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Mamá JEP

Ante el polémico video publicado el 29 de agosto de 2019, no se dieron a esperar las diversas
opiniones y resoluciones de parte de prácticamente todos los partidos políticos, organismos
nacionales e internacionales, instituciones estatales, de la comunidad internacional y, sobre todo,
de los ciudadanos colombianos; video en el que podemos contemplar al eminente, vivo y
saludable líder de las FARC-EP, alias Jesús Santrich. Personaje que en meses anteriores a la
publicación del video veíamos en la cárcel de La Picota en huelga de hambre e intentando
suicidarse ante la fallida amenaza de extradición a EE. UU. Su extradición estaba lista, pero la
brillante JEP la impidió y pidió a Estados Unidos enviar las pruebas que tenía contra Santrich.
Nunca llegaron.

Es menester recordar lo sucedido a las afueras de esta cárcel, en el momento en el que su libertad
duró unos minutos, hasta que lo abordaron a dos metros de la reja del centro penitenciario,
funcionarios del CTI de la Fiscalía y le leyeron una nueva orden de captura por los delitos de
concierto para delinquir con fines de narcotráfico. Y es ahí cuando la JEP intercede por la salvación
de Santrich, aludiendo a su propio fallo de que le había concedido la garantía de no extradición.
Fallo que trajo consigo la renuncia de Néstor Humberto Martínez, en ese entonces Fiscal General
de la Nación, como consecuencia de su profundo desacuerdo con la decisión de la JEP. Pero lo más
inquietante de esta decisión, es que no se encuentra dentro de las funciones y atribuciones
constitucionales del Tribunal, lo cual ha generado grandes dudas y dificultades que afectan la
credibilidad de los ciudadanos tanto en la justicia especial como en el proceso de paz.

Es de considerar que no solo caso de Santrich a puesto en duda la fiabilidad que la JEP puede
garantizarle a los actores y víctimas del conflicto armado. Aun más, esta misma se ha puesto en
duda con el rearme de la guerrilla delincuencial FARC. Con todo, la JEP tuvo que emitir una
Declaración Oficial a la Opinión Pública, en la que se específica que: “Las noticias de rearme de
algunos exmiembros de las Farc, (…), cuyos incidentes de incumplimiento de sus obligaciones (…)
se encuentran en trámite en la Jurisdicción Especial para la Paz, constituye sin duda un hecho de la
mayor gravedad para el proceso de paz (…).”. Es de rescatar que en la declaración la JEP acepta el
duro golpe que el rearme de estos guerrilleros es para la Jurisdicción, y, sin embargo, la misma
trata de dar un parte de tranquilidad afirmando que: “La decisión equivocada de un grupo de
personas, (…) no puede ser suficiente para truncar un anhelo en el que confluyen las voluntades
de todos los colombianos.”, y es de esperar que sea así como el Tribunal lo asevera. Por el
momento, ha sido correcto su proceder al comenzar por desarraigar a los delincuentes que se
unieron nuevamente, del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Solo
queda asegurarnos de que la JEP proceda a juzgarlos como criminales, y no los siga acobijando
bajo sus brazos. (¿?)

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