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Ficha 3

Rita Rodríguez

Hacia una ciencia social crítica.


Entrevista a Didier Fassin
Ángel Aedo, Marjorie Murray, Giovanna Bacchiddu

Publicado en: Andamios, Volumen 14, número 34, mayo-agosto, 2017, pp. 351-364

En este texto de Aedo, Murray y Bacchiddu los autores transcriben una entrevista
realizada al antropólogo y sociólogo francés, Didier Fassin.

La misma se desarrolla en torno a tres dimensión de su trayectoria: Su práctica de


investigación, su visión sobre el rol de las ciencias sociales en torno a la desigualdad y la
justicia social, y finalmente su fomento de una perspectiva crítica en las ciencias sociales.

En un primer eje el antropólogo realiza un recorrido sobre su historia académica que lo


llevó a desarrollar los intereses que hoy lo convocan. La dimensión política y moral en la
investigación resulta puesta en cuestión desde la necesidad de un análisis profundo, que
amplíe la mirada sobre el objeto de estudio antropológico.

Resulta interesante la presentación que Fassin realiza sobre sus inquietudes sobre la
cuestión moral en el trabajo antropológico. En un comienzo sobrevuela la necesidad de
hacer énfasis en los valores, normas y afectos que se movilizaban en torno a las
poblaciones con las que se trabaja, pero también resalta las implicaciones morales que
carga la presencia misma del antropólogo en campo y que en general resultan
invisibilizadas.

Para Fassin, nada es moralmente neutral en el espacio político, de modo que resulta
necesario considerar la carga axiológica presente desde la elección de los temas de
investigación, pasando por las perspectivas teóricas adoptadas e incluso de los métodos
empíricos utilizados, hasta las operaciones por las que se nombran, interpretan y
aprehenden las cuestiones.

Hasta hace muy poco tiempo, la moral no ocupo un lugar en los estudios
antropológicos, lo que llama la atención de Fassin, quién señala la presencia de temas
morales en la ciencia social desde siempre, pero con una reticencia a hacerles referencia
explícita. Según él, las razones de esto, posiblemente se encuentren fundadas en la
fragilidad de la frontera, que existe entre el estudio de cuestiones morales y la
elaboración de juicios morales.

Luego de reconocer dos grandes líneas de trabajo antropológico, que orientan su


abordaje de cuestiones morales desde concepciones éticas bien diferenciadas, como lo
son la deontología kantiana y la teleología aristotética, Fassin se aleja de ambas en su
propuesta.

En pocas líneas, presenta un enfoque que aborda las cuestiones morales y éticas, no
como hechos en sí mismos, sino en su interacción con las lógicas sociales, económicas y
políticas. En ese sentido, comprender estas cuestiones a través de su manifestación en
actos y discursos, resulta indispensable para acercarse al entramado que conforma la
vida social.

Realiza un crítica hacia lo que denomina Gobierno humanitario, poniendo en juego la


identificación de sentimientos morales, como la compasión, que son movilizados como
forma de administrar algunas poblaciones.

Su propuesta de analizar críticamente, las acciones pensadas en clave de “humanista”


implica desnaturalizar lo humanitario alejándolo de lo definido y obvio para comprender su
peso político y moral.

Esto es retratado en varios ejemplos, entre ellos, su experiencia en campo con un


movimiento de desempleados y personas en situación de precariedad. Allí, el antropólogo
pudo identificar, en los mecanismos dispuestos por el Estado francés para la solicitud de
ayuda financiera, como una demanda de justicia social, era convertida en una apelación a
la compasión, al tener que detallar las desgracias vividas en una carta.

“En consecuencia, no se trata de criticar las acciones sino de tomar una perspectiva
crítica sobre lo que ellas significan e implican, y preguntarse lo que se gana y lo que se
pierde cuando se traducen los hechos sociales en el lenguaje humanitario. Cuáles son las
voces y los discursos que ya no son audibles, especialmente en términos de justicia social
y de la lucha política.”1
Finalmente, la entrevista gira en torno al impacto social de las investigaciones
antropológicas y la responsabilidad del investigador social, de contribuir desde un nuevo
lugar propuesto por Fassin.

Se trata de la vida pública de la investigación social, que se constituye como un tercer


tiempo, luego del los tiempos académicos de trabajo de campo y escritura, y que podría

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implicar desde seminarios y conferencias hasta intervenciones en medios de
comunicación.

A través de peguntas como ¿cuáles son los problemas planteados por el hecho de
deber reducir la complejidad del análisis de un problema desarrollado en decenas de
páginas de un libro a una respuesta de un minuto a la pregunta de un periodista durante
un programa de radio? o ¿cuáles son las implicaciónes de la traducción de una
investigación en recomendaciones solicitadas por una institución pública o una
organización no gubernamental cuando el trabajo crítico supone precisamente no adoptar
una posición normativa? el antropólogo deja abierto un espacio para reflexionar sobre los
desafíos que tal emprendimiento presenta.

En palabras de los autores, este texto presenta un Didier Fassin que “propone una
antropología política y moral del Estado y reflexiona sobre la contribución de la etnografía
a la profundización de la democracia”2

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