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Violencia Contra la Mujer en el Marco de la CIDH

Marysabell Fonseca Guerrero.


Junio 2019.

Universidad del Atlántico.


Facultad de Ciencias Jurídicas.
Diplomado Internacional IIDH
INTRODUCCIÓN

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “CIDH”) ha sido

consagrada y establecida como un desafío prioritario de los sistemas de protección de los derechos

humanos de las mujeres a vivir libres de violencia y discriminación, a nivel regional e internacional

(Organización de Estados Americanos, 1969, p.2). La publicación de instrumentos internacionales

de derechos humanos para proteger los derechos de la mujer refleja el interés y la concientización

de los Estados sobre el trato discriminatorio tradicionalmente recibido por las mujeres en sus

sociedades. El hecho de que la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar, y Erradicar

la Violencia Contra la Mujer (en adelante “Convención Belén do Pará”) sea el instrumento más

ratificado del sistema interamericano, en donde la mayoría de los Estados han ratificado la

Convención sobre la eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (en

adelante “CEDAW” ) y su conjunto de reglas potestativo reflejan el sentimiento de que la violencia

contra la mujer es un problema público y merece acciones estatales para prevenir, investigar,

sancionar y reparar. Las leyes jurídicas del sistema interamericano afirman que un acceso a

garantías y protecciones, es prioritario para la erradicación del problema de la violencia contra las

mujeres y para que los Estados cumplan con las obligaciones internacionales adquiridas

voluntariamente debe actuar con la debida diligencia frente a este grave problema de derechos

humanos.

La lucha por los derechos femeninos en Colombia alcanza por lo menos 80 años,

desde la década de los 30 cuando se les permitió a las mujeres estudiar bachillerato. En la década

de los 80 a lo largo de la región interamericana las mujeres comenzaron a alzar sus voces para
denunciar la violencia milenaria y sistemática a la cual estaban sometidas. La violencia contra la

mujeres y niñas es una violación grave de los derechos humanos, su impacto puede ser inmediato

o futuro y trae múltiples consecuencias físicas, sexuales y psicológicas, e incluso mortales, las

afecta negativamente e impiden su plena participación en la sociedad, impacta su familia,

comunidad y a su país. Esta violencia trae altos costos asociados que comprenden aumento en

gastos de atención de salud, y servicios jurídicos, incrementan el presupuesto público nacional y

obstaculizan el desarrollo y afectan la productividad nacional (Gonzales, 2018, p.5). La violencia

afecta a las mujeres independientemente de la cultura, clase social, etnia, educación, orientación

sexual, edad. Las mujeres son blancos de violencia en diferentes contextos, incluida la familia,

la comunidad, la custodia del Estado y el conflicto armado. La violencia es una constante en la

vida de las mujeres, desde décadas las mujeres han tenido que aguantar la opresión convirtiéndose

ellas en protagonistas de historias no contadas, no recordadas y no destacadas. El ultraje al cuerpo

de la mujer a su integridad es parte de los actos de dominación del hombre, y responde a las

concepciones creadas al interior de nuestra sociedad influidas por la violencia en todas sus

expresiones ya sean visibles o invisibles.

Han pasado 25 años desde que en Belén, capital del estado de Pará, la ciudad que

es puerta de acceso al norte de Brasil se realizará la Convención Interamericana para prevenir,

sancionar y erradicar la violencia contra la mujeres en donde los gobiernos se comprometieron a

defender sus derechos y tomaron la responsabilidad de erradicar la misma, así como de asistirlas

jurídicamente y prevenir la violencia contra ellas, la convención cuenta con la participación de 32

países que hacen parte de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y se ha convertido

en un importante instrumento educador y promotor de la no violencia contra las mujeres que


incluye, medidas para sanción y erradicación. Gonzales (2018) afirma que: el Convenio trajo

mejoras, la violencia de la mujer paso del plano privado al dominio público y hacer responsabilidad

de los Estados, gracias a la labor de grandes organizaciones y movimientos activistas (p.8). Se han

logrado importantes progresos en la elaboración y aprobación de reglas y normas internacionales,

aclarando las obligaciones de los estados pero a 2019 aún no se ha erradicado la violencia contra

la mujer y el panorama es alarmante una vez que cada día crecen los índices de violencia contra

la mujer ya sea por asesinato o violencia sexual, o maltrato físico o psicológico.

Las estadísticas de violencia contra la mujer en Colombia indican que el 47% no se

conoce el agresor, el 27% el asesinato fue perpetrado por la pareja sentimental o un excompañero,

y el 13% perpetrado por un conocido o familiar (Radiografía de la violencia. El espectador). Lo

que indica que las mujeres tienen a sus enemigos muy cerca; estas cifras alarmantes pudieran ser

peor una vez que una gran cantidad de agresiones no son denunciadas lo que hace difícil ver el

panorama completo, aunque hay un avance significativo hoy son un poco más las que se atreven a

denunciar y hacer públicos sus casos. El antecedente jurídico del Sistema Interamericano de los

Derechos Humanos afirma que un acceso a garantías y protecciones judiciales es indispensable

para tratar el problema de la violencia contra la mujer, pero los hechos muestran que las mujeres

víctimas de la violencia a diario no obtienen un acceso a recursos judiciales idóneos para

investigar, sancionar, y reparar las sanciones denunciadas, así como procedimientos eficaces al

denunciar los hechos.

El tema de investigación de este ensayo lo enfocaremos en la desidia e inoperancia

del estado para atender las denuncias de las mujeres, en las deficiencias de los programas que
implementan y ejecutan las políticas de prevención, sanción, y no repetición, en la identificación

de mujeres en riesgo grave o critico de ser víctimas de un feminicidio. Presentaremos un ensayo

sobre las diferentes dificultades con las que cotidianamente se enfrentan las mujeres cuando

procura acceder a recursos judiciales. Hoy nos encontramos ante una amplia gama de convenios

y políticas sociales para ayudar al tema de la violencia contra la mujer pero distan de la realidad

una vez que en su gran mayoría las denuncias de las mujeres quedan en trámites y no se le da la

atención que requieren y no existe un seguimiento de estas.

Anuncios como el de la Revista Semana de marzo 7 de 2019 “La violencia contra la mujer empeora

en los últimos meses” se ven a diario, a 11 años de la Ley 1257 de 2008 que sanciona la violencia

contra la mujer los casos de abuso sexual, feminicidio y maltrato de pareja siguen aumentando, los

retos siguen siendo enormes para los Gobiernos que tratan de buscar políticas públicas que

finalmente solo quedan en papel, hoy la impunidad en los casos de violencia supera

el 80%. Sería interesante retarnos como mujeres a conocer los informes dados por el Mecanismo

de Seguimiento de la Convención de Belén do Pará, el tercer informe revela que los Aparatos

Estatales han desplegado muchos esfuerzos para generar una mejor respuesta pero que es bastante

ineficaz, han aumentado los números de lugares para que la mujer presente sus denuncias, han

aumentado el personal, sin embargo hay unas cifras altas de impunidad y lo peor es que se

mantienen. En cuanto al tema específico de prevención de la violencia contra la mujer el informe

arrojó que la inversión es muy limitada ningún país llega al 1% del presupuesto para trabajos de

prevención. Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos el poder judicial constituye la

primera línea de defensa para los Estados para la protección de los derechos humanos de las

mujeres.
Analizaremos las dificultades a las que se enfrentan las mujeres una vez que son

violentados sus derechos para acceder a un ineficaz y frágil sistema de administración judicial, que

sufre ataques de independencia e imparcialidad, que a su vez tiene insuficiencia presupuestarias y

además inestabilidad de los jueces que en ocasiones estos son amenazados.

Analizamos también la discriminación histórica que han sufrido las mujeres a lo

largo de los años, la persistencia de patrones y comportamiento que impiden y obstaculizan la

implementación de las leyes jurídicas existentes. La CIDH ha encontrado que el ritmo de los

cambios legislativos, políticos e institucionales en los Estados ha excedido el avance de los

cambios en la cultura de hombres y mujeres ante la violencia y la discriminación. La Corte

Interamericana de los Derechos Humanos llego a la conclusión a la que han llegado muchos

informes de que en muchos países de la región existe un patrón de impunidad sistemática, la

mayoría de los casos no fueron formalmente investigados, juzgados o sancionados por los sistemas

de administración de la justicia, estamos hablando de juzgados, tribunales, estaciones de policía,

servicios de medicina forense entre otros. Se evidenció un bajo número de investigaciones

iniciadas con respecto a las denunciadas, un gran número de investigaciones que no llegaron a la

etapa de sentencia convirtiéndose esta deficiencia y negligencia de los funcionarios del Estado en

una nueva forma de violentar los derechos de las mujeres; se encontraron omisiones y errores en

la investigación, falta de elementos suficientes para inculpar a los presuntos agresores, en algunos

caso se detectó que las autoridades mostraron mayor interés en la vida privada de la víctima, que

en el esclarecimiento de los hechos y la sanción a los responsables, al final todas estas falencia de
los administradores de justicia del Estado propician el aumento de la impunidad y aumentan el

grado de desconfianza por parte de las mujeres víctimas del maltrato y la violencia.
PLEANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Los principios de igualdad y no discriminación representan el eje central del sistema

interamericano de derechos humanos, declaran en sus principios y obligaciones que todas las

personas tienen el derecho de acceder a recursos judiciales, a ser oídas con las debidas garantías y

dentro de un plazo razonable por un tribunal competente, independiente e imparcial cuando creen

que los derechos han sido violentados (CIDH, 1969, p.1). Por lo que analizaremos situaciones a la

que la mujer es sometida, los diferentes tipos de violencia a la que se enfrenta la mujer y sus

posibles causas y la ineficacia de las leyes y trámites jurídicos, la teoría contra la práctica.

Usaremos la técnica o método de interpretación de texto. El tema objeto de investigación es la

violencia contra la mujer en el marco de la Convenio Interamericana de Derechos humanos y de

la Convención Belén do Pará para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, 21

años después de que entró en vigor, en donde se consideraron dos tipos de violencia, la que tiene

lugar en el núcleo familiar y la que se produce en la sociedad por parte de personas que no tienen

vínculo con la victima por lazos familiares o afectivos. Sanchez (2019) afirma entre enero de 2019

y febrero de este mismo año se presentó un incremento de la violencia con 136.703 casos

registrados., comparado con el año anterior en el mismo periodo habían 12 más lo que nos indican

que las cifras van en aumento, y las mujeres en edad entre los 20 y 34 años fueron las que más

fueron víctimas de violencia entre 2017 y 2018 (p.1). Los números son un llamado al gobierno y

las autoridades para que trabajen en reversar esa tendencia. La violencia hacia las mujeres ha

recibido especial atención por parte de los gobiernos, la mayoría de países que participaron en la

Convención han diseñado leyes y políticas nacionales para prevenir, atender, sancionar y erradicar

la violencia contra la mujer, sin embargo la implementación de estas políticas ha enfrentado


limitaciones, como serios problemas de acceso a la justicia que experimentan las víctimas, la

escasa cobertura de protección que se les ofrece, la falta de patrocinio jurídico gratuito y los

limitados servicios especializados con asesoramiento psicológico, medico, y legal entre otros. Los

principales problemas que enfrentan las sociedades es que la violencia contra la mujer afecta o

impactan en gran magnitud la salud y el desarrollo de una nación. Según información de la

Organización Mundial de la Salud se dan actos violentos entre en mismo sexo y aunque la mujer

también puede agredir a su compañero, la violencia es soportada en proporción abrumadora por

las mujeres y es infringida por los hombres.

Se realizó un análisis del entorno en que se mueve la mujer y la transgresión de sus

derechos por parte de las entidades del estado de conformidad con el sistema interamericano. La

investigación del tema de la violencia contra las mujeres es sumamente bajo y los que existen no

dan una respuesta definitiva sobre la naturaleza y las causas del problema. La presente

investigación se inscribe en el enfoque histórico hermenéutico se busca comprender e interpretar

las múltiples realidades en las que circunscribe la violencia a la mujer. Al adentrarnos en

profundidad en el tema de la violencia contra la mujer nos encontramos con un problema o brecha

entre las obligaciones contraídas por los Estados al alinearse a las normas, reglas y políticas

internacionales, entre ella la convención Belén do Pará y la forma indebida e irregular en que se

aplican a nivel nacional. Pese a que la Convención reconoce de que la violencia contra las mujeres

se infringe tanto en el ámbito público como en el privado los Estados deben proteger los derechos

de la mujer independientemente del contexto en el cual estos sean violados, corriendo el velo de

la privacidad del hogar nos preguntamos qué medidas podría tomar el gobiernos al interior de la

familia por problemas como machismo, celos, las exigencias de la obediencia absoluta,
intolerancia, drogadicción, alcohol, infidelidad que están fuera de su control?, Podría el gobierno

cambiar los valores morales que corroen la base de la sociedad que es la familia para prevenir

abusos sexuales y violencia contra la mujer?. ¿Podría el gobierno tomar medidas para atacar

también el maltrato psicológico y físico de las mujeres tan ocultado secretamente por ellas?

Existen muchas formas de violencia contra la mujer: física, sexual, psicológica,

económica y a las que existen se les agregan nuevas con la entrada de nuevas tecnologías, la mujer

empezó a sufrir acoso por internet o por teléfonos móviles, algunas cobran más importancia que

otras. La violencia a la mujer reduce la producción económica, drena los recursos del Estado y

disminuye la formación de capital humano, generando consecuencias económicas al no ser

abordado el tema. El Gobierno Nacional debe asignar más recursos y financiación suficientes a

los programas destinados a tratar de resolver y reparar los casos de violencia, con mayor aportación

de recursos financieros y humanos. Los estudios también reflejan que el Estado carece de datos

fiables, y es imposible establecer comparaciones significativas de la mayor parte de la información

que se tiene, no se recopilan datos periódicamente eso les impide medir los cambios que se

producen al cabo de un determinado periodo. Hay poca información que permita evaluar las Commented [UdW1]:

medidas adoptadas para combatir la violencia y determinar sus causas. El Gobierno debe asumir

la responsabilidad de recopilar y publicar datos sistemáticamente y apoyar a las ONG y a círculos

académicos y otros organismos que participan en estas actividades.

Nos preguntamos qué medidas pueden tomar el Gobiernos para detener o bajar las

cifras de impunidad. La impunidad ante las violaciones de los derechos humanos existe cuando

hay falta de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de


las violaciones de los derechos humanos. Que podrían hacer para que la falta del ejercicio de las

leyes no exacerbe la violencia y estas no se conviertan en letra muerta, propiciando la repetición

de las violaciones de derechos humanos y la desprotección de las víctimas y sus familiares. La

impunidad se ha incrementado por que el Estado no aplica las normas Internacionales a nivel

nacional y local, no tienen diligencia para prevenir la violencia, para juzgar y castigar a los

perpetradores. Algunos Estados incluidos en la Convención no aplican a cabalidad las normas

internacionales que tienen que ver con la violencia a la mujer, hay otros que han establecido

practicas acertadas para prevenir y contrarrestar la violencia contra la mujer, al final el camino más

directo para lograrlo sería la promulgación de política y leyes inequívocas, buscar mecanismos

para hacer cumplir la ley, incrementar el personal que este bien preparado, motivado, incluir la

participación de muchos sectores, y la colaboración directa de los grupos de mujeres de la

localidad, organizaciones de la sociedad civil y los círculos académicos y profesionales, además

de una inversión considerable de recursos. El Estado tiene la obligación de atacar tal situación a

través de todos los medios legales de que disponga.

En los estudios que existen de cómo prevenir la violencia contra la mujer, la

educación cobra un papel muy importante porque les da a las personas la capacidad de solucionar

los conflictos sin necesidad de violencia, la hace innecesaria (Peña, 2012, p.4). Hasta ahora los

esfuerzos de los gobiernos han sido infructuosos, seguimos con grandes problemas de violencia y

al mismo tiempo de educación, sin embargo, ante esta situación la mejor solución es más

educación. La educación nos da las herramientas para entender los conflictos, su naturaleza, su

evolución, y las estrategias para solucionarlas, nos da la posibilidad de entender mejor las

emociones humanas, las expectativas y otros elementos de nuestras relaciones sociales. Debemos
tener en cuenta que la educación no pertenece solamente a los agentes educativos, que la violencia

que sufren las niñas y adolescentes y mujeres universitarias no se detiene en las puertas de las

escuelas o centros educativos. Es imposible una escuela libre de violencia en una cultura violenta

o en una sociedad que la tolera, la educación la pone en peligro la violencia, hoy hasta las escuelas

hacen parte de la guerra, son objetos bélicos e incluso en época de paz, en ellas hay situaciones de

maltrato, abusos, negligencia, bullying, acoso sexual, que ponen en riesgo la educación de millones

de estudiantes, no es posible aprender cuando se lucha por la violencia. Necesitamos escuelas y

centros educativos libres de ataques y estas deben estar libres de estrés, angustia, inquietud.

Encontramos que la tolerancia social que persiste es la consecuencia más visible

de la falta de implementación de políticas de prevención. Los altos niveles de crueldad se revelan

en los casos que difunden los medios de comunicación a diario, concluimos que no se puede

divorciar la moral, la salud mental del bienestar físico, la cultura violenta de la sociedad está

arraigada en la mente de cada ciudadano. La mayor parte de los agresores fueron previamente

violentados en forma psicológica, físicamente. Hay que trabajar la salud mental tanto de las

mujeres como la de los hombres, a la víctima y al agresor, de otra manera los esfuerzos

gubernamentales no tendrán éxito o avances satisfactorios en la prevención y radicación de la

violencia contra la mujer.

El internet es un nuevo instrumento que afecta a las mujeres., la violencia hacia la

mujer se traslada a un nuevo escenario. Agresión, difamación, difusión no autorizada de imágenes,

extorsión, son solo algunos ejemplos. Más allá del desarrollo tecnológico y sus beneficios que no

se discuten, tenemos que ver el impacto y las consecuencias que puede tener y que está teniendo
en la vida de las mujeres, cuando toman el ciber espacio como campo para la degradación, el

escarnio, el señalamiento, la descalificación llegan a ser un fuerte ejercicio de la violencia contra

las mujeres y sus consecuencias son dramáticas. La Comisión de Derechos humanos destacó que

las redes sociales son un espacio en que los derechos de la mujer, en especial de niñas y

adolescentes, se ven violentados, en el internet se filtran imágenes y videos con actos sexuales sin

el consentimiento de la mujer, la cibervenganza en las redes sociales por parte de la pareja a quien

la mujer le confía imágenes de su vida privada pero luego ella es objeto de amenazas que utiliza

el agresor para someterla, manipularla, humillarla, teniendo esta consecuencias psicológicas

letales. ¿La pregunta es, existen medidas concretas para evitar la violencia en internet? ¿Podrá el

gobierno implementar programas para el mal uso de las redes desde la educación formal? Al final

los centros educativos tendrán que abordar este tema, para advertir del mal uso de fotografías y

videos, el riesgo que impera en la red.


OBJETIVOS

GENERALES

Realizar revisión bibliográfica con la finalidad de documentar las principales dificultades que

atraviesan las mujeres en Colombia; identificando factores sociales, geográficos, políticos,

jurídicos, que afectan la prevalencia de los derechos de la mujer a vivir una vida libre de

violencia.

ESPECIFICOS

 Estudiar los tipos de violencia contra la mujer

 Estudiar el entorno y las circunstancias en el que se genera la violencia

 Analizar los alcances de la prevención de la violencia contra la mujer.


METODOLOGIA

En el presente trabajo de carácter investigativo, en la modalidad de ensayo, tiene por objeto

elaborar un estudio jurídico acerca de “Violencia Contra la Mujer en el Marco de la CIDH”, el

cual, dentro del enfoque cualitativo propio de metodología flexible, requiere un tipo de

investigación documental-hermenéutica, la cual armoniza con técnicas de investigación como la

observación, análisis documental y revisión bibliográfica, en este orden sistemático de ideas y

lógico metódico, es necesario utilizar instrumentos específicos, los cuales son: fichas

bibliográficas, resúmenes, mapas de idea, cuadros sinópticos y ensayos.

La metodología anteriormente descrita, tiene como fin, conseguir el rigor científico acerca del

tema y del título planteado, el cual esta enmarcado dentro de la ciencia jurídicas, derecho

internacional humanitario.
DESARROLLO

Gobiernos como el de Juan Manuel Santos decidió crear la Alta Consejería Presidencial para la

Equidad de la Mujer esperando reducir los ataque a las mujeres posteriormente se publicaron 12

normas entre reformas constitucionales, leyes nuevas, sentencias de la Corte Constitucional y actos

legislativos a favor de las mujeres, sin embargo pese a los cambios introducidos en materia

legislativa para proteger los derechos femeninos la realidad de lo cotidiano están lejos de lo que

prometen las leyes que reposan en las estanterías del Congreso. Casos como el de la Señora Rosa

Elvira Celis y la niña Yuliana Samboni tipifica de manera patética lo poco que se ha superado el

tema de violencia contra la mujer en Colombia.

En el 80% del territorio nacional son áreas rurales donde no hay presencia de la institucionalidad,

en donde existe un bajo nivel de escolarización y culturización, lo que incrementa la necesidad de

llegar a estos lugares y mejorar los mecanismos de conocimiento sobre las políticas públicas de

protección a la mujer contra cualquier tipo de violencia que tengan que enfrentar, teniendo en

cuenta que los esfuerzos estatales se concentran en ciudades capitales como Bogotá, Medellín y

Villavicencio. Hay que tener en cuenta que las deficiencias educativas privan a las personas de

la información y de habilidades necesarias para la búsqueda de soluciones ante los conflictos y que

requieren de estabilidad emocional para su solución.

Si tocamos el tema del aumento de la impunidad tendríamos que tener en cuenta los datos

entregados por la Fiscalía General de la Nación que aseguran que entre julio 2016 y junio 2018 el

95.48% de los casos de casos denunciados por violencia sexual estaban en indagación, lo que hace
considerar que las instituciones del estado están prolongando el ciclo de violencia, lo que lleva al

hombre a pensar que puede golpear y no pasa nada, que puede poseer, violar y asesinar, sin que

ello implique la menos sanciones sociales. Es de conocimiento público que los despachos

judiciales y las entidades encargadas de hacer valer los derechos de la mujer reciben a diario miles

de quejas y denuncias relacionados con maltrato físico, violación, acoso laboral, maltrato

psicológico, amenazas de muerte y otros tipos de denuncia que demoran en su gran mayoría en ser

resueltas o se concilian y se fallan negándoles el derecho que les asiste. La impunidad está

aumentando porque el año pasado en Colombia la impunidad en los casos de violencia contra la

mujer llego al 92% lo que hace que la violencia aumente por que la justicia no está mandando un

mensaje claro para detener estos actos lo que hace es exacerbar la violencia así lo manifestó María

Isabel Covaledo directora de la fundación Maísa y líder del movimiento #RomperElsiencio.

Es un desafío para el Estado hacer que se apliquen las sanciones penales, civiles laborales y

administrativas en las legislaciones nacionales orientadas a castigar a los agresores, que se

introduzcan proyectos de ley que incrementen las penas que y cambiarles la cultura machista que

los hace pensar y creer que por atacar a una mujer son más varones y es algo casi que natural.

Parte del problema de la falta de efectividad del Convenio Belén do Pará tiene que ver también

con el poco o nulos seguimientos que los órganos del control hacen a las diferentes entidades que

tienen a su cargo la defensa de los derechos de las mujeres para determinar si estas leyes se

cumplen, pues tristemente en ocasiones ni los mismos funcionarios las conocen. Alguna vez lo

dijo la exsenadora del Partido Verde, ya fallecida la Dra. Gilma Jiménez “Las leyes mandan una

señal de decisiones políticas, pero si no se ejecutan y además son ambiguas y confusas para nada
sirven”. Y ella agrego “todos estamos fallando, la sociedad, la institucionalidad, la justicia, porque

no aplicamos ni hacemos valer lo legislado.” Las leyes podrían convertirse en letra muerta.

El Gobierno Nacional también se enfrenta a la violencia que tienen que vivir las campesinas,

indígenas, líderes urbanos, obreras, afrodescendientes que viven múltiples formas de violencia

propias del conflicto armado que se vive en nuestro país. Durante más de medio siglo el conflicto

armado que tiene causas sociales, políticas y económicas ha tomado el cuerpo de la mujer como

botín de guerra. Los grupos armados ultrajan a la mujer de manera física y psicológica usan el

abuso sexual como un arma de guerra, en muchos casos terminas en tortura, abortos y homicidio.

Las cifras de violencia sexual en el marco del conflicto armado son alarmantes. Las mujeres bajo

el poder de la guerrilla y grupos paramilitares se enfrentan a abuso sexual, embarazo forzado,

prostitución forzada, esterilización forzada. Después de que en 2016 se firmará finalmente el

Acuerdo de Paz ente el gobierno y la guerrilla de la FARC la violencia a las mujeres por parte de Commented [UdW2]:

los grupos armados aumentó con el asesinato sistemático de líderes sociales después de la firma

del acuerdo, conllevando un mensaje de miedo a las otras mujeres que quieran adelantar una tarea

en defensa de sus derechos o los de sus comunidades. Según datos del programa Somos

Defensores, entre enero de 2009 y junio 2018 se han asesinado 609 líderes sociales entre hombres

y mujeres, la Defensoría del Pueblo llama la atención sobre los casos en que se registra violencia

sexual previa al asesinato de líderes y defensoras de los derechos humanos con los que se pretende

castigar la participación de las mujeres en el ámbito público y detener el surgimiento de nuevas

líderes que participen en procesos organizativos visibles. Es necesario hacer uso de la memoria

histórica para rescatar el ejemplo de muchas mujeres que han luchado por la construcción de una

sociedad justa reivindicar el rol de la mujer dentro de la sociedad y dentro de la familia.


RESULTADOS Y DISCUSION

Existen dos etapas respecto a la protección de los derechos humanos de la mujer en

Latinoamérica: la primera es antes de 1994, cuando no se encontraba vigente la Convención Belén

do Pará, pero ya existía como proyecto de convención, y la segunda después de 1995 cuando entró

en vigor. La convención tuvo un gran recibimiento, pero al poco tiempo se fue evidenciando su

insuficiencia, los Estados involucrados en la convención tendieron a proteger más a la familia

como institución que a las mujeres como personas con derecho a vivir libre de violencia (Correa,

2013, p.3). En efecto la mayoría de las leyes aprobadas bajo el impulso de la nueva norma

interamericana de derechos humanos protegían un bien jurídico distinto al propuesto y

desarrollado por la Convención, y tras la ratificación de la Convención algunos gobiernos no

tomaron medidas concretas y sostenidas a fin de asegurar su total cumplimiento. Según Salas

(2009) A finales de los noventas en la mayoría de los Estados se inició un proceso de revisión

profunda de leyes, normas y planes de protección de las mujeres víctimas de violencia (p.12). De

los grandes logros de esta Convención es que abordó el tema de que la violencia contra la mujer

no solo viene del interior de su familia sino que se produce en los espacios públicos. Sin embargo

millones de niñas y mujeres siguen siendo víctima de atroces violaciones a sus derechos humanos,

siguen siendo golpeadas, asesinadas, violadas, mutiladas, agredida; y sigue ocurriendo en sus

hogares, en las calles en sus lugares de trabajo.

La nación avanza gran escala y sus ciudadanos retroceden, se aferra a modelos e ideas de

tiempos pasados y prefieren la fuerza antes que la negociación para dar solución a conflictos. En

Colombia la violencia afecta a las mujeres de cualquier edad, muchas mujeres no denuncian los
casos de maltratos por parte de sus esposos porque dependen económicamente de él, por los hijos,

por los años de relación de pareja, por la vergüenza y el temor a represalias de su marido agresor,

no denuncian los hechos ni abandonan una relación de abuso. El Estado se encuentra obligado a

adoptar medidas de protección judicial “para conminar al agresor a obtenerse de hostigar,

intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la vida de la mujer atentando contra su integridad o

perjudicando su propiedad”. Las mujeres violentadas se sienten atadas, tienen un gran enganche

emocional y por ello en muchas ocasiones no denuncian. Estudios del BID demuestran que si bien

una mayor escolaridad reduce las probabilidades de una mujer de sufrir violencia física en la

pareja, en situaciones donde la madre fue expuesta a violencia, la hija adulta incrementa sus

propias probabilidades de repetir la experiencia. El arraigo de la conducta de violencia influye en

que el Continente Americano tenga una de las tasas más altas del mundo de violencia en las

relaciones de pareja.

La Convención de Belén do Pará también establece la adopción de acciones públicas para

“modificar los patrones socioculturales de conducta de hombre y mujer, para contrarrestar

prejuicios y costumbres y todo otro tipo de premisas de la inferioridad o superioridad de cualquiera

de los géneros o en los papeles estereotipados para el hombre y la mujer que legitimaban o

exacerban la violencia contra la mujer”. Un alto porcentaje de amas de casa son golpeadas por su

pareja entre los 20 y 34 años, las mujeres asesinadas entre los 20 a 24 años, y la mayoría de los

homicidios se realizan con arma de fuego, según un informe entregado por la ONU una de cada

tres mujeres ha sido golpeada por su pareja actual o anterior, ellas también soportan abuso

psicológico. El maltrato denuncian las mujeres se dio por celos, acusaciones de infidelidad, el

marido llego borracho, terminando la discusión en empujones y golpes. Se evidencia un problema


fundamental de cultura masculina patriarcal; la posición dominante del hombre en la sociedad, la

creencia ancestral de que la mujer es propiedad del hombre, quien puede tratarla como juzgue

adecuado. Más poder y derechos. Habitualmente la violencia se considera un problema de

mujeres, no es un problema “de” ellas sino “para” ellas. La mujer está vinculada al desequilibrio

en las relaciones de poder entre hombres y mujeres en lo social, económico, religioso y político,

pese a los avances nacionales e internacionales a favor de la igualdad de derechos muchos maridos

consideran a su mujer carente de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de

decisión, el hombre crea una dependencia en ellas, mina su autoestima, las aísla, las controla. El

hombre ordena y manda y la mujer calla y obedece, el hombre de la calle y la mujer de la casa

dicen. Estereotipos de la educación tradicional sexista muy arraigado en el subconsciente de

mucha gente. Los recursos y la atención que se les ofrecen a las mujeres no son suficientes, las

mujeres llegan a los centros de atención afectada con mucho sentido de culpa y muy baja

autoestima, han sido manipuladas económicamente, tienen miedo y no están lista para el desafío

de afrontar los gastos de vida una vez que determinen dejar esas relaciones abusivas, muchas

tardan en decidirse y cuando logran hacerlos entonces son las instituciones las que las hacen

esperar y terminan echando para atrás la decisión, Otras creen en un posible cambio de su marido,

algunas no tienen relaciones afectivas donde apoyarse o incluso desconfían de la justicia,

desconfían porque saben que no se cumplen las penas ni las órdenes de alejamiento del agresor.

La mujer se ve impulsada hacer algo pero se frenan. Según algunos estudios el día en el que más

se reportan casos de violencia domestica son los domingos, esto sugiere que el consumo de alcohol

los fines de semana incide en estos hechos violentos lo que nos llevaría a pensar en impulsar

campañas de reducción del consumo de alcohol,


Hoy en las escuelas y los centros educativos no se enseña a gestionar los sentimientos

afectivos y los medios de comunicación promueven las relaciones toxicas, entonces los jóvenes

naturalizan los celos y el control porque es lo que ven y nadie les dice que eso es violencia. La

mayoría de las personas adultas y jóvenes ven el amor y las relaciones en términos de celos, control

y dependencia, relaciones con mucha frustración y violencia que ya naturalizaron, aspiran a un

amor romántico propio de las películas, la coeducación afectiva es necesaria.

Esta revisión nos muestra que las mujeres maltratadas en zonas rurales tienen un bajo

índice de escolaridad, han nacido y crecido en esos pueblos, y tienen un bajo nivel cultural. Una

mujer sin educación es menos capaz de tomar decisiones propias sobre planificación familiar, le

queda difícil lidiar con trastornos psicológicos. La falta de una buena educación les impide

manejar bien sus bienes y finanzas, y esto los lleva a no tener facilidad de acceder a créditos. A

largo plazo, la falta de educación afecta las capacidades futuras de una mujer de buscar y obtener

un empleo, y de tener ingresos para así buscar la independencia económica que les permita

disponer de su propio dinero, de ahorrar de adquirir bienes e invertir y de tener la libertad de decidir

librarse de relaciones domesticas abusivas. Concluimos en este análisis que para atacar la

violencia de la mujer en Colombia las mujeres deben tener más acceso a la educación formal, pero

también por la no formal que es la que se desarrolla dentro de las familias y las comunidades.

Alguien escribió que hay que construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres. La

mujer no solo se enfrenta a violencia familiar en sus casas, en el caso de las niñas y adolescentes

están deben enfrentarse al acoso sexual y psicológico en las calles e instituciones educativas y sus

alrededores, y este tipo de violencia pasa de manera desapercibida. Hay que tener en cuenta que

las escuelas y los colegios son unos de los contextos de socialización más importantes y a través
de los hechos que tiene lugar en ella podemos estar transmitiendo y repitiendo esas pequeñas

violencias más sutiles. Muchas jóvenes abandonan la escuela secundaria y se vuelen propensas a

casarse muy jóvenes lo que al final debido sus problemas educativos, sociales y económicos

pueden tener riesgo de sufrir violencia doméstica. Los malos tratos suelen darse al comienzo de

la vida en común y con el curso de los años comienzan los conflictos relacionados con los celos,

las incomprensiones, los hijos, etc. todos ellos aparejados al maltrato terminan en violencia, esto

es frecuente en parejas con más de 10 años de convivencia y entre tres y cinco años. Estudios

realizados indican que suelen coexistir la violencia física, psíquica y la sexual, en una misma

relación de pareja, que la violencia física es más fácil de medir y conceptualizar, el tipo de

violencia contra la mujer más frecuente es el maltrato psicológico sistemático como los celos,

miradas agresiva y humillación trae consecuencias a mediano plazo como el deterioro de la salud

física y emocional similares a la de la violencia, estudios realizados encontraron que las actitudes

agresivas son una clara expresión de una relación de poder, que es la forma más frecuente de

maltrato emocional. Las cifras de maltrato psicológico es de 33%, le sigue el maltrato físico con

el 23% y el de violencia sexual de 3,3%

La muerte violenta de mujeres y niñas tiene una tendencia creciente e imparable. Entre el

2017 y el 2018 asesinaron en Colombia 1,724 mujeres según Medicina Legal. Mujeres asesinadas

por su pareja, marido o excompañeros, mueren de diversos modos: atropelladas, apuñaladas,

quemadas vivas, descuartizadas, lanzadas al vacío muchas veces tras soportar en silencio y por

años el sadismo de su acompañante. Otras mueren violentadas después de denunciar en varias

oportunidades las agresiones y amenazas, pese a que La Convención de Belén do Pará y la CIDH

estableció entre los principios más importantes que la obligación de los Estados frente a los casos
de violencia contra las mujeres incluye los deberes de procesar y condenar a los responsables, así

como el deber de ”prevenir estas prácticas degradantes”, en la presencia de “procesos claros y

determinantes elementos de pruebas para completar un juzgamiento, no deben existir retardos

injustificados en la toma de decisiones, se debe completar rápida y eficazmente el proceso penal.

Casi todas los informes e investigaciones coinciden en que existe una brecha en la aplicación de

las leyes para contrarrestar delitos que afectan a las mujeres de manera desproporcionada y pensar

en eliminar las barreras para el acceso a la justicia.

Este análisis concuerda con muchos otros estudios de que la mujer en su gran mayoría no

posee un adecuado control para negociar soluciones a los conflictos de pareja, tiene una mediana

y baja habilidad para enfrentar situaciones estresantes y potencialmente agresivas, incapaces de

negociar, tolerar, manejar y aliviar lo adverso. Mujeres supuestamente sanas, pero con baja

autoestima, con temor al fracaso, timidez, sentimientos de inferioridad, inestabilidad emocional,

con una demanda de afecto, apoyo, sin perspectiva temporal futura y proyectos de vida. Muchas

manifiestan depresión en niveles altos, así como ansiedad, en donde sus necesidades más

inmediatas giran en torno a su seguridad personal, demanda de afecto, y necesidades de

autorrealización. Si sumamos estas características psicológicas de las mujeres a la violencia que

tienen que sufrir hablaríamos de un daño a la salud producto de la violencia que tiene efectos

mortales como suicidio, depresión, angustia, fobia, estados de pánico, abuso de sustancias

psicotrópicas, trastornos de la alimentación, consumo de alcohol, inseguridad, dificultades para

regular el comportamiento entre otros. ¿Pensar que solo la mujer tiene deficiencias al resolver los

conflictos de pareja que terminan en violencia es preguntar acaso el uso de la violencia por parte

del marido o familiar no es también una actitud clara de una escasa habilidad para resolver los
conflictos por parte del agresor? no hay que olvidar que la violencia es el resultado de un estado

emocional intenso (ira, impotencia…), una vez que se fractura el respeto hacia la otra persona, se

dispara la agresión.

No podemos dejar de lado en este análisis la violencia que sufren mujeres y niñas que son las

principales víctimas de la guerra. Tanto las autoridades gubernamentales como el ICBF, las

Naciones Unidas, Amnistía Internacional y la Sociedad civil han mostrado preocupación por esta

problemática. El conflicto armado en Colombia tiene cuerpo de mujer, son el cuerpo del conflicto,

los hombres son los dueños de la guerra. Ellas sometidas tienen que sufrir la angustia, la huida, el

terror, la muerte; han sufrido el flagelo de la guerra, se convierte en la huérfana, la viuda, la madre

soltera, la violada, la desplazada, la secuestrada, la desaparecida, la asesinada. Las mujeres

desempeñas distintos roles dentro de las filas como combatientes, esclavas sexuales, informantes,

guías, mensajeras, realizadoras de tareas domésticas. El conflicto armado hace más vulnerable a

la mujer a la agresión sexual, el uso de las armas genera en el hombre una mayor sensación de

autoridad, el dominio, el poder y la fuerza sobre el cuerpo femenino la deshumaniza y la reduce

a solo un cuero femenino como objeto de consumo. La ley 387 de 1996 se adoptan medidas para

la prevención del desplazamiento forzado, en atención a la protección y estabilización

socioeconómica que en muchos casos es la causa de la vulneración del derecho de la mujer.

El guerrillero, soldado, policía, militar se cree dueño del cuerpo femenino y la violentan

físicamente a través de acceso carnal violento o la esclavitud sexual. Las mujeres son obligadas

a abortar, a esterilizarse, embarazo forzado, prostitución forzada. Se ven obligadas las mujeres a

someteré a un código de conducta impuesto por el agresor, la forma de vestir, las relaciones que

debe tener, los lugares públicos que no debe visitar, los horarios que debe seguir, la desobediencia
a estas imposiciones puede acarrearles castigo, tortura, violencia sexual, asesinato o desaparición

En estos lugares la presencia de la fuerza del Estado es mínima y opera de forma negligente e

impune termina encubriendo a los agresores. Estas mujeres que son reclutadas para ser

combatientes, deben masculinizarse para hacer la guerra. El cuerpo de la esposa, hija, hermana del

enemigo es ofrecido como premio, pero al mismo tiempo es un arma. La FART-EP y el ELN

siguen reclutando menores, tanto niños como niñas. Las cifras sobre violencia sexual en el marco

del conflicto armado en el país son alarmantes. La red Nacional de Información (unidad para las

victimas 2018) entregó cifras de 4.170.856 mujeres víctimas de maltrato registradas 1 de octubre

de 2018 y de ese universo de mujeres 23.875 fueron violentadas sexualmente. La dimensión de

esta problemática no ha podido ser verificada con exactitud, porque hay dificultad para en

diferenciar casos de reclutamiento forzado y no forzado y de certificar el número de mujeres y

niñas vinculadas a la guerrilla, ya que los grupos al margen de la ley no hacen públicas estas cifras.

También encontramos en este estudio que hay un grupo mujeres y niñas campesinas que

se enlistan en los grupos armados ilegales no lo hicieron de manera forzada, toman la vinculación

a la guerrilla, al paramilitarismo como una vía de huida del hambre, al maltrato intrafamiliar, a la

pobreza, a la subordinación; pero una vez adentro y tras grandes cambios en sus vidas, se

encuentran recorriendo un camino deshumanizador. Ella no logran dimensionar la realidad que

les espera como combatientes. Tanto en la guerrilla como en los grupos paramilitares son

sometidas a labores domésticas, y prostitución principalmente; las tomas como esclavas sexuales.

Muchas de ellas se dejaron llevar por el atractivo uniforme, los regalos nunca antes vistos, el dinero

que les regalaron, por una promesa de amor o de una mejor vida y terminan siendo convencidas y

terminan siendo reclutadas. El conflicto armado y el asesinato de líderes sociales en gran parte
del territorio nacional que participan en movimientos por la defensa de los derechos de las

víctimas del conflicto y el reclamo de tierras no podemos dejar de mencionarlo en el 2018 se

asesinaron 164 líderes y las cifras entregadas por Indepaz fueron 226, y de estas 31 fueron mujeres.

Las mujeres defensoras de derechos humanos las asesinan por lo que son y por lo que hacen, por

ser mujeres en una sociedad patriarcal, lo paradójico es que ni sus trabajos como defensoras son

los suficientemente reconocidos ni sus amenazas como mujeres son escuchadas. Si ser mujer en

Colombia es difícil, ser líder social lo es mucho más. Entre 2016 y 2018 asesinaron 48 mujeres

defensoras de derechos humanos, ellas tienen que soportar amenazas, agresiones y asesinatos, esto

es intimidante y genera pánico entre las otras líderes, hace que cada día sean menos las mujeres

que quieren ser líderes sociales. Los asesinatos de líderes son acciones ejemplarizantes de la

guerrilla o de grupos armados que buscan enviar un mensaje de escarmiento frente a sus

comunidades a las personas que se sienten identificadas con esa líder. Estas líderes sociales

amenazadas son madres y son víctimas, no pueden ponerse en riesgo porque tienen hijos, a algunas

sus esposos los mataron en el conflicto armado, muchas tienen que salir huyendo del territorio o

sacar a sus familias y ellas quedarse lo que implica que ellas quedan deterioradas emocionalmente

y su trabajo como líder queda disminuido. Las mujeres hoy son más participativas, pero a mayor

participación enfrentan más amenazas buscan apaciguar y domesticar su liderazgo dice Carolina

Mosquera investigadora de Sisma Mujer.

El control sobre el otro es la forma más exitosa de ejercicio del poder. La filosofa alemana

Hannah Arendt escribió “que el poder nunca es propiedad de un individuo, pues pertenece a un

grupo y sigue existiendo mientras el grupo se mantenga unido”. Los actores de conductas violentas

se justifican mediante objetivos tales como “disciplinar” “educar” “hacer entrar en razón”, “poner
límites” naturalizan la violencia dicen “la letra con sangre entra” El individuo violento cree que

su violencia es justificada e inevitable. La violencia contra la mujer tiene tantas caras, tantos

victimarios y tantos lugares comunes, es multifactorial, la autora mexicana Carmona (2013) afirma

que la estructura de violencia se aprende en la familia, se refuerza en la sociedad y se legitima en

el Estado, significando esto que todas las personas participamos en la reproducción social de la

violencia en los distintos espacios sociales (p.5).


CONCLUSION

La violencia contra la mujer muestra cada vez más su vulnerabilidad y la debilidad

de nuestro sistema judicial. Cada informe, ensayo, noticia o investigación sin importar cual se la

entidad o persona que lo publique muestra que es un fenómeno que cada vez sigue en aumento.

En Colombia se conmemora anualmente el Día Internacional de la Mujer, pero las cifras que

maneja el Instituto nacional de Medicina Legal no dejan ni siquiera un día en que no se atropelle

los derechos de la mujer, entre enero y febrero de 2019 el número de casos aumento en 1.820 frente

al mismo periodo de 2018. El derecho de las mujeres a vivir sin violencia está contemplado en los

acuerdos internacionales como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de

discriminación contra la mujer (CEDAW), así como en el Convenio de Belén do Pará que en

palabras del exmagistrado García Ramírez, constituye un “escudo protector” como unos de los

baluartes del derecho interamericano que reflejan las luchas de los movimientos sociales de

activistas de derechos humanos, feministas y juristas.

Podemos concluir que será responsabilidad tanto de las autoridades como de la

sociedad que la violencia de la mujer trascienda las estadísticas y concrete las acciones estatales y

sociales para que en el futuro más inmediato se reivindique sus derechos. Las autoridades tienen

que hacer un trabajo asociado en políticas públicas para seguir fortaleciendo la denuncia pero

también para que la justicia actúe contundentemente contra los agresores.

Al finalizar este análisis sobre la violencia contra la mujer muchos años después del

Convenio Belén do Pará es posible concluir que falta implementación de las políticas públicas que
se enfoquen en la educación y prevención de la violencia a la mujer, que las mujeres se apropien

más de la ley y conozcan sus derechos, que el gobierno introduzca herramientas en el sector

educativo en el tema de convivencia para romper con los ciclos de violencia. El medio educacional

crea una estructura de formación de valores que permite construir familias fortalecidas con una

convivencia al interior de ella sana. El fin es elevar los niveles de escolaridad de nuestra población.

Discutir los avances y retrocesos frente a estos compromisos internacionales y conocer los

obstáculos para el diseño de implementación de políticas públicas efectivas. Los jueces deben

intervenir de manera más activa y decidida que es los que espera la Corte Constitucional

recalcándolo en sus últimas sentencias.

Hay que transformar el aparato judicial ya que nuestra justicia institucional está en

crisis. El reto de nuestra justicia Colombiana es analizar responsabilidades de carácter político y

moral de los perpetradores dentro del conflicto armado, no solo con el objetivo de juzgar a los

responsables que se acogen a la jurisdicción especial para la paz, también es necesario llegar hasta

la reparación de víctimas y dar garantías de no repetición. El gobierno deberá aumentar el

presupuesto para aumentar la capacidad técnica para acceder a unidades móviles en los lugares

donde se registran los hechos.

El gobierno debe contar con registros consolidados de los casos y hechos de victimización a la

mujer para buscar herramientas y mecanismos de medición de violencia con enfoque para que sean

aplicados por los organismos defensores de derechos humanos.


Posicionar la problemática de la violencia contra la mujer en la agenda pública para materializar

la jurisprudencia de protección a la mujer y así tener un avance. La violencia entre las mujeres es

una plaga que puede ser combatida a través de la educación, garantizar el acceso a la educación

significa abrir las puertas a su infinidad de sueños y oportunidades.


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