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DIÁLOGO DE RÓMOLA CON EL PIE CORTADO DE VASLAV NIJINSKI, SU ESPOSO.

(Fragmento de la pieza EL PIE DE NIJINSKI.)


AUTOR: Raúl Alfonso.

PERSONAJE: Rómola.

Rómola.
¡El amor puede ser tan humillante! Ya sé que mi amor era rojo y no blanco. ¡Pero una
mujer siempre ama en rojo, Vatsa! ¡Sí, sí, sí! ¡Protegí su vida con la mía, le di de comer,
limpié su mierda de loco, me gasté toda mi herencia en tratamientos y hospitales!
¡Eso hice! Él dejó de ser. Se convirtió en un fue. Ya no bailaba, ya no arrancaba trozos
de cielo. ¡Él, que cuando saltaba en el escenario se suspendía en el aire ahora se
enterraba como una raíz salvaje! Y gritaba, y rezaba, y lloraba, y soñaba con volver a
Rusia. “¡Rusia, Rusia!”. “¡Pero si Rusia es un polvorín, amore, los bolcheviques no
dejan títere con cabeza!”.”¡Rusia, Rusia!”. ¡Aquí tienen al mejor bailarín del mundo,
bolcheviques, ejecútenlo en nombre de los que nunca vieron un ballet! ¡Aunque no lo
crean, este pobre payaso ha pasado tanta hambre como ustedes y por eso comprende
vuestro odio! Nijinski exige que se sirvan pedazos de su carne en las mesas obreras. No
pierdan la oportunidad de despedazarlo, de guisarlo con hierbas y salsas. No siempre
puede uno comerse un trozo de Dios. Y si ese Dios es un paisano pues mucho mejor.
¡Es tan excitante asesinar compatriotas!
(Leyendo) “Quiero hacer el amor con prostitutas. Practicaré el espiritismo y el
onanismo hasta quedarme vacío”. ¡Cuánta obscenidad! No. ¡Jamás permitiré que estas
palabras se publiquen! Vaslav Nijinski, el Dios de la danza, sólo vivió para su arte y
enloqueció por él. No, no, no. Estas palabras fueron escritas en un momento de
desvarío y no poseen valor alguno. No se ventilan las miserias como si fuesen sábanas.
No, no, no. ¡Fuera, fuera! Vaslav, ¿bailamos en silencio tú y yo? Hermoso caballero,
¿me concede este vals? La otra noche me bebí un vasito de tu sangre. La recogí cuando
te cortamos el pie. ¡Pero si ya estabas muerto, Vatsa! Todos han muerto. Serguei
Diághilev, tu viejo amante, el otro, mi rival, jajajaja, murió en Venecia, gordo y
diabético. Isadora Duncan en Niza, estrangulada con su propio chal, vida escabrosa
muerte escabrosa; a Pavlova y a Marcel Proust se los llevó la neumonía, no podía ser
de otra forma, a Rodin la influenza; Ravel murió de silencio y degeneración cerebral;
Fokine de vejez y amargura, claro, el pobre; Carlotta Brianza se suicidó, pero no
recuerdo cómo; Misia Sert murió en Paris…Tú te moriste en Londres. ¡Y qué fácil te
moriste! Aquí tengo tu patita de genio danzarín. Mi pie amante, mi amante pie. ¡El pie
de Nijinski conservado intacto para mí! “Deme el hacha, doctor, no sea cobarde, un
tajo y todo habrá terminado”. (Descarga un golpe imaginario) “Ahora págueme,
necesito ese dinero para enterrar a mi marido. Era un prodigio, sí, pero nadie se
ocupó de él más que yo. Ahora que se ha muerto empezarán a vivir del cuento. Sucede
así, tienes que morirte para que te respeten”. Sí, se fue sin su pie derecho. Tessa y yo
pusimos un pedazo de madera en su lugar, jajajaja. Ya cortado, el pie de pájaro de
Vaslav se convirtió en una pata corriente, algo fina, quizás, tal vez más arqueada de lo
normal, pero corriente… ¡qué decepción para aquel doctor! “Mi querido doctor, el día
que sepamos en que parte del cuerpo se oculta la genialidad será el fin del arte. ¡Y
vivan los mediocres! No, amigo, el prodigio siempre será el prodigio. Venga,
entrégueme ese pie… como ve no sirve para nada”. ¡Vaslav, mi amor! ¡Mi pequeño, mi
bebe!
Pata de pájaro. Patita juguetona y salvaje. Pie de ángel que nos restriega en la cara
nuestra maldita carnalidad…Tres años después de su muerte quemé sus huesos y los
llevé a París. Los cuatro gatos que quedaban con vida nos esperaban en el cementerio.
¡Todos habían envejecido tanto! “Hemos llegado al futuro, Rómola”, pensé. Allí,
delante de su tumba, el pie de Nijinski se revolvió en mi bolso como un bebé con
pesadillas. “¡Quédense con las cenizas, señores, que yo me quedo con el milagro!”.
Vaslav Nijinski, hoy voy a emborracharme por tu inmortalidad. ¡Me siento tan feliz!

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