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Hoy día se sabe que un trastorno mental es secundario a un mal funcionamiento cerebral, ya
sea por causas genéticas o ambientales. El cerebro se enferma igual que otros órganos del
cuerpo, y no hay que apelar a etiologías irracionales para comprenderlo.
Junto a las causas de alteración bioquímica de origen genético, hay que considerar a los
aprendizajes de comportamientos, o al estrés para comprender los múltiples modos de
enfermar de la mente humana.
• Psicóticas
• No psicóticas
Los cuadros psicóticos son aquellos en los que el individuo, en forma continuada o no, ha
presentado delirios (que son creencias falsas, mantenidas firmemente a pesar de una
evidencia incontrovertible en contra) y alucinaciones. Entre ellos, destacan la esquizofrenia,
la manía y algunas formas de depresión.
En las no psicóticas, no hay nunca alteración del juicio; la alteración fundamental es de orden
emocional, (Farré Martí y cois., 1994). Entre ellas destacan los síndromes de ansiedad,
algunas depresiones, los trastornos de personalidad y los trastornos psicosomáticos.
Sabemos que el deseo sexual está sometido a elementos bioquímicos que lo disparan, lo
incrementan o simplemente lo modulan. Si se considera que en la mayoría de trastornos
psiquiátricos existen -como causa o efecto- perturbaciones de los mismos neurotransmisores
cerebrales que intervienen en el comportamiento sexual (dopamina, serotonina), es de
suponer que parte de las alteraciones sexuales son debidas a estos cambios bioquímicos. La
persona con una Discapacidad Psicosocial altera su relación con su ambiente y puede variar
sus relaciones, tanto interpersonales como sociales. Entonces, estos desarrollos pueden
desencadenar problemáticas en el desarrollo de la sexualidad. Por ello conviene conocer la
correlación entre psicopatología y sexualidad, a fin de detectarlas y comprender mejor el
sufrimiento de la persona, multiplicado por sus inquietudes en la esfera sexual.
Depresión
Además de la habitual pérdida de apetito y de capacidad física, son comunes los trastornos
en el sueño (insomnio o hipersomnia), y a menudo queda debilitada la capacidad de
concentración. La depresión puede afectar a la actividad motora, la memoria o el habla, y
pueden aparecer síntomas psicosomáticos de naturaleza muy variada por vez primera, o
acentuarse a medida que la depresión se hace más profunda. También se observa
habitualmente un deterioro de la autoestima, un sentimiento de soledad y desamparo y un
arraigado sentimiento de culpabilidad.
Algunos autores mencionan que aproximadamente, un 70 por ciento de las personas con
depresión experimenta una significativa disminución del deseo. Hay que señalar que el
impacto de la depresión sobre la sexualidad no siempre guarda relación con la gravedad de
ésta. Mientras que en algunas personas con depresión la pérdida del interés sexual constituye
el primer síntoma, y a veces único, en otras gravemente afectadas, no hay disminución
importante en este terreno y continúan su vida sexual como antes de iniciar el cuadro
depresivo. Es de suponer que otros factores, como la conducta sexual del compañero o la
propia actitud ante la sexualidad, juegan un papel importante en la visión del deseo por parte
de la persona con depresión, aparte de la alteración sexual propiamente creada por la
Discapacidad Psicosocial.
En consonancia con esta pérdida del interés sexual, existen menos fantasías sexuales y
pensamientos sobre la sexualidad. Por regla general, la excitación y el orgasmo no quedan
alterados, aunque sí puede ocurrir que la percepción de esta excitación sexual quede
negativamente afectada. Los mecanismos de la excitación sexual (funcionalidad eréctil en el
varón y lubricación vaginal en la mujer) suelen estar intactos y son pocos los casos en que
quedan deteriorados.
Mientras que aproximadamente del 40 al 70% (según el autor) de los sujetos con depresión
tienen disminución del deseo, la disfunción sexual per se produce en menos de un tercio de
los sujetos con depresión. Woodruff y Cois., observaron la aparición de disfunción eréctil en
un 23% de los varones con trastornos afectivos. Tamburello y Seppecher, por su parte,
apuntaron que la capacidad de respuesta eréctil en la depresión sólo quedaba ligeramente
disminuida con relación a los niveles anteriores a la depresión.
No es raro que los sentimientos de baja autoestima a "flor de piel" de la persona con depresión
lo hagan buscar afecto, muchas veces por medio de la relación sexual, por lo que no se
presenta disfunción alguna. Otro fenómeno que puede presentarse es que una persona con
depresión busque reva- lorizarse por medio del ejercicio de la sexualidad, con lo que
"probaría" que sí vale y sí puede. Cuando esto ocurre, puede establecerse el círculo vicioso
de disfunción eréctil o hipolubricación.
Las personas depresivas anhelan el cariño de otros, pero dejan de corresponder en una forma
que recompense a la otra persona o refuerce la relación. Podrá aislarse, sintiéndose incapaz
de buscar a los demás, o podrá buscar amigos o compañeros, sólo para enajenarlos con su
aferramiento y la constante preocupación de sí mismo.
La depresión puede ir acompañada por cambios en la conducta sexual que son poco comunes
en la persona afectada. Aunque La frecuencia de tales cambios es indudablemente menor que
la observada en las personas maniacas, en ocasiones pueden observarse exhibicionismo,
paidofilia, "conductas homosexuales", e ilusiones sexuales en asociación con la depresión.
Además la depresión es muy frecuente en las personas transexuales. El individuo con
depresión puede iniciar un lance amoroso para estimular el ánimo y la actuación sexual.
Debe advertirse que la depresión puede aparecer como resultado de alteraciones sexuales
anteriores, aunque lo habitual es que tome la forma de una depresión leve que se disipa
espectacularmente si se logra el éxito en la resolución de la dificultad sexual.
Cuando coexisten la depresión y las alteraciones sexuales, hay que cuidar de no atribuir éstos
a otros síntomas de la depresión. Fácilmente se puede creer que la falta de deseo se produce
por no dormir bien, o que la excitación sexual está debilitada por no comer lo suficiente;
cuando estas son, simplemente, manifestaciones del cuadro depresivo.
Es probable, por otra parte, que la depresión aparezca como resultado de disfunciones
sexuales previas, provocadas por el sentimiento de frustración y la pérdida de autoestima que
habitualmente acompañan las disfunciones sexuales. En estos casos suele tratarse de una
depresión leve, que mejora inmediatamente tras el tratamiento y la solución de los conflictos
que la motivaron.
En cambio, cuando la depresión es la causa de una disfunción sexual, debe tratarse, en primer
lugar, el cuadro depresivo, teniendo en cuenta, si se usan medicamentos antidepresivos, que
algunos de ellos pueden alterar la respuesta sexual. Puede ocurrir, por tanto, que aún
mejorando la depresión y el deseo sexual, se deteriore la respuesta orgásmica o eyaculatoria,
aunque estos efectos son totalmente reversibles. A menudo, el deseo sexual reaparece cuando
la depresión ha sido superada. Sólo cuando no es así deberá pensarse en abordar la
problemática sexual mediante una terapia específica. El punto central de la atención, es dejar
claro para la persona y para su familia, que la depresión no es una "debilidad moral", o "falta
de carácter", sino una Discapacidad Psicosocial seria y potencialmente susceptible de
respuesta al tratamiento.
Esquizofrenia
La severidad de los síntomas varía de una persona a otra y los síntomas pueden presentar un
curso variable. Cuando los síntomas mejoran, la persona parece conducirse de manera
habitual, pero en general se darán episodios repetitivos (recaídas), lo que ocasionara la
reaparición de los síntomas.
En general, los síntomas de la esquizofrenia pueden ser clasificados en dos grandes grupos:
los síntomas positivos y los negativos. Los positivos incluyen delirio paranoide,
alucinaciones auditivas y conducta extraña. Los negativos incluyen falta de iniciativa e
incapacidad de desarrollar relaciones interpersonales. Estos síntomas son los mayores
responsables del aislamiento social que las personas con esquizofrenia sufren.
Pero estas ideas no son exclusivas de la esquizofrenia. Otros cuadros psiquiátricos pueden ir
acompañados de ¡deas delirantes de tipo sexual: desde las demencias (por ejemplo, hoy día
la tan conocida enfermedad de Alzheimer) hasta los propios cuadros maniacos como la
depresión severa, pueden provocar convicciones en el paciente que deterioren su conducta
sexual, hasta llegar al acoso, el abuso o la "ninfomanía", creencias desatinadas de cambio de
identidad o de variación en las preferencias sexuales (falsas homosexualidades o falsos
transexualismos), ¡deas hipocondríacas referentes a los propios órganos sexuales
(crecimiento desmesurado del pene) o enfermedades inexistentes, en general de transmisión
sexual, conforman un verdadero "mosaico" erótico-patológico que confunde, no solamente
al paciente que los vive, sino también a sus familiares o amigos.
Las alucinaciones pueden tener un marcado tinte sexual en este tipo de Discapacidad
Psicosocial, al igual que en las subsecuentes a ciertos cuadros mentales graves provocados
por toxicomanías (alcohol, cocaína, anfetaminas, etc.) Desde voces que indican la necesidad
del ataque sexual: "Dios me mandaba que atacara a las prostitutas, porque son un elemento
del diablo", hasta otras que avisan de los peligros infinitos del sexo y conllevan a la pasividad
sexual absoluta. Todo ello puede estar presente -aunque no es mayoritario- en la abigarrada
sintomatología de orden psicótico.
Más importante aún es el riesgo de una descompensación aguda provocada por la tensión y
la intensidad a la respuesta de la terapia sexual. El riesgo se halla constantemente presente
incluso en aquellas personas que parecen tener un grado de control relativamente bueno.
Además, los trastornos en el pensamiento, las dificultades interpersonales y el deterioro del
contacto con la realidad, que constituyen los rasgos principales de la esquizofrenia, suelen
reducir significativamente la posible efectividad de este tratamiento. En casos seleccionados
de esquizofrenia paranoide, puede llevarse a cabo una terapia sexual con un mínimo de
dificultades, si los terapeutas definen adecuadamente la ideación paranoide y se abstienen de
inmiscuirse en esta área del pensamiento de la persona. Las personas con Discapacidad
Psicosocial esquizofreniforme acostumbran mostrarse mucho más accesibles a la terapia
sexual durante las etapas de remisión.
Es necesario reconocer que la Personas con Discapacidad Psicosocial son sexuados, con
necesidades afectivas y sexuales y que, como cualquier otro ser humano, requieren una
adecuada preparación en orden a una positiva integración de su sexualidad y afectividad a lo
largo de toda su vida y en sus relaciones. Esta preparación habrá de ser una tarea de padres-
madres y profesionales: todos ellos habrán de hacer un esfuerzo en consensuar intervenciones
y llegar a acuerdos en los programas que se pongan en marcha.
Referencias Bibliográficas
Amor, J.R. (2000). Sexualidad y Personas con Discapacidad Psíquica. Feaps. 1 Madrid.
Torices, I., & Ávila, G. (2006). Orientación y consejería en sexualidad para personas con
discapacidad. México: Trillas.
Torices, I., (2007). Guía Didáctica para la promoción de la salud en la sexualidad de personas
con discapacidad, Geishad, México.