligentes charlas triviales. Las
mujeres no lo sabían. Me llevó todo lo que alguna vez tuve, finalmente juntar el coraje
para decirle a una amiga lo que había visto. Había sido una radical llena de esperanzas.
Ahora no lo soy. La pornografía me infectó. Una vez fui una niña y soñé con ser libre.
Ahora soy una adulta y veo en lo que mis sueños fueron transformados: pornografía.
Entonces, aunque no pueda evitar mis pesadillas al dormir, he abandonado muchos de
mis sueños al estar despierta. Como escritora cosmopolita —atrapada en el tiempo y en
el significado, locamente enamorada y obsesionada con el fango del mundo real—
decidí que quería que las mujeres vieran lo que yo vi. Esta puede ser la elección más
despiadada que he hecho en mi vida. Pero en la privacidad de la escritura fue la única
elección que me dio el placer de escribir, ese codicioso, arrogante placer: era la única
elección que me permitía triunfar por sobre mi sujeto, al mostrarlo, al observarlo, al
convertirlo en algo que definimos y usamos en vez de seguir permitiendo que sea algo
que nos define y nos usa. Escribir no es una profesión alegre. Es agresivamente
individualista: yo, la autora, insisto que estoy de nuestro lado, del de las mujeres. Al
hacerlo, insisto en el definitivo significado social de escribir: enfrentarse a las
pesadillas, quiero que otra generación de mujeres tenga la posibilidad de reclamar los
sueños de libertad que la pornografía me arrancó.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Susannah Cibber
1978
Leí el maravilloso libro de Mary Nash, The Provoked Wife (La Esposa Provocada), la
biografía de la actriz Susannah Cibber, por accidente, porque leo mucho sin planificar.
Amé el libro y quise que otras mujeres supieran de él así que escribí una reseña. Nunca
me fue posible encontrar un editor para la reseña y el libro ya no está en las librerías
hace años. Otra mujer perdida, perdida nuevamente en otro libro perdido. No me
extraña que ser un objeto encontrado suene bien para algunas mujeres.

La Esposa Provocada por Mary Nash


(Boston: Little, Brown and Company, 1977)

ACTUALMENTE estoy investigando para un libro sobre pornografía. Estoy


leyendo de historia, filosofía, psicología del desarrollo, leyes, literatura y teatro. El
trabajo es oneroso y, usualmente, terriblemente deprimente. Lo peor es leer a los
grandes profetas sexuales — Haverlock Ellis, supuesto feminista; Kinsey, supuesto
liberal sexual; D. H. Lawrence, supuesto visionario sexual; y así, hasta el cansancio. Sin
excepción, estos pioneros de la "libertad" son apologistas o abogadores de la violación y
la brutalidad. Su odio por las mujeres permea sus teorías, investigaciones y
descubrimientos. Pero una vena de investigación me ha dado el profundo placer de ver a
las mujeres realmente reveladas: leer las biografías y autobiografías de excelentes
actrices, la mayoría de ellas olvidadas hace tiempo, esas mujeres que proyectan la
presencia femenina en el escenario incluso si retratan el sufrimiento, la degradación y el
patético drama de ser conquistadas de las mujeres. Ningún libro me ha conmovido tan
profundamente como la sensible y hermosamente escrita vida de Susannah Cibber, por
Mary Nash. Una soberbia actriz del siglo dieciocho cuya vida ha sido enterrada en la
oscuridad, incluso mientras la leyenda de su protagonista principal, David Garrick, ha
continuado creciendo a través de los siglos. Ella era la gran actriz de su tiempo. En su
actuación, personificaba una integridad rara y translúcida. Y ninguna mujer
contemporánea puede leer su historia sin reconocer también que era una gran mujer, una
sobreviviente así como una resistente, una mujer que en su dignidad privada trascendió
las circunstancias victimizantes de su vida personal.
En los tiempos de Cibber, las esposas y los niños eran propiedades personales y
era la costumbre sacar el mayor provecho posible de ellos. Los niños eran rentados o
vendidos para trabajar. Los padres de Cibber, reconociendo su talento como cantante, la
obligaron a subirse al escenario. Su hermano, Thomas Arne, un compositor dotado,
explotó el talento de ella para establecer su propia fama. Pero ella se distinguió de él a
través de su capacidad singular de disciplinar su talento, y pronto ella fue reconocida
por su propio derecho. Su padre, como era la costumbre, la forzó a casarse con
Theophilus Cibber, un actor y ambicioso estafador cuyo despilfarro — adecuadamente
llamado vicio— había lentamente matado a su primera mujer, también actriz, hasta que
su marido la volvió una esposa acosada, captiva y abandonada. La madre de Susannah,
en un acto de fortaleza sin parangón, logró arreglar que el futuro marido firme un
acuerdo concediéndole las ganancias de Susannah a Susannah. Este acuerdo no fue

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

respetado por muchos años — un intento de Susannah de que su agente teatral le pagara
directamente a ella la llevó a un ataque de intensa violencia de parte de su marido—
pero más tarde en la vida, Susannah tuvo la posibilidad de usar este acuerdo para
proteger sus ganancias.
Para alcanzar sus cada vez más crecientes necesidades financieras, Theophilus
obligó a Susannah a "entretener" a un admirador, William Sloper, un adinerado hombre
casado. Pero la admiración del Sr. Sloper por Cibber era genuina; él no buscaba una
prostituta. Ambos se convirtieron en grandes amigos, y con apoyo de Theo, tal vez
incluso su insistencia, la amistad avanzó hacia una relación de tipo sexual. Los tres
vivieron juntos al principio, Theo entregando a Cibber en el dormitorio de Sloper.
Sloper pagando las deudas y facturas de Theo y Theo permaneciendo como un tirano,
un controlador.
Cuando Cibber y Sloper trataron de escapar del malicioso protectorado de Theo
ofreciéndole apoyo económico para siempre a cambio de su independencia, Theo como
muchos hombres de antes y después, descubrió que el poder sobre una mujer era más
deseado para él que el dinero. Él se vengó de ambos: procesó a Sloper por seducir a su
esposa, publicó una transcripción del juicio y Cibber fue señalada como adúltera y paria
por el resto de su vida. La venganza de Theo no se detuvo allí: secuestró a Cibber y
procesó a Sloper una segunda vez. Con miedo a un marido violento que estaba
determinado a reclamarla — tanto en cuerpo y propiedad, así como también alma—
Cibber fue obligada a abandonar Inglaterra y esconderse. También fue obligada a dejar
su profesión.
Luego de tres años de retraimiento, ayudada especialmente por Handel, Cibber
regresó al escenario en Irlanda, fuera del alcance de la ley inglesa. Eventualmente,
regresó a Inglaterra, siendo su integridad y poder como actriz lo que logró
empequeñecer la maldad de su cruel y patético esposo. Ella y Sloper vivieron juntos
hasta que ella murió. Tuvo tres hijos, uno con Theo, dos con Sloper. Sólo uno (con
Sloper) llegó a la adultez. Uno de los triunfos de Cibber fue que su hija tuviera un
matrimonio feliz y seguro y fuera aceptada nuevamente en la sociedad.
Como George Eliot, casi cien años después, Cibber trabajó, fue magnífica, fue
famosa y fue rechazada. A diferencia de Eliot, fue exiliada en su mayor parte dentro de
Inglaterra, como si tener contacto con una notoria adúltera fuera a contaminar a aquellas
personas más puras que son, después de todo, la verdadera esencia de la virtud. Incluso
su colega más cercano, David Garrick, el actor que le debía a su arte y presencia gran
parte de su habilidad de poder llevar a un personaje al escenario, era reacio a visitarla
donde vivía con Sloper.
En el teatro inglés en esa época, era una práctica común que los mismos actores
manejaran las compañías de teatro. Las patentes, difíciles de obtener y costosas, debían
ser compradas al gobierno, o sino las compañías se proscribirían. Cibber quería
administrar una compañía licenciada con Garrick y otro colega. En vez de compartir la
administración con una mujer, y posiblemente con esta mujer en particular, Garrick
astutamente mantuvo a Cibber al margen mientras él hacía y ejecutaba otros planes que
la excluían. La actriz continuó trabajando con él; la mujer lo perdonó.
Durante los últimos años de su vida, Cibber sentía gran dolor por una dolencia
estomacal, tal vez úlceras o colitis. Se deterioró visiblemente a lo largo de un periodo de
tiempo. Garrick continuó atribuyendo su enfermedad a su "temperamento", incluso
cuando estaba al borde de la muerte. La evidencia, como Nash deja claro, es que Cibber
trabajó a pesar de la debilidad de su enfermedad. Extendió incluso los límites superiores
de su capacidad física.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Cuando Garrick se enteró de que había muerto dijo, "entonces la mitad de la


Tragedia ha muerto." Los dos más grandes teatros de Londres, amargos rivales, también
cerraron esa noche en su honor por duelo. Está enterrada en el antecuarto de la Abadía
de Westminster, no dentro de la Abadía en sí misma con Garrick y otras figuras
sublimes del teatro británico. Cuando Sloper murió, su familia legal destruyó cualquier
remanente de la existencia de ella en su vida. Los habitantes actuales de la casa Cibber-
Sloper, que están familiarizados con la historia de la vivienda restaurada del siglo XVIII
y la familia Sloper, saben únicamente que el "viejo Sloper" tenía una amante, una actriz.
Tenemos la leyenda de Garrick pero Nash nos ha dado algo mejor — la historia
de Cibber. A una profesión que ha sido constantemente degradante para las mujeres,
Cibber le dio integridad. Ahora, cuando las actrices sean obligadas a representar para
nosotras nuestras humillaciones más abyectas, la resurrección de Cibber en este libro
nos recuerda que una no debe ni necesita rendirse.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

¿La prensa de quién? ¿La libertad de quién?


1983
El editor que publicó este ensayo inventó el título. No lo vi antes de que fuera
publicado, tampoco lo anticipé. El título sugiere que tiene que ver con el periodismo
contemporáneo y que invoco al debate sobre la pornografía, creo que intencionalmente.
Pero este ensayo trata sobre el poder masculino, la misoginia y la literatura. Los dos
libros analizados aquí son libros inteligentes y originales acerca de cómo los hombres
usan el poder para reprimir el discurso más profundo, creativo y significativo de las
mujeres. Ambos libros deberían ser leídos si se los encuentra. Mucha gente me ha dicho
que fui terriblemente dura con ellos. No era mi intención. Hablan de lo que me está
matando —de cómo la escritura hecha por mujeres es menospreciada y de cómo se
evita que las mujeres publiquen. Mi falta de moderación y mi impaciencia provienen
del dolor y también de un agudo y detallado conocimiento de cómo este odio hacia la
escritura de las mujeres está tanto institucionalizado como permitido. Así que no estoy
feliz con lo que estos libros dejan de lado y continúo afirmando que no han dicho lo
suficiente. Pero nada es suficiente. Así que permítanme ahora agradecerles a sus
escritoras por estos libros. Aprendí de ambos.

¿Cómo reprimir la escritura de las mujeres? por Joanna Russ


(Austin, Texas: Universidad de Texas, 1983)

Intrusas en los Derechos del Hombre por Lynne Spender


(Boston: Routledge & Kegan Paul, 1983)

ESTOS SON DOS libros apasionados y energéticos. Cada uno analiza y


describe en parte las políticas de supervivencia para las escritoras mujeres. Ninguno de
los dos transmite lo auténticamente horrible de la pesadilla en sí misma: la pesadilla que
se extiende a lo largo de la vida día tras día; el desgaste del cuerpo, la mente y el
corazón de la pobreza, la invisibilidad, el abandono, el desprecio endémico y la
humillación. Esa es la historia de la escritura de las mujeres. Cuando era más joven, leía
rápidamente las biografías de los escritores y amaba la valentía de soportar cualquier
dificultad. Ahora sé que los años son lentos, duros y hambrientos —hay desesperación y
amargura— y ningún volumen leído en dos horas puede transmitir lo que la
supervivencia en sí misma fue o requirió. Ambos libros fracasan al intentar mostrar lo
que la supervivencia como mujer escritora de talento realmente cuesta, lo que la
escritura en sí misma cuesta: y ambos se quedan cortos con el intenso brillo que emanan
muchas de las escritoras que tenemos.
Russ es una escritora veloz e ingeniosa, llena de percepciones rápidas y hechos
brillantes. Una puede resbalar y deslizarse por toda su prosa y es divertido: al menos
hasta que empiezas a enojarte. Deseas saber más extensa y profundamente sobre las
escritoras que invoca, algo sobre la textura de sus vidas, sobre los libros que escribieron,
el humor y la sustancia relacionadas con ellas o sus obras que son cualitativamente
apreciadas y prolongadas, algo sobre el mundo concreto que las rodea. Tal vez sea una

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

cuestión de gustos, pero tal vez no. Una se cansa de escuchar a las escritoras mujeres
mencionadas pero no conocidas o transmitidas. Este es un punto político.
Sin embargo, Russ tiene algunas ideas brillantes sobre cómo la escritura de las
mujeres es reprimida. Explica la hipocresía básica de la democracia liberal con una
precisión asombrosa:

"En una sociedad nominalmente igualitaria, la situación ideal


(socialmente hablando) es aquella en la cual los miembros de los grupos
"equivocados" tienen la libertad de participar en literatura (o actividades
igualmente importantes) y sin embargo no lo hacen, lo que demuestra que no
pueden hacerlo. Pero, ay, denles la menor libertad real y lo harán. El truco,
entonces, consiste en hacer que la libertad sea lo más nominal posible y luego —
ya que algunos lo hacen de todos modos— desarrollar varias estrategias para
ignorar, condenar o menospreciar las obras artísticas que resultan. Si se hiciera
correctamente, estas estrategias darían como resultado una situación social en la
cual las personas "equivocadas" son (supuestamente) libres de comprometerse
con la literatura, el arte o lo que sea, pero muy pocos lo hacen y aquellos que lo
hacen (parecería que) lo hacen mal, por lo que todos podemos ir a casa a
almorzar. (pp. 4-5)"

Muchas de las escritoras a las que Russ se refiere, sin embargo, no vivieron en una
sociedad nominalmente igualitaria. Vivieron, por ejemplo, en Inglaterra en los siglos
XVIII y XIX. Vivieron vidas difíciles y usualmente desesperadas, restringidas, casi en
cautiverio doméstico. Pertenecían a la clase media en los términos de sus sociedades, lo
que no se traduce en nada que los estadounidenses puedan comprender a primera vista.
Eran pobres; fueron pobremente educadas o autodidactas; mayormente murieron
jóvenes; prácticamente no tenían existencia social fuera de la dependencia de sus
esposos o padres. Russ invoca la misoginia alrededor de sus obras en su momento pero
ignora las formas en las que sus trabajos continúan siendo marginalizados hoy en día.
Esta es una verdadera pérdida. La marginalidad de las obras reconocidas como "grandes
libros" es un fenómeno político fascinante. La urgencia de llevar esos libros al centro de
la cultura tiene que ser articulada por aquellos que reconocen la sustancia pródiga de
esos libros. Como Russ dice tan acertadamente, Cumbres Borrascosas se interpreta
equivocadamente como un romance —el sadismo de Heathcliff es, de hecho, ejemplar.
Cumbres Borrascosas delinea brillantemente la construcción social de ese sadismo, su
despliegue jerárquico entre los hombres para herirlos y controlarlos y luego el impacto
que esa humillación masculina tiene en las mujeres; también proporciona un paradigma
para el racismo en la crianza del joven Heathcliff. El libro debería ser de vital interés
para los políticos científicos y teóricos, así como para los aspirantes a escritores y todos
los lectores que deseen una prosa hermosa y abundante. De manera similar con Jane
Eyre: el libro debería ser, pero no es, central al discurso sobre la igualdad de las mujeres
en todos los campos de pensamiento y acción. También sería útil comprender cómo se
puede reconocer a George Eliot como la suprema genio de la novela inglesa y aún así
ser apenas leída. (Sí leemos a Tolstoy, su único par, en la versión traducida). Russ evita
a Eliot, tal vez porque la magnitud de su logro sugiere que "grandes escritores" es una
categoría real, pequeña y exclusiva, con un significado real.
Las estrategias de supresión que Russ aísla viajan bien a través del tiempo. Se
duda de que una mujer realmente haya escrito lo que sea (esa es una estrategia
anticuada: la versión contemporánea es que la escritora no es una verdadera mujer en el
sentido Cosmo, libre y sexy). Se reconoce que una mujer escribió su libro pero se
sostiene que ella no debería haberlo hecho —la masculiniza, la hace inadecuada para

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

una vida de mujer, etc. El contenido es juzgado por el género del autor. El libro es
falsamente categorizado: cae entre géneros, por lo cual se lo lee equivocadamente o se
lo descarta; un hombre relacionado con la mujer publica el libro bajo su nombre; la
mujer en sí misma es categorizada de alguna manera que difama su talento o su obra. O,
simplemente, es subestimado, de acuerdo con el principio de "lo que no entiendo, no
existe". "Nuestra invisibilidad social”, escribe Russ, “no es un fracaso de la
comunicación humana. Es un sesgo socialmente organizado que persiste mucho después
de que la información sobre la experiencia de las mujeres esté disponible (incluso si a
veces se insiste públicamente." (p. 48) Russ desarrolla cada una de estas ideas con
sofisticación e ingenio.
Hay dos ideas espectaculares en su libro. Sobre Villette escribe "Si Villette es el
clásico feminista que creo que es, no se debe gracias a ninguna declaración feminista
explícita en el libro sino por la constante y apasionada insistencia en la novela de que
las cosas son así y no de esa otra manera..." (p. 105) Ella ha articulado aquí lo que
distingue al pensamiento y percepción feministas de los enfoques masculinos más
corruptos y deshonestos de la vida y el arte.
También discierne en toda la idea del regionalismo como una subespecie, una
forma estratégica de trivializar y desestimar a las mujeres. Willa Cather y Kate Chopin
son regionalistas (una podría incluir a Eudora Welty y Flannery O'Connor) pero
Sherwood Anderson (!), Thomas Wolfe y William Faulkner no lo son. Por supuesto,
Faulkner lo es; y también es un gran novelista, en mi opinión. El regionalismo es usado
para sugerir a una pequeña y limitada escritora, a una mujer; no es usado, aunque sea
preciso, para describir al Sr. Faulkner.
Tengo tres serios problemas con el libro de Russ. En primer lugar, ella declara
que "en la esfera de la alta cultura a la que se refiere este libro, la intolerancia activa es
probablemente bastante rara. Además, casi nunca es necesaria, ya que el contexto
social está muy lejos de ser neutral." (p. 18) Creo que la intolerancia en la esfera de la
alta cultura es activa, determinada, maliciosa y tan común y viscosa como la
intolerancia en otras cloacas sociales. El bazo misógino contamina las críticas y les hace
la vida un infierno a las escritoras mujeres. El bazo misógino baña la industria editorial
—cómo se habla de y sobre las escritoras, cómo se las trata, se les paga, se las publica
en realidad, se las acosa sexualmente, se las denigra de forma persistente y, en
ocasiones se las viola. Creo que la intolerancia de la esfera de la alta cultura es activa.
En segundo lugar, Russ examina correctamente la imprudencia de quienes
trivializan o rechazan los libros escritos por las personas "equivocadas", pero ella parece
pensar que todos los libros escritos por las personas "equivocadas" son creados de la
misma manera y yo no. Dice, con cierta incredulidad, que algunas mujeres realmente
pensaron que Dorothy Sayers era una novelista menor hasta que leyeron Gaudy Night.
Yo leí Gaudy Night, libro que me gustó muchísimo, y aún así sigo creyendo que Sayers
es una novelista menor. Creo que los grandes libros, a diferencia de todos los otros
libros, realmente existen. Es cierto, como Russ elocuentemente insiste, que muchos de
ellos han sido excluidos del canon literario debido a prejuicios raciales, sexuales o de
clase. También es cierto —lo que Russ ignora— que los libros escritos por la gente
"correcta" son usualmente sobreestimados y su valor es inflado. Creo que esto importa
porque creo que existen grandes libros y me importan como tales. Creo que escribir un
gran libro, a diferencia de cualquier otro tipo, es un logro supremo; creo que leer uno es
una experiencia maravillosa e increíble.
Finalmente: me desagradó intensamente el "Epílogo" de Russ, en el que presenta
un pastiche de fragmentos de los escritos de algunas mujeres de color. A pesar de la
defensa que precede al "Epílogo", sugiriendo que es mejor hacer algo mal que no

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

hacerlo en lo absoluto, sentí que el homenaje de Russ a las mujeres escritoras de color
fue humillante y condescendiente (para mí como lectora, así como para ellas como
escritoras). Los buenos escritores valen más. La negligencia no es enmendada a menos
que la calidad del respeto que se le de a un escritor y su obra sea lo que debería ser.
Creo que algunas de estas escritoras son buenas y algunas no lo son tanto; a algunas no
las conozco; algunas escritoras maravillosas son omitidas. Esta mezcolanza sugiere,
entre otras cosas, que las distinciones de excelencia no importan, mientras que para mí
sí, y me siento insultada como escritora en nombre de las excelentes escritoras que son
tratadas de manera tan superficial y trivial. Simplemente aborrezco la falta de seriedad
en el acercamiento a estas escritoras.
El libro de Lynne Spender, Intrusas en los Derechos del Hombre, trata sobre la
industria editorial: cómo los hombres directamente excluyen a las mujeres de la
literatura o nos permiten participar en los términos más marginales. "En sociedades
alfabetizadas," escribe, "hay una estrecha asociación entre la palabra impresa y el
ejercicio de poder". (ix) Esto es algo que los estadounidenses tienen problemas para
entender. Una de las consecuencias más terribles de la libertad de expresión/fetichismo
de la Primera Enmienda es que las personas políticas, incluyendo a las feministas, han
olvidado por completo que el acceso a los medios no es un derecho democráticamente
distribuido sino adquirido por nacimiento o por dinero. Si eres del sexo incorrecto, la
raza incorrecta o la familia incorrecta, no lo tienes. La claridad política de Spender
sobre la relación entre tener la posibilidad de hacer público un discurso y el poder en el
sentido material de la palabra, le permite arrojar mucha luz sobre la incapacidad de las
mujeres para cambiar nuestro estatus con respecto al discurso en los libros. Tiende a
definir la igualdad de una manera simple: iguales números de mujeres que de hombres y
participación en los mismos términos que los hombres. Sin embargo, desafía la supuesta
neutralidad de la cultura como tal; entiende que hay una política que importa en el
analfabetismo; nunca pierde de vista el hecho de que el poder permite o rechaza el
discurso, y que el poder masculino ha marginalizado y estigmatizado el discurso de las
mujeres. Subestima cuánto silencio femenino crea afirmativamente el poder masculino.
Su discusión sobre el poder de los editores es deficiente. Es conceptualmente un
esqueleto. No discierne la amplia laxitud que los hombres en la industria editorial tienen
individualmente para cometer abusos sexuales o explotar económicamente a las mujeres
por capricho. No analiza la estructura de poder dentro de la industria —el tipo de poder
que los hombres tienen sobre las mujeres editoras y cómo eso afecta qué escritoras esas
editoras se atreven a publicar. No habla sobre el dinero: cómo funciona, quién lo recibe,
cuánto, por qué. No reconoce el impacto de las gigantescas corporaciones que ahora
poseen editoriales. No se ocupa de los contratos de publicación, esos adorables acuerdos
unidireccionales en los que el autor promete entregar un libro y la editorial no se
compromete a publicarlo. Pero: sí habla, muy brevemente, del acoso sexual en la
industria editorial —una parte no expuesta pero próspera de la industria, porque si las
mujeres escritoras, especialmente las feministas, no la exponen (por temor a morir de
hambre), ¿quién lo hará? El libro es muy interesante pero demasiado superficial. Aporta
algunas ideas pero no analiza lo suficiente cómo el poder realmente funciona: sus
dinámicas; la manera en que se desarrolla; las consecuencias del mismo creativa y
económicamente para las escritoras. Spender es una defensora de las editoriales
independientes de mujeres, que es la única solución sugerida; pero no explora las
dificultades y peligros —políticos y económicos— de la pequeña, por lo general
sectaria prensa.
Vale la pena leer tanto Intrusas en los Derechos del Hombre como ¿Cómo
reprimir la escritura de las mujeres?, pero no lograrán acercar al lector a lo que

37
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

significa para una mujer escribir y publicar; ni tampoco lograrán que las escritoras
sobrevivan un día más.

38
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Prefacio a la edición de bolsillo de


Nuestra Sangre
1981
Nuestra Sangre se encuentra agotado nuevamente tanto en los Estados Unidos como en
Gran Bretaña.

NUESTRA SANGRE es un libro que surgió de una situación. La situación era


que no podía lograr que mi trabajo fuera publicado. Así que me decidí a hablar en
público —no a la exposición improvisada de pensamientos o a la efusión de
sentimientos sino a una prosa elaborada que informaría, persuadiría, perturbaría,
causaría reconocimiento y sancionaría la ira. Me dije a mí misma que si los editores no
publicaban mi trabajo, los saltaría por completo. Decidí escribirle directamente a la
gente y con mi propia voz. Comencé a escribir de esta manera porque no tenía otra
opción: no veía otra manera de sobrevivir como escritora. Estaba convencida de que era
la industria editorial — las mujeres editoras tímidas e impotentes, la superestructura de
los hombres que toman las decisiones reales, los críticos misóginos— la que se
interponía entre un público particular de mujeres que sabía que estaban allí y yo. La
industria editorial era un bloqueo formidable y mi plan era nadar alrededor de ella.
En abril de 1974 mi primer libro de teoría feminista, Woman Hating, fue
publicado. Previo a su publicación había tenido algunos problemas. Me habían ofrecido
unos encargos para una revista que eran repugnantes. Me habían ofrecido una gran
cantidad de dinero para escribir artículos que un editor ya me había delineado en detalle.
Iban a tratarse de mujeres o sexo o drogas. Eran estúpidos y llenos de mentiras. Por
ejemplo, me ofrecieron $1500 para escribir un artículo sobre el uso de barbitúricos y
anfetaminas por mujeres del suburbano. Debía decir que este uso de las drogas
constituía una rebelión hedonista contra las aburridas convenciones de la vida estéril de
ama de casa, que las mujeres usaban estas drogas para excitarse, cambiar y tener un
nuevo y maravilloso estilo de vida. Le dije al editor que sospechaba que las mujeres
usaban anfetaminas para soportar sus miserables días y usaban barbitúricos para
soportar sus miserables noches. Sugerí, creo que amigablemente, que le preguntaría a
las mujeres que usan esas drogas por qué lo hacían. Me dijeron rotundamente que el
artículo diría lo divertido que era. Rechacé el encargo. Esto suena como una gran y
divertida rebelión —decirle a los distintos tipos de instituciones que se vayan a la
mierda con sus manojos de dólares— pero cuando se es muy pobre, como yo lo era, no
es divertido. Es en cambio, profundamente angustiante. Seis años más tarde finalmente
conseguí la mitad de ese monto por un artículo para una revista, el más alto que me han
pagado. Había tenido mi oportunidad de entrar al juego y me había rehusado. Era
demasiado ingenua para saber que la escritura de aficionados es el único juego que da
dinero en la ciudad. Yo creía en la "literatura", los "principios", la "política" y que "el
poder de la buena escritura puede cambiar vidas". Cuando me rehusé a escribir ese
artículo y otros, lo hice con considerable indignación. La indignación me señaló como
una mujer salvaje, una perra, una reputación reforzada durante las peleas editoriales

39
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

sobre el contenido de Woman Hating, una reputación que me ha perseguido y me ha


lastimado: no ha lastimado mis sentimientos pero sí mi habilidad para ganarme la vida.
No soy, en realidad, una "señorita", ni una "señorita escritora", ni una "cosita dulce y
joven". ¿Qué mujer lo es? Mi ética, mis políticas y mi estilo se fusionan para hacerme
intocable. Se supone que las chicas son seductoramente tocables, tanto en la superficie
como debajo de ella.
Pensé que la publicación de Woman Hating me establecería como una escritora
de reconocido talento y que eso me daría la posibilidad de publicar obras serias en
revistas presumiblemente serias. Estaba equivocada. La publicación de Woman Hating,
sobre la que estaba jubilosa, fue el comienzo de un descenso que continuó hasta 1981
cuando Pornografía: hombres poseyendo mujeres fue publicado. Al editor de Woman
Hating no le gustó el libro: y estoy siendo considerablemente suave aquí. No se
suponía que dijera, por ejemplo, "las mujeres son violadas". Se suponía que tenía que
decir "las mujeres de ojos verdes con una pierna más larga que la otra, pelo entre sus
dientes, caniches y un gusto por los vegetales salteados son violadas ocasionalmente en
los días viernes por personas". Fue duro. Creía que tenía derecho a decir lo que yo
quería. Mis deseos no eran especialmente extravagantes: mis fuentes eran la historia, los
hechos, la experiencia. Fui criada en una tradición literaria casi exclusivamente
masculina y esa tradición, con sus fallas, no enseñaba timidez ni miedo: los escritores
que admiraba eran directos y no eran particularmente educados. No entendía que —
incluso como escritora— se suponía que debía ser delicada, frágil, intuitiva, personal e
introspectiva. Quería reclamar el mundo público de la acción, no el mundo privado de
los sentimientos. Mi ambición era percibida como megalomaníaca —en la esfera
incorrecta, enloquecida por definición previa. Sí, era ingenua. No había aprendido cuál
era el lugar que me correspondía. Sabía contra lo que me rebelaba en la vida, pero no
sabía que la literatura tenía los mismos lamentables límites, las mismas absurdas reglas,
las mismas crueles proscripciones.9 Era lo suficientemente fácil lidiar conmigo: era una
perra. Y mi libro fue saboteado. El editor simplemente se rehusó a completar los
pedidos. Las librerías querían el libro pero no podían adquirirlo. Los críticos ignoraron
el libro, me relegaron a la invisibilidad, la pobreza y el fracaso. El primer discurso en
Nuestra Sangre ("Feminismo, Arte y mi madre Sylvia") fue escrito antes de la
publicación de Woman Hating y refleja el profundo optimismo que sentía en ese
momento. Para Octubre, al momento del segundo discurso de Nuestra Sangre
("Renunciando a la 'equidad' sexual") sabía que me esperaban momentos duros, pero
aún así no sabía cuán duros iban a ser.
"Renunciando a la 'equidad' sexual" fue escrito para la Organización Nacional de
la Conferencia para la Mujer sobre Sexualidad que se llevó a cabo en la ciudad de
Nueva York el 12 de octubre de 1974. Hablé al final de una charla de tres horas sobre
sexo: mujeres hablando de sus experiencias sexuales, sentimientos y valores. Había
1100 mujeres en la audiencia; no había ningún hombre presente. Cuando finalicé, las

9
Había sido advertida tempranamente sobre lo que significaba ser una niña pero no había
escuchado. "Escribes como un hombre" me escribió un editor al leer un borrador de unos pocos capítulos
primitivos de Woman Hating. "Cuando aprendas a escribir como una mujer, vamos a considerar
publicarte." Esta advertencia me recordó a un consejero de orientación vocacional de la escuela que me
preguntó, al acercarse la graduación, cuáles eran mis planes cuando creciera. Ser una escritora, respondí.
Él bajó los ojos y me miró con seriedad. Él sabía que yo quería ir a una soberbia universidad; sabía que
yo era ambiciosa. "Lo que debes hacer," dijo "es ir a una universidad estatal —no hay razones para que
vayas a otro lugar— y ser maestra para que tengas algo a lo que recurrir cuando tu esposo muera." Esta
historia no es apócrifa. Me sucedió a mí y a incontables otras. Solía pensar que tanto el consejero como el
editor eran estúpidos, individualmente estúpidos. Estaba equivocada. No eran individualmente estúpidos.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

1100 mujeres se pusieron de pie. Las mujeres estaban llorando y temblando y gritando.
El aplauso duró al menos diez minutos. Fue una de las experiencias más increíbles de
mi vida. Muchas de las charlas que di recibieron aplausos de pie, y esta no fue la
primera, pero nunca me había dirigido a una audiencia tan grande y lo que dije
contradecía bastante fuertemente mucho de lo que había sido dicho antes de que yo
tomara la palabra. Por eso la respuesta fue sorprendente y abrumadora. Un semanario de
Nueva York publicó dos críticas denigrantes. Una fue realizada por una mujer que al
menos había estado presente. Ella sugirió que los hombres podrían morir de bolas
azules si yo fuera tomada en serio alguna vez. La otra fue por un hombre que no había
estado presente; había oído a dos mujeres hablando en el vestíbulo. Estaba "enfurecido".
No podía siquiera soportar la posibilidad de que "una mujer pudiera considerar
masoquista su consentimiento a los medios de mi liberación." Ese era el "peligro que la
ideología de Dworkin representa". Bueno, sí; pero los dos escritores agresivamente
distorsionaron lo que había dicho en realidad. Muchas mujeres, incluyendo a algunas
escritoras famosas, enviaron cartas condenando la falta de justicia y honestidad en los
dos artículos. Ninguna de esas cartas fue publicada. En cambio, cartas de hombres que
no habían estado presentes fueron publicadas; uno de ellos comparó mi discurso con la
Solución Final de Hitler. Yo había usado las palabras "flácido" y "pene" una seguida de
la otra: "flácido pene". Tal uso escandaloso: ofendió tan profundamente que me
garantizó una comparación con un genocida consumado. Nada de lo que había dicho
sobre las mujeres fue mencionado, ni siquiera al paso. El discurso era sobre las mujeres.
El semanario en cuestión nunca más ha publicado un artículo mío o reseñado un libro
mío o cubierto algún discurso mío desde entonces (incluso aunque algunos de mis
discursos fueron grandes eventos en la ciudad de Nueva York).10 El tipo de furia en esos
dos artículos simplemente saturó la industria editorial y mis obras fueron obstruidas.
Las audiencias alrededor del país, en su mayoría mujeres y hombres, continuaron
poniéndose de pie; pero los periódicos que una esperaría que tomaran nota de una
escritora política como yo, o un fenómeno como esos discursos, se negaron a reconocer
mi existencia. Hubo dos excepciones dignas de atención: Ms. y Mother Jones.
En los años siguientes a la publicación de Woman Hating, éste comenzó a ser
reconocido como un clásico feminista. El honor en esto será únicamente aparente para
aquellas que valoran Una reivindicación de los Derechos de la Mujer de Mary
Wollstonecraft o La Biblia de la Mujer de Elizabeth Cady Staton. Fue un gran honor.
Sólo las feministas fueron responsables de la supervivencia de Woman Hating. Las
feministas ocuparon las oficinas del editor de Woman Hating para demandar que el libro
fuera publicado en papel. Phyllis Chesler contactó a escritoras feministas de reputación
por todo el país para solicitarles declaraciones escritas de apoyo hacia el libro. Esas
escritoras respondieron con extraordinaria generosidad. Los periódicos feministas
informaron la censura al libro. Las feministas que trabajaban en librerías buscaron en
los almacenes de los distribuidores copias del libro y escribieron una y otra vez a la
editorial para exigir el libro. Los programas de estudios sobre mujeres comenzaron a
utilizarlo. Las mujeres se pasaron el libro de mano en mano, compraron una segunda y

10
Después de que Nuestra Sangre fuera publicado, fui a ese mismo semanario a rogar —sí,
rogar— que le dieran algo de atención al libro, que estaba muriendo. El escritor cuyo "lanzamiento" había
sido amenazado por "Renunciando a la 'equidad' sexual" pidió reunirse conmigo. Me dijo una y otra vez
cuán hermoso Nuestra Sangre era. "Tú sabes —um —um", le dije, "ese —um, um— ese discurso está en
Nuestra Sangre— sabes, ese sobre el cual escribiste.""Tan hermoso", me dijo "tan hermoso". El editor en
jefe del semanario me escribió que Nuestra Sangre era tan bueno, tan conmovedor. Pero Nuestra Sangre
no recibió ni una ayuda de ellos, ni siquiera una mención en esas páginas.

41
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

tercera y cuarta copia para dárselas a sus amigas siempre que pudieron encontrarlo. A
pesar de que el editor de Woman Hating me dijo que era "mediocre", la presión
finalmente resultó en una edición de bolsillo en 1976: 2500 copias no encuadernadas
sobrantes fueron encuadernadas en papel y distribuidas, o algo así. Los problemas con
la distribución continuaron y las librerías, que reportaban vender el libro constantemente
cuando estaba en stock, tenían que esperar meses para que se completaran sus pedidos.
Woman Hating está ahora en su quinta pequeña impresión de bolsillo. El libro no es otra
pieza perdida de literatura únicamente porque las feministas no lo abandonaron. De
alguna manera esta historia es alentadora porque muestra lo que el activismo puede
lograr, incluso en la tierra yahoo de la publicación americana.
Pero no tenía dónde ir, ni ninguna manera de continuar como escritora. Entonces
me fui de gira —a grupos de mujeres que se pasaban un gorro entre ellas al finalizar la
charla, a las escuelas donde las estudiantes feministas lucharon para conseguirme cien
dólares o algo, a conferencias donde las mujeres vendieron camisetas para pagarme.
Pasaba semanas o meses escribiendo un discurso. Soporté largos y tristes viajes en
autobús para hacer lo que parecía ser solo el trabajo de una noche y dormía dondequiera
que hubiera una habitación. Teniendo insomnio, no dormía mucho. Las mujeres
compartían sus casas, su comida, sus corazones conmigo, y conocí mujeres en todas las
circunstancias, buenas mujeres y malas mujeres, mujeres valientes y mujeres
aterrorizadas. Y las mujeres que conocí habían sufrido cada crimen, cada indignidad: y
yo escuchaba. "La atrocidad de la violación y el vecino de al lado" (en este volumen)
siempre obtenía las mismas respuestas: escuche sobre violación tras violación; las vidas
de las mujeres pasaron por delante mío, violación tras violación; mujeres que habían
sido violadas en casas, en autos, en playas, en callejones, en aulas, por un hombre, por
dos hombres, por cinco hombres, por ocho hombres, golpeadas, drogadas, acuchilladas,
desgarradas, mujeres que habían estado durmiendo, mujeres que habían estado con sus
hijos, mujeres que habían salido a caminar o a comprar o a la escuela o estaban yendo a
casa de la escuela o trabajando en sus oficinas o en fábricas o en depósitos, mujeres
jóvenes, niñas, mujeres viejas, mujeres flacas, mujeres gordas, amas de casa, secretarias,
prostitutas, maestras, estudiantes. Simplemente no podía soportarlo. Así que dejé de dar
el discurso. Pensé que moriría por ello. Aprendí lo que tenía que saber y más de lo que
podía soportar saber.
Mi vida en el camino fue una agotadora mezcla de lo bueno y lo malo, de lo
ridículo y lo sublime. Un ejemplo bastante típico: dí la última conferencia de Nuestra
Sangre ("La causa raíz", mi favorito) en mi cumpleaños número veintinueve. Lo había
escrito como un regalo de cumpleaños a mí misma. La conferencia estaba auspiciada
por un colectivo político de Boston. Se suponía que ellos me proveerían el transporte y
el alojamiento y, porque era mi cumpleaños y quería conmigo a mi familia, mi amigo y
mi perro, ofrecí ir en otro momento pero querían que fuera en ese momento —en
familia. Un miembro del colectivo condujo a Nueva York en la más horrible tormenta
eléctrica que he visto para venir a buscarnos y llevarnos a Boston. Los otros autos en el
camino eran borrones de luces rojas aquí y allá. El conductor estaba agotado, era
imposible ver; y al conductor no le gustaban mis puntos de vista políticos. Continuaba
preguntándome sobre varias teorías psicoanalíticas, ninguna de las cuales tuve el buen
sentido de apreciar. Yo continuaba intentando cambiar de tema —él continuaba
insistiendo que le dijera qué pensaba de esto y aquello— cada vez que me acorralaba
tanto que tenía que responder, él azotaba con su pie el acelerador. Pensaba que
probablemente moriríamos por la fatiga del conductor, la furia y la lluvia de Dios.
Llegamos una hora tarde y la atiborrada audiencia había esperado. Las acústicas del
lugar eran soberbias, lo que realzó no sólo mi propia voz sino el interminable aullido de

42
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

mi perro, que finalmente saltó de entre la audiencia para sentarse en el escenario durante
el periodo de preguntas y respuestas. La audiencia fue fabulosa: participativa, seria,
desafiante. Muchas de las ideas de la conferencia eran nuevas y, porque confrontaban
directamente con la política natural de la sexualidad masculina, encolerizantes. La
mujer con quien se suponía que me quedaría y que era responsable de nuestro viaje de
vuelta a casa estaba tan enojada que se fue corriendo, para nunca volver. Una persona
puede quedar varada y arreglárselas, incluso si está en peligro; dos personas con un
pastor alemán y sin dinero están en un lío. Finalmente, una mujer a quien conocía un
poco nos dio alojamiento a todos y nos prestó el dinero para volver a casa. Trabajar (y
siendo este un trabajo exigente, intenso y difícil) y viajar en tales interminables e
improvisadas circunstancias requieren que una desarrolle un afecto por la baja comedia
y el melodrama grosero. Yo nunca lo hice. En cambio, me cansé y me desmoralicé. Y
me volví incluso más pobre porque nadie podía permitirse pagarme por el tiempo que
me llevaba escribir.
No comencé a exigir honorarios realistas, alojamiento confiable y viajes seguros
a cambio de mi trabajo hasta después de la publicación de Nuestra Sangre. Había
tratado intermitentemente y había mayormente fallado. Pero ahora tenía que tener un
pago y seguridad. Sentía que había entrado realmente en la mediana edad. Esto presentó
nuevos problemas para las organizadoras feministas que tenían poco acceso a los
recursos materiales en sus comunidades. También me presentó a mí nuevos problemas.
Por un largo tiempo no tuve trabajo en lo absoluto, así que me volví cada vez más y más
pobre. No tenía sentido para nadie salvo para mí: si no tienes nada y alguien te ofrece
algo, ¿cómo puedes rechazarlo? Pero lo hice, porque sabía que nunca me ganaría la vida
a menos que tomara una posición. Tenía una buena y creciente reputación como oradora
y escritora; pero aún así no había dinero para mí. Cuando comencé a pedir honorarios,
recibí respuestas enojadas por parte de las mujeres: ¿cómo puede la autora de Woman
Hating ser una sucia cerda capitalista?, una mujer preguntó en una carta casi obscena.
La escritora de la carta se iba a ir a vivir a una granja para no tener nada que ver con
capitalistas mierda de rata y arrastradas feministas burguesas. Bueno, le respondí, yo no
vivía en una granja y no quería hacerlo. Compraba comida en el supermercado y pagaba
la renta a un arrendador y quería escribir libros. Respondí todas las cartas de enojo.
Traté de explicar las políticas de obtener dinero, especialmente de Colegios y
Universidades: el dinero estaba ahí; era difícil de alcanzar; ¿por qué debía ir a Phyllis
Schlafly o William F. Buckley Jr.? Yo tenía que vivir y tenía que escribir. Seguramente
mi escritura importaba, les importaba a ellas o por qué me querían: ¿y querían que
dejara de escribir? Necesitaba dinero para escribir. Había hecho ya todos los trabajos
podridos y estaba viviendo en la pobreza real, no la romántica. Descubrí que el esfuerzo
de explicar realmente ayudó —no siempre, y el resentimiento todavía se exteriorizaba
pero lo suficiente para hacerme ver que explicar incluso sin finalmente convencer valía
la pena. Incluso si no recibía un pago, alguna otra persona podía recibirlo. Luego de un
largo e improductivo periodo, comencé a dar discursos de nuevo. Daba conferencias
erráticamente y nunca hice la suficiente cantidad de dinero como para poder vivir de
eso, ni siquiera en lo que considero una pobreza estable, incluso cuando mis honorarios
eran altos. Muchas activistas feministas lucharon por dinero y algunas veces lo
consiguieron. Entonces me las ingeniaba —amigos me prestaron dinero, algunas veces
donaciones anónimas me llegaban por correo, mujeres me entregaban cheques durante
las conferencias y se rehusaban a que yo los rehusara, escritoras feministas me
regalaban dinero y me prestaban dinero, y mujeres luchaban increíbles y amargas
batallas con los administradores de las universidades y sus comités y facultades para
que me contrataran y me pagaran. El Movimiento de Mujeres me mantuvo viva. No viví

43
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

bien ni de manera segura o fácilmente pero no dejé de escribir tampoco. Sigo


extremadamente agradecida con aquellas que hicieron lo imposible por mí.
Decidí publicar las charlas en Nuestra Sangre porque estaba desesperada por
dinero, las revistas todavía me estaban vedadas, y estaba viviendo de gira con lo justo.
Un libro era mi única oportunidad.
Al editor que decidió publicar Nuestra Sangre no le gustaban especialmente mis
políticas pero sí mi prosa. Yo estaba feliz de ser apreciada como escritora. La compañía
era la única casa editorial sindicalizada en Nueva York y también tenía un grupo de
mujeres activo. Las empleadas fueron universalmente maravillosas conmigo —
vitalmente interesadas en el feminismo, conmovidas por mi trabajo, conscientes y
amables. Me invitaron a dirigirme a los empleados de la compañía en el día bienal de la
mujer, poco después de la publicación de Nuestra Sangre. Discutí la sistemática
presunción de la propiedad masculina de los cuerpos y el trabajo de las mujeres, la
realidad material de esa propiedad, la degradación económica del trabajo de las mujeres.
(La charla resumida fue subsecuentemente publicada bajo el título "Imperialismo
Fálico" en Ms., en diciembre de 1976.) Algunos hombres en traje se sentaron
severamente durante ella, tomando notas. Eso, no hace falta decirlo, fue el final de
Nuestra Sangre. Hubo otro evento digno de mención: un jefe de un departamento de
alto rango le lanzó el manuscrito de Nuestra Sangre a mi editor a través de una
habitación. No reconocía la ternura masculina, dijo. No sé si hizo la observación antes o
después de lanzar el manuscrito.
Nuestra Sangre fue publicado en tela en 1976. La única reseña de él en un
periódico mayor fue en Ms. varios meses después de que el libro estuviera agotado. De
cualquier manera, el libro fue ignorado: pero deliberadamente, maliciosamente. Gloria
Steinem, Robin Morgan y Karen DeCrow trataron de hacer reseñas del libro en vano.
Contacté a alrededor de cien escritoras feministas, activistas, editoras. Una gran mayoría
hizo esfuerzos incontables para que el libro fuera reseñado. Algunas se las ingeniaron
para publicar reseñas en publicaciones feministas pero incluso aquellas que
frecuentemente publicaban en otros lugares no lograban colocar las reseñas. Nadie fue
capaz de romper el más grande silencio.
Nuestra Sangre fue entregado a prácticamente cada editorial de bolsillo en los
Estados Unidos, algunas veces más de una vez durante un periodo de años. Nadie lo
publicó. Por lo tanto, es con una gran alegría y una inestable sensación de victoria que le
doy la bienvenida a la publicación de esta edición. Tengo un amor especial por este
libro. La mayoría de las feministas que conozco que han leído Nuestra Sangre me han
llevado a un lado en algún momento u otro para decirme que tienen un afecto y un
respeto especiales por él. Hay, creo, algo bastante hermoso y único en él. Tal vez sea
porque fue escrito para una voz humana. Tal vez sea porque tuve que luchar tan duro
para decir lo que hay en él. Tal vez sea porque Nuestra Sangre ha tocado la vida de
muchas mujeres de manera directa: se lo han contado una y otra vez a las mujeres reales
y la experiencia de decir esas palabras ha informado a la escritura de las mismas.
Woman Hating fue escrito por una escritora más joven, una más temeraria y optimista.
Este libro es más disciplinado, más sombrío, más riguroso, y de alguna manera, más
apasionado. Estoy contenta porque ahora llegará a una audiencia mayor y lamento que
haya llevado tanto tiempo.

Andrea Dworkin
Ciudad de Nueva York
Marzo de 1981

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Entrevista Nerviosa
1978
En 1978 escribí un montón de artículos cortos. Necesitaba dinero desesperadamente y
quería ser capaz de publicarlos por dinero. De estos artículos, Entrevista Nerviosa es
probablemente el más oscuro en sus inquietudes y sin duda en su forma y aún así fue el
único que fue publicado por completo, no por dinero. Norman Mailer logró publicar
muchas entrevistas consigo mismo, ninguna de las cuales tenía mucho sentido, todas
las cuales fueron tomadas en serio por intelectuales de distinta índole. Por lo tanto esto
es mitad parodia de él y su forma preferida y mitad parodia de mí misma y mi
movimiento preferido.

ESTABA NERVIOSA. 'Ambivalente' sería una palabra demasiado educada.


Llegó a la una, luego se fue. No fue una provocación, no fue una evasiva. Sus enemigos
le decían Paranoica. Ella le decía, Sentido común. En la época de la Casa de Cristal,
todos lanzando piedras, Sentido común. Pero la presión se había acumulado. Justifícate,
explícate. Desde aquel fatídico día en que había yuxtapuesto las dos palabras, "Pene
Flácido," había sido forzada a ocultarse o dar explicaciones. No contaba a aquellos que
le pedían que se disculpara. Siendo prudente, se había escondido. Un antiguo amigo le
acababa de escribir, acusándola, diciéndole que ella no entendía "la química del amor."
Tampoco, estaba dispuesta a admitir, la física o la matemática (o incluso la simple
aritmética) del amor. Ella solo entendía sus leyes, los asuntos de literatura y política
sexual, no de ciencia. Ahora, luego de casi dos años de ausencia/exilio volvía a Nueva
York. Sintiéndose como un sacrificio. Preguntándose cuándo los sacerdotes vendrían
por ella. Decidida a desafiar a los dioses.

P: Parece extraño que una persona tan agresiva en su escritura sea tan huraña, tan hostil
hacia la vida pública.
R: Soy tímida, eso es todo. Y fría, y distante.

P: Muchos hombres en esta ciudad piensan que usted es una asesina.


R: Soy demasiado tímida para matar. Creo que deberían tenerse más miedo los unos a
los otros, y menos a mí.

P: ¿Por qué no da entrevistas?


R: Porque son tan falsas. Alguien hace una pregunta —muy formulada y formal, o muy
torpe y sincera. Luego alguien intenta responder de la misma manera. El culto a la fama
y la personalidad y todo aquello. Está todo mal.

P: ¿Entonces por qué ésta? ¿Por qué ahora?


R: No podía dormir. Estoy muy tensa. Tengo pesadillas nerviosas sobre Nueva York.
Volver a casa. Abismo y paraíso. Verás, he vivido en muchos lugares. Los sigo dejando.
Sigo volviendo a Nueva York pero no puedo quedarme quieta. Pero eso es lo que más
quiero. Quedarme quieta. Así que estoy inquieta e irritada.

45
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

P: Las personas se sorprenden cuando la conocen. De que es amable.


R: Eso me parece extraño. ¿Por qué no debería ser amable?

P: No es una cualidad que uno asocie a las feministas radicales.


R: Bueno, mira, eso mismo, es una distorsión. Las feministas radicales siempre son
amables. Provocadas al punto de la locura, pero manteniéndose, en el fondo, amables.

P: Podría nombrarle un montón de feministas que no son amables. Usted misma


probablemente ha tenido sus peleas con casi todas las que puedo nombrar. ¿Acaso no es
una terrible hipocresía de su parte —y tonto también— decir que las feministas
radicales son amables?
R: Desde lejos o muy cerca, es verdad que somos amables. En cualquier punto medio,
parece falso. Además, verá, nos amamos la una a la otra. Es un amor muy impersonal en
muchos casos. Pero es un amor feroz. Tienes que amar a las mujeres lo suficientemente
valientes para hacer cosas tan grandes en un mundo donde las mujeres se supone que
seamos tan pequeñas.

P: ¿No es esto sólo otra clase de construcción de mitos?


R: No, creo que es una descripción muy neutral. Las mujeres que luchamos batallas
feroces, como todas las feministas radicales hacemos, encontramos tanta hostilidad y
conflicto en las transacciones regulares del trabajo y la vida diaria que nos volvemos
muy complejas, incluso si empezamos siendo simples. Una debe aprender a protegerse a
sí misma. Esto significa, inevitablemente, que una exagera algunas partes de la
personalidad, algunas cualidades. O se vuelven exageradas en el proceso de intentar
sobrevivir y continuar trabajando. Entonces cuando una ve eso en otra mujer, la ama por
ello —incluso si a una no le gusta las defensas particulares que ha encontrado para ella
misma. Eso no significa que una quiera ser cercana a ella. Solo que una la ama por
atreverse a ser tan ambiciosa. Por atreverse a continuar asociándose con mujeres como
feminista, sin importar a qué costo, sin importar qué muros tenga que construir para
seguir haciendo lo que es importante para ella.

P: ¿Qué es lo que más la aísla de otras mujeres?


R: Fallas de coraje o integridad. Aquellas fallas humanas constantes. Estoy en el medio
del desastre, como el resto de la gente. Espero demasiado de las mujeres. Me
decepciono amargamente cuando las mujeres son defectuosas de maneras estúpidas.
Como yo también lo soy. Y luego me molestan las mujeres que se decepcionan
amargamente conmigo porque soy defectuosa. Es la vieja doble moral, pero nueva. No
espero nada de los hombres —o, más bien, raramente espero mucho— pero espero todo
de las mujeres que admiro. Las mujeres esperan todo de mí. Luego cuando descubrimos
que solo somos nosotras mismas, sin importar nuestras aspiraciones o logros, nos
acongojamos, lloramos, nos lamentamos, peleamos, y especialmente, nos culpamos, nos
resentimos. Nuestras expectativas equivocadas llevan a estas dificultades. Para mí, las
expectativas equivocadas a veces me vuelven alienada, a veces aislada.

P: La gente cree que usted es muy hostil hacia los hombres.


R: Lo soy.

P: ¿No le preocupa eso?


R: Por lo que usted dice, les preocupa a ellos.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

P: Quiero decir, cualquier freudiano estaría muy contento con su trabajo. Envidia al
pene, odio al pene, obsesión con el pene, algunos dirían.
R: Los hombres son la fuente de eso, en su literatura, cultura, conducta. Nunca podría
haberlo inventado. ¿Quién estaba más obsesionado con el pene que Freud? Excepto
quizás Reich. Pero entonces, qué competencia sería aquella. Elija al hombre más
obsesionado con el pene en la historia. Lo que es tan notable es que los hombres en
general, realmente con muy pocas excepciones, están tan obsesionados con el pene.
Quiero decir, si alguien debiera sentirse seguro de su autoestima en una sociedad
orientada hacia el pene, debería ser el que tiene el pene. Pero uno por individuo no
parece ser suficiente. Me pregunto cuántos penes por hombre los calmaría. Escuche,
podríamos inventar un nuevo campo quirúrgico con esto.

P: El Movimiento de las Mujeres parece ser más conciliatorio hacia los hombres que
usted, especialmente por estos días. Hay, definitivamente, un tono de reconciliación o al
menos de no salir lanzando acusaciones. ¿Qué piensa sobre eso?
R: Creo que las mujeres tienen que hacer de cuenta que les agradan los hombres para
sobrevivir. Las feministas se rebelaron, y dejaron de fingir. Ahora me preocupa que las
feministas estén rindiéndose.

P: ¿No hay algo bastante patológico en siempre ver al sexo en términos masculinos?
Digamos que usted describe las actitudes masculinas hacia el sexo con exactitud. ¿No
acepta sus términos cuando analiza todo utilizando sus términos?
R: Sus términos son la realidad porque ellos controlan la realidad. Entonces ¿qué
términos deberíamos usar para entender la realidad? Lo único que podemos hacer es
enfrentarla o intentar escondernos de eso.

P: ¿Hay hombres a quienes admira?


R: Sí.

P: ¿A Quién?
R: Prefiero no decirlo.

P: Hay muchos rumores sobre su lesbianismo. Nadie parece saber bien qué hace usted
con quien.
R: Bien.

P: ¿Puede explicar por qué se opone usted tanto a la pornografía?


R: Me parece extraño que necesite explicación. Los hombres han creado una industria
de imágenes, móviles e inmóviles, que representan la tortura de mujeres. Yo soy una
mujer. No me gusta ver la adoración virtual al sadismo contra las mujeres porque yo soy
una mujer, y se trata de mí. Me ha pasado a mí. Me va a pasar a mí. Tengo que luchar
contra una industria que alienta a los hombres a exteriorizar su agresión en las mujeres
—sus "fantasías," como llaman tan eufemísticamente a aquellas aspiraciones. Y detesto
que a todos lados a los que voy, la gente parezca aceptar sin cuestionar esta falsa noción
de libertad. ¿Libertad de hacer qué a quién? ¿Libertad para torturarme? Eso no es
libertad para mí. Detesto la romantización de la brutalidad hacia las mujeres donde sea
que la encuentre, no solo en la pornografía, sino en películas artísticas de porquería, en
libros artísticos de porquería, por sexólogos y filósofos. No importa donde esté.
Simplemente me rehúso a pretender que no tiene nada que ver conmigo. Y eso me lleva
a un terrible reconocimiento: si la pornografía es parte de la libertad masculina,

47
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

entonces aquella libertad no es reconciliable con mi libertad. Si su libertad es torturar,


entonces en esos términos mi libertad debe ser el ser torturada. Eso es desquiciado.

P: Muchas mujeres dicen que les gusta.


R: Las mujeres tienen dos opciones: mentir o morir. Las feministas están intentando
abrir las opciones un poco.

P: ¿Puedo preguntar sobre su vida personal?


R: No.

P: Si lo personal es político, como las feministas dicen, ¿por qué no está usted más
dispuesta a hablar sobre su vida personal?
R: Porque una vida personal solo puede tenerse en privacidad. Una vez que los extraños
se entrometen, ya no es personal. Adquiere la calidad de un melodrama público. La
gente lo sigue como si estuvieran observando una obra. Tú eres el producto, ellos son
los consumidores. Cada una de las amistades y eventos adquiere la calidad de una
exhibición. Tienes que pensar en las consecuencias no solo de tus actos frente a otros
individuos sino en términos de los medios de comunicación, en millones de
observadores desconocidos. Lo encuentro muy feo. Creo que la prensa se excede
enormemente en su auténtico derecho a saber al perseguir las vidas privadas de
individuos, especialmente personas como yo misma, que no son ni empleadas públicas
ni intérpretes. Y si una tiene que estar siempre consciente de las consecuencias públicas
de actos privados, es muy difícil ser o bien espontánea u honesta con otras personas.

P: Si pudiera acostarse con cualquiera en la historia, ¿con quién sería?


R: Eso es fácil. George Sand.

P: Ella estaba bastante involucrada con hombres.


R: La hubiera salvado de todo eso.

P: ¿Hay algún hombre? Quiero decir, debe haber al menos uno.


R: Bueno, está bien, si. Rimbaud. Un desastre. Como en la vieja tradición, un Glorioso
Desastre.

P: Eso parece darle credibilidad al rumor que usted está particularmente involucrada con
hombres gay.
R: Debería darle credibilidad al rumor que estoy particularmente involucrada con
artistas muertos.

P: Regresando a Nueva York, ¿tiene usted alguna esperanza o sueño en especial?


R: Sí. Deseo que Bella sea el Rey.

48
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Amar los Libros:


Hombre/Mujer/Feminista
1985
Después de muchos años de ni siquiera poder publicar en revistas, las mujeres de Hot
Wire, una revista sobre música, me pidieron que escribiera algo sobre mi identidad
como escritora. Temáticamente, esto continúa algo de lo que escribí en Entrevista
Nerviosa. Con los escritores hombres, las personas quieren conocer quiénes son. Con
las mujeres, simplemente se aplican estereotipos. La invitación de Hot Wire me dio una
excepcionalmente corta oportunidad de decir algo yo misma sobre mi propia identidad
y desarrollo.

VIVO una vida extraña, pero a menudo lo más extraño de ella es que aún amo
los libros y tengo fe en ellos y obtengo coraje de ellos como cuando era joven,
optimista, e inocente. La inocencia es particularmente lo que se necesita para resistir
como escritora —simplemente para sobrevivir, si se es rigurosa, poco sentimental,
radical, extrema, y si se dice la verdad. Los libros que amé cuando era más joven eran
obras de hombres alocados: Dostoevsky, Rimbaud, Allen Ginsberg entre los vivos,
Baudelaire, Whitman, el indecoroso. Leí a Freud y a Darwin como grandes visionarios,
su trabajo cosechado de la fantástica y compleja imaginación. Mis propios valores como
escritora fueron establecidos por entonces; y las obras por mujeres (excepto Lo que el
viento se llevó y los libros de Nancy Drew11) se metieron mucho más tarde. En la clase
de ciencia del octavo grado, mi mejor amiga y yo (amantes también) escribíamos
novelas como antídoto al aburrimiento de aprender de memoria —y estas novelas tenían
a las mujeres como heroínas que tenían grandes ambiciones. Eran nombradas en honor a
Belle Starr y Amelia Earthart: nombres extraños, mujeres que no eran comunes, no
estaban ancladas, ni eran aburridas.
Nunca he querido ser menos que una gran escritora; y nunca he tenido miedo de
fracasar, la razón es que prefiero fracasar en ello que triunfar en cualquier otra cosa.
Esta ambición está profundamente arraigada en la identificación masculina: y muchas
de las características que valoro más en mi misma como persona y como escritora lo
son. De joven, nunca pensé en si era homosexual o bisexual o heterosexual: solo en ser
como Rimbaud. Artista en el modo "a punto de morir" era mi orientación sexual, mi
identidad de género, la manera más intensa de vivir: muriendo temprano, el final
inevitable de hacer todo con absoluta pasión. Era devota de Safo, ocultando su
existencia la especificidad del género en mi verdadera devoción. Cuando leía libros, yo
era la escritora, no la Dama. Yo era incorregible: sin importar qué me pasara, sin
importar qué precio pagara por estar en el cuerpo de esta mujer, por ser usada como una
mujer, tratada como una mujer, yo era la escritora, no la Dama. La aniquilación sexual,
y no el agotamiento estético con una magnífica literatura dejada detrás, era el verdadero
callejón sin salida para las mujeres demasiado lentas para comprender.

11
Imaginen mi sorpresa cuando, accidentalmente y muy recientemente, descubrí que los libros de Nancy
Drew fueron escritos por un hombre bajo un pseudónimo de mujer.

49
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

El feminismo me proporcionó una manera para entender mi propia vida: por qué
ser libre no era solo una cuestión de vivir sin límites autoimpuestos o sociales o
sexuales. Mi presunta libertad en muchas ocasiones casi me costó la vida, pero no había
ni tragedia ni romance en esto: ni Dostoevsky ni Rimbaud habían terminado alguna vez
siendo utilizados sexualmente y limpiando baños.
Política Sexual se trataba de la escritura y el sexo que yo había adorado; con
grandes dosis de lesbianismo también. Aprendí de este libro lo que me estaban
haciendo: mira, dijo Millett, aquí él le hace esto y esto y esto a ella. Yo no era la
escritora, después de todo. Yo era ella. Tenía bastantes heridas abiertas en mi cuerpo, y
comencé a sentir que dolían. Si hubiera sido yo la usadora, y no la usada, mi
sensibilidad probablemente se hubiera aproximado a la de Henry Miller. Esto no es
placentero de afrontar; entonces no lo hago. Algún día tendré que.
He aprendido tremendamente de escritoras mujeres siendo adulta; he aprendido
que la gran escritura de las mujeres es genuinamente —no románticamente—
despreciada, y que los libros son escritos con una vena abierta; he aprendido sobre las
vidas de las mujeres. Mis ambiciones como escritora aún se remontan, demasiado lejos,
hacia mis obsesiones con los hombres; pero lo que aprendí de ellos, lo necesito todos
los días de mi vida como escritora —no tengo miedo de la confrontación o el riesgo,
tampoco de la arrogancia o el error— me alegra ni siquiera ser capaz de seguir las reglas
del diálogo de la buena educación, porque aprendí a odiarlas tan temprano —amo lo que
es puro y elocuente en la escritura pero no femenino. He aprendido a apreciar la gran
sutileza y fuerza de las mujeres que escriben dentro de los límites de una ética de
escritura femenina: pero no lo acepto para mí misma.
Lo que afirmo aquí es que mientras no aprendí a escribir de las mujeres, he
aprendido prácticamente todo lo importante sobre qué significa ser una mujer de las
escritoras mujeres: y también he aprendido mucho sobre el poder masculino de ellas,
una vez que me importaron las mujeres como tal lo suficiente como para darme cuenta
de que el poder masculino era el tema hacia el que mi propia vida me había llevado.
Conozco el poder masculino de adentro hacia afuera, con conocimiento sobre aquel
ganado por este cuerpo de mujer. Me atrevo a confrontarlo en mi escritura debido a la
audacia que aprendí gracias a los escritores hombres. Aprendí a confrontarlo en la vida
gracias a las feministas vivas, tanto escritoras como activistas, que vivieron vidas
políticas no limitadas ni por la fragilidad femenina ni la crueldad masculina; sino en
cambio animadas por el resplandeciente respeto propio y la compasión militante que
aún espero alcanzar.

50
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

De luto por Tennessee Williams


(1911-1983)
1983
Estados Unidos es duro con los escritores. La cámara está siempre allí para capturar el
fracaso, la decadencia o el declive. Se debe ser famoso o no tiene valor en lo absoluto.
Se debe ser público a pesar de que los escritores necesitan privacidad y considerable
refugio. A los escritores estadounidenses no les va demasiado bien ni duran demasiado.
Viven en el exterior o se derrumban. Algunos escritores hombres usan el género como
un arma agresiva —Mailer, Updike, Bellow. Otros escritores hombres, más raros, usan
el género para explotar conceptos sobre la identidad o el poder o la sociedad o el
status quo —Tennessee Williams o Gore Vidal o, en una generación más joven, Tim
O'Brien en Ir Después de Cacciato. Los escritores hombres que usan el género de una
manera subversiva se ponen en peligro a sí mismos. Los chicos machistas los quieren
muertos. La industria literaria está del lado de los chicos machistas. Tennessee
Williams escribió algunas obras verdaderas y subversivas. América no lo trató muy
bien y no lo lamenta.

CUANDO ESCUCHÉ que Tennessee Williams había fallecido, me descubrí a


mí misma llorando. Las lágrimas vinieron casi antes de que pudiera tomar mi próximo
aliento. Estaba muy triste, y en los días siguientes no pude sacudirme la sensación de
pérdida y dolor. Traté de pensar por qué él significaba tanto para mí.
"Sus mujeres", como las llaman esos gigantes de inquietud y agitación en la
prensa popular, muestran casi demasiado de nuestras vidas ocultas. Es doloroso incluso
recordarlas porque sus entrañas estaban muy expuestas. Él siempre mostró que las
circunstancias de las vidas de las mujeres eran insoportables, lo que yo tomo como
cierto. Es casi como si hubiera creado a las mujeres desde el mismo aire que nos
asfixiaba, nos mostraba respirando en ese calor sofocante, luego tratando de
deshacernos de él —expulsándolo o quedándonos sin habla. "Sus mujeres" se apagan de
la manera en que recuerdo haberme apagado bajo la mano de hierro de las más liberales
convenciones femeninas. "Sus mujeres" vagan, deambulan y se rebelan contra los
barrotes de la manera en que yo lo hice, o de la manera en que quieren hacerlo, y por
eso están solas sin importar a quién o qué amen, en el exilio de la mayor parte de lo que
pasa como la vida propia de una mujer. Se esconden mejor de lo que yo alguna vez lo
hice, supongo, tal vez porque son de una época anterior y tenían que hacerlo. Encajan en
la superficie hasta que el mundo se derrumba para ellas y ellas siempre pagan el precio
por lo que osaron querer. Son grandes extremistas —en el sufrimiento, la pasión, el
deseo, la ambición. No conocen las medias tintas. Son codiciosas y cada una a su
manera es implacable. Inevitablemente fallan, son destruidas, pierden —porque la vida
inevitablemente termina con la muerte y para las mujeres especialmente no mucho es
posible.
Para Williams, las mujeres eran las protagonistas humanas. Personificamos la
condición humana en sus obras. Sus hombres —los hijos, los hermanos, amantes,
esposos— no se diferencian tanto de nosotras, aunque sean más brutales. El padre, el

51
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

viejo, el patriarca, los hiere y en la medida en que quieren amor, no tienen


oportunidades. Williams, creo, nunca imaginó que los hombres y las mujeres tenían
naturalezas diferentes: sólo vidas diferentes. En su mundo estático, nuestro punto en
común era el desasosiego, el deseo, el dolor, el movimiento hacia el amor, nunca
acercándose lo suficiente.
Escribir, dijo, "se convirtió en mi lugar de retiro, mi cueva, mi refugio. ¿De qué?
De ser llamado maricón por los niños vecinos, y Señorita Nancy por mi padre, porque
prefería leer libros en la gran y clásica biblioteca de mi abuelo que jugar a las canicas y
al béisbol... resultado de una severa enfermedad infantil y de un excesivo vínculo a los
miembros femeninos de mi familia, quienes me habían persuadido de volver a la vida."
Es demasiado fácil decir que los personajes femeninos de Williams tenían completa
relación con él mismo: su propio desplazamiento y sentido de estigma femenino.
Ningún gran artista, y él lo era, escribe sin una casi despiadada objetividad. El
romanticismo propio de Williams y la percepciones trivializantes de su homosexualidad
por otros ocultan la tremenda objetividad de su trabajo: sus entrañas están ahí (no de
manera simple) y también las nuestras. Fue destruido en su mayor parte por su propia
lucidez, no las drogas o bebidas que hicieron que esa lucidez fuera soportable. Él
pensaba en la escritura como un escape de la realidad, pero en un artista de su magnitud
nunca lo es. La escritura destila realidad, tal que la carga de ésta es más pesada y recae
sólo sobre el artista. "Algunas veces," escribió, sobre la escritura, "el corazón muere
deliberadamente para evitar más dolor."
En una introducción a The Rose Tattoo (El Tatuaje de la Rosa), junto con
Summer and Smoke (Verano y Humo) mi favorita entre sus obras, Williams dijo que nos
compadecemos y nos amamos el uno al otro más de lo que nos lo permitimos saber. Yo
lo amaba y lo compadecía mucho más de lo que pensaba y, en algún lado, en la
generosidad de su arte, él me amaba y me compadecía a mí también: a través de Alma y
Blanche y Serafina Delle Rose; y a través de Chance y aquellos otros desesperados y
solitarios niños también. Los conocí a todos: conozco sus miedos, su fuego, sus
evasiones, sus fracasos, dentro donde nadie más lo ve.
Creo que su trabajo será reevaluado fuera de los imperativos del teatro comercial
y que la brillantez de su invento formal —su creciente complejidad surrealista y el
atreverse a mucho más que lo que es actualmente considerado su cumbre —será tan
importante como su audaz romanticismo. Pero lo que siempre será lo más importante —
si un mundo que no tiene mucha consideración por las mujeres (o por hombres frágiles
excesivamente unidos a mujeres) puede llegar a verlo— es la notable y única manera en
que él utilizaba el género —míticamente, conmovedoramente— para llegar a la raíz de
lo que es simple y absolutamente humano: el miedo al amor que ocupa el tiempo
mientras la muerte se acerca.
"No pido tu lástima", dice Chance al final de Sweet Bird of Youth (Dulce ave de
juventud), "sino tu comprensión —y ni siquiera eso— no. Sólo que me reconozcas a mí
en tí, y al enemigo, el tiempo, en todos nosotros." Muchos se compadecían de Williams,
el hombre, porque sufrió muchas derrotas. Pocos lo entendían. Pero como artista
Williams creó el "reconocimiento de mí en tí, y del enemigo, el tiempo, en todos
nosotros" con una belleza perdurable y un poder urgente. Creo que él derrotó al
"enemigo, el tiempo".

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Cumbres Borrascosas
1983
En 1983 di una clase de literatura en el Departamento de Estudios de la Mujer en la
Universidad de Minnesota. Simplemente hice una lista de mis libros favoritos y di la
clase. No había leído Cumbres Borrascosas desde la secundaria. Me quedé estupefacta
con él. Las razones están en este ensayo.

“MÁS FUERTE que un hombre, más simple que un niño, su naturaleza se


destacaba por sí misma,"12 escribió Charlotte Brontë de su hermana fallecida, Emily.
Cumbres Borrascosas, su única novela, publicada bajo un pseudónimo masculino antes
de su muerte a los treinta años, también se destaca por sí misma. No hay nada igual —
ninguna novela con tal extraordinaria originalidad, tal poder y tal pasión fue nunca
escrita por nadie, y mucho menos por una mujer del siglo diecinueve que estaba
esencialmente recluida. Nada puede explicarlo: una sofisticada y obsesiva novela sobre
la crueldad y el amor que supera, por ejemplo, a lo mejor de D. H. Lawrence tanto en
sensualidad como en alcance; un acto de pasión así como también un trabajo de arte
intelectualmente riguroso; una representación romántica, emocionalmente inquietante,
físicamente gráfica del sadismo así como una disección analítica del mismo; una poesía
y al mismo tiempo una trágica celebración del amor y la violencia. "Es moruno y
salvaje, y enredado como una raíz de matorral", escribió Charlotte, quien admitió haber
sentido algo de rechazo por el libro. "Tampoco era natural que fuera de otra manera;
siendo la autora misma nativa y criada por moros."13 También lo era Charlotte, pero ella
escribió Jane Eyre, una novela de dolor civilizado y franca dignidad. Ambas mujeres
tenían una comprensión profunda de la dominación masculina, lo que sugiere que, para
las mujeres, la familia es el famoso grano de arena de Blake. Emily sí tomó a la familia
como un paradigma social, especialmente para la creación del sadismo en los hombres.
Ella mostró cómo el sadismo es creado en los hombres a través del abuso físico y
psicológico y la humillación por parte de otros hombres; y escribió sobre la feminidad
como una traición al honor y la integridad humana. A ella le eran indiferentes los roles
sexuales en sí mismos, los comportamientos superficiales de los hombres y las mujeres.
En cambio, expuso la base de la dominancia: dónde el poder y la impotencia se cruzan;
cómo las jerarquías sociales enfatizan la diferencia, la fetichizan, y repudian la igualdad;
cómo los hombres aprenden el odio como una ética; cómo las mujeres aprenden a
vencer su integridad personal. Anticipó las políticas sexuales contemporáneas por más
de un siglo; y, francamente, no creo que haya novelista contemporáneo, hombre o
mujer, que se haya atrevido a saber y decir tanto. No hay nada que explique su presagio
o su profecía o, para el caso, su perspicacia política radical; excepto para decir que
Emily Brontë parecería compartir con su creación monstruosa, Heathcliff, una voluntad
que no se doblaría ni se quebraría. Él usaba su voluntad para crear dolor en aquellos que

12
Currel Bell [Charlotte Brontë], "Aviso biográfico de Ellis y Acton Bell [Emily y Anne Brontë]", 19 de
septiembre de 1850, XIX-XXVI, en Cumbres Borrascosas de Emily Brontë (Nueva York: Casa
Aleatoria/La biblioteca Moderna, 1987), pp. XXIV-XXV.
13
Currer Bell, "Prefacio del editor a la nueva edición de Cumbres Borrascosas", sin fecha, XXVII-
XXXII, en Cumbres Borrascosas, Brontë, XXVIII.

53
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

odiaba. Ella usaba la suya, no menos implacablemente una sospecharía, para vivir en
una soledad autodeterminada, para escribir y finalmente, para morir. Poco después de
que su hermano, Branwell, disoluto y obsesionado, muriera repentinamente, Emily se
consumió y se extinguió con lo que parecía una fiereza y determinación premeditadas.
En el día de su muerte, se levantó, se vistió y arregló y se sentó en el sillón a coser. Dijo
que su familia podía llamar a un médico y prontamente, murió. Branwell había muerto
en septiembre de 1848, Emily murió en diciembre. "Se hundió rápidamente," escribió
Charlotte. "Se apresuró a dejarnos. Sin embargo, mientras físicamente perecía,
mentalmente se hizo incluso más fuerte de lo que todavía la conocíamos... Nunca he
visto nada como eso; pero, ciertamente, nunca la he visto tener paralelo con nada."14
La historia de amor entre Catherine Earnshaw y el niño marginado, Heathcliff,
tiene un punto: son lo mismo, tienen una misma alma, una misma naturaleza. Cada uno
conoce al otro porque es el otro. "No sé qué composición tendrán nuestras almas, pero
sea de lo que sea, la suya es igual a la mía..."15 dice Catherine. Cada uno conoce al otro
porque cada uno es el otro. Esto no es amor altruista, ni abnegado, ni modestamente
cristiano, ni sacrificado; en cambio es codicioso y duro y orgulloso, el ser no está
negado sino que se duplica, se fortalece, se hace más salvaje, más desmedido. Juntos,
son humanos, un todo humano, el ser duplicado; separados, cada uno está loca y
terriblemente solo, un ser desfigurado por la separación, mutilado. Son salvajes juntos,
vagando por el páramo como niños fuera de los límites de la educada sociedad,
vagabundos, sin ley. Duermen como niños en la misma cuna. Las distinciones sociales
entre ellos no significan nada, porque para el otro son el mundo: el mundo entero,
mental, emocional, material. Este es un amor basado en la igualdad, no la diferencia. Es
un amor completamente fuera de las convenciones y convicciones del género. Se puede
argumentar que el amor entre Catherine y Heathcliff es una metáfora sobre el amor
homosexual; uno o el otro sería el falso hombre o la falsa mujer. Se puede argumentar
que personifican un ideal andrógino, una fusión del hombre y la mujer. Estos
argumentos estarían equivocados porque el género no significa nada en este amor. El
género entra en juego una vez que están separados. Pero antes de que sean separados,
son compañeros en una perfecta y salvaje armonía, una igualdad de identidad física y
espiritual. Como adultos, separados, con el amor de Heathcliff convertido en sadismo,
cada uno aún reconoce la verdad fundamental de su ser unitario. Catherine, antes de
morir, dice: "Mi amor por Heathcliff se parece a las rocas eternas profundas, es fuente
de escaso placer visible, pero necesario... ¡Yo soy Heathcliff! Él está siempre, siempre
en mi mente: no siempre como un placer, como yo no soy un placer para mí misma,
sino como mi propio ser."16 Y luego de su muerte, Heathcliff, inconsolable, dice
"Quédate siempre conmigo —bajo la forma que quieras— ¡vuélveme loco! Pero lo
único que no puedes hacer es dejarme solo en este abismo donde no soy capaz de
encontrarte! ¡Oh, Dios mío, es inconcebible! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo
vivir sin mi alma!"17
No se encuentran uno en el otro; ellos son ambos, lo que significa que son el uno
y el otro. Esto, dice Brontë, es amor apasionado, amor real, amor inalterable —no los
conflictos y antagonismos socializados de los opuestos, sino la profunda igualdad de
dos almas errantes y salvajes; la sociedad conspira para destruir la igualdad. Al destruir
la igualdad, la sociedad destruye a las dos personas. Heathcliff se vuelve sádico;

14
Bell, "Prefacio del editor", XXIV.
15
Emily Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 95.
16
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 97
17
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 197

54
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Catherine se vuelve una esposa, una sombra de sí misma. Niño y niña, "sus pobres
almas se consolaban mutuamente con mejores argumentos de los que yo hubiera podido
encontrar: ninguna persona en el mundo había pintado nunca un cielo tan hermoso
como el que ellos crearon en su inocente charla..."18; adolescentes, "uno y otro
prometían crecer tan rudos como salvajes... Una de las principales diversiones de los
niños consistía en escaparse a las ciénagas por la mañana, para estar allí todo el día. El
castigo que les esperaba no era para ellos más que motivo de risa... ellos todo lo
olvidaban en el momento en que volvían a estar juntos..."19; adultos, Heathcliff quiere
que Catherine lo persiga y ella ya ha prometido que —"No reposaré allí sola; ya me
pueden enterrar a doce pies de profundidad y echarme la iglesia encima, que no
descansaré hasta que estés conmigo. ¡Nunca!"20
Heathcliff es el marginado por excelencia, un niño abandonado, oscuro, "un niño
sucio, andrajoso, de cabellos negros", un "mocoso gitano,"21 referido como un "eso":
"Yo me asusté y la señora Earnshaw estuvo a punto de echarlo de la casa... Todo lo que
pude sacar en claro... fue una historia [del Señor Earnshaw] de que había visto a eso
muerto de hambre, sin casa, por las calles de Liverpool, de donde lo recogió y preguntó
por sus amos... y el señor Earnshaw me dijo que le lavara, le diera ropa limpia y le
dejara dormir con los niños."22
Ser un sucio, un oscuro, un gitano, de cabello oscuro, tener humor negro, todos
son prácticamente sinónimos de exclusión racial, un estatus más bajo basado en el color
de la piel: este racismo es la razón del exilio de Heathcliff de la familia civilizada. La
suciedad y la oscuridad se transforman en su orgullo y su rebelión, también en la fuente
oculta de su dolor, el oculto detonante del odio. Todavía vulnerable y expuesto como un
adolescente, Heathcliff ve a Cathy, como él la llama, ser cortejada por el caballeresco
Edgar Linton y dice "...aunque yo le tumbara veinte veces, no dejaría de ser él más
guapo que yo. Quisiera tener el cabello rubio y la piel blanca como él, vestir bien y
tener modales como los suyos, ¡y ser tan rico como él llegará a serlo algún día!"23
Perseguido por el hermano mayor de Cathy, Hindley, porque él es oscuro y sucio y
parecido a un gitano y huérfano, considerado un salvaje y tratado salvajemente, el exilio
de Heathcliff es una marcha forzada del dinero y los modos y la educación y el lenguaje
refinado y el apareamiento civilizado. Cathy, seducida por la feminidad, encuentra las
expresiones y la actitud de Heathcliff "negras y enfadadas"24, ella se ríe de él porque
está sucio, y para sí misma toma los modos de una señorita —"quitándose los guantes y
descubriendo unos dedos que de no hacer nada ni salir de casa nunca, se le habían
puesto prodigiosamente blancos."25 Heathcliff intenta mantener una igualdad intelectual
con Cathy, pero los trabajos arduos y el desahucio doméstico hacen esa igualdad
imposible: "Largo tiempo se esforzó en mantenerse al nivel cultural de Catherine, pero
al fin tuvo que ceder a la evidencia..."26 Las condiciones sociales crearon en él lo que
parece ser una ignorancia primitiva. Es obligado a salir de la casa para realizar trabajos
forzosos, tratado como un animal porque se presume que tiene una naturaleza animal,
salvaje y oscura. Las condiciones sociales crearon su naturaleza. La educación y el
18
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 51
19
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 54
20
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 149
21
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 42-43
22
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 43
23
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 66
24
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 63
25
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 62
26
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 79

55
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

lenguaje se volvieron inútiles para él. Se hunde en un áspero y hostil silencio, parecido
al de un animal; y Cathy lo traiciona:

"Casarme con Heathcliff sería rebajarme, pero él nunca llegará a saber


cuánto le quiero, y no porque sea guapo, sino porque hay más de mí en él que en
mí misma. No sé qué composición tendrán nuestras almas, pero sea de lo que
sea, la suya es igual a la mía, y en cambio la de Linton es tan diferente como el
rayo lo es de la luz de la luna, o la nieve de la llama."27

Heathcliff la escucha de casualidad decir que casarse con él la degradaría y


huye, para regresar más tarde como un adulto educado, rico, aún oscuro, lleno de odio y
queriendo venganza. Ella escoge lo blanco: al rubio y rico Edgar Linton. El gran amor
está en la igualdad, no la diferencia. Este verdadero amor es destruido por los
imperativos divisorios de una jerarquía racista que valora lo blanco, lo rubio, lo rico y
odia lo oscuro, lo pobre. Heathcliff reconoce el brutal e irrevocable significado de esta
elección pero Cathy nunca lo hace. Ella se esconde de su significado en los artificios y
la carencia moral de la feminidad. Ella dice que se casará con Edgar para poder usar su
dinero para ayudar a Heathcliff a conseguir la igualdad a través de la educación y las
ropas y las otras cosas sofisticadas que el dinero puede comprar. "Lo único que veo,
señorita" dice Nelly, la sirvienta y la principal narradora de la historia, "es, o que ignora
usted los deberes de una casada o que no tiene conciencia."28 Nelly quiere decir que las
relaciones sexuales son un deber del matrimonio; y que es inmoral tener relaciones
sexuales con un hombre mientras se ama a otro. Cathy, probablemente ignorante de las
relaciones sexuales en sí mismas, está lista para sacrificarse a sí misma, su persona, por
Heathcliff. Porque ella es sacrificada, ella nunca entiende por qué Heathcliff se
considera abandonado y traicionado por su elección de lo rubio, lo rico por encima de lo
oscuro, lo pobre. Él entiende el desprecio; y también entiende que al abandonarlo, se
está destruyendo a sí misma, porque son uno. " ¿Por qué me desdeñaste?" Heathcliff le
pregunta cuando ella está muriendo. "¿Por qué traicionaste a tu propio corazón, Cathy?
No sé decirte ni una palabra de consuelo, no te la mereces... Tú misma te has matado...
Si me querías, ¿con qué derecho me abandonaste?"29
Incluso antes de casarse, Cathy tenía la apasionada convicción basada en nada de
lo que ella pudiera entender de que estaba cometiendo un error; una angustia irracional
—"¡Aquí y aquí, o donde pueda estar el alma! repuso Catherine, golpeándose la frente y
el pecho. En donde viva el alma. En mi alma y en mi corazón, tengo la impresión de que
no obro bien."30
Al traicionar a Heathcliff, se traiciona a sí misma, a su propia naturaleza, a su
integridad; esta traición es precisamente congruente con volverse femenina, cada
pequeño paso hacia lo blanco, lo rubio y lo rico, es un paso que la aleja de su propio ser
y el honor. Ella, lentamente, se convierte en una criatura de belleza y gracia social.
Repudia al rufián renegado, físicamente fuerte e intrépido, que vagaba por los páramos:
no a Heathcliff, a ella misma. Ella sí se mata a sí misma: destruye su propia integridad y
autenticidad. Los vestidos, los guantes, la blanquecina e inútil piel sin uso son
emblemas de su desprecio por el honor, el amor propio. Se vuelve un código social, ella
ya no es una voluntad salvaje en un cuerpo fuerte, entera en su propia naturaleza y
entera en el amor.

27
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 95
28
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 97
29
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 189
30
Brontë, Cumbres Borrascosas, p.93

56
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

El sadismo de Heathcliff no es igual y opuesto a la feminidad de Cathy. Esta no


es una historia de "Yo Tarzán, tú Jane". No hay una simetría de mujer-hombre en el
sufrimiento, no hay una simple exposición de dominación y sumisión modelada en roles
sexuales estereotipados. La feminidad de Cathy es un lento, vago y consentido
abandono de sí misma, un fracaso de honor y fe. El sadismo de Heathcliff tiene un
origen distinto: es el chivo expiatorio del patriarcado hasta que se convierte en un
prototipo masculino. Cumbres Borrascosas, tal vez de manera única, muestra una
cadena de hombres entrelazados socializados para odiar y para causar dolor a través del
abuso de poder. Heathcliff no es más que uno de muchos hombres tiranos en Cumbres
Borrascosas; pero sólo él tiene la perspectiva autoconsciente de una persona que ha
estado indefensa y ha sido humillada por ser oscuro, sucio. Porque esta humillación está
basada en la raza, no puede escapar la indefensión de su infancia al crecer en la
dominación: blanco, rubio, rico. El dolor que inflige cuando tiene el poder no es nunca
como la dominación accidental y descuidada de los privilegiados. Su autoconsciencia,
enraizada en la raza, es necesariamente política, presagiando Los condenados de la
tierra. En Pedagogía del Oprimido: "El tirano" dice, "desalienta a sus esclavos y ellos
no se vuelven contra él; sino que aplastan a los que están por debajo."31 Él es la
revolucionaria excepción, consagrado a la venganza; él aplasta hacia arriba, no hacia
abajo. Él destruirá a aquellos que lo hirieron, o a aquellos que son descendientes de
aquellos que lo hirieron: la familia, la clase, la categoría, el tipo, cualquiera cuyo estatus
sea blanco, rubio, rico. "¡No puedo ser compasivo!" dice. "¡No puedo! Cuanto más veo
retorcerse a los gusanos, más ansío aplastarlos! Es una dentición moral, y los moleré
con mayor energía, en proporción al aumento de dolor."32 Su sadismo es orgulloso y
explícito, evocando no menos que a un filósofo de la crueldad como Sade: "De vivir en
un país menos escrupuloso y donde la ley fuera menos rígida, creo que me dedicaría a
hacer la disección de esos dos como entretenimiento vespertino."33 Las dos personas a
las que se refiere son la hija de Cathy y su propio hijo.
La persecución de Heathcliff en su infancia es distintiva, una opresión racista.
Pero el sitio de la dominación masculina, del abuso de poder está, según Brontë, en la
experiencia corriente de ser un niño, indefenso como todos los niños lo están, heridos y
humillados por niños mayores y hombres adultos. Usando la narración, Emily Brontë
escribió un perfil psicológico y físico de las dinámicas de poder del género masculino
de la clase dominante inglesa: como los niños, tratados de manera sádica, aprenden a
refugiarse en la insensible y ortodoxa dominación, aislada y sellada herméticamente
contra la vulnerabilidad y la invasión. Un ejemplo más familiar podrían ser los rituales
de socialización en las escuelas públicas inglesas de élite: como los niños de la clase
dominante son sometidos a la humillación sádica y el abuso físico. Un niño escapa de
esta u otra coreografiada impotencia hacia un dominio social y físicamente seguro, y
nunca vuelve a correr el riesgo de ser vulnerable a tal daño otra vez. Esto es
entrenamiento, ocurriendo en cualquier circunstancia, destruyendo cualquier posibilidad
de empatía con los indefensos o socialmente débiles o las mujeres o los exiliados o los
colonizados o los excluidos porque el propio cuerpo, habiendo experimentado el dolor y
la humillación de estar indefenso, está seguro únicamente en una completa negación de
la vulnerabilidad social, de la identificación con el dañado. La dominación significa
seguridad. A uno le enseñan, a través de la tortura emocional y física, a apagar la
empatía.

31
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 132
32
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 179
33
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 318

57
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

El entrenamiento hacia el sadismo comienza en la infancia. Lo llamamos abuso


de menores.
Heathcliff es cacheteado, azotado, golpeado, atacado, insultado, avergonzado,
humillado, llamado vagabundo, dejado sin hogar, despreciado como socialmente
inferior, ridiculizado. Su protector, el viejo señor Earnshaw es bondadoso, un caballero
de dominación y poder sin esfuerzos en la forma de indiscutida autoridad y maneras
patriarcales. Pero no le da a Heathcliff el apoyo patriarcal, la protección necesaria, el
nombre de un padre. El marginado es Heathcliff Heathcliff, un patriarca de nadie con
ningún derecho porque no tiene apellido, ni linaje paterno o autoridad heredada. No
tener un nombre significa no tener protección sincera; y entonces incluso mientras el
Señor Earnshaw aún está vivo, Heathcliff es físicamente abusado por Hindley, el hijo
legítimo, y por los sirvientes, mientras que la esposa del patriarca y la madre de sus
hijos verdaderos no dice nada, silenciosamente aprobando el abuso físico. Cuando el
señor Earnshaw muere, Heathcliff Heathcliff no es únicamente una persona
insignificante, un niño sin nombre en el patriarcado: él es un oscuro, sucio paria, odiado
con malicia racista por Hindley, cuya legitimación patriarcal le da poder real como la
cabeza de la familia. Con Hindley de jefe, el maltrato hacia Heathcliff se vuelve
sistemático, deja de ser aleatorio o encubierto. Este abuso físico y psicológico no es
únicamente su aflicción individual o su maldición; define su estatus social y civil. El
sadismo adulto de Heathcliff comienza en los mecanismos que él desarrolla para
sobrevivir su cruel infancia: la capacidad misma de soportar el maltrato, de esperar, de
observar, de odiar; la decisión de vengarse, una defensa esencial contra el dolor. "Estoy
evaluando cómo hacerle pagar esto a Hindley," dice el joven Heathcliff. "No sé cuánto
habré de esperar, pero no me importa, si lo consigo al fin. ¡Con tal de que no reviente
antes!"34 Heathcliff aprende a deleitarse positivamente, a experimentar placer real, en
observar "La degradación de Hindley le colmaba de placer..."35 Esta observación y
espera refuerza un fuerte estoicismo:

Él se comportaba como un niño torvo y paciente. Quizá estuviera


acostumbrado a sufrir malos tratos. Aguantaba sin parpadear los golpes de
Hindley y no vertía ni una lágrima. Si yo le pellizcaba, no hacía más que suspirar
profundamente, como si se hubiese hecho daño él solo, por casualidad.36

El sadismo vengativo del adulto tenía en él la más horrible paciencia del niño
abusado. Brontë muestra la lógica ineludible de lo que se ha convertido en un cliché
sociológico contemporáneo: los abusadores de niños a menudo han sido objeto de abuso
cuando eran niños. Ella muestra cómo el árbol crece de la semilla. Podríamos habernos
salteado un siglo de dolor si nos hubiéramos molestado en aprender de ella. (Las Brontë
son icónicas pero lo que saben sobre la vida es ignorado; ¿por qué? La pregunta es sobre
políticas sexuales; la respuesta es desagradable pero ineludible.) Heathcliff sobrevive
porque aprende sobre la voluntad de la venganza y porque convierte su desesperación
por tener amor y respeto en el placer afirmativo de causar dolor. Él causa dolor a
aquellos que defienden a los adultos que lo hirieron cuando era un niño. Para sobrevivir
siendo un niño, espera la crueldad, aprendiendo inevitablemente esa misma crueldad
como ética y como un sustituto para el amor. Como adulto, él adquiere el derecho social
—el poder— de ser cruel: el dinero, las propiedades, los modos, la vestimenta, el
lenguaje y la educación para pasar como alguien que tiene algún derecho sobre la

34
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 71
35
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 77
36
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 44

58
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

dominación, aunque aún sea percibido como oscuro, ahora llamado lúgubre, pero no
sucio. Su distintiva rebelión fue volverse un opresor de intencional, astuta y despiadada
crueldad: no un perverso perpetrador de violencia al azar que hiere a quienes están a su
alcance inmediato; no un borracho desaliñado cuyo círculo de violencia se limita a su
propio estado de marginado. El sadismo de Heathcliff tiene una movilidad ascendente
enérgica pero con un propósito político: el repudio radical, la violenta subversión hacia
el sistema de clases que lo hirió. No hace ningún vínculo con otros que hayan sido
heridos en su indefensión de niños; no tiene empatía. En cambio, el estatus de paria de
la raza es el terreno en el que se mantiene. Nunca habría podido tener la gracia de la
dominación sin esfuerzo, la gracia heredada, la gracia blanca, el impulso patriarcal; ni
tampoco la quería. Quería poder nuevo, la muestra vulgar de venganza sádica. Habiendo
sido un marginado, sabía cómo manipular a los ricos, los rubios, los blancos; sabía más
sobre ellos de lo que ellos podían saber sobre sí mismos (aprendido a través de la
espera, la observación, el padecimiento). Entendía el poder desde fuera, como los
poderosos nunca podrán, ni nunca lo harán. Sabía de la vulnerabilidad de aquellos que
lo habían lastimado; sabía dónde estaban sus debilidades o su estupidez, o su ignorancia
o su degeneración o su codicia o su arrogancia. Usó sus defectos de carácter contra
ellos, un tipo de jiu-jitsu insurgente, en las manos de un sobreviviente maestro de la
desesperación y la impotencia es un arma peligrosa, una siempre subestimada por la
clase dominante. Sabe los puntos de dolor y nunca se equivoca. Causa dolor de tal
manera que aquellos que él lastima se vuelven crueles hacia otros de acuerdo con sus
propósitos y su plan; los hace sus cómplices en infligir dolor a otros y degradarse a sí
mismos. Aprecia tanto el sufrimiento emocional y físico y causa ambos. En su parábola
de la opresión de raza, Heathcliff se vuelve y aplasta la clase que lo oprimió:
destruyendo en sí mismo finalmente y para siempre cualquier cosa frágil o sensible que
pueda haber sobrevivido a su propio entrenamiento en el dolor. El sadismo como
revolucionario puede lograr sólo la venganza, dar vuelta las cosas, un nuevo orden
social del terror y dolor que imita el antiguo orden social del terror y dolor. El sadismo
no puede lograr la transformación o el cambio hacia la justicia o la igualdad. Él y la
clase dominante tienen demasiado en común: ambos son despiadados, ninguno es capaz
de tener empatía. Heathcliff ha aprendido la lección más importante del poder en sí
mismo: no sentir empatía. Esta es una parábola de la revolución fallida, otro golpe de
estado igual que el otro; el Terror desenfrenado en el corazón del oprimido convertido
en opresor.
Hindley se casa cuando Heathcliff es un niño, su mujer muere al dar a luz.
Hindley se vuelve un depravado. Él "no sollozaba ni rezaba, sino que maldecía de Dios
y de los hombres, y se entregó a una vida de loco libertinaje. Ningún criado soportó
largo tiempo el tiránico comportamiento que nos daba:..."37 Esta era la degradación que
Heathcliff tuvo el placer de ver. El hijo de Hindley, Hareton, era otro hijo abandonado y
eventualmente abusado en esta saga de socialización masculina hacia la brutalidad.
Hindley era un borracho violento. Nelly, la sirvienta, intenta esconder al hijo de
Hindley, siempre en peligro por los excesos emocionales y físicos de su padre. Al niño
"le espantaban tanto el cariño salvaje de la bestia de Hindley como la ira de hombre
loco, porque en el primer caso corría el riesgo de que le ahogara con sus brutales
abrazos y besos hasta la muerte, y en el segundo se exponía a que le estrellara contra un
muro o le arrojara a la lumbre. Así que el niño permanecía siempre quieto en los sitios
donde yo le ocultaba."38 Él sería escondido en un armario, una alacena o un clóset para

37
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 76
38
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 86

59
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

protegerlo de su padre. En una ocasión, Hindley se lleva al niño a lo alto de la escalera y


lo sostiene cabeza abajo; y distraído por un ruido, lo suelta. Hindley es violento y
depravado; Hareton es un niño abandonado y abusado; Heathcliff como adulto vuelve a
la casa, logrando poco a poco comprar las propiedades de Hindley al alentar su
disipación. Heathcliff se hace amigo del niño abusado pero no hace nada por ayudarlo,
sólo alienta su autodestrucción, con la violencia que conlleva del padre. Cuando a
Hareton le preguntan por qué le gusta Heathcliff, él dice: "...Porque él trata mal a papá
como papá me trata a mí —y porque él reniega de papá como papá reniega de mí, y
porque me deja hacer todo lo que quiero."39 Heathcliff cultiva el afecto del niño
abusado, mientras lo mantiene ignorante y abandonado. Heathcliff alienta el odio del
niño por su propio padre. La lealtad de Hareton hacia Heathcliff es la desesperada
lealtad que un animal abusado le da a cualquiera que es amable con él. Cuando Hindley
muere, Heathcliff se las arregla para hacerse con Cumbres Borrascosas y el huérfano,
Hareton. La venganza a Hareton es parte del plan de Heathcliff, una violación resuelta
de la inocencia, en la corriente tradición de la crueldad de los hombres más viejos a los
muchachos jóvenes y también un acto consciente de represalia de clase. Hareton, por
nacimiento superior, rico, rubio y blanco, será criado por Heathcliff como un salvaje,
criado como un animal, criado como Heathcliff fue criado. "¡Vaya, chiquito: ya eres
mío!" dice Heathcliff cuando Hindley ha muerto, "Si la rama crece tan torcida como el
tronco, con el mismo viento la derribaremos."40 Hareton ya está marcado por el abuso
físico infantil, Heathcliff no necesita torturarlo físicamente. Lo que el terror y el dolor
pueden hacer, ya se lo hicieron al niño. Pero lastimará al niño como él fue lastimado, lo
tratará con el mismo abandono y desprecio, lo mantendrá primitivo, marginado, como
un grosero y áspero animal. Hareton se convierte en lo que le enseñan a ser. No tiene
medios para expresarse, no tiene lenguaje, ni gestos que se adecúen a su sensibilidad
genuinamente amable. El final feliz de Cumbres Borrascosas, tal como lo es, es cuando
Hareton comienza a aprender a leer y escribir gracias a la hija de Cathy, Catherine, y
encuentran el uno en la otra una igualdad de curiosidad intelectual y gentileza
emocional, proporcionando en forma afirmativa la gran moral que el libro estuvo
enseñando todo el tiempo: nos convertimos en lo que nos enseñan que somos; la
educación es un principio civilizador, que nivela todas las distinciones de clase y
estatus. La narradora de Cumbres Borrascosas, Nelly, una sirviente, es también una
igual en aprendizaje y discurso; y Cumbres Borrascosas es una acusación angustiada
hacia la mala educación —la educación, como el amor, basada en la diferencia, no en la
igualdad, la educación que crea distinciones en vez de crear una comunidad de valores y
placeres en común. El abuso físico es reconocido como una forma de mala educación, el
abandono también educa. Estos crean a los sádicos y a los salvajes. El lenguaje, los
libros, la comunicación, el afecto, la inclusión como base de la igualdad de todas las
personas, es la educación que es humana, transformante, reafirmante para la vida. El
amor basado en la igualdad alcanza la realización en una comunidad que practica la
educación basada en la igualdad: una igualdad de derechos y dignidad y acceso a los
logros intelectuales y simple respeto propio. Las diferencias de clase son creadas a
través de cómo los niños son educados; también el sadismo, la tiranía, y,
potencialmente, la equidad.
El abandono de niños en la infancia era una práctica bastante común. El
nacimiento usualmente causaba la muerte de la madre. Cathy muere dando a luz así
como también la madre de Hareton. El infante sin duda cargaba algún estigma como

39
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 129
40
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 219

60
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

instrumento de la muerte de su madre, especialmente si ella era querida. Catherine, la


hija del amor de Heathcliff, Cathy y el caballero, rubio, rico y blanco Edgar Linton,
cuando nació era "una niña esmirriada de siete meses"; su madre murió dos horas
después y la infante "podría haber muerto llorando en las primeras horas de su
existencia y a todos en aquel momento nos hubiera tenido sin cuidado", la infante "no
tenía amigos."41 Ella también se convierte en parte de la venganza de Heathcliff. Él
decide que ella va a casarse con su hijo, llamado Linton por su esposa fugitiva, Isabella,
la hermana de Edgar Linton, porque Isabella sabía cuánto Heathcliff odiaba el nombre
Linton y la herencia Linton. El hijo fue concebido en la brutalidad carnal de las
relaciones maritales sádicas que incluyen el abuso físico y la tortura emocional. El plan
de Heathcliff era poseer la propiedad de Hindley, Cumbres Borrascosas, y las
propiedades de Edgar Linton y destruir a los herederos de ambos. Para lograr esto,
obligó a su hijo Linton, que estaba cercano a la muerte, y a Catherine, cuyo padre estaba
cerca de la muerte, a casarse.
Catherine era una niña de su tiempo —ella tenía su propia carga de abandono y
soledad para soportar. Huérfana de madre, criada mayormente sola, pero tratada después
de la negligencia recibida como infante con amor y respeto. Crece pueblerina y
protegida, aislada, no mundana, algo consentida pero decente y esencialmente amable.
No es brutalizada de niña. Mayormente, está sola. Esta soledad y una ignorancia hacia
la malicia la preparan para amar a su primo, Linton, primero como niña, después como
una joven adulta.
Cuando la esposa fugitiva de Heathcliff muere, él recupera a su hijo. Isabella ha
intentado mantener a Linton lejos de Heathcliff. Lo manda con su tío, Edgar Linton.
Catherine está encantada de tener un nuevo primo. Piensa sobre él con inocencia infantil
como un amigo, un compañero de juegos, un acompañante, un hermano, un gemelo.
Cuando Heathcliff se las arregla para obtener la custodia física del niño, Catherine ha
sacado de sí misma este anhelo de tener un amigo. Al conocer a Linton de adulto, por
accidente, en el páramo, ella ya siente por él una gran ternura en su corazón. Su padre le
prohíbe ver a Linton. Ella no puede entender esto. Él está tratando de mantenerla alejada
del daño que Heathcliff puede hacerle. Ella se conmueve con el sufrimiento aparente de
Linton y su aparente sensibilidad. Él está débil y enfermo. Le despierta empatía en su
primera admiración, luego lástima al ver su debilidad de carácter. Ella toma estos
sentimientos por amor.
Linton está físicamente debilitado, crónicamente enfermo y probablemente
tuberculoso, muriendo lentamente. Porque Linton está muriendo y quiere que Catherine
se case con él antes de que fallezca, Heathcliff secuestra a Catherine y la obliga a
casarse.
Linton es un tirano de autocomplacencia y pasividad. Su sadismo no es más
agradable que el de su padre, aunque su carácter es amanerado. Esto no es una pequeña
parte en Cumbres Borrascosas. Los hombres tienen diferentes personalidades, y la
tiranía de cada uno se expande más allá de la personalidad individual para llenar los
provocativos imperativos de la dominación masculina. El sadismo o la brutalidad de
cada uno es ejercitada por cada uno de acuerdo con sus necesidades y de acuerdo a sus
medios. La necesidad es creada por la crueldad de hombre a niño. Heathcliff, con la
lucidez del marginado, describe el carácter de su hijo a Catherine:

"... Linton tiene necesidad de su capacidad de afecto para sí mismo. Y


sabrá muy bien hacer el papel de tiranuelo doméstico. Es muy capaz de
atormentar a todos los gatos que se le presenten, siempre y cuando se les limen

41
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 193

61
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

los dientes y se les corten las uñas. ¡Cuando vuelvas a tu casa podrás contar a su
tío mucho sobre sus amabilidades!"42

(El sadismo de Heathcliff incluye mantener a Catherine cautiva para forzarla a


casarse mientras su padre está muriendo.)
El sadismo de Linton proviene de su debilidad. Es el terror hacia su padre lo que
lo motiva: "Linton había vuelto a dejarse caer, sin duda asustado por la mirada de su
padre: no había otra cosa que le produjera tal humillación."43 Este sadismo derivado del
miedo, el sadismo de los débiles, es el alivio cobarde que queda cuando la crueldad de
su padre está dirigida hacia otra persona, no hacia él, una postura defensiva clásica de
los débiles. El mismo Heathcliff abusa físicamente de Catherine, y el placer indirecto de
Linton en el abuso es ambivalente pero real:

"¿Y qué le pareció a usted el espectáculo?" ...


"Yo hice un guiño" respondió: "Siempre guiño los ojos cuando mi padre
le pega a un perro o a un caballo, porque lo hace muy reciamente. Al principio
me alegré de que la maltratara —también ella me había hecho daño al
empujarme. Cuando papá se fue, ella me hizo ver cómo le sangraba la boca,
porque se había cortado con los dientes cuando papá le pegó... y no ha vuelto a
dirigirme la palabra. Creo a veces que la pena no la deja hablar. Pero es un ser
terrible: no hace más que llorar y está tan pálida y tan huraña que me asusta."44

Heathcliff ha presionado al moribundo Linton para que corteje a Catherine, para


comprometerla, persuadirla, enlistar su simpatía: al hacer esto, empuja a Linton a su
muerte: "porque no me cabía en la cabeza que un padre tratase con tal crueldad a un hijo
moribundo como luego averigüe que Heathcliff le había tratado" dice Nelly, "...
obstinándose en que sus planes se realizaran antes de que la muerte del muchacho los
echase a rodar."45 Temiendo que Linton muera antes de que Catherine sea seducida para
casarse con él, Heathcliff usa la fuerza física contra ella para forzar el matrimonio. Pero
él ha destruido a su hijo. Y al destruir a su hijo, él saca todos los despreciables atributos
de Linton. Esta es la profundidad total de la crueldad de Heathcliff: la destrucción real
de su hijo pero también de su deconstrucción moral, el desarme de cualquier cosa
amable o decente en él para que sea moralmente degradado y cruel en la plenitud de su
capacidad. Disfruta no sólo el sufrimiento de Linton sino también el sufrimiento que
Linton le causará a Catherine: "No soy yo quien te hará aborrecerle." Heathcliff le dice,
"—Su dulce carácter se encargará de ello... le vas a hallar tan agrio como el vinagre. Ya
le oí explicar... lo que haría si fuese tan fuerte como yo: el cuadro era admirable. Mala
inclinación no le falta, y su misma debilidad le hará encontrar algún medio con que
sustituir el vigor del que carece."46 La imagen gráfica de un hombre llevando a su hijo a
la muerte, sabiendo que su hijo soportará su propio dolor causándole dolor a otra
persona —planificando el dolor y el dolor que el dolor causará— lleva a preguntase
como Isabella, la esposa de Heathcliff lo hizo: "Heathcliff, ¿es un ser humano? Y si lo
es, ¿está loco? ¿O es un demonio? ... Explícame tú, si puedes, cuando vengas a verme,
qué clase de ser es éste con el que me he casado..."47

42
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 324
43
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 316
44
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 331
45
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 305
46
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 338
47
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 160

62
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Heathcliff es el peor hombre, en diferente grado, no en especie, de los otros


hombres que abusan de mujeres y niños; Brontë enfatiza el abuso en niños varones
porque está escribiendo sobre la construcción de la dominación masculina. Heathcliff es
del orden más grande: la crueldad es su genio, su ética; el odio, la emoción radical que
alimenta su revolución de un solo hombre contra los ricos, los rubios y los blancos
incluso cuando son de su propia progenie. Él destruye a todos precisamente porque su
dominio no puede ser transmitido, ese es el significado de ser un marginado, oscuro,
como un gitano; él no puede transmitir lo que él es sin transmitir su estatus degradado.
Su crueldad radical, basada en el odio de clase, nos recuerda sin querer las más
atractivas virtudes de aquellos nacidos en el dominio: una indiferente e incluso amable o
afable condescendencia; una seguridad en el poder y la identidad que puede moderar o
sublimar ejercicios en el sadismo social. Heathcliff plantea una revolución radical y
violenta encarnada en el sadismo socialmente construido que parece tener la fuerza de la
naturaleza: nivela todo ante ella. El genio feminista de Brontë fue mostrar cómo el
sadismo estaba hecho; cómo y por qué. Su sabiduría política, basada en un humanismo
profundo aunque no sin esfuerzo, la llevó a rechazar la violencia radical, aunque su
criatura, Heathcliff, era tan fascinante, tan sumamente malinterpretada como una figura
romántica, que el repudio de la autora a la crueldad de Heathcliff y la violencia ha sido
pasada por alto o tomada como hipócrita. Después de todo, ¿no escriben las mujeres
romances y tienen fantasías sobre héroes físicamente brutos? ¿Cómo puede haberlo
creado sin amarlo? —una pregunta hecha únicamente a una autora mujer, que se
presume tiene una motivación basada en el deseo, no el conocimiento; en imitar el
romanticismo, no teniendo una visión analítica similar a un escalpelo al exponer las
vísceras de la opresión social.
En la narración en sí misma, Brontë advierte contra la lectura equivocada de
Heathcliff. Isabella, su esposa, representa al mal lector —un punto político brillante e
irónico en sí mismo. El mal lector es el lector sentimental de novelas románticas cuando
la vida, el amor y el arte demandan una confrontación con las políticas de poder. El mal
lector romantiza el sadismo y lee al violador, al abusador, al hombre violento, como un
héroe romántico: torturado a sí mismo, a pesar de la prueba de que él es el torturador.
Heathcliff describe al mal lector cuando describe a Isabella:

"Si abandonó su casa y a sus amigos fue porque creyó que yo era un
héroe de novela y esperaba toda clase de cosas de mi hidalga pleitesía hacia sus
encantos. De tal modo se comporta respecto a mi carácter y tales ideas se ha
formado sobre mí, que dudo en suponerla un ser dotado de razón"48

Ella está en la relación más común con este hombre: una ingenua enamorada de
un marginado, un hombre misterioso que es oscuro y taciturno, herido, sensual; se casa
con él y es banal decir que los hombres brutalizan a sus esposas. Isabella es una persona
común, como la mayoría de nosotras lo somos: nos enseñan a ser malas lectoras de los
hombres, nos mantienen ignorantes del significado de la dominación y el sexo, en
rebelión contra la sabiduría convencional —las convenciones— de la familia; el hombre
peligroso es el camino para aquellas que deben mezclar ignorancia con rebelión.
El desprecio de Heathcliff por Isabella tiene en él, nuevamente, una lucidez
impresionante, esta vez, una lucidez moral. Ella ha visto el sadismo —lo ha visto
torturar a su perro, lo ha dejado hacerlo; "... Ninguna brutalidad le disgustaba", dice
Heathcliff, "... si tan sólo su preciada persona se mantenía a salvo de perjuicio!"49 Es la

48
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 176
49
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 177

63
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

moralidad básica del amor femenino —ser la excepción a la violencia— sin conciencia
para frenar la brutalidad contra otros siempre que una sea la excepción —eso subraya el
significado de la feminidad: no hay integridad, no hay entereza, no hay honor. La
tortura del perro es descripta dos veces, una por Nelly que lo ve ahorcado, casi muerto y
lo libera justo a tiempo para salvar su vida; y otra por Heathcliff, que describe la
vulnerabilidad del pequeño perro, los ruegos de Isabella por él y luego el que no haya
hecho nada para salvarlo, porque infirió que Heathcliff quería "ahorcar a todo cuanto se
relacionara con los Linton, excepto un solo ser. Quizá creyera que la excepción se
refería a ella misma."50 La excepción, por supuesto, era Cathy, la esposa de Edgar. Pero
por esta nada emocional, este inferido respeto por ella como una excepción a su odio
general hacia su familia y amigos, ella sería capaz de ver a su propio perro torturado,
asesinado lentamente por todo lo que ella sabía, ya que no lo rescató. Esto es un quiebre
moral familiar para las mujeres enamoradas, que renunciarán a todo para ser la
excepción. El punto real es que el no tener honor es una parte integral de la condición
femenina, especialmente de la feminidad de la mujer enamorada.
Cathy le ha advertido a Isabella sobre su "deplorable ignorancia de su carácter...
No imagines que es un diamante en bruto o la ostra que contiene una perla, no. Es un
hombre implacable y sanguinario como un lobo."51 Su amor no depende de la mala
lectura: ella conoce a Heathcliff.
Heathcliff se fuga con Isabella para separarla de su familia, para lastimar a
Edgar y a Cathy, para comprometerla. Durante el matrimonio, la brutaliza. "¡Está
convertida en una simple prostituta!" le dice a Nelly, "Se ha cansado enseguida de
complacerme. Aunque te parezca mentira, el mismo día de nuestra boda ya estaba
llorando por volver a su casa."52 Isabella confiesa que quería volver a casa "a las
veinticuatro horas de haber salido de ella..."53 Estas son referencias a la noche de boda:
para el siglo XIX, son evidentes referencias a una violación marital brutal,
particularmente enfatizada cuando Heathcliff llama a su esposa una prostituta frente a
una sirviente. El abuso carnal a Isabella es continuo: "...No repetiré su lenguaje, ni
describiré su comportamiento habitual: ¡Él procura excitar mi odio por todos los
medios! Su modo de obrar me produce a veces una estupefacción que me hace olvidar
el terror que siento. Y eso que un tigre o una serpiente no me atemorizarían más que
él."54 Ella huye. Él tenía la autoridad legal para encontrarla y traerla de vuelta. Es claro
que la rastrea y sabe dónde está. Pero el sadismo sexual, el sadismo de la relación
matrimonial lo ha aburrido. La deja ser. Emocionalmente, ella quiere venganza; él ha
logrado convertirla en alguien que quiere producir dolor porque le fue infligido a ella:
"pero en aquel caso, el mal de Heathcliff no me satisfacía si yo no me mezclaba en él.
Hubiera preferido que sufriera menos, pero que sus sufrimientos se debieran a mí y que
él lo supiera."55 Pero antes de huir, hay un momento de otro tipo de violencia, una
violencia enraizada más en la justicia que la venganza:

"Miré el arma con curiosidad, y un horrible pensamiento vino a mi


mente: lo fuerte que yo me sentiría si tuviese semejante artefacto en mi poder. La

50
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 177
51
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 120
52
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 176
53
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 160
54
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 170
55
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 211

64
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

expresión, no de asombro, sino de codicia que mi cara adoptó durante un


segundo, asombró a aquel hombre."56

El arma es de Hindley; se supone que Isabella debe cerrar con llave la puerta de
Heathcliff porque Hindley piensa que, de otra manera, él, Hindley, matará a Heathcliff.
El momento de reconocimiento de que ella podría matar a Heathcliff —el poder que un
arma le daría— es un momento de dignidad. Es una percepción lúcida y única del
derecho a la defensa propia. Es una percepción lúcida y única del de derecho a la
ejecución: un derecho moralmente innegable para las esposas golpeadas; un derecho al
cual se renuncia a veces para escapar y a veces porque las mujeres no matarán. Este
libro moralmente implacable, esta disección radical de la violencia, le da una rápida y
silenciosa consideración a lo que no discutiremos aún: el derecho de una esposa
golpeada a ejecutar al hombre que la tortura. El punto no está en la equidad de la
violencia, ni está en la equidad del sadismo —el punto no es que él deba sufrir. El punto
es que él debe morir para que ella sea libre. El punto es que hay dignidad y libertad en
ejecutarlo. El sadismo es, a la larga, una interminable venganza; la justicia está en
detener la tortura.
Charlotte Brontë, tratando de defender a su hermana porque Emily había escrito
un libro irrespetuoso e indomable, escribió: "Habiendo creado esos seres, no sabía lo
que había hecho".57 Yo creo que lo sabía; y que aún no hemos enfrentado lo que Emily
Brontë sabía, dijo y mostró. Quiero que la leamos cuando leamos a Fanon y Millet;
cuando pensemos sobre la raza y el género y la revolución; cuando discutamos
preguntas sobre la violencia y el sadismo. "En ocasiones he soñado cosas que no he
olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar." dice Cathy, "han pasado por
mi alma y le han dado un color nuevo, como cuando al agua se le agrega vino." 58 Para
algunas de las personas que lo hayan leído, Cumbres Borrascosas, es ese sueño. Ahora
es momento de leerlo completamente despiertas.

56
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 165
57
Bell, "Prefacio del editor", XXIX.
58
Brontë, Cumbres Borrascosas, p. 93

65
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Viaje a la oscuridad:
el de ella y el nuestro
1987
En mi clase en la Universidad de Minnesota también di clases sobre este libro de Jean
Rhys. Me gusta su dureza. Me gusta su falta de sentimentalismo. Odio su silencio de
veintisiete años y me duele que publique tan poco. Su obra se perdió ya una vez y la veo
desvaneciéndose ahora. Para durar, el trabajo no sólo debe ser impreso y permanecer
impreso sino que también otros escritores deben usarlo, ser influenciados por él y
valorarlo. Si esos otros escritores son mujeres, su trabajo va a desaparecer también,
como pueden ver.

VIAJE A LA OSCURIDAD de Jean Rhys, publicado por primera vez en 1934, es


una pequeña y aterradora obra maestra. Lo mismo puede decirse de Cuarteto (1928),
Dejando al Señor Mackenzie (1931), Buenos días, medianoche (1939) y El Ancho Mar
de los Sargazos (1966). No me ha sido posible encontrar La Orilla Izquierda, publicado
por primera vez en 1927.59 Los veintisiete años de silencio entre Buenas noches,
medianoche y El Ancho Mar de los Sargazos sugiere que escribir pequeñas y
aterradoras obras maestras no es una actividad gratificante para una mujer.
Elegante, dura como la piedra, sin una pizca de sentimentalismo, Rhys escribe,
usualmente en primera persona, de mujeres como ingenuas perdidas, mercancías
solitarias flotando de hombre en hombre; el hombre usa a la mujer y la paga cuando se
cansa de ella; con cada hombre, el valor de la mujer disminuye, ella se vuelve más
usada, más gastada, más deteriorada. Estos libros son acerca de cómo los hombres usan
a las mujeres: no de cómo la sociedad castiga a las mujeres por tener sexo sino de cómo
los hombres castigan a las mujeres con las que quieren tener sexo, con las que han
tenido sexo. La máxima feminista "cada mujer está a un hombre de distancia de la
felicidad" es cierta pero banal al ser enfrentada al retrato de Rhys de la mujer sola; no
hay bienestar; sólo pobreza, falta de vivienda, desesperación y la eventual e inevitable
necesidad de encontrar otro hombre.
En Viaje a la Oscuridad, Víctor le paga a Anna, la narradora, por su amigo,
Walter. Él mira la fotografía de una actriz, la amiga de Anna, Laurie. "'Ella es realmente
bonita. Pero difícil— un poco difícil' como si estuviera hablándose a sí mismo. 'Se
ponen así. Es una lástima.'"60 Su fría arrogancia es transmitida y también lo es la propia
solitaria inexistencia de la narradora: como si estuviera hablándose a sí mismo. Su
consciencia lo internaliza —su estilo, su significado— y también hace real para el lector
el hecho de que ella no existe para él. Rhys crea mujeres que son percibidas por los
hombres como trozos, compradas en el mercado, pero la mujer misma dice cómo es la

59
NdT: En el caso de Cuarteto (Quartet) fue publicado ese mismo año bajo el nombre de Postures y
luego republicado en 1929 como Quartet. En caso de Dejando al Señor Mackenzie el texto original dice
"Leaving Mr Mackenzie" pero el libro se llama "After leaving Mr Mackenzie", por lo cual decidí dejar la
traducción original pero hacer la aclaración. En el caso de La Orilla Izquierda opté por hacer lo mismo ya
que en realidad se llama The left bank and other stories es decir, La Orilla Izquierda y Otras Historias.
60
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad (Nueva York: Biblioteca Popular, n.d.), p. 149.

66
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

vida: describe al hombre y la transacción y sus propios sentimientos antes, durante y


después, su propia existencia dentro del marco de la existencia de él y simultáneamente
su propia existencia completamente fuera de la esfera de la imaginación de él: la mujer
que es el trozo, sí, y que al mismo tiempo ve, siente, sabe, tiene un ingenio amargo y
una ironía aguda, que es cáustica, que vive en lo que los hombres dignifican para sí
mismos como una desesperación existencial, que debe sobrevivir en un mundo que los
hombres hacen más pequeño que su propia inteligencia. "Estaba pensando, 'Tengo
diecinueve y tengo que seguir viviendo y viviendo y viviendo'"61 En la superficie la
mujer es una cosa bonita, la ingenua sola, y en su camino hacia abajo y bajo la
superficie tiene la consciencia de la narradora, una inteligencia objetiva que nota cada
detalle de significado. Es una inteligencia fría, dura. Las mujeres son juzgadas en el
mundo del hombre por la superficie. Rhys juega con la superficie de la narradora, lo que
significa para los hombres, contra la consciencia de la narradora. Los hombres conocen
su cuerpo. Nunca conocen su inteligencia. No podrían conjeturarla o imaginarla o
resistirla. Nunca sabe que ella los está mirando; sólo que ellos la están mirando a ella.
La arrogancia de los hombres es nivelada, civil, respetuosa, educada, desdeñosa
pero sin agresión física; estos son puteros ricos, no violadores violentos. Ellos compran,
no roban. Compran bienes, no personas y ciertamente no personas como ellos. El
desdén es lo que sienten por esta forma de vida inferior que existe para su placer:

El señor Jones dijo, "Él sabía que tendrías dieciocho o veintidós años.
Ustedes las chicas sólo tienen dos edades. Tú tienes dieciocho y por supuesto, tu
amiga tiene veintidós. Desde luego."62

El desprecio es como un acabado impermeable, brillante, de poliuretano, una


cáscara dura y lustrosa; sin poros, nada entra o sale. La narradora captura cada matiz de
este desprecio. "'Pobre pequeña Anna,' dijo haciendo su voz más amable. 'Lamento
tanto que hayas tenido que pasar tan mal momento.' Haciendo su voz más amable, pero
la mirada en sus ojos era como un muro liso, alto e imposible de trepar. Sin
comunicación posible. Tienes que estar tres veces loco para incluso intentarlo."63
Anna tiene dieciocho años cuando la historia comienza. Está en camino a un
espectáculo de teatro Vodevil. Está acostumbrada a que los hombres la vayan a recoger.
No ha tenido relaciones sexuales. Walter la lleva a cenar. Ella descubre que la cena es
en una suite con habitaciones con un dormitorio. "Él me besó de nuevo y su boca estaba
dura, y lo recordé oliendo el vaso de vino y no pude pensar en nada más que en eso, y lo
odiaba. 'Mira, déjame ir' dije."64 Lo recordé oliendo el vaso de vino y no pude pensar en
nada más que en eso: en este único detalle, la narradora nos está forzando a recordar
que el hombre es un consumidor, no un amante. Rechazándolo, ella va al dormitorio.
Ella quiere amor, romance: "Pronto él vendrá de nuevo y me besará, pero de manera
diferente. Él será diferente y entonces yo seré diferente. Será diferente. Pensé, 'Será
diferente, diferente. Debe ser diferente.'"65 Él no entra; ella se recuesta en la cama, fría:
"El fuego era como un fuego pintado; no brotaba calor de él."66 Él espera que ella salga,
la lleva a su casa, de vuelta a una habitación vacía, fría y alquilada. Ella se enferma y le
escribe una nota pidiéndole ayuda. Él la visita, la ayuda, le da dinero, le paga a la casera

61
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 93.
62
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 11.
63
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 148.
64
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 19.
65
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 20.
66
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 20.

67
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

para que la cuide, encuentra otras habitaciones para ella para cuando esté bien y el
romance comienza. No la compra por una noche; en cambio, tiene la seguridad
emocional y material a largo plazo de un amorío, siendo suya hasta que él se canse de
ella. Ella le dice que no es virgen, pero lo es. Después de hacer el amor por primera vez,
ella piensa: "'Cuando cierre los ojos podré ver esta habitación toda mi vida'"67 Ella no se
mira en el espejo para ver si ha cambiado, "Pensé que había sido como dijeron las
chicas, excepto que no sabía que dolería tanto."68 Ella estaba locamente enamorada.
Quería ser valorada, amada. En cambio, tuvo que levantarse en el medio de la noche
para escabullirse de su habitación y salir de su casa, una mujer sola en la gran noche.
"Por supuesto, te acostumbras a las cosas, te acostumbras a cualquier cosa."69 Está feliz
y tiene miedo; sabe que su felicidad va a terminar. Advertida por su amiga, Maudie,
mayor y también en vodevil, comete el trágico error. "'Solo, no te vuelvas muy
empalagosa con él' [Maudie] dijo. 'Eso es fatal. La cuestión con los hombres es poder
sacarles todo lo que puedas y que no te importen un carajo. Pregúntale a cualquier chica
en Londres—o cualquier chica en cualquier lado del mundo si se trata de eso [...]"70
Cuando Walter termina con ella, ella lo sabe: "Quise pretender que era como la noche
anterior, pero no sirvió de nada. Estar asustada es frío como el hielo, y se siente como
cuando no puedes respirar. '¿Asustada de qué?' Pensé."71 Ella ve a Walter poniendo
dinero en su bolso. Comienza el descenso inevitable; el primer hombre con el que ha
terminado; los otros esperando; sin dinero propio; sin hogar. Vaga por un mundo de
hombres y habitaciones rentadas. Nada mitiga su dolor: "Realmente todo lo que quieres
es que llegue la noche, y recostarte en la oscuridad y poner la sábana sobre tu cabeza y
dormir, y antes de que sepas dónde estás es la noche—es la única cosa buena. Pones la
sábana sobre tu cabeza y piensas, 'Él se cansó de mí', y 'Nunca, jamás, nunca'. Y luego
te vas a dormir. Te duermes muy rápido cuando estás así y no sueñas tampoco. Como si
estuvieras muerta."72 (Hoy llamamos a este dolor "depresión". Las mujeres la tienen.)
Pero esta no es una historia sobre el corazón roto de una mujer. Es la historia de
una mujer que es, en los ojos de los hombres que la contemplan, una mujerzuela, esté su
corazón roto o no. "Recogí una chica en Londres y ella... Anoche dormí con una chica
que...' Esa era yo. Tal vez no 'chica'. Alguna otra palabra, tal vez. No importa."73
Nadie ha escrito sobre una desesperación como ésta en una mujer—la gran
soledad, la gran frialdad, el gran temor, de vivir en un mundo donde, como observa un
hombre, "'la ropa de una chica cuesta más que la chica dentro.'"74 Eliot y Hardy han
escrito vívidamente, de manera inolvidable, sobre las mujeres en situaciones de
desesperada ruina, excluidas y castigadas por un doble estándar sexual—pienso en
Hetty en Adam Bede y Tess en Tess de D'Ubervilles; Hawthorne también lo hizo en La
Letra Escarlata. Pero Rhys simplemente nos entrega una mujer como mujer, como los
hombres la ven y para lo que sirve. Hay un sentido contemporáneo de alienación —
distancia y desapego de cualquier mosaico social, excepto que los hombres y el dinero
sean el mosaico social. La sociedad es más simple; la explotación es más simple; la
supervivencia depende de ser lo que los hombres quieren usar, incluso si no hay

67
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 31.
68
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 32.
69
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, pp. 34-35.
70
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 38.
71
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 74.
72
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 120.
73
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, pp. 134-35.
74
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 39.

68
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

esperanza alguna de sobrevivir en esos términos, solo siguiendo y siguiendo, igual pero
más y más vieja. Anna observa la desesperada farsa de mujeres tratando de pasar el día
a día:

La ropa de la mayoría de las mujeres que pasaban era como caricaturas


de la ropa en los escaparates, pero cuando se detenían a mirarla veía que sus ojos
estaban fijos en el futuro. "Si pudiera comprar esto, entonces, por supuesto, yo
sería diferente." Mantén viva la esperanza y podrás hacer cualquier cosa [...]
¿Pero qué pasa si ya no tienes esperanza, si ya estás rota? ¿Qué pasa entonces?75

Ella pinta una profunda desesperación en las mujeres, cada una, por el bien del
mañana, continuamente consciente de su propio valor en el mercado, pensando siempre
en la vestida superficie que cuesta más de lo que cuesta ella.
Anna queda embarazada en uno de sus encuentros casuales y Viaje a la
Oscuridad termina con una descripción gráfica, virtualmente insoportable de un aborto
ilegal y de la experiencia cercana a la muerte de Anna por desangramiento. El médico
puede ser llamado sólo luego de que haya complicaciones, avisando que se ha caído por
las escaleras. "'Oh, entonces te has caído, ¿verdad? [...] Ustedes las chicas son
demasiado inocentes para vivir, ¿no? [...] Estará bien [...] Lista para comenzar de nuevo
en poco tiempo, no tengo dudas.'"76
Anna tiene dieciocho cuando el libro comienza, diecinueve cuando termina.
En Viaje a la Oscuridad, Rhys usa la raza para subrayar el alejamiento total de
Anna de lo que se considera la realidad de la clase media. Anna fue criada en la India
Occidentale, siendo de la quinta generación de la India Occidental del lado de su madre,
como se jacta con Walter. Este alarde y una acusación de su madrastra sugieren que la
madre de Anna era negra. Pero su estado es blanco, la hija legítima de un padre blanco
que tiene muchos hijos negros ilegítimos. El ser blanca la separa de esos innegables
parientes y de la sociedad negra en la que vive. Es una extranjera. Su madrastra culpa la
incapacidad de casarse en Inglaterra de Anna en su cercanía a los negros en su infancia:
"Traté de enseñarte a hablar como una señorita y comportarte como una señorita y no
como una negrata y por supuesto, no pude hacerlo. Era imposible alejarte de los
sirvientes... Exactamente como una negrata hablabas —y todavía lo haces."77 Al tener
sexo con Walter, lo único en lo que podía pensar era en algo que vio cuando era
pequeña, una vieja lista de esclavos, los esclavos mulatos: "Maillotte Boyd, de 18 años,
mulata, sirvienta de la casa."78 Ella tiene dieciocho años, es posiblemente mulata; en el
acto sexual esta otra mujer como ella la persigue. Pero Anna sabe que ella es ajena a los
negros, no siendo aceptada por los sirvientes: "Pero sabía que, por supuesto le
disgustaba también a ella porque yo era blanca; y que nunca iba a ser posible explicarle
que odiaba ser blanca. Ser blanca y volverme como Hester [la madrastra] y todas las
cosas que adquieres—viejas y tristes y todo. Seguí pensando, 'No... No...' Y supe que
ese día comencé a envejecer y que nada podía detenerlo,"79 Ella odia Londres: "Esto es
Londres—cientos de miles de personas blancas de personas blancas [. . .]"80 Ella
contrasta a las personas blancas con las oscuras casas, las oscuras calles; en términos
literarios, hace que la piel blanca se destaque sobre el fondo oscuro de la ciudad. Anna

75
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 112.
76
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 160.
77
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 55.
78
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 44.
79
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 60.
80
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 15.

69
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

es una completa extranjera, que no pertenece a ningún lado. Viaje a la Oscuridad


expone y condena el racismo colonial de los Ingleses; y también utiliza el estado de
extraña de Anna para subrayar el exilio metafísico de cualquier mujer sola, cualquier
mujer como una mujer per se, un exilio del mundo de los hombres y el valor humano
que tienen, el dinero y el poder que tienen; un exilio especialmente de la legitimidad que
se hereda simplemente por ser hombre.
Ahora: en 1934 Jean Rhys publicó un libro sobre mujeres como mercancía
sexual; sofisticada y brillante, mostró la soledad, la desesperación, el miedo y al mostrar
cómo los hombres miran, valoran y usan a las mujeres, mostró cómo todas las mujeres
viven sus vidas en relación a esta conclusión, este destino, este ser comprada y vendida.
Y en 1934, Jean Rhys publicó un libro que describía un aborto ilegal, mostró su
usualmente horror terminal, y también mostró cómo era simplemente una parte de lo
que una mujer debía vivir, de la misma forma en la que se suponía que debía ser usada
y luego abandonada, o pobre, o sin hogar, o a merced de un comprador masculino. Jean
Rhys es una de las muchas "escritoras perdidas" redescubiertas y ampliamente leídas en
la década de 1970 por el interés que generó la actual ola de feminismo en la escritura de
las mujeres. La gente está feliz de decir que era una gran escritora sin realmente hablar
en serio y ciertamente sin prestar mucha atención a la sustancia de su obra: a lo que dijo.
Escribió acerca de la soledad de ser una mujer, pobre y sin hogar, mejor que nadie que
yo conozca. Escribió acerca de lo que ser usada te quita y cómo nunca lo recuperas. Las
mujeres que deberían haber estado leyéndola, leen en cambio El Guardián entre el
Centeno o a Jean Genet porque sus libros desaparecieron. Tuvimos libros hechos por
hombres sobre la prostitución y la vida en la calle: Genet abrió nuevos caminos, pero
hay una larga historia de hombres escribiendo sobre prostitución. De hecho, al
comienzo de Viaje a la Oscuridad, Rhys hace una broma de escritora sobre esos libros.
Anna está leyendo Nana de Zola: "Maudie dijo, 'Lo sé; es sobre una prostituta. Creo que
es repugnante. Apuesto que un hombre que escribe un libro sobre una prostituta dice un
montón de mentiras de una manera o de otra. Además, todos los libros son así—solo
alguien rellenándote.'"81 Es, finalmente, un libro verídico. Es, por lo menos, una gran
parte de la verdad; y es, pienso, mucho más cercano a toda la verdad de lo que al
Movimiento de Mujeres que resucitó su trabajo le gustaría pensar.
A veces miro alrededor a las escritoras de mi generación, a las que son un poco
más viejas y un poco más jóvenes también, y sé que nos habremos ido: desaparecidas
como Jean Rhys desapareció. Ella era mejor que la mayoría de nosotras. Dijo más en lo
poco que escribió—con sus veintisiete años de silencio. Su genio narrativo era sólo eso:
genio. Esperamos que nuestros pequeños y mediocres libros vivan para siempre, y ni
siquiera pensamos en lo que tienen que arriesgar para hacerlo. Sin embargo, los buenos
libros de nuestro tiempo de mujeres se agotan continuamente; algunos son traídos de
vuelta, la mayoría no. Ojalá hubiera crecido leyendo a Jean Rhys. Sí crecí leyendo a D.
H. Lawrence y a Jean Genet y a Henry Miller. Pero la verdad de ella no tuvo permitido
vivir. Al infierno con sus luchas contra la censura; fue aniquilada. No pude aprender de
su trabajo porque no estaba allí. Y necesité a Jean Rhys mucho más de lo que necesité a
los chicos malos mencionados anteriormente: como mujer y como escritora. No sé por
qué ahora, nosotras las escritoras, pensamos que nuestros libros van a vivir. No hay
nada que indique que las cosas han cambiado en general para las escritoras. Sé que los
hijos del futuro tendrán mucha basura sexy literaria de los hombres; pero no creo que
tengan mucho de las mujeres que muestre tanto como lo que mostró Jean Rhys en 1934.
Esta desaparición de las escritoras nos cuesta; es mucho peor que tener que reinventar la

81
Jean Rhys, Viaje a la Oscuridad, p. 9.

70
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

rueda. Cuando una escritora "se pierde", las posibilidades de las mujeres que vienen
después se pierden también; sus verdaderas percepciones son expulsadas de la
existencia y nos dejan los libros de los hombres que cuentan "muchas mentiras de una
manera o de otra". Estas mentiras son las que mantienen a las mujeres perdidas en todos
los sentidos: las escritoras, las Annas. No hemos hecho mucho para evitar que nos
destruyan porque pensamos que somos la generación excepcional, diferente de todas las
anteriores que vinieron antes: la única generación que soporta el dominio masculino
(decimos que estamos luchando contra él) escribiendo sobre eso. Nuestras hermanas
muertas, sus libros enterrados con ellas, tratan de no reírse.

71
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

III
REAPROPIARSE DEL DÍA

Uno debe hablar, después de todo; compartir sus intereses


con la gente que nos rodea. ¿Qué
tipo de engaño, en una ciudad de violadores, espera
la dignidad de las mujeres?
—John Gardner, El libro de las Sombras.

72
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Una Feminista Mira a Arabia Saudí


1978
Es difícil luchar contra los liberales. Se resbalan y deslizan. Jimmy Carter tenía un
enfoque de derechos humanos en su política exterior suficiente como para hacer a
Sudáfrica responsable de su racismo. Los países que segregan sistemáticamente a
mujeres, como Arabia Saudí, no tienen nada que temer de este presidente de los
derechos humanos. Ahora que el apoyo de Reagan al apartheid es la política exterior
estadounidense, la gente puede llegar a pensar que los puntos señalados en este ensayo
son simplistas o baratos. Odio el apartheid, en Sudáfrica y en Arabia Saudí, por
motivos de raza o por motivos de sexo. ¿Importan las mujeres o no? ¿Hay un estándar
único de derechos humanos que incluya a las mujeres o no?

ALGUNAS VECES NO PUEDO creer el mundo en el que vivo. Generalmente,


le sigo la corriente, creyendo. Como feminista y escritora, estudio las violaciones, la
pornografía, la violencia machista hacia las esposas. Veo los cuerpos abusados de las
mujeres, en la vida real y en los periódicos. Encuentro, en la vida y en los libros, las
mentes destrozadas, las víctimas bloqueadas. Me aflijo, me enfurezco, pero a pesar de
todo, creo. Esta capacidad de creer viene, sin duda, de escuchar cuando era niña los
recuerdos desesperados de aquellos, algunos dentro de mi propia familia, que
sobrevivieron a los campos de concentración Nazis y a las matanzas rusas. Como judía,
una aprende a creer en la realidad de la crueldad y aprende a reconocer la indiferencia
ante el sufrimiento humano como un hecho.
Algunas veces, sin embargo, mi credulidad es forzada. El hecho de que las
mujeres, después de medio siglo de lucha, aparentemente no tengamos los mismos
derechos bajo la ley en este país es difícil de creer, especialmente en esos días grotescos
en los que el Sr. Carter hace apasionadas declaraciones sobre la importancia de los
derechos humanos en otros lugares. La incredulidad me lleva a preguntarme por qué el
aprieto en el que se encuentran los disidentes masculinos en Rusia tiene prioridad en la
poco empática imaginación del Sr. Carter cuando las mujeres en este país están siendo
colocadas en instituciones mentales o lobotomizadas o simplemente golpeadas hasta la
muerte o casi hasta la muerte por hombres a los que no les gusta la forma en que ellas
lavaron la ropa o prepararon la cena. Y en días en los que este presidente hipócrita se
asegura de que las mujeres pobres no tengan acceso a un aborto salvavidas, y nos dice
sin vergüenza que "la vida es injusta", mi incredulidad bordea la cruda angustia. Me
pregunto por qué la generalizada tiranía sexual en este país—la tiranía de los hombres
sobre las mujeres, con su expresión sintomática en la privación económica y
discriminación legal— no está, al menos, en la lista de violaciones a los derechos
humanos que el Sr. Carter tiene en la punta de su bífida lengua.
Pero sobretodo, la incapacidad para creer surge en los días en los que el Sr. Carter
y sus amigotes—y sí, debo admitir, especialmente Andrew Young— discuten sobre
nuestro gran amigo, Arabia Saudí. Mejor dicho, su gran amigo, Arabia Saudí. Escuché
en los noticieros que el Sr. Carter estaba encantado con Arabia Saudí, que lo pasó
maravillosamente. Recuerdo que la Sra. Carter entró por la puerta trasera. Recuerdo que
el uso de anticonceptivos en Arabia Saudí está penado con la muerte. Recuerdo que en
Arabia Saudí, las mujeres son una casta despreciada y encarcelada, a quienes se les

73
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

niegan todos sus derechos civiles, se las vende en matrimonio, se las aprisiona como
sirvientes sexuales y domésticos en harenes. Y recuerdo que en Arabia Saudí las
mujeres son obligadas a criar bebés, que mejor que sean niños, hasta que mueran.
La incredulidad aumenta en intensidad cuando pienso en Sudáfrica, donde de
repente Estados Unidos está del lado de los ángeles. Como la mayor parte de mi
generación y notorios años sesenta, pasé una parte considerable de mi vida
organizándome contra el apartheid, aquí y allí. Estas conexiones siempre han sido
palpables. Los despiadados intereses económicos y sexuales de los exploradores han
sido siempre claros. El despectivo racismo de los dos viles sistemas ha herido mi
corazón y me ha dado una buena razón para pensar que la "democracia" es una mentira
psicótica. Lentamente, los activistas fueron obligando a nuestro gobierno, obstinado en
su apoyo a la pura maldad, a reconocer en su política exterior que los sistemas racistas
de organización social son abominables e intolerables. La superficialidad de este nuevo
compromiso es evidente en el casi cómico eslogan que supuestamente articula las
aspiraciones de los subestimados: Un hombre, un voto. La política exterior de Estados
Unidos ha alcanzado, apenas, los imperativos de derechos humanos de principios del
siglo XIX, que la Convención de Séneca Falls en 1848 hizo reaccionarios, sino
obsoletos.
A pesar de los seductores espejismos de progreso, en ninguna parte del mundo se
practica el apartheid con más crueldad y finalidad que en Arabia Saudí. Por supuesto,
son las mujeres las que están encerradas y excluidas, exiliadas a la invisibilidad y a la
abyecta impotencia dentro de su propio país. Son las mujeres quienes son
sistemáticamente degradadas desde su nacimiento hasta su muerte prematura, completa
y absolutamente y sin excepción privadas de su libertad. Son las mujeres quienes son
vendidas en matrimonio o concubinato, usualmente antes de la pubertad; asesinadas si
sus hímenes no están intactos en la noche de bodas; mantenidas en cautiverio,
ignorantes, embarazadas, pobres, sin elección ni remedio. Son las mujeres las que son
violadas y golpeadas con pleno aval de la ley. Son las mujeres las que no pueden poseer
propiedades o trabajar para vivir o determinar de alguna manera las circunstancias de
sus propias vidas. Son las mujeres las que están sujetas a un despotismo que no conoce
límites. Las mujeres excluidas y encerradas. El Sr. Carter, encantado con sus grandes
amigos, los Saudíes. El Sr. Carter, un sincero defensor de los derechos humanos. A
veces incluso una feminista con un verdadero conocimiento de la hipocresía masculina
y un fuerte estómago no puede creer el mundo en el que vive.

74
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Una esposa golpeada sobrevive


1978
Este ensayo tiene ahora diez años. Las agresiones a las mujeres por sus maridos es el
crimen más comúnmente cometido en los Estados Unidos, según el FBI. En New
Hampshire, conozco mujeres de dieciocho años que trabajan en un refugio para
mujeres maltratadas por sus esposos. Una habla sobre cómo se siente cuando las
mujeres deciden irse a sus casas y tiene que llevarlas. En Toronto, conozco dos mujeres
que viajan a lo largo de las zonas rurales de Canadá en pleno invierno para encontrar
y ayudar a mujeres maltratadas. En un proyecto llamado "Fuera del Camino del
Maltrato" Susan Faupel camina 600 millas —desde Chicago, Illinois a Little Rock,
Arkansas— por las mujeres maltratadas. En un estado sureño, me lleva al aeropuerto
una organizadora del mitin en el que acabo de hablar; el auto sigue desviándose fuera
del camino mientras me cuenta que está siendo golpeada; ¿cuándo? sigo preguntando;
ahora, ahora, dice; ha ido a las reuniones de organización para las demostraciones
antipornográficas con maquillaje cubriéndole los moretones de la cara. En el sur,
especialmente, conozco lesbianas, casadas y con hijos, que son golpeadas por sus
maridos —con miedo de irse porque perderían a sus hijos, golpeadas por ser lesbianas.
En Seattle, encuentro refugios, un secreto de la mayoría de las feministas, para mujeres
que son golpeadas por sus amantes mujeres. En pequeños pueblos donde no hay
refugios, especialmente en el norte y oeste medio, encuentro refugios organizados como
un ferrocarril subterráneo para mujeres escapando de la violencia

No sabía pero la próxima


sería mi pulgada final—
Emily Dickinson

EN UNOS POCOS días, cumpliré treinta y un años. Estoy llena tanto de orgullo
como de temor.
El orgullo viene de la realización. He hecho lo que quería hacer más que cualquier
otra cosa en la vida. Me convertí en escritora, publiqué dos libros de integridad y valor.
No sabía lo que esos libros me costarían, cuán difícil sería escribirlos, el sobrevivir a la
oposición a ellos. No imaginé que me demandarían una devoción despiadada, una
disciplina espartana, una privación material continua, una ansiedad visceral por los
rudimentos de la supervivencia, y una fe en mí misma hecha más de hierro que de
inocencia. He aprendido también a vivir sola, desarrollé una independencia emocional
rigurosa, una voluntad creativa autodirigida, y un compromiso apasionado con mi
propio sentido del bien y del mal. Esto tenía que aprender no sólo a hacerlo, sino a
querer hacerlo. He aprendido a no mentirme a mí misma acerca de lo que valoro —en el
arte, en el amor, en la amistad. He aprendido a responsabilizarme por mis intensas
convicciones y mis propias limitaciones reales. He aprendido a resistir la mayoría de las
formas de coerción y adulación que me robarían el acceso a mi propia consciencia. Creo
que, para ser una mujer, he logrado mucho.
El temor viene de los recuerdos. Del recuerdo de que el terror y el dolor
insoportables pueden dominar el presente, cualquier presente, y proyectar sombras tan

75
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

oscuras que la mente vacila, incapaz de encontrar la luz, y el cuerpo tiembla, incapaz de
encontrar tierra firme. El pasado literalmente la supera a una, se apodera de una, la
mantiene inmóvil en el temor. Cada año, cerca de mi cumpleaños, recuerdo,
involuntariamente, que cuando tenía veinticinco años era todavía una esposa maltratada,
una mujer cuya vida era la desesperación muda. Cuando cumplí veintiséis todavía era
una mujer aterrorizada. El marido que había dejado aparecería de la nada, me daría una
paliza o me golpearía o me patearía y desaparecería. Un fantasma con un puño, un
relámpago seguido de un dolor cautivante. No había protección ni seguridad. Estaba
desgarrada por dentro. Mi mente seguía al borde de su propia destrucción. Ansiedad
sofocante, constantes pesadillas, sudores fríos, sollozos atragantados eran las constantes
de mi vida diaria. No respiraba; tragaba aire para tratar de obtener lo suficiente de él
cada minuto para sobrevivir un golpe que podría venir un segundo, cualquier segundo,
más tarde. Pero había dado el primer paso: él tenía que encontrarme, ya no estaba en
casa esperándolo. En mi cumpleaños número veinticinco, cuando ya había vivido un
cuarto de siglo, estaba cerca de la muerte, casi catatónica, sin la voluntad de vivir. En mi
cumpleaños número veintiséis, quería más que nada vivir. Tenía un año de edad, una
bebé recién nacida de un cadáver, aún con el olor de la muerte sobre ella, pero odiando
la muerte. Este año tengo seis años, y la angustia de mi terrible y larga muerte vuelve a
atormentarme. Pero este año, por primera vez, hago más que temblar por el temor que
incluso los recuerdos traen, hago más que afligirme. Este año, me siento en mi escritorio
y escribo.

La violación es muy terrible. Me han violado y he hablado con cientos de mujeres que
han sido violadas. La violación es una experiencia que contamina la propia vida. Pero es
una experiencia que está contenida dentro de los límites de la propia vida. Al final, la
propia vida es más grande.
El abuso sexual por un extraño o dentro de una relación es muy terrible. Una está
herida, socavada, degradada, asustada. Pero la propia vida es más grande.
Una esposa maltratada tiene una vida más pequeña que el terror que la destruye
con el tiempo.
El matrimonio circunscribe su vida. La ley, las convenciones sociales, y la
necesidad económica la rodean. Está atada. Su orgullo depende de proyectar su propia
satisfacción con su suerte a familiares y amigos. Su orgullo depende de creer que su
esposo le es devoto y, cuando eso ya no es posible, convencer a los demás de todos
modos.
La violencia de su marido contra ella contradice todo lo que le han enseñado sobre
la vida, el matrimonio, el amor y la santidad de la familia. Independientemente de las
circunstancias en las que haya crecido, le han enseñado a creer en el amor romántico y
en la esencial perfección de la vida matrimonial. El fracaso es personal. Los individuos
fallan por lo que está mal con ellos. Los problemas de los individuos, generalizados
como son, no se reflejan en la institución del matrimonio, ni anulan su creencia del final
feliz, prometido en todos lados como el resultado final del conflicto entre hombres y
mujeres. El matrimonio es intrínsecamente bueno. El matrimonio es la meta apropiada
de una mujer. La violencia hacia las esposas no está en el mapa del mundo de una mujer
cuando se casa. Está, literalmente, más allá de su imaginación. Porque no cree que
pudiera haber sucedido, que él le haya hecho eso a ella, no puede creer que vaya a
volver a pasar. Él es su marido. No, no sucedió. Y, cuando vuelve a suceder, ella
todavía lo niega. Fue un accidente, un error. Y cuando vuelve a suceder, ella culpa las
dificultades que él tiene en su vida fuera de la casa. Allí, donde él experimenta terribles
dolores y frustraciones. Estos dan cuenta del maltrato de él. Ella encontrará una forma

76
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

de consolarlo, de compensarlo. Y cuando vuelve a suceder, se culpa a sí misma. Ella


será mejor, más amable, más tranquila, más de lo que sea que a él le guste, menos de lo
que sea que a él le disguste. Y cuando vuelve a suceder, y cuando vuelve a suceder, y
cuando vuelve a suceder, ella aprende que no tiene a dónde ir, nadie a quien recurrir,
nadie que le crea, nadie que la ayude, nadie que la proteja. Si ella se va, volverá. Se irá y
volverá y se irá y volverá. Descubrirá que sus padres, su médico, la policía, su mejor
amiga, los vecinos de arriba y los del otro lado del pasillo y los de al lado, desprecian a
la mujer que no puede mantener su propia casa en orden, sus heridas escondidas, su
desesperación para sí misma y su sonrisa amigable y convincente. Descubrirá que la
sociedad ama esta mentira central —que el matrimonio significa felicidad— y odia a la
mujer que deja de contarla incluso para salvar su propia vida.

El recuerdo del dolor físico es vago. Recuerdo, por supuesto, que fui golpeada y que me
patearon. No recuerdo cuándo ni con qué frecuencia. Se desdibuja. Lo recuerdo
golpeando mi cabeza contra el suelo hasta que me desmayaba. Recuerdo que me
pateaba en el estómago. Recuerdo ser golpeada una y otra vez, los puñetazos golpeando
diferentes partes de mi cuerpo mientras intentaba alejarme de él. Recuerdo una herida
terrible en la pierna luego de una serie de patadas. Recuerdo llorar y recuerdo gritar y
recuerdo suplicar. Lo recuerdo golpeándome los pechos. Una puede recordar que tuvo
un horrible dolor físico, pero ese recuerdo no devuelve el dolor al cuerpo.
Afortunadamente, la mente puede recordar estos eventos sin que el cuerpo los reviva. Si
una sobrevive sin lesiones permanentes, el dolor físico atenúa, retrocede, termina. Se
suelta.
El miedo no se suelta. El miedo es el eterno legado. Al principio, el miedo infunde
cada minuto de cada día. Una no duerme. Una no puede soportar estar sola. El miedo
está en la cavidad del propio pecho. Se arrastra como piojos en la piel. Hace que las
piernas se doblen, que el corazón se acelere. Que se bloquee la mandíbula. Que las
manos tiemblen. Que se cierre la garganta. El miedo hace que una se desespere por
completo. Dentro, una siempre está en turbulencia, aferrándose a cualquiera que
muestre algo de amabilidad, acobardada en presencia de cualquier amenaza. A medida
que los años pasan, el miedo retrocede pero no se suelta. Nunca se suelta. Y cuando la
mente recuerda el miedo, también lo revive. La víctima de la violencia encapsulada
siempre lleva consigo tanto el miedo real como el recuerdo del miedo. Juntos, la
inundan como un océano, y si no aprende a nadar en ese terrible mar, se hunde.
Y luego, está el hecho de que, durante esas semanas que se extienden a años
cuando una es una esposa golpeada, la mente se destroza lentamente a lo largo del
tiempo, fragmentada en mil pedazos. La mente se sumerge lentamente en el caos y la
desesperación, enterrada rota y apenas viva en una tumba impenetrable de aislamiento.
El aislamiento es tan absoluto, tan asesino, tan maligno y devorador que no hay nada
más en la vida de una que eso, eso. Una está completamente envuelta en una soledad
que ningún terremoto podría mover. Los hombres se han hecho a lo largo de los siglos
una pregunta que, en sus manos, irónicamente se vuelve abstracta: "¿Qué es la
realidad?". Han escrito complicados volúmenes sobre esta pregunta. La mujer que fue
una esposa maltratada y ha escapado sabe la respuesta: la realidad es cuando algo te está
sucediendo y lo sabes y puedes decirlo y cuando se lo dices a otras personas ellas
entienden lo que quieres decir y te creen. Esa es la realidad, y la esposa golpeada,
encarcelada sola en una pesadilla que le está sucediendo, la ha perdido y no puede
encontrarla en ninguna parte.
Recuerdo el aislamiento como la peor angustia que he conocido. Recuerdo la
agotadora y pura locura de ser invisible e irreal, como la peor desesperación que he

77
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

conocido. Recuerdo a aquellos que se alejaron, fingiendo no ver las heridas —mis
padres, querido dios, especialmente mis padres; mi amiga más cercana, de la casa
vecina, ella misma siendo asfixiada en un matrimonio envenenado por violencia
psicológica, no física; mi médico tan oficioso y distante; las mujeres en el vecindario
que sonreían, sí, obscenamente, mientras medio apartaban la vista y medio me miraban
fijamente, cada vez que me cruzaban; la familia de mi esposo, especialmente mi suegra,
a quien yo amaba, mis cuñadas, a quienes amaba. Recuerdo los músculos congelados de
mi sonrisa mientras daba falsas explicaciones de heridas que nadie quería escuchar de
todas maneras. Recuerdo que me amoldé servilmente a cada convención externa que
demostrara que yo era una "buena esposa", que convenciera a otras personas de que
estaba felizmente casada. Y mientras el peso de las convenciones sociales se volvía
insoportable, recuerdo retirarme más y más a esa tumba abierta en la cual tantas mujeres
se esconden esperando morir —la casa. Salía a comprar sólo cuando tenía que hacerlo,
paseaba a mis perros, salí corriendo gritando, buscando ayuda y refugio cuando tuve la
fuerza para escapar, sin dinero, a menudo sin abrigo, nada más que terror y lágrimas.
Me encontré sólo con ojos apartados, frías miradas y la agresión sexual vulgar de
hombres solitarios y burlones que me mandaron corriendo a casa a un peligro que era, al
menos, conocido y familiar. El hogar, suyo tanto como mío. El hogar, el único lugar que
tenía. Finalmente, todo dentro se desmoronó. Me di por vencida. Me senté, miré
fijamente, esperé, pasiva y paralizada, sin hablar con nadie, manteniéndome
mínimamente a mí y a mis animales, mientras mi esposo se mantenía alejado por
períodos cada vez más y más largos, entrando de un portazo para darme una paliza e
irse. Nadie extraña a la esposa que desaparece. Nadie investiga su desaparición.
Después de un tiempo, la gente deja de preguntar dónde está, especialmente si ya se han
negado a preguntar qué le ha estado sucediendo. Las esposas, después de todo,
pertenecen al hogar. Nada de fuera depende de ellas. Esta es una lección amarga y la
esposa golpeada la aprende en la más amarga de las formas.

La ira de la sobreviviente es asesina. Es más asesina para ella que para quien la lastimó.
Ella no cree en el asesinato, ni siquiera para salvarse. No cree en el asesinato, aunque
fuera el castigo más misericordioso que él merece. Lo quiere muerto pero no lo matará.
Nunca deja de quererlo muerto.
La claridad de la sobreviviente es escalofriante. Una vez que se libera de la prisión
del terror y la violencia en la cual ha sido casi destruida, un proceso que lleva años, es
muy difícil mentirle o manipularla. Ve a través de las estrategias sociales que la han
controlado como mujer, las estrategias sexuales que la han reducido a una sombra de
sus propias posibilidades nativas. Sabe que su vida depende de no dejarse pillar por la
ilusión romántica o la alucinación sexual.
La severidad emocional de la sobreviviente le parece a otros, incluso a aquellos
más cercanos a ella, fría e inflexible, despiadada en intensidad. Sabe demasiado sobre el
sufrimiento para intentar medirlo cuando es real, pero desprecia la autocompasión. Se
protege a sí misma, no por arrogancia, sino porque fue arruinada por su propia
fragilidad. Como Anya, la sobreviviente de los campos de concentración nazis en la
bella novela del mismo nombre de Susan Fromberg Schaeffer, podría decir: "Entonces,
¿qué he aprendido? He aprendido a no creer en el sufrimiento. Es una forma de muerte.
Si es lo suficientemente grave, es un veneno; mata las emociones." Ella sabe que
algunas de sus propias emociones han sido asesinadas y desconfía de aquellos que están
enamorados del sufrimiento, como si fuera una fuente de vida, no de muerte.
En su corazón, está de luto por aquellas que no han sobrevivido.

78
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

En su alma, es una guerrera para aquellas que están ahora como ella estaba en ese
entonces.
En su vida ella es a la vez la celebrante y la prueba de la capacidad y voluntad de
las mujeres de sobrevivir, de convertirse, de actuar, de cambiarse a sí misma y a la
sociedad. Y cada año es más fuerte y hay más como ella.

79
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Una Historia Verdadera y Común


1978
Esto nunca ha sido publicado antes.

ESTE ÚLTIMO DICIEMBRE en el medio de una tormenta de nieve, tenía que


volar desde un pequeño aeropuerto en Nueva Inglaterra hacia Rochester, Nueva York,
para hacerle un favor a cuatro mujeres acusadas de cometer un delito: romper una
ventana para arrancar un poster publicitando la película sádica y pornográfica, Snuff,
que había estado siendo proyectada en un cine adyacente y propiedad de un Holiday Inn
vecino. Las mujeres ni admitieron ni negaron cometer el acto ruin, aunque la evidencia
en su contra era efímera, porque estaban convencidas, al igual que la comunidad
feminista de Rochester entera, que era necesario que se hiciera el acto. Y una acusación
de delito, con una sentencia máxima de cuatro años, era claramente más venganza que
justicia. Al ser mujeres inteligentes y sensatas dadas a luchar por los derechos de las
mujeres, habían notado que los oficiales de las fuerzas policiales en Rochester eran
particularmente indiferentes a la presencia de un film que celebra la descuartización de
una mujer como un acto orgásmico; y que estos mismos oficiales estaban bastante
molestos, al punto de la venganza, debido las mujeres engreídas que hicieron un
escándalo sobre la exhibición casual de esta película cruel.
Los aeropuertos no son lugares agradables para las mujeres viajando solas,
especialmente en días nevosos cuando los aviones están demorados interminablemente.
La mayoría de los pasajeros aburridos son hombres. Mientras los hombres esperan,
beben. Cuanto más esperan, más beben. Luego de unas horas, un aeropuerto en un día
de tormenta está repleto de hombres borrachos y paseando que fijan su descuidada
atención en las pocas mujeres solas. Tal situación puede ser o no peligrosa, pero es sin
duda desagradable. Habiendo sido perseguida, acosada, y "seductoramente" llamada con
nombres obscenos, estaba feliz de notar a otra viajante y solitaria mujer. Nos miramos la
una a la otra, luego alrededor a los hombres listos a abalanzarse, y nos volvimos
inmediatas y rápidas amigas. Mi nueva compañía de viaje era una estudiante, quizás de
veinte años, que estudiaba teatro en una pequeña universidad de artes liberales. Estaba
de camino a Rochester para visitar amigos. Hablamos de libros, obras, trabajo, nuestras
aspiraciones, y el futuro del feminismo. De esta manera cálida e interesante, el tiempo
pasó, y eventualmente llegamos a Rochester. Saliendo del avión, fui, en el
aplastamiento, manoseada rápidamente pero definitivamente por uno de los hombres
que había estado siguiéndome. Mi amiga y yo nos angustiamos por "las pequeñas
violaciones" mientras nos separábamos.
En los meses posteriores, de regreso en Nueva Inglaterra, a veces me encontraba
con mi amiga en la pequeña ciudad donde vivo. Tomábamos café, conversábamos.
La estación cambió. La primavera floreció. En Rochester, las feministas habían
pasado estos meses preparándose para el juicio. Debido a su efectiva organización
comunitaria y una firme negación de las procesadas a declararse culpables, el fiscal del
distrito se había visto obligado a reducir el cargo a una falta, que llevaba una sentencia
máxima de un año.
Entonces, un día, recibí una carta de una feminista de Rochester. La fecha del
juicio estaba fijada. Los testigos expertos fueron alineados para testificar el hecho de

80
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

que la pornografía violenta hace daños comprobables a las mujeres. Se había juntado
dinero. Todas, aunque orgullosas de lo que habían logrado, estaban exhaustas y
agotadas. Querían que vaya y me quede durante el juicio para dar asesoría, consuelo, y
ánimo. En este mismo día, di un paseo y vi a mi amiga, pero había cambiado. En cierto
modo estaba frágil, muy vieja incluso en su evidente juventud, casi temblando. Estaba
sentada sola, preocupada, pero, incluso constatado a distancia, claramente agotada y
disgustada.
Cómo están las cosas, pregunté. Bueno, había dejado la escuela por un mes, recién
había regresado. Silencio. Sin intimidad ni confianza entusiasta. Le pregunté una y otra
vez: ¿por qué? ¿Qué había pasado? Lentamente, terriblemente, la historia salió. Un
hombre había intentado violarla en el campus de la universidad donde ella vivía.
Conocía al hombre, había ido a la policía, a la presidenta de la universidad. Se había
mudado del campus, por miedo. ¿Había encontrado al hombre la policía? No, no
hicieron ningún intento. La habían tratado con desprecio absoluto. ¿Y que había hecho
la presidenta de la universidad, una mujer? Bueno, había dicho que la publicidad no
sería "buena para la universidad." Completamente socavada por la indiferencia
insensible de aquellos que se supone que la ayudarían y protegerían, había abandonado
la escuela, para recuperarse lo mejor que podía. Y lo peor, dijo ella, era que las personas
la ignoraban. Bueno, al menos no te violó, decían, como si, entonces, nada hubiera
ocurrido realmente. Ella no sabía dónde estaba el hombre. Esperaba desesperadamente
que hubiera abandonado el área. En su mente, tomaba un arma e iba a buscarlo y le
disparaba. Una y otra vez. No podía estar tranquila, o estudiar, o concentrarse, o
recuperarse. Ella sabía que no estaba a salvo en ningún lado. Pensó que podría dejar la
escuela, pero ¿a dónde iría y que haría? ¿Y cómo alguna vez recobraría su confianza en
sí misma o sentido de bienestar? ¿Y cómo alguna vez contendría o disciplinaría su ira
con respecto al ataque y luego a la traición de casi todos?
En Rochester, el juicio a cuatro feministas por supuestamente romper una ventana
fue pospuesto, alargando el suplicio más meses. En una pequeña ciudad de Nueva
Inglaterra, una joven mujer temblaba y estaba enfurecida e intentaba hacer cosas
simples: beber café, estudiar, olvidar. Y en algún lado, un aspirante a violador con nada
que temer de la ley o de nadie está haciendo quién sabe qué.

81
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Superioridad Biológica: la idea más


peligrosa y mortal del mundo
1977
Uno de los insultos utilizados constantemente hacia mí por mujeres que escriben en
nombre de la pornografía bajo la bandera del feminismo en los medios de
comunicación misóginos es que yo respaldo un determinismo biológico primitivo.
Woman Hating (1974) claramente repudia cualquier determinismo biológico; así como
también Nuestra Sangre (1976), especialmente "La causa Raíz." Así también esta pieza,
publicada dos veces, en 1978 en Heresies y en 1979 en Broadsheet. Heresies era
ampliamente leída en el Movimiento de Mujeres en 1978. El evento descrito en esta
pieza, que ocurrió en 1977, era bastante notorio, así que mi posición sobre el
determinismo biológico —del que estoy en contra— es generalmente conocida en el
Movimiento de Mujeres. Un problema es que este ensayo, como otros en este libro, no
tiene presencia cultural: nadie tiene que saber de él o tenerlo en cuenta para parecer
menos ignorante; nadie tendrá que rendir cuentas por ignorarlo. Generalmente los
críticos y los adversarios políticos tienen que contar con las obras publicadas de los
escritores hombres a quienes desean difamar. No hay reglas así que protejan a las
chicas. Una "feminista" a favor de la pornografía publicó un artículo en que decía que
yo era anti-aborto, esto a la luz de décadas de trabajo por el derecho al aborto y
membrecía en muchos grupos pro-elección. Nadie siquiera verificó su acusación; el
periódico no publicó una retracción. Tus obras publicadas cuentan como nada, así
como también años de tu vida política.

1
Todos los que no son de buena raza en este mundo son paja.
—Hitler, Mein Kampf.82

Sería una locura tratar de estimar el valor de un hombre según su raza,


declarando así la guerra a la idea marxista de que los hombres son iguales, a
menos que estemos decididos a llegar a las consecuencias finales. Y la
consecuencia última de reconocer la importancia de la sangre —es decir, de la
base racial en general— es la transferencia de esta estimación a la persona
individual.
—Hitler, Mein Kampf.83

SILBIDOS. MUJERES GRITÁNDOME: puta, bisexual, folladora de hombres.


Y antes de haber hablado, había estado temblando, con más miedo de hablar que nunca
antes. Y, en un salón con 200 hermanas lesbianas, que estaban tan furiosas como yo
alguna vez lo he estado. "¿Eres bisexual?" una mujer me gritó en medio del caos, los

82
Adolf Hitler, Mein Kampf, trans. Ralph Manheim (Boston: Houghton Mifflin Company, 1962), p. 296.
83
Hitler, Mein Kampf, p. 442.

82
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

silbidos y gritos fusionándose en un ruido furioso. "Soy judía," respondí; luego, una
pausa, "y lesbiana, y mujer." Y cobarde. Judía era suficiente. En aquel salón, judía era
lo que importaba. En aquel salón, responder la pregunta "¿Todavía follas con hombres?"
con un No, como respondí, era traicionar mis convicciones más profundas. Toda mi
vida había odiado a los proscriptores, aquellos que imponían la conformidad sexual. Al
responder, había sucumbido a los inquisidores, y me sentía avergonzada. Me humillaba
verme a mí misma entonces: una que resiste a los ejecutores allí afuera, pero que se
rinde sin resistencia a las ejecutoras entre nosotras.
El evento era un panel sobre "El Lesbianismo como una Política Personal" que
se llevó a cabo en la Ciudad de Nueva York, en la Semana del Orgullo Lésbico de 1977.
Una autoproclamada separatista lesbiana había hablado. En medio de la descripción
generalmente correcta de los crímenes masculinos hacia las mujeres llegó esta
putrefacción ideológica, pronunciada últimamente cada vez con mayor frecuencia en los
círculos feministas: mujeres y hombres son especies o razas (las palabras son utilizadas
indistintamente) diferentes; los hombres son biológicamente inferiores a las mujeres; la
violencia masculina es una inexorabilidad biológica; para eliminarla, se debe eliminar la
especie/raza en sí (los medios indicados en esta velada particular: desarrollar la
partenogénesis como una realidad reproductiva viable); al eliminar la especie/raza
Hombre biológicamente inferior, la nueva Mujer Übermensch (proféticamente
anunciada como separatista lesbiana84 ella misma) tendrá el dominio terrenal que es su
verdadero destino biológico. Nos queda deducir que la sociedad de su creación será
buena porque ella es buena, biológicamente buena. En el ínterin, la incipiente
SuperMujer no hará nada para "fomentar" a las mujeres a "colaborar" con los hombres
—ninguna clínica de aborto o refugios de mujeres golpeadas vendrán de ella. Después
de todo, ella tiene que conservar su "energía" la cual no debe ser disipada manteniendo
a las mujeres "más débiles" vivas a través de medidas de reforma.
El público aplaudió los pasajes sobre superioridad femenina/inferioridad
masculina entusiasmadamente. Esta doctrina parecía ser música para sus oídos. ¿Había
desacuerdo, silencio, enterrado en el aplauso? ¿Era parte de esta respuesta el placer
espontáneo que todas conocemos cuando, por fin, la situación había cambiado, siquiera
por un minuto, siquiera en nuestra imaginación? ¿O nuestra falta de poder nos había
vuelto locas, así que soñábamos sueños secretos de una solución final perfecta en su
sencillez, absoluta en su eficacia? ¿Y algún día una líder tocará la cuerda secreta,
aprovechará esos sueños, nuestra propia pesadilla dada vuelta? ¿No hay ningún
recuerdo inquietante y limitante sobre la sangre derramada, los cuerpos quemados, los
hornos llenos, las personas esclavizadas, por aquellos que han consentido a través de la
historia la mismísima lógica demagógica?
En el público, vi mujeres que aprecio o amo, mujeres que no eran desconocidas
para mí, mujeres que son buenas no por su biología sino porque se preocupan por ser
buenas, arrastradas en un mar de afirmación. Alcé la voz porque aquellas mujeres
habían aplaudido. Alcé la voz también porque soy una judía que ha estudiado a la
Alemania nazi, y sé que a muchos alemanes que seguían a Hitler también les importaba
ser buenos, pero les parecía más fácil ser buenos por definición biológica que mediante
hechos. Aquellas personas, desdichadas en lo que habían experimentado como su propia

84
La ideología de la SuperMujer se diferencia del lesboseparatismo en general (eso significa, lesbianas
organizándose política y/o culturalmente en grupos exclusivamente de mujeres) por dos artículos de
dogma: (1) Negándose a tener nada que ver con mujeres que se relacionan con varones, muchas veces
incluyendo a mujeres con hijos varones, y (2) la creencia absoluta de la superioridad biológica de la
mujer.

83
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

impotencia insoportable, se convencieron de que eran tan buenas biológicamente que


nada que hicieran podría ser malo. Como dijo Himmler en 1943:

Hemos exterminado una bacteria [los judíos] porque no queremos al


final ser infectados por la bacteria y morir por ella. No veré aunque sea una
pequeña área de septicemia aparecer aquí o ganar poder. Donde sea que pueda
formarse, la cauterizaremos. Dentro de todo, podemos decir que hemos cumplido
este deber tan difícil gracias al amor a nuestro pueblo. Y nuestro espíritu, nuestra
alma, nuestro carácter no ha sufrido daño de eso.85

Entonces hablé, asustada. Dije que no sería asociada con un movimiento que
promovía la ideología más perniciosa sobre la faz de la tierra. Era esta misma ideología
de determinismo biológico la que había autorizado el asesinato y/o la esclavización de
prácticamente cualquier grupo que se pudiera nombrar, incluyendo a las mujeres por los
hombres. ("Utiliza su propio veneno en su contra," una mujer gritó.) A donde sea que
uno mirase, era esta filosofía la que justificaba atrocidad. Esta era una fe que destruía la
vida con un ímpetu propio.
Los insultos continuaron con una intensidad incesante mientras hablaba, pero
gradualmente aquellas mujeres que yo apreciaba o amaba, y otras que no conocía,
comenzaron a cuestionar abiertamente la filosofía que habían estado aplaudiendo y
también su propia conformidad. Abrazada por muchas mujeres al salir, me fui todavía
asqueada, humillada por los insultos, devastada emocionalmente por el abuso. El tiempo
pasa, pero la violencia hecha no es deshecha. Nunca lo es.

2
Me dicen que soy sexista. Yo sí creo que las diferencias entre los sexos
son nuestro legado más preciado, aunque hagan a la mujer superior en las
maneras que más importan.
—George Gilder, Suicidio Sexual.86

Quizás esta sabiduría femenina viene de la resignación a la realidad de la


agresión masculina; probablemente es armónico del conocimiento de la mujer de
que en definitiva ella es la que importa. Como resultado, mientras que hay más
hombres brillantes que mujeres brillantes, hay más mujeres buenas que hombres
buenos.
—Steven Goldberg, La Inevitabilidad del Patriarcado.87

Como clase (no necesariamente como individuos), podemos dar a luz niños. A
partir de esto, de acuerdo a la ideología supremacista masculina, todos nuestros otros
atributos y potencialidades derivan. En el pedestal, inmóviles como estatuas de cera, o
en la cloaca, íconos fallidos inmersos en mierda, somos exaltadas o degradadas porque
nuestros rasgos biológicos son lo que son. Mencionando genes, genitales, ADN, olores
que liberan patrones, biogramas, hormonas, o lo que sea que esté de moda, los
supremacistas masculinos exponen su caso que es, en esencia, que somos
biológicamente demasiado buenas, demasiado malas, o demasiado diferentes para hacer

85
Jeremy Noakes and Geoffrey Pridham, ed., Documents on Nazism l9l9-1945 (New York: The Viking
Press, 1975), p. 493.
86
George Gilder, Sexual Suicide (New York: Quadrangle, 1973), v.
87
Steven Goldberg, The Inevitability of Patriarchy (New York: William Morrow and Company, Inc.,
1973), p. 228.

84
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

cualquier otra cosa más que reproducirnos y servir a los hombres sexual y
domésticamente.
Las variaciones más nuevas de esta temática penosamente antigua se centran en
las hormonas y el ADN: los hombres son biológicamente agresivos; sus cerebros fetales
fueron inundados de andrógenos; su ADN, a fin de perpetuarse, los lanza hacia el
asesinato y la violación; en las mujeres, el pacifismo es hormonal y la adicción a parir
es molecular. Ya que en términos darwinianos (interpretados para ajustarse al estrecho
interés social propio de los hombres), la supervivencia del más apto significa el triunfo
de los seres humanos más agresivos, los hombres son y siempre serán superiores a las
mujeres en términos de su habilidad para proteger y extender su propia autoridad. Por lo
tanto las mujeres, siendo "más débiles" (menos agresivas), siempre estarán a la merced
de los hombres. Que esta teoría de ascenso social del más apto nos relegue a la
humillación eterna y, aplicada a la raza, evoque la idéntica visión de Hitler de la lucha
evolutiva no debe preocuparnos indebidamente. "Según la teoría actual," escribe
Edward O. Wilson tranquilizadoramente en Sociobiología: La Nueva Síntesis, una
biblia de justificación genética para el asesinato, "el genocidio o genoabsorción
favoreciendo enérgicamente al agresor necesita llevarse a cabo solo una vez cada unas
generaciones para dirigir la evolución."88

3
Les he contado sobre la muy mala opinión que tenía de ustedes [las
mujeres] el Sr. Oscar Browning. He indicado lo que Napoleón alguna vez pensó
de ustedes y lo que Mussolini piensa ahora. Entonces, en caso de que cualquiera
de ustedes aspire a la ficción, he copiado para su beneficio el consejo del crítico
sobre valientemente reconocer las limitaciones de su sexo. He consultado con el
Profesor X y dado prominencia a su afirmación de que las mujeres son
intelectualmente, moralmente y físicamente inferiores a los hombres... y aquí
está la advertencia final... el Sr. John Langdon Davies advierte a las mujeres "que
cuando los hijos dejan de ser deseables por completo, las mujeres dejan de ser
necesarias por completo." Espero que tomen nota de ello.
—Virginia Woolf, Un Cuarto Propio89

Al considerar la argumentación intelectual y científica de los hombres en


conjunto con su historia, una se ve forzada a concluir que los hombres como clase son
cretinos morales. La pregunta vital es: ¿aceptaremos su visión del mundo de una
polaridad moral que es biológicamente determinada, genéticamente u hormonalmente o
genitalmente (o cualquier órgano o secreción o partícula molecular nueva que usen de
chivo expiatorio) absoluta; o acaso nuestra experiencia histórica de privación e
injusticia social nos enseña que para ser libre en un mundo justo tendremos que destruir
el poder, la dignidad, la eficacia de esta idea sobre todas las demás?
Recientemente, más y más feministas han estado promoviendo modelos
sociales, espirituales y mitológicos que son supremacistas femeninos y/o matriarcales.
Para mí, este apoyo significa una conformidad básica a los principios del determinismo
biológico que sustentan el sistema social masculino. Impulsadas hacia una ideología
basada en la importancia social y moral de una biología femenina distintiva debido a su

88
Edward O. Wilson, Sociobiology: The New Synthesis (Cambridge, Mass.: The Belknap Press of
Harvard University Press, 1975), p. 573.
89
Virginia Woolf, A Room of One's Own (New York: Harcourt, Brace and World, Inc., 1957), pp. 115-
16.

85
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

familiaridad emocional y filosófica, atraídas a la dignidad espiritual inherente en un


"principio femenino" (esencialmente según es definido por los hombres), por supuesto
incapaces de abandonar por voluntad o impulso un compromiso de toda la vida y de
siglos de dar a luz como el acto creativo femenino, las mujeres han progresivamente
intentado transformar la misma ideología que las ha esclavizado en una celebración
dinámica, religiosa, y psicológicamente atractiva del potencial biológico femenino. Este
intento de transformación puede tener valor de supervivencia —es decir, que la
adoración de nuestra capacidad procreativa como poder pueda temporalmente detener la
mano supremacista masculina que sostiene el tubo de ensayo. Pero el precio a pagar es
que nos convertimos en portadoras de la enfermedad que debemos curar. No es ningún
accidente que en los antiguos matriarcados los hombres fueran castrados, sacrificados, y
excluidos de las formas públicas de poder; tampoco es un accidente que algunas
supremacistas femeninas ahora crean que los hombres son una especie o raza distinta e
inferior. Donde sea que el poder sea accesible o la integridad física honrada en base a
atributos biológicos, la crueldad sistematizada impregna la sociedad y el asesinato y la
mutilación la contaminan. Nosotras no seremos diferentes.
Es vergonzosamente fácil para nosotras disfrutar nuestras de propias fantasías de
omnipotencia biológica mientras detestamos a los hombres por disfrutar su realidad. Y
es peligroso —porque el genocidio comienza, no obstante improbablemente, en la
convicción de que las clases de distinción biológica indisputablemente autorizan la
discriminación social y política. Nosotras, que hemos sido devastadas por las
consecuencias concretas de esta idea, todavía queremos poner nuestra fe en ello. Nada
ofrece más evidencia —triste e irrefutable evidencia— de que somos más como los
hombres de lo que ellos o nosotras queremos.

86
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Economía sexual: La terrible verdad


1976
Este ensayo fue dado como discurso a las mujeres en Harper & Row, la editorial
original de Nuestra Sangre. Me refiero a esto en el Prefacio de Nuestra Sangre en este
volumen: los hombres de traje tomaron nota y yo ya estaba harta. Más tarde, Ms.
publicó una versión "editada". Este es el texto original. Me sentí muy satisfecha cuando
las empleadas de Harper & Row me pidieron hablar en el día que habían organizado
en representación de las mujeres trabajadoras. Harper & Row era, en ese tiempo, la
única editorial sindicalizada en Nueva York, y, adicionalmente, tenía una agrupación
de mujeres. La mayoría de los trabajadores en las editoriales son mujeres, con salarios
bajos y poco poder. Organizadas con abogados y dinero para defender el discurso de
los derechos de los pornógrafos, las editoriales no permiten a aquellos que trabajan
para ellos el organizarse como trabajadores o como mujeres; tampoco le prestan
atención al derecho de los escritores de tener dignidad económica o integridad
creativa. La industria editorial es una industria apestosa y nauseabunda en Estados
Unidos. Los editores mal remunerados y los trabajadores de oficina que escucharon
este discurso tenían mucho en común con la mujer que lo escribió: de eso se trata el
ensayo. Agradezco a las mujeres de Harper & Row por haberme invitado.

EN MUJERES Y ECONOMÍA (publicado por primera vez en 1898), Charlotte


Perkins Gilman escribió, "La hembra del género homo-sapiens es económicamente
dependiente del macho. Él es su fuente de alimento."90 Los hombres son nuestra fuente
de alimento, así seamos madres, amas de casa, prostitutas, trabajadoras en la industria,
trabajadoras de oficina, o profesionales. Los hombres son nuestra fuente de alimento así
seamos heterosexuales o lesbianas, promiscuas o célibes, cualquiera sea nuestra raza,
etnia o clase identitaria definida por los hombres. Los hombres son nuestra fuente de
alimento así trabajemos por amor o por dinero. Los hombres son nuestra fuente de
alimento así vivamos en países capitalistas donde los hombres controlan las industrias,
la agricultura y el estado, o en los países socialistas donde los hombres controlan las
industrias, la agricultura y el estado. Las mujeres saben que su supervivencia material y
su bienestar derivan de los hombres, sean esos hombres padres, esposos, puteros,
encargados, empleadores o funcionarios del gobierno. La gente dice que el camino al
corazón de un hombre es a través de su estómago, pero son las mujeres las que dan sus
corazones para evitar el hambre.
Bajo el sistema de supremacía masculino que ahora plaga nuestro planeta, las
mujeres somos definidas primero por nuestra capacidad reproductiva. Producimos
bebés. Somos las primeras productoras del primer producto. Un producto que está
hecho por trabajo humano. Nuestro trabajo es el primer trabajo, y somos las primeras
trabajadoras. A pesar de que en realidad no todas las mujeres pueden producir bebés,
todas las mujeres están definidas como las productoras de bebés. Es por eso que las
feministas radicales consideramos a las mujeres como una clase de personas que
tenemos en común la misma relación con la producción (la reproducción).

90
Charlotte Perkins Gilman, Las mujeres y la Economía, ed. Carl Dégler (Nueva York: Harper
Torchbooks, 1966), p. 22.

87
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Trabajamos y producimos bebés. La materia prima de la cual los bebés son


formados son la carne y la sangre de la madre, los nutrientes que la alimentan, la misma
sustancia de su propia existencia física. Un embrión literalmente se alimenta de y es
formado por el cuerpo de la madre. Es como si el embrión fuera tejido, punto por punto,
usando su carne y su sangre.
Una vez que el bebé ha nacido, producto del trabajo de su madre, hecho de las
materias primas de su cuerpo, ya no le pertenece. Le pertenece a un hombre. Le
pertenece a alguien que no lo hizo y no puede producirlo. Esta apropiación está
sistematizada por la ley, la teología y las costumbres nacionales; está autorizada por el
estado, santificada por el arte y la filosofía y respaldada por los hombres de todas las
creencias políticas. Un bebé que no es propiedad de un hombre, no tiene una existencia
civil legítima.
La relación entre un hombre y una mujer que trabaja y produce y el hombre que
es poseedor del producto es al mismo tiempo sexual y económica. En la reproducción,
el sexo y la economía no pueden ser separadas ni pueden ser distinguidas la una de la
otra. La realidad material de la mujer es determinada por una característica sexual, su
capacidad de reproducción. El hombre toma un cuerpo que no es de él, lo reclama,
siembra su supuesta semilla y recoge una cosecha —coloniza el cuerpo de una mujer, le
roba sus recursos naturales, lo controla, lo usa, lo agota como desea, le niega la libertad
y la autodeterminación para poder seguir saqueándolo, y sigue adelante a voluntad para
conquistar otras tierras que parecen más verdes y seductoras. Las feministas radicales
llaman este comportamiento exclusivamente masculino "imperialismo fálico" y ven en
ella los orígenes de todas las otras formas de imperialismo.
La penetración es el medio por el que los machos colonizan a las hembras, sea el
objetivo pretendido la fecundación o no (la reproducción). La penetración autentifica
matrimonios y, dentro o fuera del matrimonio, es considerado un acto de posesión. El
poseedor es aquel que tiene un falo, la poseída es aquella no tiene el falo. La sociedad
tanto en países capitalistas como socialistas (incluyendo a China) está organizada de
manera tal que se garantice el derecho imperial de cada hombre a poseer, a follar, al
menos a una mujer.
Al follar, como en la reproducción, el sexo y la economía están
inextricablemente unidas. En las culturas supremacistas masculinas, se cree que las
mujeres personifican la carnalidad: las mujeres son sexo. Un hombre quiere lo que la
mujer tiene —sexo. Él puede robarlo (violación), persuadirla para que lo regale
(seducción), rentarlo (prostitución), arrendarlo a largo plazo (el matrimonio en los
Estados unidos), o directamente poseerlo (el matrimonio en la mayoría de las
sociedades). Un hombre puede hacer algunas o todas esas opciones, una y otra vez.
Como Phyllis Chesler y Emily Jane Goodman escribieron en Mujeres, Dinero y
Poder: "Es un drama antiguo, un milagro de la moneda —esto de comprar mujeres...
Siendo compradas, especialmente por un precio alto, o por una vida, es exactamente
cómo la mayoría de las mujeres aprenden lo que valen. En una cultura de dinero, su
autoconocimiento puede ser muy exacto."91
El acto de violar establece el punto más bajo de la futilidad femenina. La
violación significa que la víctima individual y todas las mujeres no tienen dignidad, ni
poder, ni individualidad, ni seguridad real. La violación significa que la víctima
individual y todas las mujeres son intercambiables, "todas son iguales en la oscuridad".
La violación significa que cualquier mujer, no importa cuán arrogante se haya vuelto,

91
Phyllis Chesler y Emily Jane Goodman, Mujer, Dinero y Poder (Nueva York: William Morrow y
Compañía, Inc., 1976), p. 19.

88
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

puede ser reducida por la fuerza o la intimidación al menor común denominador —un
pedazo de trasero gratis, disponible para ser tomado.
La seducción es, frecuentemente, difícil de distinguir de la violación. En la
seducción, el violador se molesta en comprar una botella de vino. Algún gasto de dinero
se hace para alentar a la mujer a rendirse sexualmente, aunque muchas formas de
coerción se utilizan normalmente para asegurarse de que el gasto de tiempo y dinero del
seductor no será en vano. La seducción usualmente significa para una mujer que ella
tiene valor porque su precio para un hombre (el único criterio real del valor de una
mujer en una cultura de supremacía masculina) puede ser medido en vino, comida y
otras atenciones materiales.
En la prostitución, a una mujer se le paga directamente por sus servicios
sexuales. En las culturas de supremacía masculina (a excepción de unos pocos países
socialistas donde se han realizado esfuerzos serios para poner fin a la explotación sexual
de las mujeres como prostitutas), la prostitución es la única profesión genuina y
incondicionalmente abierta a las mujeres. Las prostitutas que trabajan duro ganan
enormes sumas brutas de dinero (comparadas a las sumas brutas típicamente ganadas
por otras mujeres), pero no se convierten en financistas o fundadoras de universidades.
En cambio, su dinero va a los hombres, porque los hombres controlan, se benefician y
perpetúan la prostitución femenina. Los hombres a los que su dinero va son los
proxenetas, los mafiosos, los abogados, la policía y similares, todos los cuales, porque
son hombres y no mujeres, pueden convertir ese dinero en más dinero, estatus social e
influencia. La misma prostituta es marcada con una P escarlata —estigmatizada como
prostituta, aislada como prostituta, exiliada como prostituta en un mundo circunscripto
al crimen organizado, los narcóticos y la brutalidad notoria de los proxenetas. El estatus
completamente degradado de la prostituta funciona para castigarla siquiera por atreverse
a ganar dinero. El abuso que se acumula, evita que traduzca su dinero en dignidad o
autodeterminación; sirve para mantenerla en su lugar, hembra, vagina, a merced de los
hombres que se benefician de su carne. También, como Kate Millet escribió en Los
Papeles de la Prostitución, "la prostituta está allí para mostrarnos al resto de nosotras
cuán suertudas somos, cuán favorecidas por nuestros señores estamos, cuánto peor
podría ir para nosotras."92 Para que esa lección sea vívida, no se puede permitir que el
dinero de la prostituta traiga con él autoestima, honor o poder.
En el matrimonio, la posesión del cuerpo de una mujer y su trabajo
(reproductivo, carnal y doméstico) son santificados por dios y/o por el estado. En el
matrimonio, el hombre adquiere el derecho legal y exclusivo del acceso carnal a una
mujer, que es para siempre conocida como "su esposa". "Su esposa" es la
personificación más alta del valor de la mujer en una sociedad supremacista masculina.
"Su esposa" es la mujer ejemplar, y por una buena razón: en un mundo sin opciones
económicas ni sexuales para las mujeres, "su esposa" ha logrado el mejor trato posible.
Se ha vendido a sí misma (o, aún en algunos lugares, la han vendido) no sólo por
sustento económico de un solo hombre, que puede o no estar disponible, pero también
por protección —protección de ser violada, seducida o forzada a la prostitución por
otros hombres, protección de los peligros de ser una presa hembra en un mundo de
machos predadores. Esta protección usualmente no tiene mucho valor, ya que la
violencia machista y el abuso sexual son muy comunes en el matrimonio.
En el matrimonio, una mujer no sólo le provee sexo al hombre; también limpia
su casa. Hace las tareas del hogar, trabaje o no por un salario fuera de su casa. Hace las

92
Kate Millet, Los Papeles de la Prostitución: Un Diálogo Sincero (Nueva York: Avon Books, 1973), p.
87.

89
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

tareas del hogar viva en un país capitalista o socialista. Hace las tareas del hogar porque
es una mujer, y las tareas del hogar están estigmatizadas como trabajo de mujer. Sin ser
coincidencia, es el trabajo menos especializado, más aislante, repetitivo e invisible que
existe. (Cuando el hombre es rico, su esposa no limpia la casa. En cambio, es convertida
en un adorno y usada como símbolo de su riqueza. La situación de la dama es una
variación extraña en un tema consistentemente cruel.)
De acuerdo con la teoría socialista contemporánea, la encarcelación de las
mujeres en las casas como empleadas domésticas impagas es la característica distintiva
de la condición de oprimida de la mujer bajo el capitalismo. Cuando las mujeres hacen
trabajo productivo por un salario fuera de la casa bajo el capitalismo, son vistas por los
socialistas como doblemente explotadas —explotada primero como trabajadoras por los
especuladores capitalistas y explotadas secundariamente como criadas domésticas
impagas dentro de la casa. En el análisis socialista, las mujeres en sus casas son
explotadas por el "sistema capitalista", no por los hombres que se benefician de los
labores domésticos de las mujeres.
El mismo Marx reconoció que bajo el capitalismo las mujeres estaban
agresivamente explotadas, como los hombres no, como criadas domésticas. Por lo tanto,
favoreció la legislación laboral protectora para escudar a las mujeres de los peores
estragos de la explotación industrial para que pudieran realizar mejor sus labores
domésticas. Los socialistas desde Marx han apoyado la legislación laboral protectora
para las mujeres. El efecto de esta caballerosidad socialista es evitar que las mujeres
puedan competir por los empleos en las mismas condiciones o igualar el poder de
ganancia masculino. Consecuentemente, el rol de la mujer como empleada doméstica es
reforzado y los hombres se aseguran un adecuado suministro de sirvientes reproductivos
y carnales.
Esta "solución" a "la pregunta de la mujer", que sirve enteramente para mantener
la dominación del hombre sobre la mujer, tipifica la teoría y la práctica socialista. En
Rusia, en Checoslovaquia, en China, las tareas del hogar son trabajo de la mujer, y las
mujeres siguen siendo explotadas como criadas. La ideología que justifica este
arraigado abuso es aceptada como una verdad evidente tanto en países socialistas como
capitalistas: las mujeres somos definidas primero como la clase de personas que se
reproducen y por eso, está postulado, hay una "división natural del trabajo en la familia"
que es porque "el hombre se dedica más intensamente a su trabajo, y tal vez a la
actividad pública o a la superación personal conectada con su trabajo o su función,
mientras que la mujer se concentra en los niños y el hogar". 93 La noción de que es el
capitalismo, en vez de la sistematizada supremacía masculina de la que todos los
hombres se benefician, la fuente de la miseria de las mujeres —incluso cuando esa
miseria está apenas definida como trabajo doméstico explotado sin referencia a los
abusos sexuales brutales que caracterizan la condición de oprimida de la mujer— no es
confirmado por ese autentificador final, la historia.
En todas partes, entonces, el hombre mantiene a la mujer en cautiverio, le niega
la autodeterminación para él poder controlar sus funciones reproductivas, follarla a
voluntad y tener limpia su casa (o adornada). Y en todas partes, cuando la mujer deja su
casa para trabajar por un salario, descubre que lleva su estatus servil e inferior con ella.
El estatus inferior de la mujer está mantenido en el mercado laboral tanto en los
países capitalistas como en los socialistas de cuatro maneras reforzantes:

93
Radoslav Selucký, "¿Emancipación o Igualdad?" Uterami noviny, 6 de marzo de 1965, citado por
Hilda Scott en ¿Libera el socialismo a la mujer? Experiencias de la Europa Oriental (Boston: Beacon
Press, 1974), p. 123.

90
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

(1) Las mujeres tienen salarios menores que los hombres por hacer el mismo
trabajo. En los Estados Unidos, la diferencia de salarios entre hombres y mujeres se ha
incrementado en los últimos diez años, a pesar del hecho de que igual paga por igual
trabajo ha sido una exigencia por ley. En los países comunistas industrializados, las
inequidades entre los salarios de hombres y mujeres eran enormes hasta tan tarde como
1970 —un hecho impactante dado que la ley ha exigido igual paga por igual trabajo en
la Unión Soviética desde 1963 y en los países del Bloque Oriental desde los tardíos años
cuarenta.
(2) Las mujeres son sistemáticamente excluidas de los trabajos de alto estatus,
el poder concreto y altas recompensas financieras. Extrañamente, en China, donde las
mujeres supuestamente sostienen la mitad del cielo, el gobierno es abrumadoramente
masculino; también en la Unión Soviética, Hungría, Algeria. En todos los países
socialistas, las mujeres hacen la mayoría de los trabajos poco calificados y mal pagados;
las mujeres no se encuentran en significativos números en los escalafones más altos (y
hay escalafones más altos) de la industria, la agricultura, la educación y la cultura. La
típica situación de las mujeres en los países socialistas fue descripta por Magdalena
Sokolowska, una polaca experta en el empleo de las mujeres en ese país: "Mientras las
mujeres trabajaban en fábricas y en los campos a nadie le molestó mucho. Tan pronto
como empezaron a aprender habilidades y a pedir el mismo dinero por el mismo trabajo,
los hombres empezaron a preocuparse por la salud [de las mujeres], sus nervios, a
declarar que el empleo no les sienta bien y que están descuidando a la familia."94 Por
supuesto, los hombres capitalistas tienen preocupaciones idénticas y entonces, en países
capitalistas, a las mujeres también les niegan el acceso a los altos rangos, autoridad y
poder.
(3) A las mujeres se les asignan los rangos más bajos dentro de un campo, sin
importar cuál sea ese campo. En los Estados Unidos, por ejemplo, los médicos,
abogados y profesores son hombres mientras que las enfermeras, secretarias legales y
asistentes de investigación son mujeres. Incluso cuando una profesión está compuesta
casi en su totalidad por mujeres, como las ciencias de la biblioteca (bibliotecarias) en
los Estados Unidos y medicina (doctores) en la Unión Soviética, las posiciones más
altas en esas profesiones son ocupadas por hombres.
(4) Cuando las mujeres entran a cualquier industria, trabajo o profesión en
grandes números, el campo en sí mismo se vuelve feminizado, es decir, adquiere el
estatus bajo de la mujer. Las mujeres tienen permitido entrar a los campos en grandes
números porque están mal pagos en relación a otras áreas en las que los hombres
pueden encontrar empleo. En los Estados Unidos, por ejemplo, el trabajo de oficina es
un campo recientemente feminizado. Los hombres oficinistas, que en 1949 ganaban un
promedio de $3213 al año comparados con los $2255 para las mujeres, se fueron del
campo al mismo tiempo que las mujeres ingresaron —a los bajos salarios femeninos,
que eran el setenta por ciento del sueldo masculino. Con el ingreso de las mujeres que
hacen trabajos de baja categoría por sueldos de baja categoría, el trabajo de oficina se
convirtió en trabajo de mujer —poco pago y sin futuro. En 1962, las mujeres oficinistas
ganaban el sesenta y nueve por ciento del sueldo masculino; en 1970, el sesenta y cuatro
por ciento del sueldo masculino; y en 1973, ganaban sólo el sesenta por ciento del
sueldo masculino.
En la Unión Soviética y Checoslovaquia, la medicina, esa profesión exaltada en
el Oriente, se ha feminizado. Las mujeres se convirtieron en doctoras en esos países
porque los trabajos estaba mal pagos comparados con los labores manuales disponibles

94
Scott, ¿Libera el socialismo a la mujer?, p.

91
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

para los hombres. Hoy en esos países, las médicas son trabajadoras de servicios
mundanos cuyo bajo salario es apropiado porque las mujeres necesitan no estar bien
pagas. Los médicos hombres en cambio son profesionales de alto estatus, científicos de
investigación altamente pagos y cirujanos.
En general, entonces, las mujeres hacen los trabajos de más bajo estatus de la
sociedad sea cual sea el trabajo percibido como más bajo; y cuando las mujeres son las
trabajadoras primordiales en un campo, el campo en sí mismo adquiere el bajo estatus
de la mujer. Por lo tanto, es falso pensar que el estatus inferior de la mujer se va a
disolver cuando las mujeres tengan un trabajo productivo o ingresen libremente en las
profesiones de alto rango. Cuando las mujeres entran a cualquier campo en grandes
números, el estatus del campo en sí mismo disminuye. Los hombres que están en él lo
abandonan; los hombres buscando trabajo, no ingresarán en él. Cuando los hombres
abandonan un campo, se llevan su prestigio con ellos; cuando los hombres entran a un
campo, traen prestigio hacia él. De esta manera, la subordinación de las mujeres a los
hombres es perpetuada incluso cuando las mujeres trabajan por un salario y sin importar
qué trabajo hacen.
Cuando nos atrevemos a mirar estas amargantes realidades sexo-económicas, es
como si mirásemos a Medusa a los ojos. La vemos a ella y nos vemos a nosotras; vemos
nuestra condición y es monstruosa; vemos nuestra ira y angustia en su horrible cara y,
aterrorizadas de volvernos como ella, nos volvemos piedra. Entonces, por consuelo o
por temor, volvemos nuestra mirada hacia otro lado —cualquier lado—, a los
Demócratas, los socialistas, los líderes sindicalistas, los hombres trabajadores, los
hombres gay, o a una multitud de figuras paternas que nos prometen la libertad en la
conformidad y paz en el autoengaño.
Pero no habrá libertad ni paz hasta que nosotras, las mujeres, seamos libres para
determinar por nosotras mismas la integridad y los límites de nuestro propio cuerpo, los
usos a los que someteremos a nuestros propios cuerpos —esto es, hasta que tengamos
libertad reproductiva absoluta y hasta que los crímenes de violencia sexual cometidos
hacia nosotras por los hombres se terminen.
Si estas necesidades revolucionarias no son nuestra primera prioridad, seremos
engañosamente conducidas por un sendero de flores hacia el ocaso por los seductores y
proxenetas de todas las persuasiones que harán lo que siempre han hecho —saquear
nuestros cuerpos, robar nuestro trabajo y enterrarnos en fosas comunes bajo la maleza
de siglos de desprecio.

92
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Mira, Dick, mira. Mira como Jane la chupa.


1979
Este ensayo fue originalmente dado como discurso en la Conferencia de la Semana de
la Mujer en el Smith College en Northampton, Massachusetts. Había establecida una
guerra abierta entre aquellos en la izquierda nominal, la única izquierda en América y
las feministas. Los machos de izquierda habían hecho un esfuerzo enorme para lograr
cerrar la Conferencia anual de la Semana de la Mujer que iba a celebrarse para los
estudiantes de los cinco colegios y universidades de la zona. Por supuesto, algunas
mujeres estaban de su lado. Una consecuencia de la lucha fue el conflicto entre
mujeres, una devaluación del feminismo siguiendo las prioridades de los hombres. Era
una audiencia volátil. Intenté establecer un rumbo ético y honesto. Todas las
advertencias sobre lo que le sucedería al Movimiento de Mujeres si cedíamos a la
presión masculina de la izquierda se han hecho realidad, han sucedido, en mi opinión.
Las mujeres locales publicaron este discurso en su propio periódico, Valley Women's
News, y un periódico de Rochester, New York, New Women's Times, con una audiencia
más nacional (y ahora desaparecida) también lo publicó.

UNO DE los peligros de intentar discutir estrategias para el cambio social es que
las abstracciones tienen una forma desagradable de tomar el control. Una quiere aclarar
los elementos necesarios para sostener la acción radical efectiva —o las reformas
efectivas o la acción reparadora. Y termina con una lista de "ismos" que se vuelven más
y más irreales cada vez que se habla de ellos. Esto pasa, por ejemplo, cuando se debe
usar una palabra como "lesbianismo". La realidad erótica, sin la cual, después de todo,
la lesbiana no existiría, es "ismeada" fuera de la palabra; una dimensión colectiva
intimidante se le agrega a ella; las experiencias de las lesbianas y las realidades políticas
asociadas con los actos lésbicos y sus compromisos son crecientemente escondidos.
Perdemos el arraigo a las necesidades que nos llevaron a "ismear" la palabra, en primer
lugar. La palabra se vuelve una palabra código, tanto clave como símbolo. Comenzamos
a medirnos a nosotras mismas contra ella, en vez de medirla a ella contra nosotras.
Entonces, comenzamos a usar la palabra como un arma contra otras, para excluir sus
experiencias, lo que de alguna manera no justifica del todo la parte "ismo" de la palabra:
no ser lo suficientemente importante, ser
"demasiadopersonalnolosuficientementepolítico", ser demasiado ligero como para
merecer la grandeza de todo un "ismo". Llegado este punto, hemos perdido la palabra,
nos hemos perdido a nosotras, hemos perdido nuestra conexión a nuestros impulsos
originales, significados y necesidades. Inevitablemente, entonces, otro "ismo" viene
para quitar a los golpes nuestro "ismo" fuera de la esfera de legítima preocupación
completamente, y el discurso político es reducido a una guerra de "ismos", indicando
cada "ismo" la mayor atrocidad, el mayor dolor. El "Ismoismo" —si se me perdona, por
favor, la acuñación de aún otro "ismo"— es, tal vez, la enfermedad más destructiva y
reaccionaria de los movimientos políticos. La tiranía viene de él, así como también la
derrota. Pero para el momento en el que un movimiento puede ser reducido a sus
"ismos", merece ser derrotado porque ha sido invadido por una conformidad a la
autoridad que niega intrínsecamente cualquier posibilidad real de rebelión, de creación

93
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

real, una infusión de nuevos valores basados en lo que podemos aprender de la realidad
cuando la enfrentamos desarmadas por ortodoxias ideológicas.
El propósito de la teoría es el de aclarar el mundo en el que vivimos, cómo
funciona, por qué las cosas pasan como pasan. El propósito de la teoría es entender.
Entender es energizar. Energizar para la acción. Cuando la teoría se convierte en un
impedimento para la acción, es momento de dejar de lado la teoría y volver desnudas,
eso es, sin teoría, al mundo de la realidad. Las personas se convierten en esclavas de la
teoría porque son usadas para alcanzar las expectativas que no han originado —para
hacer lo que se les dice, para tener todo completamente planeado, para tener la realidad
pre envasada. Las personas pueden tener una intención anti autoritaria y sin embargo
funcionar de una manera completamente consonante con las demandas de la autoridad.
La lucha más profunda es la de extirpar de nosotras y de las instituciones en las que
participamos el requisito de que nos conformemos servilmente. Pero la adhesión a una
ideología, a cualquier ideología, nos puede dar la gran ilusión de libertad cuando en
cambio estamos siendo manipuladas y usadas por aquellos a los que la teoría sirve. La
lucha por la libertad debe ser una lucha hacia la integridad definida en cada esfera
posible de la realidad —integridad sexual, integridad económica, integridad psicológica,
integridad de expresión, integridad de fe y lealtad y corazón.
Cualquier cosa que nos ataje de ver a la integridad como un objetivo esencial o
cualquier cosa que desvíe nuestra atención de la integridad como un valor
revolucionario sólo sirve para reforzar los valores autoritarios del mundo en el que
vivimos.
Una puede llegar a descubrir integridad en la compañía de otras, pero no se
encuentra nunca a la integridad inclinándose ante las exigencias bajo presión de las
compañeras. Cuanto más fuerte la presión hacia la conformidad es —sin importar cuán
noble el objetivo final propuesto sea—, más hay que sospechar de ella y antagonizarla.
La historia ha tenido una lección consistente en ella: una por una, las personas
renuncian a lo que saben que es correcto y verdadero por el bien de algo más noble que
no comprenden del todo pero deberían querer para ser buenas; en breve, las personas se
vuelven las herramientas de los déspotas y atrocidades comienzan a ser cometidas a
gran escala. Y para ese entonces, ya es demasiado tarde. No hay vuelta atrás.
Las mujeres somos especialmente tendientes a renunciar a lo que sabemos y
sentimos que es correcto y verdadero por el bien de otros o por el bien de algo más
importante que nosotras. Esto es porque la condición en la que vivimos las mujeres es
una condición colonizada. Las mujeres somos colonizadas por los hombres, en cuerpo y
mente. Definidas en todos lados como malvadas cuando actuamos en interés propio, nos
esforzamos por ser buenas renunciando a nuestros propios intereses por completo.
Las feministas estamos siendo amenazadas en este momento en todas las áreas
de actividad porque los hombres están intentando recolonizar nuestras mentes —mentes
que han estado intentando liberarse del control masculino. En todos lados, las mujeres
somos confrontadas por la urgencia de las demandas masculinas, todas las cuales se
supone que sustituyen en importancia a las demandas que las mujeres debemos hacer
para nuestra propia integridad. La historia es tan vieja que ya debería estar agotada y
muerta, pero no lo está. Las feministas contamos la fábula una y otra vez: cómo las
mujeres contribuimos a esta y a aquella revolución y fuimos vendidas al final, enviadas
en paquetes de vuelta a casa para limpiarla luego de que el polvo revolucionario se haya
asentado, embarazadas y pobres; cómo las mujeres contribuimos a este o aquel
movimiento social por el cambio y fuimos violadas y explotadas y abusadas, y luego
fuimos enviadas de vuelta la casa para limpiarla, embarazadas y pobres. Pero la mente
colonizada no puede recordarlo. La mente colonizada no tiene el orgullo o la militancia

94
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

de los recuerdos. La mente colonizada se rehúsa a politizar el enojo o la amargura. La


mente colonizada debe satisfacer las demandas del colonizador: devoción y buen
comportamiento, pensamientos claros y sin ira desagradable.
La mente que lucha por la integridad no acepta la versión ajena de la historia de
la vida: esta mente exige que la vida en sí misma sea confrontada, una y otra vez, por
todos los que la viven. La mente que lucha por la integridad se enfrenta a la evidencia y
respeta la experiencia.
Una característica define especialmente a la mente colonizada de una mujer: ella
pondrá la experiencia de los hombres por encima de la propia, le otorgará a la vida de
un hombre más importancia que a la suya. La mente luchando por la integridad peleará
por el significado de su propia vida y no abandonará ese significado por ninguna razón.
Arraigada en la realidad de su propia experiencia —que incluye todo lo que le ha
sucedido a ella directamente y todo lo que ha visto, oído, aprendido y hecho— una
mujer que entiende que la integridad es la primera necesidad encontrará la valentía para
no defenderse del dolor. La mente colonizada usará la ideología para defenderse tanto
del dolor como del conocimiento.
En este momento, la Izquierda está haciendo todo lo posible para recolonizar la
mente de las mujeres. Esto es en parte porque la lucha de las mujeres por la libertad
exige una renuncia a las alianzas con la izquierda. Las mujeres que estuvieron en la
Izquierda lo estuvieron porque se preocupan apasionadamente por la libertad. Fueron
abusadas por hombres que dijeron que también se preocupaban por la libertad, pero no
por la libertad de las mujeres. Las mujeres encontraron el coraje para incluir a las
mujeres en todas las exigencias de libertad, para hacer a las mujeres prioridad, para
hacer a las mujeres esenciales. Esto enojó a los hombres, pero más importantemente, los
dejó sin una abundancia de compañeras sexuales, llenadoras de sobres, organizadoras y
lavadoras de platos. También los dejó sin mujeres para tener a sus (sic) hijos, una
pérdida insuperable para todos los hombres.
Por casi una década, las mujeres que apropiadamente se llamaron a sí mismas
feministas indagaron en lo que es correctamente caracterizado como políticas sexuales:
el sexo como poder, las relaciones de poder y valores inherentes al sexo y la sexualidad
como instituciones sociales y culturales. Los hombres se inquietaron, se quejaron,
hicieron en grupos de encuentro, hicieron terapia primigenia, terapia de renacimiento y
terapia de agua, comieron arroz integral, y continuaron buscando mujeres conformistas,
mujeres colonizadas, que continuaran inflando la estima masculina mediante conductas
subordinadas. Los hombres también retiraron su dinero, labor, energía y apoyo moral de
las causas definidas por las mujeres como prioridad. Por ejemplo, durante los años
sesenta, el acceso de las mujeres al aborto seguro era importante para los hombres de
izquierda. El acceso seguro al aborto hacía que más mujeres estuvieran más dispuestas a
ser folladas más seguido por más hombres. Con una redefinición de la importancia del
aborto —esto es, con el aborto definido como un componente esencial del derecho de la
mujer a controlar su propio cuerpo, incluyendo y usualmente necesitando ese control y
el uso de la temida palabra, No— los hombres se volvieron apáticos o simplemente
cambiaron de bando. Crearon un vacío, que la Derecha organizada no tardó en llenar.
Ganamos el derecho al aborto legal por nosotras mismas, pero la Derecha está ahora,
pieza por pieza, quitándonoslo: que entren los héroes conquistadores, esos que
abdicaron toda la responsabilidad cuando realmente importaba, y que nos ayudarán
ahora bajo un precio. El precio es la reimplicación con la política como ellos la definen,
aceptando sus prioridades políticas. Durante la última década, la Izquierda masculina ha
sido la vanguardia de la Derecha masculina, apoyándola con estrategias dirigidas a
destruir a las feministas. Mientras nuestros enemigos de derecha iban ganando fuerza y

95
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

arrogancia, las mujeres hemos tenido cada vez más miedo —cada vez más miedo de
enfadar a los hombres de izquierda, cada vez más miedo de definir nuestras prioridades
en nuestros propios términos. Las mujeres que corren asustadas están más sujetas a la
presión de los hombres para conformarnos, para volver a entrar en el mundo de las
mujeres colonizadas. Y las mujeres han estado rindiéndose a una velocidad alarmante.
En lugar de participar en el mundo desde una sensación de urgencia definida por las
mujeres, las mujeres han estado retirándose al mundo del discurso político y prioridades
masculinas. De repente, nuevamente, todo es más importante que los crímenes
cometidos contra las mujeres por los hombres. De repente, nuevamente, los hombres
son aliados de oro (no de lata) y la supremacía masculina, siempre tan desagradable, no
debe distraernos de Los Problemas Reales. Hay mujeres llamándose a sí mismas
feministas aunque no tienen un compromiso particular hacia las mujeres como conjunto
y no tienen un interés creíble en las políticas sexuales en sí mismas. Están al servicio de
los "ismos" de los hombres y tanto ellos y los "ismos" son manipulados para disuadir a
las mujeres de la confrontación política, sexual y social con los hombres. Entonces,
tenemos mujeres insistiendo que el capitalismo es la fuente de la supremacía masculina,
incluso cuando toda la historia y la realidad contemporánea demuestra claramente que el
odio hacia la mujer permea todas las sociedades sin importar su organización
económica. Tenemos mujeres defendiendo a los proxenetas de la pornografía basándose
en la Primera Enmienda —libertarismo civil— incluso cuando las mujeres no tienen
una protección viable derivada de la Primera Enmienda porque las mujeres no tienen
acceso significativo a los medios; e incluso teniendo acceso, no tienen los medios
económicos para defender cualquier demanda que hagamos ya que los abogados que se
especializan en el campo de litigaciones de la Primera Enmienda cuestan $150 la hora y
sus honorarios son solo una pequeña parte del gasto involucrado. Tenemos mujeres
encantadas nuevamente con la izquierda pacifista. En todos estos casos y más, tenemos
mujeres que se las ingenian para defender las prioridades políticas de los hombres que
continúan manipulándolas y explotándolas, negándoles las demandas más básicas de
dignidad humana y autonomía; tenemos mujeres que quieren ser buenas en los términos
masculinos a cualquier costo para sí mismas y otras mujeres; tenemos mujeres
dispuestas a olvidar todo lo sustancial que hemos aprendido durante la última década
para poder comenzar de nuevo, mano a mano, con los hombres que han mejorado
apenas levemente sus modales y no mucho más. Más y más, aquellas que encontraron la
fuerza de luchar por la integridad, están volviendo a entrar al sombrío mundo de la
confusión masculina intencional: están renunciando a sus propias vidas, y se llevarán las
vidas del resto de nosotras con ellas sino las enfrentamos. Con creciente frecuencia,
estas mujeres están siendo usadas por la izquierda masculina para impugnar nuestra
decencia básica, para condenar nuestra lealtad a las mujeres, para abuchearnos, para
calumniarnos e insultarnos; y porque nosotras también somos mujeres, se espera que
nos rindamos, se espera que nuestras mentes colapsen bajo el impacto de su
antagonismo. He visto demasiado del auto engaño femenino como para no temerle más
a que a cualquier otra cosa. He estado bajo su influencia demasiado seguido como para
no temerle más que a cualquier otra cosa. Aquellas que toman las prioridades de los
hombres como sus prioridades son colonizadas: debemos nombrarlo para mantenernos
libres.
Vine aquí a decir una sola cosa muy simple: nuestro honor y nuestras esperanzas
residen en nuestra habilidad de nombrar a la integridad la realidad esencial de la
revolución; nuestro futuro traerá esa integridad como realización únicamente si la
ponemos en primer lugar; si la priorizamos manteniendo nuestra relación con la vida
real inmediata y respetando nuestra propia capacidad para comprender nuestras

96
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

experiencias, no a través de la ideología masculina, la interpretación masculina o el


intelecto masculino. Los valores masculinos nos han devaluado: no podemos esperar ser
valoradas honrando los valores masculinos. Esta es una contradicción sin resolución
excepto por nuestra propia aniquilación.
En los próximos años, vamos a ver intentos en cada frente con el fin de
recolonizarnos, de traernos de vuelta al fracaso como mujeres que hacen el trabajo sucio
y abren las piernas cuando los hombres quieren. Debemos saber y reconocer que nos
pueden sacar de las casillas, que somos propensas a sentir culpa —lo que es político en
y fuera de sí mismo— y miedo, que es completamente realista. Tenemos que ser lo
suficientemente valientes para enfrentar en nosotras el deseo de ser reasimiladas al
mundo masculino, saber que podemos llegar a mentirnos a nosotras mismas —
especialmente acerca de justicia de los imperativos políticos masculinos— para volver a
entrar. Siempre pensamos que se está más segura allí. Pero, si nos atrevemos a seguir
afrontándolo, sabemos que allí está la locura, allí está la violación, allí está la violencia,
allí están los embarazos forzosos y la prostitución forzada y la mutilación forzada, allí
está el asesinato. Si volvemos, no podemos avanzar. Y si no avanzamos,
desapareceremos.

97
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Feminismo: la agenda
1983
Este también fue un discurso dado el 8 de abril de 1983, en el Hamilton College en el
norte de Nueva York. Fue publicado por invitación e iniciativa de un estudiante en la
revista de literatura de la universidad, The ABC’s of Reading, en 1984. Recuerdo
haber volado en un avión que se parecía más a una lata, solo éramos el piloto y yo.
Recuerdo un semicírculo de cientos de rostros jóvenes. Esa noche, unos muchachos de
la fraternidad intentaron entrar por la fuerza a las habitaciones en las que me estaba
quedando dentro del campus en un edificio generalmente desierto. Había dos puertas
inamovibles e institucionales entre ellos y yo. Esperé. Se fueron.
Aún sigo pensando que el consumo de prostitución debe ser despenalizado,
como lo digo en este discurso; pero cada vez más pienso que debe haber leyes penales
simples, directas e impuestas contra la explotación de mujeres en transacciones
sexuales comerciales. El explotador —proxeneta o prostituyente— debe tener el trato y
el reconocimiento de un criminal, no como el que tiene ahora, de golpeador.

REPRESENTO EL lado morboso del Movimiento de Mujeres. Me encargo de la


mierda, la mierda en serio. Robin Morgan lo llama ‘trabajo atroz’. Y eso es más o
menos lo que es.
Me ocupo de lo que les pasa a las mujeres en el curso normal de sus vidas en
todo el planeta: las cosas normales que son abusivas, criminales, violadoras —
consideradas normales por toda la sociedad. Es tan sistemático que parece que las
mujeres no son abusadas cuando estas cosas ocurren porque estos abusos son tan
normales.
Porque las mujeres están en todas partes y porque, como dijo Shulamith
Firestone, una clase sexual es invisible porque todo el mundo lo considera natural y
porque muchos de los abusos que las mujeres sufren sistemáticamente son llamados
sexo y porque las mujeres somos socializadas de manera tal para hacernos indiferentes a
la situación crítica de otras, y porque no hay medios institucionales de reparación por
los crímenes cometidos contra nosotras, el feminismo a veces parece un grupo de
mujeres de pie frente a un maremoto con una mano levantada diciendo "Detente". Es
por esto que la gente dice, ”Bueno, es inútil”. Y del "Bueno, es inútil", pasan a: ”así es
la vida”.
La postura del movimiento es que no es ‘sólo la vida’. Es la política; es la
historia; es el poder; es la economía; son los modelos institucionales de organización
social: no es solo ‘la vida es así’. Y esto se aplica a todo: al abuso sexual, a la
degradación económica, la relación "natural" entre mujeres y niños (parafraseando de
nuevo a Firestone: las mujeres y los niños no estamos unidos por la biología solamente,
sino también por la política, por una impotencia compartida).
El Movimiento de Mujeres es como otros movimientos políticos en aspectos
muy importantes: todo movimiento está comprometido con la creencia de que hay
ciertos tipos de dolor que no deberían ser soportados. Son innecesarios. Son gratuitos.
No son parte de una orden divina. No son biológicamente inevitables. Son actos
humanos voluntarios. Son actos de ciertos seres humanos contra otros seres humanos.

98
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Si crees que Dios hizo a las mujeres sumisas e inferiores, no hay casi nada que el
feminismo pueda decirte sobre tu lugar en la sociedad. Un movimiento político en
contra de la Voluntad Divina no suena muy razonable como forma de organización. Y,
ciertamente, los misóginos suelen decir ”Tu discusión no es conmigo, es con Dios”. Y
nosotras les decimos: "bueno, ya que fuiste creado a su imagen y semejanza, eres lo mas
cercano a él que vamos a encontrar, así que discutamos esto. Lo representas. Lo haces
constantemente, de todos modos."
Otro tipo de discusión sobre la inferioridad de las mujeres —la dominante—
tiene que ver con la biología. Hay muchas formas de abordar el problema. Es, en cierto
sentido, el tema central de los derechos de las mujeres, de lo que los derechos de las
mujeres deberían ser: si fuera una suposición común la de que deberíamos disfrutar de
los mismos derechos que los hombres y que nuestras vidas tienen el mismo valor,
estaríamos viviendo en un mundo muy diferente. No existe tal suposición. No está esa
premisa. Entonces, al tratar de discutir qué derechos deberían tener las mujeres, muchas
personas se refieren a la biología, y lo hacen de muchas maneras. Por ejemplo, es
posible que encuentren —y se esfuerzan mucho por hacerlo— varias criaturas reptantes
que se comportan de formas específicas y dicen: “¡Mira eso! Siete millones de años
atrás estabas relacionada a eso”. Esto es un abuso del pensamiento de Charles Darwin a
la que cualquier persona ilustrada debería oponerse; debería dar vergüenza usar
semejante trabajo científico para un fin tan ruin. Pero estas mismas personas señalan a
los primates, a los peces, señalan a todo lo que se mueve, a cualquier cosa que esté viva,
a cualquier cosa que puedan encontrar. Y nos dicen que debemos inferir nuestros
derechos de los comportamientos de lo que sea que ellos nos señalan. Frecuentemente,
señalan cosas que ni siquiera están vivas, que sólo se postula que estuvieron vivas en
algún momento previo en la prehistoria. Un ejemplo sobresaliente es el cíclido, que es
mi favorito. Es un pez prehistórico —o para ser más precisos, algunos hombres piensan
que fue un pez prehistórico. Los seguidores de Konrad Lorenz —y estos son científicos,
¿de acuerdo?— dicen que el cíclido macho no podría aparearse a menos que su
compañera demostrara asombro. Ahora, ¿es esto una proyección o es esto… un pez?
Kate Millett se preguntó en Política Sexual cómo un pez demuestra asombro. Las
personas que miran a otros animales (concederé que también somos animales) para
encontrar razones por las cuales las mujeres, las mujeres humanas, deben ser
subordinadas saltan de una especie a otra con una destreza alarmante e ignoran toda la
información que contradice su punto de vista ideológico. Ahora bien, este es un error
bastante humano, y ese es el punto: es un error humano. No es necesario postular que un
chimpancé o un insecto tiene la misma falla para localizar un error humano.
El Movimiento de Mujeres se preocupa ante todo por esta premisa prácticamente
metafísica de que las mujeres somos biológicamente inferiores. No sé cuántas veces en
sus vidas han experimentado la sensación de que estaban siendo tratadas de cierta
manera porque los que las rodean las consideraban biológicamente inferiores. Sospecho
que si miran hacia atrás, muchos de los eventos humillantes de sus vidas —y estoy
hablando con las mujeres de esta sala— tendrán en su base un compromiso por parte de
la persona que creó la humillación de que merecían ser tratadas de esa manera porque
eran mujeres. Esto significa que de alguna forma, biológicamente no tienen derecho a la
misma dignidad ni el mismo respeto humano a los que sí tienen derechos los varones.
Esta creencia de la inferioridad biológica de las mujeres, por supuesto, no se limita solo
a los varones. No sólo los varones tienen esta creencia. Las mujeres somos criadas para
pensar lo mismo sobre nosotras y muchas de nosotras lo hacemos. Esta creencia es
realmente el sustento del sistema sexual en el que vivimos, incluso si ustedes como
individuos se han encontrado con ella directa o indirectamente. También es la

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

justificación para la mayoría de los abusos sexuales sistemáticos que las mujeres
experimentamos.
Hoy voy a hablar mucho sobre el abuso sexual, pero primero quiero hacer una
generalización sobre el Movimiento de Mujeres y su relación con el conocimiento —
que es su propósito, en realidad. El Movimiento de Mujeres no es apenas un
movimiento político. No es solamente un movimiento electoral. No es solamente un
movimiento de reforma, como sea que entiendan esa palabra, porque cuando se trata de
una presunción de inferioridad biológica o inferioridad divina, no hay reforma posible
que responda esa pregunta. No hay forma de cambiar el estatus de las mujeres en
ninguna sociedad sin abordar los supuestos metafísicos sobre la naturaleza de las
mujeres: qué somos, qué queremos, a qué cosas tenemos derecho, para qué sirven
nuestros cuerpos y especialmente a quiénes pertenecen. El Movimiento de Mujeres es
un movimiento para conocer, hacia el conocimiento. Vine a la Universidad para hablar
con ustedes y muchos son estudiantes y están aquí por distintas razones, personales;
pero también están aquí por razones sociales. Los envían a la universidad para aprender
a ser adultos en esta sociedad, adultos de cierta clase, de cierto tipo, que se adaptaran a
ciertos lugares. Y las mujeres que están aquí también lo están para que les enseñen a ser
mujeres. Tan antiguamente como mires, te llevaron al jardín de infantes, y te llevaron
para aprender eso. Y lo mismo para los varones. Si lo que les querían enseñar todavía
no está cerrado y sellado, si algo aún está suelto o haciendo ruido, esta es la oportunidad
para solucionarlo. La mayoría de las veces, tienen éxito. Te terminan arreglando. Y sin
embargo se supone que estas instituciones existen para conseguir conocimientos. El
Movimiento Feminista, al igual que otros movimientos anteriores, ha descubierto y
desenterrado un tremendo cuerpo de saber que no se encuentra en los colegios ni en las
universidades, ni en las escuelas primarias, ni en las secundarias, por razones políticas.
Y por esta razón, su relación con el conocimiento tiene que ser una búsqueda: no
aprendiendo lo que les dicten, sino buscando cuáles son las preguntas que deberían
hacer. El Movimiento de Mujeres en general, con muchas excepciones, con muchos
fracasos, con muchas fallas y muchas imperfecciones, se ha dedicado a este proceso de
encontrar qué preguntas hay que hacer y formularlas.
Muchas de las preguntas son consideradas inconfesables. Son innombrables. Y
cuando se hacen, quienes las preguntan reciben respuestas con una hostilidad
extraordinaria. Estoy segura de que tienen alguna experiencia parecida en la que
preguntaron algo a alguien que no quería que fuera respondido. Todo lo que les han
enseñado sobre la tradición liberal de la educación, el valor de los libros, la belleza del
arte, el significado de la creatividad, se pierde y no significa nada a menos de que
mantengan la independencia para hacer sus propias preguntas, a lo largo de toda su vida.
Y es más fácil ahora de lo que lo será dentro de diez años y es más fácil ahora de lo que
será cuando tengan cincuenta o sesenta o setenta años. Esta es una de las cosas más
extraordinarias de envejecer: todo lo que dice la gente de que uno se vuelve más
conservador es verdad. Lo que dicen sobre ‘venderse’ es verdad. Si no son lo
suficientemente valientes ahora como para hacer las preguntas que creen que necesitan
ser hechas, nunca lo serán. Entonces, no lo pospongan nunca. El Movimiento de
mujeres no puede sobrevivir a menos de que hagamos ese compromiso. El Movimiento
de Mujeres no es simplemente un movimiento que transmite una ideología; es un
movimiento que crea una ideología, que es muy diferente. Crea formas de entender el
mundo en el que las mujeres viven, formas de entender la construcción social de la
masculinidad y la feminidad, formas de entender qué es el prejuicio como una
construcción social, cómo funciona, cómo se transmite. Crea formas de entender qué es
el odio contra las mujeres, por qué existe, cómo se transmite, qué función tiene en esta

100
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

sociedad o en cualquier otra, independientemente de cómo se organice económicamente


o en qué lado del Telón de Acero se encuentre, sea o no una sociedad nuclear. Entonces,
nos dedicamos a hacer las preguntas e intentamos encontrar respuestas.
También somos un movimiento en contra del sufrimiento humano. No hay
manera de ser feminista y olvidar eso. Si eres una feminista y has olvidado que nuestro
objetivo es terminar con el sufrimiento de innumerables mujeres no identificadas e
invisibles de los crímenes que han sido cometidos contra ellas —y sí, también buscamos
terminar con el sufrimiento de los varones que están cometiendo los crímenes, sí,
probablemente creemos que podemos— entonces tu feminismo es hueco y no importa,
no cuenta. Este es un movimiento en contra del sufrimiento. Por eso, leyendo entre
líneas, cuando escucho a la gente decir que este es un movimiento por la libertad, por la
justicia, por la igualdad —y todo esto es entera y profundamente cierto— debemos
recordar que también estamos tratando de terminar con el sufrimiento. ‘Libertad’,
‘justicia’, ‘igualdad’, se han convertido en slogans, palabras de la Avenida Madison:
también ‘revolución’. Nadie trata de vender el sufrimiento: en Estados Unidos, el
sufrimiento es apenas nombrado. El sufrimiento no encaja con el esquema publicitario
para un Estados Unidos feliz. Por eso es una buena medida de tu propio compromiso el
entender que al final, al final, lo favorable que estamos buscando tiene que ser medido
contra la verdadera condición de las mujeres, que sabemos y entendemos. El objetivo de
la sociedad en la que vivimos es conseguir la Felicidad, la Felicidad del consumidor. Se
supone que obtenemos esa Felicidad a través de los brillos labiales y gracias a las
veinticuatro horas pasadas frente al televisor todos los días. Eso quiere decir que no
debemos sentir dolor: puede que no sepamos lo que es que sentimos, pero no debemos
sentir dolor. Una de las cosas que hace el Movimiento de Mujeres es hacernos sentir el
dolor. Sientes tu propio dolor, el dolor de otras mujeres, el dolor de las hermanas cuyas
vidas apenas puedes imaginar. Debes tener mucho valor para aceptar eso si se
comprometes a largo plazo, no sólo por tres meses, ni por un año, o dos años, sino
durante toda tu vida, con el feminismo, con el Movimiento de Mujeres, vas a tener que
vivir con un montón de dolor. En este país eso no es algo que esté de moda. Así que
prepárense para los terapeutas. Y prepárense para las recetas. Prepárense para todas las
personas que les dirán que es su problema, que no es un problema social y que por qué
están tan amargadas y que qué está mal en ustedes. Y detrás de todo esto está la
presuposición de que la violación fue un delirio, que la golpiza no se fue así en realidad
y que las dificultades económicas son su fracaso personal. Aférrense al hecho de que
eso que eso no es verdad: nunca ha sido cierto.
Ha habido muchas maneras de definir la preocupación esencial del feminismo.
Hay muchas opiniones diferentes. Hay muchas presiones ideológicas dentro del
Movimiento de Mujeres. Hay muchas listas de prioridades distintas. Yo voy a discutir la
mía, individualmente, como una feminista que ha escrito libros, que ha viajado mucho
por el país, que ha escuchado a mujeres de todo el mundo. Ustedes deciden si estar de
acuerdo.
Pienso que la condición fundamental de las mujeres está definida literalmente
por la falta de integridad física de nuestros cuerpos. Creo que nuestro lugar de
subordinación en la sociedad empieza ahí. No creo que podamos hablar de la condición
de las mujeres en términos estrictamente económicos, aunque no quiero ver a la
economía excluida de ninguna discusión sobre las condiciones de las mujeres. Pero
debo decir que lo que es fundamental y lo que siempre debe ser considerado es la
integridad sexual y reproductiva del cuerpo de la mujer. La mujer es un individuo y las
mujeres somos una clase. La clase de mujeres incluye mujeres de todas las razas,
condiciones económicas y sociales, en todas las sociedades de la faz de la Tierra.

101
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Solía haber algunas feministas que hablaban en los campus universitarios y


decían: "Eres demasiado joven para saber esto ¿qué puedes saber? ¿qué has
experimentado? Espera a salir, espera a que esos bastardos empiecen a joderte de verdad
y ahí vas a ver de lo que se trata el feminismo”. Pero el conocimiento ha revelado que
para cuando las mujeres tienen la edad de las que hoy están en esta sala, una de cuatro
ya han experimentado una agresión sexual. De hecho, como la mayoría aquí tiene más
de dieciocho años, sospecho que más de la cuarta parte de ustedes ha tenido una
experiencia así.
El incesto es la primer agresión. Nunca antes habíamos tenido idea de lo común
es. Siempre habíamos oído sobre el tabú del incesto pero, como seguramente han oído
en otros contextos, las leyes han sido hechas para romperlas: especialmente esta. La
mayoría de las víctimas del incesto son niñas. Son atacadas de muchas maneras,
normalmente por sus padres, usualmente por sus padrastros. Estamos hablando de
abusos de varones que se encuentran en situaciones íntimas de poder: adultos con niñas,
adultos queridos. Muy poco incesto es cometido por mujeres adultas hacia niños. Hay
muchas agresiones de mujeres contra niños, de eso hay mucho. No debemos dejar eso
afuera. Muchas mujeres son obligadas a tener hijos que no desean y hay muchas
agresiones, especialmente hacia esos niños. Pero no parece haber mucho abuso sexual.
El incesto es tremendamente importante para entender la condición de la mujer.
Es un crimen que se comete contra alguien que posiblemente no pueda recuperarse
nunca. La vida es difícil, o como dijo Jimmy Carter, es injusta. Cosas horribles les
suceden a las personas y estas no pueden recuperarse nunca. Es la verdad.
Probablemente ninguna mujer se recupera totalmente de una violación, de ser golpeada,
pero esto es distinto, porque la niña no tiene una oportunidad en el mundo. Su completo
sistema de realidad, su capacidad de formar vínculos, su capacidad de comprender el
valor del respeto propio, es destruido por alguien que ama. Las víctimas de incesto se
están organizando en este país, y se están organizando políticamente. Una de las razones
por las que se organizan políticamente y no psiquiátricamente es porque entienden que
el poder del padre de familia es el que crea el ambiente para autorizar el abuso. Lo
entienden mejor que cualquiera que no haya pasado por esa experiencia. Han visto a sus
madres temerle al padre; conocen su propio miedo al padre; han visto el apoyo de la
comunidad al padre; la defensa de la comunidad psiquiátrica al padre; han visto la
negativa del sistema legal a tratar al padre como un criminal; han visto la negativa de
los grupos religiosos de tomar en serio el incesto, tal como lo hacen con la
homosexualidad. Entienden el mundo en el que viven las mujeres. Lo más importante,
creo, es que entienden el miedo de sus madres, lo que no quiere decir que las vayan a
perdonar alguna vez por lo que les pasó. En esta sociedad es muy difícil perdonar a tu
madre, sin importar lo que haya pasado. Pero las víctimas de incesto están en el centro
de esta situación política. Han sido, según mi opinión, los y las más valientes para
hablar de los que les pasó cuando eran niños. Y se están organizando para darles a los
niños protección y derechos: y el Movimiento de Mujeres debe tomarse más en serio el
entender que la conexión entre mujeres y niños y niñas es realmente política. El poder
del padre es lo que hace que las mujeres y los niños y niñas sean una subclase.
La violación dentro del matrimonio es también importante para entender la
condición de las mujeres. Les contaré una historia. Tengo un ahijado. Es una sorpresa
tenerlo pero lo tengo. Pero el padre de mi ahijado es un abogado liberal. No me gustan
los abogados liberales porque defienden a la pornografía, a los racistas, a los nazis y a
los violadores. En muchos términos somos enemigos políticos e ideológicos. La madre
de mi ahijada, una amiga muy cercana, es una feminista anti-violación. Eso quiere decir
que ella entiende el feminismo a través del entendimiento de la violación. El padre de

102
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

mi ahijado me dijo, y lo publicó en un periódico en el que también se lo dice a un


montón de gente, que si una mujer es violada por alguien que conoce, no está mal.
También dijo, a mí y al público, que la violación intramatrimonial es imposible, no
porque lo diga la ley —que frecuentemente lo hace— sino porque nunca podremos
saber si la mujer realmente lo quería. El padre de mi ahijado es un hombre sensato, un
hombre agradable. Él defiende violadores en la corte —aunque esto le provoca un dolor
inmenso a su esposa— porque piensa que las mujeres acusan consistentemente de
violación a los hombres cuando simplemente han tenido sexo y porque cree que las
penas para las violaciones son demasiado severas de todas maneras. Es imposible para
él siquiera considerar que ser violada por alguien que conoces —como un esposo—
puede ser aún peor que por un extraño; que puede destruir tu capacidad de continuar;
que es la violación de tu cuerpo y también la destrucción total de tu integridad, de tu
amor propio, de tu confianza, de tu íntima privacidad. Las lesiones físicas de las
mujeres víctimas de violación intramatrimonial no son inferiores a las de los demás
tipos de violación. Sin embargo, en el hogar, el derecho a la privacidad ha garantizado
al marido el acceso total al cuerpo de la esposa. Leyes muy específicas han garantizado
ese acceso, ese derecho. Al mismo tiempo, en este país tenemos un clima en el que la
gente está aterrorizada por los crímenes en las calles. Las mujeres están muertas de
miedo de ser violadas. Pero la verdad es que —en hechos, no de manera polémica— las
mujeres tienen más probabilidades de ser violadas por alguien que conocen,
especialmente un padre o un esposo; y dentro de casa, en ese lugar que se promueve
como un lugar de paz y armonía y de dicha cristiana, pero que es el lugar más peligroso
para las mujeres. Es la verdad. Una mujer asesinada tiene más probabilidades de ser
asesinada en su casa por un marido o un amante. Es difícil saber cuántas mujeres son
maltratadas exactamente: los estimativos basados en investigaciones actualmente hablan
del cincuenta por ciento de las mujeres casadas —cincuenta por ciento de las mujeres
casadas han sido probablemente golpeadas en algún punto durante sus matrimonios. Eso
no es vida, es una guerra.
Hace poco hubo una violación en grupo en New Bedford. Hubo una vigilia ahí.
El cuarenta y tres por ciento de las violaciones son cometidas en grupo. El cuarenta y
tres. El veintisiete por ciento son de a tres o más hombres, el dieciséis por ciento son de
a dos hombres. La violación en grupo es normal y casi nunca se procesa con éxito
porque los testigos son varones y se defienden entre ellos; cuentan la misma historia.
Todos dicen que la víctima vino voluntariamente o que se llevó dinero. No importa lo
que le haya pasado a esa mujer. No habrá ni siquiera un juicio por esa violación. Las
implicaciones de esto son asombrosas porque significa que cualquier grupo de varones
puede violar a una sola mujer sin que pase nada.
El instituto Kinsey, que estudió fenómenos tan diversos como el sexo, sexo, y
sexo, llamó a la violación en grupo "atención poliándrica". Una mujer, de acuerdo con
el estudio de Kinsey, caminó por una calle. De hecho, las categorías de Kinsey son tales
que una mujer es definida como alguien de quince años o mayor. Así que tal vez sea
una adolescente la que está caminando por la calle. Ella es violada en grupo: los machos
predadores la siguen, la buscan y la obligan. Es la "atención poliándrica". Ese es el
máximo reconocimiento que la violación en grupo ha tenido hasta que las feministas
comenzaron a analizar las violaciones.
Hablando de violación, usualmente hablamos de extraños que violan a mujeres,
porque este es el estereotipo de la violación y porque los extraños sí violan mujeres
aunque en menos de la mitad de las violaciones cometidas. Muchas mujeres serán
violadas por alguien que conocen. Entonces, ¿Por qué nos crían para creer que la
violación es cometida por extraños cuando en realidad no es así? En mi opinión, la

103
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

violación se trata de tener acceso. No hay una distinción cualitativa de varones para
esto. Los grupos de hombres que conocemos son peores para nosotros que los grupos de
hombres que no conocemos porque tienen más acceso a nosotras. La violación es una
cuestión de acceso. Los hombres violarán a las mujeres a las que tienen acceso. El
extraño como violador se utiliza políticamente como chivo expiatorio, especialmente
para organizar a las mujeres de la derecha. En los Estados Unidos, el extraño es negro y
es un violador. En la Alemania nazi, el extraño era judío y era un violador.
Este miedo a la violación asociada a extraños es un componente básico del
racismo. El temor de las mujeres ante la violación es legítimo. Esos miedos son
manipulados para servir a fines racistas.
Ahora vemos la estrategia del chivo expiatorio usada contra los hombres
homosexuales, quienes son acusados de violar niños aunque sabemos que la mayoría de
los abusos sexuales se dan en niñas. No es que los hombres homosexuales no violen. Lo
hacen. También los hombres negros y los hombres judíos. Los varones de todas las
clases y etnias violan, lo que no quiere decir que absolutamente todos los varones
violen. Esto quiere decir que todos los varones se benefician de la violación, porque se
benefician del hecho de que las mujeres no son libres en esta sociedad; de que las
mujeres se acobarden, de que sientan miedo, que no puedan hacer valer sus derechos y
los limiten a lo legal, debido al temor omnipresente a la violación.
Cuando las feministas empezamos a prestar atención a la violación, nuestra
intrusión en este área de pensamiento masculino, estudios masculinos y actividad
masculina no fue muy apreciada. Nos dijeron que estábamos complicándole la vida a
ciertos grupos de hombres, especialmente a los varones negros. Antes del Movimiento
Feminista, la violación era tratada por las personas políticamente progresistas como un
producto de la imaginación de las mujeres, como un esfuerzo vengativo y reaccionario,
un esfuerzo racista de destruir a otra persona o como una venganza personal. La
distinción que estoy haciendo aquí es muy importante porque la violación es real. Es
totalmente falso que hemos usado la raza del violador selectivamente. Esa es una
información sorprendentemente peligrosa porque cuando miramos el enojo de los
varones blancos hacia las feministas por siquiera hablar de la violación, descubrimos
que por primera vez en la historia de este país los hombres blancos estaban incluidos en
la categoría de violadores potenciales. Finalmente alguien había captado su juego. No
les gustó. Son precisamente los blancos liberales, los que han estado diciendo que han
estado luchando universalmente contra las afirmaciones fraudulentas hacia los hombres
negros todos estos años, los más obstinados en rehusarse a entender que la violación es
real y que la violación es cometida por todos los tipos y clases de hombres,
incluyéndolos. Ellos perpetuaban el estereotipo racista al rehusarse a reconocer que
todos los tipos de hombre violan, dejando así a los hombres negros como violadores en
la mente pública.
Frecuentemente nos encontramos con estas situaciones difíciles y peligrosas,
porque estamos desafiando no sólo al poder —y el poder es serio, el poder es
importante— sino también las nociones de la realidad con que las personas están
cómodas aunque protesten contra ellas. No es cierto que porque las personas protesten
sobre una condición, realmente quieran verla eliminada. Es un hecho desagradable pero
básico de la vida que demasiado frecuentemente, la protesta es una forma de apego a
una condición y, cuando eliminas esa condición, eliminas la función que esa persona ha
creado para sí misma. El objetivo del feminismo es hacer el feminismo innecesario. Y
eso hace que el feminismo sea distinto a otros movimientos políticos del país.
Conectado a la violación, está el embarazo forzado. Como feminista radical, soy
acusada constantemente de muchas cosas: de odiar a los hombres, por ejemplo, pero

104
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

también de no saber nada. La gente dice ”bueno, si supieras aquello, no dirías esto”.
Creo que soy la única persona viva que a la edad de treinta años ha discutido con
personas radicales, amables, de izquierda, sobre cómo los espermatozoides se unen con
el óvulo para que yo pueda entender las bases de la sexualidad y la reproducción y de
por qué este sistema en el que vivimos ahora es esencial para sobrevivir. Entonces,
¿Qué se puede hacer? Cuando dicen que no entiendes algo, tienes que intentar
comprenderlo. Así que lo intente y me llevó a una conclusión asombrosa: porque
cuando se une el espermatozoide con el óvulo y la posibilidad de fertilización existe y
un bebé puede llegar a nacer, no importa si el acto sexual fue voluntario o no. El
embarazo no depende del consentimiento de la mujer para tener relaciones sexuales,
solo depende del hecho que tuvo lugar en ese acto, el acto sexual. Entonces, observemos
lo que sabemos sobre las mujeres y el sexo forzado. Sabemos que posiblemente un
cincuenta por ciento de las mujeres casadas son o han sido golpeadas. Sabemos que las
violaciones son endémicas, que el incesto es endémico. Sabemos que las mujeres
quedan embarazadas muy seguido, constantemente. Sabemos que las mujeres son
culpadas cuando quieren terminar con ese embarazo; sabemos que las mujeres son
hechas responsables del sexo todo el tiempo, sean realmente responsables o no.
Sabemos que toda la responsabilidad del niño caerá finalmente sobre la mujer. Ella lo
alimentará, lo vestirá, decidirá si el niño vive o muere a través de su comportamiento.
Ella será la responsable de la vida de ese niño.
No voy a hablar de derechos reproductivos hoy, quiero hablar sobre el aborto,
solo del aborto. El asesinato es fundamental para él: el asesinato que se da en el sexo
forzado. El asesinato es en el sexo forzado y cualquier sinónimo del sexo en esta
sociedad lo dice. Todas las palabras. Asesinándome suavemente; violación: todas las
palabras que tienen que ver con el sexo son palabras hostiles, peligrosas, llamadas
también palabras ‘sucias’. La palabra vagina significa funda. Todas las imágenes
pornográficas tienen que ver con la hostilidad: y hay armas, cuchillos, el uso del pene
como un arma. Nosotras no hicimos esto; las feministas no hicimos esto. No somos
responsables de su creación, pero estamos haciendo que la gente lo enfrente. Entonces,
la realidad práctica es que mientras el sexo sea forzado para las mujeres, las mujeres
deberían tener derecho a abortar, absolutamente, sin importar lo que eso signifique, sin
importar lo que tu creas que significa.
El aborto es fundamental ideológicamente para entender la condición de la
mujer. Significa el control total de su reproducción y de su cuerpo. Hay otros derechos
reproductivos que necesitamos: no ser esterilizadas en contra de nuestra voluntad —lo
que pasa sistemáticamente en algunas comunidades a causa de la raza y de la clase
(siendo el sexo la precondición). Pero el aborto es símbolo de la vida de la mujer: esto
es porque cuando el aborto era un delito en este país, las mujeres morían en grandes
cantidades y las mujeres morían de horribles, horribles formas. La muerte por aborto
clandestino es una tortura. Es una muerte por putrefacción. Muerte gangrenada. Es un
sangrado hasta la muerte. Eso es lo que era y por eso es que las mujeres que lo
sobrevivieron nunca abandonarán la lucha por la total despenalización del aborto, su
financiación gratuita, la disponibilidad absoluta del aborto seguro para todas las
mujeres. Las mujeres nunca deben renunciar a la lucha contra la despenalización del
aborto, la financiación gratuita y la disponibilidad total para todas las mujeres. Lo que
nos lleva al dinero. Ahora, las mujeres que tienen dinero pueden pagárselo cuando
deseen y las que no lo tienen, no. Las mujeres como clase son pobres. Las mujeres
trabajadoras ganan de cincuenta y seis a cincuenta y nueve centavos a comparación con
el dólar que los hombres ganan por el mismo trabajo. Estas cifras son importantes.
Realmente importan. Las mujeres tienen el cien por ciento de los embarazados y solo

105
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

obtienen la mitad de los dólares. Una de las razones por las que las mujeres están
subordinadas económicamente —porque eso es lo que sucede con la mayoría de las
mujeres— es porque es la mejor manera de mantener a las mujeres más disponibles
sexualmente. Podemos hablar de la forma en la que Capitalismo está organizado, la
forma en la que funcionan las multinacionales, de cómo se explota la mano de obra
barata por motivos raciales y de género; pero la realidad del asunto es que cuando las
mujeres son económicamente dependientes, están sexualmente disponibles. Las mujeres
tienen que vender sexo —en casa, en el trabajo; y algunas mujeres sólo tienen el sexo
para vender porque son mantenidas analfabetas y sin preparación y porque a las mujeres
se les paga tan poco por el trabajo "honesto" de todas maneras. La degradación
económica sistemática convierte a cualquier mujer en una mujer que puede ser
comprada, que será comprada y es mejor ser una mujer que tiene un alto costo en el
mercado.
En vez de tener acceso al trabajo real y poder ganar dinero (de la misma manera
y con las mismas responsabilidades económicas y políticas del sistema de explotación
de los hombres), las mujeres trabajan por miserias y trueques de sexo. La igualdad de
sexos significa tener iguales goces e iguales responsabilidades, incluyendo la igualdad
económica y las responsabilidades políticas en el sistema económico. Tener acceso a la
igualdad salarial significaría también que las mujeres podrían separarse sexualmente de
los varones, en muchos términos. Esto no tiene nada que ver con ser heterosexual o ser
lesbiana, no tiene nada que ver con la propaganda anti-feminista que dice que nosotras
odiamos a los hombres, queremos destruirlos, buscamos castrarlos —no puedo ni decir
todas las cosas que supuestamente les haríamos cuando finalmente podamos hacer lo
que queremos. Todas las mujeres tienen un cuchillo en la cocina, todas las mujeres
podrían hacerlo en este momento. Pero la reivindicación de la independencia es mucho
más compleja que eso. Realmente significa que tienes que tomar responsabilidad sobre
tu propia vida, y muchos de los problemas de las mujeres están atados a la dependencia
forzosa de los hombres que somos obligadas a desarrollar. Parte de eso está expresado
como necesidad sexual; parte de eso es expresado como denigración propia. E incluso
cuando nada de eso aplica, el punto de la cuestión es que si quieres ser una mujer
económicamente solvente en esta sociedad es necesario que tengas un lazo con un varón
—sea en la casa o en el trabajo. En algún lado. Si no tienes esa conexión en algún lado,
estás en un montón de problemas.
La explotación económica de las mujeres como clase significa que debemos
vender sexo y esto nos hace, como clase, vistas no irracionalmente como prostitutas por
los hombres, nos llamen prostitutas o no. Muchas leyes se basan en el preconcepto de
que las mujeres se venderán a sí mismas a cualquiera o por cualquier cosa. Si tienes un
grupo de personas que son lo suficientemente pobres, la posibilidad es que terminen
haciéndolo, y muchas mujeres son lo suficientemente pobres. Cuando tienes una
endemia de acoso sexual en el ámbito laboral, está basada en la premisa de que las
mujeres son seres sexuales y que son, por naturaleza, prostitutas de algún tipo —darán
sexo por dinero o por trabajo. Eso es en parte para lo que las mujeres están. Es parte de
lo que ella es.
Hay diferencias entre el matrimonio y la prostitución. Al igual que en la
prostitución, el matrimonio es una institución extremadamente opresiva y peligrosa para
las mujeres. Las mujeres pierden derechos civiles cuando se casan en muchos estados.
Hay todo un continuo de derechos que ya no tienes una vez que te conviertes en una
mujer casada en muchos lugares. Van desde la incapacidad de tener propiedades (en
Luisiana, por ejemplo, que aún está gobernada por leyes derivadas del código
Napoleónico, si puedes creerlo) hasta la pérdida de derechos sobre tu propio cuerpo.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Debes tener sexo con su marido cuando él lo diga. Es su derecho legal y tu obligación
legal. Una de las diferencias entre el matrimonio y la prostitución es que en el
matrimonio sólo tienes que tratar con un sólo hombre. Muchas mujeres prefieren el
matrimonio a la prostitución por esa razón: es más seguro, es un mejor trato. Esta es la
razón por la que muchas mujeres de derecha defienden la castidad y la santidad del
hogar. No quieren estar en la calle vendiendo el culo, ¿vamos a decirles que son
estúpidas o que están equivocadas? No son estúpidas. Son muy inteligentes. Entienden
el sistema en el que vivimos y entienden qué es lo que tienen que intercambiar por
refugio, salud decente y un poco de seguridad. Y luego, como todos los apostadores, se
arriesgan. Como todas las mujeres, se arriesgan.
De manera breve, sobre la prostitución: nos interesa mucho ver la prostitución
despenalizada. La criminalización de la prostitución deja a las mujeres pobres expuestas
al más extraordinario tipo de abuso y explotación —de los proxenetas, pornógrafos y
compradores y vendedores profesionales de sexo. Es importante para nosotras, como
mujeres, que la prostitución no sea legalizada. En otras palabras, no debería haber leyes
contra la prostitución y no debería haber leyes regulando la prostitución. En los países
donde la prostitución está legalizada, las mujeres son generalmente mantenidas
prisioneras en burdeles. Les recomiendo que lean La Esclavitud Sexual de las Mujeres,
de Kathy Barry, que trata sobre la prostitución forzosa a una escala global. He vivido en
Ámsterdam, Holanda, donde la prostitución está legalizada, regulada por la policía de
forma abierta. La gente en esos países vive hasta muy anciana, excepto las prostitutas
que mueren muy jóvenes. Casi no hay problemas con las drogas, excepto por las
prostitutas. Ellas usan heroína y morfina, también opio. Las mujeres que son prostitutas
en los sistemas donde la prostitución está legalizada nunca pueden escapar de la
prostitución y una de las razones por las que no lo hacen es porque la policía misma no
se los permite. Es, entonces, ir en contra de los intereses de las mujeres el hacer
cualquier cosa que ponga a otras mujeres, algunas mujeres, cualquier mujer, en la
posición de ser prostitutas por el resto de sus vidas. Entonces, está la pregunta de qué le
hace la prostitución a la mujer en sí misma, la persona individual. Es una pregunta que,
creo, todas nos hemos hecho alguna vez, porque todas hacemos concesiones. La mujer
que es prostituta profesional está en un una situación particularmente lamentable.
Estudios recientes han mostrado que en algunas ciudades hasta el setenta por ciento de
las mujeres que están trabajando en prostitución han sido víctimas de incesto. Las
mujeres se convierten en prostitutas luego de huir de sus casas, a una edad muy
temprana. Se escapan porque están siendo abusadas. Son particularmente vulnerables a
los proxenetas porque no hay aprendido a desarrollar un sistema de autoestima o de
protección propia; y también porque aquello de lo que vienen, en sus mentes, tiene que
ser peor que hacia lo que están yendo. Tenemos que cambiar su situación.
La pornografía está muy relacionada a la prostitución, ciertamente para las
mujeres que están en ella. Para las mujeres que están en ella, usualmente, la pornografía
suele ser el paso siguiente. Cualquier cosa en el interior es un paso adelante. Hace frío
allí afuera.
La pornografía es muchas cosas. Es una industria. Estimamos que maneja unos
ocho billones de dólares anuales. Es mucho más grande que la industria del cine y la
industria discográfica convencionales combinadas. Piensen en lo que significa eso en el
consumo de pornografía y cómo ese consumo se relaciona con los hombres, un vasto
número de hombres, que están cometiendo las agresiones sexuales de las que vengo
hablando. El contenido de la pornografía es casi siempre el mismo. Tiene una calidad
universal. O la mujer quiere ser violada y ser lastimada y realmente lo disfruta o no lo
hace, en cuyo caso, se las somete a todas estas cosas de todas maneras y ella se da

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

cuenta de que es lo que quería en realidad, y que realmente su vida estaba vacía antes de
todo eso. La pornografía es propaganda de odio contras las mujeres. No solo alienta a la
violencia, sino que dice que la amamos. La pornografía es un sistema de creencias vital,
vigoroso y efectivo. También es entrenamiento conductual. La gente dice, "Oh, bueno,
la pornografía —es sólo para masturbación, nadie sale lastimado de todas maneras."
Pero el orgasmo es una recompensa bastante seria, ¿no te parece? Piensa en el pequeño
perro de Pavlov, ¿no? No piensan sólo en salivar; salivan. Piensan en hacerlo porque lo
han aprendido. Punto. Ahora piensa en la pornografía. La deshumanización es una parte
básica del contenido de toda la pornografía sin excepción. La pornografía en este país
en los últimos diez años se ha vuelto cada vez más violenta en todos los sentidos,
incluyendo a Playboy, incluyendo todo eso que das por sentado; y cada orgasmo es una
recompensa por creer en ese material, por absorber ese material, por responder a ese
sistema de creencias: tener una respuesta sexual que hace a las mujeres inferiores,
menos que humanas.
Nada en este sistema está desligado. La pornografía tiene una relación con la
violación, ya que la celebra. Tenemos cantidades de información sobre el uso de la
pornografía en violaciones, que ninguna autoridad consideraría importante.95 Tenemos
cantidades de información sobre el uso de la pornografía de las víctimas de incesto que
nos dicen que sus padres miraban pornografía. Así que, déjenme hablarles brevemente
acerca de cómo el Movimiento de Mujeres obtiene su información y por qué casi
siempre es correcta. Durante los últimos diez años ha habido un patrón. Las feministas
decimos que algo sucede o es cierto y luego diez mil autoridades nos dicen "eso es
mentira". Y luego alguien comienza a hacer estudios, y luego tres años después dicen:
"bueno, bueno, la violación es endémica." ¿no? Nos dicen, bueno, tus cifras eran muy
pequeñas, es diez veces más que eso, ¿no? El FBI descubre las violaciones, ¿no?
Lo mismo pasa con las golpizas. A las mujeres les encanta que les peguen; eso
dicen y piensan las autoridades. Las esposas maltratadas empiezan a hablar. Comienzan
a salir del cautiverio que las aterrorizó diez años, doce años, quince años. "Oh, qué
mierda" dicen las autoridades. Cinco años después aparecen sociólogos que hicieron
estudios en California y descubrieron que la mitad de las mujeres casadas son
golpeadas. Para nosotras eso no es ninguna noticia. Nosotras tenemos una gran técnica:
escuchar a las mujeres. Es un método secreto que no dejamos que nadie sepa. Así
descubrimos el incesto. Cuando las mujeres comenzaron a hablar sobre haber sido
abusadas incestuosamente hace tres o cuatro o cinco años, todos dijeron que eso no
sucedía. Ahora las autoridades usan nuestras mismas cifras; una de cuatro. Nosotras
ahora pensamos que esa cifra es demasiado baja y tenemos razón. Ya se darán cuenta de
que tenemos razón.
La relación entre la violación y la pornografía no es cuestión de especulación.
Podemos hablar de los estudios que se están haciendo, que se han hecho, que se harán:
pero les digo que tenemos muchas historias de mujeres que dicen que la pornografía
estuvo involucrada centralmente en sus violaciones. Sabemos que es verdad. La
pornografía es el material de aprendizaje. Hay violadores que la utilizan de esa manera.
Hay golpeadores que la utilizan de esa manera. Hay padres violadores que la utilizan de
esa manera. Hay maridos amorosos, y no tanto, que la utilizan de esa manera y será
establecido sin ninguna duda que es utilizada de esa manera por masas de hombres.
Ahora, ¿esto en qué nos deja?

95
En Minneapolis, en el 12 y 13 de diciembre de 1983, el Ayuntamiento de Minneapolis celebró
audiencias que establecieron la centralidad de la pornografía en los abusos sexuales experimentados por
las mujeres y así como en todo el continuo de actos sexuales forzados y hostiles impuestos clásicamente a
las mujeres. Las pruebas están todas en un mismo lugar ahora y son irrefutables.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Es un total sinsentido para mí, pero hay personas que sienten que debemos dejar
espacio para la libertad de expresión. Algunas personas piensan que las preguntas sobre
la libertad de expresión son una respuesta política lógica a lo que acabo de decir sobre
el daño que se hace. No se refieren a la libertad de expresión de las víctimas, sino la de
los pornógrafos. Di cualquier cosa sobre la pornografía y alguien saltará diciendo "¿Qué
pasa con la libertad de expresión?". Bueno, ¿qué pasa con la libertad de
expresión?¿Quién la tiene?¿Dónde comienza? Para mí comienza con las víctimas de
incesto; yo digo que ahí es donde comienza. Comienza con esa niña que está cautiva en
esa casa que no puede decir que no. O tal vez la libertad de expresión comienza en una
mesa de billar en New Bedford: la libertad de expresión puede comenzar con la mujer
que ha sido violada por un grupo sobre la mesa de billar en público. Su libertad de
expresión, ¿tuvo alguna? Cerca de seis semanas antes de que esa violación en grupo
tuviera lugar, Hustler había tenido en su portada precisamente, precisamente, esa
misma violación en grupo. Fue en su publicación de enero: sobre una mesa de billar, en
el mismo tipo de bar, todo en ese diseño es lo que sucedió en ese bar.
¿Coincidencia?¿Una violación de imitación? Ahora tenemos como parte de nuestro
entramado social y de nuestra política pública virtual la celebración pública de la
violación. La gente va a mirar películas para celebrar la violación. La gente dice que el
hecho de que Linda Marchiano, que era conocida como Linda Lovelace, haya sido
golpeada y violada y obligada a hacer Garganta Profunda, no importa. Garganta
Profunda es más importante. Garganta Profunda es expresión. Necesitamos a Garganta
Profunda, ¿no es cierto? El hecho de que alguien haya sido mantenida en cautiverio y
aterrorizada para lograr hacer la película no debe disminuir la importancia que el film
tuvo para nuestra libertad. Tal vez la libertad de expresión comienza con Linda
Marchiano.
La Primera Enmienda fue escrita por varones blancos que sabían leer y escribir y
poseían tierras. Muchos de ellos eran dueños de esclavos y mujeres. Era ilegal
enseñarles a los esclavos a leer y escribir y a ninguno de ellos les importaba la Primera
Enmienda. La Primera Enmienda fue escrita por aquellos hombres porque la
alfabetización y la posesión de propiedad estaban vinculadas. La alfabetización era una
señal del poder de la clase alta. La Primera Enmienda fue escrita para preservar ese
poder. Ahora protege otros tipos diferentes de poderes, más vulgares. No es un poder
aristocrático. Es el puro poder del dinero. Es el poder de los proxenetas. Eso es lo que
hace ahora. No empodera a las mujeres. No hace nada por nosotras cuando escribimos
nuestros libros, cuando cantamos nuestras canciones. No era la intención, y si estamos
preocupadas por la libertad de expresión, lo que debemos hacer es encontrar una forma
de conseguirla.
Las feministas le hemos pedido —a través de un formulario— a la ACLU
(Unión Americana por las Libertades Civiles) que nos ayude. Le hemos dicho: "mira,
las mujeres son excluidas histórica y económicamente de cualquier participación posible
en este mundo de medios que cuesta mucho dinero. Y también los negros. Y también
los hispanos. Y también otras personas desposeídas en este país. ¿Qué pasa con nuestro
derecho a la libertad de expresión?¿Cómo lo conseguimos?". La ACLU defiende a las
corporaciones. Defiende a la NBC; defiende que los propietarios de los periódicos
publiquen lo que ellos quieran. No defienden el derecho de ustedes o mi derecho de ser
escuchada en esos lugares. Defienden los derechos de los propietarios a decidir qué será
o no será dicho. Necesitamos un acercamiento político a las libertades civiles en este
país —no un acercamiento liberal, sentimental y sin sentido. ¿Dónde está el poder?
¿Quién lo tiene?¿Quién tiene la libertad de expresión?¿Qué significa eso?¿A qué
asciende?¿Cómo funciona eso en la vida real?¿Quién hace que el Estado se desmorone

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

y por qué? El Estado controla a la gente desposeída de otras formas. Se los digo como
escritora y como mujer que la alfabetización, el escribir un libro, el estar hablando aquí
frente a ustedes son signos de un tremendo privilegio. Estos no son derechos comunes
que todos podemos ejercitar.
Todos queremos pensar en nosotros como individuos. Queremos pensar que
nuestras cualidades le hacen una diferencia al mundo y es brutal entender, que cuando
eres mujer, o negro, o judío, o tienes cualquier otro tipo de condicionamiento por
nacimiento, ciertas expresiones de individualidad no existen, te están vedadas.
Muchas mujeres se rebelan contra el feminismo porque muchas mujeres piensan
que somos nosotras las que insistimos que su completa y humana singularidad no puede
ser expresada porque son mujeres. Las feministas somos portadoras de un mensaje
terrible. Lo descubrimos siendo mujeres en este mundo. Queremos cambiarlo. Esta no
es una condición impuesta por un movimiento político. Es una condición impuesta por
la supremacía masculina. Eso es lo que queremos cambiar, para que mujer pueda ser
ella misma, que no tenga que conformarse con una definición de su función, y una
definición de su cuerpo, de su valor, que nada tiene que ver con su personalidad. A
veces, sin embargo, el movimiento político contra la supremacía masculina es
confundido con la supremacía masculina en sí misma, como si fuéramos nosotras las
que les decimos "porque son mujeres, van a tener que hacer esto, y esto, y esto". Somos
periodistas. Les estamos diciendo que porque son mujeres es que viven en este mundo
que estoy describiendo, y la única manera de hacer algo para cambiarlo es tomando algo
de responsabilidad política por su existencia y trabajar juntas de manera colectiva, lo
que nunca significa que deban abandonar integridad individual. Tampoco significa que
tengan que abandonar el sentido común y la decencia. Si significara eso, habría algo que
no estaría bien con la forma en la cual nos estamos organizando contra lo que está
molestándolas, y haciéndolas enojar y explotándolas y lastimándolas.
No hay nada que las feministas quieran más que volverse irrelevantes. Queremos
el fin de la explotación de las mujeres, pero mientras haya violaciones —mientras haya
violaciones—, no habrá paz, ni justicia, ni igualdad, ni libertad. No van a convertirse en
lo que quieren ser ni en quiénes quieren ser. No van a vivir el mundo como quieran
vivirlo. Entonces, hay que organizar una agenda. Yo no la tengo: mi agenda es todo lo
que puedo llegar a pensar y hacer, todo el tiempo: es movilizarse y movilizarse y
enfrentarse física e intelectualmente con el poder político. Tienen que escribir los
carteles de los piquetes, marchar, gritar, escribir las malditas cartas. Es su
responsabilidad, para con ustedes y para con todas las mujeres.
Hay algo que no es práctico y es en lo que más creo, y es la importancia de tener
claro qué debe hacerse, sin olvidar ni por un minuto el mundo en el que vivimos y el
mundo en el que deseamos vivir y lo que significa para ustedes y cuánto les importa —
lo que quieren para ustedes mismos y para las personas que aman. En todos lados en
este país nos dicen que seamos complacientes porque el cambio es imposible. El cambio
no es imposible. No es imposible. Muchas cosas tienen que cambiarse en el mundo.
Ahora es momento que cambiemos las condiciones de las mujeres, finalmente,
absolutamente y para siempre. Esta es mi agenda y les agradezco por escucharme.

110
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Margaret Papandreou:
Una Feminista Estadounidense en Grecia
1982
Es importante entender que una entrevista publicada no es una transcripción de una
conversación. Esta, como prácticamente todas las entrevistas, está cortada y pegada de
un texto literal mucho más largo. Estoy en contra de este proceso y me horroricé con la
cantidad de cambios realizados en la entrevista antes de su publicación. No creo poder
entrevistar a nadie nuevamente porque la entrevista publicada es siempre un artificio.
Margaret Papandreou no está tergiversada, ni tampoco yo; pero esto no es lo que
sucedió. Como alguien que ha sido entrevistada muchas veces, odio las distorsiones
introducidas por la remoción y revisión editorial. En este caso, incluso estando a mi
cuidado y al cuidado de Robin Morgan, que como editora de Ms. fue responsable del
artículo, no me siento en paz ni con el proceso ni con el resultado. Las cosas no se
dijeron de esta manera, en este orden y mucho se ha perdido. Piensen en ella como una
cinta editada: los fragmentos que ven en los documentales de la televisión son
seleccionados de los largos diálogos que nunca puedes ni recrear ni imaginar.

CUANDO LA JUNTA militar se apoderó de Grecia el 21 de abril de 1967,


muchos de mis amigos en Creta, donde había vivido entre 1965 y 1966, fueron
arrestados. Esos amigos abarcaban varias generaciones. Algunos habían sido arrestados
bajo la dictadura de derecha de Metaxás durante los años treinta o sus padres lo habían
sido. Algunos habían sobrevivido la ocupación Nazi de Creta. Algunos habían sido
arrestados — como mis más viejos amigos— después de la guerra civil de 1946-49
porque eran comunistas. Todos recordaban, como si les hubiera pasado a ellos, la
ocupación turca (de más de 400 años, que finalizó en 1829). Cada persona que conocí
entendía el terror político y le temía a la policía. Todos, sin importar cuáles eran sus
inclinaciones políticas, eran discretos y estaban reticentes a y conscientes de que el
gobierno liberal de Yorgos Papandreou, el primer ministro de ese entonces, estaba en
problemas y que la Derecha, con el apoyo de Estados Unidos, podría llegar a imponer
restricciones más severas a las libertades civiles. El partido Comunista era ilegal, y
aquellos que eran o habían sido miembros o simpatizantes estaban especialmente en
riesgo. Especialmente irritante para la Derecha era un economista de izquierdas llamado
Andreas Papandreou, hijo de Yorgos, y un radical visible y persuasivo que llegó a
representar las aspiraciones políticas que muchos tuvieron que ocultar.
Durante mis primeros días en Creta, Yorgos Papandreou vino a dar una charla.
Tres días antes de su discurso, la gente comenzó a venir a la ciudad desde las montañas
—en carretas, mulas, a pie, familias enteras, mujeres con infantes, miles de campesinos.
Dos años después, la junta militar estaba en el poder y Yorgos Papandreou y su hijo
disidente estaban presos. Había alrededor de seis mil prisioneros políticos.
Yorgos Papandreou murió en 1968. Andreas, que en 1939 había sido torturado
bajo la dictadura de Metaxás, permaneció en régimen de aislamiento por ocho meses y
se le permitió hacer ejercicio en forma aislada en una jaula especialmente construida
para eso. La presión de John Kenneth Galbraith, Gloria Steinem y otros persuadieron a
Lyndon Johnson a persuadir a los coroneles para que se le permitiera a Andreas

111
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

exiliarse. Volvió a Grecia cuando la junta cayó en 1974, y en 1981, como el fundador de
un nuevo partido socialista, se convirtió en el Primer Ministro de Grecia.
Está casado con una estadounidense, Margaret Chant de Elmhurst, Illinois, una
activista feminista con quien tuve el placer de hablar cuando estuvo en Estados Unidos
para visitar a su familia. Yo estaba especialmente entusiasmada de tener la oportunidad
de encontrarme con ella. Para mí, la elección de su esposo era una reivindicación de mis
amados amigos que habían sido prisioneros (a pesar del hecho de que muchos de ellos
están en partidos de izquierda que se oponen al de Andreas Papandreou). Pero también,
Margaret es una feminista en un país en el que sólo dos de cada cien mujeres han
asistido a la universidad y sólo nueve de cada cien han terminado la escuela secundaria;
en el que las mujeres no pudieron votar hasta 1952; en el que una mujer no puede ser
legalmente la tutora de sus propios hijos, incluso cuando el padre muere. Es difícil
imaginar a la esposa de un jefe ejecutivo que no sólo es la presidente de la Unión de
Mujeres de Grecia sino también una verdadera organizadora feminista. Margaret
Papandreou es una mujer enorme. Estos son los fragmentos de nuestra conversación.

Andrea Dworkin: En Grecia, las mujeres son socialmente segregadas, especialmente


en público. ¿Cómo te ha afectado esa segregación?
Margaret Papandreou: Supongo que es la condición que ha logrado que los derechos
de las mujeres fueran mi mayor lucha política. Cuando fui a Grecia por primera vez, vi
el estatus de segunda clase o tercera clase —es incluso peor que la segunda clase— de
las mujeres en el país. Me afectó mucho. Muchas mujeres griegas sienten lo mismo.
Han vivido con esto y están dedicadas a luchar en contra. Y eso ha sido extremadamente
positivo para mí, el encontrar mujeres que desesperadamente quieran hacer esta clase de
activismo político.
A.D.: En los Estados Unidos, la concientización fue fundamental en el desarrollo de un
Movimiento de Mujeres porque aunque estemos socialmente integradas en el mundo,
nos encontramos a nosotras mismas en completo aislamiento la una de la otra. Las
mujeres en Grecia viven mucho más juntas que nosotras, en familias extensas, en
estructuras de pueblo, etc. ¿Se dan cuenta de lo que tienen en común?¿O aún así se
encuentran aisladas de lo que les sucede a la otras?
M.P.: Diría que aún están aisladas. Todavía sienten necesario defender a sus esposos,
para mostrar que cada una de ellas tiene al mejor esposo en el grupo. Especialmente en
los pueblos, es muy difícil para ellas abrirse y decir lo que realmente está en sus
corazones. Su única fuente de prestigio y movilidad ascendente es a través de sus
esposos.
Sólo un treinta por ciento de nuestras mujeres trabajan fuera de la casa. Así que
tenemos dos tercios de las mujeres que son únicamente amas de casa. (Cada mujer que
trabaja fuera de casa también es una ama de casa.) Es muy importante para ellas dar una
visión a los vecinos o al pueblo de que tienen un buen matrimonio.
Cuando salimos y organizamos a las mujeres en los pueblos, no les preguntamos
directamente si han sido golpeadas por sus esposos. Les preguntamos si saben algo
sobre las agresiones. La mayoría de ellas lo negaran con la cabeza. Algunas mujeres
jóvenes dirán, "¿Qué quieres decir?¿Qué intentas decir? Sabemos que hay agresiones en
el pueblo." Pero la mayoría no querrá decirlo. Cuando digo "mujeres jóvenes", debería
corregir algo: alguna que otra vez es una mujer más vieja, una mujer de setenta y cinco
u ochenta años.
A.D.: ¿Tienes alguna noción de qué nivel de violencia es el que las mujeres de Grecia
experimentan en sus casas?¿La intensidad?¿La frecuencia?

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

M.P.: No tenemos ninguna estadística hasta donde sé, pero creo que es una gran
cantidad. En una sociedad dominada por hombres, en una sociedad patriarcal con la
jerarquía familiar que existe y con esa actitud hacia las mujeres, no podría haber nada
que no fuera violencia dentro de las familias. La mujer está allí como un animal, es
decir, la persona que transporta el agua, que sirve al hombre, así que también puede ser
pateada. No es difícil, ella no es un ser humano. Y no estoy hablando de las
generaciones jóvenes, pero no hay tanto cambio de generación en generación.
A.D.: Uno de mis recuerdos más vívidos de Creta fue el de las ancianas, muchas de
ellas sobrevivientes de la ocupación Nazi, cuando pueblos completos de hombres fueron
asesinados. ¿Son ellas parte de tu organización? Son mujeres formidables.
M.P.: Sí, lo son. Cuando aparecen y hablan, usualmente sabemos que tenemos las bases
de un buena sección en nuestra organización feminista. Hay algunas de ellas que todavía
sienten que tienen muchas ideas pero como son analfabetas no quieren tomar un rol
activo. Se sienten intimidadas. Y luego tenemos otras mujeres —hemos grabado sus
declaraciones— y ellas realmente le dan con todo a los hombres en sus pueblos, con
todo al maldito sistema. Diría que cuando encuentras una mujer griega fuerte, realmente
encuentras una mujer fuerte, porque ha tenido que luchar contra toda clase de
pronósticos. Cuando sale de eso y decide ejercer un rol de líder, puedes contar con su
tremenda fuerza y que está lista para casi cualquier cosa.
A.D.: ¿Hay algo en ese sistema de segregación sexual que piensas que sea una ventaja
política para las mujeres griegas?¿Hay alguna fuerza específica o algún orgullo
desarrollado que se pueda construir políticamente?
M.P.: No puedo ver dónde ese tipo de segregación sexual le de algún tipo de fuerza
específica a las mujeres. Pero lo que hacemos en la Unión de Mujeres —creo que es
muy importante que no haya hombres porque estamos brindando educación política—
es tomar mujeres que nunca han tenido experiencia en organizaciones, que nunca han
tenido un pensamiento político para adoptar, y en ese entorno, brindándoles apoyo y
empujándolas a seguir adelante, aprenden cosas que no aprenderían si fueran a una
organización mixta desde el principio. Es como una escuela. He visto algunos
desarrollos extraordinarios. Hemos estado en funcionamiento desde 1975, y algunas de
estas mujeres que no eran capaces de enfrentar una reunión pública, son diputadas del
Parlamento actualmente. Por lo tanto tienen un ritmo fantástico de desarrollo una vez
que entran en él, incluso más que un hombre que ha estado en él desde el momento en el
que nace.
A.D.: ¿Los partidos políticos dominados por hombres se oponen a los partidos políticos
formados por sólo mujeres?
M.P.: Sí, y tienden a ridiculizarlos, a llamarnos burguesas, de clase media, educadas,
elitistas y dicen que lo único que hacemos es tomar té. Nos llaman "sufragistas". Y
también nos dicen que debilitamos la lucha mayor, que es la lucha por el socialismo. Si
te las arreglas para tener socialismo, dicen ellos, entonces tus preocupaciones se
terminan, la mujer de repente es una igual y todo está bien. Tuvimos que luchar contra
todo eso.
A.D.: Quiero preguntarte algo que es muy importante para mí. La primera vez que fui a
Creta, era consciente de lo que los Nazis y los Turcos habían hecho en la isla. Sé que
bajo la dictadura de Metaxás y luego de nuevo después de la guerra civil un tremendo
número de griegos pasaron por la prisión y la brutalidad policíaca a manos de otros
griegos y ciertamente con la junta, hubieron siete años de brutalidad y tortura policial
sistemática. Cuando los hombres fueron torturados, siempre se ve como algo político.
Cuando las mujeres son torturadas, como en la violación, las golpizas y la pornografía,
es visto como algo sexual; las mujeres se ven como víctimas naturales. Me parece que

113
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

en Grecia hay una circunstancia histórica única: hay una generación política que tiene
una base para realmente entender lo que es la tortura, el tipo de abuso físico y psíquico
que le es inherente. ¿Crees que es posible que eso dé alguna base para realmente
entender lo que la violencia hacia las mujeres es, y para realmente transformar la
opresión sexual de las mujeres?
M.P.: Esa es una buena idea —una buena posible táctica para usar en términos de
educación de nuestros hombres. Hasta ahora, desafortunadamente, incluso aquellos que
han pasado a través de este tipo de experiencias hacen la división entre esa tortura y el
abuso y la tortura sexuales. No han hecho ese salto aún y tal vez es también porque las
mujeres no han alcanzado aún el nivel en el que pueden sentarse y hablar con los
hombres y tratar de discutir estos problemas. Pero no he oído nunca a un hombre en
Grecia hablar de esa manera, y menos a los hombres que han pasado por tremendas
torturas. ¿Qué éxito dirías que ha tenido Estados Unidos en hacer esa conexión?
A.D.: Muy poco. Ni siquiera podemos hacerle entender a la gente que cuando torturas a
una mujer en pornografía, cuando le haces a una mujer lo que no le harías a un perro o a
un gato, entonces puede que haya algo malo en eso.
M.P.: Pero lo que estás diciendo es que con la experiencia específica de los hombres
durante el periodo de la dictadura, ¿puede llegar a encontrarse una base para un mejor
entendimiento?
A.D.: Sí. También, en mi experiencia en Creta, si bien encontré una intensa dominación
masculina —del tipo que sientes únicamente en una sociedad segregada por sexos,
especialmente si eres extranjera y mujer— también había una extraordinaria fe en la
democracia. No era tonta o romántica, era visceral.
M.P.: Pero la fe en la democracia es un ideal político que no se lleva a cabo, por
ejemplo, al crear una familia democrática. La mujer está en un compartimiento
separado, ya sea que tenga que ver con la democracia, con el socialismo o con
prácticamente cualquier filosofía política que puedas encontrar. El asunto de la mujer es
un asunto separado; está compartimentalizado; es empujado lejos. Los hombres no
quieren pensar en eso. Y no ven dificultades en reconciliar estas cosas. No es un asunto
filosófico para ellos. Es sorprendente. Algunas veces hemos realizado banquetes en los
pueblos por parte de nuestra sucursal de mujeres. Los hombres y las mujeres vienen,
hablan con aquellos que son miembros del PASOK.96 Se sientan en mi mesa. Y un
hombre me dice "soy socialista, sabes, pero cuando se trata de las mujeres—" y piensa
que esto está bien, que el lugar de una mujer es en la casa. Si dices "¿No le gustaría a la
mujer salir y experimentar la misma acción política? ¿No debería pertenecer a una
organización local del PASOK?" —entonces él preguntará, "pero, ¿quién cuidará a los
niños?".
Recuerdo una discusión en la que estábamos hablando sobre el cambio en la ley
familiar. La oradora estaba diciendo que no había razón alguna por la cual un hombre, si
un niño se enferma, no podía quedarse en casa y no ir al trabajo por algunos días; que
deberían dividir esta responsabilidad. Había un granjero allí. Estaba obviamente
intentando entender estas cosas. Y levantó su mano luego y dijo "Pero tu dijiste que yo
debería quedarme en casa con el niño." Pone su mano hacia afuera, así, sabes: "¿Cómo
podría yo sostener a ese niño?¿Cómo podría—?" El luchaba por entender cómo podría
sostener un niño. No podía comprenderlo. Entonces, hay una pared.
A.D.: ¿Qué esperas, realísticamente, de organizar a las mujeres en la próxima década?
M.P.: Primero que nada, espero elevar los niveles de concientización sobre este asunto.
Y creo que lo estamos logrando. De ahí en adelante, creo que a medida que las mujeres

96
Acrónimo del Movimiento Socialista Panhelénico, el partido fundado por Andreas Papandreou.

114
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

entiendan cuáles son las fuentes de su opresión, entenderán también su necesidad de


luchar contra ellas. Eso significa que se unirán más y más, armarán algún tipo de grupo
—no necesitan unirse al nuestro. Lo que me gustaría ver es que se vuelvan activas a
través de organizaciones. Eso, entonces, es un movimiento. Creo que esto está
sucediendo y creo que está creciendo. Durante esta visita a los Estados Unidos iré a las
Naciones Unidas donde un representante de nuestro gobierno firmará una resolución
internacional por la abolición de la discriminación hacia la mujer, cosa que el gobierno
griego anterior se negó a ratificar y firmar.97 Entonces, hemos aceptado un tipo de
infraestructura internacional para todo el tema de la discriminación hacia las mujeres.
El cambio de actitudes y tradiciones será largo y para mí eso es lo más difícil.
No espero verlo en mi vida. Pero legalmente podemos hacer algunas cosas ahora —y
las haremos.

Margaret Papandreou sobre las


Organizaciones de Mujeres en Grecia
Siete años de dictadura mantuvieron a las mujeres alejadas de cualquier
actividad política. Todas las organizaciones de mujeres fueron abolidas y las mujeres
fueron arrestadas por haber pertenecido a organizaciones de mujeres. Sus listas fueron
confiscadas. Cuando volví, durante los primeros dos años la sociedad toda funcionaba
con miedo pero las mujeres estaban especialmente asustadas. Hubo algunas mujeres
valientes que comenzaron a reconstruir las organizaciones de mujeres. Durante esos
primeros años fue muy difícil. Por lo que tuvimos que pasar por experiencias distintas a
las de las mujeres en Estados Unidos.
Tenemos tres organizaciones de mujeres masivas. La primera es la Unión de
Mujeres, a la que pertenezco. Otra está más cercanamente vinculada al Partido
Comunista. La tercera es la Organización Democrática de Mujeres, que pertenece al
partido separatista del Partido Comunista, los Euro-Comunistas. Son las más feministas
en su enfoque y sus posiciones.
Dentro de nuestra propia organización tenemos algunas mujeres que expresan
ideas conservadoras, algunas personas religiosas —tenemos un amplio espectro. El
empuje principal es muy progresista y socialista. Nuestras puertas están abiertas a
cualquier mujer que acepte la constitución de nuestra organización pero la mayoría de
las mujeres que vienen son miembros o amigas del PASOK. No somos controladas ni
nos da dirección el partido. Pero cuando tienes un número considerado de miembros del
partido en la organización, presionarán para seguir la línea del partido en algunos casos.
Así que tenemos esta mentalidad de tipo socialista-feminista. La palabra "feminista" en
Grecia es una palabra mucho peor que "socialista". El socialismo ha adquirido un poco
de respeto, el feminismo no.
Tenemos dos ministras suplentes en el gobierno y una —Melina Mercouri—
como Ministra de Cultura y Ciencias. Las tres mujeres tienen lo que podrías llamar
"puestos de mujeres". Tampoco, en términos de jerarquía de ministros, están en la
cúspide. No logramos designar mujeres en puestos no tradicionales —por ejemplo,
Mitterand en Francia sí designó a una mujer como Ministra de Agricultura. Nosotras no
logramos hacer eso.

97
Estados Unidos no ha ratificado esta resolución.

115
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Margaret Papandreu sobre:


La ley de Familia: El Código Familiar prácticamente define a la mujer como
incapaz de juicio independiente e inteligente. Siempre debe estar bajo control de un
hombre. El hombre es la cabeza de la familia. Él tiene todos los derechos sobre los
niños. Si hay un divorcio y al hombre se le quita la autoridad parental por alguna razón,
la corte les asigna un tutor o un asesor —otro hombre.
Dote: La mujer tiene derecho a conservar la dote que aportó al matrimonio pero
el hombre tiene el derecho de invertirla o tomar decisiones sobre el capital o la
propiedad, y él adquiere los ingresos.
Adulterio: La descriminalización del adulterio es un asunto de mujeres. (Al
momento de nuestra entrevista, el adulterio era un crimen castigado con penas de
prisión de hasta un año, usualmente para las mujeres. En Julio de 1982, el adulterio fue
despenalizado.)
Golpizas: No creo que sea siquiera un problema legal.
Violación: La ley define a la violación únicamente como la entrada a la vagina.
La violación oral o anal o cualquier otro tipo de abuso sexual no es considerado
violación. Es considerado violación presumiblemente cuando existe la potencialidad de
que la mujer quede embarazada. El concepto de violación marital no está incluida.
Prostitución: Hay casas de prostitución legalizadas. Se les pide a las mujeres que
se reporten para estudios de salud. La policía prácticamente controla las casas.
Aborto: El aborto no es legal. Tenemos los índices de aborto más altos entre los
países europeos. El aborto es un medio de control de la natalidad. No hay educación
sexual en las escuelas ni en ningún otro lado y no se brinda información sobre técnicas
de control de natalidad. Los médicos que realizan los abortos nunca brindan
información a las mujeres sobre cómo evitar los embarazos. Es un ingreso muy rentable
para ellos. He hablando con mujeres que han llegado a tener hasta veinte abortos.
Lesbianismo: Estamos muy atrasadas en algunos asuntos. Pero si miras el
desarrollo del Movimiento Feminista en Estados Unidos, el lesbianismo no fue uno de
los primeros asuntos a tratar. El Movimiento de Mujeres tuvo que crecer y entender
cuáles eran los asuntos clave, los asuntos verdaderamente feministas. No hemos llegado
a eso aún.

116
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Quiero una tregua de veinticuatro horas


durante la cual no haya violaciones
1983
Este fue un discurso impartido en la Conferencia Regional del Medio Oeste de la
Organización Nacional para Cambiar a los Hombres, en el otoño de 1983 en St. Paul,
Minnesota. Una de las organizadoras amablemente me mandó una cinta y una
transcripción de mi discurso. La revista del movimiento masculino, M., lo publicó. Yo
estaba dando clases en Minneapolis. Esto fue antes de que Catharine MacKinnon y yo
propusiéramos o desarrolláramos el enfoque desde los derechos civiles de la
pornografía como una estrategia legislativa. Había muchas personas en la audiencia
que luego se volvieron piezas clave en la lucha por el proyecto de ley de los derechos
civiles. No los conocía en ese momento. Era una audiencia de alrededor de 500
hombres, con algunas mujeres dispersas. Hablé usando unas anotaciones y de hecho
estaba en camino a Idaho —un viaje de ocho horas de ida y vuelta (por malas
conexiones aéreas) para dar un discurso de una hora sobre Arte— volar el sábado,
volver el domingo, no puedes hablar más de una hora o perderás el único avión que
sale ese día, tienes que correr del podio al auto para manejar dos horas al avión. ¿Por
qué una feminista militante bajo esta clase de presión pararía en el camino al
aeropuerto a decirle “hola” a 500 hombres? En cierta forma, este era el sueño de una
feminista hecho realidad. ¿Qué le dirías a 500 hombres si pudieses? Esto es lo que dije,
cómo usé mi oportunidad. Los hombres reaccionaron con considerable apoyo y amor y
también con considerable enojo. Ambos. Me apuré a llegar a mi avión, el primer
obstáculo para llegar a Idaho. Sólo un hombre entre los 500 me amenazó físicamente.
Fue detenido por una mujer guardaespaldas (y amiga) que me había acompañado.

HE PENSADO mucho en cómo una feminista, como yo, se dirige a una


audiencia primariamente de hombres políticos que dicen ser antisexistas. Y he pensado
mucho sobre si debería haber una diferencia cualitativa en la clase de discurso que dirijo
a ustedes y entonces me encontré a mí misma siendo incapaz de pretender que
realmente existe esa diferencia cualitativa. He observado el movimiento de hombres por
muchos años. Tengo una relación cercana con algunas de las personas que participan en
él. No puedo venir aquí como amiga aunque así lo hubiese querido. Lo que me gustaría
hacer es gritar: y en ese grito tendría los gritos de las violadas, y los sollozos de las
maltratadas; y aún peor, el centro de ese grito tendría el sonido ensordecedor del
silencio de las mujeres, ese silencio dentro del cual nacemos porque somos mujeres y en
el cual la mayoría de nosotras morimos.
Y si hubiese una súplica o una pregunta o un pedido humano en ese grito, sería
este: ¿Por qué son tan lentos? ¿Por qué son tan lentos para entender las cosas más
simples? No las cosas ideológicas y complicadas. Esas las entienden. Las cosas simples.
Los clichés. Simplemente que las mujeres son humanas precisamente al mismo grado y
forma en que ustedes, lo son.
Y también: que no tenemos tiempo. Nosotras, las mujeres. No tenemos “para
siempre”. Algunas de nosotras no tenemos una semana más o un día más para hacer
tiempo para que ustedes discutan lo que sea que les permitirá salir a las calles y hacer

117
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

algo. Estamos muy cerca de la muerte. Todas las mujeres lo estamos. Y estamos muy
cerca de la violación y del maltrato físico. Y estamos dentro de un sistema de
humillación del que, para nosotras, no hay escape. No usamos las estadísticas para
cuantificar las heridas, sino para convencer al mundo de que esas heridas existen. Esas
estadísticas no son abstracciones. Es fácil decir, “Ah, las estadísticas, algunos las
escriben de una lado y otros de otro”. Eso es verdad. Pero yo escucho sobre las
violaciones una por una, por una, por una, que es también de la manera en la que
ocurren. Esas estadísticas no son abstractas para mí. Cada 3 minutos una mujer es
violada. Cada 18 segundos una mujer es golpeada. No hay nada abstracto al respecto.
Está pasando ahora, mientras yo hablo.
Y está sucediendo por una simple razón. No hay nada complejo ni difícil sobre el
motivo. Los hombres lo están haciendo, por la clase de poder que tienen sobre las
mujeres. Ese poder es real, concreto, ejercido de un cuerpo hacia otro cuerpo, ejercido
por alguien que siente que tiene el derecho a ejercerlo, ejercido en público y ejercido en
privado. Es la suma y la sustancia de la opresión de las mujeres.
No sucede a 5000 millas o a 3000 millas de aquí. Sucede aquí y sucede ahora y se
hace a manos de personas en este lugar y también de sus contemporáneos: Nuestros
amigos, nuestros vecinos, personas que conocemos. Las mujeres no tenemos que ir a la
escuela para aprender sobre poder. Sólo tenemos que ser mujeres, caminando por la
calle o tratando de terminar con las tareas domésticas luego de haber cedido el cuerpo
de una en matrimonio y después no tener derechos sobre él.
El poder ejercido por los hombres día a día en la vida es poder que está
institucionalizado. Está protegido por la ley. Está protegido por la religión y la práctica
religiosa. Está protegido por las universidades, que son fortalezas de supremacía
masculina. Está protegido por el cuerpo policial. Está protegido por aquellos a quienes
Shelley llamó “los legisladores no reconocidos del mundo”: los poetas, los artistas.
Contra ese poder, tenemos silencio.
Es algo extraordinario tratar de entender y confrontar por qué es que los hombres
creen —y los hombres sí lo creen— que tienen el derecho a violar. Muchos hombres
pueden no creerlo cuando les preguntan. Todos los que crean en el derecho a violar
levanten la mano. No muchas manos serán levantadas. Es en la vida que los hombres
creen que tienen el derecho a forzar al sexo, lo cual no llaman violación. Y es algo
extraordinario tratar de entender por qué los hombres realmente creen que tienen el
derecho a golpear y lastimar. Y es igualmente extraordinario tratar de entender que los
hombres realmente creen que tienen el derecho a comprar el cuerpo de una mujer con el
propósito de tener sexo: que eso es un derecho. Y es muy asombroso tratar de entender
que los hombres creen que la industria de 7 billones de dólares al año que provee a los
hombres con vaginas es algo a lo que tienen derecho.
Esa es la forma en la que el poder de los hombres se manifiesta en la vida real.
Esto es lo que significa la teoría sobre la supremacía masculina. Significa que pueden
violar. Significa que pueden golpear. Significa que pueden lastimar. Significa que
pueden comprar y vender mujeres. Significa que hay una casta de personas allí para
proveerte de lo que necesites. Ustedes se quedan siendo más ricos de lo que ellas lo son,
de manera tal que tienen que venderles sexo. No solo en las esquinas de las calles,
también en el lugar de trabajo. Ese es otro derecho que pueden presumir de tener:
acceso sexual a cualquier mujer en su ambiente, cuando ustedes lo quieran.
Ahora, el movimiento de hombres sugiere que los hombres no quieren esa clase
de poder que acabo de describir. De hecho escuché oraciones enteras explícitamente
refiriéndose a eso. Y sin embargo, todo es una razón para no hacer algo que cambie el
hecho de que ustedes tienen ese poder.

118
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Esconderse atrás de la culpa, esa es mi favorita. Me encanta esa. Oh, es horrible,


sí, y lo siento mucho. Ustedes tienen el tiempo de sentirse culpables. Nosotras no
tenemos tiempo de sentirnos culpables. La culpa que ustedes sienten es una forma de
connivencia con lo que continúa ocurriendo. La culpa que ustedes sienten ayuda a
mantener las cosas como están.
He oído mucho en los últimos años sobre el sufrimiento de los hombres debido al
sexismo. Por supuesto, he oído mucho sobre el sufrimiento de los hombres toda mi vida.
No hace falta decir, que he leído Hamlet. He leído El Rey Lear. Soy una mujer educada.
Sé que los hombres sufren. Este es un nuevo giro. Implícito en la idea de que este es una
clase de sufrimiento diferente está el argumento, creo, de que ustedes en parte están
sufriendo por algo que saben que les pasa a alguien más. Eso sí sería algo nuevo.
Pero mayormente su culpa, su sufrimiento, se reduce a: caramba, realmente nos
sentimos muy mal. Todo hace que los hombres se sientan muy mal: lo que hacen, lo que
no hacen, lo que quieren hacer, lo que no quieren querer hacer pero van a hacerlo de
todas formas. Creo que la mayor parte de su sufrimiento es: caramba, realmente nos
sentimos muy mal. Y lo lamento que se sientan tan mal —tan estúpida e inútilmente
mal— porque hay una forma en la que esta es realmente su tragedia. Y no lo digo
porque que no pueden llorar. Y no lo digo porque no tienen intimidad real en sus vidas.
Y no lo digo porque la armadura en la que tienen que vivir como hombres es sofocante:
y no dudo de que lo es. Pero no me refiero a nada de eso.
Me refiero a que hay una relación entre la forma en la que las mujeres son
violadas y la socialización de ustedes para violar y la máquina de guerra que los tritura y
los escupe: la máquina de guerra por la que ustedes pasan como aquella mujer pasó por
la picadora de carne de Larry Flynt en la portada de Hustler. Más les vale creer que
están involucrados en esta tragedia y es su tragedia también. Porque los convierten en
pequeños niños soldados desde el día en que nacen y todo lo que aprenden sobre cómo
evadir la humanidad de las mujeres se vuelve parte del militarismo del país en el que
viven y el mundo en el que habitan. Es también parte de la economía contra la que
frecuentemente ustedes afirman protestar.
Y el problema es que ustedes piensan que está allá afuera. No está afuera. Está en
ustedes. Los proxenetas y los belicistas hablan por ustedes. La violación y la guerra no
son tan diferentes. Y lo que los proxenetas y los belicistas hacen es hacerlos sentir tan
orgullosos de ser hombres que pueden pararla y darle duro. Y toman esa sexualidad
aculturada y los meten en pequeños uniformes y los envían a matar y a morir. Ahora, no
voy a sugerirles que pienso que eso es más importante que lo que ustedes le hacen a las
mujeres, porque no es así.
Pero pienso que si quieren ver lo que este sistema les hace, entonces ahí es donde
deberían empezar a mirar: Las políticas sexuales de la agresión, las políticas sexuales
del militarismo. Pienso que los hombres tienen mucho miedo de los otros hombres. Eso
es algo que a veces intentan tratar en pequeños grupos, como si por cambiar las
actitudes entre ustedes, no tendrían miedo el uno del otro.
Pero mientras que susexualidad tenga que ver con agresión y su sentido del
derecho a la humanidad tenga que ver con ser superior a otras personas, y haya tanto
desprecio y hostilidad en sus actitudes hacia las mujeres y los niños, ¿cómo podrían no
tener miedo el uno del otro? Pienso que correctamente perciben –sin estar dispuestos a
enfrentarlo políticamente —que los hombres son muy peligrosos: porque ustedes lo son.
La solución del movimiento de hombres para hacer a los hombres menos
peligrosos para otros hombres cambiando la manera en la que se tocan y sienten entre
ustedes no es una solución. Es un recreo.

119
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Estas conferencias también se preocupan por la homofobia. La homofobia es muy


importante: Es muy importante para la forma en la que la supremacía masculina
funciona. En mi opinión, las prohibiciones contra la homosexualidad masculina existen
para proteger el poder masculino. Háganselo a ella. Eso significa: Mientras los hombres
violen, es muy importante que los hombres dirijan la violación a las mujeres. Mientras
que el sexo esté lleno de hostilidad y exprese poder y desprecio por la otra persona, es
muy importante que los hombres no sean desclasados, estigmatizados como femeninos
y usados en forma similar. El poder de los hombres como clase depende en mantener a
los hombres inviolados y a las mujeres sexualmente utilizadas por los hombres. La
homofobia ayuda a mantener esa clase de poder: también ayuda a mantenerlos a ustedes
como individuos a salvo el uno del otro, a salvo de la violación. Si quieren hacer algo
acerca de la homofobia, van a tener que hacer algo acerca del hecho de que los hombres
violan, y que el sexo forzado no es incidental a la sexualidad masculina sino que en la
práctica es paradigmático.
Algunos de ustedes están muy preocupados por el levantamiento de la Derecha en
este país, como si eso fuera algo separado de los asuntos feministas o del movimiento
de hombres. Hay una caricatura que vi que junta todo muy bien. Era una gran foto de
Ronald Reagan vestido de cowboy con un gran sombrero y un arma. Y decía: “un arma
en cada funda, una mujer embarazada en cada hogar. Haz de Estados Unidos un hombre
otra vez”. Esas son las políticas de la Derecha.
Si están preocupados por el levantamiento del fascismo en este país —y sería
tonto de su parte no estarlo en este momento— entonces tuvieron una mejor
comprensión de que la raíz de este asunto tiene que ver con la supremacía masculina y
el control de las mujeres; acceso sexual a las mujeres; las mujeres como esclavas
reproductivas; la mujer como propiedad privada. Ese es el programa de la Derecha. Esa
es la moralidad de la que hablan. Eso es a lo que se refieren. Eso es lo que quieren. Y la
única oposición a ellos que importa es oponerse a que los hombres sean dueños de las
mujeres.
¿Qué implica hacer algo sobre todo esto? El movimiento de hombres parece estar
estancado en dos puntos. El primero es que los hombres realmente no se sienten bien
consigo mismos. ¿Cómo podrían? El segundo es que los hombres vienen a mí o a otras
feministas y dicen: “Lo que estás diciendo sobre los hombres no es verdad. No es cierto
en mi caso. Yo no me siento así. Yo me opongo a todo esto”.
Y yo digo: no me lo digas a mí. Díselo a los pornógrafos. Díselo a los proxenetas.
Díselo a los que hacen la guerra. Díselo a los que hacen apología de la violación, a los
que la celebran y a los ideólogos pro-violación. Díselo a los novelistas que creen que la
violación es maravillosa. Díselo a Larry Flynt. Díselo a Hugh Hefner. No tiene sentido
decírmelo a mí. Solo soy una mujer. No hay nada que pueda hacer al respecto. Estos
hombres pretenden hablar por tí. Ellos están en el escenario público diciendo que te
representan. Si no lo hacen, entonces deberías hacérselos saber.
Luego está el mundo privado de la misoginia: lo que saben el uno del otro, lo que
dicen en la vida privada; la explotación que ven en la esfera privada; las relaciones
llamadas amor, basadas en la explotación. No es suficiente encontrar alguna feminista
viajera en el camino e ir hacia ella y decirle “caramba, odio esto”.
Díselo a tus amigos que lo están haciendo. Y hay calles ahí afuera donde puedes
decir estas cosas fuerte y claro, para afectar a las instituciones reales que mantienen
estos abusos. ¿No te gusta la pornografía? Desearía poder creer que es verdad. Lo voy a
creer cuando los vea en las calles. Lo voy a creer cuando vea una oposición política
organizada. Lo voy a creer cuando vea que los proxenetas se quedan sin negocio porque
no hay más consumidores varones.

120
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Quieren organizar a los hombres. No tienen que buscar problemas. Los problemas
son parte del tejido de vuestras vidas diarias.
Quiero hablar sobre igualdad, qué es y qué significa la igualdad. No es solo una
idea. No es una palabra insípida que termina siendo una mentira. No tiene nada que ver
con todos esos argumentos como: “Ah, también les sucede a los hombres”. Nombro el
abuso y escucho: “Ah, eso también le sucede a los hombres”. Esa no es la igualdad por
la que estamos luchando. Podríamos cambiar nuestra estrategia y decir: bueno, está
bien, queremos igualdad; vamos a meterle algo en el ano a un hombre cada 3 minutos”.
Jamás escucharán eso del Movimiento Feminista, porque para nosotras la
igualdad tiene dignidad verdadera e importancia —no es una palabra tonta que puede
ser retorcida para parecer estúpida como si no tuviese verdadero significado.
Como forma de practicar la igualdad, una idea vaga sobre renunciar al poder no
sirve. Algunos hombres tienen pensamientos vagos sobre un futuro en el cual los
hombres van a renunciar al poder, o un hombre individual va a renunciar a alguna clase
de privilegio que él tiene. Eso no es tampoco lo que significa igualdad.
La igualdad es una práctica. Es una acción. Es una forma de vida. Es una práctica
social. Es una práctica económica. Es una práctica sexual. No puede existir en el vacío.
No puedes tenerla en tu hogar si, cuando la gente se va de la casa, él está en un mundo
de supremacía basado en la existencia de su pene y ella está en un mundo de
humillación y degradación porque es percibida como inferior y porque su sexualidad es
una maldición.
Esto no quiere decir que el intento de practicar la igualdad en el hogar no importa.
Importa, pero no alcanza. Si amas la igualdad, si crees en ella, si es la forma en la que
quieres vivir —no solo hombres y mujeres juntos en una casa, sino hombres y hombres
juntos en una casa y mujeres y mujeres juntas en una casa— si la igualdad es lo que
quieres y lo que te importa, entonces tendrás que pelear porque las instituciones la
conviertan en una realidad social.
No se trata sólo de tu actitud. No puedes pensarla y hacer que exista. Puedes
intentar a veces, cuando sirve para tu ventaja, y desecharla el resto del tiempo. La
igualdad es una disciplina. Es una forma de vida. Es una necesidad política crear
igualdad en las instituciones. Y otra cosa sobre la igualdad es que no puede coexistir
con la violación. No puede. Y no puede coexistir con la pornografía o la prostitución o
con la degradación económica de las mujeres a ningún nivel, de ninguna manera. No
puede coexistir, porque implícitas en todas esas cosas está la inferioridad de las mujeres.
Quiero ver al movimiento de hombres hacer un compromiso para terminar con la
violación porque es el único compromiso significativo con la igualdad. Es increíble que
en todos nuestros mundos de feminismo y antisexismo nunca hablamos seriamente de
terminar con la violación. Terminar con ella. Detenerla. No más. No más violación. En
lo profundo de nuestras mentes, ¿estamos aferrándonos a su inevitabilidad como la
última preservación de lo biológico? ¿Pensamos que siempre existirá sin importar lo
que hagamos? Todas nuestras acciones políticas son mentiras si no hacemos un
compromiso de terminar la práctica de la violación. El compromiso debe ser político.
Debe ser serio. Debe ser sistemático. Debe ser público. No puede ser autocomplaciente.
Las cosas que el movimiento de hombres ha querido son cosas que vale la pena
tener. Vale la pena tener intimidad. Vale la pena tener ternura. Vale la pena tener
cooperación. Vale la pena tener una vida emocional real. Pero no pueden tener todas
esas cosas en un mundo con violaciones. Vale la pena terminar con la homofobia. Pero
no puedes hacerlo en un mundo con violaciones. La violación se interpone entre todas
esas cosas que ustedes dicen querer. Y saben a lo que me refiero cuando digo violación.
No hace falta que entre un juez a este lugar y diga que de acuerdo con el artículo tal y

121
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

tal estos son los elementos de prueba. Estamos hablando de cualquier tipo de sexo
forzado, incluido el sexo forzado por pobreza.
No pueden tener igualdad o ternura o intimidad mientras haya violación, porque la
violación significa terror. Significa que la mitad de la población vive en estado de terror
y pretende —para complacerlos y satisfacerlos a ustedes— que no es así. Así que no
hay honestidad. ¿Cómo puede haberla? ¿Se imaginan lo que es vivir como lo hace una
mujer día tras día con la amenaza de la violación? ¿O lo que es vivir con esa realidad?
Quiero verlos usar esos cuerpos legendarios, y esa fuerza legendaria, y ese coraje
legendario y la ternura que dicen tener, en nombre de las mujeres; y eso significa contra
los violadores, contra los proxenetas, contra los pornógrafos. Significa más que sólo
renuncia personal. Significa un ataque sistemático, político, activo y público. Y ha
habido muy poco de eso.
Vine aquí hoy porque no creo que la violación sea inevitable o natural. Si lo
hiciese, no tendría ninguna razón para estar aquí. Si lo hiciese, mi práctica política sería
diferente de lo que es. ¿Alguna vez se han preguntado por qué no estamos en combate
armado contra ustedes? No es porque hay una escasez de cuchillos de cocina en el país.
Es porque, contra toda evidencia, creemos en vuestra humanidad.
No queremos hacer el trabajo de ayudarlos a creer en vuestra humanidad. Ya no
podemos hacerlo. Hemos tratado siempre. Hemos sido recompensadas con explotación
sistemática y abuso sistemático. Van a tener que hacer esto ustedes mismos de ahora en
adelante y lo saben.
La vergüenza de los hombres frente a las mujeres es, yo creo, una respuesta
apropiada a lo que los hombres hacen y lo que los hombres no hacen. Creo que deberían
estar avergonzados. Pero lo que hacen con esa vergüenza es usarla como excusa para
seguir haciendo lo que quieren y seguir sin hacer nada más; tienen que parar. Tienen
que parar. Vuestra psicología no importa. Cuánto sufren no importa al final, no más de
lo mucho que nosotras sufrimos. Si nos quedáramos sentadas y sólo habláramos de
cuanto nos lastima la violación, ¿creen que se hubiese dado alguno de los cambios que
han visto en este país en los últimos quince años? No hubiese sucedido.
Es cierto que tenemos que hablar entre nosotras. ¿Cómo, si no, se suponía que nos
enteráramos que cada una de nosotras no era la única mujer que no se lo estaba
buscando y que de todas maneras violaron o maltrataron? No podíamos leerlo en los
periódicos, no en ese entonces. No podíamos encontrar un libro sobre el tema. Pero
ustedes sí lo saben y ahora la pregunta es qué van a hacer; así que su culpa y su
vergüenza escapan mucho al punto. No nos importan en lo absoluto, de ninguna
manera. No son lo suficientemente buenas. No hacen nada.
Como feminista, llevo conmigo personalmente las violaciones de todas las
mujeres con las que he hablado en los últimos diez años. ¿Recuerdan las fotos que han
visto de las ciudades europeas durante la plaga, donde había carretillas que circulaban
por ahí y la gente sólo levantaba los cuerpo y los tiraba ahí adentro? Bueno, eso es
como se siente saber sobre la violación. Pilas y pilas y pilas de cuerpos que tienen vidas
enteras y nombres humanos y caras humanas.
Hablo por muchas feministas, no sólo por mí, cuando les digo que estoy cansada y
triste más allá de las palabras que tengo para decir sobre lo que ya se ha hecho a las
mujeres, ahora, hasta las 2:24 pm de este día, aquí en este lugar.
Y quiero un día de respiro, un día libre, un día donde no haya cuerpos apilados, un
día en donde no haya una nueva agonía agregada a la vieja, y les estoy pidiendo que me
lo den. Y cómo podría pedirles menos —es tan poco. Y cómo podrían ofrecerme
menos: es tan poco. Incluso en las guerras hay días de tregua. Vayan y organicen una

122
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

tregua. Paren a vuestro bando por un día. Quiero una tregua de veinticuatro horas
durante la cual no haya violación.
Los desafío a probarlo. Les demando que lo prueben. No me importa rogarles que
lo prueben. ¿Qué otra cosa podrían estar haciendo aquí? ¿Qué otra cosa podría significar
este movimiento? ¿Qué otra cosa podría importar tanto?
Y en ese día, ese día de tregua, ese día donde ninguna mujer sea violada,
empezaremos la verdadera práctica de la igualdad, porque no podemos empezar antes
de ese día. Antes de ese día no significa nada porque no es nada: no es real; no es
verdad. Pero en ese día se volverá real. Y entonces, en vez de violación, por primera vez
en nuestras vidas —ambos, hombres y mujeres—experimentaremos la libertad.
Si tienen una concepción de la libertad que incluye la existencia de la violación, están
equivocados. No pueden cambiar lo que dicen que quieren cambiar. Por mí, quiero
experimentar sólo un día de libertad real antes de morir. Los dejo aquí para que hagan
esto por mí y por las mujeres que dicen amar.

123
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Violencia contra las mujeres:


rompe el corazón y también los huesos
1984
Al comenzar 1983, fui a la República de Irlanda a hablar en una conferencia sobre
pornografía organizada por el Comité Contra la Explotación Sexual (CASE) en Dublín.
Me enamoré de Irlanda. Las mujeres que conocí eran tan especiales. Quedé anonadada
por su resiliencia, su humor, su fuerza, su amabilidad, su cordialidad. Porque salí en la
televisión Irlandesa, un gran número de personas me reconocieron y me hablaron:
ancianas corrieron fuera de sus casas y me alcanzaron por la calle para agradecerme
por lo que había dicho sobre los derechos de las mujeres; corredoras paraban para
decirme que estaban de acuerdo con que la pornografía hacía daño a las mujeres (la
entrevista televisiva había sido mordaz, por lo que me estaban haciendo saber que
apreciaban que yo me mantuviera firme); gente en conciertos y pubs y en cualquier
lado al que yo fuera quería saludarme. Algunos hombres muy amargados pero sin
embargo amigables querían decirme que estaba equivocada en todo. Forjé fuertes lazos
con las feministas en la República y también fui hacia el norte y conocí a las feministas
de una Irlanda más desesperada. Me mantuve devota al Movimiento de Mujeres de
Irlanda. Me sentí halagada cuando me pidieron que contribuyera con este artículo a
Hablando Personalmente, una colección de escritos hechos por feministas irlandesas
por una prensa feminista irlandesa. Este artículo jamás fue publicado en los Estados
Unidos.

LO QUE ME ROMPE EL corazón sobre la violencia contra las mujeres es que


la gente, incluyendo a las mujeres, no saben qué es cuando la ven, cuando lo hacen o
cuando colaboran en ella, cuando la sienten —incluso como víctimas de ella. Lo que
rompe el espíritu de aquellas luchando por los derechos de las mujeres es que una nunca
puede dar por sentada la comprensión de que una mujer es un ser humano real que,
cuando es lastimada, se lastima.
El daño a las mujeres es tan básico para el placer sexual de los hombres, para la
dominación sexual y social que los hombres ejercen sobre las mujeres, para la
degradación económica impuesta a las mujeres por los hombres, que las mujeres son
simplemente consideradas aquellas criaturas hechas por Dios o la biología para que se
les haga lo que se consideraría abuso si fuera hecho a los hombres (seres humanos);
pero como se les hace a las mujeres, no es abuso; es, en cambio, simplemente para lo
que las mujeres están.
La relación natural de los sexos significa que las mujeres son hechas para ser
usadas de las maneras en que los hombres nos usan ahora, en un mundo de inequidad
civil, social y económica basada en el sexo; un mundo en el que las mujeres tenemos
derechos limitados, no tenemos integridad física, ni autodeterminación real. Esta
condición de inequidad es incluso buena para nosotras, porque somos distintas de los
hombres. Cuando a los hombres se los priva de la equidad social, se les dañan sus
derechos de respeto por sí mismos y libertad. La inequidad realmente hace que las
mujeres prosperen y les brinda el mejor entorno para el placer sexual y el desarrollo
personal.

124
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Nuestra naturaleza tiene todo que ver con el sexo: el sexo es nuestra función
natural, y se supone que nuestras vidas son predeterminadas por este uso natural para el
cual nuestros cuerpos son puestos a disposición de la reproducción o el placer,
dependiendo de la ideología de la persona que está haciendo la afirmación. Nuestra
naturaleza es tal que anhelamos las crueldades que los hombres tan generosamente nos
brindan. Nos gusta el dolor, especialmente durante el sexo. Hacemos que los hombres
nos lastimen. Nos gusta especialmente ser forzadas a tener sexo mientras nos rehusamos
a tenerlo; nuestra negativa motiva a los hombres a usar la fuerza física, la violencia y la
humillación contra nosotras, que es la razón por la cual nos negamos en primer lugar.
Mientras nuestras hormonas secretamente se disparan y nuestros genes sonríen con
deleite autosatisfactorio, decimos que no, con la intención de provocar con nuestra
negación un antagonismo lo suficientemente destructivo como para satisfacernos
cuando finalmente se nos descarguen durante el sexo. Estamos hambrientas de una
brutalidad vulgar inevitable, lo que es una suerte para nosotras, ya que tenemos tanto de
eso. En el matrimonio, el ser golpeadas es nuestra prueba de que somos amadas. Se
citan evidencias de oscuras aldeas en lugares remotos donde, si un hombre no golpea a
su esposa, ella no se siente amada, ya que ninguna mujer a mano parece encontrar
prueba de ello. (En esas oscuras aldeas, sin dudas las mujeres de New York y Dublín
son citadas con el mismo fin). Especialmente disfrutamos ser vendidas en las esquinas
de las calles (¿Aumenta nuestra diversión con el mal tiempo?). Persuadimos a nuestros
padres para que nos violen, porque incluso las niñas nacen siendo mujeres. En
sociedades tecnológicamente avanzadas, elegimos no convertirnos en cirujanas
cerebrales a cambio del deleite de encontrar fotógrafos que les disparen a nuestros
genitales: con una cámara o con un arma, no nos importa.
Una cosa debe ser clara, pero aparentemente no lo es: si fuera esta realmente
nuestra naturaleza, estaríamos viviendo en el paraíso.
Si el dolor, la humillación y los daños físicos nos hicieran felices, estaríamos
eufóricas.
Si vendernos en las esquinas fuera a hacernos pasar un buen momento, las
mujeres se amontonarían en las esquinas de la manera en que los hombres se amontonan
en los partidos de fútbol.
Si el sexo forzado fuera lo que anhelamos, incluso nosotras estaríamos ya
satisfechas.
Si ser dominadas por los hombres nos hiciera felices, sonreiríamos
constantemente.
Las mujeres nos resistimos a la dominación masculina porque no nos gusta.
Las mujeres políticas se resisten a la dominación masculina a través de la
rebelión evidente, grosera e inequívoca. Son llamadas antinaturales porque no tienen
una naturaleza que se deleite al ser arruinadas.
Las mujeres apolíticas resisten la dominación masculina a través de un montón
de amargas subversiones, oscilando desde el famoso dolor de cabeza a la depresión
clínica epidémica entre mujeres, al suicidio, a la prescripción de drogas tranquilizantes,
a desquitarse con los niños; a veces una mujer golpeada mata a su esposo. Las mujeres
apolíticas también son llamadas antinaturales, el ataque que se les lanza es diciéndoles
individuos desagradables, malhumoradas o amargadas, ya que es así cómo se defienden.
Ellas tampoco están felices con ser lastimadas o dominadas.
De hecho, una mujer natural es difícil de encontrar. Estamos domesticadas,
domadas, somos obedientes en la superficie, a través de la fuerza masculina, no de la
naturaleza. A veces hacemos lo que los hombres dicen que somos, o porque les creemos
o porque esperamos apaciguarlos. A veces intentamos convertirnos en lo que los

125
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

hombres dicen que deberíamos ser, porque los hombres tienen el poder sobre nuestras
vidas.
La dominación masculina es un sistema de instituciones sociales, prácticas
sexuales, relaciones económicas y devastación emocional. Al mismo tiempo, es algo
que los hombres hacen a las mujeres a través de comportamientos comunes y corrientes.
No es abstracto ni mágico; y la vida de cualquier mujer ilustra las formas en las que la
dominación masculina es usada sobre mujeres reales por hombres reales. Subrayando
las grandes realidades sociales de la dominación masculina están las realidades de carne
y hueso de la violación, las agresiones, la prostitución, el incesto, así como el ser usadas
en formas banales y degradantes en el sexo, como criadas, para tener hijos para los
hombres. Somos tratadas como si no tuviéramos valor cuando nos hablan, nos miran, en
intercambios sociales comunes. Los actos de violencia y los insultos son justificados por
la naturaleza que se presume que tenemos: una naturaleza inferior, especialmente
marcada por su necesidad compulsiva de ser forzadas sexualmente. La inferioridad de la
mujer es mejor descripta como una estupidez apenas comprensible e inamovible.
Queremos ser lastimadas.
Las mujeres no nos limitamos simplemente a soportar esta naturaleza peculiar.
La celebramos al buscar activamente el ser dominadas y lastimadas, es decir,
satisfechas. Los hombres sólo responden, nosotras provocamos. Un hombre va por la
vida haciendo lo suyo, sin molestar a nadie, cuando es una mujer la que le llama la
atención a sí misma —caminando por la calle, por ejemplo. El hombre, sin la intención
de lastimarla, intenta complacer a la mujer al hacer lo que sea que su lenguaje corporal
y comportamiento le sugiere que no quiere que le hagan. Mientras él le inflige esta
bondad, estrictamente a través de la solicitud del deseo real de ella, indicado por su
resistencia y repulsión, él está sólo respondiendo a lo que ha sido el propósito de ella
desde el principio: ella quería su atención para que ella le haga lo que sea que ella
parece resistir. Él sabe que ella lo quiere porque él sabe lo que ella es.
En el mundo de la dominación masculina, no hay mujeres individuales que sean
mujeres únicas. Hay únicamente un ella genérico, frecuentemente llamada puta para que
quede claro lo que define al género. Ella es el agujero entre sus piernas. Su naturaleza
justifica lo que sea que los hombres necesiten hacer para hacer que ese agujero sea
accesible para ellos en sus propios términos. Su valor es tal en tanto que los hombres
valoren entrar en ella. Todo lo demás en ella es decorativo o hace las tareas del hogar.
Las feministas pensamos que muchos de los aparentemente normales usos de las
mujeres bajo la dominación masculina son abusos a las mujeres. Esto es porque las
feministas pensamos que las mujeres somos seres humanos. Esto significa que cuando
una mujer es lastimada, está siendo lastimada, no satisfecha. Cuando es forzada, está
siendo forzada, no satisfecha. Cuando es humillada, está siendo humillada, no
satisfecha. La inequidad la maltrata. El dolor la lastima. La explotación le roba sus
derechos sobre sí mismas. Los huesos rotos y los moretones son heridas físicas, no
gestos grandiosamente románticos. El feminismo es una política esotérica y
desagradable, practicada solamente por mujeres antinaturales a las que no les gusta que
las lastimen en lo absoluto.

Si las mujeres somos seres humanos, como las feministas sospechamos,


entonces los crímenes contra las mujeres son violaciones a los derechos humanos que
ocurren a una escala masiva, casi inimaginable. Estos crímenes son cometidos más
frecuentemente en privado, en la intimidad; pero son cometidos todo el tiempo, todos
los días, todas las noches, alrededor de todo el mundo, por hombres comunes. Las
poderosas e inflexibles instituciones sociales, incluyendo a la Iglesia y el Estado,

126
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

encubren estos crímenes con una legitimidad protectora, para que, por ejemplo, el sexo
forzado en el matrimonio sea un derecho asegurado del matrimonio para el hombre,
socialmente aceptable, común y ordinario. La violencia, el incesto, los embarazos
forzados, la prostitución y la violación se originan en esta misma posesión autorizada de
los hombres sobre las mujeres. Esta posesión es tanto colectiva como basada en la clase
(los hombres como clase son dueños de las mujeres como clase) y es particular, privada,
individual, un ser humano (macho) tiene derechos sobre la esclava sexual y
reproductiva (hembra).
En la práctica, un hombre puede violar a su esposa o a su hija, golpear a su
esposa o a su hija, o prostituir a su esposa o a su hija, sin prácticamente intervención del
Estado, excepto en circunstancias excepcionales (por ejemplo, si la víctima muere). El
Estado, de hecho, apoya activamente la dominación masculina conseguida o expresada
a través de la violencia. El matrimonio, por ejemplo, es una licencia legal para la
violación: es un derecho respaldado por el Estado el follar a una mujer sin considerar su
voluntad o su integridad, y una niña se encuentra en la misma relación feudal hacia su
padre gracias a su poder respaldado estatalmente como cabeza de la familia.
Algunas veces, la ley prohíbe los actos de violencia contra las mujeres. Las
agresiones son ilegales pero la policía no interferirá; los esposos raramente son
arrestados por golpear a sus esposas, aunque un programa experimental en Minneapolis
mostró que el arresto inmediato y las condenas reales con sentencias reales de prisión
tienen un impacto serio en la finalización de las agresiones. Terminó con la impunidad
legal del golpeador, y también introdujo, frecuentemente por primera vez, la idea de que
no era natural, ni el derecho del esposo el golpear a su esposa —le introdujo la idea al
esposo.98
La violación es ilegal. No se supone que un hombre pueda violar a nadie salvo a
su propia esposa impunemente. Pero la violación está generalizada, incluso raramente es
reportada a la policía (una de diez u once violaciones son reportadas en los Estados
Unidos), son aún más raramente procesadas y las sentencias son inusuales y poco
probables. Esto es porque los jurados ven a la mujer como la responsable del acto
sexual, sin importar cuán abusivo sea. El historial sexual de la mujer es explorado para
sentenciarla por ser lasciva: cualquier experiencia sexual es usada para mostrar que su
naturaleza es responsable de lo que le pasó, no el hombre que lo hizo.
El derecho a la violación como un derecho masculino de dominación nunca es el
problema en los casos de violación. Históricamente, la violación era considerada un
crimen contra el hombre al que la mujer pertenecía como esclava: su marido o su padre.
En la casa de su marido, ella era propiedad privada. En la casa de su padre, ella era una
virgen para ser vendida como tal a un marido. La violación era como robar un auto y
chocarlo contra un árbol. El valor de la propiedad era lo que se dañaba. Si la mujer era
ya un bien dañado —no lo suficientemente privado como propiedad antes de que el
violador se apoderara de ella— o si ella consintió (un cadáver podría alcanzar el
estándar legal para el consentimiento en un caso de violación) — entonces el supuesto
violador no era responsable de su bajo valor y no sería condenado por violación. La

98
En Seattle, un juez ordenó a la fuerza policial a cumplir las leyes contra la "violencia doméstica", es
decir violencia machista del esposo contra la esposa. Como resultado, la policía comenzó a arrestar a
cualquier mujer que se resistiera o luchara contra las violaciones maritales. Una mujer fue arrestada
porque había arañado el rostro de su marido cuando trató de forzarla a tener sexo. La policía afirmó que
no tenían otra opción: si deben cumplir con estas leyes que no quieren cumplir, deben cumplirlas contra
cualquier cónyuge que cometa un acto de violencia. Este es un ejemplo de cómo el sistema legal funciona
para dejar las reformas sin sentido y ridiculizar los derechos de las mujeres.

127
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

mujer como un ser humano separado con derechos sobre su propio cuerpo no existe
bajo las leyes tradicionales de violación. Es por eso que las feministas quieren
cambiarlas: para que la violación sea un crimen contra la mujer violada, no su guardián.
La dificultad en lograr esto es desagradablemente simple: los daños de una violación a
un ser humano son evidentes en sí mismos, pero los daños de la violación a una mujer
no son daños en lo absoluto —son eventos sexuales que ella probablemente disfrutó,
incluso inició, sin importar cuánto haya salido lastimada, las mujeres son lo que son.
Al tratar de entender la violencia contra las mujeres, una debe consistentemente
mirar cómo las leyes trabajan, no lo que dicen, para ver si de hecho incrementan la
violencia contra las mujeres, la regulan (por ejemplo, estableciendo algunas condiciones
bajo las que la violencia es aprobada y otras bajo las que es desalentada) o la detienen.
Bajo la dominación masculina, la ley prácticamente incrementa o regula la violencia
contra la mujer al mantener a las mujeres subordinadas a los hombres, permitiendo o
incentivando la violencia contra al menos algunas mujeres constantemente, y al hacer a
las mujeres responsables de la violencia ejercida hacia nosotras con su insistencia
doctrinaria de que en realidad nosotras provocamos la violencia y obtenemos placer
sexual de ello.
La lucha de las feministas contra la violencia contra las mujeres es también
necesariamente una lucha contra las leyes masculinas: porque de la manera en que la ley
realmente funciona —en las violaciones, las agresiones, la prostitución, el incesto— las
mujeres son las víctimas.
El Estado, entonces, mantiene a las mujeres disponibles para los hombres para
ser abusadas —esa es una de sus funciones. La dominación de los hombres sobre las
mujeres a través de la violencia no es una serie desafortunada de accidentes o errores
sino la norma estatal, endorsada por el poder policial.

Para claridad conceptual, voy a dividir los crímenes de violencia contra las
mujeres en dos categorías: crímenes simples, que incluyen las violaciones, las
agresiones, el incesto, la tortura, y el asesinato; y crímenes complejos que incluyen el
acoso sexual, la prostitución y la pornografía. Estos actos son los primordiales abusos
violentos a las mujeres en Occidente. En otras sociedades, otros actos pueden tener el
mismo significado popular —por ejemplo, la clitoridectomía o la infibulación o las
quemas de dotes.
Los crímenes simples son actos de violación que son relativamente fáciles de
comprender como eventos discretos una vez que la violación se da a conocer. El acto es
usualmente cometido en la privacidad o en secreto, pero si una víctima habla de eso,
una puede ver qué sucedió, cómo, cuándo, dónde, por cuánto tiempo, quién lo hizo,
incluso por qué. A pesar de que estos actos son cometidos tan frecuentemente que son
comunes, son usualmente cometidos en privado, hecho a las mujeres como individuos.
Cada vez que sucede una violación, le sucede a una mujer en particular, a una niña en
particular. No hay un sentido público de contagio: la violación no se experimenta como
el cólera extendiéndose a través de la comunidad. Tampoco hay una sensación de
disfrute público, de complicidad pública, de entusiasmo público.
En los crímenes complejos, hay un contagio. La comunidad sabe que hay una
dimensión pública en el abuso, que hay una complicidad masiva, una participación
masiva. Los crímenes están en la esfera pública, suceden fuera de la privacidad del
hogar, les suceden a muchas mujeres innombrables y sin rostro que se mueven a través
del espacio público: muchos hombres les están haciendo estas cosas a muchas mujeres,
todas al mismo tiempo, y no en privado, en lo absoluto. Hay una sensación de "todos lo
hacen —¿y qué?" con muchos elementos que distinguen al acoso sexual; la prostitución

128
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

y la pornografía se aceptan como cosas que los hombres necesitan y cosas que los
hombres usan —muchos hombres, la mayoría.
La violencia en sí misma en un crimen complejo es una masa retorcida de
violaciones que involucran muchas formas de abuso sexual; es difícil separarlas. Hay
una calidad similar a la de una máquina en el abuso, como si los cuerpos de las mujeres
estuvieran en una línea de montaje, siendo procesadas, siendo usadas, siendo
perforadas, siendo atornilladas, siendo martilladas, siendo revisadas, tocadas, pasadas.
Los crímenes complejos son hechos a las ya desaparecidas: las mujeres son
anónimas; no tienen historias personales que importen y ninguna cualidad personal
puede cambiar el curso de los eventos. El acoso sexual, por ejemplo, hace a las mujeres
vagabundas en el mercado de trabajo: trabajo barato, inmediatamente reemplazables,
moviéndose de trabajo mal pago a trabajo mal pago. La prostitución y la pornografía
borran todo tipo de personalidad.
En los crímenes complejos, hay una intimidación constante y una coerción
intrincada que existe en muchos niveles. Hay un motivo de lucro así como de
placer/poder: los grandes negocios, de alguna manera u otra, apoyan al abusador. Los
crímenes simples son usualmente hechos en secreto pero los crímenes complejos tienen
una visibilidad social real. El acoso sexual sucede en una sociedad de compañeros
trabajadores, las prostitutas tienen una presencia social en las calles; el punto de la
pornografía es que está a la vista.
Todos los crímenes simples y complejos de la violencia son también actos
sexuales. Bajo la dominación masculina, no hay una división fenomenológica entre el
sexo y la violencia. Cada crimen cometido contra una mujer es sexual: el sexo es central
a la determinación de la víctima como objetivo, la forma en la cual se la lastima, por
qué se la lastima, la sensación de derecho que el hombre tiene de hacer lo que quiere
con ella, la satisfacción que le da el acto, el apoyo social por la explotación o el daño. El
apoyo social puede ser popular o clandestino, completamente avalado por el sistema o
implícito en el cómo funciona.
En la mayoría de los crímenes contra las mujeres, el acto sexual implica la
penetración de la mujer, no siempre vaginalmente, no siempre con un pene, es
intrínseco a la violencia o la razón para este. En algunos crímenes de violencia, por
ejemplo, las agresiones, mientras la violación es parte de la configuración a largo plazo
del abuso, el sexo es más frecuentemente docilidad agotada y brutalizada; ocurre como
en el ojo del huracán —después de la última paliza y para intentar prevenir la siguiente.
Algunas veces la golpiza es el evento sexual para el hombre.
Cuando las feministas decimos que la violación es violencia, no sexo, queremos
decir que desde nuestra perspectiva como víctimas de sexo forzado, no obtenemos
placer sexual de la violación; contrario a la visión del violador, a la visión del
pornógrafo, a la visión de la ley, la violación no nos hace pasar un buen momento. Este
es un esfuerzo valiente en la comunicación multicultural pero es sólo la mitad de la
historia: porque para los hombres, la violación y el sexo no son dos especies diferentes
de evento. La dominación sexual para la mayoría de los hombres, y la violación, las
agresiones, el incesto, el uso de prostitución y pornografía, y el acoso sexual son formas
de dominación imbuidas de significado sexual. La dominación es poder sobre otros y
también hostilidad y deshumanización de los desamparados. La dominación de los
hombres sobre las mujeres está tanto expresada como conseguida a través del sexo
como los hombres experimentan el sexo, no como las mujeres desean que sea. Esto
significa que tenemos que reconocer que el sexo y la violencia están fusionadas por los

129
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

hombres en la dominación; y que no es solo violencia sexual99 sino que también el sexo
es consistentemente usado para reivindicar la dominación.
Esta es una realidad desesperante y trágica. Aquellos más cercanos a nosotras —
aquellos dentro de nosotras— no pueden separar el sexo de la violencia, porque para
ellos no están separados: la fusión del sexo y la violencia es la dominación que les da
placer. Nuestras vidas están siendo rehenes de este placer que ellos quieren. La
violación, las agresiones, el incesto, la tortura, el asesinato, el acoso sexual, la
prostitución y la pornografía son actos de verdadera violencia contra nosotras que
nuestros esposos, padres, hijos, hermanos, amantes, maestros y amigos disfrutan. Ellos
llaman estos actos con otros nombres cuando los hacen.

La pornografía especialmente muestra cómo la dominación y el abuso son placer


y entretenimiento. En los Estados Unidos, la pornografía satura el ambiente, privado y
público. En Irlanda, el acceso a ella está más restringido en este momento; y sin
embargo, videos mostrando la tortura de mujeres, son permitidos bajo las leyes de
censura irlandesa porque los videos no están cubiertos por ella y han alcanzado ya a una
ávida población de consumidores masculinos. No hizo falta tiempo para desarrollar un
apetito por la violencia. Los hombres comunes, teniendo derechos de dominación
sexual, se sumergieron en los videos de torturas como los patos se sumergen en el agua.
La pornografía es central a la dominación masculina, incluso cuando el acceso a ella es
limitado, porque cada forma de abuso sexual está implicado en ella y ella está implicada
en cada forma de abuso sexual; y es aprehendida por los hombres como placer puro.
En los Estados Unidos, tal vez tres cuartos de las mujeres en pornografía son
víctimas de incesto. Las mujeres son reclutadas a través de violaciones y palizas. El
sexo forzado es filmado; también la tortura, las violaciones en grupo, las agresiones; y
los films son usados (como extorsión, como humillación sexual y como amenaza) para
mantener a las nuevas mujeres en la prostitución. Una vez curtidas 100, las prostitutas son
usadas en films como sus proxenetas lo determinen. Las violaciones de las mujeres que
no son prostitutas, no son niñas que huyeron de casa o no están viviendo en la calle son
filmadas y vendidas en el mercado comercial de la pornografía. La pornografía ha
introducido un motivo de lucro en la violación. Las mujeres en pornografía son
penetradas por animales y objetos. A las mujeres se las orina y se las defeca encima.
Todas estas cosas son hechas sobre mujeres reales en la pornografía; y luego la
pornografía es usada para que estos actos sean cometidos contra otras mujeres reales.
La futilidad de las mujeres como seres humanos es enteramente clara cuando se
entiende que la pornografía es una forma de entretenimiento masivo en los Estados
Unidos ahora, totalizando un estimado de ocho mil millones de dólares al año. Los
hombres, los consumidores principales de pornografía, son entretenidos por estos actos
de abuso sexual.

99
Nuevas investigaciones experimentales en Estados Unidos muestran que los films que muestran
extrema y espantosa violencia contra las mujeres que no son sexualmente explícitos estimulan
sexualmente a casi un tercio de los hombres que los miran. A estos films se los llama "mancha". Están
hechos desde el punto de vista del asesino mientras acosa a la mujer víctima. Ella termina siendo
manchada. Las investigadoras me dijeron que no pudieron construir un escenario de película que mostrara
violencia contra las mujeres que no estimulara sexualmente a un significante porcentaje de espectadores
masculinos.
100
"Curtido" es el proceso de hacer a una mujer o una niña una prostituta dócil. Usualmente involucra
violarla, que la violen grupalmente, drogarla, golpearla repetidamente y humillarla deliberadamente.
Usualmente se filman estos actos, se les muestra el film (haciendo que se vea a sí misma) y se las
amenaza con enviarles las fotos a su familia o la escuela.

130
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Las vidas de las mujeres están circunscriptas al terrorismo de la pornografía,


porque es el terror destilado pero completamente trivializado de la violación, la
agresión, el incesto, la tortura y el asesinato —las mujeres son objetos, no humanas,
atacadas y lastimadas, usadas para el sexo, porque los hombres quieren y les gusta la
dominación sexual. La pornografía es la prostitución de las mujeres en ella, y es una
definición metafísica de todas las mujeres como putas por naturaleza; entonces también
es el terror de nacer para ser usadas, intercambiadas y vendidas. La esencia de este
terror —en sus detalles y ambiente— es el placer, es el entretenimiento, para los
hombres que la miran. Es difícil imaginar cuánto nos odian.
También es difícil entender cuán absoluta y resolutivamente indiferentes a
nuestros derechos son. Sin embargo estos hombres a los que les gusta vernos usadas o
lastimadas no son indiferentes a nuestros derechos en sí mismos: cuidan los suyos.
Afirman, por ejemplo, que al ser entretenidos por la pornografía están ejerciendo sus
derechos, especialmente el derecho a la libertad de expresión. ¿Cómo es posible que al
mirar violaciones —o, francamente, al mirar genitales femeninos, piernas de mujeres
extendidas— estén ejerciendo su derecho a la libertad de expresión? Debe ser que
nuestro dolor es lo que ellos quieren decir. Tal vez nuestros genitales son las palabras
que ellos usan. Incomprensible como puede ser para nosotras, su disfrute de nuestro
abuso está articulado como una libertad civil de ellos. La lógica del argumento es que si
sus derechos a la pornografía (a nuestra posesión, explotación y abuso) son abolidos,
entonces serán incapaces de decir lo que quieren decir. Deben tener "libertad de
expresión".
También, la explotación sexual de las mujeres se enarbola como "liberación
sexual". Los usos de las mujeres en pornografía son considerados "liberadores". Lo que
nos es hecho es llamado "libertad sexual".
Nuestro abuso se ha convertido en estándar de la libertad —el significado de
libertad—el requisito para la libertad— a lo largo de gran parte del mundo occidental.

El ser lastimado, ser amenazado con el daño físico como una condición de vida,
ser sistemáticamente explotado, tiene profundos y perturbadores efectos en las personas.
Se insensibilizan; se desesperan; se vuelven innobles; volviéndose indiferentes al
sufrimiento de otros en la misma situación. Las personas también son conocidas por
luchar contra la opresión y odiar las crueldades que son forzadas a soportar; pero se
supone que las mujeres deben disfrutar ser lastimadas, usadas, ser inferiores. Los
remedios históricamente usados por la gente oprimida para pelear contra la dominación
y el terror no se supone que estén disponibles para las mujeres: porque lo que nos hacen
es supuestamente apropiado para lo que somos —mujeres. Dios, la naturaleza y los
hombres están de acuerdo.
Pero algunas veces disentimos. Vemos la violencia dirigida a nosotras como
violencia, no como amor, no como romance, no como inevitable y natural, no como
nuestro destino, no para ser soportada y sufrida, no por como lo que somos o para lo que
estamos hechas.
Las feministas llaman este proceso usualmente doloroso de aprender a ver con
nuestros propios ojos toma de conciencia. Nos deshacemos de los ojos de los hombres,
que se han convertido en nuestros ojos. Rompemos el aislamiento que la violencia crea;
descubrimos de la otra que somos tratadas de la misma manera, cuánto tenemos en
común en cómo somos usadas, los actos de insulto y perjuicio cometidos contra
nosotras porque somos mujeres.
La concienciación significa que hemos desarrollado un conocimiento agudo de
tanto nuestro sufrimiento como de nuestra humanidad: lo que nos sucede y aquello a lo

131
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

que tenemos derecho. Sabemos que somos humanas y por ende el sufrimiento (el
estatus inferior, la explotación, el abuso sexual) son una serie intolerable de violaciones
que deben ser detenidas. Experimentando el sufrimiento como tal —en vez de
volviéndonos insensibles— nos forzamos a actuar humanamente: a resistir la opresión,
a exigir justicia, a crear nuevos acuerdos sociales que nos incluyan como humanas.
Cuando los humanos se rebelan contra el sufrimiento, los héroes de la historia,
conocidos y no conocidos, nacen.
Entonces aunque se espera que las mujeres disfrutemos de ser usadas y ser
lastimadas, las mujeres nos resistimos; las mujeres luchamos; las mujeres nos
organizamos; las mujeres somos valientes; las mujeres nos enfrentamos al poder
masculino y lo detenemos en seco; las mujeres luchamos contra las instituciones de
dominación masculina y las debilitamos; las mujeres creamos conflictos políticos y
sociales, para que el poder masculino sea desafiado y dañado; las mujeres tomamos
represalias contra los violadores y golpeadores y proxenetas; las mujeres nos infiltramos
en los sistemas de poder masculinos; las mujeres cambiamos las leyes para beneficiar a
las mujeres e incrementar nuestros derechos; las mujeres proveemos refugios secretos
para las mujeres golpeadas y defensas por encima de la clandestinidad para víctimas de
violaciones y abortos para mujeres embarazadas que necesitan ayuda; las mujeres
creamos trabajo y riqueza para otras mujeres para subvertir el control económico que
los hombres tienen sobre las mujeres; algunas veces las mujeres matamos; las mujeres
hacemos sentadas y piquetes y cometemos desobediencia civil para destruir a los
pornógrafos y a los militaristas; las mujeres realizamos demandas judiciales para
terminar con la discriminación sexual; las mujeres reclamamos más y más espacio
público para cambiar las configuraciones del poder público; las feministas continúamos
perfeccionando los objetivos, para atacar el poder masculino donde es más vulnerable y
donde podamos amasar mejor la fuerza colectiva en nuestros respectivos países; las
feministas apuntamos al poder masculino donde es más peligroso, tan pesado en la
cima que se desploma si presionamos lo suficiente; las feministas seguimos pensando,
escribiendo, hablando, organizándonos, marchando, manifestándonos, con militancia y
paciencia y una rebeldía que quema. La lucha es difícil y desagradable y mortalmente
seria. Algunas veces a las mujeres nos matan. Usualmente, nos lastiman. La venganza
contra las mujeres es real, física, económica, psicológica: rauda y cruel. Aún así: las
mujeres resistimos, las mujeres luchamos, las mujeres queremos ganar.
A lo que queremos ganar se la llama libertad o justicia cuando aquellos que son
sistemáticamente lastimados no son mujeres. Lo llamamos equidad, porque nuestros
enemigos son parte de la familia. Ninguna reforma violenta funcionará para nosotras,
ningún sangriento golpe de Estado seguido de otro régimen de poder ilegítimo: porque
nuestro enemigo es parte de la familia; y no podemos simplemente acabar con él y
asesinarlo.
La carga es muy grande. Porque el enemigo es parte de la familia y porque es tan
cruel y tan arrogante y tan íntimo y tan cercano, porque sonríe cuando salimos
lastimadas y paga para ser entretenido por nuestro abuso, sabemos que tenemos que ir a
las raíces de la violencia, las raíces de la dominación, las raíces de por qué el poder les
da placer y cómo las jerarquías crean explotación. Sabemos que tenemos que nivelar las
jerarquías sociales. Sabemos que tenemos que destruir el placer y la posibilidad de
dominación sexual. Sabemos que tenemos que levantarnos a nosotras y derribar a los
hombres, y no con ternura. Sabemos que tenemos que terminar con la violencia contra
nosotras terminando con los derechos de los hombres sobre nosotras. No existe la
dominación amigable, no existe la sumisión con amor propio.

132
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

La violencia contra las mujeres lastima el corazón y también los huesos. Las
feministas somos mujeres antinaturales a las que no nos gusta ser lastimadas en lo
absoluto.

133
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Prefacio de la edición británica de


Mujeres de Derecha
1984
Alguien de La Prensa de Mujeres de Londres, una compañía editorial que estimo, me
escribió una carta más o menos condescendiente (en aparente respuesta a Mujeres de
Derecha, que La Prensa de Mujeres estaba publicando) en la que ella me explicaba que
en Inglaterra las mujeres de derecha eran mujeres que usaban sombreros y eran
puritanas y fascistas y las mujeres de izquierda, en Inglaterra, no lo hacían ni lo eran.
En estos términos (honestamente) trató de explicarme la Derecha y la Izquierda a mí,
una simple colonial. Había sido invitada a escribir una introducción para Mujeres de
Derecha para Inglaterra así que escribí este ensayo sobre la Derecha y la Izquierda,
sus orígenes y el significado de cada una. Pensé que a mi corresponsal le podía servir
la información. Este ensayo nunca ha sido publicado en Estados Unidos.

LA “DERECHA” Y LA “IZQUIERDA” como designaciones políticas


significativas se originaron en el complicado curso de la Revolución Francesa. Muy
probablemente, el primer arreglo físico de la derecha hacia la izquierda de
representantes parlamentarios ocurrió el 11 de septiembre de 1789, cuando la Asamblea
Nacional, el cuerpo parlamentario de la Francia revolucionaria, fue físicamente
arreglada para reflejar las ideologías políticas y la lealtad de clase. Los monárquicos
fueron sentados a la derecha, presumiblemente los Jacobinos estaban en el extremo
izquierdo. Aquellos en la derecha, quienes favorecían mayormente un sistema
legislativo bicameral sujeto al poder del veto absoluto de un monarca, eran llamados
anglo maníacos o monárquicos o simplemente "ingleses". Aquellos en la izquierda
tomaron mucha de su inspiración de la Revolución Estadounidense de 1776.
Para 1815, la Segunda Restauración bajo Luis XVIII, la "Derecha" y la
"Izquierda" fueron aceptadas y comúnmente entendidas como términos políticos
enraizados en la práctica legislativa francesa. Francia finalmente tenía su parlamento
similar al inglés y un nuevo monarca para acompañarlo. Los miembros de la legislatura
se sentaban en un semicírculo. A la derecha se sentaban los ultra-monárquicos, llamados
los Ultras, "más monárquicos que el rey y más católicos que el Papa" según un
especialista. Representaban los intereses de la aristocracia terrateniente, ex emigrados y
el clero. Era el partido de la contrarrevolución victoriosa. A la izquierda se sentaban los
Independentistas, una mezcla de Bonapartistas, Liberales y Republicanos, todos
contrarios al monarca actual pero con variados grados de compromiso con respecto a las
metas igualitarias de la Revolución. En el centro se sentaban los Constitucionalistas,
aquellos que querían un poquito de esto y un poquito de aquello.
Las ideas y valores políticos estaban explícitamente caracterizados como
"Derecha" o "Izquierda" o "Centro". La "Derecha" era el término con el significado
absoluto. Realmente significaba "más monárquicos que el rey": "¡Viva el rey, a pesar de
sí mismo!" era una consigna de los Ultra. Todas las otras posiciones políticas estaban en
algún sentido definidas en relación a la Derecha. Con los Jacobinos purgados de la
política francesa, la Izquierda era una sombra. No querer un rey (o a un rey en

134
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

particular) no era lo mismo que exigir un orden social igualitario por cualquier medio
necesario. Los valores de la Derecha eran fijos y claros. Los valores de la Izquierda
estaban sujetos a negociación y conveniencia. Esto llevó, en parte, al surgimiento del
emperador Bonaparte.
Los términos "Derecha" e "Izquierda" son genuinamente referentes modernos. No
viajan muy bien en el tiempo, especialmente a Inglaterra o Estados Unidos. En
Inglaterra el sistema de partidos moderno comenzó a desarrollarse después de 1783,
pero los partidos políticos como tales no se fortalecieron hasta después de 1830. La
palabra "conservador", más vaga y menos programática no comenzó a usarse hasta
1824, cuando una coalición de Whigs y Tories lo utilizó para indicar su antagonismo a
la Francia revolucionaria. Los Tories la adoptaron para sí mismos en 1830. Es, tal vez,
de una conveniencia razonable pensar a los Tories y Whigs comparados entre sí como
conservadores y liberales respectivamente, pero ambos eran monárquicos con todas las
lealtades de clase y propiedades implicadas en eso; y por ende ambos eran, en el sentido
original francés, derechistas. Los franceses no estaban siendo ingeniosos cuando
llamaron a sus propios monárquicos Anglo maníacos o "Ingleses".
Los nuevos estadounidenses, por otro lado, eran todos decididos republicanos.
Ninguno de los padres fundadores estaba dispuesto a tolerar la monarquía ni ninguna
institución que se le pareciera. Y sin embargo muchos eran lo que llamaríamos
conservadores. Querían replicar la estabilidad del sistema Inglés. Querían un orden
social que protegiera la propiedad y la riqueza. Eran republicanos pero ciertamente no
eran demócratas. La idea de una democracia igualitaria los repelía. Alexander Hamilton,
por ejemplo, insistió con "un gobierno completa y puramente republicano" y sin
embargo consideraba a la Revolución Francesa un "espectáculo repugnante". Él, como
otros conservadores estadounidenses, era Anglófilo. Thomas Jefferson, en contraste, era
un liberal, un demócrata. Para él, una función del gobierno era la de promover la
igualdad. Él, típicamente igualitario, era un Francófilo. Pero en la nueva geografía
política del nuevo Estados Unidos no había Derecha o Izquierda en el sentido Francés
porque no había monárquicos en lo absoluto.
Los conceptos políticos de "Derecha" e "Izquierda" no podrían haberse originado
en Inglaterra o Estados Unidos: vienen específicamente de la experiencia francesa.
Nacieron en el caos de la primera revolución completamente moderna, la Revolución
Francesa, en reacción a la cual toda Europa subsecuentemente se redefinió. Como
resultado directo de la Revolución Francesa, el rostro político de Europa cambió y
también lo hizo el discurso político de los europeos. Un cambio fundamental fue la
división formal de valores, partidos y programas en la "Derecha" y la "Izquierda" —
alianzas modernas y alianzas emergidas, proclamadas por nuevas y modernas categorías
del pensamiento político organizado. Lo que había comenzado en la Asamblea Nacional
de Francia como tal vez un arreglo conveniente de asientos de derecha a izquierda, se
convirtió en una construcción política casi metafísica que barrió la conciencia y práctica
política occidental.
En parte, este asombroso desarrollo se logró a través de la reacción extrema a la
Revolución Francesa encarnada especialmente en denuncias vitriólicas por políticos en
Inglaterra y en otros lugares comprometidos con la monarquía, el sistema de clases y los
valores implícitos en el feudalismo. Los argumentos contra la Revolución Francesa y en
nombre de la monarquía forman las bases de la política de derecha moderna o el
conservadurismo. Los principios del conservadurismo organizado, sus valores sociales,
económicos y morales fueron enunciados en un gran cuerpo de polémicas reaccionarias,
de manera más instrumental en Reflexiones sobre la Revolución en Francia de Whig
Edmund Burke. Escrito en 1789 antes de la ascendencia de los Jacobinos —y por ende

135
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

sin ser en respuesta al Terror o al absolutismo ideológico Jacobino—. Las Reflexiones


de Burke está impregnado de furia ante la audacia de la Revolución misma porque esta
revolución insistió únicamente que la libertad política requería cierta medida de
igualdad civil, económica y social. El vínculo de la libertad con la igualdad filosófica o
programática sigue siendo un anatema para los conservadores aún el día de hoy. La
libertad, según Burke, requiere jerarquía y orden. Ese era su tema constante.
"Me adulo a mí mismo", Burke escribió101, "que amo a una libertad masculina,
moral y regulada". La libertad "masculina" es audaz, determinada, no afeminada o
miedosa (siguiendo la definición del diccionario del adjetivo "masculino"). La libertad
"masculina" (siguiendo a Burke) es un rey. La libertad "masculina" es autoritaria: la
autoridad del rey —su soberanía— presumiblemente garantiza la libertad de todo el
resto por analogía esotérica. La libertad "moral" es la de alabar a Dios y a la propiedad,
especialmente mientras se fusionan en la Iglesia institucional. La libertad "moral"
significa respeto por la autoridad de Dios y del rey, especialmente mientras se
manifiesta en la jerarquía feudal. La libertad "regulada" es una libertad limitada: lo que
sea que quede luego de que el rey sea obedecido, Dios se alabado, la propiedad sea
respetada, la jerarquía sea honrada y los impuestos y tributos que financian todas estas
instituciones sean pagados. La libertad que Burke amaba dependía particularmente de la
voluntad de las personas no solo de aceptar sino de amar las circunstancias sociales en
las que nacieron: "Estar vinculado a la subdivisión, amar el pequeño pelotón al que
pertenecemos en la sociedad, es el primer principio (el germen como tal) de los afectos
públicos. Es el primer eslabón de la serie por el cual nos dirigimos hacia el amor a
nuestro país y hacia la humanidad." La plebe francesa había violado notablemente este
primer principio de afecto público.
Para Burke, la historia mostraba que la monarquía y los derechos de los ingleses
estaban completamente entrelazados para que uno requiriera al otro. Porque ciertos
derechos habían sido ejercidos bajo la monarquía, Burke sostenía que la monarquía era
esencial al ejercicio de esos derechos. Inglaterra no tenía pruebas, según Burke, de que
los derechos pudieran existir y ser ejercidos sin la monarquía. Burke acusó a los teóricos
políticos que afirmaban que había derechos naturales de los hombres que suplantaban en
importancia a los derechos de los gobiernos existentes. Estos teóricos "han forjado bajo
la tierra una mina que detonará, con una gran explosión, todos los ejemplos de
antigüedad, todos los precedentes, estatutos y actas del parlamento. Tienen "derechos de
los hombres". Contra ellos no puede haber una prescripción: contra ellos ningún
argumento es vinculante... No tengo nada que decirle a las torpes sutilezas de sus
políticas metafísicas". En la metafísica más ágil de Burke, los derechos hereditarios eran
transmitidos a través de una corona hereditaria porque así era antes y así seguiría
siendo. Burke no aportó ninguna base para evaluar la calidad o legitimidad de los
derechos del "pequeño pelotón al que pertenecemos en la sociedad" en oposición a los
derechos de los otros pequeños pelotones: el admitir tal necesidad no sería amar lo
suficiente a nuestro pelotón. La corona hereditaria, sugiere Burke, frena la dictadura
porque le da al rey su reverencia sin hacerlo luchar por ella. También inhibe el conflicto
civil sobre quién debería ser el gobernante. Esto es lo más cerca que llega Burke a una
explicación sustancial de por qué los derechos y la monarquía están inextricablemente
vinculados.
Las libertades son descriptas como propiedades: "una herencia implicada", "una
propiedad que pertenece especialmente a la gente de este reino, sin ninguna referencia a
ningún otro derecho más general o previo". El derecho feudal a la propiedad es de

101
Todas las citas de Burke son de Reflexiones sobre la Revolución en Francia (1789).

136
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

hecho un derecho irreprochable, y se considera que las libertades dependen de la


seguridad de la propiedad. Junto con la propiedad, las libertades apropiadas se pasan de
generación en generación: las libertades distribuidas de acuerdo con la relación de uno a
la propiedad. Esta es la esencia de un orden social estable. Cualquier libertad que
desafíe o destruya la prioridad y la santidad de la propiedad heredada era libertad fuera
de los límites de "la libertad masculina, moral y regulada". Burke notó que en la
Asamblea Nacional "la libertad se estima como perfecta mientras que la propiedad se
vuelve insegura". Su propia visión era la opuesta.
La religión era instrumental para mantener a la sociedad civilizada, bien ordenada
y moral. La moralidad era de hecho una aceptación del orden social dado por Dios. El
ateísmo de los franceses revolucionarios y los filósofos del derecho natural era perverso,
una aberración: "Sabemos, y es nuestro orgullo saberlo, que el hombre es por su
constitución un animal religioso; que el ateísmo va contra, no sólo nuestra razón sino
también nuestros instintos; y que no puede prevalecer por mucho tiempo." La iglesia
institucional proporcionó ocasiones para sombrías expresiones de aquiescencia: y la
iglesia institucional era el vehículo de una moralidad que era tanto absoluta como
congruente con el orden social existente. La religión de Burke nada tenía que ver con el
lado compasivo de la moralidad; tenía que ver con el poder y el dinero. En un frenesí
especial de repugnancia insistió que los judíos —a través de la Revolución Francesa—
estaban intentando destruir a la Iglesia de Inglaterra. Más comúnmente, comparó a la
despreciable comitiva francesa con los judíos. La religión que Burke defendió era la
religión del poder anglosajón, la religión del rey y de la propiedad.
Implícito en todas las posiciones previas y explícitamente articulado como tal
estaba el desprecio de Burke por la democracia. La democracia, sostenía, era sinónimo
de tiranía o llevaba inevitablemente hacia ella. En la democracia él discernía a la
verdadera opresión. "Si de algo estoy seguro," escribió, "es de que en la democracia la
mayoría de los ciudadanos es capaz de ejercer las más crueles opresiones sobre la
minoría". Las crueles opresiones no le molestaban si eran ejercitadas sobre la mayoría
por una minoría bien vestida y elegante ("Para hacernos amar a nuestro país, nuestro
país debe ser encantador"). Objetó a la mayoría en sí misma, no tanto por sus números
sino por su naturaleza: "¿qué clase de cosa debe ser una nación de brutos, estúpidos,
feroces y, al mismo tiempo, pobres y sórdidos bárbaros, destituidos de la religión, el
honor o el orgullo masculino, sin posesiones presentes, y sin esperar nada más
después?". Su visión de María Antonieta tenía un tono distinto: "Pensé que diez mil
espadas debían haber salido de sus fundas para vengar incluso una mirada que la
amenazara con insultos." La igualdad significaba que "un rey no es más que un hombre,
una reina no es más que una mujer", lo que era incluso más degradante de lo que parecía
en la superficie porque "una mujer no es más que un animal; y un animal que no está
siquiera en el más alto orden". La igualdad entonces era particularmente de muy mala
suerte para una reina. La igualdad también significaba que "el asesinato de un rey, o una
reina, o un obispo, o un padre, son simplemente un homicidio común." La igualdad
significaba el fin del mundo tal cual Burke lo conocía, el fin del rey, de la iglesia, de la
propiedad, de las libertades implicadas, el fin del orgullo y libertad "masculina". Pero
Burke tenía un tono muy pesimista. El orgullo "masculino" y las libertades "masculinas"
han sobrevivido a todas las revoluciones hasta ahora. La igualdad no ha destruido aún
todo el mundo de Burke.

La Derecha no ha cambiado mucho desde que Burke escribió lo que escribió.


Todavía defiende a la autoridad, la jerarquía, la propiedad y la religión. Todavía
aborrece a las ideas políticas y movimientos igualitarios. Todavía desprecia a los judíos.

137
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

En Estados Unidos nunca hubo un rey, pero hubo muchos obvios sustitutos en los
que el poder imperial estaba investido, desde dueños de esclavos a esposos.
Actualmente la autoridad que la Derecha defiende es la autoridad "masculina" del
Presidente, el Pentágono, el FBI y la CIA, el poder policial en general, el líder religioso
masculino y el marido en la familia dominada por hombres. La Vieja Derecha se
contentaba con defender la autoridad "masculina" de la milicia, la policía, los
legisladores racistas y oligarcas, un fuerte (incluso si era corrupto) jefe ejecutivo, y a los
Estados Unidos de América como superpoder. Dio completamente por sentadas las más
privatizadas expresiones de la autoridad "masculina". La Nueva Derecha, que surgió en
reacción al Movimiento de Mujeres, se distingue de la Vieja Derecha por su militancia
política en los supuestamente llamados asuntos sociales —los derechos de las mujeres,
el aborto y la homosexualidad, por ejemplo. La Nueva Derecha ha enfatizado la
importancia de la autoridad del esposo y de la iglesia androcéntrica. La autoridad en sí
misma es vista como masculina y la rebelión de las mujeres amenaza a la autoridad
como tal con su disolución. En la lógica de la Nueva Derecha, cualquier debilitamiento
de la autoridad del esposo sobre la esposa es un debilitamiento de la autoridad en sí
misma, un debilitamiento de la autoridad de la nación y de las instituciones que la
gobiernan apropiadamente.
En Estados Unidos, la jerarquía que la Derecha defiende es la de los ricos sobre
los pobres, los blancos sobre los negros, los hombres sobre las mujeres. Hay una
creencia frecuentemente articulada de que la inequidad social simplemente expresa
diferencias naturales o divinas; de que la jerarquía es inalterable. Se argumenta
frecuentemente que aquellos que quieren igualdad quieren cambiar "la naturaleza del
hombre". Los asesinatos en masa de Stalin son frecuentemente señalados como la
consecuencia lógica de intentar forjar una sociedad sin clases, una sociedad que repudia
la jerarquía.
La clase en sí misma funciona de manera diferente en Estados Unidos de lo que
funciona en Inglaterra. En Estados Unidos no hay historia feudal. No hay aristócratas.
No se puede tener un título en los Estados Unidos y también ser un ciudadano. Hay gran
movilidad de clase a clase: tanto para arriba como para abajo. El cambio de clase puede
ocurrir en una generación. El dinero y las propiedades determinan la clase, individuo
por individuo: no es un estatus pasado de generación en generación; no es
necesariamente familiar. El dinero y las propiedades cambian de mano con más fluidez
y frecuencia que en países con una historia feudal. La clase dominante en Estados
Unidos, el pequeño número de familias que controlan la mayoría de la verdadera
riqueza, no tiene relación en lo absoluto con los reyes o la aristocracia terrateniente: esta
gente es despiadada, comerciantes hechos a sí mismos que son poderosos porque
controlan el capital; no tienen declaraciones culturales, emocionales, genéticas o
históricas de ser parte de la elite o nobleza. En Estados Unidos la gente no se convierte
habitualmente en lo que sus padres fueron. La gente se mueve frecuentemente, así que
hay muy poco sentido de la influencia transmitido.
En Estados Unidos la raza fija el propio estatus de "clase" más ciertamente que
ningún otro factor. La virulenta supremacía blanca determina que el desempleo negro
pase de generación en generación: también que se hereden el analfabetismo, la pobreza,
el aislamiento en guetos y la vida vivida en los márgenes de la supervivencia. La clase
media blanca es enorme, abarcando cerca del ochenta por ciento de los blancos. El
movimiento dentro de esta no es difícil (comparado con movimientos análogos en
Inglaterra o Europa) para los blancos. La "clase media" está determinada por el dinero
más que por el tipo de trabajo —aunque esto puede ser debatido. Se podría decir que
muchos hombres de clase trabajadora (especialmente trabajadores calificados) tienden a

138
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

tener hijos de clase media (adinerados, educados). Los negros no tienen esa misma
movilidad: y hay un lumpen negro, en un callejón sin salida de la posibilidad, que
hereda la desesperación en una sociedad por lo demás vigorosa. No es posible
sobrestimar cuán racista la llamada estructura de sociedad de clases en los Estados
Unidos realmente es.
En Estados Unidos, la defensa de la Derecha de las propiedades incluye, por
ejemplo, la reciente campaña para mantener al canal de Panamá como propiedad de
Estados Unidos. La Derecha ve el imperialismo económico y militar de Estados Unidos
como una defensa necesaria de los intereses de propiedad de Estados Unidos —sea la
propiedad Vietnam o El Salvador. Estados Unidos tiene propiedades donde hace
negocios, donde sea que esto sea. El petróleo que Estados Unidos necesita descansa
sobre la propiedad de Estados Unidos donde sea que se encuentre. Europa es propiedad
de Estados Unidos si Estados Unidos quiere una base de misiles allí. Cualquier lugar en
el que estén los soviéticos es —incluso cualquier piedra estéril de Afganistán—
propiedad de Estados Unidos esperando a ser rescatado de una invasión extranjera. Las
propiedades de Estados Unidos incluyen las corporaciones multinacionales, las fábricas
y los talleres clandestinos. Las mujeres y los niños también son propiedad: cercados,
vigilados, frecuentemente invadidos.
La religión es fundamentalista, ortodoxa y esencial para la agenda política de la
Derecha. Se supone que el orden moral y el orden social se reflejan entre sí: la
autoridad, la jerarquía y la propiedad son valores divinos, que no deben comprometerse
con humanistas seculares, ateos o liberales que tienen ideas perversas sobre la igualdad.
En Estados Unidos la religión es un arma política de la Nueva Derecha. La acción
política antiaborto está organizada en las iglesias; las legislaciones por los derechos gay
son derrotadas por líderes religiosos organizándose contra el pecado; se oponen a las
legislaciones por los derechos igualitarios de las mujeres bajo fundamentos teológicos.
El marido se asemeja a Cristo, y la legislación se introduce en el Congreso de Estados
Unidos para ver que el símil se convierta en una política pública ejecutable. Las mujeres
golpeadas son llamadas "esposas fugitivas" cuando realmente se escapan y son
denunciadas por ser insuficientemente sumisas: el escape es inmoral. Las mujeres
sexualmente acosadas tienen la culpa por no ser "virtuosas". Se supone que las
representaciones de los hombres y las mujeres en los libros de la escuela deben
conformarse a los dictámenes fundamentalistas para los hombres y las mujeres: las
mujeres se deben mostrar en el completo esplendor de su domesticidad. La familia
pretende ser una unidad feudal en esta obra de pasión política: y la religión es una
herramienta fundamental y políticamente efectiva en este programa de represión
doméstico y control social.
En Estados Unidos, la Derecha está especialmente preocupada por oponerse a la
igualdad como objetivo social. Se opone a lo que Margaret Papandreou ha llamado "la
familia democrática", una familia que no se basa en la subordinación de las mujeres sino
en la igualdad, cooperación y reciprocidad. Se opone a todos los esfuerzos
programáticos de conseguir igualdad económica y racial. Se opone a la igualdad de los
sexos como idea y como práctica. Busca destruir cualquier movimiento, programa, ley,
discurso o sentimiento que termine, dañe o socave la dominación masculina sobre las
mujeres.
La Derecha contemporánea en Estados Unidos es Burke de punta a punta:
autoridad, jerarquía, propiedad y religión son para lo que está; está en contra de la
democracia. Es el conservadurismo del siglo dieciocho casi sin revisión. Excepto.
Excepto que ha movilizado a las mujeres, cosa que Burke no lo hizo en el siglo
dieciocho. Excepto que ha tenido éxito organizando a las mujeres como activistas de la

139
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

derecha. Excepto que ha tenido éxito en lograr que las mujeres como mujeres (mujeres
que afirman estar actuando con los intereses de las mujeres como grupo en mente)
actúen efectivamente en nombre de la autoridad masculina sobre las mujeres, en nombre
de la jerarquía en la que las mujeres son subordinadas a los hombres, en nombre de las
mujeres como la propiedad legítima de los hombres, en nombre de la religión como una
expresión de la supremacía masculina trascendente. Ha tenido éxito en lograr que las
mujeres actúen efectivamente en contra de su propia inclusión democrática en el
proceso político, contra su propia igualdad civil, contra cualquier concepción igualitaria
de su propio valor. Este libro acepta una definición más o menos ortodoxa de los
valores de la derecha y sus ideas (como fueron delineadas en este prefacio) y se
pregunta por qué las mujeres están promoviendo esos valores e ideas, ya que la
autoridad que defienden consistentemente las degrada, la jerarquía que defienden las
pone en el último lugar, el derecho a la propiedad que defienden las priva de su plena
capacidad humana, la religión que defienden insiste que deben someterse a una tiranía
mezquina y a menudo violenta, y la igualdad a la que se oponen es el único remedio.
¿Por qué las mujeres de derecha se agitan ante su propia subordinación? ¿Cómo hace la
Derecha, controlada por los hombres, para enlistar su participación y su lealtad? ¿Y por
qué las mujeres de derecha realmente odian la lucha feminista por la igualdad?
Una escritora feminista ha llamado este libro "un discurso sutil sobre la
complicidad". La complicidad no está limitada a las mujeres en la Derecha organizada.
Una premisa de este libro es que las mujeres de derecha son mujeres que aceptan la
legitimidad de la jerarquía sexual, la autoridad masculina y que las mujeres son
propiedad de cualquier manera sin importar cómo se llamen a sí mismas. La misma
definición de "derecha" se obtiene para los hombres. La pregunta entonces bien puede
ser: ¿Puede alguien encontrar a la Izquierda?

Andrea Dworkin
Ciudad de Nueva York
Febrero de 1983

140
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

IV
EL NUEVO
TERRORISMO

Si no puedes soportar el calor,


bájate de la hoguera.
Robin Morgan, "Anotaciones de
una activista feminista"
en Dama de las bestias.

141
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Pornografía:
El Nuevo Terrorismo
1977
Este es el primer discurso que di que hablaba exclusivamente del tema de la
pornografía. Alrededor de setenta y cinco estudiantes lo escucharon en la Universidad
de Massachusetts en Amherst finalizando el invierno, a comienzos de 1977. Se
movilizaron en el momento para manifestarse contra la exhibición de pornografía en el
campus: un film estaba siendo publicitado en el periódico de la facultad (Veáse El
poder de las palabras para más información sobre este periódico) que había sido traído
al campus por un hombre que acababa de ser arrestado por golpear a la mujer con la
que vivía. ¿Saben cuán herida tuvo que estar para que él fuera arrestado en 1977? Di
esta charla en los campus de varias universidades y, en cada uno de los casos, los
estudiantes se organizaron para hacer algo contra la pornografía luego de escucharla.
En diciembre de 1978, di este discurso en una conferencia en la facultad de leyes de La
Universidad de Nueva York. Un artículo en The New York Times destacó que la gente
se puso de pie, muchos llorando, y un famoso abogado de libertades civiles se marchó,
negándose a seguir escuchando. Luego de eso, dentro de ese mismo mes, The New
York Times publicó dos editoriales citando mi discurso y denunciando a las feministas
por "agitadoras" y "estridentes". Les respondí en un artículo (véase, Para los hombres,
libertad de expresión; para las mujeres, silencio por favor) pero The New York Times
se negó a publicarlo. De acuerdo a lo que escribió sobre la historia un periodista, se
convirtió en una política del Times el no cubrir eventos relevantes involucrando a
feministas que se oponían a la pornografía porque tal cobertura "dañaría la Primera
Enmienda". Fuimos boicoteadas bastante eficientemente por el Times, el
presuntamente llamado periódico ilustrado. Sabemos mucho más ahora sobre cómo la
pornografía daña a las mujeres, por qué es tan perniciosa; pero este discurso fue un
avance conceptual que ayudó a cambiar los términos de la discusión. Los nuevos
términos pusieron a las mujeres en acción.

A TRAVÉS DE TODA LA historia de la humanidad, ha habido injusticias


crueles y terribles. Estas injusticias no fueron cometidas a pequeña escala. Estas
injusticias no fueron rarezas o singularidades. Estas injusticias se han extendido sobre la
tierra como fuego arrastrado por el viento, mutilando, destruyendo y dejando a los
humanos convertidos en cenizas. La esclavitud, la violación, la tortura y el exterminio
han sido la sustancia de la vida de miles de millones de seres humanos desde el
comienzo de los tiempos patriarcales. Algunos se han rebelado contra la atrocidad
mientras que otros la han sufrido hasta la muerte.
En un momento dado, la mayoría de las personas han aceptado las injusticias
más crueles como adecuadas. Ya sea por indiferencia, ignorancia o maltrato, la mayoría,
opresores y oprimidos, se han disculpado por las atrocidades, las han defendido,
justificado, excusado, se han reído de ellas o las han ignorado.
El opresor, el que perpetúa las injusticias para su propio placer o beneficio es el
maestro inventor de las justificaciones. Es el mago que, de la nada, fabrica maravillosas,

142
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

imponentes y aparentemente irrefutables razones intelectuales que explican por qué un


grupo debe ser degradado a manos del otro. Es el hechicero que toma las cenizas
humeantes de una auténtica muerte y las convierte en historias, poemas, cuadros que
celebran la degradación como una verdad central de la vida. Es el ilusionista que pinta
cuerpos mutilados encadenados en el interior del lienzo de la imaginación para que,
dormidos o despiertos, sólo podamos alucinar dignidad e indignación. Es el
manipulador de la realidad psicológica, el autor de la ley, el ingeniero de la necesidad
social, el arquitecto de la percepción y del ser.
Los oprimidos están encapsulados por la cultura, las leyes y los valores del
opresor. Sus comportamientos están controlados por las leyes y tradiciones basadas en
su supuesta inferioridad. En general, de hecho, se les llama con nombres abusivos, que
se presume tienen rasgos personales y colectivos degradantes o repugnantes. Siempre
están sujetos a la agresión como castigo. Están rodeados por todos lados por imágenes y
ecos de su propia indignidad. Involuntariamente, inconscientemente, sin conocer otra
cosa, han sido catalogados, marcados a fuego en sus cerebros, un resentido odio y un
virulento desprecio a sí mismos. Les han agotado la dignidad militante en la que todo
respeto a uno mismo se basa.
Las personas oprimidas no son subyugadas ni controladas por tenues
advertencias o vagas amenazas de daño. Las cadenas no están hechas de sombras. Las
personas oprimidas son aterrorizadas —por la violencia cruda, la violencia real, la
violencia indescriptible y generalizada. Sus cuerpos son abusados y despojados según la
voluntad de su opresor.
Esta violencia siempre está acompañada de un ataque cultural —propaganda,
disfrazada de principio o información. La pureza de la raza "aria" o Caucásica es un
principio favorito. La inferioridad genética es un campo de conocimiento preferido. Las
bibliotecas están llenas de textos eruditos que prueban, sin un ápice de duda, que los
judíos, los irlandeses, los mexicanos, los negros, los homosexuales y las mujeres son
fango. Estas pruebas elocuentes y capaces se clasifican como psicología, teología,
economía, filosofía, historia, sociología y la presunta ciencia llamada biología. A veces,
a menudo, las convierten en historias o poemas y las llaman arte. La degradación se
dignifica como necesidad biológica, económica o histórica; o como la consecuencia
lógica de los repulsivos rasgos o inherentes limitaciones de los degradados. En las
calles, la propaganda toma una forma más vulgar. Letreros que dicen "Sólo blancos" o
"No se permiten judíos ni perros". Silbidos de moishe, negro, afeminado y maricón
llenan el aire. En esta propaganda, la víctima es marcada. En esta propaganda, la
víctima es el objetivo. Esta propaganda es el guante que cubre el puño en cualquier
reino del terror.
Esta propaganda no sólo autoriza la violencia contra el grupo designado: la
incita. Esta propaganda no solo amenaza con atacar; lo promete.

Esas son las imágenes temidas del terror:


- Un judío, demacrado, detrás de un alambre de púas, casi desnudo, mutilado por
el cuchillo de un médico Nazi: la atrocidad es reconocida.
- Un vietnamita en una jaula de tigres, casi desnudo, con los huesos quebrados y
retorcidos, la carne con moretones: la atrocidad es reconocida.
- Un esclavo negro en una plantación americana, casi desnudo, encadenado, su
carne arrancada por el látigo: la atrocidad es reconocida.
- Una mujer, casi desnuda en una celda, encadenada, su carne arrancada por el
látigo, sus senos mutilados por un cuchillo: es entretenimiento, la fantasía favorita del

143
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

vecino de al lado, el derecho precioso de todos los hombres, el destino potencial de


todas las mujeres.
La tortura a las mujeres es entretenimiento sexual.
Una mujer torturada es sexualmente excitante.
La angustia de una mujer torturada es sexualmente excitante.
La degradación de una mujer torturada es sexualmente fascinante.
La humillación de una mujer torturada es sexualmente placentera, electrizante,
gratificante.

Las mujeres somos un pueblo degradado y aterrorizado. Las mujeres somos


degradadas y aterrorizadas por los hombres. La violación es terrorismo. Golpear a las
esposas es terrorismo. La carnicería médica es terrorismo. El abuso sexual en sus cien
millones de formas es terrorismo.
Los cuerpos de las mujeres son poseídos por los hombres. Las mujeres nos
vemos obligadas a llevar a término embarazos no deseados porque los hombres, no las
mujeres, controlan las funciones reproductivas de las mujeres. Las mujeres somos una
población esclavizada —el cultivo que cosechamos son niños, los campos en los que
trabajamos son las casas. Las mujeres somos forzadas a consumar actos sexuales con
hombres que violan nuestra integridad porque la religión universal —el desprecio por
las mujeres— tiene como primer mandamiento que las mujeres existan pura y
exclusivamente como carne de cañón para los hombres.
Las mujeres somos un pueblo invadido. Nuestros propios cuerpos están
poseídos, tomados por otros que tienen un derecho inherente a tomarlos, usados o
abusados por otros que tienen un derecho inherente a usarlos o abusarlos. La ideología
que motiva y justifica esta degradación sistemática es una ideología fascista —la
ideología de la inferioridad biológica. No importa cómo la disfracen, no importa con
qué refinamientos la adornen, esta ideología, reducida a su esencia, postula que las
mujeres somos biológicamente adecuadas para funcionar únicamente como
reproductoras, trozos de carne y sirvientas. Esta ideología fascista de la inferioridad de
la hembra es la ideología predominante en este planeta. Como Shulamith Firestone lo
plantea en La Dialéctica del Sexo: "La división estanca derivada del sexo es tan
profunda que resulta imperceptible". Que las mujeres existamos para ser usadas por los
hombres es, simplemente, el punto de vista común y, concomitante a este punto de vista
e inexorablemente vinculado a él, está la idea de que la violencia usada contra las
mujeres para obligarnos a cumplir nuestras supuestas funciones naturales no es
realmente violencia en lo absoluto. Cada acto de terror o crimen cometido contra las
mujeres es justificado como una necesidad sexual y/o es desestimado por ser
absolutamente insignificante. Esa insensibilidad extrema se hace pasar como lo normal,
con el fin de que cuando las mujeres, luego de años o décadas o siglos de abuso
indescriptible, alcemos nuestras voces indignadas por los crímenes cometidos contra
nosotras, seamos acusadas de estupidez o locura, o seamos ignoradas como si fuésemos
manchas de polvo y no personas de carne y hueso.
Nosotras, las mujeres, estamos alzando nuestras voces ahora porque a lo largo de
este país se está librando una nueva campaña de terror y denigración contra nosotras. La
propaganda fascista celebrando la violencia sexual contra las mujeres está barriendo
esta tierra. La propaganda fascista celebrando la degradación sexual de las mujeres está
inundando ciudades, campus universitarios, pequeños pueblos. La pornografía es la
propaganda del fascismo sexual. La pornografía es la propaganda del terrorismo sexual.
Las imágenes de mujeres atadas, con moretones y mutiladas en prácticamente en cada
esquina, en cada estante de revistas, en todas las farmacias, cine tras cine, en carteles, en

144
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

letreros pegados a las paredes son amenazas de muerte para la población femenina en
rebelión. La rebelión femenina contra el despotismo sexual masculino, la rebelión
femenina contra la autoridad sexual masculina es ahora una realidad a lo largo de este
país. Los hombres se enfrentan a la rebelión con un recrudecimiento del terror y
colgando imágenes de los cuerpos mutilados de las mujeres en cada espacio público.
Estamos obligadas a rendirnos, a ser golpeadas por esas imágenes de abuso con
el fin de volver a aceptar silenciosamente que la degradación femenina es un hecho de
la vida o a desarrollar estrategias de resistencia derivadas de una voluntad
completamente consciente de resistir. Si nos rendimos —sonríe, sé buena, haz de cuenta
que la mujer encadenada no tiene nada que ver contigo, aparta la vista mientras pasamos
frente a su imagen cien veces al día— habremos perdido todo. Después de todo, ¿qué
importa todo nuestro trabajo contra las violaciones o la violencia machista en el hogar
cuando una de sus imágenes vale más que mil palabras?
Las estrategias de resistencia se están desarrollando. Las mujeres se rehúsan
cada vez con más énfasis a aceptar la dañina y debilitante mentira de que la humillación
de la mujer por diversión, placer o dinero es el derecho inalienable de todos los
hombres. Se están incrementando las peticiones, los panfletos, piquetes, boicots, el
vandalismo organizado, las charlas y clases, las campañas de envío de cartas, el intenso
y militante hostigamiento a los distribuidores y expositores de películas de odio contra
las mujeres y el rechazo inquebrantable a brindar ayuda y comodidad a los
simpatizantes políticamente hipócritas de los pornógrafos. Como feministas nos
rehusamos a acobardarnos en la cara de esta nueva campaña de aniquilación. Estas son
acciones iniciales. Algunas son irrespetuosas y otras son civilizadas. Algunas son
acciones a corto plazo, espontáneamente desatadas por la indignación. Otras son
estrategias a largo plazo que requieren una amplia organización y compromiso. Algunas
desestiman las leyes masculinas, rompiéndolas con militancia y orgullo. Otras se
atreven a demandar que la ley debe proteger a las mujeres —incluso a las mujeres— del
terror descarado. Todas estas medidas surgen de la verdadera percepción de que la
pornografía promueve activamente el desprecio violento hacia la integridad y libertad
legítima de las mujeres. Y a pesar de las afirmaciones masculinas de lo contrario, son
las feministas y no los pornógrafos las que están siendo arrestadas y procesadas por las
fuerzas de seguridad masculinas, convirtiéndose de repente en "libertarias civiles"
cuando el privilegio masculino es confrontado en las calles por mujeres enojadas y
pedantes. El concepto de "libertades civiles" en este país nunca incorporó, ni tampoco lo
hace ahora, principios y comportamientos que respeten los derechos sexuales de las
mujeres. Por lo tanto, cuando los pornógrafos son desafiados por las mujeres, la policía,
los fiscales de distrito y los jueces castigan a las mujeres, todo esto mientras afirman de
forma ceremonial ser los tutores legales de la "libertad de expresión". Cuando, de
hecho, son los tutores legales de la ganancia masculina, la propiedad masculina y el
poder fálico.
Las acciones feministas contra la pornografía deben cubrir el país, de modo que
ningún pornógrafo pueda esconderse, ignorar, ridiculizar o refugiarse de la indignación
de las mujeres que no serán degradadas ni sometidas ante el terror. Donde sea que las
mujeres reclamemos dignidad o queramos cualquier posibilidad de libertad, debemos
confrontar la propaganda fascista que, sin rodeos, celebra las atrocidades contra
nosotras —exponerla por lo que es, exponerla por aquellos que la hacen, aquellos que la
muestran, aquellos que la defienden, aquellos que la consienten y aquellos que la
disfrutan.

145
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

En el curso de esta difícil y peligrosa lucha, seremos forzadas, mientras


experimentamos la intransigencia de aquellos que cometen y apoyan estos crímenes
contra nosotras, a preguntar las más difíciles y profundas preguntas que tanto tememos:
-¿Qué es esta sexualidad masculina que requiere nuestra humillación, que
literalmente se llena de orgullo con nuestra angustia?
-¿Qué significa que, una vez más —y luego de años de análisis feministas y
activismo— los hombres (gays, de izquierda, lo que sea) que proclaman tener un
compromiso con la justicia social estén determinados a rechazar enfrentarse al
significado e importancia de su entusiasta defensa de otra plaga machista?
-¿Qué significa que los pornógrafos, los consumidores de pornografía, los
apologistas de la pornografía sean los hombres con los que crecimos, los hombres con
los que hablamos, vivimos, los hombres que nos son familiares y usualmente
apreciamos como amigos, padres, hermanos, hijos y parejas?
-¿Cómo, rodeadas por la carne de nuestra carne que nos desprecia, vamos a
defender el valor de nuestras vidas, establecer nuestra propia integridad y, finalmente,
lograr nuestra libertad?

146
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Por qué la pornografía es importante


para las feministas
1981
El New York Times volvió a atacar nuevamente en la primavera de 1981 cuando
se publicó Pornografía: Hombres Poseyendo Mujeres. Habiendo ignorado Woman
Hating, Nuestra Sangre y El corazón roto de la nueva mujer (historias breves), El New
York Times Reseña eligió a una adversaria política con un historial de despedazar a
otras feministas para reseñar mi libro sobre la pornografía. Ella lo destrozó,
especialmente sugiriendo que cualquier crítica a la pornografía era necesariamente de
derecha, que fortalecía a la derecha política dándole ayuda y consuelo y abogando por
la censura. Porque la mujer era feminista, El New York Times (el foro más importante
de reseñas de libros de Estados Unidos) tenía lo que necesitaba para desacreditar el
libro, la integridad de la lucha contra la pornografía y también el feminismo. Al no
tener acceso a ningún foro importante, publiqué este pequeño artículo en un periódico
feminista con sede en Boston, El Sojourner, para contar Por Qué La Pornografía Es
Importante Para Las Feministas. No he visto ninguna defensa de la pornografía por
parte de nadie como feminista que aborde un sólo punto de esta pieza.

LA PORNOGRAFÍA es un problema esencial porque la pornografía dice que las


mujeres queremos ser lastimadas, forzadas y abusadas; la pornografía dice que las
mujeres queremos ser violadas, maltratadas, secuestradas, mutiladas; la pornografía dice
que las mujeres queremos ser humilladas, avergonzadas, difamadas; la pornografía dice
que las mujeres dicen "No" pero quieren decir “Sí” —Sí a la violencia, Sí al dolor.
También: la pornografía dice que las mujeres somos cosas; la pornografía dice que ser
usadas como cosas satisface la naturaleza erótica de las mujeres; la pornografía dice que
las mujeres son las cosas que usan los hombres.
También: en la pornografía las mujeres son usadas como cosas; en pornografía la
fuerza es usada contra las mujeres; en pornografía las mujeres son usadas.
También: la pornografía dice que las mujeres son putas, zorras; la pornografía
dice que los pornógrafos definen a las mujeres; la pornografía dice que los hombres
definen a las mujeres; la pornografía dice que las mujeres son lo que los hombres
quieren que las mujeres sean.
También: la pornografía muestra a las mujeres como partes del cuerpo, como
genitales, como hendiduras vaginales, como pezones, como culos, como labios, como
heridas abiertas, como trozos.
También: la pornografía utiliza mujeres reales.
También: la pornografía es una industria que compra y vende mujeres.
También: la pornografía establece el estándar de la sexualidad femenina, de los
valores sexuales femeninos, de las niñas que crecen, de los niños que crecen y cada vez
más, de la publicidad, películas, videos, artes visuales, bellas artes y literatura, música
con palabras.

147
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

También: la aceptación de la pornografía significa el declive de la ética feminista


y el abandono de las políticas feministas; la aceptación de la pornografía significa que
las feministas abandonan a las mujeres.
También: La pornografía refuerza el control de la Derecha sobre las mujeres al
hacer el ambiente fuera del hogar más peligroso, más amenazante; la pornografía
refuerza el control del esposo sobre la mujer al hacer el ambiente doméstico más
peligroso, más amenazante.
También: La pornografía convierte a las mujeres en objetos y mercancías; la
pornografía perpetúa el estado de objeto de las mujeres; la pornografía perpetúa las
divisiones contraproducentes entre las mujeres al perpetuar el estado de objeto de las
mujeres; la pornografía perpetua la baja autoestima de las mujeres; la pornografía
perpetúa la desconfianza las mujeres hacia las mujeres al perpetuar el estado de objeto
de las mujeres; la pornografía perpetúa la humillación y degradación de la inteligencia y
creatividad femeninas al perpetuar el estado de objeto de las mujeres.
También: La pornografía es violencia contra la mujer usada en pornografía y la
pornografía alienta y promueve la violencia contra las mujeres como clase; la
pornografía deshumaniza a las mujeres usadas en pornografía y la pornografía
contribuye y promueve la deshumanización de todas las mujeres; la pornografía explota
a las mujeres usadas en pornografía y acelera y promueve la explotación sexual y
económica de las mujeres como clase.
También: la pornografía está hecha por hombres que sancionan, usan, celebran y
promueven la violencia contra las mujeres.
También: la pornografía explota niños de ambos sexos, especialmente niñas y
alienta la violencia contra los niños y hace violencia contra los niños.
También: la pornografía utiliza el racismo y el antisemitismo para promover la
excitación sexual; la pornografía promueve el odio racial al promover la degradación
racial como "sexy"; la pornografía romantiza los campos de concentración y las
plantaciones, a los Nazis y a los dueños de esclavos; la pornografía explota los
estereotipos raciales degradantes para promover la excitación sexual; la pornografía
celebra las obsesiones sexuales racistas.
También: la pornografía adormece la conciencia, nos vuelve cada vez más
insensibles a la crueldad, a la imposición del dolor, a la violencia contra las personas, a
la humillación o degradación de las personas, al abuso de las mujeres y niños.
También: la pornografía no nos da futuro, la pornografía nos roba la esperanza
tanto como la dignidad, la pornografía disminuye aún más nuestro valor humano en la
sociedad en general y nuestro potencial humano de hecho; la pornografía nos prohíbe la
autodeterminación sexual a las mujeres y niños; la pornografía nos usa y nos tira; la
pornografía aniquila nuestra oportunidad de libertad.

148
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

El rol de la pornografía en la violencia


sexual
1981
Me llevó un año lograr publicar esto de forma destripada en Newsday, un periódico de
Long Island, Nueva York. Casi cuatro meses más tarde, The Los Angeles Times publicó
esta versión, más cercana a lo que escribí. El manuscrito se ha perdido, así como
también la versión más completa existente. En Ohio, Las Hermanas de la Justicia
destruyen librerías para adultos en ataques relámpago. En Minnesota, algunos cientos
de mujeres violentaron una librería para adultos y destruyeron su inventario. En
California, en docenas de supermercados, Hustler es saturado con tinta china mes tras
mes. En Canadá, las feministas son encarceladas por bombardear una cadena de
tiendas que vende pornografía en video. En Massachusetts, una mujer disparó una bala
a través de la ventana de una librería cerrada que vende pornografía. Un modelo de
desobediencia civil no violenta es la Devastación Nacional contra Penthouse,
organizada por las brillantes activistas, Nikki Craft y Melissa Farley. Las mujeres
invaden las librerías, especialmente B. Dalton, la más grande distribuidora de
Penthouse en Estados Unidos y rompen las revistas hasta que son arrestadas. Rompen
Playboy y Hustler también donde sea que las encuentren. Reclaman esta acción como
un discurso políticamente protegido. Han sido arrestadas en Des Moines, Dubuque, la
ciudad de Iowa, Cedar Rapids, Cedar Falls y Coralville, Iowa; Lincoln y Omaha,
Nebraska; Santa Cruz, Davis y San José, California; Madison y Beloit, Wisconsin;
Minneapolis, Minnesota; St. Joseph, Missouri; Provincetown, Massachusetts; Durham,
Carolina del Norte; Rock Island y Chicago, Illinois. Un panfleto dice: "La próxima
acción está pendiente. No seremos rehabilitadas por la prisión."

ESTE ÚLTIMO FEBRERO TRES mujeres —Linda Hand, Jane Quinn y Shell
Wildwomoon— entraron a una tienda en Hartford, Connecticut, y derramaron sangre
humana sobre los libros y películas que representaban el abuso sexual de mujeres y
niñas, así como también sobre un arsenal de dildos de metal y látigos.
La tienda, "Los Hechos Desnudos", nominalmente vende lencería. Una
"habitación de las fantasías" en la parte de atrás almacena el inventario previamente
mencionado. Varias veces durante el año, durante las vacaciones, hay una jornada a
puertas abiertas en la habitación de las fantasías. Mientras los hombres beben
champagne invitados por la gerencia, mujeres modelo se pavonean y posan entre la
parafernalia sexual vestidas con la lencería que la audiencia masculina selecciona del
inventario de la tienda para ellas.
Hand, Quinn y Wildwomoon hicieron un piquete durante la celebración de
Navidad. Intentaron frenar la fiesta de San Valentín derramando sangre. Fueron
acusadas de delitos contra la propiedad, un delito que tiene una sentencia máxima de al
menos cinco años y $5000 de multa, y de allanamiento criminal, un delito menor con
una sentencia máxima de al menos un año.
Las tres dirigieron su propia defensa. Afirmaron que habían actuado para prevenir
un crimen aún más grande —el abuso sexual de mujeres y niños; que los materiales en

149
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

cuestión contribuían materialmente a la violencia sexual contra las mujeres y niños; que
la sociedad tenía una obligación mayor de proteger las vidas de las mujeres que a los
dildos. Siguiendo la gran tradición de la desobediencia civil, pusieron los derechos de
las personas por encima de los derechos de propiedad. Esta fue la primera vez en la
historia que se presentó una defensa de este tipo en nombre de las mujeres, contra la
pornografía, en un tribunal de justicia. Fueron absueltas.
Testifiqué para la defensa como una testigo experta en pornografía. Por primera
vez, estaba bajo juramento cuando me preguntaron si, en mi opinión, la pornografía era
una causa de violencia contra las mujeres.
Odio esa pregunta, porque la pornografía es violencia contra las mujeres: las
mujeres usadas en pornografía. No solo hay una simetría precisa de valores y
comportamientos en la pornografía y los actos de sexo forzado y las golpizas, sino que
en una sociedad polarizada por el sexo los hombres también aprenden sobre las mujeres
y el sexo a través de la pornografía. El mensaje transmitido a los hombres es que las
mujeres disfrutan de ser abusadas. Crecientemente, las investigaciones están probando
que el sexo y la violencia —y la percepción de que las mujeres obtenemos placer de ser
abusadas, lo que es el corazón de la pornografía— les enseña a los hombres tanto sobre
ambición como sobre estrategia.
Pero más allá de la investigación empírica, hay evidencia en los testimonios: las
mujeres salen, al menos dentro de la seguridad de los círculos feministas, a testificar
sobre el rol que la pornografía jugó en sus propias experiencias de abuso sexual. Una
mujer de diecinueve años testificó en el juicio de Hartford que su padre usaba
consistentemente material pornográfico mientras la violaba y torturaba durante años.
También habló sobre una red de amigos de su padre, incluyendo doctores y abogados
que abusaron de ella y a otros niños. Uno de esos doctores trataba a los niños para evitar
ser expuesto.
Este tipo de historias no son simplemente extrañas y sensacionales; están
comenzando a aparecer en la literatura feminista con creciente frecuencia. Desecharlas
es desechar las vidas de las víctimas.
La negación, especialmente entre los liberales, a creer que la pornografía tiene
alguna relación real con la violencia sexual es sorprendente. Los liberales siempre
creyeron en el valor y la importancia de la educación. Pero cuando se trata de la
pornografía, nos piden que creamos que nada que sea pornográfico, ya sea escrito o
visual, tiene un efecto educativo sobre nadie. El reconocimiento de que la pornografía
debe enseñar algo no implica una conclusión inevitable: no admite en sí mismo la
censura. Sí logra, sin embargo, exigir que le prestemos algo de atención a la calidad de
vida, al contenido de la pornografía.
Y especialmente exige que cuando la violencia contra las mujeres es epidémica,
serias preguntas se hagan sobre la función y el valor del material que aboga por tal
violencia y la hace sinónimo de placer.
¿Es "puritano", "represivo", "censurador" o "fascista" exigir que los "derechos
humanos" incluyan a los derechos de las mujeres, o insistir con que a las mujeres que
están siendo violadas, golpeadas o forzadas a prostituirse se les están negando sus
derechos humanos fundamentales? ¿Están los defensores de la libertad realmente tan
preocupados únicamente por la libertad de los abusadores?
En Estados Unidos estamos orgullosos de nuestra libertad, pero las mujeres han
perdido terreno, no lo han ganado, hemos perdido incluso el poder de controlar el
acceso sexual a nuestros propios cuerpos. Este es el sistema de poder en el que la
violación dentro del matrimonio es considerado un crimen en solo tres estados (Nueva
Jersey, Nebraska y Oregon). Este es el mismo sistema de poder que avala la pornografía

150
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

que ensalza la violación, las violaciones en grupo, el bondage, los latigazos y el sexo
forzado de todos los tipos. En este mismo sistema de poder, hay un estimado de
veintiocho millones de mujeres siendo golpeadas por sus esposos. ¿Dónde, después de
todo, van todos esos hombres borrachos cuando dejan la habitación de las fantasías en la
tienda de porno? Van a casa, con las mujeres y los niños.
Las mujeres que derramaron sangre humana sobre el material de aquella tienda de
Hartford enfrentaron los verdaderos "hechos desnudos": la pornografía es peligrosa y
una propaganda efectiva que incita la violencia contra los objetivos fáciles —las
mujeres y los niños.

151
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

La ACLU: La Carnada y el Engaño


1981
La Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés) afirma
proteger los derechos, a los disidentes políticos, y la vitalidad del discurso político y
creativo. La organización, en mi opinión, es excepcionalmente corrupta, una esclava de
los pornógrafos, los nazis, y el Ku Klux Klan. Solo los pornógrafos les dan mucho
dinero. A los nazis y al Klan sólo los ayudan por una cuestión de principios. Es su
forma de hacer caridad. No entendía esto en 1981. Pensaba que había algo que estaba
mal pero no estaba segura exactamente de qué. Escribí este artículo para intentar
plantear un verdadero debate sobre los valores y tácticas de la ACLU. Olvídenlo,
amigos. La ACLU es inmune a la crítica porque prácticamente nada es publicado —
nada de la Izquierda. No pude lograr publicar esta pieza pero si conseguí unas cartas
—incluso escritas a mano— infames de editores de izquierda, progresivos, y libertarios
expresando su desagrado a mi "desprecio" por la libertad de expresión. Expresión es lo
que hago; no es libre; cuesta mucho. Esta pieza nunca ha sido publicada antes.

HACIA FINALES de 1975, recibí varias cartas pidiéndome que me convirtiera


en miembro de la ACLU. Los papeles estaban recubiertos con nombres de mujeres
eminentes. Las cartas estaban firmadas por una mujer eminente. La petición era una
petición feminista: la ACLU estaba al frente de la lucha por los derechos de las mujeres.
En 1975, gané U$S1679. Profundamente conmocionada por el maravilloso trabajo
realizado por mis hermanas en la ACLU, aquella organización militante por los
derechos de las mujeres, escribí un cheque por quince dólares y me uní. Recibí una carta
agradeciéndome. Esta carta también tenía nombres en ella, todos de hombres. Estaba
firmada por Aryeh Neier, entonces Director Ejecutivo. Ciertamente no se encontraba ni
un nombre de mujer, ni una referencia a cuestiones feministas.
Le escribí a el Sr. Neier una carta que decía en parte: "Todo el correo solicitando
mi membrecía era ejemplar en su civismo —es decir, nombres de mujeres mezclados
con nombres de hombres en los membretes; incluso hombres eran moderadores, etc.
Ahora que soy miembro, me doy cuenta que he sido engañada por una técnica de
carnada. La carta modelo dándome la bienvenida está repleta de hombres y 'del hombre',
y ninguna una mujer o un guiño a sensibilidades feministas puede encontrarse." Por
supuesto, siendo muy pobre extrañé los quince dólares, pero no por mucho tiempo. El
Sr. Neier me los devolvió inmediatamente. Dijo que prefería recibir mi queja de que la
vieja papelería "no utiliza el neologismo más reciente que una queja sobre el despilfarro
por desecharla." Mi cuota de afiliación fue "alegremente reembolsada."
En los años transcurridos, las cartas solicitando dinero continuaron llegando a un
ritmo constante. A pesar de la actitud caballerosa del Sr. Neier, parecía que mis quince
dólares eran necesitados urgentemente. Mientras las feministas afrontaban el problema
del abuso pornográfico hacia las mujeres como individuos y como clase, los libertarios
civiles prominentes, el Sr. Neier al frente de ellos, nos denunciaron por desperdiciar
tiempo civil libertario hablando del problema. Mientras tanto, la ACLU se aseguró de
que los nazis marcharan en Skokie y defendió al Klan en California. Mientras nosotras
las feministas orinábamos por ahí, la ACLU estaba haciendo el serio negocio de
defender la libertad.

152
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

En enero de 1981, recibí otra carta más afirmando que la ACLU me necesitaba,
esta vez de George McGovern. La carta decía que la ACLU estaba luchando contra la
Derecha, la Mayoría Moral, y el Movimiento por el Derecho a la Vida, la Nueva
Derecha, y la Derecha evangélica. La idea central entera de la carta enfrentaba a una
Derecha colosal contra una Izquierda ampliamente interpretada. Leyéndola, solo se
podía creer que la pasión y el propósito de la ACLU era triunfar sobre la terrible y
terrorífica Derecha. Y qué eran los nazis y el Klan, me preguntaba yo. ¿Un cero a la
izquierda?
La ACLU, tanto en la filosofía como en la práctica, no hace ninguna distinción
entre la Derecha y la Izquierda, o la Derecha y los Liberales, o la Derecha y alguna otra
cosa. Ni siquiera hace una distinción entre aquellos que tienen ambiciones genocidas y
aquellos que no. La ACLU se enorgullece de rechazar hacer estas distinciones.
Algunos piensan que la ACLU no elegiría defender a los nazis si los nazis fueran
lo que se llama "una amenaza real." Para algunos, esta suposición saca a la ACLU del
apuro. Pero el Klan es "una amenaza real": cuenten los cadáveres; observen los asesinos
absueltos; vean los campos de entrenamiento militar que el Klan está estableciendo. Es
hora de que la ACLU se sincere. Su lucha no es contra la Derecha de ninguna manera,
incluyendo a la Mayoría Moral o los oponentes de la Enmienda de Igualdad de
Derechos (como afirma la carta del Sr. McGovern). Su lucha es por una ausencia de
distinciones: "maten a los judíos" y "violen a las mujeres" indistinguibles de todo otro
discurso; la acción confundida por el discurso; la víctima desconcertada en honrar los
supuestos derechos del verdugo. En las fotografías y películas de bondage, tenemos que
interpretar el bondage en sí mismo como expresión y protegerlo como tal. El símbolo de
la libertad de expresión al estilo de la ACLU bien podría ser una mujer atada,
encadenada, colgada, y amordazada. No es necesario decir, que no estará en ningún
membrete. Si la ACLU fuera honesta, sí lo estaría.
Estoy cansada de la sofistería de la ACLU y también de su buena reputación entre
las personas progresivas. En 1975, parecía inteligente convencer a las feministas,
entonces las mujeres eminentes fueron utilizadas para proclamar a la ACLU como una
fuerte organización feminista, que sin duda era lo que querían en que se convirtiese.
Este año, la gente tiene miedo de la presunta Mayoría Moral, y así la ACLU obtiene
dinero al afirmar ser un enemigo fornido de la Derecha. No hay nada en la filosofía o
práctica de la ACLU que prohíba el uso de este dinero para defender la Derecha —los
nazis, el Klan, o la Mayoría Moral.
No hay nada más peligroso que un principio incorpóreo: sin importar qué sangre
corra, el principio viene primero. Los absolutistas de la Primera Enmienda operan
precisamente sobre un principio sin cuerpo: las consecuencias no importan; los actos
físicos son tomados como abstracciones; las ambiciones genocidas y la organización
concreta hacia objetivos genocidas son trivializadas por abogados hombres que son un
grupo muy protegido y privilegiado. Mientras tanto, aquellos que son el objetivo como
víctimas quedan indefensos. Por supuesto, la ACLU sí ayuda a los grupos acosados a
veces, en algunos casos, dependiendo de los recursos disponibles, recursos agotados por
las defensas de la violenta Derecha.
Es hora que la ACLU deje de trabajar en ambos lados de la calle. Algunos grupos
existen a fin de lastimar otros grupos. Algunos grupos están construidos socialmente
con el propósito de lastimar a otros grupos. El Klan es tal grupo. Algunas personas
nacen en ciertos grupos que otros quieren lastimar. La distinción es fundamental: tan
fundamental que incluso la ACLU tendrá que reconocerla.

153
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Por qué los supuestos hombres radicales


aman y necesitan la pornografía
1977
Esto es especialmente sobre los chicos de los sesentas, chicos de mi edad, que pelearon
contra la guerra de Vietnam. Los niños de las flores. Los pacifistas. Los hippies. Los
estudiantes por una sociedad democrática. Los chicos del clima. Los que resisten la
corriente. Los que esquivan la corriente. Los que queman la corriente. Los que resisten
la guerra. Los objetores de conciencia. Los yippies. Las mujeres luchamos por las vidas
de estos chicos contra la máquina de la guerra. Ahora ellos luchan a favor de la
pornografía. En las manifestaciones dijimos: "Traigan la guerra a casa". La guerra
está en casa.

I
Llegaron al lugar que Dios le había dicho y Abraham edificó allí el altar,
arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar sobre la leña. Entonces
Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo.
Génesis, 22:9-10

LOS HOMBRES AMAN LA MUERTE. En todo lo que hacen, dejan un hueco


central para la muerte, y para que su olor rancio contamine cualquier dimensión de lo
que sea que todavía sobrevive. Los hombres, especialmente, aman el asesinato. En el
arte lo celebran y en la vida lo cometen. Abrazan al asesinato como si la vida sin él
fuera carente de pasión, significado, como una acción, como si el asesinato fuera un
consuelo que calma sus sollozos mientras lamentan el vacío y la alienación de sus vidas.
La historia, el romance y la aventura masculinos son historias de asesinato, literal
o mitológico. Los hombres de la derecha justifican el asesinato como un instrumento
para mantener o establecer el orden, y los hombres de la izquierda justifican el asesinato
como el instrumento para efectuar la insurrección, luego de lo cual lo justifican en el
mismo término que los hombres de la derecha. En la cultura masculina, el asesinato
lento es el corazón de eros, el asesinato rápido es el corazón de la acción, y el asesinato
sistemático es el corazón de la historia. Es como si hace mucho, mucho tiempo los
hombres hubieran hecho un pacto con el asesinato: te adoraré y te serviré si me evitas a
mí; asesinaré para no ser asesinado; no te traicionaré, sin importar a quién más deba
traicionar. Y el asesinato prometió: al vencedor va el botín. Este pacto, sellado con
sangre, ha sido renovado en cada generación.
Entre los hombres, el miedo a ser asesinados hace que los hombres asesinen. Los
padres, que querían que su propia semejanza se levantara de los muslos de las mujeres
trabajadoras, que querían hijos, no hijas, en algún momento reconocen que, como el
desdichado rey Midas, se han salido con la suya. Allí, frente a ellos, están los hijos que
son iguales a ellos, hijos que matarán por poder, hijos que tomarán todo de ellos, hijos
que los reemplazarán. Los hijos, esculpidos en arcilla pero no aún cocinados a fuego,
deben asesinar o ser asesinados, deben destituir al tirano o ser molidos al polvo, en un

154
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

campo de batalla o bajo sus pies. Los padres son los arquitectos divinos de la guerra y
los negocios; los hijos son el sacrificio de la carne, cuerpos masacrados para redimir la
virilidad menguante de los envejecidos propietarios de la tierra.
En Estados Unidos, el más reciente sacrificio de los hijos fue llamado Vietnam.
Como cuando Abraham obedeció al Dios creado para servir sus propias necesidades
psicosexuales y levantó el cuchillo para matar a Isaac con su propia mano, así los padres
de Estados Unidos, obedeciendo al Estado creado para servirlos, se saciaron en un
banquete de sangre de hombres jóvenes.
Los hijos que fueron, fueron obedientes aprendices de los padres. La guerra tenía
para ellos su significado más antiguo: los iniciaría en el pacto con el asesinato.
Apaciguarían a sus terribles padres sustituyendo los cadáveres de otros hijos por los
suyos. Cada hijo de otra raza que mataran, fortalecería su alianza con los padres de la
suya propia. Y si pudieran también asesinar sin ser asesinados y matar en sí mismos
cualquier cosa que evitara que asesinen, entonces podrían tener así la bendición de los
padres, podrían ser los herederos de sus dominios, el cambio en la mediana edad de un
hijo a su padre, convertirse en uno de los poderosos que coreografían la guerra y
manipulan la muerte.
Los hijos que no fueron declararon rotundamente una guerra de rebelión. Ellos
derrotarían al padre, lo vencerían, lo humillarían, lo destruirían. Sobre la tumba del
padre recientemente asesinado, alimentándose de un nuevo cadáver, florecería una
hermandad de jóvenes viriles, sensuales, sin restricciones y no habría más guerra.
Aún así, esta inocencia conocía el terror. Estos rebeldes tenían el terror grabado
indeleblemente en su carne —el terror y la traición del padre, que los había santificado,
adorado y engordado, no para coronarlos reyes del mundo sino para madurarlos para el
matadero. Estos rebeldes se habían visto a sí mismos atados al altar, con el cuchillo en
la mano de su padre yendo hacia ellos. La crueldad del padre era impresionante, así
como su poder de mamut.

II
Entonces Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña. Y bebió el
vino y se embriagó, y se desnudó en medio de su tienda. Y Cam, ancestro de
Canaán, vio la desnudez de su padre, y se lo contó a sus dos hermanos que
estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, lo pusieron sobre sus
hombros, y caminando hacia atrás cubrieron la desnudez de su padre; y sus
rostros estaban vueltos, y no vieron la desnudez de su padre. Cuando Noé
despertó de su embriaguez, y supo lo que su hijo menor le había hecho, dijo:
"Maldito sea Canaán; siervo de siervos será para sus hermanos."
Génesis, 9: 20-25

Los padres acumulan el poder. Usan el poder para amasar aún más poder. No son
sentimentales con el poder. En cada área de la vida, actúan para tomar o consolidar su
poder.
Los hijos rebeldes, nacidos a la imagen del padre, nacen en el poder, pero no lo
valoran en términos que el padre pueda reconocer. Estos hijos renuncian al frío amor de
sus padres por el poder. Estos hijos afirman que el propósito del poder es el placer.
Estos hijos quieren que el poder los mantenga calientes entre sus muslos.

155
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Los padres saben que el tabú es la esencia del poder: mantén la fuente del poder
escondida, misteriosa, sacra, para que aquellos sin poder no puedan encontrarlo,
entenderlo o llevárselo.
Los hijos rebeldes piensan que el poder es como la juventud —suyo para siempre.
Piensan que el poder no puede ser agotado, tirado o arrancado. Piensan que el poder
puede ser gastado en la búsqueda del placer sin ser disminuido, que ese placer llena el
poder.
Los padres saben que el poder debe ser usado para hacer más poder o si no se
perderá para siempre.
En Estados Unidos, durante la guerra de Vietnam, la discusión tomó la siguiente
forma: los padres sostenían, como siempre lo hicieron, que el poder de la humanidad
está en el falo: mantenlo cubierto, escondido; envuélvelo en un tabú religioso; úsalo en
secreto; construye un imperio sobre él pero nunca lo expongas a los indefensos, a
aquellos que no lo tienen pero si pudieran, verían sus verdaderas dimensiones desnudas,
desarmadas, y lo despreciarían, lo pulverizarían hasta la nada bajo sus pulgares. Los
padres querían sostener el carácter sagrado del falo; como el nombre de Yahvé no debe
ser pronunciado, así el falo debe estar omnipresente en su poder, pero escondido en sí
mismo, nunca profanado.
Los hijos rebeldes querían que el poder fálico fuera secular y "democrático" en el
sentido masculino de la palabra, es decir, querían follar a voluntad, como un derecho
natural. Con una arrogancia principesca que ocultaba sus pretensiones igualitarias,
querían empuñar sus penes, no armas, como emblemas de la hombría. No repudiaban el
poder ilegítimo del falo: repudiaban a la autoridad del padre que pone límites a la ley y
las convenciones de su lujuria. No discutían por estar en contra del poder del falo;
argumentaban a favor del placer como el uso más puro al que podía destinarse.
Los padres usaron las instituciones de su autoridad —la ley, la religión, etc. —
para prohibir el hedonismo de los hijos rebeldes porque entendieron que estos hijos, en
su promiscuidad imprudente, socavarían la hegemonía masculina: no el poder de los
padres sobre los hijos, ejercido con malicia pura en Vietnam, sino el poder de todos los
hombres sobre todas las mujeres. Al vulgarizar el pene, los rebeldes lo destaparían; al
destaparlo, se lo expondrían a las mujeres, de quienes había sido escondido a través de
la ignorancia, los tabúes y los mitos cuidadosamente cultivados e impuestos durante
cientos de años. Los padres sabían que el romance de los chicos encantados con su
propia virilidad no podía tomar el lugar del tabú para proteger al pene de la ira,
enterrada pero supurando, de aquellas que habían sido colonizadas por él.

III
No descubrirás la desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre.
Levítico, 18:7
No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre; es la desnudez de tu padre.
Levítico, 18:8
No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre; carne de tu padre es.
Levítico, 18:12

Según los editores de La Biblia de Jerusalén, "descubrir la desnudez" es una


"frase peyorativa para las relaciones sexuales". Las prohibiciones previas en el Levítico,
escritas para delinear la conducta masculina lícita, prohíben todo el incesto —el incesto
con el padre. En Español vulgar, todos podrían leerse como: no debes follarte a tu padre.

156
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Abraham ata a Isaac al altar, para penetrarlo con un sustituto fálico, un cuchillo.
En la mitología masculina, el cuchillo o la espada es una metáfora primaria del pene; la
palabra vagina literalmente significa funda. El escenario en sí mismo, desprovisto de
simbolismo, es de un duro sadomasoquismo homoerótico.
Noé es violado cuando Cam lo ve desnudo. La ofensa del hijo más joven es tan vil
para Noé que exilia a los descendientes de ese hijo a la esclavitud eterna.
El incesto padre-hijo, reprimido, envuelto en mil velos, demasiado secreto para
ser incluso negado, es un espectador invisible que persigue a los hombres, los acosa y
los avergüenza. Esta represión erótica es el pulso silencioso del poder fálico
institucional. Los padres, perpetuadores sin útero de su propia imagen, se conocen a sí
mismos; es decir, saben que son peligrosos, proveedores de cruda violencia y muerte
constante. Saben que el deseo masculino es la sustancia del asesinato, no del amor.
Saben que el erotismo masculino, atrofiado en el pene momificado, es sádico; que el
pene en sí mismo es, como ellos lo han nombrado, un cuchillo, una espada, un arma.
Saben también de que las agresiones sexuales de los hombres entre sí, especialmente de
hijos a padres, una vez liberada los destruiría.
Los padres no se follan a sus hijos, no porque nunca quisieran hacerlo sino porque
saben la necesidad de subordinar el erotismo a los propósitos del poder: saben que este
deseo, por sobre los demás, debe ser enterrado, debe pudrirse bajo el suelo de la
experiencia masculina para alimentar a los bichos que se arrastran allí. Tomar al hijo le
sugeriría al hijo otra posibilidad —que puede volverse contra su envejecido padre y
someterlo a través del abuso sexual.
Los padres deben destruir en los hijos la capacidad misma de violarlos. Deben
convertir este impulso en parálisis, impotencia, terminaciones nerviosas muertas,
recuerdos adormecidos en el hielo. Porque si padre e hijo estuvieran desnudos, cara a
cara, el arma masculina que es la agresión mortificada en lo que los hombres llaman
pasión, desgarraría al padre, lo conquistaría y lo deshonraría.
En la guerra, los padres castran a los hombres al asesinarlos. En la guerra, los
padres arrollan los penes de los hijos sobrevivientes al aterrorizarlos, intentando
ahogarlos en sangre.
Pero esto no es suficiente, porque los padres a lo que verdaderamente le tienen
miedo es a la potencialidad de los hijos. Porque conociendo completamente las cámaras
de tortura de la imaginación masculina, se ven a sí mismos con las piernas abiertas, el
recto partido, desgarrado, triturado por el sable que ellos mismos han consagrado.
Házselo a ella, ellos susurran; Házselo a ella, ellos ordenan.

IV

En Estados Unidos, después de la guerra de Vietnam, sucedió esto.


Los hijos rebeldes no eran más jóvenes despreocupados, salvajemente enrojecidos
por el descubrimiento de sus penes como instrumentos de placer. Habían visto la muerte
engendrada por los padres viniendo por ellos, persiguiéndolos, abarcándolos. Habían
sido disciplinados y endurecidos, aturdidos y reparados con el recuerdo de un horror
simple: el padre los había atado al altar; la mano del padre, sosteniendo el cuchillo,
venía hacia ellos.
Los hijos rebeldes habían envejecido. Sus penes también habían envejecido,
experimentando la impotencia, el fracaso. La capacidad de un chico de diecinueve años
de follar a voluntad ya no estaba a su alcance.

157
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Los hijos rebeldes, como los padres habían profetizado, habían experimentado
otra pérdida, una consecuencia de su sacrilegio altanero: habían profanado al pene al
descubrirlo, arrancándolo de la efectiva protección del misterio y el tabú, aquellas
colonizadas por él lo habían visto sin el desconcierto, lo habían experimentado en carne
viva, y se habían organizado para destruir su poder sobre ellas. Los hijos, superficiales y
narcisistas, no reconocieron o respetaron la revolucionaria militancia de las mujeres:
solo sabían que las mujeres los habían dejado, los habían abandonado, y que sin los
cuerpos supinos de las mujeres para fortalecer la tierra bajo ellos, no tenían sobre quién
poner sus pies. La misma tierra bajo sus pies los traicionó, transformándose en arenas
movedizas o polvo.
Los hijos, desposeídos, tenían opciones: establecer vínculos con los padres para
aplastar a las mujeres o aliarse con las mujeres contra la tiranía del poder fálico,
incluyendo el propio.
Los hijos, fieles al pene, establecieron vínculos con los padres que habían
intentado asesinarlos. Solo a través esta alianza pudieron asegurarse de que no serían
nuevamente atados al altar para ser sacrificados. Solo a través esta alianza pudieron
encontrar el poder político y social que los compensaría por su virilidad menguante.
Solo a través de esta alianza pudieron acceder a la fuerza bruta institucionalizada
necesaria para vengarse de las mujeres que los habían abandonado.
El vehículo perfecto para forjar esta alianza fue la pornografía.
Los padres, no siendo extraños a la pornografía, la usaban como ritual secreto. En
ella entonaron sus cánticos de adoración a su propia virilidad, a veces tan solo un
recuerdo. Estos cánticos evocaban una tierra prometida donde la virilidad masculina
nunca menguaba, donde el pene en y fuera de sí mismo personificaba el poder más
puro. Los padres también usaban la pornografía para hacer dinero. En su sistema, el
vicio secreto era el oro del alquimista.
Usando la retórica de los jóvenes que ya no eran, los hijos afirmaban que la
pornografía era placer, mientras lo convertían en beneficio. Proclamando un credo de
libertad los hijos hicieron y vendieron imágenes de mujeres atadas y encadenadas.
Proclamando la necesidad y dignidad de libertad, los hijos hicieron y vendieron
imágenes de mujeres humilladas y mutiladas. Proclamando el urgente honor de la
libertad de expresión los hijos usaron imágenes de violaciones y tortura para aterrorizar
a las mujeres hasta el silencio. Proclamando la absoluta integridad de la Primera
Enmienda, los hijos la usaron para intimidar a las mujeres hasta el silencio.
Los hijos quieren su parte del imperio del padre. A cambio, ofrecen esto a los
padres: nuevas formas de hacer dinero; nuevos medios de aterrorizar a las mujeres hasta
la sumisión; nuevas máscaras para proteger al pene. Esta vez, los hijos harán las
máscaras. El paño será la jerga liberal sobre la censura; el hilo será una violencia tan
pura que las mujeres desviarán sus ojos.
Los hijos ya se han aliado con un sector de los padres —el crimen organizado.
Todavía escupiendo obviedades anticapitalistas y liberales, no han dudado en
convertirse en la inmundicia que denuncian.
Los otros padres seguirán su ejemplo. El miedo secreto a la violación incestuosa
está todavía con ellos, y se intensifica a través del reconocimiento de que estos hijos han
aprendido a convertir el placer en beneficios económicos, la prodigalidad en poder.
En la pornografía, los hijos rebeldes han descubierto la llaves del reino. Muy
pronto estarán sentados en el trono.

158
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Para los Hombres, Libertad de Expresión;


Para las Mujeres, Silencio Por Favor
1979
Escribí esto para responder a dos editoriales en el New York Times que citaban a
Pornografía: El Nuevo Terrorismo y denunciaban a las feministas por socavar la
Primera Enmienda (libertad de expresión) al alzar la voz contra la pornografía. El
New York Times no lo publicaría; tampoco lo harían el Washington Post, Newsweek,
Mother Jones, The Village Voice, The Nation, The Real Paper, o cualquier otro lado al
que una podría pensar enviarlo. Fue publicado por primera vez en 1980 en la antología
Recuperar la Noche, editada por Laura Lederer. Fui nombrada en una de las
editoriales del Times y pensé que, éticamente, tenía derecho a algún tipo de réplica.
No. Pensé que los otros lugares —muy fanáticos también de la libertad de expresión—
deberían publicarlo porque estaban muy comprometidos con la libertad de expresión.
No.

GRAN CANTIDAD de hombres, no pocos de ellos abogados de izquierda,


aparentemente tienen miedo de que las feministas les vayan a arrebatar sus fotos
obscenas. Anticipando la angustia de la abstinencia forzada, argumentan que las
feministas realmente deberían cerrar la boca sobre la pornografía —qué es, qué
significa, qué hacer con de ella— para proteger lo que ellos llaman "libertad de
expresión." Nuestro "estridente" y "alterado" antagonismo a fotografías que muestran
mujeres sexualmente violadas y humilladas, atadas, amordazadas, cortadas, torturadas
en una multiplicidad de maneras, "ofende" a la Primera Enmienda. El silencio impuesto
de las mujeres a través de los siglos no. Algunas observaciones elementales son
necesarias.
La Constitución de los Estados Unidos fue escrita exclusivamente por hombres
blancos que eran propietarios de tierras. Algunos eran dueños de esclavos negros,
hombres y mujeres. Muchos más eran dueños de mujeres blancas que también eran
propiedad.
La Carta de Derechos nunca estuvo prevista para proteger los derechos civiles y
sexuales de las mujeres y no lo ha hecho, excepto ocasionalmente por accidente.
La Enmienda de Igualdad de Derechos, que como una amable idea tardía,
extendería la protección igualitaria bajo la ley tal como es a las mujeres, no es aún parte
de la Constitución. Hay una buena razón para dudar que lo será en el futuro próximo.
El gobierno en todos sus aspectos —legislativo, ejecutivo, judicial, policial— ha
estado compuesto casi exclusivamente de hombres. Incluso los jurados, hasta muy
recientemente, estaban compuestos casi en su totalidad por hombres. Las mujeres no
han tenido prácticamente nada que ver con la formulación o aplicación de las leyes
sobre la obscenidad o cualquier otra cosa. En el ámbito del poder político, las mujeres
han sido efectivamente silenciadas.
Tanto la ley como la pornografía expresan el desprecio de los hombres por las
mujeres: lo han hecho en el pasado y lo hacen ahora. Ambas expresan valores sexuales
y sociales masculinos duraderos; cada uno intenta arreglar la conducta masculina para
que la supremacía de los hombres sobre las mujeres sea mantenida. Los valores sociales

159
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

y sexuales de las mujeres son apenas discernibles en la cultura en que vivimos. En la


mayoría de los casos, las mujeres han sido privadas de la oportunidad incluso de
formular, menos aún de articular o propagar, valores que contradigan a aquellos de los
hombres. Los intentos que hacemos son tanto castigados como ridiculizados. Las
mujeres de fuerza suprema que han vivido en oposición creativa a los valores culturales
de los hombres de su época han sido borradas de la historia —silenciadas.
La violación es un fenómeno generalizado. Una característica de la violación es
que silencia a las mujeres. Las leyes contra las violaciones no han funcionado para
proteger la integridad corporal de las mujeres; en su lugar, han castigado a algunos
hombres por utilizar mujeres que pertenecen a algunos otros hombres.
La agresiones son un fenómeno generalizado. Una característica de las agresiones
es que silencia a las mujeres. Las leyes contra las agresiones han sido, en su aplicación,
una maliciosa broma.
No hay feminista viva que pueda posiblemente acudir al sistema legal de los
hombres para pedir protección real del sadismo sistematizado de los hombres. Las
mujeres luchan para reformar las leyes de los hombres, en las aéreas de la violación y
las agresiones por ejemplo, porque algo es mejor que nada. En general, peleamos para
obligar a que la ley nos reconozca a nosotras como las víctimas de crímenes cometidos
contra nosotras, pero los resultados hasta ahora han sido míseros y patéticos. Mientras
tanto, los hombres están ahí para asesorarnos. No debemos exigir la condena de
violadores o acudir a la policía cuando somos violadas porque entonces somos
"procesales" y racistas. Ya que los hombres blancos han utilizado las leyes de violación
para encarcelar a hombres negros, estamos del lado del racista cuando nosotras (las
mujeres de cualquier color) recurrimos a la ley. El hecho de que la mayoría de las
violaciones sean intrarraciales, y más enjuiciamiento inevitablemente significará mayor
enjuiciamiento de hombres blancos por los crímenes que cometen, es supuestamente
irrelevante. (Sí es, por supuesto, de repente muy relevante cuando una reconoce que este
argumento fue inventado y está siendo promovido por hombres blancos,
significativamente amenazados quizás primera vez por la militancia anti-violación de
las mujeres.) También somos asesoradas con que está mal demandar que la policía haga
cumplir las leyes ya existentes contra las agresiones porque entonces "avalamos" que la
policía entre al hogar, lo cual la policía puede luego utilizar para otros propósitos. Mejor
que las violaciones y las agresiones continúen sin respuesta, y la ley sea utilizada por
algunos hombres contra otros hombres sin ninguna referencia a la legítima protección
de las mujeres. El asesoramiento de los hombres es consistente: mantener un apropiado
—y respetuoso— silencio.
El consejo de los hombres sobre la pornografía, especialmente de abogados de
izquierda, también ha sido abundante. Nos han dicho que la pornografía es una cuestión
trivial y que debemos dejar de desperdiciar el tiempo valioso de aquellos vigilando la
"libertad de expresión" hablando sobre la cuestión. Hemos sido acusadas de trivializar
el feminismo por nuestra furia hacia el odio a las mujeres expresado en la pornografía.
Nos han dicho que no debemos utilizar leyes existentes incluso cuando puedan
servirnos o inventar nuevas porque inevitablemente erosionaremos la "libertad de
expresión"—pero que el uso de violencia contra proveedores de pornografía o su
propiedad no involucraría los mismos peligros. Otros, menos hipócritas, han explicado
que debemos no utilizar la ley; no debemos utilizar boicots secundarios, un no-no de las
libertades civiles (ya que las mujeres no consumen, con raras excepciones, pornografía,
las mujeres no pueden boicotearla al no comprarla; otras estrategias, que constituyen
boicots secundarios, tendrían que ser utilizados); no debemos, por supuesto, dañar la
propiedad privada, tampoco tenemos el derecho a insultar o a acosar. Hemos sido

160
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

criticadas por hacer piquetes, siendo la lógica que un exhibidor de pornografía podría
ceder bajo la presión lo cual constituiría un peligroso precedente. Los hombres nos han
aconsejado estar calladas para que la "libertad de expresión" sobreviva. La única
limitación sobre ella será que las mujeres simplemente no la tendrán —no hay pérdida,
ya que las mujeres nunca la han tenido. Tal limitación no "ofende" a la Primera
Enmienda o a los hombres libertarios civiles.
La Primera Enmienda, debería señalarse, pertenece a aquellos que pueden
comprarla. Los hombres tienen peso económico. Los pornógrafos tienen imperios. Las
mujeres están en desventaja económica y apenas tienen un acceso simbólico a los
medios. Una defensa de la pornografía es una defensa del bestial uso del dinero para
estimular la violencia contra una clase de personas que no tienen —y nunca han
tenido— los derechos civiles concedidos a los hombres como clase. El creciente poder
de los pornógrafos disminuye significativamente la probabilidad de que las mujeres
alguna vez experimenten libertad de algo —y ciertamente no de la autodeterminación
sexual, y ciertamente no de la libertad de expresión.
La verdad del asunto es que si la Primera Enmienda no funciona para las mujeres,
no funciona. Con esa premisa como principio, quizás los buenos abogados puedan
voluntariamente dejar a un lado las fotos obscenas y averiguar una manera de hacer a la
libertad de expresión la realidad para las mujeres que ya es para los proxenetas literarios
y visuales. Sí, podrían, pueden; pero no lo harán. Tienen sus prioridades ya establecidas.
Saben quién cuenta y quién no. Ellos saben, también, qué es lo que atrae y qué
realmente ofende.

161
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Pornografía y supremacía masculina


1981
Esto fue escrito como discurso, es mi parte de un debate sobre pornografía con un
abogado de libertades civiles y el profesor de Harvard Alan Dershowitz, quien
recientemente apareció en la nómina de pagos de Penthouse pero no tenía lazos
directos con los pornógrafos, que yo supiera, al momento del debate. El debate era
patrocinado por La biblioteca Schesinger para las Mujeres en la Universidad de
Radcliffe, Cambridge, Massachusetts. En su autobiografía, La Mejor Defensa, el Sr
Dershowitz afirma que fue amenazado durante el transcurso del debate por lesbianas
con cadenas de bicicleta. No lo fue: no hubo cadenas de bicicleta ni amenazas. Él
continuamente insultó a la audiencia compuesta mayormente por mujeres y ellas le
respondieron con una clara y enojada elocuencia. La ACLU defiende el "veto del
objetante" —el derecho del objetante de abuchear a alguien; pero cuando las mujeres
responden a los insultos misóginos con expresiones convincentes y llenas de amor
propio, al Sr. Dershowitz no le gusta tanto la libertad de expresión. A pesar de que ha
pasado años defendiendo a los pornógrafos en nombre de la libertad de expresión
basada en principios, censuró la cinta del debate al negarse a dar permiso para su
distribución. Esta pieza nunca ha sido publicada antes.

VIVIMOS EN un sistema de poder que es supremacista masculino. Esto


significa que la sociedad está organizada en base a la conjetura de que los hombres son
superiores a las mujeres y que las mujeres son inferiores a los hombres. La supremacía
masculina es considerada divina o natural, dependiendo de las propensiones del
defensor. Teológicamente, Dios es el hombre supremo, el Padre, y los hombres de carne
y hueso que una puede encontrarse en las calles o en los corredores de las universidades
son creados a Su semejanza. Hay también un hijo divino que es humano pero que es un
Hijo divino, y un Fantasma Sagrado fálico que penetra a las mujeres como la luz penetra
las ventanas. Tanto en la tradición judía como la cristiana, las mujeres son sucias,
tendientes a la maldad, y no son aptas para las responsabilidades religiosas o civiles de
la ciudadanía, deberían ser vistas y no oídas, son destinadas o predestinadas como tales,
al uso sexual y la reproducción y no tienen ningún otro valor. También, en ambas
tradiciones (que son Padre e Hijo respectivamente), la sexualidad de las mujeres es vista
como intrínsecamente seductora y promiscua, por su propia naturaleza una provocación
a la que los hombres responden. En términos teológicos, los hombres son superiores y
las mujeres inferiores porque Dios/Él lo hizo así, dándole a la mujer una naturaleza
apropiada a sus funciones animales y dándole a los hombres una naturaleza con
capacidades que los eleva por encima de otras criaturas.
El argumento biológico es aún más tonto, pero porque es secular y financiado por
las universidades, tiene más credibilidad entre los intelectuales. A través de la historia
patriarcal, no solamente ahora, los deterministas biológicos han hecho dos afirmaciones
esenciales: primero, que la superioridad del hombre a la mujer reside en un órgano o en
un fluido o en una secreción o en un gen o una mancha que aún no ha sido descubierta
pero que es urgentemente esperada; y segundo, que debemos estudiar a los primates, los
peces e insectos para ver cómo ellos se comportan, especialmente con sus hembras. Los
sociobiólogos y etólogos, los últimos estilos de deterministas biológicos, son selectivos

162
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

en las especies que estudian y las conclusiones a las que llegan porque su argumento es
político, no científico. El macho, dicen, sin importar qué bicho estén observando, es
naturalmente superior porque es naturalmente dominante porque es naturalmente
agresivo y también lo es su esperma; la hembra es naturalmente obediente y
naturalmente sumisa y existe para ser follada y tener hijos. Ahora, los peces no se
reproducen a través del coito; pero eso no frenó a los seguidores de Konrad Lorenz de
sostener que el cíclido es un ejemplo para la mujer humana. El cíclido es un pez
prehistórico, y de acuerdo con Lorenz el cíclido macho no podía reproducirse a menos
que la cíclida hembra demostrara asombro. Kate Millet se pregunta en Política Sexual
cómo uno mide el asombro en un pez. Pero los deterministas biológicos no esperan
responder preguntas tan tontas: saltan de especie a especie como les convenga a sus
propósitos políticos. Y, por supuesto, hay especies que esquivan: las arañas, las mantis
religiosas, los camellos, por ejemplo, ya que las hembras de estas especies matan o
mutilan a los machos luego del coito. El determinismo biológico no encuentra esos
comportamientos instructivos. Ellos aman a las avispas de las agallas, a las que han
llamado cariñosamente las "avispas asesinas" —para que una se haga una idea de su
carácter— y no le prestan mucha atención a las abejas, ni a su reina. También hay
primates relativamente igualitarios que nunca se mencionan y pingüinos machos que se
ocupan de los jóvenes, etc. Y, por supuesto, ningún determinista biológico ha
encontrado aún el bicho, pez, ave o incluso babuino que se las haya arreglado para
escribir Middlemarch. Los humanos crean la cultura, incluso las mujeres crean la
cultura. La "sociobiología" o "etología" pueden ser palabras nuevas pero los argumentos
biológicos para demostrar la superioridad biológica de un grupo sobre otro no son
nuevos. Son tan viejos como el genocidio y la esclavitud. Si las mujeres son
consideradas una clase natural que existe para ser follada y tener bebés, entonces
cualquier método usado para lograr que las mujeres hagan lo que existen para hacer es
también natural. Y —por si fuera poco— se atreven a llamarlo Madre Naturaleza.
Los deterministas biológicos creen precisamente lo mismo que creen los teólogos:
que las mujeres existen para ser sexualmente usadas por los hombres, para reproducirse,
para mantener limpia la cueva y para obedecerles; de no ser así, tanto los hombres de
religión como los hombres de la naturaleza conjeturan que golpear a la hembra puede
resolver su problema. En términos teológicos, Dios creó al hombre por sobre las otras
criaturas; en términos biológicos, el hombre se creó a sí mismo. En ambos sistemas de
pensamiento, el hombre está en la cima, donde pertenece; la mujer está por debajo de él,
literal y figurativamente, donde pertenece.
Cada área de conflicto sobre los derechos de las mujeres en última instancia se
reducen al mismo problema: para qué están las mujeres, qué uso se les debería dar —
sexual y reproductivamente. La sociedad se preocupará porque que la tasa de natalidad
no es lo suficientemente alta, pero no porque que haya una escasez de libros producidos
por mujeres. Para las mujeres como clase, el sexo y la reproducción son supuestamente
la mera esencia de la vida, lo que significa que nuestro destino se desarrolla al abrir las
piernas para que nuestros cuerpos sean penetrados fálicamente y se introyecte esperma
en nuestras vaginas y se apropien de nuestros úteros. En La Dialéctica del Sexo,
Shulamith Firestone escribió: "La división estanca derivada del sexo es tan profunda
que resulta imperceptible". Eso es porque la clase sexual se percibe como el trabajo de
Dios o la naturaleza, no de los hombres; y de igual manera la posesión de los cuerpos de
las mujeres por los hombres es considerado el uso correcto y apropiado de las mujeres.
En términos supremacistas masculinos, el sexo es el sexo fálico; es usualmente
llamado posesión o conquista o toma. El cuerpo de una mujer es tomado o conquistado

163
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

o poseído —o para usar otro sinónimo supuestamente sexy— adueñado; y las formas de
tomar, poseer o adueñarse son a través de la penetración peneana.
La colonización sexual de los cuerpos de las mujeres es una realidad material: los
hombres controlan los usos sexuales y reproductivos de los cuerpos de las mujeres. En
este sistema de poder masculino, la violación es el acto sexual paradigmático. La
palabra "violación" (rape en inglés) viene del latín rapere, que significa robar,
apoderarse o llevarse. La primera definición de diccionario de violación es todavía "el
acto de apoderarse y llevarse a la fuerza". Un segundo significado de violación es "el
acto de forzar físicamente a una mujer a tener relaciones sexuales". La violación es
primero rapto, secuestro, el tomar a una mujer por la fuerza. Los secuestros, o las
violaciones, son también la primera forma conocida de matrimonio —llamada
"matrimonio por captura". La segunda forma de matrimonio es básicamente la
prostitución: un padre, en vez de permitir el robo de su hija, la vende. La mayoría de los
arreglos sociales por el intercambio de mujeres operan usando como base un modelo
antiguo o el otro: robar, que es violar; o comprar y vender, que es prostitución.
La relación entre la prostitución y la violación es simple y directa: lo que puede
ser robado puede ser vendido. Esto significa que las mujeres fueron tanto robadas como
vendidas y en ambos casos eran mercancías sexuales; y cuando las prácticas fueron
codificadas a leyes, las mujeres fueron definidas como ganado sexual. Las mujeres son
aún vistas como ganado sexual —socialmente, legalmente, culturalmente y en la
práctica. La violación y la prostitución son experiencias centrales contemporáneas de las
mujeres; las mujeres como clase son vistas como pertenencias de los hombres como
clase y son sistemáticamente mantenidas subordinadas a los hombres; las mujeres
casadas en la mayoría de las instancias han perdido el control reproductivo y sexual de
sus propios cuerpos, que es lo que significa ser ganado sexual.
El principio de que cualquier cosa que puede ser robada puede ser vendida aplica
no sólo a las mujeres como tales sino también a la sexualidad de las mujeres. La
sexualidad de las mujeres ha sido completamente robada, apropiada por los hombres —
conquistada, poseída, tomada, adueñada; a las mujeres se les ha negado sistemática y
absolutamente el derecho a la autodeterminación sexual y a la integridad sexual; y
porque la sexualidad de las mujeres ha sido robada, esta sexualidad en sí misma —que
se distingue de la mujer individual como un ser consciente— puede venderse. Puede
representarse pictóricamente y venderse; la idea o sugerencia de la misma puede
venderse; las representaciones de ella en palabras pueden venderse; los signos y gestos
que la denotan pueden venderse. Los hombres pueden tomar esta sexualidad —robarla,
violarla— y los hombres pueden venderla como proxenetas.
No sabemos cuándo en la historia la pornografía como tal hizo su primer
aparición. Sabemos que es un producto de la cultura, específicamente de la cultura
supremacista masculina y que aparece después de la violación y la prostitución. La
pornografía sólo puede desarrollarse en una sociedad que es agresivamente
supremacista masculina, una en la que la violación y la prostitución están no solo bien
establecidas sino que son sistemáticamente practicadas e ideológicamente respaldadas.
A las feministas usualmente se les pregunta si la pornografía causa violaciones. El
hecho es que las violaciones y la prostitución causaron y continúan causando la
pornografía. Políticamente, culturalmente, socialmente, sexualmente y
económicamente, la violación y la prostitución generaron a la pornografía; y la
pornografía depende para la continuación de su existencia de la violación y la
prostitución de las mujeres.
La palabra pornografía viene del antiguo griego pornē y grapho: significa "la
representación gráfica de las putas". Pornē significa "puta", específicamente la clase

164
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

más baja de putas, lo que en la Grecia antigua era el burdel de prostitutas disponible
para todos los ciudadanos masculinos. Había distintas clases de prostitutas en la Grecia
antigua: la pornē era la vaca sexual. Era, simple y clara y absolutamente, una esclava
sexual. Graphos significa "escribir, grabar o dibujar".
Las putas llamadas porneia estaban cautivas en los burdeles, que eran designados
como tales por enormes falos pintados o construidos sobre o cerca de la puerta. No se
les permitía salir, nunca fueron educadas, apenas estaban vestidas y en general se las
trataba miserablemente; eran la basura sexual de la sociedad Griega. A las esposas se las
mantenía en casi absoluto aislamiento, se les permitía la compañía de esclavas y niños
jóvenes únicamente. Las prostitutas de clase alta, una clase distinta de la porneia y de
las esposas, tenían la única la libertad de movimiento que se les daba a las mujeres y
eran las únicas mujeres educadas.
Dos palabras muy significativas se originaron en la Grecia antigua que muchos de
nosotros veneramos: democracia y pornografía. La democracia, desde sus comienzos,
excluyó a todas las mujeres y a algunos hombres. La pornografía desde sus comienzos
justificó y promovió esta exclusión de todas las mujeres al presentar la sexualidad de
todas las mujeres como la sexualidad de la puta del burdel. La puta del burdel y la
sexualidad de la puta del burdel habían sido robadas y vendidas —violadas y
prostituidas; y la violación y la prostitución de ese ser cautivo y degradado con su
cautiva y degradada sexualidad es precisamente el contenido sexual de la pornografía.
En la pornografía, la voluntad del bien sexual es sinónimo de su función: ella está
puramente para el sexo y su función es definida como su naturaleza y su voluntad. El
aislamiento de las esposas estaba basado en la convicción de que las mujeres eran tan
sexualmente insaciables en términos masculinos que no podía permitírsele a las esposas
salir —o se volverían naturalmente promiscuas. El ganado sexual era la mujer natural,
la mujer sin la disciplina civilizadora del matrimonio. El ganado sexual, por supuesto,
como lo conocemos, era el producto de la disciplina civilizante de la esclavitud, pero los
hombres ni en esa época ni en la actual lo ven de esa manera.
La pornografía, ilustraba y expresaba esta valoración de las mujeres y la
sexualidad de las mujeres, y es por eso que fue nombrada pornografía —"la
representación gráfica de las putas". Representar a las mujeres como putas y la
sexualidad de las mujeres como promiscua es lo que hace la pornografía. Su trabajo en
el coercitivo y cruel sistema político de la supremacía masculina es la de justificar y
perpetuar la violación y la prostitución de la que brota. Esta es su función, lo que la hace
incompatible con cualquier noción de libertad, a menos que una vea a la libertad como
el derecho de los hombres de violar y prostituir a las mujeres. La pornografía como
género dice que robar y comprar y vender mujeres no son actos de fuerza o abuso
porque las mujeres quieren ser violadas y prostituidas porque esa es la naturaleza de las
mujeres y la naturaleza de la sexualidad femenina. Gloria Steinem ha dicho que la
cultura son políticas exitosas. Como fenómeno cultural, la pornografía es el triunfo
político de la violación y la prostitución sobre la resistencia y rebelión de todas las
mujeres.
Una pieza de pornografía griega puede haber sido dibujada en una vasija o
grabada. No se requirió ningún modelo vivo para hacerla; no se necesitó cometer ningún
acto sexual específico para que esta existiera. La violación, la prostitución, las
agresiones, la pornografía y otros abusos basados en el sexo podrían ser
conceptualizados como fenómenos separados. En la vida real, por supuesto, están todos
mezclados: una mujer ha sido golpeada, luego violada; violada, luego golpeada, luego
prostituida; prostituida, luego golpeada, luego violada; y así. Tan atrás como vayamos,
los prostíbulos han proporcionado shows sexuales en vivo en los que, necesariamente,

165
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

la pornografía y la prostitución eran una misma cosa. Sabemos que el pornógrafo más
famoso a nivel mundial, el Marqués de Sade, torturó, violó, encarceló, golpeó, y compró
mujeres y niñas. Sabemos que influyentes pensadores y artistas masculinos que se
entusiasmaron con la violación o la prostitución o la agresión habían, en muchos casos,
violado o comprado o golpeado mujeres o niñas y que también usualmente usaban y
eran devotos de la pornografía. Sabemos que cuando los medios técnicos de la
representación gráfica estaban limitados a escribir, grabar y dibujar, la pornografía era
mayormente una indulgencia de los hombres de clase alta, que estaban alfabetizados y
que tenían dinero suficiente para gastar en los casi siempre caros grabados, dibujos y
escritos. Sabemos que la pornografía floreció como un placer de los hombres de clase
alta cuando el poder de los hombres de clase alta no conocía casi limitación alguna,
ciertamente con respecto a las mujeres: en las sociedades feudales, por ejemplo. Pero en
las sociedades que no encontraron mucho para oponerse en la violación y la prostitución
de mujeres, ciertamente no hubo preguntas, ni investigaciones políticas, filosóficas o
científicas, sobre el papel que la pornografía desempeñó en actos de sexo forzado o
agresiones. Cuando la pornografía era de hecho escrita, grabada o dibujada, era posible
considerarla algo exclusivamente cultural, algo en el papel, no en la vida e incluso algo
parcialmente estético o intelectual. Ese punto de vista no era certero pero era posible.
Desde la invención de la cámara, cualquier visión de la pornografía es completamente
despreciable y corrupta. Esas son mujeres reales siendo atadas y colgadas, destripadas y
aplastadas, azotadas y orinadas, folladas en grupo y golpeadas, penetradas por objetos
peligrosos y por animales. Es importante notar que los hombres no han encontrado
necesario —ni legalmente, ni moralmente, ni sexualmente—hacer distinciones entre los
dibujos y la escritura por un lado y el uso de mujeres reales por el otro. ¿Dónde está la
protesta visceral, la famosa protesta humanista, contra el atar y colgar y encadenar y
magullar y golpear a las mujeres? ¿Dónde está el reconocimiento visceral, el
reconocimiento humanista, de que es imposible e inconcebible tolerar —por no
mencionar autorizar y disculparse por— el atar y colgar y encadenar y magullar y
golpear a las mujeres? Estoy diciendo lo que nadie debería estar diciendo, que es
simplemente que uno no le hace a los seres humanos lo que se les hace a las mujeres en
la pornografía. ¿Y por qué les hacen estas cosas a las mujeres en la pornografía? Las
razones que los hombres dan son estas: entretenimiento, diversión, expresión, sexo,
placer sexual, y porque las mujeres así lo quieren.
En vez de una supuesta protesta humanista contra la inhumanidad del uso de las
mujeres en pornografía —una protesta que esperaríamos si perros o gatos fueran
tratados de la misma manera— ha habido una suposición omnipresente, auto satisfecha,
indolente y supremacista masculina de que el uso de las mujeres en pornografía es la
voluntad sexual de esa mujer, expresando su sexualidad, su carácter, su naturaleza y
que demuestra apropiadamente una función sexual legítima propia. Esta es la misma
suposición sobre la naturaleza de las mujeres y la naturaleza de la sexualidad femenina
que los hombres siempre han usado para justificar las violaciones y la prostitución de
las mujeres. No es menos creída el día de hoy que cuando los griegos encarcelaban
esclavas sexuales en el quinto siglo antes de Cristo. Casi sin excepción, la premisa
principal de la pornografía es que las mujeres quieren ser forzadas, lastimadas y usadas
cruelmente. La prueba principal del poder de esta creencia es que cuando la mujer es
víctima de violación, agresión o incesto es culpada por el crimen. Pero la prueba está
también en el tamaño y el crecimiento de la industria pornográfica; la crueldad cada vez
mayor del material en sí mismo; la mayor aceptación de la pornografía como parte del
medioambiente social y doméstico; las alianzas cada vez más amplias entre los
pornógrafos y los abogados, los pornógrafos y los periodistas, los pornógrafos y los

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

políticos. La pornografía es usada actualmente en crecientes números en universidades


de medicina y otras instituciones de alto aprendizaje para enseñar "sexualidad humana".
La pornografía está en todos lados y sus defensores están en todos lados, y los que la
utilizan están en todos lados, y sus proxenetas son ricos, y seguramente si asumiéramos
que las mujeres en las fotografías y los films eran realmente seres humanos y no por
naturaleza esclavas sexuales no podríamos haber sido capaces de soportarlo, de
aceptarlo, de colaborar con el silencio o la cobardía o, como algunos en esta habitación
lo han hecho, colaborar activamente. Si asumiéramos que estas mujeres son humanas,
no esclavas sexuales por naturaleza, destruiríamos esa industria —con nuestras propias
manos si pudiéramos— porque roba y compra y vende mujeres; viola y prostituye
mujeres. En 1978, la revista Forbes reportó que la industria pornográfica era un negocio
de 4 mil millones de dólares al año, más grande que las industrias del cine y
discográfica convencionales combinadas. Una gran parte del negocio de la pornografía
era cobrar y mostrar: por ejemplo, los films en bucle, donde uno deposita unas monedas
por un minuto y algo de una mujer siendo follada por Nazis o algo por el estilo. Una
gran parte del negocio de la pornografía es a través de pedidos por correo. Aquí se
puede encontrar material especialmente agraviante, incluyendo tanto revistas como
videos de mujeres siendo torturadas, atadas, colgadas y folladas por animales grandes,
especialmente perros. La pornografía infantil —fotografías y videos— se obtiene a
escondidas o a través del correo. Los libros de pornografía infantil que son impresos con
dibujos y algunas revistas con fotografías pueden obtenerse tanto en farmacias como sex
shops en las zonas urbanas. Las sobreestimadas y escurridizas supuestas revistas de
entretenimiento para hombres están floreciendo, y todo indica que la cifra de Forbes de
una industria de $4 mil millones era baja para empezar y ahora está completamente
desactualizada. Playboy, Penthouse y Hustler juntas venden quince mil millones de
copias al mes. Según Folio, una revista para profesionales en la administración de
revistas, las revistas de Estados Unidos con mayores ventas en dólares en quioscos en el
extranjero fueron (1) Playboy con más de diez millones de dólares en ventas en
quioscos extranjeros; (2) Penthouse con más de nueve millones de dólares en ventas en
quioscos extranjeros; (3) Oui; (4) Gallery, propiedad de F. Lee Bailey quien
sorprendentemente no pudo convencer a un jurado de que Patricia Hearts había sido
violada; (5) Scientific American; y (6) Hustler. También entre las primeras diez están
Vogue, que consistentemente publica los trabajos sadomasoquistas del fotógrafo Helmut
Newton, y Easy Riders, una revista estilo motoquero, follar en grupo, fóllate-a-la-puta-
con-tu-Cruz-de-Hierro. Esto fue a partir de Octubre de 1980. Según la revista Mother
Jones, también en 1980, hay de tres a cuatro librerías para adultos más en los Estados
Unidos que restaurantes McDonald's. Y la exhibición en vivo de mujeres mostrando sus
genitales o siendo usadas para el sexo de varios estilos o siendo atadas o azotadas con
un látigo se están incrementando. Y está la televisión por cable y el mercado de los
videos caseros, ambos potencialmente enormes y actualmente expandiendo sus
mercados para los pornógrafos que usan mujeres vivas. Mujeres. Mujeres reales.
Mujeres vivas. Ganado sexual.
Ahora, algunas personas tienen miedo de que el mundo se convierta en una casa de
carbón nuclear; y de esa manera luchan contra las industrias nucleares y sus lobbies; y
no invierten cantidades significativas de su tiempo debatiendo si las industrias nucleares
tienen el derecho de amenazar la vida humana o no. Algunas personas temen que el
mundo se esté convirtiendo, lugar por lugar, en un campo de concentración; y por eso
luchan por aquellos que son cazados, perseguidos, torturados y no sugieren que los
derechos de aquellos que persiguen sobrepasan a los derechos de los perseguidos en
importancia —a menos que, por supuesto, las perseguidas sean sólo mujeres y la tortura

167
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

sea llamada "sexo". Algunas feministas están viendo al mundo convertirse en un


prostíbulo —cuán frívolas somos siempre— un prostíbulo, en francés una maison
d'abattage, lo que significa literalmente "matadero". Los prostíbulos han sido campos
de concentración para las mujeres. Las mujeres han sido prisioneras en ellos como
animales enjaulados para hacer trabajo esclavo, trabajo sexual, trabajo apropiado a la
naturaleza, función y sexualidad de la esclava sexual y su clase. La difusión de la
pornografía que usa mujeres vivas, mujeres reales, es la difusión del prostíbulo, el
campo de concentración para mujeres, y del matadero sexual. Ahora te pregunto: ¿qué
vamos a hacer?

168
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Las abogadas y la pornografía


1980
Este discurso fue dado como una conferencia de mujeres estudiantes de abogacía
y abogadas en la Universidad de abogacía de Yale en marzo de 1980. En él discuto las
violaciones orales brevemente, por primera vez. Gloria Steinem y yo teníamos, cada
una, fuentes independientes que habían visto mujeres fallecidas en las salas de
emergencias de los hospitales a causa de este tipo de violación. Ellos no hablarían. Yo
agonizaba pensando si siquiera hablar sobre las violaciones orales o no. Gloria ha
escrito un artículo que contaba que las mujeres habían estado siendo violadas de esta
manera, pero no ha sido publicado aún. Yo lo dije, citándolo desde el próximo artículo
de Gloria. No puedo decirles lo horrible que fue —la noche anterior— tratar de
descifrar si al discutir este nuevo tipo de violación, tendría algún tipo de rol en
difundirla. Una debe informar a las mujeres. De otra manera, sólo los violadores la
conocen. Pero en una sociedad explotadora, el traer una nueva forma de violación a la
luz es una responsabilidad enfermante. Yo había sido violada de esta manera, y por eso
me sentí especialmente responsable y especialmente enferma. Esta pieza nunca ha sido
publicada.

TENGO EL HONOR de haber sido invitada aquí hoy, pero debo decirles que es
extraño para mí estar hablando en la Universidad de Abogacía de Yale a abogadas.
Alguna vez quise ser abogada, pero, afortunada o desafortunadamente, me convertí en
una criminal primero —cuando tenía dieciocho años, en una manifestación contra la
guerra de Vietnam. Mis visiones sobre mí misma como una Clarence Darrow o una
Perry Mason fueron suplantadas por la realidad de ser brutalizada tanto en la cárcel
como en la corte. Por un largo tiempo después de esa experiencia, no me parecía posible
el poder ser una abogada (para cualquiera de los lados) y también un ser humano
decente. La invención de la abogacía feminista en los últimos años me ha hecho
cambiar de opinión —un poco.
Debo comenzar diciéndoles que francamente no puedo hablarles como una
abogada podría sobre ninguno de los temas envueltos en la discusión sobre la
pornografía. Soy más que nada una escritora autodidacta, una resuelta activista de las
calles, alguien que desprecia la ley y a su vez le tiene miedo. Nada, dentro de mis
propias experiencias —con abogados de la Izquierda, por ejemplo— me ha hecho sentir
menos desprecio o menos temor.
Las formas en las que las feministas han aprendido a usar la ley —para pelear por
la dignidad económica, la libertad reproductiva, contra el acoso sexual, para iniciar
reformas con respecto a la violación, para luchar por la protección de las mujeres
golpeadas— se han ganado mucho mi respeto. Pero el verdadero progreso de las
mujeres ha sido minúsculo; y el sistema legal que las feministas se esfuerzan por
cambiar sigue estando podrido hasta la médula. La ley fue creada sobre la subyugación
de las mujeres, y esa subyugación es perpetuada sin cesar tanto en la aplicación como el
espíritu de las leyes, con el resultado de que las abogadas feministas y las trabajadoras
legales derraman sangre por recompensas que son demasiado pequeñas y llegan
demasiado tarde.

169
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Y sin embargo, la supervivencia de las mujeres día tras día y año tras año depende
de estos pequeños avances, estas victorias que, sin importar cuánto, nunca son lo
suficientemente grandes. Sin ellas, no tendríamos esperanza, ni futuro y el presente sería
imposible de soportar. Cuando aseguras para cualquier mujer —sea ella una prostituta,
una esposa, sea lesbiana o todas esas y más— un ápice de justicia real, le has dado a ella
al resto de nosotras un poco más de tiempo, un poco más de dignidad: y el tiempo y la
dignidad nos dan la oportunidad de organizarnos, de manifestarnos, de luchar.
Pero sin los cambios básicos estructurales en esta sociedad —cambios que
transformarían radicalmente el sistema de leyes— no pueden hacer más que rescatar a
algunas de nosotras momentáneamente de los asaltos que constituyen la vida de las
mujeres —los asaltos pequeños y los grandes, los que rompen los huesos y los que
destruyen la mente. El rescate temporario no detendrá las violaciones, ni las golpizas, ni
el acoso sexual, ni las indignidades económicas, ni la tiranía de los hombres o el control
del Estado sobre la reproducción. El rescate temporario no detendrá la violencia. El
rescate temporario no protegerá a las mujeres del mañana.
Si comenzamos —como pienso que debemos— con la premisa de que cada una
de las mujeres tiene un derecho absoluto a la autodeterminación sexual y reproductiva,
entonces hemos comenzado fuera de la ley: fuera de su intención, su propósito, su
práctica y su efecto. Y no comenzamos fuera de la ley en el sentido Nietzscheano de
estar por encima y más allá de ella, o siendo superiores a ella porque somos grandiosas
y la ley es lamentable. Comenzamos fuera de la ley porque estamos por debajo de ella,
somos odiadas por ella, negadas por ella, condenadas por su ella al servilismo sexual,
reproductivo y económico. Estamos fuera de la ley porque somos lamentables y la ley
es grandiosa.
Ningún problema concerniente a las mujeres puede ser discutido como si las
mujeres hubieran contribuido al desarrollo de la ley como institución, a la aplicación de
la ley, a la interpretación de la ley, o a la ética de la ley. Ningún problema concerniente
a las mujeres puede ser discutido como si la ley trabajara a favor de los intereses de las
mujeres —en representación de nuestros derechos. Ningún problema concerniente a las
mujeres puede ser discutido como si las mujeres fueran verdaderas participantes de la
cultura, el poder, de la creación de los valores. Ningún problema concerniente a las
mujeres puede ser discutido como si las mujeres tuvieran autodeterminación o respeto
intelectual por sí mismas o se autosustentaran económicamente. Ciertamente, el
problema de la pornografía no puede ser discutido como si las mujeres tuviéramos
derechos humanos básicos de integridad o inviolabilidad corporal, libertad de
movimiento o de expresión, o incluso más simplemente, igualdad prosaica ante la ley.
La pornografía se origina en un sistema social real en el cual las mujeres son
sexualmente colonizadas y lo han sido por cientos de siglos. La pornografía —sea como
género o como industria o como una ayuda para la masturbación— se origina en ese
sistema, florece en ese sistema, y no tiene significado o capacidad de existencia fuera de
ese sistema. La pornografía es inseparable de la innegable brutalidad del uso común y
corriente de la mujer por el hombre.
La palabra pornografía significa "la representación gráfica de las rameras". Las
rameras existen para servir sexualmente a los hombres. Las rameras existen únicamente
dentro de un marco de dominación sexual masculina. Ciertamente, fuera de ese marco la
noción de la prostitución sería absurda. La palabra ramera es incomprensible a menos
que se esté inmerso, como todos lo estamos, en el diccionario de la dominación
masculina. Los hombres han creado el grupo, el tipo, el concepto, el epíteto, el insulto,
la industria, el comercio, la mercancía, la realidad de la mujer como ramera. Pero
incluso la palabra ramera no expresa el espíritu completo de esta valoración de la mujer

170
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

porque la usamos comúnmente como un sinónimo de la palabra prostituta, la mujer a la


que se le paga para servir sexualmente a los hombres. La palabra que realmente expresa
la ética pornográfica es puta. La idea de la base de toda la pornografía es que las
mujeres son putas insaciables que anhelan el abuso. En pornografía —si puedes
creerlo— incluso las prostitutas son putas.
La acción básica de la pornografía es la violación: la violación de la vagina, del
recto, y ahora, después del éxito fenomenal de Garganta Profunda, de la garganta. Sí, la
garganta. Según Gloria Steinem en la publicación de la revista Ms. de mayo, algunos
doctores de salas de emergencias creen que las víctimas reales de asfixia por violaciones
orales pueden estar incrementándose. ¿Morían las mujeres por la violación a sus
gargantas antes de Garganta Profunda? No lo sé. Con la popularidad de la violación
oral en la pornografía actual, ¿crecerá la cantidad de muertes causadas por eso? Así lo
creo.
Aquí hay un pasaje típico de una (presunta) novela pornográfica que celebra la
violación oral. En esta escena, la mujer está arrodillada con el pene del Súper Héroe
Semental en su boca. Él tiene un arma apuntada a la cabeza de ella.

Él podría matarme (con su polla), pensó ella. No necesitaba tener un


arma en su cabeza.
Mientras su órgano llenaba su boca y su garganta, Sandy sintió cómo él
comenzaba a empujarla con su cadera. La brillante punta de su polla se
comprimió en la base de su garganta. Ella trató de abarcar la mayor cantidad
posible de su polla con su boca, pero ésta llenaba tanto su garganta que al
principio ella no podía [sic] bajarla. Ella tragó y tragó en cada una de sus
avanzadas pero su garganta no se estiraba lo suficiente como para adaptarse a él.
No fue hasta que él cogió su pelo con su puño izquierdo y sostuvo su cabeza
contra la fuerza de su instrumento que ella pudo relajar los músculos de su
garganta lo suficiente como para que su polla violara su camino a lo largo de su
lengua y su garganta y se enterrara en el pasaje hacia su estómago.
El dolor abrasó su garganta como si hubiera tragado hierro caliente
mientras su garganta se estiraba a su capacidad máxima. Al principio ella pensó
que le sería imposible respirar mientras su erección bombeaba libidinosa y
obscenamente hacia dentro y fuera de su boca, pero mientras ella relajaba su
garganta más y más, descubrió que podía aspirar aire durante sus brazadas hacia
afuera y así ella podría disfrutar sus dolorosamente deliciosos avances. Ella
mamaba con avidez de su cuerpo. (La Novia Forzada, pp. 60-61)

Noten que la mujer rápidamente aprende a amar lo que se le está haciendo: de


hecho, ella se vuelve ávida. Este tema es importante. En la pornografía, una mujer es
obligada, es horriblemente lastimada; y cuanto más grande la fuerza y más terrible el
dolor, más grande es su deseo sexual y su satisfacción. Ella se vuelve ávida por más
dolor, más fuerza, más abuso, porque esa es su verdadera naturaleza. Cualquier
comportamiento o actitud de su parte que no sea avidez por el dolor y la fuerza se
presenta como una pretensión o como ignorancia sexual.
Neil Malamuth y James Check, dos psicólogos de la Universidad de Manitoba en
Canadá, han aislado lo que ellos llaman la "creencia del placer de la víctima" como un
factor esencial de la excitación del hombre. ("Intumescencia del Pene y Respuestas
Perceptivas a la Violación en Función de las Reacciones Percibidas de la Víctima,"
Junio de 1979, p. 21. Manuscrito.) Su estudio no es más que uno de una serie de
estudios nuevos y concienzudos que sí demuestran una conexión significativa entre la
exposición a la pornografía y las agresiones contra las mujeres. "los sujetos
[masculinos] estaban considerablemente más sexualmente excitados frente a la

171
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

representación de una violación en la cual el violador percibía que la víctima se excitaba


sexualmente de manera involuntaria que cuando ella aborrecía continuamente el abuso."
(pp. 20-21) También, los hombres que creían en el placer de la víctima tenían una
mayor tendencia a querer violar, a reportar que violarían su pudieran estar seguros de no
ser descubiertos o castigados. Malamuth y Check apuntan que esta información es
especialmente significativa porque numerosos estudios han mostrado que muchos
violadores actuales creen que sus víctimas sí experimentaron placer sin importar cuánto
hayan salido lastimadas.
En toda la pornografía, la "creencia en el placer de la víctima" es fundamental y
apabullante. La pornografía efectivamente incentiva y promueve la violación al
incentivar y promover esta creencia, esta mentira, sobre el placer de la víctima al ser
forzada y lastimada. Las chicas de calendario son los juegos preliminares, muestran a la
mujer como una invitación abierta. El resto de la pornografía muestra a lo que ella
invita: al bondage, el dolor, y los actos de sexo forzado inseparables de los actos de
brutalidad extrema. Ahora la pornografía muestra a las mujeres amando y adorando las
violaciones orales; ahora un creciente número de mujeres pueden estar muriendo a
causa de eso.
Las mujeres erróneamente piensan que la pornografía está en gran medida
construida sobre la temática chica buena/chica mala o la temática señorita/puta. Con
raras excepciones, no lo está. Está construida sobre la temática puta/puta. Ninguna
postura de la mujer contradice en última instancia su deseo codicioso de ser usada y
lastimada. La insaciabilidad sexual de la mujer significa que no puede ser realmente
abusada, sin importar lo que se le haga a ella o con ella. El abuso significa el uso
incorrecto de alguien. A la persona abusada se le reconoce tener una voluntad, una ética
o derechos que han sido violados. Las mujeres no pueden ser abusadas siempre que el
uso que se les dé sea sexual dentro del sistema de valores masculino, porque su
propósito en esta tierra es el de ser usada sexualmente y su naturaleza fundamental,
definida por los hombres, necesita a la violación, el bondage y el dolor. Esta
insaciabilidad sexual también implica que el hombre debe usar, y siempre tiene la
justificación para hacerlo, cualquier forma de dominación para controlar a la mujer. De
otra manera, su sexualidad lo devorará.
Hay pornografía en la que la mujer es sádica. Este tipo de pornografía ilustra para
los hombres las consecuencias de perder el control sobre las mujeres. En esa
pornografía, un hombre cae presa de una mujer sádica —que tiene un látigo en la mano
y unos tacos aguja plantados firmemente sobre su escroto— debido a una fracaso de la
masculinidad de su parte. El texto usualmente sugiere que tal vez él es un marica, o,
incluso peor, que en un momento de debilidad él simplemente ha fracasado en ser lo
suficientemente cruel. Semejante fracaso lo hace vulnerable en el sentido literal de la
palabra, significando susceptible a una agresión. La mujer sádica lo castiga por no ser lo
suficientemente masculino. Al final, un hombre realmente masculino inevitablemente se
las ingenia para violar y golpear a la hasta ese momento arrogante mujer, y lo hace con
tal imponente brutalidad que ella finalmente aprende su lugar apropiado. La mujer
sádica es generalmente etiquetada como feminista, Amazona o perteneciente al frente de
liberación de la mujer. Ella, también, al final, ama ser violada y humillada y lastimada.
La mujer independiente, la mujer profesional, y, por supuesto, la mujer lesbiana, se
muestran todas como arpías que son realmente felices en cautividad y que son
sexualmente satisfechas únicamente a través de la fuerza, el dolor, y la penetración
peneana implacable.
Lo que me trae, bastante reaciamente, a las políticas del pene. Las mujeres no
pueden discutir sobre pornografía como si fueran todas lisa y llanamente gente común,

172
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

como si un sistema de castas sexuales basado en la centralidad y superioridad del pene


no existiera.
En la pornografía, el pene es caracterizado como un arma: una espada, un
cuchillo, una tijera, un rifle, una pistola, un fusil, un tanque, varios instrumentos de
tortura, una barra de acero, una picana; y todas estas armas son usadas en lugar del pene
o en conjunto con el pene. Cualquier cosa puede ser usada como un arma peneana,
incluyendo teléfonos, secadores de pelo de mano, botellas, dildos, serpientes vivas, etc.
El órgano sexual de la mujer es caracterizado como sucio y oloroso y traicionero, lo que
aparentemente justifica el disgusto y el desprecio implícito en embestirla con todas estas
cosas. Mientras los hombres poetas y los psicólogos obsesivamente evocan un retorno
sentimental al útero, la pornografía de los hombres sugiere un asalto militar, el peor
exceso de brutalidad policíaca, o el tipo de aniquilación asociada a los programas
racistas e imperialistas de exterminación.
Fueron los hombres, no las feministas, los que le han asignado este valor al pene.
Ellos controlan el lenguaje y la pornografía, y esta valoración del pene es evidente en
cada área de la cultura masculina, no sólo en la pornografía. En el vocabulario común
del romance y el sexo, la conquista y la posesión son centrales. El pene conquista y
posee; el pene distingue al conquistador masculino de la conquistada femenina.
La pornografía no existe para llevar a cabo algo tan vago como el llamado interés
erótico o la excitación sexual; existe específicamente para provocar la intumescencia o
erección del pene. En la cultura supremacista masculina y en la sexualidad supremacista
masculina, el pene es portador de la agresión, un arma, el portador de la identidad
masculina, la prueba y la medida de la masculinidad.
El uso del pene para conquistar es su uso normal. En el sistema masculino, la
violación es una cuestión de grados. Los hombres sabios de la cultura proponen que el
hombre, apropiadamente desarrollado, es esencialmente sádico en su sexualidad y la
mujer es masoquista en la suya. El supuesto sexo ocurre cuando la agresión sexual
normal del hombre conoce al normal masoquismo de la mujer sin estar en un callejón.
La conquista masculina de la mujer es interpretada como normal y adecuadamente
común. En este contexto, la pornografía no expresa un sistema de valores anormal. Al
contrario, en ambos expresa y promueve los valores y la ética de la supremacía
masculina —ese sistema basado en la prioridad del pene imperial. El pene en la
pornografía es el pene en la violación que es el pene en el sexo que es el pene en la
historia.
Las mujeres no pueden discutir sobre pornografía como si las fotografías de los
genitales femeninos existieran con otro propósito que el de permitir que los hombres
experimenten el poder del pene. Las mujeres no pueden discutir la pornografía como si
el antagonismo, la hostilidad, las agresiones y la convicción de superioridad estuvieran
ausentes del poder peneano experimentado por los hombres al ver representaciones de
los genitales femeninos. Las mujeres no pueden discutir sobre pornografía como si el
poder peneano experimentado por los hombres al ver representaciones de las mujeres
abiertas de piernas, atadas, siendo folladas, siendo lastimadas, no significara nada. Las
mujeres no pueden discutir sobre pornografía como si esta existiera separada de la
superioridad masculina, en la que el pene es el determinante de la superioridad. Las
mujeres no pueden discutir sobre pornografía como si esta existiera separada de la
colonización sexual de la mujer, en la que el pene es el instrumento principal de
conquista y agresión. Las mujeres no pueden discutir sobre pornografía como si el pene
no fuera todavía usado a escala masiva como un arma contra las mujeres.
Por siglos las mujeres como clase han permanecido básicamente indiferentes al
pene como proveedor de placer sexual. Esas mujeres despolitizadas —usualmente

173
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

llamadas frígidas o puritanas—ya conocen la letanía de epítetos— entienden que el


problema no es su placer sino su conquista. Él la toma; entonces él toma a una esposa.
Dije que estaba de alguna manera reacia a abordar esa cuestión en lo absoluto. No
es una cosa fácil de hacer. Las feministas han sido vilipendiadas por presentar el tema
del pene como un asunto político necesario. Un ejemplo del tipo de insulto que recibe el
que toquemos este tema es este pasaje sin firma de la revista Playboy de marzo —ya
saben, Playboy, esa revista a favor de las mujeres y del feminismo:

Durante la década pasada, el pene ha tenido muy mala prensa. Una


feminista escribió burlonamente: "Podemos estimularnos nosotras o ser
estimuladas por otras mujeres tan bien como los hombres pueden hacerlo, porque
esa ofrenda única masculina, el falo, es de importancia periférica, o incluso
puede ser irrelevante en nuestra satisfacción sexual". Bueno, siéntate en mi cara,
perra. (Playboy, "Libros", vol. 27, n°3, Marzo 1980, p. 41)

También voy a llevar su atención a la declaración de Playboy sobre la libertad de


expresión en la misma edición. Un hombre le pregunta al "Consejero" de Playboy:

Tengo sexo con mi novia muy seguido y ambos lo disfrutamos. Sin


embargo, algo me falta. Quiero que ella me hable de manera obscena. Quiero que
diga cosas como: "¡Quiero sentir tu gigante verga en mi coño!" o "¡mete tu polla
en mí y fóllame!". Nos amamos mucho y he tratado de hablar con ella. Sé que lo
haría si pudiera, y ella quiere hablarme de manera obscena, pero cuando lo
intenta, nada sale de su boca y se molesta consigo misma. ¿Qué podemos hacer?

La respuesta de Playboy es esta:

Obviamente, tu novia piensa que el amor significa nunca tener que decir
"¡mete tu polla en mí y fóllame!". Deberías recordarle su deber cívico. La
Primera Enmienda garantiza la libertad de expresión —no sólo verbal, sino
también física. (Tenemos un gran problema separando ambas). ("El consejero de
Playboy", Playboy, vol. 27, N° 3, Marzo de 1980, p. 51)

Estos dos pasajes de Playboy —"Bueno, siéntate en mi cara, perra" y "¡mete tu


polla en mí y fóllame!" — proveen una anatomía de la situación. La coerción de la
mujer está centrada en hacer que ella tenga sexo falocéntrico. Las feministas desafían
las políticas, la ética, incluso la eficacia de esta institución sexual, y la respuesta es
"Bueno, siéntate en mi cara, perra". En este mismo sistema de valores, la Primera
Enmienda significa que la mujer, cualquier mujer, mejor se prepare a decir lo que sea
que el hombre quiere escuchar, especialmente aquello que lo habilita a intensificar su
sentido de poder peneano. Y más importantemente, la Primera Enmienda del hombre
significa que su derecho a determinar las expresiones verbales de las mujeres es
inseparable de su derecho masculino a determinar la expresión física de las mujeres.
Como podría esperarse, los pornógrafos también manipulan la imagen de la
feminista: ella es la mujer sádica que debe ser domada, la mujer prescindible que puede
ser viciosamente insultada incluso mientras los hombres de la revista profesan su apoyo
a los derechos de las mujeres, la despiadada puritana que está castrando con su odio a
los hombres y al sexo. Ella es también, por implicancia, la mujer lesbiana que
arrogantemente cree que la gratificación sexual no depende del pene. En la pornografía
las mujeres tienen sexo entre sí para excitar y dar placer al hombre. Forzar a las mujeres
a tener sexo entre sí es una de las formas de humillar a las mujeres. Las verdaderas

174
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

lesbianas, que tiene sexo con mujeres sin referenciar a los hombres o al pene, son vistas
por los pornógrafos como un enemigo implacable.
El objetivo de la pornografía, finalmente, es el de sostener y reforzar los derechos
sexuales masculinos; el de perpetuar y energizar los valores sexuales masculinos y sus
prácticas basadas en la supremacía del pene, basadas en la agresión y la hostilidad
sexualizadas hacia las mujeres.
Lo que aprendemos de la pornografía es que este es este mismo sistema de valores
el que debemos destruir si queremos ser libres. Y, como el consejero de Playboy deja
claro, las mujeres no tendrán nunca libertad de expresión física o verbal siempre que el
sexo o el amor impliquen tener que decir "¡mete tu polla en mí y fóllame!". En este
momento, "¡mete tu polla en mí y fóllame!" representa la cumbre de la libertad sexual y
verbal de las mujeres. Las feministas son las inconformistas de este sistema de valores
supremacista masculino. Somos las que tenemos ideas diferentes, ideas políticas, ideas
subversivas. Sin embargo la energía de los abogados de libertades civiles y los
pornógrafos en estos últimos años se ha dirigido a hacernos callar. Sus argumentos son
que cuando nosotras nos dirigimos hacia la hegemonía sexual masculina de la manera
en que está expresada y es perpetuada en la pornografía —ya sea que lo hagamos
hablando o manifestándonos o escribiendo— estamos poniendo en peligro la libertad de
expresión de otros. Su solución sugerida es que nos callemos. Pero nuestra propia
supervivencia depende de desenredar este nudo de sexo forzado, de placer masculino,
de la violación como entretenimiento y deleite, del sexo como hostilidad, del abuso
como normalidad. La necesidad es de terminar con la colonización sexual de las
mujeres.

Ahora vuelvo al hecho de que ustedes son abogadas y trabajadoras legales. ¿Qué
podemos hacer?
Primero, cada victoria lograda por las mujeres en las áreas de la violación, las
agresiones, el acoso sexual, los derechos lésbicos y los derechos reproductivos sirve
para establecer algún tipo de expresión sobre la integridad sexual de las mujeres. Cada
pequeño avance en estas áreas sirve para disminuir el poder de los pornógrafos, que
prosperan en un ambiente donde la victimización sexual de las mujeres es común y
completamente popular.
Segundo, cada victoria legal que resulta en el empoderamiento económico de las
mujeres también disminuye el control absoluto sexual que los hombres tienen sobre las
mujeres. La dependencia económica de los hombres implica la explotación sexual por
los hombres. El empoderamiento económico implicaría que las mujeres pobres y
desesperadas no serían forzadas a volcarse a los pornógrafos para conseguir trabajo.
Tercero, las mujeres debemos ganar acceso real a los medios en este país, a la
comunicación, a las formas de expresión. No tenemos un diálogo cultural sobre los
valores sociales o sexuales: tenemos un monólogo masculino perpetuo. La mera
existencia de la pornografía deriva del monopolio masculino de la expresión: el
monopolio de siglos de antigüedad de la literatura, filosofía, ciencias, ciencias sociales,
el control masculino absoluto de las ideas y de la ideología sexual. La pornografía como
tal no podría existir en una sociedad igualitaria; no se habría desarrollado como una
institución cuasi-sexual si las mujeres fueran participantes reales en la formulación de
los valores, si las mujeres hubieran tenido el poder de expresar ideas. Cada área de la
cultura y la comunicación está dominada y controlada por hombres. No se equivoquen:
el poder y la riqueza son necesarios para ejercitar el derecho a la libertad de expresión.
En días más simples, antes de las películas y la televisión y las redes de comunicación
multinacionales, las mujeres eran mantenidas analfabetas. Las mujeres siguen siendo las

175
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

analfabetas de tres cuartos del mundo. Pero las mujeres también son silenciadas al ser
mantenidas en la pobreza y prohibírseles el acceso. Los pornógrafos prosperan con el
silencio y la insignificancia intelectual y creativa de las mujeres. Para luchar contra su
influencia y desafiar la mera existencia de los pornógrafos, deben encontrar formas de
destruir el monopolio masculino de los medios de comunicación.
Cuarto, en los próximos años, las activistas feministas estarán en las calles
manifestándose contra los pornógrafos. Inexplicablemente, habrá vandalismo
generalizado contra la pornografía —contra las exhibiciones de pornografía y sus
puntos de distribución. Defiendan a estas activistas.
Quinto, en los próximos años, las escritoras y activistas feministas es probable que
experimenten un hostigamiento policial severo —cargos de conspiración, brutalidad
policíaca, y del estilo. La policía no va tras los pornógrafos cuando son las mujeres
quienes están protestando; va contra las mujeres. Defiendan a estas mujeres.
Sexto, manifiéstense. No permanezcan en silencio o pasivas con respecto a la
pornografía. Confronten, desafíen. Si es necesario, retírense de foros en los que son
insultadas o amenazadas o tratadas como mugre. Especialmente, no permitan que sus
colegas masculinos en su profesión definan sus cuestiones por ustedes, que las
intimiden, que las traten con paternalismo, que las traten como si fueran estúpidas
porque se niegan a aceptar la representación de la violencia sexual contra las mujeres
como algo lindo o insignificante o excitante o necesario. Mantengan un registro de las
relaciones de sus colegas masculinos con respecto a los casos de violaciones y de
agresiones en particular: ¿Entienden los crímenes? ¿Se abusan de las víctimas para
defender a los criminales? ¿Defienden sistemáticamente a violadores acusados que
saben que son culpables? ¿Son activos, no pasivos, al usar sus recursos y talentos a
favor de los intereses de las mujeres o se aseguran sistemáticamente de estar del otro
lado? No permitan que estos asuntos permanezcan sin ser discutidos o definidos. En su
propio trabajo por las mujeres, atrévanse a tomar casos que hagan sentir a sus colegas
masculinos enfermos a morir.
Séptimo, defiendan a las prostitutas, pero no se permitan a ustedes mismas
defender la prostitución como una institución social inevitable, una que debe existir en
perpetuidad porque, después de todo, así es la gente y, especialmente, así son las
mujeres.
Octavo, no acepten dinero de la Fundación Playboy. La revista Playboy ha
lanzado una de las más sofisticadas campañas antifeministas que jamás se han
concebido. Cada edición mensual monta un nuevo ataque contra las feministas que
desafían la supremacía de los hombres. La Fundación Playboy entrega dinero proxeneta.
Los proxenetas no regalan nada porque tienen corazones buenos. El imperio Playboy es
puro poder masculino, poder proxeneta. Otras feministas pagarán por lo que tú tomaste.
Noveno, durante la próxima década, junto con la rápida difusión de la
pornografía, la violencia contra las mujeres se incrementará. No permitan que aquellos
que cometen o avalan la violencia se salgan con ello —ya sean individuos, el crimen
organizado, la policía o los abogados.
Décimo, si no existe la manera, invéntenla.
Como abogadas, tal vez ahora no puedan hacer más. Pero también son, después de
todo, mujeres. Espero verlas en las calles rompiéndose el culo como el resto de
nosotras.

176
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

El silencio significa disentimiento


1984
Este fue un discurso que di en Toronto en un simposio sobre pornografía y
violencia en los medios. La audiencia era mayormente de derecha. Los oradores eran
todos investigadores experimentales que habían estudiado la relación entre la
pornografía y la violencia contra las mujeres: todos estaban convencidos de que había
una. Estoy feliz de decir que la audiencia respondió con una ovación larga, fuerte y de
pie. Creo que este discurso fue un avance para llegar a mujeres de derecha.
Healthsharing, una revista feminista canadiense, lo publicó; 60 Minutos (CBS) emitió
algunos cortos fragmentos de ella. Poco antes de hablar, había visto, por primera vez,
una de las caricaturas sexualmente explícitas que Hustler publicó de mí proyectada en
una gran pantalla enfrente de las 800 personas del auditorio. Era una exposición en
diapositivas mostrada por una investigadora mujer cuyo propósito no era el de
lastimarme sino el de mostrar lo que los pornógrafos le hacen a las mujeres. Logré
superar el discurso; me las arreglé para bajarme del escenario, justo antes de perder el
conocimiento. No había nada, ni luz, ni sonido, ni esperanza, nada. Pasaron muchos
minutos en blanco. Nunca los he recuperado. Una caricatura como esa dice “bang,
estás muerta” y de alguna manera u otra lo estás, un poco.

COMO FEMINISTA me he estado organizando contra la pornografía por un largo


tiempo. Estoy muy agradecida con la comunidad científica, que ha tomado la teoría
feminista lo suficientemente en serio como para intentar ver si de verdad la pornografía
daña a las mujeres. Lo digo porque estoy completamente indignada de que alguien deba
estudiar si colgar a una mujer de un gancho de carnicero hace daño o no. Estamos
agradecidas con la comunidad científica a causa de nuestra desesperación y nuestra
devastación, porque estamos mayormente en silencio, y porque cuando logramos hablar,
nadie nos escucha. Sabemos cómo cuantificar, sabemos cómo contar, podemos
mostrarles las muertes; sin embargo eso no importa si sale de nosotras. La objetividad,
tal como la entiendo, implica que no les pasa a ustedes.
Hay investigadoras mujeres que están intentando muy duramente aportar lo que
ellas saben como mujeres a sus investigaciones. Hay investigadores hombres que han
prestado atención a lo que decimos. No los estoy desestimando, pero estoy diciendo que
vivimos en una sociedad donde puedes mutilar y asesinar a una mujer, y aun así está la
pregunta de si eso causa o no un daño social. Alguien debe estudiarlo para descubrirlo.
Sabemos que los hombres nos están dañando. Lo sabemos porque lo hacen y
vemos que les gusta. Sabemos que a los hombres les gusta dominarnos porque lo hacen
y los vemos disfrutándolo. Sabemos que a los hombres les gusta usarnos porque lo
hacen, y lo hacen, y lo hacen, y lo hacen, y lo hacen. Y los hombres no hacen cosas que
no les gustan, en general. A ellos les gusta y también les gusta mirarlo y les gusta ver a
otros hombres hacerlo y es su entretenimiento y los hombres pagan para verlo y esa es
una de las razones por las cuales los hombres hacen pornografía. Es divertido.
Ahora, lo que nosotras sabemos —siendo "nosotras", las mujeres— es que hay
personas para las cuales es divertido y hay personas para las cuales no es divertido, y las
mujeres somos las personas para las cuales no lo es.

177
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

La pornografía es la subordinación sexualizada de las mujeres. Implica ser


rebajada a través del sexo, por el sexo, en el sexo y alrededor del sexo, para que alguien
pueda usarte como sexo y tener sexo y divertirse. Y la subordinación consiste en una
jerarquía que implica que mientras una persona está en la cima, la otra está en la base. Y
mientras la jerarquía ha sido descripta en hermosos términos ideológicos durante miles
y miles de años, para nosotras no es una idea abstracta porque sabemos quién está en la
cima. Generalmente hasta sabemos su nombre y su dirección. A menudo. Entonces,
entendemos la jerarquía, y en esta jerarquía, los hombres están en la cima y las mujeres
en la base.
La subordinación también consiste en objetivizar. La objetivización es cuando un
ser humano se convierte en una cosa, una mercancía, un objeto —alguien que no es más
un ser humano. Son usados, porque no son humanos como la otra gente alrededor; y eso
sucede frecuentemente dependiendo de la raza o dependiendo del sexo. Y les sucede a
las mujeres dependiendo de ambos.
Y la subordinación también implica violencia, violencia evidente —y no sólo
violencia contra las personas. Es violencia contra las mujeres. Es violencia contra los
niños que tienen vínculos muy cercanos con las mujeres en su vulnerabilidad. Es
violencia que no es tan misteriosa. No la ejercen los locos maniáticos. La ejercen las
personas que tienen poder sobre otras personas. Los hombres la ejercen sobre las
mujeres.
Ahora, si tomas la jerarquía y tomas al sexo y si entiendes que la jerarquía es muy
sexy, entonces te encuentras con una circunstancia en la que las personas son explotadas
sistemáticamente; y son explotadas de tal manera que todo el mundo piensa que es
normal. Las personas que lo hacen piensan que es normal. Las personas a las que se lo
hacen piensan que es normal. Las personas que lo reseñan piensan que es normal. Las
personas que lo estudian piensan que es normal. Y es normal. Esa es la cuestión del
asunto —es realmente normal. No hace ninguna diferencia si se realiza en privado o en
público, porque las mujeres son lastimadas principalmente en privado. Ahora que la
pornografía está allí afuera en el mundo, donde es una forma de terrorismo público
contra las mujeres oficialmente establecido, pensamos que estamos lidiando con algo
que es cualitativamente diferente con respecto a lo que hemos estado lidiando hasta
ahora. Esto no es realmente cierto, porque la pornografía tiene impacto sobre las
mujeres, ya sea que las mujeres vean pornografía o no lo hagan. Esto es porque los
hombres usan las pornografía cuando es un crimen, cuando es ilegal —aún así tienen
acceso a ella, aún así la usan, y aún así tiene toda las consecuencias que has oído al día
de hoy y esas consecuencias tienen impacto sobre los cuerpos de las mujeres.
Quiero hablar sobre la subordinación social, porque las mujeres no somos iguales
en esta sociedad y una de las maneras en la que pueden darse cuenta es en la calidad de
nuestro silencio. Las Tres Marías de Portugal dijeron (y las apresaron por decir esto)
que el silencio no implica consentimiento: el silencio significa disentimiento. La
población que más disiente son las mujeres, a través del silencio. La presuntamente
llamada expresión de las mujeres en pornografía es el silencio. Las piernas abiertas en
una página son silencio. Siendo arbustos, chochas, panochas, conchas, coños, lo que
sea, eso es silencio. Las palabras que las mujeres dicen en pornografía: eso es silencio.
"Dámelo", "házmelo", "lastímame", "lo deseo tanto", "quiero más": eso es silencio. Y
aquellos que piensan que eso es expresión nunca han escuchado la voz de una mujer.
Quiero decirles que incluso esos gritos, incluso los gritos de las mujeres torturadas en la
pornografía, son silencio. Los hombres pagan y miran, pero nadie escucha a un ser
humano gritando. Escuchan silencio. Y eso es lo que significa nacer mujer. Nadie
escucha tus gritos como si fueras un ser humano.

178
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Catharine MacKinnon y yo escribimos un proyecto de ley de derechos civiles que


convierte a la pornografía en una forma de discriminación sexual y una violación a los
derechos civiles de las mujeres. Alucinamos esos derechos en un frenesí de esperanza,
en un delirio de sueños. Alucinamos que las mujeres podríamos ser reconocidas como
seres humanos en este sistema social. Incluso lo suficientemente humanas para tener
derechos civiles. Lo suficientemente humanas como para permitirnos reivindicar esos
derechos enfrentando la explotación sexual, brutalidad y malicia sistemáticas.
Tan humanas, de hecho, que no se deberían tener que realizar estudios para ver si
se realiza algún daño cuando una mujer es torturada. Tan humanas que nadie tendría
que estudiar si hay algún daño a largo plazo a causa de la explotación sistemática, la
deshumanización y la objetivización. Tan humanas que se podría asumir como premisa
a lo largo de la vida —no sólo hoy pero los siete días de la semana durante todo el año,
para siempre— que cuando una mujer es torturada, o incluso sólo explotada o incluso
sólo usada y consumida, entonces ese ser humano está siendo torturado o explotado o
usado o consumido, y que eso constituye un daño a tal ser humano. No deberían tener
que estudiarlo. Le está sucediendo a un ser humano, por ende daña a ese ser humano.
Soñamos con que las mujeres podrían ser tomadas como tan extremadamente
humanas que cualquiera sabría, incluso sin evidencia científica, que cuando a una mujer
se le merma su integridad y sus derechos, su humanidad es mermada a causa de eso. Y
pensamos que podría incluso ser posible que una mujer fuera tan humana que incluso la
ley, que no es muy buena reconociendo seres humanos, podría reconocerla como lo
suficientemente humana para merecer protección igualitaria bajo la misma. Tal como un
humano, ni una pizca más, sólo eso.
Eso no es ni siquiera igualdad; eso no es ser humano como los hombres, no
realmente, no del todo. No es mucho pedir, ¿no? Ser tan humanas que cuando los
proxenetas, los parásitos que la venden y la fuerzan y la violan y la destruyen y la
abusan y la insultan —para que los hombres se entretengan con su explotación y
abuso— que esos proxenetas y esos usuarios tengan que enfrentarlas en la corte por
violar sus derechos humanos porque ella es un ser humano.
La pornografía está en el corazón de la supremacía masculina y esa es la verdad,
sea ésta pública o privada. Cuando ven pornografía, ven supremacía masculina; y si
miran a su alrededor y ven supremacía masculina, mejor que crean que están viendo
pornografía incluso si no saben dónde está en la habitación. El objetivo de las feministas
que luchan contra la pornografía es el de terminar con la jerarquía, la objetivización, la
explotación: la dominación de los hombres sobre las mujeres y los niños.
Y vamos a hacerlo. Quiero decirles esto: si aman la supremacía masculina pero
aborrecen la pornografía, entonces no aborrecen la pornografía lo suficiente como para
hacer algo al respecto. Algunas personas no quieren que la pornografía se vea en
público porque muestra algunas cosas muy verdaderas acerca de lo que los hombres
quieren para las mujeres; por ejemplo: la dominación, el poder sobre las mujeres, la
inequidad femenina, el uso de las mujeres como objetos sexuales. También muestra que
los hombres no quieren que las mujeres tengamos: humanidad, integridad,
autodeterminación y completo y total control sobre nuestros cuerpos. Necesitamos eso
para no ser usadas, para que no seamos obligadas a tener sexo, obligadas a parir,
obligadas a tener cualquier relación sexual que no sea de nuestra elección.102
Es importante entender que el Movimiento Feminista contra la pornografía es un
movimiento de raíz contra la supremacía masculina. No vamos a conformarnos con
102
Las feministas tomaron el escenario en la conferencia para manifestarse a favor de los derechos
reproductivos y lésbicos, por ser la negación de esos derechos (junto con la pornografía) colonización
sexual.

179
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

nada menos que la igualdad sexual y social total entre los sexos. Vamos a conseguir los
cambios institucionales que sean necesarios para lograrlo. Vamos a conseguir la
autodeterminación de las mujeres. Incluso vamos a conseguir algo que la gente llama
justicia.
Me pregunto, y creo que vale la pensar pensar en eso, cómo se vería la justicia
para las mujeres violadas y prostituidas, y me gustaría saber cuánto miedo tienen los
hombres realmente de cómo se vería esa justicia. Por ejemplo, ¿se vería como Snuff?
¿Se vería como Garganta Profunda? Podría ser. Estudien eso.
Vamos a frenar la pornografía en los comercios y en nuestras vidas, cuando está
siendo escrita y cuando está siendo representada, y lo vamos a hacer de un modo u otro.
Antes de venir aquí el jueves por la noche, me llegó la historia de otra víctima —otra,
en doce años de escuchar a las mujeres que han sido dañadas por la pornografía—, esta
vez de una mujer que había sido atada, violada y fotografiada. El hombre había hecho
cientos de fotografías de ella, había hecho cientos de fotografías de otras mujeres, tenía
una lista de nombres de otras mujeres a las que iba a atacar. Ella fue a la policía, ellos
no hicieron nada. Ella fue a buscar a algunas personas que conocían al hombre, no
hicieron nada. Nada, nada, nada. Eso es típico. Lo que él le dijo mientras estaba atada,
después de violarla y mientras la estaba fotografiando fue "Sonríe o te mataré. Puedo
conseguir mucho dinero a cambio de fotografías de mujeres que sonríen mientras están
atadas como tú".
Quiero que piensen en la manera en la que las mujeres sonríen. Quiero que
piensen en eso cada minuto de cada día, y quiero sugerirles a los hombres en esta
audiencia en particular, que mejor tengan miedo de las mujeres que aprenden a
sonreírles de esa manera.

180
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Contra el diluvio masculino: censura,


pornografía e igualdad
1985
A comienzos de 1984, me pidieron que escribiera un ensayo sobre la ley de derechos
civiles que reconocía a la pornografía como discriminación sexual que Catharine A.
MacKinnon y yo habíamos concebido y que el Consejo de la Ciudad de Minneapolis
había aprobado el 30 de diciembre de 1983. Un editor en jefe, un estudiante (todas las
reseñas de la escuela de derecho son editadas por los estudiantes), hizo un esfuerzo
considerable por convencerme para que hiciera esto, prometiéndome especialmente
que no habría interferencia, siendo su quid pro quo que no costaría dinero y tendría
una pequeña circulación. Trabajé por varios meses en mi ensayo y entonces, el pequeño
editor, que había perdido sus buenos modales en el ínterin, se negó a publicarlo a
menos que sacara puntos, temas, conexiones, percepciones, oraciones y párrafos. Tuve
una pelea a los gritos con este chico que estando en sus tempranos veintes me indicaba
qué podía y no podía decir como escritora. Me negué a cambiarlo, él se negó a
publicarlo. Las mujeres estudiantes de abogacía en Harvard se apiadaron de mí y este
ensayo fue publicado en el Harvard Women's Law Journal a finales de la primavera de
1985. Fueron bastante entrometidas también. Hice cambios de los que me arrepiento.
¿Por qué tuve que arrojar el guante para conseguir publicar este ensayo? Dejando de
lado la misoginia, la estupidez y la arrogancia de los chicos, este negocio editorial se
ha ido de las manos; se ha convertido en trabajo policial para los liberales.

Para decir lo que una piensa —ese es mi pequeño problema— contra la


prodigiosa Corriente; encontrar una oración que pueda valerse por sí misma
contra el diluvio masculino.
Virginia Woolf

Quiero decir aquí mismo, que aquellos bienintencionados amigos en el


exterior que dicen que hemos sufrido estos horrores de prisión, de huelgas de
hambre y de alimentación forzada, porque quisimos martirizarnos por la causa,
están absolutamente equivocados. Nunca fuimos a prisión para ser mártires.
Fuimos allí para poder obtener derechos de ciudadanía. Estábamos dispuestas a
infringir las leyes para forzar a los hombres a darnos el derecho de hacer leyes.
Emmeline Pankhurst

1. Censura

LA CENSURA ES algo real, no una idea abstracta o una palabra que puede
significar cualquier cosa.
En la antigua Roma, un censor era un magistrado que hacía el censo (un recuento
de la población masculina y una evaluación de sus propiedades con el fin de tributar,
realizado cada cinco años), estimaba impuestos e inspeccionaba la moral y los
comportamientos. Su poder sobre el comportamiento venía de su poder de establecer

181
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

impuestos. Por ejemplo, en el 403 A.C., los censores Camillus y Postimius multaron
fuertemente a unos ancianos solteros por no casarse. El poder de establecer impuestos,
tanto antes como ahora, era el poder de destruir. El censor, usando a la policía y los
poderes judiciales del estado, regulaba el comportamiento social.
En sus orígenes, entonces, la censura no tenía nada que ver con anular
determinadas ideas en sí mismas, tenía que ver con los actos. Como lo veo, la censura
estatal real todavía es así. En Sudáfrica y en la Unión Soviética, por ejemplo, escribir es
tratado completamente como un acto, y los escritores son vistos como personas que se
involucran en ese acto (de escribir) que, por su mera naturaleza, es peligrosa para la
continua existencia del Estado. La policía en estos países no intenta suprimir ideas. Son
más específicos, más concretos, más realistas. Van tras los libros y los manuscritos (la
escritura) y los destruyen. Van tras los escritores como personas que han hecho algo que
volverán a hacer y los persiguen, los castigan o los matan. No se preocupan por lo que
la gente piensa —no, al menos, como usamos nosotros la palabra pensar: un evento
mental, enteramente interno, abstracto. Se preocupan por lo que la gente hace: y
escribir, hablar, incluso como evidencia de que se está pensando, son vistos como cosas
que la gente hace. Hay una cualidad de inmediatez y realidad en lo que se considera la
escritura. Donde el poder policial se usa contra los escritores sistemáticamente, los
escritores son vistos como personas que al escribir, hacen algo socialmente real y
significativo, no contemplativo o titubeante, por ende, escribir nunca es periférico o
irrelevante. Es serio y fácilmente sedicioso. No estoy haciendo ninguna declaración a
favor de los estados policiales cuando digo que prácticamente todos los grandes
escritores, multicultural y transhistóricamente, comparten esta visión de lo que es
escribir. En países como el nuestro, controlados por una burguesía a la que la policía
debe rendir cuentas, escribir es más fácil y menos valorado. Tiene menor impacto. Es
más abundante y más fácil. Hay menos en juego tanto para el lector como el escritor. El
escritor puede considerar la escritura como un asunto de vida o muerte, pero la policía y
la sociedad no. Escribir es visto como una elección personal, no una necesidad social,
política o estética cargada de peligro y significado. La visión general en estos lugares
agradables103 es que los escritores inventan ideas o palabras y luego otras personas las
leen y todo esto pasa en la mente, una gran caverna en algún lado al norte de los ojos.
Todo es aire, excepto el papel y la tinta, que son simplemente banales. No sucede nada.
La policía en los estados policiales y la mayor parte de los escritores a través del
tiempo ven a la escritura como un acto, no aire —como acto, no idea; concreto,
específico, real, no como parloteo insustancial o una página muerta. La censura va tras
el acto y el autor: el libro y el escritor. Necesita destruir a ambos. El costo en vidas
humanas es abrumador, y es tal vez esencial decir que las vidas humanas destruidas
deben contar más al compararlas con el horror de los libros quemados. Esta es mi
opinión personal, y amo a los libros más de lo que amo a la gente.
La censura es profundamente malinterpretada en Estados Unidos, porque los
ciudadanos alfabetizados, consentidos, privilegiados y frívolos de este país piensan que
la censura es un vago esfuerzo para reprimir las ideas. Para ellos, la censura no es algo
en sí misma —un acto de poder policial con consecuencias discernibles para cazar
gente; en cambio, se trata de algo abstracto— el suprimir o controlar ideas. La censura,

103
"Bueno, sabes, me sorprende..." dice Nadine Gordimer, escritora disidente Sudafricana en una
entrevista. "Vengo a Estados Unidos, voy a Inglaterra, voy a Francia... nadie está en peligro. Tienen
miedo de tener cáncer, perder a su pareja, perder sus trabajos, estar inseguros... Es sólo en mi propio país
que me encuentro con gente que elige voluntariamente poner todo en peligro —en su vida personal."
Nadine Gordimer, Escritores a la Obra, Sexta Serie, editado por George Plimpton (Nueva York: Viking
Penguin Inc. 1984), p. 261

182
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

como la escritura en sí misma, ya no son actos. Debido a que ya no es más el descarado


ejercicio del poder policial contra los escritores y los libros por lo que hacen y lo que
logran en el mundo real, se convierte en algo vago, difícil de encontrar, excepto tal vez
como una actitud. Así se acostumbra a significar antipáticos, incluso enojados seños
fruncidos de desaprobación o críticas emitidas en duros tonos; significa desaprobación
social o pequeñas represalias por ciudadanos indignados donde el libro está todavía
disponible y el escritor está completamente ileso, incluso si es insultado. Está colgado
en el aire, ominoso, como la amenaza de lloviznas. Vuelve a ser, en países tontos como
este, lo que sea que la gente diga que es, separada de cualquier definición material,
separada del poder policial, separada de la represión estatal (cárcel, prohibición, exilio,
muerte), separada de las consecuencias devastadoras para la gente real (cárcel,
prohibición, exilio, muerte). Es una cosa por la que la gente que come comida refinada y
usa ropas refinadas se preocupa frenéticamente, intentando encontrarla, anticiparla con
gran ansiedad, argumentándola como si —si fuera real— una discusión la fuera a alejar;
sin saber que tiene un significado e ímpetu apreciados, simples e inevitables en un
mundo cruel de poder policial que su privilegio no puede comprender.

183
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

2. Obscenidad
En los siglos diecinueve y veinte, en la mayor parte de Europa Occidental,
Inglaterra y Estados Unidos, más usualmente que no (excepto por Franco, por ejemplo),
escribir ha sido visto más consistentemente como un acto garantizador de
enjuiciamiento cuando la escritura es interpretada como obscena.
Las repúblicas, las democracias y las monarquías constitucionales de Occidente,
ahora y en la antigüedad, no asfixian a los escritores con violencia policial; prefieren
cargarse a los escritores que molestan e irritan selectivamente con enjuiciamientos más
o menos simbólicos. La lista de escritores acosados es elegante, blanca, masculina (por
ende el pronombre "él" será usado durante todo el debate), y notablemente pequeña.
Estar entre ellos es más que un honor ceremonial. Como Flaubert le escribió a su
hermano en 1875: "Mi persecución me ha traído simpatía generalizada. Si mi libro es
malo, eso servirá para hacerlo parecer mejor. Si, por otro lado, tiene cualidades
duraderas, esto le construirá una base. ¡Ahí tienes! A cada hora espero el documento
oficial que nombrará el día en el que debo tomar asiento (por el delito de haber escrito
en francés) en el muelle en compañía de ladrones y homosexuales."104 Unos meses
después en ese mismo año, Baudelaire fue multado con 300 francos por publicar seis
poemas obscenos. También tuvieron que ser removidos de las futuras ediciones de su
libro. En tiempos anteriores más duros, Jean-Jacques Rousseau pasó ocho años como
fugitivo luego de que su Émile fuera prohibido y una orden se emitió para su arresto.
Los censores ingleses procesaron criminalmente los Poemas y Baladas de Swinburne en
1866. Fueron especialmente resentidos con Zola, incluso en su traducción, logrando que
su editor inglés, de setenta años, fuera a la cárcel por tres meses. En 1898, un vendedor
de libros fue arrestado por vender el trabajo de Havelock Ellis y recibió una sentencia
en suspenso. Esta lista es representativa, no exhaustiva. Aunque los enjuiciamientos a
escritores bajo las leyes de obscenidad les habían generado grandes dificultades a los
libros que ya estaban plagados con ellas (como la mayoría de ellos), los enjuiciamientos
penales bajo la ley de obscenidad en Europa y Estados Unidos resaltan por lo poco que
llegan a los escritores, cuán optimistas tienden a ser los escritores sobre las
consecuencias para ellos mismos y cuán poco se paga en sangre de la vida del escritor al
que D. H. Lawrence (que pagó más que los escritores occidentales modernos) llamó el
"idiota censurador".105 En Sudáfrica, uno difícilmente habría sido tan poco serio. En
nuestro mundo, el escritor es acosado, como lo fue Lawrence; el escritor puede ser
pobre o no —el perjuicio es considerablemente peor si lo es; pero el escritor no es
aterrorizado o torturado, y los escritores no viven bajo un reino de terror como
escritores por lo que hacen. La aplicación al azar de la ley criminal para escribir no es
buena, agradable ni correcta; pero es importante reconocer el alcance relativamente
estrecho y el carácter marginal de la persecución penal bajo la ley de obscenidad en
particular —especialmente en comparación con el alcance y el carácter de la censura
policial-estatal.
El uso de las leyes de obscenidad contra los escritores, aunque azarosa e
insistente, es censura y considera la escritura como un acto. Esta es una percepción
única de lo que es la escritura, que tiene lugar, como lo hace, en un contexto liberal en
el que se considera que la escritura es una idea. Es la calidad obscena de la escritura, la
obscenidad en sí misma, la que se ve que convierte a la escritura de la idea en acto. La

104
Gustave Flaubert, Cartas, trad. J. M. Cohen (Londres: George Weidenfeld & Nicolson Limited, 1950),
p. 94.
105
2. D. H. Lawrence, Sexo, Literatura and Censura (Nueva York: Twayne Publishers, 1953), p. 9.

184
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

escritura de cualquier tipo o calidad es idea, excepto la escritura obscena que es acto. La
escritura está censurada, incluso en nuestra pequeña y feliz tierra de Oz, como acto, no
como idea.
¿Qué es la obscenidad, de modo tal que convierte la escritura, cuando es obscena,
en algo que realmente sucede —la cambia de viento interno en algún lado de la mente
elevado a un ofensivo, genuino y completamente real pedo, notado, grosero y que hace
que los dedos aprieten la nariz?
Está la respuesta legal y está la respuesta artística. Los artistas han estado
consistentemente empujando los límites de la obscenidad porque los grandes escritores
ven a la escritura como un acto, y en la cultura liberal solo la escritura obscena tiene la
posición social, la calidad de dinamismo y el heroísmo. Los grandes escritores tienden a
experimentar la escritura como un acto intenso y disruptivo; en el Occidente, sólo se la
reconoce como tal cuando la escritura en sí misma es experimentada como obscena. En
la cultura liberal, el escritor necesita de la obscenidad para ser percibido como
socialmente real.
¿Qué es lo que hace la obscenidad? El escritor usa lo que la sociedad considera
como obsceno porque la sociedad entonces reacciona a la escritura de la manera en la
que el escritor valora a la escritura: como si hiciera algo. Pero la obscenidad en sí
misma es socialmente construida; el escritor no la inventa ni la origina en ningún
sentido. La encuentra, sabiendo que es lo que la sociedad esconde. La busca bajo las
rocas y en esquinas oscuras.
Hay dos posibles derivaciones de la palabra obscenidad: la desacreditada, lo que
está escondido; y la aceptada, inmundicia. Los animales entierran sus inmundicias, las
esconden, las cubren, las dejan atrás, las separan de sí mismos: también lo hacemos
nosotros, mirando bien bien hacia atrás. La inmundicia es el excremento: de ahí abajo.
Lo enterramos o lo escondemos; también, escondemos de donde viene. Bajo la regla
masculina, la sangre menstrual también es inmundicia, por lo que las mujeres son
doblemente sucias. La inmundicia es donde están los órganos sexuales y porque las
mujeres son vistas principalmente como sexo, existiendo para dar sexo, las mujeres
tienen que estar cubiertas: nuestros cuerpos desnudos son obscenos.
La ley de obscenidad usan ambos posibles significados de la raíz de obsceno
entrelazados: típicamente condena la desnudez, la exhibición pública, la exposición
indecente, la exposición de los genitales o de las nalgas en áreas públicas, la sodomía, la
masturbación, las relaciones sexuales, las excreciones. La ley de obscenidad se aplica a
dibujos y palabras: el artefacto en sí mismo expone lo que debe ser oculto; muestra la
mugre. El cuerpo humano, y todos los actos sexuales y excretorios, son el dominio de la
obscenidad sexual.
Pero estar en el dominio de la ley de obscenidad no es suficiente. Uno debe
sentirse vivo allí. Para ser obsceno, las representaciones deben despertar interés lascivo
(el prurito). Prurito significa picazón o comezón; está relacionado con el Sánscrito de a
él le quema. Significa excitación sexual. Los jueces, abogados y juzgados han sido,
hasta hace muy poco, enteramente hombres: empíricamente, prurito significa que causa
erección. Los teólogos han llamado esta misma calidad de obscenidad "placer venéreo",
sosteniendo que "si un trabajo es llamado obsceno debe, por naturaleza, despertar o
calcular despertar en el espectador o lector tal placer venéreo. Si el trabajo no es de ese
tipo, puede, ciertamente, ser vulgar, desagradable, ordinario, grosero, o lo que digan —
pero no será, en el estricto sentido en el que la Ley Canónica nos obliga a aplicar,

185
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

obsceno".106 Un filósofo secular de la pornografía aisló la misma cualidad cuando


escribió: "La obscenidad es nuestro nombre para la ansiedad que molesta al estado
físico asociado a la autoposesión..."107
A través de la historia, el hombre ha sido el estándar de la ley de obscenidad: la
erección en su placer venéreo o la ansiedad que molesta al estado físico asociado a la
autoposesión. No es sorprendente, entonces, que en el mismo periodo en el cual las
mujeres comenzaron a ser abogadas, jurados y jueces —pero especialmente jurados,
habiendo estado las mujeres sumamente excluidas de la mayoría de los jurados hasta
hace tal vez una década— la ley de obscenidad haya caído en el desuso y el olvido. Para
que la ley de obscenidad mantenga la coherencia social y legal, debería tener que
reconocer como parte de su estándar la excitación sexual femenina, un estándar más
subjetivo que la erección. También debería haber tenido que usar como estándar una
erección peneana en un ambiente social que ya no fuera segregado por sexo, un
ambiente en el cual la excitación sexual masculina debería estar sujeta a escrutinio
femenino. Desde mi punto de vista, la presencia de mujeres en la esfera pública de la
toma de decisiones legales ha hecho más para socavar la eficacia de la ley de
obscenidad que cualquier cohibido movimiento contra ella.
El acto que la obscenidad reconoce es la erección, y cualquier cosa que produzca
una erección es visto como obscena —el acto, no la idea— por lo que hace que suceda.
La respuesta sexual masculina es vista como involuntaria, por lo que no hay una
división explicable experimentalmente entre el material que causa la erección y la
erección en sí misma. Esa es la lógica de la ley de obscenidad usada contra importantes
escritores que han empujado los límites de lo socialmente definido como obsceno,
porque querían que la escritura tuviese esa verdadera cualidad de ser un acto
socialmente reconocido. Querían la inevitabilidad de la respuesta —la respuesta social.
La erección hace que la escritura sea socialmente real desde el punto de vista de la
sociedad, no del escritor. Lo que el escritor necesita es ser tomado seriamente, de
cualquier manera. En las sociedades liberales, únicamente la ley de obscenidad
comprende a la escritura como un acto. Apenas define la naturaleza y cualidad del acto
—no de la escritura en sí misma, sino por producir erecciones. Flaubert aparentemente
las producía; también Baudelaire, Zola, Rousseau, Lawrence, Joyce y Nabokov. Es así
de simple.
Lo que está en juego en la ley de obscenidad es siempre la erección: bajo qué
condiciones, bajo qué circunstancias, cómo, por quién, con qué materiales quieren los
hombres producirla en sí mismos. Los hombres han hecho de esto su política pública.
Por qué es que quieren regular sus propias erecciones a través de la ley es una pregunta
de interés interminable y gran importancia para las feministas. Sin embargo, que
insistan con esta regulación es un hecho simple. Hay conflictos civiles y sociales sobre
los cuales la mejor manera de regular las erecciones es a través de la ley, especialmente
cuando son causadas por palabras o imágenes. A pesar de los argumentos de los
hombres, la cultura es falocentrista. También lo es usando el criterio civilizado de la
jurisprudencia, frecuentemente obscena.
Más importantemente los escritores han insistido que sus propios usos de la
obscenidad como están socialmente definidos no son pornografía. Como escribió D. H.
Lawrence: "Pero incluso yo censuraría la pornografía genuina, rigurosamente. No sería
difícil... Puedes reconocerla por el insulto que ofrece, invariablemente, al sexo, al

106
Harold Gardiner (S. J. ), El Punto de Vista Católico sobre la Censura (Garden City: Casa Hanover,
1958), p. 65.
107
Georges Bataille, Muerte y Sensualidad, (Nueva York : Ballantine Books, Inc., 1969), p. 12.

186
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

espíritu humano."108 También, apuntó, es producida por el bajo mundo. Nabokov veía
en la pornografía "mediocridad, comercialismo, y ciertas reglas estrictas de narración...
La acción tiene que ser limitada a la copulación de clichés. El estilo, la estructura, la
imaginería no debería distraer al lector de su tibio deseo."109 Ellos sabían que lo que
hicieron era diferente a la pornografía, pero no sabían del todo cuál era la diferencia. No
entendieron el punto de la distinción empírica porque la escritura era ciertamente real
para ellos pero no para las mujeres.
El insulto que la pornografía le ofrece, invariablemente, al sexo es conseguido a
través de la activa subordinación de las mujeres: la creación de una dinámica sexual en
la que la ofensa a las mujeres, la represión de las mujeres, y finalmente la brutalización
de las mujeres, es lo que se cree que el sexo es. La obscenidad en la ley, y en lo que ella
hace socialmente, es una erección. La ley reconoce al acto en esto. La pornografía, sin
embargo, es un acto más amplio y extenso porque aplasta a una clase completa de
personas a través de la violencia y la subyugación: y el sexo es el vehículo a través del
cual la aplasta. El pene no es la prueba, como lo es en la obscenidad. En cambio, el
estatus de la mujer es el problema. La erección está implicada en la subordinación, pero
quién la obtiene y cómo es la apremiante pregunta legal y social. La pornografía, a
diferencia de la obscenidad, es un sistema discreto e identificable de explotación sexual
que daña a las mujeres como clase al crear desigualdad y abuso. Esta es una idea legal
nueva, pero es el reconocimiento e identificación de un perjuicio cruel y antiguo sobre
una clase marginal, coaccionada y desposeída. Es el sonido del mundo de las mujeres
rompiendo el silencio más largo.

108
Lawrence, Sexo, Literatura and Censura, p. 74.
109
Vladimir Nabokov, "El más allá", Lolita (New York: Berkley Publishing Corporation, 1977), p. 284.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

3. Pornografía
En Estados Unidos, es un negocio de 8 mil millones de dólares de explotación
sexual.
Son las mujeres convertidas en subhumanas, pendejas, coños, partes del cuerpo,
genitales expuestos, cubiertas de semen, orinadas, defecadas, colgadas de lámparas de
luz, torturadas, mutiladas, sangrando, destripadas, asesinadas.
Es algún tipo de criatura llamada mujer, usada.
Son las tijeras listas para penetrar a la vagina y los objetos metidos en ella, una
sonrisa en la cara de la mujer, con su lengua colgando.
Es una mujer siendo follada por perros, caballos, serpientes.
Es cada tortura en cada celda de prisión en el mundo, hecha a las mujeres y
vendida como entretenimiento sexual.
Son las violaciones y las violaciones en grupo y las violaciones anales y las
violaciones orales: y es la mujer violada, pidiendo más.
Es la mujer en la imagen a la cual realmente le está pasando y es la mujer contra
la que la imagen es usada, para que haga lo que la mujer de la imagen está haciendo.
Es el poder que los hombres tienen sobre las mujeres convertido en actos sexuales
que los hombres le hacen a las mujeres, porque la pornografía es el poder y el acto.
Es el condicionamiento de la erección y el orgasmo en los hombres a la
impotencia de las mujeres: nuestra inferioridad, nuestra humillación, nuestro dolor,
nuestro tormento; a nosotras como objetos, cosas o mercancías usadas en el sexo como
sirvientes.
Sexualiza la desigualdad y al hacerlo genera discriminación como una práctica
basada en el sexo.
Permea la condición política de la mujer en la sociedad al ser la sustancia de
nuestra desigualdad independientemente de donde se la encuentre —en los trabajos, la
educación, el matrimonio, la vida.
Son las mujeres, mantenidas como una clase baja sexual, mantenidas disponibles
para la violación, las golpizas, el incesto y la prostitución.
Es lo que somos bajo la dominación masculina; es para lo que somos bajo la
dominación masculina.
Es el hasta ahora escondido (de nosotras) sistema de subordinación que a las
mujeres les han dicho que es tan solo la vida.
Bajo la supremacía masculina, es el sinónimo de lo que una mujer es.
Es el acceso a nuestros cuerpos como un derecho de nacimiento de los hombres:
la cesión, el regalo, el permiso, la licencia, la prueba, la promesa, el método, el cómo;
somos nosotras accesibles, sin importar lo que la ley pretenda decir, sin importar lo que
nosotras pretendamos decir.
Es el daño físico y la humillación física y el dolor físico: para las mujeres contra
la que es usada después de haber sido hecha; para las mujeres que a las que usan para
hacerla.
Como solo palabras, o palabras e imágenes, moviéndose o quietas, genera un daño
sistemático a la mujer en la forma de discriminación y daño físico. Genera un daño
inevitablemente por su naturaleza por lo que es y lo que hace. El daño ocurrirá mientras
se haga y se use. El nombre de la próxima víctima es desconocido, pero todo lo demás
es conocido.
Por eso —porque es la subordinación de la mujer perfectamente lograda— se
percibe el abuso cometido hacia nosotras como usarnos para lo que somos por
naturaleza: las mujeres son putas; las mujeres quieren ser violadas; ella lo provocó; a las

188
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

mujeres les gusta ser lastimadas; dice que no pero quiere decir sí porque quiere ser
tomada contra su voluntad lo que no es realmente su voluntad porque lo que ella quiere
en el fondo es que se le haga algo, que la viole o la humille o la lastime; ella lo quiere,
porque es una mujer, sin importar qué sea, porque es una mujer; así es como son las
mujeres, lo que son las mujeres, para lo que sirven las mujeres. Esta visión está
institucionalmente expresada en la ley. Vaya protección igualitaria.
Si se les hiciera a seres humanos, sería reconocido como una atrocidad. Se les
hace a las mujeres. Se reconoce como divertido, placentero, entretenido, sexual, la
libertad civil de alguien (no de algo) sin ir más lejos.
¿Qué quieres ser cuando seas grande? ¿Una perrita? ¿Una esclava sexual de la
Gestapo? ¿Una puta negra en Bondage? ¿Una zorra, una conejita, una pendeja? En los
sueños comienzan las responsabilidades110, ya sea una la soñadora o la soñada.

110
El verso real dice “En los sueños comienza la responsabilidad”, citado por Yeats como un epígrafe a
su colección, Responsabilidades.

189
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

4. Pornógrafos
La mayoría de ellos son proxenetas de pacotilla o de primer nivel. Venden
mujeres: las mujeres de carne y hueso reales en las imágenes. Les gusta la excitación de
la dominación; tienen ambición de ganancias; son sádicos en su explotación de la mujer;
odian a las mujeres, y la pornografía que hacen es la destilación de ese odio. Las
fotografías que ellos han creado viven para sí mismos, para su propio disfrute. Los
intercambios de mujeres entre ellos son parte de la diversión también: para que la
criatura ficticia "Linda Lovelace", que en realidad era la mujer verdadera Linda
Marchiano, fuera forzada a meterse hasta la garganta la de cada pornógrafo que su
dueño pornógrafo quisiera impresionar. Por supuesto, fue la mujer, no la ficción, quien
tuvo que ser hipnotizada para que los hombres pudieran penetrarla hasta la base de la
garganta, y quien tuvo que ser golpeada y aterrorizada para conseguir su docilidad.
Encontrar nuevas y terribles cosas para hacerles a las mujeres es parte del desafío de la
vocación: entonces el inventor de "Linda Lovelace" y la "garganta profunda" es un
genio en el campo, un pionero. O, como Al Goldstein, un colega, se refirió a él en una
entrevista con él en Screw varios años atrás: es el proxeneta de los proxenetas.
Incluso con la pornografía escrita, nunca ha habido distinción entre hacer
pornografía y el abuso sexual de mujeres vivas que es tomado como una obviedad por
aquellos que se aproximan a la pornografía como si fuera un fenómeno intelectual. El
Marqués de Sade, como el pornógrafo literario más importante del mundo, es
arquetípico. Su práctica sexual era el persistente abuso sexual de mujeres y niñas, con
excursiones ocasionales al abuso de niños. Como aristócrata en una sociedad feudal,
abusaba con impunidad de prostitutas y sirvientes. La pornografía que escribió fue una
parte insistente del abuso sexual que practicaba: no sólo porque hacía lo que escribía,
sino también porque el intenso odio hacia las mujeres que alimentaba a uno, alimentaba
a la otra: no eran dos motores distintos, sino uno usando el mismo tanque. Los actos de
pornografía y los actos de violaciones eran olas de un mismo mar: el mar yendo por sus
víctimas, sin importar como las alcanzaba, una ola gigante de destrucción. Los
pornógrafos que usan palabras saben que lo que están haciendo es tanto agresivo como
destructivo: algunas veces filosofan sobre cómo el sexo inevitablemente termina en la
muerte, en la muerte de una mujer siendo tanto un objeto de belleza como de excitación
sexual. La pornografía, incluso escrita, es sexo por el dinamismo del odio sexual en él;
y para los pornógrafos, el abuso sexual de las mujeres como se entiende comúnmente y
la pornografía son actos de depredación sexual, que es como viven.
Una de las razones por las que frenar a los pornógrafos y a la pornografía no es
censura es que los pornógrafos son más parecidos a la policía en los estados policiales
que a los escritores en esos mismos estados. Son los instrumentos del terror, no sus
víctimas. Lo que la policía les hace a las personas indefensas en los estados policiales es
lo que los pornógrafos les hacen a las mujeres, excepto que es entretenimiento para las
masas, no dignificado como político. Los escritores no hacen lo que hacen los
pornógrafos. La policía secreta lo hace. Los torturadores lo hacen. Lo que los
pornógrafos les hacen a las mujeres es más parecido a lo que la policía les hace a los
prisioneros políticos que a cualquier otra cosa: excepto por el hecho de que es visto con
tanto placer por tantos. Intervenir en un sistema de terror donde se es vulnerable al
escrutinio público para frenarlo no es censura; es el sistema de terror el que frena la
expresión y genera abuso y desesperación. Los pornógrafos son la policía secreta de la
supremacía masculina: mantiene a las mujeres subordinadas a través de la intimidación
y los ataques.

190
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

191
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

5. Subordinación
En la enmienda a la Ordenanza de Derechos Humanos de la Ciudad de
Minneapolis escrita por Catharine A. MacKinnon y yo, la pornografía es definida como
la subordinación gráfica y sexualmente explícita de las mujeres ya sea en palabras o en
imágenes que también incluye uno o más de lo siguiente: las mujeres presentadas como
objetos, cosas o mercancías sexuales deshumanizadas; o las mujeres presentadas como
objetos sexuales que disfrutan el dolor o la humillación; o las mujeres presentadas como
objetos sexuales que experimentan placer sexual al ser violadas; o las mujeres
presentadas como objetos sexuales atados o cortados o mutilados o magullados o
físicamente lastimados; o las mujeres presentadas en posturas de sumisión sexual; o las
partes de las mujeres siendo exhibidas, de tal manera que las mujeres se ven reducidas a
esas partes; las mujeres presentadas en escenarios de degradación, perjuicio,
humillación, tortura, mostradas como obscenas o inferiores, sangrando, magulladas o
lastimadas en un contexto que hacen de estas condiciones algo sexual.
Esta definición legal es una definición objetivamente precisa de lo que es la
pornografía, basada en un análisis del material producido por una industria de ocho mil
millones de dólares al año, y también en un extenso estudio de toda la gama de
pornografía existente de otras épocas y otras culturas. Dado el hecho de que la opresión
de las mujeres tiene un carácter ahistórico —una similitud a través del tiempo y las
culturas expresada en violaciones, golpizas, incesto y prostitución— no sorprende que
la pornografía, un fenómeno central en esa opresión, tenga esa misma cualidad de
semejanza. No cambia significativamente en lo que es, en lo que hace, en lo que hay en
ella, o como funciona, ya sea, por ejemplo, clásica o feudal o moderna, Occidental o
asiática; ya sea que el método de manufactura sean las palabras, las fotografías o los
videos. Lo que ha cambiado es la disponibilidad pública de la pornografía y los números
de mujeres vivas usadas en ella debido a las nuevas tecnologías: no a su naturaleza.
Mucha gente nota lo que a ellos les parece un cambio cualitativo en la pornografía —
que se ha vuelto más violenta, incluso grotescamente violenta, durante las últimas dos
décadas. El cambio se da sólo cuando es públicamente visible: no se da en el rango o la
preponderancia de la pornografía violenta (por ejemplo, el lugar de la violación en la
pornografía permanece constante y central, sin importar dónde, cuándo o cómo la
pornografía es producida); ni en el carácter o la calidad o el contenido de lo que los
pornógrafos producen actualmente; ni en el daño causado; ni en la valoración de las
mujeres en ella, o la definición metafísica de lo que las mujeres son; ni en el abuso
sexual promovido, incluyendo las violaciones, las agresiones y el incesto; ni en la
centralidad de su rol en subordinar a las mujeres. Hasta hace poco, la pornografía
operaba en privado, donde la mayoría del abuso a las mujeres tiene lugar.
La opresión de las mujeres ocurre a través de la subordinación sexual. Es el uso
del sexo como método de opresión lo que hace a la subordinación de las mujeres tan
distintiva del racismo o el prejuicio contra un grupo basado en la religión o el origen
nacional. La desigualdad social es creada de muchas maneras. En mi opinión, la
responsabilidad radical es aislar los medios materiales que generan esa desigualdad para
que los remedios materiales puedan ser encontrados.
Esto es particularmente difícil con respecto a la desigualdad de la mujer porque
esa desigualdad es lograda a través del sexo. El sexo, como desea la clase que domina a
las mujeres es mantenido por esa clase como elemental, urgente, necesario, incluso si o
aunque parece requerir el repudio de cualquier reclamo que las mujeres podamos tener
para tener una posición humana plena. En la subordinación de las mujeres, la
desigualdad en sí misma es sexualizada: transformada en la experiencia del placer

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

sexual, esencial para el deseo masculino. La pornografía es el medio material de


sexualizar la desigualdad; y esa es la razón por la que la pornografía es una práctica
central en la subordinación de las mujeres.
La subordinación en sí misma es una amplia, profunda, y sistemática dinámica
discernible en cualquier persecución basada en la raza o el sexo. La subordinación
social tiene cuatro partes principales. Primero, está la jerarquía, un grupo en la cima y
otro en la base. Para las mujeres, esta jerarquía es experimentada tanto social como
sexualmente, pública y privadamente. Las mujeres estamos físicamente integradas en la
sociedad en las que somos mantenidas como inferiores, y nuestro bajo estatus es tanto
puesto en su lugar y sostenido por nuestro uso sexual por parte de los hombres; y así la
experiencia de las mujeres en la jerarquía es increíblemente íntima y lacerante.
Segundo, la subordinación es objetivización. La objetivización ocurre cuando un
ser humano, a través de medios sociales, es hecho menos que humano, convertido en
una cosa o mercancía, comprado y vendido. Cuando ocurre la objetivización, la persona
es despersonalizada, para que no esté disponible su individualidad o integridad
socialmente o en lo que es una privacidad extremadamente circunscripta (porque
aquellos que dominan determinan sus límites). La objetivización es un perjuicio que da
justo en el corazón de la discriminación: aquellos que pueden ser usados como si no
fueran completamente humanos no son completamente humanos en términos sociales;
su humanidad es dañada al ser menoscabada.
Tercero, la subordinación es sumisión. Una persona está en la base de la jerarquía
porque es una condición de nacimiento; una persona en la base es deshumanizada, es un
objeto o una mercancía; inevitablemente, la situación de la persona requiere obediencia
y docilidad. Se espera que esa persona menoscabada sea sumisa; no tiene ningún
derecho a la autodeterminación porque no hay base en la igualdad para que exista tal
derecho. En una condición de inferioridad y objetivización, la sumisión es usualmente
esencial para la supervivencia. Los grupos oprimidos son conocidos por sus habilidades
para anticipar las órdenes y deseos de aquellos que tienen poder sobre ellos, para
obedecer con un servilismo que es después usado por el grupo dominante para justificar
su propia dominación: el amo, no pudiendo imaginar a un humano como él en
semejante servilismo degradante, piensa que el servilismo es prueba de que la jerarquía
es natural y que la objetivización simplemente equivale a ver a las criaturas inferiores
por lo que son en realidad. La sumisión forzada sobre grupos objetivizados e inferiores,
precisamente por la jerarquía y la objetivización se toma como prueba de su inherente
inferioridad y sus capacidades subhumanas.
Cuarto, la subordinación es violencia. La violencia es sistemática, lo
suficientemente endémica como para ser común, corriente y normativa, usualmente
tomada como derecho implícito de aquel que la ejerce. Desde mi punto de vista, la
jerarquía, la objetivización y la sumisión son precondiciones para la violencia social
sistemática contra cualquier grupo acosado porque es una condición de nacimiento. Si la
violencia contra un grupo es tanto socialmente generalizada como socialmente normal,
entonces la jerarquía, la objetivización y la sumisión están sólidamente establecidas.
El rol de la violencia en la subordinación de las mujeres tiene una característica
especialmente congruente con el sexo como la instrumentalización de la subordinación:
se supone que la violencia es también sexo para la mujer —lo que las mujeres queremos
y deseamos como parte de nuestra naturaleza sexual; se supone que nos da placer a las
mujeres (como en las violaciones); se supone que significa amar a una mujer desde su
punto de vista (como en las agresiones). Se considera que la violencia contra las
mujeres se realiza no sólo de acuerdo con algo que se ajusta a las mujeres, sino en
respuesta a algo activo y básico de la naturaleza de las mujeres.

193
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

La pornografía usa cada uno de los componentes de la subordinación social. Su


medio particular es el sexo. La jerarquía, la objetivización, la sumisión y la violencia
todas toman vida con energía y significados sexuales. Una jerarquía, por ejemplo, puede
tener una cualidad estática; pero la pornografía, al sexualizarla, la hace dinámica, casi
carnívora, para que los hombres la sigan imponiendo por el bien de su propio placer
sexual —por el placer sexual que les da imponerla. En la pornografía, cada elemento de
la subordinación es expresado a través del uso sexual explícito de las mujeres: la
pornografía es de hecho lo que las mujeres son y para lo que están y cómo son usadas
en una sociedad basada en la inferioridad de las mujeres. Es una metafísica de la
subyugación de las mujeres: nuestra existencia está delineada en función de una
definición de nuestra naturaleza; nuestro estatus social está predeterminado por los usos
a los cuales estamos destinadas. El cuerpo de la mujer es lo que está materialmente
subordinado. El sexo es el medio material a través del cual la subordinación es
alcanzada. La pornografía es la institución de la dominación masculina que sexualiza la
jerarquía, la objetivización, la sumisión y la violencia. Como tal, la pornografía crea
desigualdad, no como un artefacto sino como un sistema de realidad social; crea la
necesidad y las conductas reales que constituyen la desigualdad sexual.

194
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

6. Expresión
La subordinación puede ser tan profunda que aquellos que son dañados por ella
están completamente en silencio. La subordinación puede crear un silencio más calmo
que la muerte. Las mujeres aplastadas en una página están mortalmente inmóviles, salvo
para decir lastímame. Lastímame no es una expresión de las mujeres. Es la expresión
impuesta a las mujeres por los proxenetas para cubrir el espantoso y sentencioso
silencio. Las Tres Marías de Portugal fueron a la cárcel por escribir esto: "No dejes que
nadie me diga que el silencio da consentimiento, porque quien está en silencio, está
disintiendo".111 Las mujeres dicen las palabras de los proxenetas: el lenguaje es otro
elemento de la violación; el lenguaje es parte de la humillación; el lenguaje es parte del
sexo obligatorio. El verdadero silencio podría significar disentimiento, para aquellos
criados para entender su triste discurso. Los proxenetas no pueden tolerar el silencio
literal —es demasiado elocuente como testimonio— entonces fuerzan a las palabras a
salir de las bocas de las mujeres. Las mujeres dicen las palabras de los proxenetas: lo
que es peor que el silencio. El silencio de las mujeres que no están en las imágenes, que
están fuera de las páginas, heridas pero silenciosas, usadas pero silenciosas, es
abrumador por lo profundo y lo amplio que es. Es un silencio que dura siglos: un exilio
a la mudez. Se las calla mediante la inferioridad y el abuso. Se las calla mediante las
amenazas y las heridas. En su autobiografía del periodo Estalinista, La Esperanza
contra la Esperanza, Nadezhda Mandelstam escribió que gritar “es la forma del hombre
de dejar rastro, de decirle a la gente cómo vivió y murió. A través de sus gritos él
reivindica su derecho a vivir, envía un mensaje al mundo exterior exigiendo ayuda y
llamando a la resistencia. Si no queda nada más, se debe gritar. El silencio es el
verdadero crimen contra la humanidad."112 Gritar es la forma del hombre de dejar rastro.
El grito de un hombre nunca es malinterpretado como un grito de placer por transeúntes
o políticos o historiadores, ni tampoco por su torturador. El grito de un hombre es un
llamado a la resistencia. El grito de un hombre reivindica su derecho a vivir, envía un
mensaje; deja un rastro. El grito de una mujer es el sonido de su voluntad femenina y su
placer femenino al hacer lo que el pornógrafo dice que ella está destinada a hacer. Su
grito es un sonido de celebración para aquellos que la oyen. La forma de las mujeres de
dejar rastro es el silencio, a lo largo de los siglos: un silencio completamente inhumano
que algún día será seguramente notado, alguien dirá que algo está mal, que falta algún
sonido, que alguna voz ha sido perdida; un silencio completamente inhumano que será
una pista para la esperanza humana negada, un fragmento de evidencia de que un
crimen ha ocurrido, el crimen que creó el silencio; un silencio completamente inhumano
que es una condena muy muy fría de lo que aquellos que hablan le han hecho a aquellos
que no.
Pero hay más que los lastímame que nos obligan a decir, y del silencio en el cual
reside. Los pornógrafos usan realmente nuestros cuerpos como su propio lenguaje.
Somos su forma de expresión. Nuestros cuerpos son las ladrillos de sus oraciones. Lo
que nos hacen, llamado expresión, no es muy diferente de lo que la máquina de la
Rastra de Kafka —"Las agujas están colocadas como los dientes de un rastrillo y todo
funciona como un rastrillo, aunque su acción se limita a un solo lugar y está planeada

111
María Isabel Barreno , María Teresa Horta, and María Velho da Costa, Las Tres Marías: Nuevas
Cartas Portuguesas, trad. Helen R. Lane (Nueva York: Bantam Books, 1976), p. 291.
112
Nadezhda Mandelstam, La Esperanza contra la Esperanza, trad. Max Hayward (Nueva York:
Atheneum, 1978), pp. 42-43.

195
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

con mayor habilidad artística"113— le hizo a los condenados en "En la Colonia


Penitenciaria":

"Nuestra sentencia no es aparentemente severa. Consiste en escribir


sobre el cuerpo del condenado, mediante la Rastra la disposición que él mismo
ha violado. Por ejemplo, las palabras escritas sobre el cuerpo de este condenado
—y el oficial señaló al individuo— serán: ¡HONRA A TUS SUPERIORES!"114

"La Rastra comienza a escribir; cuando termina el primer borrador de la


inscripción en el dorso del individuo, la capa de algodón gira y hace girar el
cuerpo lentamente sobre un costado, para dar más lugar a la Rastra. Al mismo
tiempo, las partes ya escritas apoyan sobre el algodón, que gracias a su
preparación contiene la emisión de sangre y prepara la superficie para seguir
profundizando la inscripición."115

Le preguntan al prisionero si sabe su condena, el oficial responde: "No tendría


sentido decírsela, ya la sabrá en carne propia."116
Este es la supuesta expresión de los pornógrafos, protegida ahora por ley.
Proteger lo que "dicen" significa proteger lo que nos hacen y cómo lo hacen.
Significa proteger su sadismo sobre nuestros cuerpos, porque eso es lo que escriben: no
como escritores; como torturadores. Proteger lo que "dicen" significa proteger la
explotación sexual porque no pueden "decir" nada sin reducirnos, lastimarnos o
destruirnos. Sus derechos de expresión expresan sus derechos sobre nosotras. Sus
derechos de expresión requieren de nuestra inferioridad: y que estemos desamparadas
en relación a ellos. Sus derechos de expresión significan que lastímame es aceptado
como la verdadera forma de expresión de las mujeres, no la expresión que se nos obliga
a decir como parte del sexo que se nos obliga a tener sino que nacería de nosotras
porque somos lo que los pornógrafos "dicen" que somos.
Si lo que queremos decir no es lastímame, entonces tenemos únicamente el poder
social real para usar el silencio como disentimiento elocuente. El silencio es lo que las
mujeres tenemos en lugar de la expresión. El silencio es nuestra forma de disentir
durante las violaciones a menos que el violador, como el pornógrafo, prefiera que
digamos lastímame, en cuyo caso no tenemos forma de disentir. El silencio es nuestro
conmovido y persuasivo disentimiento durante las golpizas a menos que el golpeador,
como el pornógrafo, prefiera que digamos lastímame. El silencio es un sutil
disentimiento durante el incesto y durante largos años posteriores a eso.
El silencio no es expresión. Tenemos silencio, no expresión. Peleamos contra las
violaciones, las agresiones, el incesto y la prostitución con él. Perdemos. Pero algún día
alguien se va a dar cuenta: que esas personas llamadas mujeres fueron enterradas en un
largo silencio que significa disentimiento y que los pornógrafos —con agujas colocadas
como los dientes de un rastrillo—hablan por nosotras.

113
Franz Kafka, "En la Colonia Penitenciaria", pp. 191-227, En la Colonia Penitenciaria, trad. Willa and
Edwin Muir (Nueva York: Schocken Books, 1965), p. 194.
114
Kafka, "En la Colonia Penitenciaria, " p. 197.
115
Kafka, "En la Colonia Penitenciaria, " p. 203.
116
Kafka, "En la Colonia Penitenciaria, " p. 197.

196
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

7. Igualdad
Eliminar la palabra varón de la constitución, costó a las mujeres de este
país cincuenta y dos años de incesante campaña... Durante este periodo se vieron
obligadas a dirigir 56 campañas de votación destinadas a votantes masculinos,
480 campañas destinadas a conseguir que las legislaturas sometieran a votación
las enmiendas sufragistas, 47 campañas con el objetivo de que las convenciones
constitucionales del estado incluyeran el sufragio femenino en las constituciones
estatales, 277campañas para conseguir que las convenciones estatales de los
partidos incluyeran los programas sufragistas de las mujeres, 30 campañas para
hacer que las convenciones presidenciales de los partidos adoptaran los
programas sufragistas femeninos en las plataformas del partido y 19 campañas
con 19 Congresos sucesivos para lograr presentar la enmienda federal y la
campaña de ratificación final.
Se recaudaron millones de dólares, principalmente en pequeñas sumas, y
se gastaron con un cuidado económico. Cientos de mujeres dieron sus
posibilidades acumuladas durante toda una vida, miles dieron años de sus vidas,
cientos prestaron un interés constante y la ayuda que pudieron. Era una cadena de
actividad continua y aparentemente interminable. Las sufragistas jóvenes que
ayudaron a forjar el último eslabón de esa cadena no nacieron cuando comenzó.
Las viejas sufragistas que ayudaron a forjar el primer eslabón ya estaban
muertas cuando terminó.
Carrie Chapman Catt

Las feministas han querido la igualdad. Las radicales y las reformistas tienen
ideas diferentes de lo que la igualdad sería, pero ha sido parte de la sabiduría del
feminismo valorar la igualdad como un objetivo político con una integridad social y
significados complejos. Los jacobinos también querían igualdad, y la Revolución
Francesa fue la primera guerra peleada para conseguirla. El conservadurismo como
movimiento político moderno se desarrolló realmente para resistir los movimientos
políticos y sociales de la igualdad, comenzando con los imperativos igualitarios de la
Revolución Francesa.
Las mujeres han tenido que probar su estatus de humanas, antes de poder reclamar
la igualdad. Pero la igualdad ha sido imposible de lograr, tal vez porque, realmente, las
mujeres no hemos sido capaces de probar nuestro estatus de humanas. La carga de la
prueba recae sobre la víctima.
Ni el más mínimo cambio ha sido fácil o simple. Hemos peleado muy duramente
y durante mucho tiempo para lograr muy poco. El acceso al voto no cambió el estatus
de la mujer. Los cambios en las vidas de las mujeres que podemos ver en la superficie
no cambian el estatus de las mujeres. Para el año 2000, se espera que las mujeres y sus
hijos sean un cien por ciento más de los pobres de este país.117 Somos violadas,
golpeadas y prostituidas: estos actos contra nosotras están en la estructura de la vida
social. Como niñas, somos violadas, físicamente abusadas y prostituidas. El país
disfruta de los perjuicios que nos hacen e invierte ocho mil millones de dólares al año
en el placer de vernos siendo lastimadas (la explotación así como la tortura constituyen
un daño sustancial). La subordinación se hace más profunda: nos siguen empujando
cada vez más hacia abajo. La violación es entretenimiento. El odio por nosotras es de

117
Para un análisis comprensivo de cómo la feminización de la pobreza impacta brutalmente en las
personas de color en los Estados Unidos, vean Mujeres de Derecha, La Prensa de las Mujeres, 1983, "El
ginocidio venidero", especialmente pp. 162-173.

197
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

hecho, inconmensurable; sin embargo vivimos bajo su peso. La discriminación es un


eufemismo de lo que nos pasa.
Nos hemos molestado en tratar de entender por qué el estatus de la mujer no
cambia. Aquellos que odian las políticas de igualdad dicen que ellos lo saben: estamos
destinadas biológicamente a ser violadas; Dios nos hizo sumisas hacia nuestros maridos.
Cambiamos, pero nuestro estatus no cambia. Las leyes cambian, pero nuestro estatus
está fijo. Nos movemos dentro del mercado, sólo para enfrentar allí la explotación
sexual, ahora llamada acoso sexual. Las violaciones, las agresiones, la prostitución y el
incesto permanecen iguales en el hecho de que siguen sucediéndonos como algo que es
parte de la vida: incluso si nombramos los crímenes contra nosotras como tales e
intentamos que las víctimas no se vean destruidas por lo que no podemos evitar que les
pase. El silencio permanece en su lugar también, por mucho que tratemos de quitarlo
con nuestras verdades. Decimos lo que nos ha pasado, pero los periódicos, los
gobiernos, la cultura que nos excluye como participantes humanos completos, nos barre,
barre con nuestra expresión: al negarse a escucharla. Somos el árbol cayendo en el
desierto. Debería importar: ellos son el desierto.
El costo de intentar destrozar el silencio es extraordinario para aquellas que lo
hacen: las mujeres, violadas, golpeadas, prostituidas, que tienen algo que decir y lo
dicen. Se plantan allí, incluso mientras están siendo borradas. Los gobiernos les dan la
espalda; las cortes las ignoran; este país las abandona y las desposee. Los hombres las
ridiculizan, las amenazan o las lastiman. Las mujeres a las que ponen en peligro —
siendo el silencio más seguro que las palabras— las traicionan. Es horrible ver a las
complacientes destruir a las valientes. Es horrible ver al poder ganar.
Aún así, la igualdad es lo que queremos, y la vamos a conseguir. Lo que
entendemos sobre ella ahora es que no puede ser proclamada; debe ser creada. Tiene
que tomar el lugar de la subordinación como experiencia humana: reemplazarla
físicamente. La igualdad no coexiste con la subordinación, como si fuera un pequeño
bolsillo en algún lado dentro de ella. La igualdad tiene que ganar. La subordinación
tiene que perder. La subordinación de las mujeres ni siquiera ha sido golpeada
levemente aún y la igualdad no ha avanzado materialmente, al menos en parte porque la
pornografía ha estado creando desigualdad sexual escondiéndose en privado, donde los
abusos ocurren a escala masiva.
La igualdad para las mujeres requiere remedios materiales para la pornografía, ya
sea que la pornografía sea central a la desigualdad de las mujeres o sólo una causa de
ella. El antagonismo de la pornografía a la igualdad, la integridad y la
autodeterminación civiles para las mujeres es absoluto; y es efectivo al lograr que ese
antagonismo sea socialmente real y socialmente determinante.
La ley que Catharine A. MacKinnon y yo escribimos haciendo a la pornografía
una violación de los derechos civiles de las mujeres reconoce el perjuicio de lo que la
pornografía hace: cómo daña los derechos de ciudadanía de las mujeres a través de la
explotación y la tortura sexual.
La ley de derechos civiles empodera a las mujeres al permitirles demandar
civilmente a aquellos que nos dañan a través de la pornografía al comerciar en ella,
coaccionar a la gente para que entre, forzar a la gente en ella y abusar de la gente
directamente por una parte específica.
La ley de derechos civiles no obliga a la pornografía a volver a la clandestinidad.
No hay una restricción previa ni poder policial para hacer arrestos, lo que resultaría en
un mercado negro revivificado. Esto respeta el alcance de la Primera Enmienda, pero
también evita que la pornografía se vuelva más sexy —oculta, prohibida, sucia,
felizmente de vuelta en la tierra de la obscenidad, la baba sexy goteando de los grandes

198
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

libros. El querer disfrazar la pornografía, esconderla, es la primera respuesta de aquellos


que necesitan esconder a la pornografía de la ley de derechos civiles. Si la pornografía
es escondida, entonces va a seguir siendo accesible a los hombres como el derecho de
los hombres de acceder a las mujeres; su daño al estatus de las mujeres seguiría siendo
seguro y estando a salvo en esos cuartos escondidos, detrás de esas cubiertas opacas; los
abusos sobre las mujeres seguirían siendo sostenidos como un derecho privado apoyado
por una política pública. La ley de derechos civiles echa un rayo de luz sobre la
pornografía, lo que es, cómo se usa, lo que hace y quiénes son dañadas por ella.
La ley de derechos civiles cambia la relación de poder entre los pornógrafos y las
mujeres: evita que los pornógrafos produzcan discriminación con la total impunidad de
la que gozan ahora y les da a las mujeres una posición legal parecida a la igualdad a
partir de la cual repudiar la subordinación en sí misma. El poder de la policía secreta de
los pornógrafos tiene que confrontar repentinamente una modesta cantidad de proceso
debido.
La ley de derechos civiles debilita la subordinación de las mujeres en la sociedad
al confrontar a la pornografía, que es la sexualización sistemática de esa subordinación.
La pornografía es desigualdad. La ley de derechos civiles permitiría a las mujeres
avanzar igualitariamente al remover esta discriminación concreta y dañar
económicamente a aquellos que la hacen, la venden, la distribuyen o la exhiben. La
pornografía, siendo poder, tiene un derecho de existir que nosotras no tenemos
permitido desafiar bajo este sistema de leyes. Después de dañarnos al ser lo que es y
hacer lo que hace, la ley de derechos civiles nos permitiría dañarla a ella. Las mujeres,
sin tener poder, no tienen el derecho a existir igual al que tiene la pornografía. Si lo
tuviéramos, los pornógrafos se verían impedidos de ejercitar sus derechos a expensas de
los nuestros, y como no podrían ejercitarlos de ninguna otra manera, se verían
impedidos y punto. Venimos al sistema legal como pordioseras: aunque en el diálogo
público alrededor del texto de la ley de derechos civiles tenemos la satisfacción de ser
consideradas ladronas.
La ley de derechos civiles es una expresión de las mujeres. Define un daño
dirigido hacia nosotras desde nuestro punto de vista. Está basado en el repudio a la
subordinación sexual que nace de nuestra experiencia con él. Rompe el silencio. Es una
oración que puede valerse por sí misma contra el diluvio masculino. Es una oración a
partir de la cual podemos crear un párrafo y luego una página.
Es mi opinión, aprendida mayormente de Catharine MacKinnon, que las mujeres
tienen derecho a ser eficaces. Los pornógrafos, por supuesto, no piensan lo mismo, ni
tampoco otros supremacistas masculinos; y es difícil hasta para las mujeres pensarlo.
Nos han dicho que informáramos a la gente sobre las maldades de la pornografía: antes
del desarrollo de esta ley de derechos civiles, nos dijeron que no habláramos en lo
absoluto de la pornografía; pero ahora que hay una ley que queremos usar, nos animan a
informar y nada más. La ley educa. Esta ley educa. También les permite a las mujeres
hacer algo. Al dañar a la pornografía, ganamos terreno para hacer a la igualdad más
probable, más posible —algún día será real. Tenemos los medios para pelear contra la
comercialización de las mujeres por parte de los pornógrafos. Tenemos los medios de
llegar al corazón de la tortura y el terror. Tenemos los medios con los que desafiar la
eficacia de la pornografía en hacer de la explotación y la inferioridad los cimientos del
estatus social de las mujeres. La ley de derechos civiles le presenta a la conciencia
pública un análisis: de lo que la pornografía es, de lo que la subordinación sexual es, de
lo que igualdad podría llegar a ser. La ley de derechos civiles presenta un estándar legal
nuevo: estas cosas no se les pueden hacer a los ciudadanos en este país. La ley de
derechos civiles presenta un nuevo estándar político: estas cosas no se les pueden hacer

199
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

a los seres humanos. La ley de derechos civiles provee un nuevo modelo de acción para
las mujeres a través del cual podemos perseguir la igualdad y por la cual nuestra
expresión tendrá significado social. La ley de derechos civiles nos devuelve lo que los
pornógrafos nos han robado: la esperanza arraigada en posibilidades reales.

200
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

La pornografía es una cuestión de


derechos civiles
1986
Di mi testimonio ante la Comisión de Pornografía del Fiscal General el 22 de enero de
1986, en la Ciudad de Nueva York. Numerosos personajes relacionados con las
libertades civiles, incluyendo a "feministas" a favor de la pornografía ya habían
testificado en otras ciudades. Hablé con la Comisión porque mis amigas, feministas que
trabajaban en contra de la pornografía, me lo pidieron. El lobby a favor de la
pornografía hizo todo lo posible para desacreditar a la Comisión. Un memorándum
fechado el 5 de junio de 1986, de Gray y Compañía, la más grande firma de relaciones
públicas en Washington D.C. con vínculos tanto con la Casa Blanca de Reagan como
con la antigua Casa Blanca de Kennedy, delinea una estrategia para desacreditar a la
Comisión. El memorándum fue preparado por la Coalición de Medios, un conjunto de
editoriales y grupos de comercio de medios, incluyendo distribuidores, que habían
estado muy activos durante muchos años proveyendo de protección legal a la
pornografía, incluyendo a la pornografía infantil. Una campaña de casi un millón de
dólares desacreditaría efectivamente los hallazgos de la Comisión al desprestigiar a
aquellos que se oponían a la pornografía, creando histeria alrededor de la censura y
plantando noticias para establecer que no existe una relación comprobada entre la
pornografía y el daño ocasionado a mujeres y niños. Tuve tan sólo media hora para
hablar y este es mi testimonio. Luego, los miembros de la Comisión me hicieron
preguntas. Sus preguntas y mis respuestas están publicadas aquí. Los representantes de
Penthouse se sentaron junto con los abogados de la ACLU y las presuntas feministas
para defender a la pornografía: y me acosaron durante todo mi testimonio.

ANDREA DWORKIN ES LLAMADA como testigo en representación de la


Comisión de Pornografía del Fiscal General, testifica de la siguiente manera:118

SRA DWORKIN: Muchas gracias. Mi nombre es Andrea Dworkin. Soy ciudadana de


los Estados Unidos, y en este país en el que vivo, a las mujeres se nos hacen cada año
millones y millones de fotos con nuestras piernas abiertas. Somos llamadas pendejas,
somos llamadas coños, nuestros genitales son atados, son pegados, se les aplica
maquillaje para hacerlos resaltar en las páginas para un espectador masculino. Millones
y millones de fotografías se hacen de nosotras en posiciones de sumisión y acceso
sexual para que nuestras vaginas sean expuestas a la penetración, nuestros anos sean
expuestos a la penetración y nuestras gargantas sean usadas como si fueran genitales
para la penetración. En este país en el que vivo como ciudadana, las violaciones reales
son filmadas y vendidas en el mercado. Y el tema principal de la pornografía como
forma de entretenimiento es que las mujeres seamos violadas y abusadas y humilladas
hasta que descubramos que nos gusta y que, llegado ese punto, pidamos más.

118
Este texto está basado en la transcripción del Departamento de Justicia, preparado por Ace-Federal
Reporters, Inc. que fue comparado con las grabaciones en cassette y revisado para mayor precisión. La
autora ha hecho también pequeños cambios editoriales para mayor claridad.

201
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

En este país en el que vivo como ciudadana, las mujeres somos penetradas por
animales y objetos para entretenimiento público, las mujeres somos orinadas y
defecadas, las mujeres y las niñas somos usadas de manera intercambiable para que
mujeres adultas se vean como niñas de cinco o seis años rodeadas de juguetes, para ser
presentadas en publicaciones pornográficas convencionales para ser penetradas
analmente. Hay revistas en las que las mujeres adultas se presentan con sus zonas
púbicas depiladas para que se parezcan a las de niñas.
En este país en el que vivo, existe el tráfico de pornografía, que explota mental y
físicamente a mujeres discapacitadas, a mujeres mutiladas; existe la pornografía de
amputadas, un comercio de mujeres que han sido mutiladas de esa manera, como si ese
fuera un fetiche sexual para los hombres. En este país en el que vivo, existe el comercio
racial como una forma de placer sexual, para que las plantaciones sean presentadas
como una forma de gratificación sexual para la mujer esclava negra que pide por favor
ser abusada, por favor ser violada, por favor ser lastimada. La piel negra es presentada
como si fuera un genital femenino, y toda la violencia y el abuso y la humillación, que
es en general dirigida contra los genitales femeninos, es dirigida contra la piel negra de
las mujeres en la pornografía.
Las mujeres asiáticas en este país en el que vivo son atadas a los árboles y
colgadas de los techos y de los marcos de las puertas como una forma de
entretenimiento público. Existe pornografía sobre campos de concentración en este país
en el que vivo, donde los campo de concentración y las atrocidades que suceden allí son
presentados como excitantes para el placer sexual de la víctima, de la mujer, que tiene
orgasmos con los verdaderos abusos que ocurrían, no hace mucho en la historia.
En el país en el que vivo como ciudadana, existe la pornografía de la
humillación de las mujeres donde cada una de las maneras de humillar a los seres
humanos se toma como una forma de placer sexual para el espectador y para la víctima;
donde las mujeres son recubiertas con inmundicias, incluyendo heces, incluyendo lodo,
incluyendo pintura, incluyendo sangre, incluyendo semen; donde las mujeres son
torturadas para el placer sexual de aquellos que lo miran y aquellos que torturan, donde
las mujeres son asesinadas por el placer sexual de asesinar mujeres, y este material
existe porque es divertido, porque es entretenido, porque es una forma de placer, y están
aquellos que incluso dicen que es una forma de libertad.
Ciertamente es libertad para aquellos que lo hacen. Ciertamente es libertad para
aquellos que lo usan como entretenimiento, pero también se nos pide que creamos que
es libertad para aquellas a quienes se lo hacen.
Luego, se toma este entretenimiento y se lo usa en otras mujeres, mujeres que no
están en la pornografía, para obligar a esas mujeres a prostituirse, para obligarlas a
imitar los actos en la pornografía. De las mujeres en pornografía, entre el sesenta y
cinco o setenta por ciento de ellas creemos que fueron víctimas de incesto o abuso
sexual infantil. Son mujeres pobres; no son mujeres que hayan tenido oportunidades en
esta sociedad. Frecuentemente son mujeres que escaparon de sus casas las que son
captadas por los proxenetas para ser explotadas. Son frecuentemente violadas, esas
violaciones son filmadas y se las mantiene en la prostitución a través del chantaje. La
pornografía se usa sobre las prostitutas por los puteros que esperan que ellas repliquen
los actos sexuales en la pornografía, sin importar cuánto daño hagan.
La pornografía es usada en las violaciones —para planificarlas, para ejecutarlas,
para coreografiarlas, para generar la excitación de cometer el acto. La pornografía es
usada en las violaciones en grupo contra las mujeres. Vemos un incremento, desde el
estreno de Garganta Profunda de las violaciones orales —donde las mujeres llegan a
las salas de urgencias porque los hombres creen que pueden penetrarlas, arremeterlas

202
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

profundamente hasta la garganta. Vemos un incremento de los usos de todos los


elementos de la pornografía en las golpizas, que es el crimen más comúnmente
cometido en este país, incluyendo las violaciones a las mujeres por animales,
incluyendo las mutilaciones, incluyendo el bondage pesado, incluyendo la tortura
directa.
Hemos visto en los últimos ocho años un incremento en el uso de cámaras
durante las violaciones. Y esas violaciones son filmadas y luego son puestas en el
mercado y son consideradas libertad de expresión protegida —y son violaciones reales.
Vemos un uso de la pornografía en los acosos a las mujeres en sus trabajos,
especialmente en los trabajos no tradicionales, en el acoso a las mujeres en la educación,
para crear terror y docilidad en sus hogares, que como saben es el lugar más peligroso
para las mujeres en esta sociedad, donde se comete la mayor cantidad de violencia
contra las mujeres, más que en cualquier otro lado. Vemos que se usa la pornografía
para generar acoso hacia las mujeres y los niños en los vecindarios que están saturados
de pornografía, a donde viene gente de otras partes de la ciudad y acosan a la población
que vive en esos vecindarios y que incrementa los ataques físicos y los acosos verbales.
Vemos que la pornografía le ha brindado como motivo a la violación, los
beneficios económicos. Vemos que las violaciones filmadas son libertad de expresión
protegida. Vemos el papel central que la pornografía juega en los asesinatos seriales.
Existen los videos snuff. Vemos a los niños imitando a la pornografía. Vemos que la
edad promedio de los violadores está disminuyendo. Comenzamos a ver violaciones en
grupo en las escuelas primarias cometidas por niños de la edad correspondiente a las
escuelas primarias imitando a la pornografía.
Vemos abusos sexuales luego de la muerte donde frecuentemente la pornografía
es el motivo de la muerte porque el hombre cree que va a obtener un placer sexual
especial al tener sexo con una mujer después de que esta ha muerto.
Vemos un aumento en el comercio de mujeres, vemos la tortura de mujeres
como una forma de entretenimiento, vemos que las mujeres sufren el perjuicio de la
objetivización —es decir que son deshumanizadas. Somos tratadas como si fuéramos
subhumanas, y esa es una precondición para la violencia contra nosotras.
Vivo en un país en el que si filmas un acto de humillación o tortura, y la víctima
es una mujer, el film es tanto considerado entretenimiento como libertad de expresión
protegida. Ahora eso me dice algo de lo que significa ser una mujer ciudadana en este
país y el significado de pertenecer a una segunda clase.
Cuando tu violación es entretenimiento, tu futilidad es absoluta. Has alcanzado
el punto más bajo de la futilidad social. El impacto civil de la pornografía en las mujeres
es abrumador. Nos mantiene socialmente en silencio, nos mantiene socialmente dóciles,
nos mantiene con miedo en nuestros vecindarios; y crea una gran desesperanza en las
mujeres, una gran desesperación. Vivimos dentro de una pesadilla de abuso sexual que
es tanto real como potencial, y tenemos la gran alegría de saber nuestra pesadilla es la
libertad y la diversión de otra persona.
Ahora, han ocurrido muchas cosas en este país para legitimar a la pornografía en
los últimos diez o quince años. Hay personas que son responsables por el hecho de que
la pornografía sea ahora una forma legítima de entretenimiento público.
Número uno, el lobby de abogados que trabajan para los pornógrafos; el hecho
de que los pornógrafos les paguen a los abogados grandes montos para luchar a favor de
ellos, no sólo en las cortes sino en público, en el diálogo público; el hecho de que los
abogados interpretan los principios constitucionales a la luz del interés monetario de los
pornógrafos.

203
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Número dos, la conspiración de la Unión Americana de Libertades Civiles


(ACLU) con los pornógrafos, que incluye aceptar dinero de ellos. Incluye usar edificios
que son propiedad de los pornógrafos sin pagar la renta, incluye usar los beneficios de
la pornografía para recaudar dinero. Incluye no sólo defenderlos en la corte sino
también hacerles publicidad, incluyendo organizar eventos para ellos, como Los
Premios Hugh Hefner a la Primera Enmienda organizados por la ACLU para Playboy.
Incluye publicar en sus revistas. Incluye obtener un gran orgullo y beneficio económico
al trabajar en privado para los pornógrafos, mientras fingen públicamente defender
desinteresadamente las libertades civiles y la libertad de expresión.
Quiero que contrasten el comportamiento de la ACLU en relación a los
pornógrafos con sus actividades en relación al Klan y los Nazis. La ACLU finge
entender que ellos son igualmente perniciosos. Pero, ¿publica la ACLU en los
periódicos del Klan? No. ¿Van a eventos sociales de los Nazis? No. ¿Van a cócteles en
la sede Nazi? No, o al menos, no por ahora.
Finalmente, han conspirado en este sentido: han convencido a muchos de
nosotros de que el estándar para la libertad de expresión es lo que yo llamaría un
estándar de repulsión. Eso quiere decir que encontramos a la persona más repulsiva en
la sociedad y la defendemos. Yo digo que encontremos a las personas más vulnerables
en la sociedad y las defendamos a ellas. Esa es la forma de incrementar los derechos de
expresión en esta sociedad.
Un tercer grupo que confabula para legitimar a la pornografía son los editores y
los presuntamente llamados medios de comunicación legítimos. Ellos fingen creer que
bajo este sistema de leyes hay una Primera Enmienda que es indivisible y absoluta, lo
que nunca ha sido.
Como saben, la Primera Enmienda protege a la expresión que ya se ha dicho de
la interferencia del Estado. Esto significa que protege a aquellos que son propietarios de
los medios. No hay una responsabilidad afirmativa de abrir un diálogo con aquellos que
están indefensos en la sociedad.
Como resultado de esto, los dueños de los medios de comunicación, los
periódicos, las cadenas de televisión, están muy cómodos con la definición de los
cuerpos de las mujeres como la libertad de expresión de los proxenetas, porque están
protegiendo sus propios derechos de beneficiarse como dueños, y piensan que para eso
está la Primera Enmienda.
Me avergüenza decir que la gente en mi profesión, los escritores, también están
confabulados con los pornógrafos. Les brindamos su presunto valor de redención social,
y ellos envuelven los cuerpos torturados de las mujeres en las obras que hacemos.
Cuarto, los políticos han conspirado con los pornógrafos en las municipalidades
a todo lo largo de este país. Lo hacen de las siguientes maneras:
Las leyes zonales no mantienen a la pornografía fuera de nuestras ciudades. Son
un permiso legal oficial para traficar pornografía. Y como resultado, los políticos
pueden denunciar a la pornografía moralmente mientras la protegen a través de leyes
zonales.
Las leyes zonales le imponen la pornografía a vecindarios pobres, a vecindarios
de clase trabajadora, a vecindarios en el que viven personas de color, y a toda esa clase
de gente que tiene que lidiar con los incrementos en los crímenes, el terrible acoso, la
degradación de la calidad de vida en sus vecindarios y los políticos así logran proteger
el valor de las propiedades de los ricos. Hay un problema de protección igualitaria aquí:
porque el Estado hace que algunas personas paguen para que otras puedan beneficiarse.
Pero este problema nunca ha sido mencionado. Nunca hemos podido demandar a
una ciudad bajo la teoría de protección igualitaria porque los abogados están del otro

204
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

lado. Los abogados les pertenecen principalmente a los pornógrafos, y la gente que vive
en estos vecindarios que están saturados con pornografía son personas indefensas. Ni
siquiera tienen poder en sus propias municipalidades.
Además, lo que los pornógrafos hacen en esas municipalidades es comprar tierra
que está destinada a desarrollar las ciudades. Mantienen esas tierras de rehén.
Desarrollan poder político negociando esa tierra. Obtienen grandes beneficios e
influencia en los gobiernos locales de las ciudades.
Cinco, no finalmente sino casi llegando al final, un gran conspirador a favor de
los pornógrafos fue el último presidente de la Comisión de Obscenidad y Pornografía.
Fue muy efectivo legitimando la pornografía en este país. Parecía estar buscando al
proverbial asesino del hacha que miraba pornografía y dentro de las siguientes
veinticuatro o cuarenta y ocho horas salía y mataba a alguien de una manera clara y
horrible. El país está saturado de pornografía y saturado de violencia contra las mujeres
y saturado con la interconexión de ambas. Y la Comisión no lo encontró.
Ninguna de las investigaciones científicas en las que se basaron para llegar a sus
conclusiones vale algo el día de hoy. Todo es inválido. Les pido que tomen en serio el
hecho de que la sociedad no existe en un laboratorio, que estamos hablando de cosas
reales que les suceden a personas reales y por eso es que les pedimos que se
responsabilicen.
Finalmente, los últimos colaboradores en la legitimación de la pornografía son,
por supuesto, los consumidores. En 1979, teníamos una industria de 4 mil millones de
dólares al año. Para 1985 se había convertido en una industria de 8 mil millones de
dólares al año. Esos consumidores incluyen a hombres en todos los caminos de la vida:
abogados, políticos, escritores, profesores, dueños de los medios, policía, doctores,
incluso también comisionados o presidentes de esas comisiones. Nadie lo sabe
realmente, ¿no?
Y sin importar dónde miremos, no podemos encontrar a los consumidores. Pero
lo que aprendemos es el significado de ser un ciudadano de primera y este es que puedes
usar tu autoridad como hombre y como profesional para proteger a la pornografía tanto
desarrollando argumentos para protegerla como usando el poder social y económico real
para protegerla.
Como resultado de todo esto, el daño a las mujeres permanece invisible, incluso
aunque tengamos los cadáveres, el daño a las mujeres permanece invisible. Subrayar la
invisibilidad de este daño es una conjetura de que lo que se les hace a las mujeres es
natural, que incluso si una mujer es obligada a hacer algo, de alguna manera esto cae
dentro de la esfera de sus responsabilidades naturales como mujer. Cuando lo mismo se
les hace a los varones, esas cosas se perciben como una atrocidad. Son llamadas
antinaturales.
Pero si fuerzas a una mujer a hacer algo para lo que nació para hacer, entonces la
violencia hacia ella no se percibe como una verdadera violación.
Adicionalmente, el daño de la pornografía permanece invisible porque las
mujeres han sido históricamente excluidas de las protecciones de la Constitución; y
como resultado, las violaciones a nuestros derechos humanos, cuando no ocurren de la
misma manera en que las violaciones de los hombres ocurren, no son reconocidas o
tomadas en serio, no tenemos remedios para ellas bajo la ley.
Adicionalmente, la pornografía invisibiliza el daño que les hace a las mujeres
porque las mujeres son más pobres que los hombres y muchas de las mujeres explotadas
en la pornografía son muy pobres, muchas de ellas son analfabetas, y también porque
hay mucha docilidad por parte de las mujeres por ser brutalizadas, y es una docilidad

205
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

que está basada en el miedo, está basada en la impotencia y está basada en una reacción
a la verdadera violencia de los pornógrafos.
Finalmente, el daño es invisible a causa de las sonrisas, porque las mujeres son
obligadas a sonreír, no sólo a hacer actos sexuales. Nos obligan a sonreír mientras los
hacemos.
Entonces encontrarán en la pornografía a mujeres penetrándose a sí mismas con
espadas o dagas, y las verán sonriendo. Verán cosas que no se les pueden hacer a un ser
humano y que sólo se les hace a los hombres en circunstancias políticas de tortura y
verán a una mujer siendo obligada a sonreír.
Y se le creerá a esta sonrisa, y el perjuicio hacia ella como ser humano, a su
cuerpo y su corazón y su alma, no será creído.
Ahora, nos han dicho que tenemos una discusión aquí sobre la libertad de
expresión, no sobre las mujeres siendo lastimadas. Y sin embargo el emblema de esa
discusión es una mujer atada y amordazada y se supone que tenemos que creer que eso
es libertad de expresión. ¿Para quién es esa libertad de expresión? ¿Hay mujeres siendo
torturadas y tenemos que creer que eso es la libre expresión de alguien? ¿La expresión
de quién? Es la expresión del proxeneta, no la expresión de la mujer.
Las únicas palabras que escuchamos en la pornografía de parte de las mujeres
son que las mujeres quieren ser lastimadas, piden ser lastimadas, les gusta ser violadas,
obtienen placer sexual de la violencia sexual; e incluso cuando una mujer está cubierta
en inmundicias, se supone que tenemos que creer que su expresión es que le gusta y que
quiere más de eso.
La realidad de las mujeres en esta sociedad es que los pornógrafos crean sólo
silencio para las mujeres. Los pornógrafos silencian a las mujeres. Nuestros cuerpos son
su idioma. Su expresión está hecha a través de nuestra explotación, nuestro servilismo,
nuestro daño y nuestro dolor, y no pueden decir nada sin lastimarnos, y cuando los
protegen, protegen únicamente su derecho de explotarnos y dañarnos.
La pornografía es un asunto de derechos civiles para las mujeres porque la
pornografía sexualiza la desigualdad, porque convierte a las mujeres en criaturas
subhumanas.
La pornografía es un asunto de derechos civiles para las mujeres porque es la
explotación sistemática de un grupo de personas a causa de una condición de
nacimiento. La pornografía crea intolerancia y hostilidad y agresión contra todas las
mujeres, tiene como blanco a todas las mujeres, sin excepción.
La pornografía es nuestra supresión a través de la explotación sexual y el abuso.
Para que no tengamos medios reales de alcanzar la igualdad civil; y el asunto aquí es
simple, no complejo. Hay personas siendo lastimadas y pueden ayudarlas o pueden
ayudar a aquellos que las están lastimando. Necesitamos una legislación de derechos
civiles, una legislación que reconozca que la pornografía es una violación de los
derechos humanos de las mujeres.
La necesitamos porque una legislación de derechos civiles reconoce el hecho de
que el daño aquí se le hace a seres humanos. Necesitamos ese reconocimiento.
Necesitamos una legislación de derechos civiles porque coloca el poder de actuar en las
manos de las personas que han sido obligadas a pornografiar la impotencia, y ese es un
tipo especial de impotencia, es una impotencia que se supone que es una forma de
placer sexual.
Necesitamos una legislación de derechos civiles porque solo aquellos a quienes
les ha sucedido saben lo que les ha sucedido. Esas son las personas expertas. Ellas
tienen el conocimiento. Ellas saben qué ha pasado, cómo ha pasado; sólo ellas pueden
articular, desde el comienzo hasta el final, la realidad de la pornografía como un

206
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

perjuicio a los derechos humanos. Necesitamos una legislación de derechos civiles


porque nos devuelve algo luego de todo lo que los pornógrafos han tomado de nosotras.
La motivación para luchar es lo que mantiene a la gente viva. La gente la
necesita por su propia dignidad, por su propia habilidad para continuar existiendo como
ciudadanos en un país que necesita de su creatividad y necesita de su presencia y
necesita de la existencia que les han quitado los pornógrafos. Necesitamos una
legislación de derechos civiles porque, como una política social, le dice a una población
que tiene valor humano, tiene valor humano, que esta sociedad reconoce que tiene valor
humano.
La necesitamos porque es el único remedio legislativo hasta ahora que apenas se
ha esbozado para enfrentar los problemas de derechos humanos de aquellas personas
que están siendo explotadas y discriminadas, sin convertirse en un instrumento del
poder policial para suprimir a la verdadera libertad de expresión.
Necesitamos una legislación de derechos civiles porque el proceso de
descubrimiento civil es muy importante, y nos dará una gran cantidad de información
para potenciales procesamientos penales contra el crimen organizado, contra los
pornógrafos, y les pido que miren como ejemplo a Centro de Leyes de Pobreza del Sur
y a su proyecto Klanwatch, que ha usado las demandas penales para conseguir
imputaciones penales contra el Klan.
Finalmente, necesitamos una legislación de derechos civiles porque la única
palabra realmente sucia en esta sociedad es la palabra "mujer", y una aproximación a los
derechos civiles dice que esta sociedad repudia la brutalización de las mujeres.
Estamos en contra de las leyes de obscenidad. No las queremos. Quiero que
entiendan por qué, estén de acuerdo o no.
Número uno, los pornógrafos usan las leyes de obscenidad como parte de su
fórmula para hacer pornografía. Todo lo que necesitan es proveerle algo de valor
literario, artístico, político o científico y ya pueden colgar a las mujeres de las vigas.
Siempre y cuando se las arreglen para alcanzar esa fórmula, no importa lo que les hagan
a las mujeres.
Y en los viejos tiempos, cuando las leyes de obscenidad eran todavía cumplidas,
en varios lugares —por ejemplo en la pornografía más sadomasoquista— los genitales
estaban siempre cubiertos porque si los genitales estaban descubiertos, entonces les
lanzarían una persecución policial.
Número dos, el uso del interés lascivo estándar —independientemente de cómo
el estándar sea analizado en esta época, cuando la Corte Suprema ha tomado dos
sinónimos, "lascivia" y "lujuria", y ha dicho que significan cosas diferentes, lo que es
alucinante en y fuera de sí mismo. Independientemente de lo que se entienda por interés
lascivo, la reacción de los jurados al material —ya sea que tengan permitido excitarse o
no lo tengan permitido, o cuales sean las instrucciones de la corte— no tiene nada que
ver con la realidad objetiva de lo que les está sucediendo a las mujeres en pornografía.
La tercera razón por la que las leyes de obscenidad no pueden funcionar para
nosotras es: ¿Qué implican para nosotras los estándares de la comunidad en una
sociedad en la que la violencia para las mujeres es pandémica, cuando según el FBI una
mujer es golpeada cada dieciocho segundos y es el crimen más comúnmente cometido
en el país?¿Qué habrían implicado los estándares de la comunidad en el Sur
segregado?¿Qué habrían implicado los estándares de la comunidad mientras nos
aproximábamos a la atrocidad de la Alemania Nazi?¿Qué son los estándares de la
comunidad en una sociedad en la cual las mujeres son perseguidas por ser mujeres y la
pornografía es una forma de persecución política?

207
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Las leyes de obscenidad también fueron construidas odiando a las mujeres. Su


presunción básica es que los cuerpos de las mujeres son sucios. Los estándares de la ley
de obscenidad no tienen en cuenta la realidad de la tecnología. Fueron bocetados en una
sociedad donde la obscenidad era interpretada como esencialmente escribir y dibujar; y
ahora que lo que existe es la producción en masa, de manera tal que personas reales
están siendo lastimadas y es el consumo de personas reales por una tecnología real, las
leyes de obscenidad no se ajustan a tal realidad.
Finalmente, las leyes de obscenidad, a discreción de la policía y los fiscales,
mantendrán a la obscenidad fuera de la visión pública pero se mantendrá accesible para
los hombres en privado. Se mantiene accesible para los hombres individuales, se
mantiene accesible para los grupos de hombres; y mientras siga siendo utilizada, seguirá
creando intolerancia, hostilidad y agresiones contra todas las mujeres. Se sigue usando
durante el abuso sexual como parte del abuso sexual. Se sigue haciendo aún a través de
la coerción, el chantaje y la explotación.
Les voy a pedir varias cosas. La primera cosa que voy a pedir es que escuchen a
las mujeres que quieren hablarles sobre lo que les pasó. Por favor, escúchenlas. Ellas
saben, ellas saben cómo funciona esto. Ustedes le están pidiendo a la gente que
especule; ellas saben, les ha pasado a ellas.
Les voy a pedir que acepten estas recomendaciones. La primera recomendación
que me gustaría hacer es que logren que el Departamento de Justicia instruya a los
cuerpos de seguridad a realizar registros del uso de la pornografía en los crímenes
violentos, especialmente en las violaciones y las golpizas, el incesto y el abuso a los
niños, en los asesinatos, incluyendo las violaciones post mortem, para tomar nota de
aquellos asesinatos que son cometidos por razones sexuales. Monitoreen, por ejemplo,
los suicidios de chicos adolescentes y el lugar que ocupa la pornografía en esos
suicidios. Monitoreen el uso de la pornografía tanto antes como después de la
perpetración de un crimen violento y la presencia de la pornografía en el crimen
violento.
Quiero decirles que mucha de la información que tenemos sobre esto, que
llamamos una correlación, no viene de los oficiales de los cuerpos de seguridad; viene
de los testimonios de los agresores sexuales. Es así como sabemos que la pornografía
tiene un lugar significativo en la perpetración de delitos sexuales. Hagan que el FBI
reporte esa información en los Reportes de Crímenes Uniformes, para que podamos
comenzar a tener un estándar real aquí.
Número dos, saquen a la pornografía de todas las prisiones. Es cómo enviarles
dinamita a los terroristas. Esas personas han cometido crímenes violentos contra las
mujeres. Consumen pornografía. Vuelven a las calles. Los índices de reincidencia son
increíbles, sin mencionar que la prisión es una sociedad saturada de violaciones. ¿Qué
pasa con los derechos de esos hombres que están siendo violados en las prisiones, y la
relación de la pornografía con sus violaciones?
Nadie debería ser sentenciado a una vida infernal de violaciones en la prisión.
Pueden hacer algo al respecto sacando la pornografía de las prisiones.
Número tres, hagan cumplir las leyes contra el proxenetismo y el reclutamiento
de los de los pornógrafos. El reclutamiento es el pagar por sexo para hacer pornografía
con eso. Un recluta es cualquier persona que consigue a otra persona con el fin de
prostituirse. Esta ley se ha hecho cumplir contra los pornógrafos en California. Procesen
a los productores de pornografía bajo las leyes de proxenetismo y reclutamiento.
Número cuatro, hagan que el Departamento de Justicia priorice el cumplimiento
de RICO (el Acta de Organizaciones Influenciadas y Corrompidas por el Crimen
Organizado) contra la industria pornográfica. La actividad mafiosa implica, como

208
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

saben, cualquier acto o incluso amenaza que involucre asesinatos, secuestros,


extorsiones, y cualquier tipo de tráfico de mujeres obligadas —lo que por razones
incomprensibles para mí es aún llamado trata de blancas, aunque las mujeres sean
asiáticas o negras, todas las mujeres son traficadas de esta manera. Así es como los
pornógrafos hacen sus negocios, tanto en relación a las mujeres como en relación a la
distribución de sus productos.
RICO, si fuera hecho cumplir contra la industria, podría ayudar mucho a romper
con la industria.
Número cinco, por favor recomienden que la legislación federal de derechos
civiles que reconoce a la pornografía como una forma virulenta y despiadada de
discriminación sexual se apruebe, que sea una ley civil. Puede ser como acta separada o
puede ser una enmienda como un título separado bajo el Acta de Derechos Civiles de
1964. Queremos que la protección igualitaria del principio de la Enmienda Catorce se
aplique a las mujeres. Esta es la forma de hacerlo. Queremos una definición de la
pornografía que esté basada en la realidad de la pornografía, que es la de ser un acto de
subordinación sexual de las mujeres. Las causas de acción necesitan incluir el tráfico, la
coerción, el obligar a una persona a ver pornografía y el abuso o perjuicio físico por ver
una pieza específica de pornografía.
Queremos también que consideren, consideren el crear una cláusula sobre
conspiración criminal bajo la ley de derechos civiles, para que conspirar para privar a
una persona de sus derechos civiles al coaccionarla a hacer pornografía sea un crimen, y
que conspirar para traficar para hacer pornografía sea conspirar para privar a una mujer
de sus derechos civiles.
Finalmente, me gustaría pedirles que piensen sobre la pornografía en el contexto
de las leyes internacionales. Tenemos reclamos para hacer. Los pornógrafos violan los
derechos de las mujeres bajo principios de ley reconocidos internacionalmente. La
Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que todos tenemos derecho a la
vida, a la libertad y la seguridad como personas, que nadie debe ser sujeto a castigos o
torturas o tratos crueles o inhumanos o degradantes, que todos tenemos el derecho de
ser reconocidos en cualquier lado como personas ante la ley.
También dice que nadie será sometido a la esclavitud o servidumbre, que la
esclavitud y la trata de esclavos debe ser prohibido en todas sus formas, y en la ley
internacional el tráfico de mujeres ha sido reconocido ya por mucho tiempo como una
forma de trata de esclavos.
El presidente Carter firmó, y les estoy pidiendo que recomienden que el
Congreso ratifique, la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra las
Mujeres de la Convención de las Naciones Unidas, que incluye el siguiente artículo,
artículo 6: "Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de
carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de
la prostitución de la mujer." Eso le da al Gobierno de Estados Unidos una obligación
afirmativa para actuar contra la trata de mujeres. Es un problema internacional y
requiere en parte una solución internacional.
También les pido que reconozcan la realidad internacional de esto —que es un
asunto de derechos humanos— por una razón muy personal, que es que mis abuelos
vinieron aquí, siendo Judíos huyendo de Rusia, Judíos huyendo de Hungría. Aquellos
que no vinieron a este país fueron asesinados, ya sea en progromos o por los Nazis.
Vinieron aquí por mí. Yo vivo aquí, y vivo en un país en el que las mujeres son
torturadas como una forma de entretenimiento público y por dinero, y en el que la
tortura es defendida como un derecho protegido estatalmente. Ahora, eso es
insoportable.

209
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Estoy aquí pidiendo la cosa más simple. Estoy diciendo que las personas
dañadas necesitan remedios, no obviedades, no leyes que ya saben que no funcionan; las
personas excluidas de las protecciones constitucionales necesitan igualdad. Las personas
silenciadas mediante la explotación y la brutalidad necesitan verdadera expresión
propia, no que les digan que cuando son colgadas de ganchos de carniceros, esa es su
expresión. Nadie en este país que haya estado trabajando para hacer algo contra la
pornografía, ninguna mujer que haya hablado contra ella, va a dar un paso atrás, ni se va
a olvidar de lo que ha aprendido, ni va a olvidar que tiene derechos que no están siendo
reconocidos en este país. Y hay muchas personas en este país, me alegra decir, que
quieren vivir en un mundo mejor, no en un mundo cruel, y no aceptarán el odio hacia
las mujeres como buena y honesta diversión estadounidense; no aceptarán el odio hacia
las mujeres y las violaciones de las mujeres como la idea de libertad de nadie. No
aceptarán la tortura de las mujeres como una libertad civil.
Les pido que ayuden a las explotadas, no a sus explotadores. Tienen una
oportunidad enorme aquí. Les pido como individuos que tengan el valor, porque creo
que eso es lo que necesitan, de tener la voluntad de ir ustedes mismos y cortar las sogas
de esa mujer, y desatarle las manos y bajarla, y quitarle la mordaza de la boca y hacer
algo, de arriesgar algo, por su libertad.
Muchas gracias por escucharme. Voy a presentar como evidencia una copia del
libro de Linda Marchiano, Calvario, que entiendo nunca han leído. Ella testificó ante
ustedes el día de ayer. Les pido, que cuando lleguen al momento de hacer las
recomendaciones, piensen en ella. La única cosa atípica de Linda es que tiene el coraje
de llevar una pelea pública contra lo que le ha sucedido.
Y que lo que sea que concluyan, la ayude a ella o sino no ayudará a nadie.
Muchas gracias.

DESDE EL PISO: Tú no hablas por todas las mujeres.


PRESIDENTE HUDSON: Haremos eso parte del registro. ¿Algún comisionado tiene
alguna pregunta para la Sra. Dworkin? Sra. Levine.119
SRA LEVINE: Sra. Dworkin, ¿hace usted alguna distinción en su definición entre la
erótica y la pornografía?
SRA DWORKIN: Hay una definición recientemente surgida dentro del Movimiento
Feminista, articulada, por ejemplo, por Gloria Steinem, que dice que la erótica es
material sexualmente explícito que muestra mutualidad, reciprocidad e igualdad. Estoy
preparada para aceptar esa definición como algo que no es pornografía. La ley que
sugiero, en lo que espero que sea una ley federal de derechos civiles, ciertamente la ley
que Catharine MacKinnon y yo desarrollamos, aplica únicamente a material
sexualmente explícito que subordina a las mujeres de forma tal que es perjudicial para
nuestro estatus social y no para cualquier material sexualmente explícito.
SRA LEVINE: No soy abogada e hice un intento de entender esa ordenanza. ¿Piensa
que es posible que la visión de una persona sobre la subordinación no sea la misma que
la de otra, y que, debido a eso, haya material que Gloria u otra gente piense que es
erótica y que aún así sea atacada bajo la ordenanza, tal cual está esbozada?
SRA DWORKIN: No, creo que la definición es muy específica y concreta. Está
construida restringidamente, con definiciones enumeradas, no con una definición
general, para que no esté sujeta a ese tipo de interpretación. Como creo que usted sabe,
Gloria Steinem ha sido una activa defensora de esta ley desde el comienzo,

119
Los comisionados presentes eran: Henry Hudson, Judith Becker, Park Dietz, James Dobson, Ellen
Levine; el reverendo Bruce Ritter, Frederich Schauer; Deanne TIlton.

210
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

precisamente porque desde su punto de vista, hace esa distinción de manera tal que sea
clara y concreta.
SRA LEVINE: ¿Entiendo, entonces, que según usted aquel material que no sería visto
—que sería sexualmente explícito, pero de mutuo acuerdo, no sería considerado
obsceno?
SRA DWORKIN: Sexualmente explícito, sexualmente igualitario, sexualmente
recíproco y sin contener ninguno de los escenarios concretos que son nombrados en la
definición de la ordenanza que son todos escenarios de desigualdad y degradación,
mayormente violentos.
SRA LEVINE: ¿Piensa usted que algo del material actual —podría ser procesado como
obsceno o podría no ser procesado como obsceno bajo su definición?
SRA DWORKIN: Bueno, bajo nuestra definición hay dos correcciones que necesitan
hacerse. Primero, la obscenidad no aplica en esta definición en lo absoluto.
SRA LEVINE: Entiendo eso. Pero es lo único que tenemos en este momento, entonces
estoy intentando ver las distinciones.
SRA DWORKIN: Segundo, nada puede ser procesado; una persona debe imponer una
demanda civil.
SRA LEVINE: Entiendo eso, pero para traer a una persona a la corte para ser multada,
¿existe material actual que pueda ser procesado como obsceno que no podría ser traído a
la corte en una demanda civil?
SRA DWORKIN: Sí, creo que hay mucho, mucho material actualmente. Me parece que
prácticamente cualquier cosa puede ser procesada bajo la ley de obscenidad, y sobre la
única cosa que no lo está siendo, con todo el respeto debido a los señores de Carolina
del Norte, cuyos logros no pretendo negar, pero la pornografía es precisamente la única
cosa contra la que la ley de obscenidad no se ha usado. Las leyes de Obscenidad han
sido usadas tradicionalmente contra obras de literatura, etc. Es abundantemente usada
contra los programas de educación sexual porque es vaga y porque los estándares de la
comunidad pueden ser analizados de maneras muy variables.
SRA LEVINE: ¿Habría entonces imágenes sexualmente explícitas de relaciones
sexuales que fueran de acuerdo mutuo que no necesitarían de una demanda civil de
acuerdo con su definición?
SRA DWORKIN: Sí, las habría.
SRA LEVINE: ¿Entonces de alguna manera sería más amplia?
SRA DWORKIN: De alguna manera sería más amplia y de otras maneras no lo sería.
SRA LEVINE: Déjeme preguntarle esto —y sabemos que a usted le preocupa realmente
la violencia contra las mujeres, como a la mayoría de las mujeres— en su opinión, de
ser removida toda la pornografía, especialmente la pornografía violenta, ¿se podría
apreciar una disminución directa en los crímenes de violencia contra las mujeres?
SRA DWORKIN: Por supuesto, no sé lo que se podría ver. Mi respuesta personal es
que creo que veríamos una disminución.
SRA LEVINE: ¿Incluso aunque muchos de esos crímenes son cometidos bajo la
influencia del alcohol o de otras drogas?
SRA DWORKIN: Sí, no creo que haya nada que ocupe el rol que la pornografía ocupa
al generar abusos sexuales. Creo que ese ha sido el caso durante todo ese periodo de
tiempo en el cual la pornografía fue usada en privado, en el abuso sexual privado, y es
únicamente con la saturación del foro público que las mujeres han encontrado de alguna
manera una estructura social receptiva a escuchar las realidades de esos abusos a través
de la pornografía que han estado sucediendo.
SRA LEVINE: ¿También cree que las violaciones en las prisiones disminuirían si no se
permitiera pornografía en las prisiones?

211
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

DRA DWORKIN: Realmente lo creo.


SRA LEVINE: ¿Existen las prisiones, por cierto, en las que no se permita la
pornografía?
SRA DWORKIN: Hasta dónde sé, en la actualidad la pornografía no tiene restricciones
tanto en las prisiones federales como en las estatales. Recientemente un grupo de
mujeres que trabajan como guardias en una prisión del Estado de California recibió una
orden porque Hustler hizo una portada.
SRA LEVINE: Recuerdo el caso.
SRA DWORKIN: Una violación en grupo a una guardia en una prisión se parecía
mucho a la violación sobre una mesa de billar que habían hecho en su portada justo
antes de la violación de New Bedford, y esas mujeres bajo su asociación profesional
fueron a la corte y recibieron una orden contra la distribución de esa edición en
particular pero no aplicó a ninguna otra edición y no aplicó a ningún otro estado.
SRA LEVINE: Muchas gracias.
PRESIDENTE HUDSON: Dr. Dobson, ¿tiene alguna pregunta?
DR DOBSON: Sí, la tengo, Sr. Presidente. Sra. Dworkin, varios testigos han hablado a
favor del enfoque desde los derechos civiles y varios se han opuesto bajo la premisa de
que ya tenemos leyes en los libros para lograrlo. ¿Qué les diría a esas personas y a esa
perspectiva?
SRA DWORKIN: Sí, tenemos leyes que tratan con una especie de maquillaje la
realidad social. Es decir, quién tiene acceso a la pornografía que existe, cuán
públicamente accesible estará, si será escondida detrás de cubiertas opacas, si será
escondida en cuartos traseros, lo que principalmente significa: que estará disponible
para los hombres en su mundo segregado para ellos.
Cómo la usan sobre las mujeres permanecerá constante; y sólo una legislación
de derechos civiles se dirige a los verdaderos perjuicios humanos, a las personas que
han sido lastimadas, tanto en la producción del material como en sus efectos sociales
subsecuentes, sobre los individuos y las mujeres como clase. Las leyes de obscenidad
no hacen eso; nunca fueron creadas con ese propósito. Con las mejores intenciones del
mundo, no pueden ser usadas de esa manera.
Y las fallas en ellas han llegado al punto en el que creo que van a simplemente
implotar. Los estándares que la Corte Suprema ha construido son prácticamente —Y
entiendo que muchas personas aquí han dicho que las entienden. Yo las entiendo un
momento sí y otro no, pero no las entiendo cuando veo la imagen de una mujer asiática
colgada de un árbol, y el problema es, ¿está el jurado excitado o no?
El problema es que la mujer asiática está siendo colgada del árbol porque
alguien piensa que en algún lado eso es sexual, y no tiene que ser la gente del jurado.
Puede ser la persona que tomó la fotografía o el pornógrafo que la imprime.
Por eso, las leyes de obscenidad no responden a la realidad de la industria
pornográfica actualmente.
DR DOBSON: ¿Cree que podría hacerlo? ¿Es posible diseñar una ley de obscenidad de
tal manera que repare el problema?
SRA DWORKIN: No creo que se pueda, porque creo que primero que nada, la
aplicación por parte de la policía y los fiscales se verá esencialmente siempre dirigida al
control, no a la evisceración, sino al control del crimen organizado; y que, por lo tanto,
si la producción de pornografía no es hecha por el crimen organizado —por ejemplo, si
no es por dinero— los abusos a las mujeres no serán de ninguna manera una prioridad
para los oficiales de los cuerpos de seguridad. Luchamos contra el constante problema
de que los oficiales de los cuerpos de seguridad se tomen en serio, como sabe, las
declaraciones de violaciones, de abusos, de agresiones.

212
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Una vez que hay una imagen que muestra a una mujer sonriendo mientras se le
hacen estas cosas, esa imagen, para muchos hombres, lamentablemente, es prueba de su
complicidad y prueba de su consentimiento.
DR DOBSON: Clarifique un último punto para mí. Creo que noté una contradicción en
algún punto cuando recomendó que se aplicaran leyes contra los pornógrafos y sin
embargo se oponía a esas leyes, ¿entendí mal?
SRA DWORKIN: No recomendé que se aplicaran leyes de obscenidad. Recomendé
específicamente que las leyes contra el reclutamiento sean aplicadas contra los
pornógrafos y que se use RICO para destruir a la industria pornográfica, que existe a
través de lo que es descripto en RICO como crimen organizado, es decir, actos o
amenazas de muerte, extorsión, etc., secuestros así como el tráfico de mujeres —y
pienso que la utilización de esas leyes penales será muy, muy efectiva.
DR DOBSON: Una última pregunta. Usted ha hablado muy elocuentemente sobre su
punto. ¿Por qué no tiene la misma pasión con respecto a los niños y el abuso de niños?
SRA DWORKIN: Lo tengo. Pero los niños tienen muchos representantes. Que lo supe,
cuando estuve en varios programas de televisión en representación de los derechos de
los niños y contra la explotación de los niños en pornografía, y me paraban por la calle
por ejemplo, varios policías que estaban felices de hablar conmigo y querían
agradecerme por lo que he hecho, y todo tipo de personas. Creo que la realidad es que
las condiciones de las mujeres y los niños están vinculadas muy fuertemente; es una
realidad política. Ambos compartimos tipos similares de explotación y abuso a través
del sexo y, desafortunadamente, la realidad es que la gente al menos proclama querer
hacer algo sobre los abusos cometidos a los niños pero se mantiene impávida frente a
los abusos cometidos contra las mujeres adultas, y esa es la razón por la que estoy aquí
hablando en representación de las mujeres adultas.
DR. DOBSON: Si los equipara de esa manera, ¿se opone usted a leyes contra la
pornografía infantil y el uso de niños para la pornografía?
SRA DWORKIN: No, lo que habría hecho, si me hubiera preguntado acerca de las leyes
sobre pornografía infantil, antes de la decisión de Ferber, habría sido explicarle por qué
pienso que las leyes de obscenidad no funcionarían al tratar con pornografía infantil, y
por qué debería haber leyes contra el abuso real, y que la pornografía era la prueba de
ese abuso y que, por ende, debería haber leyes en contra de la pornografía. La Suprema
Corte me ha liberado de tal obligación al reconocer que mucha de la pornografía
infantil, por ejemplo, no suscita interés lascivo, que no pueden hacer que un jurado diga
que esta suscita interés lascivo, pero eso no significa que la pornografía no viole los
derechos humanos; y creo que la misma situación es verdadera para las mujeres, que la
pornografía viola nuestros derechos, pero no pedimos una prohibición penal.
Pedimos algo que es mucho menos que una prohibición penal, es un pedido
modesto para un remedio social, un pedido modesto para tener acceso a las cortes para
poder probar nuestros casos; y, por ende, me es muy extraño que nos encontremos con
tanto escepticismo y que sea tan común y corriente la creencia, frecuente, de que si las
mujeres son dañadas, entonces es culpa de las mujeres que están siendo dañadas, tanto
de las que están dentro de la pornografía como de las que son violadas o abusadas.
DR. DOBSON: Gracias.
PRESIDENTE HUDSON: Profesor Schauer.
DR SCHAUER: Sí, Sra. Dworkin, en la lista de ítems con la que concluyó su
presentación, he notado la ausencia de cualquier discusión sobre la presión económica,
los boicots, la organización individual o cosas del estilo. Fue omitido únicamente en
términos de que ese es su punto de vista sobre lo que nuestra Comisión debería hacer o

213
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

tiene usted — ¿discutiría usted sobre la cuestión general de los boicots, la organización
individual, la presión económica y similares?
SRA DWORKIN: Estoy ciertamente a favor de los boicots en contra de la industria
pornográfica, pero me parece que eso no apunta hacia la realidad del asunto. Crecí en
una época en la que las personas se preparaban para no comer lechuga, no comer uvas,
no comer atún bajo ciertas circunstancias en las que el atún no estaba siendo capturado
de la manera correcta. Y la realidad es que esos votantes que estuvieron tanto tiempo sin
lechuga y pasaron tanto tiempo sin uvas, consumen pornografía y defienden a la
pornografía y han sido responsables de algunas de las defensas sociales más
importantes, de las construcciones de algunas de las defensas sociales más importantes
de la pornografía.
Creo que con la pornografía estamos lidiando con un problema muy particular y
con eso quiero decir que los hombres aman denunciarla moralmente en público pero
consumirla en privado. Cuando lidiamos con la realidad de ese consumo, en términos de
los derechos de las mujeres, no son las mujeres las que están consumiendo pornografía:
por ende, las mujeres no pueden boicotear a la pornografía. Los hombres la están
consumiendo, algunas veces en secreto, otras no. Los hombres la están usando y no es
ese el tipo de problema —es como pedirle a los violadores que boicoteen a la violación,
no lo hagan.
Bueno, estoy de acuerdo, no deberían hacerlo. Pero la pregunta es ahora qué
hacemos porque lo están haciendo.
DR. SCHAUER: Supongo, quiero decir, crecimos en una época en la que el mensaje era
"no compres uvas" en vez de "no vayas a comprar a la tienda que vende uvas". ¿Cree
que sería efectivo organizar una —¿se vería el problema particular al cual se acaba de
referir, sustancialmente disminuido si se dirigieran los boicots y la presión económica
contra esos negocios en vez de contra ítems en particular?
SRA DWORKIN: Bueno, tal vez esté usted al tanto del activismo feminista dirigido,
por ejemplo —hay un boicot, por ejemplo, contra aquellos anunciantes que publicitan
en Penthouse. Creo que eso es apropiado, y con suerte ese boicot crecerá y crecerá y
crecerá. La gente no debería comprar los productos de aquellos que apoyan la tortura de
las mujeres. Creo que eso es apropiado.
Como tal vez sabe, hay mucho activismo feminista que involucra sentarse en
supermercados, manifestarse en diferentes lugares. No hablé ciertamente de ese tipo de
activismo feminista porque no creí que a la Comisión le interesaría.
Pero intentamos hacer un hábito de ejercer nuestros derechos a la libertad de
expresión política en cada oportunidad que se nos presenta, incluyendo durante
películas pornográficas, cuando los hombres preferirían que nos mantuviéramos
calladas, y a través de piquetes y a través de sentadas; y la primera acción feminista
contra la pornografía fue, de hecho, un acto de desobediencia civil en 1970.
Así que puede ver que la historia del activismo feminista contra la pornografía es
prácticamente tan antigua como el Movimiento de Mujeres.
DR: SCHAUER: Gracias.
PRESIDENTE HUDSON: Padre Ritter, ¿tiene alguna pregunta para la Sra. Dworkin?
PADRE RITTER: Sí, Sra. Dworkin, gracias por su extraordinario y muy emotivo
testimonio. Mi pregunta no implica realmente ningún tipo de desacuerdo con lo que
usted ha dicho, aunque creo que de alguna manera diferiría con usted con respecto a
ciertos temas. Mi pregunta es meramente un intento de entender uno de los impulsos
centrales de su argumento. ¿Es su problema principalmente con los aspectos no
consensuales de la pornografía y cómo se relaciona a la degradación de las mujeres o es

214
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

principalmente con la degradación en sí misma en lo que respecta a las mujeres?


Déjeme ilustrar.
Si encontráramos a un hombre y a una mujer que total y libremente estuvieran
de acuerdo con realizar actividades sadomasoquistas, ¿pensaría que deberían ser
prohibidas, incluso cuando en sí misma es una cosa muy degradante que les sucede
tanto a los hombres como a las mujeres?
SRA DWORKIN: Mi respuesta a su pregunta es que sí objeto la degradación intrínseca
de los actos. Es por eso que creo que una definición de la pornografía basada en la
desigualdad sexual es una definición que honra la dignidad humana y la sexualidad.
Creo que yo ciertamente querría ver soluciones contra la pornografía. Pero la
realidad de las mujeres no está incluida en esa pregunta hipotética. Las formas de
coacción —incluyendo la realidad de la pobreza, la vulnerabilidad del abuso sexual en
una sociedad en la que es muy común, como bien sabe— es tal que es muy difícil
entender qué significa la palabra consentir. Si la mira de la manera en la que la palabra
consentimiento es usada en los estatutos sobre violaciones, una mujer podría estar
muerta y aún así haber cumplido con el estándar para el consentimiento.
Quiero decir, es muy difícil saber, en una sociedad en las que las mujeres han
sido esclavas, lo que es el consentimiento, y es mayormente conformidad pasiva.
Y las feministas tienen que luchar por una sociedad en la que vayamos mucho
más allá del consentimiento como estándar de la libertad, y estamos hablando de la
autodeterminación en un mundo con elecciones reales; y en este momento para las
mujeres, ese mundo de elecciones reales no existe realmente.
Entonces, mi respuesta a su pregunta es que ese material sería procesable bajo
nuestra ley, bajo nuestra ley de derechos civiles; desde mi punto de vista debería serlo,
es apropiado que lo sea. Creo que es intrínsecamente degradante y también pienso que
es demostrable que el material en sí mismo como consecuencia social provoca la misma
representación de las mujeres en una dimensión de actividad sadomasoquista. No hay
simplemente una realidad en la noción de que las mujeres puedan consentirlo, porque no
pueden.
PADRE RITTER: Gracias.
PRESIDENTE HUDSON: Sra. Levine, ¿tiene alguna otra pregunta?
SRA LEVINE: Sé que Park quería preguntar primero.
PRESIDENTE HUDSON: Dr. Dietz.
DR DIETZ: Sé que muchas personas estarían interesadas en escuchar algunas
especificaciones sobre qué clase de representaciones serían consideradas subordinación
de la mujer, porque esto es usualmente discutido con cierto desconcierto. Me gustaría
plantear algunas situaciones hipotéticas, algunas imágenes específicas y preguntarle si
hay suficiente información aquí para decirme si eso es considerado subordinación; y, si
lo hay, si lo es o no. ¿Es subordinación de las mujeres el representar desnudos —una
mujer arrodillada, desnuda, un hombre parado, mientras la mujer le hace sexo oral, ella
de rodillas y él parado?
SRA DWORKIN: Necesito explicarle algo acerca de nuestra ley, que merece un poco
más de crédito que el que le está usted dando, y que es que esa definición en sí misma
no es procesable. De acuerdo. No hay nada procesable que cumpla con la definición.
Necesita ser traficado, alguien necesita ser forzado a hacerlo, tiene que ser obligado
sobre alguien o tiene que ser usado en un tipo específico de acoso; para que la pregunta
hipotética dependa mucho de si pienso que es subordinación o no — ¿Fue la mujer
obligada a hacerlo? Quiero saberlo. ¿Cuál es la sociología alrededor de eso? ¿Está
siendo utilizada sobre personas? ¿Están siendo las mujeres obligadas a verlo y luego a
hacerlo? Esos son los tipos de problemas, lo que se requiere para detonar esta ley.

215
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

DR DIETZ: Entonces, si los participantes tienen realmente la voluntad y si aquellos


expuestos a ella eligen voluntariamente esa exposición, ¿entonces no sería
subordinación sin importar qué se está representando?
SRA DWORKIN: No, no es ese el caso. Si cumple con el criterio, si cumple con el
criterio y ha sido traficada, la idea es que crea intolerancia y hostilidad y agresión contra
todas las mujeres. La definición de Indianápolis —que tengo aquí si quiere que la lea en
algún momento, sé que usted está familiarizada con ella— la definición de Indianápolis
probablemente no incluiría el escenario que está describiendo usted porque se orienta
completamente hacia la violencia. La definición está orientada hacia la violación de las
mujeres, la violencia contra las mujeres, la perpetración de violaciones, la
representación de dolor y placer, y como resultado, porque está orientada hacia la
violencia, ninguno de esos escenarios particulares caen bajo su alcance. Ahora, en
algunos casos, eso es extremadamente desafortunado, porque si mira una película como
lo es Garganta Profunda, es muy difícil encontrar en ese film el tipo de violencia sexual
que permite que se aplique esta ley. Sin embargo una persona fue obligada a hacer el
film a través de la violencia más extrema y reprobable, así que algunas elecciones tienen
que hacerse aquí sobre cuáles son nuestras prioridades.
Dorothy Stratton fue obligada y violada en el sistema Playboy. Hay un historial
de explotación de mujeres a través del acoso sexual, a través de la coerción en el
sistema de Playboy. ¿Quiere que ese material esté incluido o no? Yo sí. Porque creo que
las mujeres que han sido lastimadas son más importantes que la existencia de las
Conejitas en una sociedad para los hombres. ¿De acuerdo? Pero cuando estamos
hablando sobre el prototipo de esta legislación, cuando estamos hablando acerca de la
definición de Indianápolis, se enfoca en material sexualmente violento.
DR DIETZ: Entiendo de su respuesta a otras preguntas que cree que no sucede el hecho
de que una mujer pose voluntariamente para imágenes de Penthouse o Playboy.
SRA DWORKIN: No, eso no es cierto. Creo que sucede voluntariamente. Playboy es la
parte superior de la escalera y todo cae cuesta abajo desde allí. Es la mayor cantidad de
dinero que una mujer puede recibir como pago para posar en pornografía; involucra
consistentemente la explotación de mujeres extremadamente jóvenes que tienen muy
pocas opciones en esta sociedad, aunque Playboy haya ciertamente hecho parte de su
principal objetivo publicitario hacer todo lo posible para llegar a mujeres profesionales
y trabajadoras para ser explotadas y acosadas sexualmente; y no es que piense que las
mujeres nunca son parte de la pornografía de manera voluntaria. Creo que el hecho de
que las mujeres algunas veces sean parte de la pornografía de manera voluntaria no
debería evitar que hagamos algo por aquellas que son obligadas.
Creo que el hecho de que la mayoría de las mujeres que están en pornografía
sean víctimas de abuso sexual infantil es probablemente el punto más revelador sobre de
qué se trata el sistema de pornografía en realidad.
DR DIETZ: Tengo una pregunta sobre eso.
SRA DWORKIN: Bueno. Creo que si usted mira a la pornografía, lo que ve son las
cosas originales; ve que Playboy tiene imágenes de mujeres asiáticas con agujas a lo
largo de su cuerpo. Hay mucha violencia en Playboy. Entonces lo que ve es ese tipo de
violencia legitimada.
DR DIETZ: Creo que nos hemos alejado del tema del consentimiento.
SRA DWORKIN: Parte de lo que quiero decir es que mucha de la pornografía que se ve
en el mercado si usted va y la compra, no en los supermercados sino en las librerías para
adultos, son mujeres que están tan en la base de la escalera social, que son recogidas de
la calle y plantadas delante de una cámara y fotografiadas antes de que puedan
dormirse. Están tan al extremo de las cuerdas como seres humanos, tan al final de sus

216
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

vidas, esa es la población mayoritaria de mujeres de la que estamos hablando, no la


Conejita maquillada de Playboy.
DR DIETZ: Creo que tiene información que nos puede ser de utilidad. Y voy a tratar de
obtenerla.
Una es, ¿cómo sabe sobre la proporción de mujeres que han sido, de hecho,
víctimas en otros marcos, como en relaciones incestuosas, antes de llegar a la
pornografía? ¿Cuál es la población de la que extrapola eso?
SRA DWORKIN: De acuerdo. Primero que nada, hay varios estudios, porque
desafortunadamente si una es feminista, no se le permite salir en público sin esos
estudios. Sin importar cuántas mujeres se me hayan acercado y me hayan dicho lo que
les ha pasado, eso no cuenta, no importa. Entonces, hay varios estudios que muestran
consistentemente como entre un sesenta y un setenta y cinco por ciento de las mujeres
en prostitución o pornografía han tenido experiencias de abuso sexual infantil.
DR DIETZ: ¿Estos son estudios sobre prostitutas?
SRA DWORKIN: Estudios sobre prostitutas.
DR DIETZ: ¿Existen estudios sobre mujeres —puede pensar que no es posible. ¿Existe
según su opinión alguna mujer que se dedique a la pornografía hard-core y que no sea
una prostituta?
SRA DWORKIN: No, desde mi punto de vista no existe tal cosa.
DR DIETZ: ¿Entonces los estudios sobre prostitutas incluirían mujeres a quienes no se
les han tomado fotografías?
SRA DWORKIN: Sí.
DR DIETZ: ¿Pero no tienen estudios exclusivamente de mujeres a las que se les toman
las fotografías?
SRA DWORKIN: No, los estudios son de hecho generados por mucho del trabajo
político que estamos haciendo. La mayoría de lo que tenemos actualmente es algo que
no se parece tanto a un estudio, aunque fue impreso como tal, por la Fundación de la
Calle Delancy en la Calle Divisadero en San Francisco, donde hicieron un estudio sobre
200 prostitutas y no hicieron preguntas sobre pornografía en lo absoluto y aún así les
brindaron tanta información sobre ella que publicaron sus descubrimientos aunque no
fueran científicamente válidos. De esas 200 mujeres, creo que había 193 casos de
violaciones y 178 casos de abuso infantil. Esto es en una población de 200 personas y
un gran número de ellas habían sido introducidas en la pornografía desde pequeñas. No
lo tengo conmigo en este momento y no recuerdo los porcentajes pero los conseguiré
para usted si los quiere. ["La Pornografía y el Abuso Sexual de las Mujeres", por Mimi
H. Silber y Ayala M. Pines en Roles Sexuales, Vol. 10, Nos. 11/12, 1984, pp 857-868]
Espero que esos estudios sean hechos ahora. Estamos pidiendo que los Centros
de Asistencia contra las violaciones a lo largo de todo el país comiencen a recabar
información sobre esto. Estamos haciendo lo que podemos para conseguir esa
información pero no hemos obtenido ayuda.
DR DIETZ: ¿Sería correcto decir que desde su punto de vista las mujeres a las que se
les toman esas fotografías de manera tal que sean diseminadas para el placer sexual de
los hombres, que una gran proporción de esas mujeres han sido obligadas criminalmente
en el mismo momento en el cual las fotografías estaban siendo tomadas?
SRA DWORKIN: Sí.
DR DIETZ: Es decir, que tienen un arma en su cabeza. O que alguien las acaba de
golpear.
SRA DWORKIN: Sí.
DR DIETZ: Que hay otra proporción de mujeres cuya obligación es más como la de las
mujeres golpeadas que por dos años han mantenido cautivas y al día de hoy parecen

217
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

vivir sin más complicaciones, pero saben perfectamente bien que no tienen otra elección
ese día más que la de comportarse, aunque no haya un arma en sus cabezas ese día; y
que hay todavía otro grupo que viene a hacer esto sin ninguna de esas cosas
obligándolas en ese momento pero en el pasado han sido abusadas de alguna manera
que las lleva a actuar como si estuvieran siendo golpeadas por aquellos que tratan con
ellas. Es decir, ex víctimas de incesto—
SRA DWORKIN: Sí, no sé si esas categorías están tan definidas como usted las está
planteando.
DR DIETZ: Está bien. No son mutuamente excluyentes, ciertamente. ¿Existe aún,
después de todo, algún grupo de mujeres cuya coerción está ocurriendo únicamente en
el sentido de que vive en una sociedad que espera que las mujeres que desean posar de
esa manera, si se les paga lo suficiente y son —tratadas de la manera correcta; llamaría
a eso coerción del grupo?
SRA DWORKIN: Diría que la existencia de ese grupo, contrario a la opinión popular,
es el más hipotético, que no sabemos, que no podemos encontrar ese grupo, que
podemos encontrar mujeres que son obligadas por los proxenetas, podemos encontrar
mujeres golpeadas, podemos encontrar mujeres sexualmente abusadas, pero mujeres
que hacen una serie de elecciones que tienen sentido y eligen la pornografía, esas son
mujeres que no es fácil encontrar.
DR DIETZ: Si una mujer eligiera venir a esta Comisión decir "elijo posar y lo disfruto
y es la mejor cosa que he hecho", ¿pensaría que nos está mintiendo?
SRA DWORKIN: Habiendo hablado con muchas mujeres que se han dirigido a varios
grupos diciendo eso, y habiendo hablado luego con ellas en privado, no me ha pasado
nunca que no haya habido algún tipo de abuso sexual que haya sido definitorio a
empujarla de alguna manera u otra hacia la industria. Nunca la he encontrado. Eso no
significa ciertamente que no exista, pero mi pregunta es, sé que William Blake encontró
al mundo entero en un grano de arena, pero creo que cuando usted ve esta situación,
tenemos que hacernos cargo de que la pornografía es un sistema real de extorsión que
opera tanto en términos de extorsión física como de vulnerabilidad económica.
DR DIETZ: Una última pregunta. Nos ha hablado mucho sobre las mujeres y la
explotación y tortura de esas mujeres. ¿Qué pasa con la pornografía que representa a los
hombres? ¿Qué piensa sobre eso?
SRA DWORKIN: Les he hablado también sobre las violaciones a los hombres en
prisión. Creo que las feministas están muy preocupadas con las violaciones donde sea
que la encontremos, y creo que la explotación de los hombres en la pornografía es un
problema serio para hombres jóvenes, para hombres que han huido de sus hogares, para
hombres que están de alguna manera desposeídos en la sociedad; pero los hombres que
no mueren dentro de ella, salen de ella, eventualmente.
No se convierte en una forma de vida para los hombres de la misma manera en
la cual lo hace para las mujeres. No es un callejón sin salida y sin ninguna otra opción
para siempre, y para las mujeres eso es lo que suele ser.
Creo que en Minneapolis, en las audiencias que sostuvimos nosotras a causa de
la legislación de derechos civiles, tuvimos varios testimonios sobre el uso de la
pornografía masculina en las agresiones homosexuales: Creo que esto es real, creo que
es cierto, que bajo la legislación de derechos civiles, los hombres que son golpeados de
esa manera deberían tener el derecho a demandar.
Creo que la pornografía tiene también grandes implicaciones para el estatus civil
de los hombres negros en este país, cuyo constante, constante uso como violadores en la
pornografía está atado a su bajo estado civil históricamente en este país. Creo que eso
importa. Así que creo que las implicaciones para los hombres son muy importantes.

218
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

PRESIDENTE HUDSON: Sra. Tilton.


SRA TILTON: Déjeme hacer también la pregunta del Dr. Dietz. Usted ha mencionado
que existen los videos snuff. ¿Está usted al tanto de algún video snuff específico? ¿Ha
visto alguno? ¿Puede darnos más información al respecto?
SRA DWORKIN: Le daré la información que pueda darles al respecto.
No, nunca los he visto. Espero nunca hacerlo. Sabemos de una condena en
California, es el caso Douglas y Hernández de dos hombres que hacían videos snuff.
Por supuesto que fueron condenados por asesinato. Intentaron hacer un video snuff
previamente y fueron, entre comillas, "engañados" por una agente de policía mujer.
Luego los dejaron ir y lo intentaron nuevamente y tuvieron éxito perpetrando un
asesinato y grabándolo.
Tenemos información de que actualmente se venden videos snuff en el área de
Las Vegas —cada copia vale entre $2500 y $3000— y en algunos cines son
proyectados por $250 el asiento.
Tenemos información de parte de prostitutas de una parte del país de que están
siendo obligadas a ver videos snuff antes de ser forzadas a involucrarse en actos
fuertemente sadomasoquistas. Están aterrorizadas.
Tenemos información de sobrevivientes del Condado de Calaveras, el hombre
que mantuvo a todas estas mujeres como esclavas, filmó sus torturas y sus asesinatos e
hizo videos con eso.
Tenemos información de algo, y espero que me disculpen por usar este lenguaje,
llamado follada de cráneos, que aparentemente fue traído desde Vietnam y esos son
videos en los que se asesina a una mujer y luego los orificios de su cabeza son
penetrados por el pene de un hombre, sus ojos, su boca y así.
La información viene de parte de mujeres que han visto los videos y han
escapado.
Uno de los problemas que tenemos al comunicarnos con las fuerzas de seguridad
es que siempre nosotras obtenemos la información primero, ya sea sobre violaciones y
asesinatos u otras cosas. Y casi no se nos cree. Tenemos miedo de exponer a las mujeres
que ya están en riesgo extremo a un sistema legal masculino que no les dará tampoco ni
credibilidad ni protección, así que tenemos una gran cantidad de evidencia que no se
sostendría en la esfera de la política social como tal. Y supongo que hasta que no
podamos traerle un video, no creerá que existen.
SRA TILTON: Siguiendo esa línea, ¿quiere hacer alguna pregunta ahora?
DR DIETZ: Sólo quiero decir que la Comisión conoce casos en los que los criminales,
por sus propios propósitos, han hecho tales cosas y que puede que con el caso de
California tuvieran la noción de que podrían obtener un beneficio comercial con lo que
estaban haciendo.
Pero hasta ahora, cada ejemplo que se nos ha brindado de lo que es un video
snuff, ha sido una creación de Hollywood.
SRA DWORKIN: No, no, ha habido únicamente creaciones de Hollywood.
DR DIETZ: El film Snuff de Hollywood, filmado por George C. Scott y, por supuesto,
muchos videos clasificados como aptos para mayores podrían ser tenidos en cuenta si
alguien hubiera muerto en ellos. Pero es Hollywood, hasta donde yo sé, la fuente de esta
noción. Ahora, la vida puede que haya comenzado a imitar al arte y sería muy valioso si
pudiéramos encontrar alguno que realmente exista, especialmente si precede a los de
Hollywood—
SRA DWORKIN: La información pública inicial sobre los videos snuff fue dada por un
policía en 1975, antes de que los videos snuff fraudulentos fueran distribuidos en el
mercado, y dijo que esos videos estaban siendo importados desde Sudamérica. Fue a

219
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

causa de la cobertura de su testimonio en los periódicos, según entiendo —y he estado


investigando al respecto— que la maravillosa persona que hizo y distribuyó los videos
de snuff fraudulentos tuvo la idea de hacerlos. Simplemente capitalizó lo que había
aprendido sobre ellos en los periódicos y tomó un viejo video y le puso un nuevo final
que se parecía al del video sobre el cual había leído.
Pero esa información fue dada por la policía y creo que consiguiendo —entiendo
que nadie ha encontrado aún una copia. Entiendo que el Departamento de Justicia lo
intentó. Mi información proviene de un periodista, en cuyas fuentes confío, de que esos
videos existen, de mujeres que los han visto y a quienes les creo, lo que no haría ningún
agente de seguridad, de que esos videos existen, y que los han visto. Y hasta ahora, todo
lo que puedo decirles es que eso no significa que no estemos equivocadas, pero al día de
hoy nosotras decimos que las agresiones hacia las mujeres existen y el FBI dice que no,
y nosotras tenemos razón. Y hemos dicho que las violaciones existen y las fuerzas de
seguridad dicen que no; y nosotras tenemos razón. Y nosotras decimos que el incesto es
abundante en nuestro país y las fuerzas de seguridad dijeron primero que no, y nosotras
también teníamos razón. Nuestro gran secreto es que nosotras escuchamos a las
personas a las que les sucede. Y eso es lo que estamos haciendo con esto también.
SRA TILTON: Mientras tratamos el asunto de los improbables o supuestos crímenes sin
evidencia, ¿encuentra usted en sus trabajos con prostitutas y víctimas de la pornografía,
por decirlo así, evidencias de que estas mujeres están relatando historias que involucran
los tipos más extremos de abuso sexual a niños? ¿Encuentra alguna evidencia de que
estén involucradas en bandas de abusos sexuales, torturas rituales, los tipos de casos que
parecen estar saliendo a lo largo del país para los que no hay evidencias, en términos de
imágenes?
SRA DWORKIN: Lo que he descubierto, consistentemente, de las mujeres que me han
hablado es que existen bandas de abuso sexual en algunas comunidades y que están
formadas por miembros destacados de esas comunidades. No existen para obtener
beneficios económicos. Todos tienen que ver con la pornografía y la comercialización
de pornografía de niños así como la comercialización de niños. Todos involucran algún
tipo de mutilación a niños, desde cortarlos a lastimarlos muy violentamente. Parecen ser
extremadamente sádicos. Esa es la información que me han brindado al respecto.
SRA TILTON: ¿Y la información que recibe indica que se han tomado fotografías en el
proceso?
SRA DWORKIN: Fotografías —en cada caso, las fotografías son parte del sexo. Una de
las cosas más interesantes incluso sobre la pornografía de adultos que se produce ahora,
es que el hacer pornografía en sí misma se presenta como un acto sexual en la
pornografía que es casi equivalente a una violación. Es un acto de completa violación y
durante el transcurso de esta, la persona descubre que eso es parte de su propia
gratificación. ¿Podría agregar otro punto?
SRA TILTON: Por supuesto.
SRA DWORKIN: Esto es volviendo a los videos snuff. Esto es, como yo lo entiendo,
porque hicimos una gran investigación sobre los videos snuff cuando el video
fraudulento fue distribuido, sobre si alguno de esos videos que ustedes saben que
existen, aquellos que los asesinos han hecho por sí mismos, si aparecieran en el
mercado comercial de la pornografía, serían libertad de expresión protegida.
Esa es, al menos, la posición que el Fiscal de Distrito de la Ciudad de Nueva
York tomó, que siempre y cuando la persona que hizo la película fuera declarada
culpable de asesinato, se consideraría eso como delito pero la película en sí misma sería
protegida como libertad de expresión. Creo que es muy importante pensar sobre eso en
términos del tipo de recomendaciones de política social que hacen.

220
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

SRA TILTON: También quería comentar en los ejemplos que usted proporciona, que en
su mayoría son casos extremos e implicarían un delito. Estoy interesada en aquellos que
se preocuparían de que las víctimas pierdan ciertas protecciones, si no se aplicaran las
leyes de obscenidad, para que la responsabilidad de tomar medidas dependa de la
víctima. ¿No existe el riesgo de que ahora seamos responsables de que las víctimas
tomen medidas, en lugar de que la dirección general tome medidas en nombre de las
víctimas porque son, de hecho, víctimas y no deberían ser responsables de las
consecuencias hacia ellas?
SRA DWORKIN: Gracias por esa pregunta. Creo que eso se dirige al centro del dilema,
que es que el Estado ha renunciado completamente a su responsabilidad con las
personas de las que estamos hablando, y la mayoría de las leyes de derechos civiles se
basan, de hecho, en la renuncia del Estado a responsabilizarse de asegurar derechos
humanos para determinados grupos de personas, basados en sexo o en el color de su
piel.
Y me parece que la ley de obscenidad en sí misma tiene las fallas que mencioné
y no ayudará a la gente que ha sido víctima.
Pero, además, la indiferencia de la institución legal a los crímenes de violencia
contra las mujeres está muy profundamente establecida. Somos demasiado invisibles.
Siempre es un tema usual, cuando nos presentamos ante un tribunal por algún acoso
dado; y entonces, lo que necesitamos es un nuevo lenguaje basado en alguna nueva
teoría que nos brinde visibilidad real y presencial real dentro de este sistema legal para
las cosas que realmente nos suceden. Pero entiendo su preocupación y estoy de acuerdo
en que es un sistema fundamental.
SRA TILTON: Gracias.
PRESIDENTE HUDSON: La Comisión va a ahora a entrar en receso por una hora y
media para almorzar. Les pediría a todas las personas que despejen la sala, y que
cualquier testigo que esté en nuestra lista que no se ha reportado aún al personal de la
Comisión lo haga durante la próxima hora y media.

(Tras lo cual, 1:45pm, la audiencia entró en receso para recomenzar a las 2:15pm
de ese mismo día)

221
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Carta de una Zona de Guerra


1986
Fue escrito por invitación de feministas para Emma, la principal revista Alemana
feminista. Carta de una Zona de Guerra fue publicada en alemán en Emma y en noruego
en Klassekampen. Nunca había sido publicado en inglés anteriormente.

HERMANAS:
No sé quiénes son, o cuántas, pero les diré lo que nos pasó. Éramos valientes y
éramos tontas; algunas de nosotras colaboramos; no sé cuál fue el resultado. Estamos a
finales de 1986 ahora y estamos perdiendo. La guerra es de hombres contra mujeres; el
país es Estados Unidos. Aquí, una mujer es golpeada cada dieciocho segundos: por su
esposo o el hombre con el que vive, no por un extraño psicótico en un callejón.
Entiendan: las mujeres también son golpeadas por extraños en los callejones pero eso es
contabilizado en una categoría diferente —acoso de género neutro, crimen en la calle,
violencia en la gran ciudad. Las agresiones a las mujeres, del tipo íntimo, son el crimen
violento más comúnmente cometido en el país, según el FBI, no las feministas. Una
mujer es violada cada tres minutos, casi la mitad de las violaciones son cometidas por
alguien que la mujer conoce. El cuarenta por ciento de las mujeres adultas de Estados
Unidos han sido violadas al menos una vez. El cuarenta por ciento (en algunos estudios
es el setenta por ciento) de las todas las violaciones son cometidas por dos o más
hombres; entonces la pregunta no es cuántas violaciones hay sino cuántos violadores.
Existen estimaciones de 16000 casos nuevos de incesto de padre a hija cada año; y en la
generación actual de niños, el ochenta por ciento de las niñas han sido sexualmente
abusadas. Aquí, ahora, menos del ocho por ciento de las mujeres no han sido obligadas
a tener algún tipo de sexo no deseado (desde abuso hasta acoso obsceno).
Seguimos llamando a esta guerra la vida normal. Todos son ignorantes; nadie
sabe; los hombres no lo hacen en serio. En esta guerra, los proxenetas que hacen
pornografía son la SS, una élite, sádica, militar, organizada y vanguardista. Manejan un
sistema eficiente y en expansión de explotación y abuso en el que las mujeres y los
niños, como formas de vida más bajas, son brutalizados. Este año obtendrán una
ganancia bruta de $10 mil millones.
Hemos tardado en entenderlo. Nos amordazan y nos atan por diversión como si
fuésemos carne muerta y nos cuelgan de los árboles y los techos y los marcos de las
puertas y los ganchos de carnicero; pero muchos dicen que las mujeres linchadas
probablemente lo disfruten y que no tenemos ningún derecho a interferir con la
diversión de ellas (las mujeres). Por diversión nos violan o hacen que otros hombres, y a
veces animales, nos violen y filman esas violaciones y muestran esas violaciones en
cines o las publican en revistas, y los hombres normales que no son proxenetas (que no
lo saben, no lo hacen en serio) pagan dinero por mirarlas; y nos dicen que los
proxenetas y los hombres normales son ciudadanos libres en una sociedad libre
ejercitando sus derechos y que nosotras somos puritanas porque esto es el sexo y a las
mujeres reales no les molesta algo de fuerza y a las mujeres se les paga de todas
maneras así que ¿cuál es el problema? Los proxenetas y los hombres normales tienen
una constitución que dice que las violaciones filmadas son "libertad de expresión
protegida" o "libertad de expresión". Bueno, no dice realmente eso —las cámaras,

222
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

después de todo, no habían sido inventadas todavía; pero interpretan de esa manera a su
constitución para proteger su diversión. Tienen leyes y jueces que llaman a las mujeres
colgando de los árboles "libertad de expresión". Hay videos en los que las mujeres son
orinadas, defecadas, cortadas, mutiladas, y los académicos y los políticos llaman eso
"libertad de expresión". Los políticos, por supuesto, los condenan. Hay fotografías en
las que los senos de las mujeres son estrellados contra trampas de resortes para ratas —
en las que hay cosas (que incluyen cuchillos, pistolas, vidrios) son metidas en nuestras
vaginas —en las que somos violadas en grupo, golpeadas, torturadas— y los periodistas
y los intelectuales dicen: Bueno, hay mucha evidencia de violencia contra las mujeres
pero.. Pero, ¿qué, cretino? Pero nosotras manejamos este país, puta.
Si vas a lastimar a una mujer en Estados Unidos, asegúrate de tomarle una
fotografía. Esto confirmará que el perjuicio que le causaste expresaba un punto de vista,
sacrosanto en esta sociedad libre. ¡Ey, tienes derecho a que no te gusten las mujeres en
una democracia, hombre! En el improbable caso de que la víctima pueda pillarte por
cometer un crimen de violencia contra ella, tu fotografía está aún protegida
constitucionalmente, ya que se comunica tan elocuentemente. La mujer, su
brutalización, su dolor, su humillación, su sonrisa —porque la obligaste a sonreír, ¿no?
—pueden ser vendidas por siempre a millones de hombres normales (ellos de nuevo)
quienes —como dice la feliz teoría— están teniendo una experiencia "catártica" con
ella. Lo mismo sucede con los videos snuff, por cierto. Puedes torturar, destripar a una
mujer, eyacular sobre su útero desmembrado, e incluso si realmente te guardan en algún
momento por asesinato (un eufemismo más bien simple), el video es legalmente
libertad de expresión. Expresión.
En los primeros tiempos, el feminismo era primitivo. Si algo dañaba a las
mujeres, las feministas estaban en contra de eso, no a favor. En 1970, las feministas
radicales ocuparon a la fuerza las oficinas de la prensa ostensiblemente radical Grove
Press porque Grove publicó pornografía anunciada como liberación sexual y explotaba
a sus empleadas mujeres. El editor de Grove, un eminente chico revolucionario,
consideró a la hostil manifestación como inspirada por la CIA. Su radicalismo
impecable no le impidió llamar a la muy brutal policía de Nueva York ni hacer que las
mujeres fueran físicamente arrastradas y encerradas por invadir su propiedad privada.
También en 1970, las feministas radicales tomaron por la fuerza Rat, un periodicucho
clandestino que se dedicaba, en nombre de la revolución, sólo a la pornografía y al
machismo de manera igualitaria, la única atención que el género recibió de parte de la
izquierda radical. Los pornógrafos, que piensan de manera estratégica y realmente saben
lo que están haciendo, reaccionaron rápido. "Estás chicas son nuestros enemigos
naturales", escribió Hugh Hefner en un memorándum secreto que fue filtrado a las
feministas por las secretarias de Playboy. "Es tiempo de tener una batalla contra ellas...
Lo que quiero es un artículo devastador que desarme a las militantes feministas." Lo que
consiguió fueron enormes y estridentes manifestaciones en los Clubs de Playboy en las
grandes ciudades.
El activismo contra la pornografía continuó, se organizó localmente, fue
ignorado por los medios pero fue parte intrínseca de la resistencia feminista a la
violación. Grupos llamados Mujeres Contra la Violencia Contra las Mujeres se
formaron de manera independiente en varias ciudades. La pornografía era entendida por
las feministas (sin ninguna excepción conocida) como odio hacia las mujeres, violenta,
y violadora. Robin Morgan precisó que la pornografía es la teoría, la violación es la
práctica. Susan Brownmiller, más tarde fundadora del inmensamente influyente Mujeres
Contra la Pornografía, veía a la pornografía como propaganda de odio contra las
mujeres que promovía la violación. Estos conocimientos no fueron banales para las

223
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

feministas que estaban comenzando a comprender el ginocidio y las implicaciones


terroristas de las violaciones para todas las mujeres. Estos eran conocimientos políticos
emergentes, no consignas aprendidas de memoria.
En algún momento de 1975, los periódicos en Chicago y la Ciudad de Nueva
York revelaron la existencia de los videos snuff. Los detectives policiales, intentando
rastrear las redes de distribución, dijeron que las prostitutas, probablemente en América
Central, estaban siendo torturadas, lentamente desmembradas y luego asesinadas para la
cámara. Copias de los videos estaban siendo vendidas por el crimen organizado a los
coleccionistas privados de pornografía en Estados Unidos.
En febrero de 1976, uno o dos días antes del cumpleaños de Susan B. Anthony,
una elegante casa de cine abrió sus puertas en Times Square mostrando lo que pretendía
ser una verdadera película snuff. La marquesina se alzaba sobre una vasta área del
Times Square, con la palabra Snuff de varios pies de altura en neón, y junto al título las
palabras "hecho en Sudamérica, dónde la vida es barata". En las publicidades que
cubrían los subterráneos, el cuerpo de una mujer estaba cortado a la mitad.
Sentimos desesperación, dolor, bronca y pena. Hicimos un piquete cada noche.
Llovió cada noche. Marchamos girando y girando en pequeños círculos. Vimos a los
hombres llevando a sus citas, mujeres. Vimos a las mujeres salir de allí, físicamente
enfermas, y aún así irse a casa con esos hombres. Hicimos panfletos. Gritamos fuera de
control en las esquinas. Hubo incluso algo de vandalismo: no lo suficiente como para
cerrar el lugar. Intentamos que la policía cerrara el lugar. Intentamos que el Fiscal de
Distrito lo cerrara. No tienen idea del respeto que esos tipos tienen por la libertad de
expresión.
El proxeneta que distribuyó el film salía a mirar el piquete y reírse de nosotras.
Los hombres que entraban se reían de nosotras. Los hombres que pasaban caminando se
reían de nosotras. Los columnistas en los periódicos se reían de nosotras. La Unión
Americana de Libertades Civiles (ACLU) nos ridiculizó a través de varios voceros (en
esos días, solían ser hombres). La policía hizo más que reírse de nosotras. Formó una
barricada con sus cuerpos, sus armas y sus porras —para proteger al film de las mujeres.
Uno me arrojó frente a un auto andando. Tres protestantes fueron arrestadas y
encerradas por dirigirse con lenguaje obsceno al dueño del cine. Bajo la Constitución de
Estados Unidos, el lenguaje obsceno no es expresión. Entiendan: no es que el lenguaje
obsceno sea expresión no protegida; es que no es considerado expresión en lo absoluto.
Las protestantes, hablando, usaron lenguaje obsceno que no era expresión; las
mutilaciones en la película snuff, el cuchillo destripando a la mujer, era expresión.
Tuvimos que aprender todo esto.
Aprendimos mucho, por supuesto. La vida puede ser simple, pero el
conocimiento nunca lo es. Aprendimos que la policía protege a la propiedad y que la
pornografía es propiedad. Aprendimos que la gente que se ocupaba de las libertades
civiles no se interesaba realmente, querida: el asesinato de una mujer, filmado para dar
orgasmos, era expresión y ni siquiera les importaba (esto fue días antes de que
aprendieran que tenían que decir que estaba mal lastimar a las mujeres). La ACLU no
tenía una crisis de consciencia. El Fiscal de Distrito llegó al extremo de encontrar a una
mujer que según él era "la actriz" de la película para demostrar que estaba viva. Celebró
una rueda de prensa. Dijo que la única ley que el film había infringido era la ley contra
el fraude. Él prácticamente nos desafió a intentar encarcelar a los proxenetas por fraude,
dejando en claro que si el film hubiera sido real, ninguna ley de Estados Unidos habría
sido infringida porque el asesinato había ocurrido en otro lado. Entonces, aprendimos
eso. Durante el tiempo en que se exhibió Snuff en la Ciudad de Nueva York, los cuerpos

224
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

de varias mujeres, despedazados, fueron encontrados en el Río Este, y varias prostitutas


fueron decapitadas. También aprendimos eso.
Cuando comenzamos a protestar contra Snuff, varias abogadas presuntamente
feministas, muchas todavía de izquierda en el fondo, estuvieron de nuestro lado:
ninguna mujer podía tolerar esto. Vimos a los abogados radicales varones presionarlas,
amenazarlas, ridiculizarlas, insultarlas e intimidarlas; y ellas nos abandonaron. Se
fueron a casa. Nunca volvieron. Las vimos aprender a amar la libertad de expresión por
encima de las mujeres. Habiendo endurecido sus pequeños corazones radicales ante
Snuff, ¿qué podría hacerlas poner a las mujeres primero nuevamente?
Hubo grandes eventos. En noviembre de 1974, la primera conferencia feminista
sobre pornografía fue celebrada en San Francisco. Culminó con la primera Marcha de
Reapropiación de la Noche del país: más de 3000 mujeres apagaron el distrito
pornográfico de San Francisco por una noche. En Octubre de 1979, cerca de 5000
mujeres y hombres marcharon por Times Square. Un documental sobre la marcha
muestra a un hombre que había venido a Times Square a comprar sexo mirando al mar
de mujeres que se extendía a lo largo de veinte cuadras de la ciudad diciendo,
conmocionado y perplejo: "No puedo encontrar ni una puta mujer". En 1980, Linda
Marchiano publicó Calvario. Conocida mundialmente como Linda Lovelace, la
extraordinaria reina porno de Garganta Profunda, Marchiano reveló que había sido
obligada a prostituirse y luego a entrar a la pornografía a través del brutal terrorismo.
Violada en grupo, golpeada, mantenida en esclavitud sexual por su proxeneta/esposo
(que tenía derechos legales sobre ella como su esposo), obligada a tener sexo con un
perro para una película, sometida a un sadismo sostenido raramente encontrado por
Amnistía Internacional en relación a sus prisioneros políticos, ella se atrevió a
sobrevivir, a escapar, y a exponer a los hombres que la habían utilizado sexualmente
(incluyendo al Hugh Hefner de Playboy y al Al Goldstein de Screw). El mundo de los
hombres normales (los consumidores) no le creían; le creían a Garganta Profunda. Las
feministas sí le creyeron. Hoy Marchiano es una fuerte feminista luchando contra la
pornografía.
En 1980, cuando leí Calvario, entendí de él que cada derecho civil protegido por
ley en este país había sido infringido en el cuerpo prostituido de Linda. Comencé a ver
las violaciones en grupo, las violaciones maritales y las agresiones, la prostitución, y
otras formas de abuso sexual como violaciones a los derechos civiles que, en la
pornografía, eran sistemáticas e intrínsecas (la pornografía no podría existir sin ellas).
Los pornógrafos, era claro, violaban los derechos civiles de las mujeres así como el Ku
Klux Klan en este país violaba los derechos de los negros. Los pornógrafos eran
terroristas domésticos determinados a imponer, a través de la violencia, un estatus
inferior en las personas nacidas hembras. El estatus de segunda clase de las mujeres en
sí mismo fue construido a través del abuso sexual; y en el nombre de todo el sistema de
la subordinación de las mujeres estaba la pornografía —los orgasmos y el placer sexual
de los hombres son sinónimo de la desigualdad sexual explícita de las mujeres. O
éramos humanas, iguales, ciudadanas, en cuyo caso los pornógrafos no podían hacernos
lo que nos hacían con impunidad, y francamente, protección constitucional; o éramos
inferiores, desprotegidas como personas iguales ante la ley, y por ende los proxenetas
podían brutalizarnos, los hombres normales podían pasar un buen rato, los proxenetas y
sus abogados y los hombres normales podían llamarlo libertad de expresión y nosotras
podíamos vivir en el infierno. O los pornógrafos y la pornografía violaban los derechos
civiles de las mujeres, o las mujeres no teníamos derecho a la igualdad.
Le pregunté a Catharine A. MacKinnon, quien era pionera en los litigios sobre
acoso sexual, si podíamos entablar una demanda de derechos civiles en nombre de

225
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Linda. Kitty, Gloria Steinem (una campeona temprana y valiente para Linda), y varias
abogadas trabajaron conmigo por más de un año para construir una demanda de
derechos civiles. No pudo, finalmente, ser llevada a cabo porque el estatuto de
limitaciones de cada atrocidad cometida contra Linda había expirado, y no había
ninguna ley en contra de la exhibición y obtención de dinero de las películas que fue
obligada a hacer. Kitty y yo estábamos abatidas; Gloria dijo que nuestro día llegaría. Lo
hizo —en Minneapolis, el 30 de diciembre de 1983, cuando el Ayuntamiento aprobó la
primera legislación de derechos humanos en reconocer que la pornografía era una
violación de los derechos civiles de todas las mujeres. En Minneapolis, una ciudad
progresiva políticamente, la pornografía había sido atacada como un problema de clase
por muchos años. Los políticos, cínicamente restringieron las librerías para adultos a las
áreas más pobres y con mayor población negra de la ciudad. La violencia contra las
mujeres y niños ya desposeídos se incrementó de manera masiva; y los vecindarios
experimentaron una gran devastación económica cuando los negocios legítimos se
mudaron a otros lugares. La legislación de derechos civiles fue aprobada en
Minneapolis porque la gente pobre, la gente de color (especialmente los nativos
americanos y los negros) y las feministas, exigieron justicia.
Pero primero, entiendan esto. Desde 1970, pero especialmente después de Snuff,
las confrontaciones feministas con los pornógrafos han sido frontales: militantes,
agresivas, peligrosas, desafiantes. Hicimos miles de manifestaciones. Algunas fueron
dentro de cines en donde, por ejemplo, las feministas de la audiencia gritaban con todo
cuando una mujer era lastimada en pantalla. Las feministas fueron arrastradas
físicamente de los cines por la policía que argumentaba que los gritos en el celuloide
eran libertad de expresión y los gritos de las feministas estaban alterando la paz.
Desplegamos carteles frente a películas en curso. Derramamos sangre sobre revistas y
parafernalia sexual designada para lastimar a las mujeres. Nos habíamos comprometido
durante todos esos años sin descanso con la desobediencia civil, las sentadas, la
destrucción de la propiedad y revistas, el fotografiar a los consumidores, así como con
hacer piquetes, entregar panfletos, escribir cartas y debatir en foros públicos. Las
mujeres habían sido arrestadas repetidamente: la policía siempre protegiendo a los
pornógrafos. En un juicio por jurados, tres mujeres, acusadas con dos delitos y una
fechoría por derramar sangre sobre artículos pornográficos, dijeron que estaban
actuando para prevenir daños más grandes —violaciones; también dijeron que la sangre
ya estaba allí, sólo estaban haciéndola visible. Fueron absueltas cuando el jurado
escuchó el testimonio sobre el verdadero uso de la pornografía en las violaciones y el
incesto de parte de las víctimas: una mujer violada y una adolescente abusada
incestuosamente.
Entonces, entiendan esto también: el feminismo funciona; al menos el feminismo
primitivo lo hace. Usamos activismo militante para desafiar e intentar destruir a los
hombres que existen para lastimar a las mujeres, es decir, los proxenetas que hacen
pornografía. Queríamos destruir —no únicamente poner algunos límites educados sino
destruir— su poder de lastimarnos; y millones de mujeres, cada una sola en un
comienzo, una por una, comenzaron a recordar, a entender, o encontrar las palabras para
contar cómo ellas habían sido dañadas por la pornografía, lo que les había sucedido a
ellas por culpa de la pornografía. Antes de que las feministas se enfrentaran a los
pornógrafos, cada mujer, como siempre, había pensado que sólo ella había sido abusada
durante, con o a causa de la pornografía. Cada mujer vivía en soledad, miedo,
vergüenza. El terror crea silencio. Cada mujer había vivido en un silencio
inquebrantable. Cada mujer había sido profundamente herida por las violaciones, el
incesto, las golpizas; pero algo más había pasado también, y no existía un nombre ni

226
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

una descripción para eso. Una vez que el rol de la pornografía en la creación del abuso
sexual fue expuesto —violación por violación, golpiza por golpiza, víctima por
víctima— nuestro entendimiento de la naturaleza del abuso sexual en sí mismo cambió.
Hablar sólo de la violación, o sólo de las golpizas, o sólo del incesto, no era hablar de la
totalidad de cómo las mujeres habían sido violadas. La violación o las golpizas en el
hogar o la prostitución o el incesto no eran un fenómeno separado o independiente.
Pensábamos: algunos hombre violan; algunos hombres golpean; algunos hombres se
follan a niñas pequeñas. Habíamos aceptado un modelo inerte de sexualidad masculina:
los hombres tienen fetiches; las mujeres deben ser siempre rubias, por ejemplo; el acto
que los lleva al orgasmo debe ser siempre igual. Pero el abuso creado por la pornografía
era distinto: el abuso era multifacético, complejo; las violaciones a cada mujer
individual eran muchas y estaban interconectadas; el sadismo era excepcionalmente
dinámico. Descubrimos que cuando la pornografía creaba el abuso sexual, los hombres
los aprendían nuevos trucos que los pornógrafos tenían para enseñar. Descubrimos que
cualquier cosa que lastimara o humillara a las mujeres podría ser sexual para los
hombres que usaban pornografía; y las prácticas sexuales masculinas cambiarían
dramáticamente para dar lugar a las violaciones y las degradaciones promocionadas por
la pornografía. Descubrimos que los abusos sexuales en las vida de una mujer estaban
intrincada y complejamente conectados cuando la pornografía era un factor: la
pornografía era usada para lograr el incesto y entonces el niño sería usado para hacer
pornografía; el marido consumidor de pornografía no sólo golpearía a su mujer sino que
la ataría, colgaría, torturaría y la obligaría a prostituirse y la filmaría para hacer
pornografía; la pornografía usada en las violaciones en grupo implicaría que la violación
en grupo sería llevada a cabo siguiendo un guión ya existente, el sadismo de la
violación en grupo era realzado por las contribuciones de los pornógrafos. La filmación
forzada del sexo forzado se convirtió en una nueva forma de violación sexual de las
mujeres. En términos sexuales, la pornografía creó para las mujeres y los niños
condiciones similares a las de los campos de concentración. Y esto no es una
exageración.
Una psicóloga le contó al Ayuntamiento de Minneapolis sobre tres casos que
involucraban a la pornografía como "manual de instrucciones": "Actualmente o
recientemente he estado trabajando con clientes que han sido sodomizados con palos de
escoba, forzados a tener sexo con más de 20 perros en el asiento trasero de un auto,
atados y electrocutados en sus genitales. Estos son [todos] niños entre los 14 y los 18
años... en los que los perpetradores habiendo leído instructivos y manuscritos durante la
noche, los usaron como manuales de instrucciones de día o tenían esa pornografía
presente en el momento de la violencia sexual."
Una trabajadora social que trabaja exclusivamente con mujeres prostitutas
adolescentes testificó: "Puedo decir casi categóricamente que nunca he tenido una
clienta que no haya sido expuesta a la prostitución a través de la pornografía... Para
algunas mujeres jóvenes esto implica que se les muestre pornografía, ya sea en videos,
películas o fotos como se suele hacer, casi como un manual de entrenamiento de cómo
representar actos de prostitución... Además, fuera en las calles, cuando está [trabajando]
una mujer joven, muchos de los puteros o clientes vendrán con sus pequeños trozos de
papel, con fotos que fueron arrancados de una revista y dirán, quiero esto... es como un
catálogo de pedidos por correo de actos sexuales, y eso es lo que se espera que
representen… Otro aspecto que juega un gran rol en mi trabajo... es que en muchas
ocasiones mis clientes son víctimas de múltiples violaciones. Estas violaciones son
generalmente grabadas o se toman fotografías del evento. La mujer joven cuando
intenta escapar [es chantajeada].”

227
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Una ex prostituta, testificando en representación de un grupo de ex prostitutas


que temían exponerse, confirmó: "Fuimos todas introducidas a la prostitución a través
de la pornografía, no había excepciones en nuestro grupo, y todas teníamos menos de 18
años". Todo lo que se les hace a las mujeres en la pornografía había sido hecho a estas
jóvenes prostitutas por hombres normales. Para ellos las prostitutas eran sinónimo de
pornografía pero también lo eran todas las mujeres, incluyendo sus esposas e hijas. Los
abusos a las prostitutas no eran cualitativamente distintos a los abusos a otras mujeres.
Este es un incidente de un compendio de dolor: "Una mujer conoció a un hombre en una
habitación de un hotel en la 5ta Sala. Cuando llegó allí, fue atada desnuda a una silla.
Fue amordazada y abandonada en la oscuridad por lo que a ella le pareció ser una hora.
El hombre volvió con otros dos hombres. La quemaron con sus cigarrillos y le pusieron
broches en los pezones. Tenían varias revistas de sadomasoquismo con ellos y le
mostraron varias imágenes de mujeres que parecían consentir, disfrutar e incentivar este
abuso. La retuvieron por 12 horas, violándola y golpeándola constantemente. Le
pagaron $50, cerca de $2.33 por hora."
Las violaciones racistas son activamente promocionadas en la pornografía; y el
abuso tiene una dinámica pornográfica distintiva —un sadismo devastador, la brutalidad
y el odio llevados a gran escala de la pornografía en sí misma. El video pornográfico
"Custer's Revenge" (La venganza de Custer) generó varias violaciones a mujeres Nativo
Americanas. En el juego, los hombres intentan capturar una "squaw"120, atarla a un
árbol y violarla. En el juego sexualmente explícito, el pene entra y sale, entra y sale.
Una víctima del "juego" dijo: "Cuando me pidieron que diera mi testimonio, al principio
me negué porque algunos de los recuerdos son muy dolorosos y recientes. Estoy aquí
por mi hija de cuatro años y otras niñas nativas... Fui atacada por dos hombres blancos y
desde el comienzo me hicieron saber que odiaban a mi gente... Y me hicieron saber que
la violación de una "squaw" por hombres blancos era prácticamente un honor en la
sociedad blanca. De hecho, lo habían hecho un video juego llamado 'Custer's Last
Stand' (La resistencia de Custer) [sic]. Me sujetaron contra el piso y mientras uno de
ellos acariciaba mi cara y mi garganta con la punta de su cuchillo me dijo, '¿Quieres
jugar a Custer's Last Stand? Es genial, tú pierdes pero no importa, ¿no? Te gusta con un
poco de dolor, ¿no, squaw?' Los dos se rieron y luego uno dijo, 'Hay mucha polla en
Custer's Last Stand. Deberías estar agradecida, squaw, de que chicos bien
estadounidenses como nosotros te deseemos. Tal vez te atemos a un árbol y hagamos
una fogata a tu alrededor'".
La misma intensidad sádica y la misma arrogancia es evidente en la violación en
grupo de esta niña de trece años que creó la pornografía. Tres cazadores, en el bosque,
mirando revistas pornográficas levantaron la cabeza y vieron a la rubia niña. "Ahí hay
una viva", dijo uno. Los tres cazadores persiguieron a la niña, la violaron en grupo,
golpearon sus senos con una arma, mientras al mismo tiempo la llamaban con los
nombres que figuraban en las revistas pornográficas desparramadas alrededor del
campamento —Chica Dorada, Pequeña Godiva, y del estilo. "Los tres tenían rifles de
caza. Dos de los hombres apuntaron sus armas a mi cabeza y el primero de ellos me
golpeó uno de mis senos con su rifle y se rieron. Y luego el primero me violó y cuando
terminó comenzó a hacer bromas porque yo era virgen... Entonces me violó el segundo
hombre... El tercero me obligó a poner su pene en mi boca y me dijo que lo hiciera y yo
no sabía cómo hacerlo. No sabía qué era lo que se suponía que tenía que estar
haciendo... entonces uno de ellos apretó el gatillo de su arma y yo intenté hacer algo.
Entonces, cuando finalmente tuvo una erección, me violó. Siguieron haciendo bromas

120
NdT: Esposa nativo americana, de manera despectiva.

228
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

sobre cuán suertudos habían sido de haberme encontrado en el momento en el que lo


hicieron y más bromas porque yo era virgen. Comenzaron a... golpearme y decirme que
si quería más, podía volver al día siguiente... No le dije que a nadie que había sido
violada hasta que tuve 20 años". Estos hombres, como los hombres que violaron en
grupo a la mujer Nativo Americana, se divirtieron; estaban jugando un juego.
Estoy citando a varios casos representativos pero bastante simples, de todas
maneras. Una vez que el rol de la pornografía en el abuso es expuesto, no tenemos
únicamente violaciones solitarias o en grupo o abuso infantil o prostitución. Tenemos,
en cambio, un sadismo sostenido e intrincado sin límites inherentes o predecibles en el
tipo o los niveles de brutalidad que será usada sobre las mujeres y niñas. Lo que
tenemos es tortura, tenemos hostilidad asesina.
El abuso saturado de pornografía es específico y se reconoce por su Nazismo en
los cuerpos de las mujeres: la hostilidad y el sadismo que generan son carnívoros. Al
entrevistar a 200 prostitutas en San Francisco, Mimi H. Silbert y Ayala M. Pines
descubrieron un sorprendente patrón de hostilidad relacionado con la pornografía. No se
realizaron preguntas sobre la pornografía. Pero las mujeres entrevistadas les brindaron
de manera casual tanta información sobre el rol de la pornografía en sus abusos que
Silbert y Pines publicaron esa información con la que se toparon. De las 200 mujeres,
193 habían sido violadas siendo adultas y 178 habían sido sexualmente abusadas de
niñas. Eso suma 371 casos de abuso sexual en una población de 200 mujeres. El 24% de
aquellas que habían sido violadas mencionaron que el violador hizo referencias
específicas a la pornografía durante la violación: "El asaltante se refirió a material
pornográfico que había visto o leído y luego insistió que las víctimas no sólo disfrutaran
de la violación sino también de la violencia extrema". Cuando una víctima en algún
caso le dijo al violador que ella era una prostituta y haría cualquier cosa que él quisiera
(para disuadirlo de usar la violencia), en todos los casos el violador respondió de las
siguientes maneras: "(1) su lenguaje se volvió más abusivo, (2) se volvieron
significativamente más violentos, golpeando y apaleando a las mujeres de manera
excesiva, usando usualmente las armas que les habían mostrado previamente, (3)
mencionaron haber visto prostitutas en los videos pornográficos, mencionando
mayoritariamente pornografía literaria específica, y (4) después de finalizar la
penetración vaginal forzada, continuaron su abuso sexual de las mujeres de maneras en
las que ellos afirmaban haber visto a las prostitutas disfrutar en la literatura pornográfica
que citaban". Los ejemplos incluían penetración anal forzada con un arma, agresiones
sobre todo su cuerpo con un arma, romperles los huesos, apuntar con un arma cargada a
la vagina de la mujer "insistiendo en que esta era la manera en la que ella moría en la
película que había visto".
Varios estudios muestran que entre el sesenta y cinco y el setenta y cinco por
ciento de las mujeres en pornografía fueron abusadas sexualmente de niñas, usualmente
incestuosamente, y muchas fueron llevadas a hacer pornografía de niñas. Una mujer,
por ejemplo, tuvo que soportar esto. "Soy una sobreviviente de incesto, ex modelo de
pornografía y ex prostituta. Mi historia de incesto comienza antes de comenzar la
escuela y finaliza muchos años después —era con mi padre. También era abusada por
un tío y un pastor... mi padre me obligaba a realizar actos sexuales con hombres en una
fiesta para hombres solos cuando yo era una adolescente. Soy de una familia “bien” de
clase media... Mi padre es un ejecutivo corporativo que gana $80000 al año, pastor
novato y alcohólico... Mi padre fue mi proxeneta pornográfico. En tres ocasiones, entre
mis 9 y 16 años me forzó a ser modelo pornográfica... en Nebraska, así que sí, sí sucede
aquí." Esta mujer es ahora una feminista luchando contra la pornografía. Ella escucha a
los hombres debatir si existe o no algún daño social vinculado con la pornografía. La

229
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

gente busca expertos. Tenemos expertas. La sociedad dice que tenemos que probar que
el daño existe. Lo hemos probado. Lo que tenemos que probar es que las mujeres somos
lo suficientemente humanas como para que el daño importe. Como una liberal que se
hace llamar feminista dijo recientemente: "¿Cuál es el daño de la pornografía? ¿Cortarse
un dedo con el papel?" Esta mujer era miembro de la presuntamente llamada Comisión
Meese.121 Había invertido un año de su vida mirando la brutalización de las mujeres en
la pornografía y escuchando las historias de vida de las mujeres abusadas por la
pornografía. Las mujeres no eran muy humanas para ella.
Dentro del dolor y la privacidad, las mujeres comenzaron a enfrentar y luego a
contar la verdad, primero a sí mismas y luego a otras. Ahora, las mujeres han dado sus
testimonios ante cuerpos gubernamentales, en encuentros públicos, en la radio, en la
televisión, en talleres en las convenciones de feministas liberales que encuentran todo
esto tan desordenado, tan desprestigiado, tan desafortunado. Especialmente, las
feministas liberales odian que este desorden que es la pornografía —el tener que hacer
algo contra los abusos de estas mujeres—pueda interferir con sus tan cómodas alianzas
políticas con todos esos hombres normales, los consumidores —que también resultan
ser, bueno, sus amigos. Ellas no quieren que el hedor de este tipo de abuso sexual —este
tipo crudo e indisciplinado que es por diversión y dinero— las contagie. El feminismo
para ellas implica tener éxito, no luchar contra la opresión.
Así que aquí estamos: lloren por nosotras. La sociedad, con el beneplácito de
demasiadas feministas liberales, dice que los pornógrafos no deben ser frenados porque
la libertad de todos depende de la libertad de los pornógrafos de ejercitar su expresión.
La mujer amordazada y colgada continúa siendo la expresión que ejercitan. En la jerga
de la izquierda liberal, detenerlos es censurarlos.
La ley de derechos civiles —un modesto acercamiento, ya que no es el cañón de
un arma— fue aprobada en Minneapolis, y vetada dos veces por su alcalde. En
Indianápolis, una ciudad más conservadora (donde incluso las feministas liberales son
Republicanas certificadas), una versión más acotada fue adoptada: más acotada
significa que únicamente la pornografía muy violenta fue cubierta por la ley. En
Indianápolis, la pornografía fue definida como la subordinación gráfica y sexualmente
explícita de las mujeres en imágenes y/o palabras que incluyen violaciones, dolor,
humillación, penetración por objetos o animales o desmembramiento. Los hombres,
niños y transexuales utilizados de esas maneras también podían aprovechar esta ley. La
ley hizo a los pornógrafos legal y económicamente responsables por el daño que les
hacen a las mujeres. Los productores de pornografía, quienes la exhiben, quienes la
venden y quienes la distribuyen pueden ser demandados por tráfico de pornografía.
Cualquier persona obligada a hacer pornografía puede hacer responsables a los
productores, vendedores, distribuidores o a los expositores por beneficiarse de su
coerción y podría removerse el producto de esa coerción del mercado. Cualquier
persona que sea forzada a mirar pornografía en su hogar, lugar de trabajo o ámbito
educativo, o en público, podría demandar a quien sea que los obligue y a cualquier
institución que lo autorice (por ejemplo, una universidad o un empleador). Cualquier
persona que sea físicamente abusada o lastimada a causa de una pieza específica de
pornografía podría demandar al pornógrafo por daños económicos y lograr sacar esa
pornografía de las estanterías. Bajo esta ley, la pornografía es correctamente entendida y
reconocida como una práctica de discriminación sexual. El impacto de la pornografía en

121
Denominada por los pornógrafos y sus amigos bajo el nombre de Edwin Meese, un hombre de
derecha, la Comisión fue en realidad creada para moderar al ex Fiscal General William French Smith.

230
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

el estatus de las mujeres es de mantenernos a todas como mujeres de segunda clase:


objetivos para las agresiones e inferiores civilmente.
La corte de Estados Unidos ha declarado que la ley de derechos civiles de
Indianápolis era inconstitucional. La Corte Federal de Apelaciones dijo que la
pornografía hacía todo el daño que las mujeres decían que hacía —causándonos
perjuicios físicos e inferioridad civil— pero que su éxito lastimándonos sólo probaba su
poder de expresión. Entonces, es libertad de expresión protegida. Comparadas con los
proxenetas, las mujeres no tenemos derechos.
Las buenas noticias son que los pornógrafos están metidos en grandes líos y que
nosotras lo hicimos. Playboy y Penthouse tienen grandes problemas económicos.
Playboy ha estado perdiendo suscriptores y, por ende, su base publicitaria, durante años;
y tanto Playboy como Penthouse han perdido miles de puntos de venta al por menor en
los últimos años. Les hemos costado su legitimidad.
Las malas noticias es que estamos en problemas. Hay muchísima violencia
contra nosotras, inspirada por la pornografía. Nos hacen a nosotras, a nuestros cuerpos,
pornografía en sus revistas y les dicen a los hombres normales que nos den con ganas.
Nos persiguen, nos atacan, nos amenazan. Llegaron a dispararle a un centro feminista
anti pornografía. Han acosado a feministas en sus propias casas, obligándolas a
mudarse. Y los pornógrafos han encontrado a un grupo de chicas (como esas mujeres se
llaman a sí mismas) para trabajar para ellos: no las cagonas de las liberales, sino
verdaderas colaboradoras que se han organizado especialmente para oponerse a la
legislación de derechos civiles y para proteger a los pornógrafos de nuestro activismo
político —la pornografía no debería ser un asunto feminista, dice la presunta feminista.
Dicen: La pornografía es misógina pero... El pero en este caso es que nos desreprime.
Las víctimas de pornografía pueden dar testimonio, y lo hicieron, de que cuando los
hombres se desreprimen, las mujeres salen lastimadas. Estas mujeres dicen ser
feministas. Algunas han trabajado a favor de la Enmienda de Igualdad de Derechos o a
favor del derecho al aborto o a favor del sueldo igualitario o a favor de los derechos
para lesbianas y gays. Pero por estos días, se organizan para evitar que nosotras
frenemos a los pornógrafos.
La mayoría de las mujeres que dicen ser feministas pero trabajan para proteger a
la pornografía son abogadas o académicas: abogadas como aquellas que nos
abandonaron ante Snuff; académicas que creen que la prostitución es romántica, una
sexualidad femenina no reprimida. Pero, sean quienes sean, piensen lo que sea que
piensen que están haciendo, el hecho que se destaca de ellas es que están ignorando a
las mujeres que han sido lastimadas para ayudar a los pornógrafos a lastimar. Son
colaboradoras, no feministas.
Los pornógrafos pueden tranquilamente destruirnos. La violencia contra nosotras
—en la pornografía, en los medios en general, o entre los hombres— está escalando
rápida y peligrosamente. Algunas veces nuestra desesperanza es horrible. No nos hemos
rendido aún. Hay resistencia aquí, una verdadera resistencia. No puedo decirles cuán
valientes y brillantes son las que resisten. O cuán indefensas o heridas están. Lo que sí
está claro: las mujeres más indefensas, las mujeres más explotadas, son las mujeres que
luchan contra los pornógrafos. Nuestras hermanas más privilegiadas prefieren no tomar
partido. Es una lucha desagradable, sí. El feminismo está muriendo aquí porque muchas
mujeres que dicen ser feministas son colaboradoras o cobardes. El feminismo es
magnífico y militante aquí porque las mujeres más indefensas están poniendo sus vidas
en juego para enfrentarse a los hombres más poderosos por el bien de todas las mujeres.
Estén orgullosas de nosotras por luchar. Estén orgullosas de nosotras por llegar tan

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

lejos. Ayúdennos si pueden. Los pornógrafos tendrán que detenernos. No nos


rendiremos. Ellos lo saben y ahora también ustedes.

Con amor,
Andrea Dworkin.

232
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

EPÍLOGO

En los sesenta, la rebelión se apagó y la crítica


enmudeció. La excepción fue el feminismo. Pero este
movimiento comenzó mucho antes y se prolongará
todavía varias décadas. Es un proceso que pertenece al
dominio de lo que he llamado «la cuenta larga». Aunque
ha perdido algo de su ímpetu en los últimos años, se trata
de un fenómeno que, probablemente, está destinado a
cambiar la historia humana.
Octavio Paz, Tiempo Nublado

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

El Feminismo Ahora
1987
El Sunday Times en Londres quería saber mi opinión sobre el estado actual del
feminismo. El periódico por sí mismo decidió publicar cerca de un tercio de lo que
escribí. También publicaron un manojo de opiniones de otras feministas, supongo que
también fragmentadas. Nadie salvo yo mencionó a la violencia sexual — ¿O tal vez lo
recortaron en la edición? Me gustaría saberlo. Este es mi texto completo, los tres
párrafos. Esto nunca ha sido publicado en Estados Unidos de ninguna otra manera.

EL FEMINISMO ESTÁ EN crisis. Debemos hacer elecciones. ¿Será el


Movimiento de Mujeres un verdadero movimiento de liberación de las mujeres, una
fuerza a favor de la redistribución igualitaria del poder, los recursos y las oportunidades;
o será el feminismo un empujoncito respetuoso con el fin de conseguir reformas
superficiales, principalmente de modales y a veces de códigos o prácticas sociales y
legales? ¿Será el feminismo un movimiento político que se enfrenta al poder de los
hombres sobre las mujeres para desmantelar ese poder; o será el feminismo la elección
de un "estilo de vida", una novedad posmodernista, una moda cíclicamente destacada?
¿Se dedicará el feminismo a la eliminación, no la contención, de las violaciones,
las agresiones, el incesto, la prostitución y la pornografía, las violaciones más atroces a
los derechos humanos de las mujeres; o se conformarán las feministas con que casi todo
el mundo diga cuánto lamentan la violencia mientras la violencia continúa sin cesar?
¿Continuará el feminismo con las difíciles y costosas políticas de enfrentamiento —la
rebelión contra el poder de los hombres en público y en privado, la resistencia al status
quo que toma a la inferioridad de las mujeres como natural, sexy y una parte de la
trivialidad política; o seguirá demostrando (para que el resto de nosotras aprendamos) a
través de una elite de mujeres, ungidas por los medios de comunicación para influenciar
(no controlar políticamente), cómo hablarles bien y dulcemente a los hombres, cómo
pedirles educadamente y con un tono femenino que dejen de explotarnos?
En Estados Unidos, existe un feminismo institucional, de veinte años de edad,
creado y controlado por los medios de comunicación, que es bastante corrupto,
comprado por el privilegio de su propio protagonismo. También existe un feminismo de
raíz en cada rincón y grieta de este vasto y diverso país con su compleja geografía física
y étnica. Este feminismo de raíz es fuerte, valiente, militante, duradero, creativo,
económicamente empobrecido, y socialmente desposeído. En este momento, este es el
feminismo de significancia política y moral del cual provienen la acción, la verdad y la
esperanza. No sé si este feminismo de raíz será aplastado o si prevalecerá. En este
momento, es un movimiento de resistencia honesto. Aquí no tenemos un feminismo ni
revolucionario, ni reformista; tenemos una resistencia organizada, a veces a la vista, a
veces en la clandestinidad, a la dominación masculina. Creo que duraremos mucho
tiempo, a un gran costo. En tiempos de resistencia política, la resiliencia lo es todo.

234
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

235
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

SEGUNDO EPÍLOGO

Todavía machacando con el mismo tema, exclamarás —


¿Cómo puedo evitarlo, cuando la mayoría de las luchas
de una vida ajetreada han sido ocasionadas por el estado
de opresión de mi sexo: razonamos profundamente,
cuando sentimos violentamente.
Mary Wollstonecraft, Cartas Escritas
Durante una Corta Residencia en Suecia,
Noruega y Dinamarca (Carta XIX)

En mis largos meses de confinamiento, usualmente


pensé cómo transmitir el dolor que padece una persona
torturada. Y siempre concluí que era imposible.
Es un dolor sin puntos de referencia, símbolos
reveladores, o pistas que sirvan de indicadores.
Jacobo Timerman, Prisionero sin
Nombre, Celda sin Número

236
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Lo que son realmente las agresiones


1989
El 1ero de noviembre de 1987, Joel Steinberg, un abogado de defensa criminal, golpeó
a su hija ilegalmente adoptada, Lisa, de seis años, hasta llegar al coma. Murió el 5 de
noviembre. Hedda Nussbaum, que había vivido con Steinberg desde 1976, estaba
también en el departamento. Tenía una pierna engangrenada debido a sus golpizas; su
cara y su cuerpo estaban deformados por sus ataques. Mientras Lisa estaba tirada en el
piso del baño, Steinberg salió a cenar y a beber. Nussbaum permaneció en el
departamento. Cuando Steinberg llegó a casa, él y Nussbaum inhalaron cocaína.
Temprano, al día siguiente, Lisa dejó de respirar, y Nussbaum llamó al 911. Ella fue
arrestada junto con Steinberg. Se le dio la inmunidad por testificar en contra de él.
Steinberg había comenzado a golpear a Nussbaum en 1978; tan sólo en ese año, según
Newsday, él le dejó al menos diez veces el ojo negro. En 1981, él rompió su bazo.
Durante este tiempo, ella trabajó como editora de libros para niños en Random House.
Fue despedida en 1982 por faltar demasiado al trabajo. Socialmente hablando, fue
desaparecida; fue enterrada viva en la tortura.
Susan Brownmiller, autora de Contra Nuestra Voluntad: Hombres, Mujeres y
Violación y fundadora de Mujeres Contra la Pornografía, comenzó una cruzada
mediática contra Nussbaum. Culpó a Nussbaum no sólo de la muerte de Lisa sino
también a Nussbaum misma por dejarse golpear. Escuchar a Susan tomar esta posición
me devastó. Comencé a tener flashbacks de cuando yo era golpeada: de cuando me era
imposible hacer que alguien me creyera o me ayudara. Susan estaba negando la
realidad de las golpizas tal como lo habían hecho mis amigos, mis vecinos y mis
conocidos, tal como lo habían hecho los médicos y la policía, cuando intentaba escapar
de ser física y mentalmente torturada. Los flashbacks son diferentes a los recuerdos. Se
adueñan de la mente consciente. Son como las convulsiones —involuntarios, por fuera
del tiempo, vívidos, casi tridimensionales; no puedes detenerlos una vez que empiezan.
Revives un evento, un trauma, una parte de tu propia historia, con una precisión de
detalles casi increíble —el aire es el mismo— estás allí y está pasando. Escribí este
artículo para intentar detener esos flashbacks.
Newsweek aceptó este artículo para ser publicado. Luego, el abogado de
Newsweek detuvo la publicación. El abogado dijo que yo debía aportar pruebas. Tenía
que tener registros médicos, registros policiales, una declaración de un médico que
haya visto las heridas que describo aquí. Debía corroborar mi historia. O debía
publicarla de manera anónima para proteger la identidad del golpeador; o no podría
decir que había estado casada —para proteger la identidad del golpeador; y tenía que
sacar cualquier referencia a heridas específicas a menos que pudiera documentarlas,
probarlas. Fuera de toda evidencia. Pruebas objetivas. Le pregunté a Newsweek
cuándo iba a aplicar a mí la libertad de expresión sobre la que seguía escuchando; le
pregunté a Newsweek cuándo iba a dejar el golpeador de tener control sobre mi propia
vida —sobre lo que puedo decir, lo que puedo hacer.
El Los Angeles Times publicó este artículo el 12 de Marzo de 1989. Esa misma
semana, leí sobre la muerte de Lisa Bianco. La Sra. Bianco tenía veintinueve años. La
mató un golpeador, su ex marido, que estaba fuera de la cárcel con un permiso de
cuarenta y ocho horas. Se suponía que las autoridades de la prisión tenían que avisarle
si él salía en algún momento porque ella sabía que él podía matarla. No lo hicieron.
Supongo que no le creyeron. "Ciertamente", reportó The New York Times, "los

237
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

funcionarios de la prisión dijeron en los papeles que el Sr. Matheney no parecía tan
peligroso como la Sra. Bianco dijo que era". Ella se estaba preparando para cambiar
de identidad, entrar en la clandestinidad para cuando él saliera de prisión, para lo que
faltaba un año. Lisa Bianco se escapó. Lo hizo, usó disfraces, consiguió órdenes de
protección, tenía guardias de seguridad que la escoltaban cuando iba a clases en la
Universidad de Indiana. Después de su divorcio, el golpeador se seguía presentando en
su casa para agredirla salvajemente (esa también es mi propia experiencia). Una vez,
él la secuestró y la violó. Ella lo denunció. Él acordó con la fiscalía que los cargos de
violación y de golpizas fueran unificados en un sólo cargo de agresiones. En gran parte
porque había también secuestrado a sus hijos, fue sentenciado a ocho años en prisión,
tres de los cuales quedaron en suspenso. Ella hizo las cosas bien, fue excepcionalmente
valiente; podría haberle probado todo al abogado de Newsweek; ahora está muerta.
Fugitiva o cautiva, eres su presa. La mayoría de las que hemos sido heridas por estos
hombres necesitamos esconder más de lo que necesitamos probar. Aprendemos rápido
que el sistema no nos protege —sólo nos expone más— entonces nos escondemos de
ese hombre y del sistema —de los hospitales, la policía, las cortes— los lugares en los
que consigues las pruebas. Yo aún me escondo. No es fácil para una persona pública,
pero lo hago. Soy una maestra en ello. No tengo ninguna prueba pero aún estoy viva,
por ahora.
Ahora, sobre ser una escritora: ¿existen otros escritores en Estados Unidos
cuya libertad sea constantemente amenazada por el asesinato o las agresiones; cuyas
vidas sean amenazadas día sí, día no; que arriesguen sus vidas al publicar un artículo
como este? Los hay: las mujeres lastimadas por los hombres, especialmente sus esposos
o padres. ¿Qué están haciendo Newsweek o PEN o la ACLU por escritoras como
nosotras? A continuación está el artículo que fue primero aceptado y luego rechazado
por Newsweek; fue publicado subsecuentemente en The Los Angeles Times en una
forma levemente distinta.

MI AMIGA Y COLEGA Susan Brownmiller no quiere que Hedda Nussbaum


sea "exonerada" —algo que ninguna mujer golpeada es, incluso si su hijo o hija no ha
muerto. A los mafiosos se les dan nuevas identidades, casas, cuentas bancarias y
profesiones cuando testifican contra criminales más malos, más grandes y más
perversos de lo que ellos son. Los violadores y asesinos hacen acuerdos con los fiscales.
Los traficantes de drogas obtienen inmunidad. Los golpeadores raramente pasan una
noche en prisión; lo mismo pasa con los proxenetas. Pero Susan cree que Nussbaum
debería haber sido procesada, y la percepción de que Nussbaum es legal y moralmente
responsable por la muerte de Lisa Steinberg está creciendo.
No creo que Hedda Nussbaum sea "inocente". No conozco ninguna mujer adulta
inocente; la vida es mucho más difícil que eso para todas. Pero las mujeres adultas que
han sido golpeadas no son especialmente inocentes. Las golpizas son un descenso
obligado al infierno y no te las arreglas en el infierno gracias a la bondad moral. Te
desintegras. No sobrevives como una personalidad discreta con un sentido de lo que
está bien y lo que está mal. Vives en un mundo de dolor puro, en aislamiento, al borde
de la muerte, aterrorizada; y cuando te vuelves lo suficientemente insensible como para
que no te importe si vives o mueres, experimentas la única bendición que Dios te envía.
Las drogas ayudan.
A mí me golpeaban cuando estaba casada, y desearía que la gente entendiera
algunas cosas. Pensé que las cosas habían cambiado pero es claro, gracias a la historia
de Hedda Nussbaum, que no mucho lo ha hecho.

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CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

Tus vecinos oyen tus gritos. No hacen nada. Al día siguiente te ignoran. Si tú
gritas durante años, te ignorarán durante años. Tus vecinos, tus amigos, tu familia ven
los moretones y no hacen nada. No intercederán. Te mandarán de vuelta. Dirán que es tu
culpa o que te gusta o directamente negarán lo que está pasando. Tu familia creerá que
perteneces a tu marido.
Si gritas y nadie te ayuda y nadie lo reconoce y la gente te ignora, comienzas a
sentir que no existes. Si existieras y gritaras, alguien te ayudaría. Si existieras y
estuvieras visiblemente lastimada, alguien te ayudaría. Si existieras y pidieras ayuda
para escapar, alguien te ayudaría.
Cuando vas al médico o al hospital porque estás lastimada gravemente y no te
escuchan ni te ayudan o te dan tranquilizantes o te amenazan con internarte porque
dicen que estás desorientada, paranoide o fantaseando, comienzas a creer que él puede
lastimarte tanto como quiera y nadie te ayudará. Cuando la policía se niega a ayudarte,
comienzas a creer que él puede lastimarte o asesinarte y a nadie le importará porque no
existes.
Te vuelves incapaz de usar el lenguaje porque cualquier cosa deja de tener
sentido. Si usas palabras habituales y dices que has sido lastimada y quién lo ha hecho y
señalas tus heridas visibles, y te tratan como si lo hubieras inventado o como si no
importara o como si fuera tu culpa o como si fueras estúpida y no valieras nada,
comienzas a temer decir cualquier cosa. No puedes hablar con nadie porque no te
ayudarán y si les hablas, el hombre que te está golpeando podría lastimarte más. Una
vez que pierdes el lenguaje, tu aislamiento es absoluto.
Eventualmente, esperas morir. Yo quería morir. Esperaba que la siguiente
golpiza me matara, o la siguiente después de esa. Cuando volvía, después de haber sido
golpeada hasta la inconsciencia, el primer sentimiento que tenía era una tristeza
apabullante porque estaba viva. Le pedía a Dios que por favor me dejara morir ya. Mis
senos tenían marcas de quemaduras de cigarrillos. Él me golpeaba las piernas con una
viga de madera pesada para que no pudiera caminar. Estuve presente cuando les hacía
cosas inmorales a otras personas; estaba presente cuando él lastimaba a otras personas.
No los ayudé. Júzgame, Susan.
Un adicto a las drogas una vez me dijo que me daría un billete a un lugar lejano
y mil dólares si pasaba su maleta por la aduana. Dije que lo haría. Sabía que tenía
heroína dentro, y tenía la esperanza de ser descubierta y enviada a prisión para que él no
pudiera seguir golpeándome. Había sido abusada sexualmente en La Casa de Detención
de Mujeres en la ciudad de Nueva York (arrestada por una manifestación contra la
guerra de Vietnam) por lo que no tenía la idea de que la prisión era un lugar amigable.
Sólo esperaba obtener cinco años y que por esos cinco años pudiera sentarme en una
celda sin ser golpeada por él. Al final, el adicto nunca me dio la maleta, por lo que
nunca obtuve los mil dólares. Sí me dio amablemente un billete. Robé el dinero que
necesitaba. Escapar es heroico, ¿no?
He estado viviendo con un amable y gentil hombre al que amo por los últimos
quince años. Por ocho de esos años, me despertaría gritando de ciego terror durante la
noche, no sabiendo quién era yo, dónde estaba, ni quién era él; encogida de miedo y
temblando. Estoy más en paz ahora pero me he negado a publicar mis libros hasta hace
poco en el país en el que vive mi ex esposo, y he rechazado invitaciones para ir a ese
país —invitaciones profesionales importantes. Una vez fui allí en secreto por cuatro días
para intentar enfrentar la situación. No pude parar de temblar y sudar de miedo; apenas
podía respirar. No hay un día en el que no tenga miedo de verlo nuevamente y de que
me lastime.

239
CARTAS DE UNA ZONA DE GUERRA

La muerte se ve diferente para una mujer que ha sido golpeada; no parece tan
cruel como lo es la vida. Me molesta lo que me parece el falso e hipócrita duelo por
Lisa Steinberg —el duelo sentimental e hipócrita de una sociedad a la que no le
importaría que la golpearan hasta la muerte si fuera una mujer adulta. Si Lisa no hubiera
muerto, estaría en la calle West Tenth siendo torturada —ahora mismo. ¿Para qué
queríamos que viviera? ¿Para que cuando la niña se convierta en mujer y fuera violada o
golpeada o prostituida pudiéramos ignorarla? Está mal golpear a una niña antes de que
cumpla la mayoría de edad. Está mal torturar a una niña antes de que cumpla la mayoría
de edad. Una vez que es mayor de edad, bueno, no está tan mal. Para ese momento, ella
lo desea, a ella le gusta, ella lo eligió. ¿Por qué odian tanto a las mujeres adultas y por
qué está bien odiarnos? Aquellos que aman a los niños pero no creen que las mujeres
adultas merezcan algo precisamente porque no somos inocentes —somos usadas y
estamos comprometidas y somos culpables— deberían tratar de recordar lo siguiente: la
única forma de haber podido ayudar a Lisa Steinberg era ayudando a Hedda Nussbaum.
Pero, para hacerlo, tendría que haberles importado que una mujer adulta estaba
siendo lastimada: tendría que haberles importado lo suficiente como para rescatarla. Y
también había un niño pequeño, recuérdenlo, atado y cubierto de heces. La única forma
de liberarlo era rescatando a Hedda. Ahora que ha sido torturado y no ha muerto.
Crecerá para ser algún tipo de hombre: ¿de qué tipo? Ojalá hubiera alguna forma de
quitarle el daño que le han hecho. No la hay. ¿Hay alguna forma de evitar que se
convierta en un golpeador? ¿La hay?

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