Está en la página 1de 19

1. Amarás… ¿como a Ti mismo?

Levítico 19.18 “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo
como a ti mismo. Yo Jehová.”
Mateo 5.43 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.”
Mateo 19.19 “Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Mateo 22.39 “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Marcos 12.31 “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro
mandamiento mayor que éstos.”
Romanos 13.9 “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no
codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo.”
Gálatas 5.14 “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo.”
Santiago 2.8 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo, bien hacéis.”

Esta metodología es siempre peligrosa. No obstante ha sido la especialidad de los cristianos que son
psicólogos: adoptar un sistema pagano; luego se menciona la Biblia para apoyarla.

Primero fue la perspectiva de Freud sobre la “identidad” que se suponía que se aproximaba a las
enseñanzas de la Biblia sobre el pecado original.

Luego, desde que Jung hizo declaraciones religiosas hoy y entonces, se dijo que el estaba “cercano”
al cristianismo. (Por supuesto, que su pensamiento abiertamente se basaba en tales puntos de vista
“religiosos” como aquellos encontrados en el Libro Tibetano de los Muertos fueron raras veces
mencionados.)

Luego, los puntos de vista de Carl Rogers sobre el escuchar y la aceptación fueron fácilmente
comparadas a las ideas bíblicas (aun cuando declaraciones en Proverbios 18 y a otros lugares se
oponían al pensamiento Rogeriano y a la práctica en ambas áreas).

Luego el conductismo de Skinner fue conformado con declaraciones bíblicas acerca de la


recompensa y el castigo (sin notar el hecho de que lo más reciente está condicionado por el
programa de recompensa y castigo de Dios, y por consiguiente es totalmente diferente). Ahora, como
la última moda pasajera, es el dogma de la autoestima que se dice ser similar o idéntico a la doctrina
bíblica.

Esta inclinación por “encontrar” las últimas ideas psicológicas en las Sagradas Escrituras es peligrosa
para varias razones:

1 La perspectiva extrabíblica recibe autoridad bíblica a los ojos de muchos cristianos. Para contestar
la pregunta con la cual este capítulo comenzó, la razón por la que tantos cristianos son conducidos a
la aceptación de puntos de vista psicológicos es que a estos puntos de vista se les da un molde
bíblico y son apoyados por pasajes bíblicos que han sido torcidos fuera de su contexto y los han
obligado a dar un servicio que nunca se pretendió que hicieran. Desafortunadamente, muchos
cristianos son conducidos engañosamente a pensar que la Biblia realmente enseña cosas así.

2 Dios es tergiversado. Esto, claro está, es el hecho más peligroso de todo. Que los psicólogos
cristianos (pocos de los cuales toman tiempo para volverse competentes en una exégesis seria)
puedan utilizar la Palabra del Dios vivo en una moda tan arrogante como algunas veces lo hacen, y
que cristianos sin discernimiento acepten fácilmente sus interpretaciones es tanto aterrador como
abrumador. Los pasajes son distorsionados y malversados con descuido; a las Escrituras se les
hacen decir lo que el intérprete quiere que ellas digan; y la Biblia, como si estuviera hecha de cera, es
moldeada para que se ajuste a la última moda pasajera. Hay una cierta falta de reverencia evidente
hacia Dios mismo en este proceso.

3 Cualquier sistema que se propone solucionar problemas humanos sin la Biblia y el poder del
Espíritu Santo (como todos estos sistemas paganos lo hacen, incluyendo el sistema de la autoestima)
es automáticamente condenado por la Sagrada Escritura misma. Ni Adler ni Maslow profesaron una
fe cristiana. Ni su sistema depende en alguna manera del mensaje de salvación. Amor, gozo, paz,
etc., son tratados como si no fueran fruto del Espíritu sino meramente el fruto de correctas
perspectivas del yo que alguien puede lograr sin la Biblia o la obra del Espíritu en su corazón.

Por estas razones el sistema de la autoestima con sus correspondientes afirmaciones bíblicas debe
ser rechazado. No proviene de la Biblia; los cristianos llamaron a la Biblia mucho después de que el
sistema fuera desarrollado por otros que no tuvieron la intención de basar su sistema en la Palabra de
Dios. Cualquier parecido entre la enseñanza bíblica y la enseñanza de los iniciadores de la
autoestima son tanto inventados como accidentales.

Pero, debido a que los cristianos han tratado de hacer un caso bíblico para este substituto no bíblico
de la forma en que Dios ayuda a los hombres, debemos tomar una postura firme sobre los pasajes
principales que han sido metidos a la fuerza a disposición. Hay tres: 1) Mateo 22:36-40, 2) Romanos
6/Colosenses 3, y 3) Santiago 3:9.

Mateo 22:39b

Conjuntamente con estos versos, también tendremos necesidad de observar el pasaje paralelo en
Lucas 10:25-37.

Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende
toda la ley y los profetas. – Mateo 22:36-40

Para los propósitos de nuestro debate, el verso más importante es Mateo 22:39b: “Amarás a tu
prójimo como a ti mismo.” Este es probablemente el verso más citado por los defensores de la
enseñanza de la autoestima. Trobisch, por ejemplo, le llamó una “orden de amarse a usted mismo,”
[1] y dice:

El autoestima es así el prerrequisito y el criterio para nuestra conducta hacia nuestro prójimo. [2]
¡Esa es una declaración asombrosa! ¡Trobisch no nos dice sólo que Jesús nos ordenó amarnos a
nosotros mismos, sino que no podemos amar a nuestro prójimo correctamente a menos que primero
aprendamos a amarnos a nosotros mismos porque el criterio, o estándar, por el que determinamos
decidir cómo amar al prójimo es cómo nos amamos a nosotros mismos!

Él tiene la temeridad para decir, “esto [el hallazgo de la psicología moderna de que el hombre debe
procurar amarse a sí mismo] derrama luz nueva sobre el mandato que Jesús enfatizó colocándolo en
el mismo orden de importancia que el amar a Dios”. En otras palabras, ¡Trobisch piensa que hasta
que los psicólogos modernos descubrieron la verdad en otro lugar: este importante mandato bíblico –
en este aspecto nuevo muy importante – estaba escondido y que no estaba correctamente
comprendido! ¡Por casi 2000 años la iglesia había estado en tinieblas!

En verdad, el verso no dice nada sobre eso. Considere los hechos. Primero, que no hay ningún
mandamiento aquí (o en cualquier otra parte de la Biblia) de amarse a sí mismo. ¿Le asombra eso?
Escuchando hablar a los líderes de la imagen propia, usted pensaría que la Biblia contiene algo de
eso. Pero de hecho no hay ningún mandamiento aquí o en otro lugar en la Escritura de amarse a sí
mismo.

Cristo lo dejó perfectamente claro que él hablaba acerca de dos, y sólo dos mandamientos. En los
versículos 39 y 40 El habla del “segundo” mandamiento y de “estos dos mandamientos”. No hay un
tercer mandamiento. Toda la Sagrada Escritura puede ser colgada en dos clavijas: Amar a Dios y
amar a su prójimo. ¡Pero las personas de la autoestima crean tres mandatos de Cristo de estos dos!
No hay absolutamente ninguna excusa para tratar las Escrituras de esta manera.

Como si tal distorsión de la enseñanza francamente bíblica no fuese suficiente, van más allá y hacen
los primeros dos mandatos depender de un supuesto “tercer” mandato. Según el grupo Adler/Maslow,
las necesidades de bajo nivel deben ser satisfechas antes que las necesidades de nivel alto. Esto
quiere decir que las necesidades de nivel 4 (la autoestima) deben ser suplidas antes que las
necesidades de nivel 5 (auto-realización) lo puedan ser. O, para ponerlo en términos del versículo que
está siendo forzado a entrar en el sistema Adler/Maslow, usted no puede amar a su prójimo (una
actividad de nivel 5) hasta que usted primero aprenda a amarse a usted mismo (una actividad de nivel
4). Por esto es que Trobisch sostiene que “que el amor propio es así el prerrequisito” para amar a su
prójimo. Él procede a decir:

Usted no puede amar a su prójimo, usted no puede amar a Dios a menos que usted primero se ame
a sí mismo…Sin amor propio, no puede haber amor para los demás. [3]

Esta forma de pensar no es limitada a Walter Trobisch. Recuerde la declaración de Crabb sobre el
asunto:

Para ser equilibrado, usted debe alcanzar la etapa de auto-realización. Para alcanzar esa etapa usted
debe pasar primero a través de las otras cuatro etapas…. [4]

Ahora escuche a Philip Captain:


Realmente nuestra habilidad para amar a Dios y amar a nuestro prójimo es limitada por nuestra
habilidad para amarnos a nosotros mismos. No podemos amar a Dios más de lo que amemos a
nuestro vecino y no podemos amar a nuestro prójimo más de lo que nos amamos nosotros
mismos. [5]

Captain aun pule la jerarquía con una distorsión suya: El amor hacia Dios está bajo la dependencia
del amor hacia el prójimo, lo cual a su vez está bajo la dependencia del amor hacia uno mismo.

En cada una de estas construcciones el escritor está completamente convencido de que el amor
hacia Dios y al prójimo es contingente en el amor hacia uno mismo. Pero en el pasaje bíblico no sólo
no existe un tercer mandamiento, sino que ni siquiera existe una relación dependiente establecida
entre los dos mandamientos. Ambas afirmaciones de la autoestima son llevadas al texto para cambiar
la forma del mismo; entonces, en su forma cambiada, el texto es metido a la fuerza en el sistema.

Jesús realmente presupone un amor propio en este pasaje. Él dice, “amarás a tu prójimo como a ti
mismo.” El mandato es amar a tu prójimo como tú ya mismo te amas. El verso podría ser traducido
[del griego] literalmente, “tú debes amar a tu prójimo como tú ya mismo te amas”.

Ese mismo amor propio que es presupuesto por Jesús es asimismo presupuesto en el argumento de
Pablo en Efesios 5:28, 29, dónde él insta a los maridos a amar a sus esposas “como a sus mismos
cuerpos”. Él procede a decir:

Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo
a la iglesia - Efesios 5:29

En otras palabras, todo el argumento de Pablo se conecta con el hecho de que ya exhibimos amor
hacia nosotros mismos.

Lucas 10:29

Comparando Lucas 10:29 con Mateo 22:36-40, aparece una adición contextual importante. Lucas nos
dice:

Pero él [el intérprete de la ley], queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi
prójimo?

Después de esto Jesús contó la parábola del Buen Samaritano.

¿Cuál fue el problema del intérprete de la ley? ¿Estaba el sufriendo una baja autoestima? Todo lo
contrario. Lucas dice que “queriendo justificarse a sí mismo”. Esto es decir que la pregunta que él
hizo, “¿Y quién es mi prójimo?” no fue realmente hecha para pedir información sino para confundir a
Jesús. Y note que él quiso confundirlo a fin de que él pudiera justificar sus propios actos
pecaminosos. Hizo la pregunta, por consiguiente, fuera de un interés propio. Él estaba a gusto en la
condición en la que estaba y no quería dar su tiempo o dinero a su prójimo. Él deseaba permanecer
absorto en sí mismo.
La parábola del Buen Samaritano ciertamente no fue diseñada para fomentar un mayor interés
propio, sino justo lo contrario. El mismo punto de la parábola es que uno debe amar a su prójimo – o
sea alguien necesitado – como a sí mismo. Él debe cuidar de las necesidades de los demás y aun
debe tomarse muchas molestias por los demás. Jesús no dijo que con el fin de involucrarse en tal
actividad de alto nivel como el samaritano hizo, uno primero debe llegar a un lugar donde todas sus
necesidades en niveles inferiores fuesen satisfechas. ¿Qué del sacerdote y el Levita? ¿Estaban
deprimidos? ¿Tenían baja autoestima? Claro que no. Probablemente se consideraban mucho mejores
que el samaritano. Su problema era el mismo del intérprete de la ley: Se amaban tanto a sí mismos
que no se tomarían muchas molestias por alguien más.

Trobisch nos dice que nuestro amor hacia nosotros mismos es el “criterio” así como también el
prerrequisito para amar a los demás. Él explica esto diciendo: “es la vara medidora que Jesús nos da
para amar a los demás.[6] Lo Que él afirma es que cuando Jesús dijo: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”, él quiso decir “Haz las mismas cosas a los demás que haces para ti mismo”. Pero eso no
sería correcto por varias razones. Primero, los criterios para amar a los demás son los Diez
Mandamientos que Jesús aquí resumía en dos:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda
tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” - Lucas 10:27

Al decir esto todos los libros de la Biblia (la ley y los profetas) podrían ser resumidos en esos dos
mandamientos, él también señalaba las Escrituras como el ejercicio de los mandamientos en la vida
diaria. En efecto, entonces, Jesús decía que los criterios para amar a Dios y a los demás han de
encontrarse en la Biblia – y no en nosotros.

Claramente debemos amar a nuestro prójimo como la Biblia manda, y no haciendo las mismas cosas
que hacemos a nosotros mismos. Fuera de un amor propio, no hacemos sólo buenas cosas, sino
toda clase de cosas dañinas y pecaminosas a nosotros mismos: Cometemos adulterio, mentimos,
cometemos robo, comemos demasiado, nos suicidamos, etc. Las cosas que hacemos para nosotros
mismos, entonces, no son los criterios para amar a los demás.

Entonces ¿Qué quieren decir las palabras de Jesús “como a ti mismo”? No hay pensamiento de
criterio en ellos, puesto que, explícitamente, los criterios han de ser encontrados en Los Diez
Mandamientos y en su ejercicio en toda la Escritura. El pensamiento tiene que ver con intensidad,
fervor, y cantidad de amor.Note cuidadosamente que Jesús dice que el segundo mandamiento es
justo como el primero (Mateo 22:39). ¿Con respecto a que son semejantes? Primero, que ambos
hablan de amar; ambos son mandamientos a amar. Pero esto no puede ser la semejanza principal de
la cual Jesús señalaba; es demasiado obvio hacer este punto. Hay una segunda forma en la cual los
dos mandatos son semejantes. El mandamiento de Jesús de amar a Dios “con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente” (v 37) quiere decir con todo lo que usted es y todo lo que usted
tiene. Quiere decir amar a Dios genuinamente y sinceramente, fervientemente e incondicionalmente.
Es en relación a esto que los dos mandamientos “justamente” se parecen. ¡Cuando a usted se le
manda amar a su prójimo como a “ti mismo,” quiere decir ¡amar tan incondicionalmente como usted
se ama a usted mismo!

Ya tenemos un amor ferviente, dedicado, genuino, y sincero para nosotros mismos. Con los
pecadores, este amor es casi siempre excesivo. Ahora, dice Jesús, extiende la misma cantidad de
amor hacia tu prójimo: Ámele “como a usted mismo”. El argumento equivale precisamente a la
argumento que Pablo hace para un marido amando a su esposa “lo mismo que” él ya ama su propio
cuerpo. ¿Cómo debe hacerse eso? En lo misma actitud ferviente, sustanciosa, y de corazón con la
cual un hombre cuida de él mismo (no necesariamente haciendo aquello mismo para su esposa que
él se hace para sí mismo).

Es claro que Mateo 22, supuestamente el pasaje más firme que apoya la autoestima, es de hecho el
pasaje que realmente señala al movimiento mismo. Cualquier consideración seria de este pasaje
completamente repudia el tipo de enseñanza de amor propio que vemos hoy.

Para resumir este capítulo, debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Pero Mateo
22:39 no contiene un mandamiento de amarse uno mismo, puesto que no necesitamos preocuparnos
en amarnos a nosotros mismos si verdaderamente amamos a Dios y a nuestro prójimo. Puesto que el
cumplimiento de estos dos mandatos es el cumplimiento de todo, siempre haremos lo correcto para
nosotros mismos. El amor, en la Biblia, es cuestión de dar: “De tal manera amó Dios al mismo, que
hadado…” (Juan 3:16); “Él me amó y se dio …” (Gal. 2:20); “Maridos, amad a vuestras mujeres, así
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella…” (Efes 5:25). Porque es de mayor
bendición dar que recibir, los proponentes del autoestima (quiénes defienden el obtener de los demás
y dar a si mismosantes que dar a Dios y los demás) substraen una bendición enriquecedora de
aquellos que siguen su énfasis no bíblico. No hay necesidad de preocuparse en como amarse a uno
mismo, por tanto tiempo como uno trata primero de amar a Dios y a su prójimo en un modo bíblico,
todo el mórbido interés por sí mismo correcto aparecerá como un subproducto. Por esto es que la
Biblia nunca nos ordena amarnos. Puesto que la Biblia guarda silencio al respecto, deberíamos
hacerlo también.

2 ¿De un Valor Infinito?


Romanos 6:1-13/Colosenses 3:1-10

Ahora es tiempo de ver Romanos 6/Colosenses 3. Primero debemos pensar acerca de las secciones
de las dos cartas de Pablo. En los pasajes paralelos encontrados en Romanos 6 y Colosenses 3 el
creyente recibe instrucciones de “considerarse” a sí mismo muerto al pecado y vivo para Dios. A él se
le asegura que él es una persona nueva a los ojos de Dios y que la vieja persona que el solía ser está
legalmente muerta. Además, él es exhortado a ser, en la vida diaria, la persona nueva que él es tal y
como es considerada a los ojos de Dios en Cristo.

Los teóricos de la imagen propia se han dado prisa en atacar estos pasajes, volviéndolos hacia sus
propósitos y dándole poca o ninguna consideración a los propósitos para los cuales fueron escritos.
Es claro aun que en una lectura superficial de los dos capítulos que Pablo no tuvo intención alguna de
enseñar una doctrina de autoestima. Y ningún cristiano alguna vez ha encontrado tal enseñanza en
estos pasajes por un período de 1900 años hasta que los psicólogos humanistas les “alertaron” de los
dogmas que ellos ahora profesan de encontrar tan explícitamente lo que allí enseñan. No obstante,
los defensores de la autoestima toman consuelo en lo que ellos piensan que pueden decir estos
pasajes.

Un defensor celoso de las afirmaciones del sistema:

Nuestra imagen propia como cristianos, por consiguiente, debe ser de nosotros mismos como
personas que han rechazado decisivamente la manera de vivir antigua que es llamada el hombre
viejo, y permanentemente han adoptado el nuevo método de vivir el cuál es designado el hombre
nuevo.

En apoyo a esto él se refiere a Romanos 6:11:

“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor
nuestro.”

Luego, para establecer su punto, él insiste que:

Ésta es una declaración bíblica tan clara de la imagen propia cristiana como uno puede encontrar
cualquier parte.[1]

Si el profesor que hizo esa declaración está en lo correcto, y si no hay una clara “declaración bíblica”
de la doctrina supuestamente encontrada, entonces el movimiento está en un problema serio. La
realidad es que no hay nada claro acerca de la imagen propia en el pasaje en absoluto.

De cierto, Colosenses 3 y Romanos 6 nos dicen que Dios nos ve a nosotros “en Cristo” que nuestra
posición ante El como el Juez es perfecta; ninguna falla puede ser encontrada. Hemos sido
completamente perdonados cuando creímos, y ahora Dios nos ve como personas completamente
nuevas en Su Hijo. En El todos los antiguos caminos se han ido y los nuevos caminos se han
quedado para siempre. Todo esto es asombrosamente claro. Pero lo que es también claro es que
Pablo no nos dice a nosotros esto para “hacer que nos sintamos bien acerca de nosotros mismos” o
“para apapacharnos” o “subir nuestra autoestima”. Su propósito es urgirnos a convertirnos en nuestro
diario vivir lo que ya se nos es contado que somos en Cristo. En otras palabras, él quiere que
nosotros veamos que en nosotros mismos nos quedamos mucho más cortos de lo que estamos en
Cristo.

Escuche Romanos 6:1-2:

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna
manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

¡El verso 2 suena más como una exhortación que como aun halago! El profesor que citó Romanos
6:11 fue selectivo; para dar el sentido completo, él debería haber citado los siguientes versos
también. Versículos 12 y 13 continúan el pensamiento de Pablo:
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Lo que es claro es que el propósito de Pablo al instarnos “a considerarnos” muertos al pecado y vivos
para la justicia en Cristo debe obligarnos a vivir de una manera diferente. El “Así también” con el cuál
el verso 12 empieza (en algunos textos griegos) introduce la conclusión a la que deberíamos llegar
del hecho indicado en el verso 11. Pablo no dice, “por eso ustedes deben sentirse bien acerca de
ustedes mismos”. Éldice: “en la vida diaria comiencen a vivir a la altura del estándar alto de su
posición legal en Cristo”.

Pablo, escribiéndole a los Colosenses, indica:

Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios… Haced morir, pues, lo
terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es
idolatría; Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia,
palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del
viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se
va renovando hasta el conocimiento pleno”. - Colosenses 3:3,5, 8-10

Otra vez, se afirma el hecho de que la vida antigua ha sido reemplazada por la vida nueva en Cristo.
Y otra vez, justamente como lo fue antes, lo que Pablo hace de esto es que: puesto que esto es cierto
en Cristo, comiencen a vivir en esta realidad en sus asuntos diarios. No hay ni siquiera una ligera
insinuación en estos pasajes acerca de mirarnos a nosotros mismos como personas de gran valor o
acerca de ganar una mejor imagen propia. Todo lo que él está haciendo es sostener en alto el ideal
(nuestra posición perfecta en Cristo) e instarnos a aproximarnos más plenamente a ello en nosotros
mismos.

¿Nos autorizan estos pasajes a decir alguna cosa como lo que el siguiente escritor cristiano dice?

…Debemos vernos a nosotros mismos como excepcionalmente maravillosos, inherentemente


valiosos. 2

¡Seguramente no! El propósito de estos pasajes es mostrarnos la gran vacío que hay entre lo que
somoscontados o considerados en Cristo (la justificación) y lo que somos en realidad en nosotros
mismos en nuestro diario vivir (la santificación), para instarnos a cerrar ese vacío. Ellos son
diseñados no para mantenernos satisfechos con nosotros mismos a fin de que nos podamos
aceptarnos como lo que somos, sino para destruir cualquier autosatisfacción que pueda existir y para
motivarnos a hacer un mayor progreso en la vida cristiana. ¡Nada podría ser mejor diseñado para
reducir a fondo cualquier sentido de orgullo, valía, o satisfacción para la cual pudiésemos aferrarnos y
retrasar nuestra perfección en Cristo y luego pedirnos que comparemos nuestra función real con ella!
Romanos 6 y Colosenses 3 eficazmente atacan la enseñanza de la autoestima mas que reforzarla.
Estos pasajes, entonces, no fueron escritos para hacernos sentir mejor acerca de nosotros mismos
sino para mostrarnos cómo nos ve Dios en Jesús a fin de estimularnos a una vida cristiana más
consistente. Hay un gran potencial en la vida nueva que tenemos en Cristo, pero nunca
comenzaremos a darnos cuenta de eso si holgazaneamos pensando qué tan dignos somos.

Santiago 3:9

Ahora iremos a Santiago 3:9 y su trasfondo del Antiguo Testamento encontrado en Génesis 1:27 y
9:6:

Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la
semejanza de Dios – Santiago 3:9

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó… El que
derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es
hecho el hombre. – Gen 1:27; 9:6.

Las palabras operantes en estos versos son “imagen” y “semejanza”. Los pensadores de imagen
propia se dan prisa en señalar (correctamente) que en estos pasajes se dice que el hombre es hecho
a la imagen de Dios no sólo antes de la caída sino también después. Puesto que Efesios 4:24 y en
Colosenses 3:10 se nos dice que la imagen de Dios y la semejanza están siendo renovadas en el
creyente, es cierto que la imagen completa y semejanza no permanecen después de la caída; no
obstante algo que los escritores de Génesis 9 y Santiago 3 pueden llamar “la imagen” de Dios y “la
semejanza” aun permanece. No es importante discutir las distinciones entre que es lo que se podría
llamar la semejanza moral e intelectual del hombre y su semejanza constitucional en este punto,
puesto que no contribuyen a nada a la pregunta en estudio. Lo que es seguro es que, en algún
sentido, el hombre aun tiene la semejanza de Dios.

Más aún, nos deja observar que las penalidades y advertencias así como también las reprensiones y
las exhortaciones son aducidas al hecho de que el hombre es el portador de la imagen de Dios.
Aquellos que maldicen a otras personas o atentan contra sus vidas corren un gran peligro
simplemente por ese hecho. Los proponentes de la autoestima han interpretado estas sanciones
bíblicas en una manera inaceptable.

Escuche para algunos argumentos de la autoestima:

¿Significa esto (la caída del hombre) que el hombre ahora se convirtió en un ser de ningún valor?
Nada puede estar más allá de la verdad. Aun después de que la caída del hombre era todavía
considerado un ser de un valor infinito...Las Escrituras… afirman que aun el hombre caído aun es
portador de la imagen de Dios. [3]

Otro escribe:

Aun los escritores del Nuevo Testamento reconocen la imagen de Dios en el hombre. Santiago
advierte en contra de maldecir porque se hecho a la imagen de Dios.
Él cree que esto – es el fundamento para la autoestima. Somos creados por la mano de Dios y a Su
imagen. [4]

Un tercero habla con entusiasmo acerca de – la nobleza, la singularidad, el significado, la valía y el


significado del hombre.

Todos ellos, nos aseguran – a descansar en el ser hechos a la imagen de Dios. [5]

Es verdad que el hombre todavía está a la imagen de Dios en algún sentido (aunque la imagen moral
e intelectual ha sido tan deformada que debe ser restaurada), pero ¿Qué es lo que quiere decir esto?
El hecho mismo no dice absolutamente nada acerca de la autoestima. En ninguno de los contextos
en el cuál la imagen de Dios en el hombre es mencionada hace que el escritor utilice ese hecho para
enseñar las cosas que hemos estado leyendo en las citas de arriba. ¿Cómo puede ser posible
extrapolar la idea de que el hombre es “de infinito valor” del hecho de que él fuese creado a la imagen
de Dios? El solo concepto no sigue lógicamente al otro. Además, la naturaleza del hombre, la cual
lleva la imagen de Dios, no es nunca sostenida como una razón para tener una alta autoestima.

Entonces ¿Por qué somos advertidos firmemente en contra de cometer agresión a Dios al agredir al
hombre, el portador de imagen de Dios? Aquí está el punto crucial del asunto, y es aquí donde los
escritores de la autoestima se pierden.

Considere esto: Le muestro una foto de mi esposa. ¡Si usted la maldice, se burla de ella, escupe en
ella y la rompe – ¡usted tendrá que responderme!

“¿Por qué?” Usted preguntará. “Después de todo, es sólo una foto”.

¡Sí, pero es una foto de mi esposa! Eso es lo que marca la diferencia.

La foto misma – el papel y la tinta, etc.- No es de mucho valor. Vale sólo algunos centavos. Lo que me
incumbe no es la foto misma sino lo que esta representa.

Inherentemente el hombre vale poco; él no es ciertamente de un “valor infinito”. Ningún ser finito
creado, ya sea caído o no caído, no redimido o redimido, lo puede ser. Las advertencias de Génesis 9
y Santiago 3 no son debido al hecho del valor infinito del hombre; ¡Más bien, resultan del hecho del
valor infinito deDios! Deshonrar al hombre y maltratarle debe deshonrar y maltratar a Dios porque él
es hecho a la imagen de Dios. Eso es lo que trae la advertencia y el castigo. Es la imagen y
semejanza del Único o la que es portador lo que tiene importancia – no del hombre quien porta la
imagen y semejanza. Él es meramente una foto.

Recientemente un estudiante del seminario le dijo a un criminal en prisión quien pensaba que él era
“nadie”:

William, usted es alguien. Dios le hizo a Su imagen. Usted tiene es de un valor infinito a Sus ojos. [6]

¿Por qué no le dijo él que él es un pecador que esta en una condición desesperada, apartado de la
gracia gratuita de Cristo, que el Dios infinito que se encarnó y murió en una cruz para pagar la pena
de pecadores como él, y mediante la fe él ahora podría tener vida eterna?
Puesto que hemos encontrado tales declaraciones como “valor infinito” aplicada al hombre en más de
un lugar, sigamos esa línea de pensamiento un poco más. Se hacen afirmaciones extrañas hacia el
hombre, afirmaciones que uno esperaría escuchar sólo de panteístas o humanistas que colocan al
hombre en el trono de Dios. Aquí hay simplemente unas cuantas:

… el ser humano es una criatura gloriosa, digna de un valor infinito. [7]

Dios quiere que nosotros nos veamos como un regalo suyo hacia el mundo. [8]

Somos algo precioso que Dios ha hecho. Somos algo exquisito que él ha planificado. [9]

¿Dónde está el precedente bíblico para usar tal lenguaje? Ciertamente nada como eso puede ser
encontrado en toda la Biblia. ¿Esperaría usted que algún escritor, hablando en el nombre de Dios,
que tuviese el cuidado de hablar como la Biblia lo hace? A estos escritores, y muchos más como
ellos, parecen haberse quitado de encima toda cohibición en su deseo de glorificar al hombre.

Aquí hay lo que un tercer escritor opina:

Por la creación, cada ser humano es una persona única, de gran valor y dignidad. [10]

Dejaré estas declaraciones, todas hechas por profesantes evangélicos que están profundamente
involucrados en propagar la enseñanza de la autoestima, hablar por ellos mismos. Cuando usted
pueda encontrar alguna cosa como lo que están diciendo en las Escrituras usted debería tomarla en
serio. Hasta entonces usted debería tachar sus palabras como totalmente equivocadas.

Mateo 6:26, 10:31; Lucas 12:7

¿Ocasionalmente el entusiasta de la autoestima se referirá a Mateo 6:26, “No valéis vosotros mucho
más que ellas?” O Mateo 10:31, “más valéis vosotros que muchos pajarillos.” O Lucas 12:7, “más
valéis vosotros que muchos pajarillos.” ¡El entusiasta luego establecerá el punto diciendo que “¡esta
es una declaración acerca del gran valor del hombre!” Los pasajes se usan para mostrar el “el valor
infinito” del hombre a Dios. ¿Pero es esto así?

Examínelos de cerca; note lo qué dice Jesús realmente. Hagamos dos preguntas: 1) ¿Cuánto valor
se dice que debe tener el hombre? 2) ¿A Quién dice que le es de valor?

En los pasajes Jesús es explícito: Dos pajarillo son vendidos por un centavo, y cinco por dos
centavos. Se dice que el hombre es más valioso que “muchos pajarillos”. Esto quiere decir que si
“muchos” pajarillos significan 500 pajarillos, usted vale $2.50 a lo sumo; ¡Si quiere decir a 1000
pajarillos, su valor excede a $5.00! El punto no es el gran valor del hombre sino el gran alcance del
cuidado providencial de Dios. Si se extiende hasta pajarillos, los cuales valen tan poco, entonces
seguramente se extiende hacia el hombre, quien vale más.

La respuesta a la segunda pregunta, ¿A Quién dice que le es de valor? Emerge de la primera. Puesto
que Jesús discute el valor en términos monetarios, es claro que él habla del valor del hombre (contra
del valor de un pájaro) hacia otros hombres. El pájaro vale un tanto así para el hombre; un hombre
vale más. El valor del hombre para Dios no está en cuestión. El argumento de menor hacia el mayor
en la escala de la persona tiene que ver con la providencia de Dios y no con el valor del hombre. Si,
en Su bondad infinita, Dios cuida pues de las aves del aire, ¿no cuidará El de usted?, ¿quién, a los
ojos de los hombres vale más?

Si los entusiastas de la imagen propia desean decir que Dios cuenta el valor del hombre para El de
manera monetaria, y que este valor tiene importancia en comparación a los pajarillos, el hecho es que
¡a duras penas hizo un cálculo para alentar la autoestima de uno! La comparación sólo puede servir
para enfriar el entusiasmo, y no para alentarlo.

La realidad es que estos versos no enseñan nada acerca de la autoestima.

3 ¿Qué Enseña La Biblia?


Hasta ahora he intentado evaluar el movimiento de la autoestima bíblicamente y mostrar que,
colocándolo en la balanza de Dios, se encuentra deficiente. Usted podría pensar que el libro
terminara en este punto, llegando a una conclusión natural. Sin embargo, si lo dejara hasta aquí, todo
lo que he logrado sería en vano. No es suficiente incendiar una casa; también hay que erigir otro su
lugar. Esto es lo que ahora trataré de hacer.

¿Cuál es la alternativa bíblica para el enfoque de la autoestima? En una sección anterior discutí
Mateo 6, en donde Jesús mismo colocó por adelante dos formas de vida contrastantes: La forma
pagana y la forma cristiana. La forma pagana tuvo como su prioridad volviéndose segura y
significativo a través de la acumulación de “cosas” para satisfacer “necesidades”. La forma cristiana
pone a Dios y a Su imperio primero. Pero ¿cómo? ¿Qué es lo que marca la diferencia?

La auto-negación: 2 Timoteo 3:2, Mateo 16:24-25

Jesús expone la auto-negación en vez de la auto-afirmación como la forma para entrar en una
relación correcta con Dios. Rara vez nosotros leemos en la literatura de la autoestima acerca de la
auto-negación, el único énfasis es en el ego que fluye a través del Nuevo Testamento. Echaremos un
vistazo en algunos de los pasajes cruciales referente a este énfasis bíblico e intentaremos
comprender lo que dice Dios, relacionándolo todo al enfoque de la autoestima.

En 2 Timoteo 3:2 leemos de “amadores de sí mismos” (philautoi). Aquí esta la palabra enlistada junto
con un montón de otras aberraciones pecaminosas que Timoteo tendrá que evitar durante los días de
su próximo ministerio. La advertencia de Pablo es oportuna para los ministros hoy. Probablemente
hay un tipo de amor propio que es claramente condenado en las Escrituras. Puesto que la
palabra philautoiocurre sólo en 2 Timoteo 3:2, en una lista, sin más explicación, no podemos
descubrir nada acerca de su significado exacto en el contexto. Todo lo que podemos decir es que
conserva una mala compañía con tales características: “avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores,
intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de
los deleites más que de Dios”

Una consideración prudente de la lista en 2 Timoteo 3 le guiará a la conclusión de que cada una de
los elementos en ella (y es mucho más grande lo que he considerado aquí) se podría mencionar ya
sea para tener un enfoque egocéntrico o para aumentar tal enfoque. Es fácil de ver los peligros del
egocentrismo estudiándolo. Y nos debería afligir pensar acerca de los niños en Grand Rapids o de
otro sitio estimulándolos a pensar que merecen una “palmadita en la espalda” y darles a entender que
se “sientan buenos” acerca de ellos mismos, con lo cual los introduciría en la misma senda egoísta
que Dios condena. Muchos de los problemas señalados en la lista 2 Timoteo 3 podrían aparecer en
sus vidas más tarde como resultado de alentar, en vez de reprimir, las tendencias pecaminosas que
son propias en la naturaleza humana caída (cf. Proverbios 22:15).

Lo correcto que se ha de promover, según la Palabra de Dios, es la auto-negación. El mandato para


negar el ego ocurre seis veces explícitamente en los Evangelios, pero el concepto está en todas
partes en las Escrituras. Eso es lo que el Señor daba a entender cuando El ordenó a Sus discípulos a
olvidarse de sus intereses y poner Sus asuntos primero (“buscar primeramente el reino de Dios y Su
justicia”).

¿Qué dice Dios acerca del ego? Él dice, “niéguese a sí mismo”:

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y
tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su
vida por causa de mí, la hallará. –Mateo 16:24,26

Esto no quiere decir que una persona deba negar de sí mismo alguna cosa en particular, como
algunos erróneamente suponen (“dejaré la goma de mascar “para la cuaresma”), sino que quiere
decir negar supropio ego (Literalmente “para decirse que no a usted mismo” o “repudiarse uno
mismo”). Si alguna cosa pudiese estar en contraste conciso con el mandato de Cristo a negar el ego
que el énfasis de auto-afirmación, auto complacencia del que hemos estado leyendo en la literatura
de autoestima, yo no sé lo que es entonces.

Tal como Jesús puso por encima la forma Gentil en contra de la forma cristiana de la vida en Mateo 6,
aquí también El contrasta dos caminos completamente diferentes e irreconciliables. El hecho
interesante que no debería faltar es la forma antitética de Jesús de indicar este asunto: No hay lugar
para el compromiso. Bastante opuesto de los integracionistas eclécticos, quienes quieren unir y
mezclar tanto como se pueda lo que el mundo tiene que decir con las enseñanzas bíblicas, Jesús
mismo se aparta de la forma de vida pagana (Mateo 6) y de aquellos que no niegan el ego y le
siguen, sino que en lugar de eso quieren “salvar sus vidas”. Esta antítesis ocurre en cada uno de los
relatos del Evangelio (Marcos 8:34-38; Lucas 9:23-25; Juan 12:25). Jesús dice, “Porque todo el que
quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” – Mateo
16:25. Es difícil de ver cómo pueden afrontar esto lo integracionistas.

Las palabras traducidas “vida” y “alma” (beauton y psuche) ambos significan “ego” y se refieren a lo
mismo. De hecho, son usados de forma intercambiable. (Cf. Mateo 16:26 con Lucas 9:25. En Mateo
se usa Psuche, considerando que en Lucas es beauton.) Cristo nos dice a nosotros no sólo que
digamos no a nosotros mismos y sí a El (“sígame”), sino que El afirma que le debemos hacer morir el
ego “tomando nuestra cruz” (Lucas agrega “cada día”). Llevar la cruz no quiere decir hacer algún
sacrificio en particular, ni se refiere a alguna carga en particular (“mi marido es mi cruz”). En aquel
día, alguien que leyera esas palabras, sabría explícitamente que llevar la cruz quería decir una y
solamente una cosa: La ejecución de un criminal infame. Jesús, por tanto, esta diciendo: “usted debe
tratarse a ustedes mismos, con todas sus formas pecaminosas, prioridades, y deseos, como a un
criminal, y hacer morir su ego todos los días”. ¡Eso dice algo acerca de la imagen propia que Cristo
espera que nosotros tengamos!

Esa es una medicina amarga para todos nosotros, y especialmente para los proponentes de la
autoestima. Pero es la única cura para una iglesia que progresivamente se vuelve enferma – de sí
misma. La paradoja aparente es que la persona que enfoca la atención en sí misma perderá todo lo
que él quiera conservar para sí mismo, mientras que la persona que pone primero a Cristo y Sus
intereses es el que gana todo lo que el otro pierde. Ésta es la misma verdad que Jesús enseñó en
Mateo 6. Allí los gentiles celosos buscaban con cautela y preocupación (y nunca realmente
encontraban satisfacción en ello) las cosas que el cristiano, quien se olvida de sus “necesidades” y
pone a Cristo primero, encuentra por “añadidura”.

Un Contraste: Juan 12:25

En Juan 12:25 leemos esto:

“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la
guardará.”

Aquí hay una advertencia fuerte. Ciertamente, la promoción de la autoestima es la misma advertida
que se da en contra: “Cualquiera que ame el yo… lo perderá”. En lugar de amarse así mismo, Cristo
dice, que en este mundo deberíamos eliminar el yo, o, como él le dice aquí, “aborrecerla,” para
conservarlo para la eternidad.

Las dos palabras “perderá” y “aborrece” significan realmente la misma cosa y nos ayudan a
interpretar una a la otra. Significan poner a un lado los deseos, intereses, y preocupaciones
propias (aun las legítimas) para hacer cumplir el mandato de Cristo. “aborrecer” su vida quiere decir
“amarla menos,” como explícitamente lo hace en Lucas 14:26:

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y
aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.

Sabemos que la palabra “aborrece” en todos estos pasajes tiene tal significado de frase paralela en
Mateo 10:37, donde en lugar de “aborrecer” leemos:

El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí,
no es digno de mí.

“Aborrecer” a otra persona o nuestro propio ser equivale a anteponer a Cristo y Su reino antes que a
los demás ó a uno mismo.

Este punto de negar el yo no es un asunto periférico. Golpea duramente el corazón del pensamiento
de la autoestima y el amor propio. En la enseñanza del amor propio la idea no es meramente que
tanto Cristo y el yo pueden ser puestos en el mismo nivel de prioridad (de las palabras de Jesús es
claro que aun esto es imposible; Él nos llama a escoger entre los dos), sino que antes de que
podamos amar y servir a Cristo primero debemos ser servidos y amados, y nos debemos amar a
nosotros mismos. ¿Puedo haber alguna enseñanza más explícitamente opuesta a lo que Jesús dijo?

Las consecuencias del dogma de la autoestima son muy serias. Estas palabras de Jesús dan
advertencia de la privación eterna. Uno se pregunta cuántos jóvenes serán desviados del buen
camino, guiado a apartarse del discipulado de Cristo, el cuál demanda que eliminar nuestro “yo,”
porque se les dijo que “se sintieran bien acerca de ellos mismos” en vez de decirles que haya un
criminal adentro de ellos que necesita ser ejecutado diariamente. El peligro es obvio según las
palabras del psicólogo que argumentó en contra de las palabras de su cliente, diciéndole a ella que el
“colocar la prioridad de aceptarse a sí mismo es el primer paso que muchos de nosotros necesitamos
tomar” en vez de primero buscar el reino de Dios.

Dios quiere que nosotros “eliminemos” nuestro egoísmo en este mundo postrándonos mismos
incondicionalmente a el servicio y amor de Cristo y de Su imperio. Habiendo realizado una obra
teatral de niños satírica, “una palmadita en la espalda,” y alentándolos a escribir ensayos sobre lo que
les agrada de ellos mismo, son actividades que dirigen toda la atención al yo. Tal énfasis tan
equivocado puede ser devastador para la educación cristiana. [1]

El discipulado: Lucas 14:25-27

Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su
padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede
ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

Déjeme decir una palabra más acerca del pasaje de Lucas 14:25-27. El discipulado, el tema en
cuestión en todos los pasajes que hemos estado estudiando en este capítulo, significa el abandono
de todas las ataduras – aun los seres más queridos y más cercanos en la vida. No siempre quiere
decir que debamos abandonar a todos los demás para seguir a Cristo, sino que quiere decir que le
debemos tener tal lealtad hacia El que debemos estar listos en todo momento, si nos llama a hacer
eso. Jesús especialmente lo señala, como si ésta fuera la parte más difícil de todo lo que debemos
hacer, que el discípulo debe renunciar “aun a su propia vida también”. El punto más grande que se ha
de señalar a las personas es el agradar a Cristo, seguirle, y cumpliendo con Su voluntad. ¡Eso no
confundirá a los niños – o a los demás – o les inducirá al mal camino! Alguien, incluyendo yo, que se
interponga en medio del camino está equivocado.

No puede haber duda acerca del hecho de que Cristo se preocupó por el yo; no es como si El
ignorara el tema. Ciertamente, él pensó que eso era tal importancia que El habló de ello en la
conexión más cercana posible al discipulado y a las declaraciones definitivas hechas acerca de ello.
Aún en todo esto El no dio indicación del gran valor del hombre, ni dio lugar para atenuar las
circunstancias: “Usted puede renunciar a todas sus relaciones y me puede seguir después de que
todas sus necesidades hayan sido satisfechas y usted haya aprendido a amarse a sí mismo”. ¡La
misma idea suena ridícula cuando usted la coloca en la boca de Jesús! Anteponga A Cristo al yo.
2 Corintios 5:15, Romanos 14:7-8

Y por supuesto hay también otros pasajes que hablan de anteponer a Cristo al yo. Tome por ejemplo,
2 Corintios 5:15:

y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó
por ellos

Allí lo tiene usted: Uno ya no debe vivir para sí, como él lo hizo antes de venir a Cristo. La forma de
vida antigua fue postergada en Cristo, y ahora debe ser postergada en nuestras vidas. El centro de la
vida ahora debe ser “para mí el vivir es Cristo” si bien una vez era “para mí el vivir es mi yo”. ¿Qué
podría ser más claro?

Ahora considere Romanos 14:7-8:

Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor
vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor
somos.

Otra vez, el punto central del pasaje es que Cristo debe llevar el lugar de yo en la vida del cristiano.
No es que éste suceda en algún sentido sustantivo, por supuesto, pero en términos de los deseos y la
voluntad y cosas por el estilo. Comer y guardar los días (v 6) no son un asunto en particular; afecta a
otras personas, a otros incluyendo nuevos convertidos. Ningún cristiano debe vivir en consideración a
sí mismo. “¿Qué hay del bienestar del reino y del honor de Cristo?” Es el tipo de pregunta que él
debería hacerse. Su respuesta debe ser, “viviré en tal camino, cuando haya que tomar una decisión,
gustosamente serviré a Cristo y a los demás primero”. Él debe vivir para Cristo, y, como Pablo dice: si
fuera necesario, morir por El.

Interesantemente, la última parte del verso 7 habla convincentemente del asunto del suicidio:
“ninguno muere para sí.” Liddon dice que estas palabras quieren decir –

Para darle la bienvenida o buscar la muerte como un alivio a los problemas de esta vida. De este
egoísmo en la muerte, el suicidio es la expresión máxima. [2]

Las palabras de Liddon son importantes. Todo el punto de Pablo es que no debemos hacer nada –
vivir o morir – por nuestro yo; todo debe hacerse para Cristo. Un suicidio muere para sí mismo;
ningún suicidio podría hacerse por Cristo. Es debido a este verso que se sabe que el suicidio es un
acto del hombre antiguo, del pensamiento egocéntrico, que aún a veces (entre los estoicos y algunos
existencialistas modernos) se motivado a hacer.

Holliday, quien se pegó un tiro, y Wanda Williams, quien se ahorcó, ambos cometieron actos egoístas
de homicidio. Le restaron importancia a los seres queridos, o los estudiantes, o a cualquier otro.
Pensaban en ellos mismos como ciertamente sus notas suicidas indican. No fue la baja autoestima
que los liquidó, sino una consideración demasiada alta por su yo. Dijeron, efectivamente, “soy
demasiado bueno para ser tratado así. Ya no lo soportaré”.
Las Escrituras nos enseñan que los cristianos no poseen nada ni aun sus vidas, puesto que Cristo las
ha comprado. ¡En el momento en que usted entienda mal ese hecho, y piense que cualquier cosa,
aun su ego, es realmente suyo, usted no lo poseerá – sino que le posee!

La conclusión

El amor mismo es la misma cesación de la vida guiada por la voluntad propia, egoísta y egocéntrica.
Por eso es que viviendo para Cristo y para los demás y amándoles nos alejará de nosotros mismos.
Las búsqueda de la autoestima desvía la atención de uno hacia los demás y así destruir el amor
cristiano. En vez de echar los cimientos del amor (estratos sobre los cuales edifican, como dice el
esquema Adler/Maslow), erosionan todo lo que vale la pena. El amor – preocupación dirigida hacia
los demás – a solas nos pone en libertad del yo.

En contra del énfasis moderno que hemos estado estudiando: la Biblia enseña que usted
correctamente no puede llevarse bien con usted mismo (“encontrarse” o “salvarse”) hasta que usted
aprenda a amar a los demás. Como siempre, el pensamiento pagano pone al revés el mandato de
Dios.

Jesús deshizo el mito de que podemos amar a los demás sólo después de que primero nos hayamos
amado a nosotros diciendo:

“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los
que los aman.” (Lucas 6:32).

En efecto, refiriéndose a los “pecadores” (i.e., los enemigos de Dios), él tipificó, de una vez por todas,
la postura de “yo te amo a ti, si tu primero me amas” como impía.

Para un cristiano, la alternativa para el amor propio, la autoestima, la valía propia, y cualquier otra
enseñanza egocéntrica que pueda aparecer en el futuro es claramente la negación del yo. Cuando
usted trata de ganarse a sí mismo, usted sólo lo perderá; cuando usted esté dispuesto a perderse
para Cristo, usted se salvará. Es tan simple – y tan profundo.

Notas

¿Amarás… como a Ti Mismo?

1 Walter Trobisch, Love Yourself (Downers Grove: Inter-Varsity Press, 1976), page 11.

2 Ibid., p. 11.

3 Ibid.

4 Lawrence Crabb, Effective Biblical Counseling (Grand Rapids: Zondervan, 1977), p. 81.

5 Philip A. Captain, Eight Stages of Christian Growth (Englewood Cliffs: Prentice Hall, 1984).

6 Trobisch, op. cit., p. 11.

¿De un Valor Infinito?


1 Anthony A. Hoekema, The Christian Looks at Himself (Grand Rapids: Eerdmans, 1975), p. 45.

2 Robert Morey, Death and the Afterlife (Minneapolis: Bethany, 1985), p. 37.

3 Hoekema, op. cit., p. 22.

4 Bruce Narramore, You’re Someone Special (Grand Rapids: Zondervan, 1978), p. 23.

5 Morey, op. cit., p. 37.

6 Bruce Rathbun, un estudiante del Westminster Theological Seminary en Filadelfia. Reportó en


ElPresbyterian Journal, abril. 24 de 1985. El nuevo evangelismo de palmaditas de Schuller ha tenido
éxito ampliamente. En un tratado evangelístico titulado: “Usted Es Especial” se lee: “¡Usted es
especial ciertamente! ¡La Biblia revela el interés total de Dios en usted como un individuo… ¡sí!,
¡usted es de valor para Dios”! (Ted Grifiin, Good News Publishers, n.d., #6C04).

7 Robert H. Schuller, Self Steem: The New Reformation (Waco: Word Books, 1982), p. 151.

8 Rouner, Arthur, You Can Learn to Like Yourself (Grand Rapids: Baker Book House, 1978), p. 4.

9 Ibid., p. 5

10 Dennis J. De Haan, Daily Bread, feb. 1985.

¿Qué Enseña La Biblia?

1. Para información acerca de una programa escolar verdaderamente cristiano, en el cual el énfasis
no sea en el yo sino en el ministerio a los demás en el nombre de Cristo, vea see my Back to the
Blackboard (Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1982).

2. 2 H. P. Liddon, Explanatory Analysis of St. Paul’s Epistle to the Romans (London: Longman’s Green
and Co., 1899), p. 262.

En La Perspectiva Bíblica de la Autoestima, Jay Adams responde a la influencia asombrosa de la


“psicología cristiana” dentro de los círculos evangélicos de hoy. A pesar de la persuasión religiosa,
muchas personas parecen oponerse a lo que perciben que es un enemigo compartido: La baja
autoestima. ¡Pero nuestra búsqueda para las respuestas nos ha guiado demasiado lejos en la
dirección equivocada, fuera de nuestra posición verdadera en Cristo, y hacia un énfasis peligroso en
el yo! Adams examina los fundamentos Bíblicos con una exposición clara y aguda de las Sagradas
Escrituras relevantes, y le ofrece a la Iglesia y a cada creyente una perspectiva verdaderamente
Bíblica.

Jay Edward Adams se crió en Baltimore, Maryland. Él se especializó en el griego en la Johns Hopkins
University, y ha estudiado en el Reformed Episcopal Seminary, Temple University School of Practical
Theology, y en la Universidad de Missouri. Él ha pastoreado iglesias en Pensilvania y Nueva Jersey,
dentro de varias denominaciones presbiterianas conservadoras. Él fuel miembro de la facultad de la
Universidad de Missouri antes de unirse al Westminster Theological Seminary en Filadelfia, y luego al
Christian Counseling and Educational Foundation. Él ahora pastorea una iglesia en Carolina del
Sur.Sus libros sobre consejería Bíblica son bien respetados.

Traducción por Armando Valdez © 2008

También podría gustarte