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Sexualidad en Discapacidad Psicosocial

Recopilado por Enith Franco A.


Psicóloga
Diseñadora Curso Sexualidad y Discapacidad
Escuela de Ciencias, Artes y Humanidades ECSAH
Universidad Nacional Abierta y a Distancia - UNAD
Magister Salud Sexual y Salud Reproductiva - UNBOSQUE
Asesora en inclusión &
Orientadora en Sexualidad y Discapacidad

Hoy día se sabe que un trastorno mental es secundario a un mal funcionamiento cerebral, ya
sea por causas genéticas o ambientales. El cerebro se enferma igual que otros órganos del
cuerpo, y no hay que apelar a etiologías irracionales para comprenderlo.

Junto a las causas de alteración bioquímica de origen genético, hay que considerar a los
aprendizajes de comportamientos, o al estrés para comprender los múltiples modos de
enfermar de la mente humana.

Dejando aparte las manifestaciones psicopatológicas secundarias a tumores, enfermedades


hormonales, intoxicaciones, fiebre, etcétera, que pueden afectar el cerebro y provocar
trastornos mentales, la Discapacidad Psicosocial no orgánica se divide en:

• Psicóticas

• No psicóticas

Los cuadros psicóticos son aquellos en los que el individuo, en forma continuada o no, ha
presentado delirios (que son creencias falsas, mantenidas firmemente a pesar de una
evidencia incontrovertible en contra) y alucinaciones. Entre ellos, destacan la esquizofrenia,
la manía y algunas formas de depresión.

En las no psicóticas, no hay nunca alteración del juicio; la alteración fundamental es de orden
emocional, (Farré Martí y cois., 1994). Entre ellas destacan los síndromes de ansiedad,
algunas depresiones, los trastornos de personalidad y los trastornos psicosomáticos.

Los trastornos psicopatológicos, que son objeto de estudio de la psiquiatría y la psicología


clínica son relativamente frecuentes. Si la conducta sexual está relacionada con la
personalidad, es coherente que cuando el sujeto enferma mentalmente y presenta alteraciones
psiquiátricas, la sexualidad se altere. Algo parecido ocurre con los trastornos de personalidad
que distorsionan el comportamiento del sujeto, los cuales pueden provocar modificaciones
en la sexualidad.

Sabemos que el deseo sexual está sometido a elementos bioquímicos que lo disparan, lo
incrementan o simplemente lo modulan. Si se considera que en la mayoría de trastornos
psiquiátricos existen -como causa o efecto- perturbaciones de los mismos neurotransmisores
cerebrales que intervienen en el comportamiento sexual (dopamina, serotonina), es de
suponer que parte de las alteraciones sexuales son debidas a estos cambios bioquímicos. La
persona con una Discapacidad Psicosocial altera su relación con su ambiente y puede variar
sus relaciones, tanto interpersonales como sociales. Entonces, estos desarrollos pueden
desencadenar problemáticas en el desarrollo de la sexualidad. Por ello conviene conocer la
correlación entre psicopatología y sexualidad, a fin de detectarlas y comprender mejor el
sufrimiento de la persona, multiplicado por sus inquietudes en la esfera sexual.

Existe la creencia de que los padecimientos psiconeuróticos y psicóticos se acompañan de


alteraciones en la sexualidad. Un estudio de Pinderhughes (1972), demostró que más de 80%
de los psiquiatras y 40% de pacientes psiquiátricos de su estudio pensaban que estos
padecimientos interferían necesariamente con la sexualidad. Por otro lado, un estudio de
Winokur (1959) mostró que la prevalencia de alteraciones sexuales no era mayor en un grupo
de personas con neurosis y psicosis de lo que podría ser en la población general; aunque este
estudio mostró una menor frecuencia de lo coital en las personas psicóticas que en los otros
grupos, (Álvarez-Gayou, 1986).

Depresión

La depresión es un trastorno del estado anímico caracterizado por sentimientos de tristeza y


abatimiento, junto con una dificultad o incapacidad para experimentar placer. Se calcula que
entre el 15 y 20 por ciento de la población adulta experimenta episodios depresivos durante
su vida, apareciendo éstos con mayor frecuencia en mujeres que en hombres.
Los síntomas de la depresión abarcan numerosos aspectos de la vida, pero casi siempre se
halla como denominador común una pérdida de energía acompañada de lentitud psicomotora,
de interés en actividades que hasta el momento resultaban más o menos placenteras. Así, se
afecta la capacidad de iniciativa para realizar actividades positivas, disminuye el apetito y
hay una pérdida de interés en las actividades sexuales, visión negativa del futuro y del
entorno, sentimientos de "minusvalía". Se puede presentar a cualquier edad, aunque es más
frecuente después de los 20 años.

Además de la habitual pérdida de apetito y de capacidad física, son comunes los trastornos
en el sueño (insomnio o hipersomnia), y a menudo queda debilitada la capacidad de
concentración. La depresión puede afectar a la actividad motora, la memoria o el habla, y
pueden aparecer síntomas psicosomáticos de naturaleza muy variada por vez primera, o
acentuarse a medida que la depresión se hace más profunda. También se observa
habitualmente un deterioro de la autoestima, un sentimiento de soledad y desamparo y un
arraigado sentimiento de culpabilidad.

Algunos autores mencionan que aproximadamente, un 70 por ciento de las personas con
depresión experimenta una significativa disminución del deseo. Hay que señalar que el
impacto de la depresión sobre la sexualidad no siempre guarda relación con la gravedad de
ésta. Mientras que en algunas personas con depresión la pérdida del interés sexual constituye
el primer síntoma, y a veces único, en otras gravemente afectadas, no hay disminución
importante en este terreno y continúan su vida sexual como antes de iniciar el cuadro
depresivo. Es de suponer que otros factores, como la conducta sexual del compañero o la
propia actitud ante la sexualidad, juegan un papel importante en la visión del deseo por parte
de la persona con depresión, aparte de la alteración sexual propiamente creada por la
Discapacidad Psicosocial.

En consonancia con esta pérdida del interés sexual, existen menos fantasías sexuales y
pensamientos sobre la sexualidad. Por regla general, la excitación y el orgasmo no quedan
alterados, aunque sí puede ocurrir que la percepción de esta excitación sexual quede
negativamente afectada. Los mecanismos de la excitación sexual (funcionalidad eréctil en el
varón y lubricación vaginal en la mujer) suelen estar intactos y son pocos los casos en que
quedan deteriorados.

El impacto sexual de la depresión varía considerablemente de una persona a otra y no siempre


es reflejo de la gravedad de la depresión, medida según otros criterios. Algunas personas con
depresión que continúan actuando razonablemente bien en ciertos aspectos de la vida
muestran, en cambio, una total pérdida de interés por la sexualidad; otras que tienen
dificultades en muchas facetas de la vida, continúan actuando sexualmente de un modo casi
idéntico a como lo hacían antes de comenzar la depresión. No se sabe la razón de esta gran
variabilidad, pero es importante reconocer que ciertos factores, como el interés sexual del
compañero o cónyuge y la actitud de la persona hacia la sexualidad (recreación u obligación,
hábito o acontecimiento ocasional) desempeñan con toda certeza un papel importante en las
relaciones y conducta sexuales de la persona.

Mientras que aproximadamente del 40 al 70% (según el autor) de los sujetos con depresión
tienen disminución del deseo, la disfunción sexual per se produce en menos de un tercio de
los sujetos con depresión. Woodruff y Cois., observaron la aparición de disfunción eréctil en
un 23% de los varones con trastornos afectivos. Tamburello y Seppecher, por su parte,
apuntaron que la capacidad de respuesta eréctil en la depresión sólo quedaba ligeramente
disminuida con relación a los niveles anteriores a la depresión.

No es raro que los sentimientos de baja autoestima a "flor de piel" de la persona con depresión
lo hagan buscar afecto, muchas veces por medio de la relación sexual, por lo que no se
presenta disfunción alguna. Otro fenómeno que puede presentarse es que una persona con
depresión busque reva- lorizarse por medio del ejercicio de la sexualidad, con lo que
"probaría" que sí vale y sí puede. Cuando esto ocurre, puede establecerse el círculo vicioso
de disfunción eréctil o hipolubricación.

Las personas depresivas anhelan el cariño de otros, pero dejan de corresponder en una forma
que recompense a la otra persona o refuerce la relación. Podrá aislarse, sintiéndose incapaz
de buscar a los demás, o podrá buscar amigos o compañeros, sólo para enajenarlos con su
aferramiento y la constante preocupación de sí mismo.

La depresión puede ir acompañada por cambios en la conducta sexual que son poco comunes
en la persona afectada. Aunque La frecuencia de tales cambios es indudablemente menor que
la observada en las personas maniacas, en ocasiones pueden observarse exhibicionismo,
paidofilia, "conductas homosexuales", e ilusiones sexuales en asociación con la depresión.
Además la depresión es muy frecuente en las personas transexuales. El individuo con
depresión puede iniciar un lance amoroso para estimular el ánimo y la actuación sexual.

En resumen, es un error tanto generalizar que la depresión produce disfunciones, como


afirmar lo contrario. Cada caso plantea características específicas y podrá o no originar
disfunciones. Lo que sí las causa es la administración de antidepresivos (tricíclicos e
inhibidores de la monoaminooxidasa). Ciertamente, resulta indicada la terapia sexual en
aquellas personas que continúan experimentando dificultades sexuales tras la resolución de
la fase depresiva: en ciertos casos seleccionados de personas con depresión leve sin deterioro
significativo de la capacidad cognitiva, la terapia sexual puede emplearse durante los
episodios depresivos agudos.

Debe advertirse que la depresión puede aparecer como resultado de alteraciones sexuales
anteriores, aunque lo habitual es que tome la forma de una depresión leve que se disipa
espectacularmente si se logra el éxito en la resolución de la dificultad sexual.

Cuando coexisten la depresión y las alteraciones sexuales, hay que cuidar de no atribuir éstos
a otros síntomas de la depresión. Fácilmente se puede creer que la falta de deseo se produce
por no dormir bien, o que la excitación sexual está debilitada por no comer lo suficiente;
cuando estas son, simplemente, manifestaciones del cuadro depresivo.

Es probable, por otra parte, que la depresión aparezca como resultado de disfunciones
sexuales previas, provocadas por el sentimiento de frustración y la pérdida de autoestima que
habitualmente acompañan las disfunciones sexuales. En estos casos suele tratarse de una
depresión leve, que mejora inmediatamente tras el tratamiento y la solución de los conflictos
que la motivaron.
En cambio, cuando la depresión es la causa de una disfunción sexual, debe tratarse, en primer
lugar, el cuadro depresivo, teniendo en cuenta, si se usan medicamentos antidepresivos, que
algunos de ellos pueden alterar la respuesta sexual. Puede ocurrir, por tanto, que aún
mejorando la depresión y el deseo sexual, se deteriore la respuesta orgásmica o eyaculatoria,
aunque estos efectos son totalmente reversibles. A menudo, el deseo sexual reaparece cuando
la depresión ha sido superada. Sólo cuando no es así deberá pensarse en abordar la
problemática sexual mediante una terapia específica. El punto central de la atención, es dejar
claro para la persona y para su familia, que la depresión no es una "debilidad moral", o "falta
de carácter", sino una Discapacidad Psicosocial seria y potencialmente susceptible de
respuesta al tratamiento.

Esquizofrenia

Es una Discapacidad Psicosocial que puede llegar a presentarse en alrededor del 1% de la


población en general, a lo largo de sus vidas. Significa una pérdida importante del potencial
humano, ya que se hace patente en la vida adulta temprana, durante los primeros años de
desarrollo educacional, vocacional y social (adolescencia) no importando sexo, nivel social
o cultural. Por lo general dura toda la vida, lo que implica un alto grado de cronicidad.

A menudo se sienten aisladas y se retraen cuando el control de la realidad va desapareciendo.


Por ello, estas personas no son capaces de hacer amistades y descuidan su higiene y
apariencia personal. Abandonar la escuela o dejar de trabajar, son otros signos tempranos de
este tipo de discapacidad psicosocial.

Con el progreso de la Discapacidad Psicosocial, los síntomas de la psicosis comienzan a


aparecer. La persona comienza a actuar de manera extraña y a hablar cosas sin sentido. Las
personas con esquizofrenia pueden desarrollar alucinaciones, es decir, que pueden ver, sentir,
oler o escuchar cosas que no existen en la realidad. También pueden desarrollar síntomas
físicos, como el ceño fruncido, movimientos poco usuales y pueden permanecer de pie o
sentados en posiciones extrañas. Algunas personas se vuelven casi inmóviles, mientras que
otras se mueven constantemente.

La severidad de los síntomas varía de una persona a otra y los síntomas pueden presentar un
curso variable. Cuando los síntomas mejoran, la persona parece conducirse de manera
habitual, pero en general se darán episodios repetitivos (recaídas), lo que ocasionara la
reaparición de los síntomas.

En general, los síntomas de la esquizofrenia pueden ser clasificados en dos grandes grupos:
los síntomas positivos y los negativos. Los positivos incluyen delirio paranoide,
alucinaciones auditivas y conducta extraña. Los negativos incluyen falta de iniciativa e
incapacidad de desarrollar relaciones interpersonales. Estos síntomas son los mayores
responsables del aislamiento social que las personas con esquizofrenia sufren.

Este síndrome es variado en su psicopatología, su psicodinámica, su etiología y su curso


clínico. Dos personas diagnosticadas con esquizofrenia parecerán casos totalmente distintos.
Esta variabilidad ha conducido a la comprensión de la esquizofrenia no como una sola
entidad, sino como un grupo de entidades clínicas. Es de causas biológicas, como el cáncer
o la enfermedad cardiaca; es devastadora no sólo para el que la vive, sino para su familia y
seres queridos.

La persona con esquizofrenia padece trastornos en diversas áreas de la función psicológica.


La dificultad más aparente puede comprender patrones de conducta y relaciones
interpersonales manifiestos, procesos mentales subjetivos o inclusive regulación fisiológica.
Por ejemplo, una persona presentará acaso un retraimiento social extremo, permaneciendo
en la cama por semanas enteras; otra, con episodios de despersonalización y sentimientos de
estar controlado por fuerzas externas, y una tercera, con una anorexia pronunciada y pérdida
grave de peso. Esto, en contraste con otras entidades psiquiátricas importantes, en las que,
aunque puedan estar afectadas varias áreas de funcionamiento, una de ellas es percibida, con
todo, como área central del desorden.

Encontrar una definición para la esquizofrenia no es asunto sencillo, pues diferentes


autoridades en el tema han encontrado diversos criterios, diagnósticos y denominaciones.
Según las descripciones de Woodruff y Cois., el término esquizofrenia se emplea para
referirse a una Discapacidad Psicosocial crónica marcada, al menos intermitentemente, por
ilusiones, alucinaciones, trastornos en el pensamiento y afectos embotados. En cambio, se
utiliza la palabra esquizofreniforme para referirse a una Discapacidad Psicosocial en la que
los síntomas tienden a ser episódicos y de aparición aguda.

Ante el cuadro tan variable de disfunciones de la realidad, es perfectamente coherente pensar


que la sexualidad se modificará. De hecho, los cambios que pueden aparecer son muy
variables y están sometidos al desarrollo de un síndrome que tiene muchos matices de
presentación. En líneas generales, esta variabilidad va desde la falta casi absoluta del deseo
hasta un cierto incremento, dependiendo en ocasiones de las propias ideas delirantes, que son
un verdadero arco iris de posibilidades de modificación del pensamiento y comportamiento
de los que los padece: celos mortificantes, persecución sexual (de tipo erotomaníaco en el
que el sujeto cree que un personaje, en general de nivel socioeconómico más elevado, está
perdidamente enamorado de él o ella), control de la conducta sexual, posesión, etcétera.

Pero estas ideas no son exclusivas de la esquizofrenia. Otros cuadros psiquiátricos pueden ir
acompañados de ¡deas delirantes de tipo sexual: desde las demencias (por ejemplo, hoy día
la tan conocida enfermedad de Alzheimer) hasta los propios cuadros maniacos como la
depresión severa, pueden provocar convicciones en el paciente que deterioren su conducta
sexual, hasta llegar al acoso, el abuso o la "ninfomanía", creencias desatinadas de cambio de
identidad o de variación en las preferencias sexuales (falsas homosexualidades o falsos
transexualismos), ¡deas hipocondríacas referentes a los propios órganos sexuales
(crecimiento desmesurado del pene) o enfermedades inexistentes, en general de transmisión
sexual, conforman un verdadero "mosaico" erótico-patológico que confunde, no solamente
al paciente que los vive, sino también a sus familiares o amigos.

Las alucinaciones pueden tener un marcado tinte sexual en este tipo de Discapacidad
Psicosocial, al igual que en las subsecuentes a ciertos cuadros mentales graves provocados
por toxicomanías (alcohol, cocaína, anfetaminas, etc.) Desde voces que indican la necesidad
del ataque sexual: "Dios me mandaba que atacara a las prostitutas, porque son un elemento
del diablo", hasta otras que avisan de los peligros infinitos del sexo y conllevan a la pasividad
sexual absoluta. Todo ello puede estar presente -aunque no es mayoritario- en la abigarrada
sintomatología de orden psicótico.

Las disfunciones sexuales no suelen ser un rasgo común de la esquizofrenia, aunque es


posible la coexistencia incidental de ambos trastornos. La incidencia de las disfunciones
sexuales en la esquizofrenia puede verse comprensiblemente subvalorada, dada la existencia
de problemas más graves. Cuando se observan alteraciones sexuales en la persona con esta
Discapacidad, no está indicada la terapia sexual por diversas razones.

Más importante aún es el riesgo de una descompensación aguda provocada por la tensión y
la intensidad a la respuesta de la terapia sexual. El riesgo se halla constantemente presente
incluso en aquellas personas que parecen tener un grado de control relativamente bueno.
Además, los trastornos en el pensamiento, las dificultades interpersonales y el deterioro del
contacto con la realidad, que constituyen los rasgos principales de la esquizofrenia, suelen
reducir significativamente la posible efectividad de este tratamiento. En casos seleccionados
de esquizofrenia paranoide, puede llevarse a cabo una terapia sexual con un mínimo de
dificultades, si los terapeutas definen adecuadamente la ideación paranoide y se abstienen de
inmiscuirse en esta área del pensamiento de la persona. Las personas con Discapacidad
Psicosocial esquizofreniforme acostumbran mostrarse mucho más accesibles a la terapia
sexual durante las etapas de remisión.

Consideraciones para los programas de Educación Sexual en Personas con


Discapacidad Psicosocial
Una primera reflexión alude a la necesidad de capacitar a las Personas con Discapacidad
Psicosocial en las diferentes áreas de la convivencia cotidiana o en el mundo laboral y no
incluir un mínimo repertorio de habilidades sociosexuales, toda vez que se reconoce su
derecho a la educación sexual y su derecho a desarrollar sus capacidades afectivo- sexuales.

Es necesario reconocer que la Personas con Discapacidad Psicosocial son sexuados, con
necesidades afectivas y sexuales y que, como cualquier otro ser humano, requieren una
adecuada preparación en orden a una positiva integración de su sexualidad y afectividad a lo
largo de toda su vida y en sus relaciones. Esta preparación habrá de ser una tarea de padres-
madres y profesionales: todos ellos habrán de hacer un esfuerzo en consensuar intervenciones
y llegar a acuerdos en los programas que se pongan en marcha.

Desde la nueva concepción de la discapacidad no se busca una cura para la Discapacidad


Psicosocial, pero los tratamientos disponibles, en muchos casos ayudan a "controlar" los
síntomas. Con un tratamiento adecuado pueden vivir una vida productiva y llena de
satisfacciones, incluyendo la esfera sexual.

La terapia sexual no suele proporcionar la curación de las dificultades sexuales mencionadas


anteriormente, aunque sí puede observarse una mejoría en los síntomas.
Las Personas con Discapacidad Psicosocial tienen similares necesidades de intimidad,
amistad y afectividad que el resto de los seres humanos.

Referencias Bibliográficas

Amor, J.R. (2000). Sexualidad y Personas con Discapacidad Psíquica. Feaps. 1 Madrid.

Torices, I., & Ávila, G. (2006). Orientación y consejería en sexualidad para personas con
discapacidad. México: Trillas.

Torices, I., (2007). Guía Didáctica para la promoción de la salud en la sexualidad de personas
con discapacidad, Geishad, México.

Torices Rodarte, I. (2006). La sexualidad y Discapacidad Física. México: Trillas.

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