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CAMBIOS CLÍNICOS

LUEGO DE MODIFICAR LA
TÉCNICA DE
INTERVENCIÓN

Fernando G. de Pablo (egresado de seminarios)

Trabajo Final Integrador de la


Especialización en Psicoanálisis

2019
Resumen

CAMBIOS CLÍNICOS LUEGO DE MODIFICAR LA TÉCNICA DE


INTERVENCIÓN

Fernando G. de Pablo

Directora de la Carrera: Dra. Silvia Nussbaum

Partiendo de dos momentos del tratamiento de un paciente, trataré


de ilustrar los cambios clínicos que observo, luego de modificar mi
modo de intervención. Eso me permitirá revisar los conceptos de
conflicto y “falta básica” (M. Balint), tratando de extraer alguna
conclusión de los mismos.
INDICE

Presentación del caso: ABEL: ...........................................................1

1ª etapa:.............................................................................................5

Anotaciones .......................................................................................6

Conflicto Psíquico ..............................................................................8

Evolución .........................................................................................10

Falta Básica .....................................................................................12

2ª Etapa ...........................................................................................17

Anotaciones .....................................................................................18

Consideraciones finales. Conclusiones:..........................................21

Referencias......................................................................................23
PRESENTACIÓN DEL CASO: ABEL 1

Lo conocí cuando él tenía 41 años, casado, con dos hijos (en ese
momento de 3 y 6 años), su consulta manifiesta estaba relacionada
con la estabilidad matrimonial, recientemente se había separado por
un corto período de tiempo, e intentaba contener alguna de sus
propias actitudes (por ejemplo, la ira que le despertaba encontrar la
heladera desordenada, sus reacciones intimidatorias hacia la esposa
a quien acusaba de ser la responsable de ello, etc.).

Dicha forma de proceder había desgastado la unión matrimonial y


hacía que recíprocamente se rechazaran. Su deseo manifiesto de
recuperar y afianzar el vínculo conyugal, radicaba más en la
resistencia a perder contacto con sus hijos o de perder su vivienda,
más que en recuperar su matrimonio. Sus sentimientos amorosos,
no estaban en un primer plano de su discurso.

En la primera entrevista hace un juego de palabras con relación al


orden y el control, como causa de la mala relación con la esposa:

“…Vengo por problemas de pareja y por cosas que quedaron en el


tintero de tratamientos anteriores, que tienen que ver con que sobre
todo con el control, control de no exaltarme, de mi forma, mi esposa
más de una vez me criticó la forma, me cuesta encontrar un
equilibrio, antes era muchísimo más impulsivo, ahora soy más
tranquilo, me doy cuenta de muchas cosas, alguna vez he tomado
Rivotril, y vuelvo a casa y aunque la casa esté dada vuelta… me

1 Haré modificaciones secundarias para preservar la identidad del


paciente.
1
anticipé, no quiero exaltarme (dice triunfante). Tengo un tema con el
tema del orden...

El control por controlar, y el orden por ordenar, ordenar de dar


órdenes. El orden del orden de las cosas en su lugar. Y lo del control
también se puede interpretar como controlar al otro, pero también de
controlarme a mí mismo, mis impulsos.

Quiero estar más equilibrado. Si logro equilibrarme lo demás no está


tan mal, si logro equilibrarme no voy a reaccionar mal frente al otro.

…no les tengo paciencia a los chicos, que tiene que ver con el control
y con mi esposa con el tema del orden, ella es altamente
desordenada…”

Descendiente de árabes, sus padres se separan a una edad muy


temprana del paciente, tiene un hermano dos años menor a él.

A su padre lo describe alejado de su vida cotidiana durante su


infancia y adolescencia, y del recuerdo de aquella época la visión
que tiene de él, es la de una persona frágil, temerosa, asustadiza y
distante. Actualmente ambos trabajan en una empresa constructora,
a la que suelen viajar juntos, más por una cuestión práctica que por
una sentimental. Abel habita en una vivienda que es propiedad del
padre y además es asistido financieramente por él

De su madre se suele referir críticamente, destaca de ella su


crueldad física durante su infancia, menciona castigos corporales
brutales, y también morales, habiendo recibido descalificaciones y
expresiones de menosprecio. En el presente es excepcional que se
relacionen, y cuando eventualmente se encuentran, pareciera ser
que se desarrollan en un clima de mucha tensión, y por lo general
son encuentros muy breves.

2
La familia de la madre, es recordada con mucha admiración, la
abuela, un tío materno, y el marido de la abuela, son evocados como
gente de mucha autoridad, sin ninguna clase de temores. El aspecto
externo de Abel, concuerda con la semblanza que hace de esa parte
de su familia: habitualmente se presenta desalineado, sucio y vestido
con ropa militar de “camouflage”. Practica regularmente artes
marciales, y da la imagen de un justiciero cinematográfico, asociado
a esa forma de presentación, es de destacar su afición a los juegos
de guerra “on line”.

Mi impresión acerca del paciente, se limitaba inicialmente a suponer


que el malestar y la tensión continua del paciente era fruto de la
influencia primitiva de los padres, que lo condicionaba a tener, no
sólo una vida familiar insatisfactoria, sino más ampliamente a ver el
mundo como un lugar desprolijo, amenazador, sucio, desordenado,
injusto y del cual debía defenderse.

Me resultaba difícil empatizar, toda vez que manifestaba un


convencimiento absoluto acerca de lo que traía a analizar, en general
su relato no tenía pausas, ni mostraba interés en mis intervenciones.
No expresaba interdicciones, ni culpa. Me sentía invitado a
confrontar, su falta de interés en reflexionar acerca de los
sentimientos asociados al material de su discurso, me despertaban
malestar y rechazo.

Notaba que el tratamiento no promovía ninguna clase de acción


estimulante que lo moviera a ejercer cierta introspección. Me hacía
dudar respecto de mí, en el sentido de cuestionarme, de si estaría
errando en la forma de conducir el tratamiento. Me preguntaba qué
sentido tendría hacer un tratamiento. En su discurso, mi presencia
dentro del tratamiento ocupaba alternativamente un lugar externo

3
ausente y anónimo, o en ocasiones me hacía sentir un enemigo más,
al que provocaba.

Los sentimientos contratransferenciales más nítidos que


experimentaba en la primera etapa de tratamiento, podría
enumerarla del siguiente modo:

 Temor al ataque físico por ofenderlo, dejándome arrastrar


hacia su discurso para no confrontar con él. Esa precaución
de no ofenderlo, podría estar relacionada con el lugar que el
paciente me reservaba para mí, algo parecido a un Libro de
Quejas, sin vida, y al servicio suyo.

 Sentimiento de frustración o depresión al no poder generar


cambios en la modalidad de ser del paciente, por ejemplo en
su agresividad o interés por desarrollar una indagación
introspectiva. Y conectado a ello mis dudas acerca de la
gravedad del paciente (es analizable?) o de mi pericia
profesional (estaré capacitado para atender un paciente con
estas características?)

 Con frecuencia me sentía somnoliento o aburrido,


probablemente a consecuencia de la indiferencia que el
paciente pareciera sentir por mí, o acaso por defenderse del
peligro a desarrollar cierta dependencia de mí.

Trataré de ejemplificar con algunas viñetas clínicas ciertas


características del paciente y de mis intervenciones, en dos etapas
distintas del tratamiento.

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1ª ETAPA:

(Viene considerando distintas alternativas, que lo enriquezcan


materialmente)

… sigo pensando que puedo hacer. Voy hablar con mi hermano y


preguntarle que puedo traer de afuera… pero legal…

(Su hermano, que tiene una buena posición económica, se dedica a


comercializar mercadería importada que ingresa al país eludiendo
los impuestos aduaneros)

[1] A.: Estás buscando cambiar algo en tu forma de vida

[2] P.: … estoy cansado de trabajar tantas horas!...

… Un compañero de trabajo se compró un “software” especial con el


que pasa presupuestos desde el laburo!... (El mismo plan que está
pergeñando él).

[3] P.: Tengo una gran ayuda de mi viejo, no pago alquiler.

(Reflexiona sobre distintas alternativas de negocios, comprar


locales, o un galpón, o poner un negocio, etc.)

[4] P.: Trabajar en relación de dependencia no te hacés problemas,


no tenés preocupaciones.

[5] P.: Yo no me dejo explotar.

[6] P.: Hago como si fuera mi propia empresa.

[7] A.: Hablás de la relación de dependencia en el trabajo pero


también que en parte dependés de tu papá.

5
[8] P.: En 2001 estuve por comprar, me faltaban 5000 dólares,
empecé a alquilar.

Ahora trato de no comprar para hacer un colchón.

(Pareciera ir encolerizándose)

[9] P.: No siento dependencia de mi padre.

Vuelve a fantasías de enriquecimiento: vender el auto, con el dinero


que recibe, hacer un plazo fijo que le va a dar intereses, que le van
a permitir comprar un auto en cuotas… por ahora da el 20%! (dice
con astucia, picardía e… ingenuidad; con esas clase de fantasía,
pareciera recuperar cierta serenidad. Su relato parece permitir
recuperar su sentimiento de omnipotencia y superioridad e
independencia respecto de los semejantes).

Anotaciones:

En [1] induzco a la introspección y búsqueda de deseos o


motivaciones más profundas

En [2] permanece en un plano superficial, experimentando un


malestar, que lo promueve a la acción. Pareciera tomar mi
intervención, justificándola, oscila entre la percepción de malestar y
la búsqueda de una descarga por la acción.

En [3] continúa con un argumento tranquilizador, que alivia el


contenido de [2], permaneciendo en un plano de racionalización
yoica, al tiempo que lo sitúa en un plano de dependencia

6
En [4] encuentra un argumento en continuación de [3], que no solo
lo alivia, sino que lo justifica, pero que lo acerca a [5] un conflicto
menos conciente, el peligro de sentirse sometido.

Tal vez en respuesta a [5], inmediatamente acude a la construcción


de fantasías, que le alivian su percepción de realidad. [6] Él trabaja
ahí “jugando” que es su propia empresa, su producción es algo que
lo gratifica a él, no algo que vaya en beneficio de la empresa.

En [7] igual que en [1], trato de inducir a la introspección y a la


asociación de ideas. No entro en la cuenta que el paciente quiere
permanecer en el registro conciente de la percepción de un malestar
que clama por una acción, no por una reflexión. Se ha sentido
interpelado en su potencia?

[8] Da cuenta de lo predicho, sus intentos del pasado de superar la


relación de dependencia infantil con el padre, sin éxito, lo han hecho
sentir derrotado, descuidado por ejemplo por ese padre que ahora le
presta una vivienda.

De [9] se infiere la proximidad de su sistema yoico a otro más arcaico


que despierta su ira, como si ambos no estuvieran suficientemente
separados. Y los recursos que aplica para desestimar la realidad de
sus relaciones de dependencia. Rechaza el señalamiento de [6],
estaré empleando una técnica apropiada?

Este estado de ensoñación y fantasías, que se podrían considerar


como defensas hipomaníacas infantiles, en cierta forma parece
desarrollarse todo su relato: los diversos proyectos que considera
para prosperar materialmente, o en cómo trata de vivir la relación
laboral (“trabajo como si fuera mi empresa”), o la relación filial, de la

7
que niega la realidad del vínculo de dependencia que tiene con el
padre.

El recorte que efectúo en esta etapa del tratamiento, me hace


considerar ciertos rasgos de la personalidad de Abel, que expresa
en su tono de queja constante, su litigiosidad, la falta de amistades y
contactos sociales en general. En conjunto tengo la impresión de
hallarme, con un veterano de guerra, rudo, temerario, que genera
rechazo, y que él a su vez, rechaza todo tipo de vínculo afectivo.
Estará reeditando conmigo, los primeros vínculos con sus padres?
Habrá experimentado rechazo por parte de ellos? Encontrándose en
el presente en posición de acreedor, de alguna carencia afectiva de
su infancia, por la que reclama alguna clase de compensación?

No transmite interés por generar un cambio en su modo tenso de


vida, no hay matices en su estado anímico.

Conflicto psíquico:

La alusión a conflicto psíquico, se encuentra presente a lo largo de


toda la obra de Freud, recibiendo diversos enfoques conceptuales,
pero siempre apuntando a la oposición de exigencias subjetivas
contrarias.

Las primeras descripciones que hace Freud acerca de este tema, ya


se pueden encontrar en sus Historiales clínicos, por ejemplo en el de
Miss Lucy R. (30 años), un caso de parosmia histérica; en esta
ocasión recibe el calificativo de “conflicto de los afectos” (Freud S. ,
1893-1895) .

8
El descubrimiento de la presencia de conflicto en la vida psíquica del
sujeto, permitió en los albores del psicoanálisis desarrollar una
primera aproximación a la génesis de los síntomas neuróticos:
cuando las fuerzas del conflicto no son manifiestas, ese antagonismo
puede ser expresado de un modo deformado de las fuerzas que lo
generan y puede traducirse en síntomas u otra clase de
manifestaciones patológicas.

El mismo mecanismo que encuentra en la formación de síntomas,


explica también otras producciones mentales (sueños, actos fallidos,
etc.). En su artículo Sobre recuerdos encubridores (Freud S. , Sobre
los recuerdos encubridores, 1899), hace una síntesis de este modo
de tramitar situaciones conflictivas:

“… El proceso aquí discernido –conflicto, represión, sustitución con


formación de compromiso- retorna en todos los síntomas
psiconeuróticos y proporciona la clave para entender la formación de
síntomas…”

Siguiendo la obra freudiana se encuentra al conflicto, ampliamente


extendido en toda la vida psíquica, presente constitutivamente en la
condición humana. Sus fundamentos pueden buscarse a nivel tópico
como un conflicto entre el sistema Inc y el Prec/Conc, separados por
la censura, reflejando la dualidad entre el principio del placer y el de
realidad.

A nivel económico es posible remitirlo a un conflicto entre las


pulsiones sexuales y las de yo. Por definición hay una dualidad
inconciliable, estando de un modo casi constante en un polo, la
sexualidad y en el otro polo, alternativamente se invoca al yo, a las
pulsiones del yo, y a las pulsiones de muerte.

9
En la segunda tópica el concepto de conflicto se encuentra entre
instancias (ello, yo y superyo) y realidad o interno en una sola de
ellas, por ejemplo entre los polos de identificación materno y paterno
en el seno del superyo.

A lo largo de su obra Freud insiste “en la intrínseca ligazón que debe


existir entre la sexualidad y el conflicto” (Laplanche & Pontalis,
Diccionario de Psicoanálisis, 1971). Entre sus últimos trabajos
(Freud S. , Esquema del Psicoanálisis, 1940) que publica, afirma:

“… nuestra observación nos muestra de manera regular, hasta


donde podemos apreciarlo, que las excitaciones a que corresponde
ese papel patógeno proceden de pulsiones parciales de la vida
sexual. Los síntomas de las neurosis son de cabo a rabo, se diría
una satisfacción sustitutiva de algún querer-alcanzar sexual o bien
unas medidas para estorbarlas, por lo general un compromiso entre
ambas cosas, como los que se producen entre opuestos siguiendo
las leyes que rigen para lo inconciente…”

El desarrollo del concepto de conflicto en la obra de Freud, como


causa de síntomas, converge en la estructura triangular edípica, es
decir los deseos del niño hacia sus padres, los que son
experimentados en dos momentos distintos en la vida, la primera de
ellas alrededor de los 3 a 5 años y la segunda durante la pubertad.

Evolución:

Uno de los interrogantes que me he formulado en el curso del


tratamiento de Abel, es si acaso, este paciente reúne las condiciones
clínicas adecuadas, para verse beneficiado por un psicoanálisis.

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Este cuestionamiento, lo encontraba justificado en la actitud del
paciente hacia mis intervenciones: su reacción a ellas en general,
han sido (y en gran medida lo siguen siendo) de desinterés,
escucharlas o reflexionar sobre ellas, no pareciera despertarle
ningún sentimiento particular, y es dudoso que entren en su
consideración la posibilidad de aceptarlas o rechazarlas.

Mi presencia, se me ocurre compararla a la de un testigo, que


escucha el monólogo de alguien, sobre el que no despierta
sentimientos, ni ejerce ninguna clase de efectos manifiestos.

Su discurso, cargado de resentimiento, suele ser una queja


generalizada acerca de la mayoría de sus contactos interpersonales
(su jefe lo presiona, los vecinos estacionan sus autos en sitios que
él considera de su uso exclusivo, etc.), así como de las contingencias
cotidianas de la vida en sociedad.

Toda esta clase de situaciones, despierta en él una tensión que


procura contener, evitando los contactos sociales, a veces bebiendo
excesivamente, practicando artes marciales, o jugando juegos de
guerra en línea, junto a desconocidos con los que se conecta a
través de Internet. Con mucha frecuencia, advierto que no discrimina
sus fantasías de la realidad.

Es un paciente psicótico? Que rechaza el mundo externo y se aísla?


Su capacidad perceptiva se encuentra alterada? Las evidencias
parecieran no indicar el estado del paciente en ese sentido. Asiste
regularmente a las sesiones, tolera el encuadre, ha formado una
familia, tiene un trabajo y una economía estables. Su discurso es
coherente.

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Mi tendencia en la clínica de señalar las posibles contradicciones
discursivas, o la de resaltar la tensión que genera el objeto del deseo,
en el caso de Abel no promovieron ningún tipo de insigth en él, y a
veces lo irritaban, robusteciendo sus argumentos contestatarios.

En etapas más avanzadas del tratamiento, he tratado de modificar


mi técnica teniendo una escucha más empática y tolerante de su
agresividad, percibiendo que, probablemente a consecuencia de
ello, el paciente se encuentra más tranquilo.

A la pregunta inicial respecto de la analizabilidad, provisoriamente la


respondo diciendo que, aplicando el modelo habitual de abordar las
neurosis, en este caso particular no produjo cambios en la actitud del
paciente, pero si parecieran darse luego de la modificación en la
técnica.

Estas observaciones parecieran coincidir con lo que Killingmo, llama


interpretaciones afirmativas (Killingmo, 1991) que aplica en
contextos de déficit, y que tienden a la creación de un significado de
sus relaciones de objeto.

Falta básica:

La percepción de conflicto, el sujeto la experimenta como producto


de una relación con dos objetos, es decir existen una serie de
condiciones inherentes al conflicto que deben estar presentes. Por
un lado, debe haber una adecuada percepción de Yo y no Yo, y la
existencia de dos objetos externos. Dichas condiciones se presentan
en un momento evolutivo de la vida del sujeto, donde ya ha adquirido
cierta maduración biológica.

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Previo a ese momento, el sujeto (a devenir), se halla en un estado
de indefensión y vulnerabilidad, expuesto a condiciones que
requieren en forma ineludible el auxilio de su entorno. En esta etapa,
lo que se halla en juego es la supervivencia del sujeto, la noción de
conflicto no es adecuada en este momento.

Durante esta etapa y mientras dure ese estado de inmadurez, el


sujeto podrá experimentar la realidad, como amenazadora y
traumática, en tanto encuentre discrepancias entre sus necesidades
biológicas y el aporte ambiental.

M. Balint (Balint, 1979), estudioso de esta etapa, encuentra que sus


pacientes hablan de ella, calificándola como de falta (o falla, con más
propiedad). Como si en su desarrollo, hubieran padecido de una falla
en la conformación de su aparato psíquico, a consecuencia de
diferencias entre los cuidados esperados y los efectivamente
ofrecidos al sujeto.

Al momento de haber experimentado esta falla, aún no se había


desarrollado una percepción del mundo externo, por lo que adquiere
la característica de ser producto de una relación bipersonal, donde
las fuerzas que operan no son las del conflicto, no existe un tercero
en disputa, ni es posible de ser conceptualizada en términos
verbales. La búsqueda en esta etapa es la de un amor primario.

El autor, describe que desde esta área, madurativamente se


desarrollará el área del Complejo de Edipo, la que por su naturaleza
triangular, al verse confrontado el sujeto a dos objetos, sea un
momento propicio para el desarrollo de conflictos.

A la inversa desde el área de la falla, se podrá evolucionar por


simplificación hacia el área de la creación, donde el sujeto se

13
encuentra sólo, no en relación a un objeto, el que devendrá por un
proceso de sublimación.

Balint destaca que la reacción defensiva a la falla básica, se


coagulará en rasgos de carácter. Es decir los rasgos de carácter,
testimonian la forma de relación del ser humano con sus objetos de
amor y de odio. Cuanto más traumática haya sido la vivencia de la
falla, más rígidos habrán de ser los rasgos de carácter.

Cual podrá considerarse el procedimiento adecuado para abordar


una problemática tan precoz, no parecen ser las interpretaciones,
que buscan un movimiento de insigth del individuo. El lenguaje no es
útil en el tratamiento de un acontecimiento ocurrido en una etapa
preverbal. Balint discurre entre las ventajas de trabajar desde la
transferencia en este tipo de casos, reservando la interpretación para
situaciones de conflicto.

Las observaciones precedentes llevaron a que Balint clasificara a los


pacientes en los que llegan al nivel edípico y los que no.

En los segundos opera la falta básica, o sea una falla en la


estructuración psíquica: en aquellos que ocurre, logran cierto ajuste
a la realidad pero, clínicamente, no con la plenitud del neurótico.

Balint encuentra que la técnica (así como las concepciones teóricas)


sobre las que se fundó el psicoanálisis, eran adecuadas en los
pacientes sobre la que estuvo inspirada, obsesivos y melancólicos.
Pacientes en los que característicamente, sus conflictos y
mecanismos defensivos son hechos internos, radicalmente
diferentes de los pacientes sobre los cuales él enfoca su estudio.

Los pacientes a los que él se refiere, no gozan de una buena


estructuración yoica que les permita internalizar conflictos y donde

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se pueda operar técnicamente como un “espejo bien pulido” al decir
de Freud, o que su nivel de abstracción les permita aceptar las
interpretaciones que se le pudieran ofrecer.

El grupo de pacientes al que apunta con su trabajo es ”a los que


suele catalogarse como profundamente alterados, profundamente
escindidos, seriamente esquizoides con un yo demasiado débil o
inmaduro, en alto grado narcisistas” y de los que da “por descontado
que la raíz de su enfermedad va más allá del complejo de Edipo y es
más profunda”

Sobre esta clase de pacientes, las posibilidades de que una


interpretación clásica, basada en conflicto entre instancias tenga
algún efecto, son remotas o distintas de las que se podría suponer
producirían, y consiguientemente también fallaría llegar a una
elaboración, dado que solo tienen alcance en el nivel edípico.

Esta limitación en la capacidad elaborativa de estos pacientes es uno


de los rasgos que permiten diferenciar que pacientes alcanzan el
nivel edípico, y que otros no.

Para llegar a estas conclusiones parte de interrogarse que áreas


topográficas son accesibles al psicoanálisis, y en qué medida tener
cierta influencia, sin poder llegar a una afirmación categórica que
establezca una conexión entre las concepciones teóricas y la
práctica técnica. Si queda de manifiesto su imperativo de ayudar a
aquellos pacientes en los que la técnica psicoanalítica convencional
fracasa.

Concluye diciendo “este hecho es la raison d`etre de la coexistencia


de varias escuelas psicoanalíticas”, dando indicios que su
pensamiento no replica la visión clásica del psicoanálisis.

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Killingmo (Killingmo, 1991), en su documentado trabajo respecto de
la técnica psicoanalítica, se pregunta qué respuestas da la teoría
psicoanalítica, en aquellos casos a los que hace referencia Balint,
donde el inicio de la patología se produce en una muy temprana
edad, antes de que estén dadas las condiciones madurativas para el
desarrollo de un conflicto.

Si en el psicoanálisis clásico, las intervenciones son de naturaleza


interpretativas, tendientes a descubrir el significado oculto de los
síntomas, en aquellos casos donde se observan derivados del
déficit, esta forma de proceder el paciente podría tomarla en términos
de crítica, provocación o ataque.

En los casos de déficit las intervenciones que aconseja son


afirmativas, con las que se busca que el Yo del paciente experimente
significado, tratando de “…corregir y separar las representaciones sí-
mismo-objeto distorsionadas o difusas y producir la estructuración de
aspectos de las relaciones objetales que todavía no se ha alcanzado
en la evolución previa…”

Este tipo de intervenciones afirmativas, ha recibido distintas


denominaciones, “empática reconstructiva”, “explicación empática”,
y en cierta forma las encuentra abarcadas con los términos
“contener” de Bion, o el sostener de Winnicott.

Sintéticamente este autor habla de dos tipos de estrategia


terapéutica: 1) la revelación de significado y 2) la creación de
significado, la primera es pertinente en contextos de conflicto la
última en contextos de déficit

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2ª Etapa:

[1] (Circunstancialmente me demoré un instante en dejarlo pasar


luego, que sonara el timbre)

[2] P.: Escuchó el timbre? Pensaba si me habría dicho que no viniera


a esta sesión, capaz que no vino. (Silencio)

[3] A.: (espera que justifique mi demora en abrir la puerta?) Pensaste


que me había olvidado

[4] P.: No! Que se yo, no sé, puede pasar, pero… estabas!
(satisfecho, feliz, tranquilo?)

(Se relaja)

P.: Quería decirle que fui a la psicóloga de Neri, ella me dice, está
grande, ya no es un niño, dejalo que vaya y que vuelva del colegio…
Siento que es pequeño, ella dice que dé un paso al costado. Y que
si no lo hago, él no va a poder crecer, digamos.

No creo que Neri esté preparado para ciertas cosas

[5] A.: La psicóloga, quizá no valore adecuadamente los peligros

[6] P.: El año que viene va ir al colegio de Anahí (la hermana),


probablemente vaya en el mismo horario, por lo general nosotros
vamos con mi viejo y los dejamos ahí. Cuando salga del colegio por
ahí vuelvan juntos… ellos a veces van juntos a comprar al mercado,
pero que vaya solo Neri, me da miedo, no te puedo explicar. Gianni
(la esposa) me dice que se comporta muy bien en la calle.

Es un chico muy dado, despistado, por ahí se pone hablar con gente
desconocida.

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Me decía lo tenés que dejar, porque si no lo anulo.

Entiendo lo que ella me dice: pero no es tu hijo, es el mío!

Pero también entiendo que tiene parte de razón que no lo dejo crecer

[7] A.: Como ves las cosas?

[8] P.: Se juegan los miedos como padre y además esto mío que soy
de controlar. Te he dicho acá de lo verticalista que es la familia.

Pasa que cuando me pinta el miedo de lo que puede pasar me


bloqueo. Antes no lo dejábamos solo en casa, me daba miedo que
hiciera lío con el gas, es medio despelotado, pero de a poquito se va
aplacando.

El otro día hacía mucho calor y Neri quería ponerse el buzo de


egresado, Le digo no Neri, te va hacer mal, hace mucho calor. Ella
(la psicóloga) me dice tendrías que haberlo dejado.

[9] A.: No sentís que te equivocás en la forma que lo educás?

[10] Tal vez si… haber… (Medita) Si y no, tendría que dejarlo un poco
más, en eso si creo que me equivoco, a mí me parece que hay que
guiar, que un padre está para marcar el paso, hay que guiar. Y si
algo no me gusta es no, tienen 16 y 13! En mi casa siempre van
haber normas.

Me tengo que dar cuenta que cosas me tengo que replantear.

Anotaciones:

[1] Fortuitamente, la demora en hacerlo pasar, podría compararse a

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la demora de la asistencia del bebé por su madre y en cómo éste
tramita dicho estímulo?

[2] Especula racionalmente una respuesta, que abarca la posibilidad


de un descuido por mi parte.

[3] Trato de intervenir empáticamente, descomprimiendo la tensión


generada.

[4] Expresa proximidad afectiva, alegría del encuentro.

Acepta y considera un comentario crítico sobre su persona, aunque


con reservas

[5] Expreso una intervención afirmativa al decir de Killingmo, dando


crédito a sus reservas

[6] Robustece su pensamiento, pero finalmente acepta parte de la


responsabilidad en la problemática del hijo

[7] Pregunta abierta, invitando a la introspección.

[8] Efectivamente reflexiona sobre su mundo interno, pero conserva


la actitud de rechazo habitual que le generan, los que no se
identifican con él.

[9] y [10] siguen la misma línea de razonamiento.

Comparativamente con lo que señalaba en la 1ª etapa de


tratamiento, encuentro ciertos cambios significativos en la
transferencia y contratransferencia del tratamiento. Abel es capaz de
indagarse, respecto del significado de algunas actitudes que tiene en
el trato con su familia y con la gente en general.

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Su actitud hacia mí, y hacia el tratamiento es de mayor actividad y
de aceptación a cierta dependencia del mismo, aunque no haga un
reconocimiento explícito, su actitud pareciera acreditarla.

De mi parte, trato de empatizar con el paciente, aceptando aspectos


regresivos, que contrariamente a mis propios temores de
incrementarlos, parecen haber estimulado cierto crecimiento y
maduración internos. Reconozco, que el ser más receptivo de sus
manifestaciones agresivas, parece haber sido más provechoso
terapéuticamente hablando, que las interpretaciones que le he
podido ofrecer.

Inversamente, me parece que la tarea interpretativa que inicialmente


desarrollada, alimentaba su enquistamiento en posiciones
regresivas y arcaicas.

Como conceptualizar dichos cambios? La modificación en mi modo


de aceptar el material que el paciente traía (y trae) a su sesión, y
asumir en la transferencia del rol que implícitamente me asigna,
pareciera aproximarse al concepto de holding del que habla
Winnicott y de la función continente del analista y el análisis de las
angustias del paciente. O de un modo más abarcativo, diría que los
cambios sobrevinieron más por una modificación en la relación de
objeto, que por el aporte de un trabajo interpretativo.

En términos bionianos (Bion, 2015), pienso que mi actitud


continente, le está permitiendo pensar (o sea reconocer y tratar de
modificar su frustración) y recuperar su función alfa. La relación
transferencial le permite proyectar sobre mí, elementos beta, dando
d seguramente de lo que fueron sus primeros vínculos.

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Asimismo desde esta perspectiva puedo pensar que en una primera
etapa, Abel tuviera manifestaciones del orden del splitting forzado,
tomando mis interpretaciones sin poder darles un aprovechamiento
simbólico, y que siempre le resultaron insatisfactorias. Esto parece
ser bastante visible en la forma en que vive las relaciones de
dependencia.

Consideraciones finales. Conclusiones:

Las evidencias clínicas que he tratado de exponer en el presente


trabajo, me han llevado a considerar de una forma más calificada la
importancia del manejo de la transferencia.

Hasta el presente, en mi formación profesional, había puesto


particular énfasis en la dirección a descubrir la lógica oculta de los
síntomas, en tratar de ordenar el relato de los pacientes, tratando de
identificar el origen y la finalidad del mismo. Fundamentalmente he
tratado de prepararme teóricamente para ejercer una tarea
interpretativa.

Estas impresiones parecen hallarse en conexión a la posición crítica


que expresa Balint, de algunos expositores del XX Congreso
Psicoanalítico Internacional (París, 1958), que por circunscribirse a
las limitaciones técnicas del psicoanálisis clásico, excluyen de sus
beneficios a ciertos pacientes. Más atentos a la analizabilidad de los
mismos, que a su curabilidad.

La actitud de dicho autor, le permite trabajar sobre pacientes que el


psicoanálisis tradicional, deja reservado para otras formas de
tratamiento.

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Técnica y criterios de selección son interdependientes (asimismo
plantea la duda, de si los mismos principios sean los que se aplican
en la selección de los aspirantes de la carrera de psicoanálisis).

Probablemente un tratamiento psicoanalítico exitoso, combine en


distinta proporción aspectos de las dos vertientes señaladas, y tal
vez otra clase de recursos. Espero que la experiencia me permita
cuando usar uno u otro.

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Referencias

Balint, M. (1979). La falta básica: aspectos terapéuticos de la


regresión. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.S.A.

Bion, W. (2015). Aprendiendo de la experiencia. C.A.B.A.: Paidós.

Freud, S. (1893-1895). Obras Completas: Estudios sobre la


histeria. En J. Breuer, & S. Freud, Estudios sobre la histeria
(Breuer y Freud) (1893-95) (pág. 132). Buenos Aires-Madrid:
Amorrortu editores.

Freud, S. (1899). Sobre los recuerdos encubridores. En S. Freud,


Primeras publicaciones psicoanalíticas (pág. 302). Buenos
Aires-Madrid: Amorrortu editores.

Freud, S. (1940). Esquema del Psicoanálisis. En Sigmund Freud


Obras Completas (pág. 186). Buenos Aires-Madrid:
Amorrortu editores.

Killingmo, B. (1991). Conflicto y déficit: Implicancias para la técnica.


En Libro Anual de Psicoanálisis (págs. 111-125). Oslo.

Laplanche, J., & Pontalis, J. (1971). Diccionario de Psicoanálisis.


París: Presses Universitaires de France.

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