El día de ayer miles de ciudadanas y ciudadanos se movilizaron a lo largo y
ancho del país para alzar su voz, cargada de consignas de protesta frente a un gran número de problemáticas que van desde las reformas propuestas por el gobierno en materia de empleo y pensión -cotización por horas, pensiones según el ahorro logrado por la persona y, por si fuera poco, salario equivalente al 75% del SMMLV para jóvenes-; pasando por la financiación de las universidades públicas; el lento caminar de los Acuerdos de Paz; el exceso de autoridad por parte de la fuerza pública y, últimamente, el bombardeo de 8 niñas y niños en Caquetá; la falta de una ruta clara del gobierno de Iván Duque; la resolución que autoriza el comercio de aletas de tiburón; la minería en los páramos; el asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales, indígenas y excombatientes de las FARC; hasta llegar a reivindicaciones por la igualdad y equidad de las personas LGTBIQ+ y de las feministas, que alzan su voz como muestra de que nunca más podrán volver a ser silenciadas y que son un sujeto político activo. En este panorama de reivindicaciones tan amplio no se ve a un sujeto político claro, sino una multiplicidad de sujetos con banderas propias, una ciudadanía cansada de callar que ha salido a las calles a reconocerse y esperar ser reconocida como un sujeto que toma en sus manos la dirección política del país, que le pide al presidente que actúe, que deje su indiferencia y miopía y comience a gobernar, pero con una agenda que incluya, de forma genuina, a toda la ciudadanía, que entienda que el país es más que el Centro Democrático y sus adeptos, es un país diverso, donde las/os negras, las/os campesinas, las/os obreras y demás ciudadanas/os tienen necesidades particulares, situadas acorde a sus territorios y sus formas específicas de vida. Es hora de que el presidente deje de poner sus ojos afuera, especialmente, en Venezuela y comience a conocer el país que le toca gobernar, sus especificidades y necesidades, ¡la gente necesita alimentación, educación, vivienda, trabajo, tierra, seguridad! Ayer la ciudadanía se manifestó, de forma pacífica con pancartas, música y colores, al mejor estilo de un carnaval. En todas las ciudades fueron multitudinarias, se reunieron en una misma movilización mujeres, obreros, estudiantes, líderes y lideresas, profesores y familias, cada uno expresando su descontento, pero todo en calma. Sin embargo, al final de las jornadas el descontrol y vandalismo llegaron, ataque a la Universidad de Antioquia por parte de personas externas a la misma, daño en la semaforización y cámaras de foto-multas, saqueo a establecimientos comerciales como tiendas de cadena y centros comerciales. Esto también tiene una posible explicación más allá de que son vándalos, y es que durante semanas varias personalidades de la derecha colombiana y del gobierno generaron un ambiente de miedo y zozobra, no sólo con comentarios acerca del Foro de São Paulo y su supuesta intervención en las oleadas de protesta en América Latina, y los constantes llamados a cuidar la propiedad privada, sino también, la expedición del Decreto 2087 de 20191 para el mantenimiento del orden público, que establece el cierre de fronteras terrestres y marítimas (art. 2) y capacita a los alcaldes para tomar las medidas que consideren necesarias (art. 3), tal y como sucedió en Cali y Facatativá donde se declaró toque de queda; además, el Metro de Medellín se encontraba en máxima alerta, donde se requisaba a las personas que intentaban ingresar a las estaciones, todo esto por los vídeos que circularon días antes en redes sociales amenazando con atacar este medio masivo; despliegue total de la fuerza pública, con carabineros y ESMAD. Todas estas medidas generaron miedo e inseguridad en la ciudadanía, lo que en muchos casos se convirtió en estigmatización contra quienes ejercían su derecho a manifestarse y causaron el cierre del comercio, más por miedo a los “vándalos” que por apoyo a la jornada de manifestación. Todo esto hace pensar en la ilusión que es la democracia en este país, la institucionalidad dice posibilitar y defender los derechos fundamentales de sus ciudadanos, especialmente, el derecho a la protesta pacífica (art. 37 C.P.), sin embargo, se sobreponen los derechos del capital, es decir, los derechos de propiedad, pues ante un mínimo ataque a los centros de comercio la fuerza pública actúa, pero a reglón seguido atacan sin distinción unidades residenciales, civiles desarmados y transeúntes, como se vio en Bogotá con la patada que le dieron a una mujer, ataque a unidades residenciales en medio de los cacerolazos llevados a cabo en diferentes ciudades, golpes a ciudadanos y menores de edad luego de la marcha. De igual modo, en Bogotá estudiantes de la Universidad Nacional descubrieron a presuntos policías infiltrados entre los manifestantes, personas que presuntamente pretendían generar desorden. Entonces, ¿qué garantías reales hay de democracia cuando la libertad de expresión y movilización está rodeada de un clima de miedo, inseguridad y estigmatización? Esto demuestra que la idea de democracia no es más que una ilusión, la democracia que consiste en ir a las urnas no es más que democracia electoral, aquella que no nos afirma como sujetos políticos y autogobernados. Nos han vendido la idea de democracia y nosotros no la hemos cuestionado, ¿es esto lo que queremos?, ¿con tumbar a Duque qué se soluciona? Aun cuando él caiga seguiremos siendo explotados y oprimidos a razón de género, clase, raza, opinión política, etc. Es hora de que cuestionemos la estructura, Colombia no es Duque ni Uribe, nos han vendido un enemigo que no es más que un títere de los Sarmiento Ángulo, Ardila Lülle, Grupo Empresarial Antioqueño y demás grupos de empresarios -no tanto como personas, sino como intereses-. No podemos seguir el modelo de análisis subjetivista de la política, como dice G. Therborn, que se pregunta por quién tiene el poder de forma individualizada y no se tiene en cuanto los intereses no sólo económicos, sino sociales y culturales. 1 Presidencia de la República. (19 de noviembre de 2019). Para el mantenimiento del orden público y garantía del derecho a la manifestación pacífica. [decreto 2087 de 2019]. Recuperado de: https://dapre.presidencia.gov.co/normativa/normativa/DECRETO%202087%20DEL%2019%20DE %20NOVIEMBRE%20DE%202019.pdf Las manifestaciones deben continuar, la ciudadanía se debe afirmar como sujeto político, entendiendo siempre que los problemas son estructurales, Duque y Uribe son parte del problema, pero no son el problema. La precarización laboral, la destrucción de la naturaleza, la reducción de los servicios sociales, las desigualdades y explotaciones de género y demás motivos de descontento social y movilización ciudadana tienen raíces muy profundas que van más allá de la dicotomía uribismo/antiuribismo. Sin embargo, en términos institucionales es necesario exigirle al gobierno que establezca una ruta clara en la que escuche e incluya a la toda la ciudadanía, y deje sus “¿de qué me hablas viejo?”, que no hacen más que aumentar el descontento social y mostrar la desconexión del presidente para con el país. Catalina Escobar.