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Lo técnico y lo político en los gobiernos locales, ¿siempre de la mano?

Sería saludable que no solo en los gobiernos locales exista un respeto profundo entre lo
técnico y lo político,. El técnico deberá respetar las decisiones políticas, en tanto el político
respete las decisiones de carácter técnico y normativo para una armoniosa decisión final
en beneficio de la comunidad. No tender a restringir la delegación de la toma de decisiones
por el hecho de conservar la centralización de la autoridad.
Hablar de la gestión de los gobiernos locales es muchas veces un tema espinoso,
¿estaremos todos de acuerdo?, ¿qué es lo que se pretende hacer, sobre todo por quienes
dieron a una persona -entiéndase el alcalde- la representatividad de su distrito, para que
administre sus recursos?
Vemos en algunas oportunidades a vecinos que se quejan y cuyas dudas son absueltas, a
vecinos que protestan y cuyos reclamos son atendidos, pero también a aquellos que
reclaman y que no son escuchados. ¿Realmente se está haciendo lo que el vecino
necesita?, ¿lo que el distrito o la provincia necesitan o lo que a la autoridad de turno cree
mejor para el distrito, sin saber cuáles son las necesidades reales, primordiales y básicas?
Tal vez hacer una hermosa alameda en un distrito donde ya no hay desembarque marítimo
-construyendo elefantes blancos- simple y sencillamente porque creen que eso es lo que
se debe hacer, olvidándose que su principal función es, como se dijo, representar y
administrar los recursos de los vecinos (contribuyentes) sin tener en cuenta la búsqueda de
la mejor razón entre beneficios y costo; es decir, el análisis de costo-beneficio que estas
decisiones implican.
Y al respecto, ¿cuál es el comportamiento del entorno interno? En algunos casos se
convierte únicamente en los fieles aplicadores de las ideas o decisiones, sin ser conscientes
de su obligación de opinar, planificar, organizar, dirigir y controlar, tal vez, ¿para evitarse
problemas? Se hace de imperiosa necesidad la existencia permanente de una tormenta de
ideas para mejorar el descubrimiento y la solución de los problemas, alentando de esta
manera la producción de la labor asignada sin trabas de sugerencias de este grupo, pero
estos son retos y riesgos que un verdadero profesional debe asumir.
Aunque, para nuestra satisfacción -y por experiencia- existen alcaldes que tiene un equipo
técnico a su lado que apoyan dando pautas de carácter normativo y presupuestal, es decir,
un verdadero equipo técnico -sí, equipo técnico- para que pueda existir un matrimonio
perfecto entre la decisión política y la técnica, obviamente pudiéndose correr el riesgo que
actitudes como estas, así como la lealtad y/o la honestidad, sean pasibles de sanción;
evitándose así en el futuro las responsabilidades que no tardan en llegar, no solo de
carácter político, sino las administrativas, civiles o penales producto de una mala o
desacertada decisión.
Sería saludable que no solo en los gobiernos locales exista un respeto profundo entre lo
técnico y lo político, el técnico deberá respetar entonces las decisiones políticas, en tanto y
en cuanto el político respete las decisiones de carácter técnico y normativo para una
armoniosa decisión final en beneficio de la comunidad. No tender a restringir la delegación
de la toma de decisiones por el propio hecho de conservar la centralización de la autoridad.
En el momento que se rompe uno de los eslabones estaremos frente a un garantizado
gobierno local -distrital o provincial- que, de la suma de estas decisiones, llegue al resultado
final del fracaso, con lo cual las decisiones del vecino no se dejarán esperar teniendo en
cuenta que las gestiones municipales no duran toda la vida. Este binomio de lo técnico y lo
político es finalmente un trabajo de equipo con habilidades complementarias
supuestamente comprometidas con un propósito común y una serie de metas de lo cual
son responsables solidarios, por lo menos eso es lo que esperamos todos.
Para ello hay que tener en cuenta aspectos como la motivación, induciendo a los
funcionarios y servidores a alcanzar un alto desempeño, el llamado empowerment, que no
es otra cosa que los equipos de todos los niveles, en este caso de las municipalidades, que
tienen el poder de tomar decisiones sin tener que requerir a la autorización de sus
superiores -obviamente respetando las normas internas de la institución- llámense
manuales, reglamentos, directivas, etc. Pero para que funcione esta figura deberá
necesariamente contarse con las personas idóneas para cada cargo.
No olvidemos que quienes administran los gobiernos locales deben ser conscientes de la
labor que desempeñan, pero no hay que dejar de tener en cuenta las actitudes y valores de
las personas para el caso: funcionarios y servidores públicos, ya que la transparencia no
solo debe ser tomada desde la perspectiva legalista y normativa sino de los actos propios
de las personas a quienes se les encarga dicha administración. Nunca hay que olvidar que
el funcionario público -entiéndase alcaldes y sus funcionarios- debe tener presente
permanentemente, como se dijo en la publicación anterior, "la temporalidad de los cargos".
Hoy están y mañana no, pero lo que sí estará es la responsabilidad por los actos que haya
realizado como tal. Para todo esto debe existir, sin duda, un patrón de conducta, creencia,
valores compartidos por los miembros de la organización -para el caso de los municipios-,
esto garantizará una gestión exitosa y los réditos políticos se verán a corto o mediano plazo.
De no ser así, las responsabilidades no se dejarán esperar a mediano o largo plazo.

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