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Maryu

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Tati
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PRÓLOGO

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 4

CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6

CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10

CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13

CAPÍTULO 14

CAPÍTULO 15

CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 18

CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22

CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25

CAPÍTULO 26

CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30

CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32

CAPÍTULO 33

CAPÍTULO 34

CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36

CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40

CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43

CAPÍTULO 44

CAPÍTULO 45

CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47

EPÍLOGO
A los peligrosamente enamorados,
a los tontos que se apresuran,
Y a los que aún buscan a sus caballeros con armadura
desgastada.

Esto es para ti.


Prólogo
A.J.
A.J. Era un chico inteligente, tenía solo cinco años
pero sabía el valor de un secreto.
No le gustaba mantener secretos con su madre y cuando
le preguntó si estaba bien mentir, ella le dijo que
nunca estaba bien ser deshonesto.

No tenía sentido.
A.J. Había oído a su madre mentir antes.
¿Por qué ella era capaz de mentir cuando él no podía ?
Su madre le explicó que a veces las personas decían
mentiras para evitar que otra persona se entristeciera
y que éstas se llamaban "pequeñas mentiras blancas".

A.J. Pensó en esto.


Su secreto heriría a su madre, le habían dicho, por lo
que no era realmente una mentira, pensó.
Mantener su secreto era más una "pequeña mentira
blanca". Mientras, su madre lo metía en la cama él le
sonrió. —Te amo — le dijo y lo decía en serio.
La sonrisa de su madre se suavizó. —Te amo más, cariño—
Respondió ella en voz baja mientras pasaba sus suaves
dedos por su desordenado cabello.
Ella le lanzó un beso cuando dejó su habitación,
apagando la luz y cerrando la puerta detrás de ella.

A.J yacía en su cama, despierto y esperando.


No estaba seguro de cuánto tiempo esperó, pero cuando
escuchó el ruido de la ventana y luego se levantó con
una insoportable lentitud, sonrió con entusiasmo.
Su pequeña mentira blanca estaba aquí.
Papi estaba en casa

...
LEXY

— ¿Mami?
Lo escuché. Cómo no iba a hacerlo?

Pero seguí conduciendo en silencio.


Todo se sentía apretado. Mis entrañas, mi mandíbula, mi
agarre en el volante. Incluso mis ojos se sentían
firmemente fijados en el camino. Pero eso no fue culpa
de A.J. y no le haría saber que sentía que estaba
muriendo por dentro.
Un suspiro me dejó.
El día del padre nunca fue un buen día para mí.
— ¿Si, cariño?
Él no contestó por un largo tiempo y cuando fruncí el
ceño y lo miré por el espejo retrovisor, sus ojos
estaban fijos en mí, sin parpadear.
Me dolía el corazón cuando miraba sus suaves ojos
marrones.
Los ojos de su padre.
Bueno, mierda.
Mi nariz comenzó a hormiguear. Y justo asi nuevas
lágrimas rodaron por mis mejillas. Las golpeé y
parpadeé rápidamente, tratando en vano de sofocar el
aguijón familiar de tristeza.
Jesucristo. Debo recomponerme.
A mi hijo, no le gustaba que me molestara. Su voz era
poco más que un susurro y casi desesperada. — No
llores, mamá — Su voz se endureció y murmuró — No me
gusta.

Oí a su papá con esas palabras endurecidas.


Ugh, Me estaba matando
Nos detuvimos en un semáforo en rojo y quité las manos
del volante, mirando hacia atrás y forzando una
sonrisa. Hablé suavemente, casi pacificando. — Perdón
amigo.
Era el cumpleaños de su padre y nos dirigíamos a casa
desde el cementerio. Cada vez que veía esa reluciente
lápida de mármol blanco, me llevaba a un momento que
elegí recordar, cuando sería mejor olvidar. Ese tiempo
hace tanto ya , pero tan vívidamente fresco en mis
recuerdos. No importa cuánto tiempo pasara, estaba
atrapada allí, en ese tiempo. En un lugar donde era
salvaje y descuidada y en los brazos del hombre que
amaba.
No se equivoquen al respecto. Estaba peligrosamente
enamorada.
Imprudentemente enamorada.
Las luces se volvieron verdes y giré hacia atrás,
conduciendo, una vez más agarrando el volante como una
cuerda de salvamento. Estábamos a medio camino de casa
antes de que me diera cuenta de que estaba conduciendo
en piloto automático, en absoluto prestando atención a
mi entorno.
Mi corazón se tambaleó de aprensión. Tragué saliva y
negué con la cabeza en un pobre intento por sacarme de
mi estupor.

Tal vez la conversación no fue tan mala idea después de


todo. — ¿Qué tal si vamos a la tienda de comestibles,
conseguimos un montón de comida chatarra y vemos una
película esta noche?.
La amplia sonrisa en mi cara era genuina entonces. Solo
había un hombre en mi vida, y unió mi corazón con
barro, risitas y dibujos hechos con crayón y amor.
A.J. Sonrío, mi monstruo desdentado, pero tan rápido
como llegó se fue — ¿Qué día es hoy?
Me detuve

Umm ...
No pude evitar mi risa tranquila.
¿Qué pregunta?
El asombro divertido me sorprendió y mis cejas se
alzaron. — Uh ... — Traté de calmar el impulso de
reírme otra vez. — Domingo.
Parpadeó en su regazo antes de mirarme a través del
espejo. Sacudió la cabeza antes de mirar por la
ventana. — No gracias.

La confusión estropeó mi frente.


¿Eh?
¿Estaba pasando de comida chatarra? ¿Desde cuándo?
No quería empujar, pero tardé en darme cuenta de que
necesitaba más tiempo que nunca con mi hijo. Yo iba a
tener que endulzar la olla. — Tal vez podríamos
quedarnos despiertos hasta tarde, dormir y luego comer
panqueques mañana.

Oh. sonreí por dentro.


Parecía tentado.
—¿Qué pasa con la escuela?
¿Incluso me conocía? Yo era una madre genial. ¿Cuál fue
un día de escuela perdida para establecer un vínculo
con mi hijo? — Olvídate de eso les diré que estás
enfermo.
— Eso es una mentira — Me miró un momento antes de
evitar mi mirada. — Y me gusta la escuela.
— Sólo una pequeña mentira. Mi sonrisa comenzó a caer.
— Una mentira blanca.
Espera, ¿Realmente me estaba explicando a un niño de
cinco años?
¿Qué estaba pasando aquí? A.J. No estaba actuando como
él mismo.
Después de un momento de desconcierto, un pensamiento
se encendió y reconocí lo egoísta que estaba siendo.
Era solo un niño pequeño, y quizás hoy era más difícil
para él de lo que pensaba.
Tal vez acababa de comenzar a averiguar exactamente lo
que había perdido al perder a su padre.
Las posibilidades eran que aunque necesitaba una
distracción, tal vez A.J. Necesitaba el tiempo para
procesar lo que estaba sintiendo. Y me dolía el pecho.

¿Podría estar él de luto como yo?


Suspiré en silencio y mi sonrisa se volvió triste. —
Está bien cariño, la próxima vez. — Pero no pude evitar
la sensación de desconexión entre nosotros.

Y luego estábamos en casa.


Me detuve en el camino y apagué el auto. Antes de
salir, me volví en mi asiento para mirar a mi dulce
niño.
— Oye — empecé y cuando me miró con esas largas y
oscuras pestañas, me derretí. -Sé que hoy no fue fácil
— Puse mi mano en su rodilla. — ¿Estás bien?
Estuvo estoico por un largo momento mi bebé y luego
negó con la cabeza pero se mantuvo con la cara de
piedra. Le di tiempo y un minuto completo antes de que
hundiera su barbilla y dijo con cuidado — Si alguien me
dijo algo... un secreto... y quiero contárselo a
alguien más, ¿está bien?.
Pensé en los pequeños amigos de A.J. y pregunté — ¿El
secreto está haciendo daño a alguien?
A.J. pensó en eso. — No. No lo creo.— Cariño, cuando
alguien te dice un secreto, no es tu secreto para
contar y cuando alguien te está diciendo ese secreto,
confían en que guardes eso para ellos — Me acerqué y
pasé mis dedos por un lado de su cara. — ¿Seguro que
este secreto no está lastimando a nadie?
Miró hacia abajo, y esas largas pestañas miraron sus
mejillas. Luego dio un firme asentimiento — Estoy
seguro.

Gracias a Dios.
No estaba segura de poder lidiar con mucho más desorden
hoy. — Está bien, entonces no, cariño, no deberías
decirle a nadie.
— ¿Ni siquiera a ti?,— preguntó con sensatez.
— ¿A mí ?— Pellizqué su mejilla ligeramente,
juguetonamente y él estalló en una gran sonrisa. — Tú
puedes decirme cualquier cosa. — Le guiñé un ojo. — No
guardamos secretos entre nosotros ¿verdad? No lo
entendí Parecía visiblemente molesto, pero susurró,—
cierto.—

UH oh.
No está bien
Mi corazón tartamudeó mientras lo ayudaba a salir de su
asiento. Salí del auto y lo jalé hacia mí, abrazándolo
de costado. Su brazo rodeó mi cintura.

¿Qué estaba pasando con mi hijo? De repente estaba


ansioso.
— Puedes decirme cualquier cosa.— Lo miré sin
parpadear. — Cualquier cosa en absoluto y no me voy a
enojar. Solo escucharé si es lo que necesitas, pero...
Me detuve, me paré en su camino y me arrodillé, mirando
a mi hijo a los ojos.
— No guardamos secretos amigo.
Él asintió lentamente, sabiamente, como si estuviera
atrapado en una situación difícil y no estuviera seguro
de cómo proceder.

Mierda.
Me preocupó
Una vez dentro, dejé que mi bolso se deslizara de mi
hombro hacia la barra de desayuno y vacilante miré al
niño que estaba parado torpemente en la puerta.
Continuamos mirándonos un rato antes de preguntar —
¿Tienes algo que decirme, amigo?
Un segundo después, asintió. — Sí — arrastró los pies.
Tenía algo importante que decirme; Podía sentirlo, como
lo hace una madre. Le presté toda mi atención. — ¿Qué
es?
A.J. Habló y no estaba preparada para lo que él dijo.
De ningún modo.

— Bueno, a veces, tarde en la noche...


Oh, esto no estaba bien. Mi corazón inmediatamente
comenzó a acelerarse.
— A veces...- Miró al Zócalo y se frotó el zapato. Su
voz bajó unos decibelios. — A veces, papá viene a
verme.
La presión en mi corazón se liberó, la banda apretada
desenrollada.

Oh Señor.

Hoy no era el día.


Sentí ganas de llorar.
— Bebé,— mis ojos se cerraron por su propia cuenta y
solté una risa sin voces, forzando el nudo de mi
garganta. Lo atraje hacia mí y lo apreté fuertemente,
meciéndolo de lado a lado, besando su sien.
Me devolvió el abrazo con la misma fuerza y le expliqué
algunas cosas.
— Sé que se siente así —. Lo besé de nuevo. — Papi
viene a mí también a veces — me aparté y lo observé con
cautela. — En mi mente, en mis sueños.
— No — A.J. sacudió su cabeza. — No en mis sueños, mamá
es real.
Oh, cariño... no.
Mi corazón se rompió cuando traté de explicarle que lo
que estaba sintiendo, lo que estaba viendo, no era más
que un mecanismo de afrontamiento. Yo debería saber. En
un momento dado, Twitch estaría en mi habitación todas
las noches y hablaría con él. Él nunca respondió a mis
preguntas ansiosas. Me tomó un tiempo y mucha terapia
para darme cuenta de que me estaba lastimando
psicológicamente.
— Cuando sueño con papá, se siente tan real.-
Inhalando profundamente, temblorosamente, hablé con una
exhalación: — Se siente tan real que a veces no quiero
despertarme de un sueño tan hermoso. — Cerré los ojos
para enfatizar mis siguientes palabras, agarrando sus
antebrazos. — Pero es solo un sueño, cariño — Lo jalé
hacia mí una vez más y puse mis brazos alrededor de él.
— No es real.
A.J. frunció el ceño. — No, mamá — Intentó sacudir su
cabeza contra mi pecho. — Es real, realmente real.

No, no lo es. El se fue.


— Bebé.— Me duele tanto el corazón como las palabras
habladas. — Papá se ha ido.
— No,— dijo con firmeza en la forma en que lo podría
hacer un niño de cinco años.
Me mordí el labio para evitar soltar un grito de dolor.
En cambio, susurré, — Sí.
Pero A.J. no lo estaba teniendo, dio un paso atrás y
sentí la pérdida de inmediato. La fuerza de su mirada
me golpeó. — No.
Maldita sea.

¿No sabía que me estaba lastimando?


Twich se había ido.
Y él nunca volvería.
Pero mi hijo era tan importante, tan precioso para mí,
que me derrumbé y cuando lo hice, una lágrima se
arrastraba por mi mejilla. — Está bien bebé —
Una mirada de reivindicación lo cruzó, y cuando se
arrojó a mis brazos, sostuve a mi bebé y lloré en
silencio.
Porque mi hijo estaba llorando al padre que nunca tuvo.
Y cualquier forma que él eligiera para lidiar con eso
estaba bien conmigo.

Incluso si eso significa lastimarme en el proceso


CAPÍTULO 1

Twitch
En la sombra de la noche, me muevo lentamente, en
silencio y cuando la casa apareció a la vista, me
detuve, las luces seguían encendidas. Me paré junto al
árbol de goma en la esquina de la calle y esperé.
Mirando mi muñeca, miré mi reloj a la luz de la luna y
conté los segundos. Cuando el reloj dio las once, miré
hacia la casa y de repente se inundó de oscuridad. Era
como un reloj. Cada noche, a las once de la noche, Lexi
se acostaba, pero no antes de revisar a A.J.
Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios cuando la
lámpara en la habitación de mi hijo ilumina la ventana.

Y ahí estaba.

¿Ven?
Aparato de relojería. Lo mismo, día tras día.
Pasó un momento y la ventana se atenuó y esa fue mi
señal.
Con las manos en los bolsillos de mi sudadera con
capucha, me moví con gracia, en silencio y cuando
llegué a la ventana, puse mis manos en la parte
superior del marco de madera y empujé. Se sacudió
cuando se abrió. Saqué la mosquitera y la coloqué en el
suelo antes de subirme. En el momento en que mi pie
golpeó el suelo de su habitación, escuché un chasquido
de plástico.
Hice clic en mi lengua, y murmuré, — Joder.— Cuando el
hombrecito en la cama levantó la cabeza y me miró
parpadeando dormido, pronuncié en voz baja: — Pensé que
te había pedido que limpiaras esta mierda.

Se frotó los ojos y luego murmuró — Lo olvidé.


— ¿Te olvidaste? — Pregunte en voz baja. — Seguro que
lo hiciste.
La pequeña sonrisa tirando de sus labios me dijo que
estaba mintiendo. Mi hijo podría haber conseguido mi
apariencia, pero él era su madre. Amable, honesto y
bueno.
Eché un vistazo alrededor de la habitación, al suelo,
antes de suspirar por el desorden, y caminé en silencio
hacia la estantería. — ¿Cuál es tu sabor, muchacho?

-Huevos verdes y jamón-, dijo de inmediato.


Mis labios se fruncieron en una pequeña mueca. — Otra
vez?
— Otra vez.— Él asintió, sentándose en la cama.
Suspire, pero fue exagerado. Realmente no me importaba
lo que él quería que le leyera. Lo haría, leyendo el
mismo libro una y otra vez, si eso significaba que
tenía que pasar algo de tiempo con mi hijo. Porque el
poco tiempo que tengo con él es algo que atesorare. Era
precioso y lo había extrañado toda su vida. Así que lo
poco que tengo de él, me ocuparía.
Libro en mano, fui a él. — Deslízate.— Cuando lo hizo,
me senté en el borde de la cama, recostado contra la
cabecera de madera y puse mi brazo alrededor de él y el
libro.
Sin dudarlo, apoyó su somnolienta cabeza en mi pecho.
Parpadeé hacia él mientras él soltaba un pequeño
bostezo, y yo moría por dentro.

Yo malditamente morí
Nunca un niño había sido tan amado como mi hijo. Su
confianza no era algo que merecía, pero la tomaría
porque era mi hábito de tomar cosas que no me
pertenecían. Reclamándolas como mías.
Cuando comencé a leer en voz baja, reconozco que ya ni
siquiera necesitaba el libro, lo leí tantas veces, que
sabía la maldita cosa de memoria, pero parecía que a
A.J le gustaban las fotos, así que levanté el libro y
lo dejé pasar las páginas cuando lo necesitaba,
observándolo sonreír ante los dibujos de tonterías,
sonriendo junto a él.
Nunca entendí lo que la gente quería decir cuando
decían que eran las pequeñas cosas.
Mirando a mi hijo ... lo tengo.
Esas sonrisas, su risa, la forma en que se rascó el
trasero sin vergüenza ... valió la pena todo el tiempo
que pasé lejos de él. Por este niño, por Lexi, lo haría
de nuevo en un abrir y cerrar de ojos. No quería
hacerlo, pero lo haría, por lo que era tan importante
tener que ocuparme de los asuntos antes de que volviera
a salir de mi tumba hueca.
Estaba tan cerca de ser resucitado. Podía saborearlo,
saborear los labios llenos y dulces de Lexi mientras me
adoraban.
Pensar en la mujer al final del pasillo, sola en la
cama, hizo que se me tensara el estómago. Qué fácil
sería colarse en su habitación y mirarla un rato.
Si, yo era un jodido enfermo. Y los viejos hábitos no
morían.
Dios. El recuerdo de ella ...
Me dolió el pecho cuando mi mente evocó una imagen de
ella sonriéndome de esa manera suave y cálida que
estaba reservada para mí y solo para mí.

La extrañaba
Había sido demasiado tiempo.
Terminado con el libro, lo cerré y luego abracé a mi
hijo adormecido. — ¿Estás cansado hombrecito? — Él
asintió en mi pecho y yo sonreí, — ¿Quieres que me
quede hasta que estés dormido?
Otro asentimiento, más débil esta vez, y un pensamiento
me cruzó.
Mataría por este niño.
Pasando una mano por su cabello desordenado, cerré los
ojos y lo inhalé. Olía a manzanas verdes, a suavizante
de telas y a algo único de A.J. Presioné mis labios
contra su cabeza y lo sostuve y lo mantuve allí,
extrañándolo ya.
Un brazo escuálido se desplomó sobre mi estómago y me
apretó. Su voz era un susurro silencioso. — Vas a
volver, ¿verdad?.
Yo fruncí el ceño a mí mismo. ¿Cómo pudo él preguntar
eso?
Se acurrucó más dentro de mí y mi ceño se intensificó.
— Oye — Cuando no se movió, le di un codazo y
lentamente me miró con ojos tristes. — Estoy volviendo
— Pero sus ojos permanecieron tristes y sentí el dolor
familiar que siempre sentía antes de tener que irme. —
Lo prometo.
A.J. Me miró un largo momento antes de que él
asintiera. Sostuve a mi hombrecito con fuerza, con la
intención de tranquilizarlo pero sin saber cómo. Luego,
me agaché y desaté mi reloj, entregándole el pesado
metal.
A regañadientes, lo tomó y cuando me parpadeó
interrogándome, le dije — Regresaré por esto. Sus ojos
se agrandaron antes de mirar hacia el reloj. Dios, este
niño. Todo lo que pude manejar fue la mirada de orgullo
al ser confiado con algo tan grande como un reloj de
pulsera. — Lo mantendrás a salvo para mí, ¿sí?
Su gesto de asentimiento fue sólido, entusiasta y
cuando vi su leve sonrisa, la sensación de dolor en mi
pecho se alivió ligeramente.
No estaba seguro de muchas cosas en la vida, pero
estaba seguro de una cosa. Amo a mi hijo. Yo lo amaba
ferozmente y si alguien alguna vez fuera lo
suficientemente estúpido como para joder con él,
estaría allí, Glock en mano.
Imbécil.
clic.
Boom

Jodidamente pruébame.
Una hora más tarde, el hombrecito que estaba encima de
mí estaba profundamente dormido y necesitaba salir.
Cuidadosamente cuando me deslicé fuera de él y reajusté
las mantas. Me quedé allí un rato, observándolo, mi
estómago se enrollaba con fuerza.
No quería irme.

Pero tenía que hacerlo.


Antes de irme, pasé una mano sobre el cabello de mi
hijo, me incliné y le di un beso en la frente. Con un
susurro suave, le dije a su forma dormida, — Te quiero
— Lo dije en serio.
Esas palabras no me alarmaron tanto como solían
hacerlo. Había aprendido mucho en mi tiempo lejos. Cómo
apreciar la vida al máximo, fue una de esas cosas.
Le di una última mirada a mi hijo antes de salir a la
noche.
Mientras caminaba por la calle, hacia mi casa, me
pregunté cuánto tiempo podría seguir escondiéndome a
plena vista.

Mierda.
Una sonrisa se dibujó en mis labios cuando se presentó
la respuesta. Para siempre, si es necesario.
— ¿Cuánto tiempo más?— Pregunté, muy claramente
cabreado.
Él suspiró. — No lo sé, Twitch. Estas cosas llevan
tiempo — Escuché su silla chirriar. — ¿Qué, crees que
van a seguir adelante y confiar en lo que tengo que
decir sobre ti? — Él se burló. — Por favor, hijo. Los
EE. UU. Han reconocido a regañadientes tu vida otra
vez, pero Australia no está tan dispuesta — hizo una
pausa — Hay una tumba vacía con tu nombre, Twitch.
¿Crees que eso no plantea preguntas? Piensa en esto. Tu
tumba desaparece, tu chica se vuelve loca y quiere
respuestas — Él dejó escapar un largo suspiro. —
Mientras más tiempo lleve esto mejor será para ti,
Confía en mí en esto.
Ethan Black, mi improbable asociado, tenía razón y eso
me molestó hasta el fin. Estaba seguro — Sí lo que sea.
— Mira.— Dijo el hombre principal del FBI — Todo
funcionará. Sabías que este proceso iba a ser largo.
Dijiste que estabas en esto por mucho tiempo. ¿Qué
pasa?
Sí, lo tenía. Pero ver a mi hijo anoche me hizo
pensar. — Digamos que quiero salir ahora mismo — ¿Qué
es lo peor que puede pasar? — Pregunté.
Ethan rió sin humor. — Jodido infierno! — cuando no
pronuncié una palabra, se calló un segundo, luego
explicó — Fingiste tu muerte Twitch y aunque el
pseudocidio no es técnicamente un delito, estás viendo
tantos otros cargos en los que te ahogarás.
Conspiración, evasión de impuestos por delitos graves,
falsificación de un certificado de defunción: ¿quieres
que continúe? Tu chica caerá por cobrar ilegalmente un
seguro de vida. Ah y aquí está el más grande. Fraude.
Correcto. Lo tengo.
— ¿Eso es todo? — Sonreí cuando él soltó una serie de
improperios.
— Mantén tu puta cabeza abajo y mantente fuera de
problemas — Se quejó Ethan y por lo que se oía, estaba
cansado de esta conversación como lo estaba yo. — Tengo
trabajo que hacer — Y luego me colgó.
Solo en mi habitación, a una cuadra de la casa donde
estaban mi hijo y mi mujer, pensé cuál era mi posición
actual, sobre el consejo de Ethan.
Mantén tu maldita cabeza abajo y mantente fuera de
problemas.
Mis labios se levantaron en las esquinas.

Nah
Ese no era mi estilo.
De pie rápidamente, me vestí y agarré mis llaves. Antes
de salir de la casa, me levanté la capucha y me puse
mis Ray Bans. Escondí mis manos tatuadas en mis
bolsillos, salí, me dirigí hacia mi Nissan Patrol sin
pretensiones y entré.
Era lunes, y sabía dónde estaba ella todos los lunes.
Mi Lexi era una criatura de hábito.
Conduje rápido y una vez que llegué, me estacioné,
mirando por las ventanas tintadas. Y allí estaba ella.

Mi alma inquieta se relajó al verla.


Estaba lo suficientemente lejos para no ser notado,
pero lo suficientemente cerca para ver la suave curva
de su culo. Y jódeme, se veía hermosa.
El instructor de yoga, un tipo delgado de unos cuarenta
años, se paró frente a las seis mujeres en una postura,
balanceándose sobre una pierna mientras presionaba el
pie opuesto en la rodilla, con los brazos hacia arriba
sobre su cabeza.
Las mujeres coincidieron con su postura y cuando Lexi
se tambaleó, se apresuró, colocando sus manos en su
cintura para estabilizarla.

Mis ojos brillaron y la ira comenzó a crecer.


Mira, podría haber cambiado algo en mi ausencia, pero
no era un maldito santo. Al ver las manos de otro
hombre en mi mujer, mi corazón latía con fuerza. Me dio
ganas de romper cabezas.

Con la mandíbula apretada, seguí mirando.


Cuando dijo algo, sonriendo y Lexi respondió con una
amplia sonrisa, mi estómago se apretó dolorosamente.
Hablaron unos momentos y cuando no podía apartar los
ojos de esas manos en sus caderas, mi cuello comenzó a
calentarse, mis manos se apretaron en puños y murmuré
en voz baja — Quita tus malditas manos de ella.
Como si me hubiera escuchado, las manos del imbécil se
deslizaron lejos de ella pero no antes de detenerse por
un momento. Y honestamente, no podía culparlo. Lexi era
una mujer hermosa.
Solo cuando él se alejó, mis tripas se desenrollaron.
Respiré profundamente, dejándolo salir lentamente.
Los problemas de ira me plagarían el resto de mi vida,
pero estaba trabajando en ellos.
Estaba vestida con mallas de entrenamiento negras y una
camiseta blanca suelta y vi cómo el escote de esa
camiseta de gran tamaño se deslizaba por un hombro,
revelando el grueso tirante de su sujetador deportivo.
Ella tenía puesto un par de zapatillas blancas y el
cabello grueso y marrón estaba en una coleta alta.
De repente, los recuerdos me asaltaron y cerré los
ojos, deseando tan desesperadamente sumergirme en esos
recuerdos y vivir allí un rato.

Lexi en mi cama.
Lexi de rodillas.

Lexi chupandome tan bien mientras me miraba a los ojos.


Se me escapó un gemido y bajé las cejas cuando agarré
mi polla endurecida, apretándola con fuerza. — Mierda.
Mi cabeza cayó hacia atrás y cerré los ojos con fuerza.
Mis labios se separaron mientras luchaba por
controlarme; un suspiro frustrado sopló entre ellos.

Sí.
Había sido demasiado tiempo.

Necesitaba a mi nena.
Un ceño fruncido tiró de mi boca.

¿Ella me necesitaba?
Tan pronto como llegó el pensamiento, se fue y una risa
ligera me abandonó.
Por supuesto que lo hace, amarme era todo lo que ella
necesitaba.
Sin embargo, haría que valiera la pena, la amaría con
fuerza, la dejaría satisfecha y la haría rendirse una
vez más. Y ella lo haría voluntariamente. Sabía lo que
le gustaba a mi mujer. El tiempo no cambia esos gustos
particulares.
Yo debería saber. No había cambiado los míos
La idea de Lexi desnuda y dispuesta, con mi mano
envuelta alrededor de su pelo oscuro y espeso, hizo que
mi polla se sacudiera.
La apreté lo suficiente como para magullarla y me mordí
el interior de la mejilla, deleitándome con el dolor.

— Jesús!— siseé en voz baja con los dientes apretados.


— Tengo que salir de aquí.
Antes de irme, le eché una mirada más a mi mujer y
justo cuando lo hice, se volvió para hablarle a una
dama, sonriéndole abiertamente mientras levantaba un
brazo, lo sostenía sobre su pecho y lo mantenía allí,
estirándose.
Y mi alma gritó por ella.Érase una vez, en la tierra de
los dioses y los monstruos, vivía un ángel y su nombre
era Lexi
CAPÍTULO 2

Lexi

Tenía frío y estaba mojada por la transpiración, pero por


un momento ignoré la imperiosa necesidad de ducharme. En
el segundo en que entré a la casa, grité: — Hola, ¿hay
alguien en casa?
Para mi absoluta alegría nadie respondió y dando un
ligero suspiro mis pies me llevaron hacia la cocina. Cogí
una silla de la mesa, la arrastré ignorando el chillido
bajo que vibraba en mi oído y luego me paré en ella. Abrí
el gabinete más alto a la izquierda, me estiré y saqué
una barra de chocolate estratégicamente escondida. Con
una sonrisa feliz me bajé de la silla, me senté en ella,
abrí el envoltorio y le di un gran mordisco.
Con los ojos cerrados de pura felicidad mastiqué
lentamente, saboreando el dulce y exquisito sabor.
Bajé la mirada hacia la barra de chocolate, sintiéndome
ligeramente culpable por comer esa delicia casi
inmediatamente después de terminar mi rutina de
ejercicios.
Con un ligero encogimiento de hombros di otro mordisco,
y dije:
— Meh que se joda.
Por eso hago ejercicio ¿no es así? ¿Para poder comer lo
que quiera? Y en este momento quiero chocolate, así
que...
— Mmm — gimi mientras pongo el resto de la barra en mi
boca.
La puerta del frente se abrió y mis ojos se ensancharon.
Tomé el envoltorio de aluminio y lo metí en mi sostén,
masticando más rápido.
— Muy bien, pequeño amigo,— dijo Molly— Quítate los
zapatos y guarda tu bolso.
Mientras, A.J. entraba corriendo por la puerta abierta y
gritaba:
—¡Hola, mamá!
Puse una mano en mi boca y continué masticando, tragué
saliva y luego respondí:
—Hola, cariño.
Molly entró en la cocina y me miró de cerca, sonrió y
preguntó:
—¿Has estado comiendo chocolate?
¿Cómo lo supo?
—¿Qué? No —dije demasiado rápido.
Mientras fruncía el ceño, sonriendo, llevó su dedo a la
esquina de mis labios, se echó hacia atrás y lo olió,
sonriendo.
—Chocolate —luego su frente se frunció — ¿De dónde lo
sacaste? Quiero chocolate.
Mierda.
La joven de veintidós años se había convertido
rápidamente en un miembro de esta familia. Sí, era
pequeña y estaba rota, pero Molly encajaba con nosotros.
Cuando Julius la recomendó como niñera a tiempo parcial
para A.J., yo tuve dudas. Debería haber sabido que
alguien a quien Julius recomendara habría sido
investigada tres veces.
No era un hombre que se arriesgara. Tampoco su esposa,
Alejandra. Los extraño bastante a los dos.
Vivieron con nosotros durante seis meses cuando se
mudaron a Sydney por primera vez y al momento de su
llegada Alejandra no se encontraba en buen estado. Había
sido atacada y secuestrada durante días, estaba más que
dañada físicamente. Mentalmente era tan frágil que
parecía casi quebrada, podía ser derribada por el más
mínimo toque, sonido o brisa y después de su terrible
experiencia ya casi no hablaba. No importaba cuántas
veces lo repasara mentalmente; no podía entender por lo
que esa pobre mujer había pasado.
En pocos días perdió un dedo, le rompieron varios huesos,
fue violada repetidamente y sufrió daños permanentes en
los ojos a manos de un maníaco con un cuchillo de caza.
Ahora estaba gravemente marcada y se petrificaba
completamente ante los médicos. Sin embargo, Julius la
amaba igual, en el momento en que vinieron a vivir con
nosotros, tuve una visión de primera mano de cuán herida
estaba.
A veces, los recuerdos todavía me persiguen.
Recuerdo que me desperté con gritos aterrorizados y
lamentos, gimiendo y jadeando por aire y para cuando salí
de la cama y corrí por el pasillo, Julius estaba
intentando recuperar el control dentro de su habitación.
—Despierta, nena —pronunció. Luego más frenético—. Joder.
¡Despierta! —luego, más fuerte.— ¡Ana!
Pero los gritos continuaron y me paré al final del pasillo
con una mano presionada contra mi pecho en un débil
intento de calmar mi corazón acelerado. Cuando los
alaridos y los gritos en pánico finalmente se calmaron y
fueron reemplazados por los gritos agudos volví a
regañadientes a mi habitación, pero el sueño nunca llegó.
En un momento dado, escuché algo arrastrarse por el
pasillo, así que me puse la bata y salí de mi habitación.
Lo que vi me rompió el corazón.
Julius llevaba un montón de sábanas a la lavandería. El
olor a orina era débil, pero definitivamente estaba allí.
Me acerqué a la puerta abierta, sintiendo mi presencia,
se giró para mirarme, vestido solo con pantalones de
pijama, luciendo aturdido y agotado. No me perdí las
marcas en su cuello y los arañazos que empañaban su pecho,
su piel de moca enrojecida parcialmente.
—Hola —susurró , luego volvió a meter las sábanas en la
lavadora. —Lo siento, te despertamos.
Me estaba dando cuenta, que Julius tenía la paciencia
de un santo.
—No te preocupes por eso —le dije. Después de una breve
vacilación, le pregunté:— ¿Está bien? —con su espalda
hacia mí, negó con la cabeza y entré en el cuarto de
lavado— ¿Otro recuerdo?
—Ella, eh... —se aclaró la garganta— se enredó en las
sábanas. Despertó aterrorizada —suspiró suavemente,
cansado—. Tuvo un accidente.
Era completamente deprimente que esta dulce mujer hubiera
pasado por tanto en su corta vida como para que
considerara que enredarse entre las sábanas supusiera una
amenaza y la asustara lo suficiente como para que mojara
la cama. Me mató verla rechazar ayuda.
Yo era una trabajadora social calificada, tenía recursos,
si tan solo se acercara y tomara lo que se le ofrecía.
Al alcance de mi mano tenía lo mejor del sistema de salud
mental de Australia.

Pero entendía el miedo mejor que nadie y lo que le podía


hacer a una persona era verdaderamente destructivo.
—Tal vez podamos intentarlo de nuevo con la terapia —
hablé en voz baja.
Julius dejó escapar un débil carcajada sin humor.
—Sí, buena suerte con eso, ya casi no habla conmigo.
¿Cómo vas a hacer que hable?
Mi respuesta fue honesta y desolada.
—No lo sé.
Respiró profundamente, luego lo dejó escapar lentamente
en una exhalación. Cuando pasó junto a mi me dio un suave
beso en la mejilla.

—Lo siento, te despertamos.


A la mañana siguiente, encontré a Ana sentada en la mesa
de la cocina, frente a A.J. y cuando entré arrastrándome
medio adormilada, ella sonrió. Seguro, ya no hablaba
mucho, pero seguía siendo tan amable conmigo como podía
permitirse y si una sonrisa era todo lo que podía dar,
con mucho gusto la tomaría.
Le apreté el hombro con suavidad.
—Buenos días, Ana —Me detuve junto a mi hijo, me incliné
y envolví un brazo a su alrededor, presionando besos a
un lado de su cuello.—Buenos días cariño. ¿Tienes hambre?
Hizo una mueca antes de limpiarse el cuello. Era un niño
pequeño, después de todo. —No, Ana me hizo tostadas.
Mis ojos le sonrieron cuando me enderecé.
—Gracias. ¿Puedo prepararte algo? —en respuesta, ella me
devolvió la sonrisa, pero levantó la taza y me dijo que
tenía todo lo que necesitaba. Revisé la nevera y
murmuré:— Está bien, bueno, estoy pensando en tocino y
huevos.
En ese momento, Julius entró en la cocina luciendo
adormilado y recién despertado. —Estoy adentro con eso.
Solté una carcajada antes de volverme hacia Ana.
—¿Te das cuenta de que no se le puede encontrar hasta que
alguien esté cocinando?
Se volvió hacia su marido, con los ojos llenos de alegría,
pero simplemente bebió un sorbo de su café. Él se sentó
junto a ella y con un áspero gruñido y un chillido agudo,
la silla fue arrastrada hacia él. Dejó su taza cuando él
comenzó a susurrar en su oído. Los observé discretamente
mientras comenzaba a cocinar. Lo que sea que él le dijo
tuvo efecto. Ella comenzó a asentir lentamente, cerrando
los ojos y cuando él se retiró, ella cuidadosamente, le
enmarcó la cara en las manos y lo miró a los ojos. Cuando
vio los círculos oscuros debajo de ellos, su rostro cayó
y se inclinó, presionando suaves besos en sus labios
llenos.
Independientemente de lo que Ana había pasado, una cosa
estaba clara. Ella amaba a su esposo más de lo que las
palabras podían describir, un amor como el de ellos era
raro, aún más raro para sobrevivir por todo lo que habían
pasado. Los adoraba a ambos y aunque tenían sus
problemas, los apoyaba.
Mientras freía los huevos en una sartén y el tocino en
otra, puse un poco de pan en la tostadora y cuando saltó,
Julius se levantó, me echó una mano y sacó dos platos.
Fue entonces cuando A.J. soltó:
—¿Por qué tienes pesadillas?
Todo mi ser quedó inmóvil. Sé que él era solo un niño,
pero habíamos hablado de esto y sabía que no tenía ningún
problema en hacerle una pregunta tan personal a Ana.
Así que cuando ella respondió, me quedé estupefacta.
Le tomó un tiempo, su voz era tranquila y sonaba ronca
por falta de uso.
—Porque la gente mala me hizo cosas malas.

Oí el ruido de la silla de A.J. y luego él se acercó a


ella, cuando miré a Julius, tenía la espalda recta y
sabía que estaba escuchando. Mi hijo se sentó junto a la
pequeña mujer y miró su ojo blanco, dañado.

—¿Ellos hicieron eso? Ella asintió lentamente.


—Sí.
—¿Te duele? Ana negó con la cabeza.
—No —tomó la mano de A.J. y la pasó por las cicatrices
de su ojo.
A.J. Hizo una mueca, pero ella sonrió alentadora—. Está
bien. Ya no lo siento. Está entumecido.
A.J. tomó su liderazgo y presionó sus pequeños dedos
contra su cara. De repente los dejó caer y preguntó:
—¿Por qué lloras en la noche? —casi me muero.
Con los ojos abiertos y completamente confundida por su
mala conducta, me giré y lo regañé.
—Es suficiente.
Pero Ana me dio un apretón, haciéndome saber que estaba
bien. No pude dejar de notar la forma en que le temblaban
las manos mientras hablaba, como si la estuviera
molestando enormemente usar su voz, pero lo hizo por A.J.
—Lloro porque estoy triste, bebé.
Y A.J. la recompensó
Se levantó de repente, corrió a su habitación, todos
oímos un barullo cuando lanzaba las cosas y cuando
finalmente encontró lo que estaba buscando, regresó. Ana
tomó el oso pardo que sostenía y mientras lo miraba, él
le dijo:
— A veces, cuando estoy triste abrazo a mi oso —la miró
a los ojos de la manera descarada en que solo un niño
puede.— Se siente bien, es suave y huele a galletas.
Ana apoyó la nariz en el centro del estómago del oso de
peluche y sonrió.
—Él lo hace —le devolvió su oso.—Pero no puedo
quitártelo, es tuyo.
Infló el pecho y dijo:
—Soy un niño grande, ya no lo necesito.
—Claro que sí —dijo amablemente, extendiendo su oso,
insistiendo en que lo tomara.
Cuando dijo lo que hizo, el orgullo me calentó.
—Creo que lo necesitas más.
Era un buen chico y realmente quería ayudar. Mientras
preparaba el desayuno, en voz baja le dije:
—Es terco como una mula, no aceptará un no por respuesta—
mis ojos se abrieron cómicamente.— Confía en mí.
Ante la persistencia de mi hijo, ella miró al oso, tocando
suavemente su nariz antes de abrazarlo, con su largo
cabello negro cayendo sobre su cara. Su voz era suave. —
Gracias.
Él le devolvió la sonrisa.
—Eres bonita, Ana —luego se volvió hacia mí.—¿Puedo ver
la televisión ahora?
Dios mío, este niño.
—Por supuesto.
Los hombros de Julius se sacudieron en una risa
silenciosa mientras se sentaba a la mesa, llevando su
plato con él.
—Será mejor que cuide mis espaldas Lex, creo que tu hijo
está intentando robarme a mi chica.
Cuando me senté con ellos, dije: —No sé qué se le ha
metido esta mañana. Lo siento mucho.
Pero fue Ana quien respondió.
—Está bien, adoro a A.J.
Miré a mi hijo en la habitación de al lado y mi cara se
suavizó. —Él también te adora.
Y lo hacía, lo demostraba una y otra vez, pasando tiempo
con Ana cuando creía que estaba sola, conversaba con
ella, compartía sus bocadillos con la pequeña mujer y le
traía sus cosas más preciadas para compartirlas o
dárselas. Cuando llegó el momento de decir adiós, A.J.
estaba devastado
Le preguntó empapado:
—¿Volverás alguna vez? —mientras se limpiaba la nariz con
la manga.
Ana se arrodilló y sonrió gentilmente.
—Por supuesto bebé, no nos estamos yendo muy lejos —tomó
su mano y la sostuvo con fuerza.—Puedes venir a visitar
cuando quieras. —¿Ahora? —preguntó él, sollozando y ella
se rió suavemente de lo ridículo que estaba siendo.
Tuve un fuerte sentimiento de que A.J. la había ayudado
a sanar algo y no había mejor cumplido para un padre,
hablaba sobre su carácter.
Dolía verlo perder a su amiga, pero fue agradable ver a
Ana y Julius seguir adelante en la vida. Durante mucho
tiempo estuvieron atrapados, no avanzaban ni
retrocedían.
Sólo... atrapados.
Suavemente, con una mano le secó las lágrimas y le habló
en voz baja.
—Lo prometo, tan pronto como tengamos muebles y tenga una
cama para ti, puedes venir a dormir con nosotros, ¿de
acuerdo?
Ante eso, sonrió a través de sus lágrimas.
—Está bien —la abrazó tan fuerte como pudo y cuando se
separaron, Julius mantuvo los brazos abiertos.
A.J. fue hacia él lentamente, arrastrando sus pies y
cuando lo alcanzó, hundió su barbilla, viéndose
miserable. Julius lo recogió y cuando A.J. apoyó su
cabeza en el hombro del tío Julius, mis entrañas se
derritieron en un montón de melaza.
—Tú eres el hombre de la casa —le dijo Julius y A.J.
asintió en su hombro.—Eso significa que tienes que cuidar
de tu madre.
Sonreí con tristeza cuando A.J. me miró y murmuró:
—Lo haré. Lo prometo. —Ese es mi niño —dijo Julius,
sosteniendo a su ahijado cerca y meciéndose suavemente
de lado a lado.— ¿Estás bien? — A.J. Sacudió la cabeza
con tristeza y Julius lo abrazó con más fuerza, ahogando
una suave risa a través de su nariz.— ¡Oh, vamos, me
estás matando.
Cuando vi a A.J. sonriendo, sabía que lo estaba
molestando, claramente amaba la atención y más tarde esa
noche, cuando Julius y Ana finalmente nos dejaron, la
casa se sintió terriblemente silenciosa, tranquila como
no lo había sido en meses y para ser sincera, no me gustó,
ni un poco.
Pasaron las semanas y la casa permanecía silenciosa.
Julius llamó y parecía inquieto cuando dijo:
—Creo que podría estar excediéndome aquí, Lex.
Qué sentimiento más extraño.
Estábamos tan lejos del pasado, después de todo lo que
habíamos pasado, no pensé que podríamos haber sido de
una manera diferente a la que éramos, los límites nunca
se cruzaron porque no había límites entre nosotros.
—No existe tal cosa —le dije.—¿Qué pasa?
—Recibí una llamada de alguien que conozco. En realidad,
la hija de alguien que conozco, está buscando trabajo.
Sí, definitivamente estaba confundida. Dije,
—¿De acuerdo?
—No tiene mucha experiencia, pero es buena en una cosa.
—¿Oh? —le pregunté con cautela: —¿En qué ?
—Ella es estupenda con los niños.
Y mi corazón se hundió.
—Julius...
Pero me interrumpió diciendo:
—Piénsalo Lex, has querido volver al trabajo durante un
tiempo pero dijiste que las horas hacen que sea demasiado
difícil hacer malabarismos con A.J. y un trabajo—
rápidamente dijo —Molly puede ayudar con eso. Podrías
trabajar de nuevo, independientemente de las horas—
después de un momento de silencio, declaró —A.J. la
amará.
No quise herir los sentimientos de Julius, pero esto se
había sentido como un exceso de confianza.
—¿Su nombre es Molly?
—Sí, tiene veintiún años y está buscando algo permanente.
Suspiré suavemente. Mi preocupación materna entró en
juego.
—¿Confías en ella?
—Lex — fue todo lo que dijo y supe que era una pregunta
estúpida. Como si Julius permitiera que alguien indigno
de confianza estuviera cerca de su ahijado.
La idea de trabajar de nuevo sonaba increíble, no pude
evitar considerar la oferta.
—Bueno, no puedo prometer que sea permanente, pero...—
Dejé escapar un largo
suspiro — tal vez pueda
Julius estuvo de acuerdo con eso.
— Por supuesto, no precipitaría nada hasta que te
encuentres con ella. Ella es, eh... — hizo una pausa —
Ella es diferente.
La semana siguiente, cuando conocí a Molly, entendí lo
que significaba "diferente". Cuando abrí la puerta y
encontré a la pequeña niña de piel aceitunada parada
allí, usando pantalones vaqueros negros ceñidos,una
camiseta holgada de manga larga y botas de combate.
Llevaba una sombra de ojos negra y gruesa alrededor de
sus grandes ojos color avellana y sus grandes y carnosos
labios estaban pintados de color berenjena. Su pelo
oscuro era corto y rizado, separado en el medio y tenía
flequillo, que llevaba recto. Sus cortas uñas recortadas
estaban pintadas de negro y tenía tatuajes. Cuando ella
abrió la boca, no esperaba escuchar la dulzura que me
brindaba su voz.
—Sra. ¿Ballentine?— cuando continué mirándola, sus ojos
se movieron lentamente y se estiró para rascarse el
hombro.— Eh, soy Molly— pero yo no podía hablar. Sus ojos
se ensancharon mientras aclaraba más —Julius me envió?
La última declaración salió como una pregunta.
Me tomó un momento reiniciar y cuando lo hice, sacudí
la cabeza como para aclararla.
—Lo siento— le dije, abriendo la puerta y haciéndome a
un lado. —Por favor entra.
Lo hizo, pero vaciló. No la culpo. Si hubiera recibido
la misma bienvenida que le acababa de dar, yo también lo
dudaría.
Una vez dentro, la llevé a la cocina y sonreí cortésmente.
—Toma asiento —en el momento en que se sentó, su rodilla
rebotó de forma errática y supe que había arruinado mi
primera impresión con esta chica. Traté de hacerlo.
—Entonces, ¿eres una niñera?
—Una niñera — aclaró
ella.— Era una Au Pair, en realidad
No lo parecía.
—¿Oh enserio? ¿Dónde?
—En Londres — Molly miró alrededor de la cocina hasta que
vio la foto de la clase de A.J. en el refrigerador, estaba
junto a la única foto que tenía de Twitch. Miró a mi
hermoso niño y una pequeña sonrisa se dibujó en sus
labios.
—¿Él es A.J.?
Me volví para mirar la foto y sonreí.
—Sí, es él.
—Es lindo.
—Oh, él lo sabe —mi sonrisa se ensanchó.
Un breve momento de silencio pasó entre nosotras y
observé cómo caía el rostro de Molly. Se puso de pie y
abrió la boca para hablar, pero no salió nada, forzó una
sonrisa y volvió a intentarlo. Cuando habló, su voz lo
confirmó.
—No creo que esto vaya a funcionar— me puse de pie e
intenté hablar, pero ella negó con la cabeza.— Está bien,
de verdad, lo entiendo —mientras salía de la cocina,
desvió la mirada y dijo: —Gracias por reunirse conmigo.
La chica se había sentido juzgada y yo le había causado
eso.
Me sentí como la escoria más baja que jamás haya nacido.
Cuando dominé mis pies y comencé a seguirla, ella ya
estaba en su brillante coche rojo. Salí corriendo de mi
casa, descalza y justo cuando el coche arrancó con un
ruido sordo, aparecí delante de ella y ella parpadeó
como si estuviera loca.
Le hice un gesto para que apagara el motor y cuando lo
hizo, ella siguió sentada en el lado del conductor,
mirándome con cautela y bajando la ventana. Caminé unos
pocos pasos y me incliné, mirando hacia adentro.
—¿Por qué no vuelves dentro? —me miró de reojo pero no
se movió. Así que traté de reparar el daño que había
hecho al decir:
—A.J. estará en casa pronto, si vamos a hacer esto, me
gustaría que lo conocieras.
El silencio entre nosotras duró un rato.
De mala gana salió del auto y luego nos encontramos de
vuelta en la cocina, esperando a que A.J. volviera a
casa de su cita para jugar. La conversación fue escasa y
Molly no hizo contacto visual después de eso, pero en el
momento en que sonó el timbre de la puerta y A.J. entró,
despidiéndose de la madre de su amigo, Molly resucitó.
A.J. corrió hacia la cocina y en el momento en que la
vio, parpadeó sorprendido. — ¿Quién eres tú?
Ella se rio de su rudeza y luego respondió:
—¿Quién eres tú?
—Soy A.J. —luego dijo:— Yo vivo aquí.
Y Molly sonrió.
— Soy Molly y yo no— sí que ella era buena con los niños.
— Woow,— dijo, asombrado mientras sus ojos miraban los
tatuajes a través de los agujeros en su camisa. — Tienes
tatuajes.
— Tengo— dijo ella, luego entrecerró los ojos hacia él
—¿Tú tienes?
Él se rió.
— No — y luego agregó.—Soy demasiado pequeño — como si
ella no lo supiera. Sabía lo que iba a venir antes de que
lo dijera — Mi papá tiene tatuajes, muchos.
No esperaba que ella dijera lo que iba a decir.
— Conocí a tu papá una vez — Mi ceño fruncido era leve.
¿Lo conocía?
Y A.J. quedó estupefacto al instante. Habló lentamente,
en voz baja,
—¿Lo conociste?
Ella asintió.
— Sí, lo hice, fue hace mucho tiempo, pero todavía lo
recuerdo — Suena bastante bien. ¿Quién podría culparla?
Twitch era difícil de olvidar.
— ¿Hace cuánto tiempo? — preguntó A.J. dejando caer su
mochila en el suelo y acercándose.
Molly pensó en ello.
—Hace años — le sonrió, sabiendo que tenía su atención.
— Recuerdo que él era muy alto— luego frunció el ceño.
— O tal vez sólo yo era pequeña, no lo sé.
A.J. interrumpió con: — Eres pequeña, pero papá era...—
me miró y sonreí tranquilizándolo. Continuó — sí, papá
era alto.
Mientras estaba sentado escuchando a la pequeña gótica
que le contaba a mi hijo lo poco que sabía sobre su padre,
me apoyé en el mostrador de la cocina y sonreí al
recordarlo. Después de que ella terminó, A.J. estaba
medio enamorado y cuando ella dijo:
— Te pareces a él — supe que A.J. era de ella, en corazón
y alma.
Contraté a Molly dos días a la semana durante un mes.
Aumenté eso un día durante la próxima semana y otro a la
siguiente, hasta que finalmente estaba en nuestro hogar
la mayoría de las veces. Pude ver un lado diferente de
ella. La guardiana juguetona pero firme con un niño
pequeño que la adoraba y ella amaba a A.J. con entusiasmo.
Parecía natural que cuando encontré trabajo a tiempo
parcial en el sector social le pedí que se mudara con
nosotros. Molly aceptó encantada y ha estado con nosotros
desde entonces.
Pero no era una mujer estúpida y el tiempo que pasé con
Twitch me había enseñado mucho, a leer entre líneas y a
escuchar las palabras que no se pronunciaban. Entonces,
cuando descubrí que Molly era muy hábil en el
entrenamiento de armas y artes marciales, mis sospechas
se confirmaron.
No estaba segura de quién era Molly, pero Julius la quería
cerca de A.J. por una razón y esa razón era protección.
Simplemente no sabía por qué. Y eso me molestaba.
Capítulo 3

LING

Con un severo ceño fruncido, puse mis manos en las puertas


de doble ancho y empuje tan fuerte como pude, abrieron
con un zumbido, golpeando las paredes con un fuerte
golpe. Entre, con el bate de béisbol en la mano, rodeada
de mis hermanos y miré el cúmulo absoluto frente a mí.

Mis hombres estaban peleando con los turcos otra vez.

Van dijo en voz alta — Joder, Ling — Sus ojos se


dispararon a los míos. — No te quedes ahí parada — Miró
hacia abajo, se inclino y gruñoo
— Haz algo.
Oh, haría algo, de acuerdo.

Mi labio se curvó. Entré y coloquéé el bate para apoyarme


en mi hombro mientras me movía a través del club. El
pequeño vestido rojo que llevaba no era exactamente un
traje hecho para el control de daños, pero mierda, ¿qué
puede hacer una chica?

Estos hombres empezaban a inquietarme. Yo era su puta


reina, ¿y así me trataban?

Iba a mostrarles lo que sentía por su insubordinación y


lo iba a hacer de una manera que era unicamente mía. Los
tacones de suela roja que usaba se sentían pegajosos en
el piso del club nocturno y cuando me acerqué a un grupo
de hombres peleando, bajé el bate un momento antes de
levantarlo por encima de mi cabeza. Me preparé, mi cara
se torció y luego la bajé tan fuerte como pude con la
cabeza de un chico.
Mi hombre
Se cayó con un ruido deshonroso, inmóvil.
Los dos hombres turcos se echaron hacia atrás para mirar
hacia abajo al cuerpo propenso de mi soldado vietnamita
y se quedaron boquiabiertos. Sonreí ampliamente, con los
ojos desorbitados y me incliné, torciendo mi dedo, cuando
estuve segura de que tenía su atención, me lamí los
labios rojo cereza y dije — Ahora imagina lo que te haré.
Pocos segundos después, estaban luchando mientras yo
fruncía mis labios, buscando a mi próxima víctima. Miré
a mis Dragones, a mis chicos y sacudí la cabeza
discretamente con disgusto. Nunca aprendieron.

Pero lo harían.

Mientras me movía hacia otro grupo de hombres, sostuve


mi bate con una mano mientras alcanzaba mi liga para
coger mi navaja. Con una sola mano, lo abrí antes de
apretar los dientes y bajarlo al muslo de uno de mis
hombres.

La joven arma gritó de dolor y retrocedió para golpearme.


Su rostro, contorsionado de ira, se volvió temeroso en
el momento en que me vio.

Mis ojos lo desafiaron a hablar, lo desafiaron a hacer


un jodido sonido y como los buenos muchachos que había
criado, él bajó la cabeza sumisamente.

Ellos eran vergonzosos.

No fue su culpa que fueran así. Era mía. Había sido


demasiado indulgente, demasiado tiempo, deseando que mis
muchachos la pasaran bien mientras trabajaban. Y lo
hicieron, simplemente no sabían cuándo parar.

Chasqueando mi lengua, mi cara se transformó cuando me


arrodillé, agarrando la parte posterior de su cabeza con
amor y suavemente llevándola a mi pecho. Le acaricié la
cara sudorosa y murmuré. — No me gusta lastimar a mis
bebés— En una fracción de segundo, mi rostro se contrajo.
Agarré su cabello y tiré fuerte, forzándolo a mirarme a
los ojos. —Pero sigues avergonzándome — Mis ojos se
posaron en el cuchillo que sobresalía de este muslo. Bajé
la mano y lo empujé.

La cara del joven se retorció de dolor y se quedó sin


aliento, pero no gritó. En cambio, se mordió el labio lo
suficientemente fuerte como para sangrar. Mi corazón
comenzó a acelerarse.

Maldicion.

Toda esta sangre y dolor me estaban calentando.


Mientras acercaba mi cara a la suya, presioné con más
fuerza el mango del cuchillo y cuando un sonido ahogado
gorgoteaba en su garganta, eché mi cabeza hacia atrás y
mi boca se abrió con el deseo.

Realmente necesitaba echar un polvo.

Cuando pasé lentamente mi lengua sobre los labios


jóvenes, sentí sus respiraciones cortas y jadeantes
contra mi boca y presioné mis labios contra los suyos,
agradeciéndole dulcemente por su servicio. Cuando me
aparté y me puse de pie, lo miré impasible. — Vete a casa
ahora.-

Con un suspiro, puse mi mano en mis caderas, con las


piernas apoyadas y miré la carnicería que seguia.

Cuerpos esparcidos por todas partes.


Era un baño de sangre y cuando sentí que alguien venía
por detrás, puse mi mano en el calibre 22 oculto en mi
liga.

Pero luego él habló. —Esto se está saliendo de control.

Mi hermano mayor, Van. El único hermano con el que


realmente me molesté, el único de mi familia que me
entendía, porque era igual a mi.

Yo asentí levemente y cuando Van presionó su frente en


mi espalda cerré los ojos y tragué con fuerza.

Era un juego que teníamos unos con otros, empujando los


límites.

Sí.

Estábamos asi de jodidos.

Su mano se posó en mi cadera y él se acercó, colocando


sus labios en mi oreja. — Este es tu dominio. Toma el
control— La mano en mi cadera me apretó. — Sé la reina
que sé que eres.

Me giré para mirarlo y él mantuvo su rostro cerca.


Demasiado
Sin romper el contacto visual, saqué mi arma, la levanté
y disparé tres veces.

Los ojos de Van sonrieron, brillando de orgullo y yo le


devolví esa sonrisa arrogante, mirando sus labios por un
largo momento.

— Ling.

Me mordí el labio, preguntándome a que sabrían.

— Ling— me hablo con brusquedad, agarrando mi muñeca y


sacándome de mi estupor.

Parpadeando, sacudí el deseo y miré alrededor, buscando


el suelo, momentáneamente sorprendida de encontrar todos
los ojos en mí. Por suerte para ellos, me encanta la
atención, vivo para ello.

Respiré hondo antes de que mi mirada se oscureciera y


dije en voz alta —Estoy decepcionada — Mirando a cada
par de ojos, continué. —¿Debería acostarme aquí, o
preferirían que me incline sobre la barra? — Ante su
clara confusión, dije — Bueno, todos me están jodiendo
tanto que es mejor que me ponga cómoda.

Ante eso, todos los ojos se volvieron abatidos en una


disculpa silenciosa.

Los turcos sabían que no debían venir aquí, este era mi


club. Jodidamente lo tenía, pero eso no justificaba el
comportamiento de mis Dragones.

Pensé en esta situación y la única frase que pensaba a


menudo me vino a la mente.

¿Qué haría Twitch?

Era mi mantra, cómo vivía mi vida y hasta ahora, me había


servido bien.

— ¿Quién fue? — Me acerqué un paso — ¿Qué tipo sabio lo


comenzó?

Después de un largo momento, uno de ellos dio un paso


adelante.
No lo dudé, levanté la pistola y apreté el gatillo. El
eco del disparo sonó demasiado fuerte en el edificio casi
vacío, no sentí alegría al ver al hombre caer al suelo
en un bulto sin vida.

Cerré los ojos y respiré hondo, dejandolo salir


lentamente —¿Cuándo van a aprender hijos de puta?

— Ling —
Mis ojos se abrieron de golpe una vez más y mi rostro se
torció de rabia.
— Ling quita.

Cuando me volví, pronuncié —Decidan dónde residen sus


lealtades y decidan rápidamente — Yo estaba tan enojada.
— Porque mamá está tan cerca de ahogar a sus crías.

Un suspiro de agitación me dejo.

A veces, es difícil ser reina.

Sentí su presencia, sabiendo que estaba en mi trasero y


en el segundo que salí, su brazo fuerte me rodeó los
hombros y me atrajo hacia él. —No te preocupes.

Fue frustrante, eperaba que esta posición diera mucho más


de lo que necesitaba.

No es de extrañar que ninguno de mis hermanos se opusiera


a mi adquisición.

Cinco hermanos y ninguno de ellos quería el trono.

Debería haberlo sabido. Por otro lado, tuve su respeto.


Les había dicho a todos directamente, no tenían que
amarme; Ni siquiera tenía que gustarles, pero me
respetarían. Porque yo era la maldita reina de Los
Dragones y esa posición exigía respeto.

Para mí fue importante.

Empecé desde abajo y literalmente, me arrastré hasta la


cima, pero ahora que estaba mirando hacia abajo desde el
Monte Olimpo, me di cuenta de que faltaba algo.

Un rey.
Sólo un hombre había sido digno del título y se había
ido. Él estaba desaparecido, no significaba nada sin él.

Se suponía que nosotros estaríamos haciendo esto juntos.

Claro, podría haber sido la reina, pero sin un rey digno,


el imperio ganado significaba estar en cuclillas.

Todavía lloraba por el hijo de puta, pero lo hacia en


silencio, en privado, lejos de miradas indiscretas.

Así que cuando Van me empujó más a su costado y murmuró


— Ven a fumar un porro conmigo. Hablaremos— asentí con
la cabeza.

Porque nada me hacia sentir peor que estar sola y esta


noche, estaba sola.

En el momento en que entramos en la casa de Van, me quité


los zapatos y tiré mi bolso sobre el mostrador antes uno
de los tres sofás y arrojarme sobre él. Mirando hacia el
techo, me pregunté qué demonios quería en la vida.

Lo tenía todo.

El dinero. El poder. La grandeza.

¿Por qué estaba siendo una puta tan pequeña?

Van se acercó a mí, se sentó en el suelo frente a mí, me


puso una mano en la rodilla y la apretó en una muestra
de apoyo silencioso.

Fue mi campeón. Mi mayor partidario

A veces, sentía que era mi único partidario.

Sin una palabra, tomó la lata pequeña de su bolsillo y


comenzó a enrollar. Encendió el final del cigarrillo,
recibiendo un golpe antes de pasármela. Lo tomé, se lo
puse en los labios y respiré el humo fuerte y penetrante.
Tomé otro golpe, luego otro, hasta que me arrancó el
cigarrillo de los dedos.
Nos sentamos en silencio por un largo tiempo antes de que
hablara en el área débilmente iluminada, mi voz justo por
encima de un susurro. —¿Alguna vez pensaste en lo que Cha
nos hizo?

Nuestro padre fue abusivo en todos los sentidos, maneras


y formas.

Él no dudó. —Todo el tiempo.

Fue difícil crecer en una familia vietnamita y ser el


último de seis hijos. Para empeorar las cosas, yo era una
niña. A mi padre no le importaba eso en absoluto, me lo
hizo saber cada momento de mi vida. Las historias que
contó me formarían en la mujer que era hoy.

Como, en el momento en que descubrió que era una niña,


tiró a mi madre por las escaleras, allí mismo, en el
hospital, como si se deleitara con su sangrado.

Desafortunadamente, sobreviví. De hecho, sobreviví a


varios intentos de exterminación, todo por parte de mi
padre y cuando nací, él prometió librarse de mí, más
temprano que tarde.

Ser preparada para el sexo era confuso. Recuerdo que


estaba confundida a los cinco años, preguntándome por qué
mi padre de repente se mostraba tan amable conmigo. Si
hubiera sido más grande, me habría dado cuenta de que era
una trampa. Siendo tan joven y ansiando la aprobación de
mi padre, hice lo que me pidieron porque cuando lo hacía,
él estaba feliz conmigo.

Era un caso clásico de entrenamiento. Un caso de libro


de texto de condicionamiento.

El cobarde ni siquiera hizo las cosas él. Quería que mis


hermanos me hicieran esas cosas terribles y cuando le
quitase el trono a mi padre, iba a hacer que mis hermanos
pagaran por lo que me hicieron.
Fue una noche cuando Van y yo nos habíamos metido en una
escena relativamente animada. Argumentó de que lo llamé
un pedófilo. No estaba preparada para el golpe y cuando
Van me abofeteó, lo hizo con tanta fuerza que vi
estrellas.
Jadeando a través del shock, se inclinó sobre mí mientras
apretaba mi mejilla y escupía:
-Crees que eres la única víctima aquí? — Bueno, sí, lo
había hecho. Y observé cómo el pecho de mi hermano se
llenaba de ira, de ansiedad, mientras él parpadeaba para
contener las lágrimas ante los recuerdos. — ¿Crees que
queríamos hacer esas cosas? — Sacudió la cabeza. — Eras
demasiado joven para recordar. No tienes idea de lo que
nos hacian si nos negábamos— Miró a la pared sin
comprender.
— Nunca te tocó, eso no le impidió tocarnos. — Cuando
salió de su trance, parpadeó un momento y luego me gruñó.
— Joder, mira cómo me hablas, Ling Ling — Cuando se fue,
dejándome en el suelo, dijo —No hables de la mierda que
no sabes nada.

Fue la severidad en sus palabras, el dolor escondido en


su voz, que me hizo ver la verdad de lo que fue. Van
tenía razón, no fui la única víctima de la crueldad de
mi padre.

No hablamos de eso a menudo, pero cuando lo hacemos,


sentía que expulsaba la ira por dentro, floté un rato con
la ligereza en el aire y esta noche, la necesitaba.

Me entregó el porro y lo tomé, lamiendo mis labios y


sosteniéndolo entre mis dedos. —¿Te acuerdas de lo que
me hiciste? ¿Lo que él hizo que me hicieras?

Puse el humo en mis labios y lo respiré, cerrando los


ojos, disfrutando del calor del resplandor de mi altura.

De espaldas al sofá, Van asintió. Su voz era un susurro


suave. — Sí.

Tomé otro golpe y mi mente se volvió embriagadora. No


quise preguntar lo que hice. — ¿Quieres hacerlo de nuevo?

— No, pero a veces lo pienso.

Lo mismo. Y yo estaba disgustada conmigo misma.

Y esta era la razón por la que éramos tan cercanos. Nadie


entiende Sólo nosotros comprendiamos la confusión que
causó el abuso sexual infantil, la perplejidad de ser
desarmados por un miembro de la familia y no saber que
estaba sucediendo y finalmente, la experiencia
desgarradora de experimentar ocasionalmente placer a
manos de alguien que no deberías.

Por supuesto, no teníamos la culpa. No sabíamos nada


mejor. Solo éramos niños y la persona en quien debíamos
confiar nos traicionó. Nos traicionó a todos.

No es de extrañar que estuviéramos tan jodidos como


estabamos.

— ¿Quieres tener hijos?

Van se burló. —Joder, no.

Lo suficientemente justo. Solo uno de mis hermanos tuvo


un hijo y él se mantuvo lo más alejado posible de ese
hijo, asustado por arruinarlo tanto como nosotros.

—Yo quiero — revelé, respirando hondo y soltándolo


lentamente. —Lo quiero de todos modos.

Se inclinó hacia atrás y la parte posterior de su cabeza


tocó mi hombro. —Entonces tendrás hijos, Ling, no hay
problema.

Pasé mis dedos por su cabello con cariño y volvimos a un


cómodo silencio.

No, no estaba destinado a ser.

Por mucho que me entristeciera, los niños no eran para


mí.

Y solo tendría que vivir con los amargos celos que ella
tenia el niño que, a todos efectos, era mío.
CAPÍTULO 4

Lexi

Estaba en la cocina cuando alguien llamó a la puerta


principal. Molly dejó la cuchara de madera que estaba
usando para revolver la salsa de pasta y se secó las
manos con un paño. — Lo tengo.
Dios, ella era una buena chica. Estaba agradecida de
tenerla en mi casa, en mi vida. Esperaba que ella supiera
cuánto la apreciaba. Dios sabe, que se lo recordaba tan
a menudo como podía.
En el momento en que escuché que se abría la puerta,
Molly soltó un gracioso — Caray, te ves como la mierda.
¿Largo vuelo?.
Y tuve que sofocar el impulso de chillar de emoción.
Corriendo hacia adelante en mis zapatillas de pikachu,
lo vi y levanté mis brazos, sonriendo — ¡Estás en casa!
Happy estaba frunciendole el ceño a Molly. —
Tranquilízate, cosita — Luego se adelantó, mostrando una
sonrisa cansada. — Oye, hermosa — Fue lento para envolver
sus brazos alrededor de mí y cuando lo hizo, sentí que
el peso de él se asentaba sobre mí, apretándome con
fuerza. Mis manos se levantaron para agarrar la parte de
atrás de su chaqueta y lo sostuve tan firme como él.
Frotando mi espalda, se apartó pero solo un poco para
mirarme a través de los ojos sonrientes. — ¿Como estas?
Levanté la vista hacia su rostro cansado y mi sonrisa
cayó. — ¿Estás bien?
Con un suspiro cerró sus ojos, sus gruesas pestañas
lucían notablemente largas contra sus mejillas. Después
de un momento, se pasó una mano por la cara y negó con
la cabeza. — No te preocupes por eso. — Luego forzó otra
sonrisa — Quiero saber de ti. ¿Cómo está mi niño?.
Algo no estaba bien. Happy había estado ausente durante
una semana y eso era mucho tiempo para nosotros.
Usualmente, no pasaban uno o dos días sin que nos
viéramos. Por lo general una vez a la semana, él, Nikki
y Dave venían a cenar. Tenía curiosidad por saber por qué
parecía tan triste.
Tiré de mi barbilla hacia él, suavizando mi sonrisa.
—¿Por qué no lo ves por ti mismo? Ha estado preguntando
por ti.
La sonrisa de Happy se ensanchó antes de que me besará
en la mejilla. —Vuelvo enseguida.— Antes de ir a la
habitación de A.J., sacó algo del bolsillo de su chaqueta
y se lo llevó por el pasillo.
Y luego escuché al pequeño monstruo exclamar: —¡Tío
Happy!
Esto fue seguido por la risa y la conversación. Molly y
yo intercambiamos una mirada divertida antes de volver a
nuestras tareas asignadas. Estábamos teniendo una casa
llena esta noche y eso significaba mucha comida, mucha
conversación y muchas risas. En el menú había espaguetis
y albóndigas y lo hice sabiendo que era el favorito de
Happy.
A.J. Salió corriendo de su habitación sosteniendo algo
voluminoso en su mano. —Mira lo que me consiguió tío
Happy.
Extendió la muñeca Matryoshka con el tema Grim Reaper y
yo solté una carcajada. Qué regalo morboso.
Desafortunadamente, después de heredar algunas de las
cosas de su padre, A.J. Ahora tenía una fascinación por
los esqueletos. Su posesión más preciada en el mundo era
los gemelos de cráneo y tibias cruzadas de Twitch. Hubo
un tiempo donde los llevaría a todas partes con él.
— Oh, cariño. Eso es tan ..— Mis ojos se abrieron
mientras luchaba por encontrar una palabra — guay.
Molly se acercó, mirando a los muñecos que anidaban con
ávido interés. — Eso es increíble, pequeño amigo. — Ella
lo tomó suavemente en la barbilla, sonriendo. — Eso
parece pintado a mano. Apuesto a que es único, suertudo.

A.J. se entusiasmó con la noticia y se dirigió al sofá


para abrirla y explorar el macabro presente. Me tomó un
tiempo notar que Happy no había salido de la habitación
de A.J. Cuando llegué a la puerta abierta y vi a Happy
acostado en la pequeña cama individual de A.J., con el
rostro suave por el sueño, sonreí, pero mi ojo captó algo
que sobresalía del cajón de ropa interior de mi hijo.
La abrí suavemente, saqué el frío metal y parpadeé.
Era un reloj.
Un reloj muy masculino, muy voluminoso. Uno que nunca
había visto antes.
Frunciéndole el ceño, sostuve la pesada plata en mis
manos y la giré, examinando el hermoso reloj. —¿De dónde
viene esto?.
No escuché a A.J. venir detrás de mi. Habló en voz baja.
— Es de papá. — Me giré hacia atrás para mirarlo y el
pequeño monstruo sonrió con un tímido borde.— lo guardo
hasta que él regrese a buscarlo.
Cerré los ojos y me di la vuelta, tragándome con fuerza
a través de la tristeza que evocaban sus palabras.
Maldita sea, A.J.
Papá no va a volver.
Luché contra el nudo en mi garganta.
Detente.
Mi corazón comenzó a doler.
Por favor ... Me estás matando, bebé.
Sin decir una palabra, metí el reloj en el cajón, lo
cerré con un ligero golpe, luego respiré hondo y cambié
el tema. — Tranquilo, cariño, deja que el tío Happy
duerma.
—Cuando pasé junto a él, puse una mano suave en su
espalda y lo llevé a la cocina.
¿Cuánto tiempo va a durar esto?
Necesitaba consejos y esta noche, rodeada de amigos,
probablemente era el mejor lugar para conseguirlos.
No mucho después, el sonido del giro de la cerradura me
hizo saber que teníamos otro invitado. Cuando Nikki se
apresuró a entrar, con los ojos muy abiertos y eufóricos,
nos ignoró por completo y dijo — ¿Dónde está?.
Con una mueca de mis ojos, señalé el pasillo y con su
largo cabello rojo , fue a buscar al hombre. En el momento
en que miró en la habitación y vio a su forma dormida,
su expresión pasó de emocionada a triste. Se llevó una
mano suave a su corazón y se adentro en la habitación.
La oí suavemente despertar a Happy — Aw, tienes sueño.
Entonces Happy despertó —Oye bebé te extrañé.
Sonreí ante sus bromas lindas y volví a preparar el pan
de ajo. Aproximadamente un minuto después, la puerta se
abrió de nuevo y Dave se acercó un poco más que emocionado
— ¿Donde esta él?
¿Todos los que entrarán en esta casa me iban a ignorar?
Con una risa suave, señalé el pasillo y Dave saltó, hizo
clic en sus talones, luego caminó por el pasillo justo
cuando emergían Nikki y Happy, tomados de la mano, Dave
apenas le echó un vistazo a Nikki, le dio una palmadita
en la cabeza y forzando un sonido indignante fuera de
ella y haciendo una risita a Happy. Dave miró por el
pasillo, asegurándose de que A.J. se perdió de vista
antes de inclinarse hacia Happy y presionar sus labios
contra el otro hombre.
Traté de no mirar, pero todavía era extraño para mí su
arreglo, pero de alguna manera lo hicieron funcionar.
Happy, Nikki y Dave vivieron como un menage, en el que
Happy fue compartido tanto por Nkki como por Dave.
Y sorprendentemente, no fue Happy quien lo sugirió. Fue
Nikki.
Hablando del diablo, miró feliz mientras los dos hombres
compartían un momento dulce.
Happy se aferró a la parte posterior del cuello de Dave
y lo adentró más en el beso antes de retroceder y sonreír.
— Te extrañé — pronunció Dave en voz baja.
Happy suspiro — Yo también te extrañé.— Tiró de Nikki a
su lado.— A los dos — Cuando pronunció un ronco, —No
puedo esperar a llegar a casa está noche — mis cejas se
arquearon.
Algo me dijo que no iban a jugar un buen juego de parchís.

Ugh Suerte.

Me perdi el sexo. Eso fue lo más difícil de ser una madre


soltera. No confiaba en ningún hombre lo suficiente como
para dejarlos acercarse a mi hijo y no me gustaba la
aventura casual. Oh, no me malinterpretes, había estado
en citas y eran buenos chicos.
Tal vez ese era el problema.
Bueno ya no parecía hacer nada por mí. Estar con Twitch
me había cambiado y mis preferencias. Una vez, Nikki me
dijo que había conocido a un Dom que me gustaría y
literalmente me lancé sobre la mesa para pasar una mano
sobre su boca mientras la callaba frenéticamente.
¿Por qué nadie entendió?
Tuve mi uno en un millón.
Nunca volvería a encontrar a alguien como él. Y para ser
honesta, no quería.
Solo había un exasperantemente mandon, caliente como el
infierno y francamente enloquecedor Twitch.
Y no era como si estuviera completamente sin sexo.
Todavía tenía una mano y mis recuerdos y por ahora, eso
era suficiente. Extrañaba esa conexión física y anhelaba
tocarla a veces, pero así era la vida.
La verdad era que yo vivía de mí recuerdos.
Me lamento. Lamenté mi pérdida y muchas veces lo lamento
todavía. ¿Pero seguí a adelante?
Sí claro.
Dios sabe que lo he intentado.
Una leve y dolorosa melancolía me llenó.
Fue difícil olvidar a alguien que te dio tanto para
recordar.
En el preciso momento en que sonó el horno, sonó el timbre
de la puerta y grité —¡Ya voy — Cuando lo abrí, Julius
y Ana se quedaron allí de pie y abrí la puerta, sonriendo
abiertamente. —Oigan, chicos, pasen, espero que tengan
hambre.
Ana se acercó, me abrazó con suavidad y me conmovió lo
feliz que parecía verme. Julius le estaba acariciando el
vientre alegremente. — Niña, ¿cuándo no tengo hambre?.
Asentí levemente. — Esto es verdad.
Él me sonrió antes de envolverme en sus brazos y tomé
todo el amor que me dio.
La verdad era que yo era una especie de puta de afecto.
Siempre lo había sido. Cuando alguien necesitaba un
abrazo, yo era la primera en lanzarme sobre ellos. A
veces, me preguntaba si era un poco demasiado hábil con
algunas personas. Sabía cómo las situaciones podían ser
malinterpretadas. Fui sumamente cautelosa al tocar a los
hombres, pero con Happy y Julius, acepté todo lo que me
dieron porque no tenía a nadie y los quería mucho.
Cada vez que tenía un problema general en el hogar o que
necesitaba una fuerza muscular, fueron las primeras
personas a las que llamé.
Eran como una especie de "esposos de casa".
Estaba agradecida de que sus parejas fueran tan
comprensivas en ese sentido, parecía que los tomaba
prestados todo el tiempo.
Todos nos sentamos en mi mesa de ocho plazas apenas lo
suficientemente grande.
Molly y yo colocamos la comida en el centro de la mesa,
y con satisfacción observé a todos comer.
Fue agradable compartir una comida con familiares y
amigos.
Nikki sacó algunos espaguetis para el pequeño monstruo y
cuando extendió la mejilla, A.J. le dio un beso antes de
introducir una gran cantidad de pasta en su boca. Nikki
le sonrió a su ahijado. — De nada bonito.
Happy robó un trozo de pan de ajo del plato de Ana y
observé divertido mientras ella lo miraba, golpeando sus
nudillos con su tenedor. Se apartó, pareciendo dolorido
y sacudiendo su mano. Y Julius se echó a reír, poniendo
una bola de carne en su plato. — No le robes la comida
hombre, a ella no le gusta eso, solo me está permitido a
mí todo eso.
Ana asintió y luego sonrió con adoración a su marido.
Molly le tendió la ensalada a Dave y él la tomó con un
guiño.
De repente, me estaba ahogando con la emoción. Esto,
justo aquí, fue lo que hizo que mi vida fuera buena.
Estaba rodeado de personas que me proporcionaban una gran
compañía y aquellos que no podían participar en la
conversación, le dedicaron una sonrisa a los que lo
hicieron.
En momentos como este, me considero afortunada, más que
la mayoría.
Cuando se hizo tarde, A.J. dio vuelta a la mesa, dando
abrazos y besos de buenas noches a todos antes de que lo
acompañara a su habitación y lo acostara. Lo observé
satisfecho con velada y mi corazón se estremeció con la
cantidad de amor que la visión de él me provocaba.
Con un ligero suspiro, regresé a la mesa cuando Molly
repartió la tarta de cerezas y crema que había hecho la
noche anterior.
Me entregó un pedazo y le di las gracias con un apretón
en el brazo antes de sentarme sobre ellos.
—Tengo un problema del que me gustaría hablarte.
Todos se quedaron quietos, mirándome, prestándome toda
su atención.
— ¿Qué pasa, nena? — preguntó Nikki con cautela, la
primera en hablar.
Cogí el pastel en mi plato. —Yo no... Probablemente no
sea nada. — Puse los ojos en blanco y dejé escapar una
exhalación exagerada. — A.J. Ha estado hablando mucho de
Twitch. Y ha estado diciendo algunas cosas muy por ahí.
—¿Qué cosas? — preguntó Julius, con la cara arrugada.
—Bueno, para empezar, él dice que Twitch viene a
visitarlo en las noche. Les dije con una risa ligera.
Fue entonces cuando Happy se atragantó con su pastel.
Tosió y tosió hasta que las lágrimas se formaron en sus
ojos, y él resopló — ¿Qué? — Nikki le entregó su vaso de
agua y él lo tomó, bajándolo.
— Muy bien, mira. — dije con tristeza. — No es del todo
desconocido que un niño evoque escenarios imaginarios en
sus minutos cuando están luchando para hacer frente a
algo como esto. Estoy bastante segura que eso es todo lo
que es. Lo que estoy preguntando es si debo dejarlo ir,
o llevarlo a ver a alguien, a hablar con alguien...
Julius dijo — Creo que debería hablar con alguien —Al
mismo tiempo, dijo Happy —pasará — Es una cosa de niños.
Se miraron el uno al otro con cuidado, y cuando comenzó
a volverse torpe, mis ojos se lanzaron entre ellos. Me
acurruqué —Tal vez solo le dé algo de tiempo y vea cómo
va. — Luego me encogí de hombros y hablé todo el asunto
— Es probable que sea solo una fase.
— Claro — dijo Nikki.
— Si — Estuvo de acuerdo Dave con un leve asentimiento.
Mercedes sorprendió cuando Ana abrió la boca y comenzó a
hablar, aunque en voz baja. —Tuve la intención de
preguntarte algo, Lexi — Puso sus manos debajo de la mesa
para que nadie pudiera ver lo mal que temblaban.
Ella me hablaba ¿Qué tan bueno fue eso? No podría dejar
de sonreír. — ¿Qué pasa, Ana?
Ana miró a Julius y él me miró un momento antes de
volverse hacia ella y asentir con la cabeza, ella me miró
por un tiempo, nosotros esperamos pacientemente y luego
de un momento ella dijo — Mi amiga Manda viene de los
Estados Unidos para pasar un par de semanas con nosotros
y ella quiere conocerte.
Wow, esta bien —Si seguro. Me encantaría conocerla.
Desafortunadamente, parecía que Ana se había pasado esta
noche porque miró a su esposo y puso cara de pura miseria.
Julius le dio un ligero beso en los labios antes de que
se hiciera cargo. —Ella quiere reunirse con todos
ustedes.
¿Por qué esto sonaba como si algo malo estuviera
llegando? —No hay problema. Llévala a cenar una noche y
entonces podrá reunirse con todos nosotros.
Pero Julius negó con la cabeza. —Ella quiere conocerte
primero.
Porque eso no sonaba siniestro en absoluto.
¿Qué estaba pasando aquí?
—Bueno.— me acurruqué y luego me reí con cautela.
— ¿Cual es el problema?.
Julius me miró a los ojos. — Estoy ocultándote algo, Lex.
Bueno, mierda.
Misterios.
Nuh uh. No me gustó eso.
Mis labios se adelgazaron y mi frente se redujo. — ¿Qué
has estado ocultando exactamente?
Julius me miró un largo rato. — Manda es familia. Más
específicamente ... — Se lamió el labio inferior — la
tía de A.J.
Bueno. Oficialmente confundida aquí — ¿Qué quieres decir?
Todos en la mesa los miraron en completo silencio, antes
de que Julius lo revelara.
—Manda es la hermana biológica de Twitch.
Mi aliento me dejó en un zumbido.
— Es la hija de Antonio Falco padre, por lo que es la tía
de A.J.— Julius confundió mi silencio con la negativa.
Lo sé porque él levantó una mano y dijo — Ahora, espera
un segundo y piensa en eso— Continuó. — Es una mujer
realmente agradable. Una médica, Lex. Realmente
respetable. De hecho, ella me recuerda a ti. Pero ella
no quería que te contáramos sobre ella, no hasta ahora.
Y a ella realmente le encantaría conocer a su sobrino.

Mis pulmones comenzaron a funcionar de nuevo y con


dificultad, tomé una respiración profunda y ardiente y
luego respondí con una exhalación —Quiero encontrarme
con ella.
Julius parpadeó —¿Sí?— luego sonrió —Mierda Lex, ella
va a estar en la luna, se está muriendo por conocerlos.
Cuando miré a Ana, ella se veía tan feliz, pero yo no
podía funcionar.
Oh Dios mío.
Twitch tenía una hermana.

...

Twitch

—Tú estúpido hijo de puta. — Me llamó la atención Happy


cuando abrí la puerta.
— ¿Cómo dices? — dije con calma mortal.
Este imbécil piensa que puede venir a mi casa y hablarme
así. Quiero decir, hemos sido amigos desde hace mucho
tiempo. Pensarías que ya lo sabría mejor ,podría estallar
sus palabras en su boca tan rápido que no lo vería venir.
Happy entró y cerré la puerta detrás de él, se paseó y
mientras lo hacía, noté que sostenía un recipiente en sus
manos.
-¿Eso para mi?
El labio de Happy se curvó y me arrojó el recipiente. Lo
tomé, lo abrí y mi estómago retumbó al ver los espaguetis
y las albóndigas. Mi nena puede jodidamente cocinar y a
mi me encanta la comida italiana. Sin otra palabra, fui
al fregadero, recogí un tenedor lavado y fui a la mesa.
Metí un bocado en mi boca e hice un sonido grave en mi
garganta, masticando le dije — Me encantan sus
albóndigas.
Cuando dejó de pasearse, se giró hacia mí y dijo —¿Estás
fuera de tu mente o es tu misión que te atrapen?— Cuando
le lancé una mirada oscura, me señaló. —No me empujes
esta noche, hijo de puta. Acabo de llegar a casa después
de un vuelo de catorce horas y no me han chupado la polla
en una maldita semana. ¿Crees que quiero estar aquí con
tu culo hosco? no hombre. Quiero estar en casa, no
sermoneándote.
¿Que mierda se había metido en su culo?
Mastique lentamente y luego tragué. —Vete a la mierda
entonces, perra no me importa.
Pero entonces Happy puso sus manos en sus caderas y
murmuró — ¿Has estado visitando a A.J.?
Oh.
Dejé de masticar.
Eso.
¿Por qué diablos era asunto suyo de cualquier forma ? No
estaba lastimando a nadie.

Sostuve sus ojos y él pasó una mano sobre su cabeza calva


y luego se burló. — Lexi quiere llevarlo a un psicólogo,
Twitch. Piensa que está sufriendo una pena porque, por
su vida, ella no puede entender por qué de repente te
está imaginando en todas partes.
Bueno. Eso podría haber sido un problema.
Happy preguntó — ¿Por cuánto tiempo?— pero no respondí.
No había nada malo con mi chico. Él no necesitaba un
psicólogo, necesitaba a su padre y yo estaba trabajando
en eso.
Suspiré, tomé mi comida y luego murmure —Me calmare.

Happy me parpadeó un segundo antes de que él me despidiera


y se marchara. Antes de que él cerrara la puerta, dijo —
No te creo, hombre.
Me comí el resto de mi comida en silencio, tratando de
no ser resentido, porque mis amigos pudieron pasar el
rato con mi mujer esta noche mientras yo estaba sentado
en la oscuridad, observando sigilosamente desde el otro
lado de la calle.
Capítulo 5
Lexi

Estaba nerviosa.
No debería haberlo estado, pero lo estaba. Quiero decir,
por lo que yo sabía, Manda nunca había incluso conoció a
Twitch. Pero ella llevaba sus genes, y eso me puso
nerviosa.
¿Se parecería a él?
¿Era tan autoritaria como él?
Yo no sabía nada de ella, y Julius pensó que sería mejor
de esa manera, que mis impresiones deberían venir de la
mujer, no de historias sobre ella y yo tenía que respetar
eso. Pero mientras me sentaba frente al vestidor,
aplicándome un poco de maquillaje ligero, no pude evitar
preguntarme sobre ella.
Me vestí rápidamente con un lindo y ajustado jean y una
camiseta combinada, y luego tiré mi pelo hacia arriba en
un alta cola de caballo. Cuando me miré en el espejo del
vestidor, suspiré contenta. Esto fue como lo mejor que
se puede hacer. Ya no me molesté en vestirme mucho, y no
quería exagerar por miedo a parecer un idiota. Así que,
esto era todo.
Mientras intentaba salir de mi dormitorio, mis ojos
captaron un destello de rosa en mi mesa de noche.

Frunciendo el ceño, mis pies me llevaron a ello, y con


una sonrisa suave y confusa, recogí la pequeña Zinnia que
había sido claramente arrancada de nuestro patio
delantero y la puse en mi sonrientes labios, respirando
su delicado y terroso aroma.
Mi hijo era tan puro de corazón que a veces me mataba.
Hacía todo lo que podía para enseñarle el arte decadente
del caballerosidad. Odiaba las lecciones de baile que le
obligué a tomar, pero juré aprendería el vals básico y
en su mayor parte, nos divertíamos mientras lo hacía.
Hice lo mejor que pude por sus modales, pero, bueno, era
el hijo de Twitch, así que hice lo que pude con eso.
No sé cuánto tiempo estuve en la cocina, mirando a través
de la gran ventana.
en la sala de estar, pero cuando vi llegar un sedán
plateado, mi corazón tartamudeó. Puse una mano a mi
vientre en un débil intento de evitar que se agitara como
lo hizo.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza.
¿Y si no le gustaba?
Oh, no.
¿Y si no me gustaba?
Ah, mierda.
Demasiado tarde. La pequeña mujer pelirroja vestida con
vaqueros negros y una blusa blanca estaba a mitad de
camino a través de mi césped delantero. Con sus gafas de
sol de gran tamaño era muy difícil ver sus rasgos.
Y entonces sonó el timbre.
Conté hasta siete antes de abrir la puerta y me quedé
allí en silencio. Cuando la pequeña mujer americana se
quitó las gafas de sol, revelando unos ojos azules
llamativos y una pizca de pecas en la nariz, me
sorprendió. No se parecía en nada a Twitch. No pude evitar
la repentina e irracional decepción que sentí.
Pero entonces ella sonrió y ahí estaba él. —¿Lexi?
No fue mi intención. Intenté detenerlo, pero no pude,
poniendo una mano en mis labios temblorosos, mi visión
se nubló mientras lloraba en completo silencio,
asintiendo con la cabeza.
La cara de la mujercita se desmoronó y ella se adelantó,
envolviéndome con sus brazos, abrazándome durante mucho
tiempo. Cuando se retiró, sus propias pestañas estaban
mojadas, y le dejé una risa empapada. — Hola.
Se limpió las mejillas antes de ahogarse con su propia
risa. — Hola.
Me las arreglé para controlarme, y me quedé sin aliento.
— Bueno, así no fue como yo lo planeé. — Una vergonzosa
risita burbujeó por mi garganta. — Por favor, entra.
De alguna el inesperado estallido de emoción en ambas
partes forzó una conexión entre nosotras e inmediatamente
me sentí a gusto con esta mujer. Entré en la cocina y le
pregunté — ¿Café?
Manda dejó caer su mochila al suelo y sonó casi aliviada
ese gesto de estar en casa hizo que me gustara aún más.
— Eres un un ángel.
— Gracioso. — Sonreí mientras ponía la cafetera. — Así
es como tu hermano solía llamarme.
Extrañamente, ella dijo —Lo sé—. Pero cuando mi expresión
de perplejidad aterrizó en ella, inmediatamente se
corrigió, —Quiero decir, eso he oído.
De acuerdo, entonces.
Mientras la máquina de café se llenaba, me sentí un poco
incómoda.— Lo siento. No fue mi intención ir y llorar
sobre ti ahí fuera. Supongo que estaba un poco abrumada.
Mordí el interior de mi mejilla. — No te ves como Twitch,
pero cuando sonreíste...— Me encogí de hombros. — Por un
segundo lo vi en tu sonrisa.
La cara de Manda se suavizó. —Debes haberlo amado mucho.
Le serví el café y hablé en voz baja. —Nunca dejé de
hacerlo.— Cuando le di una taza,
trayéndole el azúcar y la crema, le dije — No sabía que
tenía una hermana. Él nunca te menciono.
Parecía un poco avergonzada. — Él no lo sabía.
Seguramente bajo otras circunstancias, él no hubiera
querido tener nada que ver con nosotros de todos modos.
Whoa. — ¿Qué quieres decir? Y lo más importante, ¿Quiénes
somos nosotros?.
Manda sonrió con fuerza, antes de explicar — Tengo un
hermano llamado Giuseppe, le decimos Zep.— Se mordió el
labio. — Él y Tony nacieron con sólo unos días de
diferencia.
Y todo tenía sentido.
Mis cejas se levantaron. — Oh.
Manda se rió en voz baja. — Sí, exactamente. Así que Zep
y yo tenemos la misma madre,
pero la madre de Tony, nunca la conocí. Escuché que era
una imbécil de todos modos, así que cuando me enteré de
que murió hace unos años, fue como un ''buen viaje''"—
Se detuvo. —Zep nunca sintió la necesidad de buscar a
nuestro hermano, pero yo lo hice, durante mucho tiempo.
— Parecía abatida.— Sólo lo encontré demasiado tarde.
Eso fue triste. Estaba triste por ella.
Mi voz era amable. — Lo siento.
Agitó la cabeza, sorbiendo su café negro. — Gracias, pero
está bien. — Ella sonrió.
—Te encontré y...— Ella me miró esperanzada. —Mi
sobrino.
Como si fuera alejar a A.J. de esta dulce mujer. — Estará
en casa en una hora.
Manda se veía un poco exultante. —Le compré un regalito.
— Entonces ella pareció nerviosa.— Espero que le guste.
— Estoy segura que le encantará,— le contesté, pero
decidí ser honesta y lo hice con cautela. — No le conté
sobre ti, se va a sorprender.
Manda y yo hablamos un rato. Me habló de su marido,
Evander MacDiarmi y cuando le pregunté por qué no tenía
el mismo nombre, me dijo que su padre había insistido que
ella se quedara con el suyo. No estaba segura de por qué,

pero parecía importante, así que lo deje.


Cuando le pregunté por Antonio Falco padre, la cara de
Manda se iluminó mientras hablaba del hombre mayor.
— Es el hombre más dulce que hayas conocido. Lo juro por
Dios. Tiene muchas ganas de conocerte, pero...— Se
encogió levemente de hombros. — No sabía si sería
bienvenido, así que pensé en venir y ver cómo te sentías
al respecto.
¿Conocer al padre de Twitch? Oh, wow. Esto fue intenso.
¿Por qué estaba tan ansiosa por eso? — Creo que me
gustaría.
Manda sonreía, pero mantenía un tono suave. — Se lo haré
saber.
Antes de que me diera cuenta, había pasado una hora y
estábamos a minutos de que Molly trajera A.J. a casa.
Sentí la necesidad de advertir a Manda, — A.J. llegará a
casa en cualquier momento, que es por lo que necesito
explicarte que A.J. a veces habla de Twitch en presente.
Cuando su rostro tomó una expresión de pura confusión,
ella preguntó — ¿Cómo es eso?.
Pasé mi dedo por el borde de la mesa de madera. — Parece
que A.J. ha estado imaginando que su padre lo ha estado
visitando por la noche.
La cara de Manda palideció. — ¿De verdad?
Lo sé. Fue raro, pero no pude evitar defender a mi hijo.
— Está de luto, Manda.
En mi corta declaración, su expresión se suavizó.
— Por supuesto. Gracias por el aviso.
Sonreí con fuerza. — No hay problema.
El incómodo encuentro pasó en el momento en que se abrió
la puerta principal. Manda se puso de pie, mirando hacia
el pasillo, oímos a Molly decir lo mismo que decía todos
los días de escuela, por la tarde. — Está bien, amigo,
quítate los zapatos, el bolso fuera te traeré un
bocadillo.
Sin siquiera mirar en la cocina, A.J. pasó corriendo tan
rápido que parecía borroso.
—¡Hola, mamá!
Manda levantó las cejas mientras se volvía hacia mí,
sonriendo, yo agité la cabeza a cambio, sonriendo. —
Hola, cariño. ¿Puedes venir aquí cuando termines?.
Molly entró en la cocina, mirando de Manda a mí y cuando
hice una cara, recordándole que no fuera tan grosera,
Molly suspiró, caminando hacia adelante, observando la
otra.
mujer con cautela. — Soy Molly.
Manda sonrió. — Manda, encantada de conocerte.
Molly miró a Manda de arriba a abajo. — Soy la niñera de
A.J. — Eso dijo. Pero sonó como "Soy la encargada de A.J.
y no quiero que te metas con él".
Así que Molly era un poco protectora. Era una de las
cosas que me encantaban de ella.
Cuando el pequeño monstruo se metió en la cocina en sus
calcetines, me sonrió un momento, antes de mirar a Manda,
sus ojos deambulando abiertamente, con cautela.
Su sonrisa se amplió y su voz se volvió melancólica. —
Hola, A.J.— Cuando no respondió, se volvió hacia mí y me
habló en voz baja. — Oh, Dios mío. Es igualito a él.
Lo sé. A veces era abrumador.
— Ven aquí un segundo,— le dije y cuando se acercó
lentamente, incliné la cintura y puse mis manos sobre sus
hombros.— Quiero que conozcas a Manda.
Tan educado como pudo, A.J. pronunció un silencioso y
tímido — Hola.
Manda se arrodilló frente a él. — He esperado mucho tiempo
para conocerte.
A.J. la miró con los ojos entrecerrados, confundido. —
¿Lo has hecho?.
Ella asintió suavemente. — Sí, verás yo soy...— Se mojó
los labios, pareciendo un poco insegura de sí misma.
Cuando parecía que Manda se había perdido, me hice cargo.
— ¿Recuerdas cuando te dije que no tenías tías o tíos de
verdad?.
A.J. asintió.
Puse mis labios en su oído y me burlé susurrando — Mentí.
A.J. me hizo girar.
Sus cejas se elevaron tanto que casi le tocaron la línea
del cabello, se veía positivamente estupefacto. Él le
respondió susurrando — ¿Mentiste?.
Una risa suave me dejó.
— No a propósito cariño, no sabía de tu tía Manda.
A.J. se enfrentó a ella y murmuró un incrédulo: — ¿Eres
mi tía?.
Manda tragó con fuerza. — Sí.— Entonces ella gentilmente
le explicó — Soy la hermana de tu padre.
Y la cabeza de A.J. casi implosionó.
Se quedó mirándola fijamente, sin pestañear. Hizo esto
durante mucho tiempo, cuando no hizo ningún movimiento,
para decir o hacer algo, me reí a carcajadas. — ¿Estás
bien, amigo?.
Agitó la cabeza y cuando me reí, Manda sonrió
amablemente. — Te traje un regalo.
Bueno, eso lo sacó de su estupor.
Típico.
Dejándome, A.J. se acercó y sacó el pañuelo de su cabeza
y desenvolviéndolo cuidadosamente antes de colocar el
reloj de bolsillo plateado en las manos de A.J.
Sus ojos se abrieron de par en par, y dijo en voz baja —
Vaya.
Manda presionó la parte superior, abriendo la esfera del
reloj intrincadamente grabado. — Esto fue de mi padre.
Él me lo dio, es una reliquia de familia. Ves, eres mi
familia, A.J.— Ella tocó su mejilla. —Y ahora te lo
estoy dando a ti.
Lo que ella dijo fue tan conmovedor que retrocedí ante
el repentino sentimiento que me invadió.
A.J. se inclinó hacia ella. — ¿Qué dice eso?— Señaló
hacia el interior del reloj.
Manda explicó — Dice Con Affetto, en italiano, significa
que te amo.— Tomó suavemente su mano en la de ella.
— A mi padre, tu abuelo, le encantaría conocerte algún
día, te gustaria eso?.
Y la mente de A.J. quedó asombrada una vez más. Girando
lentamente, miró a Manda, y
murmuró — ¿Tengo un abuelo?.
Manda inclinó la cabeza hacia atrás y se rió. La sonrisa
que se esforzaba por ser
liberada. Era realmente adorable. — Sí,— se rió. — Tienes
un abuelo, cariño. Aunque estoy segura de que le gustaría
que lo llames Nonno Tony. — Ante su asombro, ella tocó
con el dedo la punta de su nariz. — ¿Qué dices? ¿Quieres
conocer a tu Nonno Tony?.
A.J. asintió lentamente y luego con más entusiasmo hasta
que finalmente, una dulce sonrisita estiró sus labios.
Manda pasó un tiempo con A.J. y yo insistí en que se
quedara a cenar. Comimos en la mesa, como familia y cuando
Manda le dijo a A.J. que nunca había conocido a su padre,
A.J. respondió con, — Está bien. Puedes verlo en otro
momento. — Luego sonrió con una sonrisa dientuda. — Le
diré que quieres conocerlo.
Cuando dijo esas cosas, mi corazón se marchitó y murió.
Era hora de que A.J. se fuera a la cama y después de que
lo arropé, Manda se puso de pie. — Debería irme.—
Tengo miedo de quedarme más tiempo del necesario.
Pero simplemente me acerqué a la nevera y saqué una
botella de vino. — Sentémonos en el porche trasero.—
Entonces le sonreí a mi nueva hermana. — No estoy lista
para que te vayas todavía.
Me miró con un afecto tan desvergonzado en sus ojos que
supe que esto era simplemente el principio. Éramos una
pequeña familia que anhelaba tener más, ahora que la
tenía, lloré el tiempo que pasamos separados. Ella me
siguió afuera, yo me senté en el escalón superior que
conduce al patio.
Manda se me unió, sosteniendo su vaso, yo le eché mas.
Tomó un sorbo de la bebida aromática blanca e hizo un
sonido bajo en su garganta. — No hay nada como el vino
australiano.
Sostuvo el vaso a la luz de la luna antes de ponerlo en
su nariz y tomar su afrutado aroma. — No hay comparación.
Cada uno de los otros sabe a basura cuando se pone al
lado de un Vino Barossa. — Asentí de acuerdo, sorbiendo
mi vaso.
Nos sentamos en silencio un rato, antes de que ella dijera
— Háblame de él.— Cuando la miré , aclaró. — ¿Cómo era
tu relación con mi hermano?
Oh, Dios. Qué pregunta tan cargada. — ¿Cuánto tiempo
tienes?
Se echó a reír a carcajadas. — El tiempo que sea
necesario.
— De acuerdo.— Me apoyé en un codo. —Tú te lo buscaste.
Le conté todo. Bueno, casi todo. Silenciosamente mantuve
fuera el hecho de que yo tome drogas voluntariamente para
demostrarle a Twitch que iba en serio con él. También me
mantuve al margen de lo que Twitch disfrutaba en el
dormitorio. Aparte de eso, le dije todo.
Mi estómago se apretó fuertemente.
Jesús. Me olvidé del cinturón.
Y para cuando terminé, los ojos de Manda estaban abiertos
y sin parpadear. — Lexi.— murmuró en voz baja. —Eso suena
horrible.Bebiendo mi vino, me reí suavemente. —Lo sé.—
Lo hace. Sonaba horrible. — Es difícil de explicar por
qué lo amaba, era una necesidad, Manda.— Giré mi vaso,
mirando el vino en el. — Era algo que necesitaba más de
lo que necesitaba respirar.
— Pero las cosas que hizo...— Ella frunció el ceño. —
Sí,— estuve de acuerdo. — Bastante jodido, ¿verdad?.
—No lo entiendo.
Ella no lo haría. Nadie lo hizo. — No era algo que
explicas; era algo que tenías que haber vivido para
entender, me amaba tanto que recibió una bala por mi—
La mire fijamente — ¿entiendes?.
En ese momento, su frente perfectamente cuidada se
levanto y sus labios se arrugaron — bueno cuando lo pones
de esa manera.— Ella levantó su copa hacia mí. — A los
que amamos.
Sí. Brindo por eso.
Toqué ligeramente mi vaso contra el de ella, sonriendo
en el patio, y hablé en voz baja.
—A los que amamos.

***
Twitch

En el momento en que abrí la puerta, mi hermana me miró


con el ceño fruncido. — Hijo de perra.
Le devolví la mirada. — ¿Por qué todo el mundo me llama
así? Joder.
— Esa mujer...— Manda entró en la casa. — Es la persona
más dulce que he conocido.— Parecía tan decepcionada. —
Y la trataste como a una mierda — Sus manos se levantaron.
— No. Peor que la mierda. — Sus ojos se entrecerraron
peligrosamente. — Fuiste malo, fuiste cruel, fuiste
desagradable, Tony.
Bueno, alguien tuvo una buena charla.
Suspiré, caminando hacia la nevera. — ¿Quieres algo?.
— Quiero que te alejes de ella.
Lentamente, me volví hacia mi hermana, sosteniendo sus
ojos con la intensidad de mi mirada. —Dilo de nuevo.
Los labios de Manda se afinaron, — después de oír lo que
le hiciste no se por que todavía te ama, pero lo hace —
ella bajo la voz — así que tienes que alejarte de ella
por qué te ama lo suficiente como para volver a aceptarte
algún día.— Ella sacudió la cabeza. — Y no puedo
permitirlo. Sus palabras me sacudieron, pero no lo
demostré.
Mi voz era tranquila, incluso aburrida. — Esa no es tu
decisión, Mandy.
Odiaba cuando la llamaba Mandy. — Me senté mientras mi
mejor amiga sufría de una relación abusiva, no hice nada
y Ana casi muere por ello. No lo volveré a hacer. Nunca
más, nunca más.
Oh, mierda. No, no lo hizo. Mis ojos brillaron. — ¿Me
estás comparando con Dino Gambino? — El enojo burbujeaba
debajo de mi apreté los dientes. Mi tono se volvió
peligroso. — Amo a esa mujer.
Los ojos de Manda se pusieron tristes y empezó a asentir
con la cabeza. — Eso es lo que Dino también se dijo a sí
mismo.
— Dino Dijo que amaba a Ana y por eso hizo las cosas que
hizo. Nadie tuvo las agallas para decirle que era un vil
pedazo de mierda.
No me digan que esta perra acaba de llamarme vil pedazo
de mierda.
La ira se convirtió en rabia y me quemó, iluminando mis
venas y bombeando furia en mi corazón. Hablé bajo,
girando y agarrando el borde del mostrador tan fuerte que
estaba sorprendido de que no se rompiera: — Cuidado con
lo que dices.
— Por favor, Tony. No lo hagas. No vuelvas. Están bien
sin ti.
Ese fue el punto de ruptura.
Cerré los ojos y tragué con dificultad, tratando de
respirar a través del dolor físico de mi ira. Mi
respiración se convirtió rápidamente en un fuerte jadeo.
Tomando un vaso del fregadero. Lo levanté antes de
golpearla tan fuerte como pude. Un fuerte estruendo,
entonces y el tintineo de los fragmentos rotos no hizo
nada para calmar mi ira.
Me gire, gritando estruendosamente: — ¡No estoy bien sin
ellos! — y el cuerpo de mi hermana se sacudió mientras
se estremecía.
No tenía ni idea de lo que me costaba estar aquí. Ella
no sabía una mierda.
Soplando un largo aliento, traté de calmarme y cuando
hablé, lo hice tranquilo
— Puedes ser mi hermana, pero no sabes nada de mí, Manda,
no finjas que lo haces.
Nos miramos fijamente un momento antes de que mi hermana
se diera la vuelta y saliera de mi casa, cerrando
suavemente la puerta detrás de ella, y esas palabras no
dichas eran mas fuertes que si ella me las hubiera gritado
Capítulo 6

Lexi

Vi las noticias de la tarde en completo silencio.


— La figura del bajomundo Ling Nguyen, matriarca de la
famosa banda vietnamita The
Flying Dragons, ha comprado y se ha apoderado del infame
club nocturno The Cross de Darling Harbour.— dijo el
reportero
Con mi brazo sobre mi estómago, abrazándome, el otro se
acercó a mi garganta mientras que yo escuchaba...
— La reputación de the Cross ha disminuido con los años,
ahora conocida como un lugar de reunión para criminales
y matones por igual. Nueve personas fueron asesinadas
allí el año pasado, mientras que unas cientos tres
personas resultaron gravemente heridas en las
instalaciones, la policía está desconcertada por la
venta.—
La pantalla se volvió hacia un sargento de policía que
habló con los reporteros. — Si la Srta. Nguyen está aquí
para hacer negocios legales, no tendrá de qué
preocuparse. Sin embargo, vamos a tomar un especial
interés en lo que pasa en el lugar.—
Oh, Dios.
Esto no es bueno.

Mi teléfono empezó a sonar. Miré hacia abajo a la pantalla


y contesté inmediatamente.
— Julius, ¿estás viendo esto? —
— Lo estoy viendo ahora mismo. — Se detuvo y dijo: —Yo
me encargo.— No le digas ni una palabra a Ana.—
— Encárgate de eso.—
— Ocúpate de Ling.—
Mi estómago se enrolló sobre sí mismo y mis labios se
abrieron. No importaba lo cuan lejos que estos hombres
intentaran dejar su pasado; siempre los seguía de cerca,
desearía que se les diera la vida tranquila que ellos
deseaban. Lamentablemente, se había derramado demasiada
sangre y así no era como funcionaba su mundo.
No es que no se lo mereciera. Ling fue la razón por la
que Ana se encontró en las manos
de un loco, Ling era la razón por la que Ana era la mujer
lisiada mental que era hoy.
Sí, ella merecía morir y rápidamente decidí que estaba
de acuerdo con eso.
— De acuerdo.— Me mojé los labios y mantuve los ojos en
la televisión. — Haz lo que necesites hacer.—
— Mira— dijo en voz baja. — No creo que sea tan estúpida
como para hacer algo a lo grande a plena luz del día,
pero — Dudó. — Habla con Molly, dile que esté atenta.—
Mi fruncimiento de ceño fue profundo. La idea de Ling
cerca de mi hijo fue suficiente para ponerme loca de
preocupación, suficiente para ponerme violenta.
Deja que intente acercarse a mi cachorro, ella no tenía
idea de lo que una persona era capaz de hacer cuando se
trataba de la seguridad de su hijo.
Julius me había hablado de la obsesión antinatural de
Ling con A.J., de cómo lloraba.
abiertamente sobre mí siendo su madre y ella quedándose
sin nada de Twitch. Ella estaba loca de celos y eso la
hacía peligrosa, no es que no lo fuera antes y esa era
la parte preocupante. Tan loca como estaba, no había nada
que no hiciera para conseguir lo que ella quería.
Mientras ella estuviera lejos, muy lejos, no era un
problema. Pero ella estaba aquí ahora en Sydney y eso
significaba problemas.
Si tuviera que elegir entre la vida de Ling y la seguridad
de mi hijo, Ling perdería cada vez.
Ese era un hecho simple.
Las palabras que dije fueron firmes e inflexibles. -
Ocúpate de ella, Julius -.
— Déjamelo a mí, no te estreses — dijo con confianza y
luego en voz baja.
— La perra ya se ha ido.—
Habló con tanta confianza, con tanta seguridad, antes de
colgar.
¿Por qué no me sentía mejor?
Fue más tarde esa noche cuando escuché la conmoción.
Me desperté de un salto y corrí sin aliento por el pasillo
para encontrar a Molly sosteniendo a A.J. lejos de la
ventana.
La ventana abierta.
Mientras A.J. luchaba en los brazos de Molly, levantó los
brazos y gritando adormilado: —¡Papá, vuelve! —
Fue entonces cuando miré a la mano de Molly, la mano que
sostenía el arma y me estremecí, corrí hacía la ventana,
jadeando de miedo, miré afuera pero no vi nada.
No había señales de nadie. Y de repente me alegré de
haberle pedido a Molly que se quedara a dormir en la
habitación que estaba al lado de mi hijo.
Molly y yo intercambiamos una mirada de pánico.
— ¡Papá! — A.J. gritó más fuerte esta vez y la ansiosa
necesidad de su voz fue suficiente para cubrir mis brazos
con piel de gallina.
Pero no había nadie allí.

***

Twitch

Era tarde y no debería haber estado donde estaba, pero


después de la pelea con mi hermana, necesitaba ver a mi
hijo.
La idea de mantenerme alejado de él fue suficiente para
que perdiera mi puta mente y no me importaba lo que
pensara Manda. Eso no estaba pasando.
Si fuera honesto conmigo mismo, tal vez estaba aquí
demostrando un punto.
¿A quién?
Quién sabe. A mí más que supongo.
Tirando de mi capucha sobre mi cabeza, salí a la oscuridad
de la noche, empujé las manos en los bolsillos e hice el
corto paseo hasta la casa. Poniendo mis manos en el
cristal de la ventana, empujé lentamente, escuchando el
ligero cascabel mientras se levantaba. Sin hacer ni un
sonido me metí adentro y en el momento en que vi su
pequeño cuerpo dormido, bandas se tensaron alrededor de
mi pecho.
Mis pies me llevaron en silencio hasta mi hijo y me
arrodillé junto a su cama, observándolo a la luz de la
luna, acariciando suavemente su cabello. Él parpadeó
somnoliento y yo sonreí, susurrando: — Hola, amigo —
— Papá.— Bostezó y luego murmuró: —Te extrañé.—
Él era mi corazón. — Yo también te extrañé. No podía
esperar a verte, así que pensé en visitarte.—
Fue entonces cuando los ojos de A.J. se abrieron de par
en par. — Papá, ¿sabías que tienes una hermana? —
Le hice callar, mirando hacia la puerta. — Silencio,
A.J.—
— Y también tienes un padre. Voy a conocerlo algún día,
dice la tía Manda. Y tengo que llámalo Nonno Tony,
pero...—
Mi corazón empezó a latir más rápido. — A.J., amigo,
necesito que te calles.—
— ...no sé qué significa eso. Y me dio un reloj. No como
el tuyo, es diferente, papá.— Abrió el cajón de la ropa
interior y lo sacó, sonriendo.
— ¿Ves?—
No me jodas, estaba haciendo un escándalo. Le puse un
dedo en los labios. — Silencio, amigo, o papá va a tener
que irse.—
— No.— Se le cayó la cara y sus labios empezaron a
temblar — Siempre tienes que irte.—
Él me miró a los ojos, rogando: — Quédate conmigo, por
favor —
¿Eso fue un crujido, o estaba oyendo cosas?
Susurrando, me puse de pie y salí corriendo, — A.J.,
tengo que irme...—
Mi hombrecito gritó: — No, papá.— Entonces su cara se
amontonó mientras lloraba. —Tú siempre te vas —
Mierda.
Mi corazón estaba acelerado.
—...pero te amo.— Con eso, salté por la ventana y corrí
tan rápido como pude.
Mientras corría, lo oí. — ¡Papá, vuelve! —
Entonces una voz tranquila y femenina, — A.J, ¿qué pasa?
háblame.—
Me tragué el nudo en mi garganta.
Fue entonces cuando oí su grito desesperado. — ¡Papá! —
Y se me puso la carne de gallina.
No.
Esto no fue bueno.
Y cuando todo se convirtió en mierda, no podía culpar a
nadie más que a mí mismo.

***
Lexi

— No parece que nadie haya entrado,— dijo Happy mientras


revisaba los alrededores de la casa. Se volvió y
preguntó: — ¿Estás seguro de que A.J. no empujó la
mosquitera hacia afuera? —
Cansada e incómoda, me abracé. — No lo sé, está molesto.
No quiere hablar conmigo.—
— ¿Y dijiste que estaba llamando a Twitch?.—
Asentí cansada, pero Happy no dijo nada.
Qué noche.
No había podido volver a dormirme después del incidente.
¿Y quién podría culparme?
Los llantos de pánico de A.J. eran cosa de pesadillas.
Cuando se giró hacia mí, se encogió de hombros y dijo: —
No sé qué decirte,
nena.—
— ¿Está....?— Parpadeé y volví a intentarlo, mi voz más
áspera que el papel de lija. —Creo que está alucinando,
Happy.—
— No.— Happy frunció el ceño, se acercó a mí y puso sus
manos sobre mis brazos.
—Lexi, no está alucinando.— Su cara se suavizó y suspiró.
—Está tan desesperado por su padre que está tratando de
hacer sus propios recuerdos de él. Eso es todo.—
—No estabas allí,— susurré. —No escuchaste la forma en
que gritó.— Cerré los ojos y temblé. — Fue aterrador.—
Cuando Happy continuó frotándome los brazos con simpatía,
suspiré y me acerqué, hacia él presionando mi frente
contra su pecho, buscando consuelo. Me sostuvo todo el
tiempo que necesité porque Happy era un gran amigo.
Pasó un largo momento antes de que lo mirara a los ojos
y le dijera: — Quiero rejas en su ventana.—
Sin dudarlo, dijo — Haré algunas llamadas.—
Y así como así, podía respirar de nuevo.

***

Twitch

—La has cagado,— dijo Happy mientras entraba en la casa.


No dije nada porque la verdad es que sabía que era verdad.
Se paró frente a mí, cerrando los ojos y estirando el
cuello de un lado a otro.
— Pondrán rejas en sus ventanas mañana.—
Hijo de puta.
Se me hundió el estómago.
Maldita sea. La he cagado de verdad. Y me estaba costando
mi tiempo con mi hijo.
Mierda. Odiaba mi vida.
A mi largo suspiro, levantó la cara para mirarme.
— ¿Qué esperabas? Caminas en su maldita casa como si
fueras el dueño del lugar, era sólo cuestión de tiempo
antes de que te pasarás de la raya cómo lo hiciste y te
metieras en la mierda. ¿Sabes lo que me molesta?—
Me quedé en silencio, escuchando, y sus ojos se
entrecerraron sobre mí. — No te vas a llevar la culpa de
esto y te lo mereces. En vez de eso, dejas que un maldito
niño de cinco años tome el responsabilidad por tus jodido
juegos.—
No estaba jugando. Sólo quería estar con mi hijo.
Apreté la mandíbula, pero no dije nada.
Happy se echó sobre mí. — Eres tan egoísta y como
resultado, tu chico probablemente va a tener que hablar
con un psiquiatra. ¿Sabes lo que va a pasar cuando no
puedan encontrar un porque a sus alucinaciones?.— Su
mirada era penetrante. — Lo medicarán porque, un chico
normal no ve a su padre muerto caminando por la calle,
Twitch.—
Mi estómago se retorció.
Nadie estaba medicando a mi hijo. Me moriría antes de que
eso ocurriera.
¿No lo entendió?
A.J. era mi adicción más reciente. Lo necesitaba.
Necesitaba a mi hijo, más de lo que necesitaba a nadie.
Me inyectó vida casi tanto como su madre y si no podía
tenerla, lo necesitaba.
—¿No tienes nada que decir?— Happy esperó, pero no hablé.
¿Cuál era el punto?
No podía entenderlo. Ni siquiera podía empezar a hacerlo.
Happy asintió. — De acuerdo. Bueno, sólo vine a decirte
que tus juegos han terminado.— Antes de irse, me miró a
los ojos y murmuró: — Aléjate de él, Twitch. Por ahora,
sólo...— Respiró un suspiro desangrado. — Mantente
alejado.—
Cuando él se fue y yo estaba solo con mis pensamientos,
me pregunté cuánto me gustaría arriesgar para ver a mi
hijo.
La respuesta fue clara.
Lo arriesgaría todo.

***
Lexi

Había sido un día sin ruidos en nuestra casa, lo que era


una rareza en sí mismo.
No sabía por qué, pero A.J. estaba enfadado conmigo. O
al menos pensé que lo estaba hasta que vi la Zinnia roja
brillante en mi mesita de noche. Con una sonrisa triste,
la tomé y la puse en mis labios, presionando un ligero
beso en sus suaves pétalos antes de caminar hacia la
habitación de mi A.J. y pararme en su puerta.
Sé que me oyó acercarme, pero no me miró; sólo continuó
mirando fijamente, la ventana a través de las rejas
antirrobo que se habían instalado ese día.
Me dolía el corazón verle así.
¿Qué le estaba pasando a mi hijo feliz?
Cada día que pasaba, mi hijo se agitaba más y más y no
era capaz de
determinar con precisión la causa y eso me estaba
haciendo miserable.
— Gracias por la flor.—
Ni siquiera me echó un vistazo. — No te di una flor.—
Mi frente se frunció mientras giraba suavemente la Zinnia
entre mis dedos. — ¿Entonces, quién lo hizo?—
—¿De dónde vino, Bebé?—
Dudó.
La preocupación en mí se multiplicó por diez. —¿Bebé?—
Era reacio, pero habló y cuando lo hizo, habló en voz
baja. — Papá la dejó para ti.—
Vale, ¿sabes qué?
Era una mujer paciente, pero ya era suficiente.
El ritmo de mi corazón aumentó. Dejé caer la flor, entré
en su habitación y me arrodillé.
frente a él. — A.J., papá se ha ido. —
Mi hijo parecía cansado. — No, no lo hizo.—
El aire se engrosó a mi alrededor, dificultandome la
respiración.
—Sí, se fue bebé.— Tomé su rostro en mis manos y hablé
con firmeza. — Él se ha ido y no va a volver, no puede.—
Y A.J. sonrió tan serenamente que los pelos de la nuca
se me pusieron de punta.
— Papá no se ha ido, mamá. Ya lo verás.—
Era demasiado, mi respiración se volvió pesada, agarré
sus pequeños brazos con fuerza y levanté la voz. — ¡Ya
es suficiente! Ya me harté de estas cosas, sé que estás
triste, pero...—
A.J. parecía confundido. — No estoy triste.—
— Esto se está volviendo demasiado. No hablemos más de
papá.— Mi voz tembló. — Se ha ido, cariño.—
Pero simplemente sonrió y agitó la cabeza.
Todo mi cuerpo se sentía como si estuviera en llamas. No
podía respirar. No podía ver a través de el aguijón
borroso de mis ojos.
Mi corazón se estaba rompiendo.
Fue entonces cuando di el golpe final. Temblando, sacudí
ligeramente a mi hijo, le parpadeé y grité: — ¡Papá está
muerto, A.J.! ¡Está muerto y nunca volverá!— Me
graznó la voz. —¡Nunca jamás!"—
Ver a mi hijo mirarme de la forma en que lo hizo fue
horroroso y en el momento en que lo solté sus labios
comenzaron a temblar.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y cuando su cara se
desmoronó, yo quería tener una muerte lenta y dolorosa
porque era lo que merecía. Sumergiendo su barbilla, sus
hombros temblaban, y escuché sus gritos apenas audibles.
Yo era un monstruo. Una persona terrible. Y en ese
momento, me sentí peor que la escoria, llorando en
silencio, me agaché y levanté a mi hijo, agarrándolo
hacia mí como a un salvavidas. Sus brazos me rodeaban el
cuello y todo mi cuerpo temblaba con el peso de mis
lágrimas. Lo acompañé a mi habitación y lo acosté en la
cama, deslizándome a su lado.
No sé cuánto tiempo estuvimos ahí. Se sentía como una
eternidad. Me parpadeó con las pestañas mojadas y me
dijo: — No llores, mamá.— Sus pequeños labios temblaban
mientras se ahogaba, —Lo siento.— Puso una pequeña mano
en mi mejilla, limpiándola, y susurró ya no voy hablar
de papá nunca más.
Si yo era un monstruo.
Me llevó un momento, pero dije en voz baja: — Siento
haber gritado.— Cuando se dio la vuelta y me abrazó, lo
abracé fuertemente, presionando suaves besos en la parte
de atrás de su cabeza. —Puedes hablar de papá.— Me alegré
de que no estuviera frente a mí; de esa manera no podría
ver la desesperación escrita en toda mi cara. —Habla de
él todo lo que quieras, bebé.—
Más besos a su dulce cabeza perfumada a manzana y luego
cerré los ojos y susurré — Siento mucho haber gritado.—
Me estaba destripando, pero si eso era lo que A.J.
necesitaba en este momento, le daría el cuchillo.
Capítulo 7

Ling

—Si no lo supiera, pensaría que estás invadiendo mi


territorio.— cuando levanté la vista de mi escritorio y
vi al bello turco que estaba allí de pie, sonreí y sus
ojos me devolvieron esa sonrisa. — Suerte que sé que no
es así, ¿no?— dijo.
— Aslan el Turco— Me recosté en la silla de mi
escritorio, dejando que mis ojos lo vieran libremente.
Que me jodan, no me gustaba Aslan, pero era guapísimo.
Vestido con su traje de sastre negro prístino, camisa
blanca y corbata negra de seda, se inclinó contra la
puerta, mirándome de cerca. El hombre de unos cuarenta
años llevaba su pelo oscuro acortado en un corte de
tripulación. Tenía un gran desvanecimiento y su barba
bien recortada me llevó de vuelta a recuerdos de sentir
sus duros rasguños en la cara interna de mis muslos.
Pómulos altos, fuertes mandíbula, labios más llenos de
lo que se debería haber permitido en un hombre. Pesados
anillos de plata forrando sus nudillos y con una
repentina toma de aire, tenía tantas ganas de sentir el
metal frío contra mi coño. Esos oscuros ojos suyos
estaban alineados con gruesas pestañas negras que lo
hacían parecer mucho más inocente de lo que él era algo
que me gustaba era conocer el lado real de él, su lado
sucio, crudo y violento que nadie más vio.
Era un privilegio, me encantaba ese lado de Aslan Sadik.
Diría que lo extrañé, pero eso sería una maldita mentira.
La última vez que me golpeó tan fuerte que casi me deja
con la mandíbula rota. Por suerte para él, me gustaba
tanto que me vine más veces de las que debí.
No, no extrañé a Aslan. Extrañaba el sexo con Aslan.
Mis pezones se endurecieron mientras suspiraba
silenciosamente. — ¿Qué haces aquí, Sadik?—
Todavía podía sentir sus dientes sobre mí, mordiéndome
como el perro rabioso que era.
Sus ojos nunca se apartaron de los míos mientras entraba
lentamente en mi oficina. — Te extrañé.— Ambos sabíamos
que era una maldita mentira, así que... sí, inténtalo de
nuevo. Cuando mis ojos estrecharon, puso sus manos en el
respaldo de la silla de huéspedes y se apoyó en ella. —
He oído estás teniendo problemas con tus chicos.—
Mis pelos se pusieron de punta.
Fueron días como éste en los que sólo quería renunciar
al poder que estúpidamente había tomado, para convertirme
en intocable y volver a ser una puta sin preocupaciones
en el mundo. Le parpadeé mientras mis labios de color
rojo cereza se extendían con una sonrisa. —No me digas
que viniste aquí a ofrecer tu consejo, Aslan.— Mi cara
se endureció. — Ahorra tu aliento.— Miré de nuevo a la
pantalla de mi ordenador.
— O me aseguraré de que no tengas la oportunidad de
respirar de nuevo.—
La idea de matar a Aslan hizo que mi núcleo se apretara.
Ya estaba mojada.
Los ojos de Aslan oscurecieron una sombra. — Háblame así
otra vez...faltame al respeto, te reto a que te atrevas.—
Se acercó bajando la vista a mis labios antes de lamerse
los suyos. — Sinceramente no me importa un carajo si
tienes problemas con tus chicos, pero estoy aquí para
decirte si eres lo suficientemente estúpida como para
invadir mi territorio...—
—¿Me matarás?— Lo miré fijamente.
En ese momento, respiró hondo, se movió alrededor del
escritorio y se arrodilló, justo al lado de la mesa.
Delante de mí, metiéndose en mi cara. Su voz era
engañosamente tranquila, pero esos bonitos ojos
sostenidos una intensidad que no me gustaba.
— No te mataré, Ling. Eso sería demasiado fácil.— Su mano
apareció para agarrar mi barbilla y él la agarró lo
suficientemente fuerte como para magullarla. Trajo su
cara a la mía y cuanto más se acercaba, empezaba a
sentirme como un perro acorralado.
Cuando sus labios estaban a la anchura de un pelo de
distancia, habló en voz baja. — Empezaré por matar a tus
hombres, todos ellos, incluyendo a tus hermanos. Nadie
que ames estará a salvo.—
Presionó un gentil beso en mis labios y cuando traté de
alejarme, sus ojos brillaron. Metiendo sus dedos en mis
mejillas, apretó los dientes y siseó. — Te follare tan
fuerte que no serás capaz de estar de pie sin sentir tus
piernas debilitarse mi pequeña víbora.— Su cara se
contorsionó y apretó un doloroso beso en mis labios. —
Jugaré juegos mentales contigo todos los días de tu
miserable vida, nunca sabrás que este viniendo, pero
vendré. Estaré en las sombras, para siempre, hasta que
llegue el día en que...— Él sonrió, y toda su cara se
transformó con su sonrisa ya no es viciosa, sino una vez
más bella. —Te veré tomar tu pistola ponerla en tu cabeza,
apretar el gatillo y salpicar tu cerebro a través de las
malditas paredes.— Él suspiró felizmente. — Y qué hermosa
vista será.— Aún agarrando mis mejillas con fuerza, me
miró a los ojos mientras lentamente alcanzaba entre mis
piernas y empujó mis bragas a un lado. Cuando sintió la
humedad allí, sus ojos se agitaron y Aslan perdió algo
de vapor. —Perra loca.— Metió un dedo dentro de mí, y
todo mi el cuerpo se derrumbó inmediatamente,
sometiéndose a él. Mientras mis ojos se volvían hacia
atrás y mis labios se abrían, Aslan se mordió el labio y
luego susurró: —Quiero follarte tan fuerte.—
Mi voz era dura. — Casi me matas la última vez.—
Sus ojos brillaron peligrosamente y luego sonrió y
murmuró:
— Quiero hacerlo de nuevo.—
El único dígito dentro de mí empezó a hacer un movimiento
de —ven aquí— y yo mordí el interior de mi mejilla. Dios
mío, se sintió tan bien. Pero necesitaba ser fuerte. —
Las cosas están diferentes ahora. No podemos—
Si mis hombres se enteraran de que me estaba follando al
rey de los Niños Perdidos, perdería todo el respeto y
para ser honesta, no era algo que pudiera arriesgar.
Estaba haciendo un puto buen trabajo perdiendo su respeto
por mi cuenta. No necesitaba ayuda.
—Sé que no deberíamos, pero... — Aslan sonrió en mi boca.
— ¿Crees que podrías
detenerme, perra?—
Mi núcleo se apretó al pensar que me tomaría bruscamente,
brutalmente, y lo sintió.
Porque se río en mi mejilla.
Nunca me importó un carajo lo que la gente pensara de mí.
Había hecho cosas malas sin disculparme toda mi vida.
Hice lo que hice, cuando quise, porque así fue como
Ling Nguyen rodó. Y en ese momento, me odiaba por ser
como era.
Porque no podía decir que no.
Me quedé sin aliento. —Cógeme.—
Debería haber sabido lo que se avecinaba.
Aslan sonrió con suficiencia, me sacó el dedo del coño y
se puso de pie. — Me sorprende de ti Ling, pensé que
sería más difícil que eso, todo el mundo habla de La
Reina Dragón como una maldita diosa, y mírate ahora.— Se
puso el dedo debajo de la nariz y cerró los ojos,
respirando mi olor profundamente en sus pulmones. El
chupó el dedo en su boca, lamiéndolo hasta limpiarlo y
luego sonrió cruelmente. —¿Cómo se siente, caer desde
arriba, zorra débil?—
Bueno, mierda. Mis fríos dedos por encima de mis ahora
doloridas mejillas. No se sintió muy bien, era seguro.
Sin decir una palabra, busqué debajo de mi escritorio y
saqué mi arma, apuntándole. Cuando la cara de Aslan se
ennegreció, se la devolví con una sonrisa. Hice esto
porque ambos sabíamos que yo tenía sed de sangre y no
tendría problema en dispararle justo donde estaba.
Después todo, estaba en mi casa y la falta de respeto que
había mostrado era colosal.
Bajé la pistola y lo miré de cerca. — Dios, eres hermoso.—
Cuando su cara se suavizo un poco, seguí adelante. — Pero
tienes razón, por supuesto. Gracias por recordármelo.—
Mis labios se abrieron al verle y me di cuenta de que lo
miraba de arriba a abajo. — Claro, me gustaría tener esa
polla en la boca,— admití, con la voz suspirando,
—ahogándome con tus bolas hasta el fondo.— Agité la
cabeza lentamente y suspiré, viendo su repentino
arrepentimiento, sonreí por dentro. —Siempre me has
gustado, Aslan y echaré de menos follarte. O, ¿debería
decir?— Sonreí cruelmente —Te echaré de menos
follándome.—
Aslan me miró fijamente. —Sé lo que estás haciendo, no
está funcionando.—
—¿Por eso tu polla es más dura que la polla de un ministro
en la escuela dominical?— sonreí cuando se agachó para
ajustarse descaradamente. Me llevé la pluma a los labios.
— Nadie necesitaría saberlo— le dije, mirando el
contorno de su polla duro. — Sería nuestro pequeño
secreto.— Mi cara se quedó sin expresión. —Por cierto,
¿cómo está tu esposa? — Supongo que tenía ganas de morir.
Esa era la única explicación que tenía para preguntar por
ella.
Su princesa turca. Y cuando se abalanzó sobre mí, no
estaba preparada. O tal vez lo estaba y no me importaba.

No lo sé. Era un problema últimamente, mi falta de


cuidado.
El primer golpe fue lo suficientemente duro como para que
mi cara se rompiera hacia un lado y cuando me caí al
suelo, sentí su fuerte cuerpo a horcajadas sobre mí. Mi
corazón se aceleró por el puro regocijo por ser herido.
Mi sien palpitaba y me encantaba. Lo sentí todo, el dolor
y lo saboreé como un amante. El segundo golpe me golpeó
tan fuerte como el primero y cuando me las arreglé para
concentrarme, Aslan estaba sobre mí, con el labio rizado
y los ojos más oscuros que nunca.
Levantó el puño para dar otro golpe y fue entonces cuando
sonreí con una sonrisa sangrienta. — ¿Quién es el débil
ahora? — Cuando se dio cuenta de que yo lo tenía tan mal
como él me tenía a mí, me reí abiertamente, con malicia.
Juego. Set. Coincidencia.
Sí, perra. ¿Quieres jugar?
Gané esta ronda.
Aslan no entendía que cuando jugaba, sólo competía porque
tenía la intención de ganar. A cualquier precio.
Tomó un momento, pero el ahora jadeante Turco se sentó
sobre sus talones y me sorprendió, cuando murmuró un
cansado — Touché.—
Metiendo la mano en el bolsillo de su pecho, sacó un
pañuelo limpio y blanco y me lo entregó. Apoyada en mis
codos, lo tomé y lo apreté contra mi labio hinchado.
Estaba sangrando. Yo sabía esto porque el sabor metálico
familiar cubría mi lengua y en ese momento, yo no quería
nada más que que Aslan me diera la vuelta, me bajara las
bragas y me cogiera tan bruscamente como mi cuerpo me lo
permitiera.
Tal vez con la misma dureza con la que lo haría.
— Basta — dijo, sentándose, apoyándose en mi escritorio
y moviendo su cabeza hacia mi, con deseo abierto. — No
voy a cogerte, Ling. — Sus cejas se estrecharon. — Estás
tan arruinada, nena.—
Dime algo que no sepa.
Al quitar la tela de mi cara, sonreí a través de mi labio
partido. —Por eso es por lo que me amas.—
Estaba bromeando, por supuesto. Lo que dijo después, no
lo vi venir.
Aslan me miró durante mucho tiempo antes de que me
ahuecara suavemente la mejilla y murmurara,
—Por eso te quiero.—
Mi corazón tartamudeaba.
No me gustó lo que su declaración me hizo sentir. Así que
cambié la dirección de esta reunión.
Mi pequeña mano se acercó a la suya en mi mejilla y
presioné mis labios hasta la punta de su pulgar,
besándolo suavemente antes de llevármelo a la boca,
chupándolo. Los ojos de Aslan se cerraron y yo lo chupé
hasta el fondo. Sus labios se abrieron y dejó escapar un
fuerte aliento.
Si. Esta era más mi velocidad.
Las declaraciones de amor se desperdiciaban en mí.
Yo no hice el amor. Ya no más. El amor dolía demasiado,
había aprendido y el tipo de dolor que era, no fue mi
problema. Ni siquiera cerca.
Por eso le solté el pulgar con un chasquido y me lamí los
labios antes de descansar.
Una mirada dura sobre él. — Vete de aquí, Turco.—
Me miró fijamente un momento, sin pestañear, antes de
ponerse de pie y tirar del fondo de su chaqueta,
enderezándose. Cuando me tendió una mano, le di una
bofetada, me puse de pie por mi cuenta, alisando la parte
delantera de mi vestido.
Aslan se adelantó, más cerca de lo que me hubiera gustado
y buscó mi cara maltratada.
— No quise que esta reunión fuera en la dirección que lo
hizo.— Me dolía el pecho.
No podía lidiar con el afecto que forjaba su voz. Yo no
lo quería. Necesitaba irse.
Mirando hacia atrás por encima de mi hombro, me encogí
de hombros. —No te preocupes por eso.— Entonces, le
arrojé mis ojos sonrientes. —Tengo ese efecto en la
gente.—
Sólo vete.
Parecía decepcionado de sí mismo. — Eres exasperante.—
Hablaba bajo, para sí mismo.
— ¿Por qué coño te deseo tanto? —
Con un ligero suspiro, me senté en la silla de mi
escritorio. — La misma razón por la que todos los demás
hombres que follo me quieren, Sadik. Te dejo ser quien
quieres ser, quien realmente eres. Traigo tus demonios y
también me los follo porque me hace feliz ver a los
hombres perder el control de si mismos. Porque me pone
caliente ver a un hombre bueno ser malo y es tan fácil
de hacer, me gusta que me tomen y no que me cortejen. El
dolor me hace mojar y sé que está jodido.— Soplé un
largo aliento y le sonreí cálidamente. — Pero eso es lo
que soy, no podría cambiar, aunque quisiera.—
Mi sonrisa se desvaneció. — Créeme, lo he intentado.—
¿A caso no ve lo que realmente soy ? Un cáncer en este
mundo, asolando a todos los hombres que conocí. Yo era
una enfermedad de transmisión sexual y Aslan era sólo uno
de una larga lista de esos infectados.
El triste hecho es que a los hombres les gustaban las
chicas locas. Yo era la prueba de ello. Cuando él vino a
mí, tomando mi cara en sus manos y mirándome
profundamente, mi pecho se apretó la preocupación en sus
ojos. Trajo sus labios llenos a los míos, besándome
gentilmente y lo dejé, porque yo era una sádica.
Mi corazón se apretó dolorosamente con lo que dijo
después.
— Sé lo que tu padre te hizo — habló contra mis labios
antes de retirarse.
— Sabiendo lo que sé ahora, lo habría matado. — Me agarró
la cara y me miró casi desesperadamente. — Lo habría
matado, torturado, desarmado, pedazo a pedazo y
alimentado a los perros.— Estaba loco. ¿Por qué me gustó
tanto? — yo lo hubiera hecho por ti.
Un calor sólido se extendió a través de mí. No debería
haber sentido lo que sentía.
— No necesito un hombre que me proteja, Turco — le dije,
observando sus manos caer. Los hombres me habían
defraudado toda mi vida, yo nunca me pondría en la
pocision para que eso ocurra otra vez. — Me salvé a mí
misma, siempre lo he hecho y siempre lo haré. —
Aslan suspiró, pero lo hizo con ojos sonrientes. — Lo
sé.— Cuando se giró para irse, se detuvo en mi puerta.
— ¿Nos vemos luego? —
Jesús, era un fastidio.
Puse los ojos en blanco. — No sabes cómo entender una
indirecta, ¿verdad? —
Me dio un beso, sonriendo con fuerza, y luego me quedé
sola.
Fue una sensación extraña, en realidad. Por primera vez
desde que Twitch murió... No quería estar a solas nunca
más.
Mientras estaba sentada en mi escritorio con la boca
palpitante y la sien magullada, mis labios se afinaron.
¿Por qué me molestó tanto?
Eran casi las cuatro de la mañana cuando sonó el timbre
de mi puerta.
Saliendo de la cama, vestida sólo con un pequeño camisón
de seda, alcancé la Glock.
dentro de mi mesita de noche. Cuando la tuve en la mano,
miré por la mirilla y fruncí el ceño, abriendo la puerta
y apuntándole con el cañón de mi pistola al pecho.
— ¿Qué haces aquí, Turco ? — Mi voz era áspera con el
sueño.
Miró el arma un momento antes de entrenar sus ojos
sonrientes sobre mí.
— Te extrañé.—
Sí, claro. — ¿Por qué estás aquí realmente? —
Cuando llegó por detrás de él, me adelanté, con la cara
firme y empujé mi arma hacia adentro, su pecho. —
Inténtalo, carajo.— Ojos salvajes, le apunté con mi arma
lo suficientemente fuerte como para magullarlo y sonrió
con suficiencia. — Dame una razón, te reto.—
Pero Aslan Sadik me miró de cerca antes de sacar el objeto
oculto. Él me lo ofreció y mi corazón empezó a latir con
fuerza.
—¿Esto es un truco? — Mis ojos se entrecerraron hacia él.
— ¿A qué juego estás jugando? No sé que es lo que está
pasando —
— No hay juego — dijo, levantando su mano libre en un
gesto de aplacamiento. — Sólo me recordó a ti.— Pasó su
pulgar sobre la rosa roja. — Hermosa.— Tocó suavemente
los pocos pétalos magullados. — Pero un poco dañada —
Dios, lo estaba haciendo muy bien. — Si viniste aquí a
follar...—
— En realidad, tengo que irme, mi esposa probablemente
me esté esperando. —
Cuando no hice ningún movimiento para tomar la rosa, él
tomó mi mano libre y la llevó a su boca, besando mis
nudillos, escondí el escalofrío que causó lo
suficientemente bien. Desafortunadamente yo no podía
ocultar las piel de gallina que cubría mis brazos, y
cuando Aslan las vio, sonrió, pasando las yemas de los
dedos por encima de ellas. —Creo que mentiste.—
Mi frente bajó. — ¿Sobre qué? —
— Creo que sí quieres que te cortejen.— Ante mi incrédula
burla, continuó. — Creo que tú quieres que alguien sea
amable contigo, Ling. Simplemente no lo sabes, porque
nunca has experimentó eso en las manos de un hombre.—
Cuando dijo: — Has sido defraudada por los hombres yo
mismo incluido, y lo siento por eso— quería descargar mi
arma en él.
¿Cómo se atreve a asumir que me conocía?
¿Cómo se atreve a tener parte de razón?
Yo no hablé. No pude hacerlo.
¿Qué quería que le dijera a eso?
No dijo ni una palabra cuando puso la rosa en mi mano.
La sostuve con fuerza, necesitando sentir la aguda
picadura de sus espinas en las palmas de mis manos para
romper la confusión interior que sentía.
Aslan caminó hacia atrás, lejos de mí yo quería que
volviera. Antes de irse, él dijo:
— Te ves hermosa a la luz de la luna —
Cuando se fue, cerré la puerta y le di la espalda. Quería
que no me afectara y nunca lo había estado, no con Aslan.
Odiaba que él lo supiera de alguna manera.
— Joder.— Miré la bonita rosa y mi corazón se estremeció.
Por Dios, Ling.
¿Qué estás haciendo?
Oh, no.
La realización me impactó como una tonelada de ladrillos.
Me estaba enamorando.
Capítulo 8
Lexi

Fue tan bueno estar trabajando de nuevo. Quiero decir,


no era un trabajo pagado, pero seguía siendo algo que me
apasionaba y si podía ayudar a una sola persona, entonces
era bueno.
La verdad es que no necesitaba el dinero. Tenía más de
lo que podía gastar. Inrastreables cheques seguían
llegando mensualmente hasta el día de hoy. Pero mi tiempo
era algo que podía darle a la gente que lo necesitaba.
Me ofrecí como voluntaria para una organización sin fines
de lucro que hacía chequeos caseros a personas que
sufrían depresión, enfermedad mental, pensamientos
suicidas, y un número de otros trastornos mentales.
Caminando hacia la puerta, llamé, y cuando la mujer abrió
la puerta, sonreí.
— Hola, soy Lexi Ballentine hablamos por teléfono.—
La mujer asintió con la cabeza, pero no se movió para
abrir más la puerta.
— ¿Puedo entrar?— Cuando ella me miraba atentamente, le
dije cortésmente: — O puedo quedarme fuera. Aquí, eso
también está bien.— Miré mis notas. — Es Gianna,
¿verdad?—
Ella asintió, eligiendo permanecer en silencio y eso
estaba bien. Podría llevar una conversación por mi
cuenta; no necesitaba ayuda.
Sonreí suavemente. — Es un nombre bonito. ¿Eres
italiana?—
En ese momento, ella habló en voz baja. — Mi padre lo
era.— Entonces ella me preguntó: — ¿Es usted
estadounidense?—
La tengo.
Todo lo que necesitabas era una entrada y ella me lo
regaló, bendita sea. — Sí, vine a vivir aquí cuando tenía
veinte años. ¿Has estado antes en Italia? —
Ella agitó la cabeza y no pude evitar notar lo demacrada
que estaba.
— ¿Está bien si te hago algunas preguntas, Gianna?—
No parecía contenta, pero dijo: — Está bien.—
Me aseguré de hablar en voz baja. No quería sacudirla más
de lo que ella claramente estaba. — ¿Cuándo fue la última
vez que comiste, cariño? —
La mujer delgada se lamió los labios. — Ayer, creo.—
Yo creo.
— Sólo pregunto porque tengo comida en el maletero.— Puse
mis ojos comprensivos en ella. — Sé lo intimidante que
puede ser ir de compras cuando sufres de ansiedad.—
realmente lo hacía. Pasé el primer año de la preciosa
vida de A.J. sufriendo de ansiedad.
ataques la mayoría de las veces. — ¿Necesitas algo? Tengo
lo básico. Pan, leche,
cereales, huevos.— Dios, parecía dispuesta a llorar y
cuando hablaba, apenas era un susurro.
— Sí, por favor.—
Cerré el portafolio — Enseguida vuelvo.—
Abriendo el maletero de mi coche, saqué unas cuantas
bolsas de tela y las cargué, me sorprendió gratamente
cuando Gianna abrió la puerta hasta el final. Tomé su
invitación tácita y entre. En el momento en que entré,
llegué a reconocer por qué no me quería en su casa.
Era un desastre.
Ignorando el desorden, me dirigí a la cocina y dije: —
¿Está bien aquí?—
El olor era malo.
Cuando Gianna me siguió a la cocina, vio como yo
descargaba los comestibles.
y se abrazó a sí misma, haciéndola parecer aún más pequeña
de lo que era. — He estado queriendo limpiar.—
Por supuesto que sí. Pero, para una persona con ansiedad,
era más fácil decirlo que hacerlo.
Sin preguntar, me acerqué a la pila de platos del
fregadero y encendí el agua caliente. Las ollas en la
estufa parecían mohosas.
Gianna parecía mortificada. — No tienes que hacer eso.—
— ¿Por qué no te sientas y comes algo y charlamos?— Me
puse los guantes
y dejé que el agua humeante empapara los platos un minuto
antes de que yo tomara la esponja y empezé a fregar.
Sabiendo que iba a hacer lo que iba a hacer, Gianna se
sirvió con indecisión un plato
de cereal y luego se sentó en la mesa mientras lavaba los
platos. — Gracias.—
Eso fue todo. Eso era todo lo que necesitaba. Hizo que
todo valiera la pena.
Me volví hacia ella y sonreí. — De nada.—
Hablamos un rato antes de que le hablara de la sesión
gratuita de terapia que le correspondía. Ella declinó
educadamente, pero dejé los folletos con ella de todos
modos. Seguimos hablando mientras limpié todas las cajas
vacías de alrededor de la casa y cuando empecé a recoger
la ropa del suelo, Gianna se unió.
Le puse una carga de ropa sucia y me aseguré de quedarme
hasta que estuviera terminada, sabiendo es probable que
no lo saquen de la máquina si no la saco yo misma.
No era pereza. Era sólo la condición que sufría.
Un par de horas después, dejé su casa más limpia y le
dije que volvería en unos días para comprobarla. Gianna
me despidió y tuve la sensación de que la próxima vez que
viniera me dejaría entrar.
Si.
Mi trabajo era duro pero definitivamente gratificante.
Un pensamiento triste se me cruzó mientras me alejaba.
Aquí estaba ayudando a la gente y todavía no sabía cómo
ayudar a mi hijo.
Qué deprimente.
***
Twitch

Hacía días que no veía a mi hijo y estaba pasando por un


síndrome de abstinencia.
Estaba irritable, irracionalmente loco y al límite. A
menos que irrumpiera en la casa y lo robara por un tiempo,
todo lo que pude hacer fue mirar desde lejos como la
pequeñoa gótica lo sacaba, alrededor de ida y vuelta a
la escuela, al parque para jugar, ir de compras al
supermercado donde A.J. se escabulló en el carrito de la
compra y la mujer fingió no darse cuenta.
No sabía quién era esta niñera, pero no podía ignorar la
recortada que llevaba, debajo de su chaqueta. Quien
quiera que fuera, estaba allí para proteger a mi hijo,
así que decidí que estaba bien. Ella no parecía gran cosa
y la verdad es que podría haberla sacado en un abrir y
cerrar de ojos, pero Lexi le confió lo suficiente a
nuestro hijo y esas eran todas las credenciales que
necesitaba ver.
La mujer desenvolvió un helado para A.J., y antes de
dárselo a él.
se agachó frente a él y empezó a hablar. No podía oír lo
que decía,
pero mantuvo la atención de A.J. y su cara se suavizó de
una forma que nunca había visto mientras la miraba . A.J.
se arrojó a sus brazos y ella lo abrazó con fuerza,
acariciando su desordenado cabello oscuro y besando su
frente como lo haría una madre .A.J. le quitó el helado
y la mujer le sonrió con cariño.
Si.
Ella estaba bien, supongo.
Cuando un grupo de hombres grandes se acercó, me acerqué,
frunciendo el ceño. Pero la pequeña la mujer les sonrió,
riéndose, antes de turnarse para abrazar a cada uno de
ellos. No reconocí a ninguno de ellos, pero reconocí las
chaquetas que llevaban.
D.M.S.
Drogas, dinero, sexo.
Eran una banda maorí y parecía que la niñera de A.J. los
conocía bien. Me hizo preguntarme quién era esta mujer
exactamente y de dónde venía.
Todos los hombres grandes se turnaron para estrechar la
mano de A.J. cuando la mujer le presentó orgullosamente
a ellos yo silenciosamente me enfadé.
¿Quién coño era ella para presentar a mi hijo a los
pandilleros neozelandeses como si fuera nada?
Si tuviera una voz viva, estaría teniendo unas palabras
con Lexi Marquen mis palabras.
Esto no era aceptable.
Necesitaba hablar con Happy.

***

Molly

Era difícil para alguien como yo tener apegos.


Mi vida era amarga y en su mayor parte, sentía que no
merecía el cariño que recibía...
del pequeño monstruo que había entrado en mi corazón.
Tomé un sorbo de café, viendo al chico que había llegado
a amar sobre el borde de mi luminosa taza Pokémon
amarilla. Su expresión agria era obvia. Por supuesto,
Lexi también lo notó, pero A.J. había estado de mal humor
durante un tiempo y no sabía por qué, la pillé registrando
su cara con una preocupación bien escondida. Estaba
intentando desesperadamente encontrar la causa de la
irritabilidad de A.J.
Conocía la causa. En parte, de todos modos.
Zoe "La puta" Braemore.
La mierdecilla que se burló de A.J., y ella lo acosó con
algo que debería haber estado fuera de los límites. Ella
se burló de él por no tener un padre.
Eso explicaría por qué A.J. había empezado a ver a su
padre por la noche. También explicaría la repentina
angustia que desarrolló en las mañanas antes de la
escuela.
Algo me dijo que joder a un niño de cinco años era de
mala educación, pero ¿qué sabía yo? Después de todo, yo
era una rata de barrio. Abogo ignorancia.
La silla crujió cuando me apoyé en ella, levantando mi
pierna para apoyar un tobillo sobre mi rodilla, esperé
un momento, disfrutando del cómodo silencio, antes de
mirar a Lexi y decir, — Así que, voy a recoger a A.J. de
la escuela hoy.—
Lexi levantó la vista del periódico, una pequeña mueca
arrugando su bonita frente. —¿Qué?—
Ella dejó el papel. — Es tu día libre. No necesitas hacer
eso. ¿Qué hacen los jóvenes? para divertirse estos días?
Consiéntete, sal y hazte las uñas.—
Miré mis uñas negras astilladas antes de volver a
mirarla.
Cuando se dio cuenta de la cara que hice, puso los ojos
en blanco. — Vale, así que no te hagas las uñas.— Ella
sonrió alentadoramente — Haz algo imprudente y divertido.
Diviértete, Molly.—
Mi chico estaba casi hiperventilando. Miró fijamente su
tostada, sintiendo mis ojos en el — No. — Sorbí mi café.
— Tengo planes para mi pequeño boo.—

Lexi quería protestar, pero antes de que pudiera, le


pregunté a A.J. —Dan el guapo, ¿quieres dar un paseo
conmigo en el gran Rojo?—
Con los ojos muy abiertos, sus dedos se aflojaron y el
pedazo de tostada que tenía en su mano cayó a la mesa con
un aburrido plop. —¿De verdad?—
No sonreía a menudo, pero cuando lo hacía, me aseguraba
de guardarlos todos para este niño. Este hermoso y puro
niño que llevaba el corazón en la manga. Era demasiado
bueno para este mundo y de alguna manera, sólo por el
destino yo era la perra afortunada con la que podía pasar
casi todos los día con él.
Guiándolo. Cuidando de él. Protegiéndolo.
No era un trabajo que tomaba a la ligera.
Puede que sólo tuviera veintidós años, pero había visto
algo de mierda. Esa mierda me envejeció un poco. También
me enseñó mucho sobre la vida y en quién no confiar. Me
hizo buena en lo que hacía y aunque había días en los que
deseaba no haber nacido, me iba, viviría mal día una y
otra vez si eso significaba que terminaría exactamente
donde estaba ahora mismo.
Mis gruesos labios se sentían anchos e incómodamente
estirados. — Demonios, sí.— Hice una pausa de un segundo.
—Como siempre si tu madre está de acuerdo.—
Estaba concentrada en mí, con fuerza. Su voz, sin
embargo, permaneció en silencio. "
—¿Qué está pasando?—
Lexi no era una mujer tonta. Nunca lo adivinarías al
mirarla, pero lo que había visto? Ella también lo había
visto. Sólo que lo usamos de manera diferente.
Llevaba mis heridas de batalla abiertamente.
Los llevaba como cicatrices profundas.
Tú lo haces, chica.
Cuando cruzó los brazos sobre su pecho, me acerqué y le
robé a A.J. una tostada, sonriendo por la forma en que
jadeó con indignación. Masticaba despacio, y me llevó un
rato responder. — Nada.—
Lexi miró a A.J., preocupada por sus facciones. Era una
buena madre. Era imposible que no me guste la mujer.
Desearía haber tenido a alguien como ella de mi lado
cuando era niña, haciendo cosas que un niño no debería
haber hecho. Tal vez si no lo hubiera visto yo misma no
habría creído que fuera posible que una persona como ella
existiera.
Habría luchado por mí.
Habría luchado por mí como si fuera suya.
Una mamá oso en el corazón.
—¿Por favor, mamá?— Sacó las armas grandes, poniendo una
adorable mueca haciendo pucheros con sus labios. Cuando
levantó las manos, agarrándolas con fuerza por debajo de
la barbilla en oración, sabía que estaba frita.
Se le cayeron los hombros y sonreí en el borde de la
taza.
La sonrisa de Lexi cayó. — ¿Estás segura, Molly? —
Le hice señas para que se fuera, de pie para llevar mi
taza vacía al fregadero. — Pondré el asiento elevado en
el maletero antes de que me vaya hoy. No te preocupes.
Lo mantendré por debajo de ochenta.—
Su cara se suavizó un poco. —Sé que lo harás.—
Ella no dijo esto con dureza. No fue una amenaza o una
advertencia.
Alexa Ballentine tenía una fe total en mí.
Quería abrazarla entonces. Quiero decir, nunca lo haría.
No era de las que abrazan. Pero yo quería hacerlo.
Ella nunca entendería lo que me había dado el día que me
aceptó en su casa. Confiándome a mí su hijo. Lexi y su
banda de amigos inadaptados, estaban curando
algo dentro de mí que había olvidado hacía tiempo que
estaba roto. En lugar de mostrar la oleada de emociones
confusas que me atraviesan, me volví de nuevo hacia ella
e hice un espectáculo de como lavar mi taza. Sin mirarla,
dije: —Tendré al pequeño monstruo de vuelta a las cuatro
y media.—
Lexi habló con su hijo. — Ve a ponerte los zapatos y coge
tu mochila de la escuela, amigo.—
Cuando la oí subir detrás de mí y apareció a la vista,
apoyo la cadera en el fregadero para mirar hacia mi,
levanté los ojos para ver los suyos. Ella casi susurró:
— Él te adora, lo sabes—
Podría haber dicho cualquier cosa. No sabía por qué
eligió decírmelo en vez de preguntarme sobre el
sospechoso cambio de planes de la tarde, pero estaba
agradecida por ello.
Agradecida con ella.
— El sentimiento es mutuo, Lex.—
Su mano cayó sobre mi hombro y le dio un ligero apretón
antes de caminar a distancia. Llegó al pasillo, cuando
volvió a hablar: — Lo sé.—
Algo caliente y espeso se agitó en mi pecho y no estaba
segura de por qué, pero sentí como si lloraba entonces.
Enjuagué mi taza y la dejé secar.
Zoe Braemore estaba a punto de enterarse de que aunque
A.J. no tenía padre, tenía una familia que lo amaba, y
no todas las familias estaban relacionadas por la sangre.
Mi auto rechino cuando me detuve para estacionar justo
enfrente de la escuela de A.J. Era apenas audible sobre
el ronroneo del motor de Big Red, pero lo oí y fruncí el
ceño.
Hice una nota mental para revisar las almohadillas de
freno cuando llegáramos a casa.
Los refuerzos aún no habían llegado, pero él dijo que
estaría allí y yo sabía que lo estaría.
Entendí por qué me estaba haciendo este favor sin
dudarlo.
Fue por culpa de A.J. este chico, este dulce e ingenuo
niño, no tenía idea de las conexiones que tenía en el
bajo mundo, o el legado que tenía. El hijo de Antonio
"Twitch” Falco, muy posiblemente el hombre más peligroso
en el mundo en un momento dado. El ahijado de Julius "La
Ley" Carter, un hombre que fue juez, jurado y verdugo del
submundo. El llamaba a Farid "Happy" Ahmadi, el hijo del
mafioso persa Omid Ahmadi, tío.
Juntos, estos hombres, eran la santa trinidad de los
submundos.
Si te ponías a su favor, eras de oro. Listo para la vida.
Sin Julius, nunca habría conocido a Lexi. Nunca habría
conocido a A.J. y mi vida habría sido más pobre por ello.
Se lo debía a Julius, una gran deuda.
Él lo sabía. Yo lo sabía.
No tenía ni idea de cómo pagarle y odiaba estar en deuda.
Ya se le ocurrirá algo.
Bueno, tendría que hacerlo. Se aseguraría de ello.
El Hummer negro se detuvo y aunque no pude ver quién
estaba dentro, empujé de Big Red, mi Holden Torana SL5000
sobrealimentado del 74. Era una belleza y todo lo que
tenía de mi madre. Una figura enorme salió del coche. Él
era intimidante, tenía que darle eso.
Hemi habló y su acento neozelandés siempre me hizo reír.
— Hola, Molly amor.—
Lo que realmente sonaba era: "Huy, Molly grácil".
— Hemi.— Mi labio se movió. — Gracias por venir.—
Medía poco más de 1,80 metros y pesaba alrededor de 120
kilos. Él era la intimidación en persona. Con su cabeza
afeitada revelando su cuero cabelludo tatuado.
francamente aterrador. Por eso lo elegí para esta tarea.
— Niño, hombre.— Agitó la cabeza, pareciendo ligeramente
agitado. — No te dejes intimidar mierda.—
Una burbuja de risa intentó meterse en mi garganta, pero
me la tragué. Era gracioso que a un hombre que
regularmente le daba palizas a la gente no le gustaran
los matones.
¿Hemi se daba cuenta de que era un matón?
Yo diría que no, porque Hemi no era exactamente la
herramienta más afilada del cobertizo.
Cuando oí que el Hummer se abría y luego se cerraba de
nuevo, miré a Hemi con atención.
fue que lo trajo con él. Tuve que mirar con atención al
segundo tipo, pero cuando se acercó suficiente, mi boca
se abrió en sorpresa.
Oh, no, Hemi, maldito incompetente.
— Tama— Su nombre salió quebrado y se ahogado.
— Molly— fue todo lo que pronunció, áspero y corto.
Mi corazón empezó a latir con fuerza.
No tenía que decir nada más. Quiero decir, en serio, ¿qué
más podría decir?
Su desinterés lo decía todo.
Si Hemi era desalentador, Tama era aterrador.
— Oh, mierda— murmuró Hemi, pero lo que realmente salió
fue: "Oh, cállate”. Rasco su cabeza, — Estoy pensando que
tal vez Tama no era la mejor persona para traer conmigo
hoy, Moll.—
Mis ojos se alejaron de la nueva adición a la cara de
Tama. Por fin lo había hecho.
tiene su Tā moko. Su nariz, barbilla y cuello estaban
tatuados en un diseño tradicional maorí.
Me preguntaba qué había hecho para ganárselo.
Érase una vez, hubiera tenido el honor de preguntar, por
así decirlo, había perdido ese derecho. Hace mucho
tiempo.
¿Tú crees?—
Sin darse cuenta de ese sarcasmo, asintió una vez antes
de ir a una se irreflexión sin sentido. — Bueno, sí, por
la historia de ustedes chicos y todo eso, ¿sabes? Como
cuando tú...—
Le corté el paso, hablando demasiado rápido y casi
gritando mi respuesta: — Lo sé, Hemi, yo estaba allí.—
Tama era un hombre hermoso. Llevaba tradicionalmente su
largo pelo negro, en lo alto de un moño. Una vez me dijo,
hace una vida que el estilo en el que lo usaba se llamaba
Tiki.
Mi origen étnico era en parte maorí, en parte aborigen.
Cuando era niña, pensé que tendría lo mejor de ambos
mundos, pero el rudo despertar fue que ninguno de los dos
grupos me quería para sí mismo. Cuando pregunté por qué,
me dijeron que a medida que envejecía, mi lealtad se
vería distorsionada. No solo no me aceptaron sino que,
ellos, por definición, estaban en mi contra. Y yo nunca
lo olvidé
Si una persona me hizo querer olvidar mi ego herido, fue
Tama.
Tama, que me acogió en su casa, su cama y su corazón. Él
respondió por mí, luchó por mí, y lo traicioné.
Todos tenemos esa persona que nos enseñó a no confiar
nunca en su corazón. Yo era la de Tama. Escuché que nunca
volvió a ser el mismo después de que me fui y eso me hizo
sentir algo feroz.
Joder, eres un idiota.
Lo era. No se puede negar.
Se me escapó un largo aliento y me pasé una mano por la
cara antes de reconocer la hombre delante de mí. —Tama,
no tienes que quedarte...—
Me cortó con una risa ladradora. Cuando se puso serio se
inclinó hacia mí y me dijo.
dijo en voz baja, pero con maldad: —No estoy aquí por
ti.—
Por supuesto que no.
Entonces, ¿por qué esa declaración me dolió tanto como
lo hizo?
—Lo sé— dije, tratando de que no se me notara el ceño
fruncido. Comprobando mi reloj rápidamente.
—Tenemos ocho minutos antes de que suene la campana.—
Un silencio incómodo se apoderó de nosotros. Hemi, por
supuesto, era completamente ajeno a ello, jugando a un
juego en su teléfono. Pasaron unos minutos antes de que
Tama perdiera su fría indiferencia.
— De asesina a niñera.— Tama sonrió con suficiencia y
quiso que fuera tan malvado como salió. —¿Cómo caen los
poderosos, eh? —
Hubo un momento de pausa.
— Si conocieras a ese niño...— Mi corazón se desgarró.
Imbécil.
No necesitaba explicarme ante él.
Mis ojos se deslizaron hacia el suelo y los sostuve allí.
No me atreví a mirar, a Tama, cuyos ojos eran agujeros
aburridos en mí. Esos rayos láser preparados para cegarme
con furia violenta y volátil. No era lo suficientemente
fuerte para luchar contra él o el efecto que tenía en mí,
así que como la cobarde que era, fingí ignorarlo.
Después de los ocho minutos más largos de mi vida, la
campana sonó y nos pusimos en posición.
Tama se puso de pie, sus brazos cruzados sobre su pecho
y Hemi le reflejó. Me interpuse entre los dos gigantes,
me quité las gafas de sol de la frente y me apoye en el
hombro, contra la enorme estructura de Hemi.
Fuimos un espectáculo alarmante. Fue casi una lástima
desperdiciar una foto así en un montón de niños de cinco
años. No se me pasó por alto que A.J. fue el primero en
dejar su clase, cabeza abajo,
de cara solemne, corriendo hacia la puerta que ocupamos.
Oh, cariño. ¿Qué te ha hecho ella?
Yo no correría hacia él. Yo no lo consolaría, no hasta
que estuviéramos fuera de la vista de todos los demás.
No estaba aquí para jugar. Esto era una mierda seria.
Miró hacia arriba un segundo, luego hizo una doble toma.
Se quedó allí un largo momento, lo suficiente como para
que sus compañeros se reunieran y se detuvieran en su
camino mientras nos miraban abiertamente.
Algunos niños se quedaron boquiabiertos. Noté que Zoe
Braemore era una de esos chicos.
Los ojos de A.J. se abrieron de par en par cómicamente y
su reacción a estos tipos de aspecto aterrador que me
rodeaban no tenía precio.
Él sonrió.
La pequeña mierda.
Dios, lo amaba. No tenía miedo donde importaba. Un
guerrero de corazón.
A paso acelerado, empezó a correr hacia nosotros, su
mochila de la escuela dándole una palmada en la espalda
con cada paso. Cuando él llegó a nosotros, le tendí mi
mano, pero fue rudamente interrumpido, cuando Tama
arrebató a mi pupilo, levantándolo en alto, agarrándolo
a su lado Y Tama le miró con ira.
No fue nada personal. Tama odiaba a todo el mundo. Sin
embargo, a pesar de que sabía esto, mi madre interior me
tenía a la defensiva. Sabía que Tama nunca haría daño a
un niño, pero cuando se trataba de este niño, nunca le
daría a nadie la oportunidad.
A.J. perdió su sonrisa y miró a Tama. Una protección
feroz encendida dentro de mí, incluso más salvaje que
antes y justo cuando fui a advertirle a Tama que lo
sacrificara o perdería una extremidad, A.J. extendió la
mano y tocó la nariz tatuada de Tama con la punta de sus
pequeños dedos. Él hablaba y me dolía el corazón.
— Mi papá tiene tatuajes, muchos de ellos, pero no en su
cara. Cuando sea más grande, conseguiré unos también,
igual que él. — Manoseo la cara de Tama sin miedo, mirando
de cerca las obras de arte allí. — ¿Te dolió? —
Vi el hielo derretirse en los ojos de Tama. La severidad
en su rostro, sin embargo permaneció sin cambios. — Sí.—
Hemi inmóvil, sin mirar a A.J., dijo en voz alta:

— Oye, A.J., ¿sabes qué Odio? —


A.J. giró el torso para mirar a Hemi y agitó la cabeza.
— No.—
— Matones.— La boca de Hemi se retorció. — Odio a los
matones, hermano.—
De acuerdo, entonces.
Me tomó toda la fuerza que tenía para no reírme.
Había planeado ser discreta, pero Hemi no sabía cómo
deletrear la palabra.
Los ojos de Zoe se abrieron de par en par mientras
intentaba pasar. Puse mi mano en su pequeño hombro,
deteniéndola en su camino. Me incliné en su linda carita,
rozando una suave mano, en sus coletas rizadas. Hablé,
pero no con Zoe.
— ¿Es ella, A.J.? ¿Tu amiga Zoe? —
Miró a Tama y sus ojos se dirigieron a Hemi antes de
regresar a mi.
Zoe Braemore parecía dispuesta a denunciar su propio
nombre.
— Esa es Zoe. — No miré a mi chico, pero pude oír el rizo
de su labio. — Pero nosotros no somos amigos.—
— ¿Puedes ayudarme, Zoe?— La niña asintió con la cabeza,
lentamente, con los ojos muy abiertos. Me incliné y miré
de izquierda a derecha antes de acercarme como si el
favor que estaba a punto de pedir fuera un gran secreto.—
Los primos de A.J. oyeron que alguien podría estar
molestándolo.—
Miré a Tama. Estaba frunciendo el ceño a la pequeña
mierda.
— Como puedes ver— continué, — cuando A.J. está molesto,
sus primos también lo están. — Bajé mi voz — ¿Puedes
hacerme un favor? —
Ella asintió sin dudarlo. Buena chica.
— Quiero que vigiles a A.J. y me digas si ves que alguien
se mete con él. —
me puse de pie y miré a Hemi antes de volver a mirar a
Zoe. — Hemi por allí.... él odia a los matones. ¿Verdad,
Hemi? —
Hemi giró su cabeza significativamente y asintió. Mantuvo
su mirada en la niña pequeña
y vi cómo se le quitaba todo el color de la cara a Zoe.
Mi disparo acababa de encontrar su marca.
En el blanco.
Y mi trabajo aquí estaba hecho.
Sonreí mucho, pero no llegó a mis ojos. Debe haber sido
menos que reconfortante
porque Zoe dio un pequeño paso atrás. — Sabía que podía
contar contigo. Gracias, Zoe. Ten un buen día, ¿verdad,
cariño? — Mientras ella se alejaba, la saludé con la
mano, mientras murmuraba bajo —Strike one, pequeña
cabróna.—
A las tres y cuarto, todos los niños fueron recogidos por
sus padres y casi todos se habían dispersado. Todos menos
nosotros. Una vez que estuvimos solos,
la postura de Hemi se relajó y fue a pararse frente a
Tama, que no había liberado a A.J.
La mano regordeta de Hemi salió y A.J. la alcanzó a mitad
de camino. Se dieron la mano y Hemi se presentó — Me
llamo Hemi, pequeño hermano.— Sacudió su barbilla hacia
el hombre hosco sosteniéndolo. — Ese es Tama.—
La cara de A.J. se volvió pensativa. Y lo que dijo después
me mató.
— Conocía a un hombre llamado Tama. —
Dentro de mi cabeza, un atractivo lento y prolongado. —
No, A.J. Nooo.—
— Dijo que daba miedo. El más aterrador.— A.J. miró a
Hemi. — Ella lo amaba.— Él miró hacia mí. — ¿Verdad,
Molly?— Luego se volvió hacia Tama, su expresión
pesimista.
— Pero él murió. Y eso entristeció a Molly.—
La bilis se elevó en mi garganta, un sólido ardor en mi
pecho.
A.J., sin saber lo que acababa de hacer, se acercó a mi.
Entumecida hasta la médula, me lo llevé a mis brazos sin
dudarlo. Puso su mejilla sobre mi hombro y me apretó
alrededor del cuello con mucha fuerza — No me gusta cuando
Molly está triste.—
Hemi miró de mí a Tama, luego de nuevo y gracias a Dios,
completamente fuera de su carácter no dijo lo que pensaba
antes de volver al Hummer.
Tama, por otro lado, sostuvo con fuerza su mandíbula. No
me quitó los ojos de encima. Esperaba que viera la
disculpa que yo tenía en los míos.
Estaba segura de que lo hizo porque después de una larga
pausa, Tama habló. Su voz era engañosamente calma. — Amas
a la Srta. Molly, ¿eh? —
A.J. asintió a mi hombro.
Tama me miró a los ojos y habló sin emoción, — El chico
es un terrible juez de carácter.— Con la voz baja,
acepté: — Lo sé —
Porque tenía razón. No merecía lo que A.J. me daba, no
me merecia la confianza de Lexi
Yo era una persona horrible y, un día, conseguiría lo
mío.
Capítulo 9
Twitch

Cuando entró en mi casa, Manda parecía cansada. — Tenemos


que hablar.—
Sí, esto había estado cocinándose demasiado tiempo .
Necesitábamos arreglar esta mierda. Ya estaba incómodo
como la mierda. No lo necesitaba eso jugando en mi mente.
Ella vino a sentarse en el sofá pequeño y yo la seguí a
la habitación, apoyándome contra la pared, cuando ella
empezó. — He oído cosas sobre ti. Cosas malas. Y elegí
averiguar por mí misma, para ver quién eras antes de
juzgarte. Así que, hermano mío -dijo-, ¿quién eres
exactamente?
Esa fue una pregunta difícil.
En realidad, ya no lo sabía.
Chasqueé mi lengua y masajeé suavemente mi sien. — Mandy,
por favor. Dame un descanso. Han sido un par de días de
mierda. Además, ya hemos pasado por esto.— La miré
directamente. — ¿Crees que Vander es un maldito santo?—
A mis palabras, agitó la cabeza. — Conozco a mi marido,
muchas gracias, nunca intentó hacerme creer que era algo
que no era. Y lastimaste a esa chica.— Ella
parecía decepcionada. — Vander es el hombre más dulce del
mundo.— En mi burla abierta, dijo. — Para mí, lo es,
nunca ha sido intencionadamente malo conmigo, siempre me
amó abiertamente, nunca me ha levantado la mano porque
sabe que lo dejaría.—
No iba a dejar esto en paz. Mi hermana había sido un
dolor en el culo perpetuo desde el día en que la conocí,
involucrándose conmigo, metiéndose en mi vida cada vez
que la era posible y aunque ella me jodida a menudo, era
agradable tener alguien a quien le importaba.
Arrastré una silla desde la mesa del comedor, la giré y
me senté en ella. hacia atrás.
—¿Sabes quién era entonces? — Ante su mirada
significativa, murmuré, —Por supuesto que sí.— Me pasé
la lengua por los dientes. — Has conocido a Lexi, así que
sabes cómo es ella; una especie de dulzura rara, un
maldito tesoro.— Cuando ella asintió, se lo eché encima.
— Quería ver lo lejos que podía llegar antes de romperla.—
— ¿Por qué? —
Mi hermana no estaba impresionada y no me importaba un
carajo. Sólo quería que lo entendiera.
— Por que la quería a mi lado, Manda, para siempre.—
Dios, me estaba cabreando.
— ¿Crees que puedo permitir que alguien como ella sea mi
reina? No se parece en nada a ti, cariño. Has visto mierda
toda tu vida, ya sea de tu padre...—
Ella interrumpió. — Él también es tu padre.—
Lo que sea. No era nada para mí. — O la mierda de tu
hermano, y ahora estás tratando con todo de nuevo a través
de Vander.
Conoces esta vida, lo que todo esto implica. Lexi no lo
sabía , no lo hace. Quería ver si ella tenía lo que se
necesitaba para lidiar con la situación, porque lo último
que quería, era que mi maldita mujer me abandonara,
diciendo que esto es demasiado. Así que yo la empujé y
la empujé con fuerza.—
A regañadientes, vi que Manda empezaba a entender.
— Ella es, Mandy. No me digas. En el momento en que la
tuve, sentí que un rayo me golpeaba, tan duro que devolvió
la vida a mi cadáver.— Pensar en mi mujer era una prueba.
Lexi era la vida. — Yo era un pecador y ella era mi única
oración. Una deidad. La única diosa que adorada.— Hice
una pequeña pausa. — Todavía lo hago.—
Y, por Dios, era la puta verdad.
Vi cómo se suavizaba la cara de mi hermana y volteé los
ojos. — Así que, la buena noticia es que soy exactamente
quien digo que soy.—
Manda frunció el ceño. — ¿Y las malas noticias?—
— La mala noticia es que...— sonreí — Soy exactamente
quien digo que soy—
Culpable de los cargos.
Y mi hermana se echó a reír. — Jesús, a veces eres un
imbécil.—
Lo era, no me disculparía por ello.
— ¿Estamos bien?— Pregunté, rascándome distraídamente la
barba en la línea de la mandíbula, odiaría tener que
perder a mi hermana tan pronto después de encontrarla.
Pero lo haría en un latido del corazón si me costaba
Lexi.
Mi hermana me miró mucho antes de suspirar. — Sí, supongo
que sí, pero te juro a Dios, Tony, si la hieres de
nuevo....— Ella se calló.
Me encontré con la mirada inquieta de mi hermana. — No
puedo prometer que no lo haré. Todo esto es nuevo para
mí, encadenado a una sola mujer, siendo padre. Estoy
destinado a arruinarlo una o dos veces.— O diez.
sople un aliento de cansancio. — Pero trataré de no
hacerlo.—
Eso fue lo mejor que pude dar.
— De acuerdo,— dijo ella, de pie. — Dame un abrazo. Tengo
que ir a ver a mi sobrino para una cita de juego—
El afecto era algo en lo que estaba trabajando. No me
vino de forma natural, pero lo hice para Manda, así que
le daría eso por aguantar mi brusco trasero. De pie, me
mantuve erguido con los brazos hacia ella, doblando mis
dedos en un movimiento de – ven aquí- ella me sonrió
mientras se metía en mis brazos.
Abracé a mi hermanita con fuerza y ella me apretó a
cambio. Cuando se sintió como si fuera demasiado, la
liberé, pero ella se aferró a mí. No estaba seguro de qué
hacer, levanté una mano torpemente y empecé a acariciar
su hombro, ella se río en mi pecho.
— Dime que tú no me estás acariciando como a un perra,
chico.—
Suspiré a carcajadas, con una sonrisa en los labios.
Joder, era una gilipollas por hacerme reír sobre mi
malestar. Tuvo suerte de que yo empezara a quererla.
Alejándola juguetonamente, la vi tropezar mientras se
reía de mí y le señalé a la puerta. — Lárgate de aquí.—
Esto sólo hizo reír más a mi hermana, pero se fue.
Qué cabeza de mierda.

***

Ling

Aslan se alejó de mí. Estaba inquieto y no sabía por qué,


pero él estaba poniéndome igual de inquieta. En el
momento en que sus labios dejaron los míos, lo miré con
ira. —¿Qué es lo que pasa contigo esta noche?—
Me miró mucho tiempo antes de ajustarme en su regazo,
serpenteando con sus brazos. Mi cuerpo y manteniéndome
al nivel de él. Su cara estaba cerca y aunque todo esto
la cosa de la calidez era nueva para mí, me gustaba.
— ¿Qué estamos haciendo aquí, cariño?—
Estábamos siendo estúpidos. Estábamos prácticamente
garantizando el odio de nuestras familias. Era casi como
si quisiéramos que el mundo supiera lo egoístas y tontos
que realmente éramos, porque aunque nos estábamos
escondiendo, no estábamos exactamente haciendo todo lo
posible en ese frente. Esta era nuestra tercera cita en
el apartamento de la ciudad que había alquilado
específicamente para encontrarnos. Era una idiota y
seguro que me atraparían, pero cuando se trataba de
Aslan, realmente no pensaba sobre las consecuencias, ni
me importaban. Además, hasta ahora, se negó a follarme,
así que en serio, ¿Qué estábamos haciendo?
No mucho.
Pero la verdad es que si mis hermanos se enteraban, me
matarían, literalmente.
Me decidí por la honestidad. — Estamos metiendo la pata
a lo grande.—
Cuando se rió suavemente, mirándome como me miraba, con
cariño en sus ojos, sentí que parte del hielo alrededor
de mi corazón se rompía mientras se descongelaba
lentamente.
—Ven a la cama conmigo — me incliné y hablé contra sus
labios, moliendo su dura polla.
Pero agitó la cabeza, sonriendo tiernamente. — No.—
Me estaba matando aquí. Estaba tan caliente que estaba
lista para follarme a su pierna si me dejara.
Oh, Dios mío. Escúchate.
¿Si me dejara?
¿Quién era yo y qué demonios le pasó a la Reina Dragón?
No me gustaba la persona que era cuando estaba con este
hombre, me hacía sentir débil y esa no era yo, tenía mi
propia personalidad, no confiaba en nadie, no necesitaba
a nadie yo estaba felizmente disponible que se joda.
— Bien,— dije indiferente — Supongo que saldré y
encontraré una buena polla joven para chupar — Cuando
sus ojos brillaron, seguí adelante. — Tal vez le deje un
rato mi coño... mientras me haga venir — Le presioné las
tetas. — Le mostraré gratitud llamándolo "papi". Les
gusta eso, ¿sabes? — Mientras me ponía de pie, Aslan
me agarró la muñeca lo suficientemente fuerte como para
hacerme moretones y sonreí con una sonrisa de
satisfacción, porque me gustaba adónde iba esto.
— ¿Cambiaste de opinión, Az?—
Se puso de pie rápidamente y yo caí al suelo .
— Hijo de puta,— dije.
— No sé por qué me molesto contigo, — dijo mientras se
alejaba de mí.
Y de repente, me sentí mal por su pérdida.
Mierda.
Eso era nuevo. No sé si eso me gustó.
Justo antes de que llegara a la salida, le dije: —Espera.—
Y para mi sorpresa, lo hizo, haciendo una pausa en la
puerta.
Sip. He pensado en ello. Eso no me gustó para nada.
Parecía que quería pegarle a una perra, me preguntaba por
qué no le pegaba a esta perra. Sabía que estaba dispuesta
a hacerlo. De hecho, nada me haría más feliz que si sólo
me cogia hasta mi próximo aliento fuera de mi.
No podía creer que estaba a punto de decir lo que dije —
Esto es nuevo para mí, Az. Tienes que dame un respiro
cuando empujo porque no conozco nada mejor.— Eres un
maricón. Suspiré, humillada por el hecho de que me estaba
poniendo en esta situación. — No me gusta que te
molestes.—
De repente, se volvió y miró fijamente. — Tengo una esposa
en casa, Ling y aunque no lo creas. me adora, carajo. No
necesito esta mierda juvenil a la que te gusta jugar,
esta mierda de los celos, me vuelves loco.— Cuando agitó
la cabeza y puso las manos en sus caderas como si
estuviera contemplando el peso del mundo, mis entrañas
se arrugaron porque sabía lo que que venía. — No creo que
debamos hacer esto de nuevo.—
Y como no tenía ni idea de cómo lidiar con el dolor
abrupto que había dentro de mí, miré con ira de vuelta.
— No hay problema aquí.— Mi voz era baja. — Es hora de
que te vayas.—
Después de todo, tengo la actitud de mi madre y el
temperamento de mi padre.
El bello turco pareció estar en guerra consigo mismo un
momento antes de mirarme de arriba abajo agitando una
mano en mi dirección, sus labios adelgazando. _ ¿Sabes
qué? Al carajo con esto, estoy fuera.—
La idea de que Aslan Sadik me dejara para ir a casa con
la esposa que lo adoraba me volvió lo suficientemente
salvaje como para querer mostrar un punto Corriendo hacia
mi bolso, saqué mi calibre 22 , puse mi dedo en el gatillo
y dispare.
Bang.
El sonido resonó en el ático y cuando todo su cuerpo se
sacudió, de la conmoción, me deleité en ello. Parpadeó
en el agujero de la pared al lado de su cabeza y se volvió
hacia a mí, con los ojos abiertos. — Perra loca.—
Si. Y será mejor que no lo olvides.
— No vuelvas nunca más, Az. Oficialmente, ya no eres
bienvenido.—
Esos oscuros ojos suyos me observaron de cerca mucho
antes de que se diera la vuelta y me dejara, a solas con
mis pensamientos.
Y no era un buen lugar para dejar a una perra loca.

***

Lexi

— ¡Y eran enormes, los dos!— dijo A.J. excitado mientras


me hablaba de conocer a los dos gigantes amistosos. No,
no gigantes. Primos. A.J. los llamó sus primos.
—Lo eran, ¿verdad?— a Molly, parpadeando, con las cejas
hasta la línea del cabello.
Molly tuvo la gracia de parecer tímida. — Sólo eran unos
viejos amigos.—
Viejos amigos que por casualidad se encontraban en las
cercanías de la escuela a la hora de recoger a los niños,
el día que Molly sugirió que recogiera a A.J. en su día
libre y que se llevara a su enorme auto rojo.
Mmhm. Sonaba legítimo. Tira de mi otra pierna, Molly
— Oh, está bien.—
El labio de Molly se movió ante mi clara incredulidad.
—¿Puedes creer que sólo vinieron a decir hola?—
No pude evitar reírme. —No, no lo hago—
Parecía molesta. — Maldita sea. Sabía que eras más lista
que eso.—
Cuando llegó el momento de poner a A.J. en la bañera, le
di una palmadita en el trasero. — ¡Hora del baño!—
Luego me incline hacia una Molly de ojos muy abiertos. —
No hemos terminado de hablar de esto.—
Y ella suspiró, en voz alta.
Una vez que A.J. estaba en el baño, jugando con su rana
de cuerda, le torcí el dedo a Molly, y me encontró en el
pasillo donde podía ver a A.J. pero aún así hablar en
privado. El en el momento en que se acercó, mantuve los
ojos en mi hijo pero hablé con ella. — Confío en ti, de
verdad, pero esto suena como algo que debería saber,
Molly. Así que, suéltalo.—
Los labios ridículamente llenos de Molly se arrugaron y
se cruzó de brazos,
mirando al baño antes de retroceder y diciendo en voz
baja: — No te asustes.—
Mis ojos se abrieron de par en par. — ¿No te asustes?—
Mierda. Esto era peor de lo que pensaba.
Bueno, ¿cómo podría no hacerlo ahora?
Molly me hizo callar. — ¡Te oirá! —
Cuando los dos nos asomamos al baño, A.J. nos miraba con
curiosidad.
ambos sonrieron ampliamente. A.J. le devolvió la sonrisa,
pero fue cauteloso, lo que fue bastante justo, porque
Molly y yo parecíamos locas, pasando el rato en el
pasillo, susurrando y todo eso.
Nos retiramos y Molly comenzó con: — Me di cuenta de que
A.J. estaba dejando la escuela tan rápidamente como
podía, así que volví al recreo y almorcé ahí para ver qué
pasaba. No me tomó mucho tiempo, una chica, Zoe, se
burlaba de A.J.—
Oh, no. —¿Sobre qué?—
La mandíbula de Molly se apretó. —Sobre no tener un
padre.—
Oh, Dios.
De repente, todo tenía sentido. La desesperada necesidad
de A.J. de ver a su padre.
Aunque sea solo en sueños, su repentino dolor, la forma
en que de repente se apegó a todas las cosas de Twitch.
Me una mano en la frente y la froté.
¿Por qué no pensé que esto podría haber sido un problema
relacionado con la escuela?
Fui una tonta al perdérmelo.
— Mira, todo está bien, me encargué de ello.— Escuché la
ira en su tono. — Zoe, la pequeña mierda, no va a molestar
más a A.J. Eso es seguro.—
Y luego me di cuenta, bajando la mano, le parpadeé. —
Amenazaste a una niña de cinco años con miembros de una
pandilla?— Cuando sus ojos se movieron, me incliné y
siseé: —¿Estás loca?—
Sus ojos se redondearon. — No dijeron una palabra, Lex.
Todo lo que hicieron fue pararse allí y mirar mientras
Zoe y yo conversábamos sobre el acoso. Lo juro. No he
hecho nada que metiera a ti o a A.J. en problemas. Nunca
te haría eso.— Molly echó un vistazo al baño, mirando al
pequeño monstruo antes de retroceder, viéndose miserable.
— Ella estaba burlándose de él, Lex.—
Sí, los niños pueden ser crueles. Lo sabía por
experiencia personal, pero eso no significaba que Molly
necesitaba intervenir. — Deberías haber hablado conmigo.—
—Lo sé— murmuró sombríamente. No me miró cuando soltó un
suspiro
—Lo siento.—
Entiendo que Molly sólo se preocupaba por el bien de A.J.
Nadie podía acusar a Molly de no tomar su trabajo en
serio. —Gracias por defenderlo.—
Su labio se levantó un poco, sólo un toque. — Amo a mi
pequeño gusano.—
Fue entonces cuando A.J. gritó: —¿Están hablando de mí?—
Molly y yo nos reímos y respondimos: — No.—
A.J. desenchufó el cable y entré en el baño,
envolviéndolo con una toalla,
secándolo. —¿Sabes qué? Quiero oír más sobre tus nuevos
primos.—
— ¡Oh, hombre, mamá!— A.J. se quedó boquiabierto. — Hemi
es tan grande.— Hizo una barriga redonda con las manos y
la toalla se cayó, dejándolo desnudo. No pude evitar
reírme, recogiendo la toalla y cubriéndolo de nuevo. — Y
Tama era un poco malo, pero Molly dijo siempre es malo.—
Cuando miré a Molly, la vi haciendo señales con la mano
a A.J., y en cuanto me vio, hizo una sonrisa robótica.
— Tama tiene tatuajes por todas partes cara, su nariz,
su barbilla. Por todas partes.—
Al largo suspiro y movimiento de cabeza de Molly, sofoque
mi risa.
— Tal vez Molly podría invitar a tus nuevos primos para
que yo pueda conocerlos.—
A.J. jadeó. — ¡Sí! —
Molly se mofó. — De ninguna manera. —
— ¿Por qué no?— Pregunté, fingiendo cortesía. — Suenan
como caballeros absolutos.— Molly me miraba fijamente,
sin amar mis bromas. — No puedo ver por qué mantienes a
estos tipos para ti misma. Y además...— Le volví mis
ojos sonrientes. — Quiero conocer a éste Tama tuyo.—
— Él no es mío.— La cara de Molly se cayó y miró hacia
abajo a sus pies. — Ya no.—
Se veía tan triste que callé mi voz. — ¿Y no se puede
hacer nada para arreglar eso? —
Molly agitó la cabeza. —No. Metí la pata allí.— Se
enderezó de repente. — Creo que voy a ir a ver la tele a
mi habitación.—
Antes de que pudiera objetar, ella se había ido.
Y tuve que preguntarme qué demonios le había hecho a Tama
esa dulce chica que sentía que ella no merecía el perdón.
Resulta que era mejor no saberlo.
Capítulo 10

Twitch

Apenas podía respirar. — Si me estás jodiendo, Negro…—


Ethan se rió bruscamente.
— Desafortunadamente para la población australiana, soy
cien por ciento serio. Te enviaré a alguien mañanas
con tus documentos. Su nombre es Gabriel Blanco.
Déjalo y, por el amor de San Pedro, sé amable .

—Jodeme—, exhalé, tratando de calmar los rápidos


latidos de mi corazón.

La risa de Ethan se desvaneció en nada. Cuando volvió


a hablar, sentí esa mierda. Lo sentí muy duro.

— Has esperado mucho tiempo, Twitch, y tu paciencia ha


valido la pena — Bajó la voz. —Estoy orgulloso de ti
hijo.

No sabía manejar muy bien los cumplidos. Especialmente


no de otros hombres — Oye, Ethan. ¿Tienes madera para
mí, hermano? — Ante su repentina ráfaga de maldiciones,
solté una risita. — Estoy bromeando,
hombre. Tranquilo. Yo estoy …— Fue difícil para mí
admitirlo. Me llevó un tiempo sacarlo. — Estoy
agradecido. Por todo.

Él gruñó. — ¿Por qué siento que acabo de liberar a un


león en la tranquila comunidad —Ante eso, sonreí
duro. — Porque me conoces.

Al soltar otra serie de improperios, me reí un poco y,


por primera vez en cinco años, pude respirar de nuevo.

Abrí la puerta y miré al hombre del traje con cautela.


— ¿Nombre?

— Gabe Blanco— dijo el hombre de mediana edad con su


acento australiano. — Ethan Black me envió.

Cuando no hice ningún movimiento para dejarlo entrar,


Gabe se encogió de hombros. — Puedo devolver esta
mierda si no la quieres — Con mis mejillas apretadas.
Sin decir una palabra, abrí la puerta y retrocedí,
permitiéndole la entrada, pero lo observé
cuidadosamente.

Tenía problemas de confianza. Así que me condenen.


Si te hubieran disparado por la cantidad de veces que
yo lo hice, tú también lo habrías hecho.
Gabe Blanco entró, se dirigió al mostrador y metió la
mano en el gran sobre amarillo. Hablaba mientras
sacaba las cosas. — Aquí está tu identificación —.
Tiró una pequeña tarjeta de plástico al banco. — Tu
pasaporte — Dejó el librito azul con cuidado.— Números
de seguro social y de impuestos .— Se colocó una
pequeña hoja de papel blanco al lado del pasaporte. —
Aquí está tu tarjeta bancaria, los detalles de tu
cuenta y la tarjeta de Medicare. — Las tarjetas estaban
en un sobre de plástico. — Y finalmente, tu ciudadanía
australiana. — El certificado, de aspecto elegante, era
de color blanquecino y tenía un emú y un canguro con un
escudo de armas. — Esa es falsa, por cierto. Sólo por
su apariencia—.

No pude evitar la forma en que mi labio se movió.

Gracias, Ethan Black.

Podría haberle besado entonces.

— ¿Eso es todo?— Le pregunté al tipo.

Gabe no dudó. — En realidad no. Me han pedido que le


transmita un mensaje.— ¿Por qué no sonaba bien? — ¿Qué
mensaje?— Ten cuidado, porque te estaremos vigilando —,
dijo Gabe cuidadosamente. Cuando mi cara se oscureció
un poco, levantó las manos de una manera
tranquilizadora. — No dispares al mensajero. Sólo
dejando el mensaje — Eso no me gustó. — ¿De quién?—
Algunos jefes de la A.F.P.

Mierda. Lo último que necesitaba era ser vigilado


constantemente por la Policía Federal Australiana.

Genial. Simplemente genial. — Tomo nota. Ahora, si


eso es todo.

— Eso es todo.— Gabe sonrió. — Bienvenido de nuevo a


la tierra de los vivos, Antonio Falco.— Cuando me
tendió la mano, la tomé a regañadientes, apretándola
una vez antes de soltarla. Le mostré a Gabe Blanco y
metí todos mis documentos en el sobre amarillo, y lo
hice con una ligera sonrisa.

Si.

Ya había vuelto, Joder

Porque donde estaba, sentía que mi ansiedad debería


haber aumentado, pero no era así.
Estaba tranquilo, sereno, y esperé pacientemente a que
ella me encontrara.

****

Lexi

Me reí de la mirada de incomodidad en la cara de


Ana. — Sé que suena horrible, pero en realidad, son
tan cómodos y se ven tan lindos. Compré tres de ellos
en línea en La Perla. Aquí.— Me alejé de la mesa de
las mujeres mientras los hombres se sentaban afuera en
el porche, fumando puros y bebiendo whisky. — Los
conseguiré para que puedas verlo por ti misma.

Entrando en mi habitación sin encender la luz, me


dirigí al vestidor de enfrente de mi cama y saqué los
tres sostenes con arnés, cerrando ligeramente los
cajones antes de mirarme al espejo.

Mi estómago se sumergió.

Dejé caer los sostenes de golpe cuando vi a la


solitaria figura sobre mi cama, apoyada en el cabecero.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Cerrando los


ojos, me concentré en mi respiración.

Oh, mierda.

Finalmente había sucedido.

Había enloquecido. Y no era de extrañar con los golpes


emocionales que había recibido de mi hijo en las
últimas semanas. El recuerdo constante de su padre me
había hecho algo, obviamente. Mi mente era frágil y no
podía soportar mucho. Quizás toda la charla sobre A.J.
viendo a Twitch había inspirado algún tipo de celos
dentro de mí.

Respirando fuerte, tragué más allá del nudo en mi


garganta.

— Para esto — Me susurré a mí misma antes de abrir los


ojos y vi el rayo de luz de la luna en la mitad
inferior de la figura encapuchada.

Jesucristo.
Él no estaba allí. En realidad no estaba allí. Todo
estaba en mi cabeza. Pero eso no lo hizo menos
angustiante, y la forma en que mi corazón golpeó me
hizo sentir repentinamente mareada.

Me temblaban las manos y las golpeaba con los puños,


con las uñas mordiéndome en las palmas de las manos. —
Lexi —, me advertí a mí misma. — Para.

El cerebro era algo gracioso. Casi como un disco duro.


Podría evocar recuerdos en un abrir y cerrar de ojos,
no importa cuán doloroso sea. Y ahora mismo, me estaba
haciendo daño.

¿Por qué continué lastimándome?

Cuando abrí los ojos y él aún estaba allí, empecé a


sentirme realmente angustiada. Respirando
temblorosamente, me puse una mano en la frente y me
rogué lo más silenciosamente posible: — Detente. Por
favor.

Mi estómago cayó cuando oí un crujido desde el otro


lado de la habitación.

Espera.

¿Acaba de moverse?

No. No pudo haberlo hecho.

Pero lo hizo.

Lo estaba haciendo

Silenciosamente, se sentó hacia adelante e hizo algo


que yo había estado esperando por siempre.

Bajó la capucha. Y en el momento en que vi esos suaves


ojos marrones y encapuchados, todo mi cuerpo se volvió
frío.

Este no fue el Twitch de mis sueños. Era otra persona.

No podía respirar.

Esto era un sueño. ¿Que era esto?

Tenía que serlo.

— Ángel—. Esa voz suave y ronca apenas era audible.


Sentí la sangre drenar de mi cara. Volviendo
rápidamente a la cómoda, me quedé boquiabierta cuando
me golpeé con el borde y perdí el equilibrio. Una
botella de perfume cayó al suelo, y el estridente
sonido de la rotura de cristales siguió. Mi corazón
latía con fuerza en el pecho. Con los ojos muy
abiertos y perplejo, levanté las manos hasta mi boca
temblorosa.

Y fue entonces cuando se desató el infierno.

***

Twitch

— Ángel —

¿Qué más podría decir? Se veía hermosa vestida con


jeans ajustados y un suéter blanco enrollado en los
brazos.

Los grandes ojos azules de Lexi lloraban al volver a


entrar en el vestidor, y cuando perdió el equilibrio,
yo me adelanté, con la mano extendida hacia ella. Todo
su cuerpo tembló, y cuando se cubrió la boca, jadeando
rápidamente, un ceño fruncido me tiró de la boca.

Mierda.

Tal vez debería haber hecho esto de otra manera.

Mi nena parecía que estaba a punto de desmayarse.

En la entrada apareció una sombra, y el pequeño


apareció. — ¿Puedo tomar un poco de helado? — Encendió
la luz y miró la postura de su madre confundido un
segundo antes de que se fijara en mí. Mi muchacho No
pudo contener su emoción. — ¡Papá!—

Voló hacia mí, y lo atrapé en el aire, abrazándolo tan


fuerte como pude sin lastimarlo.

Mi corazón latía más rápido. Esto era todo.

No más esconderse.

Mis ojos observaron su reacción. Continué


sosteniéndolo, observando de cerca a Lexi mientras se
daba cuenta de que esto, lo que estaba sucediendo, no
estaba en su cabeza. Una mezcla de emociones se veían
en ella.
Primero, el shock. Luego confusión. Por último,
dolor.

Su cara cayó, sacudió lentamente su cabeza en negación,


y se desplomó contra la pared con un ruido sordo, su
cuerpo temblando violentamente mientras empezaba a
llorar. Su boca se abrió y trató de hablar, pero mi
nena no pudo a través de las lágrimas y su cuerpo
empezó a temblar.

A.J. se retiró para mirar a su madre. — ¿Ves? Te lo


dije.—

Lexi se empujó contra la pared, sollozando


silenciosamente, sin pestañear, una expresión dolorosa
ensombreciendo sus bonitos ojos.

La mirada de puro dolor y traición era más de lo que


podía soportar. Quería ir hacia ella, y lo planeé,
pero la pequeña gótica entró en la habitación, con su
calibre 22 apuntando hacia mí. Se movió para posarse
frente a Lexi de forma protectora antes de mirarme
fijamente, sin pestañear. — ¿Quién coño eres?—

Estaba a punto de responder, cuando Happy entró. — ¿Qué


coño está pasando aquí?— Cuando sus ojos se posaron
sobre mí, su cara afligida, su cuerpo en tensión, y
murmuró - hijo de puta.— Cerró los ojos antes de
tragar con fuerza. — Maldito hijo de puta.— Sí, lo
era.

Se acercó a mí, buscando a A.J., y yo retrocedí,


echándole una mirada amenazante.

Sí, inténtalo.

Podría arrancarme a mi hijo de mis fríos dedos muertos.

— Twitch, tenemos la casa llena. No lo hagas. Dame a


tu hijo.

En ese momento, Lexi miró entre mi hermano y yo durante


un largo rato hasta que finalmente se dio cuenta de
ello. Cuando ella habló, su aliento se detuvo. Sonaba
herida. Traicionada. — ¿Lo sabías? — Ambos nos
volteamos a ver ante la pregunta desoladora. Su cara
llena de lágrimas había caído sobre Happy. De nuevo,
en un tono más alto, más desesperado esta vez. — ¿Lo
sabías? — El jadeo aumentó y ella lloriqueó antes de
chillar a todo pulmón, — ¿Lo sabías!?
El grito agudo que se le escapó después de eso fue
desgarrador. Llorando a gritos, lloró hasta que ya no
le quedó aire en su cuerpo, y cuando respiró hondo y
levantó la cabeza, gimió abiertamente, aferrándose a su
garganta como si se estuviera ahogando por lo que
estaba sintiendo, y eso aplastó mi alma.

El pasillo estaba lleno de gente, gente silenciosa, y


apenas eché un vistazo a los que estaban en shock. Pero
cuando Julius cruzó la puerta y sus grandes ojos se
posaron en mí, parpadeando lentamente, nunca me había
sentido más como un pedazo de mierda que cuando vi a mi
hermano romperse abiertamente porque era
inquebrantable.

Sí, lo había traicionado. Y, sí, lo supo de inmediato.

Julius estaba allí de pie mientras Lexi lloraba. Sus


labios se abrieron y parpadeó lentamente, poniendo sus
manos aplastadas contra su cabeza como si estuviera
experimentando la peor migraña de su vida. — No.— Agitó
la cabeza y, de repente, ya no estaba
conmocionado. Estaba enojado y gruñó: — No!! —.

Sí... Hermano — dije en voz baja y vi como su rostro se


volvía furioso.

Lo observé en todo momento. Dio un paso adelante, luego


atrás y adelante otra vez como si no supiera qué hacer
consigo mismo, con el puño cerrado y luego abriéndolo y
cerrado una y otra vez. Le tomó un tiempo controlar
sus emociones, pero cuando lo hizo, gruñó: — Afuera.
Ahora!. —
Sabía que esto iba a pasar. Yo habría hecho lo mismo.
Bajé a mi hijo con un suspiro y seguí a Julius por la
puerta principal, sin echar una pequeña mirada a mi
llorona.

La forma en que se veía ahora, superada y devastada.

Nunca quería volver a verlo.

— Ella no estaba en condiciones de ver cómo se


desarrollaba esta mierda. — Murmuré a Happy, —
Mantenlos dentro.

En el pasillo, pasé junto a Nikki, Dave y Ana


boquiabiertos al salir, mientras que Manda simplemente
negó con la cabeza, decepcionada.

Eso estaba bien Yo podría lidiar con eso.

Estaba acostumbrado a ser una decepción.


Antes de salir por la puerta, me bajé la cremallera de
la sudadera y me encogí de hombros mientras Julius
caminaba por el césped delantero, pareciendo un hombre
poseído. Cuando me atrapó mirando, su rostro se arrugó
y sus ojos se volvieron salvajes mientras negaba con la
cabeza. — Sé que tú no hiciste esto. No a mí.— Apuntó
con una mano temblorosa hacia la casa. — No a ella.—

Mierda. Se lo estaba tomando peor de lo que esperaba.

Mi voz era áspera. — Tuve que hacerlo, hermano.

Le costaba hablar. — Cinco años —. Su respiración se


volvió pesada. — ¿Dónde coño has estado?— Su labio se
endurecieron, pero las palabras que escupió roto,
desbastado. — Te necesitaba.—

Sé que él me necesitaba. Por eso necesitaba creer que


me había ido.

Si Julius no lo hubiera creído, nadie más lo hubiera


hecho.

— Pasar el resto de mi vida compensándote — Le ofrecí,


conciliador. Y lo haría. Odiaba haberle hecho daño,
pero no había tenido opción.

Julius se quedó quieto con sus ojos azules


brillantes. — Vete a la mierda, Twitch.

Y cuando se abalanzó sobre mí, le dejé.

Unos puños de piedra se estrelló contra mi mejilla, un


blanco estalló detrás de mis ojos y caí de espaldas
sobre la hierba húmeda. Bruscamente, se puso a
horcajadas sobre mis muslos y me golpeó de nuevo, más
fuerte esta vez. Y vi estrellas. Me golpeó de nuevo,
y sentí mi nariz crujir bajo su puño. Una y otra vez
me golpeó, y yo levanté los brazos en un pobre intento
de desviar los golpes porque estaba lo suficientemente
loco como para causar algún daño real y, por así
decirlo, Julius no mostraba ningún signo de parar.

Él apartó mis brazos del camino, pero yo los arrojaba


hacia arriba, una y otra vez.

Un sólido puñetazo golpeó mi hombro, y siseé a través


del dolor. Julius jadeó en voz alta, apresuradamente,
hablando a través de apretados dientes. — ¿Dónde
estabas?— El siguiente golpe me golpeó en el pecho,
bombeándome, él gritaba: —¡Te necesitaba, hijo de
puta!— Los golpes se ralentizaron y finalmente, los
golpes se detuvieron por completo.
Agarrando la parte delantera de mi camiseta, sentí
temblar el cuerpo de mi hermano mientras gritaba con
lágrimas en los ojos: — Te necesitaba !! — Sollozaba
con los dientes apretados: — Pedazo de mierda. Te
necesitaba.—

Respiré lo mejor que pude a través de mi nariz rota, lo


vi llorar y alcé la mano para agarrar su brazo, pero él
se encogió de hombros violentamente, parándose tan
rápido como pudo.

— ¡Suéltame, joder!— Antes de que pudiera registrar lo


que estaba sucediendo, se acercó a su esposa, la tomó
de la mano y la arrastró hasta su auto. — Manda —,
ladró Julius.

Cuando Manda se apresuró a acercarse y pisó el asiento


trasero, el coche despegó con un chirrido.

Mientras me levantaba sobre mis codos, observé a Nikki


y Dave irse con mi hijo. Mi corazón se encogió de golpe
y me puse de pie, listo para protestar, pero cuando
Nikki se volvió hacia Happy, luciendo completamente
decepcionada, y dijo: — Si yo fuera tú, no volvería a
casa esta noche — sabía que probablemente era mejor
para A.J. No estar aquí por el caos que se produciría.

— ¿Papá!? — A.J. gritó incierto, mirando extrañamente


mi posición sobre la hierba.

— Está bien, amigo —, le dije, jadeando y sin


aliento. — Te veré muy pronto.

Happy estaba de pie con las manos en las caderas,


exhalando lentamente. Bajó la barbilla, mirando hacia
sus pies, y luego dijo en voz baja: — Podrías haberme
avisado.

Pude haberlo hecho, pero no quería espera más.

Perdón

Mi silencio era toda la disculpa que iba a recibir, y


lo sabía porque sacudió la cabeza y caminó hacia
adentro. Pasó un largo momento antes de que yo lo
siguiera, pero cuando Happy salió al patio trasero, me
desvié hacia donde mi alma anhelaba estar.

Al cuarto de ella.

Me moví para pararme en la puerta abierta y miré a la


mujer rota descansar contra la pared, fría,
sin pestañear. Parecía el caparazón de una persona
sentada
tan pequeña donde estaba. Todo lo que quería era ir,
tomarla en entre mis brazos y abrazarla por un largo
rato.

Cuando todo se volvió demasiado y la incomodidad me


golpeó fuerte, me rasguñé la mandíbula y agité la
cabeza porque quería disculparme, pero eso era
ridículo.

Así que le sostuve la mirada y recé para que ella


pudiera oír las palabras sin pronunciarlas.

De repente, me miró fijamente desde el otro lado de la


habitación, una lágrima que resbalaba por encima de su
mejilla. Sentí sus palabras susurradas en mis
entrañas.

— Te Odio

Y en ese momento, realmente lo hacia.

Una tristeza que nunca imaginé que podría sentir, su


peso sobre mis hombros.

Pero estaba bien.

Ella nunca podría odiarme tanto como yo me odiaba a mí


mismo.

Salí de su habitación y la dejé en paz. Ya había hecho


suficiente daño esta noche. Empezaríamos de nuevo por
la mañana.

Saliendo por detrás, Happy se adentró en el patio


mientras la pequeña gótica me observaba.

— Así que tú eres él — dijo ella, volviendo esos ojos


aburridos hacia mí. — No esperaba que fueras tan
joven. Quiero decir, necesitas un corte de pelo y una
afeitada, pero me sorprende —. Ella inclinó la cabeza.—
¿Cuántos años tienes? — preguntó.
Tenía 41 años. — Suficientemente mayor para cuidar de
mi mismo — Dije. Me puse un dedo en la fosa nasal y me
saqué sangre de la nariz y lanzándolo hacia porche. —
Lo suficientemente joven como para que me importe una
mierda.

— Eso hay que arreglarlo. Ven aquí.— Cuando no intenté


moverme, puso los ojos en blanco. — O no lo hagas. Lo
que sea. Parece torcida. No me importa.— Necesitaba
ser arreglada.
Hice los pocos pasos y me senté en la silla al aire
libre. — ¿Has hecho esto antes?
Me puso los dos pulgares a los lados de la nariz y me
presionó en las mejillas, sin preocuparse. — Al tiempo
de dos — dijo momento antes de enderezarme la nariz,
dijo: — Soy Molly —

Trah

— Oh, mierda,— gemí mientras mis ojos se humedecían


incontrolablemente y mi nariz comenzó a sangrar otra
vez. Cuando me entregó un pañuelo de papel, se los
quité de las manos y levanté la cabeza para evitar que
sangrara en mi camiseta. No pude dejar de notar la
forma tan indiferente en la que ella estaba actuando y
tenía que decir algo al respecto. — No pareces tan
sorprendida de verme .

De espaldas a mí, ella siguió observando a Happy. Se


encogió de hombros. — Lo estaba, pero ya no lo estoy
.— Se volvió, mirándome. — Tu hijo no es un mentiroso
— Cuando puso los ojos en un Happy que seguía
caminando, soltó un largo y prolongado suspiro.
— Debería haberlo sabido.— Pasó un rato y nos sentamos
en silencio. En la quietud de la noche, Molly dijo las
palabras que temía oír. — Ella nunca te perdonará.

A lo mejor no

Pero planeó hacer que me ame de nuevo o moriré


intentándolo.

— Vives aquí, ¿sí?— Molly asintió con la cabeza y yo


continúe. — Mañana, tú y yo vamos a hablar de lo fácil
que fue entrar y salir de esta casa y hacerlo sin ser
detectado.

Su frente se arrugó, pero volvió a asentir.

Bien.

Nos ocuparemos de eso mañana.

Esta noche, pensaría en cómo arreglar todo lo que he


jodido.
Capítulo 11

Twitch

Habían pasado veinticuatro horas y Lexi aún no había


salido de su habitación, por lo que pasé a
verla. Necesitaba asegurarme de que estaba bien.

Mi hijo no había estado en casa todo este tiempo, pero


Molly me aseguró que volvería al día siguiente.

Por el bien de todos, será mejor que así sea. Si él no


llegaba, yo iría por él, y se lo dije a ella. Nadie me
estaba alejando de él.

Fue después de la medianoche y, mientras yacía junto al


ángel que me había robado el corazón, hablé en voz baja
para no asustarla.

— Lexi —, dije, mirando como se ponía rígida. — Ángel—


Extendí la mano para tocarla, pero me detuve a medio
camino, metiendo la mano en un puño antes de
alejarme. — Tenemos que hablar.

La vi abrazarse a sí misma. Se quedó así, con el


cuerpo apretado, mucho tiempo. Su voz era débil y sus
palabras suaves me herían por todas partes. — Vete.—

De acuerdo.

Tenía todo el tiempo del mundo.

Realmente esperaba que lo entendiera porque yo no iba a


ir a ninguna parte.

No sin ella.

Fui con Molly a recoger a mi hijo a la escuela. Cuando


ella se negó descaradamente a llevarme, le dije que la
seguiría de todos modos, y debí parecer lo
suficientemente convincente porque cedió con bastante
rapidez. Me quedé en el coche, esperando pacientemente
mientras ella lo recogía.

En cuanto me vio en el asiento trasero, su cara se


transformó en una gran sonrisa. — ¡Papá! — Pero luego
se concentró en mi hinchada nariz y los moretones
púrpura bajo mis ojos y su cara cayó. — ¿Papá?

— Tuve un pequeño accidente, amigo, pero está bien —.


Le tendí los brazos y él se subió al asiento trasero
conmigo, cayendo sobre de mí.
Lo abracé tanto como pude antes de que lo abrochara.
Mientras conducíamos, le expliqué: — Tu mamá no se
siente bien, así que vamos a darle un respiro — Voy a
llegar en un rato, ¿de acuerdo? —

La cara de mi hijo se iluminó. — ¿Te vas a quedar?—


Sonreír dolía, pero para él, me las arregle con una
pequeña. — Demonios, sí, me quedo.

Por primera vez en mi vida, voy a ser un padre para mi


hijo, y no sé quién estaba más emocionado por ello, yo
o él.

Cuando regresamos a la casa y entré en la cocina, me


froté las manos. — Así que …—
Miré hacia abajo a la versión más pequeña, más corta y
más delgada de mí.— ¿Que es lo que tú comes?—

Molly soltó una risa ahogada y yo me giré sobre ella,


fulminandola con la intensidad de mi ceño fruncido,
levantó las manos en señal de rendimiento y borró la
sonrisa de la cara, lo cual fue algo bueno, porque no
tenía ningún problema en patearle el trasero.

A.J. miró a la chica. — Molly me hace un bocadillo


después de la escuela.

— Hoy te preparo el bocadillo, amigo— le dije, lanzando


discretamente una mira a Molly cuando sonrió con fuerza
ante la lealtad de mi hijo hacia ella. — ¿Qué tienes
normalmente?—

— Sándwiches de manzana con mantequilla de almendra—,


dijo A.J. y parpadeé.

— ¿Dimelo de nuevo?— ¿Qué diablos era eso?

Molly intervino con: — Puedo hacerlo, de verdad. No


hay problema. Es mi trabajo—.

Me volví, mordiendo el interior de mi mejilla. Podría


hacerlo, carajo. Si ella podía hacerlo y ella tenía
que como ¿13 años?, entonces podría hacerle a mi hijo
un bocadillo de mierda.

Oh, mierda.

Mi corazón estaba acelerado. Necesitaba calmarme.

Cerrando los ojos, respiré hondo, soltándolo


lentamente. — Yo lo haré. Sólo muéstrame dónde están
las cosas .
La chica debe haber sentido la irritabilidad en mí
porque hizo lo que le pedí y me agarró una manzana, un
cuchillo y una mierda llamada mantequilla de
almendras. — Todo lo que tenía que hacer es cortar la
manzana a lo largo, cortar las semillas y ponerles una
capa gruesa de mantequilla de almendra antes de poner
otro trozo de manzana en la parte superior. ¿Ves?
Sándwiches de manzana con mantequilla de almendra —

Sí, ya lo tengo. Parecía bastante fácil.

Comencé a cortar la manzana y Molly hizo un ruido en su


garganta. — No de esta manera largos, así.— Ella
sostuvo la manzana de lado. Mi exasperación elevó todo
un nivel. —¿Realmente importa de qué manera corte la
jodida manzana?—

— Si,— dijo ella, inteligentemente.. — A menos que


quieras que A.J. este comiendo semillas de manzana con
arsénico. — Cuando mi frente se frunció, ella dejó
escapar un suspiro, — No quieres eso — Bueno. Mierda.

¿Hacía calor aquí?

Agitado como el demonio, me rasqué la barba de mi


mandíbula.

¿Quién iba a saber que hacer un bocadillo sería tan


difícil?

Después de terminar los estúpidos sándwiches de frutas,


los puse en un plato y se los di a A.J., y la mirada
que me dio, de pura felicidad, hizo que toda la
ansiedad desapareciera.

— Son iguales a los de Molly —. Entonces me miró y me


preguntó: — ¿Puedo ir a ver a mamá? —

No dude — No creo…— Pero Molly me cortó. — Por


supuesto, amiguito. Sólo recuerda, ella no se siente
bien, ¿de acuerdo? Así que usa tu voz de interior.

Y se fue, abrió la puerta en silencio y entró antes de


cerrarla con la misma suavidad detrás de él.

Cuando miré a Molly, ella dijo: — A ella no le


importará, confía en mí. Él va antes que ella. Siempre
ha sido así.

Por supuesto que lo hacía. Porque ella era una gran


madre. Nada como la mía, nada como la de ella, como
sabía que sería.
Y me dio la esperanza de que incluso alguien como yo
podría ser un buen padre si me lo propongo. Con la
ayuda de Lexi, aprendería.

***

Lexi

Estaba destrozada, absolutamente devastada al darme


cuenta del engaño de los últimos cinco años. No lo
estaba afrontando. No, en absoluto. Cada vez que lo
pensé, mi aliento se detenía y caían más lágrimas de
las que yo sabía que albergaba.

Para empeorar las cosas, mi hijo había intentado


decírmelo una y otra vez, y no sólo no le había creído,
sino que le había hecho sentir que ya no podía hablarme
de ello.

Con los ojos cerrados, me abracé bajo las sábanas


mientras mi culpa hacía que mi estómago se hundiera.

Era una madre horrible

La puerta de mi habitación chirriaba al abrirse y me


negué a abrir los ojos. Estaba siendo una cobarde,
pero mirar a los suaves ojos marrones y encapuchados
del hombre que amaba era más de lo que podía
soportar. Era un recordatorio de las mentiras y el
engaño, de la pura angustia que sentía, antes y ahora,
y no sabía si tenía en mí la capacidad de lidiar con
eso en este preciso momento.

Pero entonces oí su dulce voz. — Mamá, ¿estás bien?

Sin una palabra, levanté las mantas y él se deslizó


debajo de ellas. Algo frío tocó mi brazo, y entrecerré
mis ojos calientes e hinchados. — ¿Qué tienes ahí?—

A.J. cogió un sándwich de manzana y lo mordió. — Papá


me preparó un bocadillo.

Mi frágil corazón se rompió un poco más. Una fractura


más y seguramente se romperá en mil pedazos.

— Oh, él lo hizo, ¿verdad? — Traté de mantener mi voz


ligera, pero fue más difícil de lo que sonaba. — ¿Está
Molly ahí fuera también?

— Sí —, dijo, mordisqueando su merienda, y algo de mi


tensión desapareció.
De ninguna manera Molly dejaría a A.J. ir a ningún lado
sin ella. Sabía que ella arriesgaría casi cualquier
cosa para mantenerlo a salvo. Incluso de su padre.

Hablando en voz baja, A.J. preguntó: — ¿Está bien si


papá se queda un rato?

Pensé en eso y decidí que era mejor mantener a Twitch


feliz por el momento porque no duraría mucho y un
Twitch infeliz no era algo para tomar a la ligera. Lo
había visto molesto. Los recuerdos todavía me
atormentaban.

— Vale, cariño, pero sólo por esta noche — Me daría


hoy, pero mañana, saldría a dar la cara — Necesito
hablar con Molly, cariño. ¿Puedes ir a buscarla por mí.

— Está bien. Mejórate. — Me besó con labios pegajosos y


lo amé por saber cuánto lo necesitaba.
En el momento en que Molly entró en el dormitorio y
cerró la puerta, le susurré: — Si él intenta llevarse
a A.J., quiero que le dispares .

Sin dudarlo. — No hay problema.—

Buena chica.

Ella me dejó en paz y encontré satisfacción en lo


profundo de mis sabanas.

Y ahora, de vuelta a mi depresión, para mañana, volveré


a vivir.

***

Twitch

Eran justo después de las nueve cuando entré en mi casa


y encontré a Happy sentado a la mesa con Julius y
Ana. Me detuve un segundo, mirando de un hermano a
otro hermano antes de entrar, cerrando ligeramente la
puerta tras de mí.

— ¿Vienes a disculparte?— Hablé directamente con


Julius, y cuando me miró con ira, sonreí. — Mira lo
que le hiciste a mi cara, parezco un saco de caca
golpeado — Sí, no sabía cómo lidiar con esto, así que
hice lo que siempre hice, me convertí en un sabelotodo.

Pero fue Ana quien se puso de pie. Era tan pequeña,


pero la forma en que se comportaba hacía que pareciera
aún más pequeña.
No había confianza en su postura, y odiaba eso porque
en un momento dado, ella era una persona
diferente. Sus manos temblaban visiblemente al abrir
la boca para hablar. Desafortunadamente, no salió nada,
y desde donde yo estaba, parecía que la transpiración
cubría su frente mientras intentaba concentrarse en la
respiración.

Mis ojos se encontraron con los de Julius. — ¿Qué le


pasa a ella? — No intentaba ser grosero, sólo
preguntaba.

Julius me miró un momento y luego bajó la mirada a la


mesa. — Ana tiene estrés postraumático — No me miró a
mí. — No sé por qué estamos aquí, pero ella quería
venir a verte, así que aquí estamos.—

Sonaba enojado, pero estaba aquí. Eso me dijo un poco


sobre lo mucho que amaba a su pequeña
gorrión. Interesante.

Sin preguntar, me adelanté, me acerqué a la mujer y


miré su rostro, pasando por alto el ojo dañado y las
cicatrices. — ¿Qué pasa?—

Julius me miró de cerca, listo para saltar. Fue


entonces cuando la oí. — "Twitch, necesito que la
mantengas quieta" — Le fruncí el ceño y murmuré — ¿Eh?
— ¿De qué coño estaba hablando?

— A veces lo escucho en mi cabeza. — Su voz era lenta,


tranquila. — Manda lo dijo esa noche, en casa de Gio.
Tú estabas allí.— Ella respiró bruscamente antes de
dejarlo salir temblorosamente. — Sé que estabas. Yo me
está yendo, y me hablaste, me devolviste.

Oh. Ya veo. Ella lo recordó.

Mi mandíbula se endureció.

Miré a Julius, que ahora me miraba con curiosidad,


luego me moje los labios y hablé en voz baja, apartando
de mis ojos. — Me alegro de que estés bien.

Desde mi lugar en el centro de la habitación, vi a


Julius pasar de estar confundido a estar completamente
consciente, y cuando cerró los ojos y suspiró, supe que
estaba atrapado. — Fuiste tú.— Sí, lo era . —Me
llamaste esa noche.— Cúlpame, hermano.
— Tu lo mataste —, exhaló la mujercita porque las
palabras eran demasiado difíciles de pronunciar a todo
volumen.
Lo hice. Yo maté a Maxim Nikulin.

Ignorando a Julius, le hablé directamente a ella,


porque ella necesitaba escucharlo. —Joder, sí, lo hice.
Lo haría de nuevo en un instante. Hijo de puta tuvo una
muerte sangrienta sobre tu chica.— Mis labios se
curvaron. — se desvaneció despacio. De locos no tuve
tiempo de darle lo que realmente merecía. Triste,
porque me hubiera gustado haberlo hecho.

Tragó saliva y luego dejó escapar un silencio. —Sabía


que eras tú. Pensé que me estaba volviendo loca,— junto
con una sonrisa suave y vacilante.

Negué con la cabeza, con los labios apretado,


frotándome la nuca y evitando todo contacto visual.

No estaba loca, pero por supuesto, debería haberlo


estado, pasando por lo que pasó. No la juzgaría si lo
hubiera estado.

— Quería morir.— Las palabras eran pacíficas, aún en el


aire.

No la culpo. Una parte de mí quería sacarla de su


miseria esa noche. Parecía demasiado dañada para
curarse. — Sí, lo entiendo. Lo siento, no podía dejar
que pasara eso.

La sonrisa suave de Ana transformó toda su cara. Era


muy guapa, muy guapa en realidad. Quiero decir, no era
guapa como Lexi, pero había algo en ella. — Gracias.—

— Ni lo menciones.— de verdad que no lo


mencione. Nunca más.

Me sentí incómodo con los elogios que no habían ganado


y matar a Maxim Nikulin no era algo para admirar.
Debería haberlo hecho hace años antes de que él la
alcanzara. Y ahora, se vería como ella, capaz de hablar
sin temblar como una maldita hoja.

No. Ella no debería darme las gracias.

Un momento de incómodo silencio pasó antes de que


Julius se parara, acercándose a su esposa, tomando su
mano antes de dirigirse a la puerta. Antes de que se
fueran, les dije: — ¿Alguna vez vamos a hablar de esto?

Antes de cerrar la puerta, contestó — Sí, cuando no


quiera matarte yo mismo, imbécil —. Yo sonreí
interiormente. Esa fue una buena señal.
Con un suspiro, me volví hacia Happy, que se veía
pésimamente como la mierda. — ¿Te pusiste en contacto
con tu Romeo y Julieta?

Agitó la cabeza lentamente y murmuró: — No —.

— Quédate aquí todo el tiempo que necesites, hermano .

La cara de Happy se volvió lentamente y frunció el


ceño. — Claro que me quedaré aquí todo el tiempo que
sea necesario. Tú eres la razón por la que estoy en
esta mierda, maldito idiota —. Se puso de pie, entrando
en la cocina y abriendo la nevera. — Podría estar en
casa, pasando una noche tranquila cogiéndome a mi chica
o siendo chupado por mi chico, pero no.— Tomó una
cerveza y se tomó un trago. — Twitch decide que es el
momento, y, por Dios, es el momento porque Twitch lo
dice. Que se joda todo el mundo y el caos que cause
porque tienes la discreción de una barra de dinamita
encendida.

Mi ceño fruncido era fuerte. Levanté mi dedo índice.


— Sólo tienes un pase y eso fue todo. Recuérdalo.—

Mientras entraba en la habitación de invitados, se giró


hacia mí con esa mirada de pájaro se hizo más profunda.

Joder!

No sabía lo tarde que era cuando entré por la ventana,


pero solo necesitaba estar cerca de ella.
Lexi sabía que yo estaba allí. Lo sé porque cuando la
cama se hundió con mi peso, su cuerpo se tensó y dejó
de respirar un segundo. Y a pesar de que estaba de
espaldas a mí, me sentía más tranquilo al estar a un
brazo cerca de mi mujer, independientemente de lo que
ella sintiera por mí.

Podría lidiar con mucho. Podría lidiar con la tristeza.


Podría lidiar con la ira. Pero esto, ignorándome, no
podía con esto.

La tranquilidad empezaba a molestarme. Decidí hacer una


declaración, aunque fuera breve. — Te dije que
volvería por ti. Por ustedes dos.

El silencio se rompió por la repentina respiración


entrecortada, y luego la cama se sacudió con la fuerza
de sus gritos silenciosos. Quería abrazarla, besarla y
consolarla. Quería recordarle lo bien que encajamos,
pero ahora no era el momento. Cuando Lexi volviera a
mí, lo haría de buena gana. No querría menos de esta
mujer, no cuando ya me había dado tanto.
Cuando logró recuperar el control de sí misma, se
limpió la nariz con la manga antes de sollozar, —
vete!.

Y lo hice.

No porque quisiera, sino porque le debía mucho a ella.


Capítulo 12

Lexi

¿Por qué?

Yo no entendía

¿Por qué, maldita sea?

Mientras me duchaba, mi tristeza parecía disminuir,


deslizándose por el desagüe de mis pies con el agua
espumosa. Mi caparazón exterior se había abierto,
roto, enorme y ancho, y la parte interna de mí no era
mejor. Mi alma se destrozó, mi espíritu fue
maltratado, y lo odiaba por ello.

Me lavaba el pelo lentamente, con cuidado, consolándome


en la paz que me traía el agua tibia que goteaba sobre
mí. Pero no duró mucho.

Oh, Dios mío.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza.

¿Cómo pudo hacerlo?

Me dolía el pecho y mi garganta se apretaba con ira,


furia y resentimiento. ¿Cómo pudo hacerlo?

Cerré los ojos y levanté la cara en el rocío, tratando


en vano de estabilizar mi respiración. Jesucristo.
Apenas podía tomar una respiración completa. Yo estaba
echando humo Apreté la mandíbula, cerré el agua y salí,
secándome el cuerpo y luego el pelo.

Desde mi casa frente al espejo del baño, todo mi ser se


detuvo cuando lo escuché. —Buenos días, amigo.
¿Listo para la escuela?— Tan hogareño. Tan familiar.
Como si perteneciera aquí.
Mi labio se curvó.

¿Como se atreve?

Mis dientes se apretaron mientras me ponía las bragas


y el sujetador. Me puse un suéter negro y el apretado
pantalón gris, me pasé los dedos por el pelo mojado y
abrí la puerta del baño, saliendo al pasillo descalza y
atrapé a Twitch ayudando a A.J. poner la mochila.
Cuando esos suaves ojos marrones se encontraron con los
míos, me miró un segundo antes golpeando una mano
ligera en el hombro de A.J., apretando. —Creo que mamá
se siente mejor, amigo .

No lo estaba, maldito imbécil.

Molly me miró con atención, y cuando me encontré con su


mirada cansada susurre una ruda frase: —Sácalo de
aquí—, tomó la mano de A.J. antes de mirar entre los
dos adultos en de la habitación, uno de los cuales
simplemente estaba allí, con los labios dibujado en una
delgada línea, mientras que el otro tenía un asesinato
en sus ojos.

Cuando mi hijo pasó por mi lado, me arrodillé y envolví


mis brazos alrededor de él, abrazándolo con todo lo que
tenía en mí antes de forzar una sonrisa. —Que tengas
un buen día, cariño. Te amo.—

Pero A.J. era un niño inteligente y dudó, antes de


preguntar renuente: — ¿Estás enfadada con papá?

No quería mentirle. Nunca lo había hecho antes, así


que miré a Twitch, lo vi muerto en sus hermosos ojos,
los mismos ojos que atormentaron mis sueños durante
años, y dije con calma: — Sí, lo estoy — la palabra
se agrió en mi lengua e hizo que mi estómago se
revolviera con temor no disimulado — y voy a hablar de
eso—.

Molly dirigió a, A.J. Fuera de la casa, y en el momento


en que la puerta se cerró, vacilé, sin saber qué decir,
sin saber qué hacer.

Twitch estaba de pie en la amplia entrada de la cocina,


mirándose los pies, apretando la mandíbula, y aproveché
ese momento para rodearlo.

¿Por qué?

¿Por qué los años separados eran tan amables con él


cuando no lo merecía? ¿Por qué tenía que mirar como lo
hacía?

Estaba vestido con unos oscuros vaqueros ajustados que


abrazaban sus largas piernas, una camiseta negra
ajustada de manga larga que mostraba su ancho pecho y
hombros, las mangas subían hasta los codos y revelaban
sus venosos antebrazos tatuados. Mi garganta se apretó
de una manera que cortó mi suministro de aire.
Esto era tan cruel. En mi mente, lo había imaginado
miles de veces con el mismo aspecto que tenía ahora
mismo, sólo que en mis sueños, estaba feliz de
verlo. Muy lejos de cómo me sentía en estos momentos.

Pasando una mano por su cabello demasiado largo, se


detuvo en la mandíbula para rascarse la larga barba y
me miró a través de su mirada baja. Su nariz estaba
hinchada, y las bandas púrpuras bajo sus ojos me
dijeron que Julius no se contuvo cuando lo atacó, y eso
me complació. Se pasó la lengua nerviosa por todo el
labio inferior, apretando las manos y luego
aflojándolas en un movimiento que me decía que podría
estar ansioso, pero no estaba segura. Este hombre
siempre había sido bueno ocultando sus verdaderas
emociones.

Si no estaba ansioso, debería de estarlo.

Cuando habló, quise matarlo yo misma. — Te extrañé.

La furia intensa que se encendió en mi vientre era


rabia pero pronto se convirtió en un infierno ardiente.
Encontré las malditas palabras.

Mi voz era tranquila, emitiendo falsa calma. — ¿Me


extrañaste?

Oh no, no lo hizo. Sé que no lo intentó.

Un solo paso más cerca, un nuevo nivel de rabia. — ¿Me


extrañaste?— Otro paso, otro derrumbe interno. Ojos
salvajes, le susurré: — ¿Es eso lo que acabas de
decir? ¿Me extrañaste?—

Mi corazón latía tan rápido que pensé que podría estar


teniendo un ataque al corazón. No me habría
sorprendido, dadas las circunstancias. De todos modos
ya estaba roto, así que, ¿qué era un mal funcionamiento
para acabar ?

Twitch me miró directamente a los ojos, esa suave voz


de whisky flotó sobre mí cuando estallé. — Eso es lo
que dije, nena.

Mi cuello comenzó a calentarse con cruda furia. Me


temblaban las manos, y cuando di el último paso hacia
él, lo miré a la cara y parpadeé ante la hiel de este
hombre.

Cuando levanté la mano, retrocedí y le di una bofetada


en la mejilla lo más fuerte que pude,
el sonido hizo eco en el espacio abierto que nos
rodeaba. Apenas se estremeció, y eso solo me hizo
enojar. Jadeando, rechiné los dientes, levanté la mano
y puse tanta fuerza en el impulso como pude. Cuando
sonó el fuerte chasquido, mi alma celebró la forma en
que se estremeció por el golpe.

Mis palmas palpitaban y picaban por la fuerza de las


bofetadas. El dolor fue un cambio bienvenido a lo que
había estado sintiendo los últimos dos días. Fue
agradable sentir algo más que adormecimiento.

De repente, su nariz rota empezó a sangrar de nuevo y


yo me eché hacia atrás una vez más, con los labios
apretados, los ojos bien abiertos, pero antes de que
pudiera pegarle otra vez, me agarró la muñeca, la
agarró con fuerza y me miró penetrantemente. — Lo
siento.— Suavemente me pasó el pulgar por encima del
pulso y suavizó su tono. — Lo siento, ángel.

Mis ojos brillaban y mi voz temblaba, no de tristeza


sino de una ira inmaculada. — No te disculpes por
esto. ¿Me escuchas?— Mi respiración comenzó a aparecer
rápida y cortada.— Dices los siento por pisar
accidentalmente los dedos de alguien —. Levantando mi
mano, lo golpeé en el brazo. Golpe. —¡Te disculpas por
comprar la marca de champú equivocada!.— Golpe. Un
golpe más fuerte. Mi voz se elevó una octava.
— ¡Dices que lo sientes por llegar tarde a casa!!! —
Golpe. Mis ojos ardían con la fuerza de mis lágrimas
mientras temblaba por todas partes. — No te disculpes
por no haber venido a casa en absoluto.— Golpe.

Las lágrimas caían desde mis pestañas y se arrastraron


por mis mejillas, y ni siquiera pude encontrar la
preocupación de avergonzarme por la forma en que
moqueaba mi nariz.

El cuerpo de Twitch se tensaba con cada golpe que


recibía, pero todo esto lo llevó hasta la cocina, su
mandíbula se endureció, sus cejas fruncidas tomando lo
que yo necesitaba para continuar. Se alejó, y seguí el
movimiento poco convencional al que ni siquiera sabía
los pasos.

Cada golpe que yo daba era como un castigo para mí


misma.

Esto no era lo que yo era. Esta era la persona en la


que él me convirtió. Y lo odié por eso.

Los golpes fueron cada vez más rápidos y se movió


lentamente, su cuerpo rígido e inflexible,
lo que me permitió respaldarlo contra el mostrador de
la cocina. Mis brazos temblorosos se movían en todas
direcciones, sin importar dónde aterrizaban los golpes,
sólo que lo hacían.

Un gemido angustiado me dejó. —¿Como pudiste hacer


esto?— Golpe Las palabras eran ásperas. —¿Cómo
pudiste hacerme esto a mí?— Golpee. Mi voz se quebró.
—¿A él? — Golpee. Mi cuerpo tembló mientras lloraba, y
mis golpes se debilitaron cuando mi dolor me agotó como
la batería de un teléfono celular. —Yo te amé,
imbécil—. Lo golpee. Cuando sus ojos se cerraron y
tragó saliva, sostuve mi brazo, listo para golpear de
nuevo, pero lo sostuve en el aire. Mi voz era débil, y
me concentré en los latidos rápidos de mi corazón,
respirando lentamente y temblando. —No te disculpes por
esto—. Dejé caer el brazo, sin sentir nada.
Absolutamente nada. — Lárgate de mi casa, Twitch.

Mientras caminaba de regreso a mi cuarto, con las


palmas de mis manos calientes y palpitantes, aseste un
golpe de despedida. — Deberías haberte quedado muerto.

No lo escuché irse.

En realidad, ni siquiera estaba segura de que lo


hiciera.

El ruido de mi ventana en medio de la noche me despertó


con una sacudida en el corazón.
Yo sabía que él vendría. Continúa sonando mientras él
lucha con ella. Lo cual fue exactamente por la razón
que la cerré.

Era miércoles, dos días después de haber visto por


última vez al padre de mi hijo, y cuando salí con A.J.
hacia el auto, lo vi esperando, apoyado en la amplia
monstruosidad de un árbol de goma en la esquina de la
cuadra.

Mi corazón estremeció, pero fingí indiferencia.


Qué pensamiento. Indiferencia a Twitch.
Sí claro.
No era una buena mentirosa, ni siquiera para mí misma.
En el momento en que nuestro hijo lo vio, salió
corriendo, y yo simplemente no tenía la capacidad de
causarle problemas a mi hijo esta mañana, así que no
dije nada. Ver a Twitch sonreír, esa sonrisa torcida
que tanto amaba era casi demasiado. El hecho de que
estuviera dirigido a nuestro hijo oficialmente lo hizo
demasiado.
Años! Él voluntariamente se perdió los años de A.J., y
eso dolió.

No era estúpida. Entiendo. Él no nos quería entonces.


Probablemente pasó los últimos años follando y
sembrando su semilla, y ahora que probablemente estaba
aburrido de esa vida, él pensó venir a ver cómo era eso
del chiste de ser un papá y ver cómo le iba. Y después
que A.J. Se encariñara y estuviera unido a su papi, y
pude ver que ya lo era, Twitch lo dejaría y yo quedaría
recogiendo la destrucción que él dejaría.

No podía dejar que eso pasara, no dejaría que pasara.

Morí lenta y dolorosamente mientras caminaba hacia


ellos, me puse las gafas de sol he hice todo lo posible
por ignorar al hombre que una vez pensé que era un
dios. — A.J., tenemos que irnos cariño. No quiero
llegar tarde a la escuela —.

A.J. me miró, sonriente. — ¡Mira! — Señaló la casa al


otro lado cruzando la calle, en el lado opuesto. —Papá
vive allí — Una sensación de intranquilidad me
cruzó. Mis cejas se fruncieron.

Si recordaba correctamente ... — Esa casa estaba en el


mercado hace seis meses —

¿No me digas? ¡ joder!

Oh no. No lo hagas

Esos suaves ojos marrones se encontraron con los míos.


Dijo — Hace cinco meses —, y lo supe.

Oh, tú hijo de puta.

¿Los golpes nunca dejarían de llegar?

Había estado aquí durante meses. Meses.

Mi mente apenas podía funcionar con ese hecho, y mi


ritmo cardíaco se disparó.

El engaño es profundo, demasiado profundo para


seguirlo, porque seguramente caería a mi muerte
tratando de trazar su camino.

Twitch sostuvo a nuestro hijo con él, y fue algo bueno


porque estaba lista para la segunda ronda. El imbécil
me sonrió, haciendo un demostrativo recorrido por mi
cuerpo con esos ojos perpetuamente encapuchados. — Te
ves bien, nena.
Que te jodan, fueron las palabras que pensé.

Lo que realmente dije fue: — Tenemos que irnos.

— ¿Puedo ver a papá después de la escuela?— A.J.


Preguntó educadamente, y luego añadió, — ¿Por favor? —
por si acaso.

Dando un paso adelante, extendí mis brazos, y A.J. vino


voluntariamente a mí, pero durante la entrega, la mano
de Twitch tocó la mía, dejando un rastro de calor
sólido a lo largo de mis dedos. Y detesté que un simple
toque fuera todo lo necesario para prender fuego a mi
cuerpo. Cuando estuvo seguro en mi agarre, negué con la
cabeza. — No lo creo —. Frunció el ceño, y justo
cuando iba a discutir, le lancé una mirada firme. —No
esta noche.

Twitch observó, buscando en la cara de su hijo, con la


boca abierta ante la decepción que vio allí. —La
próxima vez, amigo. Además, ya sabes dónde vivo—. Luego
me miró, directamente a mí, y cuando habló, escuché la
amenaza en ellos. — No voy a ninguna parte.

No

A mi no me gusto eso.

Definitivamente hubo una advertencia entrelazada en la


última declaración y, lamentablemente, Twitch nunca
jugó limpio. Desafortunadamente para él, ya no me
conocía. Y las distancias que haría para mantener a mi
cachorro a salvo eran infinitas, incluso de su padre.

Especialmente de su padre.

Evitar Twitch fue más fácil de lo que pensaba. Habían


pasado días desde que le permití a A.J. pasar tiempo
con su padre, y después de esa primera mañana, Twitch
no había salido a ver a su hijo irse a la escuela.

Me pareció inteligente de su parte darme un amplio


espacio después de los sucesos de la semana. Pasé mis
días como lo habría hecho la semana anterior, pero
estaba en piloto automático, apenas pensando en lo que
pasaba a mi alrededor, y cuando Nikki llamó por
centésima vez, respondí.

— Hola—, hablé en voz baja.

Inmediatamente se echó a llorar. —No lo sabía, lo


juro.
Sus llanto llamaba al mío, pero me negué a dejarlos en
libertad, especialmente en la oficina. —Lo sé.

— Entonces, ¿por qué no me hablas?— Ella sollozó.—


¿Crees que eres la única confundida, Lex?— Un chillido
agudo la dejó antes de que llorara abiertamente.
— Estoy perdiendo mi maldita mente aquí.

Oh, dulce niña. Me dolió el corazón por ella. — ¿No


has hablado con Happy?

— ¿Estás bromeando?—, lloriqueó. —Joder, no — dijo con


toda la firmeza que pudo. — Que se joda —. Vale,
esta vez su voz se rompió, y cuando continuó, apenas
podía entenderla por el lloriqueo. — Lo odio.

Sonreí suavemente. —No, no lo haces.

En ese momento, la presa se rompió. Nikki aulló


diciendo: — No, no lo hago— Continuó sollozando y
dijo: — Quiero hacerlo — Sonó un gemido. —¿Por qué no
lo hago?

Me recosté en la silla de mi escritorio. —Porque sabes


tan bien como yo que lo que sea esto no está en Happy.
Está en Twitch—. Estaba enfadada con Happy. Estaba tan
enfadada, pero conocía a Twitch, y conocerlo
significaba saber que habría hecho lo que hubiera
querido hacer con o sin la ayuda de sus amigos. Pero
eso no significaba que estuviera lista para hablar con
Happy. Así que quizás tenía mis propias razones
egoístas para sugerir lo que hice. — Creo que deberías
llamarlo, cariño.— Porque la idea de Twitch y Happy
viviendo al otro lado de la calle me hizo sentir como
si estuviera bloqueada en una maldita esquina.

— ¿ Lo haras ? — Ella respiró, y en ese momento, supe


que era lo que necesitaba oír, lo que rezaba por oír de
mí. Si le hubiera dicho que nunca quise escuchar su
nombre, Nikki borraría el número de Happy y fingiría
que los últimos cinco años de su vida nunca
ocurrieron. Yo, sin embargo, no era tan cruel. Ese
era mi problema, no el de ella.

— Lo haré nena — Y lo decía en serio. — Quiero decir,


yo no se lo pondría fácil —. Cuando ella soltó una risa
empapada, yo sonreí. Su sonrisa cayó cuando se produjo
un silencio incómodo.
— Habla con él, Nikki. No hay problema. Quiero que lo
haga. Mi mejor amiga se quedó en silencio un largo
momento, pero cuando habló, sentí esas palabras en lo
más profundo de mi alma. —Te quiero, Lexi.
— Yo también te quiero, Nik Nak.— Soplé un largo
aliento, poniéndome una mano en la frente mientras
cerraba los ojos. — Y tan pronto como sepa qué
demonios está pasando, hablaremos, ¿de acuerdo?— Antes
de colgar, le pregunté — ¿Cómo está Dave?— A su
burla, mi cara se arrugó. — Así de bueno, ¿eh?— Ella
dudó. — Está... uh... molesto.

No pude evitar la suave risa que me subió por la


garganta. Conociendo a Dave, el disgusto era la mayor
subestimación del siglo, y cuando escuché la risa de
Nikki, la familiaridad aumentó. Fue una situación
increíble. Eso es lo que lo hizo aún más cómico.

Se sentía bien reírse ante la desesperación. Estaba


bastante segura de que estaba pisando la delgada línea
entre la cordura y la histeria. Cuando finalmente nos
controlamos, me reí.

—Bueno, me voy a ir ahora y trataré de no pensar en el


hecho de que mi ex acaba de regresar de la muerte, vive
al otro lado de la calle, y está tratando de
establecerse de nuevo en mi vida.

Nikki jadeó en voz alta. —¿Vive al otro lado de la


calle?

Puff No estaba hablando de eso. — Vale, así que


adiós.

— ¡Espera! — Llamó, pero ya tenía mi dedo en el botón


de llamada final.

No tuve la fuerza para lidiar con ello. Hoy no.


Capítulo 13

Lexi

— ¿Puedo entrar?—

Mis ojos fríos vagaban por la pequeña mujer, y cuando


Manda levantó sus manos de una manera conciliadora,
ella pronunció rápidamente: — Lo descubrí por
accidente. Nunca debí saberlo. Lo juro.— Inhaló
profundamente, y continuó exhalando: —Nuestro padre ni
siquiera lo sabe todavía— Su cara se arrugó ante el
pensamiento. —Y, mierda, se va a enojar conmigo.

La estudié un momento. Los viejos hábitos murieron


duramente y la curiosidad siempre había sido mi
defecto. Quiero decir, mira a dónde me llevó con
Twitch. Embarazada por un criminal y sola en el mundo.

La verdad es que quería saber los hechos y necesitaba


hablar con alguien que supiera qué carajo estaba
pasando aquí. Manda podría ser esa persona. Dios sabe
que no quería a Twitch cerca de mí ahora mismo.

Sin decir una palabra, me hice a un lado y con una


sonrisa apretada, ella pasó a mi lado, a la casa.
Suavemente cerré la puerta detrás de nosotros y la
seguí hasta la cocina. Cuando Manda vio a A.J., su
sonrisa resplandeció. —Oye, tú.— Pero A.J. apenas le
dio una sonrisa a su tía antes de entrar a su cuarto, y
Manda frunció el ceño. —¿Está bien?

No, no lo estaba.

Me crucé de brazos. —Quiere a su papá.

Manda asintió con la cabeza, y yo le agradecí que no me


diera consejos en esta incómoda situación.

Molly se levantó de la mesa de la cocina, mirando a


Manda a los ojos antes de mirarme. — Lo prepararé para
dormir.

— Gracias, Molly. — Realmente ella era una bendición.


caminando hacia la nevera, dije — Supongo que estás
aquí para hablar.

Al menos tuvo la gracia de parecer incómoda. — Sí.


Pensé que debería venir a llenar un vacío.
Saqué una botella de vino blanco y la sostuve en mi
mano. — Supongo que vamos a necesitar esto.— Pero
antes de dejar la nevera, me volví hacia ella y le dije
— ¿Qué tan malo es ? — Ante su clara mueca, me metí en
la nevera con un suspiro y saqué una segunda botella,
mientras murmuraba — Rock 'Roll.— Golpeando la puerta
de la nevera con el trasero cerrando, tiré de mi
barbilla hacia el gabinete a la izquierda antes de
deslizarme con mis zapatillas de Pikachu. —Toma un par
de vasos, ¿quieres? Sentémonos en el porche.

Cuando ambas estábamos sentados, abrí el vino y llené


nuestras copas.

Manda empezó, — Bien—

Pero la corté con el chasquido de mi lengua. Inhalando


profundamente, dije en voz baja: — Déjame
prepararme— y levantando mi vaso, lo puse en mis
labios, lo incliné hacia atrás y lo tragué una y otra
vez hasta que desapareció su contenido. Los ojos de
Manda se abrieron de par en par ante mi hipo, y volví a
tragar. — Una más.— Vacié el segundo vaso y luego
sonreí. — Vale, estoy bien. Dímelo.

— ¿Por dónde quieres que empiece?— se ofreció


lentamente.

Qué pregunta. —Desde el principio, por supuesto.

— Me temo que no me remonto tanto—, dijo con una triste


sonrisa. — Como dije, sólo supe que mi hermano estaba
vivo por accidente, y sólo puedo decirles lo que
sé. Así que, ¿qué tal si empiezo con un poco de
información sobre nuestra familia?

Claro, ¿por qué no? — Procede.

¿Ya estaba borracha? Me pareció que sí.

— Vale—, empezó Manda. — Bueno, empecemos con el


miembro más antiguo de la familia Falco, Antonio Falco
padre, o Papa Tony, como se le llama en las calles.—

— ¿Las calles? — Parpadeé. Ante su mirada en blanco,


mis hombros se inclinaron. Ah, diablos. — ¿Tu padre es
un mafioso?

Los labios de Manda se fruncieron antes de hacer un


gesto hacia la botella y fingir una sonrisa. —Bebe.

Muy bien, entonces.


Parecía que iba a necesitarlo. Siguiendo su consejo,
bebí de mi vaso y ella lo rellenó sin juicio, y en ese
momento, amé a mi cuñada.

— Papá Tony había sido un gran bateador toda su vida,


trabajando desde la nada. Era parte de una firma
llamada Occhi Bianchi, como lo era su padre, como su
padre antes que él— Sorbió su vino. — Mi padre era
joven cuando se casó con mi madre, Angela Rossi, y como
la mayoría de los matrimonios arreglados, ninguno de
los dos estaba contento con la situación —. Se encogió
de hombros. — Para resumir, mis hermanos nacieron con
días de diferencia en el mismo hospital. Mamá sabía
que papá andaba por ahí y no le importaba, hasta que
nació Zep. No sé qué le pasó, pero algo cambió y le
pidió a mi padre que le fuera fiel para que pudiera
mostrarle a sus hijos cómo se ama realmente una familia
— Los ojos de Manda se fijaron en mí. — Deberías saber
que mi padre amaba a la madre de Tony. La quería
mucho. Pero estaba casado, y aunque cumplió con el
deseo de su esposa de permanecer fiel, le dio su nombre
a su hijo bastardo. Por supuesto, nunca volvió a ver
al chico.

Qué triste. Escuché atentamente.

Manda siguió adelante. — Cuando nací, mi padre se negó


a darme su nombre.

Mi ceño fruncido. ¿Qué mierda...? —¿Porque eres una


chica?—

— No. Lo hizo para protegerme—, dijo ella


cuidadosamente. — Me dio el nombre de mi madre y me
envió a vivir con su hermana. Crecí en otro estado,
lejos de mis padres, y esto se hizo porque el estatus
de mi padre se había elevado mucho en poco tiempo.

Todos querían estar conectados con Antonio Falco,


aunque eso significara casarse con sus hijos. Mi padre
no quería eso para mí. Sabía que un día Zep
probablemente se casaría por alianza, y quería que al
menos uno de sus hijos se casara por amor.

—Desafortunadamente,— continuó sonriendo, —por un


terrible golpe de suerte, estaba viviendo una vida
lejos del sórdido inframundo en el que mi padre estaba
tan involucrado cuando, por casualidad, estaba
trabajando en el turno de noche en una sala de
emergencias de Chicago y fui secuestrada por un par de
matones. El mismo tipo de matones de los que mi padre
trató desesperadamente de alejarme.
Poniendo una mano en mi boca, jadeé en voz alta.
—¿Cómo supieron quién eras?

Se rió, moviendo la cabeza. — No lo hicieron. Fue


pura suerte que me hubieran elegido, y cuando llegué a
la mansión, me arrastraron a una habitación con un
hombre que sangraba mucho. Tenía múltiples heridas de
bala. No tenía herramientas, ni equipo. Diablos, ni
siquiera tenía vendas." Sorbió su vino y luego inclinó
un poco la cabeza. — Fue entonces cuando me dijeron
que si ese hombre moría, yo también lo haría.

— Oh, Dios mío.— Estaba positivamente cautivada y me


incliné hacia ella. —¿Qué hiciste?

— Todo lo que pude para mantenerlo con vida—, me dijo.


— Perdió mucha sangre, y aunque le quité las balas que
encontré y sellé las heridas, no veía la mejoría que
esperaba ver. Después de muchas palabrotas y un poco
de convicción, logré convencer a uno de los matones
para que me dejara volver al hospital a buscar
provisiones. Para cuando regresamos, la condición del
hombre empeoró y pensé que lo perdería, perdiendo mi
propia vida. Así que hice lo único que pude.

Me incliné, con los ojos muy abiertos. —¿Qué fue eso?

— Le dije que si se me moría, lo traería de vuelta y lo


mataría de nuevo.—

Yo parpadeé un momento antes de que me dejara una risa


de asombro. Qué historia más salvaje.

— Innumerables vías intravenosas y días después, el


hombre recobró el conocimiento, y cuando me miro a los
ojos, algo me pasó. Era como una chispa, pero estaba
ahí—. Manda sonrió suavemente. —Pasé semanas en esa
mansión cuidando al hombre malhumorado. Día tras día,
me maldijo mientras me preocupaba por él, y no podía
esperar a salir de allí. Sólo que, el día que
finalmente se me permitió irme…— Me miró, melancólica.
— No me quería ir.

— Ugh.— Puse una mano en mi corazón. — ¿Te enamoraste?—


Ante su lenta y desanimada inclinación de cabeza, le
pregunté: — ¿Qué hiciste?—
Manda
Miré el brillante anillo de platino y luego volví a ver
a la mujer en persona. Mi frente se tejió. —Estás
fuera de tus cabales.
— Lo sé—, dijo, radiante. — Pero el hombre adecuado le
hará eso a una mujer cuerda. — humm. ¿No lo sabía yo ?

Aconseja, cariño.

— Entonces, me convertí en la Sra. Evander MacDiarmid.


Mi marido es el don de Highland Steel, y—, dijo ella, —
él es tan jodidamente caliente. Lo juro por Dios, todo
lo que necesita hacer es hablar con ese acento escocés
y me estoy arrancando la maldita ropa—. Su admisión fue
tan inesperada que me reí en voz alta, poniéndome una
mano en la boca. — Manda . Chica sucia.

Me gustaba esta mujer. Ella era muy buena.

Ella sonrió, y vi mucho de Twitch en eso mi corazón se


encogió. — Lo siento. Han pasado semanas y lo
extraño.

¿Semanas?

Perra, por favor!

Me burlé. — Intenta seis años.— Cuando ella parpadeó


en estado de shock, mis cejas se arquearon mientras
levantaba mi vaso en victoria antes de beber el
contenido de un solo trago.

Si. Siéntese, por favor.

¿Tu Nunca...?— Ella se calló.

Agité la cabeza y dije en voz baja: — No—

— ¿Por qué no?— Sus cejas se arrugaron en pregunta .

Porque amaba tanto a tu hermano que todavía me duele.

Porque cuando lo perdí, me perdí a mí misma.

Porque cuando me dijo que nunca quería a nadie más,


pensé que estaba siendo arrogante.

Desafortunadamente, no lo era.

— No lo sé— mentí fácilmente. —Supongo que ser madre


me mantuvo ocupada.

Mientras estábamos sentadas al aire libre en un


silencio confortable, Manda habló y lo hizo
suavemente. — Tienes que hablar con él, Lexi.— Cuando
la miré por cautela, añadió: —Si nada más que para
cerrar.
Me quedé callada, bebiendo mi vino, pero después de un
tiempo, le respondí: — Lo sé . Aún no estoy lista—

Ni un segundo pasó, antes de que ella dijera: — Le


salvó la vida a Ana —. A mi confusa mirada,
asintió. — Yo estaba allí.— Sus ojos se volvieron
sombríos. — Se estaba muriendo y Tony la salvó.

Espera. Ana había vivido en mi casa durante


meses. Ella nunca mencionó esto. — ¿Ella lo sabía?

— No.— Manda agitó la cabeza. — Ahora lo hace. Ella


está agradecida. Julius, aún más, aunque no quiera
admitirlo—. Ella anidó. —Es sólo cuestión de tiempo
antes de que sus hermanos lo acepten de nuevo en el
redil.— ¿Por qué sonó tan premonitorio? — No conozco
a mi hermano como debería de hacerlo una hermana, pero
estoy llegando a eso, y por lo poco que sé, puedo
garantizarte algo, Lexi.— Su expresión era sombría.
— No va a renunciar a su hijo .

¿Sabes una cosa? No.

Me senté recta, con la espalda rígida. —No tiene


elección frente a esto.

Manda retorció su cuerpo hacia mí, sus ojos


implorando. — Escúchate a ti misma. ¿Sabes de quién
estás hablando? No estamos hablando de un tipo normal
tratando de obtener la custodia parcial de su
hijo. Estamos hablando de Antonio 'Twitch' Falco. Si
no le das algo…— Ella suspiró suavemente. —Me
preocupa que él lo tome sin preguntar.

De acuerdo. Tal vez sí conocía un poco sobre su


hermano. — Yo me encargaré de ello.

Poco después, Manda se fue, y mientras me sentaba sola


en mi habitación, mi ansiedad aumentó cuando medité
cuánto tiempo tendría antes de que Twitch empezara a
tomar sin preguntar.

No sabía qué hora era cuando llamaron a la puerta, pero


todavía estaba oscuro afuera. Despertando con una
sacudida, mi corazón se estremeció cuando volvió a
sonar, esta vez más fuerte que la anterior.
Deslizándome de la cama, me resbalé en mis zapatillas
de Pikachu y me encogí de hombros con mi kimono de seda
antes de salir de mi habitación y bajar por el
pasillo. Oí a Molly acercarse por detrás, y cuando
miré por la ventana lateral escarchada, suspiré ante la
conocida sombra encapuchada antes de abrir la puerta.
— Vete…— La declaración murió en mis labios cuando vi
el bulto que sostenía.

— ¿Perdiste algo? — preguntó Twitch soñoliento,


sosteniendo a A.J. en sus brazos.

Mi corazón se detuvo.

Parpadeé confundida, mis labios se abrieron, y cuando


lo alcancé, Twitch retrocedió.

Antes de que pudiera pensar, siseé: —Dame a mi hijo.

Su cara se oscureció, y acunó a nuestro hijo dormido en


sus brazos mientras hablaba bajo. — Sé que estás
enojada conmigo, y me lo merezco, así que voy a dejar
pasar la forma en que me lanzaste una acusación. Sé
que estás enfadada, por eso no voy a mencionar que mi
hijo de alguna manera salió de su habitación, de la
seguridad de su maldita casa en medio de la noche con
dos mujeres adultas dentro que están destinadas a
mantenerlo a salvo. Tampoco voy a mencionar cómo cruzó
la calle en la oscuridad, donde pudo haber sido
atropellado por un coche o ser llevado sin dejar
rastro— Mierda. Parecía furioso. Odiaba que tuviera
derecho a estarlo. Sin dudarlo, me entregó a mi hijo y
yo lo abracé, cerrando los ojos y respirándolo mientras
le acariciaba la cabeza y lo mecía. Y Twitch me miró
de cerca. — Sé que estás molesta, y por eso no voy a
mencionar nada de esa mierda esta noche.— Dio un paso
atrás, lejos de mí, pero sus ojos lo decían todo.
— Pero mañana, vamos a hablar.

Se dio la vuelta y volvió a cruzar la calle descalzo,


sin nada más que calzoncillos y su capucha, y todo mi
ser tarareaba de miedo, porque no había manera de salir
de ello.

Mañana, hablaremos.

El miedo me tenía nerviosa, y estaba seguro de que esa


era la única razón por la que hice lo que hice esa
tarde.

Cuando volvía a casa del trabajo, estaba deseando ver a


mi hombrecito después de la severa conversación que le
había dado esa mañana. Despertar como lo hice la noche
anterior fue la cosa más aterradora que había
experimentado en mi vida. Despertarme para encontrar a
mi hijo fuera de la cama, sabiendo que había salido por
la puerta trasera y que había caminado alrededor de la
casa para encontrar a su padre en medio de la noche fue
un pensamiento aterrador.
Todas las cosas que podrían haberle pasado jugaron en
mi mente, y yo estaba lista para hablar. O eso pensaba
yo.

Así que cuando llegué a casa, a una casa vacía; empecé


a entrar en pánico. Mis pies me llevaron de habitación
en habitación y encontré la mochila de A.J. junto a su
cama. Mi corazón se aceleró. Molly siempre me decía
si iban a alguna parte, y después del susto de anoche,
me aterrorizaba la idea de dónde podría estar mi hijo.

Busqué en mi bolso y saqué mi celular, marcando el


teléfono de Molly.

Mi frente bajó cuando lo oí sonar en la cocina.

Oh, Dios.

Mi pánico se cuadruplicó.

¿Dónde están ellos?

Mis manos temblaron mientras registraba la casa una vez


más, incluyendo el patio trasero, y salí con las manos
vacías. Para cuando terminé, el miedo a las piedras me
corroía. Tomando mis llaves en mis manos temblorosas,
corrí por el pasillo y salí de la casa justo cuando
A.J. y Molly salieron de la casa al otro lado de la
calle. No sé qué hacían ni por qué estaban allí, pero
inmediatamente me puse furiosa.

Ellos me vieron y Molly me saludo mientras Twitch me


vigilaba.

Mi enojo aumentaba a cada paso, y para cuando llegué a


ellos, le saqué la mano a mi hijo de la de Molly y la
sostuve con fuerza en la mía, luego me enfrente a la
cara incómoda de su padre. — Sólo te lo diré una vez,
Twitch. Mantente alejado de nosotros. De mi. De A.J.—
Mi voz se elevó. —No te acerques.

Mi corazón latía tan fuerte que apenas podía oírme por


el persistente ruido sordo. Sin darle la oportunidad
de responder, casi arrastré a mi hijo de vuelta a casa,
y mientras lloraba, me dolía el corazón.

— No, mamá. ¡No!—

Mi corazón se aceleró, mientras A.J. gritaba: — Papá,


no te vayas de nuevo. ¡Quiero estar contigo!— Cuando
gritó —¡ PAPÁ !— a todo pulmón, apenas podía
respirar.
Llevé a mi hijo a la casa, y cuando la puerta se cerró
detrás de nosotros, me volví contra Molly. —¿Dónde
estabas? Llamé y tu teléfono está en la maldita
cocina. Qué cosa tan irresponsable, Molly!

Molly parpadeó en estado de shock. Nunca le había


hablado así antes. — Estuvimos allí cinco minutos,
Lex. A.J. hizo algo para su padre en la escuela y no
podía esperar para entregarlo— Su frente se arrugó y
su voz se volvió silenciosa. —No pensé que te
importaría.

Hablé sobre los gritos penetrantes de A.J.


— ¡Bueno, sí! Jesús, Molly. Me has dado un susto de
muerte—. Mi voz empezó a fallar. —¿Sabes lo que se
siente al volver a casa, sin una nota, incapaz de
llamarte después de anoche?— Mi voz se rompió. —Estaba
aterrorizada.

Ella entendió, y la cara de Molly se cayó. —Lo siento


mucho. No lo pensé.

— No, no lo hiciste—, dije, llevando a A.J. a su


habitación. Cuando me arrodillé frente a él, le agarré
los brazos, hablé en voz baja. —Cariño, no puedes
hacer eso. No puedes irte cuando quieras. Tienes que
preguntarle a mamá.

A.J. habló a través de las lágrimas. — Quiero a papá—.

Cerré los ojos, tragando a través del dolor que su


declaración causó. — No puedes tener a papá. Me
tienes a mí. Soy tu madre, y lo que digo se hace

Atrapado en mi agarre, su respiración entrecortada


mientras lloraba. — No te quiero a ti. Quiero a mi
papi.

Mierda

Me eché a llorar. — No lo necesitas. Me tienes a mí.

No vi venir el golpe, y me impactado cuando aterrizó.

Se me escapó un corto jadeo mientras mi mejilla


palpitaba.
A.J. rechinó los dientes, gruñendo de furia, levantó
sus pequeñas manos sobre su cabeza, y las hizo caer de
nuevo sobre mi cara, mientras gritaba: —No te quiero
¡Eres una estúpida!
Nunca había sentido el dolor que sentía entonces. Todo
lo que Twitch me había hecho alguna vez se había
desvanecido en el acto de ser golpeada por mi propio
hijo.

Yo quería morir.

Molly entró en la habitación justo cuando A.J. me


golpeó de nuevo. — ¡Eres estúpida!— Ella corrió hacia
adelante mientras él me golpeaba de nuevo, gritando:—
¡Eres estúpida!—

Cuando Molly llegó a A.J., él cayó sobre ella,


sollozando, mientras yo caía de espaldas sobre mi
trasero, llorando en silencio.

Saliendo de allí, llegué a mi habitación, cerrando la


puerta detrás de mí antes de taparme la boca con las
manos y soltar un grito bajo y agudo. Me deslicé por
la puerta y me senté allí un rato, preguntándome cómo
habíamos llegado hasta aquí, a nuestro punto más bajo.

Horas más tarde, me senté en la cama con la luz


encendida, leyendo las palabras de la página de la
novela pero sin asimilar realmente nada. Por el
rabillo del ojo, lo vi moverse.

Al quitarme las gafas de lectura, dejé la novela para


mirar al niño que se asomaba por detrás del marco de la
puerta.

Hablé en voz baja. — ¿Cariño? —

Eso fue todo lo que se necesitó.

Entró corriendo en la habitación, y en el momento en


que se arrojó hacia mí, abrazándome con demasiada
fuerza con sus brazos desgarbados, cerré los ojos y lo
abracé contra mí, acariciándole el pelo. Pasó mucho
tiempo antes de él que hablara, y cuando lo hizo, no
pude contenerme.

Su voz era suave, reconfortante. — No eres estúpida,


mamá. Eres una mami inteligente.

Oh, señor, y llore

— Lo siento, mamá —. Mi hijo retrocedió y usó la misma


mano que me golpeó para secar mis lágrimas, y me
consoló mientras luchaba contra su propia tristeza.
— Te amo.—
— Te amo más, hijo —, le dije a través de un susurro.

A.J. durmió conmigo esa noche, y mientras lo abrazaba,


respirando su dulce cabello con olor a manzana, supe
que tenía que hacer algo.

Sí. Algo andaba muy mal en nuestro normalmente


armonioso hogar.

Y su nombre era Twitch.


Capítulo 14

Twitch

Mantuve mis ojos en la casa de enfrente. No había


visto a mi hijo en días. Lexi no estaba manejando mi
presencia en ese momento, así que me mantuve
alejado. Desde mi regreso, ella cambió un poco, y
odiaba verla así. Ya no era la madre divertida y
cariñosa a la que había venido a ver desde lejos, sino
que ahora era un desastre de ansiedad, su cara tensa,
sus ojos desolados, y saber que yo era la causa me
estaba jodiendo.

Así que me retuve, continuando mi guardia, manteniendo


una distancia. No sabía cuánto tiempo más me iba a
poder manejar esto, pero me iba a aguantar todo lo que
pudiera. Me sudaban las manos. Odiaba sentirme fuera de
control, siempre lo he hecho, y todo lo que estaba
pasando ahora estaba fuera de mi control.

La angustia me recorrió con la idea de que me ocultaran


a mi hijo.

¿Cuánto tiempo duraría esto?

Durante una semana, revisé la ventana de Lexi por la


noche, y cuando la encontré cerrada, me fui con un
suspiro. Todo lo que quería hacer era hablar con ella,
estar cerca de ella, y me estaba matando el no forzarme
a entrar en su vida, como realmente quería. Podría
haberme colado si realmente me lo hubiera propuesto.
Podría haber roto el pestillo, dejando su habitación
abierta para siempre, pero necesitaba que ella me
deseara. Para mostrarme que me quería.

Ayer por la mañana, en el silencio de mi casa, oí a


Happy hablar con su mujer. Habló con ella durante un
largo rato, disculpándose profundamente, asumiendo la
responsabilidad de lo que había hecho, y después de lo
que parecieron horas, salió de mi habitación de
huéspedes con su bolso.

Le miré fijamente antes de volver a mirar por la


ventana abierta. — ¿Te vas a ir?—

— Sí — murmuró, de pie en la puerta abierta. — Hablé


con Nikki. Me quiere en casa.

— ¿Y Dave?— Sabía lo mucho que quería a ese tipo.


Happy suspiró, levantando la mano para frotar su calva
cabeza. — Puede que me pegue en la boca, pero no me
importa. Lo dejaré pasar. No hay nada que no merezca
de todos modos.—

Antes de meternos en este lío, sabíamos que habría


consecuencias. Sin embargo, el precio era pequeño para
lo que se había ganado. Lo haría todo de nuevo. Me
preguntaba si Happy haría lo mismo.

Happy se acercó y yo me giré, extendiendo mi brazo


hacia él. Me agarró el antebrazo antes de acercarnos ,
dándonos unas palmadas en la espalda. No dijo una
palabra. Todo lo que logré fue: — Te lo debo—

No necesitaba decirlo. Era un hecho. Pero Happy me


había aguantado durante los últimos cinco años,
manteniéndome al día, enviándome fotos de mi hijo, mi
mujer, siendo mis ojos y oídos cuando estaba a un mundo
de distancia. Se ocupó de mi temperamento, mi rabia, mi
depresión, y lo hizo sin quejarse.

Si.

Se lo debía.

Cuando se fue, seguí mirando por la ventana, pensando


en mi hijo y en lo mucho que lo quería conmigo.

***
Lexi

La semana transcurrió de manera lenta y tortuosa. Tuve


ese momento para pensar en mi reacción hacia Twitch
queriendo pasar tiempo con nuestro hijo. Mi mente
deambulaba por lugares que no debía. Todavía estaba tan
comprensiblemente herida, pero al sentarme y mirar esta
situación en su totalidad, me di cuenta de que al
mantener a Twitch alejado de A.J., no sólo estaba
lastimando a Twitch. Estaba lastimando a mi hijo.

Por eso me estaba tragando mi orgullo y caminando por


la calle.

Antes de llegar a la casa, la puerta principal se abrió


y Twitch salió, sus ojos marrones vigilantes,
probablemente esperando otro ataque, y tenía razón en
esperarlo. Me mordí el interior de la mejilla para
evitar que me abalanzara verbalmente sobre él.
Vestido con jeans azul marino, una ajustada camiseta
negra de manga larga y originales de Adidas blancos
raspados, se pasó una mano por su pelo demasiado largo.
Con la barba en la mandíbula, parecía un sueño húmedo.
No. Esa fue una declaración demasiado insulsa. Parecía
un sueño húmedo sobrecargado. Un sueño húmedo con
Ritalin.

Jesús.

Sus hombros se elevaron un poco mientras se movía para


meter las manos en sus bolsillos de vaquero y cuando
habló, su áspera voz me bañó. — Hola, ángel.

Dos palabras. Eso fue todo lo que se necesitó para que


mis pezones se endurecieran.

Dios. Yo era patética.

Desviando su intensa mirada, dije en voz baja: —¿Puedo


entrar? Necesito hablar contigo.

Sin dudarlo, dijo: — Siempre eres bienvenida —

Mi corazón me dolía de una manera que me hacía querer


llorar. Yo no lo haría. Pero quería hacerlo.

Lo seguí adentro y me sorprendió lo hogareño que se


sentía. La puerta principal se abría a una zona muy
amplia, y desde mi sitio pude ver la cocina y el
comedor limpios, así como un pequeño sofá y un
televisor de pantalla grande. Mi entrometido culo se
asomó por el pasillo hacia los dormitorios, pero
rápidamente inhalé, y luego me di la vuelta.

Twitch, alguien que nunca se pierde nada, dijo: —


¿Quieres el recorrido?— Fui a sacudir la cabeza, pero
él añadió: — No es mucho. Quiero decir, no es la
mansión de Darling Point, pero….— Su labio se movió.
— es un lugar para descansar mi cabeza. Además…— Se
rasco distraídamente el rasguño en su garganta.
— Estoy tratando de pasar desapercibido.—

La mansión de Darling Point. Oh, los recuerdos. Pasé


la mayor parte de mis noches allí. Era el lugar donde
me quedé embarazada. En el mismo lugar en el que casi
muero después de una noche drogada. Esa mansión era mi
casa tanto como la suya. Extraño esos tiempos a veces.
Ocasionalmente conducía hasta allí sólo para perderme
un rato en mi cabeza.
Manteniendo la distancia, asentí lentamente, y luego
suspiré ligeramente. — Claro—

Mentiría si dijera que no tenia curiosidad.

Mientras me acompañaba a través de la casa, me quedé


dos pasos atrás, necesitando ese espacio entre
nosotros. Abrió la puerta del baño, encendiendo la
luz. — Baño — Luego la puerta de al lado.
— Lavandería — Al final del pasillo, abrió una
habitación con una cama doble. — Habitación de
huéspedes — La habitación de al lado estaba abierta.
Tenía una cama individual con sábanas Paw Patrol, una
estantería con libros para niños y una caja de
juguetes. Antes de que lo dijera, yo sabía lo que era
esto. — La habitación de A.J.—

Mi preocupación llegó a un punto de fiebre y me girar,


así él y preguntándole: —¿Qué haces, Twitch? ¿Por qué
estás aquí?— Y finalmente, — ¿Qué quieres de
nosotros?—

Pero el bello y melancólico hombre echó el pulgar hacia


atrás, y cuando habló, lo hizo en voz baja, lleno de
insinuaciones. — ¿Quieres ver mi habitación?—

Tragando fuerte, agitaba la cabeza y odiaba la forma en


que tiraba de la cadena. — Quiero que respondas a mis
preguntas.—

Respiró hondo antes de soltarlo por la nariz. — No hay


grandes exigencias, nena. Tú lo sabes.

Se me ha reventado el estómago. — Deja de llamarme


nena—

Apoyado en el marco de la puerta, esos labios llenos se


fruncieron y sus ojos se arrugaron en las esquinas. Se
tomó su tiempo vagando por mi cuerpo, y cuando dijo una
sola palabra, supe que había cometido un gran error al
venir aquí. — Nunca —

Di lo que viniste a decir y vete, Alexa.

— A.J. es infeliz — le dije y me fascinó la forma en


que se enderezó y me prestó toda su atención. — Así
que necesito saber cuáles son tus planes.—

La preocupación de Twitch se mantuvo en primer plano,


pero se mojó los labios y murmuró: — Mi plan es ser un
padre para mi hijo—. Y añadió con cuidado: — Si su
madre me deja—.
— No es un juguete, Twitch — Sus ojos se
entrecerraron, pero yo continué. — No es algo con lo
que puedas jugar y dejar de jugar cuando te canses de
él. Es un niño pequeño, un niño impresionante que, por
cualquier razón, te ama —. En esa declaración, el
cuerpo de Twitch se relajó un poco. — Entonces, ¿qué
está pasando? ¿Te quedas o te vas? — Me costó todo lo
que tenía para ser lo suficientemente valiente como
para decir lo que hice. — Porque aunque me hace
infeliz verte, me las arreglaré si eso es lo que se
necesita. — Mi voz se calló. —Pero no puedes irte. No
como tú me dejaste a mí Porque no creo que A.J.
sobreviviría.

Sin vacilación. — No me voy a ir.—

Una ligera burla me dejó. — Perdóname por no tener


confianza en ti.— Mi boca se cerró en una línea
sombría. — Hubo un tiempo en que me dijiste que harías
cualquier cosa por mí, y mira cómo resultó.

Sus ojos se clavaron en mí, rayos láser, incómodos.


— ¿Cómo sabes que no lo hice?— Antes de tener la
oportunidad de pensar en eso, él dijo: — No voy a
ninguna parte. He vuelto para siempre y - Dudó.
— Quiero ser un buen padre.— Esquivó mi dura mirada,
pareciendo un poco incómodo cuando agregó: — Así que
tal vez puedas ayudarme—

Parecía sincero. ¿Por qué me molestaba eso ?

El latido de mi corazón aumentaba en ritmo. Esto era


todo. No hay vuelta atrás ahora. — Puedes empezar por
recogerlo de la escuela hoy.

La cabeza de Twitch se levantó, sus ojos cuestionándose


como si pensara que esto era una broma.

Era una maldita broma. Yo era un chiste. Como si


estuviera permitiendo esto.

No fue una decisión tomada a la


ligera. Desafortunadamente, yo conocía a este hombre,
así que le cedía una pulgada antes de que se alejara
una milla de mí, dejando un camino de destrucción
alrededor de todos los que amaba.

Cuando logré encontrar el coraje para mirarle a los


ojos, sus cejas se inclinaron, pero dijo: — Sí, claro
— Cuando siguió adelante, lo hizo con cautela. — ¿Lo
traigo aquí, o...?—
— No, tráelo a casa — conmigo.

— Si quieres pasar tiempo con tu hijo, puedes hacerlo


allí.— Bajo mi atenta mirada.

Las palabras tácitas colgaban en el aire.

No confío en ti.

Pero Twitch levantó el labio en la esquina. —Está


bien. Sale a las tres, ¿verdad?
— Sí. ¿Recuerdas dónde está?— Me hizo un gesto singular
con la cabeza. — Sí, lo hago.— Después de un
momento, dijo: —¿Cuándo vamos a hablar?
¿Hablar de verdad?— Fui una cobarde, así que revisé mi
reloj. — En otro momento. Tengo que irme.

— ¿Sí?— Sus labios se apretaron. — ¿Yoga?

¿Qué es lo que acaba de decir?

Mis cejas se levantaron lentamente. Mi boca se abrió


de par en par. — ¿Me has estado siguiendo?— Soltó una
risa ahogada y agitó la cabeza como si yo fuera
graciosísima. — Nena —, fue todo lo que dijo, como si
me contestara: —¿Me conoces? — Suspiré interiormente.

Por supuesto que me había estado siguiendo.

Estábamos hablando de Twitch. Probablemente se sabía


de memoria mi horario semanal. Mierda. Probablemente
sabía a qué hora me duchaba cada noche.

Con un largo suspiro, agité la cabeza y dije: —Sí, hoy


ni siquiera voy a ir—, y fui recompensada con la más
bella sonrisa torcida conocida por el hombre. Y esa
sonrisa me impactó de tal manera que supe que tenía que
salir de allí y hacerlo rápidamente.

Twitch me vio salir, y mientras me alejaba, me


llamó. Cuando me torcí para enfrentarlo, su mandíbula
estaba apretada cuando dijo: — El tipo de yoga, tu
profesor o lo que sea que es—.

Mi frente se arrugo — ¿Qué pasa con él?—


— Dile que se guarde las patas para sí mismo… — Se
mantuvo erguido, sus ojos oscureciendo una muesca. — o
lo romperé en pedazos.—

Mis entrañas ardían más que el sol.

Ugh.
La puerta se cerró antes de que pudiera reaccionar,
debería haber sentido lo que sentía en ese momento.

Jesucristo.

No.

Definitivamente no.

Cuando entré por la puerta principal, lo oí. — ¿Puedes,


no sé, irte a la mierda?— Mi frente frunció mientras
caminaba más despacio. Fue entonces cuando oí la dulce
voz de Molly. — No, gracias.—

Twitch suspiró en voz alta, y cuando llegué a la


entrada del vestíbulo, me miró completamente nervioso,
sus cejas arrugadas por la molestia. — Ángel, dile que
puede dejarme a solas con mi hijo.—

Miré entre Molly y Twitch, y luego miré a A.J., que se


sentaba despreocupado en el sofá, comiendo su bocadillo
después de la escuela. Agité la cabeza lentamente.
— Molly va donde va A.J.—.

Él parpadeó, irritado más allá de lo creíble, y cuando


Molly le disparó una amplia sonrisa de victoria, se
acercó a mí. — Jesús, Lex. No voy a robártelo —

— ¿No lo harías ? — Cuando me miró con absoluta


indignación, casi me sentí avergonzada de mí misma.

Casi.

Observé cómo se le agitaba la garganta mientras tragaba


a través de la ira. Cuando hablaba, era poco más que
un susurro. — Nunca te lo quitaría —. Sus labios se
adelgazaron y su frente bajó peligrosamente al
pensarlo. — Nunca jamás —

Es bueno saberlo, no es que sea tan tonta como para


confiar en ti.

Antes de discutir, me quité el bolso del hombro y lo


tiré al suelo. — ¿Te quedas a cenar?—

— No lo sé.— Todavía parecía herido por mi acusación


— ¿Qué hay en el menú?—

— Berenjena a la parmesana—

Hizo una cara de éxtasis puro. — Joder, sí, me quedo—


Agité la cabeza, frenando mi sonrisa ante su extraña
reacción familiar. Le encantaba la comida italiana, y
cuando cocinaba para él, le encantaba mi comida
italiana. Mientras me seguía a la cocina, le dije en
voz baja: — Tienes que dejar de maldecir a su
alrededor —

Twitch se burló. — Ya lo ha oído todo antes. Sabe que


no debe decir esa mierda — Hice un sonido bajo en mi
garganta, y él llamó: — A.J., dile a mamá lo que papá
te dijo sobre maldecir.

Desde la otra habitación, A.J. habló lo suficientemente


fuerte para que ambos lo oigamos. — Puedo escucharlo
pero no puedo decirlo.— Luego añadió: —No hasta que
sea mayor.

Mis cejas se inclinaron hacia abajo, y yo grité de


vuelta, — No hasta nunca —, y Twitch sonrió tan fuerte
que lo sentí en mi vientre.

A la hora de la cena, nos sentamos a la mesa, y


mientras Twitch ya estaba en su segunda porción de mi
berenjena a la parmesana, A.J. miró fijamente a su
plato. — No me gusta —.

— O comes o te vas a la cama. Es tu elección, cariño,—


le dije. Nunca teníamos problemas hasta que una comida
era todo vegetales. Yo lo entendía: él tenía cinco
años; también era un niño y mi hijo era carnívoro.

Se cruzó de brazos. — No tienes que comer cosas que no


te gustan. ¿Por qué me haces comer cosas que no me
gustan?—

Una mirada de pura simpatía bañó mis rasgos. Me


incliné hacia abajo, poniendo una mano suave sobre su
hombro, apretando. — Porque soy tu madre y tu
crecimiento es muy importante para mí.—

Twitch se rió y cuando A.J. le miró con ojos


suplicantes, Twitch levantó las manos. — No me mires a
mí, amigo. Mami hace las reglas por aquí.—

Admito que fue bueno tener refuerzos y, no es de


extrañar, después de que Twitch dijo eso, A.J. empezó a
picar su comida.

Poco después, llegó la hora del baño de A.J., y Twitch


se despidió de la pequeña versión de él, y después de
que se fue, tuve que pensar muy bien por qué la casa se
sentía tan vacía sin él.
Capítulo 15

Lexi

Hola. — Twitch vino corriendo desde el otro lado de la


calle. — ¿Lo voy a recoger hoy? — La otra noche me
pareció demasiado familiar, demasiado natural, y pasé
la mitad del tiempo pensando por qué estaba tan molesta
por eso. La verdad es que era todo con lo que soñaba.
Un hogar con mi hijo y su padre, un ambiente doméstico.
Fue algo que hizo que me doliera el alma.

No era una buena idea que me cayera de cabeza en una


fantasía. No hacía nada bien vivir en el pasado.
Necesitaba pensar en el ahora. Y esto se estaba
moviendo bastante rápido. Necesitaba ir más despacio.

No. Necesitaba que se detuviera por completo.

Agitando la cabeza, me acerqué un paso más a él y le


dije: — Pasitos de bebé—

Su rostro cambió, y aunque no parecía enfadado, estaba


ciertamente irritado y me miró durante mucho tiempo a
través de cejas dibujadas, antes de murmurar: — Es
jueves —

Sí. También fui a la kínder. Yo también conocía los


días de la semana. — Lo sé.—

— Si te parece bien, me gustaría ir a su clase de


natación.—

Dudé. Una cosa era tener a Twitch en mi casa, donde yo


podía controlar el ambiente. No me gustaba la idea de
salir con él como una familia. — Mira, no lo sé.— Pero
Twitch me miró fijamente, y me di cuenta rápidamente
con un ligero giro de mis ojos. — Ya has decidido que
vas a venir, ¿no?—

Me miró fijamente, con los ojos llenos de diversión. —


Mi petición fue más bien una cortesía. — Un suspiro
ligero me dejó.

Por supuesto que la fue.

Mientras cargaba mis cosas en el coche, dije: — Supongo


que nos vemos más tarde.— Pero no se marchó. En
cambio, dio un paso más cerca que otro, y cuando estaba
en mi espacio personal, miró hacia abajo mi vestido. —
El otro día, el vestido que llevabas, el que tenía toda
esa mierda con volantes.— Se detuvo, mirándome de
cerca. — Me gustó. Te quedaba bien—

No lo usé para ti.

Siempre le gustó cuando me vestí bien.

En cuanto a los cumplidos, ese era el estante de arriba


de Twitch. Evité su mirada y le contesté clínicamente:
— Gracias—

— ¿Vamos a hablar esta noche? — Su costado rozó el mío,


y todo mi cuerpo se quemó. Cuando no hice ningún
movimiento para responder, chasqueó la lengua.
— Tenemos que hablar, Alexa.—

Uh oh

Él solo me llamaba Alexa antes de que recibiera un


azote.

Oh, mierda.

Me encantaba que me azotaran.

Nuh uh.

No. Amé cuando Twitch me azotaba.

Puf Mierda.

Los repentinos destellos de imágenes del pasado


inundaron mi mente, y mientras luchaba por respirar,
mis dedos se aflojaron y se me cayeron las llaves.
Cuando Twitch se agachó para recogerlos, esas imágenes
se intensificaron. Con los ojos abiertos, le miré
fijamente, sin pestañear, mientras me miraba a
sabiendas. Con otras cosas en su mente, me miró a la
entrepierna, y mi corazón se apretó bajo su atenta
mirada. Pasó su lengua sobre su labio inferior, mis
rodillas se debilitaron, y tuve que cerrarlas para
mantenerme en pie, mortificada de que evidentemente
estaba pensando lo mismo que yo.

Cuando habló en voz baja, el aire me dejó en silencio.

— Siento como si hubiéramos estado aquí antes.—

Le quité las llaves de la mano, y los únicos sonidos


que se escuchaban en la calle eran los de los tacones
corriendo hacia el lado del conductor de mi coche.
¡Maldita sea! ¡Maldita sea!

La tensión sexual estaba aumentando. Se estaba


asegurando de eso. Y yo estaba cayendo en su telaraña
pegajosa.

— ¡Sí! ¡Vamos, A.J.!— Twitch se puso de pie y gritó


antes de volver a sentarse, mirándome con los ojos muy
abiertos.

— Es bueno.— Y estaba tan emocionada, tan orgullosa,


que no pude evitar sonreír. — Ha estado nadando desde
que tenía dos años.

— Él no sólo es bueno, Lex.— Twitch agitó la


cabeza. — Es un puto niño prodigio. Quiero decir…—
Hizo un gesto con el brazo. — Ninguno de los otros
chicos es tan rápido.— Llamó la atención de una madre
que lo miraba con furia. — Sin ofender, señora.—

Oh, Dios mío. Incliné la cabeza hacia él y le susurré:


— ¿Quieres parar? — Claro, no se equivocó. A.J. era un
gran nadador. Era como si estuviera viendo a mi hijo
con ojos nuevos. — Pero tienes razón.—‘ Cuando sentí
sus ojos sobre mí, mantuve los míos en el
entrenamiento de nuestro hijo. — Es increíble.—

Estuvimos callados un rato antes de que hablara. — Tú


hiciste eso.— Lo miré. — Eso es todo tuyo, nena.— Su
mirada me tenía cautiva. No podía dejar de mirarlo.
— Eres una gran madre —. Cuando se volvió para mirar a
nuestro hijo, dijo: — Sabía que lo serías—.

Pero, ¿lo estaba haciendo ?

Pensé que lo estaba haciendo bien. Pero,


recientemente, no se sintió así.

En las últimas semanas, con cada día que pasaba, sentía


que le estaba fallando. Como madre, como protectora,
como modelo a seguir, todo lo que le enseñé, lo había
hecho al revés que con su padre. No me extraña que su
comportamiento fuera tan raro últimamente.
Probablemente me miró y se preguntó por qué necesitaba
seguir las reglas cuando su madre no podía.

Juré esforzarme más por el bien de mi hijo. No le


faltaría el respeto a su padre delante de él. No
dejaría que mi ira dominara mis emociones. Y, por el
bien de nuestra felicidad, hablaría con Twitch y
trataría de averiguar cómo hacer que esto funcione para
todos nosotros.
Nuestra familia era pequeña. Nuestra familia estaba
fragmentada. Pero eso no significaba que no pudiéramos
llevarnos bien.

La felicidad de A.J. significaba para mí más que mi


propia satisfacción, así que, por un bien mayor,
sonreía a través de mi incomodidad.

Cuando llegamos a casa, Twitch se detuvo junto al


césped, y cuando dejé entrar a A.J. en la casa, mantuve
la puerta abierta en invitación silenciosa,
observándolo de cerca.

En el momento en que sus pies se movieron, me di la


vuelta, caminando por el largo pasillo y entrando en la
cocina antes de arrodillarme frente al pequeño monstruo
soñoliento. — Prepárate para ir a la cama—

Pero A.J., por muy somnoliento que estuviera, miró a su


padre. — ¿Puedo quedarme despierto? —

— No — respondí por los dos. — Tienes que ponerte el


pijama, cariño.—

Con una mirada de pura irritación, A.J. puso sus manos


en mis brazos y empujó ligeramente. — No es justo.

Y en ese momento, Twitch emitió una risa sin sentido


del humor. — Oye ahí chico— Cuando A.J. lo miró, Twitch
lo miró fijamente. — Sé que no le pusiste las manos
encima a tu madre.— Sin preguntar, me ayudó a pararme
y tomó mi lugar, arrodillándose frente a nuestro
precioso niño. — No pegamos a las mujeres. No con ira.
Nunca jamás. ¿Me entiendes?—

La vergüenza de A.J. se llevaba en la manga, y aunque


Twitch le hizo fue duro un momento, puso una mano suave
en el desordenado cabello de su hijo. — Estás cansado,
¿verdad, amigo?— A.J. asintió con la cabeza, incapaz
de mirar a los ojos de su padre. — Dile buenas noches
a tu madre. Entraré y te leeré un cuento —

Wow. Le estaba yendo bastante bien con todo eso de


— ser padre—.

Era confuso. Una parte de mí lo animaba, otra parte


esperaba que fracasara, y una pequeña parte de mi
orgullo herido deseaba que encontrara el trabajo
demasiado duro y desapareciera de nuevo. Esa misma
pequeña astilla me causó cantidades inconmensurables de
aprensión.
Sin decir una palabra, A.J. Arrastrando los pies me
envolvió con sus brazos en una disculpa silenciosa. Lo
abracé tan fuerte como pude sin cortarle el suministro
de aire, porque sabía lo que se sentía al ser
reprendido por Twitch, y no se sentía bien.

Después de darle a Molly la noche libre, vi a Twitch


caminar con su copia de carbón pequeño por el pasillo
hasta su habitación, y luego empecé a lavar los platos.
Poco después, oí suaves pisadas, y luego me preguntó:
— ¿Eso pasa a menudo?—

Sabía lo que estaba preguntando. — No. Sólo desde que


llegaste —.

— No me digas —, dijo, viniendo a pararse a mi lado


mientras yo seguía lavando los platos. — Hablaré con
él—.

Mi frente se arrugó, pero una pequeña sonrisa apareció


en mis labios. — Creo que debería darle la charla de
"no golpeamos a las mujeres —

En pocas palabras, hacia una acusación audaz. Era un


hipócrita. ¿Cómo podría alguien como él, a quien
claramente le gustaba poner sus manos sobre las mujeres
y dominarlas, hablar con su hijo de no hacer lo que
tanto disfrutaba?

Un momento de silencio pasó entre nosotros.

— ¿Qué crees que debería de decirle, nena?— Su voz era


suave como la seda, y cuando vino a pararse detrás de
mí, mis pulmones dejaron de funcionar. Sus manos
fuertes se posaron sobre mi cintura, y parpadeé
abrumada, borracha por su cercanía. Cuando presionó su
frente contra mi espalda, mi estómago se apretó y un
aliento tembloroso me dejó. — Que no golpeo a las
mujeres…— Sus labios tocaron la cáscara de mi oreja y
mis pezones llegaron a su punto máximo. —No a menos que
me rueguen de verdad, muy amablemente? —

Oh mierda

¿Adónde se había ido todo el aire?

En el momento en que sentí su gruesa erección, mi boca


se abrió en un silencioso gemido. Se retiró un momento
para ajustarse, y entonces la impresión de su polla
descansaba entre las mejillas de mi culo cubiertas de
pantalones de yoga. Empujó ligeramente una vez, dos
veces... hasta que mis ojos se abrieron de golpe.
Oh, Dios, me dolió físicamente decirlo, pero había que
decirlo. — Para.—

Pero Twitch no estaba sintiendo mi — para —. De hecho,


sintió que era una protesta tan débil que simplemente
bajó su cara al lado de mi cuello, mordiendo suavemente
la delicada piel allí, y cuando sus dientes me
mordieron, mi cuerpo entero se sacudió.

— Para.— Esta vez más alto, pero el tono de aliento en


el que hablé decía otra cosa.

— No.— Twitch abrió la boca y se unió a mí, chupando el


área sensible donde se encontraron mi cuello y mi
hombro. Una mano se deslizó hacia arriba, sobre mis
costillas, para descansar justo debajo de mi dolorido
pecho. Y yo morí.

Jesús, chica. No estarás pensando seriamente en seguir


adelante con esto, ¿verdad? ¿No has aprendido nada
sobre el control de los impulsos? Sé que este tipo te
vuelve loca con todo su vudú sexual, pero mierda, te
tiene siendo la perra imprudente que dejaste atrás.

El pensamiento fue suficiente para forzar una reacción


instintiva, y sin decir ni una palabra, me eché atrás y
lo empujé con mi trasero lo suficientemente fuerte
como para cogerle desprevenido. Cuando se tropezó un
paso hacia atrás, me di la vuelta, levantando una
mano. Mi cara estaba sonrojada, y casi jadeaba: —
Para —, y esta vez, lo decía en serio.

Twitch me frunció el ceño, mirando ligeramente


exasperado, pero cerró los ojos, respirando
profundamente. Cuando se agachó y envolvió sus dedos
alrededor de su polla cubierta de vaqueros, apretando
fuertemente, pensé que caería de rodillas y le rogaría
que me la diera de comer.

Por suerte, me quedé sin aliento y momentáneamente sin


habla.

Mis ojos fijos en esos dedos hábiles que masajean su


duro cuerpo. Las siguientes palabras que pronunció
fueron una advertencia. — Si sigues mirándome como si
fuera un bocadillo, te pondré de rodillas.— Mientras
levantaba la cabeza, su mirada encapuchada me
sujetó. — Y cuando te diga que me chupes la polla,
harás lo que te digo, ángel.—

Él te dejó.
Dejó a su hijo.

Es egoísta, un sociópata que no sabe amar. Él está


dañado y te dejó a ti destrozada. No lo olvides nunca.

Mi mirada firme, le miré a los ojos y le dije: — Yo no


te pertenezco—. Agité la cabeza. — Ya no.—

Ni siquiera se estremeció. — Sí, lo sabes.— Su


arrogancia era enloquecedora. — El hecho de que
sintieras la necesidad de vocalizar esa palabras me
dice cuánta propiedad tengo sobre ti. Sé que me deseas,
pero estás enfadada conmigo, con razón, así que no te
permites tener lo que realmente quieres. Y puedes
pelear conmigo, nena. Sabes que me gusta eso. Pero
cuando todo se vuelve demasiado y me necesites tanto
como yo a ti, sólo tienes que hacer una cosa —. Dio un
paso atrás, se alejó de mí, y sentí la pérdida
inmediatamente. — Deja una luz encendida.—

Mi frente se arrugó.

¿Dejar una luz encendida?

Twitch dio otro paso atrás, y me tomó cada gramo de


fuerza para no seguirlo. — Reavivamos lo que perdimos
y todo irá bien, entonces vamos a hablar — Esos ojos
marrones y blandos cayeron sobre mi cuello y, lo juro,
brillaron brevemente. — acerca de esos bonitos
sostenes tuyos y para quién los llevas.— Y lo miré, con
la boca abierta, mientras Twitch caminaba por el
pasillo y salía de mi casa.

***

Ling

El encuentro iba tan bien como podía, ya que tenía


innumerables enemigos en esta misma sala. En cualquier
momento, cualquiera de esos cabrones podría tomar su
arma, levantarla y matarme. ¿Eso me molestaba?
No. No lo hacia.
De hecho, sintiéndome como me sentía ahora, mirando al
otro lado de la habitación a la bella turca, todo lo
que deseaba era que alguien lo hiciera y liberara a
esta miserable perra.
Aslan Sadik era una enfermedad, y yo lo había atrapado
malo. Tenía todos los síntomas. Falta de sueño, poco o
ningún apetito, irritabilidad y una sensación de
pesadez que pesa sobre mi pecho.
Mi labio se rizó mientras lo veía reír, sonriendo
durante su conversación con Titus Okoye, el traficante
de armas liberiano que acababa de visitar.

Lo odiaba, carajo.

Así que cuando Elías Muñoz, el demasiado joven para


parecerse a él, el jefe argentino-estadounidense de Los
Gatos Negros vino a sentarse a mi lado, le parpadeé.
— ¿Estás perdido?—

Elias se rió de mi actitud. Lo que sea, cabrón.


— Pareciera que necesitas compañía.—

Me burlé exageradamente. — Elias, nunca me falta


compañía cuando la quiero.— Mis ojos ardían en su
entrepierna, e hice un espectáculo de lamer mis labios
de color rojo cereza antes de inclinarme. — ¿Hay un
baño por aquí al que podamos irnos?—

Elias era neutral. Follar con él no me haría daño,


porque no tenemos nada que ver el uno con el otro.
Nuestras fronteras no se tocaban, y nuestros hombres
rara vez entraron en contacto, pero cuando lo hicieron,
no surgieron problemas. Y aunque parecía tentado,
extendió su pulgar por mi mandíbula y dijo: — He oído
hablar de ti, Ling, de lo que te gusta —. Agitó la
cabeza, moviéndose para alejarse. — No estoy en eso.—

Antes de que él lograra escapar, tomé esa gran mano y


la sostuve en la mía, jugando con sus largos dedos. —
Tengo muchos gustos, Elias. Soy una especie de
camaleón. Puedo ser lo que tú quieras que sea—. Sonreí
juguetonamente. — Sólo necesito que me pegues en la
boca para que pueda venir, eso es todo.—

Elias parpadeó un momento antes de que su labio se


moviera. Entonces, cuando inclinó la cabeza hacia
atrás y se rió tan fuerte, supe que había logrado mi
objetivo. Desde mi visión periférica, vi al turco que
me miraba, y me costó todo dentro de mí para no
mirarlo, para burlarme abiertamente de él.

Vete a la mierda, Az. ¿Crees que eres especial? No te


necesito a ti.

No oí a Luka Pavlovic acercarse, pero cuando me dominó,


parecía furioso. — Sé lo que hiciste, zorra.—

Mis ojos se entrecerraron sobre él. — ¿Disculpa?—


Su labio se rizó. — Todos sabemos lo que hiciste, puta
Dragón. A Julius. A su esposa—. Cuando se inclinó
hacia mi cara, mi primera reacción fue sacarle los
ojos. Pero mantuve la imagen de calma. — Si esto no
fuera terreno neutral, acabaría contigo aquí mismo,
donde te sientas.— Hizo una demostración de que me
miraba de arriba a abajo. — No tienes un amigo en el
mundo, Ling, no especialmente en esta habitación, así
que ¿por qué no tomas tu flaco culito y lo tiras por un
precipicio?—.
Luka era un hombre muy respetado. El llamado Rey por
aquí. El croata me sostuvo firme con sus ojos, y un
silencio tangible llenó la habitación. El
presentimiento que sentí me agobiaba en ese asiento, y
cuando miré a mi alrededor a los hombres que me
rodeaban, no encontré a ninguno de ellos dispuesto a
dar un paso adelante y estar conmigo. Ni siquiera la
bella Turk.

Cachorro, esa fue mi señal para irme.

Aunque mi corazón estaba acelerado, me volví hacia


Elías. — ¿Quieres venir a casa conmigo? Te prometo que
seré gentil—.

Pero, como sabía que lo haría, Elías agitó la cabeza


lentamente. — No, gracias—.

Fruncí mis labios con insatisfacción. — ¿Y tú, Luka? —


Di un paso adelante y toqué suavemente su corbata. —
Dejaré que me castigues. Incluso intentaré no venirme—
La expresión de Luka se volvió iracunda. Su voz baja,
habló a través de apretados dientes. — Nunca antes
había golpeado a una mujer, pero por ti, esta noche,
podría hacer una maldita excepción. Me repugnas,
anormal—.

Ante su furia desenfrenada, mis ojos brillaron. — Ooh,


Luka. No bromees, bebe. Ya estoy empapada.— Tomé su
mano y la llevé hacia el dobladillo de mi vestido.—
¿Quieres sentir?—

Cuando él arrebató la mano, yo me reí musicalmente, y


luego miré a mi alrededor a todas las caras estoicas
que me rodeaban. — Ni siquiera lo intentes. Cada uno
de ustedes ha eliminado un problema antes, y Julius, mi
viejo amigo, era mío. Así que ven a mí si lo
necesitas, pero no hagas esto más sagrado que la
mierda. Hice lo que tenía que hacer, para llegar a
donde estoy hoy, y tengo que decir:— Mis ojos se
entrecerraron. — la vista no es lo que se prometió en
el folleto.—
Mirando a todos y cada uno de ellos, me levanté de mi
asiento y mantuve contacto visual al salir de la
habitación, mi mirada se posó en Aslan, y cuando él
miró hacia otro lado, yo sonreí con una sonrisa de
satisfacción. Pero cuando me perdí de vista, saqué mi
celular y llamé, poniéndome el teléfono en la oreja
mientras caminaba.
Las tensiones iban en aumento, y yo necesitaba ordenar
mis cosas. Sonrió entonces, extendiendo su mano
izquierda. — Me case con él, por supuesto.
Capítulo 16

Lexi

Yo estaba triste. Decirle adiós a Manda fue más difícil


de lo que pensaba, teniendo en cuenta que acabábamos de
conocernos. Pasamos mucho tiempo abrazándonos y ella
prometió volver pronto, tal vez con su padre. Prometí
mantenerme en contacto y enviarle actualizaciones sobre
su sobrino. Ella me prometió enviarme un video de su
esposo hablando en su sexy boga.

Éramos dos mujeres reunidas por casualidad, separadas


por distancia, y odiaba que ahora estuviera lejos del
océano. Realmente sentí que ella era mi mayor aliada en
este momento.

Cada vez que hablaba con Nikki, ella preguntaba


constantemente sobre cómo iban las cosas con Twitch,
cuando las cosas no iban en absoluto. Cada vez que
conseguía atrapar a Dave, él me preguntaba sin rodeos
cuándo se iba a ir de nuevo Twitch, y casi me rompe
porque él solo me estaba preguntando en los que
actualmente estaba pensando. Cuando hablé con Julius,
se negó a hablar de Twitch, y Ana no era una gran
conversadora. Todavía tenía que hablar con Happy, Y
cuanto más tiempo pasara. Cuanto más se sentía como un
puente cada vez más amplio entre nosotros.

Parecía que no era justo tener a Twitch en contacto


constante, mientras que yo no podía escatimar una
palabra para una persona que describiría como mi roca
cuando la mierda se derrumbara.

Decidí que era hora de que las viejas tradiciones


recomenzaran.
Esta noche, cenaríamos juntos, en familia. Solo esta
noche, pondremos una configuración adicional e
intentaremos evitar que alguien resulte gravemente
herido.
Sí. Ese fue definitivamente el objetivo. Que nadie se
vaya sangrando.
Revisé el horno, y el olor que emanaba de él era
divino. Con una sonrisa, me puse a trabajar haciendo
los ñoquis desde cero. No es difícil una vez que sabes
lo que estás haciendo, y aprendí a hacerlo hace años,
ya no necesitaba una receta, simplemente me estaba
sintiendo sola. Todavía estaba trabajando cuando el
timbre de la puerta sonó, y cuando abrí la puerta, el
hombre alto y rubio que estaba allí me sonrió casi con
tristeza.
Poniendo mis manos en mis caderas, dije: — David
Allen, ven aquí ahora mismo —.

Dave no necesitaba que se lo dijeran dos veces.


Envolvió sus brazos alrededor de mí y cerré mis ojos,
sin darme cuenta hasta este momento de cuánto extrañaba
a mi amigo. Cuando se retiró, se veía sombrío. — Lo
siento, por no estar en contacto —.

Rodé mis ojos. — No empieces. Sé que esto no ha sido


fácil para ti —.

Dave frunció el ceño. — No hagas eso, Lex. No hagas


excusas por mí. Sí, tuve un shock, pero tú shock fue
mucho más grande que el mío y perdí el enfoque de las
cosas. Lo siento. —

No le dije que en realidad era más fácil sin todos a mi


alrededor, metiéndose en mis asuntos. En cambio,
sonreí, y dije, — disculpas aceptadas.— Me di la vuelta
y volví a la cocina y él me siguió. — Entonces, dime
lo que está pasando. ¿Cómo van las cosas con Happy?—

— No es bueno. Pero estamos, ah …— Dave hizo un sonido


en su garganta. — Hablando.

Hablé con fluidez de Dave. Ellos no estaban hablando


ellos eran difíciles.

Mi sonrisa era difícil de ocultar. — Bueno, eso es


bueno. ¿No es así?—

Dave sacó una silla cuando regresaba a trabajar en los


ñoquis. — Supongo. Estoy teniendo dificultades con
esto, Lex —. Suspiró largo y bajo. — Ya tengo problemas
de confianza. Esto me acaba de sacudir .

Sé lo que quiso decir. — Sí. Lo entiendo.—

En mi respuesta sombría, Dave se centró en mí.


— ¿Cómo estás?

— Lo estoy haciendo tan bien como puedo bajo las


circunstancias —. Le lancé una mirada de ojos muy
abiertos. — No creo que cumpla con los requisitos de
altura para esta montaña rusa emocional.

— Bueno, todo lo que puedo decir es que espero que


hayas aprendido algo de todo esto, porque …—
La puerta principal se abrió y entró Molly, seguida de
A.J.
Twitch los seguía de cerca.
El segundo que Dave vio a Twitch, se puso de pie, con
una expresión de pura incredulidad. — ¿En serio, Lex?—
Dijo: — Por el amor de Dios, no puedes hablar en serio
en este momento—. Le temblaban las manos. — ¿No has
aprendido nada? ¿No ves lo que está haciendo?— Mi
cuello comenzó a sonrojarse, y me alegré de que Molly
fuera lo suficientemente inteligente como para haber
leído las señales y se llevara a A.J. a su en su
habitación mientras Dave despotricaba. — Ya es bastante
malo que esté al otro lado de la calle—. Su rostro
estaba tenso. —¡Estoy sorprendido de ti. ¡No pensé que
serías tan estúpida como para dejarlo entrar en tu
casa!

Vi el momento exacto en el que Twitch pasó de estar


ligeramente enojado a estar furioso. Dio un paso
amenazador hacia adelante. — ¿Qué diablos acabas de
decir?— Luego otro. — Sé que no acabas de llamar
estúpida a mi mujer, Dave—. Pero Dave se sentía
valiente.

— Tu mujer.— Se rió sin humor y luego me miró. —¿Su


mujer? Eso fue rápido, Lex. Bonito.

Oh no. Mis planes iban por el desagüe rápido. Alguien


iba a salir lastimado si no hacía algo.

— Eres un pedazo de mierda—, dijo Twitch, hablando en


voz baja, sin levantar nunca la voz. — Te irás y lo
harás ahora—. Sus ojos se oscurecieron. — Antes de que
te haga mierda.

— Basta.— Mi voz tembló.

Dave se burló. — ¿Que vas a hacer?— Después de un


momento de silencio, él gruñó, —¿Quién demonios eres tú
para entrar a esta casa y hacer amenazas? Le hiciste
daño a Lexi. La lastimaste sin remedio. A diferencia de
ti, amo a esta mujer. Mira, Twitch, eso es lo que haces
cuando amas a alguien. Les dices cosas que no quieren
escuchar porque es lo correcto. Los tratas como merecen
ser tratados. Te quedas a su alrededor.

Mi corazón comenzó a acelerarse. La tensión era lo


suficientemente gruesa como para cortarla con un
cuchillo.
En la expresión asesina de Twitch, mi cuerpo entero se
detuvo. —¿Crees que no quería estar aquí, con mi
chica, con mi puto hijo?— Twitch habló bajo. —¿Crees
que quería pasar los últimos cinco años durmiendo bajo
puentes, en estaciones de tren, sin un jodido centavo a
mi nombre, porque ya no podía reclamar ese nombre?— Dio
otro paso y mi estómago se hundió ante sus palabras.
— ¿Qué? ¿Crees que he estado ahí por ahí, jodiendo por
ahí, de vacaciones en Ibiza? Déjame decirte algo, mi
hombre. Las chicas no cavan a los indigentes —. Sus
labios se adelgazaron. — Oh si. La vida glamorosa.
Tienes mi número, Dave.

Me dolía el corazón. Oh, cómo me dolía.

Escuchar todo eso me hizo algo, a mi alma. Un pequeño


fragmento de mi corazón roto comenzó a repararse.

Mi corazón me lanzó una mirada seria..

Te dije que no habría hecho lo que hizo sin una razón.

Mi cerebro puso los ojos en blanco.

Si le crees, eres una imbécil. No dejes que la misma


serpiente te muerda dos veces.

En la guerra conmigo misma, se tomó una decisión. No lo


pude evitarlo. Era hora de que Twitch y yo habláramos.

Dave perdió algo de su mal humor, pero su mandíbula


estaba tensa cuando dijo: — Nos debes una
explicación. ¿Dónde has estado?

En ese momento, Twitch perdió la calma. Sus ojos


brillaron. — No te debo nada, hijo de puta—. Luego
bajó las cejas. — La única persona con la que necesito
hablar sobre esto es el ángel que está allí—. Él
levantó la barbilla hacia mí. — Y ella no está lista
para eso, así que estoy haciendo algo que rara vez
hago—. Él me miró de manera significativa. — Estoy
esperando.

Twitch no era un hombre paciente. Era compulsivo y


tenía problemas de control. El hecho de que estuviera
mostrando moderación ... era monumental.

¿Quién era este hombre y qué había pasado con el


impulsivo, egoísta y desinteresado que conocí hace un
tiempo atrás?
Twitch soltó las palabras como si esta fuera su casa y
él tenía derecho a hacerlo. — Tienes dos opciones,
Dave. Puedes salir con tu cola entre tus piernas y mi
pie sobre tu trasero —, ofreció. — O puedes callarte la
boca, disculparte y comer la comida que está preparando
mi chica—. Miró a Dave de arriba a abajo, midiéndolo.
— Si yo fuera tú, elegiría la opción dos. Ha pasado
mucho tiempo y estoy listo por una pelea—.

Sin esperar respuesta, Twitch recorrió el pasillo en


busca de su hijo.

Pasó un largo rato antes de que Dave volviera a hablar,


y antes de que lo hiciera, se aclaró la garganta. — No
quise decir lo que dije—. Una ligera pausa. — No eres
estúpida, Lex.

¿No lo era yo?

Mi hijo me había llamado estúpida. Mis amigos ahora me


estaban llamando estúpida. Era un tema común en los
últimos tiempos, y si a uno lo llamaba repetidamente,
lo más probable era que lo persona era lo que estaban
etiquetados.

De repente me abrumó y mi garganta se llenó de emoción.


Hablé en voz baja, parpadeando las lágrimas. — No te
preocupes por eso. Las cosas han estado un poco loco
por aquí .

Sí.— El tono bajo de Dave coincide con el mío. — Puedo


ver eso. Lo último que necesitas es que tus amigos
comiencen a darte la espalda.— Puso una mano en mi
hombro. —Lo siento mucho.

De repente , siento la necesidad de explicar mis


acciones. — Es solo que A.J. ha sido miserable sin él,
y cuanto más lo mantengo alejado de su padre, más él
arremete.

— Oh, cariño .

Mi corazón late con fuerza.

— No sabía qué hacer y, aunque ha sido difícil para mí,


pensé que si le dejaba ver a Twitch, sería más feliz.

— Por supuesto.—

Era difícil respirar alrededor de la tensión en el


aire. — Es posible que no entiendas la situación en la
que estoy. Me recrimina si lo hago, me recrimina si no
lo hago.
Estoy tratando de ser inteligente con esto, Dave. Solo
intentó tomar el camino con la menor cantidad de minas
enterradas en él.—

Él parecía absolutamente abatido. — Lo sé.—

— Y Twitch ha sido sorprendentemente bueno en este


momento,— lo acepté a regañadientes. — Es como ... no
lo sé. Ha cambiado, Dave. No sé dónde estaba ni lo que
estaba haciendo, pero el tiempo que a estado alejado le
ha hecho algo.— Mis ojos implorando, dije, — Este
hombre va a estar alrededor. Me gustaría si todos nos
llevamos bien. Si no puedes hacerlo por mí, hazlo por
A.J., porque él ama a su padre .

— ¿Y qué hay de ti, Lex? — Él sostuvo mis ojos. — ¿Lo


amas? —

Hasta el día que muera. — Ya ni siquiera lo conozco —.

Dave pareció satisfecho con mi respuesta porque lo dejó


así. Él también se unió a nosotros para la cena, y
cuando la gente comenzó a llegar, su preocupación por
la presencia de Twitch estaba tan claramente reflejada
en sus rostros que no tuvieron que decir una palabra al
respecto.

Afortunadamente, nadie dijo nada al respecto, y


honestamente, tampoco lo habría hecho, dada la
amenazante mirada que Twitch había entregado. Se sintió
incómodo al principio, pero cuando Ana comenzó a hablar
con Twitch, la mesa cobró vida con la conversación.
Claro, Twitch no estaba terriblemente involucrado, pero
se quedó, y Julius se mantuvo cortés, observando a su
viejo amigo, su hermano, con una luz en los ojos que no
podía leer exactamente.

¿Qué era? ¿ Nostalgia? ¿Enfado? ¿Tristeza? No pude


poner mi dedo en ello. Tal vez un poco de los tres.

Cuando Happy cruzó la puerta con Nikki, me resultó


difícil mirarlo, y cuando se me acercó con cuidado, él
abrió la boca para hablar, pero no salió nada. Miró a
un vigilante Twitch antes de que sus labios se
apretaran y sus ojos se cerraran, mientras
murmuraba: — Lex, yo ... lo siento mucho .
Cuando di los tres pasos y envolví mis brazos alrededor
de su cintura, él me abrazó con tanta fuerza que me
atraganté. Sentí su disculpa, sentí su pena por
decepcionarme, sentí su pesar en ese apretado abrazo.
Yo no hablé No pude Simplemente levanté la mano y tomé
su cara entre mis manos, presionando un suave beso en
su mejilla.
No era un perdón, no exactamente. Fue una pequeña
tregua que le concedía , porque lo quería, era mi
amigo.

Poco después de comer el postre, todos estaban listos


para irse, y Twitch estaba en medio de decir buenas
noches a A.J. No había querido escuchar a escondidas,
pero cuando me acerqué, la pregunta de mi hijo me
paralizo.

— El tío Dave dijo que lastimaste a mamá. Hizo una


pausa. — ¿Es por eso que ella está enojada contigo?

— Sí, amigo —, fue todo lo que dijo Twitch.

—¿Le has pedido perdón?—

— No, no lo hice. — Él vaciló. — No puedo decir lo


siento por lo que hice .

— A veces, cuando hago a mami enojarse, ella necesita


un abrazo. — Mi corazón se estremeció. — Tal vez
deberías abrazarla. —

Twitch ahogó una ligera risa. — Podría intentar eso.


Gracias por el consejo.

A.J. Sonaba contento consigo mismo. — De nada.

No pude evitar sonreír mientras caminaba de regreso a


la cocina.

La verdad es que, después del mes que había tenido,


podría haber usado un abrazo.
Capítulo 17

Lexy

Twitch pasó la tarde con A.J. después de recogerlo de


la escuela, y cuando volví a casa del trabajo con dolor
de cabeza y mal humor, me acorraló en el pasillo cuando
salía de mi habitación.

Su mirada vigilante vagaba por mi cara. — ¿Estás bien?—

¿Que te importa?

¡Puf! Reacción instintiva. Realmente necesitaba parar


con esto.

Hice una mueca, luego lo miré con los ojos


entrecerrados, hablando en voz baja. — Sí. Sólo
necesito unas pastillas para el dolor y estaré bien.

Cuando entró en la cocina y abrió los gabinetes, me


tomó un momento, pero lo registré, y cuando llenó un
vaso con agua y se acercó con las pastillas en una
mano, el vaso de agua en la otra, me quedé allí. , los
labios fruncidos y pensativa. — ¿Qué estás haciendo?

Él bajó el ceño fruncido hacía a las pastillas, luego


me miró sin hablar.

Yo dudé.

Twitch suspiró, tomó el vaso y lo posó en el borde de


la mesa de la cocina; seguido de las pastillas. Me echó
un vistazo largo y duro antes de pronunciar, — Mujer
obstinada—, luego salió de la habitación para sentarse
con A.J. En el sofá, viendo la película de Lego.

No estaba acostumbrada a esto, a que Twitch fuera un


participante activo en mi vida. Incluso cuando
salíamos, teníamos una relación extraña. Fue dar y
recibir. Mientras Twitch tomaba, a veces más de lo que
tenía que dar.

Así que condéname por no estar segura. No estaba


acostumbrada a que me cuidara un hombre que una vez me
dijo que me rompería.

Suspirando ligeramente, tomé las pastillas con un gran


trago de agua, luego entré a la sala de estar y miré a
Molly. — Necesito unos minutos para que estas
pastillas funcionen .
Ella asintió. — No hay problema. Me encargaré de la
cena —

Le lancé una mirada de pura gratitud. — Eres


grandiosa.— Cuando mis ojos se posaron en los dos
cuerpos enredados en el sofá, mi corazón se derritió.
Twitch yacía de espaldas, con los brazos torcidos y
detrás de la cabeza, causando que sus bíceps se abulten
de una manera que era casi pecaminosa. El niño pequeño
que cubría sus piernas con los pies cubiertos de
calcetines abrazaba a su padre con ambos brazos, como
si tuviera miedo de que alguien se lo llevara, y mi
corazón derretido dolía dolorosamente. Cuando A.J.
metió la mano en el bolsillo de la sudadera con capucha
de Twitch y obteniendo un par de chocolate color de
arco iris, arrojándose los a la boca, los recuerdos de
un tiempo pasado volvieron a inundarme.

Esos dulces ojos marrones se enfocaron en mí. —¿Estás


bien, mami?— Le sonreí a mi hijo.
— Bien cariño. Gracias por preguntar. — Le di una
mirada sigilosa a Twitch que resultó no ser tan
sigiloso porque dicho hombre me estaba mirando
fijamente, con un calor familiar en su mirada.

Mi último pensamiento antes de volver a mi habitación


fue desolador.

Si le haces daño, te mataré yo misma.

Y si se trata de ello. Estaba seguro de que lo haría.

— Hey, mami.—

Me estiré bajo las sábanas y parpadeé por la


somnolencia. La larga sombra que yacía a mi lado volvió
a hablar. — Tu cachorro está preguntando por ti —.

Confundida y parpadeando a través de mi sueño, le


pregunté: — ¿Qué hora es? —

— Las siete y media —.

Mis ojos se abrieron de golpe. — ¿Qué? — Me senté en


la cama y las mantas cayeron a mi cintura. Me estiré
lánguidamente y hablé a través de un bostezo: — ¿Por
qué nadie me despertó? —
Twitch se elevó a sí mismo, apoyando la cabeza en su
mano hacia arriba. — Porque les dije a todos que se
callaran la puta boca y te dejaran dormir —.

Deje salir un largo suspiro. — No necesitabas hacer


eso—.
— Sé que no tengo que hacerlo, pero lo hice—. Sus ojos
se posaron en mi cuello, yéndose hacia abajo. — Tienes
que cuidarte, nena —. De repente me di cuenta de que
estaba usando una pequeña camiseta sin sujetador, y
cuando traté de cubrirme discretamente el pecho, sus
labios se levantaron en las esquinas. — Nada que no
haya visto antes —. Mientras se levantaba, dijo:
— Solo es cuestión de tiempo antes de que lo vuelva a
ver todo.

Una risa sorprendida se escapó de mí. —Estás tan lleno


de mierda.

— No lo estoy.— Sonó ligeramente insultado.

— Oh, pero lo estas,— insistí y luego solté una sonrisa


burlona. Él no necesitaba saber que estaba ardiendo
ante la idea de estar con él de nuevo. —¿Qué te hace
pensar que todavía te deseo, Twitch?

Él se inclinó hacia mí y retrocedí ante la intimidad en


ese pequeño movimiento. Y cuando habló, las palabras me
golpearon con la fuerza de mil orgasmos. — Porque soy
tu puto rey, y tú eres mi hermosa reina. Así que sé
buena, inclínate ante mí …— Su voz bajó un poco. — Y
déjame amarte—. Se deslizó fuera de las mantas,
dejándome, sintiéndome despojada y sola. Se enderezó, y
el aire de arrogancia a su alrededor aumentó todo un
nivel. Se movió lentamente hacia la puerta. — Ven a
decirle buenas noches a nuestro hijo para que pueda
llevarte de vuelta a la cama y mostrarte lo mucho que
te extrañé—.

El aire ardía en mis pulmones. — Estás jodidamente


loco —.

Él sonrió entonces. — Culpable, nena.—

Si el caos y la furia se unieran, Twitch sería el niño


nacido del acoplamiento. Y qué locura, hermoso huracán
él fuera.

Mi resolución vacilaba a un ritmo alarmante. No pude


negar que lo deseaba. La pregunta era, ¿estaba lo
suficientemente insensata para dejarlo entrar?

Más tarde esa noche, tomó algo convencerlo, pero Twitch


finalmente se fue, y mientras lo hacía, sacudió la
cabeza y suspiró. Eran más de las once cuando me
levanté para tomar un vaso de agua, y cuando puse el
vaso en mis labios, mi corazón se aceleró a la sombra
que estaba en el porche trasero.
Mis cejas se estrecharon entre sí , mientras murmuraba
por lo bajo, — ¿Qué diablos está haciendo?—

¿Por qué se está escondiendo allí?

Tan pronto como llegó el pensamiento, reconocí el error


en mi suposición.

Él no estaba escondido en absoluto. Me estaba esperando


para encontrarlo.

Tomando mi vaso de agua, abrí la puerta corrediza y


salí. Sin una palabra, fui y me senté en el escalón
superior, envolviendo mi kimono alrededor de mis
piernas mientras lo hacía. Twitch se sentó en el
escalón inferior, y cuando él puso algo en sus labios y
un suave resplandor naranja brilló en la oscuridad, yo
lo fulminé con la mirada en la oscuridad. — ¿En serio?—

Tomó una profunda inhalación del porro y, cuando la


sopló, dijo: —Es para mi glaucoma —.

Mis cejas se arquearon, y cuando él tomó otro


inhalación, me incliné hacia delante y suavicé mi
tono.— ¿Tienes glaucoma? —

Se atragantó con su risa, el humo salía de su boca con


cada tos, y la mortificación me hizo callar.

Oh Dios mío. Yo era un idiota

La risa áspera de Twitch siguió y siguió, y mientras


más duró, se formó una sonrisa en mis labios, y poco
después me reí de mi propia estupidez. — Cállate.
Estoy cansada.

Mientras su risa se calmaba, él murmuró: — Joder, te


extrañé —.

— Tu no me haz extrañado —. No pude contenerme. Estaba


herida. —Podrías Haberte quedado —.

— ¿Crees que si esa era una opción, no habría estado


aquí? —

Me encogí de hombros. — No lo sé.—

Cuando lo miré, él capturó mis ojos por un momento,


antes de decir ásperamente: — No me mires así —.

— ¿Como qué? — La intensidad de su mirada me atravesó.


— Como si me odiaras.

¿Lo hacia?

¿Por qué no lo hacia ?

Bajé mi mirada de dolor y suspiré. había llegado la


hora. —Hablemos.

Twitch un inhalación del porro antes de ofrecérmelo.


Dudé, y él dijo: — Me ayuda a dormir .

Negué con la cabeza, pero lo deseaba tanto, que de


alguna manera lo necesitaba para hacer frente a la
conversación que venía. Cerré mis manos en puños y me
negué suavemente. — Ya no lo hago—. Memorizar a Twitch
poniendo sus labios en los míos y soplar levemente el
humo penetrante en mi boca cuando inhalé la mezcla de
drogas y el hombre mismo me tenia embriagada.

Me dolía el pecho con la necesidad de revivir eso. Pero


me mantuve firme, negándome esa necesidad.

— ¿Por qué lo hiciste? — Hablé en la noche silenciosa.

No habló durante mucho tiempo, y me pregunté si


realmente lo haría. Pero luego comenzó, y aunque no
haya sido la explicación que quería, no obstante era
una explicación. — Nunca planeé que las cosas fueran
como ellos lo hicieron. Nunca planeé amarte como lo
hago, necesitarte a ti como yo lo hago. Y una vez que
te convertiste en una droga que corría por mis venas,
sabía que haría cualquier cosa por ti. Incluso
desaparecer, si eso era necesario.

Mi silencio era una invitación a que siguiera adelante,


y así lo hizo. — Tomé algunas malas decisiones en mi
tiempo como el rey. Hice enemigos y no me importó
porque nunca planeé vivir más allá de los cuarenta —.
Respiró hondo y lo dejó escapar lentamente. — Pero eso
cambió, y sabía que si te reclamaba abiertamente, te
pondría un letrero de mía en la cabeza—. El me miró.
— Necesito que sepas que nunca tuve la intención de
morir por ti, pero cuando me dijiste de que estabas
embarazada y ese imbécil me disparó, fue una
oportunidad que no podía desperdiciar .

Estaba tan confundida. —No entiendo. ¿Qué oportunidad?

— Pasé mucho tiempo buscando personas, limpiando mis


calles de amenazas —. Me lanzó una mirada. — Limpiando
la maldad y que al llegar una posibilidad en la que yo
regresara no hubiera nada que tocaría a mi hijo .
Oh Dios mío. Parecía que me estaba diciendo que había
pasado los últimos cinco años rastreando a personas y
... asesinándolas. —¿Porqué me estás diciendo esto?

— Tú y yo ahora somos un libro abierto. — Sus ojos me


sostuvieron firmemente. — Espero que puedas manejar
eso, nena, porque parte de la mierda que te voy a decir
está jodida, incluso para mí —.

Mi corazón se estremeció. ¿Estaba lista para esto ? Yo


no lo sabia

— Me convertí en la policía .

— ¿Qué?,— Le pregunté, completamente aturdida.

Él soltó una carcajada. — Lo sé. Yo, trabajando con


las autoridades. ¿Qué mierda, verdad?, trabajé con el
FBI por un tiempo, y si cumplía lo que había prometido,
tendría una inmunidad completa y podría volver con
ustedes. Ese era el trato.— Él hizo una pausa. — No
pensé que tomaría tanto tiempo. Fui arrogante, pensando
que terminaría todo dentro de un año —, se burló. — El
primer año fue el más difícil. No llegué a ningún lado
rápido. No habían pistas, no habían recursos. Las
únicas dos personas que sabían que estaba vivo eran las
dos personas que me ayudaron a morir. Dormí en la
calle, robé lo que necesitaba y viví de la basura en un
momento dado. A veces me valía una mierda y me rendía,
planeé permanecer muerto. Pero ... — Cerró los ojos y
luego me miró con cansancio. — Soy egoísta, nena.
Necesitaba estar con mi hijo. Necesitaba volver a casa
contigo. —

Se apoyó en el escalón, apoyándose en los codos,


mirando hacia el patio. — Nadie estaba tomando tu
corona. No en mi reloj. Te forjé un trono, ángel, y lo
hice a partir de los sangrientos y mutilados cadáveres
de todos los hijos de putas que se interponían en mi
camino, te deje sentada bonita en un charco de sangre,
con una corona de espinas —. Él sonrió, luego con su
voz se llenó de reverencia. — Mi reina.—

Mi estómago se encogió. Eso no debería haber encendido


un fuego dentro de mí. Jesucristo, yo era un puto
monstruo.

— Nadie estaba llegando a ti, a mi muchacho. Usando mi


cuerpo como escudo. Cortándome. Sangrando en seco. —
Sacudió la cabeza lentamente. — No estaba pasando.

Tenía tantas preguntas. No sé por qué elegí la que


hice.— ¿Qué le pasó a tu tatuaje? —
No necesitaba especificar. El icónico 13 que había
llegado a amar ya no apreciaba la manzana de su
mejilla. En su lugar había una cicatriz. La cicatriz
que le había visto recibir a los ocho años cuando
éramos niños, reunidos por una corta noche, destinados
a reencontrarnos como amantes, y aunque no lo sabía en
ese momento, lo necesitaba.

Él era un fuego tan caliente que su llama se volvió


azul. Y quería quemarme una y otra vez, sonriendo a
través del dolor y rogando por más.

Claramente yo era una masoquista, pero a veces


necesitas sangrar para que te recuerden que todavía
estabas vivo. Y Twitch me hizo sangrar, rezumando calor
rojo hasta que mi corazón se detenía, y cada vez que me
mataba, me revivía con un solo beso.

Su amor era mortal, y no quería el antídoto.

Twitch me miró un largo momento. — Dar un poco, tomar


un poco. Ya sabes cómo funciona, nena. Di un poco, así
que ahora es tu turno. Me das lo que quiero y
responderé tus preguntas—.

Agotada inmediatamente dejé salir un silencioso, — ¿Qué


quieres?—

Con su voz áspera, lo dijo —Quiero que me toques —

Cuando puse los ojos en blanco y me moví para pararme,


su cálida mano se cerró alrededor de mi muñeca,
tirándome hacia abajo. — Así no. Me refiero en
cualquier parte. Donde quieras. Solo ... — Su voz era
baja, áspera. — Tócame nena.—

Sonaba tan inocente, pero conocía a Twitch, y nada de


él era inocente. Creer que era capaz de algo tan puro
era tonto. Pero yo quería tocarlo.

Yo suspiré internamente. Odiaba vivir por afecto. Algo


tan básico como un simple toque era tan importante para
mí. Esto podría transmitir un mensaje no hablado, y en
este momento, la necesidad que Twitch tenía en su
rostro fatigado me decía que él lo necesitaba.

Arrastrándose otra vez, él esperó pacientemente


mientras yo levantaba mi mano derecha y la llevaba a su
rostro, ahuecando suavemente su mejilla. En el momento
en que mis dedos entraron en contacto con su cálida
piel, sus ojos se cerraron por su propia cuenta y lo vi
respirar hondo, soltándolo lentamente, saboreando mi
toque.
El efecto que tenía en él me llenó de un poder
repentino, y me deleité en su estado relajado.

Colocando mi otra mano en su cuello, arrastre mis uñas


suavemente por la piel expuesta, celebrando la forma en
que su rostro tenía una expresión de puro éxtasis, y
hable en voz baja: — Dime —.

Él hizo un sonido bajo en su garganta. — Era un


marcador demasiado obvio. El FBI me la removió con
láser.— Él gimió en voz baja cuando mi mano se deslizó
hasta su hombro, amasando ligeramente el nudo que
encontré, y habló a través de una exhalación:
— Pensaba en ti cada segundo, todos los días .

Quería subirme a su regazo y rogar por un solo beso.


— ¿A dónde vamos desde aquí? — Entonces, aún más
silenciosamente, — ¿Cómo seguimos adelante? —

Su mirada glacial se posó en mí, y su respuesta fue tan


suave como su voz se lo permitía. — Muy jodidamente
despacio .

Miré esos suaves ojos marrones y pasé los dedos


suavemente por su mandíbula. Mi voz era poco más que un
susurro. — No sé si alguna vez pueda perdonarte .

Su respuesta fue pura Twitch. — Nunca lo pedí, ángel.

Culo arrogante.

Mirando hacia abajo a su cara, lo observé mientras me


miraba, y estando con él, justo aquí en el porche
trasero, me sentí tan bien que fruncí el ceño,
decepcionada de mí misma.

Ese era el problema, supongo. Cuando miras a alguien a


través de lentes de color rosa, todas las banderas
rojas? Eran solo ... bueno ... banderas.
Sin pretensiones. Seguro.

Pero yo lo sabía mejor.

Pasando mis manos por su cabello demasiado largo,


apreté mi agarre, tirándole hacia atrás, forzando su
cabeza hacia arriba y amando la forma en que su labio
se curvaba con incomodidad. Acerqué mi cara a la suya,
lenta y significativamente, y cuando nuestros labios
estaban a solo un pelo de distancia, hablé en voz baja.
— Necesitas un corte de pelo .
Liberándolo rápidamente, me puse de pie y me dirigí
hacia la puerta corredera, deteniéndose sólo cuando
pronunció un sonido perplejo, —¿Eso es todo? Eso es
todo lo que tienes que decirme? —

Fruncí mis labios pensando, incline ligeramente mi


cabeza, y luego asentí. — Sí.—

Mis ojos se encontraron con los de él cuando cerré la


puerta y apague la luz de la cocina, dejándolo sumido
en la oscuridad. Y decir que estaba orgullosa de mí
misma fue una gran satisfacción.

Sí.

Yo era más fuerte de lo que me daba crédito.

***

Twitch

Una risa sorprendida salió de mi cuando me quedé solo


en el porche en la oscuridad.
Me ajusté en mis pantalones y mis labios se
contrajeron.
Ella me volvía loco. Todo lo que quería era inclinarla
y conducir mi polla dentro de ella, clavarme dentro de
ella, bombeando en su dulce coño hasta que me corriera
dentro de ella.
Pero esperare. Y esa espera lo haría aún más dulce.
Capítulo 18

Ling

La Cruz estaba teniendo una buena noche. La música


estaba a todo volumen, mientras yo miraba desde el
balcón cerrado ,en el momento que lo ví, mis cejas se
arquearon.

Que diablos estaba haciendo él aquí?

Miré a su alrededor, al acecho, El estaba sólo, al


menos eso parecía. Caminando hacia abajo, mantuve mis
ojos abiertos anticipando el ataque que asumí pasaría.
Pero cuando lo vi sentado solo en el bar, la curiosidad
me ganó.

Mis hombres estaban cerca , mirando pero guardando


distancia ,cuando uno de ellos se acercó ,le di una
dura mirada e inmediatamente él retrocedió , me moví y
me paré detrás de él, le dije —Que estás haciendo
aquí, AZ ?

Arqueo su gran cuerpo cuando se levantó. Sus ojos me


sonrieron , y quería arrancárselos.

— Te extrañé— Maldije
— Debes irte— Le dije firmemente —No eres bienvenido.

Aslan dio un paso adelante y se congeló cuando saque mi


arma y apunté a su polla. Él levantó sus manos en señal
de rendición. —Yo vine para saber cómo iba todo, se
que tienes un cargamento en camino. Vine para saber si
quieres hacer una tregua, puedo ayudarte Ling.

Él dio otro paso hacia mi y mi estómago se encogió. El


estaba invadiendo, no quería herirlo, pero lo haría si
fuera necesario. — Retrocede, AZ.-
— NO !— Fue todo lo que él dijo y dio un pequeño paso
hacia mí. Un paso más y seríamos arrastrados juntos de
nuevo.

Él estaba traspasando, violando códigos y mis hombres


sabían eso, podía sentir sus ojos en mí, esperando mi
siguiente movimiento. Iba a permitir a Aslan venir a mi
casa y faltarme el respeto de la manera que lo hacía?
No, lo haría No, no podía. No quería hacer lo que hice,
pero haría un ejemplo de mi hermoso truco.

Apuntando a la izquierda, apreté el gatillo, el disparo


se sintió a través de la música.

El cuerpo de Aslan se sacudió y poniendo una mano en su


costado, él se río en una conmocionada carcajada. —Me
disparaste — Levantó su mano para ver la mancha roja y
dijo, — tu malditamente me disparaste — Sus grandes
ojos se encontraron con los míos, frunció sus labios.
—¡Perra loca!

Oh por favor, era una pequeña herida, si lo quisiera


muerto, él lo estaría y él lo sabía. Uno de mis hombres
vino apuntando a Aslan. Di un paso atrás lejos del
hombre casado que no podía tener — Acompañen al Sr
Sadik con sus hombres y si causan problemas...- me di
la vuelta y comencé a caminar lejos, — pinten la ciudad
de rojo.

Mientras me senté sola en el apartamento de la ciudad


con mi cabeza en mis manos, parecía no controlar los
rápidos latidos de mi corazón. No había llorado en años
no desde que Twitch murió y si aún tuviera la habilidad
de hacerlo lo haría, pero hace mucho tiempo me había
secado.

Cuando la puerta principal se abrió, suspiré con


alivio, algo me dijo que él no vendría y en el momento
que él estuvo en mi visión moviendo la cabeza hacía mí,
yo tristemente sonreí.

Az se movió y puso sus manos en las caderas, pero


cuando se tocó la herida hizo una mueca y me fulminó
con la mirada — No puedo creer que me hayas disparado.

— Tu te lo buscaste — regresó porque se merecía lo que


le pasó y tuvo suerte que no apunte a matarlo.

— Perra Loca — él dijo una vez más cruzando el cuarto.


Antes que llegara hacia mi, me paré esperando. En el
momento que estaba lo suficiente cerca el puso los
brazos en mi cintura y bajo su cara hacia mi, dando
suaves besos en mis labios y yo amaba la forma que me
hacía sentir achispada. Su loción de afeitar, olía que
deseaba lamerlo desde el cuello hasta su polla, puse
mis manos en su pecho, amando la forma que me hacía
sentir tan pequeña. EL hizo un sonido bajo en su
garganta y habló entre cada beso. — Mi Perra Loca.
Cerré mis ojos y me presioné a su cuerpo — No quería
hacerlo.

— Lo sé — dijo él — Yo pude ver que no querías, lo


siento por empujar, yo solo.... — él suspiró
— Realmente y malditamente te extraño bebé— Sus ojos me
buscaron —Dime que me amas.
NO ! Moví mi cabeza, mis ojos se entristecieron, él no
puede preguntarme eso, no podía darle eso. Él no era
mío, nunca lo sería. Éramos estúpidos al tratar algo
que nunca podría ser, pero nunca había querido a
alguien de la manera que quería a este hombre. Lo amaba
más de lo que era debido .

Y empujé.. Pasé mis uñas por su pecho, miré sus ojos y


le dije.
— Ven a la cama conmigo— No esperaba la respuesta que
recibí.
— Bien — me contestó, y cuando me dio la sonrisa del
millón de dólares, no pude evitar sonreír de vuelta.
Dios mío él lo era todo. Él no pudo separarse de mí lo
suficiente para caminar una corta distancia y me reí
cuando nos tumbamos hacía el dormitorio, riendo entre
los besos de este hermoso hombre. Dedos sordos
desabrochaba mi vestido, cuando cayó al suelo, salí de
él dando una pequeña caminata hacia la cama con una
pequeña mueca. Cuando asumí la posición en cuatro con
mi trasero al aire, cabeza abajo en el colchón y mis
manos detrás de la espalda sumisamente, suspiré y dije
— Fállame, Bebé.

El tiempo pasó y me di cuenta que no se movía, me senté


mirándolo por encima de mi hombro, lo vi mirando al
techo con una mirada de frustración.

Mi corazón cayó. — Que pasa?

Él desvió su mirada. —Esto no era lo que tenía en


mente. — Sus labios formaron una delgada línea. — Yo no
quiero esto.

Orgullo me comía por dentro —Tu no me deseas ?

—Si lo hago — me aseguró — más que cualquier cosa,


pero no de esta manera Ling.— Sus ojos mostraron su
tristeza — No de esta manera.

Que? Como se supone que follaremos entonces?

Me senté en el borde de la cama en mi ropa interior y


lo miré intrigada.
— Podemos hacerlo como tu quieras Az ,como me quieres?
Esposada? con los ojos vendados? Tengo un uniforme
escolar en algún lado por aquí, puedo llamarte Papá,
cual es tu deseo?— Cuando él cerró los ojos y soltó una
maldición, comencé a molestarme —Necesito que hables
conmigo bebé, que está pasando aquí?. Porque estoy
malditamente confundida. — moví mis cejas —Pensé que
querías esto.

— Ven aquí. — Eso fue todo lo que dijo tocando el arco


de su nariz y cuando me acerqué con cuidado, el me miró
hacía abajo — Tienes idea cuanto te quiero? — Mire por
debajo de sus pantalones pero él se río. — No, no así —
Puso mi mano en su pecho, cerca de su corazón. — Aquí,
aquí es donde te quiero,— movió mis dedos hasta sus
labios. —Te necesito aquí también — Cuando él movió
mis dedos hacia su cabeza me miró profundamente a los
ojos y explicó. — Quiero compartir todo contigo, mi
cuerpo, mi corazón y mi mente, quiero darte todo solo a
ti pero..— Sus cejas bajaron cuando un pensamiento lo
golpeó. —No creo que tu sepas compartir de esa manera
bebé, Puedes?

Lo que él estaba pidiendo, no podía dárselo, no porque


no quisiera, porque en realidad nunca lo había tenido,
yo estaba desensibilizada, mis sentimientos estaban
entumecidos, me habían jodido desde muy joven, pero si
tuviera esos sentimientos y pudiera dárselos a alguien,
se los daría a Aslan Sadik.

— No puedo — Le dije miserablemente queriendo ser lo


que él necesitaba. Por primera vez en mi vida de adulta
, me sentía horriblemente inadecuada y completamente
defectuosa. Que difícil y deprimente sentimiento.

Él tomó mis manos y puso sus labios en mis nudillos,


mirándome bajo sus pestañas Cuando habló, lo hizo
suavemente. — Confías en mí lo suficiente para tratar?.

Lo hacía. Era difícil hablar. Aslan me hacía querer


cosas que nunca quise antes. Que pensamiento tan
aterrador — Por supuesto — le di una dura mirada.
— Pero si tu no me haces correrme estaré muy enojada.

Su carcajada en mis nudillos era suave y dulce y


hermosa en una manera que no sabía que existía —Te
prometo que te dejaré totalmente satisfecha.

Una repentina punzada rompió en mi pecho porque me


dejaría para irse con su esposa, la misma esposa que lo
adoraba.
Aslan me hacía sentir humana en un mundo que decía que
yo era un monstruo, parte de mi lo amaba por eso. La
otra parte lo odiaba por mostrarmelo, cuando podría
haber sido perfectamente feliz sin saberlo.

Ahora yo sabía , sabía lo que me había estado perdiendo


y era imposible no sufrir por los años que había
perdido en mis circunstancias.

Cuando Az se inclinó ,sus labios besaron mi mejilla.


— Pon tus brazos a mi alrededor, abrázame Ling, como si
nunca quisieras dejarme ir.

No quería dejarlo ir. Hice lo que me pidió y puse mis


brazos a su alrededor, teniendo cuidado con su herida,
era gracioso que hace un mes, la idea de herir a un
hombre, me ponía caliente, pero cuando se trataba de
este hombre... La idea de herirlo, hacía mi estómago
dar vueltas.

Que me estaba pasando?

Los latidos de mi corazón se hicieron más lento a


medida que lo miraba a sus ojos de medianoche. Él lucía
como un ángel a la luz de la luna, y cuando me besó, vi
las estrellas. Le hizo el amor a mi boca antes que su
lengua se juntara con la mía, la acariciaba y sabía
deliciosa, como borbón y menta.

Estuvimos así por lo que parecían horas, y por primera


vez en mi vida, mis labios hinchados no tenían nada que
ver con haber sido golpeados, mordidos o dañados.

Sus suaves besos combinados con su suaves caricias me


hacían tambalear con anticipación de nuevo algo que no
estaba acostumbrada. El tipo de sexo para mi era el
rudo, el tipo de ropa rasgada, y Az aún no me había
tocado en ninguna de las partes que necesitaba ser
tocada. Mis pezones se apretaban a través de mi sostén
de encaje, casi como como si buscaran ser tocados por
él. Mi vagina dolía como nunca antes había
experimentado. Mi solo entusiasmo tenía mi clítoris
ansiando solo un toque de sus dedos.

Todo eso, solo por estar siendo besada.


Az me llevó hacia atrás con sus brazos aun en mis
caderas hasta que mi pierna golpeó la cama y asumí que
esto era. Ahora sería cuando él me daría vueltas, me
doblaría y me follaría duro. Pero no sucedió, en
cambio, suavemente golpeó mi trasero

— Súbete a la cama bebé.


Que ? solo como estaba? No chupar su polla? no quitarme
la ropa? No quitarse su ropa?

Ninguna petición? Que demonios?

Me arrastré hasta el medio de la cama, mientras lo


miraba con fascinación cuando se metía en las sábanas a
mi lado, llevándome cerca de su cuerpo. Cuando sentí su
erección en mis caderas, baje la mano para tocarla,
pero su mano me interrumpió. — Déjame hacerte sentir
bien a ti primero y después puedes tocarme.

Cuando sus labios tocaron los míos, suspire en su boca,


nada se había sentido tan bien como los labios de este
hombre. Él bajó una mano por mi costado, sus dedos
acariciando la piel cerca de la línea de mis bragas,
después sus firmes labios me recorrieron, besos con su
boca abierta fueron desde mi mandíbula, mi cuello
incluso más abajo. Az me empujó suavemente hacia mi
espalda, y cuando una línea de besos fueron hasta el
medio de mis pechos, mi espalda se arqueó queriendo más
de lo que él me estaba dando. Por la manera que río, él
también lo sabía.

AZ presionó el área justo debajo de mi ombligo, y mi


estómago se recogió sabiendo lo que venía, abrió mis
piernas y me besó por encima de mis bragas y mi coño se
mojó.

Santa mierda, qué excitación. Un hombre que se toma su


tiempo... Quien lo diría ?

Era irreal la sensación era casi demasiado y no


suficiente. Levanté mis caderas hacia su boca, tratando
de alcanzar más y fui recompensada cuando presionó más
fuerte en el centro de mis bragas mojadas mordiendo y
lamiendo el delgado material. Un bajo gemido se escapó
de mí, me sentía caliente por lo que me estaba haciendo
y cuando sacó su boca de donde yo la necesitaba,
levanté mi cabeza para mirarlo, notoriamente
desilusionada.

Az me sonrió se desnudó lentamente. Cuando no se sacó


sus calzoncillos casi hice un puchero. Yo quería esa
polla. Se subió encima de mí hasta que estuvo en la
posición correcta. Cuando su cuerpo descendió dejando
el mayor peso de su cuerpo en sus brazos, y la sola
línea de su polla se apoyaba en mis bragas mojadas yo
suspiré bajando la cabeza nuevamente hacia la cama.
Cuando comenzó a moverse, restregándose hacia mí,
comencé a agitarme suavemente.
Tocando hacia mis tetas, él bajó el sostén mostrando mi
necesitado pezón, me miró por un momento antes de bajar
su cabeza y capturar la dura punta entre sus labios
chupando gentilmente que casi me caigo de la cama. Yo
sentía cada empuje de su boca como si estuviera
chupando mi clítoris. Sus manos se movieron en mis
caderas bajando para suavemente rozar sobre mis bragas
mis cejas se arquearon fuerte y solté un bajo gemido.

Si. Contacto directo.

Apenas me estaba tocando, sus dedos rozaban suaves


círculos en mi clítoris cubierto de encaje cuando mi
coño se apretó fuerte, Az preguntó —Estás limpia bebé?

Que? Mis ojos se abrieron.

Parpadeo hacia él y las palabras salieron


silenciosamente

— NO LO SÉ,— porque no lo sabía, habían pasado meses


desde la última vez que me había realizado los
exámenes.

Pero el tono de Aslan no juzgaba — Bien,— sacó un


condón del borde de sus calzoncillos Lo abrió y se lo
puso. Hizo un pequeño movimiento con mis bragas y se
acostó encima de mis piernas abiertas.

No pude evitar incrédulamente pregunté. — Misionero?

— SI

Se restregó hacia mí .

— Quiero besarte bebé está bien? Estaba eso bien?

Si, pensé que eso estaba bien.

Se apartó un poco por un momento agarrando su polla y


guiándola hacia mí, en el momento que sentí la punta
acariciando mi entrada mis labios se abrieron. No
recuerdo un momento en mi vida que haya sido
curiosamente encendida que ahora. Seguro que el sexo
que tuve antes me disparó principalmente por duro. Pero
esto era real, no era solo sexo.

Aslan Sadik estaba llenándome de amor y yo lo sentía

.
Az empujó suavemente y mi corazón palpitaba en mi pecho
mientras se abría camino en mí, empujando suavemente
hasta que estaba totalmente adentro. Y luego se movió,
sabía en ese momento que yo no volvería a ser la misma.
Sus ojos en mi, retrocedió, volviendo a entrar en mi
con un ritmo. Antes de darme cuenta, estaba caliente en
todo el cuerpo, cuando él me besó, gemí en sus labios,
besándolo fuertemente.

Lo sentía venir, esta vez era diferente, normalmente


cuando me venía, lo hacía rápido y duro y me hacía
perder los sentidos. Esta vez era una lenta quemadura,
un ascenso.

Mi coño se apretó a su alrededor, sus cejas bajaron


abriendo su boca — Oh si bebé, mi hermosa niña, vas a
venirte para mí? LING -

Sus suaves palabras hicieron algo en mi. Sentía mi


espina dorsal, y cuando mi centro se apretó
dolorosamente, mi estómago se encogió, mi boca se abrió
en un círculo hasta que mis ojos se cerraron
completamente desenfocados.

Después de un momento, mi cuerpo entero latió y me


partí en pedazos succionando su polla mientras
encontraba mi alivio.

- Maldición Ling — Az gruñó besando mis labios


relajados

Oh mierda,— él respiraba agitado cerrando sus ojos

— Sí bebé

Cuando aún seguía bajo los efectos de mi orgasmo, Az me


penetró, sus caderas se movían rápido hasta quedar
enterrado en lo mas profundo de mi ser, quedándose ahí,
dentro de mí hasta que su polla comenzó a palpitar. El
gimió bajo y largo antes de caer encima de mí
agarrándome de mis tetas tratando de estabilizar su
respiración. Yo podía sentir los rápidos latidos de su
corazón la yugular en su cuello, y por la razón que
fuera, eso me hizo sonreír. Pero esa sonrisa fue corta.

Repentinamente, la idea de perder lo que teníamos , de


perderlo a él me mataba estaba abrumada con la ansiedad
que sentía. Vergonzosamente, mi cuerpo tembló y empecé
a llorar. Cuando Az levantó la cabeza para mirarme,
cubrí mis ojos con mis manos.

Bebé — él sonó dulcemente preocupado. — Que sucede ?


Necesito decirle.

Sacando mis manos de mi cara, limpie mis lágrimas, mis


labios temblaron cuando dije en un triste sonido.

— Estoy enamorada de ti y no quiero estarlo.

Para mi sorpresa , Aslan no estaba ofendido por mi


confesión,al contrario parecía feliz por eso.

— Ya era la maldita hora que te dieras cuenta.

— No te burles de mí — Esto es serio — le di una mirada

Az me miró tiernamente, — En serio,— él picoteo mis


labios cariñosamente — Yo también te amo Ling.

Las palabras eran silenciosas incluso cuando las estaba


diciendo yo sabía que eran una plegaria.

— Entonces quédate conmigo. Elíjeme. Tómame. Ven a casa


conmigo. Pero él movió su cabeza. — Bebé, tu sabias que
era esto y que nunca dejaría a mi esposa, ella es una
buena mujer — Mientras rodaba mis ojos, él me reprendió
suavemente.— No hagas eso, tu no la conoces. Toda la
mierda que tiene en su espalda, la mierda por la que ha
estado conmigo, le debo eso.— El buscó en mi cara
aprobación.

— Ella tiene mi apellido, pero eres tú Ling, todo lo


demás es tuyo, te lo prometo bebé.— Él observó mi
rostro cuidadosamente y preguntó. - Puedes lidiar con
eso?

Si— Mentí

Porque si Aslan le hacía el amor a su esposa de la


manera que me lo hizo a mí, no era sorpresa el porqué
ella lo adoraba .

Y yo la odiaba por eso .


Capítulo 19

Lexi

Era sábado, y aunque Molly usualmente sacaba A.J.


afuera con ella por la mañana, dándome tiempo para ir a
correr el fin de semana, le dije que podía tener el día
libre. Necesitaba comprarle a mi pequeño monstruo algo
de ropa nueva. Mi hijo parecía haberse estirado de la
noche a la mañana y todos sus pantalones empezaban a
parecerse a los de buscadores de almejas.

Se sentó a la mesa del desayuno, comiendo cereal, y


cuando le dije que íbamos de compras, inmediatamente
preguntó: — ¿Puede venir papá también? —

Dudé solo un momento, asegurándome de mantener mi


sonrisa amplia, luego respondí: — No lo creo, cariño.
Probablemente esté ocupado hoy —.

La verdad era que no tenía ni idea de lo que Twitch


estaba haciendo hoy. Solo quería un día con mi hijo,
sin interrupciones y solos.

Después de tener A.J. Listos para el día, asegurándonos


de llevar su pequeña mochila llena de bocadillos y una
botella de agua, salimos.

— ¡Hola, papi! — A.J saludó con entusiasmo, llamando a


Twitch, quien estaba caminando de regreso a su casa.

Suspiré, luego susurré en voz baja: — Siempre estás


ahí cuando no quiero que estés, maldito astuto —. Era
como si supiera cada vez que nuestra puerta de entrada
se abría. No dudaría que él haya puesto sensor en la
maldita puerta.

Mi frente se frunció.

Definitivamente estaría revisando la puerta en busca de


sensores cuando volviéramos a casa.

Twitch, vestido con unos vaqueros azules ajustados que


cubrían sus largas piernas,
una camiseta negra que hacía que sus brazos parecieran
francamente dignos de mordisquear, y esos desgastados
Adidas origínale, levantó la mirada por debajo de la
gorra negra que llevaba. — Oye, amigo. ¿Que pasa? —

Cuando A.J. salió corriendo por el camino, mi corazón


dejó de latir lo hizo porque él no parecía que iba a
detenerse cuando llegó a la carretera. Le grité: —¡A.J,
para!—

Al mismo tiempo, Twitch se asustó y él comenzó a


correr. — ¡Detente!—

A.J. se detuvo justo en la línea de la calle, y cuando


Twitch lo alcanzó, se llevó una mano al pecho y dejó
escapar una larga exhalación. — Jesús, amigo.— Él
jadeó. — Me diste un maldito ataque al corazón —. Luego
su rostro se oscureció, pero habló tan gentilmente como
pudo. — Hemos hablado de esto. No se puede simplemente
cruzar la calle. Los autos siempre van y vienen, y
algunas veces no se detienen.—

La cara de A.J. cayó. — Lo siento.—

El corazón me latía con fuerza y, en cuanto pude


respirar de nuevo, pronuncié con falsa calma:
— Dile adiós a papá y luego siéntate en el auto,
cariño.—
A.J., sabía que no debía empujar su suerte, abrazó a su
padre, disculpándose una vez más antes de abrir la
puerta del auto, luego la cerró detrás de él. Tan
pronto como supe que no podía oír lo que decíamos, me
incliné hacia Twitch y susurré: — Nunca tuve un
problema con ese tipo de cosas hasta que llegaste.
Desde el tiempo que has vuelto, mi hijo ha sido tan
imprudente y eso me pone enferma.— Cuando apretó su
mandíbula, suspiré y le hice la pregunta delicadamente
que había querido hacerle. —¿Has pensado en mudarte a
otro lugar?— Twitch frunció el ceño, y le expliqué: —Yo
creo que sería mejor si no estuvieras tan cerca. De esa
manera, él sabría que no podría verte impulsivamente.—

Pero su rostro se volvió sombrío. — No voy a ninguna


parte. Me gusta aquí. Quiero estar cerca de él—. Él
hizo un punto válido y lo odié por eso.
— ¿ Qué pasa si me mudo y él decide venir a buscarme?
Él camina más lejos de aquí, cruza caminos más anchos y
no voy a estar allí para intervenir cuando sea
necesario —. Miro mis silencioso labios finos, miró a
mi atuendo. — ¿No se supone que deberías de ir a
correr? —

Mis ojos se ensancharon. — ¿Todavía me sigues?—

Sus palabras fueron bastante, molestas. — Te seguiría


a cualquier parte—.

Mi corazón se alborotó por una razón diferente


entonces.

— Lo que sea,— murmuré, sacudiendo la cabeza.


— Necesito irme.—

Pero Twitch me siguió — ¿A dónde vas? —

— Al centro comercial —,anuncié, entrando en el coche y


cerrando la puerta detrás de mí, pero bajando la
ventana.

Fue entonces cuando mi querido hijo gritó: — Mamá dijo


que estás muy ocupado para venir con nosotros —.

Ah! Maldita sea. Joder

Y Twitch sabiendo solo me miró. — Oh, ella lo hizo,


¿verdad? — Bajé los ojos porque sabía lo que venía. —
Bueno, como resulta, que hoy estoy libre como un
pájaro—.

Si. Ya lo veía venir.

— Si !!- A.J. gritó, y pronunciado en un tono


completamente inexpresivo, — Oh, sí, que emocionante.—

Twitch rodeó el auto y abrió la puerta del pasajero y


se subió, se deslizó a mi lado se abrochó el cinturón
antes de girarse hacia su hijo. — Un día familiar.—
Cuando lo fulminé con la mirada, la esquina de su labio
se levantó se quitó la gorra, pasando una mano por su
cabello, que ahora era lo suficientemente largo como
para meterlo detrás de sus orejas. No se veía mal.
Por el contrario, no creía que Twitch pudiera verse
mal, incluso si lo intentara. Simplemente no era lo que
recordaba. — ¿Qué?— Él preguntó a mi evidente
frustración. — Aparentemente, algunas personas piensan
que necesito un corte de pelo, así que tengo que ir al
centro comercial de todos modos —.

Manejé sin decir una palabra porque todas las palabras


que quería decir eran demasiado groseras para decirlas
frente a mi hijo de cinco años. En cambio, permanecí en
silencio, y cuando llegamos al centro comercial, todos
salimos del auto. Twitch tomó la mano de A.J. como si
fuera la cosa más natural del mundo, y caminó a mi
lado. En el momento en que cruzamos las puertas, Twitch
puso su brazo alrededor de mí.

Cuando le fruncí el ceño, tratando de alejarme, me


empujó más profundamente en su costado, me abrazó con
fuerza, y habló directamente en mi oído, su aliento
calentando mi piel. — Lucha conmigo. Atrévete nena.—

Eso sonaba como una amenaza.

Una deliciosa amenaza.

Traté de ignorar la forma en la que se sentía tener su


brazo alrededor de mí. Había pasado tanto tiempo que
pensé que me estaba imaginando en la forma en la que me
hacía sentir. Desafortunadamente, no lo había hecho.

Él olía bien

Puf

¿Por qué tenía que oler tan bien?

Estúpido.

Respirando profundamente, mantuve su aroma en mis


pulmones todo el tiempo que pude antes de hablar a
través de mi exhalación. — De acuerdo, primera parada,
el barbero. — Miré a Twitch y hablé con A.J. — ¿Tú
también quieres cortarte el pelo, cariño?—

A.J. miró de mí a su padre, y Twitch lo miró,


sonriendo. — Depende de ti, pequeño amigo —.
— Sí, por favor.— Nunca me aburría de lo dulce que era
su vocecita.

Entramos en la primer barbería que encontramos, y


mientras estaba ayudando a sentar a A.J., escuché a uno
de los barberos preguntarle a Twitch qué quería. Casi
me reí cuando él respondió: — No lo sé, hombre. Algo
limpio, supongo. ¿Que está de moda? —

Antes de pensar en lo que estaba haciendo, le dije al


barbero: — Dale un tono medio, limpia los lados y deja
la parte superior un poco más largo.— Incliné mi
cabeza pensando. — No lo afeites tanto. Solo recórtalo,
él también va a necesitar algunos productos de limpieza
para llevar a casa.—

Cuando el barbero miró a Twitch por su aprobación, sus


ojos se arrugaron en las esquinas y levantó las manos.
— Ella es la jefa. Una esposa feliz es lo mismo que una
vida feliz.—

Mi estómago se contrajo y mi corazón se regocijo.

Para esto corazón.

No me gustó cómo me sentí cuando Twitch me llamó su


esposa.

Mi cuerpo era un maldito traidor.

Otro barbero vino hacia a A.J, estrechándole la mano.


— Entonces, ¿quieres lo mismo que tu papá está
teniendo?—

Por supuesto que sabían que Twitch era su padre.


Nuestro hijo era una réplica exacta del hombre sentado
a su lado. Twitch parecía complacido de ser referido
como el padre de A.J. Él estaba abiertamente orgullo
sobre ello.

A.J. Asintió felizmente y mi corazón palpitó. Cualquier


cosa para ser como su papá. El barbero agarró
suavemente la barbilla de A.J. — Oh, sí, mira toda eso
vellos.— Miró a mi hijo. — ¿Cuándo fue la última vez
que te afeitaste, muchacho?—
A.J. río histéricamente — Nunca.—

— Nunca,— repitió el barbero, solemnemente. — Bueno,


ahí está tu problema. Es por eso que eres un desastre —
El barbero giró la silla de A.J. un par de veces, y no
pude evitar reírme mientras él se aferraba a los
costados como si su vida dependiera de ello. — Oye,
mamá—, pronunció el barbero.— ¿Qué tal si le damos un
buen afeitado limpio?—

Mi ceño se frunció, pero continué sonriendo. —¿Eh? —

El barbero se inclinó y habló en voz baja. — Es sólo un


poco de diversión. En realidad no ponemos una cuchilla
en la maquinilla de afeitar.—

Oh. Eso fue tan lindo. A.J. amaría esto.

Miré a mi hijo, mis ojos llenos de alegría. —¿Si, Por


qué no? Está empezando a verse desordenado —

Los ojos de A.J. se abrieron de alegría, y tuve que


taparme la boca para no reírme en voz alta. Cuando vi a
Twitch mirándome de cerca, mis cejas se alzaron en una
pregunta silenciosa.

Sus ojos siguieron recorriéndome, y cuando finalmente


se posaron en mi rostro, Me lanzó un beso y me mofé. Él
lo había lanzado tan fuerte que ni siquiera podía estar
ahí y parada y caminar a través de los lodos.

Nunca lo admitiría, pero me gustó este lado juguetón de


él. Era un lado que rara vez veía hace un tiempo atrás,
pero, de nuevo, ambos éramos personas diferentes en ese
entonces. Dios sabe que no era la misma persona que era
hace cinco años. Demonios, no era la misma persona que
era ayer.

Después de que mis dos hombres parecían frescos y …

¿Quienes? ¿Que?

Mi corazón se estremeció.

¿De donde vino eso?


Me dolía el pecho por lo fácil que era referirme a
Twitch como mío.

Esto dolía en muchos niveles porque un hombre como


Twitch era tan salvaje que nunca estaría enjaulado. No
por mí, no por nadie.

Cuando salimos de la barbería, Twitch tomó la mano de


A.J. y se movió para alcanzarme, pero me aparté,
necesitando el espacio. Sentí sus ojos en mí cuando me
envolví con mis brazos y caminé hacia un lado por mi
cuenta. Leyéndome lo suficientemente bien, me dio el
espacio que necesitaba.

Caminamos en silencio hasta que una vocecita me


llamó: — Mamá—. A.J. Mantenía las piernas juntas con
fuerza y ponía cara de incomodidad. — Necesito ir.—

Cuando me acerqué a él, Twitch me detuvo con — Yo lo


llevaré—.

Antes de que pudiera decir una palabra, Twitch acompañó


a nuestro hijo al baño del centro comercial. No pasó
mucho tiempo antes de que ambos salieran del baño, y
mientras Twitch se veía con la cara roja, A.J. miró a
su padre con una expresión de pura angustia. — Todo
bien?—

Mi ceño se frunció

¿Que está pasando?

Twitch puso una mano suave sobre la boca de A.J. y


habló en voz baja. — Está bien, niño. Hablaremos de eso
más tarde, ¿de acuerdo? —

Bien. ¿Qué demonios estaba pasando aquí?

— Mamá, ¿puedo ir a las maquinas?—, Me suplicó A.J., y


saqué una moneda, observándolo correr hacia las
máquinas para niños en el centro del centro comercial.
En el momento en que estuvo fuera del alcance auditivo,
le pregunté en voz baja: — ¿Qué pasó? —
Twitch parecía mortificado. — Creo que podríamos tener
una situación aquí .

Parecía tan angustiado que mi pánico creció, y cuando


comenzó a explicar, escuché atentamente. — Así que él
usó urinario, a la derecha, Y también necesitaba
orinar.— Él bajó la voz. — Así que lo saqué y comencé
orinar y …— Cerró los ojos y susurró: — Él me mira y lo
ve, ¿verdad?—

Mi hijo tenía un pene. Sabía lo que era un pene. ¿Cuál


era el problema aquí?

Bien —, mocito.

Pero Twitch me mira de manera suplicante. — Lo vio Lex—


Cuando no entendía, él habló lentamente. — El piercing,
nena—.

El reconocimiento apareció en mi cara. — ¿Todavía


tienes eso?—

Él ignoró mi pregunta. — Quiero decir, él lo mira,


luego me mira, y me pregunta ? qué pasó—.

— ¿Qué le dijiste?

—Lo primero que me vino a la mente.— Él frunció el


ceño. — Le dije que fue un accidente —.

Mis ojos se entrecerraron hacia él. — ¿Le dijiste que


fue un accidente? — Mi boca se abrió ligeramente.— ¿Por
qué has dicho eso?—

— Entre en pánico—, siseó. — Dame un puto respiro,— Él


frunce el ceño.— ¿Qué está haciendo él mirando la
mierda de otros hombres de todos modos? Tienes que
hablar con él sobre mantener sus ojos quietos—

¿Perdona?

— Él es tu hijo también, y nunca antes había estado en


el baño de los hombres. Él usualmente entra en las de
damas conmigo. Supongo que solo era curioso al
respecto.
Él no conoce la etiqueta de los baños de los hombres, y
quiere ser un padre, Twitch, así que hablas con él al
respecto.— Doblé mis brazos sobre mi pecho y lo miré
fijamente. — Eso es lo que es ser padre, Tony. Está
respondiendo preguntas. Preguntas incómodas.— Ante su
incomodidad, una burbuja de diversión subió por mi
garganta y me reí. —No puedo creer que le dijeras que
fue un accidente—. Mi risa creció. —¿Qué estabas
pensando? Probablemente él se esté preguntando cómo
pasará su vida evitando un accidente de este tipo.—
Apenas podía aguantarme mientras continuaba riendo.
— Oh Dios mío. Él va a tener algunas preguntas para ti,
papá. Espero que estés listo para responderlas.—

Me vio reír mucho tiempo antes de que su labio se


moviera. La palabra fue pronunciada en voz baja y no
había ni una pizca de agresividad en ella . — Perra.—

El buen ambiente se estableció entre nosotros dos de


nuevo, y cuando A.J. regresó de las máquinas de juego,
finalmente logré calmarme lo suficiente para llevarlo a
una tienda de ropa. Después del incidente en el baño de
los hombres, las cosas parecían más ligeras, e incluso
le envié a Twitch algunas sonrisas de apoyo silencioso.
Lo iba a necesitar para la charla que iba a tener.

Después de que escogí algo de ropa nueva para A.J.,


recorrimos la tienda y busqué una blusas nueva para mí.
Sin embargo, cada vez que recogí una había un sonido
reprobación hecho por el hombre adulto que está detrás
de mí.

— ¿Qué? — Pregunté, levantando la sencilla blusa


blanca. — Está bonita —

Sí,— dijo Twitch. — Es bonita. Si eres una solterona


viviendo sola con tus cuarenta gatos.—

— Sucede que me gustan los gatos— murmuré,


devolviéndome la blusa.

— Ahora esto ... — Levantó un ajustado mini vestido de


color blanquecino y ceñido antes de mirarme. — Esto es
caliente—. Él lo empujó hacia mí. — Pruébalo —
Me burlé. — No, me probaré eso— Lo fulminé con la
mirada. — Es inapropiado. Soy una madre —

Twitch asintió. — Sí, eres una mamá. No estás


muerta, ángel. Me miró de arriba abajo con deseo en
sus ojos. — Eres caliente. Me pertenece.—

A.J. Corrió hacia la zona de hombres y lo seguí,


evitando esa conversación como una experta. Cuando
Twitch recogió un par de pantalones de vestir, me fijé
en A.J. y dije: — Ya no usas trajes—.

No era una pregunta, solo una observación.

Él me sonrió abiertamente. — Siempre te gustaba en un


traje, ¿verdad, nena?—

Dios, él era exasperante. Yo también podría ser un


idiota, ¿sabes? — Me gustabas vivo —

Mientras me alejaba, su mano se estiró, agarrando mi


mano con fuerza, tirándome hacia atrás, y cuando estuve
cerca, me jaló para pararme frente a él mientras
sostenía un traje negro, y murmuró: — Quiero decir,
podría comprarlo, pero ¿dónde diablos lo usaría?—

— Podrías haberlo usado en tu funeral —, murmuré,


aburrida.

Y él parpadeó hacia mí. — Pensé que eras una asistente

Bueno, eso estaba fuera de tema. Mis cejas se


arquearon. — Lo soy.—

— No — Él negó con la cabeza lentamente. — Eres una


maldita comediante—. Cuando una risa sorprendida salió
de mí, él continuó. — ¿Ese es tu lado corriente?—

Me reí más fuerte y su labio se contrajo. —¿Cuándo es


tu próximo show? Tráeme un asiento de primera fila. —No
podía respirar por reírme tan fuerte y él me golpeó
ligeramente el trasero. — Maldito culo inteligente.
Será mejor que cuides esa boca o tendré que llenarla
con algo.—
Mi boca se abrió y no me podía creer. — ¿Con que?—

Miró mi boca sonriente y pasó su lengua por su labio


inferior. Su voz era baja, ronca. — Algo duro —.

Miré hacia abajo, directamente a su entrepierna,


sintiéndome audaz. — Estoy hambrienta—

Oh Dios mío. Detenme

Los ojos de Twitch brillaron, y cuando él se movió para


agarrarme, hábilmente evité que sus manos me
agarraran, y dirigiéndome hacia nuestro hijo. Dije
— Bueno, cariño. Creo que estamos listo para irnos —

A.J. Parecía un poco desaprobador. — Pero siempre me


dejas ir al área de juegos —

Hice un indeciso sonido en mi garganta. — Ya hemos


estado aquí por un tiempo. Papá probablemente se está
aburriendo.—
— Papá — vino detrás de mí, — nunca se aburre cuando
está con su familia — Cuando puse los ojos en blanco,
él dijo: —¿Quieres ir al área de juego, amigo? Pues
vamos a hacerlo.—

Salimos del centro comercial hacia el sol de la tarde.


En el segundo que le di a A.J. el visto bueno, corrió
hacia el área de juego al aire libre, corriendo
esquivando otros niños y subiendo las escaleras,
corriendo hacia la parte superior del deslizador,
ayudándonos con la mano mientras nos dirigimos. Cuando
un padre al que veía regularmente me saludaba, sonreí y
le devolví el saludo. Y fue entonces cuando un cuerpo
duro vino a presionarme en mi espalda.

Me giré para enfrentarlo y le pregunté: — ¿Qué estás


haciendo?— Su cara estaba cerca y todo lo que quería
hacer era pasar mis uñas por esa mandíbula afeitada. Un
brazo fuerte me rodeó la espalda mientras que el otro
aterrizó con un golpe en mi culo y grité de sorpresa.
— Twitch !!! —

Me miró, desafiándome a luchar contra él. — Parece que


conoces algunos de los otros papás de por aquí.—
Oh Señor. ¿Estaba celoso?

Estaba siendo ridículo, y cuando la mano grande me


apretó la mejilla de mi culo, tragué con fuerza.
— A.J. juega con su hija a veces —. Oh, Dios, se sintió
bien, pero … — Suéltame.—

Esos suaves ojos marrones encapuchados se fijaron en


mi. — O me aferro a ti, o,— dijo peligrosamente bajo,
— Me aferro a su cuello.— Mis labios se separaron y él
se enfocó en ellos. — Depende de ti, nena —

Pensé en ello. Una parte de mí sabía que él nunca haría


esa escena. No aquí de todos modos, y nunca delante de
A.J. La otra parte de mí no quería correr el riesgo de
no poder nunca volver al centro comercial.

Pasó un largo momento antes de permitirme relajarme


ante él, y cuando lo hice, fui recompensada con otro
apretón fuerte antes de que él deslizara esa mano en el
bolsillo de mis vaqueros, sosteniéndome cerca.

Y Twitch tenía razón. Tuvimos un gran día.

Como una familia.

Para cuando salimos del centro comercial, Twitch


llevaba a su hijo a un lado y me sostenía cerca del
otro lado. Éramos sus accesorios y él nos vestía con
orgullo, su pecho hinchado con una presunción que nunca
lo había visto antes . Y fue agradable.

Todo iba bien. Eso fue, hasta que volvimos al coche y


él vaciló, concentrándose en un hombre que caminaba
hacia nosotros. Fruncí el ceño cuando el hombre se
detuvo en su paso, mirando a Twitch como si acabara de
ver una aparición.

Conozco la sensación

La vacilación de Twitch solo duró un segundo antes de


que comenzáramos a caminar de nuevo, y cuando pasamos
al hombre alto, de piel oliva, con ojos oscuros y cejas
gruesas, Twitch levantó la barbilla, pero no dejó de
caminar. — ¿Qué pasa, Sadik?—
Dejamos al hombre con los ojos abiertos y boquiabiertos
en estado de shock, y cuando estábamos bien sentados en
el coche, me volví hacia Twitch y dije en voz baja:
— ¿Quién era ese? —

Twitch respondió con la misma tranquilidad:


— Esa es la persona que va a hacer saber a todos los
cabrones de Sydney que el rey ha vuelto —.

Oh, mierda

— Vamos, ángel.— Se rascó la mandíbula, mirando por la


ventana. — Vamos a casa.—

***

Aslan el puto turco

En el momento en que contestó el teléfono, le dije


urgentemente: — Tenemos que hablar—.
— ¿Qué pasa?—, preguntó de inmediato.

— Bebé —, comencé, aún conmocionado. — Estoy bastante


seguro de que acabo de ver un fantasma.—
Capítulo 20

Ling

— No es posible.— Caminaba, incapaz de respirar a fondo


en mis pulmones. Me detuve para mirar a Aslan. — No
era él.—

Az se sentó en el sofá, descansando los codos sobre las


rodillas mientras se cubría la boca con los dedos. Ante
mi vacilación, él se enderezó. — Era él, Ling.— Cuando
vio que yo no estaba convencida, él se puso de pie.
— Lo vi con mis propios ojos, bebé.— Pero aún así no le
creía. Puso una mano en su buena cadera y cerró los
ojos, pellizcando el puente de su nariz. — Sé lo que
vi. Era él. Incluso se detuvo un segundo y dijo:
- ¿Qué pasa, Sadik?-

No sé a quién vio Aslan, pero no fue a Twitch. No puede


ser. Estaba muerto. Fui al maldito funeral. Pasé meses
de luto hasta que Julius se apiadó de mí y me dio un
trabajo, un hogar y una nueva vida.

No.

No era Twitch.

Az estaba confundido.
Sí, eso fue todo.
Estaba confundido, o al menos eso creía yo, hasta que
siguió adelante. — Lo juro por Dios, Ling. Fue
Twitch—. Sus ojos imploraban y dejó salir una risa sin
sentido del humor. — No estoy loco. Estaba con una
mujer así de alta —. Levantó la mano a cierta altura.
— Una bonita chica al lado. Tenía el pelo largo y
ondulado, grandes ojos azules, un cuerpo curvilíneo con
un bonito peinado—.
Mi corazón se estremeció.
Eso sonó como Alexa Ballentine.
Pero lo que dijo después confirmó que mi hermoso Turk
no estaba tan loco como esperaba. — Y estaba
sosteniendo a un niño pequeño,— declaró sinceramente.
— Un niño pequeño que se parecía a él.—

No.
Negué con la cabeza y Aslan suspiró, rodando los
ojos. — Bebé. Sé lo que vi,— imploró pacientemente.
— Ling, por favor. ¿Te mentiría yo? — No pensé que lo
haría, pero las personas más cercanas a mí me habían
traicionado antes, así que no lo haría. Descartar la
idea.
Solo había una forma de averiguarlo.

Mi estómago se contrajo.

Yo atraparía a Lexi.

***

Lexi

Estaba nerviosa.

Oh, Dios, estaba nerviosa.

Sola en la casa, me senté en el borde de mi cama y miré


el interruptor de la luz. Pasó un momento y exhalé un
respiro, parándome y luego moviéndome hacia el, pero
vacilé en la oscuridad, volviéndome y cubriéndome la
boca con las manos temblorosas.

¿Fue realmente una buena idea?

Pensé en ello un segundo.

No, dijo mi corazón.

Mi cerebro estuvo de acuerdo, moviendo la cabeza.

No debería estar haciendo esto, pero realmente,


realmente quería hacerlo. Había pasado demasiado
tiempo. Lo necesitaba tanto que hice caso omiso de toda
la sensatez que tenía y caminé por la habitación.

Y cuando hice lo que hice, me senté en el taburete de


mi kimono de seda y esperé.

***
Twitch

Al pasar por la ventana, parpadeé hacia la casa y


fruncí el ceño.

El ceño fruncido se hizo más profundo cuando levanté la


muñeca para comprobar mi reloj.

11:51 p.m.

Volví a mirar a la casa, aferrándome a mi ceño, pero


luego una pequeña sonrisa cortó la oscuridad.

Mi voz era baja. — Que me parta un rayo.

Dejó una luz encendida.

***

Lexi

La ventana se abrió y cuando entró, cerrándola detrás


de él, se mantuvo erguido, mirándome cuidadosamente a
través de su perpetua mirada encapuchada. Se veía bien
con jeans negros, una camiseta de manga larga gris y
sus zapatillas de deporte.

Me avergonzaba de querer esto, de quererlo tanto que me


estaba exponiendo para que me hicieran daño de nuevo.
Pero esto era Twitch, y siempre parecía hacer cosas
irresponsables y locas cuando se trataba de este
hombre.

¿Qué dijo Manda una vez?

Eso es lo que el amor hace a una mujer cuerda.

Ahora mismo, sentí eso en mis putos huesos.

Así que cuando me paré en piernas temblorosas e hice


los pocos pasos, descalza, le tendí el objeto de mis
manos y él miró hacia abajo con perplejidad, tomándolo
sin decir una palabra. Cuando lo desplegó, vi el
amanecer del reconocimiento y me parpadeó, su ceño
fruncido por la confusión. — ¿Lo guardaste? — Sí.
Me quedé con el cinturón. El mismo cinturón que usó
conmigo hace tanto tiempo. El ahora ensangrentado
recordatorio de su muerte.

Me lo quedé.

Parecía momentáneamente abrumado, pero lo escondió


bien. Respiró profundamente antes de exhalar
lentamente, temblorosamente, y luego puso sus ojos en
mí. — ¿Estás lista para esto? —

Al quitarme la coleta de mi muñeca, junté mi cabello en


una cola de caballo baja y la aseguré. Entonces asentí
con la cabeza y susurré: — Sí—

Twitch dio un paso amenazador hacia mí. — Tienes que


estar segura. —

— Lo estoy — Tan segura como puedo estarlo.

Otro paso intimidante. — No me detendré, nena.—

— Lo sé.— Contaba con ello.

Hasta que, finalmente, se paró frente a mí, alcanzando


mi mejilla con amor, su tono bajo, áspero. — Apaga la
luz. Tan pronto como lo hagas, estaremos listo—

Mis pezones se tensaron.

Girando, llegué al interruptor de la luz y levanté la


mano, pero dudé, haciendo la pregunta a la que temía
escuchar la respuesta. — ¿Estás limpio? —

Su frente se arrugó. — Por supuesto.—

Asentí, aclarándome la garganta. — No estoy en control


de natalidad.— Por supuesto que no lo estaba. No había
necesidad. No me acostaba con cualquiera. La mayoría
de las noches, no dormía con nadie.

Y cuando Twitch escuchó mi silenciosa declaración, sus


ojos se calentaron de placer. — Anotado.— Dejó
escapar en un breve respiro. — ¿Recuerdas cómo va
esto?—
— Sí. — Mi voz estaba temblorosa.

¿Cómo podría olvidarlo?

Hablar sólo cuando se me hablen. Suplicar y seré


recompensada. Desobedecer y pagar.

Sus ojos mantuvieron los míos, y sin decir una palabra,


pulsé el interruptor, bañando la habitación en la
oscuridad, dejándonos a ambos inundados por la delicada
luz de la luna que entraba por la ventana. Y aunque ya
no podía verle la cara, oí la tensión de su voz, y
todas mis fantasías de los últimos seis años cobraron
vida.

— Ponme duro—.

Silenciosamente, con los pies blandos, di un paso hacia


él.

Oh, Dios mío.

Luego otro.

Mierda.

Cuanto más me acercaba a él, más rápido me latía el


corazón. Mi estómago se apretó al llegar a él. Me
moví para arrodillarme y lo hice lentamente. Una vez
de rodillas, levanté la mano, abrí el botón de sus
vaqueros y bajé la cremallera con tranquilidad.
Separando las solapas, le miré a los ojos mientras
pasaba dedos ligeros por encima de la dureza que
sobresalía, esforzándose detrás de sus calzoncillos.
Mis ojos, acostumbrados a la oscuridad, lo vieron
mirarme con los labios abiertos, y en el momento en que
envolví mi mano alrededor de su polla cubierta de
material, cerró los ojos y lanzó su cabeza hacia el
cielo, soltando un agudo aliento.

Su reacción me hizo sentir audaz. Valiente.

Deslizando mis manos por la cintura elástica, envolví


mis dedos alrededor del suave y duro calor de él y lo
liberé.
Tan pronto como mis ojos se posaron sobre su verga
gruesa y larga, mi boca se hizo agua.

Mi respiración se hizo entrecortada mientras lo


sostenía con una mano temblorosa y miraba el piercing
que una vez habría matado para tenerlo dentro de mí.
Aparentemente, el tiempo no me había cambiado. Levanté
su polla y emití un suave suspiro mientras
inspeccionaba la bola plateada que descansaba en la
sensible parte inferior. Incapaz de aguantarme, le pasé
el pulgar por encima y vi su polla sacudirse en mis
manos.

Seguía siendo impresionante. Maldito sea él. Él seguía


siendo también la polla más grande que había tenido el
placer de follar, y, Jesús, cómo necesitaba sentir el
espeso calor dentro de mí una vez más.

Mis ojos temblaban al pensar en ello, y se me escapó un


silencioso — Oh, mierda —.

Inmediatamente, me reprochó. — ¿Te dije que hablaras?—

Su voz era dura. Mi coño se estremeció. Pero no


respondí, simplemente moviendo la cabeza. Y cuando
puso una mano suave en mi corona, acariciando
suavemente mi cabello, me apoyé en su tacto en un gesto
un tanto felino, deseando más de su aprobación.

Y él me lo dio. — Buena niña.—

Oh, habría hecho cualquier cosa por escucharlo decirme


eso.

Pensé en eso y me sonrojé.

Parecía que todavía haría cualquier cosa para oírle


decir esas palabras suaves y afectuosas. Apretando mi
agarre. En él,lo acaricié con una sola mano, mirando a
través de mi mirada soñolienta mientras se volvía
imposiblemente rígido en mi mano. Al inclinarme hacia
él, lo miré fijamente y le di un suave beso en la
punta, sintiendo la humedad salada en mis labios.
Aplastando mi lengua, lo lamí hasta limpiarlo, y el
repentino jadeo que provocó de Twitch fue delicioso.
Tan delicioso que tuve que hacerlo de nuevo.
Lo lamí lentamente, con significado, una y otra vez, y
cuando él jadeó, — Basta—, debería haberme detenido.

Pero no lo hice.

No pude hacerlo.

Su sabor cálido y limpio era adictivo. Siempre lo había


sido. No quería dejarlo ir. Lo extrañé demasiado.

Así que cuando se agachó y agarró con fuerza mis


mejillas, forzando mi boca a abrir, se me escapó un
suave gemido. Y chasqueó la lengua. — Dije
suficiente, para.— Me soltó la mano y le miré con ira,
soltando su polla y frotando mis doloridas mejillas. Y
el imbécil se metió en mi túnica de seda, deslizando su
mano en mi sujetador de arnés de tiras negras y
encontrando un pezón tenso, pellizcando ligeramente el
sensible nudo.

Mi cabeza cayó hacia atrás y se me escapó un gemido


silencioso. Y cuando me pellizcó por segunda vez, ya no
pensaba con claridad. Bajando la mano, bajo mi túnica
de seda, agarró mi montículo mojado a través del satén
y el encaje y le miré, suplicando. Mi voz era suave
como un susurro. — Por favor. Por favor. Oh, por
favor.—

Necesitaba correrme más de lo que necesitaba mi próximo


aliento.

Pero Twitch tomó mi brazo y lo apartó, obligándome a


liberarme. Y justo cuando pensaba que iba a explotar en
una diatriba viciosa, él agarró su polla y la acarició
lentamente, hipnotizándome. Fue entonces cuando ordenó:
— Abre —

Solo estuve brevemente confundida por un momento antes


de abrir un poco mi boca. Pero Twitch hizo un ruido en
su garganta. — Más — La abrí un poco más amplio. Pero
Twitch solo sostuvo su polla, la alejó de mí,
acariciando lentamente, y recibí su mensaje silencioso.
Abrí mi boca todo lo que podía.
Me alimentó con su longitud poco a poco,
deliberadamente, y casi me atragantó cuando me la metió
suavemente en la boca, pero después de hacerlo un par
de veces, me acostumbré de nuevo a su tamaño. Era
natural tener la polla de este hombre en mi boca,
cuando nada de esto debería haberse sentido como tal.

Le abrí la boca hasta que me ardían las mejillas, y


cuando las hebras húmedas de saliva se filtraron por
los lados de mi boca, por la barbilla, y luego aún más
lejos, goteando en mi escote, sus fosas nasales se
abrieron de par en par.

Con un fuerte tirón, me tiró de la bata.


— Quítatelo. Muéstrame lo que me estoy perdiendo.—

Mi estómago se sumergió violentamente.

Mierda

Me encantaba cuando hablaba tan implacablemente. Me


tenía tan caliente y molesta que pensé en correrme en
ese momento. Con los dedos suaves, empujé la túnica de
seda, y se cayó en un montón detrás de mí, dejándome
vestido con un par de braga de satén y encaje y su
sujetador de tiras a juego. Cuando me moví para empujar
la correa de mi sostén hacia abajo, su mano cogió la
mía y habló en voz baja. — Déjalo —

De alguna manera, sabía que le gustaría. En cuanto lo


vi, pensé en él. Era bellamente delicada, con sus
copas de encaje y sus gruesas correas negras, que se
cruzaban por todas partes, haciéndome parecer atada
como el regalo que yo era. Resultó ser el sueño de un
varón dominante, y me alegré interiormente de que se
viera afectado por ello.

Quiero decir, lo recuerdo específicamente una vez


diciéndome que le gustaba su mujer en seda y con
volantes de mierda porque eran regalos para
desenvolver.

Bueno, Feliz Navidad, Twitch.


Como si oyera mis pensamientos interiores, sus ojos
vagaban por mi cuerpo y murmuraba: — Bonito —. Luego
volvió a fruncir el ceño. — Levántate.—

Era difícil estar de pie cuando el imbécil no ofrecía


una mano, pero me las arreglé para levantarme con toda
la gracia que pude, y cuando me volví para mirarlo, lo
vi mirando mis tetas a través de esa mirada embriagada
que tenía. Tragó con fuerza y luego se levantó por
detrás para agarrar la parte trasera de su camisa y se
arrancó la camiseta.

Y ese cuerpo.

Qué revelación.

Mis entrañas eran un desastre. Quería llorar por la


belleza de esa forma entintada de él. Era delicioso, y
esperaba que me diera permiso para pasar mi lengua por
todo el plano muscular de su estómago. Tal vez más
abajo, en el hueco que estaba justo debajo del
estómago. Más lejos aún para lamer mi camino a través
de esa V sangrada, la misma V que apuntaba como una
flecha al lugar que quería chupar tan fuerte que me
regaló la dulzura salada de su semilla.

Mierda. Quería que se corriera en mi boca.

Hizo un trabajo ligero con sus zapatos y calcetines,


bajándose los pantalones por las piernas y saliendo de
ellos. Claro, se dejaba los calzoncillos puestos, pero
la forma en que su polla dura se movía por encima de la
cintura rebajada era caliente como el infierno. Después
de todo este tiempo, no me decepcionó. Y cuando se
movió para sentarse en el borde de la cama, abrió bien
las piernas y acarició su regazo. — Siéntate. —

Esto era nuevo. Estaba un poco confundida, pero fui de


buena gana, y en el momento en que me senté en su
muslo, mirando hacia adelante, supe por qué estaba
haciendo esto.

Estábamos justo delante del espejo del vestidor.


Un brazo me rodeó la cintura y me tiró hacia atrás,
ruborizándose contra él, y la sensación de su polla
descansando contra mi trasero fue casi demasiado.
Sabiendo que me metería en problemas y que no me
importaría en lo más mínimo, miré en el reflejo, justo
en sus ojos, y levanté mi mano a mis pechos, suspirando
mientras rodaba mis pezones entre suaves dedos.

Sorprendentemente, me permitió un momento antes de que


su otro brazo me rodeara, apretándome, envolviéndome
tan fuerte que apenas podía moverme. Y cuando colocó
sus labios en mi mejilla, mordiéndome un poco, me
preguntó en voz baja: — ¿Quién es responsable de tu
orgasmo? —

Resoplé un suspiro molesto y gané otro mordisco en mi


mandíbula.

Mis ojos se inclinaron, pero él puso una mano severa en


mi mandíbula y me giró para enfrentarme a él, y cuando
levanté mis ojos a su intensa y ardiente mirada, él era
tan hermosamente oscuro que podría haber muerto. — Tu
eres,— susurré casi con amor. Y él lo escuchó.

Un suave beso en la mandíbula fue mi recompensa.

Cuando sacudió su barbilla hacia el espejo, me torcí


para mirar hacia atrás en nuestro reflejo, justo cuando
Twitch me pasó una mano por el costado, a través de mi
muslo para sostener mi montículo caliente.

El ardiente deseo que él causó me prendió fuego.


Mi corazón ardía en llamas, y cuando me soltó para
envolver mi cabello alrededor de su mano, supe que
haría cualquier cosa por este hombre, voluntariamente,
solo para complacerlo. Sus dedos firme comenzaron a
rozarse contra mí, y aunque sentía que me estaba
perdiendo, sabía lo que él quería de mí y mantuve su
mirada. Comenzó a frotar más fuerte mientras mantenía
su ritmo lento, y yo respiré temblorosamente. Cuando
agarró mi muslo y puso mi pierna sobre el suyo,
dejándome abierta a él, mi corazón golpeó con
fuerza. Estaba tan cerca. Y cuando usó su pulgar para
empujar mis bragas a un lado, cerré los ojos,
agradecida de que finalmente me iba a tocar.
Mi cuero cabelludo me pellizcó mientras me tiraba
suavemente del pelo, forzándome a hacer un gesto de
dolor, y abrí los ojos para ver cómo subía y bajaba su
dedo corazón por mi hendidura, sin prisa, como si
tuviera todo el tiempo del mundo.

Bueno, yo no lo tenía. Me estaba muriendo aquí. — Por


favor—.

Otro rápido jalón y siseé en un suspiro. Mientras


contemplaba en cuánta mierda me metería si lo tocaba,
habló en voz baja, con ternura: — ¿Es esto lo que
necesitas, ángel?—.

Antes de que pudiera responder, él deslizó ese dedo del


medio dentro de mí. Mis labios se abrieron, mis ojos se
abrieron de par en par, y emití un jadeo. Asentí
ansiosamente en el reflejo y soltó mi cabello, pasando
una mano por mi espalda antes de deslizarla a mi
alrededor y retorcer un pezón necesitado.

Un gemido me dejó entre apretados dientes. Y Twitch


miró de cerca mientras mis caderas se inclinaban hacia
su tacto. Sus ojos se oscurecieron y me sacó el dedo.

¡Maldición! ¡Maldita sea!

— Creo que has olvidado tu lugar, Alexa.—

Oh, Dios mío. Te llamó Alexa. Eso sólo puede


significar una cosa.

En un movimiento veloz como un rayo, me puso sobre su


regazo, y antes de que pudiera chirriar por la
excitación, su mano cayó con fuerza y rapidez sobre mi
trasero.

Azote.

Mi cara enrojeció con una mezcla de placer y


dolor. Sentí que se me apretaba el núcleo.

No me miré al espejo, pero sabía que venía.

Azote.
Me sentí tan bien. Se sentía como una liberación más
alta que el orgasmo que anhelaba.

Era el nirvana.

Asote.

Todo mi cuerpo tembló cuando empecé a llorar. No por el


dolor o la humillación de querer tanto esto, sino por
el alivio.

Asote

El último golpe, el más duro, me sacudió hasta la


médula, y Twitch pasó su fuerte mano sobre mi flamante
trasero de una manera cálida y adorable que me dejó
temblando de emoción reprimida. Y cuando me movió para
que me parara frente a él, lloré, evitando sus ojos.

Las palabras que pronunció fueron tan inapropiadas que


lo adoré por ello. Pasó ambas manos por encima de mis
mejillas rojas e hinchadas y me dio un suave beso en el
vientre antes de mirarme. — Tan bonita cuando lloras,
chica triste.—

Jesucristo.

Tenía los cuernos de un demonio, los ojos de un ángel y


la boca de un dios.

Qué suerte tengo.

Me observó con preocupación cuando me limpié as


mejillas y me agarré de la cintura, sus dedos se
extendieron por mi carne. — ¿Seguimos haciendo esto?—

Estaba fuera del personaje. Yo también, sólo por el


momento.

Parpadeé rápidamente. — Sí.—

Me observo el rostro por un rato antes de que sus ojos


se oscurecieran y ya había vuelto. — Sube a la cama.
A cuatro patas, justo en el borde —.
Me apresuré a llegar a donde él me necesitaba, y
mientras me giraba hacia atrás, mirando por encima de
mi hombro, vi a Twitch finalmente bajar sus
calzoncillos, dejándolo completamente desnudo para mí,
y levanté mi trasero más alto en invitación.

Dio los dos pasos hacia la cama y miró mi trasero hacia


arriba antes de agarrar una mejilla lo suficientemente
apretada como para doler, sacudiendo ligeramente mi
carne. — Tócate a ti misma. Muéstrame que quieres
esto.—

Sin dudarlo, alcancé entre mis piernas y rodeé mi


vagina cubierta de bragas.

Pero Twitch chasqueó su lengua. — Así no. Sabes lo que


quiero—.

Sintiéndome más atrevida y caliente que el infierno,


alcancé entre mis piernas acariciándome el clítoris,
frotando mi dedo medio a lo largo de mi hendidura.

Escuché su sorpresa. — Eso no fue muy bueno —, ronroneó


antes de que mi cuerpo se sacudiera cuando su mano hizo
contacto con mi trasero. Mi boca se redondeó cuando el
sonido hizo eco en mi habitación. — Las chicas
descaradas no se corren— . Otra bofetada, más ligera
esta vez. — Sólo los ángeles se corren—.

Se movió hacia adelante, enganchando sus dedos en la


cintura de mis bragas y luego tirando de ellas hasta
mis rodillas. La fresca brisa sobre mi carne
sobrecalentada era agradable, incluso más que
agradable, así que cuando Twitch se agachó y sopló
ligeramente sobre mi calor. — Voy a follarte ahora.—
Otro aliento ligero sobre mi piel caliente. — Te
mostraré cuánto extrañé a mi nena.—

Cuando se empujó contra mi culo, inclinándose sobre mí,


supe lo que venía y me levanté, presentando mi cuello
en completa sumisión. El cuero grueso se sintió
ligeramente restrictivo cuando Twitch metió el alfiler
metálico en el agujero más apretado, y con el cinturón
asegurado alrededor de mi garganta,
Twitch envolvió su mano alrededor de la longitud del
cuero, dejándome como una mascota. Su mascota.

Mi coño latía con expectación.

No lo odiaba, eso era seguro. Todo en lo que podía


pensar era en lo mucho que quería esto. Necesitaba
esto. Necesitarlo.

Twitch

Todo se redujo a él. Siempre lo he hecho. Y no pensaría


en el mañana. Sólo podía vivir en el presente porque
con Twitch, el mañana puede que nunca llegue. Había
aprendido la lección. No fue un paso a la vez con él;
fue ‘vivir en el ahora, porque el futuro no está
garantizado’.

Agarrándose a sí mismo, corrió su polla arriba y abajo


de mi abertura húmeda y siseó en un suspiro. — ¿Quién
posee este pequeño coño caliente?— Me azotó el coño con
su polla, una bofetada húmeda sonando. — ¿De quien
es?—.

No había cómo negarlo. — Tuyo — Jadeé, — Es tuyo —.

Continuó arrastrando su suave cabeza a través de mi


húmedo calor. Su voz era ronca, oscura. — Nunca has
deseado a nadie como tú me deseas a mí.— Otra bofetada
de su polla, y esta vez cogió mi clítoris con su
piercing. — ¿No es cierto, ángel?—

Mientras mi clítoris latía, dejé escapar un largo


gemido, y cuando él tiró del cinturón como advertencia,
mi coño se apretó. — Sí— , respiré. — Tienes razón—.

Tenías razón, imbécil, y a veces te odio por eso.

La habitación resonó con su risa petulante, y


lentamente, se metió en mi agujero necesitado. La
cabeza de él se deslizó dentro de mí, y cuando sentí
que la bola de su perforación se arrastraba por mi
carne, un leve jadeo me dejó y mis ojos se cerraron.
Fue entonces cuando habló. — ¿Ves?—, dijo con sentido,
conduciendo más dentro de mí. — Hechos el uno para el
otro.—

No se detuvo hasta que estuve totalmente empalada en su


palpitante eje. O tal vez fui yo quién palpitaba, en
realidad no lo sabía. Lo que sí sabía era que él
necesitaba moverse.
Como ahora.
Estaba llena. Rellena. Me había olvidado de lo grueso
que era. Mi coño se sentía como si estuviera en llamas
mientras su calor de acero me llenaba. Me sobrecargué
de la mejor manera posible. Todo mi cuerpo se
estremecía ante la sensación.
Y Twitch gruñó: — ¿Cómo diablos estás tan apretada?—
Se echó hacia atrás y luego me empujó de nuevo casi
enojado. — Mierda.—

Mis ojos se pusieron en blanco en la parte de atrás de


mi cabeza. — Ce- — Traté de correr la voz. Lamiéndome
los labios, lo intenté de nuevo. — Cesárea—
Sip. Con eso bastaría. Espero que lo entendiera
porque no podía pensar ahora mismo, y mucho menos
hablar de ello.

Empezó lentamente, empujándome, y por la forma en que


murmuró: — Sí, tan hermoso —, supe que estaba viendo
el espectáculo. Cuando levanté el culo un poco más
para aumentar el placer en ambos extremos, ese pequeño
movimiento sacó un gemido de Twitch en el momento
exacto en que se me escapó un gemido bajo.

Era éxtasis.

Napalm sexual puro.

Volátil. Explosivo.

Sentí en el momento en que soltó el cinturón. ¿Cómo?


Porque su longitud se me cayó por el costado, pero
cuando enredó su mano en mi pelo y tiró ligeramente, mi
núcleo se apretó. Tiró con firmeza, obligándome a
seguirlo, y luego me puse de rodillas, mi espalda se
arqueó casi dolorosamente mientras Twitch envolvía su
mano libre alrededor de mi garganta mientras continuaba
su lento asalto de empuje.
Jadeaba con cada embestida, y cuando Twitch puso su
boca en la esquina de mis labios, besándome
profundamente en la mejilla, casi llego.

Y lo sintió.

Soltando mi cuello, me agarró ligeramente la barbilla y


gruñó: — No te vengas—

Y luego hice algo tonto. Súper tonto. Saqué la lengua y


le lamí los dedos.

Sentí el tartamudeo en su empuje mientras respiraba


profundamente.

Lo hice de nuevo, y me gruñó al oído. — Si no quieres


que haga un depósito, tienes que parar—.

Pero no pude parar. Lo necesitaba. Todo él.

Cuando mi lengua salió por tercera vez con su cara


cerca de la mía, me miró, y cuando menos lo esperaba,
me agarró con fuerza la barbilla y me ofreció dos
dedos.

Oh, Dios mío.

¡Aleluya!

Me los metí en la boca, chupando desesperadamente, y


Twitch dejó de respirar un momento, sus caderas
moviéndose espasmódicamente hacia mí.

Me soltó el pelo tan repentinamente que casi me lancé


hacia adelante, pero afortunadamente me sostuvo y,
cuando estaba estable, su mano se deslizó entre mis
piernas. Inesperadamente, me pellizcó el clítoris y
lloré entre sus dedos. La larga longitud del cinturón
llegó a descansar entre mi escote. Redujo la velocidad
de sus empujones y lo hizo de nuevo, abofeteando
ligeramente mi coño entre pellizcos. El tiempo se
ralentizó y mi cuerpo se relajó mientras las espinas
familiares cubrían toda mi espalda. Mis ojos se
cerraron mientras luces de colores bailaban detrás de
mis párpados cerrados, y gemí cuando Twitch me
preguntó: — ¿Vas a venirte sobre mi polla, ángel?—
Intenté asentir con la cabeza pero no pude. Toda mi
energía entraba en mi orgasmo.

En el momento en que mi resbaladizo núcleo se apretó


alrededor de su eje, soltó un gruñido y presionó su
cara contra mi cuello. — Mierda. Vente para mí,
nena.— Mi respiración tembló cuando la primera
contracción me llevó, y cuando Twitch pronunció a
través de los dientes apretados, — Sí. Así de fácil.
Ordeñame,— estaba perdida.

Me caí a pedazos, y mientras mi cuerpo hacía espasmos


incontrolables, nunca quise que me volvieran a unir.

Ahora no. Nunca jamás.

Twitch me soltó y caí hacia adelante sobre la cama,


jadeando y débil por mi liberación. Me agarró las
caderas lo suficientemente fuerte como para hacerme
moretones y me volvió a meter en sus violentos
empujones. Mordiéndome el labio, agarré las sábanas y
gemí mientras él jadeaba, los sonidos de nuestros
cuerpos que reverberaban en las paredes.

Y entonces, con un leve gruñido, Twitch me sostuvo en


su cuerpo con dureza mientras descendía, cubriéndome la
espalda con su frente y abrazándome, y suavemente se
mecía hacia mí.

Lo sentí.

Su pene palpitante. El calor húmedo dentro de mí.

Sentí su liberación. Y su intensidad era a la vez


aterradora y celestial. Asombroso.

Su bajo gemido llenó la habitación, y al jadear en mi


oreja, lo sentí todavía dentro de mí. Me consolaba el
sentimiento de estar rodeado de él, el sentimiento de
estar lleno de él. Me reconfortó su mera presencia.
Este hombre nunca entendería realmente lo mucho que
significaba para mí, y ese simple hecho me rompió el
corazón tan rápido como pensé que podría haber empezado
a sanar.
Twitch me sorprendió, como a menudo lo hacía. Cuando
salió de mí, sentí que nuestras liberaciones combinadas
corrían por mis piernas. Una fracción de segundo más
tarde, cayó sobre la cama de espaldas llevándome sobre
él, tomando su polla ahora casi flácida introduciéndola
en mi interior, y eso me gustó en un nivel de locura.
Supongo que ambos necesitábamos la cercanía.

Con mi cabeza en su pecho y mi dedo corriendo


suavemente sobre su pezón plano, la pregunta vibró a
través de mí mientras él pasaba sus manos suavemente
por mi espalda para dejarla sobre mi trasero. — ¿Estás
bien?—

— Sí—, mentí.

Y se rió en silencio. — No, no lo estás—

No, no lo estaba.

Parpadeé lejos mis lágrimas. Había tantas cosas que


quería decir, preguntar.

Te extrañé.

¿Dónde estabas tú? Te necesitaba.

¿Cómo te atreves a volver después de todo este tiempo y


hacer que te ame de nuevo, bastardo cruel?

Ya no te necesito, imbécil. Pasé cinco años sin ti.


Podría pasar una eternidad.

Pero principalmente, no vuelvas a dejarme nunca más. Te


necesito más de lo que necesito para respirar.
Estaba confundida, y cuando apoyé mi mentón en su
pecho, lo encontré mirándome. Una sola lágrima seguía
mi mejilla, mientras pronunciaba un adusto — Tienes
que irte—. Pero sus ojos mantuvieron los míos. — ¿Qué
te dije?— Pasó una mano sobre mi cabello ahora
despeinado en un gesto dulce y amoroso, me miró
profundamente a los ojos, y luego juró: — Nunca más te
volveré a dejar —. Y por la forma en que lo dijo,
sincero y lleno de convicción, le creí.

Yo le creía.
Capítulo 21

Lexi

El llamado a la puerta me despertó, y cuando estos


persistían, parpadeé adormilada por el sol de la
mañana. Fue entonces cuando sus brazos se apretaron a
mi alrededor.

— Diles que se vayan a la mierda, Lex.—

Oh,

Se me abrieron los ojos y parpadeé al hermoso hombre


que estaba en mi cama. Me senté rápidamente. — ¡Oh,
mierda!

En ese momento, me miró entrecerró los ojos, haciendo


desaparecer rápidamente su somnolencia.

¿Qué? —

Estaba entrando en pánico. —¡Pensé que te dije que te


fueras!—

Sus ojos se abrieron de golpe ante eso y sus cejas se


fruncieron. —Y te dije que no iría a ninguna parte.

Los golpes continuaron y me levanté de la cama.


— Tienes que irte. ya.— Fui a la ventana y la abrí,
esperando que entendiera la indirecta. — Por favor,
Twitch. Sólo vete.—

— ¿Cuál es el problema aquí?— Se acostó en mi cama,


poniendo su brazo detrás de él, usándolo como almohada.

Puff. Era perturbador lo bien que se veía por las


mañanas.

Más golpes, y asomé mi cabeza al pasillo y grité: — ¡Un


momento! ¡Ya voy!— antes de volver a mi ex y siseó
— No quiero que A.J. te encuentre aquí, en mi cama.

Pero un soñoliento Twitch gruñó. — ¿Y qué? Sabe que te


amo. Se lo he dicho cientos de veces.

Aw. Mi corazón.

Además... no.
Me puse mis pantalones de pijama y me puse un suéter,
todo el tiempo rogando: — Por favor, Twitch. No
necesito esto ahora mismo. Y definitivamente no
necesito que se ilusione. Ya está actuando un poco
mejor. No quiero que eso aumente cuando se dé cuenta de
que papá no se va a mudar—.

Las cejas de Twitch bajaron y las palabras salieron sin


prisas. — ¿Papá no se va a mudar?—

Golpeando fuerte, luego seguido de un dulce, —¡Mamá,


tengo que irme!

— Ya voy.— grité, antes de susurrarle al bebé gigante


en la cama: —¡No! ¡Papá no se va a mudar!— Me burlé.
— Lo hicimos y fue genial, Tony, pero eso es todo lo
que fue.—

Mentiras. Pero él no necesitaba saber eso.

Parecía un poco herido cuando se deslizó fuera de la


cama, con los labios finos y abatido. — Bien. Me voy.
Pero…— Su cuerpo desnudo era una maravillosa
distracción. —Esto no ha terminado, ángel.—

Lo dejé vestirse en el dormitorio, cerrando la puerta,


mientras corría por el pasillo y abría la puerta. El
pequeño monstruo dejó caer su mochila en la puerta y se
apresuró a pasar junto a mí. —¡Necesito orinar!— Y
cuando Julius y Ana me miraron sospechosamente,
tartamudeé a través de mi estúpida explicación.
— Oye, lo siento mucho. Había una cucaracha enorme en
mi dormitorio y él…— Carajo. —Quiero decir que no me
dejaba salir de mi habitación.— Me obligué a reírme.
—Estaba un poco acorralada.— Al poner una mano sobre mi
hombro, sonreí un poco.. demasiado. —Lo siento—.

Pero Julius entrecerró los ojos hacia mí. — Una


cucaracha, ¿eh?— Se arañó la nariz. — Sí, hoy en día
las hacen grandes.— Sus ojos se posaron a un lado de la
casa justo cuando Twitch salió a la luz, y yo morí mil
veces.

Mi invitado nocturno caminaba por mi patio trasero,


sonriendo como el tonto que era, tirando de su
camiseta, y luego gritando: — Buenos días a todos.—

Julius se rió en voz baja, moviendo la cabeza antes de


volverse hacia mí, sus ojos sonrientes. — Sí.
Definitivamente es un problema de cucarachas va camino
por ahí.—
Estaba mortificada. Mis mejillas resplandecían de
color rosa fluorescente, y cuando Ana se acercó,
mirándome la garganta, sus ojos se abrieron de par en
par. Sus palabras eran suaves como un susurro. —¿Es
eso un chupetón?—

Un grito ahogado me dejó mientras me pegaba una mano en


el cuello, y grite: — ¡No! —

Los ojos de Ana sonrieron y asintió lentamente.

Oh, Dios mío. Me hizo un chupetón. ¿Cuántos años


tenía, diecisiete?

Mi estado de ánimo se oscureció. Yo debería haber


sabido. Siempre le gustó hacer reclamaciones
indiscutibles.

— Imbécil,— murmuré y luego suspiré, irritada.


— Bueno, no te quedes ahí parada. Entra.—

Tan pronto como caminé por el pasillo, A.J. corrió


hacia a mi, arrojándose a mis brazos, y yo me reí,
levantándolo. — Oye, tú. ¿La pasaste bien?—

Asintió, sonriendo. — ¡Fue muy divertido! Ana hizo


palomitas de maíz y miramos — Levantó tres deditos,—
tres películas. Me pude quedar despierto hasta tarde.
Y el tío Julius me hizo el desayuno esta mañana y
quiero volver a quedarme a dormir —.

Me reí suavemente. — Claro, amigo, pero no por un


tiempo.—

Se le cayó la cara. — Aw, ¿por qué?—

Lo apreté con fuerza. —Porque te extrañé. Me encanta


cuando estás en casa conmigo.— Me eché hacia atrás,
pasando una mano por su pelo bien cortado. —Siempre te
echo de menos cuando no estás.—

Sonrió una sonrisa con los dientes un segundo antes de


que su frente se tejiera, igual que la de su padre.
—¿Por qué estaba papá caminando por la casa esta
mañana?— Se me hundió el estómago.

Al diablo con mi vida.

— Él estaba…— Ah, mierda. No podía pensar. Me sudaban


las manos. —Estaba buscando arañas.—

— Oh—, dijo A.J., como si lo entendiera completamente.


Cachorro, si lo entendió, esperaba que me lo explicara
porque no tenía ni idea de lo que estaba hablando.

Julius se ahogó en una risa. —Verdadero problema de


plagas en esta casa.—

Fruncí el ceño ante su cara sonriente. —Eso parece.

A.J. era completamente ajeno a cualquier insinuación


que su tío Julius estaba dando. —¿Puedo ver la tele
ahora, por favor?

Oh, Dios, sí. —Claro, cariño, Ve.—

Cuando mi hijo estaba fuera de la vista, me volví hacia


mis supuestos amigos y observé cómo sonreían
ampliamente en mi dirección. Con un gruñido, me acerqué
a la máquina de café y la encendí. Al hacerlo, una
pequeña sonrisa se apoderó de mis labios.
— Oh, cállate.—

Más tarde ese mismo día, después de ducharme y cubrirme


el pequeño chupetón en el cuello, fui a la tienda,
dejando a A.J. bajo el cuidado de Molly. Cuando
regresé, no me sorprendió que Twitch estuviera en el
suelo de mi sala de estar, jugando a — Adivina quién —
con su hijo.

— Hola —, dije mientras caminaba por el pasillo con una


bolsa de comestibles en cada mano.

— Hola, mamá —, dijo A.J., mirando el partido.

Twitch sacudió su barbilla hacia mí. — ¿Necesitas


ayuda?—

Sonreí educadamente. — Estoy bien.—

Mientras desempacaba los comestibles, oí a Twitch


hablar con su hijo. — Pequeño, necesito hablar con tu
madre un segundo. ¿Por qué no vas a buscar a Molly?—
Justo cuando entraba en la cocina, me metí las
pastillas en la boca y sorbí un poco de agua,
tragándomelas. Miró el paquete. Eso estuvo bien; no lo
estaba escondiendo. No de él.

Levantó la caja. — ¿Qué es esto?.

Me encogí de hombros ligeramente. — Plan B,— Frunció


el ceño, así que continué: — Anticonceptivo de
emergencia—. Su frente se frunció aún más, y yo dije en
voz baja: — No estoy en control de natalidad, Tony, y
tú…— ¿Cómo lo expreso ?
— ...hiciste un depósito en mi. Esto asegurará que el
bebé no sea concebido.

Su rostro se volvió impasible mientras procesaba lo que


yo decía. — Así que,— empezó, — ¿no más bebés?

Era una pregunta hecha de una manera que implicaba que


él asumía que queríamos más hijos.

Mi corazón se detuvo, y luego empezó de nuevo con una


sacudida.

Hice la pregunta con cautela. —¿Quieres más bebés?—

Twitch se volteó para mirar en la sala de estar donde


A.J. estaba ahora retando contra Molly en un juego de
Adivina Quién. Lo que dijo me hizo derretirme. —Míralo.
Mira qué perfecto es.— Respiró profundamente y lo dejó
salir lentamente. — Podría tener otros diez de esos,
como mínimo.— Se volteó hacia mí.— No nos estamos
haciendo más jóvenes, nena. Esta podría ser nuestra
única oportunidad.

Me gustó tanto como se oía eso que me hizo enojar


irracionalmente. Y como estaba enfadada, necesitaba
desquitarme con alguien. —Bueno, sí, Twitch. Me
encantaría tener más hijos, pero no estoy preparada
para hacerlo sola.— Mi boca se hundió en un ceño
fruncido. —Ni siquiera sé cómo lo hice la primera vez.
Todo estaba borroso. Estaba de luto y medicada, y no
estaba en condiciones de tener a ese hermoso niño.— Mi
corazón comenzó a latir con fuerza. — Estaba en tan mal
estado que me robaron mis propios deseos. No podía dar
a luz naturalmente porque estaba demasiado débil,
mental y físicamente. No podía amamantar porque mi
suministro de leche nunca llegó. Yo quería esas cosas…—
Le fruncí el ceño. — Tú me arrebataste eso.—

Su mandíbula se endureció. El no hablo

—¿Y entonces?— Le pregunté.— ¿Cuál es el plan? ¿Vas a


volver cada cinco años y me vas a embarazar? ¿Es eso?—
Mi corazón estaba acelerado. —¿Perderte todas las cosas
difíciles y volver a disfrutar de tus hijos cuando sea
divertidos?— Agité la cabeza. —Como dije, sí, quiero
más hijos, y tal vez algún día los tenga.— No debería
haber dicho lo que hice. —Pero no contigo.

Molly, sintiendo la tensión en la cocina, se puso de


pie y le dijo a A.J.: — Amiguito, ven a ver el nido de
pájaro que encontré.— El pequeño monstruo la siguió
hasta el patio trasero, dejándome solo con el hombre
que me rompió el corazón.
Twitch parecía cansado. —¿Qué coño tengo que hacer para
convencerte de que no voy a ninguna parte?— Dio un
paso más cerca, sus ojos implorando. —Dime lo que tengo
que hacer y lo haré—.

Agité la cabeza lentamente. —No, no puedes hacer eso.—


Mis ojos se enfocaron en los suyos. —No te enfades
cuando la persona que hubiera dado su maldita vida por
ti ya no confía en ti. Tú tienes la culpa aquí, no yo.—

Se giró, dándome la espalda, y yo sabía que estaba


luchando para controlarse.

Mi voz salió cansada. — Yo era tu todo o morir,


Tony Hubiera hecho cualquier cosa por ti. Y tú me
dejaste.— Mi alma seguía sufriendo. — Me dejaste con
el corazón roto, un niño y una maldita lápida.— Dejé
salir una risa sin sentido del humor. —No sólo eso,
sino que me hiciste creer que eras mi héroe, que me
salvaste.— Esto no es algo que terminara de superar.
— Eso está muy mal.—

Cuando se volvió hacia mí de nuevo, su cara estaba


estirada. — Si pudiera volver…—

Puse los ojos en blanco. — Nunca lo habrías hecho.


Lo sé.—

Pero agitó la cabeza. Su tono era negro. — Lo haría


todo de nuevo—. Fruncí el ceño mientras él seguía
adelante. — Para mantenerte a salvo, para mantener a mi
hijo a salvo, lo sacrificaría todo. Incluso mi propia
vida.— Mi cara se volvió pasiva mientras daba su golpe
de despedida. —No lo entiendes, ¿verdad, ángel?— Se
veía miserable. —Las pocas horas que paso contigo valen
los mil que pasé sin ti.—

Mi corazón se estremeció ante su admisión inusualmente


abierta.

Me miró un momento antes de bajar la mirada y se movió.


Lo vi caminar por el pasillo y salir por la puerta.

Tal vez estaba siendo demasiado dura con él.

Desafortunadamente, simplemente no me importaba.

La nostalgia me hizo tomar un desvío de camino a casa.


Lamentablemente, lo que debía ser un viaje
tranquilizador y reconfortante terminó siendo
traumático en tantos sentidos que apenas podía
funcionar.
Llegué a casa sollozando, y cuando aparqué mi coche,
crucé la calle y golpeé con mi puño su puerta.

En el momento en que contesto, miró mi cara roja y


manchada y sus ojos se abrieron de par en par con
pánico. — ¿Qué pasó?— Me agarró de los brazos y habló
en voz baja. —¿Dónde está A.J.?—

— A.J. está bien. Está con Molly.— Lágrimas frescas


brotaron, y tomé mi mano, golpeando mi puño contra su
pecho, cuando dije: —¡Diles que la devuelvan!—

Agarró mis manos en las suyas, sosteniéndolas


firmemente mientras fruncía el ceño. —¿Qué? el qué?
¿Quien?—

Pero no estaba de humor. —Sabes de lo que estoy


hablando.— Me atraganté con un sollozo. — La quiero de
vuelta. Ahora.—

Sostenía mis manos en las suyas, frotándolas


suavemente. —Necesito que hables conmigo, ángel.
Explícame esto.—

Mi miserable sollozo era apenas audible. —La lápida.—


Parpadeé a través de mis lágrimas. —Diles que la pongan
en su sitio. No era suya para que se la llevaran.

Y como si una bombilla se encendiera sobre su cabeza,


su cuerpo se desplomó y suspiró suavemente. —Finalmente
se lo llevaron.—

Mi voz era áspera. —No queda nada. Lo desenterraron. Se


ha ido —

La tumba entera se había ido, como si los últimos seis


años no hubieran pasado. Como si mi luto estuviera en
mi mente y no estuviera justificado. Mi cabeza era un
desastre.

¿Cómo se atreven?

Esa lápida significaba algo para mí, y no podían


tenerla.

— Nena.— Él frunció el ceño mientras seguía acariciando


mis manos. —¿Por qué estás tan molesta por esto?—
— Porque—, comencé, golpeando mis mejillas. —Porque
cuando nos dejes de nuevo, esto va a ser todo lo que
A.J. tendrá— Mi cuerpo se sacudió con la fuerza de mis
gritos desgarradores.
— Porque es todo lo que me quedará de ti—. Jadeé con
fuerza, arrebatando mi mano de la suya y golpeándola
contra su pecho una vez más. —Es mía.¡La quiero de
vuelta!—

La cara de Twitch cayó, y mientras sacaba mi ira sobre


su duro e inflexible pecho, me envolvió con sus brazos,
tirando de mí hacia su fuerte cuerpo mientras me
desmoronaba. Lloré a gritos, sin vergüenza, y mientras
respiraba con dificultad, dejé salir un destrozado:
— No nos dejes. Otra vez no.

Lo que quise decir fue: "No me dejes".

Tenía que saber que yo no sobreviviría. No por segunda


vez.

Lo que dijo no me tranquilizó. No era una promesa.


Apenas fue un voto. —Te juro que nunca te dejaré.—
Presionó sus labios contra mi sien.
—No voluntariamente.—

Y sabía por qué no podía darme más que eso.

Fue porque era Antonio ‘Twitch’ Falco, un hombre que


una vez fue rey en esta ciudad. Y ahora que se corría
la voz sobre su regreso, habría algunos que irían tan
lejos para asegurarse de que nunca más volviese a
desafiar al trono.

Fue porque las balas hablaban más fuerte que las


palabras.
Capítulo 22

Lexi

A.J. se estaba preparando para la escuela cuando Twitch


entró en la casa como si fuera el dueño del lugar.
Desde su habitación, A.J. gritó: —¿Papá?—

Sus ojos cansados sonrieron mientras caminaba hacia la


cafetera, sirviendo dos tazas. — Estoy aquí, amigo.—

Esto era parte de nuestra rutina últimamente. Twitch


dejaba a A.J. en la escuela y lo recogía, y lo hacía la
mayoría de los días, sin Molly.
Molly, por supuesto, tenía mucho que decir sobre eso al
hombre mismo. Ella lo acusó de competir por su trabajo,
y no pude evitar reírme de su mordaz acusación. Era
realmente adorable. Como si alguna vez la fuera a
soltar. Ella era más que una empleada. Molly era de la
familia.

Fue tan difícil darle a Twitch una pizca de mi


confianza, pero sabía que si íbamos a hacer que esto
funcionara, al final tendrían que confiar en Twitch
sólo con su hijo. Y si fuera honesto, después de ver
cómo interactuaba con nuestro pequeño monstruo, no
pensé que haría nada para herirlo. Cuando se trataba de
nuestro hijo, Twitch siempre parecía ponerlo en primer
lugar, lo que era un alivio.

Cuando el hombre en cuestión pasó a la cocina,


presionondo su cuerpo largo y duro, contra la parte
trasera de la mía y bajó la cabeza para besarme la
mejilla. —Buenos días, ángel.— Puso la segunda taza de
café en el mostrador frente a mí como una ofrenda al
santuario de una diosa.

Mi corazón estaba agitado.

Imbécil.

Tampoco estaba de humor. Mis labios se fruncieron


cuando me volví contra él, y cuando vi cómo nos había
colocado el movimiento, inmediatamente me arrepentí.
Éramos muy unidos. Un poco demasiado cerca. Twitch se
aferró al mostrador, bloqueándome, y cuando mis ojos se
movieron en pánico, sus ojos se arrugaron en las
esquinas, sabiendo que yo estaba enjaulada.

Mi voz era tranquila pero irritada, y mis ojos se


entrecerraron sobre él. —¿Por qué estás siendo tan
amable conmigo? Nunca fuiste tan amable conmigo.
Te rogaba que fueras amable conmigo y aún así no lo
hacías.— Miré a un lado de su gran cuadro para
asegurarme de que no venía nadie. — Entonces, ¿qué
pasa?—

¿Estaba deseando una pelea? Si.

¿Twitch iba a darme eso? No.

Deslizando un brazo alrededor de mi espalda, tiró


suavemente de mi trenza, forzando mi cabeza hacia
arriba, y cuando habló, mi reserva se rompió. —Pasé
seis años sin ti. Seis años pensando en todo lo que
debería haber hecho cuando tuve la oportunidad. Seis
años de culpa. Seis años de arrepentimiento. Me fui por
un lado y volví por otro. Soy un hombre cambiado—.

Cuando mi frente se arrugó, susurré: —Pero aún así te


gusta lo que te gusta—.

Claramente, los gustos de su habitación no habían


cambiado.

Lo dije de manera significativa y sus ojos se rieron.


—Dije que he cambiado, nena, no que soy un maldito
santo.—

Cuando mis labios se abrieron y miré su boca bellamente


llena, dio un minúsculo paso más cerca, poniendo
nuestros cuerpos imposiblemente cerca, y habló en voz
baja, — No creas que no he notado que evitas mi boca—.

Ah, mierda. Pensé que estaba siendo tan discreta. Dudé


en mi respuesta. — La otra noche, tú…— Tragué con
fuerza. —Podrías haber pedido un beso, y yo....— Lo
habría hecho. Le habría dado cualquier cosa.

Pero Twitch agitó la cabeza lentamente, de forma


significativa. — Nunca me gustó forzar a las mujeres.
Eso no me saca de quicio. ¿Y forzándote?— Su mandíbula
se apretó. — Prefiero suicidarme—. Levantó ambas manos
para enmarcar mi cara con adoración. —Sólo quiero que
estés dispuesta. Quiero que me quieras tanto que
duela.— Ya lo hago. —Quiero que pienses en mí todo el
tiempo.— Rara vez pienso en nada más que en ti. —Quiero
protagonizar tus sueños—.. Todas las noches, cariño.
Pasó su pulgar por encima de mis labios suaves.
— Quiero que me des esa boca más que nada, porque no he
pensado en otra cosa más que en esos labios de ángel
sonrientes en los míos.— Me liberó, dando un paso
atrás. — Pero quiero que tú también lo quieras.—
Lo hago

Ya lo hago ! Ven acá

Molly entró en la cocina, haciendo una pausa cuando vio


lo cerca que estábamos mirándonos a los ojos. Sus cejas
se arquearon y se arrojó un pulgar por encima del
hombro. —Si necesitan un minuto, puedo volver.—

—No, estamos bien —, dijo Twitch antes de rodear a la


pequeña mujer, mirándola con una mirada de
conocimiento. —Escuché que una pequeña mierda estaba
molestando a mi hijo. — Sus ojos se entrecerraron
sobre ella. — A.J. me dijo que un día llevaste a
algunos de tus amigos a recogerlo. Grandes amigos.
Tatuaje en sus caras— Él se enderezó a toda su altura,
cruzando sus brazos sobre su pecho, pareciendo un dios
más vengativo que el hombre. —Sé que no llevaste a
miembros de D.M.S. a la escuela de mi hijo para golpear
a una niña.

Molly palideció, lo que era extraño, porque era de piel


oscura. —No les pedí que la golpearan. Mierda, tiene
tan solo cinco años. Sólo quería que la asustaran un
poco, no que la golpearan. Se quedaron ahí parados, lo
juro.— Su cara se volvió solemne con suficiente
rapidez. —Además…— Su labio se rizó. —Se lo merecía.—

Pero los ojos de Twitch continuaron mirándola un largo


momento antes de que sus labios se levantaran en las
esquinas. — Perra fría como una piedra.— Él le regaló
una sonrisa torcida y yo estaba celosa de ello. La
señaló, moviendo ese dedo en su dirección. — Sabía que
me gustabas, Molly.

Mientras Molly se relajaba, puse los ojos en blanco. —


No la animes. Fue un movimiento irresponsable.—

Pero Twitch se puso de pie junto a ella, en una muestra


de apoyo, supongo. — No. Fue un movimiento audaz, y si
ella se preocupa tanto por nuestro hijo, no puedo
culparla. Yo haría lo mismo.—

Y por primera vez desde su llegada, Molly parpadeó


hacia él con asombro.

Mierda.

Se la había ganado.

Genial. Simplemente genial.


Me sentía un poco sola en la cornisa mientras Twitch
seguía invitando a la gente a entrar. Estaba empezando
a tener la sensación de que casi todo el mundo estaba
de acuerdo con su regreso. Necesitaba hablar con gente
de mentalidad similar y, por suerte, me reuní con ellos
para cenar.

— Hola.— Sonreí, entrando en el restaurante indio.

Nikki sonrió con tristeza mientras me abrazaba con


fuerza. — Hola, chica. ¿Cómo estás?—

Dave se puso de pie y me abrazó, dándome un suave beso


en la cabeza. — Estábamos preocupados por ti pero no
queríamos presionar.— Me miró con simpatía.
—Sé que ha sido una lucha.—

Una lucha. Qué eufemismo.

Con un fuerte suspiro, me senté en la mesa y le hice


señas para que se fuera. — No te preocupes por eso.
Ha sido…— Busqué la palabra.— ...caótico.— Sí. Con eso
bastaría. Pero antes de empezar, tomé un vaso de agua
de la mesa y lo sorbí. — ¿Cómo van las cosas con
ustedes?— Se miraron unos a otros un momento antes de
dejar caer sus correspondientes miradas de tristeza. Se
me hundió el estómago. —¿Cómo está Happy?—

Nikki forzó una sonrisa. —Las cosas están bien. Es


bueno.—

— Las cosas no están bien.— Dave ni siquiera podía


mirarme. — Se mudó,—

— ¿Qué?— Me incliné, sorprendida. Mi boca se abrió de


par en par. — ¿Qué pasó?—

Nikki se encogió de hombros pero mantuvo su amplia


sonrisa pegada en su cara. — No lo sé realmente.

Dave suspiró, pellizcando el puente de su nariz. —Le


pedí que se mudara.— Cuando me miró, sus ojos estaban
tristes. — No lo estoy llevando bien.—

La sonrisa de Nikki cayó. Se veía devastada cuando puso


su mano en el brazo de Dave para apoyarla. —Ha sido
duro para todos nosotros.—

Él la miró cariñosamente y puso su mano sobre la de


ella, mientras susurraba: — Lo siento.—
Agitó la cabeza y una triste sonrisa adornó sus
labios. Ella habló en voz baja, —Está bien.

Mi corazón se rompía por ellos. Sé que lo que Happy


hizo estuvo mal. Nos mintió y lo hizo durante cinco
años. Pero no sabían la precaria situación en la que lo
había metido Twitch. No conocían las reglas no escritas
del inframundo. No entendían lo importante que era para
Happy mantener la treta en marcha. Y probablemente
nunca lo harían.

Nunca entenderían que los tres improbables hermanos


nunca estarían realmente fuera del redil de la
resistencia. —Fue algo que aceptaste o no aceptaste —
Sentí la necesidad de expandirme en voz alta.

Soltando un suspiro de abatimiento, dije: —Este mundo


en el que viven, las raíces son profundas.— Cuando
ambos me miraron, recogí mi pajita y removí el agua
helada, hablando. — Corren profundo en sus venas. Es
más una parte de ellos que esta vida, que la vida
normal—, aclaré. — Normal en Twitch, Julius y Happy es
solo otro de los ajustes la lavadora.— Me reí sin
humor. Mis labios se convirtieron en un ceño fruncido.
— No existe para ellos.— Miré a mis mejores amigos,
esperando que entendieran lo que estaba diciendo aquí.
— Están tratando de probar esa vida, pero no va a ser
fácil. Siempre tendrán objetivos en la cabeza. De vez
en cuando mienten por lo que consideran un bien mayor.
Vienen con una etiqueta de advertencia pegada a ellos.
Es todo lo que hacen, y si ustedes no pueden manejar
eso, tienen que romper.

Dave pensó en mis palabras. Su expresión pasó de


levemente aturdida a asustada y finalmente se acomodó a
molesta. — Porque eso no asusta para nada.— Cogió su
cerveza y tomó un trago de ella antes de pedir otra. —
Gracias, Lexi.— Agitó la cabeza, sus labios finos.
— Muchas gracias.—

Llegó la copa de vino que pedí, mientras Nikki preguntó


a un incrédula: — ¿Y a ti te parece bien que te
mientan?—

Levanté mi copa de vino en señal de saludo. — No


preguntes, no digas nada.— Me tiré al suelo a ese hijo
de puta, demostrando lo mal que estaba con eso.

Dave se echó a reír mientras limpiaba delicadamente una


gota de vino que ahora estaba arrastrando mi barbilla.
— Está bien, basta de nosotros.— Buscó mi cara.
—¿Cómo estás?—
Mis cejas se arrugaron y hablé lentamente. —Mi difunto
ex novio de la mafia regresó de la muerte, vive al otro
lado de la calle, y ahora está dentro de mi casa, en mi
espacio por lo menos ocho horas al día.— Mis cejas se
hundieron más. —Hace insinuaciones sexuales
constantemente y me dice que me quiere mucho. Él…—
Respiré temblorosamente. — Está siendo dulce y
divertido, y se ve tan bien que la mitad del tiempo me
imagino en la cama con él.— Mi voz se volvió callada
mientras una pequeña sonrisa se dirigía a mis labios.
— Y en este momento, está acampando en la sala familiar
dentro de una manta que hizo con su hijo, un hijo que
lo ama más que a nada en el mundo.— Forcé una sonrisa,
pero mi voz tembló. — Así que, ya sabes, está bien,
supongo.—

Los ojos de Nikki se entrecerraron sobre mí. —Dios


mío.— susurró ella.

Mis cejas se arquearon ante su tono incrédulo. —¿Qué?—


Sus ojos permanecieron abiertos mientras se inclinaba,
su boca abierta. — Te lo follaste.

Dave jadeó, poniéndose una mano en el pecho, su


expresión era de puro shock y, como la persona
increíblemente inteligente que era, me quedé
boquiabierta de asombro. — ¿Cómo lo sabes siempre?—
Nikki se inclinó hacia atrás, sonriendo, poniendo su
brazo en el respaldo de la silla de Dave Su hombro se
sacudió en un ligero encogimiento de hombros. —Es un
don — Ella sonrió más, pareciendo extremadamente feliz
consigo misma.

¿Por qué mis amigos eran unos imbéciles?

Dave me guiñó el ojo, con la mano firmemente apoyada en


el pecho. — Estoy conmocionado. Positivamente
impresionado—

— No quise que pasara—, mentí y luego suspiré, dejando


las cosas claras. — En realidad,— comencé, mi cara
cayendo, — fue mi elección.—

Otro grito ahogado se le escapó a Dave, y yo me burlé y


dije: — No sabes lo difícil que ha sido evitarlo,
evitar lo que siento por él, y lo estoy intentando,
pero maldita sea —. Suspiré con tristeza. — No ha
cambiado, no donde importa. No en el dormitorio—. Dave
se asfixió y mi expresión se desanimó. — Lo sé. Soy una
idiota.— Les puse las manos encima. — Estoy lista.
Déjeme tener esto.—
Nikki agitó la cabeza. — No voy a gritarte.—

— Yo lo haré — dijo Dave.

Nikki razonó: —Tienes una enorme conexión emocional con


este hombre y, sí, lo que hizo fue imperdonable, pero
te conozco, Lex. Sé cuánto lo amabas—.

— Bueno, no sé qué quieres que diga—, dijo Dave,


exasperado. — Es como si le estuvieras invitando a que
te haga daño de nuevo. Está bien que esté siendo un
buen padre. Es realmente genial oír eso. Pero no era un
buen novio.— Se burló. —Ni siquiera era un buen ser
humano.—

Yo sabía esto.

Yo sabía todo esto. Pero fue bueno oírlo.

Nikki, siempre tan romántica, sonrió. —Dice que te ama,


Lex. Eso es enorme viniendo de él.— Entonces ella me
preguntó: — ¿Vas a intentarlo de nuevo?—

Dave parecía como si fuera a perder la cabeza. —¡No, no


lo hará!— Pero cuando miró mi cara vacilante, sus
hombros se inclinaron. — Oh, Dios. Quieres eso, ¿no?—

Uff .

Todas estas preguntas y observaciones obvias me tenían


preocupada. — No sé lo que quiero, ¿de acuerdo?—
Respiré profundamente, pasando una mano por mi pelo.
— Estoy confundida.— Definitivamente era eso. —Ustedes
no lo han visto con A.J.— Sonreí suavemente. —Es la
cosa más adorable. Es tan bueno con él, de una forma
que nunca pensé que pudiera serlo, pero él lo es. Por
favor, entiéndalo. — Sabe que cometió errores conmigo.
Lo admite libremente. Es como,— intenté explicarlo de
la mejor manera posible, —es una versión avanzada de sí
mismo. Ya no es Twitch. Es Twitch de dos puntos y
medio. Es como si su chip de emoción hubiera sido
actualizado o algo así—. Agité la cabeza, sintiéndome
estúpida. — No lo sé.—

El silencio en la mesa duró un rato antes de que Dave


hablara, y lo hizo a regañadientes. —Bueno, tal vez si
lo vemos,— empezó. —Tal vez si pudiéramos ver este
nuevo y mejorado Twitch del que hablas, tal vez
entonces todo esto no parecería tan aterrador y nos
sentiríamos menos ansiosos por todo esto.—
Pero Nikki agitó la cabeza, sonriendo. —No estoy
ansiosa. Creo que es bonito.—

Dave puso los ojos en blanco. —Está bien, de acuerdo.


Estoy ansioso, Lex, y ¿puedes juzgarme de verdad?— No,
no podría. —¿Ha dado alguna explicación de dónde ha
estado todo este tiempo?—

Asentí con la cabeza, sin ofrecer una explicación


porque los asuntos de Twitch no eran de su incumbencia.

— De acuerdo.— Dave miró de mí a Nikki. — Así que.—


Se encogió de hombros. —¿Un asado en la Casa de
Ballentine?—

Espera. —¿Qué?— Pregunté con cautela.

Dave me miró a los ojos. — Si quieres que aceptemos,


voy a necesitar ver todo esto de primera mano.—

Pensé en ello.

En realidad no era una idea terrible. Tal vez estar


juntos nos ayude a sanar, a todos nosotros. Cuanto más
lo pensaba, más perfecta sonaba la idea y sonreía.
— Vale. Asado en mi casa. Sábado, cinco de la tarde—.
Señalé a Nikki. — Traigan a sus niknaks.— Entonces
señalé a Dave. — Deja tu actitud en casa.—

Nikki aplaudió. — SIII !!—

Dave refunfuñó: — No puedo prometerlo.—

Ahora que los detalles se habían aclarado, estaba


emocionada. Hacía siglos que no nos reuníamos como una
familia. No creo que me haya dado cuenta de lo mucho
que lo necesitaba hasta ahora. Necesitaba que mis
amigos estuvieran cerca. Necesitaba que las cosas
volvieran a la normalidad para que esto funcionará.

Asado en la casa de Ballentine.


Capituló 23

Lexi

Al día siguiente, hice una caminata que realmente no


quería hacer y llegué a casa para ducharme justo antes
de las 10:00 a.m. Cuando acababan de abrir la puerta
del baño, escuché a mi pequeño monstruo decir algo que
me destrozaría por completo.

— Papá, ¿puedo quedarme contigo?—

Cada molécula de mi ser quería salir corriendo de allí,


con un arma en llamas, y romper esta conversación
incluso antes de que empezara. Pero una pequeña parte
de mí quería oír lo que "papá" tenía que decir al
respecto. Así que hice lo que cualquier otra mujer
hubiera hecho.

Escuché a escondidas.

— Uh.— Twitch dudó. —No estoy seguro de eso, amiguito.—

— ¿Por qué?—

— Porque,— dijo Twitch con naturalidad. — Perteneces a


tu madre.—

Mi ira se desvaneció un poco.

Mi hijo lo intentó de nuevo. — Pero no estaría lejos.—

— Exactamente. Así que no hay necesidad de quedarse


conmigo, ¿verdad? Además, te veo todos los días, amigo,
y eso no va a cambiar.—

A.J. emitió un sonido desanimado: — Está bien.—

— Mira,— le dijo Twitch a nuestro triste hijo. — Te


quiero conmigo todo el tiempo. Lo hago. Me encantaría
que te quedaras conmigo, y quizá algún día podamos
hacerlo. Pero no ahora. ¿De acuerdo, amigo? Porque
ahora mismo, mami necesita que estés con ella—. Cuando
agregó un sonido suave, — Tú la haces feliz,— una
pequeña parte de nuestra confianza rota se reparó a sí
misma.

Tuvo una oportunidad abierta aquí. Un boleto dorado.


Pero por alguna razón desconocida, no se había cobrado.
Y yo estaba agradecida.
Esperé unos minutos antes de salir del baño, y sin
detenerme, me dirigí a mi habitación para sentarme
junto al espejo, cepillándome el pelo mojado. Ni un
minuto después, el hombre en cuestión estaba en mi
puerta abierta. Le miré fijamente y entró hablando en
voz baja. — Oye, no sé qué acaba de pasar, pero.—

Al cortarlo, me miré al espejo y me cepillé el pelo.


— Lo he oído.— Era sorprendente, su necesidad de
revelar lo que acababa de ocurrir. Intenté no tomar la
necesidad de mi hijo de estar con su padre
personalmente, pero realmente me dolió.

— Le dije que no—, añadió, frunciendo el ceño ante mi


cara sin expresión.

— Lo sé.— Miré su reflejo. — Te lo dije, lo oí.—

Metió las manos en los bolsillos y me miró durante un


largo rato. — Pensé que estarías molesta.—

— Lo estoy,— admití. — Pero no es tu culpa. —Traté de


explicarlo sin ser cruel. —Eres como un juguete nuevo.
Eres brillante y divertido. Y aunque tú eres su padre,
yo sigo siendo el disciplinario en esta casa, así que…—
Me encogí de hombros, intentando ocultar el dolor que
me había causado la inocente petición de mi hijo.
— Supongo que es natural que él te quiera.—

Como yo lo hago.

Twitch dio los dos pasos, extendió la mano y tocó un


mechón de mi cabello mojado. Sus palabras eran
tranquilas y seguras de sí mismas. — Un día, no será un
problema, porque viviré aquí, bajo este techo, y él
tendrá a mamá y papá tan cerca que se aburrirá de mi
culo y querrá recuperar a su mamá.—

Miré su reflejo con las cejas arqueadas, luchando con


una sonrisa. —¿ Muy engreído?—

Sus ojos miraron profundamente a los míos.


—No. Sólo confiado.—

— Bien,— murmuré en voz baja antes de seguir cepillando


los nudos de mi cabello.

— Así que.— Twitch estaba sentado en el borde de la


cama, sus ojos siempre atentos. — Este asado podría ser
un interrogatorio.—
Nadie tomaba a Antonio Falco de ser un hombre estúpido.

Parpadeé inocentemente. — Vaya, ¿qué quieres decir?—

Sus labios se movieron con mi tono de gentileza. — Tu


sabes exactamente lo que quiero decir, Lex. Y está
bien, supongo, pero te lo diré.— Se puso de pie. — Si
Dave me ataca de nuevo, no me voy a contener—

— Lo sé,— admití con una sonrisa irónica. — Ya se lo


advertí.—

— Sí, lo hiciste.— Su expresión se volvió petulante.


— Mi mujer me cubre las espaldas. Porque es fuerte.—
Levantó una mano, apretándola en un puño. — Un maldito
diamante.—

Puse los ojos en blanco, pero sus palabras hicieron que


me sonrojara tanto que parecía que me había frotado la
cara con lija. — Vete.—

Afortunadamente, lo hizo, pero así como tuve suerte en


esto, la noche probaría que tenía bastante mala suerte
en lo demás. Es decir, esa situación de Dave.

Eran poco antes de las cinco cuando los camaradas


empezaron a entrar en mi casa, y mientras Molly los
saludaba en la puerta, dije mis saludos desde la cocina
mientras preparaba las ensaladas que acompañarían la
ridícula cantidad de carne comprada para alimentar a
los hombres presentes esta noche, porque, al igual que
mi hijo, todos ellos eran carnívoros.

Cuando Ana y Julius entraron en la casa, dejé los


vegetales de lado y los abracé a ambos. — Hola, los
extrañé, chicos.—

Desde el fondo del pasillo, Twitch salió de la


habitación de A.J., y al ver a su viejo amigo, se
acercó sigilosamente por detrás del Adonis de pié, lo
cogió desprevenido, con los dos brazos apretando a su
alrededor como si fueran bandas. Sostuvo a Julius con
firmeza, y cuando Julius le dijo a través de apretados
dientes: — Suéltame, cabrón—, Twitch lo levantó del
suelo y lo sacudió dos veces, haciendo que Julius se
ahogara: — Lo juro por Dios, hermano.—

Fue entonces cuando Twitch lo soltó, sonriendo con


sarcasmo. — Es bueno saber que aún me recuerdas,
hermano.—
La forma en que dijo que el hermano era como si el
hombre no fuera nada, y tanto Ana como yo nos miramos
con inquietud.

Julius se giró sobre él. —¿Quieres repetirme eso?— Su


expresión furiosa, miró a su alrededor buscando a A.J.
y luego se inclinó y habló en voz baja. — Yo no fui el
que se fue, hijo de puta. Tu lo hiciste.— La furia que
llevaba era real. — No pasó un puto día en el que no
pensara en ti, en cómo te defraudé, y que tú estuvieras
ahí fuera viviendo tu vida, como diciendo: "Que se
jodan los demás"— Agitó la cabeza. — No, hombre. No me
vengas con esa mierda.

Cuando Twitch se adelantó para pararse junto a su


hermano y extendió una mano hacia Ana, dijo: — Mírala.—
Julius lo hizo, y Twitch continuó: —Esa mujer cambió tu
vida, ¿verdad, hermano? Cambiaste como si no tuvieras
ni puta idea de que lo haría. Ella se convirtió en tu
todo y me dices que no hubieras hecho lo mismo que yo
para mantener a mi ángel a salvo—. Twitch bajó la mano
y miró a Julius a los ojos. — Sé que lo harías. Joder,
sé que lo hiciste. Fuiste y masacrantes a treinta
hombres sin parpadear un puto ojo por ese pequeño
gorrión.— Miró a Ana. — Todo por ella—. Miró a su
hermano. — Así que dime que estás enojado conmigo.
Dime que la he cagado. Pero ni siquiera pienses en
decirme que no sientes que hice lo que tenía que hacer
para mantener a mi familia fuera de los límites porque
sé que sientes esa mierda en tu alma, hermano.

El silencio era lo suficientemente espeso como para


atravesarlo.

Julius miró sus pies mucho antes de que Twitch le diera


un codazo en el brazo. — Vamos. Necesitas una cerveza—.

Ana y yo vimos a Twitch alejarse, dejando la puerta


trasera abierta. Tomó unos momentos, pero Julius se
quedó atrás de él, y después de que se fueron, mis ojos
se abrieron de par en par a la pequeña mujer que estaba
a mi lado. Hablé en voz baja. — Dios mío, pensé que
iban a pelear de nuevo.

Ana hizo una mueca, asintiendo rápidamente de acuerdo.

Pasó un segundo y sonreí, y luego susurré: — Pero es


bueno que hablen.—

Ana asintió, sonriendo suavemente.


Nikki y Dave llegaron después, y justo cuando nos
estábamos saludando, llegó Happy.

Nikki se abalanzó sobre el dios persa calvo,


envolviéndolo con sus brazos, y al tropezar hacia
atrás, se rió. — Calma allí nena— Happy le sonrió antes
de darle un beso casto en los labios, y Nikki sonrió a
él, tan enamorada como lo estaba hace seis años cuando
se conocieron. Las palabras que pronunció fueron muy
dulces. — Te extrañé.— Pero cuando Happy soltó a Nikki
y nos abrazó a Ana y a mí, pasó al lado de Dave con un
silencioso — Hey,— y nada más, antes de dirigirse al
patio trasero.

Dave parecía completamente devastado.

Y entonces quise sacudirlo. Quería decirle que el


verdadero amor no siempre era sol y rosas. Que a veces
se aman al cielo alto. Pero cuando encuentras el amor,
incluso uno tan desordenado como el de ellos, te
aferras a él con ambas manos porque los máximos
superaban a los mínimos de cien a uno.

Desgraciadamente, no lo hice.

En vez de eso, le puse una mano en el brazo y le


apreté, dándole una sonrisa comprensiva.

Los hombres rodearon la parrilla, e incluso mi pequeño


monstruo fue llamado a la lucha contra la testosterona
y la masculinidad, entregó unas pinzas largas a su
padre y le dieron el trabajo de tripular las
salchichas. Y fue adorable. Pero, al igual que los
niños pequeños, se aburrió lo suficientemente rápido y
se fue a jugar con Molly en el césped.

Cuando me acerqué para saber cuánto tiempo duraría la


carne, más rápido que un golpe de cobra, Twitch me
agarró por la cintura y me arrastró de vuelta a su
cuerpo. Me abrazó con fuerza durante demasiado tiempo,
y mientras luchaba por salir de su agarre, me puso la
cara en el cuello y me mordió. Esto me hizo estallar en
ataques de risa. Sabía que tenía cosquillas, el
imbécil. Y todos mis invitados observaron de cerca
nuestra interacción, como si fuéramos un par de
criaturas fascinantes en un documental de Sir David
Attenborough.

Era desconcertante, pero sabía por qué lo consideraban


necesario.

Se habían cometido errores en el pasado. Errores


terribles. Los que no valen la pena repetirlos.
La comida estaba servida, comimos, y después de
despejar el ambiente exterior, el sol comenzó a ponerse
sobre el patio. Mientras me movía para sentarme junto a
Twitch, él me dio una palmadita en el culo y sentí esa
caricia ligera por todas partes. Comenzó una
conversación fácil, y mientras miraba alrededor de la
mesa a mis amigos sonrientes, me sentí más a gusto que
nunca en mi vida mientras se reían de una historia
estúpidamente trivial que Nikki contaba.

Estaba oscuro cuando A.J. salió corriendo de la casa y


subió para sentarse en Twitch. No era la única persona
que veía la dulce interacción entre padre e hijo.
Mientras nuestro hijo yacía de espaldas en el cuerpo
reclinado de su padre, Twitch lo abrazó, deteniéndose
de vez en cuando para besar suavemente el pelo
perfumado a manzana del pequeño monstruo. Y cuando
Nikki me llamó la atención, puso una mano en su corazón
e hizo una cara de amor.

Dímelo a mí, hermana.

Créeme, lo sentí. Lo sentía cada vez que los veía


juntos. Mis ovarios habían explotado varias veces en el
último mes y medio. Era un problema.

Cuando A.J. se quedó dormido y empezó a babear, sonreí


al ver a mi hijo durmiendo, haciendo señas a Twitch y
moviéndome para quitarle a nuestro hijo, pero él me
hizo señas para que me fuera. — Lo tengo.—
Sin decir una palabra, como si fuera lo más fácil del
mundo, Twitch levantó a A.J. en sus brazos y caminó
adentro, llevándolo a la cama. Y fue entonces cuando
Dave se inclinó y habló, aunque en voz baja, — No estoy
convencido al cien por cien, pero está bien. Lo veo.—

Eso fue todo. Eso fue todo lo que dijo, y me pregunté


qué fue exactamente lo que vio.

Cuando Twitch regresó, el silencio lo saludó. Miró


alrededor de los ojos vigilantes a la mesa y levantó
los brazos. — Muy bien. ¿Quién es el primero?— Se sentó
con un ligero suspiro, extendiendo la mano hacia mí, y
como la imbécil que era, mi mano encontró la suya sin
lugar a dudas. Nuestros dedos entrelazados y nada más
me importaba, sólo que estábamos aquí, juntos,
disfrutando de una velada con amigos. Disfrutando de la
vida con nuestro hijo.

Por supuesto, no me rendiría tan fácilmente, y creo que


Twitch lo sabía. Mi vacilación era algo natural en este
momento. ¿Cuál era el dicho?
Una vez mordido, dos veces tímido.

La cosa es que me gustó cómo Twitch me hundió los


dientes.

Dave se enderezó en su silla y se inclinó hacia


adelante. — Está bien, empezaré.— Se encogió de
hombros. —¿Dónde has estado?—

Twitch levantó mi mano y me mordisqueó los nudillos.


Habló en contra de mi piel, y el subidón de calor hizo
que mis brazos estallaran en una masa de piel de
gallina. — Siguiente pregunta.—

Dave se inclinó hacia atrás y se burló. — ¿En serio?—

Twitch bajó mi mano, inmovilizándolo con su mirada.


— En serio.— Le apreté la mano, y me miró un momento,
antes de añadir a regañadientes, — he estado en todo, y
Lexi sabe dónde y por qué. No le debo nada a ninguno de
ustedes, así que cuidado.—

Nikki asintió levemente, respetando eso completamente,


mientras que Julius escuchaba atentamente y fingía
estar aburrido.
¿Por qué los hombres eran tan orgullosos? ¿Por qué
pensaban que mostrar sus emoción los hacía débiles? No
entiendo esto.

Pero a Dave no le gustó el tono que se tomó con él y


tomó represalias de la peor manera. — Entonces, ¿nos
estás diciendo que un hombre como tú pasa seis años sin
una mujer?— Él soltó una carcajada. — Vete a la
mierda, hombre. Inventa otra mejor.

Oh no. Fue allí.

Mi pecho comenzó a doler.

Era una pregunta que quería hacer pero que no tenía las
agallas para abordar.

Así que cuando Twitch respondió: — Nunca dije eso,— me


eché hacia atrás y saqué mi mano de la suya para verlo.
Y frunció el ceño, diciendo: — Nena,— antes de volverse
hacia Dave con una mirada severa, tomó una servilleta
de la mesa y se la arrojó. — David Allen, te voy a
partir la cara —

— ¿Qué?— se rió Dave, evitando fácilmente el proyectil.


— Tengo curiosidad.—
Y la mejilla de Twitch palpitó. — Eres un montón de
cosas, hombre, pero la curiosidad no es una de ellas.—
Lo señaló antes de tomar un largo trago de su cerveza.
— Sé lo que estás haciendo y no me gusta.—

Dave levantó las manos en señal de rendición, pero lo


hizo con una sonrisa burlona.
— ¿Cuántas? — Hablé bajo.

Twitch se inclinó. —¿Necesitamos hacer esto ahora?— Me


aparté de él, hablando lentamente,
— ¿Cuántas?

Su mandíbula se endureció mientras me miraba a los ojos


y hablaba a través de apretados dientes. — Una.—
Entonces pensó en ello. — La mitad de una.—

¿Qué?

— ¿Vamos otra vez?— Mis cejas arqueadas. — ¿La mitad de


una? ¿Cómo funciona eso?—

Twitch parecía enojado. — Mira, fue hace mucho tiempo,


¿de acuerdo?—

Mis brazos cruzaron mi pecho. — Sí, no. Oigámoslo.—

Volviéndose a arrojar en su silla, gimió en voz alta


antes de sentarse y dijo: — Era el segundo cumpleaños
de A.J.. Salí a tomar una copa. Las cosas se estaban
demorando más de lo que esperaba, y por un puto
segundo, me di por vencido y decidí que no iba a
volver, ¿de acuerdo? — Me miró fijamente, sus ojos
oscuros y tormentosos. —Pasaron tres años y sólo había
hecho un octavo de lo que necesitaba hacer. Rastrear
las cosas que necesitaba rastrear era más difícil de lo
que esperaba, y Happy — Miró a su amigo. — Fue por toda
la ayuda que tuve. Gracias, hermano mío.— Se golpeó el
pecho con el puño cerrado.
Happy le levantó la cerveza, inclinando la cabeza.

— Así que.— Twitch se inclinó hacia atrás y levantó el


tobillo para descansar sobre una rodilla inclinada.
— Encontré a una mujer que…— Hizo una cara.
— Ni siquiera sé cómo era. Tenía un coño y eso fue
suficiente. Y la llevé atrás de esta barra húmeda, al
callejón, y la puse de rodillas, diciéndole que se
pusiera a trabajar—
Me dolía el corazón al oír esto, pero era bueno que se
estuviera abriendo. Yo quería saber.

Lo que dijo después me sorprendió


— Pero mi polla no quiso despertar — Mi cabeza se
levantó, los ojos bien abiertos, y Twitch se encogió de
hombros. — No lo sé. Eso nunca había pasado antes, así
que le dije a ella que se retirara para poder
despertarlo— Cuando Julius se rió, Twitch le apretó la
mandíbula y le regaló el dedo medio. —Y lo estaba
intentando, créeme, lo intenté. Pero no pasaba nada.
Me llevó un segundo darme cuenta de que no estaba
pasando, así que salí de ahí, con pelotas azules y
todo— Me miró y suspiró. — Y ese fue el momento
horrible en el que me di cuenta de que era un hombre de
una sola mujer.

Oh

Le lanzó una mirada oscura a Dave y entrecerró los ojos


para verle. —No te debo una mierda, pero voy a decir
esto una vez, amigo, así que escucha bien.— Esos ojos
marrones y blandos se posaron sobre mí y dijo: — Me
enamoré de un ángel a los ocho años — Mi corazón se
estremeció. Él continuó: — Pequeña cosita con grandes
ojos azules, llevando un botiquín de primeros auxilios
de la mitad de su tamaño, arrastrando esa mierda al
patio trasero de su vecino, porque vio que un niño
pequeño estaba herido y escondido— Sus cejas se
entretejieron en sentimiento. —Un ángel que intentó
arreglar una herida abierta con una maldita tirita.—

No estaba seguro de que alguien conociera esta


historia. Probablemente fue por eso que vi expresiones
confusas a lo largo de la mesa, excepto en el caso de
Julius. Esta no era una historia que yo le haya
compartido.

Era nuestra y sólo nuestra. Nuestros comienzos fueron


profundos, como las raíces de un roble centenario. El
mismo roble en el que había tallado su nombre.

La historia dio un giro, cuando añadió: — Me obsesioné


con ella a los dieciséis años. A mediados de mis veinte
años, odiaba a esa chica. Gaste mucho tiempo y dinero
buscándola. Planeaba hacerle cosas malas a esa mujer, y
finalmente la encontré. En mis treinta y tantos años,
hice algo estúpido y jodido tratando de encontrar una
entrada con esa chica, y cuando finalmente lo hice y
estaba dentro, ella me sonrió, y todo lo que pude
pensar fue, oh, mierda Estoy en problemas aquí. —Miró a
Dave con ira. — Tenemos una historia que ni siquiera
puedes comprender con tu felicidad suburbana, idiota.
Así que no asumas que me conoces. Ni siquiera asumas
que la conoces. Estamos aguantando la tormenta que
creé, y lo estamos haciendo en privado.
Sus ojos permanecieron encapuchados mientras sonreía
cruelmente. — Así que adelante, subestímame, David
Allen. Te reto, carajo. Te prometo esto.— Sus ojos se
suavizaron cuando cayeron sobre mí, y me habló
directamente. — No voy a ir a ninguna parte.—

Entonces quería llorar.

Este hombre. Él era el único hombre que podía romperme,


destrozar mi corazón, y yo recogía cada trozo roto y lo
ponía de nuevo en sus manos.

Sólo había un amor como este. Era un amor desesperado y


abrumador que hacía que una persona hiciera cosas
estúpidas y actuara de una manera que nunca consideró
posible. Pero era nuestro, por muy confuso que fuera.

Poco después de la audaz declaración de Tony, todo el


mundo se movía para marcharse, y cuando seguí la línea
de salida de la gente, un fuerte brazo serpenteaba
alrededor de mi cintura, tirando de mí. Cuando lo miré
a los ojos, me miró con una mirada tan intensa de
adoración que casi me acerqué allí mismo, frente a
nuestros invitados.

Qué inapropiado.

— Te llamaré para que me lleves a A.J. a otra fiesta


de pijamas,— dijo Julius mientras él y Ana se dirigían
a su auto. Fue entonces cuando un elegante Mercedes
Compresor negro pasó a paso de caracol. Y cuando la
ventana bajó, mi intestino se agarró y todo mi cuerpo
se congeló.

Oh, no.

Miró a Julius, lamiéndose los labios de color rojo


cereza antes de darle un beso.
Oh, mierda.
Pero cuando su mirada se posó sobre mí, abrió los ojos,
sacó la mano, hizo un movimiento de pistola y me
apuntó, gritando: -¡Bum, perra!-.

Mierda.

Jadeé fuerte, tropezando hacia atrás, completamente


aterrorizado y agarrándome a Twitch. Y cuando sus
labios formaron una amplia y castigadora sonrisa, supe
que podía sentir mi miedo y la odié por celebrarlo.

Todo sucedió tan rápido que no estaba segura si


simplemente lo había imaginado.
Twitch se apartó de mi lado y mientras se dirigía al
coche hacia la ventana abierta, y mientras se
arrastraba lentamente, Ling habló, mirando a Twitch
hacia arriba y hacia abajo de forma significativa. Su
tono era tan seductor como la serpiente que era.
— La muerte te sienta bien, nene.—
Escuché que Ana comenzó a hiperventilar, y Julius la
introdujo en el auto mientras Happy corría para pararse
frente a mí, su cuerpo protegiéndome del daño. Nikki y
Dave simplemente miraron sorprendidos.

Twitch estaba furioso, pero no lo demostró. La cosa es


que sentí su furia en mi corazón. Sentí su temor. Su
ira se filtró en el aire que nos rodeaba. — Sabía que
estabas loca, pero tienes pelotas, Ling Ling,— dijo
Twitch con falsa calma. — Cometiste un error al venir
aquí.— El auto tomó velocidad. — Pruébame. Te reto.—
Corrió detrás de él, y mientras se escapaba, gritó:
— Ahora tienes un blanco en la cabeza, perra.

En el momento en que el coche se perdió de vista, se


giró, las venas de su cuello abultadas mientras miraba
a Julius y apoyaba las manos en su cabeza, murmurando
en voz baja: — Tenemos un problema.—

Si

No, mierda, Sherlock.

Julius asintió con la cabeza, con la mandíbula


apretada. — Vamos.—
Happy se adelantó y agitó la cabeza. — De ninguna
manera. Algo apesta aquí—
Sí, lo hacia. — No.— Me adelanté, los ojos bien
abiertos, las manos temblando. — Ninguno de ustedes irá
a ninguna parte. — ¿Me oyen?— Me retorcí para
enfrentarlos a Twitch. — ¡No irás a ninguna parte!—

Ana abrió a empujones la puerta del pasajero y salió


tropezando, tratando de contener su respiración. Julius
parecía desgastado. — Está bien. Está bien, cariño.
Me encargaré de ello.—

Pero Ana agitó la cabeza y trató de hablar. —Te,


te …— Cuando cerró los ojos y soltó un gemido de
dolor, mi corazón se rompió por ella. Su trauma se
había multiplicado por diez al ver a la mujer
responsable de su captura y tortura. Lo intentó de
nuevo, — ¿Te acuerdas? — Respiró profundamente. —¿Qué
pasó...?— Ella jadeaba ruidosamente. —Cuando nos
separó?— Ella agitó la cabeza y gritó: —¡Otra vez no!—
La bravuconería de Julius pareció vacilar ante sus
palabras. Acercó a su esposa, abrazándola y
acunándola mientras lloraba.

Twitch también perdió algo de vapor. — De acuerdo.—


Sus cejas bajaron en pensamiento.
— Todo el mundo a casa.—
Miró de Ana a mi pálida cara y sus labios se apretaban
mientras suspiraba.
— Esta noche no es la noche.—

Pero cuando todos se fueron y Twitch me acompañó


adentro, sosteniendo mi mano con fuerza en la suya,
sólo un pensamiento rodeó mi mente.

La perra loca sabe dónde vivo.

Bueno, mierda.

Eso no puede ser bueno.


Capítulo 24

Twitch

Era tarde y me acosté junto a mi ángel, preguntándome


cómo carajo deje que esto pasara.

Todo el tiempo que estuve fuera fue para envolver los


cabos sueltos. Fui descuidado al creer que el que dejé
atrás sabría que debía mantenerse alejado.

Me enteré de lo de Ling.

Me enteré de su traición, de lo que les había hecho a


Julius y Ana. Me enteré de que se hizo con el control
de Los Dragones, la ejecución de su padre, más
recientemente de la burla que estaba haciendo en el
bajo mundo.

Por primera vez desde sus inicios, Los Dragones estaban


reclutando vietnamitas mestizos. Era algo inaudito, los
Dragones eran conocidos por sus valores tradicionales y
Ling estaba jodiendo todo eso.

Algunas personas incluso dijeron que se acostaba con su


hermano.

Conociendo a Ling, no me extrañaría de ella.


Estaba loca y nada estaba fuera de los límites.

Sabía que la curiosidad acabaría con ella, pero no me


lo esperaba tan pronto. Mierda, no esperaba que se
acercara. La perra cometió un error al venir aquí esta
noche.

Manteniendo mi ansiedad para mí, me quedé callado


mientras la mujer a mi lado se giraba, se acurrucaba y
presionaba su cara contra el costado de mi cuello.
Sin dudarlo, la levanté y la tiré para que se acostara
encima de mí, porque necesitaba consuelo y yo estaba
trabajando para ser todo lo que ella necesitaba.

Había encontrado mi religión.


Lexi era mi Biblia y con su misericordia, renacería.

Con la voz áspera, le susurré: —¿Necesitas mi ayuda


para dormir?—

Su sutil asentimiento fue todo lo que me dio.


Y eso estuvo bien porque esta noche no se trataba de
que yo hiciera demandas.
Se trataba de dar desinteresadamente a mi reina.
Así que nos volteé y miré sus ojos húmedos, le metí las
manos por los muslos y le levanté el dobladillo de la
falda antes de levantarme de la cama. Agarrándole los
tobillos, la arrastré por la cama hasta que ese dulce
culo se posó en el borde del colchón.

Se elevó sobre sus codos, mirándome, con los ojos muy


abiertos y con curiosidad.

Mi mujer.

Haría lo que fuera necesario para mantenerla a salvo.

¿Ahora mismo, sin embargo?

Me puse de rodillas, le abrí las piernas, bajé la


cabeza y recé.

***
Lexi

— ¿Papá?—

Escuché al pequeño monstruo, pero estaba demasiada


ocupada siendo una cobarde y continué fingiendo dormir.

Desde su posición, pegada a mi espalda, el hombre que


estaba a mi lado levantó la cabeza y su voz sonaba
somnolienta — Hola, amigo. ¿Qué pasa?— Y rápidamente
añadió: — No despiertes a tu mamá.—

A.J. se acercó y murmuró: —¿Tuvieron una fiesta de


pijamas?—

Me esforcé por calmar mi sonrisa, pero fue difícil.


Sonaba tan de fuera de lugar, nuestro hermoso muchacho.

— Ah, sí,— refunfuñó, bajando la cabeza hasta la


almohada que compartimos. — No pude encontrar mis
llaves.—

En ese momento, no pude reprimir mi sonrisa. Era una


buena mentira. Una en la que él creería.

A.J. parecía confundido. — Están justo ahí.—

Twitch levantó la cabeza de nuevo. — Oh, ¿qué? De


ninguna manera.— Fingió su sorpresa tan bien que todo
mi cuerpo se estremeció en una risa silenciosa y luego
se estremeció cuando Twitch me pellizcó el trasero, con
fuerza.
Nuestro hijo se rió. — Papi bobo— Un momento después,
— Tengo hambre.—

Twitch suspiró. —¿Dónde está Molly?—

—En la ducha.—

Le susurré: —Ve a alimentar a nuestro hijo,— y Twitch


me pasó la mano por encima de la cadera desnuda, debajo
de la sábana. Una lenta y amorosa caricia, una caricia
secreta, sólo para mí.

Dios. Estaba tan enamorada de este hombre.

Fue desconcertante. ¡Qué contraste había entre nuestra


relación anterior y la que tenemos ahora! Me estaba
dando cuenta de que Twitch no era tan complejo como
creía, quiero decir, claro, era una criatura complicada
pero llevaba el corazón en la manga y cuando él decide
amar, se entrega por completo. Y por así decirlo, lo
necesitaba todo de él.

La noche anterior, tuve un sueño muy extraño.

Allí estaba con una daga en una mano y el corazón en la


otra y mientras caía de rodillas, sangrando por la
herida abierta en el pecho, respirando por última vez,
extendió su sangrienta y temblorosa mano en ofrenda,
rogándome que tomara la parte de él que aún latía.

Lo hice y cuando finalmente murió, lo hizo sonriendo.

Cuando me desperté de sobresalto, caliente de


preocupación y jadeando, lo encontré en la oscuridad y
me abrió los brazos. Apoyé mi cabeza en su pecho y
escuché atentamente el ritmo constante de su corazón
hasta que encontré paz y me volví a dormir.

— Está bien, amiguito, estaré allí en un segundo.


¿Quieres poner un poco de pan en la tostadora?—

A.J. salió corriendo de mi habitación y dijo:


— ¿Quieres un poco?—

—No,— él hablo en voz alta, sabiendo muy bien que


estaba ya despierta, presionó su frente contra mi
espalda y besó mi hombro desnudo mientras la mano a la
altura de mi cadera pasaba por encima de mi estómago,
bajando aún más hasta que descansó justo encima de mi
montículo. — Ya comí— murmuró en mi piel, apretando
sus labios sonrientes contra mi carne.
Un feliz —Mmmm — fue todo lo que pude responder.

Seguro que lo había hecho, comió hasta saciarse.

Sonreí en mi almohada y cuando sentí que el colchón se


levantaba, la cama se sentía más fría y tuve que hacer
una mueca.

— ¿Tienes hambre, mami?— preguntó mientras se ponía los


vaqueros, moviéndose para salir de la habitación sin su
camiseta, pero haciendo una pausa en la puerta para
obtener mi respuesta.

Levanté la cabeza y entrecerré los ojos y mi corazón se


estremeció al verlo. Dios, era guapísimo.
— Sí.—

Me miró a través de sus párpados bajos, sus ojos


vagando por mi cuerpo cubierto de sábanas. Deje poco a
la imaginación. Luego Twitch agitó la cabeza y suspiró
en voz alta. — Levántate, nena o entraré por ti.—

Pasaron unos minutos y encontré mi ropa interior, me la


puse antes de deslizarme en un sostén y envolverme con
mi kimono de seda. Abrí las cortinas, dejando entrar la
brisa de la mañana y me senté en el vestidor, donde me
cepillé el pelo y me hice un nudo en la parte superior
de la cabeza. Pero cuando vi algo en mi clavícula, me
incliné, cuando me concentré en ello, rocé con mi mano
el púrpura y luego puse los ojos en blanco.

Otro chupetón.

Bien, Twitch.

Cuando entré en la cocina, Vi al hombre que extendía


Vegemite sobre tostadas para su hijo, su cara arrugada
se fijó en mí y puso una mueca de dolor. — ¿Cómo puedes
darle de comer esta cosa? Sabe a culo.—

— Se ha criado con el.— Me encogí de hombros.


— Le gusta—.

— Es grueso y marrón y…— Lo juro, Twitch palideció un


poco, cerrando la tapa amarilla y empujando el frasco
lo más lejos posible, murmurando: — No, gracias—.

— Así que— comencé.


— Tienes que dejar de dejarme marcas.—
Pero Twitch me ignoró, llevando el plato de tostadas al
niño en ropa interior viendo dibujos animados en el
suelo de la sala de estar.
Cuando regresó, sin embargo, me acechó con sentido.
Con cada paso que daba, me veía obligada a retroceder
uno hasta que sentía que mi generoso trasero golpeaba
los gabinetes de la cocina y cuando me tenía donde me
quería, miraba al último chupetón. Sus ojos brillaron
un momento antes de levantar su mano, apoyándola
ligeramente sobre mi cuello, pasando su pulgar sobre el
rojo púrpura de mi clavícula.

— ¿No sabes leer?— dijo, la voz suave como el whisky


haciendo que mi cuerpo reaccionara. — Cada una de estas
marcas es una carta de amor.— Me miró fijamente, con
esos ojos marrones y suaves que veían en lo más
profundo de mí. — Busca lo suficientemente bien y
descubrirás lo que dicen.—

Jesucristo. Nunca me habían excitado tanto las palabras


en toda mi vida.

Quería agarrarlo por detrás de la cabeza, tirarlo hacia


mi cuello y rogarle por más escrituras para leer en mi
tiempo libre.

En cambio, arruiné el momento.


— ¿Qué vamos a hacer con Ling?—

Sus ojos se oscurecieron al escuchar su nombre.


— No estamos haciendo nada.— Se le endureció la
mandíbula y dijo en voz baja: — Déjamela a mí,
ángel.— Ante mi mirada de incertidumbre, continuó.
— No sé si volverá, pero después del mensaje que le
envié, seguro que se echará atrás.—

— ¿Qué mensaje?— No pude evitar preguntar.

Y sorprendentemente, me contestó, su pulgar corriendo


suavemente sobre mi piel de una manera consoladora.
— Cumplir o morir.—

Creo que se sorprendió un poco cuando miré a su


alrededor para ver a A.J. Cuando estaba segura de que
no estaba escuchando, mantuve mi voz baja y evité su
mirada. — No quiero que se le dé a elegir.— Cuando me
encontré con sus ojos entrecerrados, le dije con
franqueza: — Quiero que ella desaparezca—

Me parpadeó un momento antes de decir. — No va a ser


fácil. Ella es una reina y sus dragones la mantienen
protegida. Tenemos que ser inteligentes, discretos.
Cuando A.J. se arrastró a la sala de estar,
Twitch se giró para mirarlo antes de volverse hacia mí
y me explicó: — Un problema de su proporción podría
tomar algún tiempo para…— Pensó en la palabra.
— Desaparecerla—

— No me importa.— Puse mis manos en la cintura de sus


jeans antes de meter mis dedos en sus bolsillos y
suavemente lo acerqué. Vino a mi cuando lo llame. Lo
miré, lo miré a los ojos y le dije:
— La quiero muerta.—

La forma en que me miraba entonces, con una admiración


y respeto que rara vez le veía poner, hacía temblar mis
entrañas. Alcanzó mi mejilla y me apoyé en su tacto
mientras él retumbaba, — sólida.—

Era un cumplido pero completamente infundado ya que


sentía que me estaba desmoronando.

Y cuando puso sus manos sobre mis hombros y miró mis


labios, preguntó: —¿Cuándo me vas a dar esa boca,
nena?— La necesidad en su voz era palpable.
— Estoy tratando de ser paciente, pero te lo dije
antes, no soy un santo.—

— Pronto— le prometí respirando.

No estaba lista todavía, pero casi lo estaba. Cuando le


diera mi boca, no habría vuelta atrás. Era el último
trozo de mí misma que tenía que dar, la parte más
íntima de mí que tenía que dar y no lo estaba dando sin
certeza.

Y cuando me miró como me miraba ahora mismo, con el


corazón en la manga y en los ojos, bajé la mirada
mientras mi corazón latía con fuerza. — Detén eso —

Parecía confundido. —¿Detener qué?—

Mis mejillas se ruborizaron. — Deja de ganarme.—

Su ronca risa me golpeó en los ovarios y cuando me


envolvió con fuerza, bajando su cabeza y riendo en mi
cuello, me agarré a sus bolsillos y sonreí tímidamente.

Fue entonces cuando me di cuenta de que quería más


niños con mi rey torturado y tal vez si pudiéramos,
poner a la reina Dragón bien bajo tierra, hablaríamos
de eso.

Twitch era la medicina que no sabía que necesitaba y


quería inyectarlo, justo en mis venas y mantenerme
drogada con él durante toda la vida.
¿Qué decía eso de mí?

Señor.

No quería pensar en ello.

Molly entró en la cocina y dijo: — Oh, Dios. Paren —

Cuando Twitch se retorció para mirarla, sus ojos se


arrugaron en las esquinas. — Sabes, podrías irte a la
mierda.—

Molly se sirvió una taza de café. — En serio, es como


ver a tu sexy mamá besándose con su nuevo
chico juguete.— Extendió su brazo hacia Twitch. — Y su
novio es un tanque tatuado que no lleva su camisa por
toda la casa. Ugh. Asqueroso.—

Incliné la cabeza hacia atrás y me reí a carcajadas.

Por eso quería a Molly. Su nivel de descaro era


extraordinario.

— Lo que sea.— Luché para salir de los brazos de


Twitch y mientras lo hacía, él hizo un pequeño gruñido
en su garganta. Toqué una mano suave despejando el
despeinado de su cara y le dije; — Necesito ducharme.—

Molly se acercó más.— Oye, Lex, tienes algo aquí.—


Señaló a su clavícula y cuando no me moví, dio otro
paso y quiso limpiarla antes de que se diera cuenta de
lo que era la marca. Sus ojos se abrieron de par en
par, sorprendida, antes de que se entrecerrasen y se
posaran sobre Twitch con una mirada. Ella dijo en voz
baja: —¿Cuántos años tienes? ¿Catorce?—

Cuando Molly se giró, moviendo la cabeza con


incredulidad y salió de la cocina, Twitch levantó su
pierna y le dio una patada, dándole ligeramente en el
trasero. En el momento en que su café se derramó,
emitió un sonido de pura furia antes de girar sobre él
y gritar: — ¡Idiota!.—

Y esa fue mi señal para irme.

Entré en el baño y los sonidos de las discusiones


familiares se apoderaron de mí, haciéndome sentir
ligera y feliz.

En serio.

Yo era un bicho raro.

***
Twitch

— No me recuerdas, ¿verdad?—
Molly se sentó en el sofá con A.J. en su regazo y sus
ojos me miraron atentamente. Su voz seguía siendo dulce
mientras pasaba una mano por el pelo de mi hijo.

Miré desde mi teléfono. — ¿Debería?—

A.J. estaba en su tableta, con los oídos tapados con


audífonos mientras veía un estúpido programa en el que
hombres y mujeres adultos desempacaban huevos sorpresa
y mostraban a los jóvenes en casa lo que tenían. En
serio, no conseguí las cosas que los niños ven hoy en
día. Era oscuro.

Y la gente pensaba que tenía problemas.

— Conocías a mi papá,— fue todo lo que ella dijo y


cuando no continuó, levanté mi mano y le hice un gesto
de, —dame más.— Ella respiró hondo y me lo dio. — Tenía
unos ocho años y cuando entraste en nuestra casa, me
escondí detrás de un pasamanos, mirándote. — Ella
sonrió. — Estaba convencido de que eras un Mokoi.—
Cuando fruncí el ceño, me explicó: — Un espíritu
aborigen que secuestraba y comía niños. Mi padre nos
contó historias sobre los Mokoi. Eran altos,
inusualmente delgados, de pelo oscuro y ojos rojos y
dormían en lo alto de los árboles, cuidando de sus
próximas víctimas. Los Mokoi eran no-muertos, nacidos
de la magia negra y a menudo llevaban las almas de
aquellos que usaban mal la magia en la vida.—

Ante mi mirada perpleja, me miró y mordió su labio


inferior demasiado lleno, su voz melódica embrujada.
— Mi vida familiar no era buena y aunque era sólo una
niña, sentía que estaba mejor arriesgándome con un
Mokoi que quedándome donde estaba.— Bajó la cara y miró
a mi hijo con un afecto que sólo reservaba para él.
— Estaba descalza y sucia, mis rizos estaban muy
enredados, la camiseta que llevaba rota y las plantas
de mis pies sangraban.— Tragó con fuerza y parpadeó
rápidamente. — Y me acerqué a ti, puse mi mano
pegajosa en la tuya y dije…—

Oh, joder.

Me acordé de ella.

¿Cómo podría olvidarlo?

— Estoy lista,— completé su confirmación, parpadeando


con incredulidad.
Ella asintió, sus ojos brillando. — Sí.— Se aclaró la
garganta. — Miraste mi estado y te arrodillaste,
limpiando las lágrimas de mis mejillas. Me entristecía
que no volvería a ver a mis hermanas, porque cuando un
Mokoi te llevaba, no volvías. Parecías malo, pero
fuiste amable conmigo y por una fracción de segundo, me
pareció bien que me comieras.—

Ah, mierda.

Pensé en mi hijo en una situación similar y me dolía el


pecho.

Era un límite difícil para mí. Nunca pude soportar la


crueldad hacia los niños.

— Pero hiciste algo que no esperaba — dijo la


mujercita.

Sí. Lo recuerdo.

Miré a mi hijo y murmuré en voz baja: — Yo maté a tu


padre.—

Sonrió ampliamente, asintiendo. — Sí, le disparaste


justo enfrente de mí.—

Mis cejas se fruncieron. — Nunca quise que eso pasara.—

— Lo sé— dijo en silencio. — Pero cambió mi vida.


También cambió la vida de mis hermanas. Nuestro padre…—
Se detuvo. —...era un hombre cruel. Le gustaba
atormentarnos psicológicamente y cuando eso no
funcionaba, nos castigaba físicamente.— Sus labios se
estremecieron. — Por nada más que por ser chicas.—

Monty El Carnicero Holden era un cerdo de hombre y no


me sentía culpable por matarlo.

Pero estaba confundido. — ¿Cómo terminaste aquí?—

— Completamente por casualidad.— Arqueo sus cejas. —Vi


a Julius en una reunión y pregunté por ti. Me dijo que
habías muerto y yo estaba— Su voz era baja, —molesta,
porque te lo debía y descubrir que nunca tendría la
oportunidad de pagártelo era más que frustrante. Me
preguntó cuánto quería aliviarme de esa deuda y le dije
que habría hecho cualquier cosa. Fue entonces cuando
sugirió conocer a Lexi.— Ella acarició el cabello de
mi hijo y A.J. levantó el brazo para abrazarlo mientras
él miraba la pantalla en su regazo. — Y cuando conocí
a este pequeño rufián, me robó el corazón.—
¿Adónde iba esto? —¿Por qué me dices esto?—

Molly me miró con significado. — Porque necesito que


entiendas que estoy lista para proteger a tu familia,
hasta la muerte si es necesario.—

Ella quiso decir lo que dijo. Me dí cuenta de ello.

— Con suerte, no llegaremos a eso— murmuré. —Parece que


le gustas viva a mi hijo— Y eso significaba algo para
mí.

Sus ojos se posaron en el pequeño monstruo en su regazo


y sonrió suavemente. — No importa lo que él quiera. Si
se reduce a eso, lo protegeré con mi cuerpo.— Ella lo
abrazó y A.J. Le sonrió, incapaz de escuchar lo que
estaba diciendo. Ella sonrió a través de sus palabras.
— Y mataré a cualquiera que intente hacerle daño.—
Cuando sus ojos se fijaron en mí, se puso seria.
— A cualquiera.—

Bueno.

Definitivamente estábamos en la misma página.


Volví a mirar mi teléfono. Mi voz era baja.
— Sabía que me gustabas, Molly.—
Capítulo 25
Ling

Mientras me sentaba en un taburete, sin nada más que su


camisa, mis ojos sonreían al hermoso hombre que
cocinaba para mí.

— Así que le dije…— Se detuvo para darle la vuelta a la


gözleme de la fritura. — Mejor que se cuide la boca o
le haré otro agujero en la cabeza.— Se volvió para
sonreírme. — Y estoy bastante seguro de que vi a un
adulto cagarse en los pantalones.—

Me reí en voz baja, moviendo la cabeza. Era ridículo,


mi hermoso Turco. Y estaba empezando a significar para
mí más que nadie en el mundo. Así que necesitaba
decírselo.

Tenía el pecho desnudo y mis ojos recorrían los planos


musculares de su cuerpo. Mientras se volvía a cocinar,
me aclaré la garganta y le dije: — Lo encontré.—

Aslan se calmó. Me dio la espalda un largo momento


antes de girarse para mirarme, su expresión ilegible.

— Sí.— Pasé una mano por mi pelo largo y suspiré.


— Tenías razón.— Mis ojos se encontraron con los suyos.
— Ha vuelto.—

Az buscó en mi cara, antes de dibujar, — ¿Y cómo nos


sentimos al respecto?—

Nosotros.

Ugh. Me estaba matando.

— Nosotros— comencé, — nos sentimos traicionados y


heridos— Y rechazado. Mi mirada se dirigió hacia el
mostrador y pasé una uña perfectamente cuidada sobre el
mármol fresco. — No sabemos qué pensar o qué decir.—
Suspiré y luego lo miré a los ojos. — Pero no nos
sentimos bien al respecto.—

— Correcto,— dijo un momento antes de apagar la estufa


y mover la sartén del fuego. De espaldas a mí, me dijo
en voz baja: —¿Y dónde nos deja eso, bebé?—

El miedo en su voz llamaba al miedo en la mía.

— No lo sé— murmuré honestamente.


Se giró sobre mí, con esos ojos oscuros más oscuros de
lo que jamás los había visto. Su voz era baja,
peligrosa. — ¿Quieres que vuelva?—

Una vez más, honestidad, simple y llanamente.


— Ya no lo sé.— Bajé los ojos. — Pensé que lo
hacía.— Mi corazón latía con fuerza. — Pero ya no lo
creo, porque…— Tragué con fuerza, evitando su mirada
ampollada, y hablando en voz baja, — Te tengo a ti.—

Aslan había llenado el enorme agujero dentro de mí.


Ya no quería ni deseaba a Twitch. Necesitaba al hombre
que estaba justo delante de mí, el hombre a mi lado, a
pesar de las probabilidades que estaban en contra de
nosotros.

A pesar del hecho de que nadie nos querría juntos.

A pesar de que el hombre que amaba estaba casado y


nunca dejaría a su esposa.

Éramos la realeza por derecho propio, pero nunca


gobernaríamos juntos. Éramos una tragedia en ciernes y
eso sólo hizo que lo deseara más.

Vi como su cuerpo se relajaba, perdiendo algo de la


tensión obvia en su cara. Sus labios se abrieron y
soltó un largo suspiro, pasando una mano por su nuca.

Nuestras miradas desesperadas se encontraron al otro


lado del mostrador y todo lo que estaba mal en el mundo
se derritió.

Mi voz era suave como un susurro. — Te amo.—

Az cerró los ojos, y los mantuvo cerrados mientras


respondía de la misma manera. — Yo también te amo,
Ling.—

La tensión alrededor de mi corazón se aflojó y vi al


hombre que me había conquistado con rosas dañadas y
besos suaves respirar un suspiro de alivio.

Dejaría que Twitch tenga su pequeña familia.

Tenía algo mejor.

*****
Twitch

La sentí mirándome en la puerta abierta, mientras me


ponía la sudadera, escuché las palabras tranquilas que
dijo.

— ¿Adónde vas?—

Su voz era suave, pero no podía ocultar la preocupación


que la rodeaba.

Me subí la cremallera, me volví y deseé no haberlo


hecho, llevaba su preocupación como una segunda piel.
— Sólo haciendo una visita a domicilio.—

Los brazos de Lexi se levantaron y ella se abrazó a sí


misma y ese pequeño movimiento me hizo querer quedarme
y estar a su lado, dormir al lado de mi mujer y
sentirme en casa con mi familia. Desafortunadamente, no
pude. Esta mierda necesitaba ser cortada de raíz y mis
hermanos y yo éramos los únicos capaces de hacer lo que
había que hacer.

Ella sacudió su barbilla, señalando a mi lado. —


¿Siempre llevas un arma a las visitas a domicilio?—

No se perdía ni un latido, mi ángel. — En este tipo de


visitas a domicilio, sí.—

Estaba preocupado por su reacción.

No debería haber estado.

Enderezándose, asintió y luego suspiró suavemente. — De


acuerdo.— Dejó caer las manos a los costados y dijo:
— Bueno, arropa a tu hijo antes de irte.—

Jesucristo, carajo.

Esta mujer.

Fuerte.

Cuando me moví, lo hice lentamente, con propósito y


cuando la alcancé, miré sus grandes ojos azules antes
de hablar bajo. — Bésame antes de que me vaya.—

Me miró a los ojos. — No.—

Cuando mi frente se arrugó, ella sonrió ampliamente y


mi polla se sacudió.
Cuando ella se retiró de la habitación, me mudé al
final del pasillo para darle las buenas noches a mi
hijo. Después de hacer eso, la vi esperándome en la
puerta principal. Me acerqué con tranquilidad y cuando
me acerqué, ella se me acercó. Era una segunda
naturaleza tener mis brazos alrededor de esta mujer.

Esta mujer que me había dado tanto.

Su corazón, un hijo, un hogar. Ella dio todo lo que yo


no sabía que quería y continuó dando en el día a día.

Yo era un hombre afortunado y un día este ángel sería


mi esposa, usaría mi anillo y después de que hiciéramos
nuestros votos, la mantendría descalza, embarazada y
feliz.

Mirándola como era, decidí que necesitaba una hija con


la rara dulzura de Lexi y su fuerza de diamante. Una
chica que amara a su padre sin importar la mierda que
fuera.

Su gentil precaución me atravesó como un cuchillo


caliente a través de la mantequilla. Habló en voz baja
en mi cuello. — Cuídate.— Cuando dio un suave beso a la
vieja herida de bala, la cicatriz redondeada que obtuve
protegiéndola aquel fatídico día de hace seis años,
perdí la compostura.

Gruñí hasta el fondo de mi garganta y luego retrocedí


para fijarme en ella con mi mirada oscura. — Sigue
mirándome así y me casaré con tu trasero.—

Su respuesta me dio escalofríos.

Mirándome, con los ojos muy abiertos y guapa como un


melocotón, inclinó un poco la cabeza y me preguntó:
— ¿Prometido?—

El sonido de un coche entrando en el camino llamó


nuestra atención, y me incliné para darle un beso en la
frente. — Hasta luego.—

Sin decir una palabra más, salí de la casa y llegué al


SUV negro, abriendo la puerta y deslizándome en el
asiento del pasajero. En el momento en que cerré la
puerta, el coche despegó y me volví hacia Julius.
—¿Cuál es el camino?—
Happy habló desde el asiento trasero. — Su mierda está
apretada, hombre. No sé cómo vamos a entrar y mucho
menos acercarnos lo suficiente como para matarla.
Sus hombres la protegen como si fuera la segunda venida
de Cristo.—
Julius gruñó. — Tiene un apartamento en la ciudad,
fuera de los limites. Ling cree que es inteligente,
pero cuanto más engreída, más descuidada se vuelve.
Ella va a este apartamento para pasar desapercibida.
Casi todas las noches, ella está allí y…— Cuando me
volví hacia él, me miró un momento antes de volver al
camino. — No vas a creer a quién veo entrar y salir de
ese lugar regularmente.—

— ¿Quién?— Pregunté, mi ceño fruncido.

— Aslan Sadik—.

Cuando Julius dijo lo que dijo, los pelos de la nuca se


me pusieron de punta.

— Hijo de puta.— Golpeé el tablero con el puño, lo


suficientemente fuerte como para hacer crujir el
plástico. Miré a Julius. — Adivina quién me vio en el
maldito centro comercial hace un par de semanas.— Me
retorcí para mirar hacia atrás a Happy.
— Aslan el maldito turco.—

Happy frunció el ceño. — ¿Qué? ¿Crees que él y Ling son


algo?— Agitó la cabeza. — De ninguna manera. Los
Dragones y los Muchachos Perdidos se odian, hombre,
desde el amanecer de los tiempos y ese odio es
profundo. Ya está deshonrada. No creo que sea tan
tonta.—

— Ella lo es— dijo Julius oscuramente. Cuando me miró,


sus labios eran finos. — ¿Por qué no dijiste nada?—

Le lancé una mirada que decía: — ¿Estás bromeando?— y


luego le parpadeó durante un largo momento. — No
contestabas a mis llamadas, porque yo,— dibujé
lentamente, — herí tus sentimientos.—

Julius entrecerró los ojos hacia mí antes de volver a


la carretera. Un rato después, habló. — Bueno, así que
Aslan está dando información a Ling.— Miró por el
espejo retrovisor para ver a Happy. — Eso es lo único
que tiene sentido. La pregunta es, ¿por qué?—

Era obvio.

Happy a regañadientes, dijo: — Porque son algo.—

— Porque son una cosa— repitió Julius, suspirando en


voz baja.

Ling era suicida si pensaba que Los Dragones mirarían


más allá de esta transgresión.
No, tendrían su cabeza en una bandeja.

Tal vez esa fue la manera más inteligente de evitar


nuestro problema, dejar que se destruyera a sí misma.

— De acuerdo.— Miré por la ventana del coche en


movimiento. — Vamos a hablar con el turco.—

La casa era una fortaleza. Era enorme, imponente y


tenían seguridad a la altura de Alcatraz. Pero nosotros
teníamos algo que ellos no tenían.

Happy.

Desde el asiento trasero, escribió rápidamente en el


portátil. — Denme un segundo.— Siguió escribiendo,
— ellos tienen dos sistemas consecutivo a de
running funcionando al mismo tiempo, es confuso.— Sus
dedos se movían rápidamente a lo largo del teclado.
— De acuerdo, ya voy para allá.— El sonido de los
botones haciendo clic me estaba volviendo loco. — Una
orden más y…— Presionó Enter. — Están fuera de línea.—
Miró de mí a Julius. — Vámonos, no sé cuánto tiempo
pasará hasta que se den cuenta y envíen a alguien a
arreglar lo que arruiné.—

Tirando de la capucha sobre mi cabeza, salí del coche y


abrí la aplicación Happy instaló en mi teléfono, lo
apunté al garaje de tres puertas y presioné el botón.
Una de las puertas comenzó a levantarse y me volví
hacia Happy, mi rostro solemne. — Joder.—

Happy simplemente levantó una ceja y sonrió.

El hombre sabía lo que hacía.

La tecnología correcta en las manos equivocadas era


algo peligroso.

Todos entramos y volví a apretar el botón, cerrando la


puerta detrás de nosotros. Había una puerta en la parte
de atrás del amplio espacio abierto y cuando llegué
allí, suavemente puse mi mano en la perilla y traté de
torcerla, pero no dio resultado. Estaba cerrada con
llave. Julius levantó la mano y dio un ligero
golpecito al lado del teclado de la puerta.
Di un paso atrás mientras Happy se movía, abrí la
cubierta de plástico y jugueteé con los cables.
Momentos después, la luz roja se volvió verde y cuando
Happy probó la perilla, giró.

Estábamos dentro.
En el momento en que se abrió la puerta, una voz
femenina gritó: — Pensé que habías dicho que ibas a
llegar tarde.— Nos movimos por el pasillo, con las
armas desenvainadas, y ella continuó con: — Bueno,
acabo de empezar la tercera temporada del Juego de los
Tronos.
Ven a verla conmigo.— Ella se rió. —Lo juro por Dios,
Az, todo esto es un desastre…— Cuando ella salió a la
luz, su cabeza se estremeció, sus amplios ojos se
abalanzaron entre nosotros tres y susurró: — Oh.—

La joven en silla de ruedas era demasiado delgada, sus


grandes ojos marrones abiertos por el miedo, su largo
pelo negro tirando de una cola de caballo baja. Llevaba
un suéter grueso y una manta sobre su regazo. Sus
labios se abrieron con angustia, mientras hablaba en
voz baja: — ¿Me vas a matar?—

Me sentí como un imbécil. Claramente estaba enferma.


Pero ese no era mi problema. — Aún no lo sé.— Me
acerqué a ella, mi tono suave. — Eso depende de tu
marido.—

Sorprendentemente, me miró fijamente con la fuerza de


la reina que era. — Bueno— suspiró. — Él no va a
llegar a casa hasta tarde.— Usó sus manos para girar la
silla de ruedas y comenzó a moverse lentamente.
— Así que, pase, supongo.—

La seguimos de cerca y cuando llegó a la acogedora sala


familiar, se instaló frente a la estufa, absorbiendo su
calor, frotándose las piernas y haciendo una mueca de
dolor. Miró hacia atrás y sacó un brazo hacia el sofá.
— Siéntate.—

Antes de sentarme, me acerqué a ella y le tendí la


mano. — Teléfono—

Mirándome con esos ojos inquietantes, sacó su celular


de debajo de la manta y vi que la pantalla de Mensajes
estaba abierta y que la única palabra escrita allí era
Ayuda. Por suerte, aún no lo había enviado. Mis ojos se
entrecerraron sobre ella y se encogió de hombros,
pareciendo ligeramente tímida. — No me culpes por
intentarlo.—

No, no podría.

Mientras Happy y Julius se sentaban en el sofá con sus


pistolas fuera yo tomé un taburete de la barra de
desayuno y me senté junto a la mujer de aspecto
frágil. Me miró de cerca y le dije: — Probablemente no
te acuerdes de mí…—
Pero me cortó con un hecho: — Me acuerdo de ti—.

De acuerdo. Bien.

Eso estuvo bien.

Entonces sabía de lo que era capaz.

No hablamos por un tiempo después de eso, pero cuando


pasó una hora, me aburrí de esperar. Cuando vi que los
ojos de la mujer parpadeaban lenta y cansadamente, me
aclaré la garganta. En cuanto sus ojos cansados se
posaron sobre mí, dije: — ¿Qué te pasa?—

Las palabras no eran crueles, sólo curiosas.

Ella sonrió con tristeza. — Esclerosis múltiple.—

Suspiré con simpatía, agitando ligeramente la


cabeza. — Lo siento.—

— Está bien.— Ella sonrió, pero estaba tan tensa que


salió una mueca. — Quizás me saques de mi miseria esta
noche.—

No, no lo haría. — Sí, tal vez.—

Otra hora más y estaba listo para preguntarle a la


mujer que ahora estaba durmiendo si tenía una baraja de
cartas o damas o algo, para ayudar a pasar el tiempo.

Fue entonces cuando se abrió la puerta del garaje y se


acercaron fuertes pisadas.— ¿Asya?— Antes de que él
entrase, ella se movió, parpadeando durante el sueño.
Él gritó, —Los putos servidores están fuera de línea
otra vez.— Parecía frustrado. — Juro por Dios, Tatlım.
Estoy harto de esta mierda de monitorización.
Es como si les pagara para que me jodan…—

Cuando entró en la sala de estar, sus ojos se posaron


sobre mí sentado junto a su esposa y cuando vio su
estado de aturdimiento, se lanzó. — Idiota.— Corrió
hacia delante y Happy y Julius se pusieron de pie,
apuntándole con sus armas. Jadeando, Aslan tuvo la
sensatez de levantar las manos y dar un paso atrás. Me
miró, con las fosas nasales abiertas de rabia, hablando
con los dientes apretados: — Está enferma.—
Usé el cañón de mi arma para rascar mi sien. — Puedo
ver eso.— Volví a mirar a Asya, que ahora miraba a su
marido con ojos muy abiertos y suplicantes y me volví
hacia él. — He sido un perfecto caballero, ¿verdad,
Asya?—
La vena de la sien de Aslan se hinchó cuando su cara se
estropeó y me lanzó un dedo puntiagudo. Él siseó, —¡No
digas su nombre!—

Claramente amaba a esta mujer. ¿Qué coño estaba


haciendo con Ling?

Miré a la mujer por casualidad.

Lo único que tenía sentido era que no tenía sexo en


casa.

Mis labios se adelgazaron.

Las malas decisiones lo llevaron a malas circunstancias


y ahora estaba atascado. Esperaba que Ling valiera la
pena.

— Estoy bien,— dijo la mujer a mi lado. — No ha hecho


nada, Aşkım.— Me parpadeó, tragando fuerte. — Todavía
no.—

El alivio bañó a Aslan y trató de calmarse. Miró


vigilantemente entre nosotros tres, tomando su
posición, en lo que le rodeaba. Su inminente perdición.
— ¿Por qué estás aquí?—

— Ya sabes por qué, Sadik.— Mi tono bajo, dije: — Estoy


aquí por una mujer.—

Aslan parecía confundido.

— Una mujer que hasta hace un par de semanas pensaba


que estaba muerto.—

El maldito turco empezó a entenderlo.

— Una víbora mortal—, le expliqué. — Un Dragón que vino


a mi casa en medio de la noche, hizo un gesto de
amenaza a mi mujer y puso un blanco en su linda
cabecita.—

— No sé de qué estás hablando,— dijo, pero sus ojos


entrecerrados lo decían todo.

Estaba dispuesto a hablar, pero no delante de su


esposa.

Bueno, que se joda.

Nunca seguí las reglas. ¿Había olvidado quién era yo?


El trono pertenecía a otra persona, pero todos sabíamos
que si lo quería de vuelta, todo lo que tenía que hacer
era reclamarlo como mío.

— Claro que sí—, murmuró Julius. — Has pasado casi


todas las noches en su apartamento de la ciudad hasta
altas horas de la madrugada.— Miró a Asya. —¿Qué? ¿No
sabías que tu marido se cogía a la Reina Dragón?—
Cuando la cara ya pálida de Asya se volvió de porcelana
y miró a su marido en cuestión, Julius le tiró su
teléfono. — Tengo algunas fotos bonitas para ti,
princesa.— Se volvió hacia Aslan. — Oh lo siento. ¿No
era necesario que supiera está mierda?—

Asya hojeó las fotos y su jadeo aumentó. Cuando el


teléfono cayó de sus manos al piso de madera con una
explosión, sonó como si se estuviera ahogando y cuando
levantó sus manos temblorosas a su boca, moviendo
suavemente su cabeza, puso sus ojos llorosos en su
esposo, ahora sabiendo el nivel de su traición.

Aslan tragó con fuerza. — No es lo que parece,— le


dijo, pero sonaba débil para todos los presentes.

— Te lo diré una vez, Sadik,— dije antes de ofrecerte


mi consejo. — Hay algo malo con esa mujer. Ling es una
plaga en este mundo. Ella arruinará tu vida de todas
las maneras posibles, y cuando no le des lo que ella
quiere — Miré a Asya pero hablé con su esposo.
— Empezará a joder con las cosas que amas.— Me enfrenté
a él y vi su cara caer. — No es su culpa; ella no sabe
hacer nada mejor.— Le advertí: — No puedes curarla, lo
que está roto dentro de ella, no puede ser reparado.—

Aslan miró a su esposa, con una tristeza que nunca


había visto en el hombre normalmente seguro de sí
mismo. — No lo planee — le dijo, su voz áspera
vacilando. — Lo siento mucho, Sultanım.—

Pude ver que estaba empezando a asimilarlo, pero


necesitaba que supieran cuál era mi posición sobre la
relación del maldito turco con La reina dragón.

Volviéndome hacia la mujer que estaba a mi lado,


extendí mi mano y ella, a regañadientes, colocó sus
dedos temblorosos en la palma de mi mano. Hablé con
ella directamente; que se joda su marido. — Tengo una
confesión que hacer, no he venido aquí para hacerte
daño, pero — Mientras parpadeaba, sus pestañas se
humedecían. — Veo que eso es lo que he hecho aquí, así
que, lo siento. — Le acaricié su fría mano y me lamí
los labios.
— Su esposo tiene que tomar una decisión y espero que
tome la correcta, porque…— Le miré a los ojos y le dije
que necesitaba que viera lo serio que era. — si vuelvo
aquí y me atrapas de nuevo,— dije sombríamente, — Voy a
ser la última cosa que veas, princesa.—

Respiró temblorosamente antes de asentir con la cabeza.

Puse su mano sobre su rodilla, cubriéndola con la mía


mientras me concentraba en el hombre roto que estaba al
otro lado de la habitación. — Lo que necesitas
entender, Aslan, es que Ling puede estar loca, pero…—
Solté la mano de su esposa y me paré, caminando hacia
él y cuando volví a hablar, mi tono era negro. — Pero
yo le enseñé todo lo que sabe.— Me acerqué y murmuré en
voz baja: — ¿Quieres una locura, hermano?— Mi mirada
encapuchada se posó sobre él mientras mi labio se
rizaba. — Si te metes con mi familia, te mostraré que
la locura de Ling no tiene nada que ver con la mía.—

Lo miré de arriba a abajo y luego le susurré: — Le


hiciste votos a esa mujer, pedazo de mierda. ¿Eso no
significa nada para ti?— Vi cómo se le desmoronaba la
cara. — Está enferma.— La primera de sus lágrimas cayó.
— Necesita a su marido, ¿y la dejas sola para acostarte
con una psicópata diagnosticada?— Él cerró los ojos y
yo murmuré: — ¿Qué te pasa? Recoge tu mierda y sé el
hombre que tu esposa necesita mientras tengas tiempo.—

Cuando temblaba con la intensidad de la emoción que


trataba de mantener en su interior, pistola en mano, me
giré hacia atrás y le pregunté: — Oye, Asya? ¿Quieres
que me deshaga de este gamberro por ti?—

— ¡No!— gritó, su cuerpo temblando con la fuerza de sus


sollozos. — No, por favor. Por favor, no lo hagas—.
Alcanzó al hombre que no la merecía, y lloró en
silencio: — Por favor. Lo amo.—

Aslan lloró abiertamente entonces y no vi nada más que


vergüenza en sus ojos.

Bien. Ya había terminado aquí.

Levanté mi mano y le di un puñetazo en el pecho.


— Has sido tocado por un ángel.—

Y con eso, nos fuimos, dejando un rastro de corazones


rotos entre nosotros.

***
Aslan el jodido turco

Nos sentamos en silencio durante lo que parecieron


horas antes de que ella hablara.

— ¿Ella?—

El nivel de traición en su voz me cortó fuerte. Pero


Asya se merecía la verdad, así que se la daría, aunque
mi voz temblara. —Sí.—

Con esa sola palabra, mi esposa fue destruida. Miré


desde el otro lado de la habitación mientras lloraba en
completo silencio y en ese momento, me sentí
completamente indigno de la princesa que alejaba su
silla de ruedas de mí para llorar en privado.

Esta noche, mi mundo se derrumbó y no podía culpar a


nadie más que a mí mismo.

Quería golpear algo sin sentido. Quería estar solo,


necesitaba irme, pero no podía dejarla.

Ella resopló y luego respiró hondo, tratando de calmar


la vacilación de su voz, y lo que dijo me mató. — No
quise ponerme enferma contigo, Az.— Ella giró su silla
para mirarme. — Sé que dijimos para siempre, pero—- Sus
labios temblaban. — siempre viene antes de lo que
esperábamos y — Otro juego de lágrimas cayó. — Lo
siento mucho., Siento que nuestra eternidad fuera sólo
temporal.— Su sollozo silencioso fue mi perdición.
— Nunca quise que esto pasara, Hayatım—

No me di cuenta hasta que me dijo que podría haberme


sentido traicionado por su enfermedad.

Fui un mal hombre, sí, pero nunca había sido un mal


marido. Hasta ahora.

Y sabiendo eso me rompí.

Sin dudarlo un instante, fui a ver a mi princesa turca


y me arrodillé ante ella. La acción por sí sola lo
dice todo. Ser sumiso no estaba en mi naturaleza, pero
me rendiría a ella, una y otra vez, porque ella era
digna.

Mi voz era áspera, dije: — Te he decepcionado, Karım.—

Me miró con una profunda tristeza. — Como yo te he


decepcionado.—
Yo era un demonio.

¿Quién era yo para hacer que un alma tan pura


se sintiera una decepción cuando no hacía otra cosa
que brillar a través de la oscuridad que me consumía?

Yo era un demonio. Un villano.

Cuando se acercó a mí, la encontré a mitad de camino,


tomando su delicada mano en la mía, mirando esos
bonitos ojos de cierva que siempre he adorado, sostuvo
la mía, mientras ella susurraba:
— Seni seviyorum.—
( Yo te quiero.)

Las palabras me ahogaron y bajando mi cabeza hasta su


rodilla, le sostuve la mano con fuerza como si tuviera
miedo de que me dejara y lloré como una niña.

Yo amaba a mi esposa, la amaba mucho más de lo que me


amaba a mí mismo. La amaba más que a nada, incluso a la
mujer con el corazón helado y los labios de color rojo
cereza. Y Twitch tenía razón.

Ling no valía la pena, sin importar lo que sintiera por


ella.

Mi familia era lo primero.

Fui un estúpido por haber empezado lo que tenía.


Necesitaba terminarlo.

Mañana, dejaría de tener esa aventura.


Capítulo 26
Lexi

Se metió en la cama un poco antes del amanecer y cuando


se acercó y me acarició suavemente el pelo, hablé en la
oscuridad. — ¿Cómo te fue?—

Pero, por el momento, me ignoró. — Ven aquí.—

Fui voluntariamente, necesitando escuchar el latido de


su corazón y cuando puse mi cabeza sobre su pecho y
escuché el tamborileo constante de su corazón, me
relajé con él, corriendo una mano hacia arriba y hacia
abajo por su costado con los ojos cerrados. —¿Y bien?—

Dudó un segundo antes de hablar bajo. — Perdió a su


único aliado.— Bien. Sus brazos se apretaron a mi
alrededor. — Derribando la fortaleza, pieza por pieza.—
Entonces dijo bostezando: — Me importa una mierda el
tiempo que tarde, quieres que se vaya, nena…— Su voz se
volvió somnolienta. — Se ha ido.—

Era una promesa. Hizo un voto. Todo dentro de mí me


decía que nos mantendría a salvo.

Y como la idiota que era, elegí creer eso.

***
Molly

El texto que recibí hizo que mi teléfono se sintiera


más pesado de lo que debería.

Acababa de acostar al pequeño monstruo y sabía que


tendría que responder, de una forma u otra.

Mi corazón se aceleró.

De cualquier manera, estaba jodida.

Si decía que sí, estaba de vuelta con la persona cuya


familia me destruyó.

Si decía que no, lo perdía para siempre.

Yo tenía el teléfono en mi mano mientras caminaba por


el pasillo, lo encontré sentado en el piso frente a
Lexi mientras ella se recostaba en el sofá sobre su
estómago, mirando la televisión y adorablemente pasando
sus dedos suavemente a través de su cabello.
Twitch cerró sus ojos, amando sus atenciones y ambos
parecían cansados. Odio interrumpir, pero esto era
importante.

Al aclararme la garganta, esperé a que abriera los ojos


y cuando me entrecerró los ojos, simplemente moví la
barbilla en la dirección de mi habitación, ignorando la
súbita mirada incómoda de Lexi.

Caminé por el pasillo, me paré en el centro de mi


habitación y esperé. Poco después, cuando su imponente
figura bloqueó mi puerta abierta, le dije: — Necesito
que te quedes aquí esta noche.—

Su ceño se frunció. — ¿Por qué?—

Era una pregunta razonable. No sé por qué me molestó


tanto.

A la defensiva, dije: — Tengo un trabajo esta noche.—

Eso no ha ido bien. — Pensé que estabas fuera.—

— Lo estoy — revelé, — pero se lo debo a este tipo.—

— No —, dijo Twitch con frialdad. — Tú misma me


dijiste, me lo debes.— Me miró de arriba a abajo.
— No irás a ninguna parte, Molly.—

Maldita mierda. — No soy una niña— estallaron mis ojos


muy abiertos por la furia. Mis labios llenos se
rizaron. — No soy tu hija, no puedes decirme qué
hacer, además— añadí — sólo lo pido por respeto.—
Terminé diciendo: — Me voy.—

Pareció pensar en eso, luchando contra la necesidad de


decir algo, golpeando con sus manos el marco de la
puerta un largo momento antes de extender su mano.
— Dame tu teléfono.—

Si esta fuera la única forma de conseguir que me dejara


en paz, lo haría. Desbloqueé la pantalla y le di mi
teléfono.

Escribió rápidamente, mirando hacia abajo a la pantalla


y luego murmuró: — Si te metes en problemas, llama a
este número, alguien ira por ti.— Busqué mi teléfono,
pero él lo mantuvo fuera de mi alcance. — Necesito que
recuerdes la promesa que me hiciste.— Su mirada oscura
me mantuvo en su lugar. — Asegúrate de estar a salvo y
si sientes que no lo estás, llama. Tu vida es
importante para mí.— Sus palabras calentaron mi
corazón.
Pero luego lo arruinó. — Tu vida es una herramienta.
Es algo que puedo usar para mantener a mi hijo a salvo,
así que asegúrate de volver de una pieza, Molly. Si no
lo haces — Su voz suave como el whisky era
engañosamente tranquila. Estaré muy decepcionado.—

Yo quería mi teléfono de vuelta y él lo sabía porque su


labio temblaba cuando miraba la celular rectangular con
el ceño fruncido.

— ¿Adónde vas?—

— Aún no lo sé, pero me iré pronto.—

— ¿Tienes todo lo que necesitas?— Estaba hablando de


armas.

Asentí con la cabeza. — Estoy lista.—

— ¿Necesitas que te lleve?—

Por el amor de Dios. — No, papá— dije, enfadándome.


— Me llevo a Big Red.—

— ¿Cuándo volverás?—

Oh, Dios mío. Finalmente, entendí.

Me estaba entreteniendo por alguna razón, pero ¿por


qué?

Estaba oficialmente cabreada.

Me incliné y siseé: — ¡Dame mi teléfono!—

Revisó la pantalla un momento antes de entregármelo y


yo recorrí mis contactos, localizando el número que
había añadido.

Lo leí en voz alta, — 911— Seguí con una risita.

No se rió. No.

Me observó de cerca. — Llámalo si lo necesitas, no te


hagas la héroe, tu vida no es tuya para arriesgarla,
Molly.— Salió de mi habitación y se dirigió al
pasillo. —Es mía.—

Mientras se alejaba, mi labio se rizó y le saque el


dedo medio.

Las palabras que me devolvió fueron muy divertidas.


— No es agradable.—
Envié el texto.

Yo: estoy dentro


Y luego esperé.
Unos momentos más tarde, recibí un mensaje de vuelta.
Tama: El almacén. Una hora.
Como en los viejos tiempos.

Me vestí rápidamente con mis vaqueros negros y una


camisa negra sin sujetador con correas de espagueti. No
importaba. Yo era tan pequeñita como se veía. Mis tetas
apenas existían. Nadie se daría cuenta. En la parte
superior, llevaba un número de encaje negro, de manga
larga y ajustado que no hacía nada para protegerme del
frío. Era más bien una declaración de moda. Terminando
mi look, me puse mis mandriles negros de alta gama que
definitivamente habían visto mejores días.

Volviendo a aplicar mi lápiz labial en los labios que


mis hermanas llamaron una vez enfriadores de sopa, me
revisé el maquillaje y ya estaba lista para salir.

Antes de salir de mi cuarto, me resbalé en mi funda


cargada y la usé abiertamente. Ya no me estaba
escondiendo. Ni de Lexi, ni de nadie. Cuando llegué a
la sala de estar, Lexi estaba de pie y cuando miró
hacia abajo al abrigo de piernas que llevaba que
albergaba mi cuchillo de caza favorito, sus ojos se
abrieron de par en par un momento antes de que
respirara hondo, cerrara los ojos y se acercara a mí,
poniendo sus manos sobre mis hombros.

Y lo que ella dijo me hizo sentir cosas que me hicieron


sentir incómoda.

— Esta casa es sólo un hogar por la gente que hay en


ella.— La voz suave y maternal de Lexi me bañó. — Y no
sería lo mismo sin ti. Así que, sé inteligente y ten
cuidado.— Cerré los ojos y ella me tocó la mejilla con
su mano caliente. — Vuelve con nosotros, Molly.—

Yo amaba a esta mujer. Me recordaba a mi madre.

— Lo haré.— Mi tono era suave.

Sin mirar atrás, salí por la puerta trasera y entré al


garaje. Cuando me puse en contacto con Big Red, ella
cobró vida, sacudiendo las paredes del interior con
cada ruido sordo que emitía para que todos supieran que
vivía.

Mierda. Me encantaba este coche.


Me fui entonces, y no sabía cuándo volvería.

Pero planeaba volver.

A mi familia.

El almacén en ruinas era noticia vieja. He estado aquí


cientos de veces antes. En realidad fue donde Tama y
yo nos conocimos a través de un amigo en común, quien
le contó a Tama Hariana sobre mi especialidad.
Una especialidad que por casualidad necesitaba.

Yo era un mercenario. Un arma de alquiler y una muy


buena. Aprendí de los mejores, entrenando con los
peores que me dieron la ventaja que necesitaba para
poner un pie en un mundo que quería pisarme,
agobiándome hasta que me hundí en el frío y duro suelo.

Me hice un nombre a los dieciséis años y a los


dieciocho, empezaron a llamarme Quickbeat. No sé quién
empezó eso, pero se hizo popular y aunque hace tiempo
la gente gritaba mi nombre abiertamente, empezaron a
susurrarlo.

Mentiría si dijera que no me gusta eso.

Me estaban esperando afuera. Eran cuatro, hombres


maoríes enormes, pero yo sólo tenía los ojos puestos en
uno.

El único.

Entré a toda velocidad en el estacionamiento, con la


canción — I Like It— de Cardi B sonando por los
altavoces. El subwoofer hizo vibrar todo el parabrisas
trasero con los graves pesados que hicieron que mi
corazón se detuviera. Necesitaba revolucionarme y la
música me ayudó en este mometo.

Hacía tiempo que no hacía esto.

Big Red rugió cuando golpeé el acelerador y giré el


volante, apoyándome en la puerta mientras el coche se
movía de lado y miré con una sonrisa burlona mientras
la grava rociaba a los hombres, obligándoles a cubrirse
la cara con sus brazos. Paré el coche de repente,
lo apagué y salí con una sonrisa de come mierda,
golpeando la puerta con mi trasero y deslizándome hacia
ellos con confianza.

Revisé a los muchachos. Los conocía a todos.


Hemi, el osito de peluche gigante, estaba allí. Me
sacudió la barbilla.

Amoho no me ahorró una sonrisa. Eso fue justo. Lo miré


fijamente mientras me miraba.

La cara de Kawana era suave, pero tampoco me saludó.

Eso apestó.

Amaba a Kawana. El era mi chico.

Cuando mis ojos se posaron sobre Tama, me paré frente


al enorme y musculoso hombre. Su altura de 6'3" era un
contraste con mi altura de 5'5", pero me mantuve firme,
de pie y doblando mis brazos sobre mi pecho. Mi voz
melódica era tan engañosa. Siempre lo ha sido. — Tama—
Lo miré de arriba a abajo, haciendo una pausa sobre su
entrepierna antes de levantar mis ojos hacia los
suyos. — Te ves bien.—

Lo hacía. Dios mío, siempre lo hizo.

Tama pesaba 275 libras de músculo puro, su pecho era


ancho, sus hombros eran más anchos. Siempre había
considerado a este hombre un dios. Un dios vengativo y
su mirada negra estaba sobre mí. Los tatuajes en su
cara le hacían parecer aterrador, pero todo lo que
quería era pasar mis dedos por encima de ellos y
seguirlos con besos.

Cuando abrió la boca, las palabras salieron ásperas y


se me puso la piel de gallina. — ¿Por qué viniste?—
Porque tú me lo pediste.

Porque lamento el dolor que te causé.


Porque nunca amaré a nadie como te amo a ti.

Me encogí de hombros, mis ojos nunca se apartaban de


los suyos. — El precio era justo.— Mi tono bajó.
— Hablando de eso…—

Tama se acercó por detrás de él y momentáneamente, mi


corazón se detuvo.

Me superaban en número y en rango.

Oh, wow.

Fue una estupidez venir aquí.


Más rápido que un relámpago, mis dos Glocks le
apuntaron, sin pestañear y el gilipollas sonrió,
arrojando el fajo de billetes a mis pies.

Lo hizo a propósito y con mi estúpida demostración yo


había revelado mi ansiedad. Y Tama contaba con ello.
Me conocía bien.

Mierda.

Tama se estaba burlando de mí. Más aún, cuando dijo:


— ¿Para qué necesitas dinero? Pañales para su hijo?—
No respondí, apenas pestañeé, pero bajé mis armas y las
guardé en una funda. Tratando de mirar a su alrededor,
dije: — ¿Qué pasa?—

Su pelo estaba inmaculadamente recogido en un moño


tradicional, usado inmaculadamente y cuando soltó un
suave suspiro, bajó sus enormes brazos. — La quiero
muerta—

Mi ceñí fruncido. — ¿Eso es todo?—

Podría haberlo hecho él mismo.

Tama me miró por la nariz. — Quiero que sufra.—

Ah. Ahí estaba.

Tama no torturaba a las mujeres.

No. Me dejó eso a mí.

Asentí con la cabeza. — No hay problema. ¿Quién es


ella?— Su respuesta fue no darme ninguna respuesta en
absoluto y después de un intenso concurso de miradas,
mis pies se movieron, dejando el dinero en el suelo, le
pasé, susurrando: — Está bien.—

El almacén era oscuro, excepto por la única luz que se


proyectaba sobre la mujer amarrada a la silla en el
centro del piso vacío.

Pobre perra.

Me pregunto qué había hecho para justificar la ira de


Tama Hariana.

Pero entonces mi mente se fue al dinero y sólo se me


quedó un pensamiento.

¿A quién le importa?
Fue una vida dura, la nuestra y no mucha gente podía
entender cómo lo hicimos. La ética era sólo líneas
borrosas para mí, para Tama. No eran reglas
exactamente, sólo sugerencias que elegimos si seguir o
no.

A veces lo hicimos, a veces no.

Por el precio justo, se podía comprar cualquier cosa.


Incluso la muerte.

Y ahí es donde entro yo.

Me acerqué a la mujer, que estaba vestida con una


chaqueta negra de gran tamaño, pantalones negros y
genéricos y sus pies estaban descalzos. Su cabeza
estaba cubierta con una bolsa de calicó suelta y por la
forma en que luchaba y se esforzaba, sus gritos
amortiguados, le habían tapado la boca con cinta
adhesiva.

Bien.

No quería oírlo. A veces puede ser una maldita


distracción. No necesitaba eso.

— Lo siento, hermosa— le dije en voz baja. — No es nada


personal, son sólo negocios.—

Sacando el cuchillo del envoltorio de mi pierna, metí


la mano en el bolsillo y saqué los guantes de cuero, me
los puse antes de llegar a mi cuello y me tapé la nariz
con la cubierta negra de la cara. La única razón por la
que me puse esto fue para protegerme de la sangre
infectada que me tocaba. Siempre fui cuidadosa, porque
nunca conocías a la gente con la que tratabas.

Mientras presionaba la punta del cuchillo en la mano de


la mujer, ella inclinó la cabeza hacia atrás y gritó
desde detrás de la cubierta.

Mi corazón se aceleró.

Su cuerpo entero tembló y yo le quité el cuchillo del


centro de la mano, y luego murmuré: — No sé qué
hiciste para cabrearlo, pero te prometo que lo
terminaré tan pronto como pueda.—

No me gustaba la crueldad, no era cruel por naturaleza.

Me hicieron así.
Cuando miré hacia atrás para encontrar a los cuatro
hombres formando una pared, mi corazón se estremeció.

Eso fue extraño.

¿Por qué sentí que me estaban encerrando?

La mujer en la silla gritó alrededor de sus gritos y


juro que había una familiaridad sobre ella. Bajé la
frente y volví a mirar a Tama, limpiando la hoja del
cuchillo con mis guantes de cuero. — ¿Quién es ella,
Tama?—

Tama agitó la cabeza. — Alguien que necesita morir.—

Me volví hacia la mujer y fruncí el ceño ante la forma


en que trataba de mover las manos. Ellas temblaban
tanto, pero ella trató en vano de moverlas, haciendo el
movimiento una y otra vez, pero yo no vi lo que ella
necesitaba que yo hiciera.
Algo me hizo sentir incómoda. Mirando hacia atrás a
cómo los hombres estaban vigilando la salida, miré de
nuevo a la mujer y cuando me acerqué a ella,
extendiendo la mano hacia el calicó que cubría la cara,
Tama advirtió suavemente: — Si tocas esa máscara, te
juro por Dios, Molly, que te voy a matar.—

Mi corazón se aceleró. Mi respiración se volvió pesada


y miré a la mujer con los ojos muy abiertos. Cuando
ella movió sus dedos en un movimiento retorcido que me
llevó de vuelta a mi infancia, un grito ahogado me dejó
y corrí hacia adelante.

Era una M. La formó con los dedos temblorosos y mi


corazón se detuvo.

Cuando los sonidos de las pisadas fuertes siguieron de


cerca, corrí hacia ella, me arrojé a su regazo, la usé
como asiento mientras la protegía y con las piernas
abiertas, todo mi cuerpo tembló de rabia reprimida.
Levanté mis Glocks, y se detuvieron en su camino.

Tama se adelantó, y mi voz tembló. — ¿Cómo pudiste?—

Simplemente me miró y lo hizo un rato antes de hablar


con calma: — Ese es el precio que pagas, Molly—. Las
palabras eran sin emoción, frías. — Una hermana por un
hermano.—

Hijo de puta.

Parado sobre piernas temblorosas, sostuve su mirada.


— Me llevo a mi hermana y me voy.—
— No, no lo harás,— dijo Tama.

Pero detrás de él vino una voz apenas audible,


— Sí, lo hará.—

Mi corazón latió con fuerza.

Twitch.

Tama y sus hombres se apartaron del hombre desarmado y


cuando Twitch volvió a hablar, miró directamente a
Tama. — ¿Me conoces?—

La mandíbula de Tama se apretó. — Sí, hermano.—

Un tirón rasguñado en el desgarro de su mandíbula, bien


recortada. — Bien.— Miró a su alrededor y me habló.
— Vamos.—

No sé cómo sabía dónde estaba, pero en ese momento, me


sentí aliviada de que apareciera sin avisar.

La voz de Tama era una furia blanca y ardiente.


— Escucha, hermano. Si Molly está en tu casa, está ahí
para infiltrarse.— Le advirtió a Twitch: — Alguien va
a terminar muerto y no será ella.—

— ¿Eso es lo que te pasó?— Twitch le preguntó a Tama,


pero no respondió. — Creo que si Molly te hizo eso,
específicamente a ti no estás haciendo las preguntas
correctas precisamente—

Tama agitó la cabeza. — Estás cometiendo un error.—

Pero Twitch miró fijamente al gran hombre. — Suena


como si ya hubieras hecho un par de esos sobre tu
chica.—

En el momento en que le descubrí la cabeza a mi


hermana, miré su cara llena de lágrimas con los ojos
muy abiertos. — Lenka.—

Mi hermana mayor se desmayó en sollozos y yo le quité


cuidadosamente la cinta de la boca. Su voz tembló.
— Pensé que ibas a matarme, Mol.—

Lo iba a ser

El pensamiento me sacudió hasta la médula.

Tama se volvió, claramente enfurecido porque su plan


estaba arruinado y rugió, — Mataste a mi hermano, Molly
Te Wiata.
Y eso no quedará impune.— Me señaló con un dedo severo.
— Fíjate en mí.—

Mi hermana se volvió hacia mí. —¿Nunca se lo dijiste?—


—Cállate—, murmuré, acompañándola.

Pero Lenka no sería silenciada. Se alejó de mí y su


voz se extendió por todo el almacén.
—¡Tu precio ya ha sido pagado, maldito perro!—

Tama se adelantó, ser llamado perro era el peor de los


insultos. — ¿Qué acabas de decir, perra?—

Lenka estaba furiosa. Ella tembló con él. — Tu hermano


Uri era un cerdo de hombre.—

— Repítelo.— Tama se acercó y su voz tembló.

Pero Lenka no se dejaba intimidar. — Mi hermana te


quería, imbécil. ¿Crees que mató a tu hermano por
diversión? Pregúntate qué coño debe haber hecho para
que Molly le haya quitado su vida sin valor.— Ella
jadeaba. — Estábamos en su tierra.— Su voz graznó.
— Nos prometieron protección.— Señaló con el dedo al
gigante y le dijo aullando: — Nos prometieron
protección y nos defraudaste, Tama Hariana.—

Tama parecía confundido, bajé la mirada, negándome a


mirarlo.

La voz de Lenka tembló. — La tocó, era sólo una


niña. Él le hizo cosas a ella y ella no estaba
preparada para él. La destrozó y por mucho que lo
intentamos, las pesadillas la consumieron.—

Tama parecía perplejo.— ¿Quién?—

— Keisha.— Mi voz era indiferente.

Mi hermana pequeña, Keisha. El bebé de nuestra familia.

Lenka intentó mantener la calma. — Uri la violó, se la


llevó a la fuerza, era sólo una niña pequeña.—

Tama se rió entonces. — Estás loca de remate.—

Los otros hombres también se rieron mientras Twitch


observaba y los ojos de Lenka se abrieron de par en par
mientras gritaba, — ¡No estabas allí!— Mi hermana cayó
de rodillas y lloró como un animal herido, sosteniendo
su garganta. Ella lloró: — Tú no estabas allí.—
Ya nadie se reía. Lenka cerró los ojos y su voz era
débil.
— La encontré colgada de hojas florales rosas. Las
sábanas de una niña de 13 años, una niña de 13 años que
se enteró de que estaba embarazada y sintió que no
podía acudir a nosotros.— Los ojos de Lenka se
filtraron mientras parpadeaba a Tama, su estado
emocional frágil. — Él le hizo eso.—

Tama agitó la cabeza.

Y habíamos terminado aquí. — Vamos.— Ayudé a mi hermana


a levantarse y la acompañé hacia la entrada, hacia
Twitch.

Hacia la libertad.

Cuando tenía a Lenka a salvo en el asiento del pasajero


de mi coche, me acerqué a los hombres, asegurándome de
mantener la distancia mientras sacaba lentamente una
Glock y la apunté a la cabeza de Tama. Mi tono era
bajo. — Te amaba. En un momento dado, habría hecho
cualquier cosa por ti. Pero cuando mencioné mis
preocupaciones sobre Uri, las ignoraste.— Bajé el
arma, sosteniéndola a mi lado. — Me decepcionaste, has
defraudado a Keisha.— Di un paso atrás. — Su muerte
está en usted, Jefe.—

Cuando me miró atentamente, su mirada de repente


insegura, murmuré: — ¿Una hermana por un hermano?— Lo
miré de arriba a abajo, bajando mi arma. — Lo tienes,
considera mi deuda pagada.—
Accidentalmente di un paso atrás demasiado lejos y me
encontré con Twitch. Se paró a mi espalda, puso su
brazo alrededor de mis hombros y yo lo permití.

Las palabras que pronunció fueron abrumadoras.

Su voz era baja, áspera. — Creo que ustedes, cabrones,


necesitan que se sepa que Molly está bajo mi
protección.— Su tono era mortal. — En lo que a ustedes
respecta, es mi hija adoptiva. Ella es de la familia.
Vienen por ella, vienen por mí y por todos los míos.—
El brazo se apretó alrededor de mis hombros,
sosteniéndome quieta y no me había dado cuenta de que
estaba temblando hasta entonces. — Corre la voz.—

Mi ira se apoderó de mí.

Jadeando, levanté mi arma y descargué el cargador, los


ecos de los disparos resonaron a nuestro alrededor y
cuando el sonido se desvaneció, Twitch habló por detrás
de mí. — Buen disparo.—
— ¿De qué estás hablando?— Salí de su bodega y me volví
para mirar los agujeros de bala que rodeaban a Tama y a
sus hombres, dejándolos completamente intactos y
pareciendo irritados como el infierno.

Mientras caminaba de regreso a mi auto, pronuncié un


frío: — Te eché de menos.—
Capitulo 27

Twitch

Salí del auto y caminé hacia Molly


— ¿ Quieres hablar de eso? —
— No — murmuró, quejándose.
Me detuve a mirar a la otra mujer en el carro y no la
quería en mi casa. Ella se veía inestable. No quería
esta mierda alrededor de mi hijo. Así que tiré las
llaves y se las entregué a Molly. — Llévala a mi casa,
límpiala y déjala dormir - le dije con precaución.
— Pero mañana ella se va —
Molly miró hacia atrás a su hermana por un largo
momento antes de que ella asintiera sutilmente.

Ella puede ser tu hermana, pero nosotros somos tu


familia ahora.

Ellas caminaron por la calle, y cuando las ví cerrar la


puerta detrás de ellas, mi mirada vigilante revisó la
calle vacía. Cuando estuve seguro que ellas estaban a
salvo, entonces entré, y al segundo en que lo hice,
ambos Happy y Lexi se puso de pie. Levanté mis manos.
— Ella está bien.—

Lexi dejó caer su cuerpo con alivio antes de


enderezarse y usar su voz maternal — ¿En qué estaba
pensando ella? —
Me desabroche la sudadera y me la quité, lanzándola en
el sofá. — Ella lo ama—.
Una vez, me habría burlado de ella por eso. Hoy, lo
entiendo. — Haces cosas estúpidas por personas que
amas. Cualquier cosa por hacerlos felices —

Happy gruñó una risa. — ¿ No es eso verdad? —

Me dirigí hacia el hombre, con el brazo extendido, y


cuando estuve lo suficiente cerca, el puso su mano en
la mía y la apreté, me dió una palmada en la espalda y
al mismo tiempo mi mano se conectó con la suya. — Te lo
debo.—

Happy sonrió. —Lo sé.— Cuando se fué, él sonrió. —


Tengo la cuenta en marcha — Le tendió los brazos a Lexi
y ella fué hacia él, abrazándolo fuertemente, y
entonces él se fué.

Mi ángel se puso de pie, mirándome cuidadosamente antes


de dar un paso hacia adelante, y extenderme su mano. —
Ven aquí. Habla conmigo — Bueno, mierda. Esto no suena
bien. Cada vez que nosotros hablamos en estos días,
terminamos discutiendo.
No quería discutir. Quería ir a la cama con mi mujer y
dormir respirando el dulce olor a vainilla de su
cabello.
Pero Lexi quería hablar, así que vamos a hablar.
Haciendo mi camino, ignoré su mano y me acerqué,
poniendo mis manos en sus caderas y atrayéndola hacia
mí. — Puedo pensar en muchas actividades mejores que
hacer en vez de hablar.— Le susurré roncamente.
Aunque ella se veía muy afectada, sus labios se
separaron, pero ella negó con la cabeza. Mis labios se
cerraron. — bien, nena — Suspiré. — ¿De qué quieres
hablar?—

***
Lexi

Lo miré y mi corazón quedó en corto circuito.


Mierda. El no tendría que afectarme de la manera que lo
hace. No después de todo este tiempo.
Amaba la manera en la que él me miraba. Nunca supe cómo
él iba a usar esa boca.
¿Él podría simplemente hablarme o devorarme completa?
Honestamente, yo estaría bien con ambas opciones.
Cuando me lamí los labios, su mirada se enfocó en
ellos. Su mirada fija hizo que mi corazón latiera más
rápido.
El me miró como si su polla estuviera ya dentro de mi,
y es tan extraño, que yo lo sentí así.
Aclarando mi garganta, tiré de él hacia el sofá, y
cuando me senté, me sorprendí cuando él se acostó sobre
el sofá y puso su cabeza en mi regazo.
Hizo que mi corazón se calentara verlo usándome como
necesitaba. El siempre ha estado lleno de orgullo. Seis
años atrás, él nunca se habría permitido estar en esa
posición de debilidad. Y me lo dió a mí.
Yo debí haber estar mirándolo un largo rato porque
cuando él se levantó me froté suavemente el centro de
mis cejas, él hizo un sonido con su garganta, y
entonces murmuró — Sin fruncir el ceño,— sus propias
cejas se fruncieron. — No. No me gusta eso.—
Los últimos dos días me hizo notar que yo estaba
volviendo demasiado fuerte a Twich, muy rápido, y la
última vez que lo hice, me rompió el corazón. Así que
necesitamos hablar.

Respire profundo y comencé con un silencio, — Tengo


preocupaciones.— Al segundo que lo dije, sentí su
cuerpo endurecerse. Él habló cautelosamente, — ¿Qué
clase de preocupaciones?.—
— La clase de preocupaciones que te hacen preguntar si
estas tomando las decisiones correctas para ti — Mi
corazón estaba acelerado, cuando yo agregué, — Por
nuestro hijo.— A eso, él se sentó y miró hacia adelante
por un largo rato antes de tomar un respiro profundo y
habló en una exhalación, su tono era áspero, — ¿Qué es
esto? —
Mi voz tembló. — Necesito dejarte saber que aun si
nosotros no podemos estar juntos al final — Dios, duele
— Yo estoy feliz de que hayas sido parte de mi vida.—
A eso, puso sus manos en mis hombros, apretándolos.
Cerró sus ojos un segundo antes de mirar a mis ojos,
sus amplios ojos. — Estas tu... — Sentí sus manos
contra mi piel —¿Me estás pidiendo que me vaya?—

Oh.

Fruncí el ceño

Pude ver como pensaba eso

—No,— dije suavemente. —No— Levante las manos y tomé


sus manos con las mías, y cuando lo mire a los ojos y
pronunció — Te estoy dando una salida — su cuerpo
entero estuvo relajado y él empezó a respirar otra vez

Pero no esperaba la reacción que obtuve.


Esperaba comprensión, esperaba su apreciación. No
esperaba su furia cruda.
Habló con los dientes apretados, alejándose de mí, y
sentí la pérdida a nivel personal.

— Si quieres estar dentro, entra completamente. Pero


estoy cansado de esta mierda, no mas tonterías.— Esos
suaves ojos café estaban repentinamente duros. —Sé que
me quieres tanto como yo te quiero, entonces ¿por qué
diablos no estas conmigo? — Cerró los ojos y tragó
saliva. —Tu eres mi maldita religión, Lexi— Cuando sus
ojos se abrieron de golpe, me suplicaron, pero su voz
fue extrañamente tranquila. — Déjame adorarte.—

No lo entendí, pero su ira parecía que alimentaba a la


mía. — Tendrás que perdonarme por tener dudas.— Le
sostuve una dura mirada. —Especialmente cuando está mi
hijo involucrado.—
— Nuestro hijo,— él echaba humo, antes de reajustar su
tono. — Él es nuestro hijo, Lex. Ambos tuvimos una
parte en hacerlo. Él es nuestro.—

Inmediatamente me arrepentí de lo que dije. —Pero solo


uno de nosotros se quedó —
Se puso de pie y empezó a pasear, y me dolía el pecho.
Esto no fue lo que yo había planeado. Yo quería una
conversación tranquila; yo quería respuestas simples, y
lo que obtengo es una discusión burbujiante que parece
crecer.

—¿Entonces, qué?— Tony pronunció. —¿Me quieres fuera?—


Yo nunca dije eso, pero estaba demasiado aturdida para
hablar. Él obviamente tomó eso como un si, porque sus
próximas palabras fueron una disparo y estaba dirigido
hacia mi. —Escúchame, Alexa. A.J puede amarlos a ambos—
El pausó sus pasos para poner su oscura mirada en mi.
— O él también puede odiarte. Tu decides.—

Puñetazo

Mi voz tembló al entender lo que me acababa de decir.


— Hijo de puta. —
Y ese fue el momento en que él se dió cuenta que lo
había jodido. Puso una mano en su cintura y otra en su
frente, golpeando ligeramente los nudillos en su sien.
Él habló a través de su dientes apretados, sus ojos se
cerraron con fuerza. — Esto no salió bien.—
—Creo que debes irte.—
—No quise decir eso,— suspiró.
Mi tono fue un susurro suave — Creo que debes irte.—
—No — Sacudió la cabeza, tratando de razonar conmigo.
—Me quedo aquí. Ling está jodidamente loca. ¿Crees que
ella no pensaría dos veces antes de venir aquí y
lastimarte?

Ya no me importaba un carajo.
—¿Qué te importa?—
Cuando se abalanzó sobre mí con su cuerpo enorme, fue
un movimiento tan repentino que no tuve tiempo de
reaccionar. Él tomó mis dos muñecas con sus manos, casi
haciéndome moretones, y me sacudió, gruñó —¿No lo
entiendes? Yo daría mi vida por tí. — Cuando mis ojos
abiertos se encontraron con los suyos, él miró hacia
abajo y sus manos bajaron mis muñecas, retrocediendo y
mirando hacia otra parte.
—De hecho— jadeó ligeramente, perdí la cabeza, —En
realidad ya lo hice —
Me froté las muñecas, no porque me haya herido, pero sí
porque su toque áspero me quedó de una manera que no
había sentido en años.

Y en el verdadero estilo de Twitch, caminó por el


pasillo, abrió la puerta del frente, y salió,
desapareciendo de mi.
En el momento que se fué, yo lo extrañé.
Cuando desperté en la mañana, me sentí más irritada de
lo que creía, salí de mi habitación con mi bata de
dormir y se dispararon directamente mis sentimientos.
Hijo de perra.
Me detuve en la mitad de la sala y ví al hombre adulto
artísticamente decorado, tendido en el piso con su
camisa por fuera mientras su hijo le colorea la piel
con marcadores, usándolo como su libro de colores
personal.
El pequeño monstruo me miró, sonriendo. —Hola, mami—
señaló a su papá —Mira— Estaba viendo.
Él estaba hermoso

Y cuando me miró, mi garganta se cerró. Más aún cuando


pronunció su cauteloso —Buenos días mami—
Ugh, Mi corazón. No es justo.
Aclaré mi garganta. —¿Lo llevas a la escuela esta
mañana?—
—Por supuesto— me dijo, mirando mi cara de una manera
que analizaba los daños.

Él estaba contemplando cuánto daño había hecho la noche


anterior.
Asentí, evitando su mirada vigilante. — Bien, Yo voy a
correr.—
En el momento que salí de bañarme, ellos se habían ido,
y cuando yo entré al baño, mis ojos captaron un punto
rojo en la mesita de noche.
Me acerqué a ello, recogiendo el zinnia rojo brillante
y girándolo entre mis dedos antes de presionarlo a mis
labios. Los pétalos estaban fríos contra mis labios.
¿Por qué tenía ganas de llorar entonces, quién sabía?

Sacudiendo la tristeza que sentía, me estiré un rato


antes de vestirme y salir a mi carro. Abrí la puerta y
luego suspiré, notando que había olvidado mi botella de
bebida. Salí del carro corriendo y regresé a la casa en
una fracción de segundo, corriendo de vuelta al carro
en tiempo record, deslizando mi cinturón, empecé a
retroceder.

Sintiendo la melodía en la radio, canté a lo largo.


Ruidosamente.
—¿Ni siquiera lo bloqueas?—
Pisé los frenos, mi cuerpo se sacudió, y entré en
pánico, presioné el claxon un segundo antes de tomar
una respiración profunda y gritar a los cielos.
—Aun no puedo cantar por la mierda, nena.—
Mientras continuaba gritando, escuché su risa baja y
áspera, mi chillido se intensificó
cuando llegué detrás de mi asiento, aplastando
ciegamente al hombre exasperante.
Cuando su risa se incrementó y corrí afuera por un
respiro, me retorcí en mi asiento y miré de vuelta a
él, con los ojos abiertos y jadeando. En el momento que
lo vi a él acostado en el asiento de atrás, reclinado
con un brazo detrás de su cabeza, luciendo cómodo como
siempre mientras me sonreía, me dí la vuelta y eché la
cabeza hacia atrás, y volvió a chillar, solo esta vez
gritando, —¡Que susto!—

Mi corazón golpeaba mi pecho, salí a tomar un respiro


por segunda vez, y con las mejillas sonrojadas, mi
cuerpo temblaba en una risa silenciosa. Hundiendo mi
frente en el volante, el claxon sonó otra vez y mi risa
se incrementó. Le dije a través de mi dificultad para
respirar — Me asustaste como la mierda fuera de mi.—

Lo sentí subirse sobre la consola principal y sentarse


en la silla del pasajero, esperando que yo juntara mis
cosas, y cuando finalmente lo hice, lo miré con ojos
entrecerrados, y esa hermosa torcida sonrisa me pegó
como un puñetazo en la cara. Se inclinó. — Señorita,
¿yo?—

Negué con la cabeza, mi garganta se engrosó


drásticamente. — Eres un imbécil—
—Lo sé,— pronunció ásperamente. — Pero este imbécil te
adora.—
Oh, él no lo hizo.
El lo hizo.
Eso es todo lo que tomó

Mi cara se arrugó y estalle en lágrimas, y mientras


lloraba, le dije a través de mi llanto. —Estoy tan
petrificada.—
—¿De qué?— Cuando no le respondí, él lo intentó
nuevamente. —Necesito que me hables, ángel—
Mis hombros se sacudían. Hundí mi barbilla, mirando las
lágrimas caer en mi regazo. Mi voz fue suave como una
pluma. —De ti dejándome otra vez.— Le implore, —¿Sabes
cómo se siente eso? ¿nunca saber si hoy es tu ultimo
día juntos? ¿Siempre pensar que esto podría ser?— Las
lágrimas siguieron viniendo, y Twich, — Es jodidamente
aterrador querer estar para siempre con alguien quien
no te lo pueda dar — Tomé un respiro profundo,
sacudiendo mi respiración, lo admití, — Me perdí cuando
te perdí. No creo que sobreviviría una segunda vez— Me
miró más cerca, sus ojos suaves. No habló en un rato,
pero cuando lo hizo, su tono fue serio. —Todo lo que
hice, lo hice por nosotros, para que nosotros
pudiéramos ser una familia.—
—Lo sé, pero duele amarte, Twich— Le dije a través de
una exhalación estremecedora. —Eso siempre ha sido así—

Llegando hacia mí, tomó mi mano en una mano y tomó mi


barbilla con la otra, me giró la cara hacia él, y lo
que me dijo me hizo apretar el estómago. —Embárcate
conmigo y salgamos de esto juntos — Bajando la cabeza,
presionó sus labios a mis nudillos y dijo contra ellos.
— Embárcate o muere, nena. Juntos para siempre. Tu eres
para mi. Sé que soy para ti.— Me miró a través de su
mirada baja. —¿Ámame para siempre?—
Mis labios se abrieron y tragando fuerte. —Para siempre
es mucho tiempo.—
Sus ojos se arrugaron en las esquinas. —Si, lo es.—
Me soltó con un suspiro reacio antes de abrir la puerta
del pasajero. Vaciló un segundo antes de mirar hacia el
frente, y el voto solemne que hizo que mi corazón
doliera.
—Probablemente no signifique una mierda ahora, y se que
tu necesitabas escucharlo antes, pero yo no podía
dártelo en ese entonces, así que estoy bajando la
guardia.
Una corta pausa y entonces —Yo te amaré hasta el final
de los tiempos.—
Antes que pudiera registrar lo que me había dicho, la
puerta se cerró y él estaba caminando de vuelta por el
otro lado de la calle.

***
Twitch

Ha sido una semana difícil para mi ángel y sabía que


ella lo necesitaba.
Una noche afuera.
Una noche con buena comida.
Una noche con su hombre.
Preferiblemente una en el que termináramos esta semana
difícil con una noche solos en casa.
Así que cuando me presenté en la cama, llevando un
traje de ocho mil dólares que había comprado solo para
ella, y camine por el pasillo, entré a la sala
familiar, vi a Molly y A.J. reclinado en el sofá.
Cuando la pequeña mujer me vio, ella sonrió ante de
dejar un largo silbido.
— Santa mierda, vas a ir a un funeral o algo parecido?—
Mi hijo solo me miró con sus ojos muy abiertos y
susurró, —Wow —
Pero la casa se sentía vacía. Ceñudo, miré alrededor,
ante de preguntar. —¿Donde esta ella?—
A.J volvió a la televisión — Noche de cita—
Disculpa?
Mi voz se volvió suave —¿Ahora de qué?—
Los grandes ojos de Molly se posaron en mí. — Es la
noche de la cita.—
Cómo demonios podía ser.
—¿Con quien?— Apenas pude contener mi maldita rabia
Molly se encogió de hombros mirándome arriba y abajo.
— Estoy segura que podrías encontrarla si tu realmente
la quieres. Tu sabes,— me dijo con significado, su
frente arqueada. —¿Cómo me encontraste?—
Pausando solo un momento para darle las buenas noches a
mi hijo, dejé la casa, y mi ira latía tan fuerte que
todo lo que podía escuchar era la sangre corriendo en
mis oídos.

Me detuve en casa y tomé mis llaves y me dirigí al


carro. Encendiéndolo y luego tendí la mano hacia la
guantera, recuperando mi preciado calibre 45,
descansando en el asiento de al lado.
Mi mandíbula se endureció pensando en lo que había
dicho Molly.

Parecía que iba a ir a un funeral después de todo.

Puse el pie en el pedal, y me apresuré por la calle,


jodidamente furioso, rastreando el GPS a mi mujer
Y que Dios la ayude cuando la encuentre.
Capítulo 28

Lexi

Sabía que vendría. Contaba con ello. Y mientras


esperaba sentada en la playa, escuché su suspiro
mientras se acercaba. Me volteé para mirarlo, y cuando
su cara pasó de enfurecida a ligeramente aliviada, se
detuvo, moviendo la cabeza antes de murmurar: — Estás
sola.—

Mi frente se estrechó un momento, pero cuando vi lo que


llevaba puesto, una suave sonrisa adornó mis
labios. Fue una explosión del pasado verle con el
traje de sastre gris-metal.

Dios todopoderoso, carajo. Me mordí el labio.


— Estás guapo.—

A mis partes femeninas les gustó mucho.

Vino a pararse a mi lado, y cuando lo miré desde mi


posición sentada, me miró fijamente.
— Molly dijo que estabas en una cita.—

— No, no lo hizo.— Miré hacia la orilla, mirando las


olas y la espuma. — Ella dijo que estaba en una cita
nocturna.—

El silencio seguía, y cuanto más tiempo pasaba, más


amplia se hacía mi sonrisa interna.

— De acuerdo,— dijo, moviéndose para sentarse a mi


lado. — Caí.— Levantando las rodillas, apoyó sus
antebrazos sobre ellos y luego entrecerró los ojos
sobre mí. —¿Qué es una cita nocturna?—

Sonreí hacía a mis adentros, alabando mentalmente su


comportamiento fresco y tranquilo.

¿Fue una prueba? No intencionalmente, no. Pero estaba


demostrando ser bueno, y su serenidad me dijo lo mucho
que había cambiado.

Eso era importante.

— Para responder a esa pregunta, necesitas un poco de


información de fondo. Así que,— comencé, — A.J. estaba
en la escuela un día, cuando una estudiante le preguntó
a su maestro que era una cita de noche.
La niña quería saberlo porque sus padres iban a tener
una cita nocturna, y ella no estaba segura de lo que
era. La maestra de A.J. estaba explicando que a veces
las mamás y los papás salen juntos por una noche sin
sus hijos. Que algunos padres hacen esto una vez a la
semana, mientras que otros sólo lo hacían en días
especiales. Y cuando A.J. llegó a casa, me preguntó por
qué nunca salía por las noches. Le expliqué que sólo se
aplicaba a los padres que tenían pareja.— Me volví
hacia Twitch. — Pero A.J. no pensaba que fuera justo
para mí.—

La cara de Twitch se suavizó y mi sonrisa se amplió.


— Ah, las injusticias del mundo. No. Nuestro hijo no lo
aceptaba. Me preguntó si había un día especial, algún
día, que pudiera usar para una cita nocturna. Y yo
tenía uno en mente. Así que insistió en que lo usara. Y
aquí estamos.— Me volví hacia el hombre que estaba a mi
lado. — Es apropiado que estés aquí para ello.—

— ¿Por qué hoy?—

— Es 18 de marzo.— Cuando vi que no se estaba dando


cuenta, lo saqué de su ignorancia. — El día que nos
conocimos, como adultos. Ya sabes.— Lo observé de
cerca y puse el cebo. — El día que te organizaste para
que ese hombre horrible me atacara.—

Bueno, eso lo hizo hablar.

Se enderezó y se mofó. — Nunca debió haber llegado tan


lejos. Y cuando vi lo que había hecho, cómo te lastimó,
me volví loco. Perdí la maldita cabeza. Podría haberlo
destrozado con mis propias manos.— Twitch apretó sus
manos en puños. — Lo mataría de nuevo si tuviera la
oportunidad.—

— Lo sé,— murmuré. — Sé que lo harías.—

Un silencio espeso nos envolvía, y no pude evitarlo.

Sonriendo hacia el cielo nocturno, le pregunté: —¿Qué


tan enojado estabas cuando pensaste que estaba en una
cita?—

— Lo suficientemente loco como para haber traído mi


Glock.—

No debería haber encontrado eso tan gracioso como lo


encontré. Mi risa resonó en el aire fresco de la
tarde, y oí que el hombre peligroso a mi lado se
ahogaba con su propia risa.
Dios, estábamos locos.

Cuando mi risa se calmó, hablé en voz baja: — Hemos


recorrido un largo camino, ¿verdad, cariño?—

— Sí—, estuvo de acuerdo, y sentí sus ojos en mí.

Me volví hacia él, y cuando lo encontré frunciendo el


ceño, se formó mi propio ceño. — ¿Qué?—

Con la mandíbula apretada, mira hacia adelante. — Sé lo


que se siente…— Se detuvo. — Sentir que este puede ser
nuestro último día juntos.— Se lamió el labio inferior.
— Y eso me asusta mucho.— Le di el momento que
claramente necesitaba antes de seguir adelante.
— Tienes miedo de que me vaya, y tengo miedo de que te
despiertes y te des cuenta de que estás oficialmente
harta de mi mierda, porque un día lo harás.—

Dijo esto tan agonizantemente suave que reconocí que


realmente creía eso.

Damos vueltas y más vueltas.

Qué pareja éramos.

— La última vez que te vi vivo, me dijiste que querías


quebrarme,— recuerdo en voz baja.

—¿Quién dice que esa meta ha cambiado?— Mi cabeza se


abrió de lado a la suya, mis ojos entrecerrados, pero
su mirada le devolvió la sonrisa burlonamente. —¿De qué
otra forma se supone que voy a volver a juntarlos?—
Puse los ojos en blanco, pero mi corazón se calentó de
una manera que era peligrosa para mi salud.

En la oscuridad, escuchamos el choque de las olas,


cuando finalmente volvió a hablar. — Me di cuenta
demasiado tarde.—

Mis ceño se frunció . — ¿Te diste cuenta de qué?—

Sus ojos tormentosos se concentraron en mí. — Que con


quebrarte a ti me arreglaría.—

Oh, amor.

Cómo había crecido.

Fue demasiado para mí. Necesitaba una conversación


nueva. Una conversación más ligera. —¿Recuerdas cuando
solías traerme aquí?—
— Lo recuerdo todo.— Entonces sonrió. — Vinimos aquí
para drogarnos.—

— No,— le corregí. — Tú te drogarías y yo miraría.—


Mis ojos se abrieron de par en par. — Y luego te
dejaría llevarme a casa.— Agité la cabeza ante mi
idiotez, riendo sin sentido del humor.
— Oh, Dios, fui tan imprudente contigo.—

— Lo estabas, pero fue divertido.— Él sonrió con


suficiencia.

Mis cejas arqueadas. — No estoy seguro de esto.—

Me miró a mí. — ¿Me estás diciendo que no piensas en


ese momento y le sonríes a los recuerdos?—

Por supuesto que lo hacía. ¿Cómo podría no hacerlo?


Fue el momento más turbulento e inestable de mi vida, y
me encantó cada segundo de ella. Pero los tiempos
habían cambiado.

Yo admití: — Algo de eso fue divertido. Pero la idea de


volver a hacerlo todo de nuevo:— Traté de calmar mi
risa suave, pero fracasé. — Creo que le daría un pase
cortés. Soy madre ahora.— Sonreí con tristeza. — Ya no
puedo pensar en mí misma.—

— Lo siento, nena,— permitió, y sé que lo hizo. Amaba a


su hijo más que a nada. Realmente lo sentía cuando
estaban juntos. — A.J. es todo lo que sabía que sería y
más. Y estoy agradecido.—

Estaba agradecido.

El recuerdo de hace mucho tiempo cuando me follo duro y


rápido, y estaba agradecido por la oscuridad entonces
cuando mis rodillas se apretaron y mi estómago se
apretó.

—¿Estás agradecido?—

Twitch me miró entonces, y cuando me moví, me di cuenta


de que se estaba preguntando qué estaba haciendo. Pero
mientras me arrastraba por la corta distancia y usaba
sus hombros duros como palanca, levantando mi pierna y
trepando sobre él, sus manos cayeron sobre mis caderas,
ayudándome a sentarme en su regazo.
Nuestras caras se acercaban, yo le metía la nariz a lo
largo de la suya y le susurraba: —¿Suficientemente
agradecido como para chuparme la lengua?.—

Su estremecedora ingesta de aliento hizo que mi coño se


inundara en el momento justo. Mis labios se abrieron
un poco. Ignoré el fuerte latido de mi corazón y me
incliné hacia adelante, presionando un suave beso en el
borde de su labio, y las manos en mi cintura se
apretaron como un vicio. — Lexi.— Gruñó como
advertencia, un momento antes de que sus ojos
tormentosos se encontraran con los míos. — No juegues
conmigo, mujer.—

Mis ojos se abrieron de par en par ante el tono brutal


que llevaba conmigo. Me preocupaba que confundiera mi
súbito y silencioso jadeo con miedo.

Debería haberlo sabido mejor.

Twitch se rió oscuramente. — ¿Crees que tienes el


control aquí?— Chasqueó su lengua. — Oh, nena.— Cuando
se inclinó y su aliento de menta calentó mis labios
mientras pronunciaba con rudeza: — Es como si ni
siquiera me conocieras,— me ahogué en un gemido, mis
bragas completamente, casi embarazosamente, empapadas.

Y el hijo de puta sonrió triunfalmente.

Así que hice algo que nunca hubiera hecho hace seis
años.

Lista o no.

Tomé el control.

Allá voy.

Mi pesada mirada se posó sobre el labio inferior de él


y mi corazón se estremeció. Él no estaba preparado para
cuando me acerqué y toqué suavemente mi lengua contra
ese labio, corriendo a través de él sin prisa.
Tortuosamente lento. Y cuando sus brazos serpenteaban a
mi alrededor en un intento de recuperar el poder,
manteniéndome cautiva, sonreía internamente.

¿Quién tiene el control ahora, cariño?

Mi victoria, sin embargo, duró poco.


Su boca se abrió en un gemido. Introduje mi lengua y
sus labios se cerraron alrededor de ella, chupando
suavemente, gimiendo en mi boca abierta, y me morí,
devolviendo sus sonidos necesitados y empujándome más
fuerte a su dura longitud. A él le gustaba eso. Sé que
lo hizo porque gruñó, y mientras sus caderas se
inclinaban hacia mí, vi estrellas, jadeando como una
perra en celo.

Twitch chupó un poco más fuerte, levantándose con una


mano para envolver mi cabello alrededor de su muñeca, y
cuando tiró de mi cabeza hacia un lado, me quedé
boquiabierta ante la mezcla de placer y dolor que
palpitaba por mis venas. Se aprovechó, se metió en mí,
me succionó más profundamente en su boca. Tan profundo
que nuestros labios finalmente se encontraron en un
lento y sensual beso. Y los labios de este hombre eran
todo lo que recordaba que eran.

Silbidos, crujidos, fuegos artificiales explotando en


un arco iris de colores.

Peligroso e impredecible, y mantuvo la mecha demasiado


cerca de mi corazón.

Una maldita bomba atómica cuya nube en forma de hongo


me arrancaría la carne de los huesos, dejándome
desnuda, abierta y sangrando de rojo.

Y este tipo de explosiones, las sentí por todas partes,


en mi mente, en mi corazón y en mi alma, todas a la
vez, todas igualmente afectadas.

Y si hubiera muerto entonces, habría muerto feliz.

Quería alcanzarlo y pasar mis manos por su pelo, pero


luché por liberarme. Sus brazos no cedieron.
Mi respiración se intensificó mientras me retorcía
contra él. — Por favor.—

Pero Twitch me tiró del pelo, lo suficientemente fuerte


como para pellizcarme. — No.—

Amando secretamente la punzante picadura en mi cuero


cabelludo, mi voz se puso ansiosa. — Quiero tocarte.—

— No,— fue su respuesta ronca, mientras tomaba mis


labios en un profundo y castigador beso y yo me
postraba, exhalando hacia él.
Lo intenté una última vez, mi voz suave y suplicante.
Le dije a nuestro beso: — Por favor, cariño. Por
favor.—
Gruñó profundamente en su garganta antes de que sus
brazos se soltaran a mi alrededor. —Nunca pude decirte
que no.— Sus ojos estaban bajos y vidriosos, cuando
dijo: — No, cuando ruegas tan amablemente.—

Si!

Mis brazos finalmente se liberaron, envolví uno


alrededor de sus anchos hombros, y mientras el otro
agarraba la parte de atrás de su cabeza y cuando su
boca chocó con la mía, hice un sonido de nostalgia en
mi garganta mientras mi cabeza nadaba. Mis uñas se
clavaron en su cuero cabelludo, y siseó contra mi boca.
Mis ojos brillaron antes de sonreír en sus labios.
No pude evitarlo. Jadeando ligeramente, le agarré la
parte más larga de su pelo y le tiré fuerte.

Él hizo un gesto de dolor y yo me enderecé,


sobresaliendo sobre él, la punta de mi nariz tocando
suavemente la suya. Apenas podía mantener la cara seria
cuando murmuraba: — Se muestra gratitud. Ahora dame las
gracias, cariño.—

Estaba tan perdido en la sensación de él que no lo vi


venir,

Palmada.

Mis ojos se abrieron de par en par, mi cuerpo se


estremeció de sorpresa y le empujé los hombros. — Ow.—

— ¿Quieres ser un sabelotodo? Haré que tu culo sea


inteligente.— Pasó su mano suavemente sobre la
palpitante huella de mi trasero, y cuando mi cara se
llenó de irritación, sus ojos se rieron, y casi
susurró: —Gracias, nena.—

Oh, Señor.

Si antes pensaba que amaba a este hombre, ahora lo


adoraba.

Sus ojos miraron la playa desierta y mantuvo la voz


baja. —¿Quieres follar aquí o vamos a casa?—

Umm. ¿Tenía la opción?

De acuerdo.

Eso fue diferente.


Mis ojos se suavizaron cuando puse mis manos sobre sus
hombros, rascando ligeramente su costosa chaqueta de
traje con mis uñas. — Hogar.— Porque — Tengo arena en
el trasero.— Terminé en silencio.

Cuando todo su cuerpo temblaba de risa silenciosa, le


sonreí calurosamente, y cuando me miró, sus ojos llenos
de alegría, mi corazón me dolió salvajemente.

No tenía sentido.

¿Cómo es posible que extrañes a alguien a quien tienes


en tus brazos?

Fue ridículo.

Sin avisar, me incliné y puse mi boca en la suya.


Alcanzando debajo de mi falda, subió sus manos por la
parte de atrás de mis muslos antes de descansar sobre
la curva completa de mi trasero, y cuando suspiré en su
boca, me dio una palmada en el trasero y gruñó en su
garganta. — Vamos.—

En el momento en que llegamos a la oscura y tranquila


casa, el hombre alto a mi espalda me alcanzó, tirando
de mí hacia su frente, y mi brazo se levantó detrás de
nosotros para acariciar suavemente su cabello. Puso sus
labios en el caparazón de mi oreja y habló bajo.
— Necesito que estés en silencio por mí.—

Mi estómago se agitó en anticipación. Asentí con la


cabeza, y cuando puso su boca en mi cuello, trabajé
duro para silenciar el bajo gemido que deseaba escapar.

Con mi mano en su pelo, exhalé un breve suspiro, y


mientras un brazo rodeaba con fuerza mi cintura, el
otro llegó bajo el dobladillo de mi falda para
descansar en mi montículo. Me mordí el labio para
evitar que el grito ahogado me subiera por la garganta.
Me frotó meticulosamente hasta que me temblaron las
piernas, y justo cuando pensé que fracasaría en mi
misión, calmó sus dedos, atándome con suavidad y
ternura.

Su susurro, — Buena chica,— era toda la recompensa que


necesitaba.

No era como si tuviera elección. Nuestro hijo estaba al


final del pasillo, en el extremo opuesto de la casa, al
igual que Molly, y yo no quería que ninguno de los dos
escuchara, o peor aún, que viniera a explorar.
Me guió a mi habitación y cerró suavemente la puerta
detrás de nosotros. En el momento en que estuvimos
solos en el espacio iluminado por la luna, estaba
encendido. Su voz callada pero dura, ordenó:
—Desnúdame —

¡Oh, SI!

Lentamente me di la vuelta y me lo encontré más cerca


de lo esperado. Sin tiempo que perder, me puse a
trabajar, subiéndole las manos por el pecho hasta los
hombros y empujándole la chaqueta de sastre antes de
apoyarla suavemente en mi cómoda. La corbata de seda
fue lo siguiente. La aflojé, dejándola sobre sus
hombros. Mis ágiles dedos desabrocharon los botones de
su camisa, uno por uno, lentamente hasta que su fuerte
pecho tintado estaba desnudo. Él levantó la muñeca y yo
trabajé en un gemelo, moviéndome hacia el otro antes de
que se unieran a la chaqueta del vestidor. Y cuando
llegué a sus pantalones, le di un fuerte tirón al
cinturón de cuero negro, forzando una rabieta del
hombre al que le daría todo si así lo deseaba. Sin
decir una palabra, mantuve mis ojos en su mirada
encapuchada, y abrí el botón superior de sus pantalones
y bajé suavemente la cremallera. Pero mientras me movía
para llegar a la abertura, me arrebató la muñeca,
primero me apretó fuerte y luego me pasó el pulgar por
encima del pulso con amor.

Las palabras que pronunció no eran una petición.


— Desnúdate.—

Mis entrañas se apretaron.

Sí, señor.

Pateando mis talones, tomé el dobladillo de mi vestido


y lo levanté sobre mi cabeza. Extendí mi brazo,
dejándolo caer en un montón a mi lado, y cuando llegué
detrás de mí, para desengancharme el sostén, sus ojos
me miraron con hambre. Cuando el gancho se liberó,
sostuve las copas del sostén de satén un momento antes
de dejar caer las correas por mis brazos, al suelo,
dejando mis pechos llenos al descubierto.

Las fosas nasales de Twitch se abrieron como un toro


listo para atacar.

Y, oh. Eso me gustó.


Justo cuando hice bajar mis bragas, hizo un ruido en su
garganta, y cuando mi mirada confundida se encontró con
la suya, agitó la cabeza. — Déjatelas.—

Mi mirada confundida se profundizó, y sus ojos me


desafiaron a protestar.

Sabía cómo funcionaba esto. Este no era mi primer


encuentro.

Al quitarme las manos de la cintura, las sostuve por


los costados y esperé su instrucción. Y cuando se dio
cuenta de esto, sus ojos brillaron con un placer sin
límites.

Me pasó una mano suave y amorosa por el costado y


murmuró: — Perfecto.— Un momento después, la oscuridad
en sus ojos regresó mientras me miraba a los ojos, y
dijo: — Voy a dejar que me montes esta noche, y lo vas
a hacer bien, pero te juro por Dios, nena, que haces un
maldito ruido, un maldito sonido, y no te correrás.—
— ¿Me entiendes?—

Mis labios fruncieron el ceño, pero respiré hondo, me


enderecé y luego asentí en respuesta. Y él estaba
contento.

— Bien.— Con un movimiento lento, se acercó a su


corbata y tiró de ella, sujetándola. — Tus manos.—

Mi ceño fruncido interno desapareció rápidamente


mientras le extendía las manos y lo miraba hábilmente
envolver el largo del material de seda alrededor de mis
muñecas, tirando de ella lo suficientemente apretada
como para cortarme la circulación. Mirándome todo el
tiempo, juré que podía ver la forma en que mi corazón
saltaba en mi garganta mientras me lo ataba,
sosteniendo mis dos pequeñas manos en una de las suyas.

Me empujó hacia el pie de la cama, y mientras se


sentaba, abriendo bien las piernas, sentándose en el
borde, metió la mano en sus calzoncillos y se liberó,
agarrándose fuertemente y trabajando su erección hacia
arriba y hacia abajo, sin ninguna prisa.

Y tragué con fuerza para no babear.

— Súbete—.

No me atrevía a hacer ruido, pero mi corazón latía tan


fuerte que me preguntaba si podía oírlo tan fuerte como
yo.
Acercándome más, puse una rodilla en el espacio entre
sus piernas, usando la palanca para levantarme lo más
elegantemente posible para ponerme a horcajadas en él.
La forma en que sus piernas estaban posicionadas me
obligó a abrirlas de una manera bastante poco femenina,
y él lo sabía.

Él quería esto.

Disfrutaba haciéndome sentir incómoda.

Twitch era mi mentor. Yo era su puta. Y me gustaban sus


lecciones, aquellas en las que me enseñaba que lo
incómodo podía ser algo maravilloso. Yo era su
intrépida alumna, tan ansiosa por aprender. Tan ansiosa
por complacerlo.

Me miró a los ojos, me miró a la cara un segundo antes


de recostarse un poco y ordenó: — Ponte a trabajar.—

Avancé arrastrando los pies hasta que las partes más


desesperadas de nosotros se encontraron, y aunque mis
bragas eran un inconveniente, no me detuvieron de
sentir su palpitante calor. Mientras le rosaba con mis
manos atadas frente a mí, obedientemente, vi cómo
cambiaba su rostro. Luchó consigo mismo, y cada vez que
lo hizo, el poder que sentía dentro de mí se hizo más
fuerte.

Sin quererlo, con cada aliento áspero, con cada estrago


de su frente, me hizo una mujer peligrosa.

Lo trabaje lento pero con firmeza, meciéndome contra él


hasta pensé que podría venirme así. Mi cara se arrugo,
y cuando accidentalmente solté un pequeño gemido, mis
ojos se abrieron y me mordí el labio.

Sus duros ojos sobre mí, puso su mano en mi clavícula,


descansando su mano incómodamente cerca de mi cuello.
— Debo haber estado escuchando cosas.— Me miró, su
mirada inquebrantable. —¿Dijiste algo?—

Agité la cabeza y, con un aliento tembloroso, me lamí


los labios.

La mano en mi clavícula se aflojó y me acarició el


costado del cuello con el pulgar. — Pensé que no.—

Sin avisar, me agarró por debajo y me tiró de las


bragas hacia un lado.
Sosteniendo su polla en sus manos, corrió su cabeza a
través de mi abertura, deslizándose a través de la
sedosa humedad que había allí, y mi respiración se
aceleró. Abrió las mejillas de mi culo, la cabeza de él
deslizándose dentro de mí con facilidad.

Me quedé sin aliento y tenía tantas ganas de gemir que


me mordí la lengua lo suficientemente fuerte como para
sangrar. No era tan estúpida como para creer que me
daría una segunda oportunidad. Estaba siendo
extremadamente generoso al dejar pasar la primera. Otra
cagada y no me correría. Y eso sería trágico.

Cerró los ojos, parecía dolorido, y luego gimió en voz


baja, — Joder.—

De repente sentó la sensación de nuestro sexo, Twitch


levantó mis manos atadas sobre su cabeza, bajándolas
sobre sus hombros, y mientras agarraba mi cadera con su
mano libre, gruñó, — Ojos sobre mí.—

La mano en mi cuello se apretó. Mis ojos se abrieron de


par en par momentáneamente antes de que me empujara,
tirando de mí hacia él mientras entraba en mí sin
piedad. Y cuando mis ojos comenzaron acercarse, un
ligero golpe en la mandíbula me hizo concentrarme en
él. Agitó la cabeza, apretando los dientes mientras yo
rebotaba sobre él. — Dije que me miraras.—

Me cogió sin piedad, la mano en mi cuello empezó a


restringir mi respiración. No lo suficiente para
estrangularme, pero sí para ponerme incómoda. Y cuando
sentí que perdía la batalla por la serenidad, la mano
en mi cuello se levantó para agarrar mi barbilla.
Inclinándose, apretó su cara contra mi mejilla y habló
sucio.

Las sucias palabras susurradas eran todo lo que podía


soportar. — Ese lindo coño me tiene cerca, nena.
Ella está suplicando por esto,— jadeó suavemente,
sosteniendo mis caderas hacia abajo mientras se
acercaba a mí una y otra vez. — Ella tiene hambre.
Quiere ser alimentada. Y cuando finalmente alimente al
coño, ella va a chuparlo todo como si se estuviera
muriendo de hambre y yo soy la única cosa que su
estómago puede soportar.— Su mirada negra se encontró
con la mía, agarrándome la barbilla con fuerza antes de
apretar sus firmes labios contra los míos, robando un
apasionado beso. — Porque lo soy.—
Mi cuerpo se estremeció tanto que temblé de la cabeza a
los pies, y cuando el primer espasmo me tomó, jadeé
duro, ya no pude mantener mi promesa de silencio. Mis
brazos se apretaron alrededor de su cuello, y mientras
mi orgasmo me traspasaba, Twitch me rodeó. Duro. Sus
manos en mis caderas, me estrellaba contra su polla
repetidamente, el chillido húmedo de nuestro sexos
unidos sonando demasiado fuerte en la habitación, que
de otro modo sería silenciosa. Mientras usaba mi cuerpo
como su propio dispositivo de placer personal, vi como
la vena de su sien se hinchaba cuando me bajaba, una y
otra vez, mis tetas presionaban firmemente su pecho.

Sintiendo que se acercaba su liberación, mis labios se


separaron, y yo susurré: — Dámelo.—

Su cara se descompuso y las manos en mis caderas se


clavaron en mi piel tan fuerte que supe que dejaría
marcas en mi piel.

Inclinándome, hablé contra sus labios. — Aliméntala.—

Su cabeza retrocedió un momento antes de poner su


frente contra la mía, sus ojos ardientes. — ¿ Lo
quieres?—

— Lo quiero,— resople.

Apretó los dientes, ralentizando sus embestidas. —¿Lo


necesitas?—

¿Estaba loco?

¿Lo necesitaba?

Joder, sí, lo necesitaba.

Jadeando ligeramente, respondí de la única manera que


pude. Mi rostro suave, yo respiré las palabras en él.
— Te amo.—

Y eso fue todo.

Twitch puso su mano en la parte posterior de mi cabeza


y me empujo imposiblemente cerca, estrellado su boca
contra la mía. Lo besé fanáticamente mientras gruñía en
mi boca, su polla sacudiéndose, y lo sentí derramarse
dentro de mí.
Pasaron los minutos y su duro contacto se estremeció,
acariciándome por todas partes que podía alcanzar, y
cuando levantó su pesada mirada de mi hombro, bajó mis
manos entre nosotros, soltándolas de las ataduras
apretadas. En el momento en que las libero, tomó mis
muñecas en sus manos y las acarició tiernamente con sus
pulgares antes de tomar mi mano izquierda y llevársela
a la boca.

Cuando cerró los ojos, puse mi mano en su pecho,


sintiendo el constante latir de su corazón, y las
palabras que pronunció hicieron que mi corazón
respondiera de la misma manera. — En lo que respecta a
todos lo demás…— Me dio otro beso en la mano. —Podría
haber un anillo en este dedo.— Esperó mi reacción, y
cuando no la tuvo, me dijo: —¿Me entiendes?—

Mi corazón se calentó y me dolió instantáneamente, pero


confié en mi instinto, cuando susurré: — Te entiendo.—

No me di cuenta de que estaba conteniendo la


respiración hasta que soltó un largo suspiro,
respondiendo con una exhalación: — Bien.— Su mirada
cayó en mis labios. — Ahora bésame, nena.—

Así que lo hice. Lo besé larga y duramente, con la


lengua ardiendo para encontrarme con él, y me abrazó
casi como si tuviera tanto miedo de perderme como yo a
él.

Nuestro amor era una locura. Como sonreírle en la cara


a un pelotón de fusilamiento.

Dios.

¿Por qué éramos así?

La respuesta pronto se reveló.

Porque vivir sin el otro no era una vida que valiera la


pena vivir.

Sí, estábamos locos. Y eso estaba bien.

Él sería mi remedio. Yo sería su terapia.

Porque estábamos locamente enamorados.


Capítulo 29
Lexi

A la mañana siguiente, cuando el pequeño monstruo


irrumpió en mi habitación y encontró a su padre en mi
cama, gruñó: —¿Tuvieron otra fiesta de pijamas?—

Mi risa sacudió la cama, y cuando el hombre a mi


espalda me echó una carcajada en el pelo, resoplé.

Este niño. Ni siquiera pude lidiar con ello.

Era demasiado temprano para esto.

Levanté la cabeza y bostecé. — Buenos días, cariño.—

Se paró al pie de la cama, pareciendo enojado como una


bolsa de gatos en una reunión de galgos, mis ojos se
abrieron de par en par. Él murmuró: — No es justo.
¿Cómo es que papá puede dormir aquí? ¿Por qué él no
puede dormir conmigo?—

A eso, su papá le respondió aún soñoliento: —¿Quieres


quedarte a dormir, amiguito? Muy bien entonces.— El
brazo que tenía a mi alrededor se apretó mientras se
estiraba. —¿Qué tal si vienes a dormir a mi casa esta
noche y hacemos…— refunfuñó, medio dormido.
—No lo sé. Mierda de hombre.—

La cara de A.J. se sorprendió y luego se transformó en


incredulidad antes de decidirse por la emoción pura.
Levantó los brazos y gritó: —¡Sí!— antes de salir
corriendo de la habitación, corriendo por el pasillo, y
si no me equivocaba ya estaba en su habitación
empacando una bolsa.

Hablé en la habitación silenciosa. —¿Qué hay de mami?


¿Está invitada a la fiesta de pijamas de hombres?—

Twitch metió la mano debajo de las sábanas y me apretó


un pecho. — No. Lo siento, mami. Sólo se permiten
chicos.—

Fingí un disgustado. —Oh, no, ¿qué debo hacer?—

Él movió mi cabello hacia un lado, presionando un largo


beso en mi cuello. — Si sigues así, te voy a follar
hasta la semana que viene.—

Jesús.
Las palabrotas nunca dejaron de excitarme. Y cuando
accidentalmente, a propósito, volví a empujar mi
trasero en su erección matutina, él siseó: — Jesús. No
sabes cuándo dejarlo, nena.— Hizo un sonido de gruñido
en lo profundo de su pecho, antes de advertirme:
— Detente.—

Hice pucheros. — De acuerdo.— Alcanzando mi bata, la


puse sobre mi cuerpo desnudo, atándola alrededor de mi
cintura antes de levantar los calzoncillos de Twitch y
ponerlos al alcance de sus mano. Me vio recoger ropa
interior limpia, y cuando miré a través de mi armario,
sacando un vestido negro liso, hizo un ruido.

Girando hacia atrás, parpadeé. — ¿No te gusta?—

Hizo una cara que decía que no.

¿Por qué me importaba eso?

Devolvía el vestido al armario, y cuando saqué un


vestido de color bronceado, largo hasta la rodilla, con
una falda de lápiz, frunció los labios en aprobación.

— De acuerdo—, dije, llevándolo conmigo al baño.

Me duché rápidamente, y mientras abría la puerta del


baño para que el vapor saliera, escuché la conversación
que mi hijo estaba teniendo con su padre.

— ¿Por qué llamas a mamá nena? Ella no es una nena. Es


una dama.—

— Bueno, sí,— explicó Twitch. — Es un término de


cariño.—

A.J. no entendió. —¿Qué es un termino caninoso?—

Twitch se rió a carcajadas. — Es como llamas a alguien


que te importa mucho. Y llamó así a tu madre porque la
quiero y quiero mantenerla a salvo, y haría cualquier
cosa para protegerla.— Hizo una pausa. —¿Lo entiendes,
amigo?—

— Sí—, dijo A.J. — Lo entiendo.—

Me sonreí a mí misma, saliendo del baño y comprobando


la hora.
Con un graznido ansioso, entré corriendo en mi
habitación y salí saltando sobre un pie, tratando de
ponerme los zapatos sin caer. — Oh, rayos. Voy a llegar
tarde.— Tomando mi bolso, les dije: — Bueno, tengo que
irme. Te quiero, cariño.— Me detuve en la puerta,
sonriendo a mi hombrecito. — Nos vemos después de la
escuela.—

Fue entonces cuando A.J. me gritó y me dijo:


— Yo también te amo, nena.—

Y el silencio que siguió fue absolutamente horrible.

Incapaz de contenerme, empecé a reírme del horror de la


cara de Twitch. — Oh, mi papá estrella.— Me reí en
silencio, y cuando me miró con una expresión que
gritaba ¡Ayuda! Agité la cabeza, todo mi cuerpo
temblando de alegría reprimida. — No estoy tocado esto
con un palo de diez metros. Todo esto es culpa tuya.—
Abrí la puerta y salí por ella, ahogándome en la
hilaridad. —¡Diviértete con eso!—

Me reí todo el camino al trabajo.

***
Ling

Me sentía tan mal que sólo tenía sentido drogarme.

Se avecinaba una tormenta. Una tormenta furiosa que iba


a costar vidas. Y sus vientos ondulantes me habían
dejado sin sentido.

Habían pasado tres días desde la llamada telefónica.

La llamada que me destrozó.

Al no haber dormido en tres malditos días, conduje en


silencio, y nunca se me ocurrió preguntarme cómo
demonios seguía funcionando después de estar despierta
durante setenta y dos horas. El golpe que inhalé antes
fue probablemente la razón por la que mi corazón se
aceleraba como estaba, pero en mi mente, mi corazón
estaba funcionando mal, estrellándose ante la noticia
de que ya no me quería.

No lloré. No. Yo no lloraría.

Ningún hombre valía mis preciosas lágrimas. En todos


mis años, nunca me creí tan estúpida como para caer en
este tipo de mierda.
Sin embargo, aquí estaba yo, destrozada.

La perra más mala de este lado del hemisferio, me


consideraba inmune a la miseria de hombres como él.
¿Cómo pude ser tan estúpida?

Mi labio se curvó mientras presionaba el acelerador,


agarrando el volante con fuerza, adelantándome a los
autos de manera imprudente mientras volaba por la
carretera.

Aslan Sadik dejó su marca en mí.

Oh, va a aprender hoy.

Y ahora, dejaría mi propia marca.

El bello turco aprendería que no se puede jugar con los


sentimientos de la gente como él lo hizo. No podías
decirle a alguien que lo amabas y luego desecharlo.
Eras un hijo de puta hacer que alguien creyera que te
preocupabas por ellos y luego.... irte. Me mostró una
ternura que nunca había conocido y que nunca volvería a
ser la misma.

Le rogué.

¿Puedes creer esa mierda?

Mi interior se marchitó de vergüenza.

Le rogué que se quedara conmigo.

¿Quién es esta perra débil?

Mi ritmo cardíaco aumentó a medida que dejaba salir una


risa sin sentido del humor, con el pelo azotando a mi
alrededor mientras el viento golpeaba mis ojos que
picaban.

Sí, por eso estaba llorando. Fue por el viento. No por


el dolor.

Si. Te dices a ti mismo lo que sea que necesites


decirte a ti mismo.

Hombres estúpidos.

Los odiaba. Todos ellos.


Esto es oficial me iba a convertir en lesbiana. No más
polla para mí. Claramente ya no era lo suficientemente
responsable como para confiar en mí misma alrededor de
una polla .

Qué lástima, carajo.

Me encantaba la polla.

Cuando empecé a conducir, no sabía adónde iba, pero


ahora que estaba llegando a la acera, me di cuenta de
que lo sabía desde el principio. Mi agarre en el
volante era tan apretado que mis nudillos se volvieron
blancos. Respiré profundamente y miré a través de la
calle un momento antes de que lo que quedaba de mi
corazón se construyera una pared alrededor de sí mismo,
protegiéndose de mí y de las decisiones que había
tomado para permitir que esto sucediera.

Ni siquiera culpé a Az. En realidad, no. Confié en él y


yo sabia bien quien era él, y eso fue culpa mía.

Tal vez por eso esto dolió tanto. El único hombre que
había dejado que me rompiera antes era un hombre que
prefería morir que estar conmigo.

Incliné la cabeza hacia atrás y me reí abiertamente


mucho tiempo antes de que mi corazón se sacudiera de
tal manera que me hizo poner una mano temblorosa en el
pecho, jadeando a través del dolor.

¿Por qué nadie me quería?

—¿Qué me pasa?— Hablé sobre la quietud del interior


del coche antes de apretar los dientes, mirándome por
el espejo retrovisor. Levantando una mano, me eché
hacia atrás y me abofetee a mi misma el impacto me dio
un sólido golpe.

Jadeé y luego jadeé mas, mis ojos girando en la parte


de atrás de mi cabeza mientras mi corazón se apretaba.
El área palpitaba, y cerré los ojos de felicidad al
caer una lágrima de mis pestañas.

Otra vez.

Levanté mi mano opuesta, temblando por la anticipación.


Necesitaba más, más dolor para aliviar el dolor.
Cuando llegó el segundo golpe, solté un gemido bajo,
mordiéndome el labio, atesorando el calor ardiente que
palpitaba en mis bragas.
Algunas cosas nunca cambiaban.

Fue descuidado de mi parte pensar que podía hacerlo.

Yo nací así. No podía cambiar, no importaba cuánto lo


deseaba en los momentos más débiles.
Pero esta perra loca era dueña de su locura, la llevaba
como una segunda piel, y hoy, no sólo estaba loca.
Estaba trastornada, demente.

Psicópata con un lado de esquizofrenia.

Una lunática con tornillos sueltos.

Y mientras miraba mi reflejo, pasando mis manos sobre


la carne caliente en mis mejillas, apenas me reconocí.

¿Qué te han hecho, pajarito?

Mi mirada se asentó, se calmó, y cuando respiré de


nuevo, mi corazón enfurecido se estabilizó, y con una
frescura que había perfeccionado con el paso de los
años, salí del auto.

Este fue el principio del fin. Regreso a casa. Y


esperaba que Az estuviera listo para ello, porque tenía
planes para él y para la esposa que lo adoraba.

Mis pies vestidos de Louboutin me llevaron al maletero,


y cuando presioné el botón de mis llaves, se levantó.
Examiné mis decisiones.

¿Barra de cuervos?

¿Bate de béisbol?

Hice un sonido pensativo en mi garganta antes de llegar


y tomé uno en cada mano, sopesando mis opciones.
Después de un segundo, miré hacia adelante, con la
frente a flor de piel.

La respuesta era obvia, por supuesto.

—Ambos.— Sonreí mientras me giraba y acechaba hacia el


coupé negro Tesla Modelo S 75D.
Los coches me tocaban las bocinas cuando cruzaba la
calle sin mirar, pero no sabían que yo era el lobo
entre las ovejas y que me las comería enteras con poca
o ninguna advertencia, sin ninguna puta razón en
absoluto. Así que cuando un camión me tocó el claxon un
segundo demasiado largo, me quedé quieta en medio de la
calle, girando para mirar al hombre que estaba dentro
de la cabina.

Hizo un gesto obsceno.

Siseé como un gato.

Bajó la ventanilla y dijo: —¡Sal del camino!—

— Oblígame,— fue mi dulce y lenta respuesta.

El hombre agitó la cabeza. — Maldita perra loca.—

Loca como una zorra.

Incliné la cabeza hacia atrás y me reí antes de lamerme


los labios y guiñarle el ojo. — Lo sabes bien, nene —
Continué mi alegre camino, un manantial a mi paso, y
cuando entré en el edificio en el que no debía haber
estado, el guardia de seguridad se puso de pie
inmediatamente, reconociéndome. El hombre fornido se
detuvo cuando le sonreí y le dije educadamente: — Creo
que deberías llamar a tu jefe que baje, guapo.—
Girando, me acerqué a la insignia de la empresa en el
suelo de mármol y lentamente me subí la falda.
— Va a querer ver esto.—

La firma de bienes raíces de clase alta estaba en


silencio mientras yo estaba en cuclillas, esperando, y
en el momento en que se abrieron las puertas del
ascensor, sostuve sus ojos oscuros mientras me aliviaba
sobre el puto suelo de mármol que había importado de
Italia, sobre las insignias que su amado padre diseñó,
sobre cada maldita cosa que teníamos juntos y que él me
quitó.

Si.

Me oriné por todo el.

Dijeron que las acciones hablaban más alto que las


palabras, y ahora mismo, sé que Aslan Sadik entendería
lo que estaba diciendo.

Tú y los tuyos pueden chupar esto, pedazo de mierda.


Cuando el guardia de seguridad me miró con disgusto, le
di un beso, y cuando terminé, me paré, cuidadosamente
bajé mi falda y sostuve los ojos atronadores de un
hermoso turco. El guardia de seguridad levantó el
teléfono, pero cuando Az levantó una mano, el hombre
fornido colgó el teléfono.

Me miró un momento antes de dar un par de pasos, y


cuando me miró como ahora, con una mirada llena de
preocupación y lástima, quise matarlo entonces. Cuando
él habló, supe que sería sólo cuestión de tiempo antes
de que lo hiciera.

— Bien. Hiciste lo que tenías que hacer.— Miró a los


pocos hombres que nos rodeaban y luego habló en voz
baja. — Estás herida, estás enfadada, lo entiendo, lo
hago.— Se inclinó y murmuró: — Pero te estás
avergonzando a ti misma, Ling. Tienes que irte.—
Sus ojos se entrecerraron acaloradamente.
— O te obligaré.—

¿Qué es lo que acaba de decir?

La vena al costado de mi cuello palpitaba a tiempo con


el aumento de los latidos de mi corazón, y al
agacharme, tomé mis armas y asentí con la cabeza,
fingiendo vergüenza. — Tienes razón.—

Su hermoso rostro se volvió blando y supe que lo tenía


donde quería.

Tan hermoso.

Quería romper esos pómulos altos, golpear mi bate en su


cara para asegurarme de que su sonrisa de un millón de
dólares no volviera a brillar nunca más, tomar mi
calibre y nivelarla sobre su cabeza, derramando sus
sesos sólo para mi placer.

En vez de eso, dejé el acto, mi rostro sobrio, y cuando


mi lenta sonrisa apareció, su inquietud volvió a
multiplicarse por diez.

He vuelto, perras.

— Mira, Az,— le expliqué en un suspiro, — Quería que


esto funcionara.— Alargando la mano, le alisé la
solapa. — De verdad lo quería.— Mis ojos se encontraron
con los suyos. — Pero la cagaste, y ahora,— le dije,
— tienes que pagar.—
Más de sus hombres llegaron, mirando el altercado.
Entre ellos estaba el hermano menor de Aslan, Enver, y
en el momento en que Aslan lo vio, su inquietud comenzó
a crecer. Podría habernos echado a los dos entonces.
Podría haber derramado el té y dejar que todos sus
hombres supieran que su rey había declarado su amor a
la Reina Dragón, pero no lo hice.

No.

El sufrimiento de Aslan Sadik vendría bien y despacio,


y yo le arrebataría las cosas que más le importaban,
una por una, para que pudiera sentir el dolor de cada
pérdida antes de que yo golpeara de nuevo.

Este chico iba a aprender hoy que Ling Nguyen no era


una adolescente enamorada.

Ling Nguyen era una maldita reina, y si no me dejaba


usar su cara como un trono, me empalaría en su rota y
sangrienta columna vertebral hasta que el crudo placer
hiciera temblar mi cuerpo.

Sus labios se adelgazaron, y cuando puso sus manos


sobre sus caderas, bajando su cara, oí el malestar en
su voz. — ¿Qué es lo que quieres?—

Oh, nene. No tienes ni idea.

El silencio a nuestro alrededor era tenso, me incliné y


siseé: —Todo.—

Se enderezó mientras yo me daba la vuelta y caminaba


hacia afuera, de pie frente al precioso y elegante
coche que Az atesoraba. Levantando el bate, vi a Aslan
parado en la puerta abierta mirándome, y lo sostuve en
su dirección un momento antes de hablar.

— Bateo.—

Cuando levanté el bate, le sonreí al hombre hermoso, y


luego guiñé el ojo antes de tirarlo, rompiendo uno de
los faros. El vidrio se rompió, saliendo a la calle, y
me moví al otro lado, sostuve el bate en alto, y lo
bajé, sacando el otro faro. Gimiendo de placer por la
destrucción que estaba causando, me mordí el labio y
mis ojos brillaron en el mismo momento en que mi
respiración se hizo pesada.

Era una sensación tan intensa y embriagadora que pensé


que podría correrme, aquí, en la calle.
Cuando el hermano menor de Aslan salió corriendo por la
puerta, corriendo hacia mí, me reí como una colegiala e
hice un espectáculo de ventosas en mi vagina, soltando
un gemido de aliento. Az lo persiguió, agarró a su
hermano, lo detuvo y le lanzó una ráfaga de turco
rápido en la oreja. Enver luchó contra el agarre de su
hermano, y sonreí ante su ceño mortal.

El coche fue un regalo de hermano a hermano. Era parte


de la razón por la que Aslan la apreciaba. Claro, el
coche valía 150.000 dólares, y para estos hombres, eso
era cambio de bolsillo. Pero la verdadera razón por la
que Aslan amaba este coche era porque su hermano lo
había comprado para él, y él amaba a su hermano.

Lástima que Enver no supiera que mancillamos el regalo


al arruinarlo en cada oportunidad que teníamos.

Cuando saqué las luces traseras, suspiré alegremente, y


al pasar el bate por el parabrisas trasero, rechiné los
dientes, la fuerza del golpe reverberando a través de
mis brazos.

Girando hacia atrás, miré a Az por encima de mi hombro


y sonreí. — Medio tiempo.—

Mientras recogía la palanca que había dejado en el


capó, Enver luchó en el agarre de su hermano, y luego
gritó: — ¡Estás muerta, perra!—

Pensé en lo que dijo, inclinando mi cabeza a un lado,


mi frente tejiendo. — ¿Sabes qué, pequeño
Az?— Parpadeé ante la versión más joven del hermoso
hombre. — Tienes mucha razón.— Mi cara se oscureció.
— Estoy muerta.—

Muerta.

Muerta por dentro. Muerta de mente.


Alma marchita. Fallo cardíaco. Jodidamente muerta.

Y yo estaba de acuerdo con eso.

Era mejor enfrentar la dura verdad que creer en bonitas


mentiras.

Mi labio se rizó mientras bajaba la palanca al auto,


una y otra vez, gruñendo a través de cada golpe, mis
palmas ardiendo y mi cara enloquecida. Y después de que
mi rabia se había calmado un poco, lancé la palanca
sobre el capó abollado del coche y me volví hacia los
hombres, dando un suspiro de satisfacción.

P
Pero lo que Az me hizo aseguró su destino.

Su cuerpo se sacudió, luego tembló, y cuando abrió la


boca y se rió a carcajadas, mi sangre hirvió.

Los hombres que le rodeaban se unieron, los leales


amigos que eran, y mis venas latían lava fundida pura.

Sus risas se burlaron de mí. Se burlaron de los


dragones. Se burló de mis capacidades como mujer y como
líder.

Y yo no lo iba a permitir.

Alcanzando mi falda, saqué la pistola de mi liga, la


levanté y disparé. Los hombres se sacudieron, y cuando
continué vaciando todo el clip en el capó del coche,
viendo como el motor humeaba, di un paso atrás,
poniendo mi mirada endurecida sobre el hombre mismo.
Me encogí de hombros y fruncí los labios de color rojo
cereza y dije: — Ay.—

El ámbar ardiente bajo la capucha creció y supe que era


hora de irse.

No estaba segura de lo que pasaría después porque no


tenía un plan, pero lo que sí sabía era esto.

Si Az no estaba conmigo, estaba en mi contra.

Y eso significaba guerra.


Capítulo 30

Lexi

Mientras el hombre alto y guapo caminaba con la versión


más pequeña de sí mismo al otro lado de la calle yo
sonreía exteriormente mientras que al mismo tiempo me
dolía el corazón.
Verlo alejarse, se estaba volviendo cada vez más difícil
de soportar y cada vez que lo hacía, tomaba un pedazo de
mí con él.
La suerte nos había reunido, no fue ni bueno ni malo,
sólo... suerte. Primero como niños, después como adultos
y ahora, una vez más, como dos personas que no tienen
nada más que perder que el uno al otro. Había mucho en
juego ya que me imaginaba que esta era nuestra última
oportunidad de hacerlo bien.
Llegaron a la puerta y mientras mi hijo se volvía hacia
mí, saludando como un loco yo sonreía, real entonces,
saludándolo. Porque era precioso, un regalo y Twitch me
lo había dado.
Y cuando el hombre mismo me levantó una mano para
saludarme en reconocimiento, me resultó difícil
devolverle el saludo, la razón principal era que lo
quería aquí, en casa, donde pertenecía.
Pero me defraudó tantas veces antes que era difícil
tragarme mi orgullo e invitarlo a mi vida de nuevo como
un accesorio permanente, porque todavía estaba herida,
porque no importaba si él había vuelto, no pude borrar
los últimos seis años de tormento emocional a los que él
voluntariamente me había sometido.
Porque, independientemente de que yo lo amara seguía
siendo una mujer despreciada.
Yo era una muñeca de porcelana frágil y Twitch no sólo
me vio caer, él me saco de la seguridad de mi manto,
sabiendo que me destrozaría. Y ahora, las piezas que
quedan de mí? eran afiladas.
Muy tarde, levanté mi mano, le devolví el saludo y le
regale una falsa sonrisa, que no encajaba en mi cara.
Él, por supuesto, se dio cuenta. haciendo una pausa, vi
cómo su sonrisa disminuía mientras contemplaba lo que
había sucedido entre mi puerta principal y la suya que
me había causado tanta angustia y sin mirar atrás, camine
de vuelta hacia mi casa, cerrando la puerta detrás de mí
tan suavemente como fue posible para no interrumpir al
silencio que me saludó como amigo.
Un segundo después, mi teléfono sonó.
TONY: Puedo llevarlo de vuelta.
Mi corazón se estremeció mientras escribía mi corta
respuesta.
Yo: Diviértete
Amaba a Twitch tanto como se le permitía a una persona,
tal vez incluso mas de lo aceptable definitivamente mas
de lo que era sensato.
Mi celular vibró en mi mano y como si hubiera oído mi
confusión interior, su respuesta con un corazón tierno.
Tony:❤ Te Amo.
En ese mismo momento, me sentí tonta por mis dudas.
Yo: Yo también te amo, cariño.
Miré mi respuesta y mis dedos siguieron escribiendo sin
permiso. Frenética, miré a la pantalla un momento antes
de pulsar Enviar.
Yo: PERO SI ESTAS PENSANDO EN IRTE NUEVAMENTE,
MALDITAMENTE TE MATO YO MISMA.
El corazón me golpeó en el pecho y aspiré profundamente,
haciendo un pobre intento para estabilizar mi pesada
respiración. Cuando mi teléfono sonó por tercera vez,
dejé escapar una exhalación temblorosa, cuando leí en
silencio.
TONY: Nunca, nena.
Con esas dos palabras, pasé de mares embravecidos a aguas
tranquilas y mi desasosiego me dejó de un solo respiro
tembloroso.
¿Quién era este hombre para tener tanto poder sobre mí?
Cuando mi teléfono sonó de nuevo, fruncí el ceño ante la
pantalla, cuando leí me carcajada de asombro.
TONY: Envíame una foto de tus tetas.
Continué riendo a través de mi respuesta.
Yo: ¡No!
Un segundo después,
TONY: Eso es gracioso, lo haces sonar como si fuera
negociable.
Mi sonrisa se volvió tímida. Me di cuenta de que quería
hacerlo simplemente porque sería complacerlo.
Pero no podía.
¿Podría?
No.
Agité la cabeza y escribí rápido.
Yo: Compórtate, papá.
Cuando su respuesta llegó, mi estómago se apretó a tiempo
con mi coño.
TONY: Sí, nena. Eso es correcto. Me gusta cuando me llamas
papi.
Mis labios se abrieron y un chillido silencioso dejó mi
garganta y en mi mente, odié que oí, las sucias palabras
en mi oído.
No debería haber encontrado eso excitante.
¿Por qué estaba tan caliente?
Casi inmediatamente después de eso,
TONY: Me tengo que ir, Continuaremos con esto más tarde.
No. ¡Regresa!
Pero lo que en realidad respondí fue,
Yo: Los extraño a los dos ya.
Y lo hacia.
Realmente lo hacia.

***

Ling

La mujer en la cama conmigo gimió de placer mientras


cerraba mis labios alrededor de un rosado, pezón,
chupando su punta rígida. Sus tetas eran perfectas, como
el resto de ella. Entonces, ¿qué si ella era diferente?
Yo también. ¿Pero quién diablos era alguien para
juzgarnos?
Quería darle un buen momento, un momento de felicidad,
porque ella y yo, a pesar de que éramos diferentes,
peleábamos las mismas batallas.
La gente nos juzgaba, nos perseguían. Éramos maltratadas
y odiadas.
Le mostré en esta cama que tiene esa gran energía de
polla detrás. La clase de lujuria que prende la luz
en las estrellas.
Quería hacerla venir una y otra vez hasta que su dolor
se opacara y yo estuviera entumecida.
El entumecimiento era bueno.
Podría lidiar con el entumecimiento.
La mujer levantó la cabeza y respiró: —Ay, nena, mira lo
que me haces.—
Su mano desapareció bajo las sábanas y cuando apareció,
estaba moviendo ligeramente su polla.
Salivé, con tantas ganas de envolver mi boca en ella y
cuando ella movió sus caderas en mi dirección.
sus bonitos labios rosados haciendo pucheros, sonreí,
dándole lo que necesitaba.
Bajé la cabeza y mientras ella me mostraba su polla dura,
saqué la lengua lamiendo alrededor de la cabeza, viendo
como sus ojos, muy maquillados, rodaron hacia atrás
en su cabeza mientras consumía su rígido calor, lamiendo
el présenme que yo estaba causando que explotara.
Así que, sí, dije que no más hombres y lo dije en serio.
Afortunadamente, encontré una escapatoria. Qué fue genial
para mí, porqué nada amaba mas que una gran polla ahí
abajo.
Cuando la llevé a mi boca, sus caderas se movieron,
obligándome a llevar más de ella a mi boca y sentí su
gratitud en cada empuje superficial que daba mientras me
follaba la boca.
Sus jadeos crecieron y cuando vi su estómago apretado,
solté su polla con un — pop.—
Antes de reemplazar mi boca con mi mano y sacudirla duro
en mis manos. —¿Vas a venirte nena?—
— Sí,— jadeaba, mirándome a través de ojos lujuriosos
mientras le trabajaba su dura polla.
— vente en mi —

Sus ojos se nublaron cuando le mostré mi trasero como


si fuera un regalo.
Sin dudarlo, la rubia bonita tomó su polla en sus manos
y me la metió en mi culo apretado.
Solté un gemido bajo cuando ella sostuvo mis caderas,
cavando sus largas uñas acrílicas, en mí mientras se
follaba a mi agujero. Pero no duro mucho, en un par de
minutos, sentí que se agarrotaba y cuando se metió en mi
completamente, supe que estaba demasiado lejos para
detenerse.
—Oh, Dios,— su dulce voz sonó. — Oh, mierda, cariño.—
Ella dejó de empujar y cuando se metió en mi por última
vez, sentí todo su cuerpo ponerse duro y apretar las
sábanas. Gruñó una y otra vez, su vientre temblando con
la fuerza de su orgasmo.
Y me alegré de poder dárselo sin juzgarla ni avergonzarla
por no ser nada más que la persona que era.
Era una vida difícil para los que eran considerados
diferentes.
Yo debería saberlo.
Yo lideraba el grupo.
— Vaya, qué bonito es esto.—
La mujer gritó, retrocediendo y tirando de las sábanas
sobre nosotras mientras Aslan estaba de pie, en la puerta
abierta del dormitorio de mi apartamento de la ciudad,
su expresión completamente vacía, de emociones.
Realmente necesitaba cambiar las cerraduras.
La pobre mujer a mi lado parecía mortificada.
Yo, por otro lado, me pare derecha y con una mirada
lujuriosa, dije —Deberías haber llamado, Az.— Hice un
espectáculo pasando mi lengua a lo largo de mi labio
superior antes de acercarme a la mujer mi lado, apretando
su teta demasiado redonda a través de la sábana. — Habría
guardado algo para ti. —
Az agitó la cabeza luciendo más enojado de lo que tenía
derecho a estar. — Twitch tenía razón,— dijo y mi corazón
se detuvo.
¿Qué es lo que acaba de decir?
¿Qué había dicho Twitch?
¿Cuándo dijo Twitch algo?
¿Qué coño hacía Az hablando con Twitch?
Sus ojos se endurecieron, dio un paso atrás y sus labios
se torcieron con asco. — Estás demasiado dañada para ser
arreglada.—
Las palabras eran severas, con la intención de herir
cumplieron su objetivo.

Oh, Dios mío, carajo

Todo tenía sentido.

— Twitch te advirtió que te alejaras de mí. — No era una


pregunta. era una afirmación.
Hijo de puta.
Lo mataré.
Me sorprendió que pudiera mantener la calma en mi tono,
ocultando el hecho de que estaba furiosa.
— ¿Desde cuándo recibes órdenes de alguien, Sadik? —
El imbécil evitó la pregunta.
— Vine aquí para hacer una tregua.— Los hermosos labios
del turco se adelgazaron. — Vine a disculparme contigo ,
Ling, pero ahora...— Su expresión se volvió pasiva.
— Ahora me importa una mierda.— Él miró a la mujer a mi
lado antes de volverse hacia mí. —Eres una egoísta,
consentida pequeño coño que tira mierda cada maldita vez
que las cosas no son como quieres.— Aquellos ojos de
medianoche me atravesaron. — ¿Te llamas a ti misma REINA?
— Respiró con una risa cruel. — Que Vergüenza —
— Eres una maldita broma.—
Y con eso, se dio la vuelta y se fue.
Me senté derecha, dejando que las sábanas cayeran a mis
caderas y cuando llegué debajo de mi almohada, la
tormenta dentro de mí se desató con una furia que nunca
había tenido el placer de experimentar hasta ese mismo
momento.
Así que cuando sonó el disparo y la mujer a mi lado gritó,
Az se quedó allí de pie.
Un momento, tan inmóvil como nunca había visto a una
persona. Y ese tipo de quietud absoluta era una vista
tan antinatural que me asustó. A medida que el
enrojecimiento comenzó a notarse, lentamente se movió
para enfrentarme. Levantando la mano para sostener su
corazón, se balanceó en el acto, mirando hacia abajo, a
la herida de bala antes de mirarme, con los ojos muy
abiertos y conmocionados.
—Perra loca — murmuró débilmente. Su cuerpo tembló
violentamente un momento antes de que él dijiera,
—Me disparaste.—
El sonido de su cuerpo cayendo al suelo me perseguiría
cada noche en mis sueños para toda la eternidad.
— MALDICIÓN,— murmure.
No quería matarlo. No era mi intención matarlo.
Mirando a mi lado a la mujer en la cama, pronuncié una
tranquila frase, — No fue mi intención...—
— Solo paso.—
Mientras me miraba como si fuera un maldito monstruo,
asintió animadamente hacia mi yo sabía que ella creía que
era la siguiente.
Lamí mis labios.
Ella tenía razón
Levantando el arma, su cara cayó mientras empezaba a
llorar al darse cuenta de que su siguiente respiración
seria la ultima y todo lo que pude hacer fue decir:
— Lo siento.— Cuando el disparo hizo eco en la
habitación, su cuerpo desnudo y sin vida se cayó de la
cama y estuve agradecida de que se alejara de mi vista.
Lo que hace sólo unos momentos era una habitación llena
de sonidos de placer eran ahora lavados de silencio. En
un solo momento, perdí el amor de mi vida.
Mis ojos se abalanzaron desde donde yacía hacia la
pistola que tenía en la mano.
Murió por mi mano. Yo lo maté.
Soltando el arma como si me quemara, cayó al costado de
la cama con un ruido sordo.
Me moví y no sé cuánto tiempo pasó porque sentí como si
el tiempo se hubiera detenido.
Mientras me sentaba en el borde de la cama, mis ojos en
el cuerpo inclinado del hombre que me cambió beso a
beso , sentí que algo se estaba construyendo en mi . Algo
sombrío y premonitorio.
DOLOR.
El primer sollozo me salió disparado como una bala
dejando un arma, fuerte y rápido. Rodeando las manos
sobre mi cabeza y aullando de dolor, me abrace a mi
misma y mecí mi cuerpo en silencio, diciendo las palabras
una y otra vez como un mantra.
— No fue mi intención. No fue mi intención. No fue mi
intención.—
Los minutos pasaron y mientras mis lágrimas seguían
cayendo, llegue a la conclusión que solo había un
responsable de esto.
Deslizándome de la cama, me arrastré hacia él de rodillas
y me acosté junto a mi bello turco acariciando su grueso
cabello. — lo siento,— murmure y le bese los labios, otro
sollozo salió de mi, hable sobre mis lagrimas y presione
otro beso sobre sus labios
— Despierta, bebé —
Pero él no estaba escuchándome
Mi cuerpo se sacudió de mi lugar en el suelo cuando mi
tono se volvió desesperado.
— Todo va a estar bien.— Inhale y le dije: — solo necesito
que despiertes.—
— ¿Está bien? —
Nada. — ¿Bien? —
Ni una palabra.
Mis labios temblaban y le acaricié el pelo con dureza
mientras mi voz se rompía,— ¿Estas bien? —
Me tomé un momento para mirarlo. Sus ojos abiertos eran
vacíos y su boca parecía congelada en un llanto que nunca
tuvo la oportunidad de soltar
Cerré mis ojos deje salir un gemido bajo antes que un
sollozo desgarrador me tomara por la fuerza. Las lagrimas
borraron mi visión mientras lloraba abiertamente
moviéndolo hacia mi y abrazándolo muerto como debí
hacerlo en vida.
Estaba bien, todo estaría bien.
Mis brazos temblaban alrededor de su peso muerto. Le di
el poco calor que tenía.
Nos quedaríamos aquí un rato y mañana todo estaría bien.
Le acuné la cabeza en mi pecho y lo mecí suavemente
poniendo mis labios en su frente y le susurre todas las
cosas que desearía haber dicho ayer.
Todo estaría bien.
Desafortunadamente, nada estaba bien
Mis ojos se hincharon por el llanto, levanté la vista
cuando mi hermano entró a la habitación, sus ojos fueron
desde el cuerpo sin vida de Aslan hacia mi otra vez,
trago duro, pasando una mano por su cara silenciosamente
dijo — Ling... —
Lo sé.
Era malo.
Mientras me agachaba en el rincón de la habitación, sin
nada más que mi piel manchada de sangre.
dijo lo único que podía hacer.
— Fue un accidente —
Lamentablemente, la herida de bala en la espalda decía
otra cosa.
Mi hermano parpadeó un momento antes de que sus pies se
movieran y cruzó la habitación.
Van se arrodilló frente a mí, tomando una mano suave y
acaricio mi mejilla para sacar un mechón de cabello
ensangrentado que se me había secado en la cara cuando
trate de escuchar si el corazón de AZ latía. —Está bien,
pequeña Ling.— Él me levantó del piso y me abrazo fuerte,
frotando mi espalda desnuda.
— Arreglaremos esto.—
No.
¿No lo entendía?
Esto no era algo que pudiéramos arreglar.
No podíamos traerlo de vuelta, no podía hacer que
volviera a respirar o a sonreír, o discutir conmigo, o
amarme con el corazón lleno y la mente vacía, maldita
sean las consecuencias.
Mi hermano cogió la sábana de la cama y la envolvió
alrededor de mi cuerpo tembloroso, tirando de mí a su
lado antes de guiarme fuera del dormitorio y hacia el
sofá.
Esto no se puede arreglar.
Aslan estaba muerto.
Van me sentó y empezó a hacer las llamadas necesarias.
Mi mirada se volvió áspera con el entendimiento de que
nunca más volvería a tener al hombre que amaba.
Y culpé a Twitch.
Capítulo 31

Lexi

La conmoción comenzó tan pronto como se abrió la puerta


principal y escuché que se arrastraba por el pasillo,
acomodándose en la sala de estar. Desde el interior
del baño en mis pantuflas de Pikachu, dejé de aplicar
el rímel cuando escuché a mi hombrecito.

— Y Squidward es un idiota, pero a Bob Esponja no le


importa. Le cae bien de todas formas— explicó A.J. con
entusiasmo.

— ¿Por qué es un idiota?— preguntó Twitch.

— No lo sé. Se enoja y no le gusta la gente. Le gusta


su clarinete, — continuó A.J. — El jefe, el Sr.
Krabbs, también es un idiota. Le gusta el dinero y es
un cangrejo, pero su hija es una ballena y llora
mucho.—

Twitch sonó enloquecido. —¿Qué clase de espectáculo es


éste?— Oí un gran ruido sordo, luego un chirrido y
Twitch murmuró: — Levántate del sofá, amiguito. A tu
madre no le va a gustar eso.—

Más chirridos, más rebotes. Entonces la voz de A.J. se


elevó excitada mientras saltaba sobre los cojines. — Me
gusta, es gracioso, Patrick es un tonto, Papá— jadeaba
mientras saltaba, —¿podemos ver Bob Esponja?—

Twitch no habló por un momento, pero cuando lo hizo, oí


problemas en su tono. — A.J.— empezó, — Dije que fuera
del sofá.—

Desafortunadamente, no parecía que nuestro hijo


estuviera de humor para escuchar, y los ruidosos
chirridos continuaron, seguidos por el resoplido y el
jadeo del pequeño monstruo que yo escuché mientras A.J.
ignoraba a su padre. — Mamá me deja verla por las
mañanas antes de ir a la escuela. ¿Podemos?—

— Fuera del sofá,— intentó de nuevo, con un tono


aparentemente tranquilo.

El crujido y el chirrido continuaron cuando A.J.


estalló con un grito a todo pulmón: — ¿Quién vive en
una piña bajo el mar?
Toda la casa tembló mientras Twitch gritaba: —¡Fuera
del sofá! —

Era tan fuerte que el silencio que siguió casi resonó


en las paredes.

Cuando escuché que el chirrido se detuvo, mi corazón


comenzó a latir con fuerza.

Mi primer instinto fue salir volando del baño con las


pistolas encendidas y destrozarle al hombre guapo un
nuevo culo. Pero la trabajadora social que hay en mí me
dijo que esperara y viera cómo se desarrollaba esto.

Con el corazón abatido, esperé.

Con el sonido de la respiración de A.J., mi interior se


abatió y cuando Twitch soltó un gemido, seguido de un
sonido de disculpa, — Oh, amigo. Lo siento mucho, ven
aquí,— se apresuraron los pequeños pasos y cuando salí
del baño, encontré a Twitch de rodillas, acunando a
nuestro hijo hacia él, meciéndolo de lado a lado
mientras A.J. lloraba en voz baja.

Y me dolía el pecho.

El trabajo de padres no era fácil. Había muchos


manuales y todos tenían una opinión sobre cómo criar a
los hijos, pero básicamente se trataba de experiencia y
Twitch aún no había tenido ese placer.

Necesitaba entender que estaba aprendiendo a medida que


avanzaba y que algunas de las lecciones se aprenderían
por las malas.

Cuando el hombre en cuestión besó la cabeza de nuestro


hijo y suspiró antes de tirar hacia atrás las lágrimas
del pequeño monstruo con el dorso de sus dedos, le
explicó: — Lo que pasó no fue culpa tuya, ¿de acuerdo?—
A.J. asintió con la cabeza, conteniendo las lágrimas
mientras Twitch continuaba. — Cuando era pequeño, me
pasaban cosas malas y a veces los ruidos fuertes me
hacen algo en la cabeza.— Señaló a su templo e intentó
hablar con delicadeza. — A veces los ruidos fuertes
hacen enojar a papá, ¿de acuerdo? Pero ese no es tu
problema, amigo.— Tocó la mandíbula de A.J. con una
mano suave, secando más lágrimas. — Estoy tratando de
ser mejor.— Twitch volvió a tirar de nuestro hijo hacia
él, abrazándolo con fuerza. — Voy a hacerlo mejor.—

Oí las palabras que no dijo.


Voy a hacerlo mejor.... por ti.

A.J. rodeó el cuello de su padre con sus bracitos y


dijo: — Lo siento.—

Vi cómo se le rompía el corazón a Twitch. Cerró los


ojos, dolorido. — No hiciste nada malo. No tienes que
disculparte por nada, ¿de acuerdo? Yo lo siento — dijo
Twitch, colocando sus labios en la parte superior de su
cabeza con aroma a manzana. — La he cagado y lo
siento.— Después de un largo momento, Twitch se echó
hacia atrás y miró hacia abajo al tristísimo
duendecillo. — ¿Estamos bien, amiguito? ¿Me perdonas? —

A.J. era un observador. No siempre tomó las cosas por


su valor nominal y cuando miró a los ojos de su padre,
debió haber visto la disculpa sincera en ellos porque
asintió lenta y contemplativamente, como si realmente
creyera que Twitch estaba arrepentido.

Al igual que yo.

Entonces, cuando Twitch suspiró aliviado y se levantó


para poner su mano en la cabeza de A.J., y murmuró: —
Ve a guardar tu mochila. Necesito hablar con tu mamá,—
estaba lista para él.

Apareció en la entrada del baño con un aspecto pálido y


molesto y cuando chasqueé la lengua, acercándome a él,
me encontró a medio camino, abrazándome con fuerza
mientras yo le retorcía la cintura con la mía,
apretándome contra él.

Mi pobre bebé.

Mi pobre bebé obsesionado.

Twitch bajó su cara hasta el hueco de mi cuello y el


movimiento hizo que mi pecho se agitara tan fuerte que
apenas podía contenerlo. Levantándome, le acaricié
amorosamente la parte de atrás de la cabeza y besé el
espacio por encima de su oreja, dándole el consuelo que
necesitaba en ese momento.

Lo sostuve durante un minuto antes de que retrocediera,


enderezándose y respirando profundamente para
estabilizarse. Y sonreí suavemente. — Hola.—

Pero no habló. Simplemente bajó su cara a la mía,


buscando más consuelo de mis labios. Y yo se lo di.
El beso fue lento, profundo y lleno de disculpas y
cuando nos separamos, sus ojos parecían menos
turbulentos y más tranquilos. Más bien él mismo. Y
cuando me cubrió la boca por segunda vez, tomando mis
labios en otro beso duro antes de girarme y moverse
para salir del baño, le pedí que se detuviera.

Se detuvo en la entrada, girando hacia atrás para


mirarme expectante.

No digas eso.

No digas eso.

No lo digas, Alexa.

— Si alguna vez vuelves a hablarle así,— mantuve mi voz


suave, — Te voy a romper las pelotas.—

Ah, joder. Tú lo has dicho.

Twitch me miró un largo momento, sus ojos brillando y


cuando se abalanzó sobre mí, rechiné conmocionada, mi
corazón temblando.

Un brazo fuerte me rodeó con fuerza, el otro se deslizó


por mi espalda, agarrando mi culo en su agarre firme,
mordiendo mientras apretaba con fuerza. Gruñó bajo en
su garganta y me mordió suavemente el lóbulo de la
oreja antes de soltar un áspero sonido. — Me encanta
cuando te conviertes en una mamá oso.— Se apartó,
mordiéndose el labio inferior, su mirada encapuchada y
cuando levantó la mano y aterrizó en la mejilla de mi
culo con una fuerte bofetada, grité. Sus ojos brillaron
por segunda vez, cuando exclamó, — Jodidamente sexy.—

Y mi vagina se derritió.

Me dejó en el baño, sola y cachonda y cuando regresó


poco después, al encontrarme en el lugar exacto que me
dejó, sus ojos se arrugaron en las esquinas. — Molly va
a ver al monstruo. Te llevaré a almorzar, así que —
Revisó el reloj de plata maciza. — Tienes que estar
lista en una hora.— Dio un paso atrás. — Oh, ¿y nena?—

Mi mirada se posó sobre él, pero cuando abrí la boca


para hablar, todo lo que salió fue un pequeño pitido.

Los pliegues de sus ojos se profundizaron, cuando él


ordenó: — Viste algo lindo.—
Salí de la casa sintiéndome estúpida, pero esa
estupidez se desvaneció cuando vi la monstruosidad
ronroneando en mi entrada.

Mi boca se abrió y cuando mis ojos encontraron los


suyos, mi voz era aguda. — ¿Qué diablos es esto?—

Parecía un bocadillo mientras se pasaba la mano por el


pelo, apoyándose en el coche negro de lujo con esos
vaqueros negros que abrazaban sus largas piernas tan
bien. Llevando una camisa gris con las mangas
enrolladas hasta los antebrazos, mostró sus manos
grandes y sus brazos tatuados de una manera que hizo
que mis entrañas se apretaran y mi corazón saltara en
mi garganta. Había cambiado sus desgastados
originales Adidas por un nuevo par, de cordones negros,
y mi boca se volvió más seca que el Sahara.

Dios mío, era guapo. Demasiado guapo, en mi opinión. Y


cuando se quitó las gafas de sol, su pesada mirada
deambulaba por mi cuerpo y yo volvía a sentirme tonta,
especialmente cuando sacó sus gafas de sol en mi
dirección y murmuró en voz alta: — ¿Qué coño es eso?—

Mi estómago se apretó con vergüenza y bajé la barbilla,


mientras pronunciaba: — Aquella vez que fuimos de
compras— , mi voz era baja, — te gustó tanto....—

Oh, no.

El mini vestido ajustado, blanco y escotado era


definitivamente más apropiado para una mujer de veinte
años, no para una mujer de treinta y tantos.
Apretándome los ojos, me pegué una mano en la frente y
me di la vuelta, caminando de vuelta hacia la casa con
mis tacones color caramelo. — Lo siento. Déjame
cambiarme.— En voz baja, susurré: — Tan tonta —
mientras mis mejillas ardían.

Pasos pesados se precipitaron y cuando me agarró de la


muñeca y me dio vuelta, ni siquiera pude mirarlo de
frente.

Fui una idiota.

— Mírame.—

Agité la cabeza. Sus dedos se acercaron a mi barbilla


y forzaron mi cara hacia él, pero cerré los ojos
mientras la humillación continuaba pasando a través de
mí.
— Ángel,— dijo tan suave como un hombre como Twitch
podía hacerlo. — Mírame.—

Otro movimiento de cabeza. — Me siento estúpida.—

— Te ves hermosa.— Entonces, abrí los ojos para ver


que sus labios eran finos y cuando su frente se arrugó,
me pasó el pulgar por encima de la muñeca, y reveló: —
El problema es que no seré el único que se dé cuenta.—

Mis ojos se entrecerraron sobre él.

¿De qué estaba hablando?

— Te lo estás tomando bastante bien,— dije con cautela.

— Yo soy…— Se aclaró la garganta bruscamente, como si


estuviese intentando expulsar la irritación que sentía.
— Estoy trabajando en mis problemas de ira.—

Oh. Mi corazón comenzó a hincharse. Cariño.

Mi cara se suavizó junto con mi voz.


— Puedo cambiarme.—

Esos ojos perpetuamente encapuchados me recorrían toda


y dejó escapar un largo suspiro. — Compraste este
vestido para mi, así que te lo vas a poner y yo voy a
cerrar la puta boca porque te ves sexy y yo tengo
hambre.— Me tiró de la muñeca y me llevó al coche.
— Ven a conocer a mi bebé.—

Mis labios se fruncieron.

Oh, Dios mío.

¿Estoy celosa de un coche?

Tal vez.

El elegante deportivo negro era tan brillante, tan


nuevo, que mis cejas se arqueaban. — Parece cara.—

— Ella lo es,— fue todo lo que obtuve.

Me dirigí hacia él, pasando unos dedos ligeros por el


exterior y cuando llegué a la parte trasera del coche,
leí en voz alta: — Maserati.— No sabía mucho de autos,
pero sabía que esta marca era una de esas marcas por
las que los tipos perdían la cabeza. Mi cara solemne,
sonreí con una sonrisa que no llegó a mis ojos. — ¿Cómo
de caro?—
En ese momento, se levantó para rascarse la frente.
— Me muero de hambre.—

Sip.

Muy caro.

Puse los ojos en blanco, pero le permití que me abriera


la puerta del lado del pasajero y cuando entré, tuve
que admitirlo. El interior de cuero fresco era
precioso. Y cuando Twitch se metió en el lado del
conductor, me enfrenté a él, sonriendo. — Vale, lo
admito. Es bonito.

— Sí— estuvo de acuerdo en silencio, dando marcha


atrás fuera de la entrada. — Por doscientos mil,
debería serlo.—

Se me salieron los ojos de las órbitas. — ¿Qué?— Y


cuando sus ojos se rieron yo dije: — Estás loco de
remate.—

— Tengo dinero, nena.— Puso el coche en marcha y se


encogió de hombros antes de mirarme con conocimiento,
con su tono casi acusador. — Dejaste de cobrar los
cheques.

Los cheques.

Los cheques que había estado enviando cada mes durante


los últimos seis años.

Mi corazón se atascó en mi garganta, pero tragué más


allá del bulto. — Tengo suficiente dinero, Twitch.
Suficiente para durar unas cuantas vidas.
No necesito más.—

Acercándose, tomó mi mano en la suya, la colocó en la


palanca de cambios y su mano vino a descansar sobre la
mía. Cuando cambiamos de marcha, lo hicimos juntos.
Mantuvo los ojos en la carretera. — Nunca se puede
tener mucho dinero.—

— Sí, puedes. Además— le dije la verdad,


— habría renunciado a todo por tenerte conmigo.-
con su rostro en el camino, observé su expresión
volverse grave y cuando habló, lo hizo en voz baja.
— Lo sé.—

Llegamos a la ciudad muy pronto y como la suerte quiso,


conseguimos un lugar justo enfrente del restaurante
italiano.
Twitch dio la vuelta y me abrió la puerta del pasajero,
ofreciéndome su mano y cuando la tomé, al salir, cerró
el auto con un clic de un botón y puso su mano en la
parte baja de mi espalda, guiándome hacia el
restaurante.

Se sintió bien estar juntos, sólo nosotros dos. A


veces me preguntaba si alguna vez tendríamos tiempo a
solas entre la escuela, el trabajo y ser padres.
Definitivamente me sentí egoísta queriendo a Twitch
para mí, pero no pude evitarlo. Lo anhelaba, deseaba
su atención en un nivel que estaba al borde poco sano.

Sentada rápidamente, la joven que trajo nuestros menús


se tragó la lengua cuando se presentó como nuestra
mesera. Parpadeó con los ojos muy abiertos ante el dios
tatuado que estaba frente a mí y tropezó con sus
palabras. — Hola, soy.... Mi nombre es... Soy Adela y
soy tu..... Estaré sirviéndote a ti.— Sus mejillas se
enrojecieron. — Quiero decir, hoy seré su mesera.— Sus
labios se abrieron mientras miraba a mi guapo
compañero, y ella gritó: — ¿Quieres oír los especiales
de hoy?—

Twitch entrecerró los ojos sobre ella. — No.—

— Bien,— respiró antes de girarse y desaparecer.

— Bueno.— Miré el menú, hablando en voz baja.


— Ciertamente has llamado su atención.—

— No quiero su atención— contestó con la misma


tranquilidad y cuando le miré, sus ojos miraron el
menú. Poco después, me miró a través de su mirada
relajada. — Con la tuya es suficiente.—

Ah, mierda.

Mi maldito corazón.

— Tal vez quisieras escuchar los especiales.— Refunfuñé


y vi sus ojos sonriente.

— ¿Quieres que la llame?—

— No— suspiré y luego traté de no reírme. — Parecía que


estaba al borde de un derrame cerebral.— Terminé
riéndome.
Me miró de cerca, una sonrisa tirando de sus labios
antes de que su expresión se volviera solemne y cuando
habló, las palabras se envolvieron alrededor de mi
garganta, ahogándome. — ¿Quieres casarte?—
Le parpadeé cuando se me cayó el menú de las manos.
— ¿Qué?— La confusión me golpeó cuando su pregunta se
asentó sobre mis hombros como una bufanda caliente.
Tragué con fuerza y mi boca se abrió antes de que mis
cejas se arrugaran, y le pregunté: —¿Hoy?—

Sus labios fruncidos. — ¿Por qué no?—

Umm, ¿qué?

Mi corazón estaba acelerado y me costaba respirar.


— Nunca sé si hablas en serio o no y esta es una de
esas veces que necesito saber…— Las palabras salieron
en una respiración. — Si estás hablando en serio o no.—

— Cuando se trata de ti, nena, siempre hablo en serio.—


Me miró a la cara un momento, antes de decir: — No soy
un hombre difícil de complacer. No quiero mucho en la
vida. No estoy pidiendo mucho, ángel.—

— ¿Qué....— La pregunta salió en una exhalación.


— ¿Qué me estás pidiendo?—

Nada de tonterías. Necesitaba que me lo explicara.

Pensó en ello, su cara seria. — Quiero mi anillo en tu


dedo. Quiero que tomes mi nombre. Quiero despertar con
mis brazos a tu alrededor y mi polla enterrada en lo
profundo de ese lindo coño todas las mañanas.—

Oh, mierda. Yo también quería eso.

Pero luego continuó, respirando profundamente y


soltándolo lentamente mientras sus suaves ojos marrones
me penetraban. — Quiero que me quieras y quiero que me
lo demuestres cada vez que puedas. Quiero lealtad.
Quiero una devoción completa y total. Nada de
tonterías, quiero compartirlo todo contigo. Todo, nena.
Sin secretos.—

Mi boca se abrió mientras dejaba escapar un fuerte


aliento.

Porque eso no sonó alarmante.

No.

No, en absoluto.
Esperaba mi reacción. — Quiero que te entregues a mí
desinteresadamente y quiero que lo hagas porque sabes
que no importa lo lejos que lo lleve, lo incómodo que
te haga sentir,
porque confías en mí para conocer tus límites, que
confías en mí para mantenerte a salvo. Quiero que
sientas lo mucho que te deseo, y estoy trabajando en mi
codicia, pero soy un hombre egoísta por naturaleza.—
Terminó con: — Lo quiero todo.—

Esperé un momento antes de responder y el sarcasmo


salió de mi declaración mientras abría los ojos y
trabajaba para respirar firmemente. — ¿No es mucho
pedir?—

Y cuando sonrió, esa sonrisa torcida que tanto me


gustaba, me derretí por dentro. Su sonrisa se suavizó,
mientras pronunciaba: — Dilo tú misma, nena. Eres mi
todo o morir.—

Mi corazón se expandió tres tamaños enteros.

Twitch estaba loco.

Locamente hermoso.

Y todo lo que él quería yo también lo quería. Pero esto


fue demasiado, demasiado rápido.

— Yo…— las palabras eran muy suaves. — No lo sé,


cariño. Sólo han pasado dos meses y medio y apenas
hemos…—

Sacó una caja de terciopelo negro y la puso sobre la


mesa entre nosotros.

— Oh, Dios mío.— Sonaba ahogada. — Compraste un anillo,


bastardo engreído.— Saqué una risa sin sentido del
humor y mi rodilla rebotó bajo la mesa. — No.— Agité la
cabeza. — Nuh uh.— Mi mirada estaba puesta en la cajita
que se burlaba de mí en el centro de la mesa. — No.—
Pero mientras decía esto, agarré la caja del anillo y
la tomé delante de mí, mirándola fijamente sin
pestañear.

Y cuando la abrí, mis cejas se arrugaron de decepción.

— Está vacía.—

Twitch hizo una cara. — ¿Lo está?— Le hizo girar la


caja y murmuró: — Qué raro.— Alcanzando la mesa, tomó
mi mano izquierda y se la llevó suavemente a la boca,
apretando un beso en mis nudillos y hablando contra mi
piel. — Ah, mira esto — Levantó la otra mano.
— Lo encontré.—
Mi corazón se estremeció cuando el anillo dorado
apareció entre sus dedos. Él mantuvo sus ojos en mí
mientras lo deslizaba suavemente sobre mi dedo y cuando
tiré de mi temblorosa mano hacia atrás, sosteniéndola
frente a mí para mirar el delgado y recatado anillo con
un solo diamante en el centro, contuve la respiración
durante mucho tiempo.

Mientras exhalaba una exhalación temblorosa, le oí


decir: — No creí que quisieras algo llamativo.-
No lo hacía. — Es perfecto,— dije en voz baja, casi con
tristeza y cuando abrí la boca para hablar, me cortó
con un gesto de su mano.

— Está bien. Sé que tienes muchas dudas y lo entiendo,


así que no vamos a tomar ninguna decisión hoy. Sólo
tengo que dejar claro que este es el objetivo final y
que tengo confianza.—

Oh, gracias a Dios.

No confiaba en mí misma para tomar una decisión en este


momento, porque si lo hiciera, probablemente nos
casaríamos al anochecer.

Asintiendo, miré el anillo una vez más antes de poner


mis dedos en él, deslizándolo. Pero me paró y me dijo:
— ¿Por qué no lo dejas un rato?— Mis ojos se
encontraron con los suyos y su frente se arrugó, cuando
añadió: — A ver si te gusta.—
Eso sonó bastante razonable.

De acuerdo.

— Sí, está bien,— dije, volví a ponerme el precioso


anillo, pero agregué rápidamente: — Sólo para ya sabes,
por la talla.—

Las esquinas de sus ojos se arrugaron. — Claro, nena.

La pegajosa y dulce respuesta me dijo que no estaba


engañando a nadie y que él sabía muy bien que yo quería
usar el anillo porque quería ser suya tanto como él
quería reclamarme para sí mismo.
Yo era demasiado cobarde para admitirlo.

Durante el almuerzo, no podía dejar de mirar el anillo


y cada vez que mis ojos caían sobre él, sonreía
inconscientemente. Era todo lo que siempre había
querido para nosotros, todo lo que había imaginado en
mi mente, en mis sueños.
¿Por qué tenía tanto miedo de hacer realidad ese sueño?

Dejamos el restaurante de la mano y cuando Twitch puso


las llaves en el contacto, el coche detrás de nosotros
empezó a tocar la bocina. Me giré hacia atrás, mirando
al Lexus gris metálico mientras nos volvía a sonar el
pitido.

Twitch miró al espejo retrovisor, con la mandíbula


apretada. —¿Qué coño está haciendo este payaso?— Otro
bocinazo, y Twitch cerró los ojos, apretando los
dientes. Bajó la ventanilla y sacó el brazo, agitando
el auto. — Da la vuelta, imbécil.—

Más pitidos, cada vez más largos y cuando Twitch salió


disparado del coche con cara de matar, le susurré: —Oh,
mierda.—

Oí su airada diatriba: —¿Quieres un problema, amigo?


Bueno ya tienes uno. Sal del maldito auto.—

Mi corazón se aceleró mientras miraba, con los ojos


abiertos y petrificada.

La puerta del coche se abrió y un hombre alto, moreno y


de mediana edad salió de el y no parecía temeroso de
Twitch en absoluto. De hecho, cuando caminó hacia
adelante, con la cara sonriente, se situó cerca de
Twitch, demasiado cerca.

Y cuando el hombro de Twitch se inclinó, agitó


lentamente la cabeza y dijo: — Si tan solo supiera.—

El hombre que estaba frente a Twitch sonrió entonces y


Twitch se lo devolvió. Cuando se apresuraron, se
abrazaron y se dieron palmadas en la espalda, se rieron
y yo estaba un poco confundida. Se echaron para atrás,
se miraron unos a otros, hablaron en voz baja,
alegremente y esa confusión se elevó un poco cuando
Twitch regresó al auto y sonrió alegremente. — Quiero
presentarte a alguien.—

— Bien,— dije, desabrochándome el cinturón y saliendo


del auto con la mayor elegancia posible con un
minivestido.

En el momento en que salí, Twitch estaba a mi lado,


tirando de mí y el hombre sonrió ampliamente,
llevándose todo de mi antes de dejar salir un acento
ligeramente eslavo, — ¿Cómo demonios has conseguido
esta hermosa cosa, bastardo feo?—
Oh, Dios. Era tan encantador y cuando sonreía como si
lo fuera, con todos sus ojos y dientes, eso le
hizo algo raro a mi estómago.

Una risa tímida me dejó y cuando el hombre se acercó,


extendió la mano, poniendo mi mano en la suya y
parpadeé mientras me besaba los dedos.

A Twitch no le gustó eso.

— Oye, Pav. ¿Te gusta tu mano, hombre?— Cuando este


Pav se volvió hacia Twitch, mi apuesto hombre dijo: — A
menos que quieras perderla, la dejarás ir.—

Pav sonrió entonces, soltando suavemente mi mano y


levantando las suyas para rendirse antes de decir:
— Deja de llamarme Pav. Me haces sonar como un maldito
postre.— El hombre se volvió hacia mí. — Y no soy tan
dulce, cariño.— Sus ojos estaban calientes.
— Soy Luka.—

Pero Twitch me tiró de su lado, y caí sobre él con


fuerza. Tuvo el valor de hablar por mí.
— Luka Pavlovic, esta es mi esposa, Lexi.—

Hijo de puta.

Lentamente, me eché hacia atrás para parpadear ante mi


hermoso y melancólico imbécil y sus ojos me sonrieron.
Mirando a Twitch, hablé con Luka. — No soy su esposa.—

— Es un bonito anillo el que tienes ahí.— Luka miró a


mi mano izquierda. —¿Él te lo dio?—

— Bueno, sí.—

Las cejas de Luka se levantaron.


— ¿Y lo usas libremente?—

Espera un momento. — Sí, pero.—

Luka sonrió y me cortó con una cuestión de hecho:


— Entonces eres su esposa.—

¿Qué? — Espera un momento.— Me volví hacia Twitch, tomé


mi mano y le empujé el hombro, con cara de enfadado.
— ¿Tú preparaste esto?—

Los ojos de Twitch brillaban hacia a mi antes de que


él levantara la cara a Luka. — ¿No es increíble?—
La mirada de Luka se interpuso entre nosotros. — Nunca
he visto a una mujer que te ponga las manos encima y
viva para contarlo…— Asintió, mirando perplejo.
— Sí. Ella es algo, de acuerdo.—

— Sí — murmuré. — Ella es algo. — Mis ojos se


entrecerraron en Twitch. — Ella está enojada, eso es lo
que es.—

Después de un momento, Luka suspiró, mirando


cuidadosamente a Twitch. — Oí que habías vuelto. Pero
no me lo creí.— Su cara se volvió seria. — No muchos
hombres regresan de la tumba viéndose tan bien como
tú.— Twitch y Luka intercambiaron una mirada de
conocimiento y Luka se sacudió de su estupor. — Así que
cuando te vi, pensé que estaba imaginando cosas.— Se
encogió de hombros, sonriendo. — Tuve que mirar más de
cerca. Y aquí estás, hermano mío.—

La cara de Twitch se suavizó cuando me miró. — Tenía


razones para hacer lo que hice.—

Los ojos de Luka se entrecerraron en Twitch un momento


antes de mirarme, con una mirada de peso. — Sí. Puedo
verlo.— Se enderezó. — Así que.— Aplaudió con las
manos, frotándolas con avidez. — Estás de vuelta.—

Twitch agitó la cabeza lentamente. — He vuelto, Pav,


pero no he vuelto.—
Ambos hombres se rieron y no pude ver el humor en esta
situación.

La frente de Luka se arrugó. —¿Estás fuera?—

— Estoy fuera,— declaró con firmeza y el nudo en mi


estómago se relajó. — Tengo una esposa, tengo un hijo.
No quiero volver a entrar. Tengo cosas más importantes
en que pensar que cuidar mi espalda 24 horas al día, 7
días a la semana.—

El hombre no parecía impresionado. — Sabes que no es


tan fácil, Twitch.—

— Es…— Twitch evaluó al hombre antes de restablecer su


tono peligroso. — si yo digo que lo es.—

La conversación continuó y no entendí ni la mitad de lo


que se dijo.

— La gente va a hablar.—
— Déjalos hablar.—

— Se correrá la voz.—

— No me importa— fue la respuesta mordaz de Twitch.

— Técnicamente, el trono sigue siendo tuyo.—

— ¿Estoy hablando inglés, Pav?— Twitch se indignó


positivamente. — Escúchame, hermano mío.— Su brazo se
apretó a mi alrededor y casi se sintió como si
estuviera buscando la fuerza para mantener la calma. —
Estoy fuera.—

— Jodeme — Luka suspiró antes de decir acusadoramente:


— Estás fuera. Julius está fuera. Happy está fuera.—
Miró a Twitch con ira. — Es gracioso que cuando todos
necesitaban que se hiciera algo yo estaba ahí con lo
que necesitaban y ahora que la mierda se está yendo al
diablo en mi reino, ninguno de ustedes está cerca
cuando yo los necesito.—

El tic se detuvo con eso. —¿Qué quieres decir con que


la mierda está yendo al sur?—

Luka suspiró, cerrando los ojos. — El cuerpo de Aslan


Sadik fue encontrado esta mañana en el puerto, con una
bala en la espalda. Los Muchachos Perdidos quieren
respuestas y estoy tratando de dárselas. Están de luto
y eso los hace volátiles.— La mandíbula de Luka se
endureció. — Hay rumores circulando.— Miró a su
alrededor antes de continuar, — Sobre una relación que
podría haber tenido con alguien con quien no debería
haber tenido una relación.—

— Ling.— Fue una respuesta grave.

Y mientras mi cuerpo se ponía rígido al lado de Twitch,


el labio de Luka se rizó. — Pareces saber mucha mierda
clandestina para alguien que está fuera.— Cuando la
mirada de Twitch se oscureció, Luka añadió: — Sólo
decía — Miró sus zapatos y dijo: — Estoy seguro de que
fue ella, pero nadie vió nada y cuando llamé para
interrogar a la Reina Dragón, su hermano le dio una
coartada.— Luka levantó los ojos para ver a Twitch.
— Dijeron que estuvieron juntos toda la noche.— Se mojó
los labios y me miró un momento antes de aclarar: — En
la cama.—

Mi estómago se agitó.

¿Ling se acostaba con su hermano?


Oh, Dios mío. Qué asco.

Mi rostro debe haber transmitido mis sentimientos al


respecto, porque Luka sacudió la cabeza, iluminando:
— Por lo que sabemos, es mentira. Van dirá y hará
cualquier cosa para mantener a su hermana a salvo. y
llegaría muy lejos para hacerlo.—

Aún así… wacala.

Twitch se detuvo un momento antes de decir: — No sé qué


decirte, hombre.—

Luka lo observó de cerca. —¿Por qué no empiezas por


decirme qué coño hacían tú y tus chicos haciendo una
visita a domicilio a Asya Sadik hace unas semanas.—

Mi pesada mirada se posó sobre Twitch y cuando sus ojos


se encontraron con los míos, no se retorció ni se movió
en absoluto. Parecía la imagen de la inocencia.
Afortunadamente, yo sabía que no era así.

Su hombro se sacudió de forma displicente. — Una visita


amistosa. Sólo quería empujar a mi viejo amigo Az en la
dirección correcta, lejos de las mandíbulas de una
maldita vibora. Y tal vez pensé en darle un susto como
lo hice.—

Escuché las palabras, pero sabía que no visitabas a tus


amigos en medio de la noche portando armas.

— Ah, Twitch,— se quejó Luka. — Idiota de mierda.—

No pude evitarlo. — Oye— Cuando los ojos del hombre


irritado se fijaron en los míos, de repente me sentí
cohibida. Me presioné contra el lado de Twitch más por
miedo que por una demostración de apoyo y pronuncié un
débil: — No le hables así.—

Para mi absoluta sorpresa, la expresión de asombro de


Luka se transformó en una amplia sonrisa y cuando miró
a Twitch, el hombre a mi lado apretó sus labios contra
mi sien. Sentí su sonrisa contra mi piel. —¿Ves?— La
suave palabra calentó mi piel. — Dura.—

Tomó un momento, pero la sonrisa de Luka cayó. — Si te


necesito, te llamaré.—

No me gustó el tono que usó. Sonaba como una orden y


eso me preocupaba. Inconscientemente, mi mano subió
para descansar sobre el ancho pecho de Twitch y mi cara
se volvió solemne.
— Estoy fuera, Luka— fue toda la respuesta que tuvo el
hombre.

Y mientras caminaba hacia su auto, vi el peligro en


Luka Pavlovic, cuando su cara se oscureció y le dijo a
mi hombre: — Estás fuera cuando yo digo que estás
fuera.— Entonces él rio, pero tenebrosamente. —¿No lo
has oído, hermano?— Esa sonrisa desapareció y murmuró
severamente: — Ahora soy el puto rey.—

El coche se fue rodando, dejándonos en la calle conmigo


agarrándome a Twitch, sintiéndome como si estuviera a
punto de perder al hombre que acababa de regresar. Y me
sorprendió darme cuenta de que no iba a dejar que eso
pasara de nuevo.

No voluntariamente.
Capítulo 32

Twitch

— Necesito que llames a tu chico por mí— le dije


mientras Molly se sentaba en la mesa de comedor con el
tobillo apoyado en su rodilla, sorbiendo su café.

Su cara en concentración. —¿Qué chico?—

Vamos, Molly. No juguemos esta mierda ahora mismo.

Puse los ojos en blanco y luego suspiré. — Ya sabes qué


chico. El gran cabrón maorí.—

Sus ojos se posaron sobre mí y sus labios sobrecargados


se abrieron un poco. Pasó un momento y ella agitó la
cabeza. — No.—

Cuando me apoyé contra la pared, me rasqué la mandíbula


y dije : — No era realmente una petición.—

— No,— dijo con más firmeza antes de ponerse de pie e


intentar salir corriendo de la habitación.

Ella fue rápida.

Fui más rápido.

Mi mano se disparó, agarrándola con fuerza de la parte


superior del brazo, deteniéndola en su camino.
Su mirada mortal aterrizó en mi mano antes de que me
mirara lentamente, su labio rizándose y yo sonreí
mientras me llenaba de hielo.

— Quítame las manos de encima.— Nuestra Molly era una


perra. Y eso estaba bien. Nos serviría de mucho. Ella
intentó escapar de mi agarre escupiendo: — Dejó que su
hermano violara a mi hermana.—

Pequeño gorrión tonto. — No hizo una mierda y tú lo


sabes. Lo que pasó no tiene nada que ver con Tama, pero
estás herida, así que quieres convertirlo en el
enemigo.— Se me aflojó el agarre, pero no corrió. Vi su
cara caer mientras escuchaba las palabras que dije.
— Ambos perdieron a alguien importante para ustedes.
Ambos están molestos y si hablan de eso, se darán
cuenta de que ambos tienen algo por lo que lamentarse.—
La liberé entonces. — Pero ninguno de ustedes tiene la
culpa.—
— Maté a su hermano.— Molly parpadeó y se negó a dejar
caer las lágrimas y yo la respetaba por eso. — Nunca me
perdonará—

Fue entonces cuando la callada voz de Lexi penetró en


el silencio. — Oh, cariño.— La cara de mi mujer estaba
desolada mientras se movía instintivamente hacia Molly
y la envolvía con sus brazos por detrás, apoyando su
sien sobre su cabeza. — No lo sabía.— Los ojos de Lexi
se cerraron mientras se ocupaba de lo que le acababa de
ser revelado. Y sólida como estaba, apretó a Molly con
fuerza y murmuró: — Lo siento mucho.—

Molly se giró en sus brazos le permitió a Lexi ser su


madre y eso me hizo algo. Ambas mujeres eran partes
importantes de mi pasado. Era curioso cómo el pasado se
repetía, nos unía, nos forzaba a estar juntos como si
todos fuéramos a jugar un papel importante en el futuro
de los demás.

Lexi se echó hacia atrás, con los ojos tristes y miró a


Molly, abrazándola.— No tienes que llamarlo, ¿de
acuerdo?—

Mi cara se descompuso.

Um, sí. Ella lo hizo.

Pero, mi hermoso ángel, me sorprendió cuando agregó:


— Pero sé que Twitch no te pediría esto si no fuera
importante, cariño. Así que.— Pasó sus dedos por el
lado de la suave mejilla de Molly. — No tienes que
hacerlo, pero.— Sus ojos se posaron sobre mí un momento
antes de que dijera suavemente. — Nos gustaría que lo
hicieras.—

Casi inmediatamente, Molly pronunció con voz ronca:


— Lo llamaré.—

Y Lexi se inclinó, apretando sus labios contra la


frente de la niña pequeña. Ella cerró los ojos y los
sostuvo allí mucho tiempo antes de responder de
corazón: —Gracias. Sé que esto no va a ser fácil, pero
estaré aquí contigo, ¿de acuerdo?— Los ojos abatidos de
Molly se elevaron a los de ella y Lexi sonrió
cálidamente a la pequeña mujer. — No voy a ninguna
parte.—

Molly asintió con la cabeza, con una expresión de


desesperación y la mirada infantil en sus ojos me
obligó a tener una vena protectora que no había sentido
con nadie más que con mi hijo y su madre.
— Llámalo— dije mientras me movía de la pared. —Dile
que venga solo.—

Tuve un mal presentimiento. Un sentimiento que me decía


que algunas personas tendrían que ser sacrificadas para
mantener a mi familia a salvo. Me alejé, necesitando
controlar mi confusión interior. Porque no podía
proteger a todos.

El silencio era espeso, pesado, manteniéndonos a los


cuatro en su lugar mientras nos sentamos a la mesa. Y
cuando mis ojos se desviaron del enorme hombre
monstruo con la cara tatuada hacia el pequeño sauce de
una mujer con labios llorosos, no pude evitar sonreír
internamente, porque en los diez minutos que llevábamos
aquí, sólo tenían ojos el uno para el otro.

Mientras Lexi permanecía sentada junto a Molly, me


lanzó una mirada que decía. — Oh Dios mío, esto es tan
incómodo,— y oí que esa mierda me la susurró al oído.
Al aclararme la garganta, volví mis ojos hacia el
hombre y los sostuve allí.
— ¿Qué sabes de Los Dragones?—

La mirada oscura de Tama no dejó a Molly mientras


hablaba: — El precio de esta charla te va a costar.—

La forma suave en que lo dijo me hizo darme cuenta de


que no me hablaba a mi. Mis ojos se entrecerraron en
Molly y vi cómo el pánico se apoderó de ella.

Decidí hacerle saber — Molly no trabaja para ti, Tama.


Trabaja para mí y no tengo ningún plan para dejarla
volver al redil.— Se volvió hacia mí y si yo no fuera
quien era, después de haber visto la mierda que había
visto, pensaría que era un hombre que asustaba.
Afortunadamente, sus tácticas de intimidación no tenían
nada que ver con las mías. — Especialmente no después
de la mierda que hiciste la última vez que la
llamaste.—

Su mirada mortal volvió a caer sobre ella una vez más y


su respuesta fue dura, baja. — Nunca dije que la quería
para trabajar.—

Mi estómago se apretó con ira, dolorosamente apretado.


— No voy a hacer que mi chica haga trucos para ti
tampoco, así que si ese es el plan, puedes aprovechar
esta oportunidad y largarte de mi casa.—
Tama no habló durante mucho tiempo, pero me di cuenta
de la forma en que sus manos apretaron los puños, y
luego los abría y cerraba constantemente, antes de
decir: — ¿Qué oportunidad?—

Lo tengo.

— He oído que tienes un tipo. Un tipo que dirige la


vigilancia. Y he oído que es bueno.—

— Amoho— El pecho de Tama hinchado de orgullo. — No es


bueno. Es el mejor.—

Su confianza lo dice todo. — Necesito que vigile a Ling


Nguyen.—

Pero Tama ya estaba moviendo la cabeza. — No, hermano,


no nos metemos con los Dragones.— Parpadeó en la mesa.
— Están locos. No se aplican reglas. Su reina tiene un
tornillo suelto en la cabeza. — Haríamos que se
vuelvan rabiosos.— Su labio se rizó. — Asqueroso.
Vergonzoso.— Respiró hondo antes de volver a agitar la
cabeza. — No quiero que maten a mis hombres por ti y
eso es lo que pasará si aceptamos este trabajo.—

Internamente sonreí.

— No, si yo la mato primero,— eso llamó su atención y


maldita sea si eso no llamaba su atención. — Los
Dragones son un dolor en el culo de todos y planeo
forzarlos a desaparecer.— Oh, sí, estaba escuchando, de
acuerdo. — Si me ayudas aquí, su territorio es tuyo.

Era territorio de primera. Un lugar en la ciudad que


nadie más que Los chicos perdidos tenía.

Si. Tama estaba escuchando.

No creo que entendiera cómo funciona esto porque el


engreído sintió la necesidad de negociar. — Todavía
quiero a Molly—
Un ladrido de risa me dejó. — No puedes tenerla.— Mi
risa se desvaneció y le dejé saber lo siguiente.
—Tienes el territorio o no tienes nada. Pero los
cabrones codiciosos también reciben un premio de
despedida,— le dije. — Un solitario agujero en la
cabeza.—
En ese momento, el hombre gigante sonrió. Pareció
contemplar mi oferta, e hizo esto mucho antes de
ponerse de pie, y decir: — Hablaré con mis hombres.
Volveré a llamarte.— Me paré y lo saqué de la cocina,
pero cuando de repente se giró para enfrentarse a
Molly, se detuvo un segundo y luego murmuró: —¿Vienes?—

Decir que estaba aturdida fue quedarse corto. Sus cejas


se arrugaron, pareciendo que tenía un gran dolor y su
boca se abrió con incredulidad, pero no se movió.

El gigante maorí la miró un momento antes de que sus


labios se adelgazaran y asintió con la cabeza antes de
salir por la puerta. Lo que no vió fue el movimiento de
Molly para ponerse de pie.

Le dije: — No vas a ir—

Parecía completamente perturbada, como si estuviera


siendo arrastrada en todas las direcciones y quería
seguirlos a todos.

— Molly, tienes 22 años. Él tiene mi edad— dije con


firmeza. — No puedes ir con él.— Cuando sus ojos se
entrecerraron sobre mí, luché con una carcajada, pero
agité la cabeza, murmurando: — No lo permitiré,
muchacha. Sienta tu culo.—

Y cuando sus ojos brillaron y ella gruñó — ¡Jódete!—


corrió a su habitación un momento antes de volver con
su bolso.

Hice un largo suspiro. — Vuelve aquí, Molly.—

Pero ella me ignoró, corriendo tras él. — ¡Tama!—

La puerta principal se cerró de golpe y desde la


ventana, tanto Lexi como yo vimos cómo Tama se giraba
justo cuando Molly se lanzaba hacia él y en el momento
en él que la atrapó, sus labios se encontraron en un
beso duro y desesperado que me hizo sonreír en señal de
victoria.

A mi lado, Lexi parecía irritada. — No depende de ti


con quién esté, Twitch. Ella lo ama y…— Cuando se
enfrentó a mí, sus grandes ojos azules se estrecharon
en mis labios. — ¿Por qué sonríes?—

Mi nena.

Dios, era hermosa.


Moviendo suavemente su cabello detrás de la oreja,
continué sonriendo, cuando dije, — No pretendo saber
mucho sobre las mujeres, pero sí sé una cosa. No les
gusta cuando les dices qué hacer o mantenerse alejada
de alguien a quien quieren.—

Vi el momento exacto en que se dio cuenta. Sus ojos se


abrieron de par en par y bajó la barbilla para ocultar
su sonrisa, y cuando finalmente me miró de nuevo, sus
ojos estaban llenos de alegría. —Tú, tramposo de
mierda. Hiciste todo eso.... dijiste todo eso a
propósito, sabiendo que ella iría con él.—

Tama llevó a Molly a su coche, besándola como si fuera


aire y él se moría por respirar de nuevo. Con toda la
boca abierta, dije: — Oh, no. Molly, vuelve.—

Lexi inclinó la cabeza hacia atrás y se rió a


carcajadas y yo sonreí ante su cara sonriente, antes
de que mi mirada acalorada cayera sobre sus labios
llenos. — Necesito esa boca, mamá.—

Sus ojos brillaron un momento antes de que se volvieran


lujuriosos y me encantó cómo, después de todo este
tiempo, todavía estábamos tan afectados el uno por el
otro como lo estábamos al principio.
— ¿Sólo mi boca?— Parecía decepcionada.

Agité mi cabeza lentamente mientras tomaba su mano,


acercándola. — Todo viaje necesita un punto de
partida.—

Un sonido de asfixia me dejó mientras sus dedos


codiciosos salían a frotar mi polla a través de mis
jeans. Su voz respiraba, soltó un silbido: — ¿No me vas
a regañar?—

Quería que la regañaran.

Que me jodan. Ella era perfecta.

Pero hoy, sólo quería a mí sonriente y dulce


ángel. Sólo ella. Y yo la quería toda. — Tócame—

Caminando hacia atrás por el pasillo, mantuve mis ojos


en ella y ella mantuvo su pequeña mano en mi estresante
polla. Cuando bajé la cara para besarla, ella se alejó
juguetonamente, sonriendo mientras evitaba mis labios y
mi corazón hizo ese tipo de cosa rara y nerviosa.

Eh.
Esto era diferente.

Cada vez que estaba cerca de esta mujer, no podía dejar


de tocarla ni de mantener mis pantalones puestos.

Al segundo que estuvimos en el dormitorio, puse mis


manos en la parte inferior del vestido de algodón que
ella usaba, y lo azotó y la vista de ella en sus
pequeñas bragas de encaje y su sostén blanco a
juego....

Lexi

Él había estado parado allí mucho tiempo. Estaba


empezando a ser consciente de mí misma.

— ¿Cariño?— Mis cejas se arrugaron ligeramente.

¿Qué le pasaba?

De repente, frunció el ceño y tragó con fuerza, luego


parpadeó y estaba de vuelta. Pero cuando sacó el
teléfono y me apuntó, levanté la mano con un grito
ahogado y casi le quito el celular de las manos.

— No me saques fotos.— Totalmente indignada, siseé:


— Así no.—

Tuvo el descaro de parecer molesto. —¿Por qué no?—

— Yo estoy …—

Oh, no.

Mis ojos se cerraron con fuerza, y las inseguridades


con las que luché desde que tuve a A.J. regresaron con
todo corazón. Cubrí mi estómago con una mano extendida,
completamente avergonzada y luego susurré: — No soy la
misma— Dije esto de una manera que no podía
malinterpretar mi significado.

Y él entendió.

Dando un paso adelante, su dura longitud presionó mi


cadera. Mirando hacia a mi con conocimiento, pronunció
en un sonido áspero: — ¿Esto te parece una decepción?—

No.
Se sentía como mi ruina.

Inesperadamente, mi boca se abrió y todas las palabras


salieron volando. — No estoy tan delgada como antes.

— Me gustas así.

—Tengo panza

Se burló. — Apenas es una barriguita.—

— Mi trasero es más grande.—

Ante eso, sonrió, deslizando una mano sobre mi cadera


para apretar una mejilla redondeada. — Lo sé.—

Imbécil.

Sintiéndome directa, continué: — El embarazo me ha


hecho las tetas enormes, mira.— Presioné mis brazos
contra ellas para explicar mi punto de vista, y cuando
los globos sobresalieron obscenamente, le parpadeé.
— ¿Ves?— Sus ojos estaban sobre mis tetas y cuando me
pasé una mano por el pelo, suspirando de irritación, le
dije: — No es tan justo que me vea así cuando tu
pareces…— extendí un brazo a todo su ser, — esto —
Continué diciendo: — Hago ejercicio, corro, hago yoga.
No importa lo que haga, estas curvas no quieren
dejarme.— Cuando sus ojos se arrugaron en las esquinas,
le revelé tristemente: — Están aquí y aparentemente, no
van a ninguna parte.—

— Bien,— fue la buena respuesta que dio.

Mis ojos se entrecerraron. —¿Me has estado escuchando?—

Él suspiró. — Estoy escuchando, ángel. Me importa un


carajo, eso es todo— Justo cuando un jadeo me abandonó,
sonrió con esa sonrisa bellamente torcida y dijo:
— Escuche tus preocupaciones, pero soy un hombre.— Me
encantan las curvas. Sin embargo. ¿Hay Curvas en ti?—
Un gruñido retumbante resonó en su garganta y sus ojos
encapuchados. — Boom.—

Bueno, mierda.

Boom.

Eso me gustó.
— Estoy un poco insegura, eso es todo, y…—

Se inclinó y me cortó, capturando mis labios en un beso


firme y potente que me embriagó positivamente y cuando
se echó hacia atrás, sus ojos estaban calientes,
mientras pronunciaba en voz baja: — Cállate, nena.—

— Bien,— fue mi respuesta sin aliento.

Con un suave empujón, volví a la cama y él estaba


trepando por encima de mí. Mis ojos se abrieron de par
en par mientras miraba hacia abajo en la cama mis
zapatillas de color amarillo brillante. — ¿Quieres que
deje las Pikachus puestas?— Sus labios cayeron a un
lado de mi cuello y sonreí suavemente, soltando un
pequeño encogimiento de hombros. Bien. — Lo que sea que
te guste.—

— Me gustas tú,— fue definitivamente la respuesta


correcta y sentí esas palabras en lo más profundo de mi
alma mientras succionaba en la delicada zona donde el
cuello se cruzaba con el hombro, marcándome.

Mis ojos se cerraron de felicidad y levanté mis manos a


la parte de atrás de su cabeza, necesitando que este
hermoso hombre me dejara otra carta de amor marcada en
mi piel, para que no me olvidara de lo que sentía por
mí.

Con cada beso, con cada suave toque de su lengua a la


mía, enviaba mensajes sigilosos. Mensajes secretos
dirigidos sólo a mí.

Tú eres la razón por la que respiro.

Haría cualquier cosa para hacerte feliz.

Yo te amo.

Y le devolví la mía.

Vivo por ti.

Mataría por ti.

Yo te amo más.

Habiendo vivido en muchos lugares en mi vida, en ningún


lugar me sentí más como en casa que en los brazos de
Antonio Falco.

Qué aterrador.
Cuando de repente tomó mi mano izquierda, mirando el
anillo que seguía usando, mantuvo sus ojos en el
brillante diamante, pero dijo: — Siempre encontraré el
camino de vuelta a ti.—

Sí. Él lo hizo.

Pero mi corazón tartamudeaba porque sonaba triste


viniendo de un hombre que no hacía tristeza y eso me
preocupaba.

— Nos vamos a casar,— le dije mientras mi garganta se


engrosaba de emoción. Y no sé exactamente adónde iba
con eso. Tal vez sólo necesitaba lanzar el
recordatorio.

Y cuando sacudió la cabeza, mi corazón se apretó, pero


lo que él dijo hizo que mis entrañas se desenredaran.
— No me importa lo que digan los demás. No me importa
lo que diga la ley. Si te llamo mi esposa, entonces
eres mi esposa. Pero si quieres hacerlo oficial,
podemos hacerlo, nena.— Me besó los nudillos. — En lo
que a mí respecta, tú eres la Sra. Antonio Falco.—

Parpadeé en esos ojos que se calentaron en mi brazos.


Liberé mi mano y le enmarqué la cara con ellos.
Pasé mis pulgares por sus ásperas mejillas,
acariciándolas amorosamente porque era muy valioso para
mí.

Mi voz callada, confesé: — Tengo miedo.—

No respondió, simplemente asintió y yo sabía que


estábamos en la misma página.

Bajando su cabeza hacia el valle entre mis pechos, se


acostó sobre mí con sus brazos a mi alrededor mientras
le acariciaba el pelo, abrazándolo fuertemente, dándole
el consuelo que tan desesperadamente necesitaba.

Porque el pasado de Twitch nos estaba alcanzando.

Sólo esperaba que pasáramos un poco más de tiempo


juntos antes de que nos atraparan.

Hicimos el amor lentamente por la tarde, sin prisa, con


nuestros labios nunca lejos de los del otro y fue todo.

Algo cambió con esa suave sesión de hacer el amor y no


sé qué exactamente, pero en el fondo, sentí que era un
buen cambio.
Como si el hombre complejo a mi lado se hubiera abierto
completamente a mí. Y mientras nos acostábamos
desnudos con mi pierna extendida sobre la suya, Twitch
me empujó hacia su costado antes de tomar mi mano y
sostenerla contra su boca.

El dulce gesto hizo que mi corazón se hinchara y en ese


momento, me sentí verdaderamente atesorada.

En la quietud del espacio que nos rodeaba, mantuve los


ojos cerrados y hablé en voz baja. — Quiero más hijos.

Sentí la boca de Tony sonreír contra mi mano.

Y estaba segura de que sintió mi sonrisa de respuesta


contra su pecho.

Mientras ponía suavemente mi mano en su pecho sobre su


corazón, él puso sus labios sobre mi frente, y dijo
suavemente: — Lo que mi nena quiera.—

Me dolía el pecho mientras mi corazón pasaba de estar


lleno a estallar. — Te amo.—

Presionó su rostro contra el mío, sus labios besándome


suavemente dondequiera que pudieran llegar y cerré los
ojos, absorbiendo el amor que me estaba dando, así como
las palabras no dichas que había dicho. Porque Twitch
dejó que sus acciones hablaran por él.

Y me gustó lo que decían.


Capítulo 33

Ling

— No quiero quedarme más aquí.— Estoy harta de ser


cuidada como una niña, me paré y me preparé para salir
de mi habitación. Pero el hombre enloquecido al que
llamo hermano, se apresuró, poniendo sus manos sobre
mis hombros y me dirigió de vuelta al interior. — Ling
Ling, tienes que esconderte, esto no es discutible.—
Miró hacia abajo y de todo corazón dice. — Sé buena.
Por favor?—

En los días posteriores a la muerte de Aslan Sadik, Van


tenía algunos de los Dragones más confiables, limpiando
cada centímetro de mi casa en la ciudad, mientras mis
hermanos se ocupaban de los cuerpos. En pocos días, ese
apartamento estaba de vuelta en el mercado con bastante
interés, pero me negué a vender y sin explicarme, me
pregunté si Van sabía por qué.

Porque, si lo vendiera se iría todo, así como todos mis


mejores recuerdos de lo que tuve con el hermoso Turco.
Era difícil no poder llorar porque yo estaba encerrada
y mi hermano estaba tratando de distraerme , pero nada
podría distraer a un corazón roto, así como la pena
podría.

Me moví lentamente, sentada en el borde de la cama,


hablando bajo. —¿Por qué lo hiciste?—

Por el rabillo del ojo, miré a Van que no respondió por


un largo momento. Cuando lo hizo, su voz era áspera. —
Lo habrías hecho por mí.—

¿Lo habría hecho?

Ya no estaba tan segura.

El dolor estaba haciendo cosas raras a mi percepción.


—Ven aquí.— Le tendí la mano y él vino a mí sin
dudarlo, sentado, a mi lado y permitiéndome tomar su
mano. Lo que daría por sentir algo más que lo que
sentía entonces.

Haría cualquier cosa, cosas terribles, asquerosas, sólo


para sentir algo más que la depresión corriendo por mis
venas.
— Les dijiste que estábamos en la cama juntos,—
murmuré, cogiendo su mano y colocando sobre mi muslo
desnudo, manteniendo mi tono en silencio. — ¿Te
gustaría que ese rumor se convirtiera en realidad,
hermano?—
Van cerró los ojos, agarrando mi carne lo
suficientemente fuerte como para magullarla. — Ling,
detente.—

No.

Colocando una mano suave sobre su mandíbula, lo giré


para que me mirara y sus ojos cerraron con tanta fuerza
que pensé que podría llorar. —Mírame.—
Pero mi hermano agitó la cabeza con firmeza y susurró:
— No hagas esto.—

Pero yo quería hacer esto.


Quería olvidarme de mí misma por un tiempo y no me
importaba cómo.
Mi corazón se encogió mientras me inclinaba hacia
arriba y hacia adentro, presionando mis labios contra
los suyos.
Me sentí mal, más aún cuando la boca de Van permaneció
floja.

—Bésame,— dije con tristeza.


Pero no lo hizo.
Me ardían los ojos. — Bésame de vuelta— le rogué y mi
respiración se enganchó cuando la primera de mis
lágrimas cayó — Por favor.—

Van mantuvo los ojos cerrados y los labios laxos. Y ese


fue el momento en que me di cuenta lo bajo que había
caído.

Az tenía razón.

No era una reina. Era una maldita broma.


Claramente incómodo, el cuerpo de mi hermano se mantuvo
rígido incluso después de que yo me alejé de el.
Con mi voz débil, bajé la barbilla y me sentí
avergonzada por primera vez en años, llorando
suavemente.

— Lo siento.— Cuando el hombre a mi lado se puso de pie


y se dirigió a la puerta, entré en pánico, con los ojos
bien abiertos, le dije: —No me dejes.—
Su — tengo que hacerlo,— fue dicho de una manera que me
dijo que si no lo hacía, haríamos algo de lo que nos
arrepentiríamos.

Así que lo vi irse.


La cosa es que me dirigía en esa dirección de todos
modos y si no tomaba una mala decisión aquí en mi
dormitorio, tenía miedo de tomar una en otro lugar.
Con una expresión de frialdad, llevé mi carrito de la
compra hacia la caja.
Me llamaron, me enrollé, descargando los objetos en el
transportador.

La gordita de la caja escaneó los artículos y los


colocó en bolsas.
Después de un rato, ella escudriñó la pequeña sudadera
con capucha negra, la levantó y sonrió. — Oh Señor. Eso
es adorable — Ella me lanzó una sonrisa antes de mirar
el resto de mis cosas, diciendo: — Alguien se está
echando a perder hoy. ¿Cuántos años tiene? —
— Aún no lo tengo, pero.— Me quité las gafas de sol y
sonreí tímidamente. — Él tiene cinco.— Miré el
transportador lleno de ropa de niño y juguetes. — Y sí,
el será mimado.—

— Es encantador que vayas a adoptar, es algo


maravilloso lo que estás haciendo.— La chica de la caja
puso una cara pegajosa. — Vas a ser una gran madre.—
Dijo antes de asentir con la cabeza. — Me doy cuenta.—

Sí.

Sería una gran madre.

Una gran madre en verdad.

***

Lexi

En el momento en que abrí la puerta principal, mis ojos


se abrieron de par en par y un fuerte jadeo me dejó.
Grité excitada, saltando arriba y abajo, aplaudiendo
con entusiasmo antes de lanzarme en los brazos de la
pequeña pelirroja.

— ¡Manda! —

La mujer a la que llamaba cariñosamente mi hermana se


rió mientras yo la obligaba, haciendo que tropezara y
pusiera una mano contra la pared junto a la puerta para
estabilizarse. Una risa alegre resonó en el aire fresco
de la mañana.

Me eché hacia atrás, moví el brazo hacia atrás y sonreí


como una tonta cuando le abofeteé ligeramente el brazo.
— ¿Qué estás haciendo aquí?—
Se encogió de hombros, sonriendo con fuerza ante mi
excitación. — Te dije que volvería, ¿no? Pero.— Se giró
hacia atrás para mirar el coche aparcado en la calle,
sonando un poco ansiosa.

— Podría haber hecho algo realmente tonto aquí, Lexi.—


Mis ojos se entrecerraron sobre ella antes de rodar
hacia el auto estacionado. Cuando tres hombres salieron
de repente, mi cara se aflojó y solté un silencioso —
Oh.—

Automáticamente, mi cara se giró, mirando hacia la casa


con inquietud, y luego volví a la cara de disculpa de
Manda. Le dije en voz baja: — Debiste haber llamado.—
Su expresión de cansancio de repente me dijo que ella
lo sabía y mi preocupación aumentó a medida que escuché
a Twitch acercarse.

Detrás de mí, lo sentí todavía a mi espalda mientras


miraba por encima de mi cabeza a nuestros invitados. Al
sentir su cuerpo rígido, rápidamente me di vuelta y
cuando mis ojos aterrizaron sobre él, sus ojos
parpadeaban, con la mandíbula rígida, sobre uno de los
hombres.

El mayor de los hombres.

Su fría mirada se posó sobre Manda. Inmediatamente


soltó silenciosamente: — No estés enojado conmigo.—
Cuando él no respondió, ella cerró los ojos. — Por
favor, no te enojes conmigo.—

El silencio se prolongó y mientras los tres hombres se


mantenían alejados, Manda reveló
— Está enfermo, Tony.— Twitch miró a su hermana
pequeña, y ella añadió: — Yo sé que te heche esto
encima, pero no le queda mucho tiempo y pensé que si lo
conocías — suspiró cansada, — tendrías un cierre.— El
silencio se enroscaba alrededor de mi pecho como un
vicio.

Cuando Twitch habló, me habló a mí, con voz baja y


temblorosa. —¿Quieres conocer a mi padre? —
Lo hacía, desesperadamente.
Mi cara se levantó y dije: — Esto no se trata de lo que
yo quiero.—
Me miró, sus ojos fríos, sus palabras cálidas. — Todo
mi ser se trata de lo que quieras.— Cuando no contesté,
él obtuvo su respuesta y suspiró suavemente. — Ella
quiere conocerlo.—
Y cuando él levantó su mano y la agitó a los hombres,
mi corazón comenzó a golpear a tiempo con sus pasos.
Pero cuando llegaron a nosotros, sentí frialdad en mi
espalda y me di cuenta de que Twitch había
desaparecido.

Me dolía el pecho, pero sonreía con una sonrisa cuando


el más alto de los hombres caminaba hacia adelante y
cuando abrió la boca, su suave y sedoso escocés
acarició mi piel. — ¿Es esta mi cuñada?—

—Guau,— fue lo que dije estúpidamente y Manda se rió.


Mi aturdida mirada se posó sobre ella, y el marido de
Manda, ridículamente guapo, tomó la mano colgando a mi
lado, se la llevó a la boca y me plantó un beso en los
nudillos. Él continuó sosteniendo mi mano mientras me
miraba a los ojos, casi hipnotizándome. — Hola,
preciosa, me llamo Evander, pero casi todos me llaman
Vander.—

— Oh, wow,— se me escapó y mientras mis mejillas se


calentaban, me volví hacia Manda y dije, — Ya lo
entiendo totalmente.—

Y aunque los ojos de su marido se entrecerraron sobre


mí, no paraba de sonreír, pero por el camino, el cuerpo
de Manda se estremeció en una risa silenciosa, ella me
atrapó. Me aclaré la garganta y sonreí ampliamente.
— Encantada de conocerte.— De repente, avergonzada, me
miré los pies antes de mirar a Manda. — Si hubiera
sabido que venías...— Mis ojos se encontraron con los
de Vander. — Lo habría hecho vestida más
apropiadamente.—

— No seas tonta, amor.— Sus ojos se posaron en mis pies


y sonrió. — Pikachu es mi favorito.—

Bueno, duh.

Era el favorito de todos.

— Por favor, entra— Dejé la puerta abierta y cuando


Manda y Vander entraron, de repente estaba cara a cara
con un hombre que se parecía tanto a mi no-esposo, que
tenía que detenerme para no tocar su hermoso rostro.
Aunque la forma de su cara era ligeramente diferente -
angular y mucho más seria-su pelo oscuro y bien
peinado, su fuerte barbilla, su labio inferior lleno,
la forma en que sus ojos se encapuchaban sin querer,
todo era Twitch. Pero no era Twitch. Y por la forma en
que me miraba con esos ojos verdes bosque, inseguros y
ligeramente irritados no quería estar aquí.
De repente, tímida, tragué con fuerza y lentamente le
saqué la mano. — Hola. Soy Lexi.—

El hombre miró mi mano sin interés antes de que el


hombre mayor le diera una bofetada en la nuca y murmuró
groseramente: — Cuando una mujer te ofrece la mano la
tomas Giuseppe.— Los ojos del hombre maduro me sonreían
maliciosamente antes de que él agitara su cabeza y
murmurara : — Niños, ¿eh?—

¿Niños?

Giuseppe tenía más de cuarenta años.

No pude evitar la risa que se me escapó.

Giuseppe puso los ojos en blanco, tomando suavemente mi


mano extendida, bombeándola una vez y luego dijo: — Soy
Zep.—

Genial.

Este tipo parecía el alma de la fiesta.


Si la fiesta se celebrara a las cuatro de la mañana en
un cementerio húmedo, claro.

El hombre mayor casi empujó a Zep para pararse frente a


mí, algo extraño sucedió. Mientras nos mirábamos a los
ojos, una comprensión incalculable pasó entre nosotros.
El quería estar aquí, quería participar en lo que fuera
que tuviéramos que hacer y sentí eso en mis huesos.
Este hombre era un buen hombre. No hay duda de ello.
Sin decir una sola palabra, me adelanté y él me abrió
sus brazos, doblándose a mi alrededor en un gesto
paternal que hizo que me doliera el corazón.

Antonio Falco padre me abrazó mucho tiempo antes de que


se echara atrás para mirarme con ojos brillantes.
Levantando una mano, me ahuecó la mejilla y sonrió
calurosamente. — Hermosa chica.—

Me agarró la garganta y le susurré: — Papá Tony.—


Incapaz de hablar, me dio una palmadita en la mejilla y
me incliné sobre su áspero tacto antes de dar un paso
atrás y dejarlos pasar a los dos. Una vez dentro, me
sorprendió ver a Manda mirando al patio trasero a
través de la ventana y cuando fui a pararme junto a
ella, pude ver por qué estaba sonriendo. Vander y
Twitch estaban en la parte de atrás hablando cerca,
sonriendo y cuando Vander agarró detrás del cuello a
Twitch, tirando de él para besarle la mejilla en un
gesto de hermandad, Twitch lo dejó.
Cuando Vander retrocedió, Twitch dio un golpecito en la
parte posterior de sus nudillos para llegar a la
protuberancia en la mosca de Vander, haciendo que salte
y Twitch se ría mientras estallaban en una charla de
fuego rápido.

Fue tan extraño, se conocían lo suficientemente bien


como para jugar como lo hacían, sin embargo; no conocía
a ninguna de estas personas. No me los había mencionado
en absoluto.

Me preguntaba por qué.

Manda y yo nos reímos en silencio de las payasadas de


los hombres antes de que ella se volviera hacia mí y me
mirara esperanzada. — ¿Tienes algo de ese vino
australiano de primera en la nevera? —

Pffft. ¿Alguna vez no lo he hecho?

Al meter la mano en la nevera para sacar una botella,


me detuve antes de mirar a los dos hombres mirándome de
cerca. El instinto me hizo tomar una segunda botella y
luego preguntar: — ¿Qué hora es?—
Manda revisó su teléfono. — Es pasado el mediodía.—
— Bonito— dibujé mientras recogía una tercera botella
en mis brazos. Sacudiendo mi barbilla hacia el
gabinete, le dije: — Toma unos vasos, ¿quieres?—
Manda ya estaba en ello, sosteniendo los tallos de seis
copas de vino entre sus dedos.
— ¿En el porche?—
Le sonreí. —Tú lo sabes.—
Mientras empujaba la puerta corrediza con el pie, salí
y puse las botellas de vino en el hermoso entorno al
aire libre. En el momento en que los hombres nos
siguieron a Manda y a mí, no pude evitar darme cuenta
de que la conversación entre Twitch y Vander se detuvo
como los suaves ojos marrones oscurecieron una muesca.
Perdió su sonrisa, y yo odiaba eso.
Llené vasos y los repartí, pero cuando Vander se negó,
su acento era grueso.
— Traje una botella de whisky conmigo, pero no pensé
que empezaríamos tan temprano.—
En ese momento, Twitch murmuró un fresco, — Agárralo
joder, me vendría bien un trago.—
Los labios de Vander se fruncieron y cuando el
desapareció, la conversación se transformó en un
silencio incómodo. En el momento en que regresó con la
botella, Twitch dio un golpecito a su vaso.
Vander se sirvió un par de dedos.
Twitch golpeó el vaso de nuevo. Vander sirvió un poco
más. Pero Twitch miró a su cuñado y le dijo: — Será
mejor que llenes este cabrón.—

Así que Vander lo hizo. Y vi cómo Twitch derribaba la


mitad del vaso de un solo golpe.
—Cariño,— empecé, pero Twitch me miró, casi
desafiándome a terminar mi frase. Y como yo era quien
era y Twitch era quien era, sabía que hoy necesitaba
ser imprudente, así que le di eso.

Papá Tony se enfrentó a Zep y comenzó tontamente con


— Tu hermano...—

Oh, eso no salió bien. Ni con Zep ni con Twitch.


Zep se mofó. — No es mi hermano.—

— Maldita sea, no lo soy— contestó Twitch ácidamente.


Zep miró a Twitch. —¿Cuál es tu problema?—

— No tengo ninguno.— Twitch ladró una carcajada. — Pero


puedo ver que lo tienes perra.—

Zep sonrió viciosamente. —¿Me acabas de llamar perra?


Tienes algunas pelotas.—

—Chicos,— papá Tony intervino, pacificando.


Twitch mantuvo su mirada. — Si, te estoy llamando
perra.— Se recostó mirándolo de arriba a abajo.
— Pequeña perra malcriada, que tiene todo lo que hay en
el mundo para él, triste pequeño hijo de puta actuando
celoso, porque...—

Los ojos de Zep brillaron. — No estoy celoso.—


— Tengo el puto nombre de papi.— Twitch terminó
levantando los brazos, y cuanto más enojado más
encapuchado se volvía su acento. —¿Quieres el nombre?
Tómalo, hermano, no me importa una mierda, Joder se que
nunca me ha hecho ningún bien.—

Los labios de Zep se adelgazaron, luego aclaró en voz


baja: —No estoy celoso.—

Twitch tiró el resto de su vaso y cuando miró a Vander


con la mano izquierda. Y su mirada oscura, Vander lo
llenó sin duda alguna. Y cuando Twitch derribó la mitad
de su vaso lleno, sus ojos se volvieron llorosos,
mientras pronunciaba: — Bien. Me alegro de que no estés
celoso.— Pasó sus dedos por la parte exterior de su
vaso antes de reírse. — ¿ Por qué carajo
estarías celoso de mí?— Esos suaves ojos marrones
encapuchados peligrosamente. — Mi padrastro me golpeó
desde que era un maldito bebé, viví en la calle,
comiendo de la maldita basura, los años que pasé en el
reformatorio?— Dejó salir una risa áspera y sin sentido
del humor.

— Mientras estabas a salvo en casa con tu mamá y tu


papá, pasé toda mi vida cerca de la muerte, siendo
defraudado por cada cabrón que estaba destinado a estar
protegiéndome. Tu vida te convirtió en un príncipe, mi
vida me convirtió en un maldito animal.—
Sorbió el whisky, lamiéndose los labios.

— Te entregaron tu mierda en una bandeja de


plata hombre, mientras yo construía un imperio desde
cero. Gané millones, me gané el respeto de mis
compañeros, fuí llamado un Rey hijo de puta por
aquí.—

Sus ojos se entrecerraron en su hermano. — Tenía


perritas como tú, demasiado asustadas para decir mi
maldito nombre en voz alta.— Twitch agitó la cabeza
lentamente. — No tienes nada contra mí, no te conozco,
no quiero saber de ti, pero esa mujer...— Me señaló con
dureza.

— Es la cosa más importante en mi vida y ella quiere


conocerte, así que voy a cerrar mi maldita boca ahora
mismo y dejar que esta mierda pase porque la hará
feliz. Y cuando ella es feliz, yo soy feliz.—
Mi corazón se calentó.

Además... oh, no.

Nadie se atrevió a hablar.

Así que Twitch miró alrededor de la mesa antes de caer


sobre su hermano y sonreír bruscamente.
—¿Te incomoda mi existencia?—

Zep se volvió hacia su padre. —Creo que voy a salir.—


Papá Tony tenía el corazón roto y cuando sus ojos
escudriñaron la dura cara de Twitch comenzó a apaciguar
— Tony...—

Un fuerte golpe hizo que mi cuerpo se sacudiera cuando


el puño de Twitch se estrelló sobre la mesa lo
suficientemente fuerte como para sacudirla, todos vimos
las copas de vino sacudirse y luego caer, seguido por
el estridente sonido del vidrio rompiéndose mientras
una copa rodaba por el borde de la mesa al suelo. Y
cuando Twitch habló, nunca había oído tanta furia.
Su expresión maníaca, sus ojos bajados, hablaba a
través de los dientes apretados y todo mi cuerpo se
convirtió en piel de gallina. — Mi nombre es Twitch.—

Mantuvo la voz baja.


— Bautizado en las calles por mi verdadera familia,
papá.— Dijo Papá como si fuera una palabra despectiva.
Twitch se volvió hacia Zep. — ¿No quieres un hermano?—
Sus labios se fruncieron mientras asintió.

—No hay problemas aquí, hombre, pero...— De repente, se


levantó y volvió a entrar en la casa. Todos nos
miramos, los unos a los otros inseguros de lo que
estaba sucediendo, pero cuando Twitch regresó a su
asiento, sostenía en sus manos algo que hizo que mi
corazón tartamudeara.

Sostuvo la foto entre los dedos y se la extendió a Zep.


—Pero este niño...— Se detuvo para girar la fotografía
hacia su propia cara y miró ferozmente a nuestro hijo.

— Este hermoso niño.— Le devolvió la foto a su hermano.


— Él, tiene tu sangre corriendo por sus venas y no
tiene mucha familia. Sé que le encantaría otro tío, un
tío de verdad y a ti también te encantaría porque es
adorable. Así que, toma una decisión hombre. ¿Adentro o
afuera?—

Le echó una mirada no emocional.

— Dejaré que pongas tu enojo con tu padre en mi, porque


no significas una mierda para mí, pero te reto a que
intentes esa mierda con mi hijo.— Sus ojos se
entrecerraron peligrosamente y su voz era como un
susurro.

—Te reto, mierda — La fría mirada se extendió a su


padre. —Y tú....— Twitch se detuvo, agitando la cabeza
rápidamente y soltando un fuerte aliento.

Él se puso de pie tan rápidamente que la silla en la


que estaba sentado voló hacia atrás con un estallido
que hizo que mi corazón se estremeciera y cuando él se
acercó a mí, me senté más derecha y expectante.
Mirándome muy afligido, tomó mi cabeza en sus manos y
puso su cara cerca de mí, sus ojos implorando. — Pensé
que podría hacerlo, pero no puedo.— El beso que plantó
en mis labios los magullo.
Lo vi entrar a la casa y oí que la puerta principal se
cerraba de golpe detrás de él, su coche arrancó y luego
se fue.
Capítulo 34

Twitch
Era tarde cuando volví de casa de Julius y Ana. No debí
haber estado conduciendo pero quería volver a casa con
mi chica. No había visto a mi hijo en todo el día y
sabía que estaría en la cama, pero aún necesitaba verlo
antes de desmayarme, lo cual sentí que sería pronto.
Por lo que conduje despacio, tan cuidadosamente como un
borracho podía hacerlo.
En el momento en que me acerqué a la entrada, la puerta
principal se abrió y Lexi salió de la casa con su
pequeña bata de seda, con la cara arrugada, la boca
apretada, con un aspecto tan aprensivo como la mierda.
Y me sentí como un imbécil.
Salí del auto y me acerqué lentamente con las piernas
inestables.
Por qué dije lo que dije, nadie lo sabe, pero lo
anuncié magníficamente. — Estoy borracho.—

— Lo sé. — se apreto a mi lado, deslizando un hombro


debajo de mi brazo y me relajé, poniendo mi peso sobre
ella. — Julius llamó — Ella me miró con sus ojos
cálidos, pero su tono estaba irritado. — Deberías haber
dejado que te llamara un taxi — Lo sé,— le dije porque
tenía razón.

Que afortunado capullo era de tener esta mujer que me


amó y puso esa mierda incondicionalmente? Ella era
todo lo que era bueno en este jodido mundo y era mía.
Mis labios se elevaron a los costados con los párpados
entrecerrados. — ¿Sabes siquiera cuánto te amo? —

— No.— Ella me acompañó dentro y me dijo divertida —


¿Cuánto me amas? —

— Mucho— le dije y el sonido de su suave risa me hizo


querer darle todo lo que siempre ha deseado en la vida.

Y lo haría.

Haría eso por ella.

Haría cualquier cosa por ella.

Mi bebé.

— ¿Dónde está la fiesta? — Dije demasiado fuerte cuando


entramos, ella puso un dedo en mis labios,
silenciándome. Bajé mi tono. — ¿Se han ido todos? —
— Manda y Vander se quedan con Julius y Ana. Se acaban
de ir...pero — Ella miró de reojo, con cautela. — Zep y
Papá Tony iban a registrarse en un hotel, y...—
Dudó antes de continuar, — era una tontería ya que
tienes un lugar en el otro lado de la calle, así que
les dije que podían quedarse allí.— Sus ojos me miraban
con cuidado. —Se negaron repetidamente, pero insistí y
finalmente cedieron. —

El estómago me dolía, pero me quedé erguido antes de


inclinarme y poner mi cara cerca de la de ella. —Eres
una buena mujer.—

Entonces ella sonrió y yo sabía que me enfrentaría a


todo el mundo para mantener a mi reina contenta.
Tropezando, me moví por el pasillo hacia la habitación
de A.J. y Lexi me siguió de cerca, tan silenciosamente
como pude, arrodillándome junto a su cama y poniendo
una mano gentil en su cabeza.

Sentí que una ola de alivio me bañaba mientras veía


cómo su pecho se movía hacia arriba y hacia abajo,
mientras respiraba fácilmente en su sueño.

Me paré, caminando junto a mi hermoso ángel de ojos


azules. Ella dijo: — Vamos. Vayamos a la cama.— Pero
mis putos pies no funcionaban bien.

Encima de eso, mi cabeza daba vueltas, llegué hasta el


sofá antes de que me agachara, poniendo las manos en el
suelo; sentado contra el sofá. Y Lexi me miró un
momento, antes de venir a sentarse detrás de mí, sus
piernas a cada lado de mi cabeza. Le froté la mejilla
contra la rodilla y observaba cautivado cómo se le
formaba la piel de gallina.
— Estoy tratando de ser un buen padre — dije a la
habitación oscura.
— Sé que lo eres — contestó suavemente, pasando una
suave mano por mi pelo.
— Lo amo tanto que me asusta.—
Ella soltó una risa ligera. — Sé lo que se siente.—
Mientras ella me pasaba una mano por la mejilla,
murmuré: — Sólo quiero que me mire y no que vea el
pedazo de mierda que soy.— Inclinando la cabeza hacia
atrás para mirarla, le pregunté en voz baja: — ¿Cómo
puedo hacer eso? —

Lexi era mi mundo, pero ese niño, mi niño... era todo


mi universo. El pensamiento de que alguien tratara de
alejarme de él fue irrazonable. Haría cualquier cosa
para estar cerca de él. Nadie podria mantenerme
alejado.
Me gustaría ver a alguien jodidamente intentarlo.
La pequeña mano en mi mejilla se detuvo y cuando llegó
debajo de mi barbilla, me sostuvo.
— No eres un pedazo de mierda.— cuando parpadeé se
inclinó, poniendo su nariz en la mía. — ¿Me entiendes?—

Pero lo era.

Lex no podía verlo, ella sólo veía lo que quería ver y


eso me convirtia en un bastardo con suerte porque ella
siempre trató de ver lo mejor de mí.

En vez de hablar, levanté la cara y cuando nuestros


labios se tocaron, La besé hacia atrás.

Y devolvió la vida a mi frío e insensible cuerpo.


Ella era mi Biblia. Las páginas. La tinta. Las
oraciones. Y yo la veneraría hasta el día en que
muriera, tomaría mi lugar y la esperaría en el otro
lado. Yo no era un hombre santo, pero creía esa mierda
con mi maldita alma. Nada podía separarnos, ni siquiera
la muerte.

La muerte podría intentarlo, pero ya la había superado


antes y lo haría de nuevo si era necesario.
Lo que sea para quedarme con mi mujer.

Pero algo me molestaba y cuando me moví para pararme,


mi mujer me ayudó, sin juzgar. Y cuando me puse de pie
de nuevo, me arrastré hacia la puerta principal
inmediatamente, Lexi le puso la mano encima,
impidiéndome salir. — ¿Dónde crees que vas a ir?— Y
añadió severamente: — Nos vamos a la cama.—

— Mira— le dije, parpadeando lentamente— tengo que


hablar con el donante de esperma.

— Esta noche no lo harás.— Sus cejas se arrugaron y sus


labios se abrieron antes de que ella pusiera una mano
en la cadera, mandona, dominante y sexy como el
infierno. — Estás borracho.—

Necesitaba que lo entendiera. — Necesito decir lo que


tengo que decir ahora porque mañana...— Me sentí
estúpido diciendo lo que dije. — No voy a tener las
agallas para decir lo que necesito decir, nena.—
Mi pura honestidad me impresionó. Incluso en mi jodido
estado, podía ver eso. Ella me observó cuidadosamente
durante mucho tiempo antes de suspirar. — No vas a
empezar otra pelea, ¿verdad? —

— No planeo hacerlo — dije honestamente, pero no sabía


qué pasaría cuando llegara allí.
Sus ojos se cerraron y quitó la mano de la puerta y me
encantaba que supiera que yo necesitaba hacer esto.
Giré la perilla y me dirigí con las piernas torpes.
Cuando llegué a mi casa, llamé a la puerta y cuando se
abrió, Zep se quedó allí. El gilipollas no abrió para
mí, así que me abrí camino.

Esta es mi maldita casa, perra.

— ¿Dónde está el viejo? — Pregunté, mirando alrededor


de mi espacio.

—Está en la cama, — dijo Zep con fuerza. — No está


bien.—

— Necesito hablar con él.— Justo cuando Zep agitó la


cabeza, la puerta de mi habitación se abrió y salió en
pijama.

Se veía viejo entonces. Realmente viejo.

Frágil, débil, completamente vulnerable. Y en ese


momento, quise destruirlo.

En el momento en que vi a mi padre, olvidé mi promesa a


Lexi y empecé a despotricar inesperadamente. — ¿Qué
clase de hombre sostiene a su hijo? — Levanté mis manos
— En sus malditos brazos,— los dejé caer a mi lado — ¿Y
nunca lo vuelve a ver?— Lo miré a los ojos, sin ocultar
mi ira. Ninguno de los dos respondió, pero mi padre
parecía perturbado.

Pasó un largo momento antes de que el hombre que me


engendró dijera: — ¿Crees que fue fácil? —

Me importaba un carajo.

— Sí, creo que fue fácil.— Le barrí con un brazo a Zep.


— Tuviste un hijo, no necesitabas otro. ¿Era eso?— La
forma en que me miraba estaba haciendo algo raro en mi
interior.

Mi respiración se volvió pesada. — ¿Qué había de malo


en mi, eh? —

La idea de que alguien tratara de alejarme de mi hijo


me hizo enfermar físicamente.

Me hizo querer herir a alguien. Me hizo querer golpear


cabezas.
¿Cómo pudo este cabrón hacer lo que hizo sin mirar
atrás?
Por mi vida, no podía entenderlo.

Yo era padre.

Estaba borracho.

Y joder, me puse sentimental.

Mi garganta apretada, mi voz rota mientras peleaba con


las palabras. — ¿Por qué no me querías, hombre?—

El donante de esperma salió lejos de la habitación.


— Renunciar a ti fue lo más difícil que he hecho
nunca.— Sus cejas arrugadas. — Pensé que estaba
haciendo lo correcto.

Dejándote crecer en un mundo de cero expectativas,


especialmente las que vienen con nuestro nombre, quería
lo mejor para ti.— Se encogió de hombros débilmente.
— Así que te dejé ir.—

Parpadeé rápidamente y luego golpeé duramente la


humedad que se filtraba en mi mejilla. — Sí hombre,
mucho bien que me hizo.—

La expresión del viejo se volvió grave. — puedo ver


eso. Y lo siento.—

— ¿Lo sientes?— Emití una risa aguda antes de mirar a


mi hermano, señalando al viejo. — Él lo siente. Eso
está muy bien.— Asentí lentamente, mirando a mi padre.
— No sé qué es lo que pensaste que ocurriría cuando
llegaste aquí. Tal vez pensaste que estaría encantado
de verte, que todavía necesitaba un padre. No sé, no lo
sé. Pero déjame decirte algo, viejo, hiciste una cosa
buena.— Me detuve un segundo. — Me enseñaste
exactamente lo que no quiero ser como padre. Así
que...— Di un paso atrás. — Gracias.—

Salí por la puerta y encontré a Lexi en la esquina


temblando pero esperando.

Y mi corazón creció un poco.

No. No la merecía, pero eso no significaba que iba a


renunciar a ella.
Cuando llegué al otro lado, la envolví con un brazo
pesado y le froté la piel helada, frunciendo el ceño. —
Te estás congelando.—
Sus dientes castañeteaban cuando me miraba, sus ojos
llenos de preocupación y preguntó, — ¿Estás bien? —
No. — Sí. —

No lo estaba.

Pero lo estaría.

***

Lexi

Estaba de mal humor y no lo culpé.

Esta mañana había estado tensa, por decir lo menos,


especialmente cuando A.J. decidió decirle a su papá lo
geniales que son su tío Zep y Nonno Tony, sobre los
regalos que le compraron, mostrando a Twitch la cadena
de oro y el crucifijo que le dieron, cómo le contaron
todo sobre su familia en Estados Unidos e Italia.
Nuestro hijo, ni remotamente percibiendo el estrés en
su padre porque su excitación estaba sobrecargada,
seguía, seguía y seguía y seguía hablando sobre los dos
hombres del otro lado de la calle, mientras Twitch
bebía su café en completo silencio.

Y la experiencia pasada me había enseñado que un Twitch


silencioso era un Twitch peligroso.

Se metía en su cabeza, analizaba demasiado, se volvía


loco. Sabía esto por nuestro tiempo juntos en el
pasado. Así que hice lo que sentí que tenía que hacer
para sacarlo de esto.

La casa estaba vacía y silenciosa, aparte de la ducha y


cuando me moví dentro del baño humeante, me senté en la
tapa cerrada del inodoro. Mi mirada acalorada
deambulaba por el cuerpo a través del cristal
esmerilado y al alcanzarlo, puse mis dedos en el botón
y presioné.

— ¡Ah, joder! — vino de dentro de la ducha, cuando


apreté el botón del inodoro, el agua se calentaba y
luego se enfriaba.
La puerta esmerilada se abrió y el hombre gloriosamente
desnudo me puso un brillo que era tan vicioso que todo
mi cuerpo ardía, mi coño apretando con avidez.
— ¿Qué carajo, Lexi? — gruñó y cuando levanté mis dedos
lentamente hasta el botón, su mirada se intensificó y
su mandibula se endureció. — No lo hagas.—
En el momento en que mis dedos tocaron el botón, su
mano se levantó y me señaló. — Si lo haces, pagarás,
nena. Marca lo que digo.—

Lo sé.

Se me escapó un escalofrío visible y me mordí el labio,


mirando como los ojos de Twitch brillaban.
Sonreí internamente.

Se había dado cuenta.

Mirándole a los ojos, apreté el botón, la descarga


sonó, justo cuando soltó un fuerte gruñido, salté y
salí corriendo del baño tan rápido como pude. La ducha
estaba apagada y oí el golpe de la puerta esmerilada,
pero mis piernas no eran tan largas como las de él.
Me alcanzó en el pasillo, en el momento en que agarró
la parte de atrás de mi cuerpo con una mano dura; me
tiró hacia atrás y me estrellé contra su cuerpo con un
grito ahogado.

Estaba completamente mojado, completamente duro y


jadeando con dureza.

— Perra,— murmuró cariñosamente en mi oído y sólo


sonreí momentáneamente poco antes de que lo empujara de
nuevo.

Mis pezones se apretaron cuando su mano se acercó a mi


barbilla y la sostuvo firmemente, mientras dejaba salir
un: — Por favor, no me hagas hacer esto, mi marido
llegará pronto a casa.—

Las palabras eran vacilantes.

Pero, oh, Dios, estaba en ello Twitch forzó su polla


duro en mi cadera tan fuerte que me dolió. —¿Crees que
me importa un carajo? espero que vuelva a casa, espero
que te vea así, caliente por mí.— Me hizo girar para
que mirará a su mirada encapuchada. — Tú empezaste
esto; ahora lo vas a terminar.— Poniendo sus manos en
mis hombros, él empujó ásperamente y yo caí a sus pies,
fingiendo preocupación. Y él sonrió cruelmente mientras
mi mirada aterrizaba en su erección de aspecto enojado.
— Nunca has tenido una polla así de grande, ¿verdad? —
Agité la cabeza y se me puso la carne de gallina.
Bajando la mano, me puso la mano en la mejilla,
acariciándola suavemente. —Va a doler cuando finalmente
te coja y te va a encantar porque a mí también me
encanta.— Su voz se volvió áspera mientras me agarraba
la barbilla con fuerza. — ¿No es así? —
Ojos bien abiertos en un susto insincero, asentí
lentamente tan bien como pude alrededor de su enérgico
agarre tragando con fuerza.

— Corre,— advirtió suavemente, - te persigo.— Me miró,


su mirada era estruendosa — Y cuando te agarre,
nena...— Aspiró aire entre los dientes, arrodillado,
desnudo y pasando una mano por la pierna de mis
pantalones de yoga. — Te follaré tan fuerte que me
probarás en tu boca durante años.— Una gran mano se
deslizó hasta la cintura de mi pantalón y se deslizó
hacia el interior ásperamente. — Ahora,— dijo a través
de sus apretados dientes, — déjame sentir cómo este
coño apretado me quiere.— Intenté cerrar las piernas,
pero él las volvió a abrir con un gruñido, sus dedos
ásperos hicieron contacto con mis bragas. Mantuvo su
mirada oscura cuando deslizó su mano bajo el endeble
satén y cuando las yemas de sus dedos se encontraron
con mi mojado coño, él soltó un aliento áspero en el
mismo momento en que mi cabeza cayó hacia atrás y un
suave gemido fue expulsado de mis labios. Con dedos
hábiles, frotó mi resbaladiza entrada y con la otra
mano, movió lentamente su polla de una manera que me
hizo querer rogar por probarlo.

— ¿Quieres esto? — Sabia que lo que el buscaba y sacudí


mi cabeza, mientras se reía cruelmente.

— Dices una cosa...— Cuando metió un dedo dentro de mi


resbaladizo calor, mi boca se redondeó y mis ojos se
cerraron mientras me cogía lenta y constantemente con
el dedo. — Pero tu coño me está chupando tan dulcemente
que sé que estás mintiendo — Él empujó su dedo en mí
todo el camino y lo sostuve allí mientras mis entrañas
temblaban. — ¿Estás segura de que no quieres esto?— Con
la boca abierta, agité la cabeza deliberadamente,
mirándole fijamente. Y él se inclinó y puso su nariz
sobre la mía, mientras murmuraba: — ¿Qué quieres,
gorrioncito? —

— Quiero...— Fue difícil encontrar mi voz, pero lo hice


y lo que dije nos conmocionó a ambos.

Las palabras salieron temblorosas. — Quiero que me


estrangules y me digas que soy una buena chica.—

Sus ojos brillaron.

Los míos se ensancharon.

Y cuando se movió, lo hizo tan rápido que todo se


volvió borroso.
El grito grueso dentro de mí se me escapó, mis
pantalones de yoga fueron arrancados a lo largo de mis
piernas con mis bragas empapadas y justo cuando pensé
que me arrastraría al dormitorio, se sentó sobre sus
rodillas y se levantó para agarrar mi garganta con
dureza, forzándome a volver a la pared.

Yo jadeaba alrededor de su severo agarre, levantándome


para agarrar su antebrazo con ambas manos.

Se sentía tan mal, tan antinatural querer esto.


Era demasiado grosero, demasiado brutal.
No tenía sentido que mi coño llorara como lo hacía.
Sin embargo, aquí estábamos.
Con una mano en mi garganta, puso su brazo libre
alrededor de mi cintura y me sostuvo en el lugar,
mientras se arrastraba hacia adelante, atrapándome
entre su cuerpo y la pared. Cubriendo mis piernas sobre
sus rodillas, puso su frente sobre la mía,
implacablemente cerca y me frotó el coño, con firmeza.
— ¿Esto es lo que quieres, cariño? —

Él estaba fuera de su personaje.

— Sí,— exhalé temblorosamente. La cara de Twitch se


suavizó un momento. — ¿Estás segura?—
Me estaba dando una salida antes de que esto se
volviera violento. Pero quería darle este regalo,
porque lo amaba y... — Confío en ti.— Mirando con
dolor, sus ojos cerrados, los mantuvo cerrados con
fuerza, sabiendo que esto estaba costándome mi
comodidad, pero siendo conscientemente incapaz de
dejarme ir.

¿Pondría a prueba mis límites?

Sí. Siempre lo hizo.

¿Confié en que parara si era necesario?

No, no se detendría. Pero el lo haría más lento para mí


si no lograba mantener el ritmo. Y es todo lo que
necesitaba.

Pequeñas garantías. No grandes gestos.

Observé con fascinación cómo respiraba hondo, estiraba


el cuello y luego abrió los ojos para poner su mirada
oscura sobre mí. Se inclinó y puso sus labios en el
caparazón de mi oreja y cuando me gruñó lo que dijo,
supe que estaba encendido.
— Papi te va a follar ahora, nena.—

Mi corazón se apretó, y cuando él apretó su agarre


sobre mí, sentí que mi corazón latía constantemente
contra su palma y mi cuerpo era suyo para hacer lo que
quisiera.

Hoy, yo era su juguete. Un agujero apretado y nada más.


Y me usaba porque él quería, no porque yo hubiera dado
mi permiso. Porque estaba sufriendo y necesitaba una
salida.

Me entregué como tributo a su dolor.

Mi boca se abrió en un silencioso gemido mientras


colocaba su punta en mi hendidura necesitada.

— Cierra la boca,— gruñó y yo lo hice, mis ojos sobre


él, respirando pesadamente, por mi nariz.

Mientras me besaba suavemente en la punta, me sostenía


el cuello con una mano, mientras que la otra bajó para
subirme la camiseta sin mangas. Miró mi sujetador negro
con tiras atentamente, antes de pasar los dedos por
encima de la hinchazón de mis pechos. — No seas tímida,
ángel.— Sus cejas se arrugaron ante la suavidad de mi
piel y luego se lamió sus labios. — Si muerdo... sí,
dolerá.— Me tiró del sujetador con dureza y luego
sonrió sin querer, por la forma en que mi respiración
se detuvo. — Pero te prometo que te gustará.— Aplicó la
menor cantidad de presión, y cuando su cabeza se
deslizó dentro de mí, mis ojos revoloteaban cerrados,
un suave aliento que me dejaba suavemente. Poco a poco,
se deslizó más profundamente y más profundo,
peligrosamente lento. Y cuando estaba a medio empalar,
su frente se frunció apretó los dientes y con un sólido
empujón, un fuerte jadeo fue sacado de mi mientras se
metía en mi coño, profundo hasta las bolas.

Sintiéndome llena y desesperada, mis labios comenzaron


a moverse y luego estaba rogando en un susurro
apresurado; — Oh, por favor. Lo quiero tanto. Por
favor, nene Dámelo.—

La forma en que sus ojos se encapucharon.... oh, joder.


Era una visión, mi serafín oscuro.

Él trajo su cara a la mía, nariz con nariz, mientras


mantenía sus ojos en mí. Su respuesta, un susurro tan
caliente que debería haber sido ilegal. — Este coño es
parte de ti, ángel, pero tú y yo sabemos la verdad.— Su
aliento a menta me calentó mientras me mordía el labio
inferior lo suficiente fuerte como para pulsar.
Un agudo gemido fue forzado de mi mientras lavaba el
aguijón con su lengua. — Está entre tus piernas...— Me
mordió de nuevo, más suave esta vez. — Pero me
pertenece.—

Esto era lo que yo llamaba cariñosamente modo bestia.


Sus palabras me hicieron tambalear.

Supongo que todos amábamos a un caballero pero


secretamente anhelábamos a un salvaje.

Cuando inclinó las caderas hacia atrás y empujó hacia


arriba, todo mi cuerpo tembló. Él hizo esto
constantemente, una y otra vez, su fuerte agarre sobre
mi cuello, mi coño goteando. Mi espalda desnuda contra
la pared, mis pezones alcanzaron su punto álgido con la
combinación de calor en mi frente, frío en mi espalda y
cuando mi sexo se apretó a su alrededor, sentí que su
polla se sacudía en respuesta.

Una repentina urgencia nos invadió a los dos.

La cara de Twitch se apretó acaloradamente y cuando su


mano libre se levantó para unirse a la otra en mi
cuello, podía sentir que estaba cerca. Agarrándole las
dos manos con fuerza, sentí que mi suministro de aire
se cortaba, cuando mis ojos se abrieron de par en par
sobre él, su expresión permaneció inalterable mientras
bombeaba en mí.

Mis brazos se sentían pesados porque no podía respirar


bien y cuando estaba demasiado débil para aguantar y
cayeron a mi lado mientras me follaba sin sentido.
Mientras follaba la misma vida fuera de mí.
La existencia era extraña de esa manera y sentí que era
justicia poética ser asesinada por un hombre al que
hace sólo unos momentos le dije que le confiaba mi
vida.

Twitch

Estaba rodeado de cosas que amaba.


Su cuerpo, mi pieza de arte favorita.
Su gemido, mi canción favorita.
Le robe el aliento y siguió confiando en mí.
Llevaba su amor como un tatuaje.
Ella revivió mi alma quemada con un solo beso.
Yo amaba a esta mujer.
La amaba hasta la muerte
Lexi

Con los ojos abiertos pero desolados, perdí la


conciencia.

Momentos después, me reanimaron con un fuerte jadeo


cuando me soltó.

Y el orgasmo que me golpeó salió de la nada.

Sus brazos me rodearon, sosteniéndome mientras tomaba


el aire que tan desesperadamente necesitaba.
Mi corazón corría erráticamente y la felicidad completa
y total me llenó, fluyendo a través de mi cuerpo en
olas. Inclinando la cabeza hacia atrás, abrí la boca y
grité mientras me apretaba alrededor de su polla. Ni un
segundo después, empujó tan profundamente dentro de mí
como pudo y oí su áspero gruñido alrededor de mis duras
sibilancias.

Twitch me sostuvo cerca, mi cabeza cayendo sobre su


hombro y continué jadeando, tomando todo el aire que
podía. Mi frente se había empañado con la
transpiración, esfuerzo o miedo, no lo sabía.

Su polla suavizada se me escapó mientras mis piernas


seguían temblando y cuando él puso su cara en mi
cuello, respirándome, me di cuenta de que yo daría
cualquier cosa para mantenerlo cuerdo.

Incluso mi propia vida.

— Ángel.— Jadeó en mi cuello, besando la piel caliente


pero suave, la piel que él había sujetado con demasiada
fuerza durante demasiado tiempo.

Lo que quiso decir fue: — Lo siento.— Pero no había


necesidad de disculparse. Pensé que era cruel para
alguien disculparse por no ser nada más de lo que él
era.

Un cazador nato. Un asesino condicionado.

Eso fue como pedirle a un león que se disculpe por ser


un depredador y tratar de convertirlo al vaginismo.

Sin fundamento.
Sintiendo su liberación goteando de mi núcleo todavía
apretado y hacia el suelo del pasillo le agarré la
parte de atrás de la cabeza con ambas manos,
sosteniéndole de cerca. Respirando pesadamente, le dije
con voz ronca: — Yo lo quería, además...— Moví mis
labios a su húmedo pelo y susurré, — lo necesitabas.—
La forma en que me sujetó, dejándome sin aliento, me
dijo que tenía razón.

Y mientras viviera, daría todo lo que estuviera en mi


mano para hacer la compleja vida de este hombre un poco
menos complicada.
Capítulo 35

Lexi

Fue después de medianoche cuando oí arrancar el coche.


Mis ojos se abrieron de par en par y escuchaba
atentamente. La puerta principal se cerró detrás de él
y me levanté de la cama, corriendo hacia la ventana,
observando con total incredulidad cómo se marchaba.
Mi corazón se apretó tanto que mi aliento me dejó con
un ruido.

Mientras cargaba una mochila en el asiento del


pasajero, mis ojos se abrieron de par en par y tomé un
poco de agua, antes de susurrar en una exhalación: —
Dios mío, imbécil.—

Se estaba yendo, corriendo de noche como un maldito


cobarde.

Me empezó a doler el pecho.

¡Hijo de puta!

En ese momento, una ira como nunca antes había sentido


se apoderó de mí. En ese momento, yo era un niña nacida
de la rabia y el caos. Furia era mí nombre y mientras
salía corriendo por la puerta, mi ferocidad se encendió
en una chispa singular a un infierno ardiente y se
prendió tan fuerte que quemó mis venas.

Si pensó que me iba a dejar, que nos iba a dejar por


segunda vez, el tendría otra cosa viniendo. —No,— pedí
al segundo que crucé el umbral. Esa petición se
convirtió en un grito cuando se volvió y se detuvo, con
una expresión de impaciencia en su cara. —¡No!— Y una
vez que pasé el porche delantero, no me detuve,
llevando nada más que mi camisón color crema. Mi
corazón comenzó a latir cuando levanté mis manos, las
puse sobre sus hombros y empujé tan fuerte como pude.
— ¡No!

Mi empujón apenas lo movió.

Qué exasperante.

— Vuelve adentro— dijo pasivamente y mi ira se


convirtió en supernova.
Yo hablé. Hablé aunque mi voz temblaba. —No puedes
hacer esto. — Cuando él volteó la cara, levanté mi mano
temblorosa y se la llevé a la mejilla, forzándolo a
mírame. — No puedes hacernos esto de nuevo.—
Se mojó los labios, parpadeando hacia mí sin emoción.
— Vuelve adentro, Lexi.—

—No.—Me mantuve firme, pero mi bravuconería resbaló. —


No sin ti.—

Twitch respiró profundamente. — Tengo que irme por un


tiempo ¿de acuerdo? —

— No.— Mis venas se iluminaron con lava ardiente pura.


Agité la cabeza y me puse a trabajar insoportablemente
— No está bien.—

Odiaba llorar cuando me enfadaba porque él pensaba que


yo estaba triste, cuando en realidad es que estaba
haciendo todo lo posible para no matarlo yo misma.

Mis ojos se nublaron con lágrimas sin derramar. —¿Es


esto lo que haces ahora? ¿Empacar y hacer las maleta,
cuando la mierda se pone dura?— Mi respiración se
volvió pesada cuando dejé que supiera mi enojo. — Estoy
tan contenta de que sientas que tienes la opción,
imbécil,— jadeé y luego lloré. — Yo no tengo ese lujo,
escapar cuando siento que me estoy hundiendo por
dentro, lo que es mucho, por cierto. Porque soy madre.—
Señalé hacia la casa mientras mis lágrimas dejaban un
rastro ardiente en mis mejillas. — Y hay un niño en esa
casa que depende de mí.—

Cuando bajó la cara, la tristeza entró, superando a la


ira. Mi dolor fue real y aunque ya había ido y
experimentado las tres primeras etapas, el cuarto paso
vino duro y rápido. Y luego estaba negociando.

— Por favor, no hagas esto.— Mis hombros temblaban


mientras lloraba abiertamente. Abrió la boca para
hablar, pero levanté una mano, cortándole el paso. —No
me importa lo que me hagas, pero no le hagas esto a
él.— Me costaba respirar y mi voz se debilitó. —Apenas
sobreviví, Tony.— Mis labios temblaban, mientras yo
susurraba agonizantemente: —Esto lo matará.—

Mientras nos mirábamos fijamente durante un largo rato,


Twitch se bajó la cremallera de la sudadera y caminó,
hacia adelante, cubriéndome en su calor y su olor,
levantando la capucha sobre su cabeza mientras parecía
completamente calmado y entonces lo odiaba.
¿Cómo podía parecer tan tranquilo cuando sentía que mi
mundo se estaba desmoronando? Así que cuando se
adelantó y me ahuecó las mejillas, luché contra él.
— No.— Levanté mi mano y le abofetee en el pecho.
Se inclinó de nuevo y un gruñido de dolor se me escapó
cuando mi mano conectó con su barbilla. —¡No me toques!
— Un fuerte brazo rodeaba mi cintura y me sostenía,
levanté los brazos y apartándolo una y otra vez
mientras lloraba abiertamente. — No me toques, pedazo
de mierda!—

— Nena, para,— dijo arrullado, evitando tanto de mi


asalto como pudo.

Con las manos en puños, le di un puñetazo en los


hombros, pero mis golpes fueron disminuyendo a medida
que mi corazón se debilitó, mientras mi alma trataba
desesperadamente de entender por qué esto estaba
sucediendo, una vez más.

La respuesta fue una píldora difícil de tragar.


Estaba sucediendo, porque yo lo permití.

—Suéltame.— Luché en su pecho y cuando no me soltó,


grité, —¡Suéltame!—

Y así de fácil, Twitch me había convertido en otra ama


de casa enfadada que gritaba en la calle.

Entonces me soltó y por mucho que le rogué, quise


volver corriendo a sus brazos.

Significaba mantenerlo conmigo un tiempo más.


Sí. Fui realmente patética.

Y cuando sacudí la cabeza y le di la espalda, volviendo


hacia la casa, preguntándome cómo demonios le
explicaría esto a mi hijo, me cogió la muñeca. La
liberé con poco o ningún esfuerzo y volví mi mirada
mortífera hacia él. — Quieres irte?— Quité mi brazo. —
Vete.— con expresión severa, le advertí: — Pero te lo
juro, Antonio Falco, si te vas hoy, te vas para
siempre. ¿Me oyes? —

Sí, ya lo he dicho. Pero no lo dije en serio.


Me di la vuelta porque no quería que me viera llorar de
nuevo. Él me detuvo con. — Dejé una nota.— Mis pies me
fallaron y me paré. — Son sólo un par de días.— Mi
garganta... se estrechó dolorosamente. De espaldas a él
y con los pies helados, habló en voz baja. — Estoy
regresando.—

Mi aliento me dejó con un ruido y mis hombros se


desplomaron. No me atreví a enfrentarme a él.
Continuó diciendo: — Sólo unos días, eso es todo.— Y
cuando lo oí acercarse.
Mi cuerpo se volvió rígido. — Voy a volver, ángel.—

¿Por qué debería creerle?

La última vez que le creí, terminé enterrándolo. — No


te voy a dejar. No de la manera que tú crees.— Odiaba
haber oído sinceridad en su voz. — Te lo dije, nena.—
Lo que dijo después tuvo un nuevo torrente de lágrimas.
— Siempre encontraré mi camino de vuelta a ti.—

Entonces me abracé, tratando en vano de hablar a través


de mis lágrimas. —¿Adónde vas?—

No dudó en hacerlo. — Pasé seis años sin ti, ángel.


Pasé esos años solo y miserable. Ahora te tengo a ti,
tengo a mi hijo y estoy jodidamente feliz. No me
arriesgaré.—

Mi espalda se calentó al sentirlo parado justo detrás


de mí. — Voy a encontrar a alguien que haga por lo
menos otros seis más juntos.— Cuando sus manos cayeron
sobre mis hombros.

— Estoy cansado de esperar, no puedo vivir así,


sabiendo que está ahí afuera planeando lo que sea que
esté planeando. Viviendo con este miedo en la boca del
estómago.— Él inhaló profundamente, seguido de una
exhalación. — Se está metiendo conmigo, nena.—

***

Ling.

Esto era sobre Ling.


Ante mi silencio, continuó: — Tú me conoces, Lex.
¿Crees que voy a esperar a que la perra ataque primero?
Al carajo con esa mierda.— Las manos en mis hombros se
apretaron mientras hacia un sonido negativo con su
garganta. — No es mi estilo.—

Mis pies estaban helados y cuando me giré, lo hice


lentamente. Mis ojos húmedos se encontraron con los
suyos y pregunté en voz baja: —¿Por qué crees que está
planeando algo?—

Honestidad brutal. — Porque yo lo estaría.— Y la


certeza en su voz hizo que mi corazón tartamudeara, mis
ojos se volvieron tan desolados como mi tono. — ¿No te
vas?—
Agitó lentamente la cabeza y sus ojos hablaron a los
míos, manteniendo la certeza en ellos. Y en ese
momento, la confianza surgió a través de mí. Una que no
tenía derecho a sentir, no con nuestra historia. Me
llenó de esperanza.

Aguanté la respiración.

La experiencia me dijo que temiera a este hombre y lo


que podría hacerme, pero mi corazón objetó tan
profundamente que no sería silenciado. Tomé la objeción
la mantuve cerca y la besé, nutriéndola para que
crezca.

Cuando miró su reloj, pronunció las palabras que temía


escuchar. — Tengo que irme.— Ante mi expresión
insegura, se acercó, cogiendo sus manos y colocándolas
suavemente en mi cintura. — Voy a volver,— lo dijo en
serio. Las manos en mi cintura apretadas.

—Y cuando lo haga, nos casaremos.— Sus suaves ojos


marrones buscaron mi tensa cara.

— Bésame antes de que me vaya.—

Suaves promesas hechas con una lengua bífida.

No. No debí haberle creído.

¿Entonces por qué lo hice?

Porque era mejor que la alternativa.

Mi corazón se rompió, aparecieron fisuras por todo el


frágil cristal del que estaba hecho y cuando me miró a
los ojos y me ordenó: — Bésame,— mis pies se movieron
sin que me diera cuenta.

Bajó la cara en el mismo momento en que yo estaba de


puntillas y cuando nuestros labios se tocaron, se dijo
tanto sin hablar. Mis brazos alrededor de su cuello y
no me estaba soltando. Todavía no.

Su tierno beso decía: — No te desilusionare,— mientras


mis labios desesperados rogaban: — vuelve a mí.—
Y cuando se alejó, quitándome cuidadosamente los brazos
de encima, lo observé, se acercó al coche y me entró el
pánico. — No te pierdas, ¿de acuerdo?— Se rió a
carcajadas antes de mirarme. Realmente mirándome. —¿No
te das cuenta, ángel?— La intensidad de esa mirada me
dio escalofríos.
— No importa el mapa que tome, todos me llevan de
vuelta a ti.—

Jesucristo.

Estaba enamorada de una serpiente de lengua plateada.


Mi aliento se detuvo mientras retrasaba su partida.
— ¿Me amas para siempre?—

Abrió la puerta del coche y se detuvo. Y entonces


sonrió, la sonrisa bellamente torcida que ha perseguido
mis sueños hasta el día de hoy. — Hasta el fin de los
tiempos.— Antes de que se deslizara en el coche
murmuró: —Espérame, nena.—

Pero no respondí porque no era necesario decirlo.


Y mientras veía el coche dando marcha atrás fuera de mi
entrada, tuve la enfermiza realización de que
esperaría.

Yo esperaría un millón de años.

Mis ojos se abrieron en algún momento antes del


amanecer. Me acerqué, sabiendo que no estaría allí.
Dedos buscando ciegamente el lado vacío de la cama,
cerré los ojos y me acurruqué. como mi corazón me dolía
tiernamente, abrazando su sudadera en las primeras
horas de una solitaria mañana. Inspiré su embriagador
aroma y eventualmente, cuando el sol salió, me caí de
espaldas dormida.

—¿Dónde está papá?—

No lo sé y me está matando.

Sonriendo al pequeño monstruo con una luz que no


llegaba a mis ojos, dije, — Él tuvo que irse a
trabajar.—

Molly me miró desde la mesa, frunciendo el ceño e


intercambiamos una mirada solemne.
Mi hijo miró entre nosotros, antes de preguntar
cuidadosamente: — ¿Cuándo volverá?—

Su vacilación me mató.

Me senté a su lado y le pasé una mano suave por el


pelo. — No estoy segura, cariño.—
Un par de días. La nota que dejó decía una semana. Por
lo que yo sabía, serían
meses. Incluso años.
¿Quién lo iba a saber?
Mi actitud se volvió más pesimista cada segundo y antes
de que hiciera algo verdaderamente tonto, como estallar
en lágrimas por cuarta vez esta mañana, le dije: —¿Qué
tal si preparamos una buena cena esta noche? Puedo
llamar a Ana y Julius.—

Los ojos del pequeño monstruo se iluminaron. — ¿Y el


tío Happy y Nikki y Dave? — Cuando asentí con la
cabeza, continuó: — ¿Y la tía Manda? —
Se me escapó una risa corta. — Sí. Tío Zep y Nonno Tony
también, todos.—

—Sí,— se ofreció inmediatamente, sonriendo con fuerza.


Y me alegré por ello.

Dios sabía que necesitaba la distracción.

Twitch estaba notablemente ausente durante la cena,


pero sólo mi maravilloso e insistente Dave tenía las
agallas para hacer la pregunta que todos estaban
pensando.

— ¿Dónde esta el señor que se vuelve un poco loco? —


Era de noche. A.J. Estaba en cama después de una
sobredosis de helado de chocolate y de pasar al regazo
de Ana. Molly estaba en su habitación hablando con Tama
por teléfono, lo cual me permitió hablar libremente —No
lo sé.— Toda la mesa se quedó en silencio y me eché a
reír antes de mirar a su alrededor. — Alguien ¿tiene
alguna idea de adónde fue? — Me fijé en Happy. — Con
una bolsa de lona.— Luego a Julius. —¿En medio de la
noche?— Mis ojos se volvieron hacia Papá Tony.
— ¿Alguien?— Cuando me volví hacia Zep mi voz se
quebro.

— Porque me estoy volviendo loca aquí con cada hora que


pasa. Quiero decir...— Mis ojos desesperados
encontraron el de Nikki. — Ni siquiera sé si él está
regresando.—
Nadie respondió y eso en sí mismo lo decía todo.
—No seas tonta— comenzó Nikki, rompiendo el silencio.
— Él no haría eso.— Su tono bajó un decibel.— Otra vez
no.— Pero su confianza cayó cuando miró a Happy y lo
encontró mirando a Julius, una pregunta tácita en sus
ojos. — ¿Lo haría?—
Dave se mofó: — Sí, lo haría.— Levantó las manos y se
rindió — Lo siento, cariño, pero...— Con mi cara
pálida y dibujada, se alejó, sabiendo que yo no estaba
de humor para su descaro.
Sostuve mi vaso de vino vacío hacia Manda y ella lo
llenó sin dudarlo. Me retorcí para enfrentarla.
— ¿No habló contigo? — Estaba desesperada aquí.
Completamente frenética.
—No, lo siento,— dijo Manda disculpándose, consolándome
con una mano en el brazo.

Luego dio un codazo a su marido.

Vander se encogió de hombros. — No me dijo una mierda,


cariño.—

Mi cabeza cayó hacia atrás y mi cara se llenó de


desesperación. — Jesús.— Poniendo una mano a mi la
frente, la golpeé, luchando contra las lágrimas y hablé
a través de los dientes apretados. — ¿Dónde está? —
— Cuba.—

Bajando la mano, mis ojos se posaron sobre Zep. —¿Qué?—


Se aclaró la garganta. — Está en Cuba.— Cuando mis
labios se separaron y mi frente se arrugó. El agregó —
Buscando a alguien.—

— ¿Cómo sabes esto?— Sin ofender, pero, — ¿Por qué te


lo diría?—

Pero Zep se quedó callado, torturándome con su intensa


mirada.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza. — ¿Está bien? —


Zep asintió lentamente.

Me tragué el nudo en mi garganta. — ¿Has hablado con


él?—

Un asentimiento afirmativo fue todo lo que conseguí.


Afortunadamente, era todo lo que necesitaba y cuando mi
cuerpo se desplomó y finalmente pude respirar de nuevo,
Zep dijo: — Sólo confía en él, ¿de acuerdo? —

Confía en él.

Lo estaba intentando aquí. Realmente lo estaba.


Pensé en ello un largo rato antes de respirar hondo y
dejar salir un aliento, — Sí. De acuerdo.—

Y cuando me bebí toda la copa de vino de un solo golpe,


nadie se sorprendió.
Mis ojos cansados escudriñaron la entrada vacía.
Habían pasado tres noches desde que Twitch se había ido
y aunque revisaba mi teléfono cada vez en pocos
minutos, no hubo llamadas, no hay mensajes de texto,
cero notificaciones.
Mi teléfono estaba tan vacío como me sentía.
Pero por exhausta que estaba, miré hacia abajo al
anillo de mi mano izquierda, y algo dentro de mí se
aferró a la brizna de esperanza que competía por
atención.
Está regresando. Sé que lo está.
Mi ritmo cardíaco se tambaleó.
Tiene que hacerlo.
Caminando de vuelta a mi habitación, me metí en la cama
e hice lo que hacía todas las noches.
Dejé una luz encendida.
Capítulo 35

Ling

¿Qué haces aquí, Ling Ling?

No tengo ni puta idea.

No importaba lo mucho que lo pensara, no podía


imaginarme qué cadena de eventos llevaría a que yo
estuviera aquí hoy, pero aquí estaba y no podía irme.
No hasta que la vi.

Parada en el oscuro frescor de la crujiente noche de


abril, me quedé al acecho. Observando.

Esperando para echar un vistazo. Y cuando finalmente


apareció a la vista, mi ceño se frunció.
incredulidad.

— Bueno ¿En serio? —

Vale. Así que, Asya Sadik no era lo que esperaba.


Giré los ojos en la oscuridad, suspirando de
frustración.

Por supuesto. Tenía que estar en una silla de ruedas,


¿por qué no?

Mi labio se rizó.

Genial. Jodidamente genial.


Claro, era un monstruo, pero ni siquiera yo podía matar
a una mujer indefensa en una silla de ruedas.

No.

No podría hacer esto.

Pero mientras me movía de mi escondite sombrío y me


giraba para irme, la puerta trasera se abrió — ¿Vas a
quedarte ahí toda la noche o vas a entrar? —
Girando lentamente, entrecerré los ojos en la mujer
sauce. Una lenta sonrisa tiró a mis labios y la miré de
arriba a abajo.

Ella no era nada. Ella era vapor.

Yo era hermosa.

Estaba... enferma.
Yo era una maldita víbora mortal.

Era un globo desinflado.

Mi reinado era real y el terror que me rodeaba había


hecho que los hombres crecieran y cayeran ante ellos de
rodillas.

Miré su regazo cubierto de mantas.


Ni siquiera podría caer de rodillas si la empujara.

El asco me atravesó.

Ella era lamentable.

¿Entonces por qué demonios la amaba lo suficiente como


para dejarme?
Mis labios de color rojo cereza se partieron en una
sonrisa mientras inclinaba la cabeza, y murmuraba: —¿No
tienes miedo de que te mate?—

Su sonrisa de satisfacción me impresionó un poco.


— Osado de tu parte asumir que quiero vivir.—

Mis cejas arqueadas, mis labios fruncidos por la


extraña cantidad de confianza que fluía a su alrededor.
La mujer claramente estaba enferma.

Touché, perra.

—Adelante.— Se metió de espaldas en la casa antes de


darme la espalda. Vaya, vaya, vaya. Era una zorra
atrevida. — Quiero hablar contigo.—

Pasó un momento antes de que respirara hondo y la


siguiera adentro, cerrando la puerta detrás de mí con
mis manos en guantes de cuero. Ella me miraba de cerca
mientras se acercó. Para que quedara clara mi posición,
sostuve mi magnífica rosa dorada 45Glock en mi mano y
cuando los ojos de la mujercita se entrecerraron sobre
ella, preguntó: — ¿Mi esposo te dio el arma?—

Una lenta sonrisa extendió mis labios.

Sí, seguro que lo hizo.

Cuando no me obligué a responder, ella me miró a los


ojos, moviendo la barbilla hacia la pistola.
— Esa es mi arma.— Sus labios se convirtieron en una
delgada sonrisa mientras agitaba la cabeza y dejaba
salir una risa sin sentido del humor.
— Te dio mi arma.— Cuando se le cayó la cara, sentí esa
mierda con fuerza. Incluso más aún cuando murmuró:
— Jodeme Az. Bastardo.—

Mi corazón se apretó tan fuerte que dio un vuelco.


Parpadeé ante el regalo amado, mi sonrisa se desvaneció
en negro y la oí decir: — Él debe haberte amado de
verdad.—

Si.

Yo también lo creía.

Az, maldito imbécil.

Colocando el regalo manchado en el mostrador, me senté


en el taburete y le arrojé una expresión de pura
frustración. — Eso crees, pero...— Mi tono era
sombrío. — Vino a casa contigo cada noche, incluso
cuando le rogaba que se quedara.— Mis hombros se
sacudieron. — Él fue cruel, no debería haber dejado que
lo amara así.— Mi garganta se engrosó con emoción. — Y
lo hice, lo amaba tanto.—

— Hasta la muerte, al parecer—ella respondió en voz


baja. Nunca lo admitiría, pero podía ver por qué Az
amaba a su esposa. Asya Sadik tenía una confianza en
ella que se hubiera convertido en una gran líder. Tal
vez, en un mundo diferente, bajo circunstancias
diferentes, nos hubiéramos gustada la una a la otra
... No.

Cuando mi estoica mirada se encontró con la suya, puso


los ojos en blanco. — Lo sé; tú no estabas allí. Tú no
tuviste nada que ver con su muerte. Ling es inocente,
insistió tu hermano. ¿Cómo nos atrevemos a preguntar?
¿cómo coño nuestro querido Az terminó tirado en el
puerto? Porque, Alá lo sabe no pudo haber sido la Reina
Dragón, no está tan loca.— Su juego de sarcasmo era
fuerte. — Sé lo que dijo Van, ambas sabemos que sólo
cumple con su deber. No puedo decir que haría lo mismo,
pero puedo respetar los valores familiares.— Bajó la
barbilla, evitando mi mirada. — Ambas sabemos que
fuiste tú.—

Era extraño. Ella no significaba nada para mí, pero


parecía que éramos almas gemelas, prisioneras de
nuestra propia oscuridad, de nuestra propia forma de
infierno.
Ambas estábamos sufriendo.
— No fue mi intención.— Las palabras que me dejaron
estaban embrujadas. —Fue un accidente.—
Ella consideró esto. —Accidente o no— dijo Asya, —se ha
ido y necesito que hagas algo para mí.— Cuando le
entrecerré los ojos, no se inmutó. Su tono era austero.
— Llámalo compensación.—

No le debía nada. Pero me encontré preguntándole: —¿Qué


es lo que quieres? —

Cero reticencias. — Quiero que me mates.—


Mi mirada fue dura y mis ojos la sostuvieron durante un
largo minuto antes de que un ladrido de risa saliera de
mí. Pero su expresión no cambió. Agité la cabeza y
murmuré: — No.—

La mejilla de Asya Sadik se movió hacia adelante y


habló a través de una voz arenosa.

— Creo que no me entiendes, Ling Nguyen. — Su tono no


dejaba lugar para negociación. — Mataste a mi marido,
me dejaste sola en este mundo sin el hombre que amo. Y
vas a matarme, perra sin corazón.— Ella respiraba
pesadamente a través de su nariz y su voz temblaba.
— Es lo menos que puedes hacer.—

—No vine aquí para eso — le dije, aunque lo habría


hecho, pero las cosas habían cambiado.
ahora que había hablado con ella. Y llámame cruel, pero
sabiendo que no estaba sola en mi dolor, estaba
sosteniendo los trozos rotos junto a mi. Si iba por el
camino del sufrimiento en silencio, prefería no hacerlo
sola.

Ella venía conmigo.

La cara de Asya se arruinó y ella escupió: —Me estoy


muriendo.— Su cara se arrugó. —¿entiendes eso? — Su
desesperación era clara. — Soy una carga para mi
familia, Ling. Cada día, van y vienen y me dejan sin mi
maldita dignidad. — Sus ojos brillaban.—No se lo haré a
ellos. No puedo. Ya no más.— Enderezándose, ella
respiro luego se sentó alta, reforzando su voz. —Así
que, vas a matarme. Y lo vas a hacer ahora.— Respiró
profundamente, hablando a través de una exhalación.
— Estoy lista.—

¡Maldita sea! ¡Maldita sea!

Suspiro de todos los suspiros.


Lo sentí por la perra. Pero yo no la mataría.
Hice el corto paseo y miré su lastimoso ser en su
lastimosa silla de ruedas.
— No voy a matarte, Asya Sadik.—
Su cara volvió a caer, pero antes de que tuviera
oportunidad de discutir, le puse la pistola en la mano.
y la cubrí con la mía, colocándola sobre la belleza de
oro rosado.

Por qué me puse tan emocional, no lo sabía. Esta mujer


no significaba nada para mí. Nosotras no eramos amigas.
No éramos familia; Ella no era nadie. Y sin embargo,
sentí su dolor en una conversación a nivel personal.
Nuestra agonía, era nuestra conexión. Un vínculo sólido
entre nosotras. Si yo hubiera sido ella, lo habría
hecho, hubiera querido morir también.

Mierda. Quería morir a pesar de todo.

Me tragué el nudo en la garganta y susurré: —Saluda a


Az de mi parte.—

Sin dudarlo un instante, me di la vuelta y salí por la


puerta trasera, cerrándola detrás de mí con las manos
enguantadas. No sé qué tan lejos llegué antes de que
sonara el disparo, pero la soledad que sentía me pesaba
sobre los hombros.
Una vez más, sola en mi miseria.

***

Lexi

Fue justo antes de las once cuando tocaron a la puerta


y cuando Molly se apresuró fuera de su habitación, un
arma en cada una de sus manos, una sólida mirada en su
cara, se volvió hacia mí y dijo severamente: —Atrás.—
Es tan extraño recibir órdenes de la niñera,
especialmente una que tenía la mitad de mi edad. Pero
hice lo que me pidió.

Sonó otro golpe y luego, —Lexi.—


En el momento en que lo oí, salí disparada de mi
habitación y Molly parecía enfadada cuando abrió la
puerta y dijo: — ¿Qué, no sabes cómo llamar? — Julius
estaba ahí parado, con la mandíbula apretada y los ojos
fijos en mí. — Agarra tus cosas.—

El tono de Molly se puso nervioso. — ¿Qué está


pasando?—
Julius se volvió hacia ella. — Asya Sadik se suicidó.—
—Está bien— dijo Molly. La forma en que lo dijo me dijo
que no lo entendía.

Yo tampoco lo hice.

—Luka llamó,— me dijo. — Las grabaciones de seguridad


muestran a Ling en el lugar, diez segundos después de
que la perra se fue, Asya se suicida — Hablando
directamente con Molly, dijo — Unos segundos después de
que Luka llamara, Amoho me dijo que la había perdido de
vista. No sabemos donde está.— Sus ojos encontraron los
míos en la oscuridad. — No estoy diciendo que lo sea,
pero no puedo garantizar que no viene hacia aquí, Lex,
así que necesito que vengas conmigo.—

Mi mano se acercó a mi garganta, mientras pronunciaba


débilmente: —¿Adónde? —

—En algún lugar donde no puedas ser tocada— fue todo lo


que dijo. —Ana está muy alterada. No puedo vigilarlas a
ambas.—

Y como me asusté mucho, dejé que Julius recogiera a mi


hijo durmiendo, de su cama y cuando Julius me guió,
como la mascota obediente que era, le seguí ciegamente.
Cuando llegamos a la mansión en la costa norte de
Sydney, Warriewood para ser precisos, mi boca se abrió
de par en par. No era Darling Point, pero aún así era
enorme.

Sosteniendo a mi hijo dormido en mi regazo, mis labios


se movieron por su propia voluntad. — ¿Quien vive
aquí?—

Pero Julius no respondió. Estaba demasiado nervioso,


demasiado concentrado. Lo que, por supuesto, me
aterrorizó. Y cuando llegamos a las altas puertas de
seguridad, Julius bajó por la ventana, pulsó el botón
del intercomunicador.

Del otro lado vino, — ¿Molim? —


Julius habló con calma. — Abre las puertas, Pav. Sabes
que soy yo.—

Las puertas se abrieron y Julius condujo por el largo


camino de adoquines en completo silencio.

Pav.

Ah, mierda.
Estábamos en el castillo del rey y no estaba segura de
que Twitch se alegrara por eso.

— ¿Twitch sabe de esto? —

Julius dijo con dureza: — Twitch no está aquí.—

Todo mi cuerpo se sacudió por la aspereza de su tono.


Era tan diferente a él, que mis ojos se ensancharon en
shock y parpadeé en alarma.

Santo cielo.

Puede que esta no sea la precaución que asumí que era.


Y cuando Pav salió de su casa con un aspecto sombrío en
su rostro sudado, esperé a que Julius me abriera la
puerta antes de deslizarme con mi hijo.

Luka Pavlovic se acercó lentamente, con cuidado y habló


con la misma cautela. — Sé que nosotros empezamos con
el pie equivocado pero quiero asegurarte que estarás a
salvo aquí. — Echó un vistazo a mi monstruo dormido en
mis brazos y cuando levantó su mano para acariciarle
suavemente la cabeza a mi hijo, se lo permití. — Los
dos.—

—Gracias.— No sabía qué más decir, así que no dije


nada.

—Entra — dijo en voz baja para no despertar a A.J. — Te


mostraré tu habitación.—

Cuando volví con Molly, que estaba junto a Julius y le


dije: — Vamos.—

Pero Molly bajó la cara, sonando momentáneamente


avergonzada de sí misma. — No soy bienvenida aquí,
Lex.—

— No,— dijo Pav en un silencio mortal. — Ella no lo


es.—

¿Qué?

Oh, demonios, no. Esto no era aceptable.


—Está bien.— Me volví hacia Luka y le dije: — Quiero
darte las gracias por la oferta, pero nos vamos.— Las
cejas de Luka se estrecharon. —No puedes, no lo
permitiré.—

¿Quién diablos se creyó que era?


Mantuve mi tono constante. — No soy uno de sus
secuaces, Sr. Pavlovic, no puedes decirme qué hacer.—
Me enfrenté a Molly. — Si Molly no es bienvenida,
tampoco creo que quiera serlo.— Julius se acercó,
irritado como el demonio. — Lex, no seas estúpida.— Me
giré sobre el indignada. — Y será mejor que cuides tu
tono conmigo, Julius Carter, no te olvides quién te dio
la bienvenida a su casa y puso a su familia en riesgo
por ti y los tuyos.— Al menos tuvo la gracia de parecer
avergonzado. Hablé con Molly. —¿Tama podrá aceptarnos
en su casa? — Su cara se iluminó. — Seguro.— Ella ya
había sacado su teléfono. — Déjenme llamarlo —
Luka se veía positivamente irritado. — ¿Prefieres
quedarte con la escoria del D.M.S. que conmigo? — Él se
volvió hacia Julius y balbuceó un — ¿Qué carajo,
hermano?— Cuando Molly puso el teléfono a su oído, Luka
puso los ojos en blanco y apretó el puente de su nariz.
— De acuerdo.— Sus cejas bajaron y sus labios se
adelgazaron. — Ella puede quedarse.—

Mis entrañas se desenrollaron con alivio y mientras


sostenía a mi hijo en mis brazos, meciéndolo
suavemente, murmuré un sincero: — Gracias, Luka.—

— Adelante.— Agitó la cabeza, volviéndose hacia la casa


y sonando a fondo molesto. — Y date prisa.—
Mientras me alejaba con mis zapatillas de Pikachu,
Julius habló con indecisión. — No estoy enfadado
contigo, Lexi. Estoy enojado con ella.—
Me volví hacia él y al hacerlo, noté el cansancio de
sus facciones. No se me ocurrió hasta ese momento lo
que debe estar sintiendo ahora mismo. Nuestros hombres
se sostenían a si mismos tan alto que era raro verlos
titubear. Y Julius parecía estar a punto de caer.
Cuando hablé, lo hice en voz baja. —Yo también la
quiero muerta, cariño.—
El dolor me había convertido en una guerrera. El dolor
me había convertido en alguien afilada en los bordes.
El amor me obligó a dejar de tener miedo.
Ling moriría. Era sólo cuestión de tiempo que el karma
finalmente la alcanzara.
Y después de todo lo que le había hecho a mi familia,
quería ver a la puta sangrar hasta que sus venas se
secaran.

***
Ling

— ¿Qué coño te pasa, Ling? —


Mi hermano se sentó al final de mi cama mientras
entraba en mi habitación, parecía enfadado, lo que era
inusual. Van era mi mayor fan, pensaba que yo colgaba
las malditas estrellas.

Apenas vacilé al pasar por delante de él, yendo al baño


de la suite. — ¿Qué pasa con tu culo? —
Después de lavarme la cara y desvestirme, me puse mi
pijama de seda, pero el puro odio que Van usó me hizo
detenerme a mitad del camino.

Raro.

Sip. Esto fue definitivamente extraño.


Y cuando se puso de pie y habló, salió un gruñido. Y
ese gruñido tenía todo tipo de imágenes equivocadas
corriendo por mi cabeza. — Te dije que no salieras de
esta maldita habitación, pero vas y vienes cuando
quieres, como un niña con derecho. Al carajo con lo que
tu presencia en las calles le está haciendo a tu
familia.—

Oh, sí. Estaba enojado.

Mi hermoso hermano estaba enojado conmigo.


Oh, no. Eso no me gustó. — Van — empecé lentamente, un
ceño fruncido en mi delicada frente.

— No— gruñó y cuando me alejé de él, su cara se volvió


inexpresivo, su tono muy parecido. — Esto fue un error.
Pensé que estabas lista, pero no lo estás.— Respiró
profundamente. — Por lo que hemos decidido que no
dirigirás más a los Dragones.— Mi boca se abrió de par
en par a medida que el avanzaba. —El voto ha sido
emitido. Yo me haré cargo, Ling.—

Le parpadeé, mis tripas apretadas con ira reprimida, y


una mierda que lo haría.

Sujetándome como la reina que era, mi rostro quedó


vacío, cuando dije: —Un motín, Van? — Una suave
carcajada de mi parte. — ¿De verdad?—
Pero el Van que amaba no estaba en ninguna parte. En
vez de eso, Van el imbécil tomó su lugar.

— Llámalo como quieras, ya comencé con el control de


daños.—
Su fría mirada se mantuvo firme. Nunca debí haberte
escuchado. Pero eso es mi culpa, confié en ti y debería
haberte conocido mejor.—

Sus palabras me hirieron profundamente.

Este cabrón.

El pánico estalló en lo más profundo de mi ser. — Van,


piensa en esto.—

— Lo he hecho.— Asintió con la cabeza. — Lo hago.— Me


miró de arriba a abajo. — Qué pena en lo que te has
convertido Ling. Nos has hecho dejar de ser una de las
firmas más prominentes y confiables en el hemisferio
sur a ser tus propios juguetes personales, tratando a
nuestros hombres como si fueran niños que los castigan
cuando se portan mal. Nuestra reputación se ha visto
afectada en tu comando. Tu actitud de "no me importa un
carajo" nos ha costado más de lo que vales, me temo.
— ¿Qué carajo...? Nunca me habló de esa manera.

— Así que esto es lo que va a pasar.— Dio un paso más


cerca de mí, yo no confiaba en la paz de su tono. — Te
vas a sentar aquí, en esta habitación, como la muñeca
para la que naciste y escucharás lo que sea que te diga
porque sabes que tengo los mejores intereses en el
corazón.—

¿Ese era el plan? ¿Me estaba encerrando como a un


hermana retrasada?

Mi sangre empezó a hervir.

¿Sabía siquiera quién era yo?

Eso no estaba pasando.

— Ya no tendrás nada que ver con Los Dragones.— No los


verás, no hablarás con ellos. Ni siquiera verás más a
nuestros hermanos porque sé la grandiosa manipuladora
que eres. Cuando llegue el momento, vivirás en mi casa
conmigo, para que pueda vigilarte en todo momento.—
Mi enojo se elevó a una furia ardiente y pesada. Dio
otro paso adelante. — Y cuando me invites a tu cama.—
habló bajo, —Iré a ti.—

Mi corazón empezó a latir más rápido.


La furia se convirtió en una furia blanca y abrasadora.
No. Nada de esto funcionaba para mí.
— No somos normales Ling , y estoy harto de intentar
ser algo que no soy; Así que decidí dejar de luchar
contra la oscuridad dentro de mí y abrazarla en su
lugar. — Y sonrió tan viciosamente que vi a mi padre en
esa sonrisa hueca. — Es bastante liberador. Puedo ver
por qué tú vives de la forma en que lo haces. Creo que
descubrirás que soy un rey medio decente. Y en
privado...—

Otro paso más cerca. — Puedes ser mi reina.—


Mis entrañas se retorcieron dolorosamente y cuando bajé
los ojos, mi hermano confundió mi posición con una de
sumisión.

Escuché que su voz estaba llena de orgullo mientras se


acercaba a mi para tomar mi mejilla cálidamente. — Mi
preciosa muñequita.—

Éramos de la realeza por derecho propio, pero yo tenía


algo que mi hermano nunca tendría, tenacidad. Era algo
con lo que o nacías o no nacías. No se podía enseñar.
Por suerte para mí, yo tenía la mierda a montones.
Desempeñando el papel que él claramente quería que yo
desempeñara, me levanté lentamente para alisar su
solapa y mantuve los ojos bajos, mientras preguntaba en
voz baja: — ¿ Vienes a la cama conmigo...? —
Van me envolvió con sus brazos, descansando sus manos
justo debajo de la parte baja de mi espalda.

— ¿Me quieres, Ling? —

¿Quería yo a su alteza?

No. — Sí — murmuré en voz baja, y cuando nos movía


hacia la cama, con una tranquilidad que raramente
sentía fluir a través de mí, irradiando calor en una
situación fría que no terminaría bien. sin importar
cómo se desarrollara.

A un lado de la cama, le metí una mano por el pecho


hasta el estómago, y la bajé hasta que mis dedos
descansaban justo debajo del ombligo. — Acuéstate.—
Cuando sus ojos se fijaron en mí, hizo lo que le pedí y
cuando me subí encima de él, puse mis manos en su pecho
y me senté sobre su estómago. Me acerqué, hasta que mi
frente se encontró con la suya y pude sentir su corazón
latiendo en su pecho. Estaba emocionado por esto,
nuestra vergüenza, su corazón llamó al mío; latía para
mí y sólo para mí, deslicé mis manos bajo la almohada,
presionando de una manera puramente sexual.
Los ojos de mi hermano se llenaron de placer y yo
sonreí tímidamente a cambio. —¿Estás seguro de que
quieres esto? Soy una mujer peligrosa, Van.— Mi voz se
volvió entrecortada — Una vez que me tengas, nunca
volverás a ser el mismo.—

La suave sonrisa de Van me hizo doler el estómago y


cuando pronunció un áspero — Te amo,— me di cuenta de
que lo hacía.

Van pensó que Los Dragones prosperarían bajo un rey,


pero no le gustó lo que Los Dragones estaban haciendo.
Sé que pensó que estaba haciendo lo que era mejor, pero
estaba tomando decisiones terribles y lamentablemente,
no lo soportaría.

— ¿Crees que los Dragones necesitan un rey, hermano


mío?— Le pregunté dulcemente, besando a lo largo de su
mandíbula.

—Sí,— gruñó mientras le pasaba la lengua por la


barbilla.

¿Quería a mi hermano?

Quería muchas cosas.

Quería que me entendiera.

Quería que se diera cuenta de su error.


Y sobre todo, lo quería muerto.

Besándole la mejilla, hablé en contra de su piel áspera


de rastrojos — Hermano mío, tú que eres tan bello...—
— has sido el sol en mi oscuridad. Me has levantado
cada vez que me he caído, gracias por eso. Pero
necesito que me escuches ahora y que me escuches bien.—
Me moví entonces, mis labios a un pelo de distancia de
los suyos, miré a Van a los ojos y le susurré con
maldad: — Yo soy el maldito rey.—

En un movimiento que no vio venir, sus ojos se abrieron


de par en par mientras me sentaba, levantaba el
cuchillo de caza de debajo de mi almohada, por encima
de mi cabeza y cuando lo llevé a su pecho; Sus ojos se
abrieron de par en par y mis labios se rizaron. El
sonido de sorpresa que hizo cuando la hoja de siete
pulgadas entró en su cuerpo era música para mis oídos.
Lo bajé mecánicamente una y otra vez y cada vez que el
cuchillo se deslizaba sobre él, se le escapaba un duro
gruñido de la boca, calor mojado salpicando mi cara,
sobre mis ojos, pero no me atreví a cerrarlos.
Necesitaba ver el momento exacto en que la luz se
desvaneció de sus ojos.

Conté cada golpe.

Mi mano firme se detuvo sólo cuando llegué a los


sesenta y tres y el pecho de Van se veía como carne
picada.

Mis cobertores blancos ahora de color rojo, me senté y


fruncí mis labios, mirando hacia abajo a mi hermano,
jadeando ligeramente. Respiraba y tosía, mientras su
cuerpo temblaba, tomé el cuchillo de caza y lentamente
lamí la hoja. Al hacer esto, nuestros ojos se
encontraron.

La expresión que usaba era una mezcla igual de shock y


dolor y no me importaba.
Un polvo sólido. — Lo siento Van, pero supongo que mi
respuesta a todo lo que acabas de ofrecer es...— Me
detuve un segundo, mi cara se oscureció y hablé
lentamente, — No.—

Abrió la boca e intentó hablar, pero todo lo que salió


fue un asqueroso sonido de gorgoteo.
Debería haberle cortado la garganta, pero no quise.
Quería mirar.

— Esto podría haber sido diferente. Lo sabes, ¿verdad?—


Cuando no contestó, porque no pudo, tomé su cabeza en
mis manos y la moví en un lento asentir con la cabeza.
— Así es, no quería hacer esto.— Tome sus mejillas y él
jadeó mientras movía la cabeza, de lado a lado. — Pero
nuestras visiones chocaron y uno de nosotros necesitaba
irse. Y seguro que no iba a ser yo, Van. Sabes que soy
demasiado egoísta para compartir lo que es mío.— Sus
fuertes sibilancias se debilitaron. —¿Esto de aquí?
Esto es lo que me convierte en un buen líder. Nadie
está a salvo, Van, nadie. Supongo que lo que estoy
tratando de decir es...— Lo sostuve rápido mientras
tomaba un corto y tartamudéate aliento. La exhalación
nunca llegó y cuando dejé caer su cabeza, parpadeé ante
mis manos manchadas de sangre. — Larga vida al rey.—
El silencio comenzó a girar en mi contra a medida que
mis acciones jugaban en mi mente al repetirse. Y por
alguna razón desconocida, sentada sobre el cadáver de
mi hermano, no pude encontrar la voluntad para
cuidarlo.
Este era mi castillo, sí, pero nunca volvería a
gobernar. Cuando se descubriera lo que sucedió aquí, mi
vida estaba perdida. Luka Pavlovic me pondría una bala
entre los ojos.

Porque eso es lo que se les hace a los animales


enfermos.
Pensé en qué hacer ahora, pero sólo me quedaba una
opción.
Si, iba a salir, iba a salir con una explosión. Y
cuando finalmente detone la bomba, la explosión se
sentiría por todas partes. Sacudiría todas las malditas
ventanas de esta ciudad de mierda.
Una sonrisa manchada de sangre se extendió por mis
labios mientras me deslizaba de la cama y salía de la
habitación, descalza y pintada de rojo.
Sí. Me sentirían, me aseguraría de ello.

Boom, perras.
Capítulo 37

Lexi

— ¿Ni una palabra? —


Me sirvió mi café, mirando hacia abajo en la taza negro
y oro, mis labios presionados en una delgada línea.
— No.— Cuando mis ojos se encontraron con los de Luka,
me encogí de hombros y forcé una sonrisa que sabía que
no llegaba a mis ojos. Mi respuesta fue apática. —
Nunca ha sido de los que llaman para reportarse.— Con
mi tono de semi-ansiedad, Luka sonrió cariñosamente.
— No, no lo ha sido. —

En los últimos días, Luka Pavlovic y yo nos habíamos


conocido y como el día, se formó un entendimiento
tácito. Una tolerancia mutua, es más ya no me trató
como una carga y ya no le di el descaro de un niña
hormonal de trece años.

A diferencia de Twitch, Luka era en realidad una


especie de conversador, y cuanto más hablaba, más me
gustaba el hombre.

Y en nuestro odio compartido hacia una mujer muy


imprudente, éramos perfectamente compatibles.
Después de todo, Luka tenía mucho que perder en esta
situación. Aunque no me pareció bien que perdiera su
posición tanto como perdería mi vida, el reinado de
Luka era importante para él, tanto como lo es mi vida
para mí.

Cada vez que pensaba en lo que Ling era capaz de hacer,


me imaginaba a mi hijo creciendo sin su madre, sin su
padre. Y eso me asustó muchísimo. Había mucho por lo
que quería estar, A.J. me necesitaba aquí. No estaba
lista para conocer al creador, todavía, tampoco Twitch.
Así que le di tiempo porque la verdad es que era todo
lo que tenía en esté momento.

Mientras me sentaba a su lado en la mesa, me pasé una


mano por el pelo con un suspiro y me di vuelta, con mi
cara cansada ante él. — ¿Qué hay en Cuba? — Luka bajó
la mirada, pasando un dedo por encima la mesa, y
entrecerré los ojos en él. — ¿Te parece que estoy
corriendo, Pav?— Él me miró a los ojos. — No, estoy
aquí y si supieras la mitad de la mierda que ese hombre
me ha puesto, hasta tú me dirías que me largara de
aquí.— Mis ojos se suavizaron.
— Pero estoy aquí, estoy esperando. Sólo quiero que
vuelva a casa —
— Lo hará,— dijo inmediatamente, antes de añadir: —
Sólo hay una cosa en Cuba, Alexa, y por tu bien, espero
que Twitch no sea tan estúpido como para traer esa
mierda aquí, porque...—
Me lanzó una mirada de inconfundible desagrado. — No
estaré contento.—

La forma en que me miraba hizo que mi corazón


tartamudeara.
— ¿Y si no vuelve?— Susurré y mis ojos se posaron en
mis manos, se quedaron completamente inmóviles mientras
yo enfatizaba en voz baja.

Y por primera vez desde que lo conocí, Luka Pavlovic


parecía inseguro de sí mismo.
— Podrías quedarte aquí, conmigo.— Realmente era un
hombre dulce una vez que ves más allá de la intensidad
que llevaba como una gran armadura. Y cuando abrí la
boca para hablar, añadió sin dudar — Pero él va a
volver.—

Luka parecía tan seguro. Ojalá yo sintiera lo mismo.


— ¿Cómo lo sabes?— La desaparición de Twitch vino en
oleadas y hoy me estaba ahogando.

Habló bajo y sonrió con una amplia sonrisa que estaba


segura de que tendría bragas derritiéndose por todo el
mundo. — Porque volverá por ti.—

Tristemente, sólo la sonrisa de un hombre me afectaba,


era torcida y con la boca llena y lo hacía parecer un
niño travieso y me encantaba.

Puse los ojos en blanco, pero lo suavicé con una risa.


— Asesino de mujeres.—
— Absuelto,— dijo en voz baja y mientras se alejaba,
guiñó un ojo y no estaba segura de si estaba bromeando
o no.

No debería haberme reído como lo hice antes,


definitivamente no.
Mi piel picaba casi dolorosamente mientras la piel de
gallina me seguía en los brazos, comenzando desde mi
hombro y bajando hasta la muñeca. Mi frente se arrugó
cansadamente y cuando la ligera brisa me golpeé el
brazo, fruncí el ceño mientras dormía y me acurrucé en
las sábanas.
Sólo que no había ninguna.
El marco de la cama de madera crujió y mis ojos se
abrieron, parpadeando rápidamente en la oscuridad y
mientras se adaptaban, mi corazón se estremeció.

— Ángel.—
El susurro suave como whisky era un bálsamo en mi alma,
me senté y me abalancé sobre él, abrazándolo con una
exhalación fuerte. Me permitió sostenerlo, firmemente,
metiendo su cabeza en mi pecho mientras me arrodillaba
a su lado en el colchón. Presioné besos firmes a su
cabeza una y otra vez y cuando puso sus labios en el
valle entre mis pechos, mis pezones se tensaron con un
deseo que no podía ser negado. Sin decir una sola
palabra, tomé el dobladillo de mi camisón y lo saqué
sobre mi cabeza, dejándome con nada más que un par de
pequeñas bragas de seda. Mi voz llena de emoción.

—Bésame.—

Al oír la necesidad en mi voz, hizo lo que se le


ordenó. En el momento en que sus labios tocaron los
míos, me perdí, gimiendo en su boca, mis manos
encontraron su cinturón y lo tiré desesperadamente,
logrando aflojarlo antes de reventarlo, metiendo la
mano en sus vaqueros y tomando su dura longitud en mis
manos, apretando con fuerza.

La boca de Twitch se volvió laxa al soltar un gemido


bajo.

Lo necesitaba dentro de mí. Ahora mismo.

En la oscuridad de la noche, le dije en un susurro:


— Por favor, nene.—

El pequeño tropiezo de su aliento me dijo que no estaba


sola en mi necesidad.
Rápido como un rayo, nos dio la vuelta y mientras se
erguía sobre mí, de un tirón rígido tenía a mis bragas
bajando por mis piernas. Cuando mis manos encontraron
la parte inferior de su camiseta, murmuró en voz baja,
—Déjalo.— La insistencia en su tono hizo que mi corazón
llorara. Arrodillado entre mis piernas, sostenía su
polla con una mano y luego se bajaba, deslizándose
dentro de mí con una aspereza que me obligó a dar un
pequeño gemido.

Y Twitch me dio lo que deseaba.

Completamente vestido, me cogió fuerte, me cogió


rápido, y por primera vez en años, me jodió misionero,
su boca buscando desesperadamente la mía. Pero
necesitaba sentir más de él. Mis manos se movían
temblorosamente, levantando su camiseta para sentir su
pecho duro sobre mis pechos antes de envolver mis
piernas alrededor de sus caderas y encontrarme con él,
empuje a empuje.

Era urgente. Fue apresurado.


Y más que nada, fue completamente embriagador.

Juntos, éramos la perfección.

No podrías vencer esto.

Un gruñido le pasó por los labios y murmuró con


fuerza:— Te extrañé.—

Cuando se me acercó sin piedad, exhalé: — Te amo,— y


cuando lo dije, se calmó completamente, escudriñando mi
cara en la oscuridad, alcanzando amorosamente mi
mejilla antes de inclinarse capturando mi boca en un
beso firme que hablaba versos poéticos enteros mientras
que todo lo que podía manejar eran líneas vacías.
En la cúspide de la liberación, levanté mis caderas con
un gemido bajo y él tomó la indirecta, tirando hacia
atrás, empujando todo el camino hacia mí. Mi núcleo se
apretó fuertemente y Twitch jadeó en mi boca mientras
mantenía mi cara cerca, sacando a relucir los últimos
seis días de ansiedad de mí. El cuerpo apretado, me
hundí de nuevo en el colchón, los labios abiertos,
esperando que el tren me golpeara y cuando lo hizo,
temblé. Me estremecí como si me hubiera electrocutado
duro y rápido. Se tragó mi gemido con un beso que me
hizo moretones, y cuando se calmó, mirándome a los
ojos, sentí el latido de su polla. Y mientras se
derramaba dentro de mí, todo estaba bien en mi mundo.

Por el momento.

Los sonidos de nuestro fuerte jadeo llamaron al


silencio y Twitch puso su boca en mi cuello,
mordiéndome suavemente. Sonriendo suavemente, le rodeé
la cabeza con mis brazos, atesorando la sensación de su
boca en mí. Sus mordeduras punzantes se abrieron camino
desde mi cuello a mi clavícula a mi hombro y cuando sus
dientes se pinzaron sobre mi piel, mi núcleo se apretó
alrededor de su polla todavía dura, amorosamente, como
el más dulce de los besos.

Dios. Le he echado de menos.

Era curioso cómo se podía extrañar desesperadamente la


intimidad con la persona que se amaba, te das cuenta de
que el sexo no es lo que te perdiste después de todo.
Él mantuvo su boca sobre mi piel durante mucho tiempo y
cuando finalmente levantó la cabeza, sostuve su mirada,
deslizando mis dedos desde su sien hasta su rasposa
mandíbula. — Estás de vuelta.— cuando su frente se
arrugó, supe que Twitch había oído todo lo que dije.
Incluso las partes que traté de ocultar. — No me gusta
la sorpresa en tu tono, nena.—
Bueno, ¿qué esperaba?
Alisé su frente con suaves dedos e ignoré su
declaración. — ¿Encontraste lo que que estabas
buscando? —

— Sí, y Pav no está contento,— murmuró y sonaba tan


cansado que mis brazos se apretaron a su alrededor,
ofreciéndole todo el consuelo que podían. — Así que nos
vamos a ir a primera hora.—

Estaba de vuelta.

Él regresó.

Secretamente me alegre, bajé su cabeza y presioné mi


boca contra su frente con mis cálidos e hinchados
labios. — Está bien, cariño.—

Aunque me sentí aliviada de que hubiera vuelto, algo


dentro de mí se negó a soltarlo y no importaba cómo nos
reorganizáramos, mis brazos permanecían apretados
alrededor de mí hombre.

Por suerte para mí a Twitch no pareció importarle.


Mis ojos se abrieron de par en par ante las tres
personas que se enfrentaban con Luka Pavlovic, y cuando
Luka nos vio a Twitch y a mí acercándonos cerró los
ojos, agitando lentamente la cabeza.

— Te quiero fuera,— murmuró.

—Pav.— Twitch levantó las manos en un gesto de


aplacamiento. —Hablemos.—

Una mujer sonrió y se dejó caer en el sofá. — Sí,


Luka.— Ella lo miró de arriba a abajo. —Hablemos.—
"Hablar" sonaba muy parecido a "follar" saliendo de sus
labios.

— Yo cerraría la boca si fuera tú, Fernanda,— gruñó Pav


entre apretados dientes.

Y cuando la segunda mujer perdió la capacidad de


contener su risa, Luka parecía enojado.
— No me hagas ir allí, Luna.—
Fue entonces cuando me di cuenta de que las mujeres
eran gemelas.

Fernanda tenía el pelo oscuro largo y ondulado en la


espalda, mientras que Luna tenía el pelo corto y
ondulado en los costados y más largo en la parte
delantera, de estilo desordenado. Fernanda usaba jeans
ajustados y una pequeña camiseta que mostraba su
estómago. Luna llevaba pantalones holgados y un top
suelto con un sujetador deportivo debajo.
Fernanda se veía muy femenina, mientras que Luna
llevaba un ojo morado. La sombra se difuminó alrededor
de sus ojos con una actitud que decía "acércate con
precaución", pero sus cuerpos altos y delgados eran los
mismos, y sus caras idénticas.

Fernanda se mojó los labios seductoramente. — Parece


que me extrañaste, Pav.— Entonces ella guiñó el ojo y
cuando me volví para mirar a Luka, parecía que quería
tomar unos pasos y estrangular a la mujer. — Pero,—
suspiró ella,— eso es lo que obtienes por
desterrarnos.— Sus labios hicieron un puchero: — Me
disparaste en el corazón, bebé.— De repente, su rostro
cambió y murmuró sombríamente: — ¿Qué tal si te
devuelvo el favor? —

— Jesucristo.— Twitch exhaló un aliento irritado.


— Tienes ganas de morir, Fern.—
Cuando Luka sacó su arma y la apuntó, la expresión que
llevaba Fernanda era una de pura victoria. Y supo
inmediatamente que había revelado demasiado en sus
acciones.

Oh, sí. Mis ojos muy abiertos se posaron en la forma en


que Fernanda miraba a la Sensación Croata.
Definitivamente habían sido algo en algún momento.

— Yo no me provocaría, Papi.— Fern estaba sentada


erguida, una leve sonrisa de satisfacción tirando de la
esquina de su boca. — Soy una mujer.— Sus ojos se
entrecerraron en Luka antes de recostarse en el sofá,
descansando sus brazos sobre la parte de atrás. — Pero
he estado lavando manchas de sangre de mi ropa desde
que era una adolescente.—

Mis cejas arqueadas.

Oh, vaya.

Era difícil no ser afectada por la mujer. Me gustaba su


descaro. Podría definitivamente aprender una o dos
cosas de ella.
El hombre detrás de las dos mujeres habló y nunca había
oído nada como su rica voz de grava.

—Suficiente.—

Me recordó al sexo.

Sí. Eso fue todo.

Era puro sexo sin adulterar. Lo sentí por todas partes.


Y me molestó lo suficiente como para alejarme un paso
de él.
— Nadie pidió tu mierda Thiago.— Escupió Luka con
maldad. — Si te necesitara para mediar te lo pediría,
joder— Luego pasó una mano por su cansada cara. — Ya es
suficientemente malo que tenga a los Vega en mi maldita
casa. No quiero oírte, tío. Has sido advertido.—

El hombre, Thiago, era alto y construido como un tanque


de guerra ruso. Con un pecho ancho, grueso cuello y un
ceño fruncido sin rival, era todo músculo. Su cabello
oscuro era corto y rastrojo forraba su afilada
mandíbula. Su fuerte mentón, pómulos altos y piel
bronceada me recordaba a una figura de G.I. Joe. Sólo
que G.I. Joe parecía una niñita comparado con este
demonio de hombre.

Cuando me pilló mirándole con el ceño fruncido, me miró


con esa mirada no impresionada y no, no me gustó. Pero
en vez de tener miedo, me sorprendí a mí misma al estar
completamente irritada y cuando pronuncié la frase
perfectamente tranquila, — Si no dejas de mirarme así,
perderás un ojo,— nadie estaba más asombrada que yo. Lo
que era aún asombroso, es que lo dije en serio.

Sentí que Twitch se movía hacia mí, y una completa y


total adulación fluía a través de mí. Con ese pequeño
gesto, lo dijo todo.

Él me cubría las espaldas, por siempre y para siempre.

Thiago sostuvo mi mirada un largo momento antes de que


sus labios se movieran y su cara se suavizara,
marginalmente. Cuando habló con Twitch, todo lo que
dijo fue: — ¿Es tuya? —

Y Twitch respondió: — Lleva mi anillo.—


Los labios de Thiago se adelgazaron y murmuró un
tranquilo y agravado
— Maravilloso.—

¿Qué les pasaba a estos hombres?

Afortunadamente, la conversación se detuvo cuando Molly


entró en la habitación sosteniendo la mano de A.J.,
pero cuando sus ojos se posaron en los tres vagabundos,
ella tiró de mi hijo hacia atrás, manteniéndolo alejado
del peligro, la Santísima Trinidad claramente emanó.
Desafortunadamente, el pequeño monstruo ya había visto
a su padre.

Sus suaves ojos marrones se abrieron de par en par,


mientras gritaba: — ¡Papá!
Con una fuerza que no era natural que tuviera un niño
de cinco años, se soltó de la mano de Molly y empezó a
correr. En el momento en que llegó a Twitch, saltó y
papá oso lo atrapó en el aire, sosteniéndolo cerca
mientras A.J. lo abrazaba alrededor del cuello tan
fuerte que podía estrangularlo.

— Ahí estás.— Twitch sonrió en el pelo de nuestro hijo,


besándole la cabeza y luego balanceándolo, de lado a
lado, dándole palmaditas en la espalda. — ¿Cómo estás,
amigo?—

A.J. lo sostuvo fuerte. — Te fuiste por siempre,—


murmuró tristemente el pequeño gremlin y mi corazón
dolía.

Pero a Twitch no le importaba que lo estuviera


ahogando, quería que su hijo estuviera cerca. Había una
capa de grosor que forraba su tono.

—Aw,— murmuró Fernanda, mirando fijamente a Luna.


Luna puso una mano en su corazón y su boca se abrió
antes de dejar salir un incrédulo, — Twitch.— Sus ojos
se posaron en nuestro pequeño y ella parpadeó. — Eres
padre.— Ella sonaba absolutamente aturdida y ese tipo
de shock normalmente sólo venía de personas con la que
estabas familiarizada.

Como en, muy familiarizada.

¿Quiénes eran estas personas?

— ¿Entonces no hay posibilidad de robarte a la chica? —


Mi cabeza se giró hacia Thiago y mientras lo miré
fijamente, guiñó el ojo antes de que apareciera una
lenta sonrisa.

Twitch no se veía divertido y aunque dijo: — Puedes


intentarlo, Tee.— Lo que oí fue: "Te mataría lentamente
y me bañaría en tu sangre"

Sintiendo que estaba a punto de explotar, me moví,


presionándome en su lado libre y él puso su brazo
alrededor de mi cintura casi reflexivamente. Su estado
de ánimo no mejoró cuando Luka decidió intervenir.
— Tienes que tomar un número como el resto de nosotros,
cabrón,— añadió a hurtadillas. — Yo estaba aquí
primero.—

Oh, Dios mío.

Mi estómago se apretó.
La mejilla de Twitch se movió mientras miraba
lentamente a su amigo. — Has sido bueno conmigo Pav,
así que voy a fingir que no he oído eso.—

Luka se encogió de hombros, pareciendo completamente


indiferente. — Dije lo que dije.—

La mandíbula de Fernanda se apretó y bajó la mirada


para ocultar su dolor. Y lo sentí por ella entonces. Lo
que sea que hubiera hecho, le había hecho daño a Pav.
Eso estaba claro. Y ahora, Pav quería hacerle daño.

El brazo a mi alrededor se apretó. Mostrando mi lealtad


sin reservas, me volví, inclinándome para presionar mis
labios contra su cuello sobre la cicatriz arrugada que
había tenido hace seis años y cuando sentí que sus
músculos se aflojaban bajo mi boca, empecé a relajarme
lo suficiente como para alejarme.

Los ojos de Twitch se entrecerraron en su amigo. Su voz


apenas era más que un susurro.
— Tienes suerte que tengo a mi hijo en brazos.—
Estos hombres estaban cansados y mientras cerraba los
ojos, me acerqué para pellizcar el puente de mi nariz.

— ¿Podemos no hacer esto, por favor?— Poco a poco, abrí


los ojos y miré por toda la habitación. Un suspiro de
cansancio me dejó. — Odio decir esto, pero — Mi mirada
de disculpa se posó en Luka. —Necesitamos su ayuda.— Y
cuando mi mirada cansada encontró a mi hijo, toque su
pelo suave antes de volver a la habitación. — Tenemos
un problema que atender.—
Un problema con los labios de color rojo cereza y una
puta actitud.
Capítulo 38

Lexi

El silencio era espeso y aunque normalmente apreciaba


un momento de silencio, este silencio era diferente.
Estaba pegajoso y asfixiante. Y mientras volvíamos a
casa por deseo de Luka, mi cuerpo entero palpitaba de
hiperconciencia. Porque estábamos siendo cazados como
presas.

Nos estaban cazando y el rey se negó a ayudarnos.

La parte lógica de mí entendió por qué Luka rechazó


nuestra petición de ayuda. La parte maternal de mí
sabía que nunca le perdonaría sus acciones.

— Nadie más puede ayudarnos.— Le dirigí mi mirada


suplicante y cuando él miró sabía que no haría nada.
Eso, por supuesto, no me detuvo, de intentarlo.
— Luka.— Di un paso adelante antes de mirar a mi hijo
dormido en el sofá. Haría cualquier cosa por ese chico.
Lo había hecho. Y seguiría haciéndolo. — Por favor.—

Apelé al lado más suave que rara vez mostraba. El lado


que tuve la suerte de encontrar en mi tiempo a solas
con él. — Ayúdanos.—

Pero cuando él respondió tan insensiblemente como lo


hizo, Luka Pavlovic estaba muerto para mí. — ¿Qué
quieres de mí, mujer?— Se volvió para mirar a la
familia Vega que acechaba en la esquina de la
habitación. Los miró a los tres de manera
significativa. — Me parece que tienes toda la ayuda que
necesitas.—

Rápidamente me di cuenta de su problema y wow, no podía


creerlo.

Mi suave mirada se encendió en una furia ardiente.


— ¿Estás amargado? ¿Eso es lo que es esto?— Mis ojos se
ampliaron en comprensión. —¿No nos ayudarás porque
estás amargado?— me gire para enfrentar a Fernanda.

—¿No ayudará a proteger a mi hijo por tu culpa?—

— Nena.— Twitch me puso una mano en el hombro, pero me


encogí de hombros, exigiendo una respuesta.

La fría mirada de Fernanda aterrizó en Luka con la


fuerza de un hacha atravesando suaves ciprés. — No te
estreses, Gatita.— Parecía disgustada con el hombre al
que una vez llamó rey.
—¿No ves lo tembloroso que está? Eso debería decirte
todo lo que necesitas saber.— Su confianza era
inquebrantable.

— Somos todo lo que necesitas.—

Así que mientras volvíamos a casa con los Vega


siguiéndonos, probablemente debería haberme sentido más
a gusto. Pero todo esto se sentía mal, no podía poner
el dedo en ello, pero algo estaba mal.

Twitch se detuvo en la entrada y los Vega se


estacionaron detrás de nosotros. En cuestión de
segundos, Molly llegó en Big Red y Tama salió del coche
con ella. Ni siquiera me di cuenta de Julius y Ana
hasta que salí del coche. Happy fue el último en llegar
y vino solo.

Mis ojos se deslizaron hacia Twitch. — ¿Reunión


familiar?— Tomando la mano de A.J. en la suya, se
detuvo a mirarme cuidadosamente. — Reunión familiar.—

Con un largo suspiro, abrí la puerta principal y justo


antes de entrar, Thiago se puso delante de mí. Fruncí
el ceño. — ¿Qué estás haciendo? —

Thiago Vega miró a mi dormido hijo un largo momento y


cuando respondió, mi intestino se apretó.
— Buscando serpientes.— Entró solo.

Me dolía el estómago de repente, violentamente y sentí


la sangre abandonar mi cara.

Nunca se me ocurrió que Ling podría tener las pelotas


para estar sentada, esperándonos en nuestra propia
casa. Y cuanto más lo pensaba, más llegué a la
conclusión que no había reglas para Ling Nguyen. Era
una paradoja, quería gobernar, pero odiaba el sistema y
las políticas que venían con eso.

No. Ling no siguió las reglas.

Caminó por la línea deslizando un pie a cada lado de


esa línea cada vez que le quedaba bien. Por lo que
deduje, no era la gran líder que creía que sería.
Gobernado puramente por miedo, no por respeto. Era sólo
cuestión de tiempo antes de que los Dragones se
volvieran contra ella. Lamentablemente, no podía
esperar tanto.

— ¿Qué tan malo es? — vino de detrás de nosotros y


cuando me di la vuelta, Zep estaba de pie, allí, con
las manos en los bolsillos y mirando a su hermano.
— Bastante malo, como para que te quiera en mi casa
escuchando,— dijo Twitch con fuerza.

Zep asintió lentamente y su cara parecía tan apretada


como la respuesta de Twitch. Evander cruzó la calle,
moviéndose para unirse a sus cuñados.

Momentos después, Thiago regresó, moviendo la barbilla


hacia la casa.

Los cuerpos de nosotros caminaba dentro en completo


silencio mientras Twitch conducía a la mayoría fuera de
la casa, al porche trasero. Molly tomó a A.J. de la
mano, el bostezó abiertamente y se frotó los ojos
mientras ella lo guio a su habitación y lo llevó a la
cama.

Nadie habló hasta que ella regresó y cuando Tama el fue


primero, no me esperaba lo que él tenía que decir.

Se aclaró la garganta, ganando atención y cuando


levantó su teléfono celular movió su cabeza y dijo,
— Amoho llamó. No es bueno.— Parecía asustado, e
incluso yo sabía que para que alguien como este enorme
guerrero maorí, mirara de la manera que lo hizo la
noticia de hecho no era buena.— Van Nguyen fue
descubierto en la cama de su hermana.—

Mi cara se arrugó.

Ew. Qué asco.

Cuando nadie intentó hablar, Tama clarificó: — Fue


apuñalado tantas veces que su pecho se derrumbó.—
Espera. — ¿Está muerto?—

Parpadee hacia el sin esperar que esa historia tomara


el giro que tomo.

Tama asintió. — Y Ling ha desaparecido.— Se enfrentó a


Julius.— Amoho la perdió de vista en algún lugar de la
autopista hace unos veinte minutos— Sus labios se
adelgazaron. — Está bastante seguro que ella sabía que
la estaban siguiendo.— Julius siseó en un suspiro entre
los dientes y la tensión que llevaba era evidente.

— Bueno, joder.— Ana metió la mano en la de Julius e


intercambiaron una mirada aprensiva, que hizo que me
doliera el estómago.
—Hay más,— continuó Tama. —Parece que los Dragones
querían un cambio de poder.— Él puso una cara de
conocimiento. — Por lo que sabemos, la Reina Dragón se
ha vuelto fugitiva —
¿Se ha vuelto fugitiva?
Mi estómago se retorció dolorosamente y tragué con
fuerza, sentándome en la silla más cercana a mí.
Mi voz era débil. — Bueno, eso no suena muy bien.—
— No.— Estuvo de acuerdo Evander. — No lo es.—

— ¿Adónde se dirigía? ¿En qué dirección?— Preguntó


Twitch y yo sabía lo que estaba preguntando en
realidad.

¿Ling venía hacia aquí?

Oh, Señor.

Aguanté la respiración.

Pero Tama agitó la cabeza. — Lo último que supimos es


que se dirigía al norte.—

Norte. Lejos de aquí. Hacia el rey.

Gracias a Dios. Y aunque lo odiaba ahora mismo, me


tragué mi orgullo, y dejé salir un suave e irritado.
— Alguien debería avisar a Luka.—

Cuando todos me miraban como si estuviera loca, me


encogí de hombros y dije: —Jesús, chicos, estoy
enojada, pero no lo quiero muerto y definitivamente no
tienen que rebajarse a su nivel.— Mis ojos se posaron
en mi hermoso hombre melancólico. —Haz la llamada.—

Pero Twitch agitó la cabeza. — Si quieres llamar,


llama. No voy a desperdiciar ni un maldito aliento. No
sobre él.—

— Sí, que lo jodan,— murmuró Luna.

Fernanda murmuró en voz baja: — Ya lo hice.—

Luna sonrió. — ¿Cómo estuvo?—

Fernanda suspiró con tristeza, una pequeña sonrisa


adornando sus labios llenos. — Fenomenal.—

Ese era el punto en el que Thiago estaba harto. Se puso


una gran mano en la frente y pronunció en voz baja,
— Jesucristo.—

Fernanda se rió a carcajadas mientras Luna se inclinaba


y susurraba: — Ella ama torturar a nuestro hermano.
— Me di cuenta de eso.
— Twitch, — le suplique en voz baja. Pero simplemente
agitó la cabeza. No iba a ceder en lo que se refiere a
esto.

Culo testarudo.

Extendí mi mano con una mirada. —Dame el maldito


teléfono.—

—Lo llamaré.— Volviéndome hacia Happy, le di una mirada


agradecida. — Gracias.—
Aunque Luka nos hubiera abandonado, no tendría su
muerte colgando sobre mi cabeza, como la espada de
Damocles.

Twitch se veía muy enojado, llamando a Happy mientras


entraba a la casa.

— Asegúrate de que sepa por qué llamas. Dile que la


mujer a la que acaba de negar su ayuda sigue vigilando
su jodida espalda.— Cerró los ojos y dijo: — Hijo de
puta.—

La tensión era lo suficientemente gruesa como para


cortarla. Sorprendentemente, fue Fernanda que habló en
nombre de Luka. — No es su culpa, tenernos aquí hace
que las cosas sean difíciles para él. Nos desterró con
razón.— De hecho, parecía triste. — Por eso nos fuimos
de buena gana, estar de vuelta en su dominio en contra
de su veredicto.... plantea preguntas sobre su
autoridad.— Ella hizo una cara. — O la falta de ella.—

Fue la forma en que habló susurrante, suave y


totalmente desanimada lo que me hizo preguntar.

—¿Qué hiciste?—

Su cara se volvió inexpresiva un segundo antes de pegar


una astuta sonrisa.

— Esa es una historia para otro día.—


Muy bien, entonces.

No es asunto mío.

Lo tengo.

—¿Tenemos un plan?— Le pregunté a la multitud. Nadie


respondió. Me volví hacia Twitch y dije en voz baja:
— Tenemos que tener un plan, cariño.—
Un plan era bueno. Un plan significaba que estábamos
tratando de mantener el control en una situación en la
que no teníamos ninguna.

Twitch no me quitó los ojos de encima. —Pasaremos


desapercibidos los próximos días. Mantén a A.J. en
casa...— Moviendo la cabeza, le dije: —Ya le he
impedido ir a la escuela todo el tiempo que estuvimos
con Luka, si hay más tiempo libre ellos van a hacer
preguntas.

Molly frunció sus generosos labios. — Estoy con Lexi.


Tener a A.J. en la escuela significa que el objetivo de
Ling se estrecha en ustedes dos y odio decirlo, pero mi
trabajo es proteger al pequeño niño, no a sus padres.—

Me dolía lo despiadadas que eran sus palabras, pero


tenía razón. — La escuela es probablemente el lugar más
seguro para él.—

Luna asintió con la cabeza. — Ella tiene razón. Con


Molly y el niño fuera de la foto, podemos enfocarnos en
ustedes dos.— Pude ver que Twitch se estaba
derrumbando. Habló con Molly. —Quédate con él. Todos
los malditos días ¿Me oyes? —

— Te escucho.— Respondió con seriedad y sabía que Molly


haría lo que fuera necesario para proteger a mi hijo,
incluso tirarse delante de una masa de balas.
Julius sacó una silla y se sentó, tirando de Ana sobre
su regazo. — Ni siquiera sabemos a quién busca.—

Twitch respondió positivamente: — Ella me quiere a mí.—


Sus ojos se encapucharon más de lo normal mientras
corría una mano a través de su pelo y habló bajo. —
Siempre he sido yo.—
Un momento de silencio pasó entre todos nosotros y tuve
la sensación de que todos estábamos pensando lo mismo.

Él tenía razón.

Siempre había sido Twitch.

—¿Estás haciendo las maletas?— Thiago le preguntó.

— Siempre, hermano.—

— ¿Y tú?,— me preguntó. — ¿Sabes cómo usar un arma? —


En el mismo momento en que le respondí: — Sí,— Twitch
dijo: — No,— y cuando oyó mi respuesta, sus cejas
fruncieron el ceño mientras pestañaba con perplejidad.
Mis cejas arqueadas.
Hablé con Thiago pero mantuve la mirada fija en Twitch.
—Sí, sé cómo usar un arma.— Pasó un momento y luego le
ofrecí: — ¿Crees que Julius Carter vivió en mi casa
seis meses, pasando por lo que él pasó y no me enseñó a
proteger a mi hijo?—

En ese momento, la cara de Tony se suavizó. —Tienes un


arma en la casa.— Una declaración.

—Sí, la tengo.—

—Y nunca me lo dijiste.—

—No, no lo hice.— Parecía que todos teníamos secretos.


Mantuvo su voz ligera. —¿Alguna vez planeaste usar esa
arma conmigo? —

— De vez en cuando.— Maldita sea, si no ha habido un


par de veces, en que lo pensé.
Sus ojos sonreían y los míos le devolvían la sonrisa.
En respuesta a mi engaño, todo lo que pronunció fue un
suave sonido, — Sólida.—

Mierda. Yo amaba a este hombre.

Y cuando Zep habló, sus palabras fueron dirigidas sólo


a Luna. — Estas viniendo conmigo.— La frente de Luna se
entretejió. — De ninguna manera.— Fue su respuesta,
pero sonó como si ella dijera, — tú estas loco.—

Zep la miró de arriba a abajo como si fuera un


bocadillo de proporciones épicas y él estuviera
hambriento. Su labio se movió. — Te quiero en mi
equipo, Lulu.—

¿Lulu?

Espera. ¿Se conocían?

De repente, me di cuenta. Todo tenía sentido. Zep sabía


que Twitch estaba en Cuba.
¿Cómo? Porque probablemente él lo sugirió. Y ahora que
he mirado más a fondo cómo estaba Zep viendo a Luna, vi
más de lo que quería.

A Zep le gustaba.

Luna le parpadeó. — Igual que todos los demás,—


respondió ella, riéndose entre dientes.
No sonaba para nada divertida. Thiago, cansado de los
aparentes pretendientes de sus hermanas, dijo: — Mis
hermanas se quedan conmigo, Falco, las dos.
— Terminó diciendo: —No estamos aquí por ti.— Y maldita
sea, si no sonaba como un amenaza. Pero, de nuevo,
cualquier cosa que saliera de la boca de Thiago Vega
sonaba como una amenaza.

—¿Cómo vamos a hacer esto?— Preguntó Happy, apoyándose


en la pared.

Molly dijo: — Dormiré en la habitación de A.J. hasta


nuevo aviso— Ella miró a Luna y Fernanda. —Ustedes
tomen mi cama.—
Asintieron de acuerdo.

—Thiago, toma el sofá,— sugirió Twitch.

— No sé abre,— dije, mis ojos flotando sobre su


monstruosa forma y luego añadiendo un. — Lo siento.—
— Todos los demás...— Twitch se encogió de hombros. —
No lo sé, vayan a casa, supongo.—

Era la primera vez que oía a Twitch sonar inseguro de


sí mismo y eso asustó la siempre amorosa mierda fuera
de mi.

Cuando todos se fueron y estábamos solos en la cama,


nos abrazamos con fuerza y no recuerdo haberme dormido,
sólo haberme despertado.
Y cuando finalmente desperté, estaba sola en una cama
fría.
Capítulo 39

Twitch

—¿Qué haces aquí?— preguntó en voz baja.


Contemplando hacer alguna estupidez para mantenerte a
salvo.

— Nada.—

Pero ella me conocía, esta mujer, me conocía lo


suficientemente bien como para saber que cuando me
metía en mi cabeza, era algo peligroso.

Y sus susurrantes palabras me dijeron lo bien que


conocía a la persona que yo era. — Basta.—
Cuando ella dio los pocos pasos y se arrodilló a mi
lado, levanté mi cansada mirada hacia ella y esos
grandes ojos azules que amaba brillaban con
preocupación. Se sentó sobre sus talones y estiró una
mano para tocarme, pero se detuvo a medio camino,
metiendo su mano extendida en un puño. Ella no habló
por un rato, pero cuando lo hizo las palabras eran
firmes. — Lo que sea que estés pensando.... sólo para.—

¿Cómo podría hacerlo?

Me consumía la mente, consumía mis pensamientos. Me


consumió entero.

No estábamos tratando con cualquiera aquí. Le había


enseñado a Ling y le había enseñado bien.
Esto no iba a terminar hasta que uno de nosotros
estuviera en un ataúd, ahora no tenía nada para vivir.
Estaba jodiendo con una persona que no tenía nada más
que perder.

Eso la convirtió en una adversaria peligrosa

—Ya he hablado con Ling antes de muchos salientes.—


Miré hacia el patio.
—Tal vez pueda convencerla de que no lo haga.—
Desafortunadamente, no me lo creí.
Tampoco Lexi.
Y cuando me miraba de la forma en que lo hacía ahora,
preocupada y tensa, sentí la necesidad de ser sincero
con ella, aunque probablemente no debería haberlo
hecho. Pero lo dije en serio cuando dije que no más
secretos entre nosotros. — Ella no tiene una debilidad,
nena.— Sin vacilación. —Claro que la tiene, todos la
tenemos.—
—Ella es más serpiente que persona, Lex.—
Mi postura rígida, añadí un irritado. — Llena de un
veneno que yo puse allí. Ling es un monstruo de mi
propia creación. Ella es apenas humana, y yo nutrí el
lado animal de ella, lo alimenté y lo vi crecer e hice
esa mierda felizmente, porque, en ese momento, podría
usar esa parte de ella. Y lo que pasa como resultado de
esto ...— sople un respiro. — Es mi culpa.—

Mi mujer lo dijo, sin trabas. — Sé que estás


preocupado. Yo también estoy preocupada, pero no lo
necesitas porque yo te protegeré.— Las palabras eran
susurrantes.

Se me escapó un pequeño resoplido y cuando me volví


hacia mi esposa, capté su expresión y mi sonrisa se
desvaneció.

Ella hablaba en serio.

Serio de muerte.

Con mi expresión de cara de piedra, pronuncié una frase


dura, — Crees que pasé seis jodidos años fuera de casa,
lejos de ti para que vayas y arriesgues tu vida por mí?
— Agité la cabeza lentamente. Necesitaba que prestara
atención a mis duras palabras. — No está pasando.—

Vi el momento exacto en que me atrapó. Su cara se cayó


y sus bonitos labios rosados se separaron ligeramente
al tragar con fuerza. El término de ternura tembló. —Te
amo.—

— No hagas eso.— Chasqueé mi lengua con molestia, mi


espina dorsal endureciéndose.

—¿Qué?—

—No...— Me dolió decirlo, mi voz se calló, —No digas


adiós, ahora no.— Una sólida pausa. — Todavía no.—
Sí, Ling estaba dejando un rastro de cuerpos detrás de
ella, pero mientras mi mujer se movía lentamente,
descansando su frente sobre mi hombro, su grueso
cabello castaño colgando en olas mientras abrazaba mi
brazo apretándolo como si ya estuviera muerto, decidí
que no sería uno de ellos.

***
Molly

Fue una estupidez decirle — No te estreses,— a alguien


que estaba muy estresado.
— No dejaré que le pase nada.—

Lexi sonrió cansada mientras mantenía la vista en el


pequeño monstruo comiendo tostadas en el comedor, con
un montón de asesinos a sueldo. — Sé que lo harás.— Su
certeza en mí me elevó a un poder superior, me hizo
subir de nivel.

Así que cuando llegó el momento de partir, tomé a mi


amiguito de la mano y lo llevé al coche con una
confianza que me superó. Saludamos desde la entrada y
me fui, por la calle, mirándolo por el espejo
retrovisor. — Hola, amigo— comencé, — sabes que la casa
está un poco llena en estos días, pero pronto, todo
volverá a la normalidad, ¿de acuerdo?—

A.J. me examinó con sabiduría más allá de sus años.


— ¿Cuando la dama mala se haya ido? —
Este niño. Jesús. La intensidad que irradiaba era
completamente antinatural para un chico de su edad,
pero viniendo de él, era de esperar.

— Cuando la dama mala se haya ido,— aclaré.


Seguimos conduciendo y justo antes de llegar a la
escuela, su vocecita sonó. — ¿Molly?—, — Ese es mi
nombre, no lo desgastes.— Le guiñé el ojo en el espejo
y luego sonreí, tratando de calmar la tensión que
irradiaba de él.

Sus suaves ojos marrones se abrieron de par en par y


señaló hacia el camino con una expresión de terror
puro. —¡Cuidado!.—

No vi al Mercedes Compresor negro saltarse la señal de


stop, pero cuando frené y giré el volante para evitar
la inminente colisión, mi cabeza palpitó y apreté los
dientes mientras la parte delantera de Big Red
chirriaba hasta detenerse en el sendero sin ser
golpeado. Una nube de humo cubría el coche y el olor a
goma quemada tenía mi nariz arrugada. Se me salió el
corazón del pecho. — Dios mío,— jadeaba mientras me
temblaban las manos.

— ¿Molly?,— dijo en voz baja la vocecita asustada.


Sin dudarlo un instante, tragué con fuerza y saqué el
teléfono, golpeando el botón de pánico que Happy había
instalado en él, luego me quité el cinturón de
seguridad y me arrodillé en el asiento delantero para
mirar a mi pequeño monstruo. Sus gritos silenciosos
hicieron que me doliera el pecho. — ¿Estás bien amigo?—
Le eché un vistazo, no parecía herido, sólo sacudido y
cuando asintió como el soldado de caballería que yo
conocía que era,
mi cuerpo se desplomó y suspiré aliviada. — Oh, amigo,
lo siento mucho.—

Desde el exterior del coche vino una mujer alarmada,


— Oh, Dios, ¿estás bien? Vi todo. ¿Necesitas ayuda?—

— No.— Alcancé a A.J. y él puso su temblorosa mano en


la mía. Lo apreté con fuerza, gracias a Dios que las
cosas no eran peores de lo que eran. — Estamos bien.—
—¿Estás segura?—

De repente, la preocupación de la voz de la mujer


desapareció y fue reemplazada por la amenaza y mi
corazón tartamudeaba. Me volví lentamente y en el
momento en que la vi, mis entrañas se arrugaron.

Oh, joder, Molly. ¿Qué es lo que has hecho?

Ling parpadeó hacia mí a través de la ventana abierta y


su frente bajó. — No te ves bien.—

— Retrocede,— gruñí a través de los dientes apretados


mientras me golpeaba fuerte.

Nunca fue tras Twitch.

Quería a A.J.

— Estás herida.— Insistió Ling mientras abría la puerta


del pasajero. Todo sucedió rápidamente y no tuve tiempo
de reaccionar. Un segundo, estaba consciente y al
siguiente momento no lo estaba, luché contra ello,
Dios. Luché muy duro, pero mientras ella continuaba con
la pistola paralizante, perdí la batalla.
Y cuando la oscuridad se apoderó de mí, la oí decir:
—¿Ves? No estás nada bien.—

***
Ling

Regocijándome por dentro, vi cómo el cuerpo de la joven


mujer temblaba con la fuerza de cincuenta mil voltios.
Observé con alegría como sus ojos giraban en la parte
posterior de su cabeza y ella temblaba como si
estuviera siendo electrocutada porque, bueno, lo
estaba. Le sostuve la pistola paralizante en el
estómago y fui glorificada en la forma en que se
estremecía espasmódicamente. Cuando empezó a hacer
espuma en la boca, me detuve, a regañadientes. No
quería matarla. Sólo quería que sufriera.
Y sufriría cuando ella se despertara y viera que su
pupilo le había sido arrebatado de la seguridad de su
ala de acero.

Molly sufriría.

Todos ellos sufrirían.

Tenía planes para este niño, este hermoso niño cuyos


padres eran un par de malditos imbéciles, egoístas,
egocéntricos.

Mi sonrisa estaba oculta bajo mi expresión de cara de


piedra y aunque no revelé lo que sentía, tan duramente
que quise levantar mi cabeza hacia el cielo y reírme
hasta la mañana.

Oh, sí.

Les haría daño de la manera más cruel.

—¡Ayuda!— Grité lo más fuerte que pude, atrayendo la


atención de la calle.

Mis ojos se abrieron de par en par, me bajé del auto y


corrí hacia las pocas personas que rodeaban la calle.

—¡Que alguien me ayude!— Le puse las manos encima a un


hombre, le agarré la camisa con fuerza.

— Conozco a esta mujer. Llama a una ambulancia!—


El hombre ya tenía su teléfono fuera, marcando y yo
internamente sonreí pero volví corriendo al coche, y
llamé a la ventana. — ¿Molly? ¿Puedes oírme, Molly?—
jadeando en voz alta y luego titubee: — Vas a estar
bien.— Forzando lágrimas a mis ojos, hice temblar mis
labios, mientras gritaba a nadie en particular

—¡Que alguien ayude a mi amiga!—

Una pequeña multitud se había reunido alrededor del


coche y cuando abrí la puerta trasera, alcancé al niño
que había amado antes de que existiera. Con el corazón
lleno, murmuré: — Ven a mi A.J.—
Pero él sólo se sentó allí, mirándome con los ojos muy
abiertos. Estaba aterrorizado, y no me gustó eso. No,
en absoluto.

- Conozco a tus padres, cariño-, le dije. - Ven


conmigo. Te llevaré a casa-.
Cuando sus ojos se posaron en la parte posterior de la
cabeza de su niñera se volvió hacia mí y dijo.
— ¿Está bien Molly? —

¿A quién le importa un carajo? — Sí, dulce muchacho.


Ella va a estar bien. Sólo se desmayó, eso es todo.—
Dudó, mirando mi mano.

Ven a mí.

— Ven aquí.— Mi voz era baja, autoritaria y cuando lo


vi retroceder, en el asiento, lejos de mí, me regañé
internamente. — ¿No quieres irte a casa con tu mamá,
Alexa? ¿Y tu papá también? —

Ven a mí, mi bebé.

El niño asintió lentamente, con cautela y yo sonreí


suavemente. — Ven conmigo, cariño.— Puso su mano en la
mía y mis entrañas se desenrollaron. No sabía que
estaba sosteniendo mi aliento hasta que solté el
tembloroso exhalar.

Él había venido.

Había venido a mí voluntariamente.

Me dolía el alma.

¿Qué tan mala persona podría ser si esta dulce alma


venía a mí libremente, con entusiasmo?
Este niño sería mi redención. Era mi oportunidad de una
vida mejor.
Con tono susurrante, dije: — Te llevaré a casa.—

Cuando me permitió que lo sacara del coche, lo levanté


en mis brazos, y mientras lo acomodaba sobre mi cadera,
mis labios comenzaron a temblar mientras lo envolvía
con mis brazos y lo sostenía, cerca de mí.
La sensación.... oh, Dios.

El latido de mi corazón se ralentizó en ese momento.


La sensación de abrazar a tu hijo por primera vez fue
increíble.

—Oh, mierda,— susurré mientras presionaba mis labios


contra su cabeza. Por primera vez en mi vida, sentí que
mi corazón podría explotar de plenitud. Mis ojos se
cerraron ante la pura fuerza de la emoción que sentí en
ese momento. Era difícil respirar más allá del nudo de
mi garganta.

Sosteniendo a mi hijo cerca, pasé entre la multitud y


cuando me notaron, un hombre me llamó
—¡Oye! ¿Adónde lo llevas?—

No me molesté en responder.

Una madre no defendió cómo protegía a su hijo y cómo lo


protegía a él, de sus propios padres.

Caminé la corta distancia hasta mi Mercedes Compresor


negro y puse a mi hombrecito dentro del asiento
trasero, abrochándole el cinturón antes de correr una
mano suave y cariñosa por el costado de la cálida cara.
Deslizándome en el asiento del conductor y luego
encendiendo la ignición, conduje y conduje no estaba
segura de cuánto tiempo pasó antes de que el triste
niño en el asiento trasero dijera algo inestable.
— Quiero a mi mamá.—
— Cariño.— Mi frente se arrugó mientras miraba por el
espejo retrovisor. — No estés triste.— Mantuve mis ojos
sonrientes sobre él mientras revelaba mi pequeño
secreto.
— Ahora soy tu mamá.—

***

Twitch

Mi teléfono sonó en mi bolsillo y lo saqué, dejando mi


taza de café.

Miré hacia abajo a la pantalla antes de contestar.


—¿Qué pasa?—

—Molly encendió la señal de socorro,— dijo Happy.


Estaba en el altavoz de un coche. Estaba conduciendo y
cuando oí los coches tocando la bocina a su alrededor,
sabía que estaba conduciendo rápido.

Sin perder ni un segundo, salí corriendo por la puerta


principal y hablé por teléfono.
—¿Dónde?—
—La calle antes de la escuela.—
Ya estaba en mi coche y al girar el encendido, vi a
Lexi salir corriendo de la casa, descalza, con los ojos
muy abiertos. No tuve tiempo de parar. Salí del camino
de entrada tan rápido que los neumáticos giraron.
El pecho me latía mientras conducía hacia la escuela.
Y por primera vez en mi vida, le recé a un Dios, en el
que no creía, que esto fuera sólo una advertencia.
Llegué a una escena de caos.
El coche de Molly estaba humeando desde debajo del
capó, las puertas estaban abiertas y no podía ver a
nadie dentro. El coche estaba parado en la acera, un
largo camino de marcas de derrape que conducían a donde
había llegado para detenerse. Happy estaba hablando con
un paramédico y cuando se dobló, con la cabeza en las
manos, me detuve en el medio.

Mi corazón dejó de latir.

La pesadez de mi pecho me agobiaba. No podía moverme.


Happy se enderezó, me vio y empezó a caminar, pero yo
retrocedí, me alejé de él. Siguió viniendo y en el
momento en que llegó a mí, me puso las manos encima de
los hombros.

Me encogí de hombros. — ¿Dónde está?—


— Molly está en mal estado. Apenas respira, la están
llevando a...—
En ese momento, no me importaba una mierda Molly.
—¿Dónde está?—

— El hospital.— De repente, furioso, mis ojos se


abrieron de par en par, mientras yo decía: —¿Dónde
está?—

Happy paso su lengua a lo largo de su labio inferior y


puso sus manos sobre sus caderas.
— Ella los sacó de la carretera, dijo un testigo. Salió
del coche e hizo un buen trabajo convenciendo a la
multitud de que era una amiga.— Me miró con sentido. —
Eso le facilito acercarse.—

Mis ojos brillaron. Empujando contra su pecho, le


agarré la camisa y me enrosqué el labio, dejando salir
un ominoso, — Juro por Dios, hermano....—

Happy no se estremeció al decir las palabras que tenían


mi cabeza explosionando. Lo dijo silenciosamente,
miserablemente. — Se ha ido, Twitch.— Le empujé a los
hombros y lo vi, tropezar. — Ella se lo llevó.—

Mierda.

Me dio vueltas la cabeza.

Mierda.

Se me rompió el corazón.

No. No. No, no, no, no.

Esto no estaba pasando.


Vagando sin rumbo, puse mis manos en la parte superior
de mi cabeza y parpadeé a la nada.
Quería culpar a Ling, pero la verdad hizo que mi pecho
se derrumbara.

Esto fue mi culpa.

***

Lexi

El sonido del coche al llegar me hizo salir a su


encuentro, con la garganta apretada. Cuándo Twitch
salió del coche, sus ojos desanimados, evitando mi
mirada, mi respiración se tornó superficial.

Fue entonces cuando lo vi.

La mochila de la escuela colgando de su mano.

Los coches de la policía se detuvieron frente a la casa


y mientras parpadeaba sin concentrarme, toda mi vida,
mi mundo se desmoronó. Agité la cabeza y miré a Twitch,
totalmente aturdida. Cuando él finalmente me miró a los
ojos, la emoción cruda que vi detrás de esos ojos
marrones y blandos me hizo poner una mano a mi
garganta, diciendo, — No.—
Un hombre se adelantó y le oí hablar, pero nada de eso
se metió en mi cabeza.

— Sra. Ballentine, mi nombre es Gabriel Blanco. Soy de


la Policía Federal Australiana.— Se tomó su tiempo,
hablando bajo y calmado. —¿Podemos entrar?—

Me volví lentamente hacia Twitch. Mi visión se nubló


con lágrimas sin derramar. Mi voz era un pequeño
susurro. —¿Dónde está mi hijo?—

Twitch se adelantó sosteniendo la pequeña mochila azul


en sus manos, colgaba como un mal presagio. Habló en
voz baja: — Nos equivocamos.— A regañadientes, enmendó
sus declaración. — Estaba equivocado.— Su vacilación lo
dijo todo. — Ella no estaba detrás de mí.—

— Oh,— mientras mi garganta se cerraba y la primera de


mis lágrimas calientes bajaba por mis mejillas. Caí de
rodillas, sin pestañear y solté un silencioso — Ya
veo.—

Estábamos equivocados.
Dios mío, no.

Mi corazón comenzó a acelerarse y mi respiración se


convirtió en un fuerte jadeo a medida que la gravedad
de esta situación me golpeaba.

Estábamos tan equivocados.

La Reina Dragón tenía a mi hijo.

***
Ling

Estaba llorando.
Oh, Dios, lloró y parecía que nunca iba a parar. Se
prolongó durante tanto tiempo que me preguntaba si
alguna vez se secaría. No había forma de que un niño
tan pequeño como él tuviera almacenado tanto fluido,
que las lágrimas que lloraba nunca terminaban.

Lloró en el coche.

Lloró en el apartamento.

Lloró mientras lo bañaba, mientras lo vestía, mientras


lo abrazaba, lo mecía y amaba.
él.

Lloró.

Y me dolió mucho.

Se me escapó un pequeño suspiro.

Así que esto era la maternidad.

Lo observé desde lejos y cuando finalmente lloró hasta


dormirse, dejé que se durmiera.
Exhale una respiración superficial y temblorosa,
acercándome a hurtadillas, me coloqué suavemente en la
parte superior de los cobertores a su lado.
Pasando mi mano por su pelo, lo vi dormir un poco antes
de sucumbir al peso de mis párpados a la deriva.
Mañana sería un mejor día.

Mierda.

Tenía que serlo.


CAPÍTULO 40

Ling

Él dormía profundamente, o como podía bajo las


circunstancias estresantes a las que yo lo había
sometido, y yo no podía estar más orgullosa. A pesar
que sus cejas estaban torcidas, él lucía angelical.
Sonreí suavemente a este fuerte niño y me pregunté
cuánto tiempo le tomaría finalmente suavizarse conmigo.
No estaba segura, podrían ser días, meses o años, no
importaba. Cuando él viera que mis intenciones no eran
hacerle daño, el sucumbiría ante mí.

Él tendría que hacerlo.

No tenía necesidad de él de otra manera.

— Buenos días cariño,— dije suavemente hacia su cama.


Su pequeño cuerpo se puso rígido y mi sonrisa creció.
Él estaba un poquito cansado.
Cuando abrió sus párpados y vió hacia mí con sus ojos
vidriosos, estuvo un largo rato mirándome fijamente
antes de ver alrededor de la habitación. Yo vi el
momento exacto cuando se dió cuenta que lo que pasó el
día anterior no había sido un sueño, sus labios se
abrieron y su dulce rostro se transformó. Yo hice un
sonido con la lengua y me senté en el borde de su cama.
— No llores cariño, ven aquí. —
Abrí mis brazos, pero él no vino, sonriendo bajé mis
brazos.— De acuerdo, no eres un abrazador lo entiendo,
está bien —
Ahí abrió su boca y suavemente preguntó. — Dónde está
mi mamá? —

Mmmmm. Dilemas.

Aparentemente el pequeño estaba reacio a dejar ir a la


puta de su madre. Está bien yo podía arreglar eso.
Haría cualquier cosa por lograr mi meta. Humedecí mis
labios antes de decirle

— Tu mamá y tu papá te dieron como regalo para mí.—


Arrugó su frente y su medidor de mierda se disparó.
— No, ellos no lo hicieron.—
De acuerdo él era más inteligente de lo que yo
esperaba.

Mis ojos se entrecerraron por su insubordinación.


— Si lo hicieron —
— ¡¡NO!! —

El se sentó en la cama y me miró a los ojos con la


mirada que solo había visto en su padre, de pura e
incomparable ira. — Eres una mentirosa.—
Mis labios se abrieron haciendo una mueca. —¿Es eso
cierto? — me incliné hacia él y le dije suavemente.
— Entonces porqué no han venido a buscarte.—

Era una pregunta que él no podía contestar, la manera


en que su cara estaba sin emociones me decía que él se
estaba preguntando lo mismo. Lo que dijo después hizo
que mi columna vertebral se pusiera rígida.
— Eres la mujer mala.—
Era una mierdecilla con pelotas.
Malditamente me encantó
Esperaba que fuera más como Lexi, ya que ella lo crió,
pero la verdad es que era exactamente como Twitch,
podría usar eso, manipularlo, transformarlo en él
heredero que yo merecía.

— Yo no soy una mujer mala.—


Mentí suavemente tratando de tocarlo pero él se movió
lejos de mi alcance mirándome como si yo fuera un perro
callejero con pulgas.
Perfecto.
Está pequeña criatura iba a ser definitivamente una
espina en mi costado. Una molesta picazón que no
podías alcanzar para rascarte.
Abrí mi boca en un pequeño suspiro. Así sería. Así iba
a llamarlo.
Mi Hijo.

— Picazón — dije en el silencio de la habitación.


— Mi Pequeño Picazón.—
Un homenaje a su padre.
Si, sonreí maternalmente hacia él pequeño niño que
lucía como queriendo ahogarme.
Era extraño, ya lo amaba, él era todo lo que yo
esperaba y más. Su actitud, su resistencia, era todo lo
que necesitaba para hacerlo mi sucesor.
Mirándolo cariñosamente hacia abajo, mi corazón se
llenó de emoción, comprendí que él era perfecto,
maravillosamente perfecto.

Si
Lo Amaba
Y no iba a dejarlo ir

***
TWITCH

El sueño nunca llego esa noche y cuando amaneció mis


ojos se posaron en la mujer sentada en el borde de la
cama en pijama mirando fijamente la pared.
Me mataba verla así.
Pensaba en que si ella estaba así cuando me marché, y
en un nuevo nivel la culpa me llenó al ver a esta
bella mujer luciendo devastada y sombría cuando su amor
era tan profundo.
No me gustaba eso y mi único pensamiento era arreglarlo
y arreglarlo rápido.
Mi teléfono sonó al mismo tiempo que él timbre de la
casa, me levanté de la cama, sosteniendo el teléfono en
mis manos, pasé al lado de mi mujer y puse una mano en
su hombro .
Su falta de respuesta puso un disparo en mi corazón.
Contesté mi teléfono en él segundo que di un paso fuera
del cuarto. — Diga —
— Maldición, Twitch. Maldición Yo ...— Él se detuvo un
momento. — Yo no sé qué decir, dime que puedo hacer y
yo lo haré.

El timbre de la casa sonó por segunda vez, llegué hacia


la puerta abriéndola mientras el agente Gabriel blanco
estaba parado afuera con un café en la mano, no me
molesté en ser sutil y con un movimiento de cabeza,
recibió el mensaje y entró, mientras yo le respondía al
jefe del FBI. — Aprecio tu ayuda pero..— se lo dije de
la manera que era. — Tú no puedes ayudarme hombre.—
El tiempo que estuve trabajando con este hombre fue
corto, pero en ese tiempo llegamos a conocernos
mutuamente y Black podía leer entre líneas.
— Escúchame, No hagas ninguna estupidez.

Apreté mi teléfono más fuerte y dije — Que no haga


ninguna estupidez? ¿Ese es tu consejo ?— Mi furia
creció. — Esa maldita perra psicópata se llevó a mi
hijo en mis malditas narices, porque el carro fue
sacado del maldito camino, y tu quieres que esté
tranquilo Black?— Me importó una mierda que Blanco
estuviera en mi casa oyendo, y le dije.
— En el segundo que ponga mis manos sobre ella, será
comida de perro Black.— Hablé bajo, mi voz tembló de
ira. — Créeme que voy a hacer que eso pase con mis
propias manos en cuanto tenga la oportunidad y
malditamente espero hacerlo, porque nada me haría más
feliz que destrozar miembro por miembro a esa víbora de
labios rojos, y cuando haya terminado con ella,
necesitarán registros dentales para reconocerla.—
Mi mano tembló. — Voy a cortar su maldita cabeza y
beber de su hermoso cráneo pequeño.
— Twitch — Me advirtió Ethan Black.
— Tengo mierda que hacer.— Colgué el teléfono y miré a
Gabe Blanco. — Tú no escuchaste nada, entendido?—
Odiaba admitirlo, pero blanco era un tipo decente.
Levantó su café y dijo — Que dijiste? disculpa, no
pude escucharte porque estaba bebiendo este delicioso
café.-

Malditamente sabía que así sería.-

— Alguna novedad?

—Recibimos una pista anónima anoche para revisar un


almacén hacia el sur. Me levanté, pero él siguió.—
algunos de mis muchachos fueron allá y efectivamente
ella dejó su carro ahí, pero no había señales de ella o
de tu hijo, lo siento.

Me quede pensando. — Dónde dijiste que estaba el


almacén?—

Casi al borde y listo por ahogar a la perra. Nos


detuvimos en frente de la casa mientras Gabe se sentaba
en el carro.

Moviendo su cabeza hacia Gabe, Tama dijo. — Este es el


policía? —
— Si, y se quedará justo aquí.— Miré de nuevo al carro
y le dije —¿Obtuviste la grabación?—
— Amoho la está revisando en este momento.—

Sin decir una palabra regresó dentro de la casa y


entendí que me estaba invitando a entrar en ella y lo
seguí, pero cuando cerró la puerta tras de mí, mis
ojos vieron a una pequeña mujer en el pasillo y mis
pasos vacilaron.
El cuerpo de Molly se congeló al verme, ella sostuvo la
mirada hacia mi por unos segundos antes de bajar la
cabeza y cojeando hacia el cuarto cerró la puerta. Tama
estaba parado observando, mirando a Molly, mirándome a
mí.

Nos dirigió hacia él cuarto contrario, y caminando


junto a él, mantuve los ojos en la puerta en la que
Molly había desaparecido.
- Ella salió del hospital antes que cualquiera de
nosotros tuviera la oportunidad de saber de ella. Su
hermana Lenka llegó a casa recogiendo las cosas de
Molly, guardándolas en el maletero de su auto y eso fue
todo.-

Molly estaba fuera.


Fuera de nuestra casa, fuera de nuestra vista, fuera de
nuestra mente.
Solo fuera.
No esperaba eso de ella, su actitud de trasero cobarde,
ella no era así.

—¿Como está ella?— pregunté suavemente.


Tama me miró por un largo rato antes de contestar,
—¿Cómo crees que está?- Me sostuvo la mirada.
— No te importa mucho, pero ella amaba a tu hijo y juró
protegerlo hasta la muerte y ahora...— se dio la vuelta
y cerró la puerta.
— Ella desearía estar muerta.—

La culpa era una perra necesitada. La culpa necesitaba


ser escuchada, lo sabía, lo sentía, era dura. Y sí, al
comienzo culpé a Molly por lo que pasó, pero la verdad
era que Molly no tenía nada que hacer con Ling, y
enfrentarlas a ambas hubiera sido una pelea inútil.
Ling siempre ganaría no importaban las circunstancias.

La culpa era mía, y la tenía alrededor de mi cuello


ahorcándome.

- Encontré algo,- dijo el gran hombre Maori indicando


hacia el computador. Miró hacia la pantalla.
— Si, es ella.—

Caminé un par de pasos hacia el computador y miré la


grabación. Ling salió del mercedes, se movió a la
puerta del pasajero y la abrió. Le tomó un tiempo a mi
hijo salir del carro, pero cuando lo hizo, un suspiro
de alivio me llenó.
Observe a Ling y la manera que tomaba la mano de mi
hijo.
Era rara la manera en que ella estaba actuando.
Cuando AJ se negó a sostener su mano, mi corazón se
cayó.

— Jesús amigo, no le des razones para hacerte daño.—

Ling se arrodillo, habló con él un segundo, después


abrazó a mi hijo, abrazándolo fuerte como si tuviera
algún derecho.
La indignación era dura de respirar. Mi mujer estaba en
casa hecha un desastre y Ling estaba tomando el cariño
que estaba destinado para Lexy.

Maldita perra.

Iba a destruirla, oh si, la iba a matar con mis propias


manos.
— Era una camioneta blanca o plateada,— dijo Amoho,
mirando como Ling conducía lejos con mi hijo.
— No puedo distinguirla completamente pero creo que
tenemos una parte de la placa.—
Este hombre era un genio de los computadores.
Sintiendo una ráfaga de cariño por él, toqué su hombro
y le apreté duro.
— Hazlo,— y suspiré profundo.
Tama se quedó ahí, imponiendo su cuerpo como una
maldita estatua Tiki, con su cara y labios tensos.
— Quiero ayudar a traer a tu hijo de vuelta.—

Él lo decía en serio, no porque estuviera con Molly, si


no porque sabía que si no encontrábamos a mi hijo
pronto, alguien de mi equipo tendría que identificar su
cadáver, porque incluso psicópatas como nosotros no
aceptábamos la violencia hacia los niños.

— Lo agradezco— dije mirando a Amaho. — Voy a necesitar


una copia de la grabación.—
Amaho movió su silla y me tiró un pequeño USB, lo
alcancé fácilmente mientras él habló.— Si encontramos
algo nuevo, te llamaremos.—
Antes de poder salir de la casa, Tama me detuvo — Mira,
acerca de Molly.—

Lo interrumpí y le dije — Lo que ella está haciendo, no


está ayudando.— Mis palabras fueron duras pero dije
suavemente, — dile que una vez me dijo que haría
cualquier cosa por proteger a mi hijo y me estoy
aferrando a eso, porque ahora mismo él necesita toda la
ayuda que pueda recibir.— Luego me fuí.

***

LEXY

Nunca pensé que tan cruel podía ser la mente.


Ahora por ejemplo.
En contra de todos mis deseos, me preguntaba cuál sería
el último pensamiento de mi hijo antes que Ling lo
matara.

Recordaría él cuando nos quedábamos hasta tarde viendo


películas, riendo cuando trataba de agarrar las
palomitas que yo le tiraba a la boca? O sería él
recuerdo de lo mala madre que fuí cuando me rogaba que
le creyera que su padre había regresado?
No estaba llorando, pero las lágrimas seguían cayendo
por mis mejillas hasta mi cuello.
Mi mente estaba atascada en la oscuridad.
Solo esperaba que cuando el momento llegara, ella lo
hiciera rápido.
Encogí mis cejas, escuchando mis pensamientos.
¿Qué diablos estaba haciendo? Absolutamente nada.
Sentada aquí, sintiendo pena por mi misma; mientras
Ling estaba haciendo quizás que cosas a mi hijo. Yo
estaba horrorizada.
En qué clase de madre eso me convertía.
La clase de madre que no merecía a su hijo.
Sintiendo una nueva energía que venía de mi
sufrimiento, me cambié de ropa fuí a mi mesita de
noche, encontré en mi cajón la cajita de metal
escondida debajo, introduje el código, abrí y saqué mi
Glock calibre 22 que Juluis me había dado para mi
protección. Estaba cargada y lista. Antes de salir del
cuarto, me miré en el espejo.
Mi cara se veía miserable, tenía horribles ojeras, mis
labios estaban pálidos y secos, y un constante ceño
fruncido.
Era un absoluto desastre.
Pero no tenía tiempo para la lástima.
Tomé mi cartera, y Luna me miró por encima de su
computador cuando salí del cuarto. Debió ver mi mirada
de acero porque lentamente se paró y me dijo: — ¿Dónde
vas Lexy?—

No le mentí. — Voy a ver a Pav.—

Luna levantó su mano con un gesto para detenerme. — No


es necesario, Fern y Thiago están ahí negociando su
ayuda, ellos regresarán pronto y estoy segura que
tendremos un ejercito a tu disposición.— Se detuvo un
momento mirando de arriba hacia abajo. — Yo sé que esto
es difícil para tí pero estamos haciendo todo lo
posible para traer a tu hijo de vuelta, traerlo sano y
salvo.

No quería actuar de la manera que lo hice, pero, solo


se me escapó.
— No te ofendas Luna, pero tú no puedes imaginar...—
mi voz se quebró
— Lo que se siente,— mis labios temblaron.
— Necesito hacer algo, no sentarme aquí como una
damisela débil y esperar que alguien me rescate de esta
situación. — Sollocé y volví a llorar.
— Me voy.—
Me sorprendió cuando se sentó otra vez, y manteniendo
los ojos en mí dijo: — Está bien.—

¿Espera, era eso un truco?


— Está bien,— dije, tomando mi cartera, gire para irme.
Antes de abrir la puerta la miré y le dije: — Ven
conmigo.—
Su cara se suavizó mientras se levantó y me dijo: — Si
tú quieres.—
Si lo quería, porque estaba furiosa con Luka Pavlovic
y no confiaba estando sola con él si su respuesta iba a
ser negativa otra vez.

Sorprendentemente Luka me dejó entrar a su casa sin


discutir, lo que pasara cuando abriera la puerta era
su responsabilidad.
Saqué mi pistola y apunté directamente a su pecho.

— Lexy,— dijo Luna


Pav no lucía sorprendido y con un tono cansado dijo:
— Qué estás haciendo Alexa? —
Para que viera mi determinación apunté el arma lejos de
él y disparé.

Bang.

Ninguno de los dos se movió, pero el sonido fué


desafiante.

Thiago y Fern, corrieron hacia nosotros apuntando con


las armas pero cuando me vieron volvieron a bajarlas,
Thiago dió un paso hacia mí y dijo: — Alexa, no lo
hagas— Mi nariz se abrió y tomé una profunda
respiración, lo miré por un segundo, y volví a mirar a
Luka — Tú vas a ayudarme a encontrar a mi hijo, Luka.—

Di un paso hacia él y puse el cañón de la pistola en su


pecho. El puso sus manos en alto lentamente y dio un
paso atrás. Con cada paso que avancé, él retrocedía un
paso más adentro de la casa, mientras yo le decía de
manera mordaz. — Eres un cobarde.— Y por primera vez en
mi vida, yo no lo soy. Di otro paso y uno más. — Ya no
estoy asustada, estoy enojada.— Mi visión se hizo
borrosa por las lágrimas de furia.
— Porque la reina en tus dominios decidió que me odiaba
lo suficiente para llevarse a mi hijo, y eso es tu
culpa.— Lo miré con odio. — Su alteza.—

Ignorando todos los signos de peligro, avance aún más


cerca de él. Mi voz tembló.
— Te rogué por ayuda.— Mis labios temblaron.— Rogué y
te negaste. Cada segundo que él no está, es un segundo
que no volverá, y no estoy preparada para perder más de
lo que ya he perdido.—
Di un pequeño paso lejos de él, levanté mis brazos y
apunté a su cabeza. — No te estoy preguntando, Ahora te
lo estoy exigiendo.— Mis brazos comenzaron a temblar.
— Vas a ayudarme.—

Luka Pavlovic me miró profundamente a los ojos y


suavemente dijo. — Baja el arma pequeña.—
La mano que sostenía el arma tembló tanto como mi voz.
— No, no hasta que me digas que vas a ayudarme.— Tensé
mi mandíbula y mi voz se hizo débil. — Necesito de tu
ayuda.—
En ese momento Fern habló. — Lexi por favor baja el
arma, se detuvo por un momento antes de decirme. — Él
cree saber dónde está ella.— Y con eso, me giré hacia
ella — ¿Que?—

Luka vió la oportunidad que le dí, levantando mi brazo,


quitando el arma fuera de mi alcance, acercándose a mi
tembloroso cuerpo. Con mis pestañas mojadas miré hacia
arriba y entre mis lágrimas, él me sorprendió con una
leve sonrisa. A una persona que acababa de amenazar al
Rey en su propio reino.

— Tú crees que dejaría que algo malo le pasara a ese


pequeño niño?—

Se me hacía difícil respirar.


— Ese niño estuvo una semana en mi casa, comió en mi
mesa, me llamó tío.—

Mi cuerpo se desplomó en el mismo momento en que mi


respiración se atascó. Luka corrió una mano por mi
mejilla suavemente y movió su cabeza.

— Yo protejo a mi familia Alexa, y quiera o no


quiera, tú eres familia.—
Mi alma dolió por la fuerza del alivio que sentía en
ese momento, mientras Luka llamaba a Twitch, Fern me
llevó al sofá y me sentó, me quedé encerrada en mi
cabeza, en completo silencio.

Por que no tenia nada más que decir.


Capítulo 41

A.J.

A.J. miró a través de la habitación hacia donde la


mujer desconocida estaba sentada, en el borde de su
cama. Se cepilló el pelo mojado, tarareando para sí
misma, sonriendo todo el tiempo.
Sí, sólo tenía cinco años, pero sabía que algo andaba
mal.
Algo estaba muy mal.
Esta mujer -esta mala dama- le había dicho que sus
padres se lo habían regalado, pero eso sonó mal. Tan
equivocado como estar a solas con la mujer demasiado
sonriente.
No le gustaba estar aquí. Quería irse a casa.
A casa de su madre. A casa de su padre. A casa con
Molly.

Sólo a casa.

A.J. miró alrededor de la habitación como lo hacía a


menudo, buscando una salida. Pero ella estaba siempre
un paso por delante, cerrando puertas, cerrando
ventanas, durmiendo en la misma habitación que él.
Estaba empezando a pensar que nunca encontraría el
camino a casa, y recordó lo que su madre le había
dicho.

Si alguna vez se perdía, todo lo que tenía que hacer


era encontrar a un adulto y ellos le ayudarían a
encontrar el camino a casa.
Miró astutamente a la bella mujer. Era una adulta, pero
no quería ayudar.
Él comenzó a preguntarse cuánta gente mala había en el
mundo. ¿Cuántas que se veían seguras y bonitas como
ella? ¿Cuántas de ellas eran mujeres?
Era un pensamiento aterrador para que una mente tan
joven lo comprendiera.
— Disculpe,— dijo en voz baja.
La mujer se detuvo antes de volverse hacia él y lo miró
expectante. — Mami.—
Él odiaba esto. Ella insistió en que la llamara así,
pero ella no era su madre. Su madre era su madre. Esta
mujer era una mala mujer, y él no sabía por qué lo
quería, por qué ella se lo llevó.
Y se negó a llamarla así.
Su sonrisa se amplió como si sintiese su lucha interna.
Como si lo disfrutara.
Cuando se volvió hacia él, lo que dijo llamó la
atención de A.J. — Cariño, si me llamas mamá, te daré
lo que quieras.—
Él pensó en eso. —¿Lo que sea?—
La sonrisa de la señora mala se convirtió en una
sonrisa. — Cualquier cosa.— Prometió.

El corazoncito de A.J. empezó a latir más rápido, no le


gustaba lo que sabía que tenía que hacer, pero él lo
haría. Lo haría por su madre.
— Mamá,— comenzó y la cara de la mujer se suavizó junto
con su sonrisa, — Me gustaría irme a casa ahora.— En el
momento en que vio que la columna vertebral de la mujer
se ponía rígida, supo que había dicho algo equivocado.

— Con mis verdaderos padres.— Cuando sus ojos se


cerraron, A.J. sintió una fría corriente de aire fluir
en la habitación a medida que su estado de ánimo se
oscurecía.

— Por favor,— añadió tan educadamente como él podía.


Pero tan fácilmente como su estado de ánimo se había
agriado, sus párpados se agitaron y luego volvió a
sonreír tan dulcemente que realmente creyó que ella
podría hacer lo que él le pidió.
Debería haberlo sabido mejor.
— Oh, cariño.— La mujer lo miró cálidamente antes de
decir: — Estás en casa.—

Todo el cuerpo de A.J. se engrifo, en la forma en que


lo dijo lo creyó. Algo andaba muy mal con esta señora.
Y afortunadamente, A.J. fue lo suficientemente
inteligente para ver que no iba a ganar molestándola.
Así que, por ahora, él haría lo que ella quisiera, sin
importar cuánto le doliera.
Se volvió hacia los juguetes que había en el suelo y
cuando volvió a hablar, lo hizo suavemente.
— Está bien, mamá.—

***

Twitch

La puerta principal se abrió y Thiago se quedó allí,


mirándome de cerca, frunciendo el ceño de su frente
perpetuamente arrugada. —¿Dónde coño has estado? —
Pasé junto al pajarito y bajé por el pasillo hasta la
sala principal, donde todo el mundo me estaba
esperando. Estaban todos allí, en el instante en que la
vi sentada en el sofá, su rostro vacío como sus ojos,
fui hacia ella, mientras me acercaba, ignorando a todos
los que me rodeaban, mi pecho se apretó cuando por
primera vez en dos días, parpadeó y murmuró: — Vamos a
recuperarlo.—
Fruncí el ceño ante mi mujer, por supuesto que sí. ¿Qué
pensaba ella, que el fracaso era una opción, acaso ella
me conocía? ¿Qué coño estaba pasando dentro de esa
bonita cabeza suya?

No saber me preocupaba.

Tomando su pequeña y fría mano en la mía, me senté


junto a ella, empujándola hacia mí, presionando
suavemente besos a su frente húmeda, ella me dejó,
cerrando sus ojos, tomando el consuelo que yo tan rara
vez le ofrecía. Y cuando me eché hacia atrás,
registrando su cara, coloque suavemente el pelo suelto
detrás de sus orejas y juré: — Él vendrá a casa, nena.—
Ella hizo su propia ingesta de mi sinceridad y al
alcanzar mi mejilla con su mano débil, sonrió
suavemente. — Sé madre dijeron.— Ella sonrió, pero su
aliento enganchado. — Será fácil, dijeron.— Cuando sus
labios comenzaron a temblar, la abracé mientras
temblaba y temblaba.

Haría cualquier cosa y quiero decir cualquier cosa,


para que mi hijo volviera a casa a salvo con su madre.
Era cruel pensar que nuestra familia probablemente
sería destrozada con esta batalla.
Fue cruel haber tenido a mi hijo conmigo sólo unos
meses enteros. Pero, no importa el sacrificio, lo
llevaríamos a cabo.

Daría cualquier cosa por mi hombrecito. Incluyendo mi


vida.

— ¿Dónde está el policía?— Preguntó Pav desde el otro


lado de la habitación.
Mirando por encima de la cabeza de Lexi, dije: — Lo
envié de regreso.— Cuando nuestros ojos se encontraron,
— No puede ayudarnos, Luka.—
Por el grave asentimiento que me dio supe que me había
entendido. Este era nuestro problema, nosotros no nos
regimos a las reglas comunes en este reino. La ley no
significaba nada para nosotros. Nos enfrentábamos a los
nuestros de la manera considerábamos más adecuada, y
Ling Nguyen había firmado su propia sentencia de
muerte.

No aceptaría lo que pasaría si Gabe Blanco llegaba


primero a Ling. Ella alegaría enfermedad mental,
probablemente pasaría unos años en la cárcel y saldría
con alguna alegación o escapatoria legal. Y no podía
dejar que eso sucediera.
— Bien, empecemos.— Pav se trasladó al centro de la
habitación y miró a su alrededor a nuestra pequeña pero
capacitada familia.
— Los Dragones mantuvieron muchos de sus tratos en
silencio, lo cual hizo bastante difícil rastrear
cualquier adquisición de propiedad en la que pudieran
haber participado. Pero, con las herramientas
adecuadas.— Inclinó su cabeza hacia Luna, quien se la
devolvió regiamente. — Puedes encontrar cualquier cosa
en Internet.—

La mirada de Zep pasó por encima de la mujer que estaba


sentada a su lado antes de alcanzarla para pellizcarle
el costado. — Lulu al rescate, ¿eh?—
—Basta.— Se estremeció, apartando su mano. — Tengo
cosquillas.—
Los ojos de Zep se encapucharon y nadie se perdió la
afirmación en la forma en que él dijo: — Me acuerdo.—

Happy se puso de pie a un lado, apoyándose contra la


pared y sacudió su barbilla hacia la mujer de estilo
juvenil. — ¿Qué encontraste, Luna? —
— En realidad,— comenzó, lanzando una mirada de co-
conspiradora a su hermana,— Pav y Fernanda me dieron
la idea.— Miró a su alrededor a sus compañeros. — No es
un secreto ahora que Ling y Aslan eran pareja, y
después de terminarlo, las cosas se pusieron feas. Así
que después de un poco de investigación interna,
simplemente busqué todos los posibles bienes de Sadik.
Me tomó un tiempo pero me las arreglé para rastrear
algunas de sus pérdidas.— Se encogió de hombros,
completamente socavando el extraordinario trabajo que
había hecho.
— Todos conducen a la misma cuenta en el extranjero.—

Julius habló bajo, doblando los brazos sobre su pecho.


— Esas cuentas deberían ser irrastreables.—
Fue entonces cuando Luna dejó que algo de su orgullo se
manifestara.
—Si, Deberían serlo.—
Happy, ahora curioso, se acercó a tomar el asiento de
repuesto junto a Luna y puso la portátil más cerca de
él, revisando sus hallazgos. — Lo hizo bien tratando de
cubrir sus huellas, transferencias rechazadas de
múltiples cuentas de diferentes países, pero ella la
cagó de una manera muy pequeña, muy estúpida.—
Luna miró a Happy un largo momento antes de que una
lenta sonrisa se extendiera por sus labios. Y a Zep no
le gustó eso. — ¿Ah,sí?,— murmuró, rompiendo el hechizo
de Luna. — ¿Cómo es eso? —
Happy intercambió una mirada de conocimiento con Luna.
— La cuenta de origen se mantuvo en lo mismo. Error de
novato. También negocia en dólares australianos. Es un
gran regalo. Si hubiera negociado en euros o en dólares
estadounidenses, habría hecho la búsqueda mucho más
amplia.—
Evander se paró detrás de Manda, con la frente baja.—
¿De cuántas propiedades estamos hablando aquí?—
—Catorce,— especificó Luna. — Pero lo hemos reducido a
tres.—
— ¿Tres?— Manda frunció el ceño. —¿Eso es todo?— Ella
miró alrededor de la habitación, confundida.
—¿Qué estamos esperando? Vamos.—
Evander asintió con la cabeza. — Estoy listo cuando tú
lo estés.—
Pav levantó las manos y dijo: — Espera un segundo. Sólo
tenemos una oportunidad de hacer esto. Si nos ve venir,
¿crees que intentará escapar y seguir adelante? No.—
Sus labios se adelgazaron mientras agitaba la cabeza.
— Va a tomar al rehén con ella, así que tenemos que ser
inteligentes en esto, planear esto bien.—
Nadie esperaba que Lexi hablara y mucho menos que
dijera lo que dijo. — Lo haremos a tu manera, Luka.
Pero te lo advierto, a todos ustedes.— Hizo una pausa.
— A la primera oportunidad que tenga.— Ella volvió su
seria expresión hacia mí. — La mataré.—
Me aparté de mi mujer lo suficiente como para mirarla a
los ojos. — No vas a venir.—
Ella entonces sonrió, tan serenamente que me dio un
calambre en el estómago y cuando dijo: — ¿Tú crees que
podrías detenerme?— Mi corazón se hundió.
Porque no podría detenerla. No la detendría.
Y había seguridad en números.

***

A.J.

A.J. no podía dormir. Fue la primera noche que ella lo


dejó dormir solo y él se preguntaba por qué dormía
mejor con ella en la habitación. No tenía sentido.
Debería haberse sentido más seguro sin ella, pero
incluso un niño tan joven como él podía ver que la dama
mala no quería hacerle daño, sólo quería reclamarlo
como suyo. Ser una madre para él.
Y así, en medio de la noche, fue a buscarla, la
encontró rápidamente, sentada frente al televisor, con
los ojos muy abiertos pegados a la pantalla, mientras
veía las noticias. Acercándose silenciosamente por
detrás, se freno cuando se concentró en la pantalla de
televisión y vio lo que ella estaba observando
intensamente.
Era una foto de él.
—...día dos de la búsqueda del colegial desaparecido,
Antonio Julius Falco. Imágenes del niño de cinco años
siendo sacado descaradamente de los escombros de un
vehículo y siendo escoltado a otro por esta mujer.
— Una foto de la dama mala apareció en la pantalla.
—Ling Nguyen.—

El reportero continuó: — La Sra. Nguyen, conocida como


la líder de los nefastos Dragones, tiene una orden de
arresto por el asesinato de su hermano, Van Nguyen y
secuestro. Si usted ha visto a esta mujer o sabe algo
sobre el secuestro de Antonio Julius Falco, por favor,
póngase en contacto con Crime Stoppers en...—
A.J. dejó de escuchar. Dejó de escuchar porque la
señora mala estaba equivocada.

Lo estaban buscando.

Sonrió interiormente antes de aclararse la garganta. —


¿Mamá? — Se frotó los ojos y cuando la mujer se
apresuró a apagar el televisor, giró hacía él y le
frunció el seño.

— ¿Qué haces despierto, cariño? Es tarde.—


A.J. hizo pucheros en sus labios de la misma manera que
su verdadera madre los encontraba adorables y murmuró
un graznido — No puedo dormir.—
La señora mala chasqueó la lengua y extendió los
brazos. Se acercó a ella voluntariamente y le permitió
abrazarlo y fue gracioso. Cuando su madre lo abrazaba
se sentía cálido, seguro y amado. Pero cuando esta
mujer lo abrazó, no sintió nada. Él se sintió
entumecido.

Le besó la cabeza y le frotó la espalda. — ¿Qué tal si


nos preparo un poco de chocolate caliente?
Cualquier cosa para permanecer despierto un poco más.
Ahora que A.J. sabía que sus padres lo estaban buscando
-no es que el tuviera dudas- él necesitaba encontrar
una forma de salir de aquí, y sólo podría hacerlo si
ella estaba ocupada.
— Sí, por favor — murmuró en voz baja.
Y la sonrisa que ella le dio fue tan amplia, tan dulce,
que casi se olvida de lo mala que era está señora.

Casi.

— Cualquier cosa por ti.— Sin demora, se ajustó la


túnica a su alrededor, apretando el cinturón alrededor
de la cintura y luego se trasladó a la cocina. Sus ojos
escudriñaron a su alrededor pero no vio nada. Así que
cuando la mujer lo llamó a la cocina, fue. Ella sonrió
mientras sacaba un taburete para él y cuando se sentó,
su corazón se sacudió cuando sus suaves ojos marrones
cayeron sobre el objeto que tenía delante.
La mujer fue a la nevera, sacando la leche y mientras
lo hacía, la observaba de cerca.
A.J. tragó con fuerza antes de mirarla. Su voz era
tímida. — ¿Es eso una verdadera pistola? —
Ella vertió la leche en una cacerola y luego encendió
la estufa de gas. — Sí.—

Wow.

— ¿Por qué la tienes?— preguntó en voz baja.


La mujer colocó los codos sobre el mostrador y se
inclinó. — Para protegerte.—
La frente de A.J. se arrugó. No conocía a nadie que
quisiera hacerle daño. — ¿De quién?

— De la gente que quiere alejarte de mí.—


A.J. se preguntaba si su padre tenía un arma. Un arma
más grande que ésta. Él no lo sabía y no saberlo le
asustó.
Necesitaba hacer algo y hacerlo rápido.
Así que cuando se acercó y la cogió, su otra madre
inclinó la cabeza, nunca quitándole los ojos de encima.
A.J. había visto a gente usar armas en la televisión,
en las películas.
¿Qué tan difícil puede ser?
Era más pesado de lo que esperaba. Mucho más pesado que
la pistola de juguete que tenía en casa. Pero él lo
levantó alto, poniendo su dedo en el gatillo. Su otra
madre sonrió, sus ojos estaban en el arma. Así que A.J.
cerró los ojos, contuvo la respiración y apretó el
gatillo.

Clic.

Sus ojos se abrieron y una mirada de confusión le


cruzó.

No ha pasado nada.

A.J. soltó el aliento que contenía, y antes de bajar el


arma, su otra madre habló amablemente.

—Lo estás sosteniendo mal, cariño. Aquí. Déjame


mostrarte.— En el mostrador, ella ajustó su agarre y
volvió a poner el dedo en el gatillo. Su suave mirada
era astuta.
— Ahora. Dispara.—
A.J. no dudó una segunda vez.
Apretó el gatillo y....

Clic.

Nada.
La dama mala sonrió. — Oops. El seguro está puesto.—
Ella se acercó y dio un tirón a algo.
— Inténtalo de nuevo, cariño.—

Lo hizo.

Él apretó el gatillo y esta vez, el arma disparó.

Bang.

Pero A.J. no estaba preparado para la fuerza detrás de


esto y cuando el arma lo golpeó directo en su nariz,
arrojándolo desde el taburete al suelo, su otra madre
se rió, caminando alrededor del mostrador para ayudarle
a levantarse del frío suelo de baldosas.
A.J. tenía un cosquilleo en la nariz y pensó que podría
estar sangrando.
Ella se arrodilló junto a su cuerpo tembloroso, tomó el
arma de su mano temblorosa y se metió en su espacio y
ya no sonreía. En vez de eso, ella se inclinó muy
cerca, le sostuvo su mirada aterrorizada con sus ojos
salvajes y susurró: — Boom.—
Y mientras el cuerpo de A.J. temblaba, ella levantó su
cabeza hacia el cielo y se rio abiertamente. Una cosa
era segura. Esta mujer daba miedo y A.J. le tenía
miedo.
No actuaba como una madre. Ella no actuaba como su
mamá. Ella lo hace todo diferente, mal, era
impredecible y eso hizo que A.J. se sintiera impotente.
Él nunca sabía lo que haría después.
Cuando ella dejó de reír y bajó su cara a la de él, lo
observó un rato.
y su sonrisa comenzó a menguar. — Lo entiendo,— empezó
ella. — No me amas, aún no, pero necesito que sepas que
te quiero. Te quiero mucho.— El resto de su sonrisa
desapareció.

— Así que te voy a encerrar en tu cuarto esta noche, mi


amor.— Ella se acercó para alisar su desordenado
cabello. — Antes de que alguno de los dos haga una
tontería.—
De repente, A.J. no se sentía muy bien. Las palabras
que pronunció no fueron más que silenciadas.

— Lo siento, mamá.—
Ella sonrió entonces y el nudo en su estómago se
aflojó. — Está bien, cariño.— La mujer se puso de pie y
le extendió la mano. Sin dudarlo, A.J. tomó su mano y
se abrazó a su lado, frotándole el hombro. —¿Estás
bien? Sé que eso fue un poco aterrador.—
Asintió con la cabeza. Le dolía la nariz, pero estaba
bien.
— Mi chico fuerte.— Se rió con orgullo mientras lo
guiaba a la cocina. — Has tenido un largo día, tomemos
un chocolate caliente y vayamos a la cama. ¿De
acuerdo?—

— Vale— susurró y se sentaron en silencio, bebiendo su


chocolate caliente, mirándose el uno al otro todo el
tiempo.

A.J. no sabía mucho, pero sabía una cosa, necesitaba


poner sus manos en esa arma de nuevo.
Porque si no venían por él, A.J. iba a salvarse así
mismo.
Capítulo 42

Thiago

Vestido de negro, mezclado con las sombras que nos


rodeaban, miré a través del lote a mis hermanas y
asentí con la cabeza.

Fernanda se movió primero, con gracia, como una


bailarina de ballet. Luna fue la siguiente, con un aire
casual, que solo ella podía lograr.
Los dos primeros edificios fueron un fracaso, estaban
abandonados, vacíos, a punto de demolición.
Normalmente, esto habría sido un lugar decente para
esconder a un niño. Desafortunadamente, por lo que yo
sabía de Ling, ella era del tipo valiente y arrogante,
le gustaba hacer un espectáculo. Y aunque aún no
habíamos hecho un barrido completo del edificio, sabía
que ella estaba en alguna parte, en el edificio de
apartamentos totalmente ocupados.
Eso nos hacía más difícil hacer lo que necesitábamos,
pero no significó una mierda, porque éramos los famosos
Vega. Podríamos hacer cualquier trabajo por el precio
justo. Solos, cada uno de nosotros no valíamos mucho,
pero como familia, no teníamos precio.
Cada uno de nosotros traía algo diferente al redil;
cada uno de nosotros traía algo importante y necesario.
Juntos, mis hermanas y yo éramos invencibles.
Lamentablemente, significaba que a menudo teníamos
dianas sobre nuestras cabezas. Esa era la razón por la
que elegimos permanecer en la clandestinidad durante la
mayor parte del tiempo.
Esto fue también por lo que Luka nos desterró.
No era estúpido, de ninguna manera. Ser desterrado sólo
le hizo dos cosas a nuestro negocio. Primero, elevó los
honorarios a proporciones astronómicas. Y dos, mantuvo
a Fernanda a salvo. Y a salvo era como a Luka le
gustaba su mujer.
Sí, estaba enojado con ella, pero Luka Pavlovic adoraba
a mi hermana. La adoraba tanto que aunque probablemente
lo mató por dentro, la envió a vivir a medio mundo de
distancia de él.
Y con esa decisión, tenía mi respeto.
¿Qué puedo decir?
Definitivamente prefería que mis hermanas estuvieran a
salvo que muertas.
Pasaron algunos minutos antes de que una voz baja
sonara dentro de mi oído.
— Estoy en el lugar,— dijo Fernanda.
— Yo también,— dijo Luna.
Mis ojos miraban la oscuridad que me rodeaba. Caminé
por el estacionamiento, observé a cada coche que
pasaba.
— Encuéntrenla,— les dije a mis hermanas y ellas tenían
mi fé completa. Confiaba en ellas como nadie más. Mis
hermanas eran inteligentes, consumadas y talentosas.
Les confío mi vida, lo cual es una suerte porque a
menudo, durante los trabajos que realizábamos era
crucial.
Mis pies se movían silenciosamente a lo largo del piso
de cemento mientras pasaba de un piso a otro,
inspeccionando coche tras coche.

— Uh, ¿chicos? — Susurró Luna. — Creo que tengo


contacto visual.—
— ¿Qué?— Fernanda balbuceó incrédula. — ¿Cómo? —
Luna se rió. — Come mierda, Fern yo llegué primero.—
— ¿Dónde estás? — A Fernanda nunca le gustó quedar
segunda.
—Escalando el edificio,— dijo Luna con tanta
naturalidad que sonreí.
Mis hermanas estaban locas.
— ¿Dónde estás, Luna?— Pregunté en voz baja mientras
continuaba caminando.
— Es difícil de decir,— dijo en voz baja. — Creo que es
el décimo piso. No lo sé. — Esperando para confirmar
visualmente.—

—Esperando confirmación,— dijo Fern tratando de sonar


profesional.
Seguí caminando mientras sonreía. Eran las únicas dos
mujeres en el mundo que podían hacerme reír. Mierda.
Eran las únicas personas en el mundo que podían hacerme
sonreír, las quería mucho, mis hermanas pequeñas. Y no
dejaría que les pasara nada.
Con mi ojo capté un todoterreno plateado que podría
haber sido el mismo de la cinta de vigilancia que
Twitch había obtenido, me acerqué con cautela, con las
cejas bajas.
Sacando mi teléfono, miré las imágenes guardadas en mi
celular, comparándolas con las del auto delante de mí.
Mirando cada centímetro del coche, di un paso atrás y
suspiré.
Fue entonces cuando Luna dijo las palabras mágicas.
— Visual confirmado. Tengo tanto a Ling como a el niño
a la vista. Repito, tengo al niño a la vista —
Fern cantó en mi oreja. — Diablos, sí, nena. Así es
como lo hacemos.—
— Buen trabajo— les dije. —Tengo el coche. Llamaré a
Luka.— Respirando hondo, murmuré: —Vamos a derribar a
esta perra y llevar al niño a salvo a casa.—
— Ese es el plan — dijo Fern, antes de preguntarle a
Luna: —Oye, Lulú. ¿Qué necesitas?—
Luna dudó sólo un momento, antes de decir: —Acceso al
techo. Tengo un plan.—

***
Ling

Habían sido un par de días largos, y entre la falta de


sueño, la ansiedad que corría a través de mí con cada
segundo del tictac del reloj y el ominoso conocimiento
de que el tiempo que pasaba con mi heredero se estaba
acortando, eso me estremeció de una manera que me hizo
entrar en pánico.
— Hola, cariño,— dije con una sonrisa mientras me
arrodillaba junto a él. — Te traje algo.—
Cuando le entregué la barra de chocolate azul y blanco,
él frunció el ceño. — ¿Qué es eso?—
—Es caramelo. Dulces americanos. Se llama Almond Joy.
Algo así como un Bounty, pero con una almendra encima.—
Me miró con recelo. Sí, tenía derecho a mirarme como lo
hacía, pero eso no significaba que tuviera que
gustarme. — Pensé que podríamos comer uno juntos antes
de acostarnos.—
Mi pequeño gusanillo, miró hacia abajo a la barra de
caramelo un largo momento y luego me miró de nuevo.

— No, gracias.—

Me hice ver más triste de lo que estaba. — Oh. Vale. No


es gran cosa.— Tomándome mi tiempo, abrí la envoltura
de una barra y la mordí. Masticaba lentamente y gemía,
cerrando mis ojos. — Vaya, ha pasado tanto tiempo desde
que tuve uno de estos.— Hice una cara feliz y asentí
con la cabeza. — Es realmente bueno.— Me mojé los
labios y le pregunté astutamente: — ¿Seguro que no
quieres uno?—

Por supuesto que quería uno.

Estaba casi babeando por ello.

Pero, como la mayoría de las madres, estaba segura de


que Lexi le había enseñado a mi hijo a no aceptar
caramelos de extraños.

Así que cuando volví a morder la barra de caramelo y


sonreí felizmente, era sólo cuestión de tiempo antes de
que se rindiera. Desafortunadamente para él, la
tentación era demasiado fuerte y cuando abrí la segunda
barra de caramelo, sosteniéndola, la tomó con calma, la
estudió cuidadosamente y luego la mordió. Una vez que
el chocolate le dio en la lengua, lo vi masticar
ansiosamente y cuando se tragó el primer bocado, entró
por el segundo bastante rápido. Y en ese momento, sentí
que mi corazón se hinchaba al mismo tiempo que me dolía
el estómago.
Porque debería haber escuchado a su madre.

— Es bueno, ¿verdad? —

Él asintió con entusiasmo y mis entrañas se enrollaron.


Nunca debes aceptar caramelos de extraños.
CAPÍTULO 43

Twitch

Mi corazón se aceleró todo el camino. Una vez que


Thiago confirmó la imagen de A.J. no podía pensar en
otra cosa que en abrazar a mi hijo otra vez, pero en
silencio yo también temía que fuera tarde. El coche se
detuvo y Luka se giró hacia nosotros. — ¿Estás bien?—
—Sí.— Pero no lo estaba. Ni siquiera un poquito y por
el aspecto de mi mujer, tampoco ella. —¿Estamos bien,
ángel?—

Parpadeó, pero sus movimientos se ralentizaron. Estaba


más que exhausta y desearía que me hubiera dejado hacer
lo mío. Entiendo por qué no pudo hacer eso. Habría sido
más fácil para mí si no hubiera tenido que concentrarme
también en ella esta noche.

— Sí,— dijo tímidamente. — Estoy lista.—


La mirada de Luka se interpuso entre nosotros dos. Sus
labios se adelgazaron y asintió lentamente.
— De acuerdo. Hagámoslo.—

Eran cerca de las 3:00 a.m. Era importante tener el


elemento sorpresa de nuestro lado.
No es que importara. Ling estaría esperando. Ling
estaría lista para nosotros.
Y una serpiente dormida todavía tenía colmillos.

Happy, Julius y Zep ya estaban esperando. Pronto,


Evander y Manda se unieron a ellos.

Y cuando salimos del coche para unirnos a la fila, Luka


revisó sus mensajes y habló con la pequeña multitud que
se reunió en la entrada del bloque de apartamentos.
— Thiago, Luna y Fern están listos para entrar. Happy,
¿tienes algo para nosotros?—

Happy repartió cosas pequeñas y negras que parecían de


plástico. — Póntelo en la oreja. Por aquí todos estamos
conectados. No podrás hablar con Los Vega, sólo Luka
podrá comunicarse directamente con ellos.—

Todos nos pusimos los auriculares y escuchamos a Fern


cantar — Another One Bites The Dust.— Los dientes de
Luna castañeaban. — Hace mucho frío aquí arriba,
chicos. Hagan un movimiento ya.—
Happy se volvió hacia Luka. — Cuando estés listo.—
—Estamos listos — dijo con un breve asentimiento.
Pero detrás de nosotros vino una voz — Lo siento,
llegamos tarde.— Me giré al oír su voz.
Parecía pequeña, asustada y fuera de lugar. Pero ella
mantuvo la cabeza en alto y parpadeó un momento antes
de que sus ojos se encontraran con los de Lexi. Un
pequeño encogimiento rebotó en sus hombros. — Escuché
que vendría bien algo de ayuda.—

Lexi se adelantó y abrazó a Molly. Se abrazaron durante


mucho tiempo y mientras los ojos de Molly estaban
cerrados, Lexi le susurró algo al oído, miré a Molly
que se encogió de pura tristeza. Ella agitó la cabeza y
dijo en voz baja: — Lo siento mucho.—
Al ver los ojos de Tama, le sacudí la barbilla.
— Gracias por venir.—

Luka no parecía impresionado. — Genial, bonito, reunión


familiar, Jodidamente maravilloso pero ahora.— Hizo un
gesto hacia el edificio. — Estamos perdiendo el tiempo,
vamos a movernos.—

Lexi desenrolló sus brazos de alrededor de Molly pero


permaneció a su lado en un espectáculo de apoyo
silencioso, mientras Happy nos introducía en el
edificio usando sus artilugios y todo eso, Julius se
movió a mi lado, hablando sólo para mis oídos. — Ana
quería estar aquí.—
Le fruncí el ceño. — Esa chica ha pasado por mucho. Me
alegro de que hayas podido hablar con ella para que no
se uniera. Además...— Mi propia voz en calma. — Esta no
es su pelea.—
Julius se inclinó y puso su mano sobre mi hombro.
— Él regresara a casa.—

Sí, lo hacía.

Mi hijo iba a volver a casa.

Las enormes puertas dobles sonaron un segundo antes de


que el pestillo se abriera y entráramos.
Happy mantuvo la puerta abierta y al pasar junto a él,
murmuré con orgullo: — Hermano mío.—
Tuvimos que subir en ambos ascensores, con Lexi, Molly,
Tama, Luka y yo en uno, Julius, Happy, Zep, Evander y
Manda en el otro. Una vez que llegamos al ático del
décimo piso, Happy se arrodilló junto a la puerta,
insertó una tarjeta en blanco en la cerradura y usó su
teléfono para piratear el código.
La luz se puso verde y mi corazón se estremeció.
Estábamos tan cerca.
Antes de que alguien entrara, Julius se llevó un dedo a
los labios e hizo un gesto a todos para que se quedaran
en el pasillo. El apartamento estaba oscuro cuando
entró, con el arma en la mano, pero pronto la oí.
— Suéltala, Jay.—
Una luz se encendió y desde el vestíbulo, vimos a
Julius iluminarse en el suave resplandor de una
lámpara. Lo que Julius dijo después me hizo ponerme a
su lado.

— Ling,— dijo, su cara inundada con preocupación, —¿qué


le has hecho?—

¿Qué?

Al carajo con esta mierda.

Mis pies me llevaban más rápido que nunca y cuando me


uní a mi hermano en esa habitación, mis ojos
aterrizaron en la pequeña mujer que acunaba a mi hijo
en sus brazos en el rincón del gran ventanal.
Parecía drogada, cansada o ambas cosas. No podría
decirlo.

Ling me sonrió, pero fue más bien una burla.


— Silencio, papá. Lo despertarás.—
— Bájalo, Ling.— Mi voz temblaba de furia.
Detrás de mí vino una voz — Suelta a mi hijo.— Y me
sorprendió lo firme que era la voz de Lexi en ese
momento.

Ling miró a nuestro alrededor y sus ojos se abrieron de


par en par cuando el espacio dentro del dormitorio se
volvió cada vez más pequeño, con cuerpos llenando el
área. Molly se deslizó a un lado de la habitación
mientras Tama igualó su movimiento en la pared opuesta,
bloqueando a la pequeña mujer.

— Oh, trajiste invitados. Si lo hubiera sabido, habría


limpiado.— Ella sonrió a Lexi.
— Pero ya conoces a los niños. Pequeñas cosas sucias.—
Manda se adelantó y Ling lentamente levantó su arma,
chasqueando su lengua. — Retrocede nena, o te haré un
agujero.—
Pero Manda dio otro pequeño paso adelante, levantando
las manos. — Ling. Mi nombre es Manda, soy médico.—
Miró a su sobrino y su frente se arrugó. — Me preocupa
la respiración de A.J. es un poco superficial para mi
gusto.— Ella habló con Ling como si fuera una niña.
— ¿Puedes decirme qué le has dado?—
Ling frunció el ceño al niño en sus brazos y quise
matarla en ese momento. Allí.
— Le di un poco de Phenergan.—

— ¿Qué?— Estaba temblando, carajo. — ¿Drogaste a mi


hijo?—
La perra estúpida. Me dolía la mandíbula con lo
apretada que estaba. Ella iba a ser carne para los
perros.

Manda asintió levemente. — Es un antihistamínico, a


veces lo usan para poner a los niños somnoliento en los
vuelos largos.— Se volvió hacia Ling, dio otro pequeño
paso adelante y preguntó: — ¿Cuánto le diste, Ling?
Esto es muy importante, ¿de acuerdo? Demasiado puede
matarlo.—

Pero Ling ignoró a Manda mientras mecía suavemente a mi


hijo en sus brazos. — Sólo quería calmarlo, siempre
está nervioso. Sólo quiero amarlo,— susurró en voz
baja.

— No es tuyo.— A mi lado, la respiración de Lexi se


volvió pesada y la observé, era una furia
inconfundible. — No puedes tenerlo.—
En ese momento, Ling parpadeó rápidamente antes de
asentarse en Lexi. Su labio se rizó. —¿Y quién va a
detenerme, Lexi? ¿Tú?— Se mofó y luego se enfureció.
— Tú y los tuyos, siempre han sido problemas. Quiero
decir, personalmente, no sé qué demonios ve en ti.—
Ella miró a Lexi arriba y abajo lentamente. — Eres
realmente muy.... ordinaria.—
— Hablemos de esto,— murmuré. — ¿Qué quieres, Ling? —
Ling pensó en eso un momento antes de que sus ojos
brillaran. — Quiero que sufras.— Para mi conmoción
absoluta, los ojos de Ling brillaron con lágrimas sin
derramar. — Quiero que sufras –

La primera de sus lágrimas cayó mientras avanzaba.


— Quiero que sepas lo que se siente perder a alguien
que amas, Twitch.— Su cuerpo temblaba en sollozos
silenciosos. — Por primera vez en mi vida, fui feliz.—
Su labio rizado. — Y luego volviste y lo arruinaste.—
Respiró hondo y parpadeó la humedad de sus ojos. — Az y
yo éramos felices juntos, pero no te gustaba verme
feliz, ¿verdad? Estabas celoso de que no te quisiera
más, ¿verdad? Así que tú tenías que involucrarte.— Se
veía triste y me di cuenta de que nunca antes había
visto a Ling tan abiertamente triste. — Lo amaba tanto,
y tú me lo quitaste.— Ling sonrió a mi hijo con amor.
— Ojo por ojo, nene.—
Ella estaba loca. — Yo no te lo arrebaté.—
— Lo hiciste— insistió ella.
— No, no lo hice.—
—¡Sí, lo hiciste!—
—Le disparaste, Ling. Le disparaste por la espalda
mientras se alejaba de ti.— Me detuve un momento.
— Todo es sobre ti.—
Ella se puso de pie entonces y la forma en que la boca
de mi hijo se abrió fue tan poco natural que supe que
esto tenía que terminar pronto para que pudiéramos
conseguirle la ayuda médica que necesitaba. Su brazo se
salió para el costado y mientras Ling abría la boca y
gritaba, ni siquiera se inmutó. — Es tu culpa de que
esté muerto!— Ella jadeó, mirando profundamente
dolorida. — Nunca me habría abandonado si no fuera por
tí, estaría aquí conmigo si hubieras mantenido tu
maldita nariz fuera de mis malditos negocios,
¡imbécil!— Sus labios temblaban.
— Tú eres la razón por la que está muerto.—
Mi oído interno tarareaba mientras Luna hablaba en
silencio. — No tengo un tiro claro aquí afuera chicos.
No puedo ver al niño.—
Fern añadió: — Yo tampoco.—
Thiago habló bruscamente. — No vayas.—

Necesitaba ganar algo de tiempo. Me adelanté y mientras


lo hacía, Molly y Tama intervinieron a tiempo conmigo.
— Lo siento.—
— Sí.— Ling asintió, pero su expresión siguió siendo
feroz. — Lo sientes ahora, ¿no? Porque tengo algo tuyo.
Algo que tú amas mucho.— Cuando Ling levantó su arma,
Lexi dio un pequeño paso hacia adelante y dio un grito
ahogado, temblando.
— Si le tocas un pelo de la cabeza, te destriparé. ¿Me
entiendes, perra estúpida? —
— Ooh.— Ling sonrió ampliamente y miró a Lexi con una
nueva apreciación.
— Miau, Lexi. ¿Quién sabría que lo tenías en ti? —
Ella dio un paso atrás, hacia la ventana y Luka, siendo
la única fila de comunicación con Los Vega, empezó a
monologar. — Aléjate de la ventana Ling. No es seguro.—
Ling sonrió con tristeza. — Ambos sabemos que no voy a
salir viva de esto, Luka.— Ella miró fijamente a A.J.
— Y donde quiera que vaya, planeo llevarme a mi hijo
conmigo.—

Se me cayó el estómago. Y una mierda que lo haría.


Fue entonces cuando Luna dijo: — Que abra la ventana.—

¿Qué?

Luna tenía que estar jodiéndonos.

Mi corazón empezó a latir con fuerza.

De ninguna manera iba a dejar que mi hijo se acercara a


una ventana abierta en el décimo piso.
Me acerqué un paso más y levanté las manos para
rendirme. — Llévame a mí en su lugar.—
Ling se metió en el rincón con los pies descalzos y se
echó hacia atrás a ciegas para desbloquear la ventana.
Su boca frunció el ceño. — Hmmm, no.— Ella me miró.
— Aunque, me arengó a lo que dije cariño. La muerte se
ve bien en ti.— Cuando empujó para abrir la ventana,
sopló una brisa crujiente, mientras levantaba su arma y
me apuntó, murmuró: — hagámoslo que sea permanente.— El
dedo de Ling apretó el gatillo y ella sonrió
torcidamente.
— Nos vemos en el infierno, nene.—

Todo comenzó a moverse en cámara lenta.


El agarre de Ling de su arma se intensificó.
Me preparé para morir.
Lexi se paró frente a mí, con los brazos abiertos.
Todos corrieron hacia adelante.
Y ahí fue cuando todo ocurrió.
De repente, Ling fue empujada de nuevo a la habitación
con tanta fuerza, que fue arrojada a dos metros de
distancia. A.J. fue arrojado de sus brazos y donde
aterrizó permaneció inmóvil. No respondió a la caída y
yo sabía que algo andaba muy mal.
Por una fracción de segundo, todos lo vimos, deseando,
esperando que se despertara. Pero no lo hizo.
Lexi y Manda corrieron hacia él, mirándolo. Molly se
unió a ellas, con cuidado recibiendo instrucciones de
Manda mientras revisaba sus signos vitales.
Pero tenía un pez más grande que pescar.
Ling, tumbada en el centro de la habitación con su
pistola todavía apoyada junto a la ventana, miró a
Luna. Sentada en el alféizar de la ventana, con las
piernas separadas, agarrada a la cuerda de seguridad
como un puto superhéroe, le dio la vuelta a Ling y le
dio un beso. — ¿Qué pasa, perra? —
Los ojos de Ling se abrieron de par en par al darse
cuenta de que estaba acabada. Revolviéndose hacia
atrás, respirando con dureza, hasta que se golpeó
contra la pared y fue entonces cuando Julius hizo algo
que quería hacer desde hace tiempo. Se acercó a una
Ling petrificada, se arrodilló frente a ella y le dijo
algo que no esperaba. — Te perdono.—
—¿Qué?— Su voz tembló y Ling parpadeó, perpleja. —¿En
serio?—
—Sí.— Él asintió antes de volver a levantarse y le dio
un puñetazo en la boca tan fuerte como pudo. Mientras
jadeaba rápidamente, Julius se acercó a su cara y
sonrió. — Vas a morir esta noche y yo iré a casa con mi
esposa. Así que, supongo que podría decir— Su cara se
oscureció en una mueca. — Gané.—
Ese era mi hermano.
Ese era el Julius que conocía. No le gustaba la
violencia innecesaria.
Y yo estaba tan cansado de esta vida que descubrí que a
mí tampoco me gustaba. Ya no más.

Luka y yo nos acercamos a la reina de los cobardes


mientras Tama se quedaba atrás, como una sombra.
Era patética y la odiaba.
Pav me dio un codazo en el hombro. — Es tu decisión.—
Miré su maldita boca y luego volví a mirar a mi mujer.
Sé que ella quería participar en esto, pero no podía
dejar que viviera con eso. No podía dejar que
mancillara su alma pura. La mía ya estaba sucia y como
viviríamos el resto de nuestras vidas juntos, ella
podía hacer lo que una buena esposa haría. Rezar por
mí.

Mientras miraba a esta pequeña mujer, esta pequeña


serpiente que vivió para ver arder a otros, mi ira se
encendió. Ella no era nada. Ella era insignificante. Y
después de que ella muriera, nadie la lloraría.
Así que le hice un favor.
Me agaché, le puse la mano alrededor de la garganta y
la levanté. Ella luchó todo el camino hasta la ventana,
abofeteándome las manos y dándome patadas y la
habitación parecía seguir a mi alrededor. Sentí que
todos los ojos me miraban mientras daba un seguro paso
a paso hacia la muerte de Ling. Y cuando la llevé allí,
le di una breve mirada, dándole a Luna la oportunidad
de entrar, lejos de la ventana.
Con los ojos muy abiertos y la cara roja, Ling Nguyen
sabía lo que se avecinaba.
Se ahogó y dijo: — Hazlo.—
Oh, lo haría.
Pero no antes de que dijera lo que necesitaba decir.
— Siento haberte conocido.— Su respiración se
ralentizó. — Siento haberte convertido en esta
persona.— Se calmó en mis brazos. — Lo siento, no te
quería lo suficiente como para dejarte ir cuando
tuviste la oportunidad de seguir adelante.—
Sería uno de mis mayores arrepentimientos.
Mi agarre en su garganta se apretó y dije: — Saluda a
Az de mi parte.— Un momento, antes de que la empujara
por la ventana inclinado sobre el umbral, la vi caer.
Vi sus brazos agitarse como si fuera un pájaro que no
volaba. Vi cómo se le salían los ojos de las órbitas y
su boca redonda en un grito silencioso. Vi su miedo por
una vez en su miserable vida.
Y me dio un inmenso placer verla golpear el suelo.

Mira eso.

Ella rebotó.
Todo mi ser se aligeró cuando el peso dejó mis hombros,
pero no duró mucho. Nosotros necesitábamos dejar este
lugar. Necesitábamos irnos rápido.
Cuando un coche se fue con mi mujer, mi hijo y mi
hermana dentro, dudé.
Necesitaba verla más de cerca, para confirmar su
muerte.
En el momento en que me acerqué al cuerpo sin vida de
Ling, sentí una fuerte tristeza dentro de mí.
Me arrodillé junto a su forma inmóvil y extendí la mano
para acariciar suavemente su cabello. Estaba sangrando
por todas partes, los ojos, la nariz, las orejas. Su
cuerpo estaba tan roto como su alma.
Que apropiado.
Mucha gente había defraudado a esta mujer en su vida. Y
yo era uno de ellos.
Me quedé de pie, mirándola antes de respirar hondo y
apartar la mirada de la peligrosa mujer que había
creado. En ese momento, me sentí adolorido en un lugar
donde no debería haber sentido dolor. Simultáneamente,
me dolía el pecho mientras mi estómago se relajaba.
Mientras regresaba con mi gente, un extraño pensamiento
pasó por mi mente.
Así como nació y así como había sido toda su vida, Ling
Nguyen incluso murió.
...bellamente.
Me lo imaginaba.
Capítulo 44

Lexi

Tan pronto como el coche se detuvo, salí disparada por


atrás y entré en el área de emergencia. Con Manda en
los talones y mi hijo en brazos. —¡Ayuda!— jadeaba
mientras corría. Mi voz ronca: —¡Necesito ayuda!—
Dos enfermeros corrieron hacia adelante y mientras la
mujer abría los ojos del pequeño monstruo,
iluminándolos con una luz, el hombre les preguntó:
— ¿Qué pasó?—

¿Qué ha pasado?

Tenía la loca necesidad de reírme a carcajadas.


Jesucristo. ¿Cuánto tiempo tenía? Porque, oh chico,
tenía una historia que contar.
Afortunadamente, Manda respondió en mi nombre. — Le han
dado Phenergan y nosotros no sabemos cuánto.— Ella
miró a A.J. —A juzgar por su respiración superficial,
creo que una dosis doble por lo menos.—
La enfermera le puso un estetoscopio en el pecho a mi
hijo y frunció el ceño antes de moverlo por ahí. Cuando
su ceño se frunció, los últimos días de cansancio me
alcanzaron, mis brazos comenzaron a temblar mientras
luchaba por sostener a mi hijo en mis brazos.
Mi pequeño tropiezo fue notado por todos.
A mí lado, Manda dijo: — Déjame llevarlo, Lexi.—
Pero di un paso atrás.

No.

Nadie me lo estaba quitando. Yo no lo permitiría.


Cuando el enfermero levantó los brazos, mi reacción
inicial fue abrir la boca y decir obscenidades
viciosas. Pero mi estado actual de agotamiento me hizo
ver que eso sería demasiado. En vez de eso, simplemente
agité la cabeza mientras mis ojos se movían de
enfermera a enfermera de forma errática.
La enfermera suspiró en voz alta. — Escucha.— Su tono
me dijo que había terminado con mi mierda antes de que
empezara. — Necesito llevar a este niño a un
respirador. También necesito una vía intravenosa en él
y no puedo hacer eso contigo tirando de él de la forma
en que lo haces.—
Parpadeé hacia mi hijo y por un momento sólido, me
aterrorizó dejar que se fuera.
Mis hombros temblaban mientras bajaba la cara a la
mejilla de A.J., apretando unos besos temblorosos a la
vez que empecé a llorar.
Dado el momento que necesitaba tan desesperadamente, la
miré a los ojos y mi aliento se enganchó mientras me
desesperaba
— Por favor, no me lo quites.—

¿No lo entienden?

Acabo de recuperarlo.

Mi mayor temor en este momento era que A.J. se


despertase en una habitación desconocida, en un lugar
desconocido sin mí.

Él me necesitaba.

No.

Yo lo necesitaba

Ante mi temor sincero, la cara de la mujer se suavizó.


— Viniste a nosotros por ayuda, ahora déjanos ayudarlo
amor.—
Cuando unas gentiles manos cayeron sobre mis hombros,
mi cabeza se levantó y sus suaves ojos marrones me
mantenían en su lugar. — Déjalo ir nena.—
Agité la cabeza mientras mis labios temblaban. — No.—
Twitch se movió lentamente y entonces él estaba a mi
lado. Sus ojos nunca se apartaron de los míos y con
manos firmes pero gentiles, se dedicó a arrancarme a mi
hijo de los brazos.
Me llevó un segundo reaccionar. Afligida, mi labio se
rizó al reconocer lo que él estaba haciendo. Traté de
dar un paso atrás, pero su brazo libre me sostuvo
alrededor de la cintura. — Suéltalo.—

¿Por qué no lo entendió?

No podía hacerlo.

Simplemente no podía.

Luchamos mientras intentaba quitarme a mi hijo. — No.—


Y cuando dijo lo que dijo, todo mi cuerpo se debilitó.
— Lo recuperarás está vez ángel, te lo prometo. Sólo
suéltalo.—
Mi miedo hablaba en voz alta, mi aliento me abandonaba
de repente. El dolor me golpeó duro, como un golpe en
el estómago.
En mi estado de decadencia, se las arregló para alejar
a nuestro hijo de mí y mientras levantaba la cabeza
lloré abiertamente, mis rodillas se tambaleaban, pero
él me abrazó con fuerza. Y le oí decir: — Llévenselo.—
Y vi como las enfermeras se llevaban a mi hijo.
Me lo quitaron por segunda vez en pocos días.
E hice lo único que pude en ese momento.

Lloré.

Lloré a mares.

— Antonio Julius Falco.—


En el momento en que lo llamaron, salí disparada del
regazo de Twitch y me apresuré a ir con un joven
doctor. El lugar donde encontré la energía era la
pregunta de cualquiera. — Sí. Esa soy yo.—
Me volví hacia Twitch y no pude evitar notar las ojeras
bajo sus ojos.
Por un momento, me sentí fatal. En mi estado maníaco,
me había olvidado de cómo debe estar sintiéndose. Había
hecho un trabajo tan bueno al cuidar de mí que me
olvidé de recordar que esto no era sobre mí. Era sobre
nosotros. Y quizás, mi hombre normalmente fuerte
necesitaba consuelo en mis brazos tanto como yo
necesitaba su consuelo.
Dando un pequeño paso atrás, le metí mi fría mano en la
suya, le sostuve los ojos y le enmendé mi declaración.
— Esos somos nosotros.— Me volví hacia el doctor. —
Somos sus padres.—
— Soy el Dr. Prahesh.— El doctor nos observó de cerca a
los dos por un segundo. — Su hijo tuvo una dosis
bastante alta de Phenergan. La cantidad que le dieron
lo ha llevado a una sobredosis. Hemos administrado
carbón activado. Usamos esto para tratar el
envenenamiento, lo que esto hace es detener cualquier
absorción en el intestino y atrapar las toxinas para
ser expulsadas de otra manera.— Él miró a Twitch.
— Antonio ha sido colocado en la UCI.— La conversación
dio un giro cuando los labios del doctor se adelgazaron
y él admitió, — Esperábamos ver algún tipo de resultado
pero hasta ahora, no hay cambios en sus constantes
vitales.— Mi instinto se hundió mientras seguía
adelante. — Su respiración es lo que más nos preocupa.—
Mi corazón latía con fuerza mientras trataba de darle
sentido a lo que decía.
— Pero no ha empeorado.— Le apreté la mano a Twitch.
— Eso es algo, ¿verdad? —
Típica Lexi. Siempre buscando un resquicio de
esperanza.
El doctor Prahesh estuvo de acuerdo,
— Definitivamente.— Miró entre nosotros, a un par de
padres asustados. — Pueden sentarse con él si quieren.—
— Sí,— dije inmediatamente mientras mis hombros
apretados se inclinaban. — Nos gustaría eso.—
No me pasó desapercibido que la mano de Twitch estaba
tan húmeda como lo estaba.
Con su mandíbula apretada asintió y su voz suave como
el whisky sonó demasiado grave para mi gusto. — Lidera
el camino.—
Y como si el mundo estuviera en contra de que estemos
con nuestro hijo, la voz que vino de atrás nos detuvo
con un afilado — Antonio Falco.— Los dos nos dimos la
vuelta para encontrar al Sargento Gabriel Blanco con
una expresión apretada y se centró exclusivamente en
Tony. Cuando él habló de nuevo, no se molestó con las
sutilezas. — Necesito que vengas conmigo.—
Twitch miró al hombre de arriba a abajo. Su tono era
puramente aburrido y él contestó: — Para qué?—
— Una mujer está muerta. Necesito una declaración.—
Gabe, el hombre con el que había tomado café una docena
de veces. El hombre que me consoló por la ausencia de
mi hijo, miró a mi marido como si fuera un pedazo de
mierda. Y por mi vida no pude evitarlo.

Saqué mi mano de la de Twitch y me deslicé delante de


él, como una barricada humana. Mis ojos lleno de rabia,
ignoré el latido de mi corazón y me dirigí hacia el
sargento. — Ese monstruo envenenó a mi hijo, Gabe. Ella
lo envenenó y no sé si él va a despertar — Mi voz
estaba engañosamente calmada mientras intentaba en vano
estabilizar mi respiración. Mis manos temblaron cuando
forcé las palabras. — ¿Quieres una declaración? Está
bien, te daré una. Mirando a Gabriel Blanco a los ojos,
no tartamudeé mientras dejaba volar la acusación.
— Tú con todos los recursos del mundo y no pudiste
hacer en días lo que mi familia logró en una noche.—
Podrían intentarlo, pero nadie vendría por nosotros. De
ninguna manera.
— Esta noche de todas las noches.— Agité la cabeza
ligeramente. — Debería darle vergüenza, Sargento
Blanco.—
Hubo un momento de silencio y cuanto más duraba el
momento, podía ver que Gabe Blanco se cuestionaba a sí
mismo. Y me alegré por ello.
Tomando una vez más la mano de Twitch, miré a Gabe y
hablé con mi hombre. — Vamos, cariño.— Mi voz era
monótona, seca. — Deberíamos estar allí cuando se
despierte.—
Mientras nos alejábamos de nuestra inminente perdición,
Gabe gritó: — No puedes huir de esto. Volveré.—
Su ardiente declaración no me asustó.
No estábamos corriendo.
El villano de nuestro cuento de hadas finalmente había
sido derrotado, de una vez por todas.
No. Ya habíamos terminado de huir.
Twitch me empujó hacia su lado y me dio un suave beso
en la frente.
Puse mi mano sobre su pecho y suspiré profundamente,
amorosamente, mientras caminábamos más y más cerca
hacia a la personita que nos mantenía juntos.

Nuestro hijo.

El silencio vino como un indulto y justo entonces, me


di cuenta de que el único lugar al que correríamos en
el futuro serían a los brazos del otro.
Porque éramos el uno para el otro y nada podía
separarnos.

***
Twitch

Habían pasado veinticuatro horas.

Oficialmente me estaba volviendo loco. Y mientras Lexi


dormía en la silla en la esquina de la habitación, me
acosté junto a mi hijo en la estrecha cama del
hospital, observando los tubos que salían de su boca y
nariz, preguntándome cómo me las había arreglado para
poner a la persona que amaba más que a la vida en esta
posición.
La culpa era una emoción bastante nueva para mí. No me
gustaba; eso era seguro.

Estaba desesperado.

Así que le supliqué.

— Tienes que despertar, amigo.— Tienes que hacerlo


porque no puedo vivir con la vergüenza. — Sólo abre tus
ojos.— Por favor. — Tu madre te necesita.— Te necesito
a ti. — Por favor, amigo.— Cerré los ojos. — Lo siento
mucho, hijo.—

Lloré en silencio para no despertarla.

Era lo menos que podía hacer en esta tormenta de mierda


que formé.

***

Lexi

— ¿Qué está haciendo?— Pregunté mientras el Dr. Prahesh


se movía al lado de la cama de A.J. e inspeccionó el
respirador que mantenía a mi hijo con vida.
Presionó los botones de la máquina y se quedó en
silencio un rato antes de responder.
— Creo que es hora de ver cómo A.J. respira por su
cuenta.—
De repente, Twitch ya no dormía. Se sentó, parpadeando
somnoliento. — ¿Qué dices?

— ¿Qué?— Mi mente se esfumó un momento antes de


reaccionar por completo. — Quieres desconectar la única
cosa que mantiene a mi hijo con vida?— No podría
haberme calmado aunque quisiera. Me incliné hacia él,
frunciendo el ceño, y le dije: — Sobre mi cadáver.—

— Dr.— Twitch frunció el ceño. — Entiendo que este es


tu trabajo y todo eso, pero... No.— Pero el Dr. Prahesh
no veía la gravedad de la situación. En vez de eso,
sonrió amablemente. — Sé que esto es difícil para
ambos, pero los signos vitales de A.J. han mejorado
considerablemente. Su color ha vuelto, su fiebre ha
bajado y ahora, me gustaría comparar su respiración con
la primera vez que entró. Pero no puedo hacerlo si no
le quitamos el respirador.—

Se suponía que los padres sabían qué hacer en estas


situaciones. Se suponía que debían ser fuerte y tener
un plan y confiar en sus médicos. Pero mientras Tony y
yo nos mirábamos con una expresión de incertidumbre y
la incertidumbre de él, alimentó la mía hasta los
niveles que unos padres no deberían haber tenido.

Nadie habló durante un tiempo.

— Hazlo,— dijo Twitch y mis ojos se abrieron de par en


par en conmoción.
Mi boca se abrió ligeramente. — ¿Qué? ¡No!—
Twitch se movió hacia el borde del asiento. — Nena , no
pueden mantenerlo con eso para siempre.— Su expresión
se suavizó y juro que había una clara tristeza en sus
ojos. — Tenemos que dejarlo caer para que pueda volar
por su cuenta.—

Era un hermoso sentimiento dicho en el momento


equivocado.

Mi garganta se apretó y susurré ansiosamente: — ¿Y si


no vuela? ¿Y si él golpea el suelo?—

Twitch miró al suelo y al hacerlo, se mordió el


interior de la mejilla. Él no respondió en un momento
largo, pero cuando levantó la cabeza, se encogió de
hombros. — No hay mejor lugar para caer que aquí mismo,
ángel.—
— Cuanto más tiempo esté en la máquina, más
posibilidades tiene de desarrollar neumonía,— dijo el
doctor Prahesh. — Han pasado 36 horas. Con su permiso,
me gustaría realmente tratar de descartarlo lo más
pronto posible.—

Mi corazón estaba en guerra con mi cabeza.


Mi cuerpo frío, mis ojos desolados, caminaba a lo largo
de la habitación, colocando las puntas de mis dedos
sobre mi boca sopesando los posibles resultados. De los
doce posibles resultados que mi mente conjuró, sólo uno
de ellos resultó ser feliz.

No me gustaban esas probabilidades.

Odiaba esas probabilidades.

Pasando una mano por mi pelo, caminé un poco más hasta


que me paré justo enfrente de Tony mi voz temblaba
mientras parpadeaba lágrimas y balbuceaba.
— Normalmente sé qué hacer en situaciones difíciles, y
no sé qué hacer aquí, Twitch. ¿Qué pasa si no puede
respirar por sí mismo? ¿Y si ahí más daños de lo que
pensábamos? No puedo perderlo.- Mi voz era poco más que
un silencio. — Podríamos perderlo.—

Twitch extendió su mano y me cogió los dedos entre los


suyos. Los acarició un segundo antes de que me diera
cuenta de la forma en que su quijada temblaba. — No
digas eso,— dijo en voz baja pero con firmeza.
— Es fuerte, criado por una madre sólida con los genes
de un padre testarudo.— No me miro y me preguntaba si
era porque le preocupaba que yo viera su propio miedo
establecido a través de esos hermosos ojos. — Él no va
a ir a ninguna parte. Está saliendo de esto, nena.—
Mis ojos se posaron sobre el niño que se veía aún más
pequeño en el blanco brillante de las sábanas de su
cama de hospital. Tantos tubos saliendo de él. No
estaba lista para dejarlo ir. Y cuando Twitch apretó
mis dedos entre los suyos, me di cuenta de que tal vez
no tenía que hacerlo.

Él tenía razón.

Tendría que dejar caer a mi pajarito si quería que


volara.

— De acuerdo.— Tragando más allá del nudo de mi


garganta, dije las palabras con calma, a pesar de que
cada parte de mi alma me dolía. — Hazlo.—
Con un pequeño asentimiento, el Dr. Prahesh salió de la
habitación y regresó con una enfermera.
Ellos trabajaban en conjunto con la enfermera de la
máquina mientras el doctor trabajaba gentilmente en la
extracción del tubo de respiración. — Y.— Dijo cuando
mi corazón se detuvo. — Ahora veremos de lo que es
capaz nuestro pequeño Antonio.—

Le quitó el tubo y observó cuidadosamente mientras


ponía un estetoscopio en el pecho de mi hijo.
Y su pecho era lo único en lo que podía concentrarme.

No se movía.

Mi voz tembló. — No está respirando.—

El Dr. Prahesh escuchó atentamente. — Dale un segundo.—


Completamente aterrorizada, mi cuerpo se volvió rígido,
mientras decía: — No está respirando, Twitch.—
Observamos de cerca, en total conmoción y horror, cómo
nuestro hijo yacía sin vida en la cama.

El doctor Prahesh frunció el ceño. Pasaron unos


segundos y miró a la enfermera. No me gustaba la mirada
que se intercambió.
— ¿Qué está pasando?— Le pregunté.
Ninguno de los dos habló.
— ¿Qué está pasando?— Casi me desmayé de pánico.

El Dr. Prahesh sacó el estetoscopio del pecho de mi


hijo y le abrió la boca.
pero fue interrumpido cuando Twitch se levantó de su
silla. — Ahí.—

Miré hacia donde estaba apuntando.


Estaba señalando a A.J.
Más específicamente a su pecho.
— Ahí,— dijo, moviéndose hacia la estrecha cama.
El doctor Prahesh le puso el estetoscopio a A.J., pero
no importaba.

Pude ver.

Oh, Dios mío.

Podía ver cómo se movía.

Gracias, Dios.

Estaba respirando.

El Doctor Prahesh sonrió mientras escuchaba a través


del instrumento. — Ese es el camino.— Habló bajo, para
sí mismo, y su sonrisa se amplió. — Bonito y profundo.—
Una risa de asombro salió de mi garganta y luché para
respirar a través de ella. Twitch se volvió hacia mí,
pero no sonreía. Estaba quieto, un árbol irrompible
perdido en una pelea contra un feroz huracán.
Necesitaba que se agachara.

Necesitaba que se agachara antes de que se rompiera.


— Cariño.—

Di un paso adelante.

No respondió.

— Cariño.— Toqué su brazo y él miró hacia abajo al


lugar que yo había tocado antes de descansar. Su
turbulenta mirada sobre la mía. Sonreí y suavicé mi
voz. — Está respirando.— Sollocé
Mis ojos se nublaron con lágrimas sin derramar antes de
reírme: — Está respirando.—

— Está respirando,— confirmó un doctor Prahesh de


aspecto estático. — Está fuera del respirador y
respirando por sí mismo.— Se voltio para mirarnos.
— Es lo mejor que podemos pedir.—
— ¿Por qué...? — Twitch intentó hablar, pero se cortó
a sí mismo. Lo intentó de nuevo, más despacio esta vez
y la espesa emoción que oí en su voz me hizo moverme
hacia él, presionándome en su costado. — ¿Por qué no a
despertado?—

Era algo que quería preguntar, pero que me había


asustado demasiado.
Escuché atentamente la respuesta del Dr. Prahesh.
— Bueno, a veces, cuando la gente ha experimentado un
trauma como Antonio, el cuerpo no es lo único que
necesita tomar tiempo para sanar, la mente es delicada.
La mente de un niño, aún más.— Miró hacia atrás a
nuestro hijo. — Se está curando, creo que su hijo se
despertará cuando esté bien y listo.—
"Creo" no era algo que quisiera oír, pero lo aceptaría.
El Dr. Prahesh era un hombre inteligente.
Y nueve horas más tarde, el pequeño monstruo abrió los
ojos y se despertó de su prolongado sueño como la bello
durmiente que era.
Capítulo 45

Twitch

En los días después de llevar a A.J. a casa, nuestro


hogar estuvo lleno, durante días, durante horas y
horas.

Y por primera vez en mi vida, no me importaba la


compañía. Esto me hizo pensar en lo que podía tener,
en lo que yo tendría, y lo que debería haber tenido. Me
impidió pensar en las cosas que podrían haber pasado y
estaba agradecido por el indulto a mis pensamientos.
Los regalos llegaron al montón y aunque A.J. estaba
teniendo dificultades para hablar después de la
extracción de su tubo de respiración, mejoraba minuto a
minuto y demonios si el no amaba que lo malcriaran.
No podía creer lo resistente que era mi hijo.
Allí estaba él, sonriendo y riendo, jugando en el suelo
con Happy y Ana mientras yo luchaba contra la necesidad
de llorar. Luché tanto contra ese impulso que no me
había abandonado en días.
Cada vez que sonreía me disparaba en el corazón. Cada
mirada emocionada, cada feliz jadeo, cada abrazo que me
daba al pasar, me destrozaba. Arruinó mi alma de una
manera que no podía comprender. No podía respirar
profundo desde que nos fue arrebatado y aún no podía
hacerlo, porque pudimos no haber tenido tanta suerte.
Silenciosamente juré que pasaría el resto de mi vida
siendo el padre que se merecía. Yo sería el tipo de
padre que deseaba cuando era niño, un padre involucrado
y cariñoso. El tipo de padre que instintivamente sabría
que algo andaba mal con su hijo. El tipo de padre que
conocía muy bien a su hijo.
Algo me había pasado la semana pasada. Algo había
cambiado. Sentí ablandarme de una manera que me parecía
antinatural, de una manera en que quería luchar contra
ello, pero estaba cansado de la lucha. Tal vez era hora
de un cambio. Y mientras me sentaba al lado de mi padre
enfermo hable sin ningún rastro de malicia. — Vas a
volver a visitarnos, verdad, papá?—
A Antonio Falco padre no le quedaba mucha vida, pero
quería pasar el poco tiempo que le quedaba compensando
el error que cometió hace una vida. Y ahora mismo,
mientras miraba a mi hijo en recuperación, pude
apreciar eso. Podría respetar eso.
Su voz era áspera.
— ¿Quieres eso?—
Me encogí de hombros. — Claro. ¿Por qué no?—
Parpadeó con estupefacción. Estaba esperando que se le
cayera el zapato. Pero no había ningún zapato que se
cayera cuando dije lo que dije.
Cuando pasó el tiempo suficiente, hablé: — Entonces,
¿es eso un sí?—
Habló con cautela. — ¿Quizás podrías traer a mi nieto a
visitarme a Las Vegas? —
Sin vacilación. — Vale. Quiero decir, puede que no sea
en un largo tiempo. Depende de cómo se recupere y todo,
pero sí. Creo que Lexi estaría dispuesta a eso.—

El labio de mi padre se inclinó hacia arriba en la


esquina. Su labio se movió y luego se estiró mientras
sonreía.

Esa sonrisa se convirtió en una risa y cuando él


levantó sus manos temblorosas, me di cuenta de que
estaba más enfermo de lo que pensaba. Sin avisar, me
agarró de las mejillas y me tiró hacia el.
Cuando me besó las mejillas tan fuerte como pudo,
estaba jadeando y riendo, y algo que yo nunca había
sentido fluyó a través de mí, lentamente,
lánguidamente. Había calor líquido en mis venas.

Era el amor de un padre.

Algo que nunca había tenido antes.

Y mientras luchaba contra la emoción que estaba


sintiendo, tomé una de las manos temblorosas de mi
padre y besé sus gruesos y envejecidos nudillos
mientras seguía sonriéndome como si le estuviera dando
vida. Con una mano en la suya y la otra en el hombro,
lo sacudí suavemente.

— No te mueras cuando te vallas ¿de acuerdo? — Mi tono


era lo más estable posible. — Nosotros tenemos que
ponernos al día con la mierda.—

Fue entonces cuando mi hermano intervino con una fuerte


palmada en mi hombro. — ¿Qué está pasando? ¿Ustedes dos
necesitan una habitación o algo así?— Zep me sonrió
mientras yo lo miraba con odio.

— ¿Nos vas a extrañar, imbécil? —


Con el ceño fruncido, me quité su mano de encima.
— Vete a la mierda, perra.—
Y mientras Zep se reía abiertamente, me envolvió el
brazo alrededor del cuello, burlándose de mí y me dio
un beso en la cabeza. — Está bien, cabrón.— Me clavó
los nudillos en el pelo frotando lo suficientemente
duro como para hacerme rechinar los dientes. Antes de
que se marchara para sentarse al lado de la creciente
cantidad de gente que rodeaba a mi hijo, pronunció un
fuerte: — Yo también te voy a extrañar.—
Mi padre sonrió ampliamente durante el intercambio,
suspirando: — Como verdaderos hermanos.— Asintió
tristemente con la cabeza. — Han hecho muy feliz a este
anciano, hijos míos.—
Fue agradable y una parte de mí no quería que lo fuera,
porque lo echaría mucho de menos.
Estábamos a un mundo de distancia de ellos, de mi
familia y los extrañaría más de lo que yo quería
admitir. Así que no lo dije.

Mientras Manda y Zep se peleaban por un camión, Molly y


Tama estaban con mí pequeño amigo. A.J. se rió a
carcajadas y yo sonreí, desde mi lugar en la mesa,
miraba a Julius, Nikki y Dave sentados afuera con mi
mujer. Ella estaba sonriendo. Ella estaba feliz.

Todo estaba bien.

Todo era bueno.

Así que cuando Luka llamó, se me cayó el estómago


porque sabía lo que se avecinaba.
No fuimos porque él fuera mi rey y yo fuera su pupilo.
Fuimos porque era mi amigo y se lo debía.
Con suerte, lo que debía no me costaría mucho porque,
joder, no me quedaba nada para dar.

***
Lexi

Tan pronto como nos sentamos en el sofá blanco y


lujoso, Luka empezó a hablar, y supe lo que estaba
pasando aquí.

— Te necesito.— Fue todo lo que dijo y estaba dirigido


únicamente a Twitch.

Sí. Mis peores temores se confirmaron, quería que la


Santísima Trinidad volviera al redil.
Me giré para mirar al hombre a mi lado y mi nariz se
arrugó. — No.—
Pero Luka fue persistente. — Mi reino se está
desmoronando en pedazos y en el medio del derrumbe yo
te ayudé.— La última declaración estaba dirigida a los
dos y se aseguró de que yo supiera esto, mirando entre
nosotros. — Puede que nos lleve un tiempo, pero podemos
reconstruirlo, Twitch. Sólo necesito unos pocos hombres
y buenos.—
Otra vez, — No.—
Luka me miró fijamente. — ¿Estoy hablando contigo,
mujer?—
Oh, no, él no lo hizo.

El iba a entenderme, con la ayuda de Dios.

— ¿Ves este anillo?— Levanté mi mano izquierda y el


brillante diamante brilló en la luz. — Este anillo
significa que su vida ya no es un negocio. Él es mío,
Luka. Y yo digo que no.— Mi expresión le decía que
peleara conmigo. Lo reté a que lo intentara. — Puede
que tengas un trono, Luka.— Me paré un segundo antes de
sentarme en el regazo de Twitch. — Pero esto es mío y
que me condenen si alguien intenta quitármelo.—

Twitch trató de interrumpir con un, — nena.—

Pero paré esa mierda con un firme: — Si no cierras la


boca, yo te la cerraré Tony. Lo juro por Dios. No me
empujes ahora mismo.—

Un suspiro en mi espalda me dijo que estaba siendo una


molestia.

Por suerte, no me importaba.

Siguió un frío silencio.

— Da miedo,— dijo Luka en voz baja.


— Ella es dura,— replicó un Twitch engreído, apretando
mi cadera con ternura.

Sí, yo lo era. Pero era más que eso. Tenía un miedo que
nunca me abandonaba. Ese miedo me había llevado a hacer
cosas de las que nunca me había creído capaz. Ese miedo
se iba disipando poco a poco, pero ese miedo nunca
desaparecería por completo con Twitch trabajando en un
lugar donde no sabia si iba a volver a casa.

No podría vivir así.

Me merecía algo mejor.

Nos merecíamos algo mejor.

— Seis años,— susurré. — Pasé seis años sin él.— No es


posible que pueda entender el infierno por el que había
pasado en ese tiempo. — Mi hijo se ha perdido muchas
cosas. Acaba de volver a mí Luka, no puedo perderlo
otra vez. Lo siento mucho. Me arriesgaría yo antes de
jugar con su vida, porque ese agujero de bala...— Mi
suspiro salió cansado, pero me recupere casi
inmediatamente y continúe. — Esa maldita cicatriz en su
cuello me dice que es lo suficientemente estúpido como
para creer que es invencible.
Y todos sabemos que eso no es verdad.—
En ese momento, Twitch sonó ofendido. — ¿Quieres
calmarte, ángel?—

No, no lo iba hacer.

Me giré en su regazo para enfrentarme a él, respiré


hondo y hablé con cuidado: — ¿Sabes? que cuando los
lobos se aparean, la hembra actúa con miedo de ponerse
debajo de él. Ella actúa asustada, Twitch, pero lo hace
para proteger su garganta, su punto débil — Su cara se
ablandó. — Me llamas tu reina, cariño, pero ¿qué clase
de reina sería, si yo no protegiera a mi rey?—

Twitch me miró y parpadeó, completamente resignado.


Levantando su mano, la puso con ternura en mi mejilla,
pasando su pulgar por mi mandíbula. Y la acción me dijo
todo lo que necesitaba saber.

Estaba conmigo.

Las decisiones que se tomaran a partir de ahora, las


tomaríamos por nosotros. Por nuestra manada.
— Eso es asqueroso,— dijo Luka y cuando ambos nos
volvimos hacia él, se veía un poco asqueado. — Ustedes
son asquerosos, ¿lo sabían?— Le dirigió una mirada a
Twitch. — ¿Dónde coño puedo encontrar a una como ella?

Sentí el cuerpo de mi rey estremecerse bajo el mío en


una risa silenciosa. Pero mantuve mis ojos en Luka.
El destino nos había reunido una y otra vez, pero no lo
daría por sentado.

El mañana no nos fue prometido. Así que lucharía para


mantenernos juntos y a salvo.
— Es mío, Luka. Mío y sólo mío.— Mi voz temblaba y
odiaba lo débil que sonaba. Las palabras salieron
lentamente. — No puedes tenerlo.—

Luka me miró de cerca, y los ojos del nuevo rey se


posaron sobre el rey caído detrás de mí. Pasó un largo
momento antes de poner los ojos en blanco y decir: —
¿Sabes qué?,— Luka pronunció antes de poner sus manos
sobre sus muslos, y luego me inmovilizó con una mirada
despreocupada. — Ni siquiera lo quiero.—

Oh, mierda.

Y podía respirar de nuevo. — Oh, bien.—


¿Podían ver la forma en que mi corazón estaba latiendo
fuera de mi pecho?

Esperaba que no.


— Bueno....— Mientras estaba de pie, me mojé los labios
y fingí mi compostura. — Por muy bonito que esto haya
sido Luka, tenemos que volver a casa con nuestro hijo.—

Twitch tomó mi temblorosa mano con la suya y la apretó


en una silenciosa muestra de apoyo y cuando Luka miró
fijamente a nuestras manos entrelazadas, se puso de pie
con un largo suspiro. — Lo que sea.—

Sus labios se inclinaron hacia abajo. — Saquen esa


mierda sentimental de mi casa, ¿de acuerdo?— Señaló
hacia la puerta principal. — Largo.—

Pero sonreí. Porque había llegado a conocer a Luka. Y


cuando solté la mano de Twitch y me acerqué a él, me
permitió tomar su cara en mis manos, tirar de él y
plantar un beso largo y duro en su mejilla. Cuando
retrocedió abrí mi boca para hablar, pero no pude sacar
lo que necesitaba decir.

Gracias.

Luka debe haber sentido eso. Sé que lo hizo porque


cuando yo luchaba por hablar, parpadeó vacilantemente y
murmuró suavemente: — Está bien. Estamos bien.—
Parpadeé las lágrimas que parecían atacarme a diario,
la sensación de una emoción abrumadora que no me había
abandonado y asentí a través del nudo en mi garganta,
mientras di un paso atrás directamente a los brazos de
un hombre que literalmente luchó contra la muerte para
estar conmigo en esta vida.

Hablando de compromiso.

Empezaba a ver que Twitch nunca hacia nada de lo que se


proponía de una manera muy amable. Vida, trabajo, amor.
Iba a los extremos en todos los sentidos. Intenso. Y
ahora que había vivido sin él, llegué a apreciar lo que
me daba.

Él era mío y yo era suya incondicionalmente y


finalmente éramos felices.

Cuando salimos de la casa de Luka me perdí en mis


pensamientos mientras Twitch nos llevaba a casa. Sólo
fui sacada de mis pensamientos cuando él extendió la
mano, entrelazando nuestros dedos y los descansó en la
consola central. Me miró un momento, buscando algo en
mi cara antes de volver a la carretera. — ¿Estás bien,
cariño?

¿Lo estaba?
Pensando en ello.
— Sí,— exhalé en voz baja. — Estamos bien.—

Sé que no fue lo que preguntó, pero fue la respuesta


que obtuvo y por su leve sonrisa, era la respuesta que
quería. Cuando abrió la boca y salió un, — Te amo,
joder.—

Sonaba más como una amenaza que un cariño, y no pude


evitarlo, resople voz alta. Y la sonrisa de Twitch se
amplió en una risa.

¡Maldita sea! ¡Maldita sea!

Amaba a este hombre y dejé que lo supiera.


Inclinándome, apreté mis labios contra su mejilla,
besando su aspereza con cariño, una y otra vez, y
mientras yo me movía para retroceder, él frunció el
ceño. — Oye. Vuelve aquí.—
Cuando agarró la parte delantera de mi camisa y me
empujó hacia él, solté un pequeño — He.—
Cuando nuestros labios se encontraron duramente. Tomó
mi boca de la manera en la que hablan los poemas, sin
vacilar y la tierra dejó de moverse durante los
segundos en que nuestros labios se unieron.
¿Cómo podría vivir sin este amor?
La respuesta llegó rápidamente.

No podía hacerlo.

Yo no lo haría.

Y cuando mis ojos se abrieron de nuevo, sentí que mis


mejillas se calentaban mientras la sensación en mi
cabeza disminuía. Miré fijamente al hombre que tenía
enfrente durante un largo rato y cuando se volvió para
guiñarme el ojo mi estómago se enroscó fuertemente.
No hace falta ser un genio para descubrir que nuestro
tipo de amor es raro.
Así que cuando volví a abrir la boca, hablé en voz
baja. — Te amo Twitch.—

Mantuvo los ojos en la carretera, pero su agarre a mi


mano se intensificó. El hijo de puta engreído
contestó: — Lo sé.—

Quería pegarle entonces, pero no lo hice.


En vez de eso, sonreí suavemente en el camino abierto.
— Bien.—
La felicidad total que sentí en ese momento se sintió
tan consumida, tan fuerte, que mi mente tenía que
arruinarlo. Si. Ahora estás contenta, ¿Pero cuánto
tiempo durará, Lexi?

Así de fácil. Mi humor se arruinó. Mi ansiedad volvió a


multiplicarse por diez, mi mente deambulaba, mis
entrañas se voltearon casi dolorosamente.

Estaríamos bien.

Quiero decir, ¿qué más podría salir mal? Todo era como
debía ser.

Mi mente se burlo.

No aguantes la respiración.

Pero como creía en nosotros y quería que esto


funcionara tan bien, lo hice.

No debí hacerlo.
capítulo 46

Lexi

Mi corazón tartamudeó en el momento en que vi el


familiar coche de policía estacionado en el frente.
—Twitch,— murmuré mientras me sentaba más derecha, con
los labios abiertos por el pavor.

Sus cejas se inclinaron, confundido y habló en voz


baja, obviamente sintiendo que yo era fácil de asustar.
— Probablemente no sea nada.—

Probablemente tenía razón. Pero, ¿y si no lo fuera?


Ya me había desabrochado el cinturón de seguridad
cuando Twitch entró en la cochera, y cuando el coche se
detuvo, salí volando, cerré la puerta de golpe detrás
de mí y corrí hacia la casa con el corazón acelerado y
los ojos muy abiertos. En cuanto abrí la puerta
principal grité: — ¡A.J.! —
No respondió, mi aprensión se convirtió en puro terror.
Y cuando llegué a la entrada de la sala, me detuve en
mis pasos, encontrándome con los ojos solemnes de Gabe
Blanco. sostuve esos ojos, yo respiraba pesadamente
mientras yo preguntaba inestable —¿Dónde está mi hijo,
Gabe?—

Mi espalda se calentó mientras Twitch se paraba


protectoramente detrás de mi.

No esperaba la respuesta que recibí. — Servicios de


Protección Infantil.—

Mi boca se abrió de par en par. Se me cayó el estómago.


Detrás de mí, Twitch pronunció con total incredulidad:
—¿Dilo de nuevo?—
Gabe se sentó en nuestra mesa de comedor, sorbiendo el
café que se había servido a sí mismo, y se encogió de
hombros. — No sé qué esperabas, Falco.— Nos niveló con
una mirada que estaba segura usaba para intimidar a los
peores criminales. — Te niegas a dar una declaración,
no nos dejas hablar con el chico...—
Twitch pasó a mi lado, con sus ojos oscurecido y
gritó: —¡Él no esta listo, está sanando!—
— Tenemos preguntas, Twitch. Preguntas que te niegas a
contestar.— Gabe se puso de pie y Twitch se movió un
paso más para confrontarlo, mientras Gabe alzaba la
voz.
— Y ahora, un poder superior ha decidido que ya no
esperarán a que esté listo. Así que, bien hecho.—
Gabe se dio la vuelta, pasando una mano a través de su
pelo castaño y corto.
—¡Joder!— Se giró hacia atrás y miro con ira a Twitch.
—¿Tú crees que yo quería esto?— Agitó su cabeza.
— Mírame así todo lo que quieras, imbécil.— Él presionó
su dedo puntiagudo contra el pecho de Twitch. — Tú
causaste esto, no yo.—

Estaba escuchando, pero era difícil de comprender.

¿Qué significaba esto?

El silencio fue lo suficientemente denso como para


tallarlo con un cuchillo y cuando Twitch abofeteó la
mano de Gabe de su persona, sentí la sangre rugiendo en
mis oídos.

Mi pregunta salió monótona. —¿Nos estás quitando a


nuestro hijo?—
Fue mi peor miedo el que cobró vida.
Gabe miró hacia el cielo y puso sus manos en sus
caderas. Cuando bajó la cabeza, se negó a mirarme. — No
estoy haciendo nada, Alexa.— Sus labios se adelgazaron.
— Te lo dije, esto está fuera de mis manos.— Respiró
hondo y habló a través de la lenta exhalación. — Si es
un consuelo, Molly está con él.—

La mejilla de Tony palpitó. — Lo juro por Dios, pedazo


de mierda, si algo le sucede a él ...—
Twitch dio un paso amenazador hacia adelante, pero tomé
un puñado de la parte de atrás de su camisa,
sosteniéndolo de vuelta — Para, cariño.— Mi voz era
apenas audible.

Teníamos que ser inteligentes aquí.

Para mi sorpresa, se detuvo en seco, respirando


pesadamente por la nariz, su cuerpo vibrando con rabia
contenida.

Yo era una trabajadora social calificada. Conocía el


sistema. Lo sabía de adentro hacia afuera.

Ellos no podían hacer esto.

No podían.

Ellos podrían.

No, con mi hijo no podrían.

Claro, dile a ti misma eso, Lexi.


Sintiendo un dolor punzante en mi pecho, reflexioné
sobre este nuevo desarrollo. No estábamos tratando con
cualquier persona aquí. Estábamos tratando con un
sistema más alto que la Policía Federal Australiana.
Eso solo significaba una cosa.

Ahora estábamos tratando con ASIO.

Maldito Jesucristo.

Esto no era bueno.

La organización de inteligencia de seguridad


australiana. Y una organización como esa conseguía la
mierda hecha, una organización así no tenía reglas.
Tragué saliva, me orienté y envolví mis manos alrededor
del brazo de Tony para evitar que se lanzara a un
oficial de la policía federal australiana. — ¿Qué
necesitamos hacer aquí, Gabe?— Cuando él no respondió,
le dije a través de mi dolor. — Por favor.—

Luego pronuncié — No lo hagas por nosotros. Hazlo por


A.J. probablemente esté aterrorizado.— El pensamiento
hizo que mi estómago se hundiera.
Y cuando miré a Twitch, él me miró con una resolución
que dijo que haría cualquier cosa para recuperarlo.
Porque para siempre, no significaba nada sin nuestro
hijo.

— Supongo...— Gabe suspiró en voz alta antes de fruncir


los labios. — Supongo que podrías empezar declarando.
Diciéndonos lo que realmente pasó esa noche.— No
parecía impresionado con nosotros dos. — Eso sería un
comienzo.—

Y como Gabe Blanco sabía quién era mi marido, sabía


quiénes éramos nosotros, tomo sus llaves y comenzó a
moverse hacia la puerta principal. — Voy a darles algo
de tiempo...— Se detuvo. —...para procesar estos
eventos.—

Mentira.

Nos estaba dando tiempo para aclarar nuestras


historias.

Antes de irse, nos dio su tarjeta. — Los veo en una


hora, ¿sí?—
— Estaremos allí,— dijo Twitch, metiendo la tarjeta en
su bolsillo.
Y una vez que estuvimos solos, nos volvimos el uno
hacia el otro, con un aspecto casi tan malo como nos
sentíamos.
Mis ojos se cerraron por su propia voluntad mientras
mis hombros se inclinaban. — Estoy empezando a
estar realmente harta de esta mierda, cariño.—
Unos brazos inflexibles serpentearon a mi alrededor y
me abrazaron. Él besó la parte superior de mi cabeza
mientras me frotaba suavemente la espalda. _Sólo un
pequeño contratiempo, nena, eso es todo.— Esas manos
grandes se cernía sobre mis caderas. — Deberíamos
repasar lo que pasó.—

Levanté los ojos para ver los suyos. — ¿Repasar qué?—


Mi mirada descansaba en su frente arrugada.
— Ling fue descuidada, la vimos, nos enfrentamos a
ella. Justo antes de que pudiéramos llamar a la
policía, ella saltó a su muerte. Fin de la historia.

Twitch me apretó las caderas. Sus ojos nunca se


apartaron de los míos mientras bajaba la cara, y besaba
mis labios, susurrando suavemente. Contra ellos,
murmuró, — Sólida.—

Descubrí que lo era, tenía la fuerza de un diamante


enterrada en mi interior, que estaba subiendo a la
superficie.

No me disculparía por ser la persona que esta vida me


había moldeado para ser.

O lanzabas puñetazos o te noqueaban.

Naturalmente, con la cantidad de golpes que había


recibido, finalmente aprendí a desviarlos.

Me tomó años, moretones y un corazón roto, pero


finalmente había crecido.
Cuando Tony retrocedió, enganché mis dedos en las
presillas de sus jeans, frotó mis brazos desde los
hombros hasta las muñecas, tranquilamente. — ¿Estás
lista, nena?—
Con mi expresión vacía, asentí. — Vamos a buscar a
nuestro hijo.—

***

Twitch

Llevábamos una hora en el interrogatorio y yo estaba


empezando a ponerme nervioso. Ninguna de las preguntas
hasta ahora habían sido sobre Ling. De hecho, sonaba
como si Gabe Blanco estuviera intentando obtener
información sobre la gente a la que le debía,
la gente que había ayudado a salvar la vida de mi hijo.
Él no lo estaba obteniendo.

Gabe se sentó frente a mí y la grabadora de la mesa se


burló de mí. — ¿Y los Vega?—
—¿Qué pasa con ellos?— Me recosté en mi silla, sin que
me importara un carajo.

Los hombros de Gabe se tensaron junto con su cara.


— Por lo que sabemos, no son exactamente bienvenidos
por aquí. ¿Por qué han vuelto? —
Me encogí de hombros. — ¿Cómo coño voy a saberlo?—
Sus historias no era mía para contarla. Eran buenas
personas que la habían cagado.
¿Quién no lo había hecho?

— Twitch.— Gabe pellizcó el puente de su nariz antes de


mirarme a través de sus ojos cansados. — Dame algo,
hombre, lo que sea.— Cerró los ojos. — Ayúdame a
ayudarte.—

¿Qué quería de mí? — No he hecho nada malo. Y si crees


que lo he hecho.— Levanté las cejas a quemarropa.
— Muéstrame los cargos, enciérrame.—
Ambos sabíamos que no tenía nada contra mí. Si lo
tuviera, ya estaría en una celda.

Gabe Blanco no era un hombre estúpido y sabía que


estaba azotando a un caballo muerto.

Afortunadamente, siguió adelante, tomando notas en su


pequeño cuaderno. — Está bien entonces.— Él siguió
escribiendo por un tiempo y una vez que se detuvo, me
miró. — Dime qué pasó con Ling Nguyen. ¿Cómo diste con
ella?— Dejó flotar el frío silencio a nuestro alrededor
antes de sentarse. — ¿Cómo terminó muerta, Falco?—
Mis labios comprimidos. — Ella fue descuidada, la
vimos, nos enfrentamos a ella, recuperamos a nuestro
hijo. Ella se tiró por la ventana.- Gabe me miró, sin
pestañear. Cuando se dio cuenta de que eso era todo lo
que tenía para dar, sus cejas se arquearon. — ¿Eso es
todo?— Ante mi silencio, ladró una dura carcajada.
— ¿En serio, Falco? ¿Eso es todo lo que me estás
dando?—

Pensé en Lexi en una habitación sola, en algún lugar,


siendo interrogada como un maldito criminal y mi
garganta se apretó. Pero recordé lo que me dijo antes
de que fuéramos separados.
— Sé que va en contra de tu naturaleza, cariño, pero
necesito que estés tan tranquilo, calmado y
sereno como puedas, ¿de acuerdo? Combate la ira. Sé
inteligente, ten cuidado.—
Era en contra de mi naturaleza, pero mi naturaleza
estaba cambiando.

Por ella, haría cualquier cosa.

Respiré profundamente y mentalmente conté hasta diez,


luchando contra la furia que se estaba acumulando.
— Eso es lo que pasó, Sargento Blanco.— Mi mandíbula
apretada, dije, — No puedo darte más que la verdad.—
Gabe entrecerró los ojos sobre mí. — ¿Quieres decir que
Ling Nguyen, la reina Dragón que se rumorea que ha
asesinado a cientos de personas...— Miles, corregí
internamente. —...se rindió sin luchar? —
Puse mis manos sobre la mesa fría, luchando contra la
necesidad de estrellarle mis puños en la cara. — Ella
estaba acorralada, sabía que se le había acabado el
tiempo. Era la cárcel o la muerte.— Levanté las cejas.
— Ling eligió la muerte.— Mis ojos firmes, mantuve su
mirada. — La vi caminar hacia la ventana, subir al
alféizar y saltar.— Mis entrañas se apretaron por la
forma en que se sintió arrojarla del décimo piso. El
placer me llenó con el recuerdo del shock en sus ojos.
— Fue un suicidio.—

La puerta detrás de mí se abrió y cuando el hombre alto


y de pelo plateado entró, él pronunció: — Ésos fueron
mis hallazgos.—

¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué...?

— Hijo de puta,— dije lentamente mientras me ponía de


pie.

Ethan Black sonrió a pesar de su obvia molestia.


— Parece que no puedes mantenerte al margen de
problemas, ¿verdad, hijo? —
Aunque me alegré de verlo, mi frente se arrugó. —¿Qué
estás haciendo aquí? —

Ethan no respondió a mi pregunta. No me perdí la forma


en que su sonrisa vaciló momentáneamente. Pero era un
veterano experimentado en tratar conmigo. — Pase algún
tiempo con tu hijo.— Mis ojos se abrieron de par en
par. ¿Lo hizo? - ¿Cuándo? —
— Aquí, ahora mismo.— Su sonrisa se volvió cálida. — No
puedo creer que sólo tenga cinco años. Señor, Él es
inteligente. Es un buen chico, Twitch.—

Espera.

¿Me estaba diciendo...?


—¿Está aquí?— Me volví hacia Gabe, mis ojos observando
cada uno de sus movimientos. — ¿En este edificio?—
Cuando la expresión de Gabe se volvió tímida, cerré los
ojos y agité la cabeza lentamente, mientras me sacudía.

— Pedazo de mierda.—
— Conocí a tu mujer también,— añadió Ethan en voz baja.
Cuando volví mi turbulenta mirada a la suya serena,
levantó una ceja. — No pude evitar darme cuenta de que
tenía un bonito anillo en su dedo.— Su voz se calmó.
— No lo entendí entonces, pero lo entiendo ahora.— Hizo
una pausa — Una mujer así... vale la pena.—

Gabe soltó un fuerte aliento. — Estoy en medio de una


entrevista, Black. ¿Puedo ayudarte? —

Ethan se puso de pie y miró al sargento de una manera


que sólo el Jefe de Estado Mayor del FBI podría. — Sí.
Suspenda la entrevista, tienes todo lo que necesitas,
hemos terminado.— Ethan puso su mano en mi hombro.
— Vamos.—

¿Eso fue todo?

No necesitaba que me lo dijeran dos veces. Me puse de


pie rápido y me moví para seguirlo.
Antes de que pudiéramos salir, Gabe Blanco
balbuceó: — Señor, espere.— Se quedó de pie mirando a
Ethan con incredulidad. — La información que tiene...—
Dejó que el resto de esa declaración se prolongara en
el aire.
Y Ethan me demostró que era un hombre de palabra.
— Antonio Falco ha cumplido su condena. Seis años de
ella. Este hombre ha proporcionado todo lo que necesita
y ahora se va.— Ethan Black fijó su mirada en Gabe
Blanco.— La muerte de Ling Nguyen fue declarada
suicidio y este país es un poco más seguro. ¿No estás
de acuerdo?—

Los puños de Gabe se estremecieron de frustración y


bajó la cabeza un momento antes de levantar la mano a
su cara. Miró resignado y habló con cuidado. — Sí,
señor.—
—Bien. Ahora...— respondió Ethan. — A menos que estés
planeando acusar a este hombre de un crimen, lo llevaré
con su familia.—
Su tono le rogaba a Gabe que peleara con él.
Me gustaría que lo hiciera. Nada me haría más feliz que
ver este collar azul bajarle los humos a un par de
idiotas. El tono de Gabe se hundió cuando bajó la
mirada. Con la mandíbula apretada, respondió: — Sí,
señor.—
Ethan abrió la puerta y con una sonrisa, que sé que
debe haberlo matado, lancé un guiño de ojo a Gabriel
Blanco mientras seguía a mi viejo amigo hacia la
libertad.

***
Lexi

El crujido de la puerta me hizo poner de pie


inmediatamente Y en el momento en que mi mirada
preocupada se encontró con la suya mis hombros se
inclinaron y me acerqué a él sin prisa. Puso su brazos
alrededor de mí, poniendo su cara en mi cuello y tomé
todo lo que él me dió con ese firme abrazo. Cuando
habíamos tomado todo lo que podíamos conseguir el uno
del otro, levanté mi cara y me miró un largo momento
antes de besar suavemente mis labios.

— ¿Estás bien?—

— Sí,— le contesté en voz baja. — ¿Y tú? —

Los ojos de Twitch sonrieron. — Estamos bien, ángel.—

—Papi,— gruño la vocecita. Se deslizó del regazo de


Molly y entonces el pequeño monstruo corrió hacia él,
con los brazos extendidos.
Twitch sonrió mientras levantaba a su hijo en sus
brazos y lo abrazaba fuertemente, acunando la parte de
atrás de su cabeza hacia él. — Oye, amigo,— le habló
suavemente en el pelo y lo meció suavemente.
La vista fue una de las muchas que hicieron que mi
corazón se hinchara. Atesoraría momentos como estos en
mi memoria por toda la eternidad.

Fue entonces cuando me fijé en el hombre mayor a su


espalda y cuando me acurruje en el costado de Tony, le
sonreí amablemente al hombre de pelo plateado, al que
había conocido hacía sólo una hora. — Hola de nuevo.—
Ethan Black me dió una sonrisa educada. —¿Cómo está?—
A.J. apoyó la cabeza en el hombro de su padre y lo
abrazó alrededor del cuello.
Mi corazón le dió una respuesta incierta. — Está
llegando a allí.—
La verdad es que A.J. estaba comprensiblemente
petrificado de estar separado de nosotros.
Físicamente, se estaba curando. Mentalmente.... no
estaba tan segura. Se despertaba en medio de la noche y
se metía en la cama con nosotros la mayoría de las
veces y se lo permitimos. Sonreía menos que antes,
también se ríe menos.
Sus ojos de cinco años se veían cansados y envejecidos.
Y esos ojos evaluaban sus alrededores cuidadosamente,
buscando peligro en lugares donde no había ninguno.
Me preocupaba que una parte de mi hijo nunca se curara
completamente. Él nunca sería el niño despreocupado que
había sido. Yo sabía eso.

¿Cómo podría serlo?

Ling había quebrado a mi hijo y mientras ella tenía el


indulto de la muerte, A.J. tendría que vivir con el
miedo que ella le había infundido por el resto de su
vida.

Estaba tan cansada. Todo lo que quería hacer era ir a


casa y curarnos como una familia.

Me volví hacia Twitch y le metí una mano por la espalda


a mi hijo. — ¿Podemos irnos a casa ahora, por favor?—
—Ah,— Ethan intervino antes de que Twitch pudiera
hablar. — Antes de que lo hagas, necesito hablar
contigo. Es importante.— Y cuando Ethan tocó suavemente
el cabello de A.J. y habló directamente con nuestro
hijo, sabía que algo estaba pasando. — Hijo, necesito
hablar con tus padres. ¿Piensas que podrías darnos un
minuto?—
A.J. levantó la cabeza, con aspecto ansioso e inquieto.
Habló con cuidado. — No, gracias.—

Salió tan educado como pudo, pero escuché el miedo en


su voz. Él no estaba arriesgándose a otro periodo de
separación. Él quería estar cerca de nosotros y yo
estaba agradecida de que Ethan entendiera eso.
— No vamos a ninguna parte, hijo,— dijo Ethan. — No
los llevaré a ningún lado. Nos vamos a quedar aquí, ¿de
acuerdo? Sólo necesito hablar con ellos un minuto.—
Twitch observó la confusión en la cara de A.J. y por la
forma en que su mandíbula se apretó, no le gustó.
— Está bien, amigo. Vamos a estar aquí.—
Le dimos a A.J. el tiempo que necesitaba y cuando Molly
se presentó, le dió la mano al pequeño monstruo.
— Vamos, pequeño, hay algunos juguetes geniales por
allí. Juguemos un rato.—
Twitch lo bajó al suelo y aunque le llevó un tiempo,
A.J. tomo la mano de Molly y le permitió que lo guiara
a la esquina de los juguetes. Fingió que jugaba
mientras mantenía sus ojos en nosotros y me rompió el
corazón ya fracturado.
Ethan señalo el pequeño sofá con su brazo . — Por
favor, siéntense.—

Oh, no.
Algo estaba mal.

Jesús. Quería llorar. ¿Cuándo terminaría?

Nos sentamos en silencio y mientras Ethan sacaba una


silla para sentarse frente a nosotros, Twitch murmuró,
— ¿Por qué estás aquí, Black?—
Su tono indicaba que acababa de darse cuenta de que la
presencia del hombre podría no ser lo pensamos al
principio. Ethan descansó los codos sobre sus rodillas
separadas y juntó las manos. Cuando él dijo: —¿Qué
quieren primero, la buena noticia o la mala?—

Fue la forma en que lo dijo, como si no hubiera buenas


noticias, lo que hizo suspirar a Twitch en voz alta y
poner la cabeza en sus manos, soltando un gemido bajo.
Mis labios se movieron. — Las buenas noticias.—
Ethan asintió levemente. —De acuerdo. La buena noticia
es que ambos han sido absueltos de cualquier cargo en
la muerte de Ling Nguyen.—
Mi nariz se arrugó.— No hicimos nada malo, se robó a
nuestro hijo, lo drogó, Sr. Black.— Me senté y
reiteré: — No hicimos nada malo.—

— Lo sé,— dijo Ethan de una manera muy tranquilizadora


que me hizo sentarme de nuevo.
Twitch quitó sus manos de su exhausta cara y se sentó
erguido. — ¿Y las malas noticias?—

— Bueno,— comenzó Ethan. — ASIO te ha estado vigilando


desde tu regreso, lo cual no es de extrañar y hasta tu
pequeña situación con Ling Nguyen, estaban felices
de...—

¿Qué era esto?

No lo entiendo.

Y cuando miré a Twitch confundida, puso los ojos en


blanco, dejando salir un frustrado.

— Jódeme, Ethan. ¡Sólo dilo de una vez!—

Ethan lo dijo. — Estás siendo deportado, Twitch.—

¿Disculpen?

La mirada en la cara de Twitch decía que estaba tan


conmocionado como yo con las noticias.
—¿ Qué?— Expresé con incredulidad.
Ethan se sentó en la silla. — Me temo que Australia
está, desafortunadamente harta de la mierda que parece
seguir a Antonio Falco.—
La cara de Twitch cambió, se acomodó, como si acabara
de descubrir algo. — Por eso es que estás aquí.— Él
soltó una risa sin sentido del humor. — Eres mi
escolta.—

Ethan no se molestó en pelear. — Correcto.—


La sonrisa cruel de Twitch hizo que me doliera el
estómago. — Creen que me voy a ir en silencio porque
estás aquí, No me jodas, pensaron mal.— Se puso de pie
tan rápido, tan violento, que dejé un pequeño suspiro.
Poniendo una mano en mi pecho, miré sus ojos salvajes.
— Esto es una mierda.— Se puso a caminar y apretó los
dientes y gruñó: — Si quieren una guerra, mierda,
tendrán una. Black. Marca mis palabras.— Su sonrisa se
volvió astuta. — Creen que me van a separar de mi
mujer. Al carajo con eso. Voy a desatar un infierno en
este pueblo atrasado antes de que deje que alguien me
aleje de mi familia.—

Este era mi marido. Así era él y yo lo quería todo de


él.

El bueno. El malo. El psicópata.

Twitch era un hombre de buenas intenciones, cosido con


alambre de púas y alimentado por furia cruda. Y con el
paso del tiempo, me di cuenta de que no quería que
cambiara porque las partes rotas de él eran las partes
que atesoraba de todo corazón.

Se tomó una decisión.

— Siéntate—. Dije

Sus ojos se abrieron sobre mí confundidos.

—Siéntate,— repetí inflexiblemente.


Me miró un largo rato antes de sentarse lentamente a mi
lado. Y cuando hablé lo hice con cuidado, de una manera
que yo esperaba que él entendiera a donde iba.

— La primera vez que me dejaste, sentí como si


lloviera todos los días en mi corazón. Y las nubes
bloquearan el sol. Durante mucho tiempo, no vi nada más
que gris.— Respiré profundamente y solté una exhalación
lenta. — No quiero eso de nuevo. Nunca estaré de
acuerdo con que me separen de ti. A donde tú vas, yo te
sigo.— Miré hacia abajo a sus manos y deslicé mi
pequeña en la suya. — Somos el uno para el otro.—
Cuando finalmente encontró su voz, preguntó: — ¿Qué
estás diciendo, nena?—
— Estoy diciendo...— Mis ojos inseguros se encontraron
con los suyos.
— Que tal vez es hora de un cambio.— Mi mirada triste
se deslizó sobre el pequeño monstruo que jugaba
mecánicamente en la esquina sin disfrute o felicidad.
— Tal vez esto sea una bendición disfrazada. Tal vez
esta mudanza sea buena para todos nosotros.—
Me miró como si estuviera loca. — ¿Hablas en serio?—
— Como un ataque al corazón,— murmuré haciendo un
pequeño asentimiento.

— A.J. va a una gran escuela,— replicó.

— Encontraremos otra gran escuela a la que pueda ir en


los Estados Unidos.—

—Tiene amigos aquí, nena.—

—Hará nuevos amigos.—

Parecía perplejo. — Tienes una vida aquí.—

Agité la cabeza. — No es una vida que valga la pena


vivir sin ti.—

Y lo decía en serio.

En todo el tiempo que lo conocí, nunca había visto la


cara de Antonio Falco suavizarse de la manera en que lo
hizo. — Nena,— dijo suavemente y cuando me tiró hacia
él, levanté mi rostro hacia el suyo, mientras ahuecaba
mi mejilla y me besaba como si fuera la cosa más
preciosa del mundo. Fue entonces cuando me di cuenta de
que esta decisión era una obviedad.

Vivir la vida sin Twitch era una tortura a la que no


estaba dispuesta a someterme.

Ethan nos dio nuestro momento, y cuando nos volvimos


hacia él de nuevo, sus ojos sonrieron encima de Twitch
y murmuró: — Vale la pena.—

— Así que,— preguntó Twitch, —¿Cómo funciona esto?—

— ¿Cuánto tiempo tenemos?— Añadí.

Ethan se rió a carcajadas por la nariz. — Quieren a


Twitch en el próximo vuelo.— Ante la mirada de pura
incredulidad en ambos rostros, agregó
rápidamente: — Pero puedo trabajar en ello. Yo diría
que tienes cinco o seis días. Una semana como mucho.—

— ¿Una semana?— Repetí.


¿Será suficiente tiempo para empacar toda nuestra vida?
Supongo que tendría que serlo. No era como si
tuviéramos elección.

— Mira,— dijo Twitch mientras tomaba mi mano, pasando


su pulgar por la mía con cuidado.
— ¿Qué tal si me voy y cuando la mierda se arregle,
traes tu trasero con mi hijo?—

Wow.

Sonaba como si odiara positivamente esa idea, como si


fuera difícil para él siquiera decirlo en voz alta. Por
suerte para él, eso no funcionaba para mí.
Era una locura cuánto amor podías albergar por otra
persona. Corría por mis venas. Me dio vida. — Vamos
juntos,— dije suavemente antes de volverme hacia Ethan.
- Una semana es genial, haremos que funcione. Gracias,
Ethan.—

Ethan se puso de pie. — Genial. Tengo que hacer una


llamada. Discúlpenme.—

Una vez que se fue, los dedos de Twitch se envolvieron


y me tiraron de la muñeca. Cuando encontré su suave
mirada marrón, murmuró: — No tienes que hacer esto.—
Mi respuesta fue contundente. — Yo sé que no.—
Sus cejas se levantaron. — Esta nueva actitud tuya.—
Sus labios se adelgazaron. — No sé si estoy amándola o
odiándola, Lex.— No pude evitar la sonrisa que estiraba
mis labios. Y cuando él me miró, quiero decir,
realmente me miró, sus cejas bajaron marginalmente.
— ¿Estamos realmente haciendo esto?—
Incliné la cabeza en pensamientos. — Sí,— dije en voz
baja. —Lo estamos.—

— ¿Estás segura?—

Tenía el presentimiento de que no iba a volver a


preguntar. Este era el momento de hablar si tenía
alguna preocupación o disputas. Y cuanto más lo
pensaba, No se me ocurría nada que prefiriera hacer
antes que dar nuestros primeros pasos como familia.

Para crecer. Para reconstruir lo que se había roto


juntos.

Mientras miraba a nuestro hijo, me sonreí a mí misma.


— Estamos bien, cariño.—

De hecho, nada me sonaba más perfecto.


Capítulo 47

Lexi
— No pueden hacer eso!— Nikki se levantó de su asiento,
con los ojos muy abiertos y furiosa.
Sonreí ante su indignación en mi nombre. Cuando hablé,
fui suave y tranquila. — Ellos ya lo hicieron, cariño.—
—Pero...— Nikki empezó a jadear. —Pero...— Parecía que
se iba a enfermar. Su voz se debilitó. —Pero...— Puso
el dorso de su mano en el hombro de Happy y cuando la
miró con su cara, se arrugó con ira —¡Haz algo!—
La expresión de Happy se suavizó. Él tiró hacia abajo
por la muñeca de ella y la puso a su lado. —No hay nada
que pueda hacer al respecto, cariño. Además... — Happy
sonrió tristemente a su hermano. — Ellos se quieren
ir.—
— No, no lo hacen,— murmuró Nikki. Sus ojos brillaban y
cuando se posaron sobre mí, sus labios se abrieron y
dijo acusadoramente — Tú te quieres ir?— Parpadeó
rápidamente. —¿Quieres dejarnos?— Parecía totalmente
desconsolada.
— ¿Por qué?—
Sabía que esto iba a ser difícil, pero de alguna manera
fue diferente en mi cabeza.
De pie en la esquina de la habitación con los brazos
cruzados sobre el pecho como un niño petulante, como la
perra melancólica que era, Dave miró a Twitch
severamente. — Por su culpa.—
Twitch levantó el brazo y le disparó a Dave el pájaro.
— Vete a la mierda, David Allen.—
Dave no se inmutó. — Es la verdad.— Se tiró de la pared
y se tiró de la motocicleta.
— Nos deja por tus interminables metidas de pata.—
Parecía tan confundido. — A pesar de quién eres y qué
haces, ella te ama. Siempre lo ha hecho.— Se encogió de
hombros, pareciendo perdido en el pensamiento. — No lo
entiendo.—
Fue entonces cuando Happy murmuró: — No, no lo
entiendes.—
Toda la habitación se quedó en silencio.
Uh oh oh.
Las cejas de Dave bajaron un poco. — ¿Qué significa
eso? —
Happy levantó las manos, cediendo. —Esto no se trata de
nosotros.—
Dave dio un paso adelante. — Acabas de hacer que sea
sobre nosotros.—
— No debí haber dicho nada.— Happy me miró y entonces
Tony y yo no pudimos evitar notar la forma en que Nikki
se frotó el brazo mientras mantenía sus ojos tristes en
su hombre.
— Me disculpo.—
Pero Dave no quería dejar esta conversación. — No, no
deberías haberlo hecho. Pero lo hiciste. Así que...—
Arrojó sus brazos a los lados. — Adelante Happy, di lo
que quieres decir.—
Happy apretó los dientes con frustración. — ¿Quieres
que hable?—
— Sí.— Las cejas de Dave a se arquearon. — Quiero que
hables.—
— Bien, ¿quieres hacer esto aquí? Bien.— La mandíbula
de Happy permaneció apretada y no coincidió con la
manera serena en que habló. Miró a su ex y sus ojos
entrecerrados me dijeron lo que venía. Probablemente no
era algo que Dave quisiera escuchar. — Eres un maldito
cobarde.—
Mis cejas se elevaron hasta la línea del cabello.
cachetada.
Esto había tardado mucho tiempo en llegar. La tensión
entre Happy y Dave se había ido acumulando durante un
tiempo y acababa de alcanzar el punto de ebullición.
No había vuelta atrás ahora.
Eran palabras de lucha.
Dave retrocedió un paso como si lo hubieran empujado.
Puso una mano en su pecho, sus labios se abrieron en
shock. Parpadeó a Happy y cuando encontró su voz, dijo
— Eso no es justo.—
— No, no lo es— estuvo de acuerdo Happy y luego
suspiró. — Pero es la verdad.— Cuando me señaló tan
repentinamente, me incliné hacia atrás sorprendida.
— Aquí hay una persona que sabe lo que quiere. Ama al
hombre que ama y lo seguirá hasta los confines de la
tierra, sólo porque ella lo sabe, Dave. Ella sabe que
no puede vivir sin él.
Y eso es algo hermoso.— Él miró con ira a su ex-
compañero. — Te burlas de ella por adorarlo, pero es
más valiente de lo que tú nunca serás.— La expresión
severa de Happy desapareció y todo lo que quedó fue
pura tristeza. Su tono coincidía con su miseria. — Así
que te dices a ti mismo que no me necesitas tanto como
yo te necesito a ti. Tú eres el triste bastardo que a
sido creado por su propio miedo. Y eso está bien,
nene.— Su tono se oscureció — Pero no te burles de
ella por ser la persona que tú no puedes ser.—
Twitch metió la mano en su bolsillo, sacó un puñado de
chocolate de color arco iris y tiró un par a su boca,
masticando lentamente. — Eso es lo que he estado
diciendo.— Le metí el codo en el costado y él me miró,
molesto. —¿Qué?— Me guiñó el ojo y me puso un chocolate
en la boca.
A pesar de mí, mis labios se separaron, porque....
chocolate.
El silencio era sofocante y cuando me volví hacia
Twitch, mi expresión gritó: —¿Qué demonios?—
Twitch suspiró y su labio se rizó. Antes de hablar, su
cara se suavizó — Oye, Dave.— Gritó, inclinándose hacia
atrás y descansando su brazo detrás de mi cabeza en el
sofá. Cuando Dave lo miró, desanimado, Twitch sacudió
su barbilla hacia él. — ¿Por qué haces a mi hermano
miserable, hombre?—
Vale. Entonces, Twitch era tan sutil como una sonda
anal.
Dave se burló. —¿Lo estoy haciendo miserable?— Dave se
giró para enfrentarse a Happy. — Dije que lo sentía— .
Happy estaba de pie, igualando la octava de Dave. —¡Me
hiciste mudarme!—
La cara de Dave se desmoronó. —¡Cometí un error!—
—¡Así que me dejarás volver a mudarme!— Happy tronó.
Dave dijo, — Lo he estado intentando durante meses.
Simplemente no sabía cómo hacerlo!— A eso, Happy no
tuvo respuesta. Pero Twitch sí. Puso sus labios en el
caparazón de mi oreja, sonando totalmente engreído.
— Y así es como se hace.— Mientras me inclinaba hacia
él, sonriendo para mi misma, su brazo se apretó sobre
mis hombros. Cuando ni Happy ni Dave hablaron, Twitch
se cansó de la forma en que estaban ahí parados,
pareciendo muy perplejos por el último intercambio. Él
chasqueó su lengua, — Hermano.— Happy se volvió para
enfrentarlo y Twitch sonó aburrido.
— ¿Vas a besarlo y hacer las paces o qué? Porque tengo
que decírtelo.— Hizo una cara desinteresada. — Ya
terminé con esta mierda.—
La pequeña sonrisa de Nikki se extendió mientras miraba
a los chicos al lado de ella y cuando Happy se tomó su
tiempo, le puso la mano en el muslo y lo empujó
suavemente hacia Dave. Y después de lo que pareció toda
una vida, Happy se movió, y también lo hizo Dave.
Los dos hombres se abrazaron como amantes reencontrados
y cuando se besaron sentí que su conexión distanciada
se reconectaba de nuevo justo delante de mis ojos. Se
besaron lentamente, y mi corazón comenzó a hincharse
por la forma en que su amor llenaba la habitación.
Nikki descansó sus manos bajo su barbilla, pareciendo
maravillosamente feliz. Pero cuando sus ojos captaron
algo junto a la puerta, su cara se volvió alarmada y
dejó salir un sobresaltado —Uh....—
Y cuando me volví, vi por qué.
A.J. estaba ahí parado, viendo a Happy y Dave reavivar
su vínculo. No parecía molesto o disgustado. Sólo
curioso.
El gruñido ligero que se me escapó hizo que todo el
mundo se volviera hacia mi hijo.
se detuvieron completamente, congelados en estado de
shock.
Le llevó un tiempo antes de que hablara, pero yo sabía
que lo haría.
—Tío Happy— preguntó inquisitivamente, — ¿Por qué besas
a Dave? —
Mi corazón tartamudeaba.
Oh, Dios, no estaba preparada para esta charla. ¿Por
qué no estaba preparada para esta charla? Sabía que
vendría con el tiempo. ¡Debería haber estado lista para
esta charla!
Happy parecía asustado. — Uh....—
—Bueno...— Dave tenía las mejillas sonrojadas y tragó
con fuerza. — Verás, pequeño amigo...— Dave se calló,
sin saber qué decir y me miró pidiendo ayuda.
Un héroe insospechado vino al rescate. — Ven aquí,
amigo,— dijo Twitch, dando palmaditas en el pequeño
punto junto a él. — Siéntate.— A.J. tomó el asiento
junto a su padre y cuando Twitch habló, me sorprendió
lo que dijo. — Tío Happy y Dave están enamorados, y por
eso se besaban.—
Ugh. Mi corazón.
El pequeño monstruo frunció el ceño, pensando. — Pero
pensé que Nikki y el tío Happy se amaban el uno al
otro.—
— Lo hacemos.— Nikki sonrió dulcemente. — Mucho.— Ella
miró a Dave. — Pero amamos a Dave también.—
Twitch miró a nuestro pequeño y le explicó: — A veces
los hombres se enamoran de hombres y eso está bien.—
Sí, eso fue predicar, cariño.
Pasó un momento de silencio.
A.J. se volvió hacia Nikki y le preguntó con
interés: — ¿Duermen todos en la misma cama?—
Bueno, mierda.
Mi estómago se sumergió violentamente.
Nikki se recuperó del shock rápidamente y aclaró su
garganta. — Sí, lo hacemos cariño.—
A.J. tenía la nariz arrugada mientras miraba a Happy y
Dave. Cuando se volvió hacia Nikki, dijo, — ¿No te
aplastan?—
La risa sorprendida de Nikki sonó por toda la
habitación y asintió. — Bueno, sí a veces lo hacen.—
A.J. se sentó de nuevo junto a su padre sonriente y
lanzó una sugerencia. — Tal vez deberías conseguir una
cama más grande.—
— ¿Sabes qué?— Nikki sofocó su risa. —Es una gran idea.
Tal vez deberíamos.—
Y mientras todo esto sucedía, me senté allí,
parpadeando hacía mi hijo.
La cantidad de orgullo que sentí en ese momento fue
incomparable. Realmente era un alma hermosa, nuestro
chico. A.J. era resistente, puro de corazón y seguía
sorprendiéndome.
Y como las madres a menudo lo hacían, no podía esperar
a ver el hombre en el que se convertiría. Ya sabía que
él sería algo especial y la mujer que capturé su
corazón sería excepcional en todos los sentidos y
formas.
Yo por ejemplo, no veía la hora de conocerla.
La tarde continuó y después de firmar los formularios,
se los entregué a Happy. — Gracias por hacer esto.—
Metió los papeles del Poder Notarial en el bolsillo de
su chaqueta. — No te preocupes por eso, no te preocupes
por la casa. No te preocupes por nada. Me aseguraré de
que consigas el mejor precio posible por ello.— Inclinó
la cabeza hacia Twitch. — Tú también, hermano.—
Sabía que lo haría, pero mientras miraba la casa, a la
cual llame hogar durante los últimos seis años, no pude
evitar sentir una tristeza arrolladora que se apoderó
de mí. Me abracé a mí misma mientras miraba al final
del pasillo. La misma sala en la que mi hijo había dado
sus primeros pasos. Había un montón de recuerdos en
estas paredes. Sólo esperaba que permanecieran frescas
en mi mente mientras hacíamos nuevos recuerdos donde
quiera que termináramos.
Unos brazos me rodearon la cintura y me sostuvieron
mientras me desmoronaba por dentro. El hombre detrás
mío se quedó callado y lo amaba por saber que las
palabras no podían describir lo que yo estaba sintiendo
entonces.
Estábamos a días del desarraigo y yo estaba ansiosa.
Fue un movimiento audaz.
Sin casa. Sin amigos. Sin cama para dormir. Empezando
desde cero a los treinta y ocho años.
Fue duro.
Me dolía el pecho al darme cuenta de que sólo me
quedaban días con todo lo que conocía y amaba, todo lo
que me era familiar. Y eso apestó. Pero lo que era
peor, eran los seis años que pasé sin el hombre que
amaba.
Yo lo elegiría a él.
Lo elegiría mil veces.
Lo escogería para la eternidad, porque mi corazón se
quedó vacío sin él.
Así que nos mudaríamos y lo haríamos con gusto.
Juntos, como una familia.
Estaba orgullosa de mí misma.
Decir adiós fue más difícil de lo que imaginaba y me lo
imaginaba horrible, así se estaba sintiendo. Todos
nuestros amigos y familiares vinieron a despedirnos, y
mientras Ethan Black se paró a un lado, abrazamos a
nuestros seres queridos con nuestros corazones pesados
y ojos brillantes.
Julius me abrazó. — Te visitaremos,— dijo con fuerza.
Lo apreté más, incapaz de hablar y cuando Ana nos
abrazó a los dos, mi garganta se estrechó
incómodamente.
Los echaría muchísimo de menos, a todos, por igual.
Así que cuando Ana se arrodilló frente a A.J. y le dio
el mismo oso marrón que él le había dado lo que pareció
hace una vida, parpadeó antes de fruncir el ceño en
cuestión.
Y cuando habló, habló claro, sin el temblor en su voz
que había escuchado tan a menudo, sin el miedo
paralizante que sabía que llevaba dentro. Con Ling
fuera, parte de Ana se había curado. — Sé que eres un
chico grande y que ya no lo necesitas.— Ella miró hacia
abajo al oso. — Siempre que me sentía triste o sola
abrazaba al oso marrón. Y tu oso, hizo un buen trabajo
ahuyentando esa tristeza.— Su expresión cayó al
levantar el oso y lo abrazó por última vez.
Cuando terminó, se lo ofreció a mi hijo. — Pero es hora
de que te lo devuelva.—
A.J. se veía desgarrado. Dudó. — Pero ahora es tuyo. Lo
necesitas.—
Ana extendió la mano y se la puso en la mejilla a A.J.
con amor, mientras susurraba: — Creo que lo necesitas
más.—
Oh, Jesús. Mi corazón. Me estaban matando.
A.J. a regañadientes le quitó su oso marrón a Ana. Miró
hacia abajo, hacia el lujoso, con aroma a galletas
Teddy un largo momento antes de saltar a los brazos de
Ana. Ella lo abrazó y besó, y le susurró
interminablemente al oído y cuando finalmente se
separaron, los ojos de ambos estaban nublados.
Me rompió el corazón.
Bueno, esto explotó.
Ethan se aclaró la garganta desde el banquillo y me dio
un calambre en el estómago. Ya era hora. Y cuando
hicimos el movimiento de hacer la larga caminata hacia
la terminal internacional, me mantuve unida.
agitaba, sonreía y mantenía mi mierda unida como si mi
mundo no se estuviera desmoronando. Me quedé con esa
sonrisa falsa pegada en mi cara hasta que abordamos.
Llevaba esa sonrisa como una máscara hasta que
encontramos nuestros asientos, y la mantuve allí. Un
pedazo de armadura. Un escudo pesado. Mi sonrisa era mi
espada.
La sostuve allí mientras el avión despegaba. Una vez
que estábamos volando alto, sólo entonces yo dejé que
se tambaleara.
Mi sonrisa se tambaleó y vaciló. El inevitable escozor
de lágrimas saladas detrás de mis párpados. Respiré
temblorosamente mientras la máscara que llevaba se
desmoronaba en pedazos y cuando el primer sollozo me
golpeó, me golpeó fuerte, dejándome sin aliento.
Sin decir una palabra, Twitch levantó el reposabrazos
entre nosotros y me subió a su regazo, enterré mi cara
en su cuello y lloré abiertamente mientras me besaba la
mejilla, susurrándome cosas dulces al oído. Era un
desastre emocional. Y me dejó ser sin juicio ni
desprecio. Me dejó ser yo y no creí que hubiera nada
más importante en el mundo que estar con alguien que no
temiera a tus demonios, sino que les hiciera el amor.
Lloré hasta que ya no quedaban lágrimas y cuando
terminé, el dolor había disminuido.
Me sentí mejor, más ligera.
Poco a poco, deslicé mis piernas fuera de mi roca y
volví a mi propio asiento, golpeando a mis ojos rojos e
hinchados. Me dejó un rato, pero cuando el silencio
entre nosotros empezó a molestarlo, se inclinó hacia mi
cara y cuando le parpadeé con los ojos muy abiertos,
exigió en voz baja: — Bésame.—
Nunca habría un momento en mi vida en el que me negara
a mí misma sentir los labios de Antonio Falco contra
los míos.
Lo besé suavemente, mi mano subiendo para ahuecar su
mejilla. Y cuando me retiré se inclinó hacia mi para
picotear mis labios. Mi corazón se calentó y una
sonrisa me tomo por sorpresa.
Con nuestro hijo a nuestro lado, nos tomamos de la mano
durante todo el viaje de regreso a casa.
Cerré los ojos y descansé en mi asiento mientras
dábamos nuestro primer paso hacia la eternidad.
Era nuestra segunda semana en los Estados Unidos. Nada
era como lo recordaba. Estábamos literalmente en casa,
en nuestra ciudad natal y nada de este lugar me
resultaba familiar. Todo había cambiado. Todo se sentía
mal. Así que cuando Twitch le preguntó a Ethan si podía
cuidar a A.J. por la tarde, mi curiosidad se despertó.
Cuando le pregunté adónde íbamos, Twitch me dijo: — A
dar una vuelta.—
Durante todo el camino, Twitch silenció mis mil
preguntas, pero cuando llegamos a nuestro antiguo
vecindario y me di cuenta de que no tenía más preguntas
que hacer. Observé a través de la ventana del pasajero
cuando la familiaridad comenzó a manifestarse en este
lugar desconocido.
Y cuando Twitch se acercó a la acera, las dos casas
frente a nosotros estaban allí.
Y de repente, volví a tener seis años.
— ¿Cómo te llamas?— pregunté con mi dulce voz de seis
años.
De repente, me resultó difícil respirar.
Pateó una piedra. — No importa. Lo olvidarás una vez
que me haya ido.—
Casa.
Estábamos en casa.
Twitch me miró durante mucho tiempo, mientras mis ojos
miraban lo mucho que las casas no habían cambiado. Fue
tan extraño. Todo el vecindario había sido alterado,
mejorado, excepto para estas dos casas. Era como si
estuvieran atrapadas en un túnel del tiempo.
Atascadas, esperándonos.
— Vamos,— dijo en voz baja y cuando bajó del coche, yo
me deshice de mi cinturón de seguridad y lo seguí.
Tragué saliva cuando recuerdos tras recuerdos me
asaltaron como balas. Disparos tras disparos,
penetraron mi corazón, mi alma. E incluso después de
este corto tiempo, me di cuenta de que no quería estar
aquí nunca más. Me dolía demasiado.
— ¿Por qué estamos aquí?— Pregunté en voz baja.
— Porque,— dijo, volviéndose hacia nuestros recuerdos.
— Estas casas fueron crueles con nosotros.—
Sí, lo fueron y pensar en ello hizo que me doliera el
corazón.
— Estos edificios fueron poco amables,— continuó. — Y
todavía no estoy de acuerdo con lo que estas casas le
hicieron a un par de niños inocentes.—
Bueno, mierda. Mi nariz comenzó a sentir un hormigueo.
— Oh, cariño.—
Dime qué hacer, mi amor. Dime cómo mejorarlo. Nómbralo
y será tuyo.
Mi hermoso hombre.
Mi sobreviviente.
Mi caballero con armadura rayada.
— Estas casas pusieron en marcha una cadena de
acontecimientos que nos llevaron a encontrarnos una y
otra vez, y lamento cómo empezamos, pero joder, estoy
agradecido a estas casas de que estés aquí conmigo.
Aquí mismo. Ahora mismo. Así que...— Se mojó los
labios, volviéndose para enfrentarme y cuando él ahuecó
mis mejillas y me dio un beso en la frente, yo cerré
los ojos y escuché lo que tenía que decir. — Lo que
vamos a hacer es derribar estas asquerosas casas. Vamos
a ver como cae cada ladrillo y cada maldita astilla de
estos agujeros de mierda. Como son tiradas al suelo.
Que cada palabra cruel y cada puerta que se cerro de
golpe vuele por los aires y donde nuestro pasado yace
en ruinas, vamos a construir nuestro deseo.
Oh, joder.
Mis hombros temblaban. Ya estaba llorando.
La gravedad de nuestra situación me afectó mucho, como
un martillo en el corazón.
Lo logramos.
Lo logramos.
Estuvimos aquí juntos, trabajando en nuestro futuro. Y
con cada gramo de mi ser, no podía pensar en ningún
otro lugar en el que me gustaría vivir que no fueran
los huesos de donde todo comenzó.
La verdad es que no importaba dónde viviéramos. Una
casa era sólo un cuerpo. Y nosotros éramos el corazón.
Mientras estuviéramos juntos, nada podía quitarnos eso.
Mientras él me besaba los labios, lloré débilmente y
luego resople. — Sí.—
Twitch se echó hacia atrás para mirarme a los ojos.
—¿De acuerdo?—
— De acuerdo.— Me reí a través de mis lágrimas.
Moviéndose para pararse detrás de mí, me envolvió los
brazos alrededor de la cintura y apoyó su barbilla en
mi cabeza. Le levanté una mano a su antebrazo y lo
apreté. Fue entonces cuando pronunció: — Tengo planes
para este lugar.—
Oh, Señor. Apuesto a que si.
Y sólo porque pude, lance una llave para que empezara
la construcción.
— Estoy embarazada.—
Twitch se quedó quieto en mi espalda y sonreí
lentamente, ampliamente. Y cuando recobró el movimiento
en sus extremidades, sus brazos se apretaron a mi
alrededor lo suficientemente fuerte como para
dificultarme la respiración.
Pero no me importó.
Cuando puso su boca en el caparazón de mi oído y
susurró: — Te amo,— mi mundo estaba completo.
Y a la media tarde de un hermoso día de primavera, nos
paramos frente a los huesos de un recuerdo e hicimos
planes para nuestro futuro.

***

Twitch

Mi cabeza era un desastre. No sabía qué hacer, cómo


sentirme. Pero en toda la anarquía de mi mente
generalmente caótica, un pensamiento se repetía.
Qué realidad tan salvaje, de que todo lo que había
estado persiguiendo finalmente estaba aquí y yo había
dejado de correr.
Epílogo

Lexi

Abrí la puerta y grité alegremente cuando los vi. La


pequeña pelirroja se abalanzó sobre mí y cuando su
cuerpo chocó con el mío, mi aliento me dejó con un
ruido.
Luchando por respirar, me reí a través de la
incomodidad de estar conociendo por primera vez a mi
improbable mejor amiga.

— Lily,— el gigante melancólico que aún esperaba en la


puerta con su descendencia refunfuñando, — estás
ahogándole la vida.—

Pero Lily me abrazó más fuerte. — No me importa, tengo


cinco meses de abrazos estallando de mí ahora mismo y
ella los va a aceptar todos, por lo tanto, ayuda.—

Todo comenzó un mes después de que llegáramos a los


Estados Unidos. Twitch hizo una llamada a un viejo
amigo. Ese viejo amigo era un hombre llamado Nox.
Durante la llamada telefónica, Twitch explicó a Nox que
me estaba costando un poco lidiar con la falta de
familiaridad en nuestra vida.
Al final de la llamada, Twitch sorprendentemente me dio
el teléfono y la mujer en la otra línea empezó a
hablar.
No esperaba el huracán que fue Lily. Y qué regalo de
Dios fue ella.
Una llamada de teléfono fue todo lo que se necesitó y
así de fácil, nos conectamos.
No pasó un solo día sin que Lily y yo habláramos. Ya
sea a través de una llamada telefónica o de un mensaje
de texto, nosotras estábamos tan familiarizadas como
dos personas que vivían en estados diferentes podían.
Así que cuando Lily llamó y dijo que vendrían a visitar
a su hermana yo estaba en la luna.
Conocer a tu improbable alma gemela era algo especial.
Y ahora que ella estaba aquí, sentí como si ya
estuviera de luto por su pérdida, porque en un momento
dado de la semana, ella se habría ido.

Me aferré con más fuerza.

Cuando finalmente retrocedió, la miré a los ojos


sonrientes y estúpidamente dije: — Hola.—
Lily inclinó la cabeza hacia atrás y rugió de risa. No
pude evitar unirme ella. Cuando la risa empezó a doler,
me agarré a mi vientre distendido y gemí a través de mi
alegría.
— Ow.—

— Aw.— Lily puso sus manos en la protuberancia de mi


bebé y la frotó suavemente. — ¿Cómo está mi pequeño
muchacho? —

Respiré profundamente y solté una exhalación lenta.


— ¿Cómo te sentirías si tuvieras a alguien que te lleva
a cuestas en su cómoda cama de agua, sin pagar el
servicio de habitaciones, durmiendo todo el día?—

— Bastante bien.— Las cejas de Lily se arquearon.


Mi sonrisa se ensanchó mientras miraba a mi barriga.
— Él está genial.—

Desde la puerta, Nox dijo divertido: — Entonces, ¿se


nos permite entrar o qué?—

Mis mejillas ardían. Me apresuré y los arrastré


adentro. —¡Oh, Dios mío, sí! ¡Entra! ¡Entra!
Cuando me pasó por delante Nox me puso un beso en la
mejilla. — ¿Cómo estás, Lex? —
— Genial, ahora que están aquí— le dije antes de mirar
al chico guapo a su lado. Tenía el pelo oscuro y los
ojos azules. — Oh, Señor. ¿Es Rocco?, Sabía que lo era
y me volví hacia Lily. — Es tan alto. ¿Qué le estás
dando de comer? —

Rocco, que tenía diez años llegando a los once, parecía


avergonzado cuando su madre se movió, para parase
detrás de él y explicar : — Son sólo esos buenos genes
de Taylor, nena.—

La princesita que sostenía la mano de Nox era otra cosa


en su tutú. Fue un shock verla con el par de botas de
combate negras más pequeñas que jamás había visto. Ella
tenía el pelo oscuro de Nox, pero los ojos verdes de
Lily. Le sonreí. — Hola, cariño. ¿Cómo te llamas? —
Por supuesto que sabía su nombre. Obtenía fotos de
estos chicos a diario, pero sentí que era importante
incluir a los niños, hacerles saber que tenían voz en
esta casa.

— Soy Angie, tengo cuatro años.— Ella levantó cuatro


dedos y yo la amé en ese momento. Ella me miró y no
dudó en decir: — Eres guapa.—

Oh, dulce Jesús.

No pude evitarlo. Extendí la mano y la tiré hacia mí


para un largo abrazo. Angie devolvió mi abrazo y
entrecerré los ojos a Lily. — Tú arreglaste esto, ¿no?—
Lily se rió. —¡Juro que no lo hice!—
En los brazos de Nox había una niña pequeña con las
mejillas rojas, chupando su pulgar en el más dulce y
pequeño vestido que había visto en mi vida. Era la viva
imagen de Lily. Pelo grueso de jengibre y ojos verdes,
también parecía que no quería dejar la seguridad de los
brazos de su padre, y mirando a Nox, pude ver por qué.

Era un tanque de hombre.

Nox besó la cabeza del angelito. — Esta es Mia.— Él


suspiró. — Se perdió su siesta y ahora todos estamos
pagando por ello.— Lily puso los ojos en blanco ante el
drama de su marido. — Le doy diez minutos antes de que
ella se desmaye.—

Mi expresión compasiva, le froté la espalda a la niña y


hablé en voz baja, — Tal vez podemos poner una película
para la pequeña Mia. Tenemos almohadas y mantas. Mi
hijo A.J. puede hacer un fuerte. ¿Suena bien?— Mia
pensó en eso antes de meterse el dedo en su boca,
deprimida y desanimada. Finalmente, ella asintió y yo
le sonreí ampliamente al ángel cansado.

— Está bien, cariño.—

Cuando A.J. entró corriendo en la casa desde el patio


trasero, gritó hasta detenerse al darse cuenta que
teníamos compañía. Como lo hacía a menudo en estos
días, se tomó su tiempo para observar a la gente que lo
rodeaba. Le tomó unos segundos, pero cuando lo
consideró seguro, camino hacia adelante. Lo rodeé y
puse mis manos sobre sus hombros, presentándoles con
orgullo a mi hijo.

— Este es A.J. Acaba de cumplir seis años.— Lily y Nox


dijeron hola, pero A.J. parecía estar atascado en sus
palabras. — Di hola, cariño.—

Forzó un, — Hola,— mirando hacia otro lado.

Pobrecito, sonaba tan incómodo como se sentía.

Desafortunadamente, le tomaba algo de tiempo a A.J.,


abrirse a la gente en estos días. Él,
comprensiblemente, no confiaba fácilmente. Él no
hablaba con la misma libertad. Era un poco solitario en
compañía. Mi hijo estaba en terapia. Pero el terapeuta
advirtió que no podría ayudar si A.J no le hablaba.
Recé para que encontrara la fuerza para superar el
miedo y la angustia, recuperara la parte de sí mismo
que había perdido.
Mientras tanto, todo lo que podía hacer era amarlo y
apoyarlo de todo corazón para que encontrará la forma
de salir del agujero en el que Ling lo había metido.
— Bueno....— Le apreté suavemente los hombros a A.J.
— Espero que tengan hambre. Twitch está encendiendo la
parrilla mientras hablamos y tenemos suficiente comida
para alimentar a un ejército.—

Los ojos de Nox se iluminaron con interés. — Tengo


hambre.—

Lily miró a su marido lentamente. — Siempre tienes


hambre.—

Nox sonrió tiernamente a su esposa, y me encantó tanto


que me dolió el pecho.

A.J. reunió todas las almohadas de los alrededores. Los


niños trabajaron en la construcción de un fuerte
adecuado para Mia, cuando Lily y Nox me siguieron hasta
la parte de atrás. Twitch hizo una doble toma y cuando
sus ojos se posaron en nuestros invitados, sus ojos se
arrugaron en las esquinas. — Mi hombre.— Dando un paso
al frente, él y Nox se agarraron de las manos antes de
chocar los hombros y abofetearse el uno al otro en la
espalda lo suficientemente fuerte como para magullarse.
Nox agarró a Twitch por los hombros. — Ha pasado mucho
tiempo.—

— No me jodas,— murmuró Twitch. Se miraron fijamente el


uno al otro durante mucho tiempo, examinando los
cambios en cada uno, antes de ver las emociones obtener
lo mejor de mi marido, él se hecho hacia atrás tragando
con fuerza y dijo: — Necesitas una cerveza.—
Pero Nox parecía conocer a Twitch mejor de lo que
pensaba y mientras mi hombre se alejaba del grupo y
entraba en la casa, Nox se volvió hacia mí, sonriendo
pícaramente. — Algunas cosas nunca cambian.—
— No,— acepté en voz baja, luchando contra una sonrisa.

La noche transcurrió sin problemas. Todos habían


comido. Los niños finalmente se acogieron y jugaron
dentro toda la noche, mientras la pequeña Mia dormía a
través del ruido. La conversación era una fuente fluida
e interminable, llena de alegría y risas, y cuando la
noche se acercaba lentamente, no quería que nuestros
amigos se fueran.

Lily se me unió en la cocina mientras los chicos


continuaban poniéndose al día afuera y mientras
nosotras cargábamos el lavavajillas, alguien tiró de mi
camisa.
Asustada, miré a mi hijo. Sus ojos estaban fijos en la
niña que llevaba un tutú y botas de combate. No se
dirigió a ninguna de las dos mientras hablaba con
suavidad. — Ella no me dijo su nombre.— Su voz estaba
muy lejos. —¿Cómo se llama?—

Estaba actuando de forma extraña. Me quedé


momentáneamente atónita.

Los ojos de Lily se interpusieron entre nosotros hasta


que dijo: — Su nombre es Ángela, la llamamos Angie.—
Una pequeña sonrisa alargó sus labios. — Angie,—
murmuró en voz baja. Y cuando se me acercó y me dijo lo
que dijo, mi corazón se detuvo. Habló en voz baja, con
sinceridad y sostuvo tal determinación en su tono que
me encontré creyéndole. — Me voy a casar con esa
chica.—

Mi boca se abrió de par en par. También la de Lily.

Pero A.J. no se dio cuenta. Sólo tenía ojos para la


chica de pelo oscuro y ojos verdes que aparentemente le
robó el corazón. Antes de que cualquiera de nosotras
pudiera hablar, A.J. se fue flotando, de vuelta al
grupo de niños jugando junto al sofá, dejándonos a Lily
y a mí estupefactas.

Cuando encontré mi voz, era débil. — No sabe lo que


dice.—

Lily estaba de acuerdo sobre eso. — Correcto, es sólo


un niño pequeño.—

— Exactamente,— me obligué a salir con una risa


incómoda. — Oh Dios, los niños definitivamente dicen
las cosas más raras.— Me mojé los labios y titubeé.
— Pero aún así, tal vez deberíamos...— Lily agregó
suavemente, —...no le dirás a los chicos sobre esto?—
Estaba tan contenta de que estuviéramos en la misma
página. — Sí,— dije corriendo.

Y ella asintió, tragando fuerte.

— De acuerdo.—

— Genial.—

— Genial.—

Y mientras conversábamos educadamente, no pude evitar


darme cuenta de que ninguna de las dos podía quitar
nuestros ojos de la peculiar forma en que Angie y A.J.
se sentaron juntos en el sofá.
Angie tenía su consola portátil en sus manos hablando
sin parar, explicando el objetivo del juego y mientras
ella seguía hablando, A.J. la miraba de cerca, sus
ojos, mirando su cara, sonriendo suavemente para sí
mismo. Y me dolía el pecho.

Oh, mierda.

Mi hijo estaba enamorado.

La casa estaba tranquila. Ese era un evento raro en sí


mismo. Claro, era temprano, pero el silencio no era
tan tranquilo como antes. Especialmente no cuando tuve
que soportar el tiempo sin mi hijo como yo lo había
hecho. El silencio era desalentador y cuando me metí en
su habitación y lo encontré profundamente dormido, mi
corazón se desenrolló y me permití respirar de nuevo.
Sentada en el borde de su cama, miré hacia abajo a la
cara angelical del niño que casi no vuelve a casa. Mi
mano se movió sin avisar y cuando toqué su cabello me
recordé a mí misma que estábamos bien.

Estábamos bien.

Estando tan callada como pude, lo dejé dormir un poco


más, porque en sus sueños no estaba roto.

Descalza y embarazada, me dirigí a la nevera y me serví


un vaso de jugo de naranja, luego fui en busca del
hombre desaparecido en acción. No era frecuente que nos
despertáramos por separado, pero cuando lo hacíamos me
ponía inquieta.

No tardé mucho y cuando abrí la puerta corredera y me


paré en la puerta abierta, vestida sólo con mi camisón,
me miró un momento antes de continuar con lo que estaba
haciendo. Y con cada segundo que pasaba, la alegría se
deslizaba por mi garganta, peligrosamente deseando
escapar. Pero la mantuve bajo llave.
En vez de eso, me apoyé en el marco de la puerta y
dije: — Érase una vez, cuando pensé que eras un dios.—
Tomé un sorbo de mi jugo. — Y ahora mírate, haciendo la
colada, colgando mis bragas y sostenes.—

Mantuve la risa todo lo que pude, pero cuando sus ojos


se arrugaron de risa, me señaló como advertencia, cinco
de mis sostenes colgaban de su antebrazo. Perdí la
batalla, inclinando la cabeza hacia atrás y dejando
libre mi risa ligera.
Agitó la cabeza, pero no me perdí la forma en que se
movía su labio. Cuando murmuró, — Jódete, nena— sonaba
más como, — Te amo, nena,— y no podía borrar la sonrisa
de mi cara.
Con el corazón lleno y mi bebé pateando, me prepare
para irme y mientras lo hacía, me llamó. — Ya sabes,
podrías ayudar.—

Me detuve en la entrada, mirándolo fijamente y mis


cejas se levantaron.

Este hombre.

— He hecho la colada durante seis largos años, cariño.—


Empecé a cerrar la puerta corredera entre nosotros y
cuando lo hice, descaradamente dije: — Es oficialmente
tu turno.—

Se burló de mí a través del cristal.

Le sople un beso.

Siguió colgando las bragas y los sostenes en el


tendedero. Y nunca había estado más contenta en mi
vida.

Los días se convirtieron en semanas. Las semanas se


convirtieron en meses. Los meses se convirtieron en
años. El viejo roble en el patio trasero, el mismo
roble que había tallado con el nombre del chico al qué
juré que no olvidaría a la edad de siete años, ahora
llevaba los nombres de cada nuevo miembro al que le
dimos la bienvenida en nuestra familia.

Se había convertido en una tradición.

Más tarde ese mismo año, otro nombre sería tallado en


el roble Falco.

Y mi corazón y mi alma se establecieron a medida que mi


familia crecía.

Los suaves gritos que venían del cuarto infantil me


hicieron saltar en la cama, momentáneamente lo
suficientemente confusa e irritable como para hacerme
sudar. Pero él ya estaba de pie y saliendo por la
puerta. Y cuando regresó con el pequeño bulto, encendí
la lámpara mientras él la dejaba suavemente entre
nosotros. Sus fosas nasales se abrieron y su boca bajó,
sus labios temblando como sus pequeños brazos. Intentó
liberarse de su sujeción. No. nuestra pequeña señorita
no estaba feliz. Y ambos sabíamos por qué.
Parpadeando con sueño, me levanté para desenganchar la
parte delantera de mi sostén y bajé la tapa de mi
sujetador. Antes de levantar suavemente a mi dulce niña
y sostenerla contra mi pecho.
Mí cerdito se enganchó rápidamente e hizo lo suyo
mientras su padre se inclinaba de costado,
sosteniéndose sobre su codo, mirándonos a las dos con
amor mientras ella se saciaba.

Mi esposo le acarició los pelos de la nuca y le susurró


soñoliento — Despacio, Fia. Mamá no irá a ninguna
parte.—

Mi corazón apenas podía soportar el amor que tenía


dentro de mí. Era fuerte, desbordante y se posó sobre
mí como una manta caliente, me pregunté si alguna vez
se volvería monótono.

Lo más probable es que no. Y yo estaba de acuerdo con


eso. De hecho, contaba con ello.

Twitch era algo así como un voyeur en estos días,


especialmente cuando se trataba de sus hijos.

Le encantaba ver a A.J. hacer su tarea,


enorgulleciéndose de la inteligencia de nuestro hijo
mayor. Adoraba ver a Matteo caer sobre su pequeño
trasero, tratando en vano de pisar con sus pequeñas
piernas para no caerse, mientras intentaba correr antes
de que pudiera caminar. Pero, sobre todo, atesoraba
cada momento de la alimentación de Sofía.

La llamó, su pequeña princesa. La niña de papi.

Tuve la premonición de que sería la niña de los ojos de


su padre.

Diablos. Ella ya lo era.

Se había perdido muchas cosas con nuestro primogénito.


Y se estaba asegurando de no perderse otro segundo de
su preciosa infancia.

Cicatrices.

Las teníamos a montones.

Pero esas cicatrices nos habían moldeado en la gente


que éramos hoy. Y aunque nuestras heridas habían
empezado siendo dolorosas, y las marcas que dejaron
eran permanentes, eternas. Yo estaba agradecida por el
recordatorio de lo duro que habíamos trabajado para
estar juntos.

Hablaban mucho de nosotros.


El fracaso nunca fue una opción. Twitch y yo estaríamos
juntos o moriríamos en el intento.

Había días en los que me sentaba y veía a mi familia


prosperar con tal sentimiento que me excusaba
silenciosamente y lloraba en completo silencio, en
secreto, porque la fuerza pura de la emoción era
absolutamente paralizante.

Lo habíamos logrado.

Cada día era un regalo.

Lo habíamos logrado, contra todo pronóstico, tomando el


camino menos transitado.

Éramos nosotros contra el mundo y yo protegería a esta


familia con cada una de las fibras de mi ser.

Lo que me lleva a mi punto.

Una advertencia para los que quieren hacer daño a mi


familia.

Mi nombre es Alexa Falco. Y ya no tengo miedo.

Ven por nosotros.

Te reto.

Te voy a derribar, joder.

El Fin.
Raw: Rebirth

Una nota de la autora.

Quiero agradecerles a todos por su amor eterno por mi


complicado chico malo, Twitch.
Estoy tan contenta de que haya encontrado su felicidad
para siempre con la bella Lexi.
También estoy agradecida por su amor y apoyo.
Tú paciencia impulsó este libro. Tú lealtad escribió
las palabras. Y tú amabilidad me trajo luz sobre los
días más oscuros.
Así que, gracias a todos.
Con todo mi amor,
Belle x

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