Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I. NATURALEZA JURÍDICA
II. DEFINICIÓN
III. CARACTERÍSTICAS
IV. CLASIFICACIÓN
Son principales las que se refieren a la esencia del contrato, como el precio,
la cosa, etc.
En esta misma línea de pensamiento que destaca las ventajas, se afirma que
promueven un trato uniforme de las relaciones en masa, una interpretación
pareja de los alcances de los contratos, con incidencia en la ejecución de los
mismos y en la jurisprudencia, así como una unificación del derecho privado
comparado cuando su aplicación desconoce fronteras.
Pero así como se han destacado las bondades de las condiciones generales
de contratación, también se han puesto de manifiesto los riesgos y ventajas
que ellas suponen para el adherente.
Nuestro Código Civil cuenta con un sistema mixto de los controles señalados;
así ubicamos el control legislativo en los artículos 1393, 1394, 1396, 1397, 1398
Y 1399; el control judicial en el artículo 1401 Y el administrativo en los artículos
1393 y 1394.
Como se acaba de señalar, el artículo que nos toca comentar contiene el control
administrativo ex ante, debido a que las cláusulas que apruebe la autoridad
administrativa se incorporarán a todas las ofertas que se formulen para contratar
con arreglo a ellas, distinguiéndose del control administrativo ex post, que es el
que se ejerce cuando este tipo de cláusulas ya hayan sido incorporadas a los
contratos que se celebren con ellas.
El control administrativo previo cuenta con muy poca aceptación en el Derecho
comparado, existiendo dos regímenes que han alcanzado notoriedad como es el
francés, cuya Ley de 1978, artículo 36, constituye la Comisión de Cláusulas
Abusivas, la que actúa de oficio o a instancia de parte, conoce de las
estipulaciones contractuales, pudiendo formular recomendaciones para su
modificación o supresión, estableciendo el control administrativo previo; y el
israelí (Ley 5.724 de 1964) que establece un control de tipo mixto, es decir,
permite la fiscalización judicial posterior y el control administrativo previo, el cual
está a cargo de la Comisión de Prácticas Comerciales.
Por otro lado, se sugiere que este tipo de control incrementa los costos de los
bienes, lo que indudablemente perjudica a la parte contratante. A pesar de las
fuertes críticas al control administrativo ex ante, no se deja de reconocer que
este sistema debe ser empleado para algunos casos especialísimos de contratos
(ARRUBLA), como son los contratos de seguros los que, debido al grado de
complejidad que revisten y cuyo entendimiento a cabalidad escapa del común
de las personas, ameritan que se contemple el control administrativo ex ante.
Otro aspecto materia de análisis es sobre si este tipo de control debería ser
centralizado en un ente único, lo que permitiría que se establezca un
procedimiento uniforme que permita lograr un control eficiente (BENAVIDES); se
ha pensado que la entidad que podría hacerse cargo de tal labor sería
INDECOPI. Sobre este planteamiento se afirma que un ente único no tendría la
suficiente experiencia para poder abarcar todos los rubros de las distintas
empresas que someterían sus cláusulas para la aprobación de la Administración
Pública. Por nuestra parte, agregamos que la estructura y filosofía de INDECOPI
no responden a ese tipo de control, porque dicha entidad apuesta más por el
control ex post.
Para otros no es problema que ese control se ejerza por los diversos sectores
de la administración, en razón a que existen en nuestro país numerosas oficinas
sectoriales que podrían cumplir esta función, justificando su ventaja, los
inconvenientes de su implantación (DE LA PUENTE). Como producto de la
evaluación que previamente realiza la autoridad administrativa de las cláusulas
generales de contratación, estas son incorporadas automáticamente a las
ofertas que se formulen para contratar con arreglo a las mismas, salvo que las
partes convengan expresamente que determinadas cláusulas aprobadas por la
autoridad administrativa no se incorporen a la oferta en el contrato particular que
ellas celebren.
Para efectos de que se realicen dichas exclusiones se requiere que las partes
hayan discutido las mismas, lo que implicaría la suscripción de un contrato
paritario. Esto ha sido meridiana mente aclarado en el proyecto modificatorio del
Código Civil, en el que se propone que en estos casos, aquellas cláusulas que
hayan sido incorporadas en el contrato celebrado y se hayan excluido no estarán
bajo el régimen de cláusulas generales de contratación.
ARTICULO 1397
A diferencia de cuanto ocurre (ape le gis) con las condiciones generales
aprobadas administrativamente, aquellas que carecen de homologación estatal
no se incorporan automáticamente a la oferta de bienes y servicios que formule
el predisponente con arreglo a tales cláusulas.
El conocimiento, como bien ha sido dicho por Messineo, se debe traducir no solo
en la real existencia de las cláusulas sino además en su carácter inteligible, es
decir, en su fácil aprehensión cuando el adherente las conoce o ha podido
conocerlas con el cuidado que se exigiría a una persona que actúa con el criterio
de la normalidad en la conclusión de contratos. La norma plantea serios
interrogantes y no pocas reservas. En efecto, si la intención del predisponente
es que los módulos de condiciones generales que ha redactado formen parte de
sus propuestas de comercialización de bienes y servicios, aun cuando el recurso
a la contratación estandarizada disminuya los costos de transacción que
favorece el precio de los productos con un inocultable beneficio para los
adherentes, es fundamentalmente el proveedor quien quiere valerse del trato
parejo y uniforme con el que desea reglamentar sus contratos en el tráfico
masivo. En esa medida, considero que la distribución de riesgos entre
prerredactante y adherente al imponer a este el deber de obrar con diligencia es
cuestionable. Y el cuestionamiento viene dado por el hecho de que nosotros
postulamos la necesidad de un conocimiento real, cierto, práctico y no presunto
ni basado en la distribución de deberes entre quien elabora las cláusulas y quien
las hace suyas por no haber sido, según la norma, diligente.Además, cómo se
muestra si hubo adecuada publicidad. Para algunos basta que en los locales de
la empresa se publiquen carteles con los términos aplicables a todas las ofertas,
que se haga remisión a otros documentos ya publicitados en medios masivos o
especializados. Sin embargo, no soy de la opinión que ello sea idóneo. ¿Quién
determina si todos los consumidores o adherentes debieron conocer las
cláusulas publicadas en un diario de gran circulación? ¿Debieron esos
adherentes adquirir ese diario, leer publicidad que en ese momento no les
interesa o recordar que alguna vez una determinada empresa hizo de
conocimiento público las condiciones generales con las que contrata? ¿Deben
los tomadores de una póliza de seguro o de un servicio bancario detenerse a
leer cada letrero, cuadro o vitrina para saber bajo qué estipulaciones quedarán
obligados? ¿Basta la simple referencia a un diario y una fecha en la que el
predisponente tuvo el cuidado de contratar un medio de difusión de los pactos
con los que obligaría al adherente? Sin duda, la respuesta que provocan estas
interrogantes no se hace esperar. Es quien formula las condiciones quien
debería tener el cuidado, la diligencia y la obligación de hacer de efectivo
conocimiento de sus posibles clientes los alcances de sus módulos o contratos
estándares. Piénsese, por otro lado, en la posibilidad de modificar los términos
ya publicados por medios similares. Además de la imposibilidad de variar las
condiciones si no hubo consentimiento del adherente, ¿cómo sabrá este que la
relación contractual que se desarrolla en el transcurso del tiempo tendrá un
nuevo reglamento? Por ello, consideramos que la imposición del deber de
diligencia es excesivo y lo es