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Tema 2: LA ÉPICA GRIEGA ARCAICA.

HOMERO. EL CICLO Y OTROS POEMAS


ÉPICOS. LOS HIMNOS HOMÉRICOS .

INTRODUCCIÓN

Antes de comenzar es importante señalar que, tanto para la antigüedad


como para nosotros, Homero es un autor indispensable. Con él no sólo se
estudia el comienzo de la literatura griega en sí, sino también el final de una
evolución anterior procedente de la cultura oral en la que Grecia estaba
sumergida.

Tradicionalmente se ha tenido en mente la imagen de Homero como el


autor de la Ilíada y la Odisea, y toda la poesía posterior se ha visto
influenciada en base a estas dos obras. Sin embargo, este proceso de
referencia se ha producido hasta cierto punto, pues es de suponer que el
punto de unión de esta literatura épica, lo que toda esta poesía quizá
comparta, son meras historias o cuentos tradicionales procedentes de la
evolución oral anterior. Un ejemplo de ello es la historia del cíclope
Polifemo, perteneciente a un pasaje de la Odisea. En la versión Homérica
dicho cíclope se come a los náufragos crudos, signo evidente de la
inexistencia del fuego y señal de no civilización, típico de tierras lejanas. Sin
embargo, existe un sinfín de variantes de este cuento tradicional, ya sea en
base al número de personajes que intervienen, o bien al instrumento que
utilizan para cegar al cíclope (en el pasaje homérico, una rama de olivo).
Así, cuando encontramos imágenes y representaciones de este mismo
pasaje en el arte posterior, hemos de tener en cuenta que dicho cuento
popular ya ha sido reelaborado con Homero y que se trata, por tanto, de
una variante más.

Mientras se iba urdiendo la construcción de estos dos grandes poemas,


ya había, con anterioridad incluso, más poesía épica: Ciclo de Heracles,
historias que aparecen posteriormente ya en Ilíada y Odisea pero con
ciertas variantes, versiones a su vez procedentes de una larga poesía
tradicional sobre ciertos ciclos como el troyano, etc. El auditorio, es de
suponer, ya conocía todas estas historias y todas las que giraban en torno a
un tema en concreto (Ejp.: el juicio de Paris, la historia de Apolo y
Casandra). De aquí deriva el hecho de que ciertos pasajes, con relativa
importancia para la sucesión de los acontecimientos en la narración, no
aparezcan en ambos poemas épicos, pues se sobreentiende que el público
ya era conocedor de los mismos.
Cuando el poeta trabajó sobre toda esa tradición anterior, tan sólo pudo
innovar sobre algunos aspectos puntuales. Así pues, podemos afirmar con
seguridad que Ilíada y Odisea forman parte de una larga tradición oral de
la cultura griega arcaica. Aunque existió un largo periodo en el que la
escritura desapareció de todo el orbe griego, la literatura siguió su camino y
no se vio interrumpida ante ninguna circunstancia. Así, siguieron
funcionando, como hasta ahora lo habían hecho, los diversos ciclos
tradicionales y, por tanto, ambos poemas resultaron ser tan solo una mera
parte de todos ellos.

LA VIDA DE HOMERO

En la actualidad sabemos que no contamos absolutamente con ningún


dato preciso y veraz sobre la vida de este supuesto personaje. Sin
embargo, en la Antigüedad sí llegaron a circular diversas “vidas de
Homero”. Se trataba de un cierto número de biografías y documentos
literarios utilizados por los antiguos como fuentes fiables para conocer
información de la vida de dicho autor.

Como ejemplo de lo dicho anteriormente, uno de los datos tradicionales


que podían encontrarse en casi todas las fuentes antiguas es la ceguera
que el propio Homero sufría. Sobre el conocimiento de su nombre, y en
relación a la posible patología que padecía, los investigadores han
deducido dos posibles razones, una antropológica: se debe a esta misma
ceguera que Homero se hubiese ganado la vida como aedo (algunos
estudiosos afirman incluso que es por este mismo impedimento por el que
dicho personaje podría haber desarrollado más la capacidad de la
memoria), y otra etimológica: Homero es un nombre propio de origen griego
que etimológicamente podría relacionarse directamente con la expresión ὁ
μή ὁρῶν, literalmente «el que no ve», «ciego».

Para hablar, pues, de la biografía de Homero contamos con las diversas


fuentes utilizadas por los antiguos, quienes dotaron de veracidad a cada
uno de los datos, leyendas y anécdotas que se contaban sobre la vida de
dicho autor.

 El certamen: se trata de un enfrentamiento entre los dos autores


épicos griegos por excelencia, Hesíodo y Homero. Es un texto
tardío, de Época del emperador Adriano, cuyo contenido es más
antiguo y se inspira en un texto del sofista Alcidamante del s. IV
a.C. Nos encontramos, pues, ante el testimonio más antiguo de
la vida de Homero. Cuenta cómo en unos juegos fúnebres,
llegaron a coincidir Homero y Hesíodo, y cómo cada uno hubo de
recitar un canto. Esta coincidencia sirve como tema central a partir
del cual se cuentan datos de la vida de ambos. El vencedor del
certamen resultó ser Hesíodo por haber decidido cantar los
trabajos del campo y no la guerra, como bien había hecho el
propio Homero. Se trata posiblemente de una tradición falsa de la
que se deduce que ambos se conocieron, fueron, por tanto,
contemporáneos y coincidieron incluso en una disputa.

 “La vida de Homero” de Ps. Heródoto: la fuente más


importante es “La vida de Homero” atribuida erróneamente a
Heródoto. Se trata de una vida muy extensa compuesta en el s. I –
II d.C. (50 – 150). Es, por tanto, un texto algo tardío en el que
también se cuenta el certamen en el que coincidieron Homero y
Hesíodo (se trata de una de las historias típicas en las biografías
míticas del autor). Es esta vida la que nos otorga más
información, pues recoge todo lo que se contaba sobre Homero
en la antigüedad (quién fueron sus padres, dónde nació, por qué
se dedicó a la poesía, cómo murió, etc.). Así pues, recoge todas
las tradiciones existentes sobre la biografía mítica de este
personaje.

 “Vida de Homero” de Ps. Plutarco: atribuida a Plutarco, se trata


de un texto breve que quizá fuera un pequeño ensayo realizado
por otro autor para colocarlo como introducción a alguna obra.
Hace sobre todo referencia a la Ilíada y es también muy tardía.

 “Vida de Homero” de Proclo, filósofo neoplatónico del s. V d.C.,


fecha de la cual se deduce que nos encontramos ante una fuente
muy tardía.

 Enciclopedia bizantina del s. X en la que aparecen, por orden


alfabético, muchas entradas de personajes y acontecimientos
históricos importantes de la Antigüedad. Conocida en castellano
como Suda o Suidas.

Todo aquello que tradicionalmente se supone que sabemos de Homero


se encuentra en estas fuentes de una forma más o menos detallada según
la extensión del mismo texto. Se trata en sí de fuentes muy alejadas del
personaje en cuestión, hecho que les otorga una dudosa fiabilidad. Sin
embargo, es preciso señalar que toda la información que en la Antigüedad
se contaba de él, aunque no veraz, es de suma importancia puesto que
nos ofrece datos significativos sobre diversos ámbitos del momento en
cuestión y nos da la posibilidad de aprender a partir de los datos
meramente tradicionales y míticos de la vida de Homero.

CUESTIÓN HOMÉRICA

[Desarrollo de la cuestión en la Antigüedad]


Desde los antiguos griegos parece no haber dudas sobre la existencia de
un poeta griegos de nombre Homero que compuso Ilíada y Odisea,
además de los himnos homéricos y otros muchos ciclos épicos.

¿Cuándo y por qué surgen las primeras dudas? Es en Época


Alejandrina cuando los estudiosos, que como ya sabemos no se limitaban
tan solo a trabajos de copia, sino también de edición y comentario,
comenzaron a cuestionarse si los dos poemas, Ilíada y Odisea, eran ambos
del propio Homero. Algunos críticos alejandrinos, pues, pusieron en
cuestión este pensamiento tradicional y afirmaron que la Odisea no
pertenecía a dicho autor. Por primera vez surgen dudas sobre algo
relacionado con Homero.

Como solución a esta cuestión, Longino, autor de Época Ímperial, en su


obra “De lo sublime” propone que ambas obras son atribuidas
correctamente a un mismo autor, Homero, y que las diferencias entre
ambas se basan en que la Ilíada fue compuesta en su época de juventud y
la Odisea cuando se encontraba ya en una edad más avanzada. Se trata,
sin embargo, de una solución de compromiso propia para salir del paso.

También a Época Antigua pertenece una idea de la cual eran


conocedores los propios contemporáneos. Los antiguos ya eran
conscientes de que Homero había compuesto estos poemas pero, sin
embargo, no habían sido puestos por escrito. Por el contrario, se habían ido
transmitiendo de forma oral hasta que quedaron fijados por la
escritura en época de Pisístrato, tirano de Atenas, s VI a.C. Se dice que
fue decisión de este tirano, o de su hijo Hiparco, que en las Panateneas
formara parte de la festividad recitar los versos homéricos. Ellos mismos
fueron los encargados de regularizar cada 4 años esta festividad y de
introducir en ella recitaciones de poesía, en concreto, de los poemas
homéricos. Para conseguir ese objetivo era conveniente fijar por escrito
toda esa larga tradición oral que graba en torno a estos versos con el
objetivo de que no se alteraran de ejecución en ejecución. Por tanto, es
entonces, a instancias de Pisístrato, cuando se cree que tanto Ilíada y
Odisea se pusieron por escrito. Cabe destacar, por último, que a partir de
este mismo hecho los investigadores han deducido la denominada
“recesión pisistrata”, tesis que defiende que los elementos áticos que
aparecen, según algunos autores, en ambas obras tienen que ver y
proceden de este momento en concreto.

[Cuestión homérica en Época Moderna]

[Escuela analítica] Lo planteado sobre la cuestión homérica en Época


Moderna comienza en el s. XVIII en torno a dos autores: D’ Aubignac y
Giambattista Vico. Se trata de los dos primeros especialistas que se
atreven a negar la existencia del personaje de Homero, considerándolo
una figura imaginaria y mítica. Entienden, pues, que Ilíada y Odisea no son
poemas de un único autor, sino que ambos se fueron componiendo poco a
poco acumulando diversos cantos. Nos encontramos, por tanto, ante una
poesía popular que fue evolucionando con el paso del tiempo. Cabe
destacar además que D’ Aubignac intentaba, mediante su postura y opinión,
defender la superioridad de la Eneida de Virgilio sobre la Ilíada o la Odisea.

En el s. XIX continúa la polémica sobre esta cuestión destacando dos


figuras muy importantes como son Wolf y Hermann. Dichos estudiosos
defienden que ambos poemas no eran obra de un autor único, sino que
pudo haber habido un pequeño canto inicial de algún autor concreto
quizá: “cólera de Aquiles” y “regreso de Odiseo”, y autores posteriores
fueron añadiéndoles versos y cantos hasta llegar a lo que hoy conocemos
como Ilíada y Odisea. Así pues, nos encontramos ante la denominada
“escuela analista”. Los argumentos base de esta postura giran en torno al
hecho de que los estudiosos contemporáneos ya eran conscientes de que
en la supuesta época de Homero no había un sistema de escritura y, por
tanto, era muy poco probable que existiera un autor único artífice de ambos
poemas. Además, los investigadores centraron su atención y se sirvieron de
una serie de lapsus, incongruencias, que aparecían sobre todo en la Ilíada
y que pensaron procedentes del progreso, la evolución y el gran número y
diversidad de autores a lo largo del tiempo.

[Escuela unitaria] Sin embargo, el s. XX provoca un giro en la cuestión


homérica debido a una nueva postura defendida por dos importantes
autores alemanes, Willamovitz y Shadewaldt. Ambos estudiosos opinaban
que en algún momento del pasado hubo un autor, fuera quien fuese, que
recogió esa larga tradición oral, tanto Ilíada como Odisea, la reelaboró y
le dio unidad.

Fuera de disputas, existe un punto común con el que ambas teorías


están de acuerdo: no existe un inventor de Ilíada y Odisea como tal, sino
que se trata de una larga tradición oral, una cultura compartida que los
poetas conocían y manejaban con cierto albedrío hasta incluso poder crear
diversas variantes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en estos dos
poemas aparece una cierta unidad que deja entrever detrás la mano de un
autor concreto. Por último, es importante mencionar, en relación a la
cuestión homérica en los últimos años, la aparición de una nueva corriente
denominada “escuela neoanalítica”. A pesar de las discrepancias visibles
a primera vista, neoanalistas y analistas comparten un punto de vista
común con respecto al hecho de que se trate de una literatura dentro de un
contexto de sociedad oral. Así pues, queda claro que no son Ilíada y Odisea
los únicos poemas orales conocidos por los antiguos, sino que existía una
gran diversidad de poesía de tema épico transmitida oralmente, de la
cual conservamos tan solo breves fragmentos y versos sueltos. La escuela
neoanalítica se refiere a estos poemas como a un conjunto de literatura que
podía contar con un sinfín de influencias, teniendo siempre en cuenta que
no nos encontramos ante textos, sino más bien ante poesía oral.
LENGUA Y DICCIÓN FORMULAR

En cuanto a la lengua, cabe destacar que el dialecto base de estos


poemas es el jonio, hecho que confirmaría la idea de que había una
importante actividad o tradición de rapsodas en el oriente jonio desde época
muy antigua. Otro de los elementos importantes de la lengua de Homero es
el dialecto eolio y las pocas, pero significativas, formas áticas que se
explican a partir del momento en el que estos poemas fueron escritos por
primera vez en Atenas en el s.VI a.C. a instancias de Pisístrato.

Hay que tener en cuenta que al hablar de “lenguaje de Homero” estamos


haciendo referencia a la existencia de una lengua literaria o artificial que
aparece por primera vez en Grecia. Aunque, como griego, podemos llegar a
entenderlo, hemos de tener en cuenta que nunca se habló en ninguna
época ni en ningún lugar concreto. Se trata de una lengua mixta y artificial
con elementos variados a la que denominamos lengua literaria o “lengua
de la épica”, pues dicho género literario se asocia directamente con esta
lengua concreta.

Otro punto muy importante que señalar sobre este “lenguaje épico” es la
dicción formular o fórmulas homéricas. Ilíada y Odisea se compusieron sin
la ayuda de la escritura, es decir, se trata de una poesía de origen oral.
Para poder componer, conservar y recitar dichos versos, es evidente
que el aedo necesitaría una serie de recursos nemotécnicos que
facilitaran su ejecución. Entre estos recursos se encuentra el hecho mismo
de que se trate de poesía, el género literario más fácil de recordar por el
propio ritmo de la alternancia larga-breve. Destacable es, además, el uso
de fórmulas, construcciones invariables que suelen aparecer en un lugar
concreto del verso. Dichas fórmulas eran estudiadas normalmente como
meros elementos y recursos nemotécnicos, frases hechas que encajaban
perfectamente con el metro y cuya función se restringía a rellenar los
versos (la llamada “poesía artificial”). Sin embargo, diversos estudios han
observado que dichas construcciones no eran, según se creía, meros
recursos para la memoria, sino que encajaban tanto con el verso como con
el desarrollo de los acontecimientos, es decir, tenían contenido (Ejp.: el
epíteto del personaje de Diómedes que aparece un gran número de veces
en la Ilíada, “βοὴν ἀγαθός”, bueno en el grito de guerra, el cual no se
encuentra en el pasaje de la emboscada nocturna por el sentido de la
situación en la que se desarrollan los acontecimientos de ese capítulo).
Importante es destacar también que existen diversas fórmulas con mismo
significado que se colocan en los versos por cuestiones métricas. Un
ejemplo de ello es la variedad de palabras que hacen referencia a los
griegos en la Ilíada: argivos, danaos y aqueos, con métrica diferente para
que el autor o aedo pudiera elegir cuál encajaría mejor métricamente según
el lugar que ocupase en el verso en cuestión.
Como conclusión cabe destacar que a pesar de la diversidad de teorías
y el gran número de años en los que la cuestión homérica ha estado en el
punto de mira de un sinfín de estudiosos, aún no se ha llegado a un
acuerdo absoluto sobre el “cuándo”, “cómo”, “quién”, etc. Aun así, existe
cierto consenso en relación a tres de las muchas cuestiones que se han
planteado a lo largo del tiempo:

 Tanto Ilíada como Odisea pertenecen a una larga tradición oral.

 Ya en el s. VIII a.C. existieron ambas obras y, aunque no


estuvieran fijadas y escritas por entero, ya contaban con una forma
muy parecida a lo que hoy conocemos.

 Fue durante el s. VI a.C. cuando fueron fijadas por escrito por


primera vez.

CONTENIDO Y ESTRUCTURA DE LA ILÍADA

De todo el entramado mítico sobre la Guerra de Troya, Ilíada se centra


tan solo en un par de episodios que tienen lugar en el año X de la guerra.
Dichos episodios son los que giran en torno a las cóleras de Aquiles, el
cual, aunque aparece poco, cuando lo hace va otorgando al poema las
pautas de los acontecimientos. Así pues, las cóleras del protagonista en
cuestión son el robo de Briseida y la muerte de Patroclo. Todo aquello
que hace Aquiles ante estas situaciones es lo que organiza los
acontecimientos del combate. Ejemplo de ello es el hecho de que los
troyanos vayan ganando hasta que Aquiles vuelve al combate encolerizado
tras la muerte de Patroclo.

El motivo central de la Ilíada, pues, es la cólera de Aquiles. Se trata


del hilo conductor en torno al cual se organiza todo lo demás: retirada del
combate por el robo de Briseida y la disputa con Agamenón, envío de una
embajada formada por Fénix, Ayax y Ulises para convencerlo de que vuelva
a luchar, negativa de la proposición, muerte de Patroclo, vuelta al combate,
etc. Sin embargo, es importante destacar también otro punto de vista
contemporáneo sobre los mismos acontecimientos. Así, es posible
considerar la Ilíada como la tragedia de Héctor y la caída de Troya. Pues,
aunque en este poema no aparezca el final, sí que existe en él un sinfín de
referencias a cómo acabará Troya una vez suceda la muerte de Héctor.

En conclusión, el contenido de la Ilíada es, como bien hemos visto, una


pequeña parte de lo referente a la Guerra de Troya, acontecimiento del
cual faltan atestiguados en dicho poema un gran número de episodios como
la llegada de las amazonas y los etíopes, el famoso caballo de Troya, la
muerte de Aquiles, la llegada de su hijo, la muerte del hijo de Héctor, etc.

Por otro lado, es importante señalar que nos encontramos ante el único
poema de la Antigüedad con estas características, pues el poeta se
muestra bastante neutral respecto a los acontecimientos que narra. Así
pues, no se trata de una historia del bien contra el mal e incluso el lector
puede llegar a identificarse con personajes como Héctor. Además, en
cuanto a su estructura, muchos autores han subrayado su carácter
coherente y su estructura cerrada o articulada señalando afinidades
entre el principio y el fin de la Ilíada (ejemplo: análisis comparativo de los
cantos III y XXII – práctica).

CONTENIDO Y ESTRUCTURA DE LA ODISEA

En la Odisea, nos encontramos con el regreso a la patria de Ulises


(“νόστοι”, dificultado por los dioses Poseidón y Atenea) como el hilo
conductor más importante según la tradición. Sin embargo, al igual que en
la Ilíada, existe otro punto de vista, un asunto diferente que puede ir
otorgándole las pautas y el contenido a la Odisea: los relatos de
componente folclórico, es decir, todos los episodios de viajes (lugares
poblados por seres extraordinarios en su mayoría) que protagoniza Ulises
durante su regreso por el área del Mediterráneo. Se trata de un tema
popular muy conocido reproducido en este poema con una estructura
compleja no lineal, al contrario de lo que sucedía en la Ilíada. En cuanto a
dicha estructura, podemos observar varias partes:

1. Cantos I – IV: los acontecimientos suceden en Ítaca y cuentan el


infortunio que están padeciendo Penélope y Telémaco, el cual
decide por fin salir en busca de noticias de su padre.

2. Canto V: aparición de Ulises, el cual se encontraba ya hacía


mucho tiempo en la isla con Calipso. Sin embargo, por órdenes de
Zeus, ella debe dejarlo ir. Así, Ulises abandona la isla para
regresar a casa pero sufre una tempestad y llega a la costa de los
feacios.

3. Cantos VI – VIII: cuentan los sucesos de Ulises en tierras feocias,


cómo el rey Alcino y su hija Nausica lo acogen con gran
hospitalidad y cómo un divino aedo de nombre Demódoco canta en
uno de los banquetes lo acontecido en Troya, momento en el que
Ulises se desploma, rompe a llorar y confiesa quién es en realidad.
4. Cantos IX – XII: se considera la parte núcleo del poema. Ulises
narra en Feocia todo lo acontecido anteriormente: historia con el
cíclope Polifemo, la maga Circe, las sirenas, los latófagos, la visita
al Hades, etc. Los feacios, impresionados y compaciéndose de él
le regalan un barco para que vuelva por fin a Ítaca. Aun así, el
regreso no se ve exento de problemas. Es en este momento
cuando el relato adquiere ya una estructura lineal hasta que llega
a casa y ocurre el reencuentro, la muerte de los pretendientes, etc.

POESÍA CÍCLICA O CICLO

El término “Ciclo” alude a la forma en la que desde hace ya tiempo se


viene refiriendo a la poesía oral de tema épico, a la cual pertenece Ilíada y
Odisea. Aunque estos dos últimos siempre se consideraron grandes
poemas y del resto de poesía cíclica sólo hemos conservado pequeños
fragmentos, no se puede afirmar que no sepamos mucho de ella, pues,
hasta que aparece la escritura, toda esta literatura épica se enmarca en un
contexto oral y se cultiva a lo largo del tiempo. Así pues, no sólo somos
conocedores de todo lo sucedido alrededor de las figuras de Aquiles y
Ulises, sino también de diversas historias que no aparecen ni en Ilíada ni
Odisea como pueden ser los acontecimientos alrededor del personaje de
Agamenón, Edipo, la caída de Troya, etc., historias contadas oralmente en
poesía épica en los siglos IV, VIII, VII, o antes incluso, de las cuales somos
conscientes por mero conocimiento general de dichos acontecimientos.
Este conocimiento se debe, en parte, a la tragedia, que reelabora dichos
temas, y a la iconografía.

Es importante destacar además que sobre todos estos ciclos había


diversas variantes, hecho que demuestra una vez más la gran tradición
oral de poesía épica del momento. Todo lo que no es Ilíada y Odisea, de
ello, sólo tenemos breves fragmentos recogidos por tradición directa. Se
trata de una gran diversidad de temas o ciclos sobre los que se inspiraron
artistas de toda índole como trágicos, líricos, etc. Así, tanto Ilíada, Odisea
como esta poesía cíclica comparten tradición y no se puede decir que
ninguna de ellas sea la procedencia de la otra. Se trata, pues, de poesía
épica de la época en la que se compusieron Ilíada y Odisea. De ella,
tenemos constancia de algunos títulos de obras. Así, en relación al “Ciclo
troyano” nos encontramos con:

 Cantos Ciprios: se suelen fechar en el VII a. C. Se trata de


poemas que contaban los sucesos anteriores a la Guerra de
Troya aunque totalmente relacionados con ella como pueden ser
el rapto de Helena, el juicio de Paris, etc.
 Etiópida: poema fechado en el s. VIII a.C. que narra los sucesos
posteriores a lo acontecido en la Ilíada. Narra, pues, cómo
después de la muerte de Héctor, acuden los etiópidas en ayuda
de los troyanos y su jefe, Memnón, es muerto a manos del propio
Aquiles.

 Pequeña Ilíada: cuenta los sucesos que ocurrían justo antes de la


caída y destrucción de Troya: el caballo de madera, etc.

 Saqueo o caída de Troya / Ilioupersis: relata la muerte de


Príamo, la del hijo de Héctor, Astianacte, la quema de la ciudad y
los templos, etc.

 Regresos o “nostoi”: suelen fecharse en el s. VII a. C.

La principal problemática que gira en torno a estos testimonios es el


hecho de que todos ellos se fijaron por escrito mucho más tarde de lo que
lo hicieron los poemas de Ilíada y Odisea. Por ello, parece que toda esta
poesía cíclica bebió de las dos grandes obras por excelencia de la literatura
griega, pero sin embargo, los acontecimientos no surgieron así y si
existieron influencias entre ellas fueron totalmente mutuas, pudiéndose
hablar incluso de un tronco común del cual procedieron y se influenciaron
todos los ciclos.

Por otro lado, también podemos encontrar poemas o pequeños fragmentos,


mejor dicho, de otro ciclo muy importante como es el tebano. Así, sabemos
de la existencia de al menos 3 poemas que contaban historias relacionadas
con la ciudad de Tebas:

 Ediópida: fechable para el s. VIII a. C., narra la historia de Edipo y


todos los acontecimientos que giran en torno a este personaje desde
su nacimiento.

 Tebaida: se suele fechar también para el s. VIII a.C. y relata la


rivalidad entre los hijos de Edipo tras su muerte.

 Epígonos: cuenta los sucesos que acontecen a la generación


siguiente de Teocles y Polinices.

Además, sabemos de la existencia de una poesía cíclica que contaba las


cosas que más tarde dejó por escrito Hesíodo, es decir, la llamada
“teogonía cíclica”. Aparecen al menos dos poemas de este tipo:

 Teogonía: relato de la descendencia del cielo y de la tierra.

 Titanomaquia: narración de la rebelión de los titanes.


HIMNOS HOMÉRICOS

Denominamos “himnos homéricos” a un conjunto de 33 poemas de tipo


concreto, himnos a los dioses, estudiados en conjunto pero cuyas
diferencias y similitudes veremos a continuación. Todos estos poemas
están compuestos en hexámetros, es decir, utilizan la forma propia de la
poesía épica, y comparten además la misma lengua, el lenguaje épico,
hecho que les otorga cierto aire homérico. En cuanto a las diferencias, es
importante señalar la diversidad de extensión que encontramos entre
unos himnos y otros. Así pues, existe una diferencia abismal entre el
tamaño del poema más pequeño, 3 versos, y el más extenso, 580. La
misma diferencia, y de gran importancia, se puede destacar en relación a la
fecha que se les otorga: el himno más antiguo puede ser fechado en el s.
VIII – VII a.C. y algunos otros podrían llegar a ser muy recientes, siglo II a.
C. incluso. Hay que destacar, además, que todos ellos comparten una cierta
estructura fija: invocación al dios en cuestión, episodio mítico que se
cuenta sobre el dios o petición en concreto y, por último, una despedida o
final en el que se repite a menudo la frase: “ya me acordaré de ti en otro
canto”. Sin embargo, la utilización de esta estructura base y el uso de una
misma lengua provoca que muchos de estos himnos no puedan ser
fechados.

Es fundamental señalar que estos poemas nos hacen pensar en un


género homérico, puramente épico, pero, sin embargo, no podemos olvidar
que los líricos también compusieron himnos de esta clase (Ejp.: Safo y su
“Himno en honor a Afrodita”). Por tanto, nos encontramos ante un eslabón,
un nexo entre la épica y la lírica, un género de poesía que se relaciona y
que se encuentra a medio camino entre ambos géneros.

Los cuatro himnos más antiguos y relativamente extensos que nos


otorgan alguna información relevante son:

 Himno a Deméter: este poema es el testimonio más antiguo que


poseemos sobre los misterios de Eleusis. Así pues, no sólo es
importante desde el punto de vista mítico, ya que cuenta el rapto
de Perséfone, sino también desde un enfoque religioso al
otorgarnos tal información.

 Himno a Apolo: fechable en el s. VII – VI a. C., su interés


fundamental es el hecho de que parezca una fusión de dos
himnos, uno dedicado a Apolo Delio (historia de su nacimiento) y
otro a Apolo Pítico (acontecimientos relacionados a cuando se
hizo con el oráculo de Delfos). Por tanto, consta de una estructura
media con dos historias entre la invocación al dios y la despedida
del final.

 Himno a Hermes: este himno se fecha en torno al s. VI – V a. C. y


consta de un tono diferente, un cierto tono humorístico, al contar
la historia de cuando el dios era niño y cometía diversas
travesuras y se involucraba en algunos conflictos con el resto de
deidades.

 Himno a Afrodita: se trata del testimonio que cuenta la historia


mítica de la unión de la diosa con el mortal Anquises por orden
de Zeus.

Todos ellos son testimonios muy importantes que conservamos tanto


desde un punto de vista mítico, como de uno también religioso en el caso
de los himnos a Deméter y a Apolo.

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