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Familia Eqz
Familia Eqz
Debido a que la esquizofrenia es una condición heterogénea con una variedad de posibles
causas, es razonable combinar tratamientos sociales y biológicos. Las drogas neurolépticas
brindan protección parcial contra el estrés ambiental, pero necesitan ser complementadas. El
programa desarrollado en base a la investigación sobre la emoción expresada de los
familiares comienza con educación sobre la esquizofrenia para pacientes y familiares.
Sesiones familiares en el hogar corren paralelamente con grupos de familiares y pretenden
mejorar la comunicación, enseñar habilidades para la resolución de problemas, minimizar el
criticismo y la sobreinvolucración, expandir las redes sociales y graduar las expectativas. El
trabajo individual con el paciente es utilizado frecuentemente en forma paralela a las
sesiones familiares e incluye entrenamiento de habilidades sociales, administración de la
ansiedad y una aproximación cognitiva hacia los síntomas psicóticos persistentes. Los
terapeutas ocupan un rol central en la coordinación de la variedad de servicios precisados
por el paciente y su familia.
Una aproximación integrada sólo es posible si somos capaces de aceptar que no hay una
teoría única que explique el origen de la esquizofrenia. En el pasado, teóricos de este
desorden tendían a caer en distintos campos, cada uno de los cuales reclamaba la posesión
de la única verdad sobre la condición. Dicha polarización no ha desaparecido por completo,
pero es cada vez más difícil de sostener a medida que la evidencia se acumula hacia la
heterogeneidad de los síndromes clínicos a los que denominamos esquizofrenia. Cada
clínico está al tanto de la gran variación en la pauta de los síntomas que presenta cada
paciente. Los subtipos clásicos representaron un intento de imponer una clasificación a la
diversidad clínica pero ha fracasado debido a que ha resultado imposible utilizar
confiablemente el sistema (Organización Mundial de la Salud, 1973).
Tratamiento medicamentoso
Desde nuestro punto de vista, las drogas neurolépticas brindan al paciente un grado de
protección contra el estrés del medio ambiente (Leff et al, 1983).
Los dos tipos principales de estrés que han sido medidos en estudios científicos son la
emoción expresada de familiares y los eventos vitales que poseen largo y corto tiempo de
duración respectivamente. Los pacientes que viven en familias con baja emoción expresada
reciben un valioso soporte emocional de sus familiares, pero continúan siendo vulnerables al
impacto de los eventos vitales a no ser que mantengan los tratamientos con drogas
neurolépticas. La medicación brinda protección parcial al paciente que habita hogares con
elevada emoción expresada, resultando en una reducción de la tasa de recaídas en base a
nueve meses del 90 al 50 por ciento (Vaughn & Leff, 1976 b), pero los pacientes en hogares
con elevada emoción expresada que siguen ingiriendo medicación continúan siendo
vulnerables a los eventos vitales. Para brindarles mayor protección contra las recaídas es
necesario modificar la atmósfera emocional en el hogar. No obstante, en principio me
gustaría enfatizar la importancia de proporcionar información sobre la naturaleza de la
esquizofrenia y su tratamiento con medicación.
Todo paciente que ingiere medicación quiere saber cuánto tiempo deberá tomarla y por qué
es necesaria. En el pasado había mucha reticencia de los profesionales para decirles a los
pacientes que poseían una enfermedad denominada esquizofrenia. En parte esto sucedía
porque se creía que el diagnóstico acarreaba un muy pobre pronóstico, pero numerosos
estudios han demostrado que esto no es correcto, así que no puede ser ya más invocada
como una razón para el encubrimiento.
Utilizamos el CFI para determinar el nivel de emoción expresada de los familiares, en caso
de que compartan el hogar con el paciente. Todos los familiares adultos son entrevistados;
esto, generalmente supone padres o pareja y, menos frecuentemente, hermanos e hijos ya
crecidos del paciente. A todos los convivientes con elevado nivel de emoción expresada se
les ofrece ayuda. Esto no significa que creamos que los familiares con nivel de emoción
expresada bajo no necesiten asistencia, pero, como poseemos recursos limitados debemos
apuntar a las familias con más dificultades. No es imprescindible ser capaz de medir la
emoción expresada de los familiares. Las pautas clínicas para identificar a las familias con
más necesidad son: a) frecuentes peleas que conducen a violencia verbal o física; b) familias
que telefonean a la policía; c) pacientes medicados que recaen más de una vez al año y d)
familiares que frecuentemente contactan al staff para información o seguridad.
Los familiares son enseñados acerca de las causas, los síntomas, el curso, el tratamiento y
el manejo de la esquizofrenia. La información se lee de un folleto que es escrito en lenguaje
simple y dejado a los familiares para ser leído en sus momentos libres. Comenzamos
diciendo que no existe evidencia para sostener que los familiares causen la esquizofrenia;
esto ayuda a allanar la ansiedad ante la posibilidad de ser culpados por profesionales por la
enfermedad del paciente. Algunos familiares han tenido una experiencia previa de esto y
como consecuencia son cautelosos al principio. Les decimos que la esquizofrenia es una
enfermedad del cerebro que torna al paciente muy sensible al estrés y subrayamos los
modos por los que el estrés se puede reducir. Les explicamos la naturaleza de los síntomas
negativos y su curso temporal prolongado, en contraste con los síntomas positivos.
Enfatizamos el valor del tratamiento con medicación y la necesidad de persistir con el mismo;
aún cuando el paciente aparentemente se encuentra bien. Les decimos a los familiares que
uno de cada cuatro pacientes se recuperan completamente y se mantiene bien por varios
años luego de un ataque de esquizofrenia.
Brindamos a los familiares todo el tiempo necesario para realizar preguntas, reconociendo
que la información que proporcionamos no es fácil de ser absorbida por ellos. EL testeo del
conocimiento previo y e posterior a las sesiones de educación, ha demostrado que aprenden
el nombre de la condición y se tornan más optimistas (Berkowitz et al, 1984; 1990). Hay
algunos otros cambios. De hecho, la educación continúa de un modo menos formal a los
largo de nuestro contacto con las familias. Estas tienden a realizar las mismas preguntas una
y otra vez hasta estar listos para aceptar las respuestas que les ofrecemos.
Mejorando la comunicación
Luego del programa de educación incluimos al paciente en las sesiones en el hogar, que se
realizan cada dos semanas por una hora durante los primeros meses. Luego se espacian a
una vez por mes y pueden continuar por dos años. Preferimos trabajar con co-terapeutas por
varias razones. Si un terapeuta es llevado a un torbellino emocional dentro de la familia, el
otro puede observar la situación y restablecer el control. Ambos terapeutas pueden realizar
alianzas con distintos miembros de la familia, y desde allí asegurar que no haya un
desbalance en cuanto al poder. También pueden modelar una buena comunicación y la
resolución de diferencias por medio de una conversación calma.
No todas las familias exhiben comunicación alterada, pero en algunas, los miembros se
interrumpen entre sí, dos personas pueden hablar al mismo tiempo y una persona puede
dominar la conversación con exclusión de los demás, particularmente del paciente.
Establecemos reglas, aparentemente, básicas: una persona puede hablar por vez, todos
deben tener la misma oportunidad para hablar y la comunicación debe ser directamente con
la persona en cuestión, por ejemplo, los miembros no pueden hablar de una persona
presente con si él o ella no estuviesen. Esto ocurre frecuentemente en relación al paciente,
del cual se habla en términos de "él" o "ella". Para los terapeutas es tremendamente fácil
deslizarse en este hábito, reforzando, de este modo, la sensación del paciente de ser
descalificado como persona.
Estas reglas no son sencillas para ser establecidas y los terapeutas deben recordárselas a
las familias con tacto pero con persistencia. Puede llevar meses que se les tome en cuneta
regularmente, pero es de considerable valor si desciende los niveles de emoción elevados, le
otorga a cada miembro importancia similar, y ayuda a los miembros a escucharse entre ellos.
Este es un arte que generalmente se pierde en familias con alto nivel de emoción expresada
y debe ser reaprendido con la ayuda de los terapeutas. Una vez que los miembros de la
familia comienzan a escucharse mutuamente, están más receptivos a los comentarios de los
terapeutas.
Una vez que el problema fue seleccionado, los terapeutas preguntan a cada miembro de la
familia acerca de su punto de vista en relación al mismo. se presta particular atención a la
experiencia que el paciente posee acerca del problema debido a que es probable que la
familia haya ignorado dicha perspectiva anteriormente.
También les brinda la posibilidad a los terapeutas de colocar al paciente como experto en el
problema ya que, después de todo, nadie más en la familia puede dar cuenta de lo que es
tener esquizofrenia. Luego, el problema se quiebra en pequeños pasos y se les pide a los
miembros de la familia que sugieran distintos caminos posibles para atajar cada cosa a su
tiempo. Son guiados por los terapeutas para seleccionar una solución de bajo nivel de
emoción expresada, por ejemplo, comprarle un reloj despertador al paciente en lugar de
arrastrarlo fuera de la cama. Luego deben llegar a un acuerdo acerca de cuándo y cómo
intentarán probar la solución antes de la próxima entrevista con los terapeutas. El intento es
tratado como un experimento; de modo que si falla la familia no sentirá que es responsable
del fracaso. Los terapeutas enfatizan que pedirán un reporte sobre lo ocurrido cuando
regresen la vez siguiente. Si la familia no intentó la solución acordada o lo intentaron y no fue
exitosa, los terapeutas se detiene en los detalles de lo ocurrido para luego ayudarlos a
diseñar otro experimento menos ambicioso.
Abordando la emoción expresada
Criticismo
En hogares con familiares muy críticos habitualmente hay conflicto entre el paciente y los
familiares o entre los padres, si ambos viven con el paciente. Los terapeutas deben tomar el
control firme de una situación conflictiva y prevenir las discusiones en escalada. Por los tanto
deben bloquear todos los comienzos de disputa y persuadir a los miembros de la familia que
dialoguen acerca de sus diferencia de modo calmo. En este proceso, los terapeutas deben
transmitir a los miembros antagónicos que cada uno de ellos está recibiendo apoyo y que
sus puntos de vista son valorados. El manejo de estas situaciones se facilita debido a la
presencia de dos terapeutas.
Sobreinvolucración
Una de las principales tareas del terapeuta es la de realinear las relaciones en la familia.
Además de la separación del familiar sobreinvolucrado (casi siempre uno de los padres) del
paciente, es importante reforzar la relación marital entre los padres (si ambos se encuentran
presentes) y utilizar cualquier hermano/a saludable dentro de la familia para incentivar al
paciente a establecer relaciones con pares. a esta altura los terapeutas van a sostener
sesiones por separado con distintas partes de la familia. Así, pueden ver a ambos padres sin
los hijos y concentrarse mejor en su relación. Quizás puedan necesitar darle permiso a los
padres de delegar algunas de sus responsabilidades sobre los hijos y salir juntos a disfrutar
un bien ganado descanso. Al ver al paciente y los hermanos separados de los padres,
implícitamente, están reforzando las fronteras intergeneracionales.
Aunque el eventual propósito es que el paciente adquiera cada vez más independencia, esto
no necesariamente supone mudarse del hogar. De hecho, a partir de nuestros estudios muy
pocos pacientes han establecido sus propios hogares separados de los padres.
Reduciendo el contacto
Si el paciente y sus familiares no poseen redes sociales fuera del hogar, están
inevitablemente enfrentados a pasar la mayor parte del tiempo uno frente al otro y no
encuentran alivio para la tensión emocional en su casa. Al comienzo de la enfermedad, las
familias poseen redes sociales de tamaño normal, pero a medida que la enfermedad
progresa éstas se reducen. La razón en parte es la vergüenza y el desconcierto por la
conducta del paciente y por tener un enfermo mental en la familia; los familiares, a menudo,
dejan de ver a sus amigos y familiares y no los invitan más a su casa. Nosotros alentamos a
los familiares a comenzar a salir nuevamente y a redesarrollar su vida social. Esto puede
encontrar resistencia cuando los familiares no se sienten preparados para exponer sus
problemas a otras personas, pues temen que éstas muestren falta de empatía o algo peor.
este problema puede ser usualmente superado invitando a los miembros de la familia a un
grupo de familiares. Nosotros llevamos adelante un grupo de familiares en paralelo con las
sesiones familiares; se realiza una vez cada quince días, su duración es de una hora y media
y o tiene plazos de terminación. Doce familias pueden ser asignadas a un grupo porque,
usualmente, sólo la mitad asiste a la reunión. Una vez que los familiares pueden ser
persuadidos a concurrir, ellos descubren que otras personas enfrentan problemas similares e
incluso peores. Esto alivia sus sentimientos de culpa, vergüenza y aislamiento.
Los miembros del grupo muchas veces desarrollan relaciones sociales unos con los otros y
de esta manera el grupo puede actuar como piedra basal para la vuelta a la sociedad.
Además aconsejamos al paciente desarrollar contactos sociales fuera de la casa, pero esto
puede ser dificultoso si él o ella han restringido su vida social antes de enfermarse,
resultando ésto en la adquisición de habilidades sociales limitadas. Si éste es el caso, los
terapeutas consideran la derivación a un profesional adecuado para el entrenamiento en
habilidades de este tipo. Algunas veces un hermano sano puede ser de ayuda introduciendo
al paciente en un grupo, aunque no todos los hermanos están dispuestos a jugar éste rol.
Asimismo puede obtenerse la colaboración de grupos voluntarios, como ser clubes sociales,
parroquias o servicios de autoayuda.
Los familiares a menudo esperan que el paciente esté curado a su regreso del hospital,
particularmente si es la primera admisión. Nosotros les explicamos que mientras los
síntomas positivos son controlados por la medicación en la gran mayoría de los pacientes,
los síntomas negativos toman de uno a dos años para mejorar. Les aconsejamos no exigir
demasiado al paciente durante este período de convalecencia, contentarse con pequeños
avances y gratificar al paciente con el reconocimiento de los mismos. Los padres de clase
media muchas veces presentan dificultades en modificar sus aspiraciones respecto al
paciente. Esperan que vuelva a los cursos de la universidad o que continúe avanzando en su
carrera. Les decimos que esas metas son adecuadas a largo plazo, pero que los objetivos
inmediatos deben ser mucho más circunscriptos, como ser ayudar al paciente a levantarse a
la mañana. Desafortunadamente, pocos pacientes con esquizofrenia serán capaces de
cumplir sus previas expectativas. Consecuentemente, los padres necesitan la oportunidad de
" duelar" por sus deseos y aspiraciones perdidas. Ellos pueden ser ayudados en esto en
sesiones con los terapeutas que no incluyan al paciente. Del mismo modo, el grupo de
familiares es un setting apropiado para trabajar el duelo, en tanto la mayoría de los miembros
han enfrentado pérdidas similares.
Conclusión
Las personas que sufren esquizofrenia poseen un amplio y variado rango de n ecesidades:
necesitan el máximo de control sobre sus síntomas con el mínimo disconfort, necesitan un
techo sobre sus cabezas, soporte financiero, apoyo emocional de su familia y sus amigos,
una ocupación satisfactoria que incremente su autoestima y crecimiento personal. Sin
embargo, la triste realidad es que los servicios psiquiátricos no están organizados para
responder a todas estas necesidades, y los pacientes y sus familiares no se encuentran en
una posición fuerte para demandar satisfacción de los servicios o para encontrar su camino a
través de los procedimientos requeridos para movilizar la ayuda. Desde nuestro punto de
vista, es esencial que el terapeuta tome el rol de organizar y administrar los servicios para los
pacientes esquizofrénicos. Para cumplir este rol adecuadamente, el terapeuta necesita
adoptar una visión ecléctica de la esquizofrenia y de las muchas dificultades que acarrea.
Solamente después puede ser creado un servicio verdaderamente integrado.
Notas