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DNI: 42.417.287
Aquí es donde entran en nuestra historia los cantos gregorianos. Encierran ellos
en su estructura de poco rango de altura vocal, una parsimonia que conmueve, y debía
ser objeto de suma atracción para los campesinos que tenían la oportunidad de escuchar
estos cantos celestiales, en alguna misa de Pascua u ocasión especial. Una fuerza suave
en las voces, casi adormecedora que recitaba en latín, lo que le agregaba un componente
de sacro misticismo a la experiencia religiosa. Con estas demostraciones de poder, la
Iglesia lograba en cierta forma un sentimiento de unión entre los campesinos,
indispensable ante la adversidad.
Sin embargo hubo un pequeño error que fue sorteado hábilmente. En la escala
diatónica formada por el circulo de quintas, se genera una disonancia al producirse un
intervalo de tono entre mi/fa y otro en si/do. Jose Miguel Wisnik dira: “el tritono es un
intervalo de tres tonos, como aquel que tenemos entre las notas fa7si y funciona como
una especie de antítesis de la octava. Mientras que la octava es un intervalo
enteramente estable […] el tritono divide a la octava en el medio, y es también igual a
su propia inversión e inestable […] la escala diatónica se muestra así, como una escala
de constitución más problemática, compleja y al mismo tiempo, más rica de relaciones
interválicas”.
El problema de este tritono era el sonido disonante que provoca, asociado su
nombre además, con el tridente del diablo, un sonido diabólico. Por este motivo la nota
“si” era totalmente ignorada y me parece un punto fundamental en la arrogancia de la
Iglesia Católica. Si había algo que se salía de los limites, era totalmente ignorado, o
destruido solo con el fin de perpetuar su poder.
Bibliografía:
MEYER, Leonard (1963): Notas sobre el empirismo radical de la vanguardia en ¿El fin
del renacimiento? Revista Sur. Buenos Aires.