Está en la página 1de 18

Nuevo Mundo Mundos Nuevos

Nouveaux mondes mondes nouveaux - Novo Mundo


Mundos Novos - New world New worlds
Cuestiones del tiempo presente | 2019

La detención clandestina más allá de los “campos


de concentración”. Aportes analíticos a una clave
explicativa canónica de la Argentina dictatorial
Pablo Scatizza

Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/nuevomundo/75993
DOI: 10.4000/nuevomundo.75993
ISSN: 1626-0252

Editor
Mondes Américains

Este documento es traído a usted por École des hautes études en sciences sociales (EHESS)

Referencia electrónica
Pablo Scatizza, « La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes
analíticos a una clave explicativa canónica de la Argentina dictatorial », Nuevo Mundo Mundos Nuevos
[En línea], Cuestiones del tiempo presente, Puesto en línea el 11 junio 2019, consultado el 04 julio
2019. URL : http://journals.openedition.org/nuevomundo/75993 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.75993

Este documento fue generado automáticamente el 4 julio 2019.

Nuevo mundo mundos nuevos est mis à disposition selon les termes de la licence Creative Commons
Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modification 4.0 International.
La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 1

La detención clandestina más allá de


los “campos de concentración”.
Aportes analíticos a una clave
explicativa canónica de la Argentina
dictatorial
Pablo Scatizza

1 Mi propósito en este artículo es reflexionar en torno a las formas y dinámicas que


adquirió la detención clandestina durante la última dictadura militar, poniendo el foco de
observación en el desarrollo del proceso represivo en la Patagonia Norte argentina 1 desde
algunos años antes del golpe de Estado de 1976.2 Más específicamente, en la denominada
Subzona 52 según quedó establecido en la zonificación de Seguridad establecida en
octubre de 1975 en la Directiva 1/75 “Lucha contra la subversión” del Consejo de Defensa,
cuyo espacio regional incluyó a la totalidad de la provincia de Neuquén y la mayor parte
de Río Negro.3 (Imagen 1)

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 2

Imagen 1 – La Zona 5 de Seguridad, y sus respectivas Subzonas y Áreas.

Fuente: Expte. N° 8736/2005, “Reinhold, Oscar Lorenzo y otros s/ Delitos c/ la libertad y otros"
Juzgado Federal No 2 de Neuquén, Secretarı́a No 2.

2 Esta propuesta, cabe destacar, forma parte de un proyecto de investigación de largo


aliento que se encuentra en curso, cuyo objetivo final es elaborar un estudio
pormenorizado de las modalidades con las cuales se puso en práctica la detención
clandestina en todo el territorio nacional durante este período. Dos hipótesis subyacen en
esta investigación de largo plazo. La primera, que la lógica de funcionamiento de los
diferentes centros de detención clandestina adquirió diferentes formas a lo largo del
tiempo, y que la misma no se desplegó de la misma manera en los distintos espacios
regionales. En otras palabras, fue dinámica y mutó a lo largo del tiempo. La segunda, que
aún en un mismo espacio geográfico esas formas fueron múltiples y no uniformes. Dos
hipótesis que en su conjunto se articulan con uno de los principales objetivos del
proyecto, el cual radica precisamente en estudiar la historicidad de estos espacios, sus
cambios, sus mutaciones, así como las tensiones que se pudieron existir en su interior,
tanto entre las víctimas4 como en los victimarios.5
3 A partir de esta reflexión señalada al comienzo, la propuesta es poner tensión el encuadre
teórico tal vez más utilizado y menos discutido al momento de analizar las modalidades
represivas que caracterizaron a la última dictadura militar: la noción de “experiencia
concentracionaria” que ha propuesto Pilar Calveiro hace ya más de dos décadas.
Justamente, a partir del análisis de determinados espacios de cautiverio de características
diferentes a los “campos de concentración-exterminio” sobre los que ella basó su
investigación y reflexión.6 Espacios que sirvieron a fines diferentes a los analizados por
esta autora, y que por ende no funcionaron de la misma manera; pero que sin cuya
existencia es imposible comprender la dinámica represiva de la última dictadura en la

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 3

cual aquellos “campos de concentración-exterminio” devinieron en su ícono principal. 7


Para avanzar en este sentido, me detendré en este artículo en el análisis de los centros de
detención clandestina (CDC) que funcionaron en esta Subzona 52 y en la manera con la que
articularon entre sí sus respectivos modos de actuar, así como con el único centro
clandestino de detención (CCD)8 “La Escuelita”) de la región y con la Unidad N°9 del Servicio
Penitenciario Federal (U9), que actuó como lugar de reclusión de presos políticos durante
este período.

Un concepto en tensión
4 Esta preocupación por los centros de detención clandestina que caracterizaron el período
no es nueva para quien suscribe estas líneas. En otros lugares propuse algunas reflexiones
en torno a las particularidades que adquirieron los espacios de este tipo que funcionaron
en la Subzona 52, advirtiendo no sólo dinámicas diferenciadas entre el CCD más
importante de ese espacio como “La Escuelita” y otros centros que se articularon con él,
sino distinciones no menores con los centros clandestinos de detención más conocidos e
importantes en cuyo interior la maquinaria del terror se hizo presente de manera
superlativa, como la ESMA, La Perla, Campo de Mayo, etc.9 Ya entonces quedó expresada
cierta incomodidad que me producía utilizar la noción de “campo de concentración” al
momento de aludir a estos espacios. Cierta “incomodidad analítica” fundada en lo
problemático que se vuelve la intención de querer indagar en profundidad y con todos sus
matices este preciso y fundamental componente del dispositivo represor, al referir su
significación casi de manera inmediata a la experiencia nazi y observar, que no son pocas
las diferencias formales y operativas que tuvieron los aquellos espacios con los que
funcionaron en nuestro país. Ello no implica que niegue de suyo y sin más la pertinencia
de utilizar la noción de “campo de concentración” para ciertos casos de la experiencia
dictatorial argentina. Baso mi reflexión, de hecho, en el presupuesto de la importancia de
ciertas generalizaciones para poder comparar procesos históricos afines, y en cómo en
este caso el concepto en cuestión nos posibilita comprender la deshumanización radical
que operaba en los centros clandestinos de detención. Sin embargo, también considero
que nos presenta un problema analítico necesario de atender, si lo que queremos es
detectar matices y particularidades propias que estos espacios tuvieron dentro de la
dinámica con la que operó el dispositivo represor.

La lógica concentracionaria
5 Es sin dudas movilizador y sugerente el trabajo pionero de Pilar Calveiro en el que teoriza
en torno al poder concentracionario que dominó en la Argentina entre 1976 y 1983. Allí,
la autora logra interpretar los mecanismos perversos que dieron forma y continuidad a
esos lugares en que el poder se ejercía de modo absoluto, los cuales conceptualiza como
“campos de concentración y exterminio”. Una modalidad represiva que no comenzó a
implementarse en 1976, sino diez años antes, luego del golpe de 1966; cuando comienza a
utilizarse la desaparición como forma de represión política, muchas veces por parte de
grupos ligados al poder y no necesariamente de las instituciones represivas del Estado. 10
Sin embargo, sería recién en 1975 y en el marco del Operativo Independencia iniciado a
comienzos de ese año para aniquilar a la guerrilla en el monte tucumano, que comenzó
“una política institucional de desaparición de personas”. Fue en ese momento, como dice

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 4

Calveiro, que “aparecieron las primeras instituciones ligadas indisolublemente con esta
modalidad represiva: los campos de concentración-exterminio”.11
el golpe de 1976 representó un cambio sustancial: la desaparición y el campo de
concentración-exterminio dejaron de ser una de las formas de la represión para
convertirse en la modalidad represiva del poder, ejecutada de manera directa desde
las instituciones militares. Desde entonces, el eje de la actividad represiva dejó de
girar alrededor de las cárceles para pasar a estructurarse en torno al sistema de
desaparición de personas, que se montó desde y dentro de las Fuerzas Armadas 12
6 Ese sistema, afirmará Calveiro, estuvo basado en “una institución que había demostrado
gran eficiencia en este tipo de práctica a lo largo del siglo: los campos de concentración”.
13
Y subraya:
No uso esta expresión como un posible eufemismo para remitir al registro del
horror. No. Me refiero al campo de concentración como institución del Estado, eje
de su política represiva, orientada a la concentración masiva de prisioneros para
aniquilarlos y hacerlos ‘desaparecer’ del mundo mediante procedimientos
económicamente eficientes y tecnológicamente modernos.14
7 Sin embargo, lo que se evidencia al momento de investigar las particularidades de los
lugares que en la Norpatagonia hicieron las veces de centros clandestinos de detención, es
que varias características presentadas por la autora como específicas de estos lugares, no
se condicen con las respuestas que aporta el análisis de las evidencias producidas. Si bien
muchas de sus características coinciden en cierta medida con lo sucedido en el CCD “La
Escuelita”15, aparecen también en los relatos y en la documentación disponible
información referida a otros espacios de reclusión que, o bien no forman parte del texto
de Calveiro, o bien por momentos lo desdicen. Espacios como la Comisaría 24° de
Cipolletti, la Delegación de la Policía Federal en Neuquén, la Comisaría 4° de Cutral Có y la
Escuela de Instrucción Andina en Bariloche, entre otros, que fueron determinantes en la
dinámica represiva de la Subzona 52 al momento de retener en su interior y de manera
clandestina a la mayor parte de los/as detenidos/as para interrogarlos/as y torturarlos/
as. Lugares de detención que tanto el discurso militante como judicial, aunque también
mayoritariamente el académico, ha denominado indistintamente “centro clandestino de
detención” e incluso “campo de concentración”, al igual que “La Escuelita”, la ESMA y
otros espacios de su tipo, a pesar de sus grandes diferencias. En este sentido, creo que
comenzar a pensar en estos lugares de cautiverio en términos de “centros de detención
clandestina” (CDC) en vez de “centros clandestinos de detención” (CCD) no sólo permite
eludir el desfase señalado, sino que nos habilita a ampliar la posibilidad de interpretar
más acabadamente la dinámica represiva de la cual los CCD fueron su sustento, a partir de
su articulación con estos CDC que, en ciertos espacios como el que ocupa esta
investigación, fue determinante.
8 Por este motivo, me interesa demostrar aquí el desfase que se evidencia entre la
significación implícita en el concepto de “campo de concentración” tal cual lo caracteriza
Calveiro – y por derivación “centro clandestino de detención” – y los lugares del tipo que
acabo de señalar. Y a partir de aquí, poner en tensión, matizar o bien aportar nuevos
elementos explicativos a la noción de “lógica concentracionaria” que según se ha
canonizado caracterizó la puesta en práctica del plan sistemático de represión dictatorial.
9 Es necesario precisar que aludo al trabajo de Pilar Calveiro sin desconocer otros en su tipo
que han dado cuenta de la matriz concentracionaria del poder dictatorial, así como a la
dinámica de los centros clandestinos de detención / campos de concentración como sus
componentes clave.16 Y hacer foco en el estudio de esta autora se debe a quien ha sido ella

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 5

quien ha teorizado más sólidamente en torno a la lógica concentracionaria,


caracterizando con precisión esta nueva modalidad represiva del poder cristalizada a
partir del 24 de marzo de 1976. En las obras mencionadas en el pie de página anterior, si
bien dan cuenta del funcionamiento de los “campos de concentración” y construyen cada
una a su modo una interpretación cuya solidez no puede desmerecerse sin más, no se
proponen deliberadamente elaborar una teoría sobre el poder dictatorial basada en esos
espacios de la manera en que lo plantea Calveiro. No obstante, es también necesario
historizar su trabajo y sus reflexiones, y tener en cuenta no sólo cuándo lo llevó a cabo,
sino dónde puso sus lentes de observación. Porque no es la misma información ni la
misma cuantía de trabajos empíricos y teóricos sobre la dinámica de la represión
dictatorial con la que se cuenta en la actualidad, que con la que contaba la autora hace
más de dos décadas. Asimismo, sus unidades de análisis no sólo estaban ubicadas
especialmente en los grandes centros urbanos, sino que las constituyeron los grandes y
más importantes centros clandestinos de detención que caracterizaron el período,
especialmente con relación a la cantidad de víctimas que pasaron por ellos. Aun así, sin
dudas por su capacidad explicativa, su teoría se convirtió de alguna manera en la teoría
desde la cual se posicionarían, quizá, la mayoría de los estudios sobre la represión
dictatorial que sistemáticamente se desplegó en todo el territorio nacional.

Centros de detención clandestina


10 Como fue dicho, la principal característica de estos espacios de detención fue que se trató
de lugares públicos. Y que por ello la cualidad de clandestinidad aludía a la detención de
quienes allí eran llevados/as en tanto víctimas de la represión, más que a los propios
edificios o instituciones. Las personas detenidas eran ingresadas por la puerta principal,
esposadas y con la cara descubierta; la rutina diaria parecía no alterarse demasiado a
pesar de las acciones ilegales que allí adentro se llevaban a cabo. Incluso, en ocasiones las
personas secuestradas eran colocadas en los calabozos con presos comunes, a pesar de
haber sido detenidas por motivos políticos, sospechadas de “subversivas”. El movimiento
cotidiano del personal de la institución no se interrumpía, quienes continuaban con sus
tareas administrativas habituales, incluso atendiendo al público. Muchos de los
integrantes de las patotas o grupos de tarea que se encargaban de los secuestros y
detenciones eran miembros de esas instituciones, algunos de los cuales fueron
reconocidos posteriormente por sus víctimas una vez liberadas. El ingreso de los/as
detenidos/as no quedaba registrado y su permanencia allí podía durar desde unas pocas
horas hasta varios días, cuando finalmente eran liberados, trasladados a la cárcel federal
U9 o destinados a algún otro centro de detención. Su estancia en esos lugares fue siempre
negada a los familiares que allí se dirigían para averiguar por ellos/as, aunque en
ocasiones se les daba a entender que en efecto allí se encontraban y que prontamente
serían dejados en libertad. Las propias víctimas sobrevivientes sabían exactamente dónde
se encontraban detenidas e incluso, en no pocas oportunidades, quién o quiénes
participaban de sus interrogatorios y torturas, y así pudieron atestiguarlo en los juicios de
lesa humanidad.17
11 En la Subzona 52 funcionaron, según se ha podido registrar, más de media docena de
espacios de este tipo, si incluimos tanto aquellas instituciones “legales” de detención pero
que fueron utilizadas clandestinamente para retener (desaparecer temporariamente) y
torturar, así como aquellos lugares que sirvieron “de paso”, previo al traslado de las

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 6

víctimas a algún CCD o CDC. En este sentido, es posible distinguir al menos tres especies
diferentes de espacios de detención dentro de la dinámica represiva en el período
analizado. Comisarías y/o Escuadrones de Gendarmería por los cuales algunos detenidos
pasaron sólo algunas horas, sin ser sometidas a interrogatorios ni tormentos; los centros
de detención clandestina que son el objeto de estudio en este trabajo, y los centros
clandestinos de detención como La Escuelita. Así como no fue lo mismo – en términos de
importancia relativa dentro del plan sistemático, como en las características de su
funcionamiento – el CCD La Escuelita que la Delegación de la Policía Federal neuquina,
tampoco fue lo mismo esta institución que una comisaría local por la cual una persona
estuvo sólo un par de horas allí retenida hasta que fue trasladada a otro lugar. 18 Y creo
que es preciso atender a esas diferencias.
12 Entre los que podríamos denominar “centro de detención clandestina”, por poseer las
características descriptas más arriba y ser utilizados de esa manera con cierta
sistematicidad, funcionaron en la Subzona 52 la Comisaría 24° de Cipolletti; la Delegación
de la Policía Federal y la Alcaidía Provincial, en Neuquén capital; la Comisaría 4° de Cutral
Có (Neuquén); la Escuela de Instrucción Andina en Bariloche19; el Escuadrón 33 de
Gendarmería Nacional, en Junín de los Andes; la Alcaidía de General Roca (Río Negro) y las
Unidades 9 (U9) y 5 (U5) del Servicio Penitenciario Federal (SPF) ubicadas en Neuquén y
General Roca, respectivamente. La U9, además, ofició como cárcel de presos y presas
políticas desde noviembre de 1975, a partir de la aplicación de los decretos de
aniquilamiento sancionados un mes antes. Cabe destacar, asimismo, que la Comisaría 24°
de Cipolletti posee antecedentes en este tipo de prácticas que pueden rastrearse, por lo
menos, hasta septiembre de 1975.20
13 Asimismo, es posible demostrar la existencia de una jerarquización de los espacios de
detención que sustentaron el plan sistemático de represión, en función de los roles
específicos que cumplieron, de su lugar de localización y de quiénes estuvieron a su cargo.
Una jerarquía cuyo estrato inferior estaba conformado por aquellas comisarías o
escuadrones alejados de los Comandos de Zona y Subzonas, que sólo sirvieron de paso
previo a otro centro de detención más importante pero sin intervenir activamente en la
dinámica de Inteligencia caracterizada por los interrogatorios de rigor a los/as
detenidos/as; y cuya cúspide conformaron los CCD ubicados en los Comandos de Zona y
Subzona de todo el país (estos últimos un peldaño más abajo que los primeros). En el
medio de esta pirámide, un conjunto de lugares que aquí denominamos centros de
detención clandestina, que resultaron tan determinantes en la eficacia del despliegue
represivo, que desconocer su dinámica de funcionamiento torna prácticamente imposible
comprender la lógica con la que operó el dispositivo represor. Es por eso que sobre ellos
me detendré a continuación, a partir de la descripción y el análisis del funcionamiento de
dos espacios emblemáticos de este tipo en la Subzona 52: la Comisaría 24° de Cipolletti y la
Delegación de la Policía Federal de Neuquén (PFA).21

La Comisaría de Cipolletti
Si bien el funcionamiento intensivo de esta comisaría22 como centro de detención
clandestina data desde el momento mismo del golpe de Estado, sus instalaciones ya
habían sido utilizadas como tales y su personal se había “entrenado” en este tipo de
actividades represivas desde 1975, a partir de acciones de inteligencia, razias y operativos

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 7

de detención en cumplimiento de la ley Nº 20.840 que reprimía las “actividades


subversivas”.23
14 Analizando la treintena de casos denunciados en la Justicia Federal en las causas por
delitos de lesa humanidad, cuyos derroteros incluyeron la Comisaría de Cipolletti, resulta
relativamente sencillo delinear un patrón de comportamiento en los perpetradores, así
como la funcionalidad de esa dependencia policial. Prima facie, hay un factor común en el
hecho de que todas las personas secuestradas o detenidas que vivían en Cipolletti o en sus
alrededores (siempre dentro de la provincia de Río Negro) pasaron por esa comisaría,
salvo un solo caso que estaba vinculado con un “hecho subversivo” de Entre Ríos (quien
luego de pasar por La Escuelita fue trasladada a esa localidad), y sin contar tres casos de
personas desaparecidas cuyo derrotero se desconoce. Este hecho podría resultar
irrelevante, más aún si tenemos en cuenta que esa comisaría fue el asiento del Comando
de la Subárea 5212 que controlaba ese espacio territorial, y que, como claramente
afirmara en una declaración indagatoria realizada en 1987 quien fuera Sub Comandante
de la Zona 5, Adel Vilas, “estaba estrictamente prohibido intervenir en las jurisdicciones
de los otros”.24 Sin embargo, sí puede llamar la atención esa taxativa división espacial, si
se pone de relieve que muchas de las víctimas o trabajaban, estudiaban o militaban
políticamente en Neuquén, o tenía algún vínculo cotidiano con gente de esta ciudad, lo
cual – tanto entonces como hoy – dificulta pensar a estas ciudades vecinas como espacios
tan tajantemente diferenciados. Además, son numerosos los casos ocurridos en toda la
Subzona 52 que obligan a matizar esa sentencia de Vilas; o al menos inferir que ese celo
que cada jefatura tenía sobre su espacio de actuación podía ser desatendido cuando una
persona que se pretendía aprehender, que vivía o desarrollaba sus actividades en una
determinada zona de defensa, era detectado en una distinta. Así sucedió, por ejemplo, con
Eduardo París, quien vivía en Cipolletti y trabajaba en Neuquén. Su primera detención
(durante el verano previo al golpe) fue realizada en esta ciudad. En esa oportunidad, fue
citado telefónicamente a presentarse en la comisaría neuquina, donde lo estaban
esperando tres agentes de la Policía de Río Negro (es decir, de otra jurisdicción), quienes
lo llevaron a la Comisaría 24° de Cipolletti. Desde allí fue liberado esa misma tarde luego
de ser interrogado. En junio de 1976, fue apresado por segunda vez, directamente en su
lugar de trabajo (en Neuquén) por una Comisión de Detención entre quienes estaban los
agentes de la comisaría cipoleña que lo habían apresado la primera vez. Pero en esta
oportunidad, sería llevado sin escalas al CCD La Escuelita.25
15 Otro elemento en común que arroja el análisis documental es que en todas las
detenciones y secuestros participaron de manera activa agentes de esa institución,
aunque no de manera autónoma y sin apoyo del Ejército. Si bien ello resulta lógico dado
que así lo determinaba expresamente la normativa militar26, no deja de llamar la atención
la activa participación de un grupo de policías de la Comisaría 24° encabezando algunos
de los operativos de secuestros, así como en los interrogatorios y sesiones de tortura que
se registraron en esa dependencia, en ocasiones permitiendo inferir un alto grado de saña
personal, especialmente si tenemos en cuenta que en varios de esos casos víctimas y
victimarios se conocían con anterioridad (lo que permitió además que pudieran ser
identificados).27
16 La articulación de esta comisaría con otros lugares de cautiverio fue sustancial en el
desarrollo del plan represivo. Fue el paso obligado de cada una de las víctimas antes de
ser llevadas a otros centros de detención de mayor jerarquía, tanto los ubicados en la
capital neuquina (donde estaba ubicada el Comando de la Subzona 52) como los

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 8

pertenecientes al Comando de Zona 5 en Bahía Blanca; así como -en menos y más
específicas ocasiones- en otras Zonas de Seguridad más metropolitanas. De todos los casos
analizados, sólo uno permaneció clandestinamente cautivo en esa dependencia antes de
ser finalmente liberado y sin sufrir ningún traslado a otro centro de detención. El resto,
luego de permanecer desde algunas horas hasta varios días en la comisaría cipoleña,
fueron trasladados a Neuquén para continuar sus derroteros por “La Escuelita”, la
Delegación de la PFA o la cárcel federal (U9), destino que dependía de al menos tres
variables: del momento en que se produjo el secuestro; del operativo del cual fueron
objetivo las personas secuestradas; o de las militancias, pertenencias partidarias o
vinculaciones políticas que estas tenían, tanto en términos reales como en las hipótesis de
los perpetradores.
17 Sin dudas, la dinámica represiva señalada se complejiza aún más si agregamos esta última
variable mencionada a nuestro análisis: la militancia o pertenencia política de las
víctimas. De las veinticinco personas registradas judicialmente por haber pasado por esta
comisaría, tres de ellas pertenecían o estaban sospechadas de estar vinculadas al Partido
Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Sus
detenciones sucedieron en el mes de junio de 1976 junto con otra veintena de casos que
formaron parte del denominado Operativo PRT-ERP que se desplegó entre el 9 y el 15 de
junio de 1976 en ambas provincias.28 Las tres que fueron secuestradas en esta oportunidad
terminaron sus derroteros en “La Escuelita” de Bahía Blanca, desde donde fueron
liberadas.29 En estos casos, al igual que el resto de las personas que fueron secuestradas
durante ese mismo operativo, fueron llevadas a la U9, donde se decidió su destino.
Algunas serían trasladadas a “La Escuelita” neuquina, para luego o bien ser liberadas, o
bien llevadas a “La Escuelita” de Bahía Blanca, desde donde fueron liberadas o
desaparecidas. El resto de las personas del total de casos que estuvieron detenidas en la
Comisaría de Cipolleti, o militaban en la Juventud Peronista (JP) o estaban vinculadas
directa o indirectamente al peronismo, salvo dos casos cuya militancia se desconoce. 30
Todas ellas, o bien fueron llevadas directamente a “La Escuelita”, y luego se trasladados
nuevamente a esa comisaría para ser liberados desde allí; o bien llevados a la Delegación
de la PFA y desde allí a la U9 o a “La Escuelita”, desde donde continuaban sus derroteros.

La Delegación de la Policía Federal


18 En la ciudad de Neuquén y sus alrededores no habría una única institución que
centralizara el “accionar antisubversivo”, como sí sucedió en Cipolletti y sus ciudades
aledañas incluidas en la Subárea 5212, tal como vimos en el apartado anterior. Por el
contrario, del lado neuquino del Valle participaron del despliegue represivo la Policía de
la Provincia de Neuquén (PPN), la PFA, Gendarmería y el Ejército, este último ejerciendo
su jefatura desde el Comando de Brigada de Infantería de Montaña VI, ubicado en pleno
centro de la ciudad. Y si hubo una fuerza que desde la misma noche del golpe de Estado
ejerció un protagonismo superlativo, ella fue la Policía Federal, desde su Delegación
Neuquén. Su rol fue determinante en el desarrollo del plan dictatorial, tanto en materia
de tareas de Inteligencia como de actuación directa en los operativos. Ya desde comienzos
de 1975, esta institución comenzaría a integrarse a la dinámica represiva, con la llegada a
esta dependencia de actores clave de su accionar hasta entrado el gobierno de la
dictadura. Dado que en otro trabajo hemos analizado en detalle la participación de esta
fuerza como parte del dispositivo represor, veamos más específicamente aquí cómo se

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 9

insertó el espacio donde funcionaba esta institución dentro del entramado


“concentracionario”.31
19 La Delegación estaba ubicada, tal como hoy, en la calle Santiago del Estero 136 de
Neuquén, a poco más de una cuadra de la Gobernación, en pleno centro de la ciudad. La
misma noche del golpe sus instalaciones comenzarían a ser utilizadas como centro de
detención clandestina, especialmente durante los primeros meses, hasta que comenzó a
funcionar “La Escuelita”, en junio de 1976. De hecho, ha sido posible identificar a más de
20 personas que fueron trasladadas y mantenidas clandestinamente en esa delegación
entre 1975 y 1977, aunque ese número podría ser mucho mayor.32 Mujeres y hombres que
fueron siempre retenidos de manera clandestina, incomunicados, en su mayoría
sometidos a malos tratos y torturas, e interrogados por sus vinculaciones políticas y su
militancia partidaria.
20 En términos comparativos, el funcionamiento de esta dependencia como CDC tiene tantas
similitudes como diferencias respecto a la Comisaría 24° de Cipolletti. Si bien ambas
retuvieron a las personas de manera clandestina en su interior, la mayor de las veces para
ser sometidas a interrogatorios y sesiones de tortura, la manera en la que la Delegación de
la PFA articuló su funcionamiento con otros espacios de reclusión fue sustancialmente
diferente, y algunas de sus particularidades ponen en evidencia su mayor jerarquía como
centro de detención. Entre ellas, la de ser el espacio donde fueron trasladadas y alojadas
casi la totalidad de las personas secuestradas en la región entre el 24 de marzo y el 9 de
junio, día en que comenzó a operar “La Escuelita”. De las 25 personas registradas por la
Justicia Federal que fueron detenidas o secuestradas en el Área 521 entre esas fechas, sólo
tres no fueron llevadas a esa delegación para ser interrogadas, retenidas y/o torturadas.
Y, como vimos, la mayoría de los secuestros y detenciones en jurisdicción de la Comisaría
de Cipolletti fueron trasladados allí, como si se tratara de un “segundo nivel” dentro del
derrotero represivo. Asimismo, fue habitual durante ese período la práctica de retirar
detenidos de la U9 (la mayoría ya blanqueados, registrados en el Libro de Ingresos y
Egresos, e incluso algunos puestos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional) para
llevarlos a esa dependencia para interrogarlos y someterlos a maltratos físicos y
psicológicos, y luego volverlos a llevar a la cárcel federal.33
21 La participación de Raúl Guglielminetti en casi todos esos interrogatorios no fue casual,
dado su nexo con el Destacamento de Inteligencia en el cual revistaba como Personal Civil
de Inteligencia (PCI), su conexión con el Batallón 601 de Inteligencia ubicado en Buenos
Aires y la estrecha vinculación que existió entre la Delegación de la PFA y el Comando de
la Subzona 52, a través de su persona y del Comisario Jorge Ramón González. 34 En este
sentido, no resulta accesorio destacar el protagonismo de esta delegación en las tareas de
inteligencia implementadas en la región, máxime si se tiene en cuenta que, de acuerdo a
los reglamentos y directivas militares, la labor de inteligencia era considerada una
actividad prioritaria y precedente al resto de las operaciones a desarrollar en la “lucha
antisubversiva”.35 Estas características propias de la Delegación de la PFA la ubican en un
lugar preponderante al momento de caracterizar el desarrollo del plan sistemático de
represión y exterminio implementado por el gobierno dictatorial. No sólo por ser un
lugar de paso casi obligado para quienes habían sido detenidos/as en fechas anteriores a
la puesta en funcionamiento de La Escuelita, sino por el recién mencionado papel que les
cupo a sus oficiales en la recolección y procesamiento de información, gran parte de ella
obtenida mediante interrogatorios bajo tortura.

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 10

22 Ello lleva a señalar que, a diferencia de lo sucedido en la Comisaría 24° de Cipolletti, la


dinámica de funcionamiento de la Delegación de la PFA en el desarrollo del plan represivo
evidencia un relativo grado de autonomía respecto de las FFAA; tanto en materia de
tareas de Inteligencia como de detenciones, secuestros, retención de detenidos,
interrogatorios y otras prácticas represivas.36 Mientras para los casos analizados
correspondientes a la comisaría cipoleña no se registran operativos sin presencia militar -
más allá de que no pocos de ellos fueron “encabezados” por policías de esa comisaría-, y
era un teniente del Ejército quien se hizo cargo de la misma luego del golpe de Estado,
desde la Delegación de la PFA sí se realizaron acciones represivas sin participación
militar, decidiéndose en ocasiones allí mismo el destino de sus víctimas. 37

Un cierre que abre: sobre la lógica concentracionaria y


sus alcances explicativos
23 Como fue adelantado al comienzo de este escrito, uno de los objetivos de la propuesta
aquí presentada era de la poner en tensión la noción de “experiencia concentracionaria”
propuesta por Pilar Calveiro, a partir de un cambio en la escala de observación y
hurgando en procesos que formaron parte del mismo plan sistemático que la autora
analizó en torno a “una de sus criaturas, quizá la más oculta”, aquella “creación periférica
y medular al mismo tiempo: el campo de concentración”.38 No se trata de intentar refutar
su argumento; sino de completarlo, de complejizarlo a partir de los matices que podemos
observar al estudiar la dinámica represiva en otras escalas espaciales. 39 Y es por eso que
parto de él para construir los interrogantes con los cuales abordar unas unidades de
análisis diferentes a las estudiadas por ella, desde la premisa de que no solo formaron
parte del mismo dispositivo represor instaurado en todo el país, sino que es imposible
pensar su funcionamiento sin la existencia de ellas: los centros de detención clandestina;
en este caso, los de la Subzona 52.
24 En sus estudios, Calveiro describe acabadamente la “lógica concentracionaria” que
caracterizó a la última dictadura, y cómo la figura de la desaparición -como tecnología del
poder instituido- tuvo su correlato institucional en el campo de concentración-
exterminio.40 Sin embargo, si seguimos partiendo del presupuesto de la sistematicidad del
plan aniquilador que se extendió por todo el territorio nacional, ¿cómo sostener esa tesis
en espacios geográficos donde la dinámica represiva no estuvo definida por la “lógica
concentracionaria”, en la cual esos lugares que conceptualizados como “campo de
concentración-exterminio” habrían articulado la tecnología del poder dictatorial, sino
más bien por una dinámica diferente cuyo eje no giró en torno a esos “campos” sino
alrededor de los centros de detención clandestina como los analizados acá?
25 Quizá sea ocioso aclararlo, pero no niego en absoluto la importancia ni la relevancia que
tuvo el CCD “La Escuelita” dentro del desarrollo de la represión dictatorial en la Subzona
52. Aún con las salvedades señaladas al comienzo de este trabajo, sus características
principales y su dinámica de funcionamiento permiten pensar a este espacio en términos
similares a los que propone Calveiro. Pero sí considero fundamental, si queremos
comprender de manera más acabada la forma en la que se puso en práctica el dispositivo
represor, especialmente en los lugares más alejados de la metrópoli porteña, prestar
mayor atención al rol que cumplieron los CDC en el ejercicio del poder aniquilador.
Elementos de la “tecnología del poder instituido” (para usar los propios términos de

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 11

nuestra autora) que, en regiones como la norpatagónica, tomaron forma y comenzaron a


funcionar como tales meses antes del golpe de Estado, y que por un tiempo fueron los
lugares exclusivos en torno a los cuales se articuló el dispositivo represor (en la Subzona
52, concretamente, lo fueron hasta que comenzó a funcionar “La Escuelita” en junio de
1976, y que continuaron haciéndolo luego de su desuso en 1978).
26 En este trabajo el análisis se basó en solo dos espacios de este tipo: la Comisaría 24° de
Cipolletti, y la Delegación de la Policía Federal en Neuquén. Como fue señalado, hubo
otros más que funcionaron en distintas localidades que integraron esta Zona de
Seguridad. Sin embargo, la relevancia que adquirieron en el desarrollo del plan
sistemático de represión nos permite obtener algunas conclusiones. Por un lado, que
hubo una clara jerarquía entre diferentes CDC, e incluso entre estos y los CCD. Una
jerarquía dada por quiénes controlaban cada uno de esos espacios, así como por el lugar
en el que estaban localizados, el tipo de decisiones que se tomaban y las características de
las víctimas secuestradas. En este sentido, mientras comisarías como la cipoleña podrían
ser ubicadas en un rango inferior respecto de la Delegación de la PFA, sin dudas “La
Escuelita” ocupaba el escalón más alto dentro del entramado concentracionario y
clandestino de la región, cuanto menos durante el tiempo en que funcionó como centro
clandestino de detención/campo de concentración. Por otro lado, la dinámica del
funcionamiento de cada espacio de este tipo no fue la misma en el tiempo ni siguió un
mismo patrón para cada persona secuestrada. Salvo, el de ser interrogada sobre sus
militancias y/o personas relacionadas con la política, la mayoría de las veces, bajo la
aplicación de tormentos físicos y/o psicológicos. En función de quiénes eran las víctimas,
de sus militancias y sus vinculaciones, pero también dependiendo del momento de su
secuestro y el lugar donde se producía, se decidía el destino que seguiría el derrotero de
cada detenido/a. Mientras la Comisaría de Cipolletti desarrolló su accionar como CDC con
mayor intensidad durante los primeros meses del gobierno dictatorial (aunque ya lo venía
haciendo desde septiembre de 1975), la PFA neuquina continuó siendo utilizada como
centro de detención hasta 1978, aunque gradualmente con menor intensidad.
27 Para finalizar, quisiera mencionar un dato que puede servirnos para subrayar aún más la
importancia de los centros de detención clandestina que funcionaron en la Subzona 52.
No sólo los dos analizados, sino también los otros seis mencionados más atrás. En la
Justicia Federal de Neuquén, fueron denunciados 118 casos en el expediente en el que se
investigan los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. De todos ellos,
se pudo constatar el traslado y la permanencia en “La Escuelita” de alrededor de 50
personas, de las cuales sólo una veintena fue llevada directamente a ese centro clandestino
de detención, sin pasar previamente por algún CDC de la región.41 Es decir que más del 80
por ciento del total de hombres y mujeres secuestradas en la región sufrió parte de su
derrotero en algún centro de detención clandestina antes de ser llevados/as a algún otro
lugar de cautiverio o finalmente liberados/as directamente de esos espacios.
28 Es decir que tanto en términos cualitativos como cuantitativos la relevancia de espacios
de detención como los que aquí hemos analizado fue determinante en desarrollo del plan
represivo desplegado en la Norpatagonia; y considero que no es azaroso aventurar que
ello también pudo haber sido así en otras regiones alejadas de los grandes centros
urbanos, donde el poder represivo se expresó, en términos de escala, con mayor
intensidad. Espacios instituidos como lugares de detención clandestina, en edificios
públicos y conocidos por la comunidad en la que se encontraban. Lugares que hacia el
interior de la institución que representaban articularon una dinámica de funcionamiento

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 12

que osciló entre la legalidad y la ilegalidad, entre lo manifiestamente público y lo


clandestino, entre lo permitido y lo prohibido. Espacios que al mismo tiempo -y quizá por
eso- se erigieron en piezas clave del desarrollo del plan represivo, y sin cuyo
protagonismo es difícil hoy comprender de manera acabada la dinámica con la que
desplegó el terror dictatorial; especialmente si se pone el foco de observación en aquellas
regiones del país en los que no se instalaron esos íconos de esta modalidad represiva que
han sido denominados “campos de concentración y exterminio”. O bien, si los hubo, su
impacto y determinación dentro del dispositivo represor fue relativamente menor.

NOTAS
1. La provincia de Neuquén está ubicada al sur oeste de la República Argentina, y limita el
noroeste de la región Patagónica. Su capital, y ciudad más importante de la región, lleva
el mismo nombre. Río Negro es su provincia vecina, y el conglomerado urbano conocido
como Valle de Río Negro y Neuquén contiene a las ciudades de Neuquén, Plottier y
Centenario (de la provincia de Neuquén) y a Cipolletti, Cinco Saltos y General Roca, entre
otras (en la provincia de Río Negro).
2. Para ahondar en los posibles comienzos del proceso represivo que cristalizó con la
última dictadura, proponiendo diferentes miradas, ver Scatizza, Pablo, “Represión
clandestina en la Argentina de los setentas. Algunas reflexiones sobre sus posibles puntos
de partida”, A Contracorriente, Mayo de 2015. Disponible en http://
acontracorriente.chass.ncsu.edu/index.php/acontracorriente/article/view/1327
Consultado el 4 de diciembre de 2018; Franco, Marina, “La represión estatal en la historia
argentina reciente: problemas, hipótesis y algunas respuestas tentativas”, en Gabriela
Águila, Santiago Garaño y Pablo Scatizza, Represión estatal y violencia paraestatal en la
historia reciente argentina. Nuevos abordajes a 40 años del golpe de Estado, La Plata, FaHCE-
UNLP, 2016, p. 17-46; y Pontoriero, Esteban Damián, “En torno a los orígenes del terror de
Estado en la Argentina de la década de los setenta. Cuándo, cómo y por qué los militares
decidieron el exterminio clandestino”, Papeles de Trabajo, 10 (17), 2016, p. 30-50. http://
www.unsam.edu.ar/revistasacademicas/index.php/papdetrab/article/download/69/98
Consultado el 4 de diciembre de 2018
3. La Subzona 52 estaba subdividida además en Áreas y Subáreas. Para este trabajo, sólo
interesa tener en cuenta que el Área 521 tenía su asiento en el Batallón de Ingenieros de
Construcciones 181, en la ciudad de Neuquén sobre la Ruta 22 (donde estuvo localizado el
CCD La Escuelita), y tuvo bajo su control operacional a toda la zona del Alto Valle de Río
Negro y Neuquén. Esa Área se subdividió a su vez en dos Subáreas: la 5212 con asiento en
la Comisaría 24° de Cipolletti, y la 5213 con asiento en la ciudad de General Roca. Cf.
Expte. No 8736/2005, “Reinhold, Oscar Lorenzo y otros s/ Delitos c/ la libertad y otros"
Juzgado Federal No 2 de Neuquén, Secretarı́a n° 2. En adelante, Causa Reinhold.
4. Debo aclarar que el uso del término “víctima” no busca poner en un lugar pasivo y/o
revictimizar a quienes sufrieron en carne propia las atrocidades de la represión
dictatorial. Apelo aquí a su connotación más bien jurídica del término (una consecuencia
quizá de tantos años de trabajo en el sistema judicial en las causas de lesa humanidad,

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 13

donde ese término es utilizado para referirse a quienes sufrieron en carne propia los
delitos investigados). Más allá de eso, y teniendo en cuenta que ello no busca negar su
agencia, sus militancias, sus luchas, estas personas no dejan de haber sido víctimas
directas del plan sistemático de represión y aniquilación.
5. Santiago Garaño y Werner Pertot han dado cuenta de la tensión entre lo legal y lo
clandestino en torno a las detenciones políticas en dictadura, aportando a la historización
de esta modalidad represiva en Santiago Garaño y Werner Pertot,Detenidos-Aparecidos.
Presas y presos políticos desde Trelew a la dictadura, Buenos Aires, Biblos, 2007.
6. Me refiero especialmente a Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina,
Buenos Aires, Colihue, 2006 [1998], pero también a su ensayo “La experiencia
concentracionaria”, en Clara Lida, Horacio Crespo y Pablo Yankelevich (compiladores),
Argentina, 1976, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica/Colegio de México, 2008,
p. 187-204
7. Claudia Feld ha reflexionado en torno a los motivos que le otorgaron a la ESMA la
centralidad que tiene al momento de representar y significar la represión dictatorial, a
partir del estudio de la prensa argentina durante la apertura democrática y la manera en
que se dio el proceso de “emblemetización”. Ver Claudia Feld, “Esma, hora cero: las
noticias sobre la Escuela de Mecánica de la Armada en la prensa de la transición”,
Sociohistórica 23/24, primer y segundo semestre de 2008, p. 81-103.
8. Numerosos trabajos aluden a estos espacios como CCD (Centros Clandestinos de
Detención), CCDT (Centros Clandestinos de Detención y Tortura) e incluso como CCDTyE
(Centros de Detención, Tortura y Exterminio). Para simplificar, sólo usaré aquí la primera
acepción.
9. Cfr. Scatizza, Pablo, “Centros clandestinos de detención en el Comahue. Una reflexión
conceptual”, Contenciosa N°2, octubre-noviembre de 2014. En línea en http://
www.contenciosa.org/Sitio/VerArticulo.aspx?i=18 consultado 3 de diciembre de 2018;
Scatizza, Pablo Un Comahue violento. Dictadura, represión y juicios en la Norpatagonia argentina
, Buenos Aires, Prometeo, 2016.
10. Calveiro, Pilar, Poder y desaparición, op. cit. p. 27.
11. Ibídem.
12. Ibídem.
13. Pilar Calveiro, “La experiencia concentracionaria”, op. cit., p. 187.
14. Ibídem.
15. Dado que no se abordará en este escrito un análisis de La Escuelita de Neuquén, creo
necesario caracterizarla al menos brevemente ya que sí se aludirá a ella: El edificio se
encontraba en el predio del Batallón de Ingenieros 181, a unos 200 metros al sur de la
Ruta Nacional 22 y a unas treinta cuadras hacia el Oeste del centro neuquino. En ese lugar,
los prisioneros eran alojados en una edificación de mampostería rectangular de unos ocho
metros por diez, con una torreta de vigilancia en el techo, cuatro habitaciones y un baño.
Paradójicamente, ese sitio había sido construido en 1958 para ser utilizado como
matadero, con los cuales se proveía a la tropa de carne recién faenada. Luego sería
utilizado como depósito y posteriormente quedaría en desuso, hasta que luego del Golpe
fue reacondicionado como “lugar de reunión de detenidos” (LRD) por el Comando de
Brigada, según la denominación dada por los propios perpetradores. A diferencia de los
otros centros de detención en instituciones estatales de acceso público, La Escuelita se
caracterizó por su invisibilidad. El lugar estaba oculto y vedado a las miradas ajenas al
proyecto de exterminio. Comenzó a funcionar a partir del segundo gran operativo de
secuestros en la región, en junio de 1976, cuando fueron trasladados allí un grupo jóvenes

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 14

secuestrados por las fuerzas conjuntas en una razia realizada para eliminar al PRT-ERP de
la región. Durante los siguientes dos años, fueron llevadas allí unas 50 personas según
denuncias y testimonios en la causa judicial. Aunque es dable pensar que ese número fue
aún mucho mayor. Según consta en la causa judicial que investiga los hechos allí
ocurridos, La Escuelita fue dejada de utilizar a mediados de 1978. Cfr. Scatizza, Pablo Un
Comahue violento, ob. cit. p. 201-212.
16. Cf. Duhalde, Eduardo Luis, El Estado Terrorista Argentino, Buenos Aires, Eudeba, 1984;
Paoletti, Alipio, Como los nazis, como en Vietnam. Los campos de concentración en la Argentina,
Buenos Aires, Contrapunto, 1986; Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas
[CONADEP], Nunca más, Buenos Aires, Eudeba, 1984.
17. Para más detalle de estos lugares, ver Scatizza, Pablo, Un Comahue violento. op. cit.,
p. 189-211.
18. Espacios de este tipo fueron, por ejemplo, la Comisaría de El Bolsón y el Escuadrón 35
de GN en la misma localidad; la Comisaría 2° de Bariloche y el Escuadrón 34 de GN
también en esa ciudad.
19. De todos estos lugares que aquí denomino CDC, la Escuela de Instrucción Andina, en
San Carlos de Bariloche (Río Negro) fue la que más se pareció, en su dinámica de
funcionamiento, a un CCD. Las víctimas allí alojadas eran mantenidas con los ojos
vendados, acostadas en bancos de madera, sin abrigo, en pleno invierno y pasando frío en
extremo, mal alimentados, permanentemente amenazados y sometidos a simulacros de
fusilamiento. Sin embargo, era un lugar conocido por las víctimas y sabían en ese
momento dónde estaban alojadas, y no se registraron aplicaciones sistemáticas de
tormentos (picana, submarino, golpes) ni interrogatorios bajo tortura. (Requerimiento
Fiscal de Elevación a Juicio de junio de 2011, en la Causa Reinhold , p. 52.
20. En efecto, así como otras comisarías que desde por lo menos un año antes del Golpe
participan en detenciones de personas por infracción a la Ley 20840 de “actividades
subversivas”, para el caso de la 24° de Cipolletti fue posible verificar su accionar
clandestino como centro de torturas, durante un operativo realizado la primera semana
de septiembre en un refugio del Obispado ubicado en el barrio Godoy de esa localidad.
Durante el operativo, serían detenidos catorce chilenos allí refugiados. Quienes
estuvieron a cargo de ese operativo fueron los comisarios Guillermo Federico Hruschka y
Antonio Alberto Camarelli -Segundo Jefe de la Unidad II de la Policía de Río Negro y Jefe
de la Comisaría 7° de Cipolletti, respectivamente, quienes continuaron en esa comisaría
actuando durante el período dictatorial. Los refugiados chilenos detenidos, antes de ser
llevados a la U9, fueron trasladados a la Comisaría de Cipolletti e interrogados bajo
tortura. (Cfr. Scatizza, Pablo, Un Comahue violento. op. cit., p. 67).
21. Como se mencionó anteriormente, este estudio incluye todos los centros de detención
de la Subzona. La selección de estos dos casos responde a las limitaciones de espacio que
un artículo impone, aunque el alto protagonismo que ambos lugares tuvieron en el
despliegue represivo permiten aventurar hipótesis generales.
22. Esta unidad policial ubicada en la calle Roca 550 de la ciudad de Cipolletti (Río Negro)
estuvo identificada como Comisaría 24° hasta 1977. En ese entonces cambió su
denominación por Comisaría 7° y actualmente se llama Comisaría 4°. Salvo que se exprese
lo contrario, de ahora en más la denominaré sencillamente “Comisaría de Cipolletti”, ya
que es la única dependencia policial de esa ciudad sindicada en la Justicia como utilizada
por el aparato represivo (lo cual no implica necesariamente negar que otras comisarías de
la ciudad también hayan sido utilizadas). Además, se evita así cualquier tipo de confusión

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 15

cuando me tenga que referir a un hecho posterior a 1977, cuando cambió su


denominación.
23. Uno de los casos paradigmáticos es la detención y aplicación de tormentos a un grupo
de refugiados chilenos que estaban “guardados” en una casa del Obispado en Cipolletti, en
septiembre de 1975. Cfr. Scatizza, Pablo, Un Comahue violento. op. cit. p. 66-67.
24. Cf. Declaración Indagatoria de Adel Vilas en la Cámara Federal de Bahía Blanca, 1987.
25. Cf. Requerimiento Fiscal de Elevación a Juicio en Causa Álvarez, 2017. [Tramo
correspondiente a una de las subdivisiones de la Causa Reinhold: Expte. Nº 9927/2010
caratulado “Alvarez, Aldo Mario S/Delito contra la libertad y otros"].
26. No sólo los decretos de aniquilamiento habían dispuesto la subordinación de las
fuerzas policiales a las FFAA, sino que la posterior Directiva 404/75 reafirmaba el control
operacional de la autoridad militar por sobre las fuerzas policiales con mayor precisión,
señalando que “los medios policiales afectados a una operación permanecerán bajo
control directo de la autoridad militar”, y que “los medios policiales durante el desarrollo
de sus misiones específicas ejecutarán aquellas acciones contra la subversión (…) que
determine la autoridad militar pertinente” (Cf. Directiva 404/75, p. 14).
27. Los casos de los hermanos Juan Domingo, Julio Eduardo y Jorge Adolfo Pailos, así como
los de Ricardo Novero, Raúl Sotto y Oscar Contreras, son un ejemplo claro de ello,
torturados en numerosos ocasiones y permanentemente amenazados de muerte por los
agentes policiales Antonio Camarelli, Saturnino Martínez, Miguel Angel Quiñones, entre
otros, quienes finalmente en 2016 fueron condenados por esos delitos. (Cf. Fundamentos
de la sentencia “Causa Castelli”, Tribunal Oral Federal en lo Criminal Neuquén,
septiembre de 2016).
28. En Un Comahue violento, op. cit, está desarrollado con detalle este operativo.
29. No sucedió lo mismo con otras personas secuestradas en ese mismo operativo, quienes
aún permanecen desaparecidas.
30. A José Luis Albanessi y Carlos De Fillipis, (estos dos casos que ya fueron juzgados en
debate oral y público) se los acusaba de haber provocado incendios en unos galpones de
empaque de fruta, y los interrogatorios a los que fueron sometidos (según atestiguó De
Fillipis ya que Albanesi fue asesinado durante una sesión de tortura) versaban sobre ese
hecho. (Cf. Fundamentos de la sentencia “Causa Luera”, Tribunal Oral Federal en lo
Criminal de Neuquén, 2012)
31. Para más detalles sobre el accionar específico de la PFA en Neuquén ver, Pablo
Scatizza, “Autonomía y sistematicidad del dispositivo represor. La Policía Federal en
Neuquén (1975-1978)”, Páginas / año 9 – n° 21 Septiembre-Diciembre 2017. p. 152-174.
http://revistapaginas.unr.edu.ar/index.php/RevPaginas consultado el 4 de diciembre de
2018
32. Orlando Balbo, una de las primeras personas que fue secuestrada el propio 24 de
marzo, trasladada y torturada en la PFA, recordó en una entrevista personal que cuando
fue llevado a ese lugar por sus secuestradores, “no entraba un alma más en la delegación”,
por estar llena de jóvenes estudiantes de una residencia universitaria que había en el
barrio La Sirena. Allí habían ido las fuerzas de seguridad “en busca de un grupo de
militantes y, ante la duda, se llevaron a todos los residentes”. De acuerdo a lo que pudo
averiguar después, la mayoría de esos jóvenes fue fichado y puestos en libertad en los días
siguientes.
33. El uso del sufijo masculino es deliberado, ya que sólo se registró casos de varones
sometidos a esa práctica. Cf. Requerimiento Fiscal de Elevación a Juicio en la Causa
Reinhold, junio de 2011.

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 16

34. Raúl Guglielminetti fue un engranaje fundamental dentro de la maquinaria represiva


en esta región, y cuyo desempeño permite, de alguna manera, demostrar el vínculo
estrecho e ineludible entre lo estatal y lo paraestatal del dispositivo represor, antes y
durante la última dictadura. Y esto, debido a la multiplicidad de roles que cumplió
durante los años que estuvo en esta región, mientras revistaba en el Ejército Argentino
como Personal Civil de Inteligencia (PCI), desempeñando funciones en el Destacamento de
Inteligencia 182 de Neuquén desde fines de diciembre de 1970, hasta mayo de 1976.
Reconocido en todo el país por su pertenencia al Batallón 601 de Inteligencia y por haber
participado en delitos de lesa humanidad en varias partes de Argentina y América Latina,
Raúl Guglielminetti (o “mayor Guastavino”, como se hacía llamar) se ha transformado en
uno de los íconos del plan sistemático de represión en la región. Cfr. Scatizza, Pablo,
“Autonomía y sistematicidad del dispositivo represor”. ob. cit.
35. Cf. Directiva del Comandante General del Ejército Nro 404/75 “Lucha contra la
Subversión” (1975); Directiva del Consejo de Defensa N° 1/75 “Lucha contra la
subversión” (1975); Reglamento RC-16-5 “La Unidad de Inteligencia” (1973).
36. Quien ha llamado la atención sobre -y señalado la necesidad de tener en cuenta- los
distintos niveles de autonomía por parte de las distintas fuerzas represivas en relación
con las Fuerzas Armadas (y entre ellas), destacando cómo se dio esta tensión en la Zona 2,
especialmente en el Área 211 (Rosario y alrededores) ha sido Gabriela Águila. Ver por
ejemplo su libro Dictadura, represión y sociedad en Rosario. Un estudio sobre la represión y los
comportamientos y actitudes sociales en dictadura, Buenos Aires, Prometeo, 2008; y “La
represión en la historia reciente argentina: fases, dispositivos y dinámicas regionales”, en
Águila Gabriela y Alonso, Luciano (coord.), Procesos represivos y actitudes sociales. Entre la
España franquista y las dictaduras del Cono Sur. Buenos Aires, Prometeo, 2013; p. 97-121.
37. Un análisis sobre el funcionamiento relativamente autónomo de la PFA fue realizado
en Scatizza, Pablo, “Autonomía y sistematicidad del dispositivo represor”. op. cit.
38. Calveiro, Pilar, Poder y desaparición, op. cit., p. 13
39. Una complejización que podría abonar a la propuesta por Santiago Garaño y Werner
Pertot en su libro ya citado Detenidos-Aparecidos. Presas y presos políticos desde Trelew a la
dictadura, op. cit. (entre otros/as autores/as que han investigado casos de presos/as
políticos/as), donde se puede observar las estrecha conexión entre las cárceles y los
centros clandestinos de detención que le dieron forma a la “experiencia
concentracionaria”.
40. Calveiro, Pilar, Poder y desaparición, ob. cit. p. 27
41. A imprecisión en la cantidad se debe a que hubo personas que actualmente se
encuentran desaparecidas cuyo pasaje por ese lugar no pudo constatarse, pero sí inferirse
a partir de compañeros/as que también fueron secuestrados/as en el mismo operativo y
fueron llevados allí. Asimismo, es muy posible -aunque quizá improbable- que haya
habido más cantidad de personas detenidas en ese CCD, aunque no haya registro de ello.

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente


La detención clandestina más allá de los “campos de concentración”. Aportes a... 17

RESÚMENES
El objetivo final de este trabajo es poner en tensión y aportar algunos matices a la noción de
“experiencia concentracionaria” que ha formulado Pilar Calveiro hace ya más de dos décadas
para caracterizar a la última dictadura, en su célebre trabajo Poder y desaparición. Los campos de
concentración en Argentina. Para ello, se partirá del análisis y la ponderación de otros espacios de
reclusión que se articularon con los “campos de concentración-exterminio” sobre los que ella
basó su investigación y reflexión, y sin cuya existencia es imposible comprender la dinámica
represiva de la última dictadura, especialmente, en aquellas regiones del país alejadas de los
grandes centros urbanos. En este sentido, me detendré en el análisis de algunos “Centros de
Detención Clandestina” (CDC) que funcionaron en la Patagonia Norte argentina y en la manera
con la que articularon entre sí sus respectivos modos de actuar, así como con otros espacios como
el Centro Clandestino de Detención (CCD) “La Escuelita” y la Unidad Nº 9 del Servicio
Penitenciario Federal.

The ultimate goal of this article is to strain and to bring some nuances to the notion of
"concentration experience" that Pilar Calveiro has formulated more than a decade ago to
characterize the last dictatorship, in his famous work Poder y desaparición. Los campos de
concentración en Argentina. In order to do so, I will analyze in comparative terms other spaces of
reclusion that articulated their function whith those "concentration-extermination camps" on
which she based her research and reflection. Spaces that functioned in coordination with these
camps, and without whose existence it is impossible to understand the repressive dynamics of the
last dictatorship. Especially in those regions of the country far from the great urban centers. In
these sense, I will focus on the analysis of some "Clandestine Detention Centers" (CDC) that
operated in the Argentine Northern Patagonia and how they articulated their respective ways of
acting among themselves, as well as with other spaces such as the Clandestine Centers of
Detention (CCD) "La Escuelita" and Unit No. 9 of the Federal Penitentiary Service

ÍNDICE
Keywords: clandestine detention, Clandestine Centre of Detention, dictatorship, repression,
Argentine Patagonia
Palabras claves: detención clandestina, Centro Clandestino de Detención, dictadura; represión,
Patagonia argentina

AUTOR
PABLO SCATIZZA
Universidad Nacional del Comahue – Argentina
pscatizza@gmail.com

Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Cuestiones del tiempo presente

También podría gustarte