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Fernando J. Rosenberg
Los inventos oximorónicos de Erdosain (tinorerías para perros, rosa de cobre, etc)
caen en el olvido, son la medida misma de una torpe esperanza, y no sirven para salir
de la pobreza. La experiencia de los Espila es la consecuencia dramática, con los
hermanos Eustaquio y Emilio condenados a errar hambrientos por las calles en busca
de limosna. Y el cartel que portan para justificar la pretendida ceguera de Eustaquio --
"compradle caramelos al inutilizado en el servicio de la Ciencia" (301)--, una hipérbole
en donde en vez de ciencia cabe poner los inventos de Erdosain en tanto incapaces de
circular por el mercado (y produciendo a los hermanos como desecho que vaga por las
calles). El mismo Erdosain pierde las esperanzas en la relación entre sus inventos y el
mercado de consumidores, y va abandonando a los Espila como un resto patético de
sus antiguos proyectos y cálculos. Invierte entonces sus esperanzas y su potencial
inventivo en la fábrica de gases, ahora asociado a un proyecto que trastocaría la lógica
misma del mercado. Habría que pensar aquí que la tentativa de re-encantamiento de
la producción de mercancías mediante la introducción de la figura del inventor, es por
otro lado puesta en cuestión al tratarse de un subrogado de la figura del genio
individual. Si "individualist action and associative action are both manifestations of
modern freedom" y en ambas se pueden asentar diferentes "variations of modern
conceptions and practices of social change" (Therborn 135), Erdosain abandona la
apuesta en un agregado de individualidades para invertir su capacidad técnica en la
(ilusión de) una asociación colectiva tendiente a producir asociaciones más amplias y
efectivas, revolucionarias. Aquí su invención se empalma con la del Astrólogo, quien
no es ya el hacedor de productos con supuesto valor de uso, sino que ofrece la ilusión
misma; actúa como espejo que intenta reflejar y transformar las ilusiones de aquellos
a quienes el mercado ya ha deshauciado, de "los cesantes de cualquier cosa" (22), de
los que no invierten sus fuerzas en "colocarse" sino que constituyen identidades en
tránsito que buscan y habitan en los márgenes (Haffner: ex-profesor de matemáticas y
ahora gerente de prostitutas; Erdosain: ex-cobrador, ladrón inconsecuente y ahora
inventor de armas; El Buscador de Oro: asesino y aventurero, caminante eterno que
atraviesa las fronteras al galope; etc). Desde ese tráfico inicial de ilusión el Astrólogo
proyectaría la ilusión sobre el resto de la sociedad. Busca hacer de la periferia el
centro (de ahí que viva en el suburbio), organizar los márgenes hacia un sentido
común. Le da una narrativa unificadora a aquella porción de la subjetividad que no se
siente a gusto, que no tiene lugar en el funcionamiento normal de las cosas, un
nombre al malestar en el mercado. Fracasa en el punto en donde intenta ser el
maestro de todas las narrativas que circulan (y en su proyecto revolucionario él
pretende controlar todos los medios de comunicación), y se convierte en un prófugo al
final, refugiado en algún hueco y amenazado, según la noticia periodística que cierra la
novela, de ser detenido "de un momento a otro" (394). (2) El tercer inventor, Barsut,
es el hacedor de historias consumibles, es el escenógrafo de sus fantasías ya
elaboradas con la estofa de narraciones que señalan su caracter derivado, secundario,
masivo:
El Astrólogo por su parte sabe mejor que nadie que "the spectacle apears at once as
society itself, as part of society and as a means of unification. As a part of society, it is
that sector where all attention, all consciousness, converges" (Debord 12). Pero para
el Astrólogo los medios sólo actúan como una herramienta que ayuda a su fin último,
que se vale de un modo de producción y consumo más antiguo. Los medios de
comunicación obdecerían, en la sociedad del Astrólogo, a la explotación más salvaje
(minería y prostitución); son un dispositivo para lograr que el cuerpo se someta. Es,
en rigor, aquello que Debord ha caracterizado como el modo concentrado de la
sociedad del espectáculo, en el cual el éste "imposes an image of the good which is a
résumé of everything that exists officially, and this is usually concentrated in a single
individual, the guarantor of the system's totalitarian cohesiveness" (42). (6) Los
productores de imágenes, en este esquema del que el Astrólogo es partidario, forman
una casta radicalmente diferente de la de los consumidores. El Astrólogo, si bien
invierte en un proyecto colectivo (o en varios a la vez), hace basar a éste en la
preminencia de su propio genio. Por el contrario, Barsut ofrece la posibilidad de un
pasaje más abierto del mundo de los productores al de los consumidores, primero
mediante la escenificación de sus fantasías mediatizadas, luego mediante su
participación en el relato periodístico, y finalmente a través de su colaboración en la
filmación del "drama de Temperley." El mismo acto de representarse a sí mismo en el
drama redobla su camaleónica capacidad para representar diversos papeles y
reactulizar su imagen; en un juego de espejos que desarma una y otra vez la premisa
de indivisibilidad y profundidad subjetiva con que el angustiado Erdosain y su
arrogante conductor el Astrólogo amalgaman sus historias. Si bien no se incluye en el
proyecto revolucionario más que como víctima, avisora en la nueva geografía de
medios de comunicación masiva posibilidades que no le son ajenas. Encuentra en el
espacio estriado impuesto por medios de información y entretenimiento de alcance
mundial, un pliegue para su humanidad. (7) En este sentido, es comparable a la
imagen arltiana del escritor dentro de la máquina de producir noticias, en el prólogo
a Los Lanzallamas. Hay en ambos una destitución subjetiva, una reducción del espesor
de la personalidad al mínimo en favor del proceso nunca acabado de mapear la
realidad (no ya desde una posición de observador total, como intenta postularse el
Astrólogo, sino siempre desde adentro del sistema). (8)
Lejos está de mis intenciones el hacer una apología de Barsut, que traduciría una
apología de la sociedad del espectáculo. Pero sí podemos trazar una línea que ha sido
en general abandonada por la crítica. Ricardo Piglia ha declarado que existe en Los
Siete Locos - Los Lanzallamas una novela de Erdosain y una novela del Astrólogo;
siendo la primera "el relato de la queja" mientras la segunda "trabaja sobre . . . la
posibilidad que tiene la ficción de transmutar la realidad" (21-2). (9) Pero ambas
"novelas" se encuentran engarzadas en otra más amplia, la que viene desde la línea
Barsut y, pasando por el comentador-cronista y el tumulto de las redacciones al final
del ciclo, vuelve al prólogo a Los Lanzallamas y al propio Roberto Arlt en su peculiar
posición dentro de la cultura argentina. Ese orden anuncia la muerte de Erdosain, y de
su metafísica de la profundidad subjetiva; y la muerte-fuga del Astrólogo, el profeta
carismático, vidente, lector privilegiado del mapa. (10)
Si bien es cierto que Argentina verá la caída del regimen democrático poco después de
publicada la novela, se puede leer ésta no ya como un anuncio de los males que
vendrán sino como un deseo de cancelación de las utopías totalitarias basadas en la
figura del genio (artista, político) en favor de una mayor nivelación en la producción y
el consumo culturales. "Entre los ruidos de un edificio social que se desmorona
inevitablemente", como escribe en el prólogo a Los Lanzallamas, es la prisa (con la que
dice escribir la novela en la última nota al pie, (13) con la que se imprimen los diarios
que publican el caso de Temperley en la gran aceleración final) lo que marca el tiempo
futuro, y no la explosión revolucionaria que promete un tiempo cero, fundacional, y un
futuro estático.
Notas
21. Hay que notar aquí que el otro de los dobles de Arlt, el periodista que registra
la crónica y anota, ofrece refugio a Erdosain cuando éste se encuentra acosado
por la policía, y este acto está en la base de la escritura de la novela que leemos
en reemplazo de las crónicas periodísticas (que no leemos, aunque asistimos al
proceso de su producción desde la redacción del periódico). Entiendo que esta
intromisión en la marcha de la verdad policial y de la verdad periodística es
ejemplar como forma de producir hiatos en el tiempo acelerado de la
modernidad.
Obras Consultadas
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Culture / Representation. Eds. James Duncan and David Ley. London and New York:
Routledge, 1993. 251-71.
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Hyspamérica, 1986.
Bender, John, and David E. Wellbery, eds. Chronotypes. The Construction of Time.
Stanford: Stanford University Press, 1991.
Bhabha, Homi K. The Location of Culture. London and New York: Routledge, 1994.
Brennan, Timothy. "The National Longing for Form." Nation and Narration. Ed. Homi
K. Bhabha. London and New York: Routledge, 1990. 44-70.
Debord, Guy. The Society of Spectacle. New York: Zone Books, 1994.
Jameson, Fredric. Postmodernism, or, The cultural logic of late capitalism. Post-
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Ludmer, Josefina. El Cuerpo del Delito. Un Manual. Buenos Aires: Perfil Libros. Básicos,
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Sarlo, Beatriz. Una Modernidad Periférica. Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires:
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