Los reptiles (Reptilia) son una clase de animales vertebrados amniotas provistos de
escamas epidérmicas de queratina. Fueron muy abundantes en el Mesozoico, época en
la que surgieron los dinosaurios, pterosaurios, ictiosaurios, plesiosaurios y mosasaurios. Según la taxonomía tradicional los reptiles son considerados una clase, pero según la sistemática cladística, son un grupo parafilético (que no incluye a todos sus descendientes), por tanto sin valor taxonómico. Las aves y mamíferos tradicionalmente se consideran clases independientes, mientras que sus antepasados de piel escamosa y sin plumas o pelos se suelen clasificar dentro de los reptiles. La mayoría de los reptiles se han adaptado a la vida terrestre, pero finalmente se ha descubierto que algunos viven en el agua. Una piel resistente y escamosa es una de sus adaptaciones. Otras de las adaptaciones que han contribuido al éxito de los reptiles en tierra firme son que incluyen pulmones bien desarrollados, un sistema circulatorio de doble circuito, un sistema excretor que conserva el agua, fuertes extremidades, fertilización interna y huevos terrestres con cascarón. Además los reptiles pueden controlar su temperatura corporal cambiando de lugar.1 La mayor parte de los reptiles son carnívoros y poseen un tracto digestivo sencillo y corto, ya que la carne es bastante simple de descomponer y digerir. La digestión es más lenta que en los mamíferos, lo que refleja su lento metabolismo durante el reposo y su incapacidad para dividir y masticar sus alimentos. Este metabolismo tiene requerimientos de energía muy bajos, permitiendo que los grandes reptiles, como los cocodrilos y las grandes serpientes constrictoras, puedan vivir de una comida grande por meses, digiriendo lentamente una presa de gran tamaño.