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Constantine vs el neoliberalismo

Hubo una época, los dorados años cincuentas cuando la historieta fue
desprestigiada, cuando se le fue vista como ofensiva, obscena y violenta. Frederic
Wertham en La Seducción de los inocentes, desde una perspectiva psicológica,
exponía a este tipo de narrativas como nocivas para los niños, haciendo ver al cómic
como una expresión artística inferior.
Después de esta satanización, este formato fue reinterpretado y analizado desde
otros ángulos. Así, los teóricos de la comunicación latinoamericanos, principalmente
argentinos, formularon análisis en donde el cómic no eran solo secuencias de
dibujos absurdos, sino que era una expresión más cercana a la literatura, y que
incluso influenció a directores de la Nueva Ola Francesa a enriquecer el lenguaje
cinematográfico1.
Siguiendo esta línea, no solo nos damos cuenta de la relevancia de la narrativa
gráfica, también del potencial de ella. Un ejemplo de esto fue el giro DC en Inglaterra
en la década de los ochenta. Autores como Alan Moore, Neil Gaiman o Peter
Milligan le dieron un toque más sofisticado a estas historias, logrando llegar al
público adulto. En este contexto nació Hellblazer, basada en un personaje creado
por Moore en The Swamp Thing y escrita por Jamie Delano.
Ya en las obras de Moore, como Watchmen o V for Vendetta, había introducido un
arquetipo de superhéroe diferente a los que se conocía, eran personajes más
complejos, quienes eran afectados por las decisiones de sus gobiernos y luchaban
por no caer en un régimen totalitario. En estos cómics encontramos la denuncia
contra el sistema político, específicamente al conservadurismo tanto de Estados
Unidos como en Reino Unido. Hellblazer no se queda atrás con esto.
Original Sins de 1988 fue la primera serie de 10 números en donde veíamos a John
Constatine, un detective hechicero al más puro estilo del detective de novela negra,
investigar casos paranormales, peleando contra demonios y sectas, pero a la vez
siendo el clásico personaje con un pasado tormentoso, egoísta, y cargando culpa
por haber provocado la muerte de sus seres queridos.
Más allá de los guiños al género del hardboiled, el horror oculto, y el humor negro
al estilo inglés, la historia de este antihéroe reproduce el contexto de la Inglaterra
abatida por las políticas neoliberales; la privatización de los servicios, el
neofascismo, los crímenes de odio, y la crisis económica arrastrada desde los
setenta.

1
Massota, Oscar. La historieta en el mundo moderno.
Todo esto pareciera ser el fin del mundo, el principio del apocalipsis, el colapso de
la civilización occidental. El infierno está en la tierra, convivimos con monstruos
todos los días, los vemos en los medios, son empresarios, corredores en la bolsa
de valores, generales en el ejército, políticos. Son aquellos quienes promueven el
programa intelectual del neoliberalismo2 en donde la privatización y mecanización
de todo pasa por alto a los seres humanos si estos no tienen los recursos
necesarios.
Aquí se encuentra parte del discurso de esta novela gráfica. Dejando un poco de
lado la fantasía y el misterio, podemos notar como hay referencias explicitas al brote
del sida en la década, y el ocultamiento del gobierno de esto; el surgimiento de
sectas extremistas; los contextos de violencia soportados por ideologías
conservadoras; consecuencias psicológicas de la guerra.
Como dice Massota, los personajes creados que viven en cierto momento de la
historia pertenecen a un determinado grupo social, haciendo al cómic una
significación social y moral. Constantine no puede desligarse a su contexto social
donde fue enunciado, así al ser un cómic enfocado hacia lectores adultos, logra
representar cierta decadencia de la Inglaterra sacudida por las políticas de Margaret
Thatcher.
También, al hacer uso del horror, Hellblazer logra jugar perfectamente con las
temáticas de la violencia, como el motor que aterroriza a la sociedad, y
específicamente el horror acerca de demonios puede ser interpretado como la
representación de épocas de crisis, como sucede con El bebé de Rosemary o El
Exorcista, ambas situadas en contextos similares.
Constantine, es un personaje diferente a muchos de sus contemporáneos; porque
a pesar de ser quien logra la mediación entre el mundo sobrenatural y el humano,
en principio sus fines no son nada heroicos, pero consecuentemente busca un
camino hacia su redención, todo esto en medio de las consecuencias de un sistema
ideológico, dicho sistema es un villano al cual no se le puede combatir, no
directamente, pero el hacer mención de él y satirizarlo, este antihéroe se pronuncia
en contra del neoliberalismo, en tanto resuelve misterios y atrapa demonios.

2
Escalante Gonzalbo, Fernando. Historia mínima del neoliberalismo.

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