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Biblioteca de Pérgamo

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Modelo la colina del castillo museo de Pérgamo en Berlin, enmarcado en negro el Athenaheiligtum.

La colina del castillo de la antigua Pérgamo en el que se encontraba la biblioteca en 1991.

La Biblioteca de Pérgamo fue en la Antigüedad la segunda en importancia después de la


de Alejandría. Ambas compitieron por un tiempo en calidad, número de volúmenes e
importancia. Lo poco que se conoce sobre esta biblioteca es lo que aportó el escritor y
viajero romano Plinio el Viejo en su obra Historia Natural.
Los reyes de Pérgamo fueron coleccionistas de arte y otros temas y sobre todo bibliófilos y
tuvieron una gran preocupación por la cultura (como los ptolemaicos en Egipto). Estaban
interesados en convertir su capital, Pérgamo, en una ciudad como Atenas en la época
de Pericles.
El rey de Pérgamo Átalo I Sóter fue el fundador de la biblioteca y su hijo Eumenes II fue el
que la agrandó y fomentó; llegó a acumular hasta 200.000 volúmenes (otras fuentes
hablan de 300.000). Allí se estableció una escuela de estudios gramaticales, como había
sucedido en Alejandría, pero con una corriente distinta. Mientras en Alejandría se
especializaron en ediciones de textos literarios y crítica gramatical, en Pérgamo se
inclinaron más a la filosofía, sobre todo a la filosofía estoica, a la búsqueda de la lógica en
lugar de hacer análisis filológicos.
Los volúmenes de Pérgamo eran copiados en un material llamado pergamino porque fue
inventado y ensayado precisamente en esta ciudad. Al principio los libros eran
de papiro pero según una leyenda, Alejandría dejó de abastecer a Pérgamo de esta
materia, por cuestiones políticas y de rivalidad, y Pérgamo tuvo que ingeniárselas de otra
manera. Los historiadores aseguran que la elección de pergamino fue completamente
voluntaria y por el hecho de ser este un material más acomodadizo y duradero.
Parece ser que en esta biblioteca se guardaron como un gran tesoro y durante cien años
los manuscritos de Aristóteles, sin hacer ediciones y sin publicarse. Sólo cuando llegaron
a Roma y bajo la insistencia y el empeño del político y escritor Cicerón se procedió a
editarlos y darlos a conocer no sólo a los estudiosos de las bibliotecas sino a todo el que
quisiera leerlos.
En el año 47 a. C. ocurrió el incendio de Alejandría y parte de su biblioteca, a raíz de los
enfrentamientos por mar entre el ejército egipcio y Julio César. Según narra Plutarco en
sus Vidas paralelas, más tarde, como recompensa por las pérdidas, Marco Antonio habría
mandado al Serapeo de Alejandría los volúmenes de la biblioteca de Pérgamo, que ya
había sido saqueada con anterioridad por causa de las luchas políticas que hubo en Asia
Menor en aquellos años. Este fue el fin de la segunda gran biblioteca de la Antigüedad.

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