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Staff

Mir

Kath
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Cecilia
Índice

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Sinopsis
Cuando oscuridad y luz se mezclan, las almas destinadas arderán…
Conectados desde la infancia.
Dos almas: Una oscura y otra pura.
Preparándose para dar el mayor paso de todos.
River “Styx” Nash ama a su mujer. Desde que conoció a Mae en la cerca del
culto que la había mantenido cautiva de niña, nunca ha amado a nadie más.
Ama su cabello negro, su pálida piel y, por supuesto, sus ojos azul hielo de lobo.
Desde que Mae volvió a su vida, su único deseo ha sido casarse con ella;
finalmente convertirla en su esposa. Pero ahora que la boda está preparada y
solo a semanas de tener para siempre a Mae a su lado, un problema de toda la
vida lo está invadiendo. 5
… Si solo pudiera pronunciar las palabras y declararlo al mundo.
La vida de Salome “Mae” Nash ha estado llena de angustia y dolor… hasta
que a los ocho años conoció a un extraño chico con cabello oscuro del mundo
exterior. Años después, y reunida con su gran amor, Mae está lista para soldar
su corazón al de él. Finalmente, Mae está lista para casarse con su hombre. Pero
su prometido se ha vuelto introvertido. Algo está molestándolo profundamente.
Pero Mae no tiene ni idea qué es.
O qué hacer para ayudar.
¿Puede Styx abrirse y conquistar su más profundo dolor? ¿O permitirá el
infame Hangmen mudo que sus miedos venzan su amor por Mae y ver su muy
anticipada boda convertirse en polvo?
Romance oscuro contemporáneo. Contiene situaciones sexuales
explícitas, lenguaje ofensivo y temas maduros. Recomendado para mayores de
dieciocho años.
I Do, Babe: A Novella (Hades Hangmen #5.5) debe leerse DESPUÉS de Damnable Grace
(Hades Hangmen #5).
Dedicatoria
Para Styx y Mae.
Gracias por inspirar esta serie.

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Prólogo

Recinto Hangmen, Austin, Texas


Edad Doce

—M
ierda. ¿Has visto las tetas en eso?
Miré al otro lado del patio para ver a quién
señalaba Ky. Había una zorra rubia del club
sentada en el regazo de mi viejo.
—Ese es el tipo de perra con la que me voy a casar. Alta, rubia, sexy con 7
tetas enormes. —Se encogió de hombros—. Eso es si me caso. No estoy seguro
de querer una bola y una cadena atada a mi tobillo toda mi vida. No quiero
complicaciones, ni chifladas, ni necesitadas, quiero una perra que me chupe la
polla cada vez que se lo diga.
Me reí y negué. Él siempre era así.
—¿Y tú? —preguntó con su jodida sonrisa engreída.
Dije con señas:
—Cabello negro. Piel pálida y ojos de lobo azul hielo.
La sonrisa de Ky cayó de inmediato, y echó la cabeza hacia atrás
dramáticamente.
—¡Argh! ¡Esta mierda otra vez, no!
—Respondí tu maldita pregunta. Es con quien me voy a casar. La perra de
los ojos de lobo que conocí detrás de la cerca —señalé. Pude hablar con ella,
idiota. ¿Sabes lo qué significa eso para mí?, quería agregar... pero no lo hice.
—Sí, bueno, buena suerte encontrándola, Styx. Todavía estoy convencido
que fuiste mordido por una serpiente en las hierbas altas y que jodidamente
alucinaste todo.
—¿De qué están hablando ustedes dos, chupapollas? —Mi viejo se paró
frente a nosotros. Él tenía jodidos chupetones por todo el cuello y el lápiz labial
rojo de su nueva zorra manchado sobre su boca.
—Casarse —dijo Ky.
Mi viejo frunció el ceño.
—Será mejor que no sea uno con el otro. Los putos maricones no son
bienvenidos en mi club.
—Sí —dijo secamente Ky—. No puedo tener suficiente del bagre de Styx en
mi boca. Sabe a chocolate.
Mi viejo le dio una palmada en la cabeza a Ky.
—¡Ay! —siseó y levantó su mano cuando mi viejo volvió por más—.
Cálmate. Sólo decía que me gustaba la zorra del club a la que le metías la
lengua. Sexy. Buenas tetas. Toda esa mierda.
—¿Sí? —Mi viejo se encogió de hombros—. Terminaré con ella esta noche.
Puedes tener su coño todo lo que quieras después de eso. —Se rió—. Si tu polla
es siquiera lo suficientemente grande para llenar su agujero.
Ky sonrió y levantó las cejas.
—Lo suficientemente grande, prez. Y ella lo sabrá cuando la haga gritar.
Los ojos de mi viejo cayeron sobre mí.
—¿Y tú? ¿Con quién diablos dijo que se casará mi retardado hijo mudo?
Miré fijamente al hijo de puta con furia, mandando a la mierda el
responder a su pregunta.
—Ojos de lobo —dijo Ky. Miré con furia al jodido idiota, pero el imbécil 8
sólo me guiñó un ojo y me sacó su lengua. Sabía que me había dejado caer en
la mierda.
—Eso otra vez, no —dijo mi papá—. No sólo tengo un hijo retrasado, sino
que está obsesionado con una puta bebé que soñó que salió de la nada. —Negó,
luego se inclinó hacia abajo—. Les diré una cosa a los dos, hijos de puta: Nunca
se casen. Fue el peor error que cometí. —Me señaló—. Su madre era una zorra,
y una vez que se fue con esa escoria de Diablo y finalmente la maté, fui
jodidamente libre. Todos los coños que quiera ahora. La ventaja de ser el prez
del mejor jodido MC que este país vio jamás. —Me miró de nuevo. Entonces el
imbécil se siguió riendo hasta que regresó al padre de Ky y a su zorra de la
noche.
—Styx… —Antes que Ky pudiera hablar, me levanté del asiento y me
dirigí hacia el club. Estaba jodidamente enojado—. ¡Styx! —Ky gritó más
fuerte—. ¡Sólo estaba jodiendo contigo, hermano! —Pero le enseñé el dedo
medio y lo sostuve hasta que volteé la esquina y estuve fuera de la vista.
El mural de Hades y Perséfone que adornaba la pared de nuestro club me
devolvió la mirada. Me acerqué, mirando a Perséfone. La perra tenía el
cabello largo y negro, y ojos azul hielo... jodidos ojos de lobo como esa perra
detrás de la cerca.
Ella era real.
Sabía que lo era.
Mientras miraba a Perséfone; la imagen perfecta de cómo se vería Ojos
de Lobo cuando fuera mayor, sabía que no me había imaginado nada. La
había visto, llorando, piel pálida, cabello oscuro, ojos azules, llevando un
maldito vestido de peregrino. Y cuando miré a Perséfone con Hades, el hijo de
puta luciendo como yo, sabía que la encontraría de nuevo.
Porque había hablado con ella.
La perra con los ojos de lobo…

9
Uno

Varias semanas hasta la boda…

T
iré mi chaleco sobre la mesa de la cocina y giré mi cuello. Mis
hombros estaban tensos por todas las jodidas pesas que había
estado alzando en el gimnasio, y estaba cansado como un perro
por las rutas que teníamos que hacer últimamente.
Los contratos de armas habían regresado, cortesía de la desaparición del
culto. Cada hijo de puta que nos había dejado había vuelto arrastrándose con el
rabo entre las piernas, prácticamente ofreciendo chupar nuestras pollas. Así que 10
había hecho lo que cualquier buen prez haría. Les había cobrado el doble a los
traidores hijos de puta y les había escupido en sus feos rostros.
El dinero estaba entrando.
La mierda del club se estaba calmando.
Los prospectos iban bien.
La vida volvía a la normalidad.
Y todavía no podía hablar.
Me quité las botas, tiré de mi camiseta sobre mi cabeza y la dejé caer al
suelo.
Tomé una cerveza de la nevera y me dirigí de la cocina a la sala. Tumbada
en el sofá, profundamente dormida, estaba Mae. Tomé mi cerveza y me acerqué
a ella. Su cabello negro azabache se extendía sobre uno de los ridículos cojines
que había puesto alrededor de la cabaña para hacerla más “hogareña” o algo así.
Llevaba un largo vestido negro sin mangas con mi chaleco, mi maldito
nombre, en su espalda. Su boca estaba ligeramente abierta, sus labios rosados
haciendo un mohín solo esperando que mi boca los tomara.
Pero no lo hice. La dejé dormir, mi maldito corazón negro se rompió un
poco cuando vi su mano ahuecando su estómago embarazado. Acunando a
nuestro jodido niño. Incapaz de mantenerme alejado de esta perra por un
maldito segundo, me senté en el borde del sofá y le aparté el cabello del rostro.
Ella se movió, una maldita pequeña sonrisa tiró de su boca. Esta vez sí la
besé. Pero ella no se despertó. Desde que quedó embarazada, lo único que hacía
era dormir. Apagada como una luz, prácticamente incapaz de despertarse
durante una maldita tormenta. Incluso yo, siendo el miserable bastardo que era,
no pude evitar sonreír cuando ni siquiera parpadeó.
Amaba muchísimo a esta perra. Era lo mejor que me había pasado.
Mientras tomaba mi Bud, vi un bloc de notas en la mesa auxiliar. Lo
levanté y, mientras escaneaba su perfecta escritura cursiva, mi maldito corazón
cayó.
No sabía qué era la vida hasta que te encontré. El chico que vino a mi
vida cuando era un niño. El niño sin voz que milagrosamente encontró las
palabras en mi presencia.
El chico que me besó en los labios, bendiciéndome con el extraño e
inalcanzable concepto de la esperanza.
El chico que siempre estuve destinada a amar.
El chico que tenía la música más dulce en su corazón, quien me salvó y
me mostró lo que era estar en casa…
Dejé el bloc de notas y me pasé la mano por el rostro.
Eran sus votos. Sus jodidos votos matrimoniales.
Necesitando fumar más de lo que necesitaba mi próximo aliento, atravesé
la cocina y salí por la puerta. Me desplomé en una silla en el porche y encendí un
cigarrillo.
Di una larga calada y abrí la boca. Respirando profundamente, dejé que la
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nicotina calmara mi sangre hirviendo.
—Yo… yo… R-R-Riv… Riv... ¡argh! —Apreté los dientes y cerré los ojos,
tratando de calmarme. Lo había intentado todos los días durante muchas
jodidas semanas. Y cada vez que pensaba en pararme frente a mis hermanos y
mi perra, y hablar de verdad, mi garganta retrasada se cerraba, y el jodido
tartamudeo que nunca se fue de mi vida regresaba para interrumpirme.
Tomé una calada tras otra de mi cigarrillo y esperé a que mi garganta se
relajara. No lo hizo.
En su lugar, me vino a la mente el bloc de notas de Mae, y sus palabras se
burlaron de mí como una broma enfermiza.
El niño sin voz que milagrosamente encontró las palabras en mi
presencia. El chico que me besó en los labios, bendiciéndome con el extraño
concepto de la esperanza…
No había milagro esta vez. Mae finalmente se estaba convirtiendo en mía.
Parados frente a Hades, mi club, y tal vez incluso a Dios, y no podría decirle lo
que quería. Que la amaba, y que la perra había cambiado mi jodida vida inútil.
Que era el hijo de puta más afortunado que alguna vez caminó por la tierra.
Porque la tenía a ella. Porque jodidamente la tenía a ella.
Ella me miraría, con su vestido blanco, con esos ojos azul hielo sonriendo,
y yo sería un jodido mudo. Mae siendo Mae, ya me había dicho que quería que
dijéramos nuestros votos con señas. Que estaba bien. Que entendía que yo no
podía hablar frente a toda esa gente.
Mierda, casi podía oír a mi viejo riéndose desde los fuegos del Tártaro.
—Jodido retrasado —estaría siseando, riéndose de su patético hijo mudo,
que podría matar a un hombre con un golpe letal, pero no podía dejarse de joder
y pronunciar unas pocas putas palabras en voz alta.
—Mierda, hermano. —La voz me hizo suspirar ruidosamente con fastidio—
. ¿Mae te negó su coño o su boca en tu polla o alguna mierda? Te ves listo para
suicidarte.
Alcé mi dedo medio hacia Ky sin mirarlo, y él se sentó a mi lado en la silla
libre. Cuando abrí los ojos, me estaba mirando con una sonrisa de suficiencia en
el rostro.
—Déjame adivinar —se burló. Sacó una cerveza del paquete de seis en su
mano y arrancó la tapa con los dientes. Inclinándose hacia adelante, continuó—:
¿No pudiste levantarla? —Se encogió de hombros como el jodido idiota que
era—. Oí que puede pasarle al mejor. No a mí, por supuesto, mi pene está listo
para rockear siempre. Es el jodido conejito de Energizer en mis pantalones.
Demasiado enojado para responder, encendí otro cigarrillo. Saqué una
cerveza de su paquete, arranqué la tapa y me bebí la mitad de la botella;
entonces incliné la cabeza hacia atrás para mirar el cielo nocturno.
Esta vez, cuando miré a Ky, su ceño estaba fruncido.
—¿Qué pasa? —No había humor en su voz. Su cabeza se inclinó hacia un
lado, estudiándome—. ¿Es AK, ha pasado algo con el Klan? —Ky prácticamente
saltó sobre sus pies. 12
Lo agarré del brazo y forcé su culo a sentarse en el asiento. Él me miró,
terriblemente confundido. Bajé mi botella y hablé con señas:
—No voy a poder hacer esta mierda del matrimonio.
Ky me miró como si fuera un jodido extraterrestre o alguna mierda.
—¿De qué demonios estás hablando?
Bebí el resto de la cerveza, arrojé a la hija de puta al otro lado del jardín y
observé cómo se estrelló contra un árbol cercano.
—¡Qué demonios! —exclamó Ky. Me puse de pie y empujé mis manos por
mi cabello.
Enfrentándome a mi mejor amigo, envolví mi mano en mi garganta, con
un gesto de asfixia.
Hablé con señas:
—No puedo jodidamente hablar. Mae está loca por este matrimonio, esta
puta ceremonia, y no puedo decir ni una palabra. —Negué—. Ni siquiera puedo
hablar contigo ahora. Una de las dos únicas personas con las que puedo
hablar en el mundo, porque la idea de hablar en voz alta frente a cualquier
otra persona ha robado todas mis malditas palabras.
—Nadie espera que hables, tonto. Todos sabemos que hablarás por señas.
Cerré mi puño y lo estrellé contra el poste que sostenía el porche. Miré
hacia afuera hacia los árboles y luché en conseguir controlar mi respiración.
Eventualmente volteé para ver a mi VP recostado y relajado en su asiento. Él
estaba acostumbrado a mis arrebatos. Me había visto volverme loco por mi voz
defectuosa un millón de veces. Inclinándome contra la barandilla del porche,
hice señas:
—Quiero hablar. Yo... —Hice una pausa—. Quiero hablar ese jodido día,
Ky. Sólo por una vez, quiero hablar bien.
Ignoré el destello de simpatía en los ojos de Ky. Si lo reconociera,
simplemente me jodería incluso más. Ky se puso de pie y se paró a mi lado en la
barandilla. Me ofreció otra cerveza.
—Entonces te haremos hablar. Facilísimo. —Se encogió de hombros como
si no fuera nada.
Cuando levanté una ceja y lo miré, el hijo de puta estaba sonriendo con
suficiencia. Negué, pero no pude evitar devolverle la sonrisa. Perdí el enfoque
mientras miraba hacia abajo a mi nueva cerveza. La puerta se abrió y Mae dio
un paso en el porche, con su cabello largo revuelto por dormir. Bostezó,
acunando su hinchado estómago, luego sonrió jodidamente grande cuando me
vio.
—Pensé haberte escuchado aquí fuera. —Se lanzó hacia mí. Deslizó sus
brazos alrededor de mi cintura, y su bulto empujó mi estómago. Se rió cuando
ya no pudo llegar tan cerca como antes lo hacía.
Besé su cabeza y ella se apartó. Doblando sus brazos y observando a Ky y a
mí sospechosamente, preguntó: 13
—¿Qué los tiene a ustedes dos tan perdidos en sus pensamientos?
Ky se encogió de hombros.
—Sólo necesitábamos una cerveza. Escapé de Grace cuando intentó
ponerme puto maquillaje. Quiero decir, sé que soy jodidamente sexy como el
infierno, y podría lucir el malva profundo tanto como cualquier tipo, pero que
jodan esa mierda. Dejé pequeño Ash para que tomara mi lugar. Ese pequeño
hijo de puta se verá como una puta mediocre en poco tiempo. Había traído a
Madds para pasar la noche con Li y Grace. Esa fue mi puta señal para irme y
recordarme a mí mismo que en realidad tenía un par de pelotas.
Las fuertes carcajadas de Mae calmaron mi estado de ánimo como un
maldito bálsamo. Ella echó la cabeza hacia atrás y contuvo el aliento.
—¿Te importa si voy y los veo también? Me gustaría mucho ser testigo de
todo esto.
—N-n-no —logré expulsar. Ella arqueó las cejas con sospecha. Casi nunca
tartamudeaba frente a ella en estos días. Era una indicación que algo andaba
mal. Pero lo dejó pasar. Por eso, le estaba agradecido.
—Te prepararé la cena antes de irme —dijo y miró a Ky—. ¿Te gustaría
quedarte a cenar, Kyler?
—¿Un oso caga en el bosque?
—Yo… bueno… yo… ¿perdón? —La maldita nariz de Mae estaba
crispándose, destruyéndome en el lugar—. ¿Esa era una verdadera pregunta? No
sé si los osos hacen eso... en el bosque. —Hizo una pausa—. Tal vez... ¿sí?
—Lo entendiste, cachetes —declaró con un guiño. Casi le di un puñetazo al
idiota por jugar tanto con mi perra. Él sabía que todas las perras del culto,
incluida su propia jodida esposa, todavía no tenían idea de una tonelada de
cosas.
—Está bien —respondió, algo perdida. Y eso fue todo. Antes que se volteara
para irse, la agarré del brazo y la atraje hacia mí, teniendo cuidado con su
vientre. Golpeé mis labios con los de ella y hundí mi lengua en su boca. Mae
gimió cuando la encerré en el lugar con una mano detrás de su cuello. Cuando
me aparté, sus ojos estaban vidriosos y sus labios hinchados.
—No me hagan caso. Siempre estoy listo para un espectáculo porno en
vivo, niños —dijo Ky. Esta vez golpeé su bíceps cuando el rostro de Mae se volvió
carmesí.
—Yo… yo debería irme y preparar la cena —susurró.
La observé irse. Cuando la puerta se cerró, inhalé profundamente.
—Y-yo… n-necesito ha-a-ablar. —Hice una pausa, tragué, me mojé la
garganta con cerveza y luego terminé—. Yo j-j-jodidamente lo n-necesito, Ky.
Jadeé de cansancio cuando logré hablar a través de mi enojo. Cuando logré
hablar en absoluto.
Una pequeña victoria estos días.
La mano de Ky se posó en mi hombro.
—Entonces te haremos hablar. No sé cómo, pero lo haremos. —Me dio un
14
codazo, luego se paró derecho y dijo—: ¿Qué te parece si me escondo detrás del
altar y hablo por ti? ¡Tú sólo mueves la boca a tiempo con mis palabras y boom,
perra! ¡Jodidamente hablarás!
Gruñí una risa, y Ky no pudo evitar reírse.
Idiota.
—Terminemos estas bebidas. Luego abre ese maldito bourbon de veinte
años que tienes escondido en tu bar y comamos lo que sea que Mae nos cocine.
Luego trabajaremos en la operación Styx Habla, ¿sí?
Asentí y Ky y yo nos sentamos. Pasaron unos momentos de silencio antes
que Ky dijera:
—¿Crees que el Trío Psycho y Cowboy están bien en esa ciudad fantasma?
—Su voz era demasiado baja para que Mae no escuchara nada desde la cocina.
Me encogí de hombros y verifiqué mi celular. Ningún mensaje, ninguna
llamada de Hush en el motel. Hice señas:
—Quién mierda sabe. Ahora mismo están solos. —Otra cosa que estaba en
mi mente. Mis hombres en un jodido refugio del Klan sin el resto de nosotros.
Sin contacto. No habría maldita paz hasta que hubieran regresado.
Ky se recostó. Pero sabía que el hermano estaba pensando en la hermana
de Lilah, Phebe.
AK, Vike, Flame, Cowboy y Hush también. Más mierda con la que tratar.
Luego estaba la boda. Mi voz. Y ahora el puto Klan. Sólo más mierda para
acumularse en mi plato.
Así que, por ahora, beberíamos y nos embriagaríamos.
Y eso es exactamente lo que hicimos.
Mis palabras todavía no llegaron.
No era nada nuevo.

15
Dos

—M
ae —susurró Bella mientras salía del probador y
me paraba en el elevado pedestal frente a mis
amigas y hermanas. El espejo estaba detrás de
mí, pero todavía no me atrevía a mirar mi reflejo.
Eché un vistazo a Bella sentada al lado de Ruth, su suegra y la mamá de Rider.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas mientras me miraba. Sus manos estaban
frente a su boca.
—¿Les gusta? —Pasé mi mano por mi pronunciado estómago.
Bella asintió. 16
—Estás perfecta —susurró. Ruth asintió.
Miré a Maddie.
—¿Madds?
Ella sonrió cálidamente.
—Eres hermosa, Mae, este vestido sólo resalta eso. Pero este vestido no
podría quedarte mejor si lo intentaras.
—A Styx le encantará —dijo Lilah y sostuvo a Grace más apretada en su
regazo.
—Te ves como una princesa de Disney —dijo Grace.
Una mano bajó por mi brazo. Me volví para ver a Beauty detrás de mí.
—¿Te vas a mirar en el espejo, cariño? —Sonrió. Esta boutique pertenecía a
una amiga de Beauty, y Beauty prácticamente había organizado mi boda por mí.
Yo no tenía idea ni por dónde empezar.
—Te ves bien, Mae. —Le sonreí a Letti mientras ella se sentaba incómoda
en el sofá.
Ella me había dicho que estaba aquí para apoyarme, pero que no tenía
opinión en tales asuntos como comprar vestidos de novia. O cualquier cosa
femenina, había dicho cariñosamente.
—Gira, cariño —dijo Lilah y yo asentí. No tenía idea del porqué estaba tan
nerviosa. Sabía que Styx me amaba y yo lo amaba. Sentía como si hubiera estado
esperando este día toda mi vida. Que había estado esperando el día en que
finalmente lo cimentara como mío. Siempre mío, y por siempre suya.
Cerrando los ojos, me volví, permitiendo que Beauty me guiara.
—¿Estás lista? —susurró. Invoqué la imagen de Styx en mi mente. Yo en
sus brazos mientras estábamos en la cama. Sus grandes brazos tatuados
manteniéndome cerca mientras hablábamos. Su voz áspera y profunda. Luego
nos imaginé riendo. El infame Hangmen Mudo de los Hades Hangmen, tan
diferente conmigo que con cualquier otro. Para otros era distante, silencioso y
amenazante. Pero para mí, él era cariñoso, atento y el alma más hermosa en el
mundo.
La otra mitad de mi corazón.
—Sólo quiero que sea perfecto —dije en voz baja, confesándome las
palabras más a mí misma que para alguien más.
—Entonces estarás más que satisfecha —dijo Bella.
Sonreí cuando las reconfortantes palabras de mi hermana llegaron a mis
oídos. Tomé una respiración profunda y luego abrí lentamente los ojos y miré a
la mujer que me devolvía la mirada. Silenciosamente jadeé cuando la vi, sus ojos
azules brillantes, cabello negro retirado de su rostro. Material blanco radiante
casi celestial contra su piel pálida.
—¿Y bien? —Beauty estaba parada a mi lado. Quería mirarla a los ojos,
pero no podía quitar mi mirada de la chica en el espejo.
—Es perfecto —susurré y recorrí con mis ojos mi reflejo de pies a cabeza. 17
El vestido se deslizaba hasta el suelo, como una cascada de seda y encaje. El
prístino material abrazaba cada centímetro de mi cuerpo. Mis manos
acariciaban la redondez de mi estómago—. Me gusta esto —dije y tuve que
luchar para contener las lágrimas—. Me gusta que mi niña o mi niño vaya a estar
presente cuando me case con su padre. Me gusta que la gente vea el producto de
nuestro amor en el altar junto con nuestras promesas eternas. —Entonces mis
ojos continuaron su viaje. El corpiño terminaba sobre mis pechos, dejando mis
brazos libres. Estos estaban cubiertos con el encaje más fino, que caía de mis
hombros.
Luego miré mi cabello, que estaba apartado de mi rostro. Delicados clips
en forma de hoja con diamantes destacaban contra mi cabello negro como
estrellas que brillan en el cielo nocturno. Pendientes de diamante brillaban en
mis orejas.
—Una última cosa. —Beauty estaba parada detrás de mí. Miré a través del
espejo mientras ella colocaba un velo de encaje hasta el suelo en mi cabello.
Beauty extendió la tela alrededor de mis hombros, y tuve que limpiar una
lágrima perdida de mi mejilla.
—No podría haber pedido nada más —susurré y me volví para mirar a mis
hermanas, Letti y Ruth.
Bella, Lilah y Maddie estaban llorando también. Miré a mis hermanas con
un alivio sin igual porque estuvieran aquí. Bella se levantó del sofá y se paró
frente a mí. Tomó mis manos. Mis dedos recorrieron su anillo de bodas. Debe
haber visto mi sonrisa feliz en mi rostro porque también sonrió.
—Te dará un tipo de paz que nunca podrías imaginar —dijo y bajó los ojos.
Sabía que en ese momento ella se estaba imaginando a Rider. Y tenía razón. Los
había visto juntos. Encajaban, cada uno es el complemento perfecto del otro.
En paz.
—Sé que ya tienes eso con Styx. Y algunos argumentarán que un
matrimonio no podría fortalecer lo que ya es una base sólida para empezar. —Se
encogió de hombros y se encontró con mis ojos—. Pero algo cambiará en tu
corazón, un abrazo espiritual en tu alma. Y te cambiará. Para siempre.
—Es cierto —dijo Maddie y se puso al lado de Bella. Mi hermana tímida y
reservada se sonrojó—. Que prometan amarte para siempre te cambiará
irreversiblemente. A los dos. A Styx también, como lo hizo Flame.
Por último, Lilah se paró al otro lado de Bella.
—Después de todo lo que hemos experimentado, simplemente te llenará de
calma. Una calma tan embriagadora, Mae. Una serenidad tan hermosa.
Había prometido casarme con Styx solo cuando mis hermanas estuvieran a
salvo. Y aquí estaban, todas felices y libres delante de mí.
—No puedo esperar. —Tuve que luchar contra las lágrimas que estaban
amenazando con caer—. Ahora —dije y liberé las manos de Bella—. Debemos ver
sus vestidos de damas de honor.
Grace se paró junto a Lilah, y le acaricié el rostro.
—Y para ti, tu vestido de damita de honor, pequeña señorita. 18
—¡Sí! —dijo Grace, y siguió a Beauty a los vestidores. Mis hermanas las
siguieron, y las observé irse. Maddie, Lilah y Grace serían mis damas de honor.
Bella sería mi testigo de honor.
Me volví y estudié mi reflejo nuevamente. Me preguntaba qué pensaría
Styx en el momento en que me viera al final del pasillo. Me preguntaba qué
estaría pasando por su cabeza.
Luego se me cayó la sonrisa cuando pensé en él últimamente. Pensé en
cómo estaba haciendo más señas, incluso cuando sólo estábamos nosotros dos.
Apagándose y sentándose solo en nuestro porche. Preocupado. Styx estaba
preocupado. Pero no sabía por qué. Rezaba para que no fuera por la boda... que
no fuera yo…
—Despierta, Mae —dijo Letti desde el sofá.
Mis hermanas y Grace venían del vestuario. No pude evitar sonreír
ampliamente cuando las vi. Todas vestían idénticos vestidos color azul hielo.
Había querido elegir el color favorito de Styx: El color de mis ojos. Sus cabellos
estaban sueltos, y delicadas guirnaldas de flores blancas coronaban sus cabezas.
Grace estaba vestida de blanco, con una canasta en sus manos. El día de la boda
estaría llena de pétalos. Mis hermanas se reunieron a mi alrededor en el
pedestal, y todas nos miramos en el espejo.
—Tu padre estará muy orgulloso de guiarte por el pasillo, Mae —dijo Ruth.
Me volví hacia ella en el sofá, y mi corazón se hinchó ante la idea de Stephen
entregándome a Styx. Todos nos habíamos vuelto muy cercanos a Stephen y
Ruth últimamente; Bella, Maddie e incluso Lilah y Grace. Ruth era cariñosa y
considerada. Stephen era amable y gentil. Y él estaba muy orgulloso de las
mujeres en que nos habíamos convertido. Lo sabía por la expresión llorosa de
Ruth, que Stephen estaría tan emocionado por este día como yo.
Volviendo al espejo, nos miré a todas en nuestros vestidos. Tomé una
respiración profunda, dejando que la felicidad llenara mis pulmones.
—Lo adoro —dije y los rostros de mis hermanas se iluminaron—. Es
exactamente como siempre soñé.
—Como tu novio —dijo Bella y le llamé la atención—. Tu sueño. El chico
que conociste detrás de la cerca.
—Sí —dije y sonreí.
El chico que me dio mi primer beso.

19
Tres

A
brí la puerta de mi cabaña para ver a Ky en el porche.
—¿Phebe? —Hice señas.
—Todavía no —respondió y miró en dirección a la cabaña de
AK—. Él me envió un mensaje de texto diciendo que está saliendo adelante. Me
avisará cuando ella esté bien. Y espero que sea jodidamente pronto. Puedo decir
que Li huele la mierda cuando le digo que no pasa nada.
Asentí y luego dije con señas:
—¿Por qué estás aquí? 20
Ky puso su mano sobre su corazón.
—¡Eso me hiere, prez! ¿No puede tu mejor amigo sólo venir a saludarte?
Levanté una ceja y él se rió, sacando su jodida lengua como si estuviera
lamiendo el coño de Li o alguna mierda. Solté un suspiro, y dijo:
—Bien. Estoy aquí porque tu culo tartamudo vendrá conmigo.
—¿Por qué?
—Sólo ponte tu puto chaleco y vámonos, idiota.
Agarré mi chaleco de cuero, me puse las botas y fui a mi Harley. Ky salió
primero y condujo por el camino de tierra hasta la casa club. Me detuve a su
lado y lo seguí adentro.
—Prez. —Vike estaba sentado en el bar, con una zorra en su regazo. Smiler
estaba sentado a su lado, junto con Tank, Tanner y Bull. Los últimos tres se
bajaron de sus asientos cuando entramos y nos siguieron a Ky y a mí a la iglesia.
Permanecí de pie mientras Tank, Tanner y Bull tomaban sus asientos y
giraban sus culos confundidos hacia Ky. Él me entregó una hoja de papel y tomó
su asiento habitual de VP. Eché un vistazo al papel y vi los mismos viejos votos
matrimoniales de mierda que Ky había dicho en su boda con Li. Y justo así, sentí
que la sangre se drenaba de mi rostro. Cuando miré a Ky, él sonrió, señaló a
unos Tank, Tanner y Bull verdaderamente confundidos, y me informó:
—Somos tus muñecos de prueba. Practica con nosotros.
Fulminé con la mirada a mi VP. Cuando miré a Tank, Tanner y Bull, los
hijos de puta se estaban removiendo en sus asientos incómodamente. Al menos
no tendría que matarlos así como al imbécil de mi mejor amigo, por
emboscarme con esta mierda.
—Joder, Ky —murmuró Tank mientras negaba—. ¿Esta es la razón por la
que nos pediste que viniéramos?
—No parece que el prez quiera montar un maldito espectáculo hoy. —Bull
se levantó para irse a la mierda.
—Él quiere hablar en su boda. —Ky fulminó con la mirada al samoano para
que volviera a sentarse.
Él se volvió hacia mí.
—Eso quieres. Así que consigue algo de práctica ahora. No nos importa que
tartamudees. No hay nadie aquí que tenga las pelotas para humillarte por tu
forma de hablar de todos modos, el gran Hangmen Mudo y toda esa mierda. A
todos como que nos gustan nuestras pollas. Especialmente la mía enorme.
Iba a matarlo. Muy lento y doloroso, y arruinaría su jodido rostro de niño
bonito.
—Lee —ordenó Ky y alcanzó al centro de la mesa en busca del Jack. Me
sirvió un vaso y lo deslizó hacia mí. Todavía observando cuidadosamente al hijo
de puta, prometiéndole silenciosamente una tonelada de dolor más tarde, me
tragué la bebida y golpeé el vaso vacío sobre la mesa. Avancé y retrocedí
mientras mis hermanos se quedaban en silencio y sólo observaban.
Con cada paso sentía que la pitón se envolvía en mi garganta. Pero leí los 21
malditos votos estúpidos de todos modos, diciendo las palabras en mi cabeza.
Pasé las manos por mi cabello y traté de mantener la mierda controlada.
Vamos, Styx. Hazte jodidamente cargo, imbécil. Entonces me detuve en
seco e ignorando el cobarde que era y el jodido temblor de mis manos, pasé mi
lengua por mis labios y solté algunas putas palabras.
—Yo… —Negué mientras gruñía la primera palabra. Mi garganta se cerró y
cortó las palabras antes que apenas comenzara. Apreté más el papel en mis
manos e intenté de nuevo. Nada salió, sólo aire caliente cuando mis labios se
separaron. Otro Jack se deslizó en mi dirección, y ni siquiera levanté la vista
para ver quién lo había suministrado. Me tomé el bourbon y cerré los ojos,
tratando de calmarme.
Mi culo maricón intentó imaginar estar en el puto altar y ver a Mae
caminar de blanco hacia mí. Su maldita sonrisa y sus ojos de lobo. Abrí la boca.
—Y-y-yo… R-R-River, t-t-t-t... —Sin siquiera mirar a mis hermanos, pateé
mi silla y aplasté a esa maldita contra la pared. Salí de la habitación y me fui a la
casa club.
—¿Tienes tu período, Prez? —me gritó Vike. Ni siquiera me detuve para
patear su culo pelirrojo. La vergüenza y la ira me recorrían como la lava. Estaba
yendo hecho una furia hacia mi moto cuando una mano aterrizó en mi brazo.
Me volví e inmediatamente envolví mi mano alrededor del cuello de Ky. Lo
conduje hacia atrás hasta que golpeé su espalda contra la pared más cercana.
—Styx —dijo con las manos extendidas—. Sólo estaba tratando de ayudar,
maldición.
—N-n-no —gruñí y lo solté para poder hablar por señas—: No me hagas
mierdas como esas de nuevo, Ky, o te juro por el puto Hades que te cortaré la
garganta. Mejor amigo o no. Prometo que te mataré.
—Estaba tratando de ayudar. Esto te está devorando, idiota. Te conozco de
toda la vida. No pienses que no puedo ver cómo te está afectando todo esto.
Antes que pudiera responder, el teléfono de Ky sonó. Él respondió de
inmediato.
—¿Lo está? —Él asintió, suspirando de alivio—. Gracias hombre. Aprecio
todo lo que has hecho por ella. —Puso el teléfono de nuevo en sus vaqueros,
pero yo ya me estaba moviendo hacia mi moto. Lancé mi pierna sobre el asiento,
y Ky gritó—: Ese era AK. Phebe está fuera de peligro. Voy a buscar a Li. Ella se
encontrará con Phebe de nuevo mañana.
Todavía enojado, saqué mi dedo medio y me fui por el camino de tierra.
Polvo y piedras se levantaron en mi estela, y sólo conduje. Conduje por el
camino hasta que miré a mi izquierda y en el campo estaban Lilah, Madds y
Mae. Grace estaba con ellas también. Apagué el motor de mi moto cuando supe
que no me habían visto.
Bajé el soporte y me moví a un árbol que me daba la vista jodidamente
perfecta de mi perra. Ella estaba trenzando el cabello de Grace o alguna mierda
mientras Grace jugaba con unas muñecas. Mae tenía el cabello suelto. Y cuando
echó la cabeza hacia atrás y se rió de algo que dijo Maddie, mi corazón se
rompió.
Observé sus labios rosados mientras hablaba. Observé mientras hablaba 22
con sus hermanas como si ninguna de ellas hubiera sido violada cuando eran
niñas. Como si ninguna tuviera una maldita preocupación en el mundo.
Mis manos estaban echas puños mientras trataba de relajar mi boca.
Mientras silenciosamente articulaba los votos que Ky había escrito en esa jodida
hoja de papel.
El sonido de una moto rugió en el campo, y vi a Ky llegar y hablar con Lilah
y Grace. Grace corrió hacia mi hermano y saltó a sus brazos. La sonrisa del
millón de dólares del hijo de puta saltó a la vista cuando la levantó en sus brazos
y la besó en la mejilla. Luego miró en mi dirección, y vi que su expresión se
derrumbaba.
Tan enojado como estaba con el imbécil, sabía que mi VP sólo estaba
tratando de ayudar. Y por mucho que no quisiera nada más que cortarle la polla
y metérsela por garganta, sabía que el hijo de puta también moriría por mí.
Él simplemente no entendía. Ninguno de ellos lo hacía. ¿Cómo demonios
podrían?
Al ver que algo llamaba la atención de Ky, Mae miró hacia donde yo
estaba. En el momento en que me vio, esa misma sonrisa cegadora que siempre
me daba, se extendió por sus labios. Y como el perro de Pavlov1, mi polla se
endureció y mi corazón casi estalló en mi pecho al verla. Especialmente en su
largo vestido negro que mostraba su bulto de embarazada. Mi hijo por el que
jodidamente rezaba por todo lo que era santo que no heredara esta mierda de
impedimento para hablar.
Ky sacudió su barbilla hacia mí mientras guiaba a Lilah y Grace de vuelta a
casa. Maddie dejó a Mae con un beso en su mejilla. Y como sabía que lo haría,
Mae caminó hacia mí.

1Perro de Pavlov: Se refiere a la teoría de aprendizaje asociativo desarrollada por Ivan Pavlov. En la que
un sujeto aprende por medio de estímulos y se condiciona a reaccionar a estos.
Mientras ella se acercaba, me apoyé contra el árbol y trabajé en aflojar mi
garganta. Entonces, sin nadie que me escuchara, excepto el viento, el sol y el
jodido Hades mismo, abrí la boca y hablé.
—Y-yo, R-River N-N-Nash. —Tomé una bocanada de aire y vi que la
sonrisa de Mae se hacía más brillante a medida que se acercaba, y terminé—: T-
te t-tomo a t-t-ti M-M-Mae… —mi cabeza se sacudió y mis ojos parpadearon
rápido, el maldito tic que siempre tenía cuando intentaba hablar. Entonces,
cuando ella estaba sólo a unos pocos metros de distancia, me las arreglé para
terminar bajito—: p-para s-s-ser mi… l-l-legítima… e-e-esposa.
Jadeé, sin aliento, mientras escupía la última palabra del voto. Pero sentí
que algo en mi pecho se rompía cuando el puto voto había terminado. Nunca
podría hacer esto.
—¿River? —susurró Mae y dio los últimos pasos hasta que estuvo frente a
mí— ¿Qué estás haciendo aquí?
Ya no podía hablar, así que tendí mi mano y la empujé hacia abajo en mi
regazo. Mae gritó, riendo, mientras aterrizaba suavemente en mi regazo y yo
envolvía mis brazos alrededor de su cintura. Ella giró su rostro hacia mí y, antes
que pudiera hablar, incluso antes que pudiera preguntarme qué mierda estaba 23
mal, aplasté mis labios con los de ella. Mae suspiró en mi boca mientras tomaba
su lengua con la mía y luego me apartaba.
Ella se acomodó en mi pecho y cerró los ojos. Jodidamente la dejé
mientras miraba hacia el campo, los ojos centrados en nada.
—Te amo, River Nash —dijo somnolienta—. No puedo esperar para ser tu
esposa. —La apreté más fuerte; entonces dijo—: Deberíamos ir a casa. Estoy
cansada. Estoy luchando por mantener los ojos abiertos hoy.
Pero yo sólo la abracé más fuerte. No quería dejar ir a esta perra nunca.
Tomando una respiración profunda dije:
—Qu-quédate. Qu-quédate a-a-aquí c-c-conmigo.
Mae me miró a través de sus largas pestañas negras y sonrió, sorprendida.
Sus mejillas estaban rosadas por el sol, y nunca se había visto más jodidamente
perfecta para mí.
—Está bien —dijo suavemente, cerrando los ojos de nuevo—. Nos
quedaremos. Hace suficiente calor, y te tengo a ti.
Mientras su respiración se estabilizaba y se dormía contra mi pecho, cerré
los ojos también y articulé los votos una vez más.
Yo River Nash te tomo a ti, Mae... Y lo articulé una y otra vez hasta que me
quedé dormido también.
Es curioso cómo no tartamudeé en mis sueños.
Cuatro

E
ncendí la última vela justo cuando oí girar la cerradura. Me senté
en el borde de la cama y esperé.
Escuché sus pasos moverse por la casa, y sabía a quién estaban
buscando esos pies: a mí. Cada noche, cada vez que regresaba de
su ruta, su trayectoria era hacia donde yo estuviera.
Siempre yo.
Esperé la llamada de mi nombre. Pero como lo había sido durante las
últimas semanas, su llegada a casa fue silenciosa. Mi prometido estaba
silencioso. Él nunca era silencioso conmigo. Conmigo sus palabras, aunque 24
tartamudeadas y débiles, eran muchas, expresivas... amorosas.
Pero el silencio que había caído sobre su alma últimamente era sofocante,
al igual que el esfuerzo por hablar era sofocante para él. Y peor, no estaba
usando sus manos para decirme lo que estaba mal. Había simplemente… nada.
Contuve la respiración cuando lo escuché acercarse a la puerta. Mi corazón
latía tan rápido como siempre lo hacía en su presencia. Estaba segura que cada
día que pasaba ese ritmo aumentaba tanto en volumen como en ritmo. Estaba
segura que sería así hasta el día de mi muerte.
Styx de repente llenó la entrada. Me quedé sin aliento cuando sus ojos
color avellana cayeron sobre mí, sentada en el borde de la cama. Sus fosas
nasales se ensancharon cuando él me bebió con la mirada, y yo sonreí. Sabía que
le gustaba así, vestida con una camisola blanca sin mangas, el cabello cayendo
suelto hasta mi cintura, y sin maquillaje en el rostro. Mi mirada lo recorrió a él
también. Lo amaba así: En jeans oscuros, una camiseta negra, y su chaleco de
cuero, su rostro sin afeitar, y su cabello oscuro desordenado.
Styx no habló. Dirigió su mirada alrededor de la habitación y levantó su
ceja perforada en un gesto inquisitivo. Levantando su mano, hizo señas hacia las
velas y los suaves sonidos de Johnny Cash tocando desde el baño.
—¿Qué es todo esto? —dijo con señas y, como lo había estado haciendo
durante interminables días, se me rompió el corazón.
No pude responder cuando la tristeza se apoderó de mí. En cambio,
extendí mis manos y me levanté de la cama. Styx se dirigió hacia mí de
inmediato, como sabía que lo haría.
Cuando el aroma del tabaco llenó mi nariz y sus callosas palmas se
deslizaron contra las mías, lo acerqué. Inclinando mi cabeza, esperé su beso.
Styx soltó mis manos, ahuecó mi rostro, y atrajo sus labios a los míos. Cerré mis
ojos mientras su sabor estalló en mi lengua. Y nos besamos. Nos besamos tan
profundamente y tan suavemente que me volví líquido en sus brazos.
Cuando me separé, los duros ojos color avellana de Styx me miraron
fijamente, buscando respuestas en mi rostro. Aparté su chaleco de sus anchos
hombros, silenciando cualquier pregunta. Los músculos en la parte superior de
sus hombros, llegando a su cuello, se tensaron bajo mis manos. Sus bíceps se
anudaron y los tatuajes de Hades, los demonios y los habitantes del infierno
bailaron sobre su piel bronceada. Siseó con los labios entreabiertos cuando mis
manos viajaron hacia el dobladillo de su camisa y la levanté sobre su amplio
pecho musculoso y sobre su cabeza hasta que aterrizó en el suelo. Encontré sus
ojos y se encontró con los míos mientras me inclinaba hacia adelante y
presionaba el susurro de un beso en el centro de su pecho. La piel de Styx se
puso de gallina bajo mi toque, y sonreí cuando su mano se enredó en mi cabello.
Mis dedos hacían círculos perezosos en sus músculos abdominales hasta que se
desplazaron más y más hacia abajo, a la cinturilla de sus vaqueros.
Styx gruñó por lo bajo mientras mis dedos desabrochaban la cremallera,
mi mano acariciando la mezclilla, tocando su dura longitud.
—Mierda —siseó Styx mientras tiraba de los jeans, centímetro a
centímetro, bajando por sus piernas.
Sus gruesos muslos se flexionaron bajo mi toque. Mi boca yacía justo ante
su dureza, mi aliento fantasmal sobre la carne, pero nunca tocando. 25
—M-Mae —tartamudeó y guio mi cabeza más cerca de él mientras salía de
sus jeans y los pateaba hacia un lado. Levanté la vista y vi sus ojos arder con
necesidad. Descansando mis manos sobre sus muslos, saqué la lengua y lamí a
lo largo de su longitud. La cabeza de Styx cayó hacia atrás y cerró los ojos
mientras yo me alejaba, sólo para envolver mis labios alrededor de la parte
superior y moverme, laboriosamente despacio, por su longitud completa—.
Mierda —gritó mientras ambas manos estabilizaban mi cabeza. Gemí y cerré los
ojos, saboreando su sabor llenando mi boca, el calor de su carne y el toque de
sus manos en mi cabello.
Mantuve mi ritmo lento y constante. Quería que él viera cuánto lo adoraba,
lo amaba... lo veneraba. Y cuando levanté la mirada y lo vi mirándome, una
mano se deslizó hacia mi cuello para que su dedo pudiera acariciar mi mejilla
muy suavemente, supe que él entendía eso. Y cuando se retiró, su longitud se
deslizó de mi boca, y suavemente enganchó sus brazos debajo de los míos,
poniéndome de pie, sabía que él también me amaba.
Simplemente no podía descifrar qué estaba mal.
Él me tomó en sus brazos, me llevó a nuestra cama y me acostó. Trepando
sobre mí, evitando cuidadosamente mi estómago, empujó las tiras de mi
camisola fuera de mis hombros y tiró del material hacia abajo sobre mis pechos.
Gemí cuando su cabeza se inclinó y su lengua lamió el duro brote. Pero Styx no
se detuvo, siguió probando y besando, moviéndose para explorar el resto de mi
carne hinchada.
—Styx —susurré y arqueé mi espalda mientras él tiraba de la camisola por
el resto de mi cuerpo hasta que era un montón de seda descartada en el extremo
de la cama. La boca de Styx se presionó contra mi pie y fue dejando besos por mi
pierna hasta que llegó a mi núcleo. Separando con cuidado mis piernas, colocó
sus anchos hombros entre ellas y lamió mis pliegues. Mis ojos se cerraron
cuando sus dedos entraron en mí y comenzaron a moverse—. Styx —susurré.
Se movió más rápido, con más determinación, hasta que sus dedos rozaron
el lugar dentro de mí que siempre me hacía derrumbar. Una vez, dos veces,
hasta que mi cuerpo se apretó, mi espalda se arqueó, y un largo gemido salió de
mi boca cuando el placer que sólo Styx podía dame me tomó en su agarre.
Confianza, amor y seguridad. Y luz. Una luz tan brillante y un placer tan fuerte
que no sentí que Styx se movía a mi lado hasta que sus labios se encontraron
con los míos y su lengua se metió en mi boca. Levanté mi pecho hasta que mi
piel se encontró con la suya. Calidez contra calor, duro contra suave y áspero
contra liso.
Coloqué mis manos sobre sus hombros, lo hice rodar sobre su espalda, y
me puse a horcajadas sobre su cintura. Mis manos se deslizaron hacia su pecho.
Los ojos de Styx estaban dilatados con necesidad. Luego sus labios lanzaron una
sonrisa satisfecha mientras sus manos aterrizaban en mi estómago. Sabía que
Styx me amaba, lo sabía desde que lo encontré de nuevo. Pero desde que había
quedado embarazada, había más en su mirada. Una nueva forma de amor, más
intensa y sagrada. Más profunda y más conectada. Una parte de él ahora vivía
dentro de mí, el corazón de la creación de nuestro amor palpitaba dentro de mi
cuerpo.
Levantando mis caderas, puse a Styx en mi entrada, y lentamente, sin 26
romper el contacto visual, bajé hasta que estaba llena de él. Styx dentro de mí en
carne y alma.
—Mae —susurró y movió sus manos para agarrar mis caderas. Comencé a
moverme, balanceándome lentamente, sintiendo cada centímetro de él dentro
de mí. Poco a poco aumenté la velocidad, inclinándome hacia adelante hasta
que mis labios besaron a Styx. Retrocedí, manteniendo mi rostro a no más de un
centímetro del suyo. Puse mis manos sobre sus mejillas y sentí sus caderas
empezando a moverse más rápido, empujando hacia arriba para encontrar mis
movimientos. Busqué sus ojos, esperando encontrar las respuestas a lo que le
preocupaba. Pero todo lo que vi fue su amor por mí, silenciosamente fuerte y sin
censura. Styx luchaba con las palabras, pero no las necesitaba para mostrarme
que le importaba. Yo lo veía. Lo sentía dentro de él todos los días.
—Te amo —susurré cuando sus embestidas comenzaron a aumentar de
velocidad. Los labios de Styx se separaron y lo vi luchar para devolverme el
sentimiento. Y vi el dolor en sus ojos, la frustración cuando esas palabras no
salían—. Lo sé —susurré y besé su mejilla—. Sé que tú también me amas.
Los dientes de Styx se apretaron, y vi el familiar enojo apoderándose. Así
que me senté. Un largo gemido salió de su garganta mientras sus músculos se
cerraban y sus manos apretaban mis onduladas caderas.
—Styx —murmuré cuando sentí que mi canal comenzaba a apretar.
Extendí mis brazos hacia atrás hasta que mis manos aterrizaron en sus muslos.
Los dedos de Styx cayeron sobre mi centro y comenzaron a frotar el punto que
me destrozaba. Me quedé quieta cuando el placer puro corrió a través de mi
cuerpo. Un gruñido bajo sonó de la boca de Styx, y luego sentí su calidez
llenándome.
Me sacudí cuando bajé de mi clímax y abrí los ojos. Styx ya estaba
mirándome. Arrastrándome hacia adelante, besé sus labios suavemente,
brevemente, y luego dije:
—Te amo tanto, River Nash. Espero que lo sepas.
Styx levantó su cabeza y me besó. Me besó tan fuerte y tan profundamente
que estaba sin aliento cuando se apartó. Sonreí y vi que la felicidad llenaba su
mirada. Luego, deslizándome de la cama, sostuve mi mano en alto. Styx frunció
el ceño, pero tomó mi mano sin importarle.
Lo llevé al baño y a la bañera donde esperaba el agua caliente y perfumada.
Las velas parpadeaban alrededor de la habitación oscura, arrojando un
cálido resplandor sobre las paredes de madera. Los brazos de Styx vinieron
sobre mis hombros, sus manos visibles ante mis ojos.
—¿Tú hiciste todo esto? —dijo con señas.
—Sí —respondí y me volví en sus brazos. Styx me estaba observando, como
si estuviera tratando de averiguar por qué—. Ven —dije y usé su mano para
estabilizar mi entrada en la bañera. Styx vino detrás de mí, y nos bajamos hasta
que estábamos sumergidos en el calor con aroma a lavanda, mi espalda contra
su pecho y los brazos de Styx alrededor de mi cintura.
Suspiré con satisfacción y sentí que Styx dejaba tres besos en el costado de
mi cuello. Me incliné bajo su toque y entrelacé mis dedos con los suyos. 27
Mientras Johnny Cash cantaba sus canciones góspel, llevé nuestras manos
unidas sobre mi corazón y dije:
—Dime qué pasa.
Todos los músculos en el cuerpo de Styx se tensaron. Intentó sacar su
mano de la mía. Sabía que era para poder hablar por señas, y yo me agarré con
fuerza, deteniendo sus movimientos.
—No —le dije y le miré a la cara. Tenía la mandíbula apretada y vi miedo
en su mirada avellana. Verdadero miedo—. Háblame. —Escuché el tono
suplicante en mi voz. Rogué con los ojos y podía ver la desesperación que yacía
en los suyos. Volteó su cabeza para evitar mi mirada—. Cariño —le susurré.
Entonces sentí que se me rompía el corazón cuando volvió a mirarme y abrió la
boca. Estaba tratando de hablar, pero ninguna palabra salía. Su cabeza negó y
sus ojos parpadearon, y vi al hombre que amaba luchar contra la opresión en su
garganta. Fui testigo del dolor en sus ojos y vi la vergüenza florecer en sus
mejillas sin afeitar.
Negando, solté su mano, devolviéndole la capacidad de hablar. Styx
respiró aliviado mientras levantaba sus manos. Pero se congelaron en el aire.
Cerró los ojos y luego señalaron:
—Estoy pasando por una mierda en mi cabeza, cariño. —Mi estómago
cayó ante su confesión demasiado vaga. Sus ojos se abrieron, y supe que vio mi
decepción porque bajó sus manos a mi rostro y se las arregló para
tartamudear—: Yo... yo… t-t-t-te a-a-amo.
Mi corazón se derritió, mi alma lloró, y recosté mi cabeza en su pecho y
envolví mis brazos alrededor de su cintura.
—Puedes hablar conmigo. No importa el problema, incluso si es sobre
negocios del club, lo entendería.
Styx se calmó, y escuché su suspiro de frustración. Dijo con señas:
—Tú eres mi jodido todo, Mae. Nunca lo dudes. —Su mano corrió por mi
vientre y subió otra vez—. Tú y nuestro hijo. Pero no puedo... —Hizo una
pausa—. No puedo…
—Shh —dije y bajé sus manos con las mías—. Está bien. —Vi la tristeza en
sus ojos—. No necesitas decirlo. —Poniéndome de rodillas, besé sus labios—.
Pero cuando estés listo para hablar, yo estaré aquí. Siempre voy a estar aquí
para ti.
Vi sus hombros relajarse. Entonces dijo con señas:
—No puedo esperar a que seas mi esposa. Finalmente. Mi maldita esposa
después de todos estos años.
Toda la tensión, toda la preocupación que tal vez era la boda, que él había
cambiado de opinión sobre mí, se fue de mi mente con esa única declaración.
Y lo vi escrito en su rostro. Era verdad. Él quería que estuviéramos casados
desesperadamente. Él siempre lo había hecho desde que regresé.
—No puedo esperar para ser oficialmente tuya tampoco —dije, y una rara
sonrisa se extendió por sus labios. Cuando me recosté de nuevo en sus brazos,
esa sonrisa se hizo más amplia. El iPod cambió de álbum, y “I Will not Back 28
Down” de Johnny Cash comenzó a sonar. Con su mentón sobre mi hombro y sus
brazos alrededor de mi cintura, Styx comenzó a cantarme. Y cantó cada letra sin
tartamudear, sus palabras claras y fuertes. Lágrimas ocultas se construyeron en
mis ojos mientras escuchaba su voz profunda y áspera cantando letras
persuasivamente apropiadas. Mi novio fuerte y duro, que sólo podía
comunicarse por canciones o señas, paralizado por hablar, tan perfecto en mi
corazón.
Así que cuando las lágrimas cayeron silenciosamente en el agua del baño,
lo escuché cantar. Por una vez en su vida, su voz atrapada era liberada de su
jaula.
Y, durante un tiempo, también él.
Cinco

Una semana para la boda…

L
os hermanos estaban en el patio detrás de mí. Podía escuchar a
los Stones sonando y a mis hermanos riendo y bromeando.
Phebe estaba de vuelta. AK estaba de vuelta en su yo habitual.
La vida volvía a la normalidad por un tiempo.
Estaba sentado en el banco frente al mural de Hades y Perséfone. Mi
Fender estaba en mis manos, tenía un cigarro en la boca y un bourbon a mi lado.
29
Como siempre, Waits salía de las cuerdas de mi guitarra mientras tomaba
profundas caladas de tabaco. Mis dedos tocaban mi canción favorita, la que
siempre me recordaba a Mae. “De nuevo”, había dicho ella esa primera noche
que despertó en el recinto. Yo había abierto los ojos, ya que había estado
tocando solo en el bar, para verla delante de mí, mi maldito sueño hecho
realidad, hablando con ese acento extraño que todavía tenía “… por favor,
tócala de nuevo. Disfruté mucho escuchar tu voz”; había suplicado, con la nariz
crispada, sus ojos azules como el hielo, amplios por los nervios.
Una sonrisa vino a mis labios al pensar en esos días. Muchas jodidas cosas
habían pasado desde entonces. Aún más estaba sucediendo ahora. Los cárteles y
los Diablos estaban de vuelta en nuestro radar. García había asomado su fea
cabeza después de todos estos malditos años.
Pero toda esa mierda era dejada de lado por ahora, hasta después del
próximo fin de semana.
No le había dicho. Mae todavía no sabía lo que me estaba molestando. Ella
me había dado el espacio que necesitaba. Y siendo la perra perfecta que era, no
había presionado.
Ella me amaba, me follaba, estaba ahí para mí, pero no me decía nada
desde la noche en que trató de hablar conmigo y mi garganta se cerró tan fuerte
que no tuve ni una maldita palabra.
Incliné la cabeza hacia atrás y miré las estrellas arriba. No podría decir mis
jodidos votos. Lo sabía ahora. Ky lo había intentado. Durante las últimas
semanas, había intentado idea tras idea de mierda hasta que, hace dos noches,
me había vuelto para decirle que finalmente lo dejara. No había querido, por
supuesto. Pero no había un jodido punto. Yo era un mudo hijo de puta y eso era
todo. Había sido así toda mi vida. Nada lo cambiaría.
—¡Chúpame la polla, idiota! —gritó Vike, su voz atravesando “Paint in
Black” de los Stones.
Negué y volví a mirar el mural.
Tres canciones de Waits después, la puerta de la casa del club se abrió y
Mae salió.
Ella había estado todo el día con sus hermanas. Planificando la boda y
mierda del estilo. No tenía una maldita idea. Las dejé con eso.
Lilah, Grace, Phebe, Sapphira, Maddie y Bella la siguieron fuera. Todas
estaban riendo y bromeando... y todas eran jodidamente libres. El brazo de Mae
estaba enganchado con el de Bella. Como si sintiera que la estaba observando en
la oscuridad, Mae se volvió en mi dirección y se quedó quieta.
Cuando sus hermanas me vieron, Mae les dijo algo y se dirigió hacia mí.
Las otras perras del culto se fueron, para ir a buscar a sus hombres en el patio,
asumí. Bella observó a Mae viniendo hacia mí. Ella me sonrió, una gran sonrisa,
luego se fue al patio también. No tenía idea de qué se trataba eso.
—¿Styx? —dijo Mae mientras se acercaba. Ella estaba usando jeans y un
top con una chaqueta de cuero encima. Su cabello estaba recogido en una
trenza, y se veía jodidamente maravillosa. La cara de Hades estaba estirada
sobre su estómago. Ella pasó su mano por mi cabello—. ¿Qué estás haciendo
aquí solo? 30
Bajé mi guitarra y tomé la mano de Mae. La empujé sobre mi rodilla y
envolví mis brazos alrededor de ella. Ella rió mientras besaba su cuello, luego se
volvió silenciosa mientras observaba el mural. Empujando mi pecho con su
hombro, dijo:
—Recuerdo esa noche que me mostraste este mural. La noche que me
contaste sobre Perséfone enamorándose del señor oscuro. Que nadie podía
entender cómo la diosa de la primavera lo amaba, y quería estar a su lado. —
Sonrió y volvió su rostro hacia mí. Al instante estuve atrapado en su mirada de
lobo—. Pero yo podía. —Mae recostó su cabeza sobre mi hombro—. Podía ver
cómo Perséfone se enamoró de él. Hades era fuerte y oscuro, aterrador y brutal
para la mayoría. —La mano de Mae se entrelazó con la mía—. Pero para ella, él
era amable, fuerte y protector. Él le mostró un mundo que ella nunca podría
imaginar. Él le mostró su corazón y ella, a su vez, le dio el suyo.
Los ojos de Mae brillaban cuando me miró y tomé sus labios.
Cuando me aparté, levanté mi mano.
—Ella todavía eres tú para mí —dije con señas y señalé el mural, a
Perséfone con su cabello negro azabache y sus ojos azul hielo.
—Y Hades todavía eres tú para mí —dijo y se movió en mi regazo. Se
enfrentó a mí. Sus ojos buscaron los míos y, tomando mis manos, susurró—: Sé
lo que es.
Me tensé y vi sus ojos llenos de simpatía. Sus pulgares acariciaban mis
manos, las únicas herramientas que tenía para comunicarme. Mae se las llevó a
su boca y besó la piel tatuada. Las presionó contra sus mejillas.
—Sé de la guerra que has estado luchando en silencio. —Soltó una
carcajada que no contenía nada de humor—. Por un tiempo me preocupé porque
ya no quisieras casarte conmigo. —Estaba sentándome derecho, listo para
retirar mis manos y decirle que estaba malditamente equivocada, cuando ella
apretó su agarre—. Pero luego te observé. Te observé luchando por hablar.
Hablar incluso conmigo, con Ky. —Una jodida lágrima gruesa se derramó desde
el ojo de Mae y cayó en mi brazo—. Y entonces supe que se trataba de la boda. —
Mae dejó caer mis manos y se sentó a horcajadas sobre mis muslos, su rostro
justo frente al mío. En segundos, sus manos estaban en mis mejillas. La pitón
estaba de vuelta, apretando mi garganta. Y mi corazón estaba latiendo
demasiado rápido—. No hay necesidad de ser orgulloso entre nosotros, River.
No hay pecado ni ninguna debilidad que me haga amarte menos. De hecho,
ayudarte con tus cargas te da la bienvenida a mi corazón aún más.
Aparté la vista, pero sus manos en mi rostro me trajeron de vuelta a ella.
—Cuando supiste de mi pasado… —Su respiración se detuvo—. Cuando
supiste de las cicatrices entre mis piernas, no me avergonzaste. No me culpaste
por lo que ahora entiendo que no fue mi culpa. Pero en cambio, me abrazaste.
Me sostuviste, me amaste y me hiciste sentir segura.
Mae se inclinó hacia adelante, besó mi puta manzana de Adán y retrocedió.
—En una semana nos casaremos frente a nuestros amigos y familiares. Y
quiero que seas el hombre que eres ahora. —Mae tomó mis manos otra vez, y
jodidamente sonrió, destruyéndome donde estaba sentado—. Quiero que te 31
prometas a mí, pero no veré tu orgullo y dignidad puestos en peligro
simplemente por el sacrificio innecesario de las palabras. —Mae dejó caer mis
manos y las puse en su cintura—. Te veré decir tus promesas para mí en
lenguaje de señas, y las aceptaré sin problemas como si las hubieras gritado
desde las mismísimas puertas del cielo. —Inclinó la cabeza hacia un lado—. Tú
eres mi River, mi Styx, y la próxima semana serás mi esposo. Sin embargo, que
eso sea declarado no es un problema para mí.
Bajé la cabeza y trabajé duro para no ser un marica llorón. Tomé una
respiración profunda y tragué la tensión de mi garganta.
—Yo… —Apreté los dientes y lo intenté de nuevo—. Yo s-sólo quería j-j-
jodidamente hablar.
Mae suspiró y negó.
—No importa, bebé. Siempre que estés allí y nos marchemos casados y
unidos para siempre, eso es todo lo que podría soñar.
Mis hombros se hundieron, y cuando vi la verdad en sus ojos, un gran peso
se levantó de mis hombros.
—¿N-no te i-importa?
Mae negó y presionó su frente contra la mía.
—Para nada. —Se movió de nuevo, me besó en la boca y susurró—: Hablas
con tus dos manos y tu boca. Lo sé y lo acepto, y también tus hermanos. Sólo
eres tú quien desea tanto esto.
Asentí y me senté derecho, poniendo mi mano en la parte posterior de la
cabeza de Mae.
—Mierda, te amo —le dije, y que me jodan, pero lo dije sin tartamudear.
Mae se secó una lágrima de la cara.
—Yo también te amo.
La besé. Tomé su boca y la hice mía otra vez. Cuando nos apartamos, Mae
me entregó la Fender.
—Toca para mí —dijo y se movió para sentarse en el banco a mi lado.
Sostuve la guitarra y Mae apoyó su cabeza en mi hombro y su mano en su
estómago.
Mis labios se crisparon, y toqué la canción que ella seguía cantando en la
casa. Una canción jodidamente perfecta para mi perra de ojos de lobo: “First
Time Ever I saw Your Face” de Johnny Cash.
Mis dedos tocaron las cuerdas y las palabras salieron de mi boca. La mano
libre de Mae me tocaba el muslo mientras cantaba toda la jodida cosa. Cuando
las letras finales dejaron mi boca y el silencio se hizo denso, Mae jodidamente
destrozó mi mundo.
—Vamos a tener un niño.
Mis manos se congelaron en el cuello de mi Fender, quietas sobre las
cuerdas, y volteé mi cabeza hacia Mae. Mi corazón era un maldito cañón en mi
pecho cuando Mae levantó la cabeza y, con lágrimas corriendo por sus pálidas
mejillas, sonrió y jodidamente se rió de felicidad.
32
—Hoy tuve un ultrasonido. Quería que fuera una sorpresa.
—U-un… —Cerré mis ojos y junté mi mierda—. ¿Un n-niño?
—Sí.
En el momento en que dijo la palabra, bajé la guitarra y la estreché en mis
brazos.
Sus manos se agarraron de mi cuello, y presioné mis manos en su
estómago.
—Un j-j-jodido niño —dije y no pude detener la maldita sonrisa que tiraba
de mis labios.
—Un hijo —susurró Mae, y puso sus manos sobre las mías en su
estómago—. Tendremos un bebé, River. —Levanté la vista, sin saber qué diablos
hacer, y dijo—: Un niño justo como su padre. —Sus dedos rozaron mis ojos—.
Como tú. Mi River, mi Styx.
—Mierda —susurré y Mae se rió a carcajadas.
—Él será fuerte como tú, valiente y amable.
—Ch-Charon —dije y miré los ojos de Mae nublarse en confusión—. El n-
nombre. Charon2. El-el b-barquero del R-r-río Styx.
—Charon —dijo Mae y asintió—. Es perfecto. Como su papá. Como este
club. Su herencia… su hogar.
Así que la besé de nuevo; mi hijo, mi maldito hijo, en su estómago entre
nosotros. Y cuando ella se recostó en mis brazos, ambos mirando el mural, recé
a Hades para que mi hijo no tuviera que lidiar con esta maldita mierda para
hablar.

2 Charon: Conocido como Caronte en español.


Mae quería que él fuera como yo. Pero yo quería que fuera como ella.
Fuerte. Perfecto. Todo mi maldito mundo.
Styx, Mae y Charon.
La pitón me dejó momentáneamente, mi puta garganta se sintió libre, y no
tartamudeé a Mae esa noche.
Ni una jodida vez.

33
Seis

El día de la boda…

—L
isto. —Beauty se movió hacia atrás para inspeccionar
su trabajo—. Bueno, mierda, cariño. Nunca pensé
que podrías ser más bella de lo que ya eras. Pero
estaba equivocada.
Tomé una respiración profunda cuando todas mis hermanas se reunieron
a mi alrededor. Todas lucían impresionantes. Beauty también las había peinado
y maquillado. Llevaban el cabello suelto, y su maquillaje era suave y delicado, 34
como el mío.
—Todas ustedes lucen tan hermosas —susurré, esforzándome para no
permitir que las lágrimas cayeran de mis ojos.
Bella se inclinó y me besó en la cabeza.
—Ya casi es hora.
Inhalé profundamente y luego asentí. Me puse de pie y Beauty me rodeó
con el velo. Se puso de puntillas y me lo colocó en el cabello. Bella, Maddie, y
Lilah lo abanicaron alrededor de mi vestido, y todas se apartaron. Había un gran
espejo colocado delante de mí, y miré a la mujer que me devolvía la mirada.
No podía creer que este día finalmente estuviera aquí.
Beauty puso sus manos sobre mis hombros y sonrió.
—Iré a tomar mi asiento ahora, Mae.
Los nervios repentinos me abordaron cuando me di cuenta que la
ceremonia estaba a la vuelta de la esquina. Beauty salió de la habitación, pero
todavía no podía apartar la atención de mi reflejo. Estábamos en una de las
habitaciones de la casa del club, la de Ky. La ceremonia tendría lugar en el patio.
Habíamos pasado los últimos días decorando el área de blanco y azul. La
pastora Ellis de la iglesia de Lilah dirigiría la ceremonia. La adoraba. Retrasé la
boda un mes sólo para poder tenerla a ella este día.
—¿Estás lista, Mae? —Lilah se colocó a mi lado. Miré a mi amiga y asentí.
—Se siente extraño —susurré y negué—. Como si hubiera esperado toda mi
vida por este momento. Como si todo lo que pasé, todo, las pruebas y las
tribulaciones, la alegría y el dolor, todo valió la pena porque me trajo aquí, a este
momento exacto. —Me reí—. Para casarme con el chico que conocí detrás de la
cerca todos esos años atrás. En el peor día de mi vida, apareció como un ángel
oscuro. Mi ángel oscuro.
Lilah sonrió, y sabía que era porque ella sentía lo mismo por Ky.
Maddie me entregó mi ramo de flores. Eran blancas para combinar con mi
vestido. Las flores azules estaban colocadas por aquí y por allá entre las blancas
para complementar los vestidos de las damas de honor y, por supuesto, mis
ojos.
—No podrá creerlo cuando te vea —dijo Maddie. Bella estaba junto a
Maddie. Mis dos hermanas de sangre, una de ojos verdes, una de ojos azul hielo
como los míos. Miré a Bella por un momento. Ella era mi milagro. Resucitada de
entre los muertos y aquí para presenciar este día.
Maddie se había casado con Flame en privado, y Bella se había casado con
Rider en Nuevo Zion. No había tenido la oportunidad de presenciar sus bodas.
Pero luego miré a Lilah y recé para que mi ceremonia fuera tan perfecta como la
de ella.
—Lo será —dijo, leyéndome la mente—. Te estás casando con Styx. Incluso
si el infierno mismo ascendiera y las tormentas ardientes despedazaran este
complejo, todavía sentirías que este día fue perfecto. Porque en este día, tu
corazón se funde para siempre con el suyo. Tu River.
—Siempre fue él, ¿sabes? —susurré y bajé los ojos para mirar fijamente el 35
ramo—. Encontré a mi alma gemela a los ocho años. Y aquí estamos, a punto de
unirnos todos estos años después.
—Con el bebé Charon mirando desde su asiento en el cielo hasta que se
una a ustedes en este mundo —dijo Maddie y un nudo bloqueó mi garganta.
Asentí, incapaz de hablar.
—¿Mamá? ¿Cuándo puedo tirar las flores? —preguntó Grace desde el
fondo de la habitación.
Lilah se volvió hacia su hija.
—Pronto, Grace. —Agitó su mano—. Ven aquí, cariño.
Grace fue a Lilah y le tomó la mano. Mientras miraba el reflejo que
teníamos delante, vi una imagen. Una imagen familiar de amor y pérdida, pero
principalmente resistencia y supervivencia.
—Me siento honrada de tenerlas a todas aquí conmigo.
—Mae —murmuró Bella y la vi quitarse una lágrima de los ojos.
—Es verdad. Todas fuimos consideradas malvadas, seductoras de
hombres. Todas fuimos heridas debido a nuestros rostros. —Negué—. Pero
cuando nos miro ahora, no veo a las mujeres maldecidas de Eva. Veo cuatro
mujeres que son bendecidas, que aman y son amadas. Enriqueciendo la vida de
sus hermanas, amigos y esposos. —Le sonreí a Grace, que estaba mirando, con
los ojos muy abiertos—. Y niños.
—Y es por ti —dijo Maddie en voz baja. Me volví para mirarla. Sus mejillas
enrojecieron y se encogió de hombros—. Es verdad. Fuiste tú quien tuvo el valor
de huir del único mundo que conocíamos. Y volviste por nosotras, sacándonos
de los pozos de la oscuridad también.
—No importa cuán involuntariamente —bromeó Lilah y yo me reí—. Pero
fue una bendición que no esperaba. —Abrazó a Grace más cerca de su costado
mientras pasaba su mano sobre su anillo de bodas—. No sabía que la vida podría
ser tan hermosa.
—Gracias —dije, recordando el día en que huí, el día de mi boda con el
profeta. Sabuesos y guardias discípulos me persiguieron hasta la cerca. Y luego
salí, conseguí un aventón y me encontré en el recinto de los Hades Hangmen… y
de vuelta al chico que había robado tanto mi primer beso como mi corazón.
River.
—Las amo a todas —dije, y escuché mi voz quebrándose. Mis ojos brillaban
y parpadeé mientras trataba desesperadamente de librarlos de las lágrimas. No
quería arruinar el duro trabajo de Beauty.
Llamaron a la puerta y la perilla giró. Elysia, la hermana de Ky, metió la
cabeza, todo cabello rubio rizado y ojos azules.
—Me han dicho que viniera a buscarlas a todas —dijo y se detuvo en la
entrada—. Diablos, Mae, te ves hermosa. —Sonrió y movió sus cejas—. Styx se va
a volver loco cuando te vea. —Me reí de Sia. Ella era divertida, como Ky, y tan
hermosa—. También están deslumbrantes las damas de honor, señoras —dijo y
le guiñó un ojo a Lilah.
36
—¿Qué hay de mí, tía Sia? —dijo Grace y extendió sus brazos para
mostrarle su vestido.
Sia jadeó.
—Bueno, tú eres la más hermosa de todas, Gracie Bell —dijo
dramáticamente—. Demonios, pensaba que eso era evidente. —Grace sonrió con
suficiencia, y Sia me miró—. Stephen está listo para guiarte por el pasillo. Y Styx
ya está esperando en el altar.
—¿Ya está? —pregunté, sintiendo como las mariposas hormigueaban en mi
estómago.
Sia asintió emocionada.
—Y tengo que decírtelo, chica. Styx es como otro hermano para mí, pero
por Dios, se ve tan guapo como el infierno ahí afuera, todo engalanado y
elegante. Vas a saltar sobre sus huesos cuando lo veas.
—¡Sia! —la regañó Lilah, pero luchó con fuerza para contener su risa.
—¿Qué? ¡Es la verdad! —Ella tocó el borde de la puerta—. Estaré
esperando en las puertas principales. —Se encontró con mis ojos—. Buena
suerte, muñeca. —Se fue y yo sostuve mi ramo más apretado.
El brazo de Bella se enlazó con el mío.
—¿Estás lista, hermana?
—Sí —dije y sentí la fuerza de esa respuesta hasta los huesos.
Lilah y Grace se dirigieron hacia el patio. Maddie fue la siguiente, luego
Bella, y luego yo.
Cuando llegué al pasillo, vi a Stephen, mi padre, darse la vuelta mientras
esperaba junto a las puertas cerradas del patio. Iba vestido con un esmoquin, el
único asistente que lo haría. Me había dicho que quería hacer esto bien.
—Mae —susurró Stephen mientras me acercaba. Él extendió su mano y yo
deslicé la mía en la suya. Me encontré con su mirada y vi que sus ojos
comenzaban a brillar con lágrimas—. Te ves tan, tan hermosa, mi niña —dijo
con voz áspera, luchando contra el nudo en su garganta.
Mi niña…
—Gracias. —Retiré mi mano y la bajé por la solapa de su esmoquin—. Tú te
ves muy guapo.
Stephen sonrió, luego bajó la cabeza. Cuando volvió a mirar hacia arriba,
dijo bruscamente:
—Es un honor para mí acompañarte hasta el altar hoy, Mae. He esperado
por un momento así durante demasiados años para contarlos. No puedo creer
que en realidad estemos aquí ahora. Es como un sueño. —Su mirada se desvió
sobre mis hombros a mis hermanas—. Todos nosotros. Todas ustedes lucen tan
perfectas... —aclaró su garganta—. Mis valientes hijas.
—Padre —susurré y parpadeé para alejar mis lágrimas.
Stephen quedó quieto.
—Padre... —repitió, y esta vez una lágrima descendió por su mejilla—. 37
Nunca me cansaré de escuchar esa palabra de tus labios. —Me besó en la
mejilla, y luego enganchó mi brazo con el suyo—. Creo que es hora. No quiero
enfrentar la ira de Styx si no te llevamos allí y te casamos tan pronto como sea
posible. Él no es un hombre paciente cuando se trata de ti.
Me reí, pero sabía que tenía razón. Styx no lo pensaría dos veces antes de
venir hasta aquí y llevarme al altar para acelerar las cosas si no me apuraba.
Sia esperaba junto a las puertas.
—¿Estás lista, Mae?
—Sí —dije, pero luego levanté rápidamente la mano—. Sólo... un momento
por favor.
Me moví hacia la ventana que daba al patio mientras mis hermanas
tomaban su lugar. Discretamente miré a través del cristal, y sentí una oleada de
nerviosismo cuando vi a todos los hermanos en sus asientos. Phebe y Sapphira
estaban junto a AK, Flame, y Vike. Letti y Beauty estaban con Bull y Tank. Vi a
Ky en el altar, vestido con una camisa blanca y su chaleco… y luego lo vi a él.
Mi corazón dejó de latir, mis pulmones dejaron de respirar y mi cuerpo
dejó de moverse. Styx, mi Styx... él estaba… él estaba… hermoso.
Estaba parado en el altar con la pastora Ellis delante de él. Tenía la cabeza
gacha, y estaba balanceándose de un lado a otro. Sabía lo nervioso que estaba.
Retorcía sus manos al frente. Y luego se volvió para escuchar algo que Ky había
dicho, y mi aliento silbó a través de mis labios entreabiertos.
Vestía vaqueros oscuros y una corbata de bolo negra con el emblema de los
Hangmen grabado en relieve en la hebilla plateada. Y luego estaba su chaleco. El
par de botones superiores de su camisa estaban abiertos, mostrando sus muchos
tatuajes y su piel bronceada. Su cabello oscuro estaba desordenado,
exactamente como me gustaba. Y luego estaban sus ojos color avellana,
brillantes bajo su frente arrugada, sus oscuras mejillas con rastrojo haciendo
que sus iris parecieran aún más verdes. Él estaba por convertirse en mi esposo...
—¿Estás bien, Mae? —preguntó Sia, y me volví para mirar a mis hermanas.
—Estoy lista —dije, sabiendo que cada palabra era cierta—. Estoy más que
lista.
Sia sonrió y salió por la puerta. Tomé mi lugar al lado de Stephen, detrás
de mis hermanas y esperamos a que la música comenzara.
Hoy me casaría con el chico que me sacó de mi más profunda
desesperación.
Hoy, me convertiría en la Sra. Mae Nash…
… y por fin, estaría en casa.

38
Siete

V
i a Sia salir por la puerta y darme una gran sonrisa. Alzó sus
pulgares, diciéndome que Mae estaba lista. Mantuve mis
manos unidas para que ningún hijo de puta aquí pudiera
verlas temblar.
Haría señas hoy. Hice jodidamente las paces con esa mierda. La pastora
sabía, mis hermanos no esperarían nada más, y ahora todo lo que tenía que
hacer era esperar a que Mae saliera por esa maldita puerta.
Ky se inclinó hacia mí.
—¿Te estás cagando encima? —Lo fulminé con la mirada. Él se rió, y yo tiré 39
de mi cuello. Hacía muchísimo calor aquí.
El sonido de Sia aclarando su garganta vino desde la parte de atrás del
patio. Levanté la mirada, como todos los demás, y alguna emperifollada música
clásica comenzó a sonar desde el sistema de sonido. No era Nelson o Waits, pero
Mae la había elegido, así que eso la hacía jodidamente bien.
Sia abrió la puerta. No pude ver dentro, pero no tuve que esperar mucho.
Grace salió luciendo tan linda como la mierda con su pequeño vestido blanco.
Ky sonrió mientras su hija comenzó a arrojar pétalos blancos al suelo. Ella
caminó por el pasillo como si no le importara nada en el mundo, luego corrió los
últimos pasos hasta que estuvo al lado de Ky.
—Buen trabajo, niña —dijo y tomó su mano.
Lilah fue la siguiente, seguida por Maddie. Ky se fijó en su esposa, y
cuando miré a Flame, el hermano parecía a punto de lanzarse desde su asiento
para estar con Madds. Bella la siguió, Rider y su madre, Ruth, sonriéndole desde
la fila de atrás.
Y entonces mis ojos se clavaron en la puerta. Conté. Conté hasta ocho
cuando vi el primer destello de blanco. Me tensé, todos mis músculos se
tensaron mientras Mae atravesaba la puerta del brazo de Stephen... y sentí como
si acabara de recibir un puto golpe en el estómago.
Mierda, ella era perfecta. Mae se aferraba tanto a su ramo como a su padre
mientras caminaba hacia el extremo del pasillo. Luego levantó la vista,
paralizándome con esa mirada de ojos de lobo. Cada hijo de puta aquí pareció
desvanecerse cuando la vi sonreír debajo del velo, sus labios rosados brillantes y
destellando a través del encaje. Ella empezó a caminar, y me tomó todo lo que
tenía no correr por el maldito pasillo, rasgar el velo de su rostro y aplastar mis
labios contra los de ella.
Pero me quedé quieto, sólo mirando a esta perra, la perra que había
volteado mi mundo al revés cuando era niño, haciendo su camino hacia mí. Y
con cada paso, lo vi todo en mi cabeza. La vi agachada detrás de la cerca,
llorando. Vi mi boca defectuosa abriéndose y hablándole, sus grandes ojos
azules parecían demasiado grandes para su rostro mientras me miraba,
mientras unía su mano con la mía a través de la cadena de la cerca. Luego ella
en el suelo del recinto detrás del contenedor de basura, abriendo sus ojos,
acostada en mis brazos, jodidamente sangrado y muriendo. Ella mirándome
tocar Waits, yo pudiendo hablar con ella de nuevo. Besándola contra el árbol en
McKinney State Falls, ella perdonándome por enloquecer ante sus cicatrices,
luego dejándome hacerla mía. Recuperándola del culto, y luego nunca dejándola
ir otra vez. Entonces, lo mejor de todo, ella diciéndome que estaba esperando a
nuestro hijo y que finalmente sería mi jodida esposa.
Todo estaba allí en mi mente. Cada maldito día que había pasado con ella.
Mae se detuvo al final del pasillo. Stephen la besó en el dorso de la mano,
sonriendo a través de sus jodidas lágrimas. Luego se volvió hacia mí y me
estrechó la mano antes de moverse para sentarse en la primera fila, sonriendo a
sus hijas. Ky se movió a un lado, y tendí mi mano hacia Mae. En el segundo que
sus pequeños dedos se presionaron contra mi palma, respiré.
Finalmente un maldito respiro.
40
Vislumbré sus ojos a través del velo, incluso antes que me lo dijera la
pastora, lo levanté sobre su cabeza, ahuequé sus mejillas, y presioné mis labios
contra los suyos. Como lo hacía cada vez, ella se derritió contra mí. Escuché a
mis hermanos gritando y la maldita y molesta voz de Vike gritando:
—¡Todavía no es esa parte, prez!
Pero tomé su boca, sin importarme una mierda. Ella era mía. Tomaría sus
jodidos labios rosados si quería; me pertenecía y yo a ella. Cuando me aparté,
Mae se rió contra mi boca.
La pastora Ellis se inclinó hacia adelante, sonriendo.
—¿Deberíamos empezar?
La pastora comenzó a hablar, diciendo una mierda religiosa que no me
interesaba escuchar. Entonces llegó el momento de los votos. Acordamos los
votos normales. Yo no quería una puta fanfarria. Quería que mis señas fueran
rápidas y directas. Mae había sido comprensiva, por supuesto. Siempre lo era.
Mae fue primero. Ky le dio el anillo. Con su mano en la mía, ella repitió lo
que la pastora le dijo que dijera.
—Yo, Salome Nash, te tomo a ti, River Nash, para que seas mi legítimo
esposo... —Y yo la escuché. La escuché decirme que me apoyaría en la salud y en
la enfermedad, hasta que la muerte nos separe.
La pastora Ellis se volvió hacia mí, y sentí mi corazón golpear en mi pecho.
Tragué, sintiendo la envoltura de la pitón alrededor de mi garganta. Y apretó.
Apretó tan jodidamente fuerte que sentí los músculos de mi cuello tensarse.
Mae me apretó las manos. Cuando la miré, me di cuenta de que la pastora Ellis
había hablado.
—¿Estás bien? —susurró Mae sólo para que yo la oyera. Asentí una vez.
Entonces no podía apartar mis ojos. Miré fijamente a mi perra y quedé
anonadado. Todo cabello negro, ojos azules y esos jodidos labios rosados. Su
vestido, nuestro niño en su estómago... todo. Toda ella. Tan jodidamente
perfecta. Justo aquí. Justo ahora.
—Señor Nash, sus votos —dijo la pastora Ellis, y Mae retiró sus manos,
para que pudiera hacer señas. Pero cuando lo hizo, algo en mí se quebró y la
agarré fuerte. Sus cejas se contrajeron con confusión; luego lo intentó de nuevo.
Pero todavía no la soltaba. Sabía que podía sentir el temblor de mis manos
cuando la agarré. Sabía que se estaría preguntando qué demonios estaba
pasando. Entonces miré a la pastora y asentí, instándola a hablar. Ella parecía
perdida también, pero me importaba una mierda. Tenía que hacerlo, maldición.
Encontrándose con la mirada confundida de Mae, la pastora dijo:
—Repite después de mí. Yo, River Nash, te tomo a ti, Salome Nash como
mi legítima esposa.
Un jodido silencio asesino siguió sus palabras. Tan silencioso que
escuchaba mi corazón latiendo en mis oídos. Oía la respiración acelerada de
Mae. Escuché mis labios separarse y mi fuerte aliento saliendo de mi garganta.
—River, por favor, no tienes que hacerlo —susurró Mae en voz baja, sus
ojos ensanchándose cuando se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer.
41
Lo que jodidamente necesitaba hacer. Esta era Mae. El día de nuestra
boda. E iba a hablar, maldición.
Traté de encontrar las palabras, pero todo lo que salió fue aire caliente.
Tragando, hice un tic, mi cabeza se movía hacia un lado, sabía que no podría
detener a esos hijos de puta, e intenté de nuevo. Mis dedos se aferraron a Mae, y
encontré la capacidad de tartamudear patéticamente:
—Yo… yo… R-R-R… —Cerré los ojos y trabajé en aflojar mi garganta—. R-
River... N-N-Nash. —Una gota de sudor rodó bajó por mi cuello. Abrí los ojos, y
en el momento en que vi los ojos de Mae brillando con lágrimas, jodidas
lágrimas felices y orgullosas, sabía que tenía que seguir adelante. Las manos de
Mae se aferraron a mí como si fuera mi maldita ancla. La perra lo era, y no sabía
cuánto—. T-Te to-to-tomo a t-t-ti… —Hice una pausa, respiré, luego
tartamudeé—: S-S-Salome N-N-Nash c-c-como m-m-mi legítima e-e-e-esposa.
Solté un suspiro como si acabara de correr una jodida maratón.
Escuché un sollozo de la garganta de Mae, y sus brazos estaban alrededor
de mi cuello como atornillados.
—Te amo —susurró y yo la estreché fuerte—. Te amo tanto. Estoy muy,
muy orgullosa de ti en este momento.
Sentí que mi garganta trataba de cerrarse, pero no dejaría que esa hija de
puta lo hiciera hasta que no hubiera dicho estos votos. Mae dio un paso atrás,
con las mejillas húmedas, mientras la pastora Ellis terminaba la última de las
palabras.
Las superé… por un pelo. Entonces los anillos estaban en nuestras manos.
—Sí, acepto —dijo Mae y deslizó el anillo negro en mi dedo. Me quedé
mirando la pieza de metal y sabía que ese hijo de puta nunca saldría.
—¿River Nash, tomas a Salomé como tu legítima esposa?
Mirando a mi perra de ojos de lobo a los ojos, abrí la boca y, sin
tartamudear siquiera una vez, le dije directamente a Mae:
—Sí, acepto, cariño. —La maldita sonrisa que obtuve de Mae podría haber
iluminado la maldita noche.
—¡Entonces, por los poderes que me han sido conferidos, ahora los declaro
señor y señora River Nash! —Sentí algo atrapado en mi maldito pecho y tuve
que toser para despejar al hijo de puta. Algo diferente se estableció. Joder si
supiera qué, pero me gustaba—. ¿River? Ahora puede besar a su novia —finalizó
la pastora Ellis.
Antes que el final de la oración incluso hubiera salido de su boca, yo había
puesto mis manos en el rostro de Mae y había aplastado mis labios en los de
ella. Mae gimió y cayó contra mí. Mis hermanos gritaban y vitoreaban, y yo
simplemente tomé la boca de Mae, ignorándolos a todos. Empujé mi lengua
contra la de ella y jodidamente apreté más fuerte mi agarre. Tomé y tomé hasta
que me alejé para tomar un jodido suspiro. Los ojos de Mae estaban dilatados, y
las lágrimas aún caían por sus mejillas.
Hermosa.
—Hablaste —susurró sobre el sonido de los fuertes gritos de todos y los 42
disparos de celebración—. Hablaste, River. A mí. Enfrente de tu club. Nuestros
votos.
—S-sí —tartamudeé y sequé las lágrimas de sus mejillas.
—Mi esposo —dijo y giró su cabeza para besar el centro de mi palma. Mi
jodida esposa, quería decir a cambio, pero la pitón estaba de vuelta en su lugar y
mis palabras se habían ido. Pero por una vez, me importó una mierda. Había
dicho las que necesitaban ser dichas. Y eso era todo lo que importaba.
Un brazo se enganchó alrededor de mi cuello.
—Maldito idiota —dijo Ky, pero escuché el jodido orgullo en su voz, la
maldita crudeza. Miré a mi mejor amigo, y él guiñó un ojo y luego gritó—:
¡Pongan la puta música, perras! Hagan que la cerveza fluya y pongan la jodida
parrilla a toda máquina. ¡Tenemos que celebrar una jodida boda y que el
Hangmen Mudo finalmente habló, hijos de puta!
Los hermanos se rieron y se pusieron a trabajar. Comimos, bebimos y,
cuando se hizo de noche, Sia se dirigió a los altavoces y les dijo a todos los
hermanos que se apartaran del camino. Mae me tomó de la mano y me llevó al
centro de un improvisado círculo. Mis hermanos se meaban de la risa de mí,
pero no tenían a Mae en sus brazos así que, por lo que a mí respecta, todos
podían irse a la mierda.
—Yo-yo n-n-no b-b-bailo —le susurré al oído a Mae.
Ella se rió, el maldito sonido agudo hizo que mis labios se movieran.
—Sólo esta una vez, lo prometo —dijo cuando oí que los acordes familiares
comenzaban a tocar. Levanté una ceja mientras ella envolvía sus brazos
alrededor de mi cuello. Agarré su cintura mientras “I Hope That I Don’t Fall In
Love With You”3 de Tom Waits comenzaba a sonar—. Tenía que hacerlo —dijo

3 Espero no enamorarme de ti.


Mae en respuesta a mi expresión—. Fue la canción que me cantaste cuando
desperté luego de huir. En la que siempre pensaré cuando piense en ti. —Se
encogió de hombros y sacudió esa jodida nariz, destruyéndome donde estaba
parado—. Somos nosotros.
Tiré de ella más cerca y sentí su cabeza meterse bajo mi cuello. Y luego
canté. Canté las palabras que me la habían devuelto, que la habían hecho
jodidamente mía. Y canté cada palabra hasta el final. Cuando la música cambió
de Waits a Garth Brooks, dije:
—Te q-quiero en c-casa, a-ahora.
Mae me miró a los ojos, asintió y me besó en los labios.
—Yo también quiero eso. Quiero hacerte el amor como marido y mujer.
Como el Sr. y la Sra. Nash.
Entonces nos fuimos.
Y la iba a hacer mía.

43
Sostuve la mano de Mae mientras caminábamos hacia la cabaña. Mi pulgar
seguía rozando su anillo de bodas, y no podía describir la puta sensación que se
instaló en mi pecho cuando lo hizo. Cuando levanté la vista, Mae me estaba
mirando, sus labios rosados fruncidos.
—¿Te gusta tanto como a mí? —preguntó, batiendo esas enormes pestañas
negras suyas.
Me lancé hacia adelante y la levanté en mis brazos. Mae chilló y se rió
cuando me acerqué a la puerta.
—Beauty me contó sobre esta tradición —dijo cuando abrí la puerta de la
cabaña y crucé el umbral con ella en mis brazos. Me incliné y besé su boca—. Me
gusta —añadió cuando me aparté.
La perra me estaba matando.
La llevé directamente al dormitorio y bajé sus pies al suelo. La mano de
Mae estaba sobre mi pecho, acariciando mi corbata de los Hangmen de Texas.
—Realmente me gustas así, todo elegante. Te ves tan guapo que me quedé
sin aliento cuando te vi.
La perra realmente me estaba matando.
Choqué mi boca contra la suya y nos conduje hacia atrás hasta que las
piernas de Mae tocaron el final de la cama. Ella se bajó con cuidado y retrocedí.
Con los ojos de lobo de Mae pesados, me quité el chaleco y la corbata. Abrí la
camisa que tanto amaba y la arrojé al suelo.
Las mejillas de Mae se llenaron de rojo, y me costó todo lo que tenía no
arrojarla contra la cama y follarla. Algo dentro de mí necesitaba mi pene en ella
inmediatamente. Necesitaba hacerla Mae Nash. Necesitaba hacerla oficialmente
mi esposa de una vez por todas.
—Y ahora los jeans —dijo Mae y tuve que apretar la mandíbula para
contenerme.
Levanté las cejas, y ella elevó sus labios en una sonrisa jodidamente sexy.
Abrí los botones de mis jeans y los pateé fuera de mis piernas. Mi mano empuño
mi polla dura como la mierda, y caminé hacia ella. Su pecho estaba elevándose
mientras su respiración se volvía más rápida. Sus tetas se apretaban contra su
vestido, haciéndome gemir en voz alta, su mano cubrió mi mano sobre mi polla.
Su mano izquierda con mi anillo en su dedo. No podía apartar mis ojos de la
maldita vista.
—Mae —gruñí, di un paso atrás y liberé nuestras manos. Ella no tenía el
velo ahora. Sólo ese vestido y, por mucho que amara como le quedaba, lo quería
jodidamente fuera. Levanté a Mae de la cama y la puse frente a mí—. T-te amo
—dije y cerré los ojos cuando su boca golpeó mi pecho y su lengua se movió
sobre mis tatuajes. Sus manos recorrieron mis costados hasta que cruzaron en el
frente, acariciando mi polla dura.
Hice girar a Mae, encontrando la larga línea de botones en su vestido. Los
abrí, uno por uno, cuidando de no perder el control y desgarrar a los hijos de
puta en pedazos. Cuando llegué al final, extendí la tela y lo empujé por sus
brazos. Pasé mi boca por sus hombros y cuello desnudos, donde su cabello 44
estaba atado. Mae jadeó y se le puso la piel de gallina.
—Styx —susurró mientras yo sacaba el material de sus caderas hasta que
alcanzaba el suelo. Se dio la vuelta, y tuve que retroceder cuando vi el encaje
blanco cubriendo su coño y las medias blancas en sus piernas.
—Joder, p-perra —ronroneé y mis dedos recorrieron la pretina de las
bragas.
—Las usé para ti —dijo en voz baja; luego se inclinó contra mi pecho. Sus
tetas llenas, ahora mucho más grandes por estar embarazada, contra mi piel.
La punta de mi pene corrió contra su estómago, y agarré las bragas de
encaje en mis puños. Tiré, sin importarme dos mierdas si las rompía.
—¡Styx! —dijo sorprendida. Tracé mis dedos a lo largo de su coño y sobre
su clítoris. En el momento en que lo hice, sus palabras se desvanecieron en un
largo gemido.
—Ellas s-se van. —Di un paso atrás y señalé las medias y las ligas—. P-pero
estas se qu-quedan jodidamente p-puestas.
—Sí —dijo, con los labios hinchados y los pezones gordos. La levanté en
mis brazos, aplastando mis labios en los de ella. Los dedos de Mae se aferraron a
mi cabello mientras la bajaba a la cama y me subía encima de ella. Su estómago
era tan grande ahora que ella normalmente me montaba o yo la tomaba por
detrás, pero esta noche...
—Quiero v-ver tu m-maldita cara —dije y alcancé la almohada. La metí
debajo de la espalda de Mae, levantando sus caderas. Enganché sus piernas
sobre mis brazos; entonces agaché la cabeza, extendí los labios de su coño, y
lamí desde su agujero hasta su clítoris.
—¡Styx! —gritó y me arañó el cabello. Su clítoris ya estaba hinchado y
lleno, y sabía que no tardaría mucho en correrse.
Moví mi lengua sobre su clítoris hasta que sus caderas comenzaron a
sacudirse. La mantuve extendida y abierta mientras la bebía. Entonces Mae se
puso tensa y gritó cuando se corrió. Lamí su coño hasta que se sacudió e intentó
apartar mi cabeza.
Besé el interior de sus muslos y luego me moví sobre sus caderas, sobre su
bulto, hasta que alcancé sus tetas. Lamí la carne y chupé sus pezones duros
llevándolos a mi boca.
Cuando levanté la vista, los ojos de Mae estaban cerrados y sus labios
estaban separados. Mechones de su cabello se habían caído de sus horquillas. Y
se veía jodidamente perfecta.
Besé su cuello, luego su boca. Metí mi lengua, sabiendo que ella sería capaz
de probarse a sí misma en mi lengua. Pero Mae la tomó, acercándome más.
Alejándome de su boca, aparté de su rostro el cabello caído.
—Mi m-maldita esposa —susurré y vi sus ojos cerrarse como si fueran las
mejores palabras que hubiera escuchado nunca.
—Mi esposo —dijo cuando sus ojos volvieron a abrirse y acarició mi rostro.
—Mae —gruñí, necesitaba estar dentro de ella. Moviéndome más entre sus 45
piernas, apoyé mi polla en su agujero y luego empujé hacia adelante. Apoyé su
cabeza con mis manos, manteniendo mi estómago fuera del de ella. Las manos
de Mae se envolvieron alrededor de mi cuello, y ni una vez rompí el contacto
visual. Esos malditos ojos me tenían bajo su maldito hechizo. Los ojos de Mae,
los ojos de Perséfone... jodidos ojos de lobo color azul hielo.
Apreté los dientes cuando la llené, llegando hasta el jodido fondo.
—River —susurró Mae, sus ojos brillando con jodidas lágrimas. Ella me
había llamado River. Incluso ahora, después de todo este tiempo, cuando me
llamaba por mi verdadero nombre con su acento extraño, me volvía loco.
—N-Nena —siseé mientras salía y luego volvía a entrar—. J-jodidamente
perfecto —agregué, moviendo mis caderas mientras la tomaba más fuerte y más
rápido. Mae gimió, sus labios separándose mientras perdía el aliento. Me moví
aún más rápido, más duro, más profundo, luego llevé una de sus manos detrás
de mi cuello. Empujé mis dedos a través de los suyos y puse su mano plana
sobre la cama. Hice lo mismo con la otra mano y miré los anillos en nuestros
dedos. Esos malditos anillos. Esas jodidas piezas de metal y oro que me robaban
el aliento.
—Mi esposo —murmuró Mae de nuevo y sentí su coño apretando mi polla.
—Styx... voy a... voy a... —gimió, cortando sus palabras, antes que sus ojos se
encontraran con los míos y se corriera. Su coño se apoderó de mi polla, y la vista
de ella, con la cabeza inclinada hacia atrás, la boca abierta, me hizo golpear
dentro de ella una vez más mientras yo también me corría, llenándola con mi
semen, y su coño drenando todo lo que tenía.
Empujé dentro de ella una y otra vez hasta que me deslicé hacia un lado,
trayéndola conmigo. Estábamos cubiertos de sudor, pero me encantaba cómo se
veía, bien follada y toda jodidamente mía. Todavía sostenía su mano, la del
anillo. Nada fue dicho mientras recuperábamos el aliento, hasta que Mae movió
su cabeza más cerca de la mía.
—¿Es extraño, no es así, cómo una pequeña joya puede hacer que tu
corazón se sienta tan completo?
—Sí —dije, mi voz seca y cruda.
—Sin embargo, se siente como si siempre hubiera estado allí. Siempre
destinado a este simple anillo para adornarlo. Creo que cuando Dios me diseñó,
ya te tenía en mente. Mira. —Mae levantó sus manos, sus jodidos y pequeños
dedos contra los míos: pálidos contra bronceados, limpios contra tatuados—. Un
ajuste perfecto.
—M-me e-estás m-m-matando, p-perra —dije y la vi sonreírme.
Cristo, estaba seguro que ninguna otra perra en el maldito planeta era tan
hermosa como ella.
—Estaba tan orgullosa de ti hoy —dijo y sus ojos brillaban de nuevo.
Me encogí de hombros.
—Q-quería decir esos v-votos.
—Me dejaste pasmada, y a todos los demás allí. —Guio mi mano hasta su
estómago, y me reí cuando sentí que nuestro hijo pateaba. Mae soltó una risita—
. Creo que Charon está diciéndote que también estaba orgulloso de su papá. —
46
No sabía por qué, pero ese fue el comentario que me golpeó jodidamente duro.
—N-no creo que alguna vez haya hecho o-orgulloso a mi v-viejo —confesé y
observé la expresión de Mae desplomarse. Pasé mi mano sobre su estómago
pálido, sonriendo cuando mi niño pateó de nuevo—. Q-quiero ser un b-buen
padre, M-Mae. Quiere que nu-nuestro hijo esté or-orgulloso de m-mí.
—Lo estará —susurró, y vi cómo las lágrimas rodaban por su rostro—.
¿Cómo podría no estarlo? Hoy te paraste en el altar y hablaste. Te vi luchar
contra tus demonios y ganar. Te vi luchar contra tu garganta por las palabras
que tanto querías decir. Delante de una multitud, tu peor miedo; sin embargo,
hablaste. Tomaste mis manos, aunque temblaban, y te entregaste a mí… y a
nuestro hijo, en voz alta. —Hizo una pausa—. Él no estará más que orgulloso de
ti. Y lo veré adorarte, y queriendo ser como tú. Su papá, que lucha y se levanta,
victorioso, todo el tiempo.
Acepté sus palabras y ella se acercó a mí. Su cabeza estaba en mi
almohada.
—¿Qué? —pregunté.
—Escribí votos para ti, River. —Asentí, sabiendo que ella lo había hecho.
Había visto algunos de ellos en su bloc de notas—. Los escribí antes que
decidiéramos los votos tradicionales. —Miró hacia otro lado y, volviendo a mí,
dijo—: Me gustaría decírtelos ahora.
Asentí. No había forma que pudiera hablar. Mae se aclaró la garganta y
sostuvo mi mano. Entonces habló.
—River. No sabía lo que era la vida hasta que te encontré. El chico que vino
a mi vida cuando era un niño. El niño sin voz que milagrosamente encontró las
palabras en mi presencia. El chico que me besó en los labios, bendiciéndome
con el extraño e inalcanzable concepto de la esperanza. El chico que siempre
estuve destinada a amar. El chico que tenía la música más dulce en su corazón,
que me salvó y me mostró lo que era estar en casa. —Mae se rió cuando su voz se
quebró por la emoción.
Pero seguí escuchando. No quería perderme ni una palabra.
—Me aceptaste, una niña que no había conocido nada más que dolor y
tristeza en su vida. Y desde el momento en que te volví a ver, años después que
me consolaras junto a la cerca como una niña herida y golpeada… —Sonrió—. Y
besaras mis labios como una niña de ocho años, fui tuya. Peleamos. Tuvimos
que luchar mucho para estar juntos, atravesar demasiados obstáculos para
contarlos. Pero al final, nuestro amor triunfó. Un amor que era imposible de
forjar en un mundo tan duro, pero que se levantó de las cenizas de todas formas,
para ser puro, real y verdadero. —Mae puso su mano sobre mi mejilla—. Porque
eres mi Hades, mi incomprendido y torturado señor oscuro. Y yo soy tu reina, tu
Perséfone, la mujer de ojos azules que vio a través de tu escudo y ganó el trofeo
de tu corazón. Para quedármelo para siempre. Mío para siempre. Y el mío, para
siempre tuyo.
Mae exhaló cuando terminó, y no tenía palabras. Nunca las tenía, pero esta
vez era peor.
—E-eres todo para m-mí, n-nena —dije y observé que el rostro de Mae se 47
convertía en pura felicidad—. L-lo sabes, ¿v-verdad? No t-tengo palabras, p-pero
tengo esa p-promesa.
—Gracias —susurró como si acabara de escribirle un maldito poema o
alguna mierda.
—Te amo, nena —le dije y besé sus jodidos labios una vez más.
—Yo también te amo —dijo y luego me dio una jodida sonrisa—. Y no
tartamudeaste, ni una vez.
Así que tomé su puta boca otra vez.
Cuando Mae se apartó, dijo:
—Toca. Toca para mí, River. —Su mano fue a su vientre—. Para nosotros.
—Saltando de la cama, agarré mi Fender y me senté su lado. Mae se recostó
contra mi hombro y puso su brazo alrededor de mi cintura.
Y yo toqué. Toqué y canté hasta que la tomé de nuevo, cara a cara, mirando
fijamente esos malditos ojos de lobo que tanto amaba.
Los que nunca dejaría ir.
Ni siquiera por un puto segundo.
Epílogo

La costa, Texas
Un día después...

V
i como corría sobre la arena hacia la playa. El sol se estaba
poniendo y la noche se acercaba. Miró por encima del
hombro, sonriendo; entonces miró de vuelta al mar. Inhalé
calada tras calada de mi cigarrillo y sentí la puta arena
debajo de mis pies. Me apoyé contra el poste del porche de la cabaña que
tendríamos durante la semana. 48
Nada de mierda del club.
Nadie excepto nosotros.
Sólo Mae, yo, la jodida arena y el mar.
—¿Cómo es el océano? —había preguntado ella meses y meses atrás—.
¿Cómo se siente la arena en tus pies? ¿Qué se siente cuando la marea se
precipita sobre tus piernas desnudas?
—Es el océano —le dije y me encogí de hombros.
—Es mi sueño verlo. —Había dicho, tumbada sobre mi pecho—. He leído
sobre él en los libros. Sería un sueño hecho realidad oler el aire salado y
caminar sobre la arena dorada.
Sabía que tenía que traerla aquí cuando Beauty comenzó a molestarme
sobre una luna de miel. Una jodida luna de miel. Yo era el prez de un jodido MC
de proscritos. No había putas lunas de miel en islas tropicales. Teníamos
enemigos olfateando la mierda alrededor las veinticuatro horas, esperando la
oportunidad de atacar. Tenía rutas que hacer y armas que comerciar. Pero
podría hacer esto. Texas. Playa. Mae actuando como si le hubiera dado el puto
sol.
—S-sube a la ca-camioneta —le dije esta mañana—. Tengo un l-lugar que
q-quiero mostrarte.
Mae vino. Lilah había empacado su bolso y mierda para una semana. Yo
sólo necesitaba mi chaleco, mi camisa y mis jeans.
—¿A dónde vamos? —había preguntado.
—Sólo a un l-lugar —respondí, y había conducido las cuatro horas que se
tardaba en llegar hasta aquí.
Cuando abrí la puerta hace cinco minutos, el parabrisas no nos mostró
nada más que una cabaña y una playa privada. Mae había quedado boquiabierta
y se mantenía inmóvil en el asiento.
—Styx —susurró, luego abrió la puerta de la camioneta y se bajó. Sus
manos habían cubierto su rostro, luego se cayeron mientras inclinaba la cabeza
hacia atrás y cerraba los ojos cuando la brisa corría por su piel.
Y luego se fue. Corriendo sobre la arena, pateando sus sandalias a un lado.
Reía a gritos al sentir la arena bajo sus pies. Y luego estaba corriendo hacia
la marea creciente.
La seguí y encendí un cigarrillo, y aquí estaba ahora.
Un grito feliz salió de Mae cuando el agua corrió sobre sus pies. Ella estaba
vestida con un vestido blanco y largo, su cabello negro suelto. El viento levantó
los mechones negros como el azabache, y cuando ella me miró, riendo y
sonriendo con esos labios rosados que tanto amaba, sus ojos azules brillaban
más que nunca lo habían hecho antes.
Ella se detuvo y sostuvo su mano en alto. Como una maldita polilla a una
jodida llama, caminé sobre la arena hasta que estuve a su lado en el borde del 49
agua. Envolví mis brazos alrededor de su cintura, y ella se recostó sobre mí,
cubriendo mis manos con las suyas.
—No puedo creer que me hayas dado esto —susurró, su voz temblaba
mientras miraba el sol hundirse en el horizonte.
—Sí —dije con voz ronca.
—Siempre me das mis sueños, River. Todo. Cada día es una bendición
contigo. —Se giró en mis brazos—. Cada día contigo es un sueño hecho realidad.
Apenas puedo creer que esta sea mi vida.
—Sí —dije de nuevo y le besé los labios.
Cuando me aparté, Mae tomó mi mano.
—¿Vamos a la cabaña? Me gustaría mucho mostrarte cuánto te amo.
Quiero mostrarte cuánto te aprecio. Y quiero hacerle el amor a mi esposo, el que
me da el mundo en formas que nunca creí que fueran posibles.
Mae sonrió, el viento soplaba su cabello sobre esos ojos de lobo que
adoraba, y simplemente respondí:
—Sí.
Con ella, siempre sería un jodido sí.
Próximo Libro
A continuación... Crux Untamed (Hades Hangmen # 6).
Esta es la historia de Elysia (la hermana de Ky).
En cuanto a su interés amoroso... ¡es un secreto por ahora!

50
Sobre la autora
Tillie Cole es oriunda de una pequeña ciudad
en el noreste de Inglaterra. Creció en una granja
con su madre inglesa, su padre escocés, una
hermana mayor y una multitud de animales
rescatados. Tan pronto como pudo, Tillie dejó sus
raíces rurales por las brillantes luces de la gran
ciudad. Después de graduarse de la Universidad
de Newcastle con una Licenciatura con Matrícula
de Honor en Estudios Religiosos, Tillie siguió a su
esposo, jugador profesional de Rugby, por todo el
mundo durante una década, convirtiéndose en
maestra en medio y disfrutando mucho 51
enseñándoles a los estudiantes de secundaria
Estudios Sociales antes de poner la pluma sobre el
papel y terminar su primera novela.
Tillie se ha establecido en Austin, Texas,
donde finalmente puede sentarse y escribir,
arrojándose a los mundos de fantasía y las mentes
fabulosas de sus personajes.
Tillie es tanto una autora independiente como tradicionalmente publicada,
y escribe muchos géneros que incluyen: romance contemporáneo, romance
oscuro, joven adulto y novelas para nuevos adultos.
Cuando no está escribiendo, Tillie disfruta acurrucarse en su sofá para
mirar películas, beber demasiado café, mientras se convence que realmente no
necesita ese cuadrado extra de chocolate.
Playlist
It Ain’t Me, Babe — Jonny Cash
I Hope That I Don’t Fall In Love With You — 10,000 Maniacs
Lemon Drop — Pistol Annies
On That Day — Asgeir
I Shall Cross This River — The Black Atlantic
Boys From The South — Pistol Annies
Time After Time — Iron & Wine
Dream In Blue — The Stray Birds
Sweetly — The Show Ponies
Dreams — Caroline Glaser
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You and Me — You+Me
Can I Be Him — James Arthur
Falling — Joshua Radin
Tomorrow Never Comes (Acoustic Version) — Zac Brown Band
Home Is In Your Arms — The White Buffalo
Bride — San Fermin
Dance With Me — Jaye Bartell
First Time Ever I Saw Your Face — Jonny Cash
I Won’t Back Down — Jonny Cash
Last But Not Least — Zac Brown Band

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